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Rihano - Corazón de Tinta
Corrección Final
Corazón de Tinta - Eli
Diseño
Madri
Capítulo Uno
-Vamos, entra.
¿Qué demonios había hecho con él? Había oído el pitido de advertencia de que la
batería estaba baja antes de que llegara la noche y lo había enchufado en el
mechero del coche con su adaptador especial para cargarlo y... "maldita sea",
murmuró Nicholas, mirando hacia el camino por el que había venido. Había
dejado la maldita cosa en el coche. Consideró brevemente correr para
conseguirlo, pero mientras lo hacía el renegado podía andar a sus anchas por la
finca. Nicholas había estacionado en el bosque, cerca de la propiedad, al lado,
para evitar ser descubierto. El hombre, Ernie Brubaker, era uno de los hijos de
Leonius, Nicholas esperaba que si él le seguía el tiempo suficiente, Ernie lo
llevaría a la guarida de Leo.
Leonius Livio era un canalla repugnante que tenía que ser atrapado y Nicholas se
había impuesto la tarea de hacer precisamente eso. Sin embargo, se dio cuenta
que el coche quedaba bastante lejos... ... y si iba a buscar el teléfono para llamar,
Ernie podía agarrar a una de las chicas y perderlo de nuevo. Esa era la única
razón por que se le ocurrió por lo que el hombre estaba aquí. Al menos eso es lo
que Nicholas supuso cuando siguió al hombre hasta la casa del ejecutor.
-Sí, a los dulces. Mira a tu alrededor, Jo, todos los tíos buenos están aquí. Todos
ellos tienen pecho musculado y cintura estrecha.
Ella sacudió la cabeza, sus ojos maravillados se deslizaron sobre los hombres
reunidos en pequeños grupos que se repartían por todo el cuarto. -No tienen
barriga, ni dientes torcidos, o una prótesis como pierna.
-No nos tratan como leprosas, -dijo Alex con una sonrisa.
-Alex, vienen, Sam y Mortimer saludan y un grupo habla con ellos ,y luego los
acercan a los nosotros, y todos los hombres,cada uno, pasan y nos miran con esa
mirada extraña intensa durante un minuto y luego absolutamente nada. Luego
miran a Mortimer, y menean la cabeza. Algunos incluso se dan una vuelta y se
van inmediatamente. El resto están ahí hablando los unos con los otros y
haciendo caso omiso de nosotras , -señaló ella y luego preguntó:- Y ¿ no crees que
esto es extraño?
-Sí, lo es, -dijo Jo con firmeza. -Y no es la única cosa extraña aquí. ¿Qué pasa con
la seguridad en este lugar? Es un poco exagerada, ¿no crees?
-Sí, pero Sam me explicó que Mortimer y los chicos están teniendo problemas con
un fan acosador,-Le recordó Alex .
-Correcto, -resopló Jo. -Un fan acosador de una banda de la que ni siquiera me
acuerdo del nombre.
-Yo pensaba que era Morty y los Muppets, -dijo Alex con el ceño fruncido.
Jo levantó las cejas. -Gates es un tipo flaco , mayor, con gafas y pelo canoso.
Mortimer no es Bill Gates.
-Bueno, su hijo o hijo de algún otro tipo rico entonces, -dijo Alex con
exasperación.
-El punto es, que sólo pretende aparentar ser un idiota pobre de una banda para
que Sam no se enamore de su dinero en lugar de él.
Alex aceptó la bebida, pero entornó los ojos.- Será mejor que realmente tengas
que ir. No sé si me acercaré a conocer a todos estos hombres por mí misma.
Jo dejó escapar una risa irónica.- Hasta donde yo sé, no hay nada que tratar,
todos están más interesados en sí mismos que en nosotras. Probablemente son
todos homosexuales.
- ¿Eso crees? - Preguntó Alex con los ojos muy abiertos y alarmados . Jo
simplemente los miró un momento antes de Sam, Mortimer, y el Sr. tarde a la
1
Bill Ates-William Henry Gates III (nacido el 28 de octubrede 1955 en Seatle ),más conocido como Bill Gates, es un
empresario y filantropo estadounidense cofundador de la empresa de software Microsoft, productora del sistema
operativo para computadoras personales más utilizado en el mundo, Microsoft Windows
fiesta se acercara a ellos. Ella tenía que preguntar sobre ello. Todos miraron al
tipo perfecto. No solo perfecto, era como un modelo magnífico.
A pesar de las palabras de Alex, había algunos hombres no eran para tanto.
Algunos no eran tan altos , algunos blancos, otros de piel más oscura, uno tenía
una nariz un poco grande, otro tenía los ojos entornados y así sucesivamente,
pero estaban todas las versiones perfectas de sí mismos, tez perfecta, un cabello
sano y cuerpos sanos. A simple vista no tenían defectos. Era suficiente para que
una chica se sintiera un poco inferior. La mayoría de los hombres que conocía
tenían algún defecto no eran perfectos ... a menos que fueran gay. Tal vez ella no
había confiado mucho, pensaba Jo mientras se acercaba.
Miró hacia atrás mientras entraba en la sala en la que Sam y Alex Mortimer
estaban con otro hombre , la miraban de manera extraña e intensa, era como si
en la frente de Alex tuviera un grano enorme en el centro. Sacudiendo la cabeza,
Jo se apresuró por el pasillo. Pasó por delante el cuarto de baño, en dirección a la
cocina en su lugar. Para su alivio, la habitación estaba vacía. Jo se movió
rápidamente a través de ella al comedor oscuro y vacío , había unas puertas
correderas de cristal .
Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando se las arregló para salir sin ser
descubierta o detenida. Jo empujó la puerta se cerró detrás de ella y luego se
detuvo para echar un vistazo alrededor. Ella y Alex habían llegado temprano en
la noche, cuando todavía había luz fuera. El patio era grande y tranquilo y un
césped bien cuidado rodeado de árboles meciéndose suavemente con una brisa
ligera. Pero parece más espeluznante al completo pensó Jo con una mueca. La
bucólica escena desde el primer momento se convirtió en una masa irreconocible
en formas por la oscuridad y se oía la brisa de la noche apacible. Era suficiente
para hacer que su mirada fuera cautelosa y consideró regresar dentro, pero no
lo hizo. En cambio, Jo tomó aire y comenzó andar. Ella quería caminar y respirar
aire fresco antes de volver a sufrir más dentro de los encuentros extraños que
estaban ocurriendo. A ella realmente le gustaría irse de cabeza a su apartamento
para relajarse y poner los pies en alto, pero había venido con Alex y se suponía
que debían pasar la noche. Ahora Jo estaba planteándose marcharse . Si ella se
iba antes de tiempo , Sam sin duda se enfadaría con ella, preguntándole qué
pasaba y por qué no quería estar en la fiesta. Jo no quería herir los sentimientos
de su hermana mayor, diciéndole que era la fiesta más frívola a la que nunca
había asistido.
Trabajando en Heck casi todas las noches eran más entretenidas que este grupo,
pensó Jo irónicamente. Las únicas personas de aquí que había hablado realmente
con ella y Alex eran Sam y Mortimer y sus supuestos compañeros de banda
Bricker y Decker, así como la novia de Decker, Dani y su hermana menor,
Stephanie. Todos ellos eran bastante agradables, pero Decker, Dani y Stephanie
habían desaparecido rápidamente después de saludarlas, habían quedado Jo,
Alex y Sam, eran de todos los asistentes las únicas mujeres. Ese hecho, sumado al
hecho de que todos y cada uno de los hombres de la fiesta las habían evitado
,después de su comportamiento extraño, no les iban a hablar ... Bueno, parecía
estar al borde del precipicio.
Un poco de aire fresco y tranquilidad era lo que necesitaba y si ella se iba a dar
un paseo de noche, este era el momento para hacerlo. Aunque parecía fantasmal
, pero con toda la seguridad, estaba definitivamente más segura aquí que en
cualquier otro lugar, Jo pensaba que ella empezaría por el jardín. Había andado
sólo unos pasos cuando se le ocurrió que Bricker estaba trabajando esta noche en
la puerta. Él había dicho que se había ofrecido para el trabajo ya que él sabía que
ella y Alex venían. Jo había encontrado ese comentario un poco desconcertante.
Sam había dicho que la fiesta era para presentarles a los amigos de Mortimer y
era verdad que ya había conocido a Bricker, pero aún así ... Tal vez iría a dar una
vuelta hasta la garita de guardia en la puerta delantera , para ver si se aburría o si
Bricker quería algo, pensó, girando los pies hacia el final de la casa.
Le llevó un momento a Jo mirar hacia dónde había ido su agresor, pero después
el dolor poco a poco empezó a remitir y se dio cuenta de que cerca se oían
gruñidos y maldiciones . Abrió los ojos, levantó la cabeza y vio a dos hombres
luchando a varios metros de distancia. Jo no reconocía ninguna de los dos , no los
había visto en la fiesta y estaba segura de que si hubieran estado en la fiesta los
habría visto . El rubio que la había atacado tenía una mirada salvaje en su rostro
y su cabello era largo y lacio. En cuanto a la ropa, era oscura, pero descuidada,
con varias manchas que parecían sangre seca. El otro hombre tenía el pelo
oscuro no muy largo no tanto como el rubio . También iba algo descuidado , pero
sus vaqueros estaban limpios y llevaba una camiseta oscura. Los dos hombres
estaban luchando y dando vueltas, cada uno intentaba someter al otro. También
parecían estar jugando , Jo se dio cuenta cuando vio que el rubio tenía sus manos
en la garganta de su contrincante y estaba tratando de estrangularlo. En el
momento siguiente, los hombres cayeron al suelo y rodaron .
Jo decidió que tenía que conseguir ayuda y empezó a ponerse de pie, pero su
rodilla golpeó contra la roca que había aterrizado antes, otra respiración sibilante
salió de su boca y miró hacia abajo.
-¿Te encuentras bien?- Preguntó Nicholas pasando por encima del truhán que
estaba en el suelo, moviéndose hacia la mujer que estaba a solo unos metros de
ahí.
Estaba en shock, con el rostro pálido, y podía oler la sangre en el aire. Frunciendo
el ceño con preocupación, cogió a la mujer por los hombros y la volteó para
examinar la parte posterior de su cabeza, maldiciéndose a sí mismo en silencio
por no ser lo suficientemente rápido para impedir que la lesionaran.
Acababa de llegar a los bosques cerca de la orilla de la casa cuando vio a Ernie
que pasaba a través del claro hacia el edificio. No había visto a la mujer que se
dirigía hacia el renegado que estaba escondido hasta que el hombre estaba casi
sobre ella. Entonces debió de haberle disparado, supuso Nicholas. Eso habría
salvado a la mujer del golpe en la cabeza, pero estaba más preocupado por el
ruido que ocasionaría y que atraería a Mortimer y a los otros hacía él. Prefirió
hacerse cargo del bribón y escaparse que sacrificarse directamente, pero lo habría
hecho si hubiera sido necesario. No es que tuviera mucho que considerar en el
futuro de todos modos, pero el suicidio no estaba en su naturaleza, por lo que
mantuvo su arma en su funda y fue por fuerza bruta en su lugar, arrastrando al
hombre fuera de ella y peleando contra él mano a mano.
La puso de nuevo sobre sus pies, haciendo una mueca con sus labios. -¿Estas
bien?- le preguntó, sosteniéndola hasta estar seguro que estaba estable sobre sus
pies.
Nicholas la tomó del brazo impidiendo que se acercara más a Ernie y levantó una
ceja interrogante cuando se volvió para mirarlo. -¿Tienes?-
-Riesgos de trabajo,- explicó, y entonces añadió, -Dirijo el bar que esta junto a la
Universidad. Las peleas ocurren regularmente. No dentro del bar,- añadió
rápidamente. -Tenemos guardias para prevenir eso, pero a veces las empiezan
afuera.-
-Sí, pero ¿qué hay de él?- preguntó, tratando de mirar alrededor de él una vez
más.
-Oh, bueno…- ella frunció el ceño, mirando hacia la casa con incertidumbre, y
Nicholas la giró en esa dirección y le dio un empujón físico y mental. -Adelante.-
En lo que a él se refería eso sería suficiente para mandarla por su cuenta, para
olvidarse de ella, Nicholas se volteó para arrodillarse al lado de Ernie.
La vio fruncir el ceño y entrecerrar los ojos para ver mejor y entonces preguntó, -
¿Qué es eso que tiene en el pecho?-
Ella se movió impacientemente, pero le explicó, -Sam está dando una fiesta esta
noche para presentarnos a mi hermana Alex y a mí a unos amigos de Mortimer.
Todos son hombres, y cada vez que nos presentan a uno, se detienen y nos miran
a la frente como si tuviéramos penes creciendo ahí.-
-Ah,- murmuró Nicholas, y tuvo que esconder una sonrisa que quería cruzar por
su cara. El deseo de sonreír murió cuando se dio cuenta que en realidad lo estaba
teniendo. Nicholas no había tenido nada porque sonreír en mucho tiempo.
Aclarándose la garganta, preguntó, -¿Y qué pasa después de que ellos miran sus
frentes?-
Se encogió de hombros, viéndose más irritada. -Caminan sin decir nada y hablan
entre ellos. En este momento hay probablemente como doce hombres guapísimos
en la casa todos hablando entre ellos mientras Alex está sola ahí parada o
hablando con Sam y Mortimer.- Ella frunció los labios brevemente y luego
admitió: -Creo que son gays.-
-Ya veo,- murmuró Nicholas, y entonces ofreció, -Mis disculpas por darte la
mirada de pene.-
Ella se dio la vuelta, arqueó una ceja y señaló, -Te pregunté lo mismo hace varios
minutos y todavía no me has contestado.-
-¿Por qué dices eso?- preguntó Nicholas, entrecerrando los ojos. -¿Sientes dolor?
¿Ves doble?-
-No,- dijo rápidamente Jo, hizo una mueca y admitió, -Bueno, mi visión esta rara.
Hubiera jurado que a ese tipo le brillaban los ojos como si fueran oro y que tenía
colmillos hace un minuto, y ahora tus ojos me miran con un brillo plateado.-
Nicholas se relajó. No había nada malo con su visión, pero su falta de reacción le
dijo que no tenía idea de quien era él, este comentario hizo obvio que no sabía
nada de la gente que se encontraba de visita en la casa. Era una mortal no
iniciada, completamente ignorante del hecho de que los inmortales caminan
entre ellos.
Recordando que había mencionado que había una fiesta esta noche, le preguntó,
-¿Por qué estás en esta fiesta?-
Nicholas se inclinó y miró su cara solemne. Sus ojos abiertos eran de un café
hermoso que probablemente se tornarían oro cuando se convirtiera. Su nariz de
punta y adorable, y sus labios rellenos, hinchados como si le hubiera picado una
abeja. Eran labios del tipo besable, dulces y suaves, y sin darse tiempo para
pensarlo mejor, estiró la mano para cogerla por los brazos, levantándola un poco
al tiempo que se inclinaba para reclamar sus labios.
Pretendía que fuera un beso rápido, era todo lo que se permitía. Sin embargo, en
el momento en que sus labios se encontraron, una explosión ocurrió dentro de su
cuerpo. Era como si pequeñas luciérnagas estuvieran en un baile frenético por
todo su torrente sanguíneo y ella no estaba golpeándolo o empujándolo.
Nicholas no pudo resistirse a profundizar el beso. Deslizando la punta de su
lengua, la instó a separar sus labios para probarla completamente… y se perdió.
Era tan dulce como él hubiera deseado, su boca abriéndose para él
completamente, llevando su aliento un toque de lima y tequila.
Ella era una bebedora de margaritas, pensó. Nicholas había probado la bebida
hacía cincuenta años cuando estaba comiendo y tomando y nunca olvidó el
sabor. Había disfrutado de la acidez dulce de la bebida. También lo disfrutaba
ahora que besaba a Jo. Su quejido fue lo que trajo a Nicholas de vuelta a sus
sentidos. Estaba en medio de territorio enemigo con un pillo inconsciente
temporalmente a unos metros de distancia y una fiesta llena de ejecutores dentro
del edificio justo atrás de él… y se estaba deteniendo para besar a su compañera
de vida que nunca podría reclamar.
Nicholas nunca se había dado cuenta de que era un masoquista. Esto era como
probar el glaseado de un pastel que no podía comer, pensó tristemente, y
disminuyó lentamente y entonces rompió el beso. Cuando levantó la cabeza, los
ojos de Jo aún estaban cerrados y sus labios húmedos y ligeramente separados de
su beso. Él estuvo en apuros para no besarla de nuevo, pero resistió, y cuando
abrió los ojos, gruñó, -Considero que ya me diste las gracias.-
Una pequeña sonrisa curvo sus labios, y luego Jo extendió la mano para
acariciarle la mejilla, diciendo, -¿Seguro salvar mi vida vale más que un beso
pequeño?-
Frunció el ceño y gruñó, -Ya dejaste claro tu punto. Estoy rodeado. Ahora apaga
las malditas luces. No las necesitas para ver y estas cegando a Jo.- Las luces no se
apagaron como solicitó, pero cuatro de ellos bajaron el punto hacia el suelo.
-Sí, por supuesto. Me duele un poco la cabeza, pero Nicholas me salvó antes de
que algo realmente malo pasara.-
-Sí, de ese chico rubio.- Jo hizo un gesto hacia atrás de Nicholas, y todas las
linternas y miradas se dirigieron hacia donde Ernie Brubaker debería de estar,
pero lo único que encontraron fue una cuchilla ensangrentada sobre el suelo
vacío.
-Dios,- murmuró Nicholas con disgusto. Sabía que debería de haber revisado
para estar seguro que había golpeado el corazón. En su lugar… Nicholas se
contuvo, se sacudió y empujó todas sus auto-recriminaciones, y cambió sus
pensamientos a lo importante ahora. Sus ojos de deslizaron sobre los cuatro
hombres que lo rodeaban: Mortimer, Bricker, Anders y Decker.
Sintiendo cada uno de sus quinientos sesenta años, Nicholas dirigió su mirada a
Mortimer. -Necesitas cortar los árboles al menos unos seis metros desde la
avenida de afuera de la puerta y adentro. Necesitas detener los automóviles entre
las vallas cerradas para inspección en lugar de en las dos puertas interiores, y
necesitas comprobar abajo y alrededor del vehículo en lugar de solo el interior
antes de que los dejes pasar a la segunda puerta. El rufián entró en la parte de
abajo de la camioneta, se deslizó, y corrió hacia los árboles mientras Bricker
estaba hablando con el chofer.
-Es uno de los hijos inmortales de Leo. Lo he estado siguiendo con la esperanza
de encontrar el escondite de Leo y lo seguí hasta aquí.-
-No traía mi teléfono,- admitió con gravedad y luego miró hacia la casa cuando
un pequeño ejército de ejecutores llegó corriendo doblando la esquina. Levantó
las cejas, y preguntó secamente, -Jesús, ¿hay alguien en la calle esta noche?-
Mortimer lo ignoró y se movió para reunirse con los hombres.
-Serás nuestro invitado esta noche, por supuesto,- anunció Mortimer en silencio,
y luego sonrió ligeramente y añadió, -No vamos a aceptar un no por respuesta.-
-¿Aquí tienes un lugar para encerrar ladrones?- preguntó Nicholas con interés.
-Pusimos una pared de ladrillos y rejas también,- dijo Bricker instándolo cuando
pasaron a lo largo de la casa.
No había manera de que pudiera dormir como estaba con su cabeza palpitando.
Tal vez podría averiguar que le había pasado en la cabeza cuando se encontrara
allí, pensó.
-Oh, Mortimer,- escuchó decir a Sam ansiosamente. -¿Qué está pasando? Decker
trajo a Jo toda pálida y no quiso decirme lo que había pasado. Llevó a Jo arriba y
la envió a su habitación y después fue a checar a Dani y Stephanie y no ha
regresado. Estaba controlando a Jo, ¿no? -
-Un renegado entro en la propiedad,- explicó Mortimer. -Uno de los hijos de Leo.
Atacó a Jo. Todo está bien,- añadió cuando Sam jadeó con consternación. -Ella
está bien. Nicholas estaba siguiendo al ladrón y la salvó antes de que hiciera un
poco más que asustarla.-
-Sí. Al parecer vio salir al hijo de Leo y lo siguió hasta la propiedad para ver que
no causara problemas. Lo vio atacando a Jo y lo detuvo.-
Un momento de silencio cayó abajo y Jo se adelantó, moviéndose lo
suficientemente cerca del barandal para poder ver la parte superior de la cabeza
de Sam y Mortimer, pero nada más. No tenía deseos de que la atraparan. Jo
sospechó que dejarían de hablar si sabían que estaba ahí.
-Así que este Nicholas Argeneau,- dijo Sam sombríamente, -el truhán Nicholas
Argeneau… ayudó a salvar a Dani y Stephanie a principios del verano y ahora de
nuevo, ¿arriesgándose a que lo atraparan por salvar a mi hermana?- preguntó
Sam lentamente en lo que Jo consideraba la voz de abogada de su hermana. -¿Eso
tiene algún sentido para ti?-
-¿Por qué haría eso?- le preguntó Sam, y luego, con voz más seria dijo, -¿Estás
seguro de que es un traidor, Mortimer? Un hombre que se pone en riesgo para
salvar a completos desconocidos no suena como un…-
-Es un rufián, Sam,- interrumpió con firmeza Mortimer. -Y no sé por qué hizo lo
que hizo esta noche. Tal vez está tratando de componer lo que hizo en el pasado.
Solo alégrate de que lo hizo y que Jo está segura.-
-Déjala, cariño,- dijo Mortimer, y Jo se acercó un poco más al barandal para ver
que él capturaba el brazo de Sam cuando se dirigía a las escaleras.
-Creemos que ha huido. La puerta estaba abierta cuando los hombres fueron a
buscar. Pensamos que se escabulló a través del bosque mientras Nicholas y Jo se
besaban y huyó por la puerta cuando Bricker dejó su puesto para investigar los
ruidos que escuchó.-
Lo que más le molestaba era que le habían borrado la memoria. ¿Qué significaba
eso? ¿Y cómo lo pudieron haber hecho? Por extraño que pareciera, sin embargo,
mientras se preguntaba sobre eso, Jo también tuvo extraños recuerdos en su
cabeza, pequeños detalles sin sentido. Sobre todo seguía viendo la cara del
hombre de cabello oscuro. Levantando una mano hacía su cabeza, Jo cerró los
ojos mientras el dolor de cabeza que tenía se multiplicaba por diez.
Jo no pudo oír el resto de lo que dijo. Su voz se había vuelto un susurró, como si
hubiera vuelto a la biblioteca, y el sonido de pies arrastrándose por el piso para
salir por la entrada silenció completamente el resto de las palabras. Los hombres
que lo siguieron a la biblioteca, supuso, miró con cautela por encima del barandal
cuando escuchó una puerta cerrarse seguido por un total silencio. Efectivamente,
la entrada estaba vacía.
Jo consiguió salir de la casa sin ser vista. Hizo una pausa afuera de las puertas
corredizas de cristal del comedor para mirar el patio oscuro. Estaba bastante
segura de que todo el mundo estaba en la casa ahora mismo, pero teniendo en
cuenta los acontecimientos de la noche, sin duda no haría daño ser cautelosa.
Consciente de que cuanto más tiempo tardara, mayores serían las posibilidades
de ser capturada, Jo dejó su posición junto a la puerta y echó a correr
directamente hacia el edificio de atrás. En realidad, estaba muy impresionada
con su velocidad mientras volaba sobre la hierba. Nunca había sido buena para
las actividades atléticas, prefería cosas como escalar y bucear como actividad
física, pero sus pies se movían tan rápido que parecía que apenas tocaba el piso.
Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando llegó a la puerta del edificio y
la encontró sin seguro. Se tranquilizó en silencio y luego se deslizó en el interior
con una mirada nerviosa hacia el patio vacío. Una vez que cerró la puerta de
forma segura detrás de ella, Jo hizo una pausa para poderse orientar. Estaba de
pie en una sala iluminada por pequeñas ventanas de vidrio a lo largo de cada
lado. Las ventanas a su derecha revelaban un garaje amplio y bien iluminado,
con varios vehículos en su interior. Cada uno de ellos era una SUV.
No se veía como una colección de coches para ella. Todos los SUVs parecían ser
nuevos y de marca reciente. Se estaba haciendo la clara impresión de que Sam
no había sido completamente honesta con ella sobre estas cosas.
Decidiendo que era algo que definitivamente necesitaba aclarar, iba a tener con
su hermana una conversación más tarde, Jo deslizó su mirada hacia las
ventanas a su izquierda y se encontró mirando una oscura oficina. Había un
escritorio, archivadores, sillas,... Sus ojos se detuvieron en una gran forma
cuadrada y lo estudió un momento, tratando de saber lo que era. Cuando eso
no ayudó, Jo se movió lentamente hacia la puerta de la oficina abierta. Ella
metió la mano y palpó a lo largo de la pared a la izquierda y luego a la de la
derecha, aliviada cuando encontró el interruptor de la luz. En el momento en
que lo pulsó, la luz explotó sobre su cabeza. Lo que la hizo pestañear
brevemente, pero luego fue capaz de ver que la forma cuadrada era un gran
refrigerador médico con el frente de vidrio que revelaba fila tras fila de bolsas
de sangre.
Jo se quedó boquiabierta al verlo, el desconcierto rodando a través de ella
mientras trataba de ordenar lo que podía estar a punto de suceder. ¿Mortimer
era un hemofílico de closet o algo así? La interrogante se deslizó a través de su
mente cuando tomó una rápida ojeada sobre el resto de la oficina y luego apagó
la luz de nuevo. Había una pequeña ventana en la habitación, y no quería
alertar a cualquier persona en la casa de su presencia por tener las luces
encendidas en ventanas donde no debía haberlas.
Al menos no hasta que ella supiera lo que estaba pasando, Jo pensó mientras se
apartaba de la puerta del despacho y miraba alrededor. Un pasillo salía de la
parte izquierda de la pequeña sala en que ahora se encontraba, estaba bien
iluminada y tenía tres puertas que conducían para afuera, dos a lo largo de la
pared de enfrente, y otra en el mismo lado de la oficina. No eran realmente
puertas sino más bien como celdas, Jo se dio cuenta cuando pasó la primera y
vio que estaban hechas de barras como una esperaría encontrar en una prisión.
En la primera celda vio una cama pequeña, un lavabo, un inodoro, y nada más.
Estaba vacía, y Jo continuó su camino, muy segura de que se encontraría con el
hombre llamado Nicholas, en una de las otras dos.
Ella tenía razón. Aunque la celda solitaria de la izquierda tampoco tenía a nadie
en ella, en la segunda a la derecha vio a un hombre. Estaba tumbado sobre la
espalda en el estrecho catre de la habitación, las manos bajo la cabeza y las
piernas cruzadas en los tobillos de una forma completamente relajada. También
tenía los ojos cerrados, cuando lo vio por primera vez, pero ya sea que hizo un
ruido sin darse cuenta, o bien simplemente percibió su presencia, sus ojos se
abrieron de repente y levantó la cabeza en su dirección.
―Jo. ― Pronunció su nombre en voz baja, pero fue suficiente. La visión de la
cara y el sonido de su voz activaron juntos una avalancha de recuerdos en su
mente. Imágenes y sensaciones parpadeaban a través de su cerebro una tras
otra. Todas ellas estaban fuera de orden y desarticuladas, un caleidoscopio de
escenas confusas intermitentes una después de la otra, y fueron acompañadas
por un dolor punzante, lo que sintió como si un hacha se estrellara contra la
parte superior de su cráneo.
Lo primero de que Jo se dio cuenta fue que estaba tirada en el piso de cemento
frío. Ella yacía de lado en posición fetal con las manos sobre la cabeza.
Afortunadamente, su cabeza no estaba sangrando. El dolor había estado dentro,
no fue un hacha que se incrustó en su cráneo, se dio cuenta, y luego, poco a
poco, se percató de que alguien le hablaba, con urgencia en la voz cuando decía
su nombre una y otra vez.
En el momento en que lo hizo, sintió algo cepillando las puntas de sus dedos.
Sorprendida, abrió los ojos, inclinó la cabeza lo suficiente para ver que Nicholas
estaba tirado en el piso de su celda, su brazo se extendía a través de las barras
para poder alcanzarla, lo suficiente como para tocarle las puntas de los dedos
con los suyos.
Jo cerró los ojos. Los dos besos habían sido maravillosos, como nada de lo que
jamás había experimentado, y el hombre la había salvado de ese otro tipo. Si lo
que había oído decir a Sam era cierto, al parecer, también había ayudado a
salvar a dos mujeres a principios del verano... Así que ¿por qué estaba
encerrado en esta celda?
― ¿Jo?
Jo sólo lo miró fijamente durante un momento y luego sacó la mano libre para
asentarse.
―Será sólo por un tiempo―, dijo ―. Aparte del golpe que te llevaste
anteriormente, las células del cerebro están un poco confusas en este momento.
Jo asintió. Ella lo podía creer. ―Oí a Mortimer decirle a Sam que Decker me
había borrado la memoria.
―Sí. Sospeché que lo haría cuando él tomó tu control para llevarte a la casa―,
reconoció Nicholas, y luego inclinó la cabeza con curiosidad. ―¿Fue lo que
comentó Mortimer lo que hizo que los recuerdos comenzaran a volver?
Jo examinó la pregunta, luego movió la cabeza con cuidado. ―No. Fue cuando
te vi cruzando el césped con Bricker y Mortimer desde la ventana de mi
dormitorio. Me parecías familiar pero no podía recordarte y mi cabeza comenzó
a doler.
Nicholas asintió con la cabeza como si tuviera sentido y, a continuación explicó:
―El ver al sujeto de los recuerdos que fueron limpiados pudo traerlos de vuelta.
Ella esperó, cuando una lucha tuvo lugar en el rostro de Nicholas. Recordó sus
palabras diciéndole que había sospechado que Decker había borrado sus
recuerdos cuando tomó su control para llevarla a la casa. Ahora que pensaba en
ello, Jo no recordaba haber vuelto a la casa y subido a su habitación. Los
recuerdos que tenía regresaron hasta que los hombres los habían rodeado en el
patio mientras se besaban y luego comenzaron de nuevo con ella en la
habitación de invitados más tarde. Ni siquiera estaba segura de cuánto tiempo
había trascurrido, entre todos los recuerdos desaparecidos.
Frunciendo el ceño ante esa realidad, le preguntó: ―¿Y cómo puede Decker
controlarme? ¿Qué está pasando aquí?
―No puedo explicártelo, Jo―, dijo Nicholas finalmente. ―Si pudiera reclamarte,
sería otra cosa, pero no puedo... y limpiarían tus recuerdos nuevamente, más
tarde.
―Es un buen hombre―, dijo Nicholas con firmeza. ―Tu hermana está
perfectamente segura con Mortimer. Nunca se apartará, nunca le hará daño,
dará su vida por ella, y siempre la mantendrá a salvo. No necesitas preocuparte
por su futuro. Por favor, confía en mí en eso…
Por favor, no te sientes, por favor, no te sientes, empezó a rezar, segura de que la
golpeara con sus piernas si se sentara en el escritorio y, entonces la descubriría.
Jo podría haber estallado de frustración cuando las rodillas empezaron a
doblarse ya que empezaba a sentarse.
―¿Tú crees? ―preguntó Bricker, con sorpresa, su voz cada vez más débil
cuando los hombres salieron de la oficina. ―Yo nunca lo imaginé del tipo
suicida.
Jo se quedó dónde estaba, cuando las voces se movieron más lejos, sin atreverse
a respirar, y mucho menos a moverse hasta que la profunda y retumbante voz
de Nicholas se unió a ellos. No podía oír lo que estaban diciendo ahora, pero le
decía que Mortimer y Bricker, habían llegado a la celda del fondo y era
relativamente seguro salir. Ciertamente era más seguro moverse y marcharse de
la oficina que esperar allí su regreso. Jo no creía que tuviera la suerte de
evitarlos por segunda vez si se quedaba dónde estaba. Tenía que salir de la
oficina antes de que terminaran de hablar con Nicholas y volvieran.
―Él estaba hablando antes,― comentó Bricker, y pudo oír el ceño fruncido en su
voz.
―Bueno, entonces, supongo que sólo esperamos por Lucian. Descubrirá todo lo
que necesitemos saber―, decidió Mortimer y Jo se dio cuenta de que lo mejor
era que moviera el culo. Miró a su alrededor brevemente, con la mirada en
movimiento hacia la salida, y luego pasó al garaje donde los SUV estaban
estacionados en fila, silenciosos, esperando. Se dirigió hacía el garaje. Parecía
que era la opción más inteligente para ella. Jo no se fiaba de que Mortimer y
Bricker, no cerraran la puerta del edificio cuando salieran esta vez, y ella podría
no ser capaz de volver. Además, obviamente no tenía sentido buscar las llaves
en la oficina ya que Bricker las tenía. Pero quizá podría encontrar algo en el
garaje para cortar los barrotes o forzar la cerradura o algo así.
―Lucian podría venir esta noche y sacarte de tu miseria, pero quizás sea
mañana cuando consiga llegar aquí,― decía Mortimer cuando Jo llegó a la
puerta del garaje. ―Puede ser que también quieras ponerte cómodo. ¿Quieres
algo?
Como había temido, Mortimer sentó en la silla del escritorio y estiró sus piernas
debajo de la mesa mientras se recostaba en el asiento. Si se hubiera quedado ahí,
definitivamente habría sido capturada, Jo pensó mientras observaba a Bricker
acomodarse en la esquina de la mesa. Los dos hombres se miraron como si se
prepararan para una larga charla, y suspiró para sí misma, deseando salir de
allí. Ojalá pudiera oír lo que decían. Jo incluso consideró brevemente intentar
llegar furtivamente a la puerta y entreabrirla para escuchar, pero el riesgo de ser
descubierta fue suficiente para poner esa idea en la categoría "no muy
inteligente" por lo que se quedó dónde estaba.
Hablaron sólo un momento antes de que Bricker, se levantara y fuera al
refrigerador médico que había notado antes. Mientras miraba, abrió la puerta
frontal de cristal para coger un par de bolsas.
Mordiéndose los labios, Jo esperó, segura de que la habían visto y que Bricker
irrumpiría en el garaje en cualquier momento. Pero pasó un rato y luego varios
más, sin el sonido repentino de la puerta del garaje abriéndose. Sin embargo,
ella le dio otro momento y luego se alzó apenas lo suficiente para ver a través
de las ventanas otra vez. Lo que vio fue a Bricker tirar lo que parecía ser una
bolsa de sangre, ahora vacía mientras seguía a Mortimer afuera de la oficina.
A diferencia de la oficina, las luces del garaje habían estado encendidas cuando
había entrado en el edificio y todavía lo estaban. Jo no tenía idea del por qué, a
menos que algunos de los asistentes a la fiesta hubieran llegado en algunos de
los SUVs que estaban aquí. Lo que significaba que iban a venir a recoger sus
vehículos cuando se retiraran. Tenía que empezar a moverse.
El destino era una perra caprichosa con muy mal sentido del humor, decidió
Nicholas, tendido en la cama en su celda y mirando al techo. Allí estaba él,
atrapado y a punto de cumplir su cita con el Creador, y a Madame Fatalidad le
da por lanzarle a su compañera de vida sólo para enturbiar las aguas. ¿Qué tan
enfermo y retorcido era eso?
Hizo una mueca al techo, sus oídos atentos para escuchar los sonidos de
movimiento en el edificio. Mortimer y Bricker, habían llegado no mucho después
que Jo escapara en busca de las llaves. Puesto que no había habido ningún
escándalo o sonidos de movimiento después de que lo había dejado, parecía
obvio que su presencia no había sido descubierta. Debía estar oculta, supuso, y se
preguntó por qué no había avisado a los hombres de su presencia.
Eso es lo que debía hacer, Nicholas lo sabía. Estar aquí y el hecho de que había
recuperado los recuerdos que Decker había borrado podía causar problemas. Sin
embargo, Nicholas no había estado dispuesto a renunciar a la oportunidad de
hablar con ella de nuevo, tal vez incluso robar otro beso, y por qué no,
posiblemente escapar. Le gustaría llevarla con él, pero no tenía nada que ofrecer
salvo una vida huyendo, y esa no era vida para una mujer como Jo. Ya sabía que
era del tipo de espíritu libre, y no podía ser un espíritu libre, cuando estaba
corriendo. Tenían que ser cauto y cuidadoso acerca de cada pequeña cosa que
hicieran.
Claro que no tenía mucho que ofrecer de todas maneras, reconoció Nicholas.
El renegado o bien la habría matado o malherido y habría ido después por Dani
y su hermana, o simplemente habría enviado a Jo de vuelta a su padre. Ninguna
de esas conclusiones era aceptable para él. Podría no ser capaz de reclamar a Jo
como su compañera de vida, pero Nicholas haría lo posible para mantenerla a
salvo mientras pudiera.
Por desgracia, eso significaba que no podía explicarle a ella la situación. No,
Nicholas no podría decirle la verdad de todos modos. No tenía ningún deseo de
ver el horror y asco entrar en sus ojos cuando se enterara de lo que había hecho
hace cincuenta años.
Hizo una mueca. Sí, a excepción del mal inexplicable que cometió mientras
estaba en la agonía de la pena, era un muy buen muchacho.
A sus oídos llegó el golpe de la puerta exterior, y Nicholas abrió los ojos, se
esforzó por escuchar otros sonidos en la construcción, pero el zumbido constante
de Mortimer y las voces de Bricker en la oficina se habían ido. El silencio
absoluto parecía resonar desde el pasillo. Esperó un momento, pero no había
ningún ruido ahora a excepción de su propia respiración.
Examinó la cerradura brevemente y luego hizo una mueca. – Tal vez me tome un
poco de tiempo, pero puedo hacerlo... y si no, vuelvo por ese camino y traigo el
hacha para cortar a través de la pared.
Jo hizo una pausa y levantó las cejas mirándolo a los ojos - ¿Mi corta vida? Lo
haces sonar como si fuera una niña y tu un viejo… ¿Tienes… qué? ¿Tal vez
veintisiete o así?
- Montones de cosas,- Nicholas se hizo eco con ironía, y sospechaba que había
trabajado hasta en el infierno por los muchos empleos que había tenido.
- ¿Eres casado?
- Fue hace mucho tiempo,- dijo en voz baja, y por primera vez, se sentía como si
fuera cierto. Habían pasado cincuenta años desde que Nicholas había perdido a
su Annie, pero la mayor parte de esos cincuenta años de pérdida se habían
sentido tan crudos como si fuera ayer. Todavía ahora... Su mirada se deslizó
hacia Jo y frunció el ceño, la sensación de culpabilidad se retorcía en sus entrañas
ante el conocimiento de que finalmente dejaría ir su dolor y seguir adelante con
su vida.
- Debieron haber sido unos bebés cuando se casaron ya que ella lleva un tiempo
muerta,- murmuró Jo, entrecerrando los ojos en la cerradura, concentrada en sus
herramientas de trabajo.
Él no hizo ningún comentario a eso, sino que preguntó: - ¿Tienes novio o…?
- Hmm,- Nicholas murmuró, pensando que historias como esta lo hacían feliz de
ser un inmortal y que los inmortales tendían a ser monógamos.
- Y las mujeres son tan malas,- Jo continuó. - Siempre pensé que los líos eran sólo
de chicos, pero ahora pienso diferente. Las chicas son más inteligentes al
respecto. Más cautelosas y discretas, no tan fuertes o tan evidentes por lo que no
eres realmente consciente de que están coqueteando, pero luego desaparecen en
el cuarto de baño para un retoque, y vuelven reordenando sus ropas y un
hombre aparece sonriendo acomodándose en sus pantalones.
- Eso es lo raro. Por lo que puedo decir, las que engañan rara vez conectan con
los tramposos. Es como si se reconocieran entre si y se evitaran, porque Dios sabe
que un tramposo no quiere ser engañado,- dijo con ironía. - Parece que uno
siempre es fiel y el otro le pone los cuernos... Aunque, ocasionalmente, los dos
dejan el lugar con otro. Prefiero ver eso. Me imagino que ellos se merecen.
- Suena...- Nicholas vaciló. Sonaba como si su trabajo en el bar le hubiera dado
una visión muy oscura de los hombres y las mujeres.
Todos tenían tiras y aros y todo tipo de cosas desagradables que se clavaban en
su cuerpo. Aparte de llevarlos a trabajar, ella tendía a evitarlos y no había usado
uno esta noche. Jo estaba muy contenta de haberlo hecho, no supo en qué
momento Nicholas cubrió una esfera desnuda con la mano y luego rompió el
beso para inclinar la cabeza y reclamar la otra con la boca.
Maldición, era bueno, pensó Jo, y se dio cuenta que nunca había tenido un
encuentro de una sola noche en su vida, decidió que tenían que moverse a una de
las celdas y hacer un buen uso del catre. Ahora, pensó, de repente su pierna se
deslizó entre las suyas, frotándose contra ella y llevando su pasión a un nivel
completamente nuevo. Gruñendo de necesidad, Jo tiró de su cabello, exigiéndole
que dejara de hacer lo que estaba haciendo y la besara de manera absoluta.
Nicholas sacó el pezón de su boca y levantó la cabeza para reclamar sus labios,
pero su beso fue más lento, calmante. El empuje de su lengua en la boca, era la
imitación de lo que estaba empezando a desear desesperadamente continuar en
el catre, y su mano sustituyó a su boca en el pecho, el pulgar y el índice
pellizcando suavemente y luego frotando para tranquilizarla.
- Nicholas,- Jo quedó sin aliento cuando rompió el beso para que su boca siguiera
a lo largo de su la mejilla hasta su oído. - Necesito... ohh,- gimió cuando la frotó
contra su pierna más fuerte. -Sí... Yo... ¿qué es eso?
- ¿Qué estás haciendo?- silbó Jo con alarma cuando se dio cuenta de que estaban
avanzando hacia las voces.
Nicholas simplemente miró hacia atrás y se colocó el dedo sobre los labios
silenciándola y luego siguió adelante, cerca de la pared.
Jo cerró los ojos un instante, pensando que el hombre debía estar loco, pero lo
siguió en silencio. Llegaron casi hasta el final del pasillo antes de que pudieran
ver a los hombres en otra parte del edificio. Dos de las seis puertas del garaje
estaban abiertas, la más cercana y la más lejana. Tres hombres estaban hablando
junto la puerta abierta ahora detrás de uno de los SUVs. Jo reconoció a Bricker y
dos de los hombres que le habían sido presentados en la fiesta de esta noche.
Eso en realidad no importaba en ese momento. Estaba más preocupada por que
los atraparan y susurró en voz baja, - Bricker podría venir aquí. Tenemos que
ocultarnos.
- Esta es la única manera en que voy a salir de aquí,- dijo suavemente, levantando
una mano para acariciarla con los dedos ligeramente a lo largo de la mejilla.
Esta vez la hizo callar besándola rápidamente, y fue rápido, sólo un pequeño
roce de los labios sobre los de ella. Nicholas entonces se echó hacia atrás y le
susurró: - Gracias por liberarme.
Jo trató de hablar, pero movió su dedo pulgar para cubrir sus labios y añadió: -
Probablemente limpien tus recuerdos sobre mí cuando se den cuenta de que
todavía los tienes, pero quiero que sepas que nunca te olvidaré... y si alguna vez
me necesitas, estaré allí.
Nicholas la besó entonces de nuevo, un suave roce de los labios, y Jo cerró sus
ojos dejándolos a la deriva. Cuando los abrió, ya se había ido, deslizándose a
través de la puerta del garaje en cuclillas.
Bricker, de inmediato se dirigió al garaje y fuera de la vista, pero uno de los dos
hombres restantes se trasladó a la SUV detrás de la cuál habían estado mientras
que el otro cruzó el garaje hacia el vehículo bajo el que había visto desaparecer a
Nicholas.
Jo, vio como el primer vehículo desaparecía de la vista, pero cuando el vehículo
más cercano lo hizo también, y las dos puertas comenzaron a cerrarse, Jo se
apresuró a asomarse a la ventana que daba al patio trasero.
En ese momento el primer SUV ya había dado la vuelta y se alejaba calle arriba,
pero tuvo tiempo para ver al segundo SUV hacer lo mismo, y Jo se mordió los
labios, explorando la parte inferior del vehículo en busca de cualquier signo de
Nicholas, pero estaba oscuro y, si estaba allí, no podía verlo.
Ese pensamiento la hizo salir corriendo de la oficina hacia la puerta del garaje. Jo
la abrió y se asomó al lugar vacío donde el primer SUV había estado, y corrió a lo
largo de los vehículos solamente para estar segura, pero Nicholas no estaba allí.
Hizo una pausa al final de la cochera, se inclinó débilmente contra la pared por
un momento, apenas podía creer que él se había ido. Pero entonces rápidamente
se enderezó y emprendió el regreso a lo largo del garaje, diciéndose a sí misma
que no debería sorprenderse de que saliera de manera tan abrupta, era cómo
había entrado en su vida. Además, ¿qué había esperado? ¿Declaraciones de amor
eterno? Porque lo había puesto en libertad y la besó un par de veces ¿Una
propuesta de matrimonio? ¿Un felices para siempre?
Vaya que necesitaba calmarse, Jo pensó con auto-disgusto. El tipo era un granuja.
Era probable que besara chicas todo el tiempo... a un montón de ellas... y un
montón de besos a cada una. El tipo era ciertamente bueno, y no conseguiría
hacerlo tan bien, sin mucha práctica, estaba segura.
Con un suspiro, se dirigió a la puerta, con la intención de irse, pero luego decidió
que mejor sería esperar. Si la vieran salir del edificio, probablemente irían a
comprobar las celdas y encontrarían que Nicholas había desaparecido, y luego
detendrían los vehículos, y estaría atrapado una vez más. Si eso sucediera, Jo
definitivamente no pensaba que le estaría permitido estar en cualquier lugar
cerca del garaje de nuevo.
Debe ser algún tipo de máquina, pensó, y se volvió para mirar por primera vez
en la oficina y luego hacia el garaje, preguntándose si debía buscar una máquina
que pudieran utilizar para eso. Esto le ayudaría a matar el tiempo mientras
esperaba para dar a Nicholas la oportunidad de escapar... y entonces si ella la
encontraba, Jo pensó sobriamente, tendría que destruirla y mantener su maldita
memoria, muchas gracias.
Jo fue más rápida en esta búsqueda. La luz en el garaje lo hizo, de hecho, más
fácil pero también estuvo corriendo más. Estaba segura de que Nicholas se
encontraba probablemente fuera de la propiedad ahora. Lo único que la detenía
era si existía la posibilidad de encontrar la máquina que utilizaban para limpiar
las memorias, pero el hecho era que Jo en realidad no tenía idea de lo que estaba
buscando. No tenía idea de lo que parecía, o incluso lo grande que era. Por lo que
sabía podía ser una droga que se inyectaba a la persona para que fuera más
susceptible a la sugestión y luego hacían una sugerencia para que olvidase ciertas
cosas.
Cuando llegó al final de la cochera sin encontrar nada, Jo decidió que tendría que
renunciar a ella y dirigirse dentro.
Ella se trasladó hacia la puerta del taller más cercano y se levantó de puntillas
para mirar hacia fuera.
Jo lo que quería hacer era caminar por la casa, entrar en su coche, y salir como
alma que lleva el diablo de allí antes de que se descubriera que Nicholas faltaba,
pero no podía. Ella había viajado con Alex. Todo estaba bien sin embargo, se
aseguró a sí misma. Nicholas le había dicho que Mortimer nunca le haría daño a
ella o a Sam.
Así que ella se quedaría tal como estaba previsto, esperando a que la ausencia de
Nicholas fuera descubierta, y daría la cara como un adulto.
Hizo muecas ante esta racha súbita de cobardía que corría a través de ella, Jo
sacudió la cabeza y se deslizó dentro la casa. Podía oír voces que venían de algún
lugar en el frente de la casa. Sonaba como Sam y Mortimer hablando, y Jo se
encontró a sí misma mirando el reloj de la cocina mientras se movía por la
habitación. Abrió los ojos un poco cuando vio que eran casi la tres a.m. Su
sorpresa no fue porque era tan tarde, sino debido a que era tan temprano. Si bien
había sido después de la medianoche, cuando ella había salido a dar un paseo,
tanto había pasado desde entonces, que Jo no se habría sorprendido de
encontrarse con que era casi el amanecer. Se sentía como si hubiera vivido toda
una vida en las últimas horas.
Se movía en silencio por el pasillo hacia la escalera, con los latidos de su corazón
en una marcha rápida, y se sintió aliviada cuando se movió por las escaleras sin
encontrar a nadie. Jo estaba pensando que iba a llegar a su habitación y ser capaz
de evitar todo este asunto hasta la mañana, cuando la puerta se abrió de repente
detrás de ella. Se congeló en el escalón superior, Jo se volvió y miró hacia abajo, a
la puerta, una repentina ola de desconfianza la rodeó, cuando vió entrar al otro
hombre. Alto, rubio y sombrío como la muerte. Lo había visto antes de que
pusiera un pie en el umbral, y él la miraba con la misma intensidad con la que lo
había hecho durante toda la noche cuando a Sam le habían presentado a los
hombres en la fiesta.
- Josephine Lea Willan. ¿Qué has hecho?- Preguntó Sam con alarma, y Jo hizo
una mueca ante el uso de su nombre completo. Ella sabía que estaba en
problemas cuando Sam sacaba la artillería pesada, y utilizar el nombre completo
siempre había sido considerado una gran arma de fuego en su casa durante su
crecimiento.
- ¡Oh, Jo!,- suspiró Sam, y luego se inclinó hacia Mortimer, quien deslizó un
brazo alrededor de su cintura. Jo no podía dejar de notar, sin embargo, la mirada
preocupada de su hermana sobre Lucian, como si su preocupación principal
fuera lo que él podía hacer.
- Sí, sí, ir a la cama,- murmuró Jo, y se dirigió a su habitación. Sin embargo, una
vez que estuvo fuera de la vista de la barandilla, se detuvo a escuchar. Por
mucho que se sintiera aliviada al estar lejos de la mirada penetrante del hombre,
ella quería oír lo que iba a decir a continuación.
Jo abrió los ojos ante esa proclamación. Sentía emoción ante la perspectiva de ver
a Nicholas de nuevo, pero fue rápidamente arrastrada y reemplazada por alarma
cuando Lucian añadió: - Hay que poner a dos hombres con ella cuando salga de
aquí mañana, Mortimer. Él va a aparecer con el tiempo.
- ¿Quieres usar a mi hermana como cebo?- Preguntó Sam con una voz que de
pronto se aceró por la ira. Jo estaba realmente contenta de oírlo. Sam le había
parecido un poco alarmada e incierta durante los últimos minutos, lo que era
inusual para ella. Era normalmente la "más eficiente y fría-como el hielo
abogada". La incierta y ansiosa Sam había sido bastante preocupante para Jo, y
habría dado a su hermana cinco aplausos si hubiera podido, cuando Sam dijo: -
Yo no lo haría.
Lucian preguntó, a Jo esto le molestó de nuevo. ¿Quién diablos era este tipo?
Nadie iba a impedirle ver a su hermana.
Sus cejas volaron con esas palabras, y no pudo resistirse a dar una mirada dentro
de la habitación. Tres pares de los ojos estaban mirando hacia atrás.
Con un suspiro, Jo retiró la mano y se obligó a abrir los ojos, haciendo muecas y
respirando profundamente, hasta que el primer golpe de dolor disminuyó.
Sospechaba que este dolor de cabeza la iba a acompañar el resto del día. Ahí
estaba la esperanza de que sus recuerdos se quedaran con ella también. Hizo una
mueca ante la idea y luego se trasladó al baño. Necesitaba ducharse, vestirse, y
salir de esta casa.
No confiaba en que ese tipo Lucian no tratara de "limpiar" sus recuerdos. La idea
de cualquiera jugando con su cabeza era más bien alarmante. Contaba con su
cerebro como todo el mundo, y la idea de piezas de alguna manera "veladas",
como Nicholas había dicho, era sólo un temor a considerar.
Jo abrió el grifo del agua y tomó una ducha rápida, haciendo una mueca de dolor
mientras entraba. Esperaba que una ducha aliviaría su dolor de cabeza, pero el
sonido del agua corriendo parecía empeorar las cosas. Se alegró de terminar y
salir, aunque fue menos feliz cuando tuvo que secarse con una toalla de baño en
lugar de la toalla de playa mucho más grande que a ella le gustaba usar en casa.
La idea de la casa la hizo suspirar. Jo deseaba estar en su pequeño apartamento
ahora mismo. Iba a cerrar las persianas, ponerse un paño frío en la cabeza, y
dormir hasta que su cabeza se sintiera mejor. Ansiosa de poder hacer eso, salió
del baño tan pronto como había entrado. Se vistió en tiempo récord, guardó el
suéter voluminoso que usaba para dormir y la ropa que llevaba la noche anterior
en su mochila, y luego la tiró por encima del hombro saliendo de inmediato de la
habitación.
La sala estaba vacía y corrió por la escalera. Jo trotaba por ellas, haciendo una
pausa cuando el sonido de las voces llegó desde la cocina. Vaciló, moviendo los
ojos con nostalgia a la puerta, pero sabía que no había nada para ella. Alex la
había conducido hasta allí y ella necesitaba a Alex para llevarla a casa.
- Aquí está.
- Yo no ronco,- Jo se rompió.
- ¿Quieres un café? -Preguntó Sam, levantándose para recuperar una taza para
ella del armario.
- Oh, sí. Estaba arriba y fuera de aquí temprano,- dijo Sam, volviendo a la mesa.
- Lo sé, pero le dije que yo lo haría,- dijo Sam con dulzura. Jo frunció el ceño y se
apoyó en el mostrador, sus ojos en movimiento mirando con recelo de Bricker a
Mortimer cuando levantó la taza para tomar un sorbo. Bricker, se puso tenso
cuando de repente se acercó a ella, pero se limitó a abrir la puerta del armario
junto a ella y a recuperar una pequeña botella que sonaba cuando él la cogió de
la estantería.
- Las píldoras que Sam me hizo comprar la última vez que tuvo un dolor de
cabeza,- dijo Bricker abriendo su palma para que leyera la etiqueta.
Jo aceptó las pastillas poco a poco, sus ojos entrecerrados buscando su rostro.
- ¿Cómo lo sabes?
- Tienes la misma mirada de ojos bizcos que Sam pone cuando tiene dolor de
cabeza,- dijo con diversión.
- Dios mío, eres un encanto esta mañana, ¿no?- dijo secamente Jo, haciendo un
esfuerzo para eliminar ―la mirada bizca‖ de su rostro. - No recuerdo que me
estuvieras insultando cuando nos conocimos.
- Grandioso-, murmuró Jo, depositando su café para abrir las pastillas. Cuando
tuvo problemas con la tarea, Bricker arrancó la botella y la abrió para ella,
obligándola a murmurar otro Gracias, cuando sacudió un par de pastillas y se las
entregó. Tomó su café y tomó las pastillas cuando Bricker cerró la botella y la
guardó.
Entonces, echó un vistazo a la mesa para ver a Sam y Mortimer que no dejaban
de mirarla.
Sam se mordía los labios como si hubiera algo que quería decir, pero Mortimer se
veía un poco cauteloso.
Jo sacudió la cabeza, y luego la acción hizo que hiciera una mueca por el dolor
que se disparó a través de su cráneo. Debo de haberme golpeado el cerebro o
algo la noche anterior cuando golpee la pared, Jo pensaba con disgusto, y se
preguntó si podría golpear su cerebro.
- ¿Por qué molestarse?- preguntó Jo. - ¿Por qué no dejas que los chicos que se
supone que me vigilan me lleven a casa. Pueden verme de cerca entonces.
Hubo un momento de silencio cuando Sam miró a Mortimer. Miró a Jo con los
ojos entornados por un minuto, pero luego se encogió de hombros y dijo a Sam
- Voy a por él y uno de los coches y te recogemos en el frente,- dijo Bricker a Jo, y
se dirigió hacia la puerta que conducía al patio trasero.
- Voy a buscar mi bolsa,- dijo Jo, y dejó la taza con alivio. Ella estaría fuera
pronto... y con su memoria intacta en la medida de lo que podía ver.
- ¿Jo?- dijo Sam, de pie para seguirla mientras se dirigía fuera de la cocina.
Sam se acercó para ponerse de frente con ella, tomándole la mano al llegar a la
parte delantera de la entrada y atrayéndola. Jo volvió su mirada hacia arriba a la
sala para ver con alivio que no la había seguido Mortimer. Cambiando la mirada
hacia su hermana levantó la ceja.
Sam arrugó la nariz y suspiró. - Sé que esto es, probablemente, muy raro e
incomprensible para ti, y para ser franca estoy sorprendida de que no estés
haciendo un montón de preguntas sobre lo que pasó anoche, y…
- ¿Me las responderías?- interrumpió Jo en voz baja, y cuando Sam la miró sin
comprender, explicó, - Si te preguntara por lo de anoche, ¿me contestarías?
Sam frunció un poco los labios, pero luego bajó la mirada con incertidumbre algo
que era extraño viniendo de ella y admitió sin rodeos: - No.
- Eso es lo que yo pensaba,- dijo secamente. Además, Jo sospechaba que haciendo
preguntas sobre esto solo la conduciría a la pérdida de los recuerdos que había
logrado recuperar. No estaba segura de por qué pensó que sería así, pero había
decidió seguir sus instintos, mantener sus preguntas para sí misma, y salir de allí.
- Siempre tan práctica,- dijo Sam con una sonrisa irónica en la curva de sus
labios.
Jo le dio una sonrisa forzada por respuesta y luego dijo solemnemente. - Voy a
hacerte una pregunta sin embargo.
- ¿Eres feliz?- preguntó Jo, y luego levantó su mano para detenerla cuando Sam
abrió la boca para responder a la vez. - Piensa al respecto. Lo digo en serio. ¿Eres
feliz? Es que todo ha sucedió tan rápido. Has renunciado a tu posición en la
empresa, te has mudado aquí con Mortimer, y empiezas toda una nueva, y por lo
que puedo decir, muy extraña vida. ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?
¿Estás segura de que no te arrepentirás de nada de esto más tarde? ¿Hay alguna
razón en todo esto por la que debiera estar preocupada por ti?
- Soy muy feliz,- aseguró Sam solemnemente. - Todo ha sido muy rápido, pero
estoy segura de que no me arrepentiré de cualquiera de las decisiones que he
tomado. Me encanta Mortimer y realmente me ama, Jo. Yo sé que no entiendes
mucho de lo que está ocurriendo, pero…- Sus palabras murieron bruscamente
cuando Jo la abrazó. Sus ojos agrandados interrogantes, cuando Jo dio un paso
atrás.
- Haz que Bricker se detenga para que cojas algo de desayuno para ti camino a
casa,- Sam dijo con firmeza, siguiéndola por la puerta.
- Lo he oído,- anunció Bricker, saliendo del asiento del pasajero delantero para
abrir la puerta de atrás a Jo. Se llevó la mochila, diciendo: - Obtén su desayuno.
Hazlo.
- Va a ser una buena madre, ¿no te parece?- Jo dijo secamente, cuando se deslizó
en el asiento de atrás.
- Lo será.- La voz de Bricker era solemne cuando puso la mochila en el piso a sus
pies.
Al cerrar la puerta, Jo miró a Sam, un gesto reclamando sus labios que se vieron
afectados por la mirada en el rostro de su hermana.
- Nos vamos.
Jo volvió la mirada hacia adelante para ver que Bricker había saltado de nuevo
en el frente del asiento y cerraba la puerta. Al momento en que se cerró, el
hombre de piel oscura que estaba detrás del volante, puso el vehículo en
movimiento.
- Debes ser Anders,- comentó Jo, recordando lo que Mortimer dijo al citar a su
compañero.
Se hizo el silencio en el vehículo cuando llegaron a las puertas del final del
camino.
-Así que... Anders,- murmuró Jo, sentándose. -¿Qué es ese rastro en tu acento?
Sus ojos se encontraron con ella en el espejo de nuevo. Esta vez hubo un
parpadeo que podría haber sido algo así como apreciación en sus ojos, cuando
asintió.
- Apellido.
- Hmm,- dijo Jo. - Rusia. Tenemos que llevarnos muy bien entonces.
- ¿Por qué?- preguntó, y ella no pudo dejar de observar que su tono era dudoso
cuando se reunió con su mirada en el espejo de nuevo.
Jo lo miró, sonrió dulcemente y le dijo: - Bueno, sólo las cifras, ¿no? Soy una
camarera, y tú eres un ruso Negro. Es una combinación perfecta.
Bricker, se echó a reír, pero Anders, se dio cuenta, parecía menos impresionado,
y Jo se preguntó si sería que la consideraba racista. No había pensado así. En
realidad, no había pensado en todo antes de decirlo. Maldita sea, realmente
necesita aprender a pensar antes de hablar.
- No era racista,- dijo Anders secamente. - Fue un juego muy malo con el nombre
de una bebida alcohólica, pero no racista.
Dudó, pero luego cambió su mirada hacia la carretera y dijo: - Tienes el gesto
culpable que la gente blanca obtiene cuando están preocupados por haberse
expresado mal-. Anders la miró por el espejo y levantó una ceja cuando
preguntó: - ¿O es racista llamarte blanca? Tal vez debería decir Cáucasica.
- Correcto,- comentó Bricker, divertido, - Así que ahora que ustedes dos han roto
el hielo y se trasladaron directamente a lanzarse una ola de insultos, ¿a dónde
vamos para el desayuno?
- Pizza seca del día anterior o cualquier otra cosa que pueda gorrear,- admitió
con ironía.
Jo frunció el ceño ante su expresión de sabelotodo. - Son mis poros, ¿no? Dan la
impresión de que tengo malos hábitos.
Sus ojos afilados estaban en los de ella a través del espejo, el desconcierto se
mostraba en sus hermosas profundidades. - ¿Tus poros?
-Sí. Tengo grandes poros que revelan mis vicios, mientras que ustedes tienen los
poros como el culo de un bebé.
- Los ojos en la carretera, tipo grande,- ordenó Jo. - Puedes mirar tu cara más
tarde.
Jo se la dio y luego inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, con la esperanza
de que al relajarse un poco mientras conducían ayudara a aliviar el dolor de
cabeza un poco más.
Cuando Nicholas miró de nuevo a Ernie, encontró que el otro pícaro había
apagado su camioneta y parecía que iba a prepararse para una espera. Parecía
que ya no podía negar lo evidente, mientras que estaba siguiendo a Ernie, Ernie
por alguna razón desconocida, se había impuesto la tarea de seguir a Jo, Bricker,
y Anders. Apretó la boca, Nicholas apagó su propio motor y se sentó a esperar
también, pero no pasó mucho tiempo antes de que se desplazara incómodamente
en su asiento y deseara tener el cojín de espuma que le gustaba poner en su
espalda. Desafortunadamente, todavía estaba en su camioneta vieja, que
sospecha ahora estaba en manos del ejecutor. Por lo menos la maldita cosa ya se
había ido para el momento que Jo lo había sacado de la celda y se había colgado
en el chasis de la camioneta. Se había dejado caer al pavimento, cuando había
rebasado el lugar donde había dejado la camioneta, tomando un paso tan rápido
como pudo, sólo para encontrar su van desaparecida.
No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que Mortimer había enviado a
los hombres para encontrar su vehículo después de que había sido capturado.
Aparte del hecho de que se quedaron con sus pocas pertenencias, significaba un
paseo bastante largo para él. Estaba un coche con algunos adolecentes
ligeramente borrachos regresando de una fiesta o se habría visto obligado a
correr todo el camino de vuelta a la ciudad. Afortunadamente, apenas había
comenzado su camino a la ciudad cuando había rugido por la carretera en su
dirección. Nicholas inmediatamente tomó el control del conductor y el vehículo
se detuvo, y justo había conseguido un viaje a la ciudad.
La vista era bastante molesta para él. A Nicholas no le gustaba que Bricker la
hiciera reír, tardó un momento en identificar lo que estaba experimentando como
celos. Quería estar sentado allí con ella, haciéndola reír... y era solamente culpa
suya que no pudiera ser.
Con la certeza de que sus propias ventanas estaban tintadas y que Ernie no sería
capaz de decir que era él en la furgoneta, Nicholas había metido en la entrada de
una casa en el lado opuesto de la carretera. Hacia el mediodía cuando había
apagado el motor para esperar y ver lo que sucedía.
No había tenido que esperar mucho tiempo antes de que la camioneta de Ernie a
quien seguía en estos momentos era conducida. Nicholas había visto a Jo en el
asiento de atrás cuando el vehículo pasó, y su corazón se tambaleó sólo por verla.
Era una idea preocupante para Nicholas, algo que no tenía la intención de
permitir que sucediera. Estaba sentado pensando en maneras de proteger a Jo
mientras observaba al trío en el restaurante hablar con la camarera, recibir sus
órdenes, comer, y luego recibir la cuenta. Cuándo Bricker arrojó un poco de
dinero sobre la mesa y el trío se puso de pie para salir del restaurante, Nicholas
se sentó y encendió el motor de la camioneta, preparándose para seguir. Su
prioridad había cambiado. Si Ernie había puesto su interés en Jo, entonces
Nicholas no iba a dejarla fuera de su vista ni por un minuto.
Capítulo Seis
Incluso Anders, que era seco como el polvo y hablaba poco, tenía buenos
modales.
Jo aceptó la mano que le ofreció Bricker y salió del vehículo. Cuando ella se
puso de pie en la acera, les sugirió: -Siempre podéis ir a casa y decirle a
Mortimer que me habéis perdido.
-Oh, sí, como si fuera a creerlo. -Se rió Bricker, cerrando la puerta de atrás.
-No.- Gina cerró el libro con disgusto y se levantó para ir hacia la puerta. -
Tuvimos una agradable cena, vimos una gran película y hubo muchos besos,
incluso besos apasionados, pero eso fue todo. -Ella se detuvo para recoger las
llaves de repuesto de Jo del gancho. -Hemos estado saliendo durante año y
medio, por el amor de Dios, ¿qué problema tiene? Pensé que era dulce y
encantador, que no me estaba presionando al principio, pero ahora estoy
empezando a pensar que algo va mal con él... o conmigo.
-No puedes ser tú, -dijo Jo con certeza, su mirada recorrió a Gina tenía una
figura curvilínea. La mujer era alta, con las piernas larguísimas. También era
guapa. -Eres preciosa, Gina. No eres tú.
Además, la mayoría de los hombres son algo idiotas... golpean haciendo un
agujero en la pared si el idiota no estaba disponible.
-Entonces, ¿qué está pasando? -lloró Gina con frustración. -Él dice que me ama,
Entonces, ¿por qué no quiere hacer el amor conmigo? Es un hecho natural del
amor y vital para una relación saludable.
Jo la miró con simpatía y le acarició el brazo, cuando sugirió: -Tal vez es gay y
no ha salido del armario.
Jo frunció el labio. -Bueno, podría ser disfunción eréctil o algo más. Pero, si ese
es el caso, debe decírtelo en lugar de permitirte pensar que hay algo malo en ti.
-No lo sé. A él le gusta ir de compras y esas cosas y los chicos por lo general lo
odian. Tal vez es homosexual,- dijo Gina con horror. -¿Qué puedo hacer?
-Sí, supongo.- Suspiró Gina y luego le entregó las llaves de repuesto. -Le di de
comer a Charlie anoche y esta mañana, le saqué a dar un paseo. Se ha portado
muy bien, no ha ladrado ni destrozado nada en casa, mientras estabas fuera.
Antes cuando fui a verlo estaba durmiendo a los pies de la cama.
-Sí, -dijo Jo secamente. -Creo que todos ellos eran gay... o casi todos, -añadió,
pensando que Nicholas definitivamente, no era gay.
-Ellos no son gay, -exclamó de pronto Bricker, desde las escaleras. -Dios mío,
mujer, ¿qué rumores escandalosos estas propagando?
Esa sonrisa era la que habían tenido los hombres en la fiesta de ayer.
-Entonces, -dijo, apartándose de Gina para mirar a Jo. -Te vas a casa y yo al
coche y si aparece Nicholas nos llamas, ¿no?
-¡Oh, vamos!,- dijo Bricker, detrás de Jo, por el pasillo. -Somos amigos.
Prácticamente de la familia y apenas conoces a Nicholas.
-Cierto,- dijo Jo estando de acuerdo cuando hizo una pausa para abrir la puerta.
-Pero no le dejé marchar anoche sólo para que venga alrededor y ayudarlos a
atraparlo de nuevo. Además... - añadió y luego hizo una pausa cuando empezó
a abrir la puerta.
-Lo siento, no estoy interesada -Dijo con una carcajada y comenzó a alejarse la
puerta, sólo para dar un grito de sorpresa cuando una forma oscura se precipitó
sobre ella, casi tirándola sobre su culo.
Charlie ladró, moviendo la cola cada vez más frenético y Jo se echó a reír y bajó
al perro, -¡Vamos, te voy a dar un premio por ser tan bueno durante mi
ausencia!
Bricker, le había hecho caso y se había ido. Bueno. Se dio la vuelta y se fue a la
cocina a darle el premio a Charlie. Lo dejó comiendo un hueso cheesestuffed de
perro, Jo entró en la sala de estar y se dejó caer en el sofá.
Jo paso los canales hasta que reconoció las escenas de la película Alíen. Luego
dejó caer el mando a distancia, acurrucada con las piernas en el sofá, cogió una
almohada para encontrarse más cómoda y se relajó para verla. Charlie se le
unió varios minutos más tarde, sentándose en el suelo a sus pies y mirándola
con ojos esperanzados. Sonriendo con ironía, Jo movió las piernas del sofá y dio
unas palmaditas en el cojín a su lado.
-Muy bien, sólo un momento, pero sabemos que esto no va a ser una cosa
habitual. Todavía tienes que mantenerte fuera de los muebles todo la mayor
parte del tiempo,- advirtió al perro cuando saltó sobre el sofá y se echó a su
lado, con la cabeza apoyada en su regazo. Sonriendo débilmente, Jo acarició al
perro y miró hacia la pantalla de televisión.
La película estaba casi terminando cuando de repente Charlie se puso rígido a
su lado y levantó la cabeza. Jo miró a Sigourney Weaver mientras temblaba y
subía lentamente y con precaución en un traje espacial por la pared de la nave,
donde acababa de descubrir al extraterrestre que estaba a bordo. Jo miró a
Charlie, con curiosidad, y luego hacia la puerta donde su atención parecía estar.
-¿Jo?
Sus ojos pasaron del perro a la puerta. Era Gina pero su voz era extraña y
rígida, rara para la chica exuberante. Frunciendo el ceño, dejo atrás a Charlie y
se dirigió a la puerta, pero se detuvo cuando el perro gruñó más fuerte y le
mordió en la pernera del pantalón, como para detenerla.
-¿Qué pasa?- preguntó Jo al perro con desconcierto y luego casi saltó fuera de
su piel con el grito repentino de la película en la televisión. Ella tenía que dejar
de ver estas películas de terror, pensó Jo, avergonzada por su propia reacción.
Sintiéndose tonta, Jo sacudió la cabeza y apartó a Charlie para que le soltara los
vaqueros. -Vamos, es sólo Gina.
Aparentemente satisfecho de que ahora ella entendía que algo andaba mal,
Charlie no trató de detenerla esta vez, pero no se alejó de su lado mientras ella
se puso de puntillas para mirar por la mirilla.
No tenía idea de lo que el chico mal aliento quería, pero no podía ser bueno y
definitivamente no era bueno que estuviera con Gina.
-¡Corre! -Gritó Jo, empujándola al lado del hombre y el perro, hacia el vestíbulo.
-Corre hacia fuera y grita con todas tus fuerzas, Bricker vendrá.
-¡Corre!- Gritó Jo. Empujó a Gina hacia las escaleras y después se giró para
volver rápidamente hasta el pasillo para ayudar a Charlie.
Buen perro, pensó severa. Charlie vivía con Jo desde hacía un año y medio. A
pesar de su tamaño, en realidad era todavía un cachorro, pero ya se había
metido en su corazón. Dejarlo solo para ponerse a salvo era una opción que ni
siquiera se planteaba.
-¿Charlie?
Corrió hacia su apartamento para encontrarse con que su cuerpo aún yacía
sobre los restos de la mesa del pasillo apenas cruzando la puerta. Jo se dejó caer
de rodillas al lado del perro, el alivio rugió a través de ella cuando Charlie
abrió los ojos a su llamado. Parecía aturdido, pero estaba vivo, cuando vio más
allá de ella, se puso rígido y gruñó.
Jo miró hacia el pasillo, apretó la boca por la ira cuando vio al chico mal aliento
que había dejado de tocarse el cuello y se había puesto de pie. El perro se había
abalanzado hacia él con ganas. Teniendo en cuenta que el hombre en realidad
no había hecho nada amenazante. Era como si Charlie hubiera percibido que el
hombre no quería nada bueno y por ese motivo se había abalanzado hacia su
garganta. La herida parecía grave, sin embargo, no parecía estar lo
suficientemente mal. El chico malo no sólo estaba de pie sino que se acercaba a
ellos, dispuesto a continuar la batalla.
Se volvió hacia Charlie y tragó saliva cuando vio que el pastor alemán trataba
de ponerse en pie, cayó al suelo y aterrizó, con medio cuerpo en la alfombra de
la sala. Jo apretó los dientes y se arrodilló junto a él otra vez.
-Nicholas, espera, Charlie está herido -Gritó mientras la sacaba por la puerta.
Jo miró en esa dirección, vio la furgoneta aparcada sobre el césped del patio
trasero, justo detrás del garaje. Ella caminó por el techo plano del garaje hacia el
camino. El asfalto estaba pegajoso por el calor del verano, por lo que sus
vecinos y ella rara vez lo utilizaban durante el día. La posición de la furgoneta
era un salvavidas. No había escaleras en el balcón, pero podría subirse en la
barandilla, bajar hacia la furgoneta y luego a la tierra, eso reducía al mínimo las
posibilidades de torcerse un tobillo, era más lento pero seguro.
Jo decidió que era una buena idea cuando de repente la puerta del balcón se
abrió en una explosión detrás de ellos cuando llegaban a la barandilla. La silla
hizo un ruido terrible cuando salió volando a través del balcón.
-Venga, - la instó Nicholas cuando se detuvo en la barandilla. -Estoy detrás de
ti.
-La puerta.
Jo simplemente apretó los dientes e hizo todo lo posible para evitar aplastar a
Charlie cuando a su alrededor empezaron a oírse disparos. Estaba bastante
segura de que no era sólo el Chico Mal Aliento quien disparaba. Los disparos
eran muy seguidos y de repente se detuvieron. Transcurrió otro minuto, Sin
embargo, antes de que Nicholas dijera:-Puedes levantarte ya.
Jo dudó, bajando la mirada hacia Charlie. El pobre perro estaba inmóvil en sus
brazos, tenía los ojos abiertos, pero sin moverse de ninguna forma, lo que era
más bien preocupante. Odiaba estar de espaldas, probablemente era la reacción
instintiva de un perro. Sus vientres eran vulnerables a los depredadores cuando
estaban de espaldas y por lo tanto lo evitaban.
-Está bien, bebé, -susurró Jo, cuando intentó sentarse en el asiento con Charlie,
levantó al perro y lo puso sobre él para que pudiera echarle un vistazo. Jo
rápidamente pasó las manos por el animal, pero no vio ninguna herida. No
lloriqueaba o mostraba dolor en modo alguno, excepto cuando le tocó
suavemente la cabeza, se quejó y trató de evitar su contacto. Frunciendo el
ceño, lo miró a los ojos, viendo que estaban ligeramente dilatados.
Los ojos del perro estaban abiertos, pero parecía bastante aturdido.
-¿Qué le pasó?
-El chico del mal aliento lo arrojó a unos diez o quince metros contra una
pared. Creo que se golpeó contra la pared, no estoy segura. Todo lo que sé es
que aterrizó en una mesa con la suficiente fuerza como para destrozarla. -Jo
frunció el ceño y se acercó a acariciar al perro tranquilizándole. -Charlie parecía
inconsciente cuando llegué a él, pero luego abrió los ojos. Él no podía
mantenerse en pie cuando trató de hacerlo.
-¿Supongo que quieres decir Ernie? -Preguntó Nicholas. -¿El rubio que estaba
disparándonos a nosotros y al que Bricker y Anders estaban disparando?
Jo se mostró sorprendida. -¿Tú crees? No sabía que los perros podían tener
conmociones cerebrales.
Nicholas vaciló, miro a la carretera. No estaba seguro de si eso era cierto o no. Jo
comenzó a levantarse y Nicholas vio cómo se acomodaba en el sillón y ponía al
perro en sus brazos, sobre su regazo. Sospechó que lo hacía para despertar al
perro y no para su propia comodidad. Acariciaba a la bestia como si fuera un
bebé que estuviera herido de muerte. Era evidente que amaba al animal.
Paradas como ésta eran peligrosas, sobre todo tan cerca del apartamento.
Ernie y los otros los estaban buscando, si andaban por el barrio podían ver la
furgoneta. Esperaba que hubiera un sitio donde aparcar donde no se viera
mucho la furgoneta.
-Por todo, -dijo secamente. -Nos sacaste de allí y ahora me llevas al veterinario.
Gracias.
Nicholas no dijo nada, pero sospechaba que no habría sido necesario salvar a Jo
si no fuera por él. Nunca debería haberla besado con un renegado cerca. Se
tenía que haber asegurado primero de que estaba fuera de juego... y ver que no
podía leerla había sido un lapsus estúpido que Ernie seguramente había oído.
Era probablemente la única razón por la que el renegado perseguía a Jo.
Aparte de eso, Nicholas había sido tan tonto como para contar con Bricker y
Anders para mantenerla a salvo cuando había visto a Ernie aparcar su coche y
entrar por una ventana del primer piso del edificio. Había querido ir corriendo
hasta el edifico y ya se encargaría después de los otros dos. Le preocupaba
llegar demasiado tarde, Jo estaba en peligro. Había perdido el tiempo llevando
la furgoneta a la parte posterior del edificio y así poder subir por el techo del
garaje hasta el balcón por el que entró. Entonces él tenía que estar seguro de que
lo veía en caso de que no fuera suficiente para mantener a Jo lejos de las garras
de Ernie y se había quedado en la terraza seguro de que iba a ser descubierto.
Oyó los golpes procedentes de dentro del apartamento por lo que corrió a
través del techo del garaje.
-¿Por qué?
-Porque Bricker y Anders estaban fuera, -dijo en voz baja. -Lucian dijo que no
serías capaz de mantenerte lejos y fueron enviados para cogerte.
Nicholas sacudió la cabeza. -No la vi. Sabía que Ernie estaba allí porque lo vi
entrar y la única razón por la que Bricker y Anders llegaron corriendo fue
porque me aseguré de que me vieran subir al techo del garaje para llegar al
balcón.
-Si estaba medio desnuda, probablemente fue a su casa en lugar de salir fuera-
Sugirió en voz baja. -Su primer instinto sería ir a un lugar seguro y,
probablemente, llamar a la policía.
-De acuerdo -dijo arrastrando las palabras con sequedad. -Ernie consiguió
tumbar las dos puertas de mi apartamento con bastante poco esfuerzo. No
conozco a nadie que pudiera haber hecho eso.
-Sí que lo es,- ella estuvo de acuerdo, pero luego agregó: -Sin embargo, no eran
puertas endebles o viejas. Me aseguré de que fueran de roble macizo y las
cerraduras se pusieron cuando me mudé. Ernie no debería haber sido capaz de
romperlas como lo hizo y desde luego, no debería haber sido capaz de lanzar la
silla de esa manera tampoco.
-¿Cómo sabías que esta era la clínica? -le preguntó en el momento en que abrió
su puerta y miró en la forma en que agarraba a su perro, cuando intentó coger a
Charlie.
Nicholas levantó una ceja y señaló: -Dijiste que estaba en esta calle.
-Sí, pero...
-Y el gran letrero del jardín delantero que dice : Hillsdale Clínica Veterinaria es
una gran ayuda, -le interrumpió secamente.- Supongo que es aquí ¿o hay más
clínicas en esta calle?
Nicholas se inclinó para coger el perro y esta vez ella lo dejó. A continuación,
esperó a que ella se bajara de la furgoneta y cerrara la puerta antes de dirigirse
hacia la entrada de la clínica. Caminaba rápidamente, ella no andaba casi corría
lo suficiente para que le faltara el aliento y no tuviera tiempo para hacer más
preguntas. Cuando llegó a la puerta, cambió el perro de brazo para poder
abrirla y entrar, sólo para hacer una pausa y echar un vistazo a la sala de espera.
Nicholas se sentía culpable por los que estaban esperando con sus mascotas,
pero no sentía por haber controlado a la mujer para que todo fuera más rápido.
Tenían un renegado y dos agentes detrás de ellos y cuanto más tiempo
estuvieran aquí, más posibilidades había de que los encontraran. Había hecho lo
que tenía que hacer. En lugar de responder a su pregunta, dejó a Charlie en la
mesa de examen y luego dijo: -Tengo que hacer una llamada -Y salió de la sala.
Nicholas evitó su mirada y mintió -Por supuesto que no. Ya te dije, que tenía
que hacer una llamada.
-Si vas hacer solo una llamada, no necesitas las llaves, -dijo Jo con una lógica
indiscutible. -Así que dame las llaves y vete hacer la llamada o me pongo a
gritar que me agrediste y le digo a todos que eres tú eres el que hirió a Charlie
y mientras que tratas de luchar contra mi amoroso perrito, te rajo las ruedas y
nadie se va a ninguna parte.
Nicholas abrió la boca y luego suspiró y dijo: -Jo, voy a llamar a Bricker y
Anders para que vengan a buscarlos. No me iré hasta que sepa que estas a
salvo. Tú estarás mejor con ellos. En casa de Mortimer. Él y los demás pueden
mantenerte a salvo.
-Ah, sí, porque han hecho un gran trabajo ya en la casa, anoche y luego en mi
apartamento -Dijo secamente.
-Eso fue...- Nicholas se detuvo cuando ella arqueó una ceja. En realidad no
habían hecho un trabajo tan bueno para mantenerla segura hasta el momento,
reconoció. -Sin embargo...
-Quiero respuestas, Argeneau, -dijo con gravedad. -Estoy muy preocupada por
mi hermana. Mi perro está herido y un tipo loco me persigue y quiero saber
qué diablos está pasando.
-Mortimer-Comenzó.
-Mortimer y esos tipos no me van a dar respuestas -Dijo Jo con impaciencia. -De
todo lo que has dicho es más probable que limpien mis recuerdos y luego ¿qué?
No estaré de invitada en la casa hasta que ese tipo deje de actuar.
Nicholas hizo una mueca de culpabilidad, eso era exactamente lo que harían.
Con un suspiro, pasó la mano por su pelo despeinado y entonces preguntó: -
¿Qué te hace pensar que conseguirías alguna respuesta de mí?
-Porque no voy a parar hasta que me lo expliques, -dijo sin rodeos. -Ahora, ¿me
das las llaves o debería empezar a gritar?
Nicholas la miró en silencio, una sonrisa reacia curvo sus labios. Le fastidiaba
no poder leerla ni controlarla... pero sin duda hacía que la vida fuera
interesante, decidió. Sacó las llaves del bolsillo y se las entregó.
-Te lo dije, tengo que hacer una llamada- dijo solemnemente. -Si termino antes
que tú te esperaré en el aparcamiento.
Sólo podría haber sido la decisión más estúpida que jamás había tomado en su
vida. Nicholas había tomado un montón de ellas en sus quinientos sesenta años
y si no hubiera aprendido nada en ese momento se lamentaría por la pérdida de
tiempo... y que había perdido cincuenta años de emoción.
Después de descubrir que el hombre tenía un teléfono móvil y hacia donde iba.
Nicholas salió a esperar. Usaría el teléfono del hombre para llamar a la casa del
ejecutor y averiguar si Ernie había sido capturado sin correr el riesgo de que la
llamada se rastreara y lo encontraran a él.
Jo salió de la clínica y se detuvo a examinar rápidamente el estacionamiento. La
furgoneta todavía estaba allí, por supuesto, tenía las llaves. Le había
preocupado que Nicholas se hubiera marchado con la furgoneta si tenía otro
juego de llaves, o se hubiera ido a pie.
-Si me dice qué vehículo es, señorita, puedo llevar a Charlie hasta él.
El Pastor alemán era pesado, sin embargo no estaba muy feliz porque lo
llevaban en brazos.
-Puedo con él, gracias, -dijo Jo. -Charlie no se escapará. Solamente no quiero
que esté suelto en la sala de espera con los otros animales.
-Oh, eso está bien, señorita Willan,-dijo el asistente, sonriendo a pesar de que el
perro seguía retorciéndose. -Estoy encantado de ayudarle. Voy a llevarlo a su
coche por usted. No queremos que uno de los propietarios de otro animal, que
salga, se cruce con él...
Se calló por la sorpresa que se llevó cuando Nicholas llegó y cogió a Charlie de
sus brazos.
Jo subió las cejas, no por la forma en que cogió al perro de los brazos del joven
sino por la forma en que le habló.
-Tú no pensarías que yo fui grosero si supieras los pensamientos lascivos que
estaba teniendo -Dijo Nicholas, caminando hacia la furgoneta.
-Hay una manta de cuadros allí, en la parte superior. Extiéndela para él.
-Conmoción cerebral leve y que si empieza a vomitar o hace algo raro que lo
traiga.-Admitió Jo en un suspiro. -Por supuesto, Charlie se puso muy contento
al minuto de que el veterinario entrara en la sala. El Dr. Hillsdale
probablemente pensó que era una tonta por preocuparme tanto.
Y luego estaba la pasión de los besos de Nicholas. Tal vez era por la temporada
de sequía que había tenido. Jo no había salido con nadie hacía ya un par de
meses, pero el hombre le había encogido los dedos de los pies y le había puesto
los pelos de punta con sus besos. No dudó ni por un minuto que si no los
hubieran interrumpido, habría tenido relaciones sexuales con él allí mismo, en
el garaje y ahora tendría huellas de las barras en la espalda.
-En un hotel, -dijo en voz baja, abriendo la puerta para que saliera. -Podemos
hablar y necesito dormir algo.
-Vamos.
Nicholas la cogió del brazo para llevarla desde el aparcamiento hasta la entrada.
Era media tarde y el vestíbulo del hotel estaba lleno, la mayoría de las personas
iban y venían.
Sólo había una persona delante de ellos en la recepción, un hombre con un traje
sastre que terminó su charla y se alejó cuando se acercaban.
-No muerde, -aseguró Jo en voz baja y la mujer sonrió un poco más pero seguía
mirando a Charlie con los ojos muy abiertos como si fuera a dar un salto y
mancharle de barro la falda o morderla en su brazo en cualquier momento.
Nicholas llegó hasta la última puerta, introdujo la tarjeta. Cuando la luz verde
de la puerta parpadeó, la empujó y la mantuvo abierta para que Jo y Charlie
entraran.
Asintió con la cabeza, lanzó la bolsa de lona sobre la cama y se volvió hacia la
puerta.
Sintió un golpe en la pierna, miró hacia abajo para ver a Charlie mirando hacia
ella preocupado. El perro siempre la miraba así cuando estaba molesta. Parecía
que recogía su emoción y la sacaba fuera. Jo se obligó a relajarse y se agachó
para acariciarlo, le instó a entrar.
-Vamos, amigo. Sospecho que te van a echar del hotel si Nicholas no está cerca,
entra en la habitación.
Charlie no era el único que había tenido un mal día,- reconoció Jo, ahogando
un bostezo.
Capitulo Ocho
Otro bocado y estaría en orden antes de volver con Jo. De lo contrario, corría el
riesgo de morderla sin querer. Nicholas no tenía idea de dónde habría de obtener
la próxima comida, pero no tenía ninguna duda, una oportunidad vendría antes
de que volviera a la habitación. Era muy bueno en la alimentación sobre la
marcha. Sabía que la mayoría de los inmortales en América del Norte ahora se
alimentaban de sangre en bolsas, pero para un pícaro, ordenar la entrega de
sangre del banco de sangre Argeneau estaba fuera de cuestión.
Nicholas dejó el hotel a pie, los ojos exploraron la calle por delante. Todos las
demás tiendas parecían ser un restaurante de comida rápida conjunta de algún
tipo, y él no tenía idea de que era bueno y que era malo. No habían tenido esta
variedad cuando había comido por última vez. Parecía haber muchos cambios en
el frente de la cocina desde entonces. Nicholas había sido vago en la periferia de
su conciencia, pero no había comido un bocado de comida desde la muerte de
Annie y no había prestado mucha atención al rostro cambiante de la industria
alimentaria. Ser confrontado ahora era frustrante. Debería haberle preguntado a
Jo lo que quería antes de salir, pero se había preocupado de que hubiera insistido
en venir con él, y que no fuera capaz de alimentarse.
Eso es lo que prepararía para Jo, Nicholas decidió cerrando la caja y mirando la
bolsa. KFC. Recordó que pasó por un restaurante con dicho logotipo.
Nicholas miró a la mujer con sorpresa. Había llegado a ser tan distraído por su
hallazgo que había relajado su control sobre ella y ahora estaba mirándolo con
confusión. Ajusto la bolsa en el suelo, se deslizó en sus pensamientos y la
controló de nuevo. Nicholas rápidamente la tomó en sus brazos y hundió sus
dientes en su cuello, con más velocidad que finura.
El ascensor había viajado por sólo dos pisos antes de que se detuviera de nuevo
para permitir que un joven entrara. El hombre estaba solo, y una rápida
comprobación de sus pensamientos, demostró que estaba sano como un caballo,
un hombre realmente sano, tomaba frutos secos, de hecho, alimentos naturales y
algo que se llamaba té verde. Nicholas se sonrió a sí mismo cuando la puerta se
cerraba.
Veinte minutos después Nicholas entró de nuevo en la habitación del hotel, con
los brazos cargados con una bolsa grande marcada con KFC. Dejó que la puerta
se cerrara detrás de él y entró en la habitación, la boca abierta para hablar, pero
volvió a cerrarla cuando vio a Jo profundamente dormida en la cama. Él la miró
sin comprender y luego vio a Charlie. El perro estaba a su lado, pero la cabeza
subía, y los ojos abiertos y alerta.
Charlie se dejó caer para sentarse en cuclillas con paciencia, y Nicholas sonrió
irónicamente, al abrir la bolsa para recuperar el envase de alimentos y platos de
papel en su interior. Se instaló en una de las dos sillas de la mesa y se puso a
trabajar, seleccionó tres piezas de carne de pollo empanizado y luego con uno de
los tenedores de plástico desprendió la carne y la depositó en el plato.
Apenas había comenzado con la primera pieza de carne cuando no pudo resistir
y se metió un bocado de la delicadeza en la boca.
-Lo siento-, murmuró Nicholas, haciendo el intento de resistir más, hasta que
tuvo la carne de las tres piezas que había seleccionado, descarnadas y cortado en
pequeños trozos en el plato. A continuación, puso el plato sobre la alfombra para
Charlie, le vio comenzando a trabajar sobre la comida, y luego se volvió y sacó
un pedazo para sí mismo. Nicholas no tenía ganas de comer desde la muerte de
Annie hacía cincuenta años, pero ahora tenía que preguntarse por qué. El pollo
estaba increíble e iba a sacar una segunda pieza antes de que incluso hubiera
terminado la primera.
Sólo tomaré una más y luego me recostaré y trataré de dormir antes que Jo se despierte y
comience a exigir respuestas, se dijo a sí mismo Nicholas al terminar la segunda
pieza. No había dormido desde el día anterior y realmente le vendrían muy bien
un par de horas para cerrar los ojos antes de tratar de explicar las cosas que, sin
duda, encontrar imposible y molesto por turno. La cama era lo suficientemente
grande que ni siquiera sabría que estaba allí.
Jo estaba soñando. Sabía que era un sueño, porque estaba de vuelta en la fiesta de
Sam y Mortimer, pero el sueño era un poco diferente de lo que en realidad había
sido. El zumbido de los huéspedes, la conversación era muy fuerte pero al mismo
tiempo apagado, por lo que no podía entender lo que decían... y la luz era un
poco apagada, vacilante y casi llorosa. Jo estaba sola, caminando cerca del grupo
de hombres, cada uno se dio la vuelta y le dio la extraña mirada silenciosa con la
que todos la saludaron a ella y a Alex la noche anterior. Sus ojos se centraron
brevemente en la frente como si tuviera un pene creciendo allí y luego se alejaron
con indiferencia.
Aunque sabía que era una tontería, cada vez que uno de ellos se daba la vuelta lo
sentía como un rechazo, y se sintió aliviada cuando el sueño la llevó afuera. Pero
las cosas aquí también eran un poco apagadas. Los sonidos de las criaturas de la
noche y el viento en las hojas se magnificaron, y la caricia de la brisa fresca en su
piel era como el cepillar de las manos sobre su piel por lo que hormigueó y le
puso la carne de gallina por encima del cuerpo. Haciendo caso omiso, Jo siguió
dando la vuelta a la esquina de la casa, completamente sorprendida cuando chico
Mal Aliento, Ernie, llegó lanzándose fuera de la oscuridad hacia ella. Esta vez no
había miedo en ella por el ataque repentino, y no hubo dolor cuando se golpeó
en la pared. En el sueño, sus ojos estaban abiertos y vio de repente a Nicholas
aparecer y arrastrar al hombre lejos de ella.
Jo se apoyó contra la pared, mirando como los hombres luchaban en una lenta y
extraña danza violenta y luego se inclinó y recogió la misma piedra que había
cogido ayer por la noche y avanzó para golpear al hombre rubio en la cabeza.
Ernie giró la cabeza todo a la vez, los ojos brillantes de oro y los dientes,
mostrando largos y puntiagudos colmillos. Jo miró con confusión, ya que de
repente lo sintió más como una memoria que como un sueño. El sonido
magnificado y la sensación acuosa de repente ausente, dejó todo nítido y claro.
Pero luego el sonido volvió con fuerza y todo comenzó a flaquear de nuevo
cuando los dos hombres continuaron la lucha.
Jo, simplemente se quedó en el sueño, vio hasta que Ernie cayó al suelo y
Nicholas pasó por encima de él para llegar a ella.
-No puedo leerte-, le dijo claramente, agarrando los brazos, y luego bajó la
cabeza, cerró la boca sobre la suya como su cuerpo contra el suyo y su lengua se
deslizó probándola e invadiéndola.
Tan repentino como esto, el sueño cambió. Estaban en el garaje ahora, las luces
de neón duras quemaban sus ojos, y las barras de una celda se presionaban
contra su espalda cuando él dirigió sus manos sobre su cuerpo y sus labios se
atrajeron en el polvoriento trozo que había reclamado. Cerró los ojos otra vez,
corriendo una mano sobre su brazo y hombro, la otra en un puño del pelo en su
cabeza, cuando los dientes y la lengua raspaban sobre el pezón excitado.
-Sí,- respiraba Jo, y luego se quedó sin aliento de nuevo cuando una de sus
manos se deslizó entre sus piernas, presionando contra su núcleo a través de sus
pantalones vaqueros. Fue suficiente para hacer que deseara no estarlos usando,
poder sentir su tacto sin presencia inhibiéndolo, y de repente los pantalones se
habían ido, como se fue su camiseta. Las barras de la celda eran frías contra su
espalda, un fuerte contraste con la boca caliente y los dedos cuando la acarició
más íntimamente.
Jo gimió mientras sus dedos se deslizaban por su carne resbaladiza, pero cuando
deslizó un dedo dentro de ella, no pudo soportar más el asalto y tiró de su
cabello violentamente, lo que le obligó a liberar el pezón y levantar la cabeza. En
el momento en que sus labios estuvieron a su alcance, Jo le dio un beso,
succionando frenéticamente ante el empuje de su lengua en la boca, y luego
envío su propia lengua a reñir con la de él cuando a ciegas encontró la parte
delantera de sus pantalones. Jo encontró el bulto de su excitación y lo apretó
brevemente a través de la tela gruesa, y, a continuación comenzó a luchar con el
cinturón antes de recordar lo bien que su ropa había desaparecido cuando ella lo
deseaba.
Las palabras le hicieron reír de nuevo, pero murió en un suspiro mientras apretó
los dedos alrededor de él y los dejó deslizarse en su longitud. Un gruñido siguió,
y luego le tomó la mano y la levantó, presionándola contra los barrotes de su
cabeza mientras la besaba de nuevo. Cuando trató de alcanzarlo con la otra
mano, él la capturó y también la levantó, luego se volvió a sí mismo contra ella
mientras la besaba. Jo daba tan bien como recibía, sus propios besos eran
exigentes, había trabajado tan bien con la ropa que en silencio deseaba que se
empujara dentro de ella, pero el Nicholas de su sueño no era tan complaciente
como la ropa de su sueño. En lugar de levantarla por las caderas y empujarse a sí
mismo dentro de ella, rompió el beso para gruñir, -Todavía no-, y comenzó a
arrastrar la boca por su garganta hasta la clavícula.
Frustrada, Jo elevó las caderas, frotándose contra él, y luego quedó sin aliento
cuando su boca bajó a un seno para juguetear brevemente con su pezón de
nuevo. Aún sostenía sus manos, pero la jaló hacia abajo con él cuando se dejó
caer de rodillas ante ella, su boca arrastraba besos a través de su estómago. Jo
clavó las uñas en sus palma por el entusiasmo cuando sus labios se perdieron
más abajo mordisqueando una cadera.
Jo gritó y se agarró a las barras con la otra mano mientras que él liberó esto
también, necesitando mantenerse en posición vertical. Sus piernas de repente
habían perdido toda la fuerza, y no creía que pudiera haberse mantenido erguida
si él no hubiera elevado sus manos para sostener su parte inferior y mantenerla
en su lugar mientras conducía sus salvajes dientes y lengua.
-Por favor,- jadeó Jo con desesperación, liberando el asimiento que ella tenía en
las barras para agarrar su cabello de forma exigente. La presión se había
construido a un punto de ruptura, y ella le quería dentro de cuando esto pasara.
Quería sentirlo llenándola, sus cuerpos unidos, sus respiraciones mezcladas.
Para su alivio, Nicholas dejó su tormento y de repente levantó la vista. Sus ojos
plateados ferozmente brillantes sin ningún rastro del azul que eran en realidad y
luego subieron hacia arriba, recuperando su boca. Jo envolvió sus piernas
alrededor de sus caderas mientras la desplazaba y levantaba, golpeando su
espalda contra los barrotes, y luego abrió los ojos cuando un ruido sordo la
despertó.
Jo dejó salir su aliento en un suspiro, y luego miró hacia un lado para encontrar
que Charlie no estaba en la cama junto a ella como lo había estado cuando se
había quedado dormida, pero Nicholas sí. Estaba al otro lado de la cama, a un
buen par de metros de distancia, pero sus ojos plateados estaban abiertos y
parecían brillante en la habitación en penumbras cuando la miró... como lo
habían sido en el sueño, y entonces de repente salió de la cama y se dirigió hacia
la cuarto de baño.
Jo abrió los ojos con incredulidad en las palabras. -¿Cómo sabes lo que yo estaba
soñando…?-
-Jo,- Nicholas gruñó la palabra. -Tienes un segundo para liberar la puerta. De lo
contrario, no seré responsable de lo que pase.-
Cerró la boca y lo miró. Una parte de su mente realmente quería saber cómo
podía saber lo que había estado soñando. Otra parte mucho mayor de su mente,
por no hablar de su cuerpo estaba interesada en la imagen que había puesto en
su cabeza: Los dos desnudos en la cama terminando lo que había comenzado en
el sueño. Su cuerpo estaba todavía tarareando con entusiasmo por el interludio
interrumpido, los pezones seguían estando duros y dolían y el calor líquido que
se había agrupado bajo en su vientre no se había disipado.
Cuando la respuesta vino, la suya fue la más gratificante. Sus labios apenas lo
rozaron cuando la puerta estaba abierta y de repente Nicholas estaba tirando de
ella en sus brazos. Pasando la puerta abierta, presionó su cuerpo contra el de ella
hasta que cada pulgada de ellos se tocó cuando metió la lengua en su boca.
Ella tenía una vaga idea del sonido de tela desgarrada, y luego sus manos
estaban entre sus cuerpos y sobre sus desnudos senos. Nicholas gruñó desde el
fondo de su garganta, el sonido vibró su camino hasta su boca, añadiéndole
excitación.
Ella quería encontrar su erección como lo había hecho en el sueño, pero sus
brazos estaban sobre él, bloqueados por los hombros y brazos, por lo que Jo tuvo
que contentarse arqueando las caderas para frotarse con entusiasmo contra él.
Nicholas respondió de inmediato liberando sus pechos y empujándola lo
suficientemente para alcanzar el botón de su pantalones vaqueros. Liberó a Jo
para alcanzar al suyo, y se las arregló para soltar el cinturón y deshacer el botón
superior, pero había bajado la cremallera sólo hasta la mitad cuando Nicholas de
repente se arrodilló para jalar los vaqueros de su cuerpo.
Jo salió de los pantalones cuando llegó a los tobillos, y luego los tiró a un lado y
recorrió con las manos, las piernas que había descubierto. Nicholas apoyó la boca
presionando un beso justo por encima de la rodilla y luego en la cara interna del
muslo, y entonces, de repente, levantó la pierna como lo había hecho en el sueño
y apretó la boca en el centro de ella. Todo el cuerpo de Jo se estremeció cuando la
lengua repentinamente raspó sobre la carne hinchada, excitada, y se agarró de la
manija de la puerta de la estancia en posición vertical, aliviada al no continuar
con el tormento, pero de pronto se levantó para reclamar sus labios de nuevo.
Nicholas le dio un beso con hambre, con las manos trabajando en la liberación de
sí mismo de sus pantalones vaqueros, y luego murmuró en tono de disculpa, -No
puedo esperar.-
-Yo tampoco-, respiró, y luego quedó sin aliento cuando, la alzó en sus brazos y
la llevó a la cama. Jo quedó sin aliento de nuevo cuando la dejó en el colchón. Se
recuperó y luego se sentó y se miró a sí misma. En su impaciencia, Nicholas
había arrancado su camiseta en la parte delantera. Ella se encogió de hombros
con rapidez, terminando a tiempo para ver Nicholas tirar de su propia camiseta
sobre su cabeza, los músculos ondulaban en el pecho cuando lo hizo. Se deshizo
de ella, lanzándola a través del cuarto donde aterrizó en la lámpara de escritorio,
e inmediatamente después salió de sus zapatos y empujó sus pantalones
vaqueros fuera de sus caderas. Sus acciones fueron rápidas y eficaces y Jo no
tuvo mucha oportunidad de disfrutar de la vista. En el momento en que él se
había desnudado a sí mismo, Nicholas se abalanzó sobre ella.
Jo volvió a caer con un gruñido de sorpresa y luego deslizó sus brazos alrededor
de él cuando tomó sus labios una vez más. No se empujó dentro de ella de
inmediato como había esperado, pero en vez de eso, lo alcanzó entre ellos para
comenzar acariciarlo de nuevo. Jo vaciló brevemente, insegura si su propia
pasión hubiera menguado cuando él se había desnudado, o si él pensaba que la
suya lo había hecho, pero cuando sintió su dura longitud contra su cadera,
decidió que él pensaba que necesitaba avivar más el fuego. Ella no lo necesitaba.
El sueño había tenido todas las caricias que su cuerpo podía soportar, y todo lo
que quería ahora era sentir su miembro duro en su interior.
Sin romper el beso, Jo lo empujó en el pecho. Se las arregló para atraparlo por
sorpresa y le envió a caer sobre ella en la cama. Jo rodó con él, su boca todavía
pegada a él, y las caderas a horcajadas sobre las de él. Se incorporó y descendió
de nuevo, introduciéndolo en ella en una acción rápida. Se congeló entonces,
gimiendo junto con él mientras la llenaba. Nicholas le quedaba como un guante,
acogedor y perfecto, y rompió el beso para mirar su rostro.
Abrió los ojos, y vio que la plata fundida era pura ahora.
Eran hermosos, y como nada que hubiera visto antes. Jo simplemente se sentó
allí, clavada en él y mirándolo hasta que levantó una mano para acariciar su
mejilla y luego de vuelta hasta la parte posterior de su cabeza para tirar de la cola
de su pelo. Nicholas enterró sus dedos en las hebras largas y los sacó al bajar
para reclamar sus labios una vez más. Cuando su boca cubrió la de ella, se sentó,
su pecho rozando sus senos, y Luego metió las manos debajo de su trasero
instándola a levantarse y luego de regreso abajo.
Jo gemía con la sensación que se disparó a través de ella, y luego se hizo cargo
del movimiento por sí misma. Ola tras ola de placer en aumento rodando en su
cerebro y la instó a continuar, Nicholas empujó sus caderas para cubrir sus
pechos en su lugar, apretando los orbes redondos y jugando con sus pezones.
Jo rompió su beso con un grito ahogado cuando él los pellizco, su cabeza caía
hacia atrás, el cabello le cayó hacia atrás y le hicieron cosquillas en la espalda
cuando Nicholas la mordió en el fondo de la garganta. Sintió un pellizco de dolor
cuando sus dientes rasparon la piel expuesta, pero fue seguido por el placer
insoportable que se unió a las sensaciones que ya la agredían y le hizo gritar
cuando el tsunami de todos los orgasmos explotó dentro de ella. Jo era
vagamente consciente de Nicholas tirando de su cabeza y gritando un latido del
corazón más tarde, pero luego cayó la noche y ella se desplomó contra él.
La primera cosa que Jo vio cuando abrió los ojos fue el brillo del reloj digital de
alarma en el cuarto oscuro. Eran las siete treinta y dos. Estaba tumbada en la
cama, el cuerpo caliente de Nicholas a su espalda, el peso de su brazo doblado a
su alrededor y escondido debajo a su lado. Jo se quedó quieta por un momento,
no deseaba despertar a Nicholas, pero su vejiga se quejaba y finalmente tuvo que
moverse. Iba despacio y con cuidado, trataba de liberarse por debajo del brazo de
Nicholas sin despertarlo, pero apenas había comenzado cuando de repente
apretó el brazo alrededor de ella, atrayendo su espalda contra su pecho.
Ella tomó aliento, y movió su trasero contra él cuando el deseo se movió dentro
de ella.
-Mmm-, murmuró Nicholas, instando a sus propias caderas más contra ella para
que sintiera su erección, incluso a medida que crecía entre los dos. Luego dejó su
pecho y alcanzó su rostro, capturándola por la mandíbula para girarle la cabeza
para que pudiera inclinarse sobre ella y reclamar sus labios.
-Sabes bien,- murmuró Nicholas contra su boca, su mano liberó su rostro para ir
a la deriva por su cuerpo.
Nicholas volvió a caer en la cama con un gemido y luego se sentó para verla
corretear desnuda por la habitación hasta la puerta del baño y gruñó: -no te
demores.-
Suspirando, Nicholas se dejó caer en la cama de nuevo, una sonrisa curvando sus
labios. Jo era... Bueno, era un pedacito de cielo, es lo que era; hermosa en sus ojos
y elegante y fresca... La mujer perfecta para él.
Era una maldita lástima que no pudiera mantenerla, Nicholas pensó con
amargura, y cerró los ojos cuando los blandos, cálidos sentimientos de hacer el
amor se apartaron para permitir que la realidad interviniera.
Nunca debería haberla tocado. Fue culpa del sueño, por supuesto. Allí estaba
uno de varios signos de que se había reunido con una compañera de vida; no ser
capaz de leerla o de controlarla, era sólo uno de esos signos. Otra señal de un
compañero de vida era compartir sueños, por lo general los eróticos, y Nicholas
sabía que no había estado solo en el sueño que había tenido de su interludio en
las celdas de la casa del ejecutor. Se había despertado con una rabiosa necesidad
y había tratado de salvar a ambos del dolor de corazón por eso había huido hacia
el cuarto de baño para darse una ducha fría, pero Jo no le había dejado. Nicholas
no la culpó. No tenía idea de lo que estaba pasando aquí y no tenía ninguna
duda como había despertado por el sueño con él, pero ceder a ella había sido un
grave error.
Eso sólo haría más difícil renunciar a ella cuando llegara el momento, e iba a ser
muy pronto. No podía mantenerla con él. De hecho, su plan para hacer el amor
otra vez era increíblemente estúpido ahora que estaba pensando. Simplemente
sería hacer las cosas aún más difíciles.
Rodando por la cama, Nicholas se puso de pie, los ojos aterrizaron en el pastor
alemán dormido en el sillón amortiguado por el escritorio.
Se había olvidado de todo sobre el perro y sospechaba que no iba a dormir en los
muebles, pero recordó que Charlie había estado durmiendo en la cama con Jo,
cuando había entrado y no lo molestó. En su lugar, se movió por la sala
recogiendo su ropa y luego la puso en la cama y se sentó a esperar cuando oyó la
ducha, dentro del baño.
Había estado a punto de salir del cuarto de baño después de terminar sus
asuntos, pero cuando vio la maraña que era su pelo en el espejo del baño, se
volvió para encender la ducha. Se lavó el pelo, de forma rápida enjabonó y
enjuagó su cuerpo, cerró los grifos, y casi se mató en su prisa por salir de la
bañera, tropezando con el borde, sólo salvándose al agarrarse del toallero.
Haciéndose muecas a sí misma por lo que hizo, Jo se irguió, tomando una toalla.
Estuvo secándose rápidamente el cuerpo en el más superficial de los trabajos, y
luego se envolvió la toalla alrededor de sí misma al estilo de una toga y se dirigió
hacia el dormitorio con toda la intención de saltar sobre Nicholas y tenerlo de
nuevo a su manera.
Jo se volvió hacia la puerta del baño justo a tiempo para verlo cerrar. Una sonrisa
curvó sus labios y dio un paso, pensando en lo divertido que sería reunirse con
él, sólo para parar cuando oyó el cerrojo al ponerse. Levantó sus cejas
ligeramente ante el sonido, pero luego miró a su alrededor hacia el susurro que
venía desde la esquina de la habitación. Se volvió para ver a Charlie bostezando
cuando se sentó en la silla, al parecer, había dormido en ella. La vista de
inmediato le hizo fruncir el ceño.
— Lo sabes bien, — murmuró Jo, pero no podía estar tan enfadada. Lo había
dejado estar en los muebles todo el día. Además, no hubiera querido dormir en la
alfombra tampoco. Sin embargo, la leve amonestación fue suficiente, Charlie
saltó de la silla y vino a sentarse en cuclillas frente a Jo. En sus ojos aparecía una
casi disculpa cuando la miró.
Jo sonrió con ironía y se agachó para acariciarlo, preguntándose qué había estado
haciendo mientras ella y Nicholas habían estado "ocupados". Se había olvidado
del pobre, y tonta como parecía, estaba esperando que durmiera. Simplemente,
parecía espeluznante pensar en él sentado observando durante esos momentos
de pasión.
Arrugando la nariz, la dejó en una silla y debatió qué hacer cuando vio la
camiseta de Nicholas encima de la cama. Como recordó, había sido arrojada a la
lámpara del escritorio anterior. Debió haberla recogido para entrar al cuarto de
baño y se la dejó en su prisa.
Jo se movió a la mesa para recoger la bolsa de KFC tirada allí. Su mirada se cruzó
con el cubo, que notó con una pequeña y divertida sonrisa, estaba vacío. Nicholas
había tenido aparentemente hambre. Volvió a por la comida cuando ella estaba
durmiendo. Vio un pedazo de papel lamido y limpio sobre la alfombra, y supuso
que Charlie no lo hizo. Jo sacudió la cabeza, agarró la bolsa, un tenedor de
plástico, servilletas, y una de las fichas clave del paquete de la mesa y se acercó a
la puerta donde Charlie esperaba, gimiendo casi sin parar ahora. Parecía que en
realidad tenía que salir, y Jo supuso que sólo se alegraba de que no hubiera
tenido un accidente en la habitación mientras dormían.
Se las arreglaron para escapar del edificio sin encontrar a nadie, pero le llevó un
poco de tiempo a Jo encontrar un parque. Una vez lo hizo, esperó pacientemente
a Charlie, que había estado gimiendo con la necesidad de forma completa, pasó
un buen par de minutos olfateando cada árbol antes de levantar la pierna. A
continuación, tuvo que encontrar otro lugar digno de hacer su negocio más sucio.
Jo limpió detrás de él, utilizando la bolsa de KFC, y luego se deshizo de sus
ofrendas en la basura antes de que lo llevara de la forma en la que había venido.
Estaban pasando una pizzería a medio camino cuando la puerta se abrió y una
ráfaga que venía de la cocina a pepperoni y salsa de tomate golpeó su nariz y su
estómago comenzó a gruñir. Deteniéndose, Jo se asomó por la ventana, su boca
se hizo agua mientras observaba adentro a un trabajador sacando una pizza
recién horneada del horno.
Justo estaba decidiendo si entrar y comprar una para llevarla al hotel, cuando de
repente Charlie emitió un extraño gruñido de la misma forma que lo hizo en el
apartamento cuando el Chico del mal aliento había estado fuera de la puerta.
Al mirar hacia abajo, vio que estaba rígido e inmóvil, las orejas hacia atrás y
mostrando los dientes gruñendo a algo a su derecha. Jo se asomó en esa
dirección, pero no podía ver lo que tenía en el borde. Sin embargo, era lo
suficiente como para recordarle que el Chico del mal aliento, o Ernie, como
Nicholas le había llamado, estaba todavía en alguna parte, posiblemente en su
busca, y Bricker y Anders también. Ahora no había tiempo para estar vagando
por las calles innecesariamente. Necesitaba averiguar por qué ese tipo Ernie
estaba detrás de ella… y por qué Bricker y Anders iban tras Nicholas. Cuando lo
sacó de la celda había pensado que todo era un gran juego, pero el incidente en
su apartamento la había convencido de que era grave.
Charlie lanzó otro gruñido, y Jo lanzó otra mirada alrededor, pero aún no vio
nada. De pronto, nerviosa, se apartó de la pizzería, ansiosa por volver al hotel.
Había pedido una pizza cuando volvió a la habitación, Jo se aseguró que había
seguido su camino, golpeando su pierna como de costumbre, para que Charlie
viniera. Como era normal, el pastor alemán no se había ido de su lado desde que
salió de la habitación.
No fue más que acercarse al hotel, cuando Jo pasó a una linda rubia que le
recordó un poco a Gina. La preocupación por su vecina pasó a la vanguardia de
su mente. Sospechaba que Gina había corrido hasta la casa de J.J. o algo por el
estilo, tal como le había indicado, se sentiría mejor si estuviera segura.
Frunciendo aún más el ceño, Jo llevó a Charlie por la misma puerta de salida de
incendios que habían utilizado anteriormente. Se dio un codazo a un lado en la
piedra que había allí para evitar que la puerta se cerrara y condujo a Charlie al
interior. El pastor alemán subió de inmediato la escaleras, pero Jo lo siguió más
despacio, haciendo una mueca a la subida ante ella.
La ducha seguía sonando en el baño, pero no creía haberse ido más de diez
minutos, posiblemente, quince. Estaba pasando la puerta cuando el agua de
repente se quedó en silencio, sólo para volver a empezar al latido siguiente.
Alzando las cejas, Jo se detuvo junto a la puerta y gritó, — ¿Nicholas? ¿Está todo
bien ahí?
— ¿Jo? — Preguntó Gina, y dijo, — Sí, seguro que lo estoy. ¿Por qué no? ¿Cómo
estuvo la fiesta?
Gina hizo una breve pausa y luego añadió, — Sí y llevaba a un tipo alto y negro
muy caliente con él.
— Sí, Justin Bricker, ese es, — dijo Gina. — Eso es chica. Él quiere que le llame,
si vienes a casa, ¿Vendrás pronto a casa, Kay? Porque está caliente y quiero la
excusa para llamarlo.
— Sí, — murmuró Jo. — Me alegro de que estés bien, Gina. Me tengo que ir
ahora.
Colgó antes de que Gina pudiera pedirle algo más, y luego simplemente se sentó
allí. Gina no parecía recordar nada sobre el incidente de la tarde. Jo recordó la
mirada en blanco que había estado en la cara de la otra mujer cuando había
abierto la puerta y mirado por primera vez el pasillo junto al Chico del mal
aliento sosteniendo su brazo.
El recuerdo le hizo fruncir el ceño. Era el mismo aspecto que había tenido el
rostro de la recepcionista de antes, cuando había comprobado el Registro. Como
si no hubiera nadie en casa y estuvieran siendo controladas, pensó.
Había una tienda pequeña en la planta principal del hotel, cajeros con señales de
ATM en la ventana, Jo entró, hizo un retiro, y luego compró un par de gaseosas
antes de volver arriba.
La ducha por fin se había cerrado en el baño cuando volvió a entrar. Jo pasó la
puerta, dejó las gaseosas y cogió el cubo de hielo cuando se abrió la puerta del
baño y Nicholas salió.
— ¿Adónde vas?
— Es posible que desees cubrir ese magnífico pecho antes de salir, estúpido. No
quieres que las criadas se desmayen por la emoción y el gusto de verte.
Nicholas se miró, sonriendo irónicamente, cuando vio que tenía un punto ya que
estaba sólo en sus pantalones vaqueros. La miró, levantando las cejas cuando se
dio cuenta de que de hecho ella llevaba su camisa.
Nicholas se detuvo cuando llegó hasta ella, y por un momento Jo pensó que iba a
besarla. Pero después de dudar un momento, su mirada en los labios, volvió su
rostro y continuó hacia la puerta, diciendo, — Hay un cepillo en mi bolsa si lo
deseas.
¡Dios mío!, se había llevado a Charlie a dar un paseo al parque con ese aspecto,
pensó Jo con consternación tomando una toalla y rápidamente comenzó a
limpiar el espejo. Era probable que no hubiera sido tan malo como ahora después
de la ducha, sin embargo, se tranquilizó. Por desgracia, Jo había heredado de su
madre, su cabello naturalmente rizado, si lo dejaba suelto tendía a imitar la masa
salvaje de Ronald McDonald's. Por eso solía recoger su cabello en una cola de
caballo.
Guau, era una Femme Fatale. No era extraño que Nicholas no la besara antes de
salir, tendría suerte si alguna vez intentaba besarla de nuevo después de verla
así.
Murmurando entre dientes, Jo salió del cuarto de baño hacia la bolsa de lona
para encontrar el cepillo mencionado. A continuación, buscó en la cama hasta
que encontró el coletero con el que había recogido su pelo anteriormente y
regresó al cuarto de baño para recoger su pelo. Tuvo una pequeña lucha. Su
cabello enmarañado como ningún otro. En verdad, era una de las pocas cosas
que odiaba de sí misma. Se consideraba lo suficientemente inteligente, tenía una
bonita figura, y era bastante guapa aunque su boca era un poco ancha y su nariz
un poco de punta hacia arriba. Pero su pelo era una miseria para ella.
Jo no oyó bien la pregunta, sus brazos levantados, apartando con sus manos el
pelo de la cara y los ojos fijos en su ahora revelado cuello. Frunciendo el ceño,
miró las marcas durante un momento, y después de terminar de ponerse el
coletero se inclinó hacia delante y arqueó el cuello para ver más de cerca las dos
pequeñas punciones. Eso eran marcas de pinchazos. Curioso, pensó Jo. No tenía
ni idea de dónde habían salido. Debió haber sentido algo así. Sam tuvo dos
picaduras de mosca negra en el norte, que se habían visto algo similares, pero no
había moscas negras en el centro de Toronto.
— ¿Jo? ¿De dónde sacaste las gaseosas? — Nicholas apareció de repente detrás
de ella, con una lata de soda en la mano. — ¿No dejaste la habitación, no?
La cuestión murió cuando vio lo que estaba haciendo. Su mirada se deslizó sobre
las heridas punzantes, y luego se volvió y salió de la vista. Jo se quedó en el lugar
donde había estado durante un momento, y luego miró una vez más las marcas
de punción, miró de nuevo a la puerta vacía, y luego se volvió y lo siguió fuera
de la habitación.
Nicholas estaba de pie junto a la mesa vertiendo la gaseosa sobre el hielo en dos
vasos.
— Ven, siéntate, — dijo sin volverse. — Supongo que es cuando llegamos a las
explicaciones que querías.
Jo vaciló. Algo acerca de la forma en que dijo la hizo sospechar que estaba a
punto de aprender algo que no quería, pero cuando le deslizó un vaso en la parte
delantera del asiento al otro lado de donde él estaba y luego se instaló en la silla
de enfrente, Jo renunció a su posición y cruzó la habitación para instalarse en la
silla. Lo miró con recelo, a continuación, cogió su copa y dijo, — Estoy
escuchando. ¿Qué diablos está pasando?
— Muy bien, — dijo Nicholas con tono conciliador, levantó las manos, las palmas
abiertas en la tradicional manera para tranquilizar. — Está bien. No te tocaré.
Cálmate. Estás a salvo. Soy un vampiro bueno, — añadió, y luego hizo una
mueca, como si no pudiera creer que hubiera pronunciado esas palabras.
Suspirando, Nicholas intentó una táctica diferente, diciendo, — Te he protegido,
¿recuerdas? ¿De Ernie? ¿Dos veces?
Jo desaceleró hasta detenerse al darse cuenta de que no podía dejar al perro atrás,
y después, lentamente, consideró las palabras de Nicholas.
Le había salvado dos veces, reconoció, lo miraba con recelo, y si hubiera querido
hacerle daño... Miró su mano y la puso en el cuello, recorriendo suavemente las
heridas punzantes allí. No dolía, y mientras tenía un vago recuerdo de sentir un
pellizco leve mientras se... bien, antes en la cama, no le había hecho daño,
tampoco. Sin embargo... —¿Me mordiste?
Nicholas hizo una mueca. — Lo siento. No quería. Estaba demasiado excitado y...
— Se encogió de hombros con tristeza. — Lo siento, Jo.
Se relajó un poco, y luego movió la cabeza y dijo con incredulidad, — ¿Un
vampiro bueno?
Jo apoyó las manos en las caderas. — Correcto. Claro. Me dices que eres un
vampiro, me muestras tus colmillos para probarlo, y ¿luego me dices que no eres
un vampiro? Vi los colmillos y el mordisco, Nicholas. Quiero decir, ¡Oh,
espera…!— Jo se interrumpió de repente. — Corrías bajo el sol hoy cuando me
sacaste del apartamento. Los vampiros no pueden salir a la luz del sol. — Jo
frunció el ceño. — ¿Cuál es la trampa aquí? ¿Son falsos esos dientes? Me
mordiste con algún tipo extraño de dentadura postiza, ¿un truco gótico?
Jo sintió que se relajaba un poco. Se olvidaba que la primera vez que se habían
encontrado él la había salvado del Chico del mal aliento-Ernie. Hoy se habían
encontrado de la misma manera. ¿Por qué Nicholas la salvaría, sólo para herirla
de nuevo?
— Bien, — dijo Jo, por fin, e hizo un gesto a la mesa. — Siéntate y yo me uniré a
ti.
Nicholas miraba de ella a la puerta, y luego a la mesa, sin duda, preocupado de
que huyera de la habitación cuando se diera la vuelta para reclamar su silla. Sin
embargo, él asintió solemnemente y así lo hizo.
Capítulo Diez
Jo esperó hasta que Nicholas fuera a toda prisa hacia su silla y observó su
manera de traspasar la puerta y como poco a poco cruzó la habitación para
sentarse. Ella le miró en silencio y luego simplemente alzó las cejas con
interrogación.
Nicholas frunció el ceño y levantó su vaso para darle un trago. Con expresión
reflexiva, tragó, posó el vaso y dijo, —Mira me he explicado mal, he empezado
por el culo del caballo no por la cabeza. —Jo simplemente arqueó una ceja. —
Nuestro vampirismo tiene una base científica. —Jo levantó la otra ceja. —Uno
de mis ancestros era científico, —comenzó, —estaba experimentando con nanos
y bioingeniería, tratando de encontrar una forma de reparar lesiones y curar
enfermedades desde el interior del cuerpo sin necesidad de cirugía. Esos nanos
serían inyectados en la persona para que hicieran su trabajo... Algo así como...
¿Has visto esa película en donde se escoge a un grupo de personas y les
inyectan una enfermedad en un buque?
—No, murió, —dijo Nicholas con una mueca. —Quiero decir que sí, murió
antes de perfeccionar el trabajo. Otros lo reanudaron donde él lo dejó,
finalmente tuvieron éxito... más o menos. No fue tan exitoso como habían
esperado. —Él hizo una pausa para tomar otro trago antes de agregar, —O tal
vez tuvieron más éxito de lo que se esperaban.
—Sí y no, —dijo. —El resultado final funcionó, pero... Estos bio-nanos
destruyen las enfermedades del cuerpo y reparan las lesiones, pero una vez
hecho se suponía que se desintegrarían y el cuerpo los expulsaría... sólo que no
paso así.
—Exacto.
Jo lo consideró y sacudió la cabeza. —No veo que sea un problema. Creo que
sería bueno tener algo así en el sistema humano que luchara contra las
enfermedades y curara las heridas.
Jo entornó los ojos mientras le preguntaba, —¿Estás diciendo que la gente con
estos nanos no envejece?
Nicholas asintió. —El que tenía veinticinco o treinta años cuando obtuvo los
nanos seguirá aparentando esa edad aunque pase el tiempo.
Nicholas hizo una mueca. —Los nanos usan sangre para realizar sus funciones,
así como para regenerarse a sí mismos.
—Eso es interesante,— dijo Jo, con los ojos cada vez más abiertos. —Nuestros
cuerpos crean sangre.
—Pero no lo suficiente para alimentar a los nanos, —dijo en voz baja. —Ellos
usan más sangre del que un cuerpo pueda crear por su cuenta.
—Sí.
—Tus antepasados ¿De donde eran? ¿Venus? ¿Saturno? ¿Marte, tal vez?
—¿La Atlántida?—Preguntó Jo con los ojos muy abiertos. Había oído hablar del
lugar, por supuesto. Había oído hablar de la Atlántida y de sus mitos. Incluso
de que se dudaba si había existido el lugar alguna vez.
—No. — Espetó Nicholas con disgusto. —¡Por Dios, mujer, me has visto
desnudo!
—No es que me fijara mucho en tus pies, — dijo Jo secamente y entonces sus
ojos se abrieron más cuando el hombre se sonrojó.
Jo arqueó las cejas y se tocó la herida de su garganta, hizo una mueca y agregó,
—Hay excepciones a la regla. Está permitido en casos de emergencia en que no
hay bolsas de sangre a nuestro alcance... o entre amantes.
—Guau, —dijo Jo, sin saber cómo se sentía al respecto. Se suponía que eran
buenas noticias de alguna manera. No tendría que preocuparse por Sam porque
enfermara o muriera... pero... un vampiro...
—De hecho, no se ha decidido todavía, por los rumores que hay en la calle, se
negó, por ahora, porque eso significaría dejar de veros a ti y a tu otra hermana
durante diez años.
—Pero no solo a vosotras sino debe separarse de todo el mundo que la conoce.
Es para evitar que alguien se den cuenta de que no envejece, —explicó.— No
habríamos sobrevivido tanto tiempo si no hubiéramos mantenido nuestra
existencia en secreto.
—Ese es el tema, —reconoció Nicholas. —Aunque hasta los últimos siglos, era
más una preocupación por ser perseguidos y asesinados.
Jo hizo una mueca, pero dijo, —Has dicho que Sam es su compañera de vida.
Bricker, lo ha dicho una o dos veces también. Sólo pensé que era un término
extraño para una novia de California, pero...
—Una compañera de vida es mucho más que una novia o una esposa,— dijo
Nicholas interrumpiéndola. —Ella o él, es poco frecuente y maravilloso. Son la
única persona en todo el mundo con la que un inmortal puede relajarse y ser él
o ella misma.
—Ah... bueno...— Nicholas frunció el ceño, miró hacia atrás y dijo, —Para
explicártelo tengo que contarte algunas cosas.
—Adelante.
Él asintió con la cabeza, a continuación tomó aire y comenzó, —Los nanos nos
dan algo más que colmillos.
—¿Por qué la visión nocturna? —Preguntó ella. —Dijiste que podíais salir a la
luz del día.
—Podemos, pero es algo que tratamos de evitar, —dijo y explicó, —Por el daño
solar necesitamos más sangre ya que los nanos la necesitan para reparar y si
necesitamos más sangre necesitamos morder a más personas. En aquel entonces
nos alimentábamos de otras personas.
Jo entrecerró los ojos. Ella se había dado cuenta de que estaba evitando mirarla
de frente cuando contestó pero no había disipado sus dudas solo le había
contado que había mordido gente en el pasado. Ella lo dejó pasar por ahora y
dijo, —¿Qué más puedes hacer?
—El chico de la recepción del hotel nos dijo que no se admitían perros en el
hotel te quedaste mirándolo y cambió de opinión. — Le recordó secamente y
Nicholas hizo una mueca.
—Oh, sí. —Suspiró. —Bueno, los nanos también nos hacen capaces de leer la
mente y controlar a la gente. Es más fácil cazar de esa manera, lo hacemos para
que no sientan el dolor de la mordedura. Podemos darles placer en vez de
dolor. También podemos saber si están sanos.
Jo guardó silencio durante un minuto y luego dijo, —¿Así que no ser capaz de
leer o de controlar a alguien les hace un compañero de vida?
Él asintió con la cabeza. —Es la forma en que los reconoces. Eso y despertar el
apetito a avanzada edad.
—La comida.
Jo levantó las cejas. Había noches en que estaba tratando de averiguar qué hacer
para cenar para ella y le parecía una gran molestia. Sospechaba que después de
cien años, serían alrededor de treinta y seis mil quinientas cenas y muchos
almuerzos y desayunos. ¿Por qué molestarse?
— Pero... — Su mirada se deslizó hacia el cubo de pollo vacío entre ellos. Si
Nicholas había nacido realmente en 1449 había pasado mucho tiempo los ciento
cincuenta años, sin embargo, estaba comiendo. Jo no creía ni por un minuto que
Charlie se hubiera comido todo el pollo antes de acostarse.
—Oh, bueno, puedes controlar y hacer que te hagan lo que quieras,— se dio
cuenta y frunció el ceño, se preguntó si lo había hecho con ella. ¿Su pasión había
sido real? Sin duda parecía real. Había sufrido por él con todas las partes de su
cuerpo.
Se relajó al saber que no la había controlado y le creyó cuando lo dijo. Podría ser
tonta, apenas lo conocía, pero cuando se trataba de fe a fin de cuentas, Nicholas
tenía la confianza de Jo desde el principio. Así como Charlie.
—Así que el sexo puede ser aburrido,— Comentó Jo, resultándole difícil de
entender.
—Me temo que sí,— dijo Nicholas serio. —La mejor manera de explicarlo es
que se convierte en una función, repetitiva y aburrida. No hay ningún
sentimiento real hacia la otra persona cuando sabes que puedes leerla y
controlarla y una vez que has sembrado tus semillas, por así decirlo, no es sólo
lo más interesante. —El frunció el ceño y luego miró hacia abajo y murmuró, —
Hasta que encuentras a tu compañera de vida.
Jo tragó saliva. El hombre había levantado la mirada hacia ella a la mitad de sus
palabras y vio los ojos llameantes en plata que había notado anteriormente. Se
suponía que debía tener algo que ver con los nanos y lo de la visión nocturna,
pero no se lo preguntó. La cara de hambre en sus ojos la hacía retorcerse en su
asiento y se le puso la piel de gallina. Jo estaba muy segura de que sus pezones
estarían erectos demasiado pronto, como un perro salivando a la vista de los
alimentos, el cuerpo estaba respondiendo en busca sólo del suyo.
—Oh, no lo sé,—dijo Jo arrastrando las palabras. —Tal vez por el hecho de que
dijeras: no puedo leerte. Anoche lo dijiste en tono de pregunta después de
intentar enviarme de vuelta a casa.
—Sí, pero...
—Y, según tú, estas son señales de un compañero de vida. ¿Sí?
—Sí, pero...
—Sí, pero...
—Y sin embargo, no quieres que yo... yo, sea tu compañera de vida, —dijo con
fingido buen humor. —Curioso, ¿no?
Maldita sea, Jo se dio cuenta con consternación, que con apenas un par de
palabras había conseguido ponerla caliente otra vez. Con un suspiro, dijo, —
¿Cuál es el problema? Me quieres, yo quiero que... —Jo hizo una pausa, frunció
el ceño y luego dijo, —Por supuesto, no estoy hablando de matrimonio ni nada
de eso. Tenemos que llegar a conocernos mejor y estoy muy ocupada. Pero no
me opondría a que ocasionalmente cenáramos y luego tuviéramos sexo muy
caliente.
—Jo, —dijo Nicholas, se inclinó sobre la mesa. Puso su mano en la suya y sintió
un escalofrío de emoción hasta el brazo y luego se extendió a través de su
cuerpo cuando sus dedos se cerraron sobre los suyos. Vaya, lo tenía difícil,
reconoció Jo y tomó nota de la forma rígida en que Nicholas cerró los ojos y
sospechó que estaba teniendo una reacción similar. Ambos lo tenían muy mal y
realmente habían hablado demasiado, debían trasladar la discusión a la cama y hablar
con sus cuerpos, pensó débilmente, recorriendo suavemente el pulgar sobre el
dorso de la mano. Nicholas la soltó y se sentó.
Jo sospechaba que era una forma de expresarse. Como una ilusión, cuando lo
miró de nuevo a los ojos azul cielo, estaba sereno. Cuando brillaban en plata
significaba que estaba caliente y cachondo. Que estaba muy bien con ella, se
sentía también caliente y mojada.
Cuando Nicholas la miró parecía triste, muy triste, sólo movió la cabeza, Jo
analizó sus ojos. Se suponía que era un vampiro torturado, no lo entendía, pero
no estaba de humor para eso, su cuerpo estaba todavía hormigueando con sólo
el toque de su mano, por no hablar de los recuerdos de lo que habían hecho
anteriormente.
—¿Sra. Smith? Llamo desde la recepción. Hay una entrega de pizza para usted.
—Oh... um... sí — Gimió Jo cuando Nicholas llevó su mano entre las piernas.
—Lo siento, señora. No se permite a nadie que no sea huésped pasar del
vestíbulo por la noche.
—¿Qué?— Preguntó Jo sin comprender, agarrando la mano de Nicholas cuando
comenzó a deshacerse de los vaqueros. Se detuvo y se levantó de la cama para
quitarse su camiseta.
Jo pensaba que tenía líquido caliente en el vientre, cuando vio la mirada caliente
en sus ojos, pero negó con la cabeza. —Cuando regrese.
Los ojos de Jo vagaban con picardía por su cuerpo. El hombre era magnífico
desnudo y olía bien, lo suficiente para comérselo. Brevemente estudió la
posibilidad de abandonarse y hacer exactamente eso o por lo menos lamer y
mordisquear un poco, pero luego su estómago rugió, recordándole que la
comida esperaba abajo y que tenía hambre.
—Debido a que te comiste todo el pollo que tan amablemente habías comprado,
presumiblemente para nosotros dos, — señaló Jo secamente.
—Oh, bien,— murmuró Nicholas con disgusto y miró de nuevo culpable hacia
el cubo vacío en la mesa, pero luego frunció el ceño y se volvió. —¿Por qué no
vienen a entregarla aquí?
—Por seguridad. No dejan que nadie que no sea huésped pase del vestíbulo.
Ella dijo que han tenido habitaciones allanadas y robadas mientras los clientes
estaban fuera, pero sospecho que es para disuadir a los clientes de traer
prostitutas. Tengo una amiga que trabaja en uno de estos hoteles del centro y
me dijo que tienen un problema terrible con las prostitutas haciendo
proposiciones a los huéspedes en el hotel. Supongo que la seguridad de aquí
tiene la esperanza de que sea menos probable que un hombre baje a recoger a
una prostituta a la recepción del hotel.
—Smith, —dijo con paciencia. —Es el nombre con que nos registramos... y
pagué en efectivo.
—Yo sí. —Jo sacó su billetera de su bolsillo trasero y la agitó ante él. —Cuando
no llevo bolso. Mi billetera está siempre en mi bolsillo trasero. Viene muy bien
en las ocasiones en las que estás escapando y con hambre, ¿eh?— Sonrió Jo,
luego se inclinó y le besó en la mejilla, con una mano metió la cartera en su
bolsillo, con la otra tocó, brevemente, su firme erección.
—Mmm, todavía excitado y duro. Bueno la pizza fría esta buena. Podemos
seguir donde nos quedamos cuando vuelva.
Nicholas gruñó y trató de sacarla de sus brazos, rápidamente se separó y salió
por la puerta. —Cuando yo vuelva.
Una vez allí, Jo cambió la pizza de mano para ponerla como una bandeja y con
la otra abrió la puerta de vidrio. Aguantó el pack con una rodilla para poder
coger un par de las latas cuando alguien dijo: -Aquí Jo pagó en efectivo. –
-No.- Esta vez era la voz de Anders. -Pero probablemente permanezcan en este
hotel. -
-Y el cajero puede recordarla- sugirió Decker. -Él puede que nos diga si le dijo si
se quedan aquí o qué.-
-Hmm.-
Jo volvió la cabeza para mirar con cautela hacia la parte delantera de la tienda
de dónde venían las voces, pero las filas de estantes estaban en medio y no
podía ver la parte delantera de la tienda. Eso significaba que no podrían verla, bien,
decidió Jo cuando quitó la mano de las latas de la nevera y suavemente cerró la
puerta.
-Estamos buscando a una mujer que estaba aquí hace una hora. Usó el cajero
automático y puede haber comprado algo. Mide unos cinco pies y cuatro
pulgadas de alto, guapa, con cabello castaño oscuro lleva una cola de caballo...-
Jo cerró los ojos, el hombre estaba a punto de admitir que había estado allí, pero
en vez de eso oyó: -Lo siento, hoy no ha habido nadie que coincida y ha sido un
día tranquilo. Me acordaría. -
-Tal vez se tiñó el pelo-, sugirió Bricker en voz baja. – O puede que Nicholas
haya utilizado su tarjeta. -
Las palabras se habían vuelto más distantes, Mortimer había hablado y luego
siguió el silencio, sugiriendo que habían dejado la tienda, pero Jo se quedó
esperando por un minuto, no queriendo correr riesgos con ellos. Había
cambiado la pizza cogiéndola con ambas manos y estaba de pie allí debatiendo
lo que debía hacer cuando el cajero dijo, -¿Señorita? ¿Hay algo en que pueda
ayudarla? –
Jo miró hacia adelante, pero lo único que vio fue la fila de patatas fritas apiladas
en la primera estantería junto a la música pop. A continuación, miró hacia
arriba y alrededor, viendo al hombre en un espejo de seguridad redondeado en
la esquina de la tienda. Que maldita buena suerte que Mortimer y los chicos no
hubieran comprobado el espejo mientras que estaban aquí, pensó Jo cuando se
reunió con el cajero con la mirada. Una mirada le dijo que se habían ido, sin
embargo, y empezó a andar hacia la parte delantera de la tienda.
-Hey, hay unos chicos que han estado aquí hace un minuto y te ajustas a la
descripción de la chica que están buscando,- dijo el cajero cuando salió de entre
los pasillos.
-Sí.- Beth hizo una mueca. -Y me tocó un turno tarde esta noche. No te dedicas a
la entrega de pizza ahora, ¿verdad? ¿Qué pasó con tu trabajo en el bar? -
-Oh...- Jo miró la caja de pizza que sostenía. -No, todavía trabajo en el bar. Esto
es para mí y un amigo. Tenemos una habitación arriba. -
-Ah, ¿sí?- Beth sonrió y le dio un codazo. -Un hombre en tu vida, ¿eh? nunca me
dijiste nada. -
Jo sonrió nerviosa, y miró con recelo hacia la parte delantera del hotel. La parte
del vestíbulo era visible, pero no podía ver a Mortimer.
-Es agradable oírlo sin embargo,- agregó solemnemente Beth. -Todo lo que
haces es trabajar. Tener una vida social es bueno. –
-Sí, claro, como si tu estuvieses mejor. Trabajas por lo menos tanto como yo,-
murmuró Jo, volviéndose hacia ella. Y le preguntó: -Beth, ¿hay un ascensor de
servicio en este lugar?-
Jo dudó y decidió entonces que una mentira era realmente la única manera de
subir.
No podía balbucear sobre vampiros y tal y esperar que Beth pensara que estaba
loca, por lo que dijo, -Hay alguien a quien quiero evitar en el vestíbulo. Es un
cliente que ha estado acosándome y ha estado en el bar, todo el tiempo.-
-Me hablaste de él hace un par de semanas,- dijo Beth con el ceño fruncido, y Jo
forzó una sonrisa, contenta de que lo recordara. El cliente se había ido
últimamente, pero era una buena cobertura.
Jo miró hacia el vestíbulo de nuevo, pero después siguió a Beth por un estrecho
pasillo a la izquierda. Al final había varias puertas y un ascensor.
-¿En qué planta estás?- Preguntó Beth, metiendo por la ranura del ascensor una
llave plana.
-¿Jo?-
Beth sonrió con ironía. -Te preguntaba si estabais sólo para quedaros una noche
o…-
-Ni siquiera una noche, me temo-, dijo Jo con una mueca. -Vamos,
probablemente, a dejar el hotel de inmediato, ahora que... e... mi acosador está
aquí.-
-Sí, bueno, vamos a tener que tomar la pizza en otro lugar. No estoy cómoda
aquí.- Jo se encogió de hombros e hizo una mueca, molesta por ser incapaz de
explicarle nada a Beth. No estaba acostumbrada a tener que andarse con rodeos
con sus amigos. Suspirando, sacudió la cabeza y dijo: -La habitación ya está
pagada. Vamos a escaparnos y...- Ella agitó la mano vagamente.
-Tienes que llamar a la policía si este tío te está molestando,- dijo Beth con
preocupación. –Ya estaba mal cuando simplemente te molestaba por merodear
todo el tiempo por la barra, pero ahora te está acosando realmente, Jo. Esto no
está bien-
-Ya lo sé- murmuró Jo. -Pero por ahora sólo tenemos que escaparnos sin que
nos vea y nos siga.-
-Yo puedo ayudarte con eso-, se ofreció Beth. -Si sacas a tu amigo rápidamente
de la habitación, os puedo llevar de vuelta hacia abajo en el ascensor de servicio
y luego colaros por las cocinas. Hay una puerta en el garaje para las entregas; de
esa manera puedes evitar el vestíbulo del todo y no puede seguiros.-
-¡Oh, Beth!, sería increíble. Eres una salvavidas-. Jo cambió la pizza de mano y
abrazó a Beth con la otra. -Gracias.-
-No hay de que.- Beth la abrazó de regreso y luego echó un vistazo al panel de
números por encima de la puerta cuando llegó el ascensor. –Allá vamos. Dame
la pizza. Te espero aquí para aguantar el ascensor mientras sales con tu amigo.-
-Vale. Te espero.-
Asintiendo, Jo salió del ascensor en cuanto se abrieron las puertas y corrió hasta
la habitación, tiró de la llave de tarjeta fuera de su bolsillo trasero. Estaba
configurada y lista para meterla en la ranura cuando se deslizó hasta detenerse
delante de la puerta, pero nunca tuvo la oportunidad de ponerla allí. Antes de
que pudiera, se abrió la puerta y Nicholás estaba allí, agarrándola de la mano y
arrastrándola a la habitación.
-Por fin.-, gruñó, cerrando la puerta y girando para tirar de ella en sus brazos. -
Estaba muy preocupado.-
-Yo…- comenzó Jo, pero no llegó más lejos antes de que su boca estuviera de
repente en la de él. Jo se quejó, pero alcanzó sus hombros, sólo para agarrarse a
ellos cuando de repente la tiró hacia atrás. Con una mano en la parte posterior
de su cabeza, sosteniéndola, y la otra en su trasero, impulsó sus caderas para
que ella sintiera su erección a medida que avanzaban en un extraño baile erótico
a través de la habitación hasta que la parte posterior de sus piernas chocó contra
la cama.
-Te necesito-, gruñó Nicholas contra sus labios mientras tiraba la camiseta hacia
arriba, apretando su senos con las palmas de las manos.
-Oh Dios- dijo Jo sin aliento, llegando a tocar sus manos. Tenía la intención de
tirar de ellas y explicarle que tenían que moverse, pero él la estaba apretando y
amasando, y cuando abrió la boca para hablar, su lengua se deslizó dentro y Jo
se encontró sosteniendo en sus manos, apretándolas a cuando él las apretó.
Después, Nicholas la apartó, tirándola a la cama mientras él permanecía de pie.
Jo parpadeó con los ojos abiertos cuando golpeó contra la cama, y luego quedó
sin aliento cuando la agarró por la parte de atrás de las piernas y la llevó hacia
adelante hasta que su trasero estaba al borde, presionando su centro cubierto
por los vaqueros y los muslos a ambos lado de sus caderas. Sus ojos eran de
plata fundida, su erección se puso más firmes mientras se inclinaba para abrirse
el botón y la cremallera de sus pantalones vaqueros.
Jo tomó aliento, sacudió la cabeza, y luego se cubrió con las manos y exclamó, -
Mortimer está aquí.-
-Están abajo vigilando el vestíbulo y las salidas laterales hasta que lleguen más
hombres. Tienes que vestirte rápido. Tengo una manera de salir de aquí.-
Nicholas salió de entre sus piernas, y Jo se dejó caer sobre la cama con un
suspiro, consciente de que su cuerpo tenía palpitaciones y le dolía con la
necesidad del breve pero muy caliente interludio.
Chico, cuando Nicholas estaba así, era... ¡Dios!, pensó Jo débil, y luego se dio
una sacudida y se sentó.
Nicholas ya tenía sus pantalones vaqueros y los estaba tirando hacia arriba. Ella
se movió de la cama y se levantó para entrar en el baño para comprobar y ver si
había algo allí. Todo lo que encontró suyo era un pincel. Jo lo sacó y lo metió en
su bolsa, se puso la camisa, y luego miró a su alrededor en la habitación, pero
no había llevado nada con ella, menos a Charlie, y las cosas de Nicholas estaban
en su bolsa.
-Vamos, chico, tenemos que irnos-, dijo, y el perro se puso en pie y fue a su
lado.
-Lo tengo-, dijo Nicholas, cogiendo la bolsa de ella cuando comenzó a recogerla.
-Muéstrame el camino.-
-Vaya, eres un bombón-, dijo Beth con los ojos en Nicholas cuando dio un paso
hacia el ascensor.
-Sobre eso- dijo de repente Beth, dejó los ojos de Nicholas y miró hacia abajo a
Charlie. -No estoy segura de que puedas llevar un perro…- Se detuvo
abruptamente, su rostro va en blanco cuando dijo, -Estará bien -, y se volvió
para trabajar en el ascensor.
-No-, dijo Nicholas con firmeza. -Tenemos que salir de aquí y ella estaba a
punto de no llevarnos a través de las cocinas por Charlie.-
-De la misma manera en que estoy manejando a Beth,- dijo Nicholas con calma.
-Ahora simplemente relájate. Ya llegamos.-
-Por aquí- dijo Beth a la ligera, sonaba como si se lo dijera a sí misma mientras
se deslizaba por el camino. Asimismo, no parecía tan inexpresiva, señaló Jo, y
miró a Nicholas interrogante. Él simplemente movió la cabeza y le hizo ademán
de seguir.
-Nicholas aparcó por aquí-, dijo Jo, aceptando la pizza que Beth le tendía, la
abrazó rápido cuando susurró: -Gracias, Beth.-
-Lo haré,- le aseguró Jo dando un paso atrás. Miró hacia un lado con sorpresa
cuando Nicholas tomó la mano de Beth.
-Gracias-, dijo solemnemente, concentrándose brevemente en su rostro. A
continuación, la soltó y dio un paso atrás y miró a Jo. Tomó la pizza y le dijo: -
Tenemos que irnos. Llevaré a Charlie a la camioneta.-
Jo asintió con la cabeza y miró de nuevo a Beth al verla mirándolos con los ojos
abiertos.
-Disfruta el resto de la noche,- dijo Beth con una sonrisa y se volvió hacia la
puerta. -Tengo que volver al trabajo.-
-Muy bien, gracias Beth. Nos vemos en clase-, añadió Jo cuando se volvió para
ir detrás de Nicholas. Lo alcanzó rápidamente, y le preguntó con un suspiro. -
¿Qué le has hecho?-
-Sólo les di una sugerencia psíquica para que no se dieran cuenta de nuestra
presencia-, murmuró. -Beth no estará en problemas y nosotros saldremos sin ser
vistos. Está todo bien. -
-¿Cómo vas…?- Comenzó Jo, pero ya se había ido. Ocurrió tan rápido que dejó
de parpadear del asombro, y Jo subió un poco para mirar alrededor. Apenas
alcanzó a verle desaparecer alrededor de su camioneta, y Jo sacudió la cabeza
ante su velocidad cuando miró hacia la puerta donde estaba Bricker. Nunca
podría haberse movido con tanta rapidez, pero al parecer él lo había logrado sin
ser advertido.
-¿Qué pasa, chico?- Preguntó Jo cuando vio que había dejado su lado para pasar
a la parte delantera del vehículo a su izquierda y estaba gruñendo en la
dirección de la que habían venido. Ella escuchó la camioneta en marcha y se
acercó a Charlie en cuclillas. Deteniéndose junto a él, aún entre los coches, Jo
apoyó la cabeza un poco, pero todo lo que había que ver era el interior del
garaje oscuro y las hileras de vehículos.
Jo pasó la mano por la espalda rígida de Charlie, con el ceño fruncido cuando se
dio cuenta del gruñido extraño de nuevo. Era el mismo que había hacho cuando
el Chico Mal Aliento había estado fuera de la puerta del apartamento, y Jo tragó
al sentir los pelos de la nuca de punta. Esto no era bueno.
-¡Charlie ven! -Gritó Jo, manteniendo la puerta abierta para que él pudiera
entrar cuando la furgoneta avanzó. El pastor alemán seguía de pie, gruñendo,
pero se volvió a su llamada y se lanzó hacia la camioneta. Charlie corrió por
detrás del vehículo y cuando estaba a punto de entrar Bricker lo cogió en medio
del salto.
Jo le miró en silencio, mirando a Charlie que luchaba por salir de sus brazos.
Trató de agarrarse y aguantar, pero era liso, sin nada que coger, y en el
momento siguiente estaba rodando y deslizándose hacia abajo para golpear la
puerta de atrás mientras el vehículo se enderezaba en la calle.
Jo hizo una mueca, levantó la vista para verlo mirando atrás, preocupado.
-Charlie va a estar bien. Se ocuparán de él-, dijo Nicholas en voz baja, cuando
subió más la caja de pizza en el asiento del pasajero.
-Ya lo sé,- dijo Jo con voz cansada, sacando el cinturón de seguridad. Cerró los
ojos un instante y se hundió en su asiento. -Bricker, dijo que eras un renegado.-
-Sí.-
Abrió los ojos y lo miró, pero su rostro estaba tan inexpresivo como su voz lo
había sido. -¿Qué significa eso exactamente?-
Nicholas vaciló y luego suspiró. -Tal vez debería llevarte a casa del ejecutor.
Estarás con Charlie y pueden explicártelo todo.-
-¿De veras crees que van a decirme algo? Por todo lo que sé, lo más probable es
que limpiaran mi memoria, ¿verdad?-
-¿Qué?-preguntó con asombro, y luego cada vez más enojada le preguntó: -¿Es
esta la versión inmortal de gracias por todo pero te dejo? ¿Me muestras el mejor
sexo que alguna vez existió y luego me pagas llevándome con tus amigos de
modo que puedan borrar todo de mi memoria?-
-Ellos no son mis amigos... nunca más-, añadió cansado. -Nunca debí haber… -
Nicholas cortó y dijo: -No tengo nada que ofrecerte, sino una vida de huida, Jo.
No puedo ni siquiera alquilar una habitación de motel barato esta noche. He
consumido lo último que tenía en la mano para el hotel y el pollo. No tengo
ningún lugar para llevarte y yo no puedo… -
-Tengo un lugar al que podemos ir,- le interrumpió Jo en voz baja. -La casa de
Sam.-
-Pensé que habías dicho que tenías la llave,- exclamó Nicholas contrariado,
mientras su mirada se deslizaba cuidadosamente por las puertas cerradas en el
vestíbulo frente al apartamento de Sam.
Nicholas sacudió la cabeza y siguió mirando las otras puertas, pensando que
debería haberla dejado en el hotel para que Bricker la recogiera, o, en su defecto,
debería haberla llevado directamente a la casa del ejecutor. -Es una buena cosa
que hubiera herramientas en la furgoneta, sin embargo, ¿para qué las usas?,- le
preguntó mientras operaba en la cerradura.
-Cosas,- murmuró, y ella se detuvo para mirarlo con una ceja levantada.
-La pizza probablemente estará fría ahora,- dijo Jo, yendo a una habitación que
daba al recibidor. -Sam tiene un microondas, sin embargo.-
Nicholas gruñó y la siguió a lo que resultó ser una cocina. Su mirada se deslizó
por sobre los armarios blancos y limpios, los electrodomésticos de acero
inoxidable y siguió a Jo mientras atravesaba el recinto.
Nicholas miró de nuevo a Jo mientras abría una puerta del armario y sacaba un
par de platos. Parecía ansiosa, su buen ánimo parecía ser forzado. Él cruzó la
sala, puso la pizza en el mostrador, y luego deslizó sus brazos alrededor de ella
desde atrás. Jo se puso rígida de inmediato, y él le dio un beso en la mejilla y
comenzó a retirar sus manos, diciendo con tristeza: -¿Ahora tienes miedo de
mí?-
-No.- Jo dejó los platos que había empezado a sacar y agarró las manos de él
para que permanecieran donde estaban. Entonces dudó, pero finalmente
suspiró y le aseguró solemnemente: -No tengo miedo de ti, Nicholas. Tengo
más miedo de lo que tienes que decirme.-
Estaba a punto de hacerla girar en sus brazos y besarla, cuando un olor que
llegó hasta su nariz le hizo fruncir el ceño y oler con delicadeza.
-¿Qué es?,- preguntó Jo, e inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo.
-¿Qué es?,- preguntó Jo de nuevo con el ceño fruncido al ver el líquido que él
había retirado de su pelo.
-Es aceite de motor,- dijo Nicholas con ironía. -Debes haberte manchado con eso
cuando estabas rodando en la parte trasera de la camioneta. Es vieja, así que
compré una botella de aceite en caso de...- Sus palabras se extinguieron cuando
Jo se apartó de él y levantó sus manos para tocar su cabello. La mirada de él se
dejó caer sobre el resto de ella, e hizo una mueca. Tenía aceite por todos lados.
La botella debía haberse abierto.
-EW,- murmuró Jo cuando miró hacia abajo y vio lo que él había visto.
Con un suspiro, dejó caer las manos de su cabello y pasó junto a él. -Me voy a la
ducha y a buscar algo menos del estilo mecánico de coches para ponerme. Voy
a ser rápida. Calienta tú mismo la pizza y abre el vino, ya vuelvo.-
Nicholas se volvió para verla irse y se dijo mejor que te acostumbres a ello. Él
sospechaba que pronto se iría y no volvería. Cuando Jo desapareció de la vista,
Nicholas se volvió para coger dos platos y un par de copas de vino. Los puso en
el mostrador y luego se trasladó al estante de los vinos para elegir uno cuando
oyó que se cerraba una puerta en algún lugar del interior de la vivienda. Fue
seguido por el sonido sordo del agua cayendo, eso sonaba a lo lejos y Nicholas
se preguntó dónde estaba el baño, y luego frunció el ceño al darse cuenta de
que no había visto nada del apartamento aparte de la cocina.
Nicholas decidió que era mejor revisar el resto del lugar y todas las salidas en
caso de problemas, y se apartó del estante de los vinos para hacer una
exploración rápida. Salió al recibidor y luego caminó por la sala de estar,
observando los muebles cromados de cuero negro, y el estado del equipo de
entretenimientos antes de continuar por un pasillo que tenía tres puertas. Una
puerta estaba cerrada, el sonido del torrente de agua provenía de allí.
Nicholas estaba junto al estante de los vinos cuando el sonido de la ducha cesó.
Miró hacia la puerta, pero luego obligó a sus ojos a regresar a los vinos para
considerar la selección, sus cejas se elevaron cuando vio unas botellas que
tenían pingüinos azules.
Por alguna razón eso le hizo sonreír. Su mirada se deslizó sobre las otras
botellas, pero luego regresó a las de los pingüinos, y tomó una de ellas. Habían
pasado cincuenta años desde que había bebido vino y no tenía ni idea de lo que
se consideraba bueno, pero tres de cada seis botellas llevaban pingüinos y eso
sugería que era el favorito de la casa.
Hubiera parecido que tenía unos doce años si no fuera por esa elegante bata de
seda roja que se aferraba en los lugares donde ella todavía estaba húmeda
cuando se la puso, señalando que su figura era la de una mujer.
-Es la única cosa que dejó Sam que me entraba,- dijo Jo en forma irónica cuando
se acercó al mostrador. -Es tan delgada como un riel. Así que arrojaré la ropa en
la lavadora y tendré que arreglármelas con esto hasta que esté seca. -
-Es precioso,- dijo Nicholas, frunciendo el ceño cuando notó cómo su voz
enronquecía. Se aclaró la garganta, tomó una de los copas de vino y se la
ofreció.
-Mmm, Little Penguin,- dijo, mirando la botella sobre el mostrador, cuando
aceptó el vaso. -Es mi favorito entre los vinos que no son ridículamente caros.
También el de Sam.-
Nicholas vio que ella comenzaba a golpear botones, pero sabía que nunca sería
capaz de reproducir la acción por sí mismo. Al parecer, si iba a comer de nuevo,
tenía que aprender algunas cosas. Aunque era posible que su deseo de comer
desapareciera una vez que Jo estuviera fuera de su vida; al igual que sucedió
cuando Annie, su primera compañera de vida, había muerto.
Nicholas se tragó ese pensamiento doloroso, se dio vuelta y cogió la otra copa
de vino para tomar un sorbo. La pérdida de Annie había sido dura, pero sabía
que perder a Jo sería más difícil. Ella no estaría muerta, simplemente estaría
más allá de su alcance. Siempre sería el muchacho pobre y hambriento mirando
la exquisita torta en la ventana de la tienda, podría ver el dulce que estaba más
allá, pero nunca podría tocarla o saborearla.
-Un par de minutos más y podremos comer,- anunció Jo, volviéndose hacia él
cuando el microondas comenzó a funcionar. ¿Quieres comer en la mesa o en la
sala?-
Nicholas no parecía poder apartar los ojos, y entonces ella comenzó a rodar su
lengua para atraparla y él gruñó: -La mesa.-
-¿Qué estamos haciendo?,- preguntó Jo en forma vacilante, pero sabía que tenía
una buena idea de lo que estaba haciendo. Él podía oler la excitación que
emanaba de ella y podía ver que sus pezones comenzaban a hincharse y a
endurecerse contra la seda de su bata.
Nicholas sonrió y levantó el dedo para deslizarlo por encima de los labios,
sintiendo lo suaves que eran. A continuación le recorrió la garganta, y
finalmente, siguió hasta el cuello de la bata. Jo se estremeció cuando el dedo se
deslizó por el cuello hasta la cima de la curva de su pecho, y luego, de repente,
cambió de dirección para pasar a un costado empujando la tela antes de dejar su
pecho expuesto.
Jo parpadeó con los ojos muy abiertos y se quedó sin aliento cuando de repente
tiró de su bata abriéndola completamente, revelando todo su cuerpo para él.
Nicholas se inclinó, agarró las manos de ella entra las suyas y las alejó de sus
hombros mientras la tendía de espaldas en la mesa empujándola con su propio
cuerpo. La mantuvo sujeta allí abajo y luego soltó el pezón de su boca y llevó su
boca hacia abajo, sobre su estómago, haciendo una pausa para meter la lengua
en su ombligo. Olía a naranjas. Obviamente eso se debía al jabón que había
utilizado en la ducha, pero Nicholas no pudo resistirse a lamer y mordisquear
su piel sensible, lo que la hizo saltar y temblar cuando continuó moviéndose y
recorriéndola con la boca a lo largo del hueso de la cadera.
Ahora Jo estaba jadeando y gimiendo, su cuerpo temblaba y sus uñas se
clavaban dolorosamente en las manos de él que seguían agarrando las suyas.
Pero Nicholas no sintió la mordedura de las uñas, su propio cuerpo estaba
inundado con la misma ola de excitación que ella estaba experimentando... pero
no era suficiente. Enganchó con el pie la silla más cercana, la puso detrás suyo y
se dejó caer sentándose sobre ella. Nicholas le soltó las manos, le abrió las
piernas y la atrajo hacia adelante para hacer una comida de ella.
Jo gritó, sus caderas se sacudían sobre la mesa cuando Nicholas hundió el rostro
entre sus piernas como si ella fuera una rebanada de melón.
Ella sintió el roce de la lengua en su núcleo sensible, y luego cerró los ojos y se
quedó sin aliento mientras continuaba lamiéndola hasta enloquecerla. Su
cuerpo repentinamente se puso tenso como una cuerda de arco, con los
músculos en tensión ante la satisfacción prometida, y su cerebro fue golpeado
con una onda que luego rebotó en otras ondas de placer que parecían ampliarse
con cada acometida y pronto se convirtieron en casi insoportables.
Entonces Nicholas se congeló, y Jo se obligó a abrir los ojos y vio que los de él
estaban cerrados. Su cara era un retrato de lo que parecía ser el placer y el dolor.
Jo esperó un segundo y luego cruzó las piernas alrededor de él y se sentó en la
mesa para tocar su mejilla.
Ella lo miró sin comprender por un minuto, luego miró la mesa donde había
despertado y se dio cuenta de que se había desmayado después de...
-Oh,- dijo ella con voz queda, pero lo miró de nuevo con incertidumbre. -¿Por
qué?-
-Por esta vez,- murmuró Nicholas, sus ojos estaban plateados y brillantes
mientras agarraba las copas de vino por ella.
Nicholas había puesto las copas de vino en la mesa de café y se instaló en el sofá
que tenía ante sí. Jo se sentó junto a él, y a continuación le entregó uno de los
platos y se sentaron a comer. Aunque ella había estado feliz de eludir la comida
hacía unos momentos en la cocina, ahora que el olor de la pizza estaba flotando
en su nariz estaba más deseosa de alimentarse... primero. Había pasado
bastante tiempo desde que había desayunado con Bricker y Anders, y estaba
realmente hambrienta.
Puede que Jo tuviera hambre, pero Nicholas estaba absolutamente voraz. Él casi
parecía que aspiraba la porción de pizza y había terminado de comerla antes de
que ella terminara siquiera la mitad de la suya. Con un poco de orientación, él
se las arregló para calentar las siguientes dos porciones y las llevó a la sala, justo
cuando ella terminó su primera porción.
Jo comió tres porciones antes de detenerse. Nicholas estaba por su sexta porción
cuando ella puso su plato en la mesa y se volvió hacia él expectante.
-¿Y? ¿Explícame por qué desmayarse es normal?,- le preguntó tan pronto como
él masticó y tragó su último bocado.
Nicholas miró su plato que ahora estaba vacío y miró hacia la cocina como si
estuviera considerando en ir a buscar otra porción, pero a continuación, dejó el
plato abajo y explicó: -El placer combinado es demasiado para que la mente lo
asimile en un primer momento y en respuesta, el cerebro sufre una especie de
sobrecarga y se apaga cuando el orgasmo lo agobia. Es perfectamente normal
durante el primer año en que se unen los compañeros de vida.-
-Así que cuando estabas…- Jo hizo una pausa y se mordió el labio, tratando de
pensar una manera de describir lo que había estado haciendo sin tener que usar
un término crudo que degradara la belleza de ello.
-Cada vez que te beso, acaricio, o te toco, experimento tu placer como si fuera el
mío,- dijo Nicholas muy serio, resolviendo el problema por ella.
Lo cual explicaba el enorme placer que ella había experimentado, supuso Jo, y
luego preguntó: -¿Así que este placer combinado sólo ocurre entre compañeros
de vida?-
-¿Te alegras hasta las gónadas?,- preguntó Nicholas, haciendo una mueca por la
expresión. Sacudiendo la cabeza, sonrió a regañadientes, pero luego admitió en
voz baja: -lo he experimentado una vez antes, Jo.-
Él asintió serio.
Ella levantó sus ojos para encontrar que el azul de los ojos de él se desvanecía, y
de nuevo era reemplazado por plata.
-Así que,- susurró Jo moviéndose hacia adelante de modo que sus labios casi se
tocaban. –Si te beso, acaricio y toco, experimentaré tu placer, ¿no?-
Maldita sea, pensó Jo, él tenía razón. Había estado tan consumida por el
torrente de pasión que la habían abrumado antes, cuando él se lo había
suministrado, que Jo no había entendido lo que estaba sucediendo, pero ahora...
Lo apretó suavemente y cerró los ojos cuando otra oleada de placer se deslizó a
través de ella. A continuación se deslizó de su regazo y se sentó en el suelo
entre sus piernas y comenzó a desabrochar el botón de sus pantalones.
-Vamos a ver cuántos pasos se necesitan para hacer volar nuestras mentes,- dijo
Nicholas con los dientes apretados, mientras caminaba y sus cuerpos se
frotaban uno contra el otro con cada paso.
Nicholas bajó su mirada hacia Jo. Ella estaba recostada a medias sobre su pecho,
levantó su cabeza y lo miró en forma interrogante. Finalmente estaban en la
cama. En el primer intento habían llegado sólo hasta la mitad del recibidor
antes de que la pasión los abrumara.
Jo también había despertado antes esa vez, pero para ese momento ya habían
llegado a la puerta del dormitorio. Les había llevado dos intentos más el llegar a
la cama. La última vez, habían despertado casi al mismo tiempo y habían
llegado a la cama antes de su mutua necesidad los abrumara. Esta vez, Nicholas
fue el primero en despertarse, lo que era una lástima, porque le había dado la
oportunidad de pensar.
-¿Eh?-
-¿Tú dijiste que se casaron y ella también fue una compañera de vida?,- le
preguntó Jo.
Nicholas soltó el aliento que no se había dado cuenta que había estado
reteniendo y asintió.
-Sí.-
-¿Y Annie sufrió una de esas cosas?,- preguntó Jo con el ceño fruncido.
-No,- le aseguró él, y luego suspirando admitió, -me estaba preguntando de qué
forma nos encontraron en el hotel.-
-Lo siento. No tenía idea de que podían rastrear ese tipo de cosas,- dijo en tono
de disculpa. -Quiero decir, ¡Dios!, ¿quién habría pensado que Mortimer y esos
tipos podrían hacer algo así?.-
Jo no se había movido, pero Nicholas podía sentir que ella se retiraba, poniendo
cierta distancia emocional entre ellos. Él podía sentir su llanto emocional
cuando comenzó a formar un muro de protección a su alrededor y eso le causó
dolor en su corazón. Obligándose a sí mismo a respirar profundamente, esperó
a que el dolor pasara y luego le dijo: -Un renegado es un ser inmortal que ha
roto nuestras leyes.-
Nicholas esbozó una sonrisa. -Por supuesto. No existe sociedad sin leyes.-
-Por supuesto,- murmuró Jo, luego suspiró y le preguntó. -Dime cuáles son tus
leyes.-
Nicholas dudó y luego dijo: -Podemos convertir sólo a un mortal en toda una
vida.- Ella asintió.
- A las parejas se les permite tener sólo un hijo cada cien años.-
-Ya veo,- murmuró ella frunciendo el ceño. -¿Eso es lo que le sucedió a la esposa
de Lucian?-
-Oí que Mortimer decía que Lucian y Leigh habían estado viajando mucho
desde que perdieron a su bebé,- le explicó Jo, y luego agregó: -¿Supongo que
ambos deben ser inmortales también?-
Nicholas sacudió la cabeza con seguridad. -No, estoy seguro de que no es eso lo
que sucedió. Lucian se habría asegurado que se alimentara lo suficiente.-
Fue de esta manera que Nicholas se había enterado de la boda triple. Todo
había comenzado como una sola boda, la de su primo Bastien y su compañera
de vida, Terri. Pero Lucian había encontrado a Leigh y las dos parejas
decidieron tener un doble ceremonia. Y luego su tío Victor y Elvi se habían
añadido a la lista e iba a ser una boda triple. Sin embargo, la fecha original
había sido cambiada y la boda se retrasó cuando su tía Marguerite desapareció,
y luego supo que recientemente se había retrasado de nuevo, pero la secretaria
cuya mente había leído no sabía la razón. Nicholas sospechaba que era porque
Leigh había perdido al bebé y se preguntó si la boda triple alguna vez se
llevaría a cabo si seguían a este ritmo.
-Entonces…- dijo Jo, sacándolo de sus pensamientos. -Se puede convertir a una
sola persona, se puede tener un hijo sólo cada cien años... - Ella alzó las cejas. -
¿Qué más?-
Nicholas miró lejos y se obligó a decir. -Sí, creo que maté a un mortal.-
Hubo un largo silencio esta vez, y Nicholas quería mirarla y ver su expresión,
pero no tenía el valor para hacerlo. Cuando Jo habló, no se sorprendió al
escuchar el enojo en su voz.
-¿Cómo que crees que lo hiciste?,- preguntó ella finalmente. -¿Qué quieres decir
con que lo supones? ¿Lo hiciste o no?-
Nicholas frunció el ceño y movió la cabeza con irritación. -Sí, creo que mate a
un mortal.-
-¿Ah, sí?- resopló ella. -Ni siquiera puedes decirlo en forma contundente.
Supongo que sí, al parecer lo hice…- Jo sacudió la cabeza.-Tú no pudiste haberlo
hecho. Ni siquiera puedes decirlo.-
Nicholas frunció el ceño con irritación. Había estado aborreciendo hacer esta
confesión, temiendo ver el miedo y el odio en el rostro de Jo al enterarse de lo
que él había hecho. Sin embargo, él nunca se había imaginado que su reacción
sería la incredulidad. Apretó su boca y dijo con firmeza: -Jo, maté a una mujer,
una mujer embarazada. Rasgué su garganta y me alimenté de ella.-
-¿No lo sabes?,- preguntó Jo con tono áspero. -Bueno, está bien, así que ¿cómo
fue que te encontraste con esta mujer que no conocías, pero que por alguna
razón mataste?-
-Sí, bueno…- Él se pasó la lengua por los labios y abrió los ojos para mirar el
techo sobre su cabeza mientras los sucesos corrían por su mente. -Ese día
encontré un regalo de cumpleaños que Annie había comprado para una amiga
del trabajo. Lo había comprado y envuelto con anticipación y lo había dejado en
su mesa de manualidades-.
-Mesa de manualidades,- murmuró Jo con voz incrédula, y cuando él la miró,
ella se sonrojó y se encogió de hombros y murmuró: -Parece extraño pensar en
una vampiresa haciendo manualidades. Eso es tan... mundano ,- concluyó por
fin.
-Sí, supongo. Personas con colmillos, que beben sangre, viven mucho tiempo y
al parecer, hacen manualidades.- Y sacudió la cabeza.
Nicholas se detuvo cuando se dio cuenta que había omitido algo. -Debo decirte
que la noche antes de que Annie muriera, me llamó a Detroit y me dijo…-
-De hecho nos llaman Ejecutores. Me refiero a que es lo que ellos son.- Nicholas
se corrigió a sí mismo con el ceño fruncido.
-Ella dijo que tenía algo que decirme cuando llegara. Estaba emocionada tenía
curiosidad, pero no me dijo lo que era por teléfono. Ella dijo que quería ver mi
rostro cuando me lo dijera.-
-Pero entonces viste el regalo y pensaste que podrías entregárselo como una
excusa para preguntarle a Carol si sabía lo que Annie iba a decirte cuando
regresaras a casa.-
-Sí,- dijo él en tono cansado y cerrando los ojos. -Recuerdo que estaba muy
enojado, incluso furioso porque esa mujer mortal vivía mientras que mi Annie,
una inmortal que debería haber vivido durante siglos, había…-
-Ahí está esa palabra de nuevo-, dijo ella en tono seco. -No quiero oír
aparentemente de nuevo. Dime lo que pasó. La viste y estabas enojado y…-
Nicholas frunció el ceño mientras atravesaba el velo que cubría sus recuerdos
tratando de encontrar lo que sucedió después. Por último, sólo dijo: -
Finalmente le desgarré la garganta al cabo y me alimenté de ella.-
Por alguna razón, su certeza y calma lo enfurecían. -¡Maldita sea, Jo, lo hice!.-
-Debo haber estado inmerso en una furia ciega,- dijo él a la vez. Era la única
explicación a la que había sido capaz de llegar después de todos esos años. No
es que él hubiera pensado en ello a menudo. Había estado tan horrorizado por
lo que había hecho que Nicholas había tratado de no pensar en ello hasta la
noche en que había conocido a Jo. Desde entonces, eso estaba constantemente
en el fondo de su mente, lo que había hecho, por qué lo había hecho, cómo
había arruinado sus posibilidades de estar con ella.
-No, tú no estabas enceguecido por la furia,- dijo Jo con certeza, haciendo que él
volviera su atención hacia ella con descreimiento.
Nicholas cerró los ojos con cansancio. -Decker no lo hizo, Jo. Decker no mataría
a un mortal. Él es un cazador de renegados, que protege a inmortales y hombres
por igual. No mataría otra cosa más que a renegados.-
-Sin embargo podría,- le dijo ella en tono áspero, y señaló: -Tú también fuiste un
ejecutor.-
-Tú dijiste que pueden leerse sus pensamientos unos a otros, así como a los
mortales,- dijo Jo al mismo tiempo. -Tal vez un inmortal más viejo puede
también controlar a uno más joven. Decker probablemente…-
-Decker es más joven que yo,- la interrumpió. -Y sí, los inmortales pueden leerse
la mente entre sí, pero sólo un recién convertido puede ser controlado. Yo tenía
siglos de antigüedad.-
Nicholas frunció el ceño ante sus palabras. -Pero ella estaba en mi regazo.-
-Pero no recuerdas cómo llegó allí,- dijo Jo a la vez. -¿Eso te parece razonable?
¿Cómo llegaste hasta allí? ¿Qué pasó con el regalo de Carol? ¿Ella te dijo algo
para que te molestaras así? ¿Ella lloró y rogó por su vida? ¿Tomaste el control
de su mente y la mantuviste bajo ese control mientras la llevabas a tu casa? ¿Y
por qué en el sótano?-
Nicholas la miró sin comprender mientras sus preguntas llovían sobre él.
Cuando ella puso las cosas de esa manera, realmente no parecían ser correctas.
-Bueno…- dudó él y luego admitió que -las drogas más débiles serían
eliminadas por los nanos antes de que pudieran hacer efecto, y las más fuertes
no tendrían un efecto tan fuerte o no funcionarían durante más de veinte
minutos o media hora.-
-Diez minutos,- dijo él en voz baja. -Yo no quería que Annie tuviera que
conducir muy lejos para ir a trabajar.-
Jo arqueó una ceja. -Así que pudieron haberte drogado, llevado hasta tu casa,
asesinado a la mujer y haberla puesto en tu regazo antes de que te despertaras.-
-Su sangre estaba en mi boca,- le recordó él
Ella puso los ojos en blanco y de repente saltó de la cama y salió corriendo de la
habitación. Nicholas se quedó mirándola sorprendido, y luego arrojó las
sábanas y la mantas a un lado para seguirla. La encontró en la sala, inclinada y
recogiendo algo de la mesa. Sus ojos se deslizaron sobre su trasero desnudo con
un interés totalmente inadecuado dada la conversación que habían estado
teniendo y haciendo una mueca para sí mismo, dijo: -¿qué…?-
Eso fue todo lo que pudo decir. Ante el sonido de su voz, de repente Jo se
enderezó, se dio vuelta y le arrojó una copa de vino en la cara.
-Oh, mira, tienes vino en la boca. ¿Bebiste?, - le preguntó ella con sarcasmo.
Nicholas hizo una mueca y empezó a secarse bajo su mirada, pero luego su
labios comenzaron a temblar. La mujer le había arrojado una copa de vino y
ahora estaba mirándolo como si fuera él el que había hecho algo malo. Annie
jamás habría hecho eso. Annie había sido como un bálsamo, un dulce ángel. Jo
por el contrario, era un petardo. Sin embargo, ambas eran sus compañeras de
vida y podría haber vivido feliz con cualquiera de ellas dos, pero sospechaba
que la vida cerca de Jo no sería un lugar de descanso. O tal vez no habría sido
así si hubiera podido reclamarla... y si lo que ella sugería era cierto, podría ser
capaz de reclamarla algún día.
-¿En una rabia ciega?, -le preguntó ella con sequedad, y luego exclamó: -¿Qué
pasó con el regalo de Carol?-
-Está bien, regresa a lo que recuerdas. Saliste del coche y comenzaste a caminar
por el estacionamiento. Viste a la mujer que te recordó a Annie... ¿Ella te dijo
algo? ¿Hola o buenas noches?-
-Yo no recuerdo que haya dicho nada,- murmuró él, buscando en su memoria. -
Yo creo que ella sonrió y... -.Nicholas frunció el ceño.
-¿Te acuerdas de sentir algún tipo de pinchazo o algo así?,- le preguntó Jo,
mientras él se había perdido en sus pensamientos. -¿Tal vez un dolor súbito y
agudo en el cuello o en el brazo que pudiera haber sido una aguja? O…¡Oh!.-
Ella se interrumpió de repente y abrió los ojos.- Pudo haber sido un arma
tranquilizante. Apuesto a que un calmante para elefantes te habría noqueado
durante una media hora.-
Nicholas asintió con la cabeza, sus ojos iban de sus pechos a su trasero mientras
ella giraba al caminar. Maldita sea, ella tenía una figura mortal. Dudaba que los
nanos tuvieran mucho trabajo para mejorar ese cuerpo cuando él la convirtiera.
La idea lo dejó atónito y Nicholas tragó un nudo repentino que sintió en la
garganta. Era la primera vez en cincuenta años que tenía esperanzas en el
futuro. Pero era una falsa esperanza, si es que no podían solucionar esto.
Él hizo una mueca, pero luego suspiró y explicó: -La mayoría de los renegados
no viven para llegar a estar descontentos. En su mayoría son estacados e
incinerados después de que los apresamos-
-Sí,- reconoció él. -Se supone que eso debería disuadir a otros para que no
quieran ser renegados y se arriesguen a que eso les suceda.-
Nicholas asintió, incómodo. -Pero no por mi mano. Los ejecutores sólo los
traemos a juicio. No tenemos que matarlos. Ellos tienen un juicio justo como
sucedería con un mortal, y entonces el Consejo los juzga y los sentencia a la
incineración y decapitación.-
- Lindo,- dijo ella suspirando. -Así que ninguno de los que atrapaste pudo haber
estado detrás de esto.-
Nicholas estaba asintiendo con la cabeza cuando ella añadió: -Pero podrían ser
sus familiares, alguien que tenía un pariente renegado y te culpó por apresarlo.-
Él nuevamente negó con la cabeza y bajó la mirada hacia sus manos, cuando
dijo: -Los parientes tienden a huir de los renegados. Están molestos y se
avergüenzan de ellos y a menudo incluso niegan su existencia o su relación con
ellos.-
-Lo siento,- dijo Jo en voz baja, y él miró hacia arriba para ver que se había
movido alrededor de la mesa de café, y ahora estaba frente a él en toda su gloria
desnuda. Sólo la visión de sus alegres pechos mirándole a la cara fue suficiente
para animarlo un poco, pero cuando Nicholas se acercó, ella saltó por entre sus
piernas y la mesa de café y fue hacia el área abierta donde estaba la alfombra,
poniéndose fuera de su alcance. -Correcto, probablemente no se trató de que
fueras un ejecutor. Tenemos que pensar sobre esto.-
Nicholas se hundió en el sofá con un suspiro mientras ella continuaba
paseándose.
-Así que... - murmuró ella. -Annie te llamó y dijo que tenía algo que decirte,
pero murió antes de poder decir lo que era... en un accidente de coche que la
decapitó.- Jo hizo una mueca, dejó de caminar, se dio vuelta y le preguntó: -
¿Cómo sucedió el accidente. Me refiero a que yo diría que la decapitación en un
accidente de coche es bastante rara. ¿Ella chocó y quedó debajo del remolque de
un camión o algo así?-
-No,- dijo él en voz baja. -Ella se salió de la carretera de camino a casa desde el
trabajo. Debió haber estado cansada o tal vez estaba evitando un animal en la
carretera. Se salió de la carretera, y se estrelló contra un árbol. Los cinturones de
seguridad no eran obligatorios en ese momento y ella se deslizó a través del
parabrisas.-
-El parabrisas lo hizo,- dijo Nicholas en un suspiro. -El volante atrapó su cuerpo
y la mantuvo en el coche, pero su cabeza fue azotada por la ventana que no se
rompió como debería haberlo hecho. El fondo quedó intacto y su cabeza salió y
cayó hacia abajo.- Él se encogió de hombros con tristeza. -Fue un accidente
extraño. Uno entre un millón, dijeron.-
-¿No lo ves?, -preguntó ella volviéndose a mirarlo con ojos chispeantes. -Annie
iba a decirte algo cuando tú regresaras, pero murió en un accidente de coche
totalmente inusual que la decapitó... uno de los muy pocos modos de matar a
un inmortal. Y entonces te dirigías a ver a su amiga Carol para darle el regalo
que Annie le había comprado antes de su muerte y para preguntarle acerca de
lo que Annie había estado a punto de decirte, pero terminas en el sótano con
una mujer muerta en tus brazos y huyendo durante cincuenta años, olvidándote
por completo de todo acerca del asunto que querías preguntar.-
Jo hizo una pausa para mirarlo a él. -¿Qué hubiera sucedido si no te hubieras
escapado?-
-Bueno, tal vez un remedo de juicio. Dudo que hubieran puesto mucho esfuerzo
en ello. Decker me vio, yo pensé que lo había hecho…- Él se encogió de
hombros.
-No importa,- le aseguró Jo. -De cualquier manera no habrías andado por ahí
preguntando acerca de lo que Annie quería decirte.-
Nicholas abrió los ojos con incredulidad ante sus palabras. Ella simplemente
estaba diciendo lo que había ocurrido, cosas que él ya sabía, pero que tenían
una connotación totalmente diferente cuando ella la decía. Él nunca había
conectado los dos eventos, nunca, ni siquiera había considerado que podrían
estar conectados. Pero en aquel entonces él había asumido, como todos los
demás, que había matado a la mujer encontrada muerta en sus brazos. Todo el
mundo lo había hecho... pero Jo.
-Creo que tenemos que encontrar a esta amiga, Carol, y averiguar si ella sabía
lo que Annie quería decirte,- dijo Jo solemnemente.
Capitulo Catorce
-¿Qué pasa?
Jo lo miró fijamente, sin saber que sabía la respuesta por sí misma. Tal vez
simplemente no quería creerlo, pero desde el momento en que Nicholas había
dicho que había mordido y matado a una mujer, su corazón lo había rechazado.
Tal vez era una fe ciega en principio y un deseo de pensar que no era posible
que alguien que venía a cuidarla podía hacer algo así. Tal vez si le hubiera
contado minuto a minuto de cómo y por qué lo había hecho, ella lo hubiera
creído, pero en el momento que su cerebro había superado el choque de la
declaración y Jo había oído sus conjeturas, la apatía, y luego la falta completa
de memoria detrás de la acción... Jo estaba muy segura , que este hombre no
había matado a ninguna inocente mujer embarazada hace tantos años.
Oh, no tenía dudas de que pudiera matar si las circunstancias lo requerían, pero
estaba bastante segura de que Nicholas, solo lo haría si tuviera que salvar a
alguien o detener a un renegado. Jo ni siquiera pensaba que pudiera matar en
un ataque de rabia ciega, no a propósito y ella no dudaba en que una rabia
ciega no iba a durar por el tiempo necesario para meter a una mujer en su
coche, llevarla a casa, arrastrarla al sótano y rasgarle . Simplemente no era
lógico y Jo se imaginaba a sí misma como una persona lógica.
Por supuesto, los sentimientos que tenía por Nicholas en realidad no eran nada
lógicos.
Si bien estaba agradecida que le había salvado dos veces, los sentimientos que
estaba experimentando por este hombre estaban lejos de ser simple gratitud. A
Jo le gustaba Nicholas. Más que eso, confiaba en él y lo deseaba. Incluso ahora,
ansiaba estar con él y no quería nada más que subir a su regazo y volver a
experimentar el increíble sexo que sólo él podía darle. Lo único que le impedía
hacerlo era que si no se enteraba de lo ocurrido ese día y demostraba que era
inocente, lo perdería para siempre. La sola idea le daba mucho miedo. Jo no
estaba dispuesta a reconocer que ella podía desear un futuro con este hombre,
pero Jo estaba condenadamente segura de que haría todo lo que pudiera para
asegurarse de que tendría la oportunidad.
-No sé, -dijo Jo, finalmente, y sonrió con ironía cuando añadió:-Tal vez tus
nanos me están hablando.
Nicholas sonrió levemente. -No creo que sean capaces de hacer eso. Desearía
que pudieran, -agregó con ironía. -Si pudieran probablemente nos dirían lo que
pasó ese día, pero también podrían hacerlo las paredes de mi casa, el piso, el...-
Él suspiró.
-Pero no pueden.
-Sin embargo, Carol podría ser capaz de ayudarnos a resolverlo -Dijo para
animarlo.
-Vamos a ver dónde está ahora y hablar con ella. ¿Cuál es su apellido?
Llamaremos a información y obtendremos su número de teléfono. Podemos
llamarla ahora y, quizás, solucionar este lió.
Jo siguió su mirada hacia la ventana donde los primeros rayos de sol apenas
visibles atravesaban las cortinas de gasa de Sam.
-Bueno, está bien,- dijo. -Carol dormirá en casa. Los inmortales normalmente
duermen durante el día, ¿verdad?
-Más tarde. Cuando se haga de noche -Dijo serio acercando su boca a la suya.
Nicholas terminó de vestirse y miró a Jo, que estaba boca abajo sobre la cama.
Estaba durmiendo profundamente. Su cuerpo estaba trabajando en sustituir la
sangre que había tomado mientras le hacía el amor. Esta vez no había sido un
accidente, ni había sido producido por la sobre excitación. La había mordido
deliberadamente y había tomado, deliberadamente, más sangre de lo normal
justo antes de que ambos hubieran estallado de placer. Eso le garantizaría que
dormiría profundamente y así tendría la oportunidad de irse.
Debido a que Annie y Carol eran amigas, Jo había asumido que Carol era una
inmortal.
Sin embargo, era probable que Annie le hubiera contado algo. El problema era
que habían pasado cincuenta años y Carol tendría unos noventa años… si aún
vivía.
Colgó el teléfono y salió del apartamento hacia las escaleras del vestíbulo de la
planta principal. Estaba vacía cuando Nicholas entró, pero sólo tuvo que
esperar un momento antes de que una mujer joven entrara y se dirigiera hacia
los ascensores de la entrada. Nicholas se metió en los pensamientos de la mujer
y ella se detuvo. Le llevó un momento buscar en sus pensamientos y estar
seguro de que tenía un teléfono, luego se volvió hacia él y se acercó.
-¿Sam? -le preguntó de mala gana. Era la misma mujer que había respondido al
teléfono cuando había llamado desde fuera de la clínica veterinaria y sabía que
la hermana de Jo vivía en la casa con Mortimer.
Cuando ella respondió que sí con voz sorprendida, Se aclaró la garganta y dijo:
-Necesito hablar con Mortimer.
Hubo una pausa y luego le preguntó cortésmente: -¿Quién le digo que llama,
por favor?
-Si me pasas a Mortimer te diré dónde está y puedes venir por ella.- Dijo
pacientemente.
-¿Está bien?-Preguntó preocupada, y Nicholas levantó los ojos, deseando que
hubiera respondido al teléfono otra persona.
-Dile que se ponga, Sam, -dijo, cada vez más impaciente. -Estoy tratando de
conseguir ponerla a salvo. Cuando hable con Mortimer le diré dónde está y
puede enviar a Bricker y Anders a buscarla. Así que pásale el maldito teléfono
y...
-¿Nicholas?
-Ah. -Nicholas hizo una mueca, mirando a la Sra. Johansen, que estaba sentada
en el sofá, delante de él.
-No es culpa mía, -exclamó, con una mezcla de enojo y petulancia al mismo
tiempo. -Es a causa de la sangre. Tenemos que tomarla, pero nos da mal aliento.
Al parecer, había herido su ego. Sabía que todavía estaba medio dormida
cuando su único pensamiento fue que era una excusa ya que a Nicholas no le
olía mal el aliento; tal vez Ernie debería considerar la posibilidad de cepillarse
los dientes.
-Sí, así es, soy el chico del mal aliento -gruñó Ernie siendo desagradable y luego
añadió:-¿Y por qué no te cepillas los dientes?
-Vosotros sois vulnerables, -dijo Ernie de repente, para que se diera cuenta de
que estaba todavía en su cabeza. -Al menos tú lo sabes. La mayoría de los
mortales caminan completamente ajenos al hecho de que los seres superiores
caminan por la tierra y que pueden hacer todo lo que desean en cualquier
momento.
Soltó una carcajada cínica. -No te hagas ilusiones. Soy bastante viejo, el sexo no
tiene ningún interés para mí. Tú no eres más que una bolsa de sangre andante.
-¿Se fue? -Ella lanzó un grito de incredulidad, tratando de ver lo que estaba
haciendo. Jo oía como se movía, pero no podía mover la cabeza para ver lo que
estaba haciendo.
-Sí, -dijo Ernie con irritación. -Créeme, no estoy contento. Tenía la intención de
sorprenderlos mientras dormían y capturarlos a los dos. Nicholas mandó ese
plan a la mierda. Cuando estaba a punto de salir de la escalera, lo vi fuera del
apartamento. Afortunadamente, cogió la escalera del extremo opuesto. Lo
seguí.- Ernie regresó a la cama y a su línea de visión, con sus ojos explorando la
habitación. -Pensé que se dirigía a la camioneta, pero se fue a la recepción, cogió
prestado un teléfono a una mujer y llamó a Mortimer para que viniera a por ti.
Luego se dirigió al garaje y se fue de aquí.
-Estás mintiendo,-le espetó Jo, pero temía que no lo hiciera. Era estúpido, el tipo
de cosas que un gran idiota solía hacer. Ha llamado a Mortimer para que vaya a
por ella pensando que estaría más segura en la casa del ejecutor. Los hombres
eran idiotas a veces, pensó con disgusto y a continuación se dio cuenta de la
extraña manera en que Ernie estaba mirándola y supuso que seguía leyendo
sus pensamientos y que lo había oído todo. No sabía lo que iba hacer con ella.
-Tu padre, -dijo Jo con el ceño fruncido. -¿Qué quiere tu padre de mí?
Jo miró a Ernie mientras que él se ponía en frente de ella, podía verlo otra vez.
No era feo, o no lo sería si se duchara, pero el hombre parecía que hacia todo lo
posible por parecer tan malo como fuera posible. Nada tenía ningún sentido
para ella. No tenía ni idea de quién era esa Basha o lo que quería decir cuando
dijo que era inmortal, en vez de un no-Fanger. ¿Qué demonios era un no-
fanger?
Todo lo que había entendido de ese pequeño discurso era que Ernie parecía
estar celoso de sus hermanos y su padre no lo apreciaba mucho por lo que
intentaba obtener su aprobación. Pobre, pensó con tristeza.
2 Sin colmillos
-¿Dónde está tu ropa? -Preguntó Ernie de repente, irritado. -Tenemos que salir
de aquí antes de que Mortimer llegue, pero no encuentro tu maldita ropa para
que te vistas.
Ernie suspiró con exasperación y señaló con una mano hacia la puerta.
-No puedo llevarte donde mi padre como éstas. No estoy interesado en el sexo,
pero no todos mis hermanos han pasado ese momento y así serías una
provocación, te harían pedazos antes de que pudiera decirle a mi padre quien
eres.
Jo logró ocultar una mueca de dolor por sus palabras y simplemente dijo: -
Tienes que liberarme si quieres que te...-Su voz se murió cuando le flaquearon
las rodillas y estuvo a punto de caer en la alfombra del dormitorio. Había sido
puesta en libertad. Suspiró y se dirigió a la puerta de la habitación.
Jo lo miró con los ojos abiertos, sabiendo que todo lo que había dicho era
verdad.
-Está seca,- señaló y se dio cuenta de que Nicholas debía haber puesto la ropa
en la secadora para que la tuviera seca cuando se levantara, probablemente
antes de que se vistiera para salir. Se sorprendió incluso de que hubiera
pensado en ello, y la consideración que mostraba, rápidamente se puso la
camiseta, cogió los vaqueros y las bragas. Al igual que la camiseta, las bragas
estaban secas, sin embargo, los vaqueros todavía estaban un poco húmedos.
Pero entonces, Jo pensó que en este momento los vaqueros húmedos eran el
menor de sus preocupaciones y ella se los puso sin vacilar.
-Bien, -dijo Ernie. -Ahora vamos. No quiero estar aquí cuando Mortimer llegue.
-¿Cómo nos has encontrado? -Preguntó ella, una vez que ambos estaban en el
coche.
-Gina- respondió Ernie, enviándole un escalofrío por la espalda. -Yo era el que
estaba en la puerta mientras estaba hablando contigo. Leí su mente, vi que
estaba hablando contigo y le di instrucciones para que te preguntara dónde
estabas.
-No, lo sé. Así que tuve que rellamar cuando colgó y contestó la recepción del
hotel.
-Ay Dios si te vas a poner en plan sensible y llorón, te pondré a dormir y así no
tendré que escuchar esa mierda todo el camino.
-Entonces dormiré -Dijo Jo entre dientes y la última palabra apenas había salido
de sus labios cuando sintió la oscuridad caer sobre ella.
Capitulo Quince
-¿Dos días?-preguntó Jo con asombro. Había pensado que había sido sólo una
noche, pero entonces recordó cuántas veces Nicholas y ella habían hecho el
amor y que se había desmayado y se durmió, se dio cuenta de que podrían
haber sido dos días.
No era de extrañar que tuviera tanta hambre. Había estado comiendo restos de
pizza y alguna sopa enlatada.
Sí, definitivamente podrían haber sido dos días. Se preguntó porque Ernie le
había contestado a la defensiva. Era como si pensara que tenía que haber una
mejor excusa para no salir de inmediato y que podría pensar menos de él por
tener que dormir. No tenía idea de por qué se había preocupado por lo que
pensaba.
-Maldita sea, Dee, despierta,- gruñó Ernie, inclinándose sobre la cama para
darle una violenta bofetada en la cara. El sonido en la habitación fue lo
suficientemente fuerte para que Jo hiciera una mueca de antipatía, pero
funcionó. La chica se despertó. Parecía un poco lenta y fuera de sí. Jo se
preguntó si su falta de peso era en realidad una consecuencia de la adicción a la
heroína. La mujer a la que había llamado Dee gimió una protesta y abrió los
ojos, el gemido murió cuando vio al hombre inclinado sobre ella.
-¿Ernie?- Dee se incorporó lentamente, con alivio en su rostro. -Te fuiste hace
tres días, pensé que me habías dejado.
-Te dije que volvería, -gruñó con disgusto. Ernie había dicho que no tenía
ningún interés en el sexo, si era cierto, no era su amante.
Jo se preguntó lo que Dee era para él.
-Sí, Ernie,- respondió ella casi ausente, con los ojos llenos de resentimiento
cuando miró a Jo. Su voz era amarga cuando le preguntó: -¿Quién es ella? ¿Mi
sustituta?
-Es para mi padre,- dijo Ernie brevemente. -Levántate y arréglate. ¿Has comido
desde que me fui?
-Sí. Tres comidas al día como me ordenaste, -dijo rápidamente, deslizando sus
pies, fuera de la cama para levantarse. -Y he estado tomando sangre también.
Una bolsa al día a pesar de que no estabas aquí.
-Bueno, toma algo más ahora, voy a tener hambre cuando me despierte y ya no
podrás conducir luego si estas demasiado débil.
-No me gusta la comida fría, -dijo, mirándola. -Estate contenta porque no quiero
alimentarme de ti.
Ernie miró a Dee, mientras hacia el pedido. Frunció el ceño mientras pedía una
Calzone con una ensalada y luego dijo: -Asegúrate de que es suficiente para las
dos-. La chica la miró con los ojos entornados. -No me preguntaste, espero que
ella no coma demasiado.
Ernie retiró los dientes y se volvió para mirar a Jo. -Esta vez, -exclamó, con la
sangre en sus dientes.-Ella pagó por lo que has hecho tú. Pero ten en cuenta que
mi padre no sabe nada acerca de su regalo y yo siempre puedo drenarte hasta
dejarte seca y después ir por Nicholas o cualquiera de las otras chicas y
llevársela a mi padre, en caso de que me obligues a ir demasiado lejos.
Jo miró a Dee. Ernie todavía la tenía agarrada del pelo, parecía doloroso. Vio la
herida y Jo tragó al ver la mordida. Debido a su ira le había desgarrado algo el
cuello y sangraba.
Dee tropezó cuando iba hacia el baño. Entró y cerró la puerta. Ernie se volvió
hacia Jo y se encontró caminando hacia la mesa con dos sillas que estaba junto a
la cama. Oyó como se abría un cajón cerca de ella y cuando se sentó en la silla
vio a Ernie acercándose a ella, con una cuerda en la mano.
Jo no tenía que preguntar cómo lo sabía. Suponía que había leído los
pensamientos de Dee, y dijo entre dientes: -Ella no me conoce.
-Está celosa,- dijo divertido cuando tiró de la cuerda de sus muñecas.-Me quiere
y te ve como una amenaza.
Jo lo miró fijamente, se le pasó por la cabeza la idea de que estaba en las manos
de un mocoso malcriado, petulante y muy peligroso. Se supone que no debería
haberse sorprendido al ver de repente la furia en su rostro. Pero después de
una vida donde sus pensamientos siempre habían sido propios y privados, era
difícil recordar que esto ya no era cierto y que podía leer su mente. Cuando vio
que levantaba un puño, Jo se armó de valor para el golpe que estaba punto de
llegar, preguntándose si llegaría a ver al padre de Ernie o moriría en esta
habitación. Pasó un rato pero no sintió el golpe y Jo abrió los ojos con cautela
para encontrar la mano de nuevo a su lado y relajada. El hombre estaba
sonriendo.
-Lo dices como si yo supiera lo que es.- Dijo con falsa indiferencia.
Jo sacudió la cabeza.
-Oh, sí. Él es el más antiguo no-Fanger que se sepa que está vivo. -Dijo Ernie
orgulloso y luego añadió: -Y los más viejos son más poderosos y crueles.
-El bebé siempre va a salir como la madre -dijo con asco. -El padre no siempre
pasa el esperma. La sangre hace al bebé. Si es inmortal la madre, es inmortal el
bebé, si la madre es no-Fanger, el bebé es no-fanger. Mi madre era inmortal -
Murmuró.
Ernie se encogió de hombros, pero luego frunció el ceño y dijo: -¿Por qué
debería estarlo? La mayoría de los inmortales son débiles y bondadosos como
Lucian y su pandilla. Protegen a los mortales en lugar de tratarlos como ganado
como debería ser. Ellos nos dan a todos una mala reputación -Agregó con
disgusto.
La puerta del baño se abrió y Dee salió. Jo trató de girarse en su asiento para
verla, no miró a Ernie, simplemente giró sobre sus talones y se tumbó en la
cama.
Ernie cerró los ojos y completamente relajado, parecía dormir y Dee fue hacia a
Jo. La chica estaba mirando hacia Ernie, viendo como su respiración se hacía
lenta y constante, pero Jo estaba mirando la garganta de la chica. Todo lo que
había que ver era un gran vendaje limpio cubriendo la herida de su cuello,
luego la chica se volvió para mirarla. Ernie le había dicho que a Dee no le
gustaba, la mirada que le lanzó a Jo se lo dijo. Los ojos de Dee eran como
láseres de odio.
-Me trajo él, -dijo Jo seria, en voz baja. -De hecho, si deseas desvincularte, con
gusto nos vamos de aquí.
Dee vaciló y Jo sintió esperanza por un momento y luego Dee miró a Ernie.
Jo sí, así, su corazón se hundió cuando vio que tenía los ojos abiertos y las
miraba.
-Si te escapas, te mato Dee -Dijo con calma y luego cerró los ojos, otra vez.
Dee suspiró y frunció el ceño a Jo, luego fue hacia la cómoda, abrió el cajón
superior y cogió algo. No fue hasta que se dio la vuelta y se dirigió a la mesa
cuando Jo vio se trataba de una arma de fuego. La mujer se sentó enfrente de
ella y puso el arma sobre la mesa. Jo miró lo que le parecía ser un enorme cañón
de pistola apuntando en su dirección y luego miró a Dee y preguntó:-¿Y eso?
-Es mío ahora, -dijo Dee, desafiante y la cogió para examinarla brevemente
cuando dijo: -Se la quité a un policía en Texas. Que nos detuvo por exceso de
velocidad.
-No lo soy. Soy de aquí. -Dejó el arma de nuevo. -Estábamos de paso en Texas
de camino a Canadá.
-¿Y le quitaste la pistola al policía?- Preguntó Jo.
Jo se puso tensa. El padre de Ernie era quien le había llevado, sería inteligente
enterarse de todo lo posible. -¿Por qué te llevó al sur?
-Es una locura -dijo Dee en voz baja, empezando a girar el arma lentamente
sobre la mesa. -Él y un par de sus hijos llegaron a nuestra granja a principios
del verano.
-Parece que prefieren a las chicas, pero entonces, probablemente debido a que
no siempre encontraban, nos usaban a nosotras. El padre de Ernie no nos
molestaba casi nada, pero sus hermanos... -Tragó saliva y se estremeció. -A ellos
les gustaba hacer otras cosas también.
Jo no necesitaba precisar cuáles eran esas otras cosas. Ernie había dicho que
algunos de sus hermanos no habían pasado la etapa del sexo. Podía entenderlo.
-Lo siento, -dijo en voz baja. -Tiene que haber sido terrible.
-Era, -dijo con una voz vulnerable que la hacía parecer mucho más joven de lo
que Jo había pensado en un principio y luego de repente se enderezó y sonaba
mucho más fuerte cuando dijo: -Pero entonces llegamos donde estaba Ernie.
-Estaba muy débil en la última etapa del viaje. Dormía mucho cuando no era
molestada. Todo lo que sé es que estoy bastante segura de que no era América
cuando nos detuvimos. Hacía calor, la gente hablaba otro idioma y las señales
estaban en mexicano o algo así.
-América del Sur, probablemente,- murmuró Jo. Sí, es donde el padre de Ernie
vive por eso hay que hacer un largo viaje para llegar allí. Varios días. Podría
tener la oportunidad de escapar, pensó, y luego miró a Dee para que
continuara.
-Ernie era agradable. -Cuando las cejas Jo subieron por la sorpresa, Dee frunció
el ceño y dijo: -Lo era. Nos mordía, pero no nos hacia esas otras cosas.
Dee se relajó un poco y continuó, con voz sombría. -Cuando dijo que iba a salir
de viaje, su padre me entregó a él para el camino. Creo que pensó que Ernie
sólo se alimentaría de mí y así no tendría que buscarla, pero Ernie no se
alimentó de mí. Me dio de comer y me puso saludable otra vez. Cuidó de mí y
se alimentaba de otros como del policía y cuando me vio fuerte fue cuando
empezó a alimentarse de mí. Se ocupa de mi bienestar.
Dee asintió. -El resto de ellos nos cortaban... excepto Basha.- Algo en la voz de
Dee le llamo la atención.
-¿Basha?
-Ella es como Ernie, tiene colmillos -Dijo Dee, con admiración. -No está loca
como el resto de ellos. Es hermosa con el cabello rubio largo y sedoso. Sus ojos
son como témpanos... y es poderosa, muy fría y tan fuerte... Ninguno de los
chicos se mete con ella. El segundo día que estuvimos allí, uno de ellos le dijo
algo que la enfureció y ella lo golpeó tan fuerte que atravesó una pared.
Jo frunció el ceño, cuando se dio cuenta que era un héroe para ella.
-¿Qué le dijo?
-No, -dijo a la vez, casi con desesperación. -Cuidó de mí cuando nos fuimos de
donde su padre. Se preocupa por mí.
-Él lo hizo al principio, pero después de los primeros días cuando me sentí
mejor conducía yo, él dormía durante el día y yo de noche,- dijo con orgullo.-
Confía en mí.
-¿Por qué conducir todo el camino aquí en lugar de volar? Se podían haber
ahorrado un montón de tiempo. -Señaló.
-No le gusta volar, -dijo Dee fríamente y luego agregó casi a regañadientes -Su
padre y sus hermanos se burlaban de él acerca de eso, le decían que era otra
señal de su inferioridad, que un no-Fanger no tendría miedo de volar. Pero ellos
son los que son inferiores. No tienen colmillos y tienen que cortar a las presas y
Basha tiene colmillos y es la más inteligente y más fuerte que todos ellos.
-La comida está aquí -Murmuró Jo, mirando con recelo a Dee. La chica era
obviamente inestable, después de todo lo que había pasado, era de esperar. Por
desgracia, Jo no creía que fuera a ser capaz de convencerla de que no había
futuro para ella con Ernie. Por lo menos no antes de que fuera demasiado tarde.
Dee parecía estar tan agradecida de que la dejara vivir y no la estuviera
violando, y el tratamiento cruel hacia ella como una especie de protección... iba
a matarla. La cuestión era si Jo estaría allí con ella cuando ocurriera... o moriría
aquí en esta habitación, pensó mientras miraba a Dee, tenía la pistola en el
pecho, un poco temblorosa.
-La comida,- dijo Jo una vez más, su estómago empezaba a revolverse por la
tensión de que su muerte parecía inminente. Después de todo.
Luego sacó un fajo de billetes de su bolsillo de atrás con una mano mientras
abría la puerta con la otra. En el momento en que Dee comenzó a abrirla, la
puerta se abrió, golpeándola y tirándola hacia atrás.
Jo cogió aire rápido cuando Dee cayó contra la silla, sintió un gran alivio al ver
a Nicholas entrar en la habitación. Llevaba la ropa con la que le había visto por
última vez, pero ahora también llevaba una chaqueta larga. Entendió la razón
de la chaqueta larga, cuando sacó una ballesta de debajo de ella mientras
estudiaba la habitación. La miró, parpadeó con alivio, luego miró a Dee sentada
en el suelo junto a la mesa, mirándolo sin comprender y finalmente a Ernie que
estaba en la cama. Apuntó a Ernie y disparó.
Jo nunca vio la flecha que golpeó a Ernie, su mirada estaba en Dee cuando lanzó
un grito de dolor como el de los animales y sacó el arma que tenía escondida en
sus pantalones.
Gritó:- ¡No! -hizo su mejor imitación de un delfín saltando fuera del agua y se
arrojó hacia Dee y cayó contra la mujer y el arma... cuando lo sintió.
-Dee -Jadeó con ansiedad, con miedo de que la chica le disparara por la espalda.
Nicholas se detuvo para mirar hacia atrás, justo a tiempo para que los dos
vieran a la chica huir de la habitación. Nicholas gruñó desde el fondo de su
garganta, cuando desapareció por la puerta todavía abierta, pero no trató de
detenerla. En su lugar, se volvió hacia la cama.
-El arma,- Jo respiraba con dificultad cuando la dejó junto a Ernie -Ella podría
volver.
-El arma esta descargada.- Gruñó Nicholas y supuso que lo había leído en la
mente de Dee.
Jo lo miró cuando le levantó la camisa para echar un vistazo a su herida y lanzó
una maldición. Era malo. Ella no era médico, pero estaba muy mal. El agujero
no parecía muy grande, pero la sangre estaba saliendo de ella como una
manguera de agua a media presión. Eso no parecía estar bien.
-Lo siento, -murmuró Jo y luego cerró los ojos, él se dio media vuelta y se
precipitó hacia el cuarto de baño. Suponía que había sido un pobre intento de
humor, pero en realidad, no se sentía bien. En realidad, eso era una especie de
eufemismo. Se sentía horrible.
Se obligó a abrir los ojos, vio a Nicholas agarrando una toalla de baño y
poniéndosela en el pecho. Jo lo observaba, pensando que probablemente
debería doler, pero no fue así. Probablemente no era bueno tampoco. Lo pensó
vagamente y le miró a la cara. Parecía frenético, sus ojos brillaban plateados
como cuando hacían el amor y murmuró: -Tus ojos están como cuando estas
excitado.
-¿Qué?- Él la miró con confusión y luego frunció el ceño ante lo que veía allí.
Levantó una mano de su pecho, tocó su cara, sus ojos se clavaron en ella,
cuando le tocó la mejilla y dijo con firmeza: -Tienes que quedarte conmigo, Jo.
-Estoy aquí, -murmuró Jo y luego abrió los ojos y dijo: -Te amo.
Ella no sabía de dónde había salido. No había previsto decirlo, pero sabía que
era verdad. Lo amaba. Él era guapo e inteligente... y tenía más honor en su dedo
meñique que la mayoría de los hombres tenían en todo el cuerpo.
Nicholas había nacido para ayudar a las personas, para salvarlas, como la había
salvado una y otra vez. Jo estaba segura de eso. También era cierto que no iba a
ayudarle a él, era una vergüenza, porque realmente quería poder hacerlo.
Jo cerró los ojos con cansancio, pero intentó abrirlos de nuevo para obtener una
mirada más de él, porque cuando la oscuridad se deslizó a los lados de su
visión, supo que no quería saber nada de lo que ella quería.
-¿Jo?-Dijo Nicholas con ansiedad cuando cerró los ojos. Llegó hasta abofetearle
la cara ligeramente y luego intentó despertarla, pero no funcionaba.
Maldiciendo, miró alrededor salvajemente y luego miró la herida del pecho.
Había estado tratando de detener la sangre, pero aún se filtraba alrededor de
los dedos y maldijo por la frustración, deseando que fuera inmortal. Los nanos
serían capaces de detener la hemorragia si los hubiera tenido, pensó, y luego se
congeló cuando su mente de repente se despejó.
Nicholas miró a Ernie. El hombre estaba tan quieto como si estuviera muerto, la
flecha sobresalía de su corazón para garantizar que no se levantase de nuevo.
Al menos no hasta que le retiraran la flecha. Por supuesto, la mujer que había
escapado era un problema que tendría que ser tratado más adelante...
preferentemente por otra persona. Si lo hacia él, Nicholas probablemente le
retorcería el cuello a la perra por disparar a Jo y no le importaba que hubiera
sido efectivamente destinada a él y Jo se había arrojado hacia el arma.
Sus ojos se abrieron de nuevo con el tercer lamento, sin embargo, Nicholas
frunció el ceño con una nueva preocupación. La transformación era
insoportable tanto para el cuerpo como para la mente. Sabía que se tenían
pesadillas y alucinaciones, tan horribles que algunos enloquecían. Nicholas no
estaba dispuesto a correr el riesgo. Había drogas y trucos para ayudar con el
trance y él iba a asegurarse que recibiría el cuidado necesario.
Nicholas miró a su alrededor y cogió una chaqueta de cuero que había sobre
uno de los respaldos de las sillas de la mesa de la habitación. Observó que era
de mujer cuando la cogió. Se la puso a Jo y luego la cogió y la llevó hasta la
puerta.
Nicholas salió de la habitación justo a tiempo para ver como Dee se metía en la
parte trasera de la camioneta. Tomó el control de ella, le hizo detenerse y que se
sentara mientras él subía.
Maldiciendo, Nicholas cerró los ojos un instante y luego los abrió cuando
alguien golpeó la ventanilla del conductor. Volvió la cabeza y vio a un hombre
fornido, de unos cincuenta años. Nicholas bajó la ventanilla.
Debió verlos cuando Nicholas le ponía el cinturón a Jo, pensó Nicholas y luego
miró al hombre de la ventanilla.
-Sabes que no podemos dejarte marchar -Le advirtió Mortimer en voz baja.
-Lo sé, -dijo con gravedad, miró al hombre de la ventanilla y vio que su mujer se
acercaba para ver lo que pasaba. Ella no podía ver la cara de su marido, pero al
parecer sospechaba que algo andaba mal.
Volvió su atención al teléfono y dijo: -Te pido un solo favor. Dos, en realidad.
-Y tengo que hablar con ella una vez que esté despierta antes de que me lleven a
juicio,- dijo Nicholas y frunció el ceño y añadió: -Quiero una noche con ella
antes de llamar a Lucian.
Hubo silencio durante un minuto y luego Mortimer dijo: -Está bien. Estoy de
acuerdo.
Nicholas pasó rugiendo a través de las dos puertas y aceleró por el camino,
tomando el desvío a la rotonda frente a la casa. Frenó violentamente en la puerta
principal mientras ésta se abría y alcanzó a ver a Mortimer que salía corriendo,
seguido por Bricker y Anders, pero luego llevó la camioneta al estacionamiento y
saltó a toda prisa del vehículo, rodeándolo en dirección a la puerta del
acompañante.
Él giró con ella en sus brazos y viendo que Mortimer tenía las cejas levantadas
le dijo -Su mente está quebrantada, está del lado de Ernie y le disparó a Jo.-
-¿Qué?-
Ese chillido agudo llevó su mirada en torno a una delgada mujer de pelo oscuro
en los escalones de la entrada y supuso que era Sam, la hermana de Jo. Había
una semejanza definida, aunque la mujer era una versión demacrada de Jo, sus
brazos eran larguiruchos y de los pantalones cortos que llevaba asomaban unas
piernas huesudas. Aunque con un poco de carne en ella, sería casi tan bonita
como Jo, pensó Nicholas, pero luego la sacó de sus pensamientos y se dio vuelta
para advertirle a Mortimer. -Estuve controlando a la mortal todo el camino hasta
aquí, pero la liberé cuando salí de la camioneta. En este momento, ella
probablemente está sacando la flecha del corazón de Ernie.-
Mortimer asintió en forma sombría. -Bricker, Anders, llévenlos a las celdas. Nos
ocuparemos de ellos más adelante.-
-Sam, cariño,- dijo Mortimer, tirando de ella para alejarla de Nicholas, mientras
trataba de echar un vistazo a Jo. -Vamos adentro para instalarla en su habitación,
¿de acuerdo?-
-Sí, por supuesto,- murmuró Sam, y retrocedió hacia la casa para mostrarles en el
camino.
-Después de ti,- dijo Mortimer con voz queda, pero Nicholas ya estaba siguiendo
a la mujer.
-Están en camino,- le aseguró Mortimer, y luego alzó la voz para hacerse oír por
encima de Jo mientras ésta se sacudía y el volumen de sus gemidos se
incrementaba.
-Deberían haber llegado aquí antes que tú, pero sospecho que aceleraste un
poco.-
-Estarán aquí pronto,- dijo Mortimer tranquilizador mientras Sam los guiaba
hasta una habitación. -Mientras tanto, le pedí a Bricker que trajera una cuerda
para que podamos atarla.-
-Sí, pero...-
Para su gran alivio, Mortimer estuvo del otro lado de la cama sosteniendo la
cuerda casi al mismo tiempo. Nicholas apartó los pantalones vaqueros, pero por
el momento le dejó la camiseta y la chaqueta que le cubrían el pecho, y tomó la
cuerda que aquél le tendía. Trabajaron juntos, cada uno tomó una muñeca que
anudaron a un extremo de la cuerda y luego fijaron el otro extremo al elástico de
la cama de metal, antes de hacer lo mismo con sus tobillos. En el momento en
que se encontraban en la parte inferior de la cama y fuera del camino, Sam se
colocó junto a Jo, y apartó hacia un costado la chaqueta de cuero que le cubría el
pecho. Nicholas no se sorprendió por su grito de horror al ver el agujero en la
camisa de Jo y la mancha de sangre, pero la ignoró hasta que terminó lo que
estaba haciendo.
-Siempre me sorprende ver que se mueva tan rápido,- murmuró ella a modo de
explicación y luego frunció el ceño cuando ella bajó la mirada hacia Jo. -¿Qué le
ocurrió?-
-Te lo dije, le dispararon,- dijo él con tono áspero por tercera vez. La mujer
obviamente estaba en estado de conmoción, porque no podía comprender el
concepto.
-Sí, pero ¿cómo?,- preguntó ella con frustración. -¿Por qué esa chica le disparó?-
Nicholas se colocó junto a la cama, con los ojos fijos en el rostro pálido de Jo, su
propio rostro se contorsionaba mientras trataba de ordenar sus pensamientos.
-Aquí.-
-Empieza con ésta, pero sólo debes darle una. Vamos a darle los medicamentos y
a ponerle una vía intravenosa tan pronto como ellos lleguen con los suministros.-
Nicholas se echó hacia atrás una vez que terminó. Jo se había calmado un poco,
el volumen de los gemidos decayó un poco, pero no se detuvieron por completo.
Él supuso que los nanos habían abandonado los órganos y estaban recogiendo la
sangre que ella acababa de ingerir para hacer su tarea. Pero él sabía que la calma
no duraría mucho tiempo. Utilizarían la sangre para generar más nanos que
comenzarían a diseminarse por su cuerpo para cubrir las áreas más importantes
como el cerebro y el corazón, y entonces se pondrían a trabajar y ella estaría en
una agonía hasta que terminaran. O por lo menos, hasta que lo peor de todo
hubiera pasado.
-¿Qué pasó?,- preguntó Mortimer, haciéndose eco de la pregunta Sam había
hecho antes. - Me llamaste y me dijiste que fuera a buscarla a la casa de Sam,
pero cuando los hombres llegaron allí, ella ya no estaba.-
Nicholas suspiró tristemente y se pasó una mano por el pelo mientras estrujaba
la bolsa de sangre vacía en la otra. Parecía que hubieran pasado meses para él,
pero sólo habían pasado un par de horas, si acaso.
-Te llamé desde el vestíbulo, después me fui de la casa,- le contestó, sus palabras
y el tono no denotaba ninguna emoción. -Luego me fui a mover la camioneta
para que tus chicos no la encontraran. Estaba regresando para vigilar el edificio
hasta que tus hombres llegaran allí cuando pasó Ernie con Jo en el asiento del
acompañante. Volví corriendo y salté a la camioneta, y los seguí hasta un motel.
Estacioné en el borde del estacionamiento, mientras que la llevaba adentro y
luego me arrastré hasta la ventana para escuchar y ver lo que estaba pasando. Si
Leonius o cualquier otra persona estaban adentro, planeaba llamarte, pero no me
tomó mucho tiempo para saber que junto con Jo, sólo estaban Ernie y una mujer
mortal, y decidí que lo manejaría por mi cuenta.-
Nicholas apretó la boca y se reprendió en silencio por esa decisión. Debería haber
llamado a Mortimer y conseguido algo de respaldo, así quizás Jo no hubiera
recibido un disparo.
Haciendo una mueca, Nicholas se acercó para rozar la mejilla de Jo con un dedo.
-Quería irrumpir allí, pero Ernie le dijo a la mujer que pidiera comida para ella y
para Jo, y luego dijo que se iba a dormir. Pensé que sería mejor esperar. Ernie
estaría dormido y la mujer pensaría que era el repartidor de la comida y podría
sorprenderlos y salvar el día,- dijo con amargura, y luego apretó los dientes y
continuó: -Esperé, llamé, y tan pronto como la mujer empezó a abrir la puerta, la
empujé y entré. La mujer estaba en el suelo, Jo estaba atada en una silla, y Ernie
se levantó de la cama. Le disparé a Ernie un tiro en el corazón con mi ballesta,
escuché el grito de Jo, me di vuelta y alcancé a ver….-
Nicholas hizo una pausa y respiró, presionando hacia abajo el nudo que se había
formado en su garganta al recordar ese momento.
-Ella estaba atada,- dijo con lo que incluso él reconoció como desconcierto. -Sus
muñecas estaban atadas a la espalda, los tobillos estaban atados juntos, pero ella
se estaba arrojando sobre la mortal. La mujer estaba levantando una pistola para
apuntarme, y Jo... ella estaba tratando de salvarme, por amor de Cristo, como si
una pequeña bala me hiciera daño.-
-¿Así que recibió una bala por ti?,- le preguntó Sam, y añadió: -¿Por qué esa
mujer trató de dispararte? ¿ No se dio cuenta de que estabas allí para salvarlas?.-
-Iba a decirles que está quebrada,- dijo Bricker sombrío, llamando la atención
sobre el hecho de que Anders y él habían llegado y estaban cruzando la
habitación. -Es un desastre, Mortimer. Vio a toda su familia ser asesinada por
Leonius y sus muchachos. El padre estaba colgado de los talones desde las vigas
del granero la noche que irrumpieron en la granja. Lo degollaron sobre un cubo y
luego se pasaron el cubo entre ellos, bebiendo su contenido, mientras su familia
observaba.-
-Cristo,- dijo Mortimer suspirando, y puso su brazo en torno a Sam que estaba
horrorizada y la llevó contra su pecho.
-Tenía una madre y varias hermanas también,- murmuró Bricker. -Sólo ella y una
hermana menor sobrevivieron a lo sucedido en la granja. Fueron violadas y se
alimentaron de ellas por turnos hasta que la hermana pequeña murió. Su nombre
es Dee,- añadió, deteniéndose junto a la cama para mirar a Jo. -Estaba muy cerca
de la muerte cuando Leonius se la entregó a Ernie, como tentempié para el
camino. Él la alimentó, no la violó, y la muerde de vez en cuando, en vez de
cortarla, por lo que para ella, él se ha convertido en su héroe.-
-Hay muy poco de su mente que no esté destruido,- dijo Anders secamente. - Los
tres en uno puede que sean su única oportunidad de tener algo parecido a una
vida normal. La limpiarán como a una pizarra y harán que empiece de nuevo si
es que hay algo para empezar de nuevo.-
Mortimer asintió con la cabeza, pero miró a Sam. Nicholas sospechaba que el
otro inmortal estaba deseando que le hubieran dado la oportunidad de hacer eso
mismo con ella. Sam debería ser inmortal ahora, eso sería algo más seguro para
ella, teniendo en cuenta el trabajo que hacía Mortimer. El hecho de que Ernie
había irrumpido en la propiedad y atacado a Jo, le había hecho pensar en la
fragilidad de su compañera de vida en tanto y en cuanto se rehusara al cambio.
Debe ser una especie de infierno, para el hombre, pensó Nicholas. No podía
imaginar sufrir toda esa preocupación que Mortimer había atravesado todos esos
meses. Después de haber pasado sólo un par de días preocupándose por Jo hasta
enfermarse, era un gran alivio saber que ahora ella iba a ser una inmortal...
Incluso si no fuera a estar con ella, por lo menos Nicholas iba a morir sabiendo
que estaría bien... salvo un accidente o un asesinato, pensó en forma sombría, y
luego miró el teléfono de la cama cuando éste comenzó a sonar.
Lo primero que pensó Jo al despertarse y abrir los ojos fue que se sentía como si
hubiera sido atropellada por un camión Mack. Lo siguiente fue preguntarse
sobre quién lo había estado conduciendo.
-Jo.-
Su nombre sonó como un leve suspiro de alivio, y ella volvió la cabeza y esbozó
una sonrisa cuando se encontró mirando a Nicholas. Había permanecido sentado
en una silla junto a la cama, pero ahora se paró y estaba inclinado sobre ella, y
parecía que no había dormido en días. Su rostro estaba gris con grandes bolsas
bajo sus ojos y se veía unos diez años mayor de lo normal, lo que era algo
alentador, decidió Jo. Parecía que después de todo, estos inmortales no siempre
eran personas bonitas. Ellos también podían verse como el infierno.
-Hola guapo,- murmuró, y frunció el ceño cuando las palabras salieron como un
graznido seco que le rasparon la garganta.
Jo obedeció la orden en silencio y bebió el agua que vertió en su boca. Le dio sólo
un sorbo, y luego bajó el vaso y le preguntó: -¿Más?.-
-¿Mejor?,- preguntó él, bajando el vaso cuando le hizo señas de que había
tomado lo suficiente.
-Dee me disparó,- dijo disgustada, y luego agregó: -O tal vez sería más justo decir
que conseguí que me disparara. Estaba apuntándote.-
-Eso explica por qué me siento como la mierda,- murmuró, y luego volvió su
rostro hacia el pecho de él para acariciarlo y agregó: -Pero no lo hice, y ambos
estamos sanos y salvos, y no puedes dejarme con Mortimer y esos muchachos
mientras estoy curándome, así que todo está bien.-
Cuando no dijo nada, Jo levantó la cabeza y lo miró seria, mientras le decía, -Sé
que estabas tratando de mantenerme a salvo al dejarme en el apartamento, pero
las cosas malas suceden cuando tú no estás alrededor. Tal vez es una señal de
que se supone que debemos permanecer juntos.-
-¿Y Dee?-
Ella pensó en lo que dijo y entonces preguntó: -¿Qué van a hacer con Dee?-
-Sí, lo sé,- murmuró. Recordando cuando observó brotar su propia sangre del
agujero entre sus pechos, Jo miró con curiosidad hacia abajo, a su pecho cubierto
por una manta. -No me duele en absoluto. Me duele todo, pero mi pecho no
duele más que el resto de mi cuerpo. Es extraño, ¿no?-
-No. En realidad, es de esperar que eso suceda,- murmuró, y luego la tomó entre
sus brazos. Una vez que se acomodó mejor en la cama con ella en su regazo,
Nicholas dijo: -Jo, dulce, fue una herida mortal.-
Nicholas bajó su mirada hasta encontrar la de ella y asintió con la cabeza muy
serio. -Porque te convertí.-
-Debes estar bromeando,- dijo ella con tono seco. -Estoy viva, Nicholas. Y soy
una inmortal como tú. ¡Esto es genial!-
-Jo, no,- dijo Nicholas en silencio, cogiendo sus manos cuando estaban en la
hebilla de su cinturón. -Cariño, tenemos que hablar.-
-Más tarde,- dijo ella, agarrándole la camiseta y tirándola hacia arriba hasta dejar
su pecho al descubierto. -Basta de hablar por ahora. Soy inmortal y quiero
celebrar.-
-Pero...-
-Nada de peros,- dijo ella con firmeza, haciendo una pausa para mirarlo a la cara.
-Pensé que moría Nicholas. Pensé que había perdido la oportunidad de estar
contigo y que iba al encuentro con mi creador. Pero estoy viva. Todavía tenemos
una oportunidad. Celebra conmigo. Hazme el amor y hazme sentir viva. Más
tarde podremos hablar de todos nuestros problemas y de lo que debemos hacer.
Pero por ahora, hazme el amor... por favor.-
-Dios, Jo. No sabes cuánto me gustaría,- dijo él con tristeza. Cerró los ojos, inclinó
su cabeza para descansar su frente contra su pecho. -No sabes lo mucho que lo
deseo, pero...-
-¿Pero?- preguntó ella con el ceño fruncido, y luego se puso rígida ante el sonido
de una puerta abriéndose detrás de ella. Retorciéndose en su regazo, miró por
encima del hombro, con los ojos cada vez más abiertos por la conmoción al ver a
Sam en la puerta abierta.
Jo lo miró fijamente, y luego preguntó: -¿Pero por qué estás aquí?. ¿Por qué no
dejaste que Mortimer y los chicos vinieran por mí? Tú...-
-No sabía cuánto tiempo tenía para darte las drogas antes de que la conversión te
hiciera daño, Jo. Además,- añadió con un suspiro,- como tú dijiste, suceden cosas
malas cada vez que te dejo sola. No podía arriesgarme a que Leonius hubiera
seguido a Ernie desde el norte y te atrapara, o sucediera alguna otra maldita
cosa. Tenía que traerte hasta aquí y ver por mí mismo tu transformación hasta
estar seguro de que ibas a estar bien.-
-Leonius está escondiéndose en Sudamérica- dijo ella con furia. -¿Y cómo diablos
voy a estar bien ahora?. Ellos te tienen aquí. Te juzgarán y ejecutarán y voy a
quedarme sola.-
-Jo,- dijo Sam suavemente, acercándose a la cama. -Él hizo lo que pensó que era
mejor.-
Jo se volvió hacia ella bruscamente. -Sam, tienes que ayudarme a salir de aquí. Él
no lo hizo. No mató a esa mujer. Tenemos que...-
-Lo siento, Jo,- continuó Mortimer, entrando en la habitación. -Pero no hay modo
de sacarlo de aquí. Vamos a revisar cada vehículo que salga de la casa, y los
hombres tienen órdenes de llamar a la casa y alguien que revise aquí para
asegurarse de Nicholas está presente antes de que se permita salir a cualquier
vehículo. No saldrá de aquí.-
-No vivo,- dijo ella con amargura, y luego se bajó de Nicholas, arrastrando la
sábana con ella, mientras la pisoteaba y se bamboleaba antes de mirar fijamente a
Mortimer. -Él no mató a esa mujer. Si lo matas, será un asesinato.-
-Acabo de coger a los renegados,- dijo Mortimer en voz queda. -El Consejo lo
juzgará. Si es inocente, ellos lo averiguaran.-
-Perdóname si no pongo mi fe en ellos,- le espetó, y luego preguntó. -¿Cuánto
tiempo?-
-¿Cuánto tiempo hasta que los juzguen y ejecuten?,- preguntó ella con
impaciencia.
-Oh.- Mortimer hizo una mueca. -Le prometí que podía cuidarte durante la
transformación y tener una noche contigo antes de llamar a Lucian.-
Jo miró por la ventana y vio que la luz del sol aún brillaba. Tenía tiempo hasta
mañana por la mañana. Menos de veinticuatro horas, pensó, y se volvió para
mirar a Sam.
-¿Jo?- Nicholas se puso de pie y se acercó a ella para tomarla del brazo. -Vuelve a
la cama. Necesitas descansar.-
Vio que sus pantalones yacían arrugados junto a la cama y fue a recogerlos.
-Jo,- dijo él con tono cansado. -Carol era mortal. Tenía unos cuarenta años. Debe
estar muerta, no puede ayudarnos.-
-¡Maldita sea, Jo! Métete en la cama. Tú... ¡Qué demonios!,- maldijo Nicholas y
agarró la sábana que ella había dejado caer para ponerse sus pantalones
vaqueros. La levantó rápidamente para impedir que Mortimer la viera y le
espetó: -Sácate eso y métete en la cama. Sigues atravesando el cambio.-
-Sólo estás siendo amable,- murmuró Sam, inclinándose para besarlo. -Es
probable que ni siquiera lo sintieras.-
Jo se inclinó para recoger la camiseta mientras sacudía la cabeza. Hizo una mueca
cuando vio la sangre en la prenda, pero era todo lo que tenía, así que se la puso.
-Jo, por favor,- dijo Nicholas con voz queda, moviendo la sábana de costado
mientras ella se ponía la camiseta debajo de sus vaqueros. Tomándola del brazo,
la volvió hacia él y apretó su rostro entre sus manos. -Por favor, sólo vuelve a la
cama... No desperdicies estas horas preciosas lejos de mí. Cambié mi vida para
asegurarme de que estarías bien y por la promesa de una última noche contigo.-.
—Jo, espera.
Jo miró por encima de su hombro para ver si Sam la perseguía, pero el pasillo
estaba vacío a excepción de los dos hombres que custodiaban la puerta. Se
sorprendió de que Nicholas no intentara detenerla, pero también se alegró. Fue tan
duro como el infierno alejarse de él ya una vez. Jo no estaba segura de poder
hacerlo de nuevo.
—La primera esposa de Nicholas. Creo que todo esto tiene que ver con ella.
— ¿Qué? —Inquirió Sam, — ¿Con la mujer que él asesinó hace cincuenta años?
—Él no la mató, —espetó furiosa Jo, deteniéndose a mitad de camino por las
escaleras.
—De acuerdo. —Sam alzó las manos dócilmente. —No me muerdas y arranques la
cabeza. Solo explícame lo que está pasando y haré lo que pueda para ayudarte.
—Nunca te morderé, —Jo le aseguró en voz baja, pero estaba frente a su garganta
consiente de la vena tan visible, ella volvió la cabeza de lado. Frunciendo el ceño,
dijo: —Creó que puedo oír tu sangre corriendo por tus venas.
Los ojos de Sam se abrieron y desconfiada sugirió: —Tal vez deberías beber un
poco de sangre, mientras me explicas las cosas. Mortimer dijo que ibas a necesitar
sangre durante bastante tiempo.
—Está bien. Vamos a resolver esto entonces, —le aseguró Sam bajando las
escaleras. —Pero primero la sangre.
—No. Mortimer la traslado aquí del garaje la noche en que se alojaron con
nosotros. Pero no quiero que Alex enloquezca si abre el refrigerador buscando jugo
de naranja y descubre esto. — Sam irónica admitió mientras sacaba una bolsa.
—No sé, —dijo Sam con una mueca. — Los hombres solo le encajan sus colmillos.
—No están ahí todo el tiempo. —dijo Sam con una débil sonrisa.
Jo negó con la cabeza. Nicholas no siempre tenía colmillos. De hecho, ella solo los
había visto una vez, cuando él se los mostró para convencerla de que era un
vampiro. Suspirando, preguntó: —Bueno, ¿Cómo lo haré entonces?
—El olor a sangre los sacará si tienes suficiente hambre, —anunció Bricker, lo que
hizo que ellas prestaran atención al hecho de que las siguió y de que ahora estaba
de pie en la puerta.
—Ahí vamos, —Dijo Bricker con satisfacción tomando la bolsa de sangre de Sam.
—Abre.
Jo abrió la boca y él metió la bolsa entre sus dientes, agarrándola por la nuca para
evitar que instintivamente se sacudiera apartándose. Una vez que se relajó y
sostuvo la bolsa, la soltó y apartándose le dijo: — Ahora relájate y deja que tus
colmillos hagan todo el trabajo.
—Tu cuerpo sigue cambiando, —le explicó cuando tomó la bolsa de mala gana. —
Vas a necesitar ingerir una gran cantidad de sangre en los próximos días. De lo
contrario, no vas a reconocer los síntomas del hambre y podrías terminar
mordiendo al mortal que esté más cerca.
—Aquí tienes.
Jo miró a su alrededor cuando Bricker le tendió una tercera bolsa, luego miró
sorprendida que su segunda bolsa estaba vacía. La tiró a la basura y tomó la bolsa
con sangre fresca, perforándola con sus dientes. Parecía ir tan rápido con está como
con las otras dos, y Jo ya la estaba intercambiando por la cuarta bolsa cuando
oyeron la puerta abrirse.
Bricker fue hasta la puerta de la cocina para ir a la sala y pudo ver como la sorpresa
cruzaba su cara.
Era Thomas. El hermano de Nicholas, Jo se dio cuenta y sin pensar arrancó de sus
dientes la bolsa medio vacía, luego maldijo cuando la sangre chorreo por todas
partes. Lanzó la bolsa al lavabo, pero no se molestó por el desorden que había
hecho y se apresuró por el pasillo para reunirse con los dos hombres en la entrada.
—Nosotros podemos viajar de ida y vuelta en el jet de la compañía. Son solo siete
horas, —contestó Thomas, mirando curioso a Jo y a Sam cuando se detuvieron
detrás de Bricker. Y levantando las cejas, dijo: — ¿Hola?
— ¿Tú eres el hermano de Nicholas, Thomas? —preguntó Jo muy seria, lo que hizo
que sus cejas se levantaran aún más. Pero se enfureció cuando ella añadió: — ¿El
hermano que no tiene ninguna duda de que él es culpable de asesinato y que no
reconoce su existencia?
—Nadie, —dijo Bricker a su vez, y tomándola del brazo, la empujó hacia la puerta.
—En realidad no debería estar aquí. Thomas vamos a tratar…
—Yo no voy a ninguna parte hasta que me entere de qué demonios está pasando
con Nicholas, —dijo sombrío Thomas sacudiendo la mano.
— ¡Oh, que te importa! —dijo Jo disgustada, —Tú y todos los demás que se supone
que lo aman le dieron la espalda a Nicholas desde hace cincuenta años.
—Más bien es un pastor alemán diría yo, y su mordida es peor que su ladrido, —
dijo Nicholas cansado. Todos se volvieron para verlo de pie en la parte superior de
la escalera, mirando abajo a Jo cariñosamente. Luego frunciendo el ceño dijo: —
Hablando de eso, ¿Dónde está Charlie?
Jo abrió los ojos incrédula cuando se dio cuenta de que no había pensado en
preguntarlo ella misma. Se volvió hacia Sam.
Los ojos de Jo se abrieron aún más por la noticia, pero antes de que pudiera
preguntar por qué, Thomas se acercó hasta ella para llegar a la parte inferior de las
escaleras y con voz sorprendida pregunto: — ¿Nicholas? ¿Te capturaron?
—Entonces, ¿Por qué negaste su existencia todos estos años? —le espetó.
—No lo hice, —dijo Thomas a su vez, luego frunció el ceño, — ¿Quién eres tú?
—Mi compañera de vida, Jo Willan, —anunció Nicholas, bajando las escaleras con
Mortimer y Anders pisándole los talones.
Jo le hizo una mueca, luego miró a Nicholas cuando llegó a la parte inferior de las
escaleras. Él deslizó su brazo a su alrededor y la besó en la nariz. Y con una sonrisa
triste, se volvió hacia su hermano y le explicó.
— Me dijeron que no hablabas sobre mí. Pensé que eso significaba que también
creías que era culpable.
—No hablo de ti porque eso altera a las mujeres, —dijo Thomas secamente. —Eso
hacía que la tía Marguerite y Lissiana se entristecieran, y tú sabes lo cercana que
era Jeanne Louise de Annie. Ella rompe en llanto cada vez que tu nombre o el de
Annie son mencionados luego de lo ocurrido. Era más fácil no mencionarte frente a
ellas, y entonces fue más sencillo no tener que explicarles a los demás todo el lío.
Pero nunca creí que habías asesinado a esa mujer… al menos no sin una buena
razón. No importaba lo perdido que estuvieras después de la muerte de Annie, yo
sabía que no lo harías. Pero no estabas ahí para preguntarte y…
—Siempre estaba ahí molestándonos, querrás decir, —Dijo Nicholas con irónico
afecto. —Y por lo general en todos los peores momentos posibles. Siempre quería
sacarla de ahí.
Thomas sonrió débilmente. —Jeanne Louise estaba allí todo el tiempo incluso
cuando estabas fuera de caza también. Ella y Annie iban de compras juntas y esas
cosas. Incluso se quedaba a dormir cuando estabas fuera por días, así Annie no
estaba sola. Eran como hermanas siamesas, cuando no estabas presente.
— ¿Ellas estaban? —Nicholas preguntó con sorpresa.
— Ella sabía lo que Annie quería decirte entonces, —dijo Jo, volviéndose hacia
Nicholas emocionada. —Tenemos que hablar con ella.
Nicholas vaciló, luego frunció el ceño y sacudió la cabeza. —Si ella sabía algo me lo
habría dicho.
—No, si ella no sabía que era importante, —señaló Jo, luego se dirigió a Thomas.
— ¿Dónde puedo encontrar a Jeanne Louise?
—Ella está en la casa de la tía Marguerite, con mi esposa Inez, —dijo poco apoco
Thomas. —Las señoras querían un día solo de chicas con Inez, así que me dejé caer
por ahí para ver a Bastien, que, —agregó secamente, mirando atrás a Nicholas. —
trajo a colación el hecho de que Nicholas había hecho una reaparición. Entonces él
no respondió ninguna de mis preguntas, solo me dijo que si quería saber algo
debía venir hasta acá y hablar con Mortimer.
—Tuve que darle una pista de lo que estaba pasando cuando me llamó por lo de su
envió de la IV y de los medicamentos para la transformación de Jo, pero me hizo
prometerle que no hablaría de su estancia aquí.
—Porque yo le prometí a Nicholas que si traía a Jo, podría estar con ella durante la
transformación y pasar una noche a su lado antes de llamar a Lucian. Y no quería
faltar a mi palabra antes de cumplir con mi promesa.
—Tienes razón, —ella estaba de acuerdo y miró a Thomas. —Es necesario que nos
lleves de inmediato con Jeanne Louise.
—Tu acabas de decir que podía pasar una noche conmigo, —dijo Jo en tono
acusador.
—Bueno, sí, pero en este caso, —dijo a su vez. —No significa pasear por la ciudad.
Jo arqueó una ceja mirando a Nicholas. — ¿Hubo alguna mención de qué clase de
noche sería?
—No. Solo una noche contigo. —dijo Nicholas con una sonrisa.
—Por Dios, —murmuró Bricker. —Suenas como Sam cuando te tira a la cara que
es abogada.
Mortimer frunció el ceño y con voz dura dijo: —El acuerdo fue que podía tener
una noche contigo. También me dijo que si venía hasta aquí, no lo dejara irse. El
acuerdo sobre la noche en cuestión tenia implícito que estarían aquí. Ya sea que
elijas pasar la noche con él aquí o no, no es mi problema, pero no estoy evitando
que lo hagan. Voy a tener que defenderme rápido, si Lucian se entera de que dejé
que te viera durante la transformación y que pasaran la noche aquí, así que no
tientes a la suerte.
— ¿Por qué quieres hablar con Jeanne Louise? —Sam preguntó en voz baja,
uniéndose ahora a su pequeño círculo. — ¿Qué esperan que ella pueda decir?
Jo suspiró y luego le explicó. —Todo se remonta a la muerte de Annie. La noche
antes del accidente ella llamó a Nicholas a Detroit, él era un cazador de
delincuentes entonces, como Mortimer, —hizo una pausa para añadir en caso de
que Sam no lo supiera. —De todos modos, ella le dijo que tenía algo que decirle
cuando regresara. Pero esa noche murió en el accidente de auto que la decapitó,
una de las pocas maneras en que un inmortal puede morir. Y la decapitación con el
parabrisas fue un accidente, —dijo con gravedad. —Uno de cada millón según dijo
Nicholas cuando volvió a casa. —ella arqueó la ceja de forma significativa,
satisfecha cuando Sam comenzó a estrechar sus ojos.
—En fin, luego un par de semanas más tarde Nicholas encontró un regalo que
Annie había comprado para su amiga del trabajo, una chica mortal llamada Carol.
Así que tomó el regalo y fue a ver a Carol, pensando en preguntarle si sabía lo que
a Annie le urgía contarle. Él se acuerda de que condujo hasta allí, luego que cruzó
el estacionamiento, que vio a esta mujer, que estaba embarazada y que se parecía a
su compañera de vida muerta. Lo siguiente que recuerda es a Decker llamándolo
por su nombre, que abrió los ojos y encontró a la mujer muerta entre sus brazos y
cubierta de su sangre.
—Nunca conectó estos eventos, pero creo que es demasiado extraño que ella
muriera antes de poder decirle algo que la alteraba tanto, y el que de pronto él se
encuentre acusado de asesinato en el trayecto antes de poder hablar con esa Carol
de lo que era.
—Sospechaba que Decker estaba detrás de todo, —anunció Jo, —fue muy
conveniente la forma en que se presentó cuando lo hizo, pero Nicholas está seguro
de que él no habría hecho algo así.
— ¿Mortimer? —Sam preguntó mirándolo. —Es posible que Jo tenga razón. Nada
de lo que ha hecho Nicholas me dice que él es un asesino. En repetidas ocasiones se
ha arriesgado para salvar a otros, e incluso se entregó para salvar a Jo. ¿Y si ella
está en lo cierto y Nicholas no asesinó a la mujer?
Como él permaneció en silencio con una mueca en la cara, Thomas dijo en voz
baja, —Los recuerdos deben estar allí, Mortimer. Es extraño que no lo estén.
—No tienes que esperar a que Lucian llegue, —señaló Bricker suavemente. —Si él
es como tú y Decker, su mente debe ser un libro abierto ahora que ha conocido a su
compañera de vida. Lee sus pensamientos.
Cuando Mortimer miró a Nicholas, este asintió con la cabeza. —Adelante. No voy
a luchar contra ustedes. Quiero que me lean.
—Estaba enfadado cuando vio a la mujer, sin embargo… —señalo Mortimer con
una mueca.
—Sin embargo, los contenedores de su memoria entre verla, abrir los ojos, y verla
de nuevo pero muerta en su regazo, son como discos de acero. Jo podría estar en lo
cierto, —señalo Bricker al cabo, luego murmuró, —Por Dios, Nicholas trata de
mantener tus recuerdos de esa noche. No necesito destellos de un desnudo de Jo en
mi cabeza.
Jo giró los ojos. La imaginó. ¿Mencionan mi nombre y puede ver una imagen
inteligente o divertida de ella en su mente? No. De inmediato piensa en ella
desnuda. Hombres.
—Vamos a tener que encontrar la forma de traerla aquí sin mencionar a Nicholas,
—Mortimer le advirtió. —De lo contrario tendremos a Lucian respirándonos en la
nuca.
Jo los vio partir, luego miró a Nicholas que fruncía el ceño al darse cuenta de lo
pálida que estaba. — ¿Te sientes bien? —le preguntó con inquietud.
—Así que, ¿por qué mi perro está en casa de Anders? —Jo preguntó mientras
arrancaba varias hojas del rollo de papel y comenzaba a limpiar el desorden que
había hecho en la cocina.
—Él me siguió hasta casa, —dijo Anders secamente, pasando hasta el refrigerador
para tomar varias bolsas de sangre.
—En realidad lo hizo, —le dijo Sam en voz baja, mientras Nicholas tomaba más
hojas de toalla de papel y se inclinaba para ayudarla a limpiar el desorden.
—Él estaba muy cerca de Anders después de que regresaron del hotel, luego lo
siguió hasta su auto, y se metió en él cuando iba de regreso a su casa. Pensamos
que ya que a Charlie le gustaba y que si a Anders no le importaba, podría
mantener a Charlie en su casa hasta que tú regresaras con nosotros.
Jo frunció el ceño ante la noticia. Charlie siempre había sido su bebé, prefiriendo su
compañía sobre la de los demás. No estaba segura de que le gustara la idea de que
él se hubiera unido a Anders en su ausencia. Sin embargo, ella se había ido, él se
había hecho cargo de su amada mascota, por lo que Jo murmuró reticente. —
Gracias por cuidarlo.
—El placer es mío, —dijo Anders mientras la observaba limpiar los últimos restos
de sangre. —Aunque debo decir que me resulta difícil creer que tú lo entrenaste.
Charlie hace lo que le dicen y es mucho más tranquilo que tú. Me divertí mucho en
su compañía.
—Tienen una buena organización aquí, —comentó Nicholas mientras tomaba las
toallas de papel de Jo y de Sam y las tiraba a la basura. —Está mucho más
organizado ahora que cuando yo era un cazador.
—Todavía eres un cazador por lo que puedo decir, —dijo Bicker secamente, —Un
cazador renegado tal vez, pero un cazador a fin de cuentas.
Bricker sonrió y dijo: —Pero tienes razón. Esta mucho más organizado ahora.
Tenemos que serlo. Ya hemos perdido a un par de cazadores en los últimos
tiempos y hay pocos jugadores. Eso hace las cosas un poco más difíciles.
—Bueno, Decker renunció. Él no quiso dejarnos solos hasta que Dani atrapara a
Leonius. No es que fuera bueno de todos modos. Ustedes son bastante inútiles
para el trabajo luego de que conocen a sus compañeros de vida.
— ¿Dónde están Dani y Decker? —Jo preguntó curiosa. — ¿Pensé que estaban
alojándose aquí con ustedes?
Jo frunció el ceño ante esta noticia y estaba a punto de decir que aquí era lo
bastante seguro, que Ernie había sido el único que descubrió donde estaba la casa y
que al parecer le mintió a Leonius para que pasara un tiempo en algún lugar de
América del Sur, pero antes de que pudiera hacerlo, Bricker continuó.
—Así que están fuera de la foto por ahora, luego perdimos a dos más cuando
Lucian hizo que Victor y DJ se quedaran en Port Henry.
—Es un pequeño pueblo al sur de aquí, —explicó. —Toda la ciudad sabe que los
vampiros existen.
— ¿Qué? —Nicholas preguntó asombrado.
Bricker asintió con la cabeza. —Ellos no saben acerca de los nanos o de nada más,
sólo piensan que son vampiros tradicionales. Sin embargo, eso es más de lo que
deberían saber.
—Sí. —Bricker suspiró. —Lucian dice lo mismo. Al parecer, una gran parte de la
gente cree que todo es una broma, pero muchos otros piensan lo contrario. Lucian
piensa que esto va a explotar con el tiempo por eso Victor y DJ están allí para
ocuparse de ello cuando suceda.
— ¿Qué?
—Bueno, —dijo de manera razonable, —ya estamos aquí, y me gustaría ser una
gran cazadora ahora que soy un ser inmortal también.
Anders inhaló, y murmuró a Bricker, —Sí, claro. Sería algo así como ―Yo amo a
Lucy se reúne con Drácula".
— ¿Qué es ―Yo amo Lucy‖? —Jo preguntó confundida. Recordó que pudo haber
escuchado hablar de un viejo programa que se llamaba así, pero no tenía ni idea de
qué se trataba.
—No importa, —murmuró Nicholas, luego miró hacia la puerta cuando Mortimer
llegó con Thomas.
— ¿Qué?
Sam vaciló, luego le hizo un gesto para que la siguiera y salió de la habitación.
Jo levantó las cejas, pero siguió a Sam fuera de la cocina y el pasillo hacia la sala de
estar. Cuando su hermana se acomodó en el sofá, Jo fue a sentarse a su lado y le
preguntó: — ¿Qué sucede?
Sam se mordió el labio, pero luego suspiró y dijo en voz baja: —Sé qué esperas que
Jeanne Louise tenga información que pueda ayudar. Sin embargo, incluso si ella
sabe lo que Annie quería decirle a Nicholas esa noche, tal vez no sea suficiente
para exonerarlo.
—Tiene que serlo, —dijo Jo en voz baja. —Nicholas no asesinó a esa mujer. Lo sé.
—Sé que crees eso, y estoy de acuerdo contigo. Es cierto que él no se comporta
como alguien que podría matar a esa mujer, pero… —hizo una pausa y sacudió la
cabeza. —Simplemente no quiero que te hagas ilusiones y luego te deprimas si las
cosas no funcionan.
—La esperanza es lo único que tengo ahora, Sam. No sé qué voy a hacer si no
podemos probar que Nicholas no asesinó a esa mujer.
Jo se irguió, luego dijo: —Lo amo, Sam. Más que a nada en el mundo. Y no voy a
verlo morir. No puedo.
—Por todo. Todo esto es culpa mía. No quise transformarme hace diez años y te
deje atrás a ti y a Alex, con la esperanza de que pudieran ser compañeras de vida
de algún inmortal.
—Ya lo soy, —le señaló Jo en voz baja. —Y vamos a encontrar a alguien también
para Alex.
— Pero ¿Y si Nicholas es ejecutado? —Sam preguntó preocupada.
Jo se quedó en silencio, pero luego negó con la cabeza y se levantó. —No puedo
pensar en eso. No voy a pensar en eso. Nicholas es inocente y voy a encontrar una
forma de probarlo... O voy a encontrar una manera de salir de aquí y vivir
huyendo con él. No lo voy a perder ahora. No puedo.
—Aguarda Sam, —dijo Jo en silencio. —No voy a hablar contigo de ser razonable.
No soy como tú.
Jo desvió la mirada, pero luego se volvió y dijo: —Solo quiero decir que eres
demasiado cautelosa. Que piensas más con la cabeza que con el corazón. Lo cual es
bueno en muchos aspectos, pero eso significa que tomas la ruta más segura todo el
tiempo. No importa cómo te sientas. Sopesas y mides todos los pro y los contras,
entonces basas tus decisiones en lo que es menos arriesgado y no en lo que te dicta
el corazón. —ella suspiró añadiendo: —Es por eso que te quedaste con tu ex por
tanto tiempo aun después de que él se fue y por lo que no has dejado a Moritmer
estar contigo aún.
—No he dejado que Mortimer este conmigo todavía, porque eso significaría dejarte
de lado a ti y a Alex como hace diez años. —le respondió Sam.
—Yo no…
Sam bajó la cabeza admitiendo en voz baja. —No sé cómo puede amarme Jo. Él me
ve a través de unos lentes de color de rosa en este momento, pero ¿Cuánto va a
durar? Un día despertará y notará que no tengo busto, que mis rodillas son
huesudas, y…
—Sam, él ya lo sabe, —le dijo Jo en voz baja, luego miró a la puerta cuando el
teléfono sonó en la otra habitación. Sonó dos veces, luego se detuvo, ella miró de
nuevo a su hermana y suspiró.
—Sam, Mortimer te ama como eres. Y por lo que entiendo, eso no cambia entre los
compañeros de la vida.
Sam la miró, con expresión desgarrada diciéndole: —Pero Tom dijo que me amaba.
Jo se sentó a su lado otra vez, tomando sus manos entre las suyas. Esperó a que su
hermana la mirara a los ojos, luego dijo en voz baja, —Sam, el problema no es que
él se enamore de ti, si no que tú nunca has aprendido a amarte a ti misma. —dejó
que se hundiera, luego esbozo una sonrisa forzada y dijo suavemente: —Además
los nanos nos ponen a punto, ¿cierto? Así que quizás pondrán algo de carne en tus
huesos. —ella apretó la mano de Sam entre bromas y dijo, —Puede ser que incluso
te den un par de senos y finalmente puedas dejar los sostenes de entrenamiento.
Jo se rió entre dientes, luego miró hacia la puerta cuando escuchó pasos
acercándose. Sus cejas se levantaron cuando vio a Bricker aparecer en la puerta.
Él las miró con curiosidad, luego dijo, —Mortimer me envió a decirte que Jeanne
Louise está de camino aquí.
Capitulo Dieciocho
― Creo que debería hacer café entonces,- murmuró Sam parándose. Cuando Jo la
miró con sorpresa, ella explicó, ― Jeanne Louise es lo suficientemente joven tengo
entendido así que todavía come y bebe.-
― Mortimer hace lo que sea que se necesite hacer,- dijo Sam en voz baja. ― Él es
bueno en eso.-
Jo asintió con la cabeza y se preguntó si Nicholas también era así. Él había ayudado
a calentar la pizza en el apartamento de Sam, y había ayudado a limpiar su
desorden en la cocina justo hace unos momentos, pero ella no tenía idea de cómo
era él día tras día. Suponía que todavía tenían mucho que aprender el uno del otro,
y sólo esperaba tener la oportunidad.
Esta mujer era más lo que había esperado, pensó Jo mientras miraba a la hermana
de su amante. Ella era alta, pero esbelta, su pelo negro medianoche y recogido en
un moño. Estaba vestida también mucho más conservadoramente que su tía, con
pantalones oscuros y una blusa blanca.
― Y esta es su otra tía y mi cuñada Leigh,- anunció Marguerite cuando una morena
baja entró tras Jeanne Louise. ― Y esta es la cuñada de Jeanne Louise, Inez.-
Jo miró a la mujer con el pelo oscuro y rizado, y una tez más oscura, y luego a la
siguiente mujer que entró, una réplica rubia de Marguerite que llevaba un niño
pequeño en sus brazos mientras Marguerite continuó con las presentaciones, ― Mi
hija Lissianna y su querida niña Lucy.-
― ¡Tía Marguerite!-
Jo miró hacia ese grito alarmado para ver a Thomas liderando a los hombres hacia
la sala, cada uno de ellos llevando un plato de galletas, tazas, o una bandeja con la
crema y el azúcar en ella. Por lo menos él había estado encaminándolos hacia el
salón, pero se detuvo abruptamente y se volvió ahora para empezar a empujarlos
de nuevo hacia la cocina.
Ella empezó a arrear a las mujeres hacia Jo y Sam y luego dijo, ― Sam, ¿serías tan
amable y le mostrarías a Lissianna algún lugar donde podría acostar a Lucy para
su siesta? Se quedó dormida en el coche en el camino y no necesita oír esto de
todos modos.-
― Thomas, tú e Inez siéntense en el sofá con Jeanne Louise,- ordenó Marguerite con
suavidad. ― Ella está un poco molesta. Nicholas...- Se volvió hacia la puerta
cuando él entró detrás de los otros hombres. ― Ven, dame un beso.-
Ella sonrió y le palmeó la mejilla y luego ordenó, ― Toma la última silla allí con Jo.
Conseguiremos tener todo solucionado.-
Ella se trasladó a la mesa del café donde los hombres habían colocado las bandejas
y platos y rápidamente sirvió a sí misma y a Nicholas una taza. Después le entregó
a Nicholas la suya antes de sentarse cuidadosamente en su regazo. Jo bebió el
líquido amargo mientras observaba a los otros dando vueltas para conseguir ellos
mismos cafés y tomar galletas, pero luego todos comenzaron a establecerse en los
asientos.
― Podemos hacer sitio en el sofá, tía Marguerite,- dijo Thomas, cuando las sillas
comenzaron a llenarse.
― Bueno, entonces Lissianna o Leigh pueden sentarse allí. Creo que tomaré la
mecedora desde que ahora soy una abuela. Todo el mundo encuentre un asiento
donde pueda.-
― Tengo más de 700 años de edad, querida. Edad suficiente para ser una tatara-
tatara-tatara-tatara-tatara abuela o más si el destino hubiera sido más
complaciente,- dijo Marguerite con un suspiro cuando Lissianna y Sam volvieron
con Bricker y Anders sobre sus talones. Cada uno de los hombres llevaba dos sillas.
― Bueno, aquí estamos entonces,- dijo Marguerite, una vez que todo el mundo
estaba sentado. Echó una mirada alrededor del grupo, deteniéndose en Jo. ― Así
que crees que nuestro Nicholas es inocente del asesinato de esa mortal y esperas
que Jeanne Louise sepa algo que ayudará a probarlo.-
Jo parpadeó confusa, y luego hizo una mueca al darse cuenta de que la mujer la
debía haber leído. Por Dios, realmente necesitaba aprender a guardar sus
pensamientos, Jo se decidió, y se inclinó hacia adelante para colocar su taza sobre
la mesa.
Jeanne Louise miró a Nicholas con incertidumbre, pero luego dijo, ― Decker lo vio
hacerlo.-
― Dijo que había mucha sangre sobre él,- argumentó con voz firme, y Jo se sentó
con exasperación.
― Jo,- dijo Nicholas en tono de advertencia cuando se inclinó hacia delante para
recoger el café.
Cuando Jeanne Louise se la quedó mirando, los ojos abriéndose lentamente, Jo dijo
con firmeza, -Nicholás no mató a esa mujer. No tiene memoria entre la primera
vez que vio a la mujer en el estacionamiento y cuando abrió los ojos en el sótano de
su casa para encontrarla muerta en sus brazos. Alguien le tendió una trampa. Y si
no fue Decker, entonces fueron súper afortunados de que se presentara cuando lo
hizo, o apuesto que de alguna manera lo arreglaron para que apareciera.-
― Pero, ¿cómo pudieron lograrlo?- preguntó Jeanne Louise en voz baja. ― ¿Cómo
llegó Nicholas hasta allí con la mujer muerta en sus brazos?-
― Las drogas serían mi conjetura,- dijo Jo, y cuando Jeanne Louise simplemente se
mordió los labios y pareció indecisa, ella se movió impacientemente. ― Mira, no
importa si crees en su inocencia, yo lo hago. Así que dinos si sabes lo que Annie
podría haberle querido decir.-
― Jeanne Louise,- dijo Marguerite en voz baja, sugiriendo que ella pensaba lo
mismo.
― ¿No hubo algo de lo que hablara más que de otras cosas?- le preguntó Jo
suplicante.
Jo suspiró y miró a su alrededor. ― Bueno, ¿entonces tal vez ella le dijo algo a uno
de ustedes?-
― No ha dejado su granja desde que su última esposa murió,- dijo Thomas en voz
baja. ― Se ha convertido en un recluso total.-
― No,- dijo Marguerite a la vez. ― Sólo una era una compañera de vida. La madre
de Nicholas. Armand la convirtió. La segunda esposa, la madre de Tomás, era un
inmortal. Ella era un poco salvaje, se convirtió en su amante y se quedó
embarazada. Obviamente, ella quería o no habría estado bebiendo la sangre
suficiente para comenzar siquiera con el embarazo, por no hablar de mantenerla el
tiempo suficiente para saber que estaba embarazada,- agregó secamente, y se
encogió de hombros. ― Ella le dijo a Armand, y, por supuesto, se casó con ella. Era
el siglo dieciocho,- agregó. ― Y en ese tiempo, una mujer soltera, simplemente no
tenía un hijo por su cuenta. Nadie en la comunidad inmortal habría estado
demasiado angustiado, pero todos estábamos tratando de encajar como mortales.
Se casaron por conveniencia, pero de acuerdo en que sólo sería hasta que la una o
el otro encontrara a su compañero de vida.- Marguerite hizo una mueca. ― En
cambio, ella murió.-
― Creo que un inmortal perdiendo tres esposas inmortales una detrás de otra es
completamente improbable,- respondió ella con gravedad. ― Déjame adivinar,
¿todas ellas murieron en accidentes raros?-
― ¿No me dijiste que el fuego te puede matar?- dijo Jo, volteándose hacia Nicholas
con tono acusador.
Jeanne Louise asintió con la cabeza. -Me había olvidado de eso. Tenía curiosidad
de por qué Padre no había asistido a la boda, y cuando le hablé de sus desgracias
con las esposas, pensó que era demasiado extraño y comenzó a hacer todas estas
preguntas...-
― Ella estaba muy interesada en la forma en que murieron ese día que ambas
llegaron a tomar el té,- murmuró Marguerite.
― Ella me preguntó por el tío Armand y sus esposas también,- dijo Lissianna. ― No
pensé nada de eso en el momento.-
― Habló mucho sobre ello,- dijo Jeanne Louise, girando los ojos a Jo. ― ¿No crees
que tenga algo que ver con lo que ella iba a decirle a Nicholas?-
― Es posible,- dijo ella, pensativa. ― Sin duda me habría parecido extraño y habría
sentido curiosidad por esto... Y si ella empezó a investigar esto y se enteró de algo
que sugería que incluso una de las muertes no fue accidental…-
― En ese caso sería una muy buena razón para que alguien quisiera verla muerta
antes de que pudiera decirle a Nicholas lo que había averiguado,- dijo Thomas
sombrío.
― Sí,- murmuró Jo, sin notar el repentino silencio en la sala, hasta que Bricker lo
rompió poniéndose de pie.
Jo levantó la mirada ante el comentario de Bricker para ver que había regresado y
estaba repartiendo bolsas de sangre.
― Creo que será mejor que la busque. Ella necesitará alimentarse,- dijo Lissianna, y
se levantó para salir de la habitación.
Jo las vio partir y luego miró de nuevo al grupo y dijo, ― Me parece que tenemos
que hablar con Armand. Podría ser capaz de ayudar a aclarar las cosas. Al menos,
deberíamos tener una idea de hacia dónde mirar o qué paso tomar a continuación.-
― No puede hacer daño comprobar. Él puede saber algo sin darse cuenta,-
murmuró Nicholas y luego miró a Thomas. ― ¿Está todavía en la granja?-
Thomas negó con la cabeza. ― Él tiene una nueva ahora. Bien, ha comprado varias
desde que te fuiste y se rota en ellas; diez años en una, luego diez en otra, mientras
que los capataces manejan las demás.-
― Lo entiendo,- dijo Jo lentamente. ― Tal vez sospecha que las muertes de sus
esposas no fueron todos accidentes tampoco. Tal vez estaba tratando de mantener
a todos fuera de la línea de fuego.-
Mortimer se puso de pie con el ceño fruncido y empezó a cruzar la habitación, pero
se detuvo cuando un hombre alto y rubio llenó la puerta. Había un hombre buen
mozo, de pelo oscuro sobre sus talones, mirando sobre su hombro hacia la
habitación. Jo no tenía idea de quién era el hombre oscuro, pero reconoció a Lucian
de la noche de la fiesta. Fue puro instinto el que tuvo de pararse y moverse para
bloquear a Nicholas de su vista. Ella sabía que había sido la decisión correcta
cuando Marguerite, Thomas y Jeanne Louise de repente se levantaron y se
posicionaron alrededor de ella, ayudando a esconder a Nicholas.
― Se suponía que los hombres tenían que llamar si alguien llegaba,- dijo Mortimer,
aprovechando la mirada concentrada de Lucian en Marguerite.
― Parecía muy nervioso cuando se dio cuenta que estaba en el coche con Greg,-
dijo Lucian con gravedad, y Jo suponía que era su idea de explicarse a sí mismo. ―
Yo le convencí de que llamar antes era totalmente innecesario y que no haría más
que molestarme.-
Mortimer hizo una mueca y la sala quedó en silencio, mientras Lucian miró de una
persona a otra. Jo frunció el ceño cuando ella reconoció la concentración en su
rostro. La había visto antes. Era la mirada del ojo-pene. Maldita sea. Estaba
leyendo a la gente, se dio cuenta con espanto y había probado sus sospechas
cuando Jeanne Louise susurró en estado de pánico, ― Me está leyendo.-
Jo estaba lanzando un suspiro de alivio por el hecho de que estuviera libre de los
esfuerzos del hombre para leer sus pensamientos, cuando de repente sus ojos se
dispararon de nuevo a ella y el revoloteo comenzó de nuevo.
Jo asintió con la cabeza y comenzó a recitar: ― Había una vez una chica de
Nantucket…-
― Oh, por amor de Dios,- replicó Nicholas, y de repente estaba empujándose más
allá de ella, hasta situarse en la parte delantera del grupo que había estado
tratando de ocultarlo.
― Nicholas,- gritó Jo con una combinación de alarma y furia. Ella se movió
rápidamente alrededor para pararse delante de él, poniéndose entre él y su tío.
― Jo, dulzura, el hecho de que todos estaban tratando de no dejarlo que te leyera
simplemente lo habría hecho más decidido a averiguar lo que estaban
escondiendo,- señaló con gravedad, y luego sacudió la cabeza y añadió, ―
Y ¿Había una vez una chica de Nantucket? ¿Esa es la única rima en la que pudiste
pensar?-
― Sí, bueno, vamos a tener que... er...- Nicholas frunció el ceño. ― ¿Has
considerado un cambio de carrera? Tal vez un bar no es el mejor…-
Jo no pudo dejar de notar que él no era el único. Marguerite, Sam, y Jeanne Louise,
todos, se habían apretado protectoramente más cerca, y los demás en la habitación
estaban gravitando lentamente hacia ellos. Mientras que ella no había visto a
ninguno de ellos moverse, estaban más cerca de lo que habían estado. Animada
por esta muestra de solidaridad, levantó las cejas a Nicholas en pregunta. ―
Entonces, ¿qué hacemos ahora?-
― Hay muy pocas cosas que podemos hacer ahora,- dijo Nicholas en voz baja.
― Bueno, lo es,- murmuró, lanzando una mirada resentida al hombre que estaba al
otro lado de la habitación, con cara de piedra mientras escuchaba. ― Y no puedo
dejarlo agitar y hornear a Nicholas.-
Thomas puso los ojos. ― Es estacado y horneado, Jo. No somos chuletas de cerdo.-
― Lo que sea,- dijo con completo desinterés y luego se volvió a Nicholas. ― El
punto es, que deberías haberte quedado justo donde estabas y dejarnos manejar
esto. Ahora vamos a tener que atar a tu tío y ponerlo en una de las celdas o algo así
hasta que ordenemos todo y podamos demostrar tu inocencia.-
Nicholas lo miró, luego tomó las dos manos de Jo y le dijo, ― Cariño, me temo que
no tienen mucha opción. Si Lucian decide…-
― Por supuesto que tienen una opción,- le interrumpió ella con disgusto. ― Él es
solo un vampiro.-
― Todos ustedes son viejos,- señaló ella con sequedad- ― Tú tienes quinientos y
algo. Marguerite setecientos y algo. Eres todo lo malditamente antiguo.-
― Dices eso como si fuera una cosa mala,- dijo Thomas con diversión.
― Bueno, es una cosa mala si estás tan metido en tus planes y utilizas al Pantalones
Amargados ahí para manejar las cosas que acabas dejándolo que masacre a un
hombre inocente,- le espetó ella.
Jo tiró de las manos de Nicholas, y luego volvió una mirada determinada hacia la
cabeza del clan Argeneau mientras empezaba a atravesar la habitación, diciendo, ―
Nicholas no mató a esa mujer. Él no tiene memoria de matarla. Creemos que
alguien lo drogó y lo preparó para detenerlo de descubrir algo que Annie había
averiguado sobre la muerte de las esposas de Armand. Tenemos que averiguar lo
que era.-
Jo miró a la cara fría de Lucian Argeneau y sintió una furia levantarse en ella como
jamás había experimentado. El hombre sostenía la vida del hombre que amaba en
sus manos. ¿Todo su futuro reposaba en sus manos y él deteniéndolos con aire de
suficiencia criticando su intento de salvarlos a los dos? Todos sus miedos y
frustraciones se arremolinaron en una explosión de rabia, y antes de que Jo supiera
muy bien lo que estaba haciendo, estaba abofeteando al hijo de puta insensible en
la cara.
― Jo,- ladró Nicholas con alarma y rápidamente la arrastró detrás de él, poniéndose
firme entre ella y su tío, mientras decía, ― Ella está molesta.-
― Está todo bien, querida,- murmuró Marguerite, pasando al lado de Jo para correr
la mano con dulzura por su brazo, ― El Capitán Enojado no matará a Nicholas.-
― ¡Marguerite!- Lucian espetó.
― Bueno, no lo harás,- dijo ella con firmeza. ― ¿Seguramente nos has leído a todos
en la sala ahora y sabes que se necesita mayor investigación antes de que se
puedan tomar decisiones sobre el futuro de Nicholas?-
Lucian frunció el ceño a la mujer por un momento, pero luego suspiró y admitió, ―
Sí.-
― Todavía.-
Por alguna razón eso hizo que sus labios se torcieran con lo que ella sospechó era
diversión. Luego miró a Nicholas y le dijo, ― Ella es muy tempestuosa, ¿no?
Impetuosa también. Es bueno que decidieras que no era seguro mantenerla contigo
en la carrera. Habría estado muerta en una semana... o te habría matado.- Hizo una
pausa y añadió, ― Aunque ella puede haber hecho eso de todos modos ya que te
entregaste para salvarla. Tendremos que ver.-
Jo se sintió ponerse rígida a sus palabras, pero luego notó un brillo sospechoso en
sus ojos que le hizo pensar que la estaba aguijoneando y ella sólo murmuró, ― Ja,
ja.-
― Ja, ja, en verdad,- dijo Lucian secamente, y luego se volvió a Mortimer. ― Ahora,
vamos a conseguir que Dee y Ernie alisten el transporte para que puedas preparar
la celda de Nicholas.-
― ¿Qué?- Ahora Nicholas parecía furioso. Sus ojos eran de plata fría mientras se
acercaba a su tío, los puños apretados y gruñó, ― Encerrarme es una cosa, tío, pero
Jo no ha hecho nada para merecer ser tratada como un criminal.-
― Ella ya está tramando maneras de ayudarte a escapar en caso de que no pueda
llegar al fondo de esto,- dijo él en voz baja.
Sam no parecía contenta, pero asintió no muy feliz. Sin embargo, también
preguntó, ― ¿Pueden tener los libros o una televisión o algo por ahí para que no se
aburran?-
― En verdad.- dijo Lucian secamente. Luego miró al grupo y alzó la otra ceja. ―
Bueno, ¿Qué estamos esperando? Vamos a hacer esto así estos enamorados pueden
disfrutar de la suspensión de Nicholas.-
Tanto para el asombro de Jo, la sala se vació rápidamente luego, todo el mundo en
movimiento para llevar a cabo su tarea. Todo el mundo excepto ella, Nicholas,
Bricker y Anders, que se quedaron.
― Siento todo esto, Jo,- dijo finalmente, pasando sus manos con dulzura por su
espalda y el muslo.
― Tienes que dejar de pedirme disculpas, Nicholas,- dijo Jo en voz baja, apoyada
en su hombro. ― Nada de esto es tu culpa. Eres una víctima también aquí.-
― Tal vez, pero no estarías a punto de ser encerrada en una celda conmigo, si no
fuera por mi escapada. Si me hubiera quedado hace cincuenta años, tal vez todo
esto se habría resuelto hace mucho tiempo.-
― O tal vez habrías sido ejecutado o asesinado, o tal vez no habrías estado
merodeando alrededor detrás de Ernie esa noche y él podría haberme agarrado y
solo sería otra Dee o estaría muerta,- señaló ella. ― Además, yo puedo pensar en
cosas peores que ser encerrada con el hombre que amo por un tiempo... en una
celda con una cama doble.-
― Hmm,- murmuró Jo, pero negó con la cabeza. ― Sospecho que Lucian se estaba
burlando de eso. Tu tío no parece del tipo romántico.-
― Probablemente tienes razón, eso era quizás sarcasmo,- coincidió Nicholas con
una sonrisa. ― Pero yo te apuesto diez mil besos a que la tía Marguerite va a
insistir que Sam los ponga en la lista de todos modos.-
― Puedes tener los diez mil besos sin la apuesta,- le aseguró Jo con una sonrisa y
luego le puso la mano en su mejilla y dijo solemnemente, ― Te amo Nicholas, y si
es en una celda o en este cuarto o en un motel barato, no hay lugar que preferiría
que estar contigo.-
― Espero que sientas de la misma manera, si esto se prolonga durante diez o veinte
años,- dijo en un suspiro.
― ¿Pero?- le preguntó.
Nicholas hizo una mueca, y luego señaló, ― Han pasado cincuenta años y no
tenemos mucho para seguir adelante. Y aunque no creo que el Consejo me
ejecutaría sin tener la certeza de que lo hice, podrían ser reacios a dejarme libre sin
la misma certeza de que no lo hice.-
― Entonces... ¿qué?- preguntó Jo con alarma. ― ¿Ellos solo te mantendrían
encerrado aquí para siempre?-
― Más bien como ochenta o noventa ya que hubo un bebé involucrado,- dijo
Nicholas en voz baja, y cuando ella lo miró con los ojos abiertos por el horror, se
apresuró a decir, ― Yo podría estar equivocado. Sólo estoy adivinando en base a
diferentes decisiones que hemos hecho durante siglos.-
― ¿Esto ha ocurrido antes?- le preguntó Jo, y pensó que podría estar ahora
hiperventilando. ¿Ochenta o noventa años? Querido Dios, pensó ella, demasiado
para la escuela... y su trabajo estaría definitivamente fregado si no se presentaba
durante tanto tiempo. Aunque, se suponía que la biología marina no era una
carrera muy práctica para un vampiro, y administrar el bar solo había sido un
asunto temporal de todos modos mientras ella asistía a la escuela.
Con un suspiro, Jo se obligó a calmarse. Todo iba a funcionar. Tenía que hacerlo. Y
si no lo hacía y ellos terminaran pasando ochenta o noventa años en una celda
juntos... bueno, de lo que ella entendía tendrían después siglos juntos, y tal vez el
Consejo le rebajaría la sentencia a Nicholas por buena conducta, así como también
habiendo ya tenido que vivir huyendo durante cincuenta años. Y tal vez le
cortarían el tiempo a la mitad o algo así porque estaría compartiéndolo con él.
― Jo.-
― Puede ser que ellos te permitan salir y no tener que estar encerrada si prometes
no tratar de sacarme y cumplirlo,- dijo Nicholas en voz baja, y cuando Jo se volvió
hacia él bruscamente, agregó, ― Al menos de esa manera tendrías una vida
mientras esperas por mí.-
― Sueña con eso, amigo,- dijo ella secamente. ― No te vas a deshacer de mí tan
fácilmente. Yo me quedo contigo.-
― Pero…-
― Sí. Lo estás. Ahora y para siempre, amigo. Así que aprende a que te guste.-
Riendo, Nicholas la llevó contra su pecho y la abrazó con fuerza. ― Dios, mujer, te
amo.-
― Bueno, este es el tipo de acuerdo de para siempre, Nicholas. Tienes que amarme
y tengo que gustarte para aguantarme durante el tiempo que vamos a estar juntos.-
― ¿Qué deberíamos hacer al respecto?- preguntó Nicholas en voz baja, las manos
que habían sido suaves, hace un momento, cambiaron deslizándose sobre su
cuerpo con una intención decididamente diferente ahora.
― Parece,- estuvo ella de acuerdo, y luego con una sonrisa forzada se deslizó de su
regazo. Agarrando su mano, le dio un tirón. ― Vamos. Podemos acabar con el
sueño de que tenemos relaciones sexuales en las celdas, pero esta vez de verdad.-
― Ellos deben ser de plata todo el tiempo cuando estás cerca, entonces,- dijo
Nicholas secamente mientras ella lo llevaba a la puerta.
-Toc, toc.-
Jo parpadeó, abrió sus ojos y frunció el ceño cuando movió su cabeza sobre el
pecho de Nicholas para mirar fijamente hacia la puerta de su celda con cortinas.
-Toc, toc,- dijo Sam otra vez desde el otro lado de la puerta de la celda.
Jo hizo una mueca y cogió las sábanas y mantas, tirando de ellas hasta cubrirse
ella y Nicholas cuando la cortina se movió y Mórtimer apareció abriendo la puerta
de la celda.
Jo entornó los ojos con expresión divertida. – Pues no, pero sin duda ahora sí. -
-Ah bien, ya era hora de que despertaran. Han estado durmiendo o no durmiendo,
- agregó secamente, - durante dos semanas.-
Ya no se parecía mucho a una celda. Sam, Marguerite, y las otras mujeres habían
hecho magia en la habitación en el poco tiempo que habían tenido, colocando una
pantalla alrededor del inodoro para tener intimidad, instalando una cafetera,
flores, mesitas de noche, una alfombra, e incluso libros, aunque las uniones de los
mismos ni siquiera se habían agrietado. Jo casi podía fingir que se encontraban en
unas encantadoras vacaciones en un hotel, si no fuera por el hecho de saber que
estos podrían ser los últimos días con Nicholas, ese pensamiento siempre estaba en
un rincón de su mente…. Igual le pasaba a Nicholas.
Había visto ese conocimiento en sus ojos muchas veces, y la tristeza que esto había
traído a sus ojos casi la había aplastado.
- ¿En serio?- preguntó Jo con sorpresa, y luego bajó su mirada cuando Mórtimer
abrió la puerta de la celda de nuevo y Charlie entró corriendo y fue directamente
hacia la cama. Jo se sentó rápidamente, sujetando la sábana. Acarició el colchón.
Era la invitación que Charlie necesitaba; saltó a ella inmediatamente y se dejó caer
en su regazo como si fuera un perrito faldero, en lugar del gran pastor alemán que
era.
- Hola Charlie. ¡Hola bebé!, ¿Anders fue agradable contigo?– preguntó Jo,
acariciándolo cariñosamente. –Te eché de menos, muchacho.-
Sam esperó hasta que el perro se había instalado y luego sonrió y asintió con la
cabeza.
- Anders dijo que Charlie era un buen perro y que tendría que conseguir uno,
porque ahora que todo se ha resuelto probablemente lo quieres de vuelta.-
- ¿Qué? - Jo se puso rígida y miró de nuevo hacia ella. - ¿Qué está resuelto?
- Ah, supongo que debí olvidarme,- dijo Sam con inocencia, y luego deslizó su
brazo alrededor del hombre y dijo: - Adelante, tú tomaste el mensaje.-
Mórtimer echó un vistazo a Jo y Nicholas. - Lucian llamó. Estará aquí en una hora.-
-Así que los dos tienen una hora para desayunar, ducharse, vestirse y presentarse
en la casa. Toda la familia Argeneau está de camino al enterarse de esto.
Felicidades, a los dos,- dijo Sam con una sonrisa, luego se dio una palmada en la
pierna.
- Vamos Charlie. -
El pastor alemán vaciló, pero bajó a regañadientes de la cama y fue hacia la puerta.
- Y tú eres una buena mujer,- dijo él, girando su cabeza para besar sus dedos.
Jo parpadeó sorprendida ante sus palabras luego frunció el ceño y le preguntó con
incredulidad, - ¿Estas bromeando? Después de todo lo que hemos vivido, ¿esa es
tu idea de una propuesta?-
- Yo. -
- Qué bueno que no eres mortal, entonces, ¿eh? - preguntó con una sonrisa,
presionando un beso en la comisura de su boca, luego al otro lado, después en la
nariz, en los ojos…