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Grupo Leyendas

Oscuras

Traductores y Correctores
Sonia -–Yocasuri - Roux Maro -
Lobrizever - Hecate - Laury's -
Mausi - Ma-petite - Tara - Shiroku -
Rihano - Corazón de Tinta

Corrección Final
Corazón de Tinta - Eli

Diseño
Madri
Capítulo Uno

Nicholas llegó a la orilla de la pequeña arboleda del bosque y maldijo en voz


baja. De alguna manera había perdido al renegado, habría pasado de largo. La
idea le hizo girar y mirar hacia atrás por donde había venido, pero Nicholas
estaba seguro de que no había manera de que lo hubiera dejado atrás. El camino
que bordeaba el bosque tenía sólo diez metros y lo había recorrido lentamente,
buscando con la mirada los árboles que pasaba. No podía haber quedado atrás,
pero era lo único que tenía sentido.

Nicholas cogió el receptor de señal de su bolsillo y miró la pantalla. El coche del


renegado todavía estaba exactamente donde había estado antes. El tipo no se lo
había llevado. Se metió el aparato en el bolsillo y se volvió para mirar la calzada
delante de él. No había forma de que el renegado hubiera llegado allí a pie,
estaba seguro. Era la entrada a la nueva casa del ejecutor. El equivalente de una
estación de policía de cazadores de vampiros, era mejor en la seguridad que una
prisión mortal por lo que él podía ver. La puerta que bloqueaba el camino de
entrada era de diez metros de altura y hecha de hierro forjado macizo. Había una
pared de ladrillo igualmente alta que desaparecía entre los árboles a ambos lados
de la misma. En la parte superior del muro había clavos de metal que sujetaban
tres hileras de alambre de púas, recorría la parte superior como elemento de
disuasión para cualquiera que intentara subir por ella. Un letrero en la cerca
advertía que estaba electrificada. Si eso no fuera suficiente seguridad, parecía
haber una segunda puerta de unos cinco metros dentro de la primera valla
metálica, también con alambre de púas electrificado sin duda. Él negó con la
cabeza ligeramente. Esto era algo que Nicholas nunca pensó que iba a ver. Los
ejecutores antes vivían de otra forma sin tanta medida de seguridad solían
quedarse en casa de casa Lucian Argeneau. Sin embargo, parecía que su tío
había decidido hacer todo más oficial y organizado. Ya era hora, Nicholas
supuso. Esto se debería haber hecho hace siglos.
Su mirada se deslizó fuera de la puerta, hacia al bosque, al lado contrario donde
se encontraba. Era difícil creer que el canalla que estaba siguiendo se había
escapado a través de ese espacio abierto delante de las narices del guardia.
Aparte de eso, había un pilar delante de la puerta con una cámara y un sistema
de intercomunicación. El renegado no se habría arriesgado a cruzar la zona
abierta y quedar grabado por esa cámara. Sin embargo, el renegado se podía
haber arriesgado a colarse o Nicholas había pasado por delante del hombre sin
verlo. Nicholas miró por encima del hombro al bosque que estaba a su espalda.
Mientras su mente le decía que no podría haber pasado por delante del renegado
sin darse cuenta, estaba empezando a preocuparse de que tal vez sus instintos no
eran tan buenos como solían ser. El sonido de un motor le llamó la atención y
Nicholas volvió a la calzada justo a tiempo para ver a una furgoneta de catering.
Él observó en silencio mientras que se detenía entre los pilares.

-¿Sí? -una voz metálica preguntó por el intercomunicador.

-Cally Catering,- anunció el conductor de la furgoneta. -Estoy aquí para recoger


nuestro material y los platos.

-Vamos, entra.

La primera puerta se abrió. Nicholas esperó a que el vehículo se detuviera entre


las dos puertas y observó. Salió un guardia de la pequeña caseta, la puerta de la
furgoneta se abrió. En un momento se encontraba dentro. El guardia habló
brevemente con el conductor y luego fue hacia la puerta trasera de la furgoneta
y la abrió, revisó el interior. Por estar observando al guardia Nicholas casi se
pierde al hombre que de repente se deslizó por debajo del lateral de la
furgoneta, estaba en cuclillas, se incorporó y corrió hacia el bosque de detrás de
la caseta de vigilancia. Cuando lo vio estuvo a punto de advertir al guardia, pero
Nicholas se contuvo y buscó el teléfono. Era el condenado tunante, por supuesto.
El hijo de puta debe haber esperado en el lado de la carretera a que un vehículo
se aproximara, tomado el control del conductor para que lo dejara subirse y
luego bajarse de la camioneta por un lateral en un momento de distracción.
Algo poco inteligente, pensó Nicholas, frunciendo el ceño mientras continuaba la
búsqueda de su teléfono móvil. Tenía que advertir a los del interior y alertar a
los hermanos y luego buscar al renegado por la finca. Él les diría que buscaran en
los vehículos también. Lo haría si él podía encontrar su maldito teléfono, pensó
Nicholas con frustración mientras lo buscaba.

¿Qué demonios había hecho con él? Había oído el pitido de advertencia de que la
batería estaba baja antes de que llegara la noche y lo había enchufado en el
mechero del coche con su adaptador especial para cargarlo y... "maldita sea",
murmuró Nicholas, mirando hacia el camino por el que había venido. Había
dejado la maldita cosa en el coche. Consideró brevemente correr para
conseguirlo, pero mientras lo hacía el renegado podía andar a sus anchas por la
finca. Nicholas había estacionado en el bosque, cerca de la propiedad, al lado,
para evitar ser descubierto. El hombre, Ernie Brubaker, era uno de los hijos de
Leonius, Nicholas esperaba que si él le seguía el tiempo suficiente, Ernie lo
llevaría a la guarida de Leo.

Leonius Livio era un canalla repugnante que tenía que ser atrapado y Nicholas se
había impuesto la tarea de hacer precisamente eso. Sin embargo, se dio cuenta
que el coche quedaba bastante lejos... ... y si iba a buscar el teléfono para llamar,
Ernie podía agarrar a una de las chicas y perderlo de nuevo. Esa era la única
razón por que se le ocurrió por lo que el hombre estaba aquí. Al menos eso es lo
que Nicholas supuso cuando siguió al hombre hasta la casa del ejecutor.

Nicholas suspiró y se giró de nuevo hacia la puerta por el camino. El guardia ya


había regresado a su pequeña caseta, la furgoneta había desaparecido de la vista.
Sin duda, en ese mismo instante el renegado estaba corriendo entre los árboles
hacia la casa. Tenía que advertirlos, pero la única manera de hacerlo sin su
teléfono era ir hasta la puerta y decírselo al guardia... y que más o menos estaría
ofreciendo su cabeza. Reconoció Nicholas. Por desgracia, no había mucho donde
elegir.

Nicholas se distrajo de sus pensamientos por la llegada de otro vehículo. Volvió


la cabeza para observar la puerta y sintió como sus labios mostraban una sonrisa
triste, cuando leyó el nombre del servicio de limpieza del lateral del vehículo se
detuvo junto al pilar. No veía la cámara ni el intercomunicador... y mirando la
cámara, se dio cuenta. Sin detenerse a pensar en lo arriesgado que era para él,
Nicholas salió de los árboles y corrió hacia la parte posterior de la camioneta.
Una vez allí, cogió la manilla de la puerta de atrás y puso un pie en el
parachoques trasero, cuidando de no causar un movimiento innecesario en el
vehículo por su peso. Arriesgaba su vida en ello, esperó a que el conductor
explicara al guardia entre otras que estaba allí para limpiar después de la fiesta.
El guardia repitió su invitación " adelante" y tras una breve pausa la puerta
exterior se abrió, la camioneta comenzó a avanzar con Nicholas aferrado en la
parte trasera como una mala imitación de Spider-Man. Estaban pasando por la
cámara del pilar antes de que él se acordara de ella , pero para entonces ya era
demasiado tarde. Diciéndose a sí mismo el guardia no estaba dentro de la caseta
así que no podía verlo subido a la furgoneta pero sabía que iría a revisar la
puerta trasera y entonces lo descubriría.

Nicholas permaneció quieto, con la puerta abierta durante unos segundos. A


continuación, saltó y se escondió en los arbustos de al lado de la caseta de
vigilancia como había visto hacer al renegado. Nicholas rezó todo el camino para
que el guardia hubiera seguido su rutina. Si era así, la camioneta bloquearía su
visión y así no habría visto su loca carrera por los árboles. Si no, era probable
que una bala le atravesara la espalda. Nicholas no recobró el aliento hasta que
estuvo en la maleza de detrás de la caseta de seguridad sin que nadie gritara o
tirara de él. A continuación, expiró y aspiró una bocanada de aire fresco, pero
apenas desaceleró su paso, mientras seguía el rastro que sospechaba que el
renegado había tomado, dirigiéndose directamente hacia la casa de la colina.

-Oh hermana- Murmuró Jo.

-¿Qué? -Preguntó Alex, bajando su vaso y levantando una ceja.

-Más invitados- Jo giró la cabeza hacia la puerta, donde su hermana, Sam y su


novio, Mortimer, saludaban a un recién llegado. Era otro alto, bien formado
,vestido de cuero. Todos los chicos de aquí parecía vestirse con cuero de algún
tipo .Con pantalones de cuero, una chaqueta de cuero, un chaleco de cuero o
combinado el cuero con otros tejidos. Era como una concentración de moteros
pero sin los tatuajes. Eso era de lo único que Jo se había dado cuenta, mientras
que todos los hombres miraban de forma brusca y varios incluso ,tenían el pelo
largo, ni uno solo tenía un tatuaje o un piercing de cualquier tipo. Ellos eran los
más pulcros moteros que había visto. Si es que eran moteros, pensó. Tal vez
estaban todos en una banda de rock como Mortimer y sus amigos Bricker y
Decker. Si fuera ese el caso, entonces no eran como la mayoría de los rockeros
que había visto.

-Vamos, que no es tan malo, -dijo Alex divertida.

-¿No lo es?- Le preguntó Jo secamente.

-No, -le aseguró Alex. -Me refiero a lo que se ve al alrededor. En la actualidad


estamos en una habitación llena de hombres muy guapos. No he visto estos
dulces en un solo lugar en un largo, largo tiempo.

-¿Mirar alrededor?- preguntó Jo.

-Sí, a los dulces. Mira a tu alrededor, Jo, todos los tíos buenos están aquí. Todos
ellos tienen pecho musculado y cintura estrecha.

Ella sacudió la cabeza, sus ojos maravillados se deslizaron sobre los hombres
reunidos en pequeños grupos que se repartían por todo el cuarto. -No tienen
barriga, ni dientes torcidos, o una prótesis como pierna.

-Sí y si no nos trataran como leprosas sería mejor, -dijo Jo.

-No nos tratan como leprosas, -dijo Alex con una sonrisa.

-¿Estás bromeando? ¿No estamos en su onda o simplemente no nos prestan


atención?- preguntó Jo con asombro.

-Alex, vienen, Sam y Mortimer saludan y un grupo habla con ellos ,y luego los
acercan a los nosotros, y todos los hombres,cada uno, pasan y nos miran con esa
mirada extraña intensa durante un minuto y luego absolutamente nada. Luego
miran a Mortimer, y menean la cabeza. Algunos incluso se dan una vuelta y se
van inmediatamente. El resto están ahí hablando los unos con los otros y
haciendo caso omiso de nosotras , -señaló ella y luego preguntó:- Y ¿ no crees que
esto es extraño?

-Bueno, si lo miras de esa manera, -dijo Alex con ironía y se encogió de


hombros. -Es un poco extraño.

-Sí, lo es, -dijo Jo con firmeza. -Y no es la única cosa extraña aquí. ¿Qué pasa con
la seguridad en este lugar? Es un poco exagerada, ¿no crees?

-Sí, pero Sam me explicó que Mortimer y los chicos están teniendo problemas con
un fan acosador,-Le recordó Alex .

-Correcto, -resopló Jo. -Un fan acosador de una banda de la que ni siquiera me
acuerdo del nombre.

-Yo pensaba que era Morty y los Muppets, -dijo Alex con el ceño fruncido.

-Alex, -dijo Jo. -Incluso si tienen un nombre y un acosador de alguna ciudad de


Podunk donde han tocado.¿De dónde demonios sacan el dinero para este lugar y
toda su seguridad? Por el amor de Dios, son como un dictador del tercer mundo
o se dedican al tráfico de drogas. Dudo que incluso el presidente de los EE.UU. o
el Primer Ministro de Canadá tenga seis metros de alambre de púas entre ellos y
el mundo.

Alex sonrió y dijo: -Tengo una teoría sobre eso.

-¿Ah, sí?-Preguntó Jo. -¿Y cuál es?


-Que Mortimer no está realmente en una banda. Que la historia es solo para
ocultar el hecho de que él es realmente un tipo muy rico. Al igual que Gates1, tal
vez.

Jo levantó las cejas. -Gates es un tipo flaco , mayor, con gafas y pelo canoso.
Mortimer no es Bill Gates.

-Bueno, su hijo o hijo de algún otro tipo rico entonces, -dijo Alex con
exasperación.

-El punto es, que sólo pretende aparentar ser un idiota pobre de una banda para
que Sam no se enamore de su dinero en lugar de él.

-Bueno, -dijo Jo dubitativa, aunque, en realidad, tenía más sentido que


Mortimer, Decker y Bricker pertenecieran a alguna banda y tenían problemas
con un fan acosador. Se supone que Sam probablemente sabía la verdad de la
situación pero por ahora no soltaba prenda. Mientras tanto, Sam y Mortimer
habían terminado con el ultimo invitado y ahora estaban preocupándose del
catering y los de la limpieza se movían desarrollando su quehacer alrededor de
los huéspedes. Se volvió y entregó a Alex su bebida.

- Sujeta esto. Tengo que ir al baño.

Alex aceptó la bebida, pero entornó los ojos.- Será mejor que realmente tengas
que ir. No sé si me acercaré a conocer a todos estos hombres por mí misma.

Jo dejó escapar una risa irónica.- Hasta donde yo sé, no hay nada que tratar,
todos están más interesados en sí mismos que en nosotras. Probablemente son
todos homosexuales.

- ¿Eso crees? - Preguntó Alex con los ojos muy abiertos y alarmados . Jo
simplemente los miró un momento antes de Sam, Mortimer, y el Sr. tarde a la

1
Bill Ates-William Henry Gates III (nacido el 28 de octubrede 1955 en Seatle ),más conocido como Bill Gates, es un
empresario y filantropo estadounidense cofundador de la empresa de software Microsoft, productora del sistema
operativo para computadoras personales más utilizado en el mundo, Microsoft Windows
fiesta se acercara a ellos. Ella tenía que preguntar sobre ello. Todos miraron al
tipo perfecto. No solo perfecto, era como un modelo magnífico.

A pesar de las palabras de Alex, había algunos hombres no eran para tanto.
Algunos no eran tan altos , algunos blancos, otros de piel más oscura, uno tenía
una nariz un poco grande, otro tenía los ojos entornados y así sucesivamente,
pero estaban todas las versiones perfectas de sí mismos, tez perfecta, un cabello
sano y cuerpos sanos. A simple vista no tenían defectos. Era suficiente para que
una chica se sintiera un poco inferior. La mayoría de los hombres que conocía
tenían algún defecto no eran perfectos ... a menos que fueran gay. Tal vez ella no
había confiado mucho, pensaba Jo mientras se acercaba.

Miró hacia atrás mientras entraba en la sala en la que Sam y Alex Mortimer
estaban con otro hombre , la miraban de manera extraña e intensa, era como si
en la frente de Alex tuviera un grano enorme en el centro. Sacudiendo la cabeza,
Jo se apresuró por el pasillo. Pasó por delante el cuarto de baño, en dirección a la
cocina en su lugar. Para su alivio, la habitación estaba vacía. Jo se movió
rápidamente a través de ella al comedor oscuro y vacío , había unas puertas
correderas de cristal .

Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando se las arregló para salir sin ser
descubierta o detenida. Jo empujó la puerta se cerró detrás de ella y luego se
detuvo para echar un vistazo alrededor. Ella y Alex habían llegado temprano en
la noche, cuando todavía había luz fuera. El patio era grande y tranquilo y un
césped bien cuidado rodeado de árboles meciéndose suavemente con una brisa
ligera. Pero parece más espeluznante al completo pensó Jo con una mueca. La
bucólica escena desde el primer momento se convirtió en una masa irreconocible
en formas por la oscuridad y se oía la brisa de la noche apacible. Era suficiente
para hacer que su mirada fuera cautelosa y consideró regresar dentro, pero no
lo hizo. En cambio, Jo tomó aire y comenzó andar. Ella quería caminar y respirar
aire fresco antes de volver a sufrir más dentro de los encuentros extraños que
estaban ocurriendo. A ella realmente le gustaría irse de cabeza a su apartamento
para relajarse y poner los pies en alto, pero había venido con Alex y se suponía
que debían pasar la noche. Ahora Jo estaba planteándose marcharse . Si ella se
iba antes de tiempo , Sam sin duda se enfadaría con ella, preguntándole qué
pasaba y por qué no quería estar en la fiesta. Jo no quería herir los sentimientos
de su hermana mayor, diciéndole que era la fiesta más frívola a la que nunca
había asistido.

Trabajando en Heck casi todas las noches eran más entretenidas que este grupo,
pensó Jo irónicamente. Las únicas personas de aquí que había hablado realmente
con ella y Alex eran Sam y Mortimer y sus supuestos compañeros de banda
Bricker y Decker, así como la novia de Decker, Dani y su hermana menor,
Stephanie. Todos ellos eran bastante agradables, pero Decker, Dani y Stephanie
habían desaparecido rápidamente después de saludarlas, habían quedado Jo,
Alex y Sam, eran de todos los asistentes las únicas mujeres. Ese hecho, sumado al
hecho de que todos y cada uno de los hombres de la fiesta las habían evitado
,después de su comportamiento extraño, no les iban a hablar ... Bueno, parecía
estar al borde del precipicio.

Un poco de aire fresco y tranquilidad era lo que necesitaba y si ella se iba a dar
un paseo de noche, este era el momento para hacerlo. Aunque parecía fantasmal
, pero con toda la seguridad, estaba definitivamente más segura aquí que en
cualquier otro lugar, Jo pensaba que ella empezaría por el jardín. Había andado
sólo unos pasos cuando se le ocurrió que Bricker estaba trabajando esta noche en
la puerta. Él había dicho que se había ofrecido para el trabajo ya que él sabía que
ella y Alex venían. Jo había encontrado ese comentario un poco desconcertante.
Sam había dicho que la fiesta era para presentarles a los amigos de Mortimer y
era verdad que ya había conocido a Bricker, pero aún así ... Tal vez iría a dar una
vuelta hasta la garita de guardia en la puerta delantera , para ver si se aburría o si
Bricker quería algo, pensó, girando los pies hacia el final de la casa.

Jo le gustaba Bricker. No de una manera tipo te beso y me vuelvo loca. Él era


lindo, pero era obvio que no había verdadera chispa entre ellos. Era más como el
hermano más joven bromista que un amigo tolerante, divertido , pero no era del
tipo novio. Eso estaba muy bien, sin embargo. Jo no estaba buscando un novio.
Trabajando en Heck, no tenía tiempo para uno. Entre el trabajo a tiempo
completo en la barra y la carga de los cursos de biología marina que estaba
tomando en la universidad, había poco tiempo para los amigos y mucho menos
para el amor. Tal vez Bricker podía decirle de que iban los chicos del interior, Jo
pensó mientras doblaba la esquina de la casa. Él sabría si eran homosexuales o
no.

Jo apenas había comenzado a caminar a lo largo del lateral de la casa ,hacia el


patio delantero cuando vio un movimiento por el rabillo del ojo que captó su
atención. Se dio la vuelta, un grito de sorpresa escapó de sus labios , vio a un
hombre rubio de mirada penetrante, el grito se convirtió en uno de dolor
cuando se estrelló contra ella, su espalda golpeó contra la pared de la casa. Su
cabeza golpeó contra la pared de ladrillo con tanta fuerza que surgieron
explosiones de estrellas detrás de sus ojos y a través de su agonía, se quedó sin
aliento. El hombre estaba diciendo algo. Jo podía oír el estruendo de su voz y el
olor de su aliento vil, pero sus palabras no estaban entrando en su cerebro
aturdido y luego se fue de repente. Sin que su cuerpo se sujetara contra la pared,
Jo inmediatamente cayó al suelo, gimiendo cuando la rodilla aterrizó en algo
muy duro que le provocó más dolor.

Le llevó un momento a Jo mirar hacia dónde había ido su agresor, pero después
el dolor poco a poco empezó a remitir y se dio cuenta de que cerca se oían
gruñidos y maldiciones . Abrió los ojos, levantó la cabeza y vio a dos hombres
luchando a varios metros de distancia. Jo no reconocía ninguna de los dos , no los
había visto en la fiesta y estaba segura de que si hubieran estado en la fiesta los
habría visto . El rubio que la había atacado tenía una mirada salvaje en su rostro
y su cabello era largo y lacio. En cuanto a la ropa, era oscura, pero descuidada,
con varias manchas que parecían sangre seca. El otro hombre tenía el pelo
oscuro no muy largo no tanto como el rubio . También iba algo descuidado , pero
sus vaqueros estaban limpios y llevaba una camiseta oscura. Los dos hombres
estaban luchando y dando vueltas, cada uno intentaba someter al otro. También
parecían estar jugando , Jo se dio cuenta cuando vio que el rubio tenía sus manos
en la garganta de su contrincante y estaba tratando de estrangularlo. En el
momento siguiente, los hombres cayeron al suelo y rodaron .

Jo decidió que tenía que conseguir ayuda y empezó a ponerse de pie, pero su
rodilla golpeó contra la roca que había aterrizado antes, otra respiración sibilante
salió de su boca y miró hacia abajo.

Vio una pequeña piedra , Jo instintivamente lo recogió. Cogió la piedra con


fuerza, se apoyó en la pared con la otra mano, clavó los dedos en la superficie de
ladrillo desigual y empezó a hacer fuerza para levantarse. Una vez en pie, Jo
descubrió que se sentía un poco inestable y el oscuro patio parecía que estaba
empezando a girar. Intentaría volver al interior de la casa y así conseguir ayuda
pero no parecía una idea muy viable.

En el momento en que llegara allí, la pelea habría terminado y Jo no estaba muy


segura de quien sería el ganador. Tenía que ayudar. Respiró profundamente, se
apoyó en la pared y se tambaleó hacia los hombres por el camino pavimentado.
Ella estaba a sólo unos pasos cuando el hombre de cabello oscuro logró empujar
al rubio . En el momento siguiente estaba de pie, había agarrado al rubio por el
cuello y lo arrastró a sus pies y los dos estaban luchando de nuevo. Jo seguía de
pie, parpadeando y con un moviendo de la cabeza, estaba un poco
desconcertada. La velocidad a la que el hombre se había trasladado era
demasiado rápido. Era como ver una película a velocidad rápida, en un minuto
en el suelo y luego de pie y luego a varios metros de distancia de su agresor y al
momento a su lado . Obviamente ella se había golpeado la cabeza más fuerte
contra la pared de lo que se había dado cuenta, pensó Jo, pero siguió adelante,
levantó la piedra cuando vio al hombre de pelo negro pegando al rubio por lo
que estaba de espaldas a ella. Aferró a la piedra con ambas manos, la levantó
sobre su cabeza y la dejó caer sobre el rubio con todas sus fuerzas. Demasiado, tal
vez , Jo pensó preocupada al oír el crujido que produjo. Hubo un mal momento
en el que temía que podría haber hecho mucho daño, tal vez incluso un golpe
mortal, pero se dio cuenta de que no era el caso en absoluto. Todo lo que había
hecho era llamar la atención del rubio ... y le fastidiaba, se dio cuenta de que de
repente volvió la cabeza para gruñirle como un perro, mostrando sus colmillos,
también como un perro. Jo abrió los ojos con incredulidad y vio de repente sus
ojos dorados brillando con furia. Ella dio un paso atrás nerviosa, pero antes de
hacer un movimiento, el hombre de cabello oscuro le dio un puñetazo. Por lo
menos ella pensó que él le dio un puñetazo. Ella vio el brazo de su salvador ,
cambio de hombro y oyó el ruido sordo. Todo lo que había hecho era suficiente
para distraer al rubio . Se volvió hacia el hombre que la había golpeado y
comenzó a golpear al hombre de pelo oscuro en venganza, pero antes de que
pudiera terminar , el hombre de cabello oscuro golpeó de nuevo. Esta vez, un
gorgoteo pequeño cayó sobre los labios del rubio, este empezó a tambalearse.
Capítulo Dos

-¿Te encuentras bien?- Preguntó Nicholas pasando por encima del truhán que
estaba en el suelo, moviéndose hacia la mujer que estaba a solo unos metros de
ahí.

Estaba en shock, con el rostro pálido, y podía oler la sangre en el aire. Frunciendo
el ceño con preocupación, cogió a la mujer por los hombros y la volteó para
examinar la parte posterior de su cabeza, maldiciéndose a sí mismo en silencio
por no ser lo suficientemente rápido para impedir que la lesionaran.

Acababa de llegar a los bosques cerca de la orilla de la casa cuando vio a Ernie
que pasaba a través del claro hacia el edificio. No había visto a la mujer que se
dirigía hacia el renegado que estaba escondido hasta que el hombre estaba casi
sobre ella. Entonces debió de haberle disparado, supuso Nicholas. Eso habría
salvado a la mujer del golpe en la cabeza, pero estaba más preocupado por el
ruido que ocasionaría y que atraería a Mortimer y a los otros hacía él. Prefirió
hacerse cargo del bribón y escaparse que sacrificarse directamente, pero lo habría
hecho si hubiera sido necesario. No es que tuviera mucho que considerar en el
futuro de todos modos, pero el suicidio no estaba en su naturaleza, por lo que
mantuvo su arma en su funda y fue por fuerza bruta en su lugar, arrastrando al
hombre fuera de ella y peleando contra él mano a mano.

Desafortunadamente, Ernie era un bastardo pequeño nervudo y peleó sucio. Por


encima de eso, Nicholas estaba distraído tratando de ver si la mujer se
encontraba bien. Cuando se levantó para ayudarlo, golpeando con una piedra
sobre la cabeza de Ernie, Nicholas decidió que era hora de dejar de jugar. Era
obvio la mujer no era lo suficientemente lista para ir por ayuda, pero sí se
quedaría y se haría un objetivo para Ernie haciéndolo pensar que era su golpe de
suerte y Nicholas un incapacitado.

Así que recurrió a su cuchilla, apuñalando al hombre en el pecho pero, por


primera vez falló, en darle en el corazón. Entonces lo volvió a acuchillar,
atravesando el corazón con el segundo golpe. De otra manera el hombre en pocos
minutos sanaría y estaría causando problemas otra vez. El pensamiento lo hizo
soltar a la mujer para enfocarse en Ernie, pero un grito hizo a Nicholas voltear
hacia atrás y ver que había liberado de manera abrupta a la mujer, perdió el
equilibrio y ahora estaba cayendo al suelo. Nicholas se acercó y rápidamente la
tomó por los brazos antes de que golpeara el piso.

La puso de nuevo sobre sus pies, haciendo una mueca con sus labios. -¿Estas
bien?- le preguntó, sosteniéndola hasta estar seguro que estaba estable sobre sus
pies.

-Sí,- suspiró. –Gracias.- Nicholas la soltó cuidadosamente esta vez, y entonces


miró hacia Ernie. -¿Está muerto?- La pregunta de la mujer atrajo su mirada
alrededor para encontrar que estaba toda inclinada para ver al hombre que
estaba en el suelo.

-No, por ahora solo está incapacitado,- contesto sombríamente Nicholas.

-Debiste de haberlo golpeado bastante fuerte para noquearlo,- murmuró ella,


empezando a rodearlo para acercarse al cuerpo. -Nunca había visto a alguien
noqueado por un golpe en el pecho y tengo que ver muchas peleas de bar.-

Nicholas la tomó del brazo impidiendo que se acercara más a Ernie y levantó una
ceja interrogante cuando se volvió para mirarlo. -¿Tienes?-

-Riesgos de trabajo,- explicó, y entonces añadió, -Dirijo el bar que esta junto a la
Universidad. Las peleas ocurren regularmente. No dentro del bar,- añadió
rápidamente. -Tenemos guardias para prevenir eso, pero a veces las empiezan
afuera.-

Nicholas se limitó a asentir y se movió para bloquearle la vista de Ernie. Era


obvio que no había notado la cuchilla que sobresalía del pecho del renegado,
pero era de noche y ella era mortal, sin la visión nocturna de la cuál gozaba.
Sospechó que sería molesto para ella no verlo, pero, entonces se movió de lado
de nuevo cuando trató de mirar alrededor de él.

-Deberías ir a la casa, es más seguro,- dijo tranquilamente.

-Sí, pero ¿qué hay de él?- preguntó, tratando de mirar alrededor de él una vez
más.

Nicholas simplemente se movió de lugar para bloquearla de nuevo. -Yo me


ocuparé de él.-

-Oh, bueno…- ella frunció el ceño, mirando hacia la casa con incertidumbre, y
Nicholas la giró en esa dirección y le dio un empujón físico y mental. -Adelante.-
En lo que a él se refería eso sería suficiente para mandarla por su cuenta, para
olvidarse de ella, Nicholas se volteó para arrodillarse al lado de Ernie.

Tenía que asegurarse de que la cuchilla descansaba en el corazón del rufián y de


que el hombre no iba a levantarse y volverse un incordio. Entonces él podría irse
de la propiedad, regresar a su vehículo, y llamar a Mortimer para hacerle saber
que le había dejado un pequeño regalito.

-¿Cuál es tu nombre?- Nicholas se puso rígido y miró por encima de su hombro


con sorpresa. La mujer debería de estar ahora a medio camino hacia la casa; él
había empujado el pensamiento en ella para que regresara adentro. En lugar de
eso, estaba parada justo detrás de él, tratando de ver a Ernie por encima de su
hombro.

La vio fruncir el ceño y entrecerrar los ojos para ver mejor y entonces preguntó, -
¿Qué es eso que tiene en el pecho?-

Maldiciendo, Nicholas se levantó y la agarró del brazo urgiéndola a que volviera


a la casa. Ésta vez en realidad trato de entrar en sus pensamientos y enviar el
impulso simplemente. Sin embargo, paró abruptamente sus pasos cuando se
topó con una pared en blanco en su mente.

-¿Qué pasa?- preguntó, mirándolo con curiosidad.

-No puedo leerte,- admitió Nicholas desconcertado.

-¿Leerme?- preguntó con confusión. Nicholas apenas agitó su cabeza y trató de


penetrar en sus pensamientos de nuevo, pero de nuevo se topó con una pared
blanca… lo que solo podía significar una cosa: Era su compañera de vida. Era
una revelación impactante. Algunos inmortales sólo conocían un compañero de
vida en toda su vida. Algunos encontraban y perdían una y entonces esperaban
siglos, incluso milenios para conocer a otra. Nicholas había encontrado su
primera compañera de vida hacía 50 años y la perdió unos meses más tarde. A
decir verdad, nunca había pensado que encontraría otra. Había pensado que no
viviría tanto.

-¡Oh por dios! No, tú también.

Alejando sus pensamientos, Nicholas parpadeó y arqueó una ceja interrogante. -


No yo también, ¿Qué?-

-La mirada de pene,- murmuró.

-¿Mirada de pene?- preguntó completamente confundido. Era un término que


nunca antes había escuchado.

Ella se movió impacientemente, pero le explicó, -Sam está dando una fiesta esta
noche para presentarnos a mi hermana Alex y a mí a unos amigos de Mortimer.
Todos son hombres, y cada vez que nos presentan a uno, se detienen y nos miran
a la frente como si tuviéramos penes creciendo ahí.-

-Ah,- murmuró Nicholas, y tuvo que esconder una sonrisa que quería cruzar por
su cara. El deseo de sonreír murió cuando se dio cuenta que en realidad lo estaba
teniendo. Nicholas no había tenido nada porque sonreír en mucho tiempo.
Aclarándose la garganta, preguntó, -¿Y qué pasa después de que ellos miran sus
frentes?-

Se encogió de hombros, viéndose más irritada. -Caminan sin decir nada y hablan
entre ellos. En este momento hay probablemente como doce hombres guapísimos
en la casa todos hablando entre ellos mientras Alex está sola ahí parada o
hablando con Sam y Mortimer.- Ella frunció los labios brevemente y luego
admitió: -Creo que son gays.-

Nicholas levantó su otra ceja. -¿Sam y Mortimer?-

-¿Qué?- preguntó con asombro y entonces chasqueó impacientemente la lengua. -


No. Sam es mi hermana, Samantha. Ella y Mortimer son pareja.-

-Ya veo,- murmuró Nicholas, y entonces ofreció, -Mis disculpas por darte la
mirada de pene.-

-Hmm,- murmuró, y comenzó a girar hacia Ernie.

-¿Cuál es tú nombre?- Preguntó Nicholas, llamando nuevamente su atención


hacia él.

Ella se dio la vuelta, arqueó una ceja y señaló, -Te pregunté lo mismo hace varios
minutos y todavía no me has contestado.-

-Nicholas Argeneau,- dijo en voz baja, y esperó a que un grito de horror, o


disgusto entrara por sus ojos. En cambio, le tendió la mano.

-Encantada de conocerte Nicholas Argeneau. Soy Jo Willan.-

-Jo,- murmuró, y pensó que le quedaba. -¿Apodo de Josephine?-


Arrugó la nariz, pero asintió con la cabeza. -Odio ese nombre.-

-A mí me gusta,- dijo, y agregó, -Pero Jo te queda mejor.- Ella se rió de eso.

-Apenas me conoces. ¿Cómo puedes saber qué me queda mejor o no?

-Yo sé,- dijo solemnemente.

Lo miró por un momento en silencio, luego sacudió su cabeza y echó un vistazo


alrededor murmurando, -Creo que me golpeé la cabeza más fuerte de lo que
pensé.-

-¿Por qué dices eso?- preguntó Nicholas, entrecerrando los ojos. -¿Sientes dolor?
¿Ves doble?-

-No,- dijo rápidamente Jo, hizo una mueca y admitió, -Bueno, mi visión esta rara.
Hubiera jurado que a ese tipo le brillaban los ojos como si fueran oro y que tenía
colmillos hace un minuto, y ahora tus ojos me miran con un brillo plateado.-

Nicholas se relajó. No había nada malo con su visión, pero su falta de reacción le
dijo que no tenía idea de quien era él, este comentario hizo obvio que no sabía
nada de la gente que se encontraba de visita en la casa. Era una mortal no
iniciada, completamente ignorante del hecho de que los inmortales caminan
entre ellos.

Recordando que había mencionado que había una fiesta esta noche, le preguntó,
-¿Por qué estás en esta fiesta?-

Jo se encogió de hombros y sonrió irónicamente, -Porque mi hermana Sam me


hubiera despellejado viva si tratara de escabullirme de ella.-

-¿Tu hermana Sam?- le preguntó. -¿Dijiste que era amiga de Mortimer?-


-Su novia,- lo corrigió, y añadió, -Son muy unidos. Estoy pensando que van a
anunciar la fecha se su boda en cualquier momento.-

-Ah.- Asintió Nicholas. Mortimer había encontrado a su compañera de vida. Bien


por él. Siempre le había gustado el hombre. Sin duda, Sam estaba tratando de
encontrar compañeros de vida para sus hermanas para evitar dejarlas atrás en el
futuro. No era una reacción inusual de un nuevo compañero de vida, y a veces
funcionaba, pero era raro el evento. Simplemente pensó que el destino en
ocasiones jugaba malas pasadas y quería hacerla suya. Sam la hermana de Jo
ciertamente no estaría complacida si supiera quien era él, y Jo siendo su
compañera de vida tampoco les traería alegría ya que Nicholas no podía
reclamarla. Bueno, podría, pero no lo haría. Esto significaría someterla a una vida
de estar huyendo como él; siempre perseguido y cazando siempre.

-Supongo que debería de darte las gracias por salvarme.-

Nicholas se inclinó y miró su cara solemne. Sus ojos abiertos eran de un café
hermoso que probablemente se tornarían oro cuando se convirtiera. Su nariz de
punta y adorable, y sus labios rellenos, hinchados como si le hubiera picado una
abeja. Eran labios del tipo besable, dulces y suaves, y sin darse tiempo para
pensarlo mejor, estiró la mano para cogerla por los brazos, levantándola un poco
al tiempo que se inclinaba para reclamar sus labios.

Pretendía que fuera un beso rápido, era todo lo que se permitía. Sin embargo, en
el momento en que sus labios se encontraron, una explosión ocurrió dentro de su
cuerpo. Era como si pequeñas luciérnagas estuvieran en un baile frenético por
todo su torrente sanguíneo y ella no estaba golpeándolo o empujándolo.
Nicholas no pudo resistirse a profundizar el beso. Deslizando la punta de su
lengua, la instó a separar sus labios para probarla completamente… y se perdió.
Era tan dulce como él hubiera deseado, su boca abriéndose para él
completamente, llevando su aliento un toque de lima y tequila.

Ella era una bebedora de margaritas, pensó. Nicholas había probado la bebida
hacía cincuenta años cuando estaba comiendo y tomando y nunca olvidó el
sabor. Había disfrutado de la acidez dulce de la bebida. También lo disfrutaba
ahora que besaba a Jo. Su quejido fue lo que trajo a Nicholas de vuelta a sus
sentidos. Estaba en medio de territorio enemigo con un pillo inconsciente
temporalmente a unos metros de distancia y una fiesta llena de ejecutores dentro
del edificio justo atrás de él… y se estaba deteniendo para besar a su compañera
de vida que nunca podría reclamar.

Nicholas nunca se había dado cuenta de que era un masoquista. Esto era como
probar el glaseado de un pastel que no podía comer, pensó tristemente, y
disminuyó lentamente y entonces rompió el beso. Cuando levantó la cabeza, los
ojos de Jo aún estaban cerrados y sus labios húmedos y ligeramente separados de
su beso. Él estuvo en apuros para no besarla de nuevo, pero resistió, y cuando
abrió los ojos, gruñó, -Considero que ya me diste las gracias.-

Una pequeña sonrisa curvo sus labios, y luego Jo extendió la mano para
acariciarle la mejilla, diciendo, -¿Seguro salvar mi vida vale más que un beso
pequeño?-

Los ojos de Nicholas se abrieron a la invitación, y no se resistió cuando ella


arrastró su cabeza hacia abajo y apretó sus labios contra los de él una vez más.
Esta vez Jo respondía más en sus brazos, esta vez ella era la agresora,
presionando su cuerpo contra el suyo mientras lo urgía a separar los labios con la
lengua. Nicholas se las arregló para no responder por medio segundo, pero
después cedió ante lo que deseaba y no ante lo que era más inteligente y desató
una explosión de pasión en su interior.

Sus manos de deslizaron alrededor de ella, una en su espalda acercándola más, la


otra deslizándose por su trasero, tomándola y levantándola suavemente. Esta
vez, cuando Jo se quejó, no terminó el beso, sino que lo profundizo más, tratando
de devorarla con su boca. Ella respondió con la misma intensidad, sus brazos
deslizándose por sus hombros, sus dedos explorando por su piel mientras le
devolvía el beso.
Jo tenía una gran pasión dentro, un hambre que coincidía con la de él, y Nicholas
estaba considerando llevársela con él después de todo y probar totalmente su
pasión cuando de repente una luz cegadora golpeó sus ojos. Tenía el mismo
efecto que un balde de agua fría, y Nicholas y Jo se separaron inmediatamente.
Se volvió bruscamente hacia al primer rayo de luz, pero antes de que pudiera
considerar la posibilidad de huir, un segundo rayo de luz brilló a su izquierda y
otro a su derecha. De repente uno apareció a su espalda, estaba completamente
rodeado. -Nicholas.-

-¿Mortimer?- dijo Jo insegura. Sintiendo el golpe en su brazo, Nicholas miró


hacia abajo para ver que ella había levantado su mano para protegerse los ojos de
la luz e instintivamente se había acercado más a él.

Frunció el ceño y gruñó, -Ya dejaste claro tu punto. Estoy rodeado. Ahora apaga
las malditas luces. No las necesitas para ver y estas cegando a Jo.- Las luces no se
apagaron como solicitó, pero cuatro de ellos bajaron el punto hacia el suelo.

-¿Te encuentras bien, Jo?- preguntó Mortimer, moviéndose lo suficientemente


cerca para agarrarla del brazo y poner distancia entre Nicholas y ella.

-Sí, por supuesto. Me duele un poco la cabeza, pero Nicholas me salvó antes de
que algo realmente malo pasara.-

-¿Nicholas te salvó?- preguntó Bricker, y Nicholas hizo una mueca por la


sorpresa en la voz del hombre.

-Sí, de ese chico rubio.- Jo hizo un gesto hacia atrás de Nicholas, y todas las
linternas y miradas se dirigieron hacia donde Ernie Brubaker debería de estar,
pero lo único que encontraron fue una cuchilla ensangrentada sobre el suelo
vacío.

-Dios,- murmuró Nicholas con disgusto. Sabía que debería de haber revisado
para estar seguro que había golpeado el corazón. En su lugar… Nicholas se
contuvo, se sacudió y empujó todas sus auto-recriminaciones, y cambió sus
pensamientos a lo importante ahora. Sus ojos de deslizaron sobre los cuatro
hombres que lo rodeaban: Mortimer, Bricker, Anders y Decker.

Su mirada se detuvo en Decker. -Su nombre es Ernie, vino por tu mujer y su


hermana. Probablemente huyó, pero es mejor que entres y te quedes cerca de
ellas hasta que estés seguro.

Decker asintió y se alejó inmediatamente, pero Mortimer lo detuvo diciendo, -


Llévate a Jo contigo.-

-Pero no quiero dejar a Nic…- La abrupta interrupción en las palabras y


expresión en ella le dijo a Nicholas que uno de los hombres, probablemente
Decker, había tomado el control. Comprendió la necesidad, pero aún le
molestaba que lo hiciera.

Nicholas no hizo ningún comentario, sin embargo, simplemente observó en


silencio como Decker guiaba lejos a Jo Willian, sabiendo que probablemente sería
la última vez que la vería. Era una realidad triste de reconocer, y se sintió
cansado y agobiado cuando la vio desaparecer al doblar la esquina con Decker.

Sintiendo cada uno de sus quinientos sesenta años, Nicholas dirigió su mirada a
Mortimer. -Necesitas cortar los árboles al menos unos seis metros desde la
avenida de afuera de la puerta y adentro. Necesitas detener los automóviles entre
las vallas cerradas para inspección en lugar de en las dos puertas interiores, y
necesitas comprobar abajo y alrededor del vehículo en lugar de solo el interior
antes de que los dejes pasar a la segunda puerta. El rufián entró en la parte de
abajo de la camioneta, se deslizó, y corrió hacia los árboles mientras Bricker
estaba hablando con el chofer.

Mortimer no se veía complacido con sus observaciones, pero preguntó


simplemente, -¿Y tú?-
-Tuve que improvisar cuando vi que Ernie se había colado dentro. Ernie
Bribaker.- agregó.

-Es uno de los hijos inmortales de Leo. Lo he estado siguiendo con la esperanza
de encontrar el escondite de Leo y lo seguí hasta aquí.-

-¿Y cómo entraste?- volvió a preguntar Mortimer.

Nicholas se encogió de hombros. -Afortunadamente, el camión de limpieza se


detuvo justo después de que él entró. Iba en el parachoques trasero de la
camioneta y me deslicé hacia el interior del bosque mientras Bricker comprobaba
al conductor.-

Bricker miró a Mortimer y se volvió hacia Nicholas y le preguntó, -¿Por qué?-

-¿Por qué, qué?- preguntó Nicholas en voz baja.

-¿Por qué te arriesgaste a venir aquí?- explicó.

-Ernie.- dijo Nicholas simplemente. -Sabía que no estaban conscientes de que él


estaba aquí y pensé que sería mejor perseguirlo por tierra antes de que llegara a
una o ambas chicas.-

-Esperas que nosotros creamos que te arriesgaste en venir aquí a…-

-Cree lo que quieras,- interrumpió Nicholas sombríamente.

-¿Por qué no llamaste?- preguntó Mortimer.

-No traía mi teléfono,- admitió con gravedad y luego miró hacia la casa cuando
un pequeño ejército de ejecutores llegó corriendo doblando la esquina. Levantó
las cejas, y preguntó secamente, -Jesús, ¿hay alguien en la calle esta noche?-
Mortimer lo ignoró y se movió para reunirse con los hombres.

Empezó a dar órdenes. En unos momentos los ejecutores se habían diseminado


en todas direcciones, algunos regresando a la casa a montar guardia, el resto se
fue para iniciar la búsqueda en tierra. Mortimer se giró y se dirigió hacia donde
se encontraba Nicholas esperando con Anders y Bricker.

-Serás nuestro invitado esta noche, por supuesto,- anunció Mortimer en silencio,
y luego sonrió ligeramente y añadió, -No vamos a aceptar un no por respuesta.-

-Ja ja,- murmuró Nicholas amargamente.

Mortimer abandonó cualquier intento de humor, su expresión volviéndose


solemne mientras añadía, -Llamaré a Lucian una vez que te hayamos encerrado.-

-¿Aquí tienes un lugar para encerrar ladrones?- preguntó Nicholas con interés.

Mortimer hizo un gesto hacia el edificio en la parte trasera de la propiedad. Era


una estructura grande con metal corrugado, vio Nicholas cuando Mortimer dijo,
-Solía ser un hangar para aviones. Ahora resguarda nuestras SUVs, y
construimos una oficina y tres celdas también. Estarás lo suficientemente
cómodo.

-Genial,- murmuró Nicholas, avanzando cuando Mortimer hizo un gesto con su


arma para que lo hiciera.

-Pusimos una pared de ladrillos y rejas también,- dijo Bricker instándolo cuando
pasaron a lo largo de la casa.

-Y amueblaron el lugar. Han tenido un verano muy ocupado.- Gruñó Nicholas


simplemente. Sabía que no era la primera casa que los ejecutores habitaban. Ellos
habían estado en otra hacía apenas unas semanas cuando tuvieron problemas
con el papá de Ernie, Leonius, hicieron sus maletas y se mudaron a una locación
nueva. Eso le hizo preguntarse si decidirían mudarse de nuevo ahora que unos
de los hijos de Leonius sabía de la nueva ubicación. Aunque lo dudaba.

Ellos no podrían mantener la ubicación en secreto por mucho tiempo, y no


podrían mudarse cada vez que fueran descubiertos. Supuso que por eso era tan
difícil para ellos la cuestión de seguridad… y si escucharon los consejos que les
dio momentos atrás, ellos deberían de estar aquí lo suficientemente seguros. No
es que le importara, supuso. Una vez que llamaran a Lucian, era hombre muerto.

Jo cerró la puerta detrás de ella y cruzó la habitación, dirigiéndose a la cama.


Estaba muy cansada y con ganas de meterse bajo las sabanas y dormir. Esa era la
idea que tenía dando vueltas por su cabeza al pasar por la ventana y ver a los
hombres en el jardín. Deteniéndose, se acercó a la ventana y se asomó,
reconociendo a Mortimer y Bricker, pero no al tercer hombre con ellos. Estaban
bastante lejos, pero el extraño parecía ser un hombre bien parecido. Sin embargo,
no recordaba haberlo conocido en la fiesta. Curiosa, se movió hacia la puerta del
balcón y la abrió para salir.

Las voces de los hombres le llegaron en un murmullo con la brisa de la noche, y


Jo frunció el ceño con la cadencia y el ritmo de la voz del extraño. Sonaba
vagamente familiar, pero estaba segura de que no se conocían. Los vio caminar
hacia la construcción de atrás de la propiedad, escuchándolos hablar y tratando
de ubicar donde había escuchado antes esa voz.

Incluso después de que desaparecieran en el interior de la construcción, la


pregunta de en donde conoció a aquel hombre persistía irritablemente. Jo sentía
que era importante, pero no conseguía descifrarlo. Seguía inquieta sobre el
asunto cuando el sonido de una puerta cerrándose llamó su atención.

Mortimer y Bricker habían salido de la construcción donde su hermana Sam dijo


que él guardaba su colección de autos, y caminaban hacía la casa. Jo los observó
por un momento, pero se volvió y se deslizó dentro de la casa antes de que la
pudieran ver. Estaba realmente cansada y con ganas de meterse bajo las sábanas
y dormir. Desafortunadamente, ahora tenía un terrible dolor de cabeza.

Frunciendo el ceño, levantó una de sus manos hacia la parte posterior de su


cráneo mientras se dirigía a la cama una vez más, pero se detuvo cuando sintió
allí un bulto. ¿Qué diablos? Haciendo una mueca de dolor deslizó sus dedos
sobre la hinchazón, Jo cambió de dirección, dirigiéndose hacia el baño en su
lugar.

Entró en la pequeña habitación, encendió la luz brillante del techo, y entonces se


movió hacía el espejo, girando la cabeza hacia un lado en un esfuerzo por ver el
huevo de gallina que tenía. Eso no funcionó, por supuesto. Haciendo una mueca,
comenzó a abrir los cajones y puertas de los armarios en busca de un espejo de
mano o algo que pudiera usar para ver la parte posterior de su cabeza, pero
había muy pocas cosas en el armario y los cajones, solo toallas, batas y varios
jabones.

Jo cerró la última puerta y se enderezó con un suspiro. No solo no encontró un


espejo, sino que allí no había ni una aspirina o un calmante de cualquier tipo en
este baño de invitados. Al parecer, cansada con ganas de meterse en la cama y
dormir como estaba, primero tendría que ir abajo y encontrar algún tipo de
calmante para aliviar el dolor.

No había manera de que pudiera dormir como estaba con su cabeza palpitando.
Tal vez podría averiguar que le había pasado en la cabeza cuando se encontrara
allí, pensó.

Jo no tenía ningún recuerdo de haberse golpeado ni nada y ciertamente debería,


considerando el golpe que se debió dar para causar la hinchazón que tenía. De
hecho, no entendía porque no recordaba lo que pasó para causarlo, y comenzó a
preocuparse de que algo podría haber caído en su bebida esta noche, una de esas
drogas para violarte en una cita o algo así. El pensamiento la preocupó tanto que
Jo de repente ya no se sentía cansada y con ganas de meterse en la cama y dormir
más.
De hecho, estaba muy despierta y alarmada así que se deslizó por el pasillo. Jo
estaba a la mitad de las escaleras cuando escuchó la puerta del frente abrirse.
Pasos pesados entraron en la casa, y luego el roce de un tacón alto corriendo por
el pasillo.

-Oh, Mortimer,- escuchó decir a Sam ansiosamente. -¿Qué está pasando? Decker
trajo a Jo toda pálida y no quiso decirme lo que había pasado. Llevó a Jo arriba y
la envió a su habitación y después fue a checar a Dani y Stephanie y no ha
regresado. Estaba controlando a Jo, ¿no? -

-Sí, cariño, tuvo que hacerlo.-

Jo se congeló en la parte superior del pasillo por las palabras de Mortimer.


¿Decker la había controlado? ¿Tuvo que? Lo que…

-¿Por qué?- preguntó Sam. -¿Qué paso?-

-Un renegado entro en la propiedad,- explicó Mortimer. -Uno de los hijos de Leo.
Atacó a Jo. Todo está bien,- añadió cuando Sam jadeó con consternación. -Ella
está bien. Nicholas estaba siguiendo al ladrón y la salvó antes de que hiciera un
poco más que asustarla.-

-¿Nicholas?- preguntó Sam incluso cuando Jo repitió su nombre en su cabeza. De


repente tuvo un recuerdo del hombre que había visto con Mortimer y Bricker en
el jardín. Estaban de pie en la oscuridad y él miraba su cara, diciéndole cuál era
su nombre.

-¿Nicholas Argeneau?- Sam dijo el nombre atravesado en la mente de Jo, y luego


agregó, -El pillo Nicholas Argeneau. ¿Estaba aquí también?-

-Sí. Al parecer vio salir al hijo de Leo y lo siguió hasta la propiedad para ver que
no causara problemas. Lo vio atacando a Jo y lo detuvo.-
Un momento de silencio cayó abajo y Jo se adelantó, moviéndose lo
suficientemente cerca del barandal para poder ver la parte superior de la cabeza
de Sam y Mortimer, pero nada más. No tenía deseos de que la atraparan. Jo
sospechó que dejarían de hablar si sabían que estaba ahí.

-Así que este Nicholas Argeneau,- dijo Sam sombríamente, -el truhán Nicholas
Argeneau… ayudó a salvar a Dani y Stephanie a principios del verano y ahora de
nuevo, ¿arriesgándose a que lo atraparan por salvar a mi hermana?- preguntó
Sam lentamente en lo que Jo consideraba la voz de abogada de su hermana. -¿Eso
tiene algún sentido para ti?-

-No.- Mortimer parecía cansado, y su mano quedó a la vista mientras se pasaba


los dedos por el pelo. -Pero eso fue lo que sucedió.

-¿Por qué haría eso?- le preguntó Sam, y luego, con voz más seria dijo, -¿Estás
seguro de que es un traidor, Mortimer? Un hombre que se pone en riesgo para
salvar a completos desconocidos no suena como un…-

-Es un rufián, Sam,- interrumpió con firmeza Mortimer. -Y no sé por qué hizo lo
que hizo esta noche. Tal vez está tratando de componer lo que hizo en el pasado.
Solo alégrate de que lo hizo y que Jo está segura.-

Sam soltó un pequeño suspiro, y su cabeza asintió mientras se movía. -Debería ir


a ver a Jo.-

-Déjala, cariño,- dijo Mortimer, y Jo se acercó un poco más al barandal para ver
que él capturaba el brazo de Sam cuando se dirigía a las escaleras.

-Decker borró su memoria y puso en su cabeza que estaba cansada y quería


dormir. Déjala hasta mañana. Puede que mezcles algunos de sus recuerdos si
hablas con ella esta noche. Probablemente se borrarán si la dejas hasta la
mañana.-
-¿Estás seguro?- pregunto Sam, con tono preocupado.

-Mientras no vea a Nicholas o al hijo de Leo de nuevo, esos recuerdos


permanecerán enterrados,- le aseguró Mortimer. -Ahora vamos. Tengo que
llamar a Lucian y prefiero no estar demasiado lejos de ti hasta que estemos
seguros de que el hijo de Leo no está rondando la propiedad.-

-¿Existe la posibilidad de que lo esté?- preguntó Sam con consternación.

-Creemos que ha huido. La puerta estaba abierta cuando los hombres fueron a
buscar. Pensamos que se escabulló a través del bosque mientras Nicholas y Jo se
besaban y huyó por la puerta cuando Bricker dejó su puesto para investigar los
ruidos que escuchó.-

-¿Nicholas y Jo se estaban besando?- preguntó Sam como si Mortimer hubiera


dicho que habían tenido sexo sobre la mesa de café en la sala de estar en frente de
todos en la fiesta. Jo entendió, sin embargo, estaba sorprendida por la noticia
sobre ella. Había estado besando a un chico que no conocía, pero ¿que la había
salvado de otro tipo que la había atacado?

-Te lo explicaré en un minuto,- prometió Mortimer. -Realmente tengo que hablar


con Lucian. Vamos.-

-Pero ¿por qué se estaban besando?- escuchó Jo preguntar a Sam mientras


Mortimer la dirigía hacia dentro de la biblioteca. Para pesar de Jo, la puerta se
cerró antes de que Mortimer contestará. Le hubiera gustado escuchar la
respuesta ella misma. Jo se quedó dónde estaba otro momento, su mente girando
un poco. La mayoría de lo que se había dicho no tenía sentido para ella.

¿Decker había borrado su memoria y puesto en su cabeza que estaba cansada?


Había sido atacada por un renegado, lo que fuera eso, y un tipo llamado
Nicholas, también un renegado, la había salvado… ¿aparentemente
arriesgándose también de alguna forma al hacerlo? ¿Y lo había estado besando?

Lo que más le molestaba era que le habían borrado la memoria. ¿Qué significaba
eso? ¿Y cómo lo pudieron haber hecho? Por extraño que pareciera, sin embargo,
mientras se preguntaba sobre eso, Jo también tuvo extraños recuerdos en su
cabeza, pequeños detalles sin sentido. Sobre todo seguía viendo la cara del
hombre de cabello oscuro. Levantando una mano hacía su cabeza, Jo cerró los
ojos mientras el dolor de cabeza que tenía se multiplicaba por diez.

Forzándose a respirar profundamente y no pensar en nada, esperó a que el


intenso dolor disminuyera. Había disminuido a ser tolerable cuando escuchó que
la puerta del frente se abrió de nuevo. Jo se quedó rígida en donde estaba cuando
escuchó pasos como de un pequeño ejército entrar en la casa.

Escuchó como la puerta de la biblioteca se abrió y Mortimer preguntó, -¿Y bien?-

-Todo despejado, se escapó definitivamente,- respondió alguien.

-De acuerdo. Quiero a dos hombres en la puerta en el futuro. Paramos los


vehículos entre las puertas para hacer una búsqueda exhaustiva, dentro, afuera,
abajo y arriba antes de dejarlos pasar a la segunda puerta de ahora en adelante.
No quiero que esto vuelva a suceder de nuevo, ¿Entendido?- Hubo varios
murmullos de estar de acuerdo y Mortimer suspiró.

-Nicholas está encerrado, pero no pude contactar a Lucian. Le dejé un mensaje,


pero él y Leigh han estado viajando mucho desde que ella perdió al bebé y puede
que en un par de horas regrese con nosotros. Entonces, mientras tanto, quiero
que tú…-

Jo no pudo oír el resto de lo que dijo. Su voz se había vuelto un susurró, como si
hubiera vuelto a la biblioteca, y el sonido de pies arrastrándose por el piso para
salir por la entrada silenció completamente el resto de las palabras. Los hombres
que lo siguieron a la biblioteca, supuso, miró con cautela por encima del barandal
cuando escuchó una puerta cerrarse seguido por un total silencio. Efectivamente,
la entrada estaba vacía.

Jo se quedó mirando la puerta cerrada de la biblioteca durante varios minutos, y


luego comenzó a bajar las escaleras de puntitas. Ella no sabía qué diablos estaba
pasando, pero sospechaba que la única manera de averiguarlo era hablando con
el hombre que estaba encerrado.

En cualquier otro momento, habría bajado y confrontado a Mortimer y Sam, pero


algo sobre Decker y borrar su memoria así como los extraños recuerdos que
acudieron a su memoria hace unos momentos se combinaron para hacerla
consiente de hacerlo. Y Mortimer había dicho que mientras menos viera al
hombre los recuerdos quedarían eliminados.

Si realmente se habían metido con su mente, Jo no les daría otra oportunidad


para hacerlo de nuevo. Prefería ir a hablar con este hombre Nicholas quien se
había arriesgado para salvarla, recuperar esos recuerdos, y mantenerlos. Eran
suyos, maldita sea, y nadie se los quitaría.
Capítulo Tres

Jo consiguió salir de la casa sin ser vista. Hizo una pausa afuera de las puertas
corredizas de cristal del comedor para mirar el patio oscuro. Estaba bastante
segura de que todo el mundo estaba en la casa ahora mismo, pero teniendo en
cuenta los acontecimientos de la noche, sin duda no haría daño ser cautelosa.

Consciente de que cuanto más tiempo tardara, mayores serían las posibilidades
de ser capturada, Jo dejó su posición junto a la puerta y echó a correr
directamente hacia el edificio de atrás. En realidad, estaba muy impresionada
con su velocidad mientras volaba sobre la hierba. Nunca había sido buena para
las actividades atléticas, prefería cosas como escalar y bucear como actividad
física, pero sus pies se movían tan rápido que parecía que apenas tocaba el piso.

Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando llegó a la puerta del edificio y
la encontró sin seguro. Se tranquilizó en silencio y luego se deslizó en el interior
con una mirada nerviosa hacia el patio vacío. Una vez que cerró la puerta de
forma segura detrás de ella, Jo hizo una pausa para poderse orientar. Estaba de
pie en una sala iluminada por pequeñas ventanas de vidrio a lo largo de cada
lado. Las ventanas a su derecha revelaban un garaje amplio y bien iluminado,
con varios vehículos en su interior. Cada uno de ellos era una SUV.

No se veía como una colección de coches para ella. Todos los SUVs parecían ser
nuevos y de marca reciente. Se estaba haciendo la clara impresión de que Sam
no había sido completamente honesta con ella sobre estas cosas.

Decidiendo que era algo que definitivamente necesitaba aclarar, iba a tener con
su hermana una conversación más tarde, Jo deslizó su mirada hacia las
ventanas a su izquierda y se encontró mirando una oscura oficina. Había un
escritorio, archivadores, sillas,... Sus ojos se detuvieron en una gran forma
cuadrada y lo estudió un momento, tratando de saber lo que era. Cuando eso
no ayudó, Jo se movió lentamente hacia la puerta de la oficina abierta. Ella
metió la mano y palpó a lo largo de la pared a la izquierda y luego a la de la
derecha, aliviada cuando encontró el interruptor de la luz. En el momento en
que lo pulsó, la luz explotó sobre su cabeza. Lo que la hizo pestañear
brevemente, pero luego fue capaz de ver que la forma cuadrada era un gran
refrigerador médico con el frente de vidrio que revelaba fila tras fila de bolsas
de sangre.
Jo se quedó boquiabierta al verlo, el desconcierto rodando a través de ella
mientras trataba de ordenar lo que podía estar a punto de suceder. ¿Mortimer
era un hemofílico de closet o algo así? La interrogante se deslizó a través de su
mente cuando tomó una rápida ojeada sobre el resto de la oficina y luego apagó
la luz de nuevo. Había una pequeña ventana en la habitación, y no quería
alertar a cualquier persona en la casa de su presencia por tener las luces
encendidas en ventanas donde no debía haberlas.

Al menos no hasta que ella supiera lo que estaba pasando, Jo pensó mientras se
apartaba de la puerta del despacho y miraba alrededor. Un pasillo salía de la
parte izquierda de la pequeña sala en que ahora se encontraba, estaba bien
iluminada y tenía tres puertas que conducían para afuera, dos a lo largo de la
pared de enfrente, y otra en el mismo lado de la oficina. No eran realmente
puertas sino más bien como celdas, Jo se dio cuenta cuando pasó la primera y
vio que estaban hechas de barras como una esperaría encontrar en una prisión.
En la primera celda vio una cama pequeña, un lavabo, un inodoro, y nada más.
Estaba vacía, y Jo continuó su camino, muy segura de que se encontraría con el
hombre llamado Nicholas, en una de las otras dos.

Ella tenía razón. Aunque la celda solitaria de la izquierda tampoco tenía a nadie
en ella, en la segunda a la derecha vio a un hombre. Estaba tumbado sobre la
espalda en el estrecho catre de la habitación, las manos bajo la cabeza y las
piernas cruzadas en los tobillos de una forma completamente relajada. También
tenía los ojos cerrados, cuando lo vio por primera vez, pero ya sea que hizo un
ruido sin darse cuenta, o bien simplemente percibió su presencia, sus ojos se
abrieron de repente y levantó la cabeza en su dirección.
―Jo. ― Pronunció su nombre en voz baja, pero fue suficiente. La visión de la
cara y el sonido de su voz activaron juntos una avalancha de recuerdos en su
mente. Imágenes y sensaciones parpadeaban a través de su cerebro una tras
otra. Todas ellas estaban fuera de orden y desarticuladas, un caleidoscopio de
escenas confusas intermitentes una después de la otra, y fueron acompañadas
por un dolor punzante, lo que sintió como si un hacha se estrellara contra la
parte superior de su cráneo.

Gritando, Jo agarró la parte superior de la cabeza cuando las piernas se


doblaron. Por lo que pudo haber sido segundos, minutos u horas, no fue
consciente de nada, solo del dolor. Entonces comenzó a ceder y poco a poco
tuvo conocimiento de su entorno de nuevo.

Lo primero de que Jo se dio cuenta fue que estaba tirada en el piso de cemento
frío. Ella yacía de lado en posición fetal con las manos sobre la cabeza.
Afortunadamente, su cabeza no estaba sangrando. El dolor había estado dentro,
no fue un hacha que se incrustó en su cráneo, se dio cuenta, y luego, poco a
poco, se percató de que alguien le hablaba, con urgencia en la voz cuando decía
su nombre una y otra vez.

―Jo. ¿Estás bien? Jo, habla conmigo. ¿Jo?

Nicholas, recordó. El hombre que se había puesto en peligro a sí mismo para


salvarla y estaba encerrado debido a eso. Jo cerró los ojos brevemente,
tomándose un momento para que el dolor disminuyera un poco, pero continuó
llamándola por su nombre, con lo que sonaba con creciente agitación. Quería
decir algo para tranquilizarle, tenía toda la intención, pero el dolor le había
dejado jadeante y sin aliento, y todo lo que podía hacer era alzar un poco de la
cabeza y moverla débilmente para hacerle saber que estaba bien.

En el momento en que lo hizo, sintió algo cepillando las puntas de sus dedos.
Sorprendida, abrió los ojos, inclinó la cabeza lo suficiente para ver que Nicholas
estaba tirado en el piso de su celda, su brazo se extendía a través de las barras
para poder alcanzarla, lo suficiente como para tocarle las puntas de los dedos
con los suyos.

Dando un pequeño suspiro, Jo extendió su brazo un poco hasta que pudo


cogerle la mano con la suya. Nicholas se quedó en silencio entonces, pero su
expresión todavía era de preocupación. Jo estaba aún demasiado aturdida para
tranquilizarle, sin embargo, por lo que simplemente se quedó quieta y se
permitió cerrar los ojos brevemente mientras trataba de ordenar la colección de
recuerdos que acababan de bombardearla. Todos estaban allí ahora, la fiesta, el
paseo, el ataque... Nicholas. Se habían besado y ella le devolvió el beso y había
sido...

Jo cerró los ojos. Los dos besos habían sido maravillosos, como nada de lo que
jamás había experimentado, y el hombre la había salvado de ese otro tipo. Si lo
que había oído decir a Sam era cierto, al parecer, también había ayudado a
salvar a dos mujeres a principios del verano... Así que ¿por qué estaba
encerrado en esta celda?

― ¿Jo?

Alzó la cabeza de nuevo y miró a Nicholas.

―¿Estás bien?― preguntó.

Jo asintió lentamente, y cuando la acción no provocó más dolor, dejó su otra


mano escapar a su cabeza.

―Supongo que limpiaron tus recuerdos y ¿acabas de recuperarlos de nuevo? ―


preguntó en voz baja.

Eso hizo que abriera los ojos en cuestión. ― ¿Cómo?


―Lo he visto antes―, dijo secamente.

Jo sólo lo miró fijamente durante un momento y luego sacó la mano libre para
asentarse.

Nicholas hizo lo mismo, cambiando a manos y rodillas, y luego maniobrando


para sentarse con las piernas cruzadas en el otro lado de los barrotes.

Se miraron por un momento y luego Jo preguntó: ― ¿Qué diablos está pasando?

Nicholas sonrió con ironía. ― ¿Te sientes mejor, supongo?

Una pequeña risa cansada se le escapó de los labios, y se colocó, un mechón de


pelo que había escapado de la cola de caballo, por detrás de la oreja. ―Me duele
la cabeza.

―Será sólo por un tiempo―, dijo ―. Aparte del golpe que te llevaste
anteriormente, las células del cerebro están un poco confusas en este momento.

Jo asintió. Ella lo podía creer. ―Oí a Mortimer decirle a Sam que Decker me
había borrado la memoria.

―Sí. Sospeché que lo haría cuando él tomó tu control para llevarte a la casa―,
reconoció Nicholas, y luego inclinó la cabeza con curiosidad. ―¿Fue lo que
comentó Mortimer lo que hizo que los recuerdos comenzaran a volver?

Jo examinó la pregunta, luego movió la cabeza con cuidado. ―No. Fue cuando
te vi cruzando el césped con Bricker y Mortimer desde la ventana de mi
dormitorio. Me parecías familiar pero no podía recordarte y mi cabeza comenzó
a doler.
Nicholas asintió con la cabeza como si tuviera sentido y, a continuación explicó:
―El ver al sujeto de los recuerdos que fueron limpiados pudo traerlos de vuelta.

Ella frunció el ceño. ―¿Qué quieres decir con limpiados?

―Es una especie de nombre inapropiado. Los recuerdos no son realmente


borrados tanto como velados...― Frunció el ceño, obviamente inseguro de cómo
explicarle lo que le habían hecho. ―Los recuerdos todavía estaban allí,
obviamente, en caso contrario no podrías traerlos de vuelta, pero estaban
enterrados en el subconsciente, y si no los desencadenan se quedarían ahí.

―¿Cómo lo hizo? ― preguntó Jo a su vez, horrorizada ante la idea de que


alguien tuviera la capacidad para enterrar sus recuerdos. ―¿Hay alguna
máquina o algo así?

Ella esperó, cuando una lucha tuvo lugar en el rostro de Nicholas. Recordó sus
palabras diciéndole que había sospechado que Decker había borrado sus
recuerdos cuando tomó su control para llevarla a la casa. Ahora que pensaba en
ello, Jo no recordaba haber vuelto a la casa y subido a su habitación. Los
recuerdos que tenía regresaron hasta que los hombres los habían rodeado en el
patio mientras se besaban y luego comenzaron de nuevo con ella en la
habitación de invitados más tarde. Ni siquiera estaba segura de cuánto tiempo
había trascurrido, entre todos los recuerdos desaparecidos.

Frunciendo el ceño ante esa realidad, le preguntó: ―¿Y cómo puede Decker
controlarme? ¿Qué está pasando aquí?

―No puedo explicártelo, Jo―, dijo Nicholas finalmente. ―Si pudiera reclamarte,
sería otra cosa, pero no puedo... y limpiarían tus recuerdos nuevamente, más
tarde.

Lo de reclamar no tenía sentido, así que se concentró en la última parte de lo


que había dicho, y señaló secamente: ―Bueno, si sólo van a borrarme la
memoria de todas formas, entonces no debería haber ningún problema en que
me lo digas.

―No puedo explicártelo,― repitió con firmeza, sacudiendo la cabeza. ―Y no


deberías estar aquí. Mortimer, probablemente volverá pronto a interrogarme
después de que llame a Lucian, y si ve que estas aquí te controlará otra vez y
limpiará tus recuerdos.

Jo le miró en silencio durante un minuto, y luego se levantó. Cuando Nicholas


se puso tenso, se trasladó a las rejas y lo miró. ―Sam dijo que sólo fuiste
capturado, porque te arriesgaste a salvarme. Dijo también que te arriesgaste a
principios del verano para salvar a la novia de Decker, Dani y a su hermana
pequeña. ¿Es verdad?

Nicholas sólo asintió.

Lo estudió brevemente y luego preguntó: ―¿Es necesario que me preocupe por


Sam? Ella ama Mortimer. ¿Es…?―

―Es un buen hombre―, dijo Nicholas con firmeza. ―Tu hermana está
perfectamente segura con Mortimer. Nunca se apartará, nunca le hará daño,
dará su vida por ella, y siempre la mantendrá a salvo. No necesitas preocuparte
por su futuro. Por favor, confía en mí en eso…

Jo lo consideró en silencio, debatiendo si debía confiar en él y concluyó de que


en el fondo de su corazón lo hacía. Si decía que Mortimer no era una amenaza
para Sam, ella lo creía.

―¿Y yo qué? ― preguntó―. ¿Es una amenaza para mí?

―Él nunca te haría daño―, dijo Nicholas solemnemente.


―Bien. ―Jo dio la vuelta y se puso en marcha, diciendo: ―No estoy segura de lo
que está pasando aquí y no puedo hacer que me lo digas, pero estos tipos no
son policías y sólo estas atrapado porque me has salvado de ese rubio. No voy a
dejarte encerrado aquí. Voy a ir a la oficina y ver si están allí las llaves de tu
celda.

―Espera, Jo. Yo…―

―Voy a ser rápida―, prometió Jo, al doblar la esquina en el pasillo de entrada


antes de que pudiera protestar de nuevo. No es que le hubiera escuchado de
todos modos. Estaba decidida a dejarlo libre. Tenía mucho sentido para Jo.
Nicholas nunca habría estado en este lío, fuera el que fuera, si no hubiera
intentado salvarla del rubio con mal aliento. Además, lo que ella había dicho
era cierto, Nicholas podría estar encerrado en una celda, pero esto no era un
estación de policía, y Mortimer y Bricker no eran policías. Mientras que ella
recordaba claramente a Mortimer diciéndole a Sam que Nicholas era un pícaro,
por lo que Jo sabía era sólo un diabólico macho mujeriego. Teniendo en cuenta
lo bien que besaba, no estaba sorprendida por la revelación. Sus labios habían
sentido un hormigueo desde que había recuperado sus recuerdos de los dos
besos que él le había plantado. El hombre mostró una seria habilidad allí, pero
no era razón suficiente para ser encerrado como un criminal. Estaba pensando
en liberarlo.

Jo se asomó por la ventana de la oficina antes de hacer cualquier otra cosa,


comprobando para asegurarse que nadie estaba en camino del edificio.
Encontró el patio vacío, luego se volvió hacia la habitación a oscuras y comenzó
a moverse con cautela en torno a la superficie del escritorio y luego abrió y
tanteó el contenido de los cajones con la esperanza de encontrar la llave de la
celda en que Nicholas estaba encerrado. Cuando eso no dio resultado, Jo
comprobó de nuevo la ventana, con la intención de encender las luces por unos
momentos si no había nadie alrededor. Sin embargo, la visión de dos hombres
que cruzaban el césped hacia el edificio hizo que su corazón brincara hasta su
garganta.
El pánico de repente bombardeó a través de ella, Jo miró salvajemente
alrededor de la sala en penumbras, y entonces sus ojos aterrizaron en el agujero
negro que era el espacio bajo la mesa. Sin detenerse a considerar los méritos del
escondite, rápidamente cayó de rodillas y se metió en ella. Jo acababa de
meterse en el espacio y apretaba sus ojos cerrados, como si eso pudiera ayudar
a hacerla invisible, cuando oyó la puerta exterior abrirse y el murmullo de voces
masculinas.

―No sé, Mortimer,― estaba diciendo Bricker.― Nicholas sólo sigue


arriesgándose para salvar mujeres. Tal vez no sea el criminal que pensamos que
es.

―Sam me dijo lo mismo,― admitió Mortimer, y los ojos de Jo se abrieron con


alarma cuando la voz de pronto se hizo evidente y fuerte y la luz de la oficina
vino sobre su cabeza. Oh Cristo, vienen hacía aquí. Estoy muerta, pensó con horror
cuando Mortimer continuó, ―Pero sabes lo que hizo, también yo, y… ―

―¿Adónde vas? ―le interrumpió Bricker.

―A conseguir las llaves de las celdas―, respondió Mortimer, y el corazón de Jo


dejó de latir cuando sus piernas quedaron a la vista entre la silla del escritorio y
el espacio para las rodillas donde ella se agachó.

Por favor, no te sientes, por favor, no te sientes, empezó a rezar, segura de que la
golpeara con sus piernas si se sentara en el escritorio y, entonces la descubriría.
Jo podría haber estallado de frustración cuando las rodillas empezaron a
doblarse ya que empezaba a sentarse.

―Todavía cargo las llaves ―, dijo Bricker, y Mortimer se detuvo y se enderezó


otra vez. Cuando las piernas se movieron fuera de la vista, Bricker, preguntó,
―¿Por qué crees que sigue corriendo el riesgo de ser atrapado, entonces?
―No sé―, murmuró Mortimer cuando apagó las luces de la oficina y volvió a
salir. ―Tal vez tenga deseo de morir.

―¿Tú crees? ―preguntó Bricker, con sorpresa, su voz cada vez más débil
cuando los hombres salieron de la oficina. ―Yo nunca lo imaginé del tipo
suicida.

―No he dicho suicida, dije deseo de morir. Hay una diferencia.

Jo se quedó dónde estaba, cuando las voces se movieron más lejos, sin atreverse
a respirar, y mucho menos a moverse hasta que la profunda y retumbante voz
de Nicholas se unió a ellos. No podía oír lo que estaban diciendo ahora, pero le
decía que Mortimer y Bricker, habían llegado a la celda del fondo y era
relativamente seguro salir. Ciertamente era más seguro moverse y marcharse de
la oficina que esperar allí su regreso. Jo no creía que tuviera la suerte de
evitarlos por segunda vez si se quedaba dónde estaba. Tenía que salir de la
oficina antes de que terminaran de hablar con Nicholas y volvieran.

Arrastrándose desde el espacio para las rodillas, Jo se agachó detrás de la mesa


y se asomó nerviosamente por encima de ella hacia la puerta para estar segura,
pero cuando no vio a nadie ni por la puerta, ni por las ventanas, rápidamente se
levantó y salió de puntillas de la habitación, sólo para detenerse al oír las voces
por el pasillo.

―¿Nada que decir? ― era Mortimer preguntando.

―Él estaba hablando antes,― comentó Bricker, y pudo oír el ceño fruncido en su
voz.
―Bueno, entonces, supongo que sólo esperamos por Lucian. Descubrirá todo lo
que necesitemos saber―, decidió Mortimer y Jo se dio cuenta de que lo mejor
era que moviera el culo. Miró a su alrededor brevemente, con la mirada en
movimiento hacia la salida, y luego pasó al garaje donde los SUV estaban
estacionados en fila, silenciosos, esperando. Se dirigió hacía el garaje. Parecía
que era la opción más inteligente para ella. Jo no se fiaba de que Mortimer y
Bricker, no cerraran la puerta del edificio cuando salieran esta vez, y ella podría
no ser capaz de volver. Además, obviamente no tenía sentido buscar las llaves
en la oficina ya que Bricker las tenía. Pero quizá podría encontrar algo en el
garaje para cortar los barrotes o forzar la cerradura o algo así.

―Lucian podría venir esta noche y sacarte de tu miseria, pero quizás sea
mañana cuando consiga llegar aquí,― decía Mortimer cuando Jo llegó a la
puerta del garaje. ―Puede ser que también quieras ponerte cómodo. ¿Quieres
algo?

La respuesta de Nicholas era sólo un rumor de sonido cuando Jo


cuidadosamente abrió la puerta del garaje y se deslizó a través de ella. Mientras
la abría, oyó a Mortimer decir: ―Entonces, vamos a dejarte con tus
pensamientos.

Jo se apresuró al primer SUV en el garaje, para agacharse al otro lado. Esperó


allí durante un latido del corazón, pero luego no pudo resistirse a mirar por las
ventanas de la camioneta. Justo a tiempo para ver a Bricker y Mortimer
aparecer en el pequeño pasillo de entrada e ir a la oficina.

Como había temido, Mortimer sentó en la silla del escritorio y estiró sus piernas
debajo de la mesa mientras se recostaba en el asiento. Si se hubiera quedado ahí,
definitivamente habría sido capturada, Jo pensó mientras observaba a Bricker
acomodarse en la esquina de la mesa. Los dos hombres se miraron como si se
prepararan para una larga charla, y suspiró para sí misma, deseando salir de
allí. Ojalá pudiera oír lo que decían. Jo incluso consideró brevemente intentar
llegar furtivamente a la puerta y entreabrirla para escuchar, pero el riesgo de ser
descubierta fue suficiente para poner esa idea en la categoría "no muy
inteligente" por lo que se quedó dónde estaba.
Hablaron sólo un momento antes de que Bricker, se levantara y fuera al
refrigerador médico que había notado antes. Mientras miraba, abrió la puerta
frontal de cristal para coger un par de bolsas.

Jo frunció el ceño, preguntándose qué diablos iba a hacer con ellas. Su


confusión aumentó cuando lanzó una de las bolsas a Mortimer, y se alzó un
poco más para ver mejor, sólo para caer rápidamente fuera de vista cuando
Bricker de repente miró en su dirección.

Mordiéndose los labios, Jo esperó, segura de que la habían visto y que Bricker
irrumpiría en el garaje en cualquier momento. Pero pasó un rato y luego varios
más, sin el sonido repentino de la puerta del garaje abriéndose. Sin embargo,
ella le dio otro momento y luego se alzó apenas lo suficiente para ver a través
de las ventanas otra vez. Lo que vio fue a Bricker tirar lo que parecía ser una
bolsa de sangre, ahora vacía mientras seguía a Mortimer afuera de la oficina.

Jo se agachó y esperó hasta que oyó el golpe de la puerta exterior. Luego


retrocedió hasta mirar a través de las ventanas de la camioneta de nuevo. La
oficina estaba vacía, Mortimer y Bricker, se habían ido. Dudó y luego se puso de
pie y se dirigió a la puerta grande del garaje en frente de la camioneta en que
había estado escondida. Levantándose de puntillas, se las arregló para mirar
por la ventana y vio a Mortimer y Bricker, alejándose por el césped hacia la
casa. Observó, esperó hasta que entraran por la puerta corrediza de vidrio, y
luego se volvió al garaje.

A diferencia de la oficina, las luces del garaje habían estado encendidas cuando
había entrado en el edificio y todavía lo estaban. Jo no tenía idea del por qué, a
menos que algunos de los asistentes a la fiesta hubieran llegado en algunos de
los SUVs que estaban aquí. Lo que significaba que iban a venir a recoger sus
vehículos cuando se retiraran. Tenía que empezar a moverse.

Jo se movió rápidamente a la larga mesa de trabajo a lo largo de la pared trasera


del garaje, sus ojos escaneaban las herramientas que colgaban de ganchos sobre
el tablero. Había de todo, desde destornilladores hasta moto sierras en ese
tablero. Brevemente Jo examinó la ruta más fácil, tomando la sierra, para cortar
los barrotes, o en su defecto, porque ella no estaba completamente segura de
que incluso una sierra eléctrica pudiera con las barras de metal, simplemente
cortaría las paredes de yeso. Como siempre, las sierras eléctricas eran
sangrientamente ruidosas, y el sonido podría llegar a la casa o a la puerta de
entrada y traer a alguien corriendo, lo que significaba que tenía que hacerlo de
la manera difícil. Tendría que forzar la cerradura. No era una tarea imposible,
pero estaba oxidada y podría tomar un poco de tiempo. Esperaba que los
hombres no regresaran por un tiempo mientras recogía varias herramientas que
se veían útiles.

Moviéndose rápidamente, Jo salió corriendo del garaje, pero en lugar de ir


directamente a la celda de Nicholas, hizo una breve parada en la oficina para
echar un vistazo por la ventana. Se tranquilizó al encontrar el patio vacío y
silencioso, y salió con paso decidido.
Capítulo Cuatro

El destino era una perra caprichosa con muy mal sentido del humor, decidió
Nicholas, tendido en la cama en su celda y mirando al techo. Allí estaba él,
atrapado y a punto de cumplir su cita con el Creador, y a Madame Fatalidad le
da por lanzarle a su compañera de vida sólo para enturbiar las aguas. ¿Qué tan
enfermo y retorcido era eso?

Hizo una mueca al techo, sus oídos atentos para escuchar los sonidos de
movimiento en el edificio. Mortimer y Bricker, habían llegado no mucho después
que Jo escapara en busca de las llaves. Puesto que no había habido ningún
escándalo o sonidos de movimiento después de que lo había dejado, parecía
obvio que su presencia no había sido descubierta. Debía estar oculta, supuso, y se
preguntó por qué no había avisado a los hombres de su presencia.

Eso es lo que debía hacer, Nicholas lo sabía. Estar aquí y el hecho de que había
recuperado los recuerdos que Decker había borrado podía causar problemas. Sin
embargo, Nicholas no había estado dispuesto a renunciar a la oportunidad de
hablar con ella de nuevo, tal vez incluso robar otro beso, y por qué no,
posiblemente escapar. Le gustaría llevarla con él, pero no tenía nada que ofrecer
salvo una vida huyendo, y esa no era vida para una mujer como Jo. Ya sabía que
era del tipo de espíritu libre, y no podía ser un espíritu libre, cuando estaba
corriendo. Tenían que ser cauto y cuidadoso acerca de cada pequeña cosa que
hicieran.

Claro que no tenía mucho que ofrecer de todas maneras, reconoció Nicholas.

Había tenido muchas oportunidades y también había corrido muchos riesgos.


Por eso estaba cautivo ahora y casi lo habían capturado a comienzos del verano.
Pero no lamentaba lo que había hecho en cualquier caso. Incluso si moría
mañana, Nicholas no se arrepentiría de haber salvado a Jo de Ernie.

El renegado o bien la habría matado o malherido y habría ido después por Dani
y su hermana, o simplemente habría enviado a Jo de vuelta a su padre. Ninguna
de esas conclusiones era aceptable para él. Podría no ser capaz de reclamar a Jo
como su compañera de vida, pero Nicholas haría lo posible para mantenerla a
salvo mientras pudiera.

Por desgracia, eso significaba que no podía explicarle a ella la situación. No,
Nicholas no podría decirle la verdad de todos modos. No tenía ningún deseo de
ver el horror y asco entrar en sus ojos cuando se enterara de lo que había hecho
hace cincuenta años.

Aún si le creyera y no simplemente decidiera que estaba drogado o simplemente


loco. Después de todo, no parecía que pudiera haber estado alrededor hace
cincuenta años, y explicar es que soy un poco vampiro, no era probable que fuera
creíble para ella.

Nicholas sonrió levemente ante la idea de su expresión, si le trataba de explicar


ESO. En realidad, soy un vampiro, pero un buen vampiro... a excepción de una
vez que asesiné a un inocente.

Hizo una mueca. Sí, a excepción del mal inexplicable que cometió mientras
estaba en la agonía de la pena, era un muy buen muchacho.

A sus oídos llegó el golpe de la puerta exterior, y Nicholas abrió los ojos, se
esforzó por escuchar otros sonidos en la construcción, pero el zumbido constante
de Mortimer y las voces de Bricker en la oficina se habían ido. El silencio
absoluto parecía resonar desde el pasillo. Esperó un momento, pero no había
ningún ruido ahora a excepción de su propia respiración.

Nicholas estaba empezando a preocuparse de que su compañera de vida hubiera


decidido dejarlo a su suerte y hubiera vuelto a la seguridad de la casa cuando
oyó el suave susurro de aire que se mueve con una puerta abierta. Fue seguido
por el del desgaste de alguien caminando rápidamente, y Nicholas sonrió para
sus adentros. Estaba seguro de que era Jo y que todavía estaba aquí. Podía ser
egoísta, pero estaba contento. Podía hablar con ella un poco y quizás aprender
algo acerca de esta mujer que podría haber sido su salvación, si no hubiera
cometido un estúpido e irreconciliable error tantos años atrás.
De pie, se movió hasta los barrotes para mirar hacia fuera. Apareció y justo un
momento después llegó hasta él, la expresión inquieta y ojos nerviosos mientras
se apresuraba por el pasillo hacia él.

- No pude conseguir las llaves, Bricker las tiene,- balbuceó Jo mientras se


acercaba.

- Pero he encontrado estos y creo que puedo abrir el seguro.

- ¿Abrirlo?- preguntó Nicholas dubitativo.

-Sí. Trabajé como asistente de un cerrajero en el verano, de la escuela secundaria


y la universidad. Me enseñó algunos trucos. Puedo hacer esto,- le aseguró,
cayendo de rodillas delante de la puerta de su celda.

Examinó la cerradura brevemente y luego hizo una mueca. – Tal vez me tome un
poco de tiempo, pero puedo hacerlo... y si no, vuelvo por ese camino y traigo el
hacha para cortar a través de la pared.

Nicholas se encontró sonriendo sin ninguna razón. En realidad, la mujer era


adorable, pensó, y le preguntó: - ¿Ya has trabajado con un cerrajero y ahora
manejas un bar?. ¿Qué más has hecho en tu corta vida?

Jo hizo una pausa y levantó las cejas mirándolo a los ojos - ¿Mi corta vida? Lo
haces sonar como si fuera una niña y tu un viejo… ¿Tienes… qué? ¿Tal vez
veintisiete o así?

- Algo así,- murmuró, añadiendo mentalmente, más o menos quinientos treinta y


tres años. - Entonces, ¿qué has hecho?

Jo se encogió de hombros, su atención en la cerradura, clavando sus herramientas


y jugando con el mecanismo interno. Su voz era ausente cuando dijo, - Un
montón de cosas. ¿Y tú?

- Montones de cosas,- Nicholas se hizo eco con ironía, y sospechaba que había
trabajado hasta en el infierno por los muchos empleos que había tenido.
- ¿Eres casado?

Esa pregunta sorprendió a Nicholas, y desvió la mirada cuando la punzada


habitual de dolor lo atravesó con el pensamiento de su difunta esposa.
Curiosamente, por primera vez en cincuenta años, el dolor no fue aplastante. Los
recuerdos de su Annie y su perdida, sintió dolor, pero no con la brutalidad a la
que estaba acostumbrado. Su mirada se desplazó de nuevo hacia Jo. Ella estaba
concentrada en la cerradura, pero hizo una pausa para levantar una ceja
sospechosa en su dirección.

- ¿Lo estás? -preguntó ella.

Nicholas sacudió la cabeza, pero luego admitió, - Viudo.

La sorpresa cruzó su rostro, y luego volvió la mirada hacia la cerradura,


murmurando: - Mis condolencias.

- Fue hace mucho tiempo,- dijo en voz baja, y por primera vez, se sentía como si
fuera cierto. Habían pasado cincuenta años desde que Nicholas había perdido a
su Annie, pero la mayor parte de esos cincuenta años de pérdida se habían
sentido tan crudos como si fuera ayer. Todavía ahora... Su mirada se deslizó
hacia Jo y frunció el ceño, la sensación de culpabilidad se retorcía en sus entrañas
ante el conocimiento de que finalmente dejaría ir su dolor y seguir adelante con
su vida.

- Debieron haber sido unos bebés cuando se casaron ya que ella lleva un tiempo
muerta,- murmuró Jo, entrecerrando los ojos en la cerradura, concentrada en sus
herramientas de trabajo.

Él no hizo ningún comentario a eso, sino que preguntó: - ¿Tienes novio o…?

-No- lo interrumpió ella. - No hay tiempo. Estoy en la escuela a tiempo completo


y un trabajo a tiempo parcial me deja poco tiempo para los chicos. Además, veo
lo peor de los hombres en el trabajo.
Nicholas alzó las cejas ante el comentario. Había pensado que ser un cazador
renegado le mostraba lo peor de la humanidad, pero sonaba bastante segura. -
¿Cómo es eso?

Jo se encogió de hombros. -Teniendo suficiente alcohol, incluso el mejor hombre


se convierte en un asno. Verás, llegan con sus novias, tienen una pelea, cuando se
marchan molestas, ellos se van con otra chica. Entonces reaparecen a la siguiente
semana con la novia original de nuevo quien probablemente sea completamente
ignorante de donde se estaba metiendo la semana anterior fue un error mi culo.
O…- hizo una pausa para añadir con una mueca de asco antes de terminar, - no
hay pelea y todos ellos son "Coochie Coo Te amo", pero en el momento en que sus
novias van al cuarto de baño, están bateando en otras chicas.

- Hmm,- Nicholas murmuró, pensando que historias como esta lo hacían feliz de
ser un inmortal y que los inmortales tendían a ser monógamos.

- Y las mujeres son tan malas,- Jo continuó. - Siempre pensé que los líos eran sólo
de chicos, pero ahora pienso diferente. Las chicas son más inteligentes al
respecto. Más cautelosas y discretas, no tan fuertes o tan evidentes por lo que no
eres realmente consciente de que están coqueteando, pero luego desaparecen en
el cuarto de baño para un retoque, y vuelven reordenando sus ropas y un
hombre aparece sonriendo acomodándose en sus pantalones.

- ¿Las mismas mujeres cuyos hombres están coqueteando a otras mujeres


mientras se han ido?- Preguntó Nicholas con curiosidad, pensando que tal vez
eso explicaba el comportamiento de los hombres. Tal vez había algún tipo de
acuerdo, pensó, pero Jo sacudió la cabeza.

- Eso es lo raro. Por lo que puedo decir, las que engañan rara vez conectan con
los tramposos. Es como si se reconocieran entre si y se evitaran, porque Dios sabe
que un tramposo no quiere ser engañado,- dijo con ironía. - Parece que uno
siempre es fiel y el otro le pone los cuernos... Aunque, ocasionalmente, los dos
dejan el lugar con otro. Prefiero ver eso. Me imagino que ellos se merecen.
- Suena...- Nicholas vaciló. Sonaba como si su trabajo en el bar le hubiera dado
una visión muy oscura de los hombres y las mujeres.

- ¡Lo tengo!- exclamó Jo.

Nicholas había oído el chasquido antes de su anuncio triunfal y ahora observó


con asombro cuando retiró sus herramientas y tiró de la puerta abierta. Hizo una
pequeña floritura, agitando la mano e indicándole que saliera. Lo que le hizo
sonreír, pero en vez de salir y moverse más allá, se paró frente a ella y esperó a
que mirara hacia arriba antes alcanzarla, diciendo: - Parece que ahora te debo un
gracias.

Jo parpadeó sorprendida. Había esperado que Nicholas saliera corriendo y


huyera tan rápidamente como sus pies le llevaran al momento en que abriera la
puerta de la celda, sin embargo, la cogió de los brazos y la atrajo hacia adelante,
su cabeza descendiendo hacia ella. No se resistió. Los agradecimientos eran
lindos... al menos con Nicholas. Sabía que no era adversa a disfrutar más
apasionados agradecimientos con él, pensó, y luego su boca cubrió la de ella y se
sintió abrumada por la pasión más increíble que había experimentado jamás.

Maldición, era un buen besador, definitivamente digno del título de pícaro,


pensó Jo, dejando que las herramientas cayeran de sus dedos para que pudiera
deslizar las manos por su espalda. Apenas oyó resonar las herramientas al
golpear el duro hormigón. Su mente estaba consumida por las olas construidas
por la pasión y rodando a través de ella, cada una golpeando contra su cerebro
con más fuerza cuando su boca devoraba la de ella. No era consciente de que
Nicholas se movía, pero de repente sintió el frío metal de las barras en la espalda
y abrió brevemente sus ojos para ver que la había apoyado contra la puerta de la
celda frente a él, y luego con los ojos cerrados gimió de nuevo, cuando la
presionó allí con su cuerpo y molió sus caderas contra ella.

Cuando sus manos acariciaron sus pechos a través de su camiseta, Jo arqueó la


espalda, presionándose a sí misma ante el toque. Sus manos se movieron hasta
cubrir las de él, y las apretaba alentadoramente antes de llegar a poner sus
propias manos sobre su pecho, deseó que no llevara camisa y poder tocar su piel
desnuda. Fue un pensamiento sorprendente para Jo. Ella no era una mojigata o
una virgen, pero apenas conocía a este tipo. De hecho, aparte de su nombre, el
hecho de que era viudo y que se había arriesgado a sí mismo para ayudarla, no
sabía nada de él. Sin embargo, su cuerpo estaba actuando como si lo conociera
muy bien, o lo quisiera. Quería. Quería conocer hasta el último centímetro
desnudo de él. Quería… Los pensamientos de Jo murieron en un grito ahogado
cuando Nicholas de repente tiró de su camiseta hacia arriba, dejando al
descubierto sus pechos. Ella no necesitaba sostenes.

Todos tenían tiras y aros y todo tipo de cosas desagradables que se clavaban en
su cuerpo. Aparte de llevarlos a trabajar, ella tendía a evitarlos y no había usado
uno esta noche. Jo estaba muy contenta de haberlo hecho, no supo en qué
momento Nicholas cubrió una esfera desnuda con la mano y luego rompió el
beso para inclinar la cabeza y reclamar la otra con la boca.

- Oh Dios,- jadeó Jo, enredando los dedos en el pelo de la parte posterior de su


cabeza. Esto era... Esto era... Renunció a pensar en lo que era cuando los dientes y
la lengua entraron en acción, los dientes cogieron el pezón y la lengua raspó el
nudo sensible.

Maldición, era bueno, pensó Jo, y se dio cuenta que nunca había tenido un
encuentro de una sola noche en su vida, decidió que tenían que moverse a una de
las celdas y hacer un buen uso del catre. Ahora, pensó, de repente su pierna se
deslizó entre las suyas, frotándose contra ella y llevando su pasión a un nivel
completamente nuevo. Gruñendo de necesidad, Jo tiró de su cabello, exigiéndole
que dejara de hacer lo que estaba haciendo y la besara de manera absoluta.

Nicholas sacó el pezón de su boca y levantó la cabeza para reclamar sus labios,
pero su beso fue más lento, calmante. El empuje de su lengua en la boca, era la
imitación de lo que estaba empezando a desear desesperadamente continuar en
el catre, y su mano sustituyó a su boca en el pecho, el pulgar y el índice
pellizcando suavemente y luego frotando para tranquilizarla.
- Nicholas,- Jo quedó sin aliento cuando rompió el beso para que su boca siguiera
a lo largo de su la mejilla hasta su oído. - Necesito... ohh,- gimió cuando la frotó
contra su pierna más fuerte. -Sí... Yo... ¿qué es eso?

Se calmaron a la vez y luego volvió la cabeza hacia el final de la sala, donde


voces apagadas se oían...

- Cristo,- murmuró Nicholas, y rompió el abrazo, ambos enderezándose


rápidamente la ropa.

Jo comenzó a caer en la celda vacía al lado de ellos entonces, su único


pensamiento era ocultarse. Pero Nicholas le tomó la mano y sacudió la cabeza
tirando de ella detrás de él cuando empezó caminar en el pasillo, diciendo: -
Están en el garaje.

- ¿Qué estás haciendo?- silbó Jo con alarma cuando se dio cuenta de que estaban
avanzando hacia las voces.

Nicholas simplemente miró hacia atrás y se colocó el dedo sobre los labios
silenciándola y luego siguió adelante, cerca de la pared.

Jo cerró los ojos un instante, pensando que el hombre debía estar loco, pero lo
siguió en silencio. Llegaron casi hasta el final del pasillo antes de que pudieran
ver a los hombres en otra parte del edificio. Dos de las seis puertas del garaje
estaban abiertas, la más cercana y la más lejana. Tres hombres estaban hablando
junto la puerta abierta ahora detrás de uno de los SUVs. Jo reconoció a Bricker y
dos de los hombres que le habían sido presentados en la fiesta de esta noche.

- ¿Qué…?- Empezó, pero Nicholas apretó un dedo en sus labios.

- Espera aquí,- susurró, y luego desapareció.

Jo miró a su alrededor y su confusión sólo creció cuando lo vio desaparecer en la


oficina, aún en cuclillas. El hombre se movió con rapidez. Apenas se había
vuelto, preocupada de nuevo hacia el garaje cuando estaba súbitamente junto a
ella de nuevo, deslizándose algo en el bolsillo.
- Mi receptor, explicó. -Se lo llevaron cuando me encerraron.

- ¿Qué es un receptor?- preguntó Jo confundida y luego sacudió la cabeza.

Eso en realidad no importaba en ese momento. Estaba más preocupada por que
los atraparan y susurró en voz baja, - Bricker podría venir aquí. Tenemos que
ocultarnos.

Nicholas sacudió la cabeza. -Tengo que irme.

- ¿Qué? Pero…- comenzó Jo con alarma, y luego soltó una exclamación de


sorpresa, cuando Nicholas cayó a en cuclillas, arrastrándola junto con él para
ocultarse.

- Esta es la única manera en que voy a salir de aquí,- dijo suavemente, levantando
una mano para acariciarla con los dedos ligeramente a lo largo de la mejilla.

Jo frunció el ceño. – Pero…

Esta vez la hizo callar besándola rápidamente, y fue rápido, sólo un pequeño
roce de los labios sobre los de ella. Nicholas entonces se echó hacia atrás y le
susurró: - Gracias por liberarme.

Jo trató de hablar, pero movió su dedo pulgar para cubrir sus labios y añadió: -
Probablemente limpien tus recuerdos sobre mí cuando se den cuenta de que
todavía los tienes, pero quiero que sepas que nunca te olvidaré... y si alguna vez
me necesitas, estaré allí.

Nicholas la besó entonces de nuevo, un suave roce de los labios, y Jo cerró sus
ojos dejándolos a la deriva. Cuando los abrió, ya se había ido, deslizándose a
través de la puerta del garaje en cuclillas.

- Mierda,- susurró Jo con consternación, y esperó el grito inevitable cuando fuera


descubierto. Cuando no hubo ninguno, vaciló y luego se movió rápidamente
hacia la puerta en cuclillas. Ella tomó un profundo aliento y comenzó a abrirla, se
congeló cuando la puerta estaba solo un poco abierta y vio a Nicholas en el suelo
junto al primer SUV, pasando por debajo del vehículo. Ella observó hasta que
desapareció y luego comenzó a levantarse, pero se lo pensó mejor, y en lugar de
abrir la puerta, la cerró de nuevo y se movió a un lado de la oficina. Una vez en
la seguridad de las sombras se incorporó para mirar a través de las ventanas al
garaje.

Jo estuvo justo a tiempo para ver a los hombres terminar su conversación y


separarse.

Bricker, de inmediato se dirigió al garaje y fuera de la vista, pero uno de los dos
hombres restantes se trasladó a la SUV detrás de la cuál habían estado mientras
que el otro cruzó el garaje hacia el vehículo bajo el que había visto desaparecer a
Nicholas.

Jo, vio como el primer vehículo desaparecía de la vista, pero cuando el vehículo
más cercano lo hizo también, y las dos puertas comenzaron a cerrarse, Jo se
apresuró a asomarse a la ventana que daba al patio trasero.

En ese momento el primer SUV ya había dado la vuelta y se alejaba calle arriba,
pero tuvo tiempo para ver al segundo SUV hacer lo mismo, y Jo se mordió los
labios, explorando la parte inferior del vehículo en busca de cualquier signo de
Nicholas, pero estaba oscuro y, si estaba allí, no podía verlo.

Ese pensamiento la hizo salir corriendo de la oficina hacia la puerta del garaje. Jo
la abrió y se asomó al lugar vacío donde el primer SUV había estado, y corrió a lo
largo de los vehículos solamente para estar segura, pero Nicholas no estaba allí.
Hizo una pausa al final de la cochera, se inclinó débilmente contra la pared por
un momento, apenas podía creer que él se había ido. Pero entonces rápidamente
se enderezó y emprendió el regreso a lo largo del garaje, diciéndose a sí misma
que no debería sorprenderse de que saliera de manera tan abrupta, era cómo
había entrado en su vida. Además, ¿qué había esperado? ¿Declaraciones de amor
eterno? Porque lo había puesto en libertad y la besó un par de veces ¿Una
propuesta de matrimonio? ¿Un felices para siempre?

Vaya que necesitaba calmarse, Jo pensó con auto-disgusto. El tipo era un granuja.
Era probable que besara chicas todo el tiempo... a un montón de ellas... y un
montón de besos a cada una. El tipo era ciertamente bueno, y no conseguiría
hacerlo tan bien, sin mucha práctica, estaba segura.

Con un suspiro, se dirigió a la puerta, con la intención de irse, pero luego decidió
que mejor sería esperar. Si la vieran salir del edificio, probablemente irían a
comprobar las celdas y encontrarían que Nicholas había desaparecido, y luego
detendrían los vehículos, y estaría atrapado una vez más. Si eso sucediera, Jo
definitivamente no pensaba que le estaría permitido estar en cualquier lugar
cerca del garaje de nuevo.

Si se acordaba de Nicholas, pensó Jo con el ceño fruncido al recordar que le decía


que una vez que supieran que faltaba se darían cuenta de que tenía sus recuerdos
intactos y, probablemente, los limpiarían de nuevo. A ella no le gustaba esa idea
en absoluto. Borrarle la memoria... ¿Cómo habían hecho eso? Jo no dudó ni por
un minuto que tenían la forma de hacerlo, pero la forma en que lo habían hecho
era lo que le molestaba.

Debe ser algún tipo de máquina, pensó, y se volvió para mirar por primera vez
en la oficina y luego hacia el garaje, preguntándose si debía buscar una máquina
que pudieran utilizar para eso. Esto le ayudaría a matar el tiempo mientras
esperaba para dar a Nicholas la oportunidad de escapar... y entonces si ella la
encontraba, Jo pensó sobriamente, tendría que destruirla y mantener su maldita
memoria, muchas gracias.

Jo comenzó en la oficina, caminando a través de la habitación como una mujer


ciega en una búsqueda de huevos de Pascua. Fue un gran alivio terminar allí y
trasladarse a las zonas más iluminadas de la construcción. Partió hacia el garaje
al recordar las herramientas que había dejado fuera de la celda. Jo volvió en esa
dirección y corrió por el pasillo para recogerlas. A continuación, las llevó al
garaje y rápidamente las colocó donde las había encontrado antes de empezar
una búsqueda en el garaje.

Jo fue más rápida en esta búsqueda. La luz en el garaje lo hizo, de hecho, más
fácil pero también estuvo corriendo más. Estaba segura de que Nicholas se
encontraba probablemente fuera de la propiedad ahora. Lo único que la detenía
era si existía la posibilidad de encontrar la máquina que utilizaban para limpiar
las memorias, pero el hecho era que Jo en realidad no tenía idea de lo que estaba
buscando. No tenía idea de lo que parecía, o incluso lo grande que era. Por lo que
sabía podía ser una droga que se inyectaba a la persona para que fuera más
susceptible a la sugestión y luego hacían una sugerencia para que olvidase ciertas
cosas.

Cuando llegó al final de la cochera sin encontrar nada, Jo decidió que tendría que
renunciar a ella y dirigirse dentro.

Ella se trasladó hacia la puerta del taller más cercano y se levantó de puntillas
para mirar hacia fuera.

Cuando encontró que el patio estaba de nuevo vacío, Jo se abrió paso


rápidamente de nuevo en el hall de entrada y luego hacia la puerta, la abrió lo
suficiente como para salir, y luego se dio cuenta que estaba cerrada volviendo
rápidamente a través del patio en un trote que era como el que hacía para llegar a
casa.

Jo lo que quería hacer era caminar por la casa, entrar en su coche, y salir como
alma que lleva el diablo de allí antes de que se descubriera que Nicholas faltaba,
pero no podía. Ella había viajado con Alex. Todo estaba bien sin embargo, se
aseguró a sí misma. Nicholas le había dicho que Mortimer nunca le haría daño a
ella o a Sam.

Así que ella se quedaría tal como estaba previsto, esperando a que la ausencia de
Nicholas fuera descubierta, y daría la cara como un adulto.

Aunque, Jo pensó, realmente debería largarse de allí.

Mientras Mortimer no pudiera hacerle daño, definitivamente no iba a estar


contento de que hubiera dejado ir a Nicholas, no estaría protegida de su ira
cuando se diera cuenta que ella había sido la que le había ayudado.

Hizo muecas ante esta racha súbita de cobardía que corría a través de ella, Jo
sacudió la cabeza y se deslizó dentro la casa. Podía oír voces que venían de algún
lugar en el frente de la casa. Sonaba como Sam y Mortimer hablando, y Jo se
encontró a sí misma mirando el reloj de la cocina mientras se movía por la
habitación. Abrió los ojos un poco cuando vio que eran casi la tres a.m. Su
sorpresa no fue porque era tan tarde, sino debido a que era tan temprano. Si bien
había sido después de la medianoche, cuando ella había salido a dar un paseo,
tanto había pasado desde entonces, que Jo no se habría sorprendido de
encontrarse con que era casi el amanecer. Se sentía como si hubiera vivido toda
una vida en las últimas horas.

Se movía en silencio por el pasillo hacia la escalera, con los latidos de su corazón
en una marcha rápida, y se sintió aliviada cuando se movió por las escaleras sin
encontrar a nadie. Jo estaba pensando que iba a llegar a su habitación y ser capaz
de evitar todo este asunto hasta la mañana, cuando la puerta se abrió de repente
detrás de ella. Se congeló en el escalón superior, Jo se volvió y miró hacia abajo, a
la puerta, una repentina ola de desconfianza la rodeó, cuando vió entrar al otro
hombre. Alto, rubio y sombrío como la muerte. Lo había visto antes de que
pusiera un pie en el umbral, y él la miraba con la misma intensidad con la que lo
había hecho durante toda la noche cuando a Sam le habían presentado a los
hombres en la fiesta.

Jo se movió incómoda con su mirada penetrante, sus ojos se deslizaron hacia la


puerta de su habitación y el refugio que ofrecía, pero antes de que pudiera
moverse, el rubio dijo: - Vamos abajo, Josephine. Necesito decidir qué hacer con
usted.

Jo parpadeó sorprendida, asombrada de que el desconocido supiera su nombre,


y entonces su mirada de pronto se deslizó a la puerta de la sala de estar cuando
Mortimer apareció allí.

- ¿Lucian?,- dijo con sorpresa y luego miró a Jo en la parte superior de la


escaleras. Frunció el ceño cuando la vio. -¿Jo? Deberías estar durmiendo. ¿Qué
estás haciendo aquí?

- Ella acaba de llegar de liberar a Nicholas,- anunció el hombre que Mortimer


había llamado Lucian.
La mandíbula de Jo cayó ante esas palabras, y entonces sus ojos pasaron a
Mortimer cuando maldijo y se puso en marcha por el pasillo hacia la parte
trasera de la casa.

- No te molestes,- gruñó Lucian, con lo que se detuvo. – Se fue hace tiempo.

Mortimer volvió la espalda, y luego se trasladó rápidamente hasta la puerta de la


habitación cuando Sam apareció allí, su mirada preocupada buscó la de Jo.

- Josephine Lea Willan. ¿Qué has hecho?- Preguntó Sam con alarma, y Jo hizo
una mueca ante el uso de su nombre completo. Ella sabía que estaba en
problemas cuando Sam sacaba la artillería pesada, y utilizar el nombre completo
siempre había sido considerado una gran arma de fuego en su casa durante su
crecimiento.

- Lo puse en libertad,- dijo Jo desafiante. - ¿Y por qué no habría de hacerlo? Yo no


sé qué diablos está pasando aquí, pero Mortimer no tenía derecho a encerrar a
Nicholas como si fuera un criminal. No es un policía o cualquier cosa, y Nicholas
no ha hecho nada malo.

- ¡Oh, Jo!,- suspiró Sam, y luego se inclinó hacia Mortimer, quien deslizó un
brazo alrededor de su cintura. Jo no podía dejar de notar, sin embargo, la mirada
preocupada de su hermana sobre Lucian, como si su preocupación principal
fuera lo que él podía hacer.

Mortimer también miraba al hombre, al parecer a la espera de algo, Jo se dio


cuenta, y de mala gana le dio su propia mirada. Al parecer, este Lucian era el
encargado. Es una pena, decidió. Parecía sumamente malhumorado y su mirada
hacía muy difícil para ella aferrarse a su desafío y no moverse nerviosa como una
adolescente atrapada regresando después del toque de queda.

- Ella es la compañera de vida de Nicholas,- dijo Lucian de repente.

Mortimer maldijo y Sam murmuró: - ¡Oh mierda!,- pero Jo frunció el ceño al


hombre y le preguntó: -¿Qué es un compañero de vida? Había oído el término
antes de Mortimer y Bricker, pero había sido en referencia a Sam.
Ella sólo asumió que era lo mismo que una novia y definitivamente no sentía que
podía llamarse a sí misma la novia de Nicholas. Un par de besos no la hacían una
novia.

Para su disgusto el hombre permanecía en silencio, su mirada solemne e intensa,


y Jo se encontró rechinando los dientes con frustración. En realidad, Mortimer le
había parecido bien en el norte, en la casa de campo, pero estaba empezando a
repensar su opinión de él. Si una persona era juzgada por sus amigos, él debía ser
un bicho raro porque sus amigos eran ciertamente extraños.

Un resoplido de repentina risa salió de Lucian y se detuvo a su vez mirando


fijamente a Sam. – Ella me gusta. Es como mi Leigh. Díganle que puede irse a la
cama.

Sam abrió los ojos y miró con incertidumbre de Lucian a Mortimer.

Cuando Mortimer asintió alentador, se aclaró la garganta y miró a Jo. - Umm...


¿Jo?

- Sí, sí, ir a la cama,- murmuró Jo, y se dirigió a su habitación. Sin embargo, una
vez que estuvo fuera de la vista de la barandilla, se detuvo a escuchar. Por
mucho que se sintiera aliviada al estar lejos de la mirada penetrante del hombre,
ella quería oír lo que iba a decir a continuación.

- ¿Es realmente la compañera de vida de Nicholas?- oyó a Sam preguntar, y


frunció el ceño con la preocupación en su voz.

- Sí,- dijo Lucían. -Lo que trabaja a nuestro favor.

- ¿Cómo?- preguntó Mortimer en voz baja.

- No va a ser capaz de mantenerse alejado de ella.

Jo abrió los ojos ante esa proclamación. Sentía emoción ante la perspectiva de ver
a Nicholas de nuevo, pero fue rápidamente arrastrada y reemplazada por alarma
cuando Lucian añadió: - Hay que poner a dos hombres con ella cuando salga de
aquí mañana, Mortimer. Él va a aparecer con el tiempo.
- ¿Quieres usar a mi hermana como cebo?- Preguntó Sam con una voz que de
pronto se aceró por la ira. Jo estaba realmente contenta de oírlo. Sam le había
parecido un poco alarmada e incierta durante los últimos minutos, lo que era
inusual para ella. Era normalmente la "más eficiente y fría-como el hielo
abogada". La incierta y ansiosa Sam había sido bastante preocupante para Jo, y
habría dado a su hermana cinco aplausos si hubiera podido, cuando Sam dijo: -
Yo no lo haría.

- ¿Prefieres que limpie su memoria y que me niegue a permitirte verla?

Lucian preguntó, a Jo esto le molestó de nuevo. ¿Quién diablos era este tipo?
Nadie iba a impedirle ver a su hermana.

Jo oyó a Sam maldiciendo y Lucían dijo: - Vamos a trasladar esta conversación a


la biblioteca. Jo ya ha oído más que suficiente.

Sus cejas volaron con esas palabras, y no pudo resistirse a dar una mirada dentro
de la habitación. Tres pares de los ojos estaban mirando hacia atrás.

- Ve a la cama,- dijo Lucían con firmeza. - Estás muy cansada.

Y de repente, Jo estaba cansada, y la cama parecía el mejor lugar del mundo.


Diligentemente se trasladó, del pasillo hasta la puerta de la habitación de
invitados y entró. Estaba desnuda y en la cama antes de que se le ocurriera
preguntarse cómo pudo haber pasado de estar tensa como un cable un momento
y al otro relajada y agotada. Jo se quedó dormida antes de que pudiera
preocuparse demasiado.
Capítulo Cinco

El sol brillaba luminoso y alegre, cuando Jo se despertó. Lo que la hizo gemir y


cubrirse los ojos con la esperanza de aliviar el dolor de cabeza. Maldita sea, tenía
la madre de todas las resacas. Lástima que no había tenido el tiempo suficiente
para ganársela. No había tenido mucho que beber la noche anterior, lo que
significaba que el dolor de cabeza era probablemente gracias a golpearse la
cabeza... o el resultado de recuperar su memoria, supuso. Recordando la agonía
que se había disparado a través de su cráneo, cuando los recuerdos volvieron a
su mente.

Con un suspiro, Jo retiró la mano y se obligó a abrir los ojos, haciendo muecas y
respirando profundamente, hasta que el primer golpe de dolor disminuyó.

Jo sabía una cosa de su hermana, lo pensó cuando cambió de posición y después


se levantó de la cama. Sam ciertamente organizaba fiestas memorables. Aunque
no necesariamente memorables en el buen sentido.

Sospechaba que este dolor de cabeza la iba a acompañar el resto del día. Ahí
estaba la esperanza de que sus recuerdos se quedaran con ella también. Hizo una
mueca ante la idea y luego se trasladó al baño. Necesitaba ducharse, vestirse, y
salir de esta casa.

No confiaba en que ese tipo Lucian no tratara de "limpiar" sus recuerdos. La idea
de cualquiera jugando con su cabeza era más bien alarmante. Contaba con su
cerebro como todo el mundo, y la idea de piezas de alguna manera "veladas",
como Nicholas había dicho, era sólo un temor a considerar.

Jo abrió el grifo del agua y tomó una ducha rápida, haciendo una mueca de dolor
mientras entraba. Esperaba que una ducha aliviaría su dolor de cabeza, pero el
sonido del agua corriendo parecía empeorar las cosas. Se alegró de terminar y
salir, aunque fue menos feliz cuando tuvo que secarse con una toalla de baño en
lugar de la toalla de playa mucho más grande que a ella le gustaba usar en casa.
La idea de la casa la hizo suspirar. Jo deseaba estar en su pequeño apartamento
ahora mismo. Iba a cerrar las persianas, ponerse un paño frío en la cabeza, y
dormir hasta que su cabeza se sintiera mejor. Ansiosa de poder hacer eso, salió
del baño tan pronto como había entrado. Se vistió en tiempo récord, guardó el
suéter voluminoso que usaba para dormir y la ropa que llevaba la noche anterior
en su mochila, y luego la tiró por encima del hombro saliendo de inmediato de la
habitación.

La sala estaba vacía y corrió por la escalera. Jo trotaba por ellas, haciendo una
pausa cuando el sonido de las voces llegó desde la cocina. Vaciló, moviendo los
ojos con nostalgia a la puerta, pero sabía que no había nada para ella. Alex la
había conducido hasta allí y ella necesitaba a Alex para llevarla a casa.

Murmurando en voz baja, puso la mochila en el piso frente a la puerta y se


dirigió hacia el pasillo. Cuanto más cerca llegó a la cocina, más claras oyó las
voces.

- Todavía no entiendo por qué no podemos explicárselo todo a ella,- estaba


diciendo Sam. - Otros saben de ti. Por todos los dioses, Bricker, dice que hay todo
un pueblo a dos horas de aquí que sabe de ustedes.

- ¿Sabe qué acerca de ustedes?- preguntó Jo cuando entró en la habitación.

Un silencio de muerte fue su respuesta cuando Sam y Mortimer se volvieron


para mirarla desde donde se sentaban en la mesa de la cocina. Sam se alarmó,
cuando se dio cuenta, pero Mortimer solo parecía irritado.

- Aquí está.

Jo se volvió para encontrar a Bricker entrando en la cocina detrás de ella. Su


mirada buscaba a Mortimer cuando dijo, - Lo siento, sólo fui al baño y ella se
había ido cuando volví a su habitación.

- ¿Tengo un guardia?- preguntó Jo con incredulidad. Frunció el ceño hacia


Bricker y preguntó, - ¿Y cómo sabes que había dejado mi habitación? ¿Has ido
allí?
- No, sólo escuché detrás de la puerta cuando no pude oírte roncar más

- Yo no ronco,- Jo se rompió.

Bricker, sonrió y se encogió de hombros. - Está bien, escuchaba detrás de la


puerta cuando yo no podía escuchar tu resoplido muy fuerte, respirando y
jadeando mientras dormías.

- Ja, ja,- murmuró Jo.

- ¿Quieres un café? -Preguntó Sam, levantándose para recuperar una taza para
ella del armario.

- Sí, por favor, pero voy a hacerlo-, murmuró, moviéndose a su encuentro en la


cafetera. Murmuró un gracias cuando tomó la taza de Sam. - ¿Dónde está Alex?
¿No se ha levantado?

- Oh, sí. Estaba arriba y fuera de aquí temprano,- dijo Sam, volviendo a la mesa.

- ¿Qué?- Jo se volvió para mirarla boquiabierta con horror. - Se suponía que me


llevaría a casa.

- Lo sé, pero le dije que yo lo haría,- dijo Sam con dulzura. Jo frunció el ceño y se
apoyó en el mostrador, sus ojos en movimiento mirando con recelo de Bricker a
Mortimer cuando levantó la taza para tomar un sorbo. Bricker, se puso tenso
cuando de repente se acercó a ella, pero se limitó a abrir la puerta del armario
junto a ella y a recuperar una pequeña botella que sonaba cuando él la cogió de
la estantería.

- ¿Qué es eso?- Jo preguntó cuándo se la ofreció a ella.

- Las píldoras que Sam me hizo comprar la última vez que tuvo un dolor de
cabeza,- dijo Bricker abriendo su palma para que leyera la etiqueta.

Jo aceptó las pastillas poco a poco, sus ojos entrecerrados buscando su rostro.

- ¿Cómo lo sabes?
- Tienes la misma mirada de ojos bizcos que Sam pone cuando tiene dolor de
cabeza,- dijo con diversión.

- Dios mío, eres un encanto esta mañana, ¿no?- dijo secamente Jo, haciendo un
esfuerzo para eliminar ―la mirada bizca‖ de su rostro. - No recuerdo que me
estuvieras insultando cuando nos conocimos.

Bricker, sonrió. - Sí, pero eres prácticamente de la familia. Por lo menos de la


familia de Sam, y ella lo es ahora.-

- Grandioso-, murmuró Jo, depositando su café para abrir las pastillas. Cuando
tuvo problemas con la tarea, Bricker arrancó la botella y la abrió para ella,
obligándola a murmurar otro Gracias, cuando sacudió un par de pastillas y se las
entregó. Tomó su café y tomó las pastillas cuando Bricker cerró la botella y la
guardó.

Entonces, echó un vistazo a la mesa para ver a Sam y Mortimer que no dejaban
de mirarla.

Sam se mordía los labios como si hubiera algo que quería decir, pero Mortimer se
veía un poco cauteloso.

- ¿Quieres desayunar?- preguntó Sam finalmente.

Jo sacudió la cabeza, y luego la acción hizo que hiciera una mueca por el dolor
que se disparó a través de su cráneo. Debo de haberme golpeado el cerebro o
algo la noche anterior cuando golpee la pared, Jo pensaba con disgusto, y se
preguntó si podría golpear su cerebro.

Sin duda, se sentía perfecta esta mañana.

- No... Gracias,- dijo. - Realmente preferiría solo ir a casa.

-Voy a buscar mis llaves,- dijo Sam, levantándose.

- ¿Por qué molestarse?- preguntó Jo. - ¿Por qué no dejas que los chicos que se
supone que me vigilan me lleven a casa. Pueden verme de cerca entonces.
Hubo un momento de silencio cuando Sam miró a Mortimer. Miró a Jo con los
ojos entornados por un minuto, pero luego se encogió de hombros y dijo a Sam

- Se ahorrará un viaje, y de esa manera no voy a tener que preocuparme acerca


de ti-. Antes de que Sam pudiera comentar, miró a Bricker, y dijo: - Anders está
en el garaje tomando una copa.

- Voy a por él y uno de los coches y te recogemos en el frente,- dijo Bricker a Jo, y
se dirigió hacia la puerta que conducía al patio trasero.

- Voy a buscar mi bolsa,- dijo Jo, y dejó la taza con alivio. Ella estaría fuera
pronto... y con su memoria intacta en la medida de lo que podía ver.

- ¿Jo?- dijo Sam, de pie para seguirla mientras se dirigía fuera de la cocina.

Jo desaceleró, pero no se detuvo cuando ella se puso en marcha por el pasillo


hacia la mochila que había dejado en la puerta principal. - ¿Sí?

Sam se acercó para ponerse de frente con ella, tomándole la mano al llegar a la
parte delantera de la entrada y atrayéndola. Jo volvió su mirada hacia arriba a la
sala para ver con alivio que no la había seguido Mortimer. Cambiando la mirada
hacia su hermana levantó la ceja.

Sam dudó y le preguntó: - ¿Estás bien?

Jo levantó la otra ceja ahora. - ¿Por qué no lo estaría?

Sam arrugó la nariz y suspiró. - Sé que esto es, probablemente, muy raro e
incomprensible para ti, y para ser franca estoy sorprendida de que no estés
haciendo un montón de preguntas sobre lo que pasó anoche, y…

- ¿Me las responderías?- interrumpió Jo en voz baja, y cuando Sam la miró sin
comprender, explicó, - Si te preguntara por lo de anoche, ¿me contestarías?

Sam frunció un poco los labios, pero luego bajó la mirada con incertidumbre algo
que era extraño viniendo de ella y admitió sin rodeos: - No.
- Eso es lo que yo pensaba,- dijo secamente. Además, Jo sospechaba que haciendo
preguntas sobre esto solo la conduciría a la pérdida de los recuerdos que había
logrado recuperar. No estaba segura de por qué pensó que sería así, pero había
decidió seguir sus instintos, mantener sus preguntas para sí misma, y salir de allí.

- Siempre tan práctica,- dijo Sam con una sonrisa irónica en la curva de sus
labios.

Jo le dio una sonrisa forzada por respuesta y luego dijo solemnemente. - Voy a
hacerte una pregunta sin embargo.

La cautela de inmediato se dibujó en el rostro de Sam. - ¿Y esa es?

- ¿Eres feliz?- preguntó Jo, y luego levantó su mano para detenerla cuando Sam
abrió la boca para responder a la vez. - Piensa al respecto. Lo digo en serio. ¿Eres
feliz? Es que todo ha sucedió tan rápido. Has renunciado a tu posición en la
empresa, te has mudado aquí con Mortimer, y empiezas toda una nueva, y por lo
que puedo decir, muy extraña vida. ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?
¿Estás segura de que no te arrepentirás de nada de esto más tarde? ¿Hay alguna
razón en todo esto por la que debiera estar preocupada por ti?

Sam parecía estar seriamente haciendo lo que Jo había solicitado y pensando en


ello. Luego soltó el aliento que había aparentemente contenido.

- Soy muy feliz,- aseguró Sam solemnemente. - Todo ha sido muy rápido, pero
estoy segura de que no me arrepentiré de cualquiera de las decisiones que he
tomado. Me encanta Mortimer y realmente me ama, Jo. Yo sé que no entiendes
mucho de lo que está ocurriendo, pero…- Sus palabras murieron bruscamente
cuando Jo la abrazó. Sus ojos agrandados interrogantes, cuando Jo dio un paso
atrás.

- Eso es todo lo que quería escuchar,- aseguró Jo en voz baja. - Es suficiente. No


voy a hacerte preguntas que no puedes responder... por ahora, añadió en voz
baja.

Sam sonrió con malicia y de acuerdo, - por ahora.


- Eso está decidido entonces,- dijo Jo con alegría fingida, cuando se dio la vuelta
para recoger su mochila. Miró a través de la ventana a la calzada. Vio el SUV
arrancar, Jo dio a Sam una sonrisa cuando abrió la puerta. - Ahora me voy a casa
a la cama. Mi cabeza me está matando.

- Haz que Bricker se detenga para que cojas algo de desayuno para ti camino a
casa,- Sam dijo con firmeza, siguiéndola por la puerta.

- Lo he oído,- anunció Bricker, saliendo del asiento del pasajero delantero para
abrir la puerta de atrás a Jo. Se llevó la mochila, diciendo: - Obtén su desayuno.
Hazlo.

- Va a ser una buena madre, ¿no te parece?- Jo dijo secamente, cuando se deslizó
en el asiento de atrás.

- Lo será.- La voz de Bricker era solemne cuando puso la mochila en el piso a sus
pies.

Al cerrar la puerta, Jo miró a Sam, un gesto reclamando sus labios que se vieron
afectados por la mirada en el rostro de su hermana.

Al parecer, Sam no había conectado el amor y tener regularmente relaciones


sexuales con posibles futuros bebés. Jo sinceramente no confiaba en que Sam no
se hubiera olvidado del control de la natalidad. Si hubiera... bien, un bebé sería
un desarrollo interesante, suponía. No le importaba la idea de convertirse en una
tía.

- Nos vamos.

Jo volvió la mirada hacia adelante para ver que Bricker había saltado de nuevo
en el frente del asiento y cerraba la puerta. Al momento en que se cerró, el
hombre de piel oscura que estaba detrás del volante, puso el vehículo en
movimiento.

Jo se desplazó hacia delante en el asiento de atrás y miró al conductor más de


cerca. Ella no lo había conocido en la fiesta. Como todos los demás, era una
versión perfecta de sí mismo, con brillante pelo negro y corto, perfecto poros, y
brillantes dientes blancos.

- Debes ser Anders,- comentó Jo, recordando lo que Mortimer dijo al citar a su
compañero.

- El cinturón de seguridad,- gruñó en respuesta.

Jo levantó una ceja y miró a Bricker.

- Anders es un hombre de pocas palabras,- dijo, casi disculpándose.

- Ya lo veo,- comentó secamente.

- Cinturón de seguridad o el vehículo se detiene,- dijo Anders con firmeza.

Jo resopló. - Muy pocas palabras, si ni siquiera puede molestarse con palabras


como por favor.

-Ponte el cinturón de seguridad, por favor, o el vehículo se detiene,- dijo Bricker,


utilizando las pocas palabras que Anders usó.

Jo se rió de su imitación del profundo gruñido del otro, y se acomodó para


ponerse el cinturón de seguridad. Ella no se perdió el hecho de que Anders
suspiró ante las burlas de Bricker, sin embargo, le hizo sonreír. Vio el buen
humor en la cara de Bricker y dijo a Anders: - Entonces, ¿cómo es que no
estuviste en la fiesta anoche?

Anders estuvo en silencio durante un minuto y luego miró a Bricker. - ¿Está


hablándome a mí?

Un resoplido de diversión se deslizó por Bricker, pero asintió. - Sí, Anders.


Supongo que sí.

Se volvió de nuevo hacia la carretera, y Jo pensó que no iba a responder a su


pregunta cuando dijo: - Estaba trabajando.
- ¿De veras? -preguntó con interés, inclinándose hacia delante lo más que el
cinturón de seguridad le permitía. - ¿Trabajando en una noche de sábado? ¿Qué
estabas haciendo?

Hubo una pausa y luego dijo simplemente, - Cazando.

Jo alzó las cejas arrastrando las palabras dubitativa, -Cooorrecto.

Se hizo el silencio en el vehículo cuando llegaron a las puertas del final del
camino.

Hoy habían colocado dos hombres en el cuerpo de guardia. Uno se apresuró a


abrir la puerta interior para ellos, mientras que el segundo se mantuvo en la
cabina y los vio pasar. Se preguntó brevemente si la seguridad adicional era a
causa de la visita de los chicos anoche, y luego fueron subiendo por la carretera.

-Así que... Anders,- murmuró Jo, sentándose. -¿Qué es ese rastro en tu acento?

Sus ojos se encontraron con los de ella en el espejo retrovisor. Y se redujeron en el


momento a un negro hermoso con motas de oro, a continuación, sus ojos
cambiaron de nuevo a la carretera. - Yo no tengo acento. Tú lo tienes.

- Beg pardon-, dijo secamente. - Esto es Canadá y tengo un acento canadiense, lo


que significa que no tengo acento aquí. Hay apenas un rastro, pero suena...- Jo
hizo una pausa, teniendo en cuenta las pocas palabras que había dicho hasta
ahora y, a continuación adivinó, - ¿Ruso?

Sus ojos se encontraron con ella en el espejo de nuevo. Esta vez hubo un
parpadeo que podría haber sido algo así como apreciación en sus ojos, cuando
asintió.

- Así que ¿Anders es nombre o apellido?

- Apellido.

Jo frunció los labios. - Anders no suena muy ruso.


- Originalmente era Andronnikov,- admitió. - Me cansé de que los
norteamericanos destrozaran el nombre.

- Hmm,- dijo Jo. - Rusia. Tenemos que llevarnos muy bien entonces.

- ¿Por qué?- preguntó, y ella no pudo dejar de observar que su tono era dudoso
cuando se reunió con su mirada en el espejo de nuevo.

La confusión también estaba en su cara. Sospecha que dudaba de que se llevaran


bien en absoluto.

Jo lo miró, sonrió dulcemente y le dijo: - Bueno, sólo las cifras, ¿no? Soy una
camarera, y tú eres un ruso Negro. Es una combinación perfecta.

Bricker, se echó a reír, pero Anders, se dio cuenta, parecía menos impresionado,
y Jo se preguntó si sería que la consideraba racista. No había pensado así. En
realidad, no había pensado en todo antes de decirlo. Maldita sea, realmente
necesita aprender a pensar antes de hablar.

- No era racista,- dijo Anders secamente. - Fue un juego muy malo con el nombre
de una bebida alcohólica, pero no racista.

Jo lo miró fijamente. - ¿Cómo sabías que estaba preocupada por eso?

Dudó, pero luego cambió su mirada hacia la carretera y dijo: - Tienes el gesto
culpable que la gente blanca obtiene cuando están preocupados por haberse
expresado mal-. Anders la miró por el espejo y levantó una ceja cuando
preguntó: - ¿O es racista llamarte blanca? Tal vez debería decir Cáucasica.

Jo resopló y luego se encontró balbuceando, - El infierno si lo sé. Me puedes


llamar blanca si lo deseas. Aunque en realidad no sé si llamarme blanca a mí
misma, quiero decir que no somos realmente blancos. Bueno, supongo que
podemos serlo cuando nos molestamos y estamos pálidos, pero sobre todo
somos del tipo bronceados en el verano y rosados como cerdos en el invierno.

- ¿Debo llamarte cerdo entonces? -preguntó con dulzura.


Los ojos de Jo se afilaron en su rostro en el espejo retrovisor, pero vio el temblor
de sus labios y le preguntó: - ¿Era eso un intento de una broma?

- Era mejor que la tuya,- dijo, y de hecho esbozó una sonrisa.

- Hmm,- murmuró Jo.

- Correcto,- comentó Bricker, divertido, - Así que ahora que ustedes dos han roto
el hielo y se trasladaron directamente a lanzarse una ola de insultos, ¿a dónde
vamos para el desayuno?

- No me mires,- dijo Anders secamente. – Yo no como... el desayuno,- añadió a


Bricker, cuando le miró fijamente.

- Deberías,- dijo Jo con solemnidad fingida. - Es la comida más importante del


día, tú lo sabes.

- ¿Lo es?- preguntó Anders. - ¿Y qué tomas generalmente para el desayuno?

- Pizza seca del día anterior o cualquier otra cosa que pueda gorrear,- admitió
con ironía.

- ¿Por qué no me sorprende?- dijo Anders en tono seco.

Jo frunció el ceño ante su expresión de sabelotodo. - Son mis poros, ¿no? Dan la
impresión de que tengo malos hábitos.

Sus ojos afilados estaban en los de ella a través del espejo, el desconcierto se
mostraba en sus hermosas profundidades. - ¿Tus poros?

-Sí. Tengo grandes poros que revelan mis vicios, mientras que ustedes tienen los
poros como el culo de un bebé.

- ¿Poros como el culo de un bebé?- preguntó Bricker, incrédulo.

- Suave y sin poros, como en el trasero de un bebé,- explicó con ironía.


- Jesús,- murmuró Anders, subiendo su mano para frotar su mejilla y sus ojos
examinando su piel en el espejo retrovisor.

- Los ojos en la carretera, tipo grande,- ordenó Jo. - Puedes mirar tu cara más
tarde.

Anders miró el espejo brevemente y luego miró a Bricker y murmuró: - Es una


pena que pueda leerla. Es una mujer interesante.

- Lo sé. He estado lamentándolo durante todo el verano,- dijo Bricker, con un


suspiro, y luego añadió: - Es realmente caliente.

Jo no estaba segura de qué demonios estaban hablando con lo de la lectura, pero


estaba relativamente segura de que justo le habían dado un cumplido. Se alegró y
le hizo sonreír. Jo sonrió un poco más cuando se dio cuenta de que su dolor de
cabeza estaba mejorando. Algo de comer y un poco de jugo y café podrían
ayudarla a erradicarlo por completo, pensó. - Hay un lugar no lejos de mi
apartamento que sirve desayunos todos los días.

- ¿Dirección?- preguntó Anders, al parecer, volviendo a ser el hombre de pocas


palabras.

Jo se la dio y luego inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, con la esperanza
de que al relajarse un poco mientras conducían ayudara a aliviar el dolor de
cabeza un poco más.

Cuando la Van de Ernie se detuvo en la estación de gasolina, Nicholas escaneaba


la calle, vio una plaza de aparcamiento libre, y consiguió maniobrar en el espacio
apretado. A continuación, miró hacia la estación de gasolina. Ernie obviamente,
no se había detenido allí en busca de gasolina. Había estacionado en el borde de
la parcela y ahora miraba al restaurante en la calle.

Si bien se había propuesto la tarea de vigilar a Ernie,- Nicholás no podía resistirse


a mirar hacia el restaurante el mismo.
Fue recompensado con una vista perfecta de Jo, Bricker, y Anders saliendo de la
camioneta que les había llevado allí y dirigiéndose al restaurante. Ellos
desaparecieron por la puerta de entrada, sólo para reaparecer un momento más
adelante en una gran ventana frontal, en una mesa que estaba vacía.

Cuando Nicholas miró de nuevo a Ernie, encontró que el otro pícaro había
apagado su camioneta y parecía que iba a prepararse para una espera. Parecía
que ya no podía negar lo evidente, mientras que estaba siguiendo a Ernie, Ernie
por alguna razón desconocida, se había impuesto la tarea de seguir a Jo, Bricker,
y Anders. Apretó la boca, Nicholas apagó su propio motor y se sentó a esperar
también, pero no pasó mucho tiempo antes de que se desplazara incómodamente
en su asiento y deseara tener el cojín de espuma que le gustaba poner en su
espalda. Desafortunadamente, todavía estaba en su camioneta vieja, que
sospecha ahora estaba en manos del ejecutor. Por lo menos la maldita cosa ya se
había ido para el momento que Jo lo había sacado de la celda y se había colgado
en el chasis de la camioneta. Se había dejado caer al pavimento, cuando había
rebasado el lugar donde había dejado la camioneta, tomando un paso tan rápido
como pudo, sólo para encontrar su van desaparecida.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que Mortimer había enviado a
los hombres para encontrar su vehículo después de que había sido capturado.

No tenía ni idea de dónde se lo habían llevado. No la habían traído de nuevo al


garaje del ejecutor antes de que él lo hubiera dejado, por lo que suponía que la
habían llevado a algún otro lugar. Tal vez en las Empresas Argeneau donde la
ciencia de Bastien Argeneau podría ir sobre él con un peine de dientes finos.

Había sido una gran decepción para Nicholas encontrar su vehículo


desaparecido.

Aparte del hecho de que se quedaron con sus pocas pertenencias, significaba un
paseo bastante largo para él. Estaba un coche con algunos adolecentes
ligeramente borrachos regresando de una fiesta o se habría visto obligado a
correr todo el camino de vuelta a la ciudad. Afortunadamente, apenas había
comenzado su camino a la ciudad cuando había rugido por la carretera en su
dirección. Nicholas inmediatamente tomó el control del conductor y el vehículo
se detuvo, y justo había conseguido un viaje a la ciudad.

Nicholas se escondió en un motel hasta la mañana y luego se dirigió a comprar


algunos suministros de ropa de segunda mano de un almacén, herramientas y
armas, así como esta nueva furgoneta. Bueno, nueva para él, supuso que era
usada, pero había tenido que pagar con dinero en efectivo y no precisamente que
tuviera acceso a su riqueza anterior. Usada o no, tenía cuatro ruedas y
funcionaba. Lo haría por un tiempo, pensó, viendo como Jo se reía de algo que
Bricker, había dicho.

La vista era bastante molesta para él. A Nicholas no le gustaba que Bricker la
hiciera reír, tardó un momento en identificar lo que estaba experimentando como
celos. Quería estar sentado allí con ella, haciéndola reír... y era solamente culpa
suya que no pudiera ser.

Suspirando con tristeza, Nicholas se movió en el asiento del conductor. Él no


podía reclamar a Jo como su compañera de vida. No había manera de obligarla a
vivir huyendo, pero el destino no le ayudaba a mantenerse lejos de ella. Después
de comprar la furgoneta, su primer instinto había sido ir a buscar donde vivía Jo
y esperar allí por ella, pero se había convencido que era la idea menos sensata así
que en su lugar había seguido a Ernie, con el rastreador que había puesto bajo la
furgoneta del hombre, hacía varios días.

Nicholas había sido sorprendido cuando trato de hacer lo correcto, en lugar de lo


que él hubiera querido, lo había llevado directamente a la casa del ejecutor. O al
menos a la casa vecina. Había visto el vehículo de Ernie estacionado entre los
árboles y se entrevistó con alguien en el asiento del conductor.

Con la certeza de que sus propias ventanas estaban tintadas y que Ernie no sería
capaz de decir que era él en la furgoneta, Nicholas había metido en la entrada de
una casa en el lado opuesto de la carretera. Hacia el mediodía cuando había
apagado el motor para esperar y ver lo que sucedía.
No había tenido que esperar mucho tiempo antes de que la camioneta de Ernie a
quien seguía en estos momentos era conducida. Nicholas había visto a Jo en el
asiento de atrás cuando el vehículo pasó, y su corazón se tambaleó sólo por verla.

Se tambaleó de nuevo cuando el vehículo de Ernie dejó de pronto de seguir la


SUV. Nicholas había inmediatamente puesto en marcha el motor y lo había
seguido, con la preocupación todo el camino hasta la ciudad. Lo único que podía
pensar era que Ernie había decidido que ir tras Dani y Stephanie era demasiado
riesgo y así que en su lugar seguía a Jo. Tal vez esperaba castigar a Nicholas por
intervenir la noche pasada, tomándola a ella.

Ernie probablemente le había oído murmurar que no podía leerla cuando lo


había intentado la noche anterior.

Era una idea preocupante para Nicholas, algo que no tenía la intención de
permitir que sucediera. Estaba sentado pensando en maneras de proteger a Jo
mientras observaba al trío en el restaurante hablar con la camarera, recibir sus
órdenes, comer, y luego recibir la cuenta. Cuándo Bricker arrojó un poco de
dinero sobre la mesa y el trío se puso de pie para salir del restaurante, Nicholas
se sentó y encendió el motor de la camioneta, preparándose para seguir. Su
prioridad había cambiado. Si Ernie había puesto su interés en Jo, entonces
Nicholas no iba a dejarla fuera de su vista ni por un minuto.
Capítulo Seis

-Gracias por el desayuno, chicos. Divertiros vigilando mi edificio. Me voy a la


cama,- dijo Jo alegremente cuando Anders detuvo el coche enfrente de la gran
casa victoriana en la que estaba su pequeño apartamento de una sola
habitación. La casa había sido dividida en cinco apartamentos años atrás. El
suyo era pequeño y el edificio estaba algo deteriorado, pero también era barato
y estaba cerca del trabajo y de la escuela, razones que eran importantes para el
mantenimiento propio de un estudiante universitario.

-Sí, claro, échamelo en cara.-Dijo Bricker, secamente y ella levantó la vista


cuando se quitó el cinturón de seguridad y vio que ya había salido del coche y
estaba abriéndole la puerta para que saliera. El hombre era encantador, eso
decía mucho de él, Jo se había dado cuenta a principios de verano. Él, Decker y
Mortimer, todos eran encantadores.

Incluso Anders, que era seco como el polvo y hablaba poco, tenía buenos
modales.

Jo aceptó la mano que le ofreció Bricker y salió del vehículo. Cuando ella se
puso de pie en la acera, les sugirió: -Siempre podéis ir a casa y decirle a
Mortimer que me habéis perdido.

-Oh, sí, como si fuera a creerlo. -Se rió Bricker, cerrando la puerta de atrás.

Jo sonrió y se encogió de hombros mientras se alejaba. -Que os lo paséis bien.

Casi esperaba que la siguiera a casa y le abriera la puerta de entrada, pero


cuando Jo llegó allí, todavía estaba de pie junto al coche, mirándola. Abrió la
puerta y entró, sonriendo cuando el sonido sordo de la música reggae llego a
sus oídos. J.J. estaba en casa. El tipo era blanco como un lirio, pero se creía la
reencarnación de un jamaicano, llevaba la ropa sport típica del Caribe. Fumaba
marihuana, el mal olor a menudo se filtraba al pasillo, por lo general utilizaba
ambientador para tratar de enmascarar el olor. Jo a menudo se preguntaba qué
era exactamente lo que estaba estudiando en la universidad, pero aún no había
llegado a preguntarle. Siempre estaba algo ido, era difícil mantener una
conversación con él.

Sacudiendo la cabeza, Jo pasó por la puerta de su apartamento y subió las


escaleras hacia el segundo piso, donde estaba su apartamento. En el primer piso
había dos apartamentos de dos habitaciones, en el segundo piso había tres
apartamentos de una habitación y el suyo era el del medio. Pasó por delante
del apartamento de Gina y, como siempre, la puerta estaba abierta, se veía el
interior, paredes amarillo brillante y muchas plantas y a Gina vestida con una
camiseta grande .Estaba acurrucada en un sofá en su sala de estar, tenía un libro
en la mano. Gina estudiaba psicología .El libro de hoy era de psicología
patológica. Era una asignatura que Jo había cogido como optativa y le había
gustado bastante.

El ruido de sus pasos, acercándose a la puerta, hizo que Gina levantara la


cabeza.

La rubia sonrió al verla y la llamo-¡Yo!

-Yo,-respondió Jo, deteniéndose puerta. -¿Qué tal la cita de anoche?

-¿Dan finalmente trató de llevarte a la cama?

-No.- Gina cerró el libro con disgusto y se levantó para ir hacia la puerta. -
Tuvimos una agradable cena, vimos una gran película y hubo muchos besos,
incluso besos apasionados, pero eso fue todo. -Ella se detuvo para recoger las
llaves de repuesto de Jo del gancho. -Hemos estado saliendo durante año y
medio, por el amor de Dios, ¿qué problema tiene? Pensé que era dulce y
encantador, que no me estaba presionando al principio, pero ahora estoy
empezando a pensar que algo va mal con él... o conmigo.

-No puedes ser tú, -dijo Jo con certeza, su mirada recorrió a Gina tenía una
figura curvilínea. La mujer era alta, con las piernas larguísimas. También era
guapa. -Eres preciosa, Gina. No eres tú.
Además, la mayoría de los hombres son algo idiotas... golpean haciendo un
agujero en la pared si el idiota no estaba disponible.

-Entonces, ¿qué está pasando? -lloró Gina con frustración. -Él dice que me ama,
Entonces, ¿por qué no quiere hacer el amor conmigo? Es un hecho natural del
amor y vital para una relación saludable.

Jo la miró con simpatía y le acarició el brazo, cuando sugirió: -Tal vez es gay y
no ha salido del armario.

-¡Oh Dios!,-Exclamó Gina con horror. -¿Tú crees?

Jo frunció el labio. -Bueno, podría ser disfunción eréctil o algo más. Pero, si ese
es el caso, debe decírtelo en lugar de permitirte pensar que hay algo malo en ti.

-No lo sé. A él le gusta ir de compras y esas cosas y los chicos por lo general lo
odian. Tal vez es homosexual,- dijo Gina con horror. -¿Qué puedo hacer?

-Hmm.- Jo se movió incómoda y luego suspiró, -Gina, dulzura, soy la última


persona en el mundo a la que debes pedir asesoramiento sobre las relaciones.
Yo no tengo. No últimamente. Entre el trabajo y estudiar simplemente no tengo
tiempo para los hombres.

-Sí, supongo.- Suspiró Gina y luego le entregó las llaves de repuesto. -Le di de
comer a Charlie anoche y esta mañana, le saqué a dar un paseo. Se ha portado
muy bien, no ha ladrado ni destrozado nada en casa, mientras estabas fuera.
Antes cuando fui a verlo estaba durmiendo a los pies de la cama.

-Gracias,- dijo Jo, cogiendo las llaves. -Te debo una.

-Nah.-sonrió Gina. -Me encanta ese perro. Es un encanto.

-Sí, él lo es, -dijo Jo sonriendo y estando de acuerdo. Cuando comenzó a


alejarse, Gina la agarró del brazo.

-Se me olvidó preguntarte, ¿qué tal la fiesta de tu hermana?


-Oh. -Jo arrugó la nariz. -Fue Sam, Alex y una docena de apuestos chicos y fue
aburrida como un velatorio ya te lo puedes imaginar.

-Anda ya -Dijo Gina con asombro.

-Sí, -dijo Jo secamente. -Creo que todos ellos eran gay... o casi todos, -añadió,
pensando que Nicholas definitivamente, no era gay.

-Ellos no son gay, -exclamó de pronto Bricker, desde las escaleras. -Dios mío,
mujer, ¿qué rumores escandalosos estas propagando?

Jo sonrió por su expresión de horror. -No es un rumor si es cierto. ¿Qué estas


ha...?Oh - Murmuró cuando levantó la mochila.

-Te la dejaste en el coche -Dijo.

-Gracias. -Dijo Jo cogiéndola y cuando miró a Gina, dijo: -Esta es mi vecina,


Gina. Gina, este es Justin Bricker. Un amigo del novio de mi hermana. Él y su
amigo me trajeron a casa.

-Hola.-Sonrió Gina y le tendió la mano. Jo notó que se estaba comiendo vivo a


Bricker, con la mirada y pensó que si Dan no espabilaba y hacía un
movimiento hacia la chica, iba a perderla por una parte más interesada. Por
suerte para Dan, Bricker miraba a Gina apreciativamente por su escasa
vestimenta, su sonrisa era amable y – afortunadamente- no le estaba dando la
mirada sexual que Gina le había dado antes sobre el norte y que todos los
hombres en la fiesta de anoche habían estado probando.

Esa sonrisa era la que habían tenido los hombres en la fiesta de ayer.

-Entonces, -dijo, apartándose de Gina para mirar a Jo. -Te vas a casa y yo al
coche y si aparece Nicholas nos llamas, ¿no?

-Sueñas despierto, amigo - dijo Jo sonriendo mientras colgaba la mochila de su


hombro. Echando un vistazo a Gina dijo: -Hasta luego G.
-Hasta luego Jo- Respondió Gina distraídamente, todavía examinando a Bricker
minuciosamente.

-¡Oh, vamos!,- dijo Bricker, detrás de Jo, por el pasillo. -Somos amigos.
Prácticamente de la familia y apenas conoces a Nicholas.

-Cierto,- dijo Jo estando de acuerdo cuando hizo una pausa para abrir la puerta.
-Pero no le dejé marchar anoche sólo para que venga alrededor y ayudarlos a
atraparlo de nuevo. Además... - añadió y luego hizo una pausa cuando empezó
a abrir la puerta.

-Además, ¿qué?-Dijo Bricker.

-Además, nunca me han besado como lo hizo anoche, -admitió sonriendo


cuando abrió la puerta lo suficiente para deslizarse dentro. Se volvió hacia él
por la estrecha abertura y luego agregó -De hecho, no me han besado todos.
Dime la verdad, todos los que andan con Mortimer en realidad son
homosexuales, ¿verdad?

Bricker dejó caer la mandíbula y Jo sonrió y cerró la puerta, diciendo:-Adiós


Bricker, feliz vigilancia.

-Espera un momento. Abre la puerta.¡ Oye, yo no soy gay!- gritó, llamando a la


puerta. -Abre la puerta y te voy a besar para demostrarlo. Vamos, Jo.

-Lo siento, no estoy interesada -Dijo con una carcajada y comenzó a alejarse la
puerta, sólo para dar un grito de sorpresa cuando una forma oscura se precipitó
sobre ella, casi tirándola sobre su culo.

-¡Jo!-Llamo Bricker , sonando preocupado. Agitando la puerta. -¿Estás bien?

-Estoy bien,- dijo riéndose, mientras intentaba mantener el equilibrio, y


comenzó a acariciar al pastor alemán que la había saludado tan efusivamente. -
Es mi perro, Charlie. Ahora vete, Bricker.

Charlie ladraba como si estuviera de acuerdo. Su cola se meneaba


frenéticamente, tratando de lamerle la cara.
Riendo, Jo acariciaba a Charlie con una mano y trataba de empujar su cabeza
para evitar que le lamiera.

-¿Echaste de menos a tu mamá? -preguntó en un susurro. -¿Hmm? ¿Te sientes


solo?

Charlie ladró, moviendo la cola cada vez más frenético y Jo se echó a reír y bajó
al perro, -¡Vamos, te voy a dar un premio por ser tan bueno durante mi
ausencia!

Charlie se puso a cuatro patas y se precipitó hacia la cocina. Sonriendo, Jo se


encogió de hombros y dejó caer la mochila cerca de la puerta. A continuación,
se asomó a la mirilla para ver que el pasillo estaba vacío.

Bricker, le había hecho caso y se había ido. Bueno. Se dio la vuelta y se fue a la
cocina a darle el premio a Charlie. Lo dejó comiendo un hueso cheesestuffed de
perro, Jo entró en la sala de estar y se dejó caer en el sofá.

Una vieja y destartalada televisión estaba colocada en una mesa sola y


polvorienta. Jo rara vez tenía tiempo para ver televisión, pero ahora que había
comido estaba despierta y la siesta que tenía planeada ya no le parecía tan
necesaria. Sin embargo, ella no quería arriesgarse a tener un dolor de cabeza de
nuevo por leer o estudiar. Por lo que cogió el mando y encendió la TV.

Jo paso los canales hasta que reconoció las escenas de la película Alíen. Luego
dejó caer el mando a distancia, acurrucada con las piernas en el sofá, cogió una
almohada para encontrarse más cómoda y se relajó para verla. Charlie se le
unió varios minutos más tarde, sentándose en el suelo a sus pies y mirándola
con ojos esperanzados. Sonriendo con ironía, Jo movió las piernas del sofá y dio
unas palmaditas en el cojín a su lado.

-Muy bien, sólo un momento, pero sabemos que esto no va a ser una cosa
habitual. Todavía tienes que mantenerte fuera de los muebles todo la mayor
parte del tiempo,- advirtió al perro cuando saltó sobre el sofá y se echó a su
lado, con la cabeza apoyada en su regazo. Sonriendo débilmente, Jo acarició al
perro y miró hacia la pantalla de televisión.
La película estaba casi terminando cuando de repente Charlie se puso rígido a
su lado y levantó la cabeza. Jo miró a Sigourney Weaver mientras temblaba y
subía lentamente y con precaución en un traje espacial por la pared de la nave,
donde acababa de descubrir al extraterrestre que estaba a bordo. Jo miró a
Charlie, con curiosidad, y luego hacia la puerta donde su atención parecía estar.

-¿Qué pasa? -preguntó, acariciando suavemente al perro. Al darse cuenta de


que le había susurrado la pregunta, Jo hizo una mueca, pero entonces se quedó
quieta, Charlie comenzó a gruñir profundamente en su garganta, un casi
silencioso sonido de advertencia. Frunciendo el ceño, retiró la cabeza de Charlie
de su regazo y se levantó. Entre la película y la extraña reacción de Charlie,
estaba un poco asustada, reconoció Jo, su preocupación creció cuando Charlie
se levantó del sofá para ponerse de pie delante de ella. Ahora estaba
bloqueando su camino, mirando la puerta y gruñendo bajo, en alerta.

-¿Jo?

Sus ojos pasaron del perro a la puerta. Era Gina pero su voz era extraña y
rígida, rara para la chica exuberante. Frunciendo el ceño, dejo atrás a Charlie y
se dirigió a la puerta, pero se detuvo cuando el perro gruñó más fuerte y le
mordió en la pernera del pantalón, como para detenerla.

-¿Qué pasa?- preguntó Jo al perro con desconcierto y luego casi saltó fuera de
su piel con el grito repentino de la película en la televisión. Ella tenía que dejar
de ver estas películas de terror, pensó Jo, avergonzada por su propia reacción.

-¿Jo?-Dijo Gina de nuevo un poco más fuerte.

Sintiéndose tonta, Jo sacudió la cabeza y apartó a Charlie para que le soltara los
vaqueros. -Vamos, es sólo Gina.

Comenzó a caminar de nuevo, pero Charlie se puso delante para detenerla.

-¿Qué es lo que te pasa? -preguntó con irritación. -Sabes que es Gina.

-Jo -Abre la puerta, Jo.


Se detuvo. No eran las palabras tanto como el hecho de que definitivamente
sonaban secas y eran muy diferentes a las de Gina.

Combinado con el comportamiento de Charlie, fue suficiente para que se le


pusieran los pelos de punta en el cuello. Jo tragó saliva y se quedó mirando la
puerta, sin saber qué hacer. Charlie lanzó otro gruñido, esta vez uno fuerte,
enfadado, seguido por un gimoteo. El corazón de Jo palpitó. Algo iba muy mal,
definitivamente.

Miró al perro, luego a la puerta y luego a la ventana. Jo pensó en saltar por la


ventana y salir corriendo. Pero algo estaba mal y Gina estaba ahí fuera,
posiblemente en problemas, y no podía dejarla sola.

-Mierda -Murmuró Jo entre dientes y luego le dio unas palmaditas


tranquilizadoras a Charlie y se fue hacia la puerta de puntillas.

Aparentemente satisfecho de que ahora ella entendía que algo andaba mal,
Charlie no trató de detenerla esta vez, pero no se alejó de su lado mientras ella
se puso de puntillas para mirar por la mirilla.

Lo que vio Jo no era muy alarmante. Gina estaba parada en el pasillo en


camiseta, con un hombre a su lado. De hecho, a ser porque estaba blanca, y
parecía como hipnotizada y que Jo reconoció al hombre, simplemente habría
abierto la puerta.

Pero Jo lo reconoció era el señor mal aliento de ayer.

Jo se enderezó y miró fijamente la puerta, su mente trabajaba frenéticamente.

No tenía idea de lo que el chico mal aliento quería, pero no podía ser bueno y
definitivamente no era bueno que estuviera con Gina.

-Jo, abre la puerta o me hará daño. -Las palabras fueron pronunciadas en el


mismo tono muerto, ninguna emoción en absoluto y era más atemorizante que
si Gina hubiera gritado por el miedo.
Jo tragó saliva y agarró la cerradura, luego dudó, miró de nuevo hacia la
ventana. Podía salir y llamar a Bricker y Anders y...

-Abre la maldita puerta, puta, o le arranco la garganta ahora mismo-Dijo


bruscamente el chico mal aliento, al parecer su paciencia había llegado a su fin.

Maldiciendo, Jo miró a Charlie, y luego, rápidamente abrió la puerta. Charlie


estaba fuera de la vivienda incluso antes de que hubiera abierto la puerta del
todo. El perro se abalanzó a morder al hombre que estaba al lado de Gina. Lo
pilló por sorpresa y lo derribó, mordiéndolo en la garganta. A Jo le costó
moverse y coger a Gina que estaba blanca y confundida por el caos a su
alrededor.

-¿Qué está pasando?-Preguntó Gina con asombro cuando Jo agarró su brazo.

-¡Corre! -Gritó Jo, empujándola al lado del hombre y el perro, hacia el vestíbulo.

-Corre hacia fuera y grita con todas tus fuerzas, Bricker vendrá.

-Pero...-Comenzó Gina con incertidumbre, estirando el cuello para mirar a


Charlie y al chico de mal aliento.

-¡Corre!- Gritó Jo. Empujó a Gina hacia las escaleras y después se giró para
volver rápidamente hasta el pasillo para ayudar a Charlie.

Pero el chico mal aliento se había recuperado de su sorpresa y ya se había


quitado al perro de encima. Jo gritó cuando vio a Charlie volar por los aire hacia
la puerta del apartamento. El perro aulló de dolor después del golpe que se oyó,
eso fue suficiente para que se le parara el corazón. Sentía mucho pánico ahora,
Jo pasó por delante del chico mal aliento. El hombre se sentó con una mano
apretando la herida que tenía en el cuello. Charlie había ido por su garganta.

Buen perro, pensó severa. Charlie vivía con Jo desde hacía un año y medio. A
pesar de su tamaño, en realidad era todavía un cachorro, pero ya se había
metido en su corazón. Dejarlo solo para ponerse a salvo era una opción que ni
siquiera se planteaba.
-¿Charlie?

Corrió hacia su apartamento para encontrarse con que su cuerpo aún yacía
sobre los restos de la mesa del pasillo apenas cruzando la puerta. Jo se dejó caer
de rodillas al lado del perro, el alivio rugió a través de ella cuando Charlie
abrió los ojos a su llamado. Parecía aturdido, pero estaba vivo, cuando vio más
allá de ella, se puso rígido y gruñó.

Jo miró hacia el pasillo, apretó la boca por la ira cuando vio al chico mal aliento
que había dejado de tocarse el cuello y se había puesto de pie. El perro se había
abalanzado hacia él con ganas. Teniendo en cuenta que el hombre en realidad
no había hecho nada amenazante. Era como si Charlie hubiera percibido que el
hombre no quería nada bueno y por ese motivo se había abalanzado hacia su
garganta. La herida parecía grave, sin embargo, no parecía estar lo
suficientemente mal. El chico malo no sólo estaba de pie sino que se acercaba a
ellos, dispuesto a continuar la batalla.

Jo se lanzó hacia delante para golpear la puerta del apartamento y la cerró. Se


las arregló para bloquearla sólo unos nanosegundos antes de que él se estrellara
al otro lado con un rugido de furia. La puerta se estremeció bajo su fuerte peso
y Jo no creía que durara mucho tiempo.

Se volvió hacia Charlie y tragó saliva cuando vio que el pastor alemán trataba
de ponerse en pie, cayó al suelo y aterrizó, con medio cuerpo en la alfombra de
la sala. Jo apretó los dientes y se arrodilló junto a él otra vez.

-Está bien, amigo. Te tengo. Tú sólo descansa. -Murmuró, agarrando el borde de


la alfombra y arrastrándola por el pasillo mientras el chico mal aliento golpeaba
la puerta. Ella había cogido a Charlie en la sala y lo arrastraba hacia la puerta
que daba al balcón sobre el garaje, cuando el tercer golpe se produjo. Esta vez
fue acompañado por un crujido que le puso el corazón en la garganta. Se
estaban quedando sin tiempo. ¿Dónde diablos estaba Bricker? Gina, medio
desnuda, había ido a pedir ayuda.
Jo casi había llegado a la puerta del balcón, cuando de repente se abrió detrás de
ella. Soltó la alfombra y se volvió con incredulidad cuando vio a Nicholas allí.
Antes de que pudiera decir nada, el chico mal aliento golpeó la puerta y esta
vez consiguió abrirla, estrellándose con un ruido sordo. Por un segundo todo el
mundo se quedó quieto mirándose unos a otros. Un grito desde el pasillo, que
Jo reconoció como la voz de Bricker, hizo que todos se movieran de nuevo. El
chico malo gruñó y entró en el apartamento.

Nicholas la agarró de la mano y la arrastró hacia la puerta, Jo cogió la alfombra


en la que estaba Charlie y tiró de ella.

-Nicholas, espera, Charlie está herido -Gritó mientras la sacaba por la puerta.

Se detuvo y miró al chico mal aliento y a continuación, al pastor alemán. Antes


de que pudiera siquiera parpadear cogió a Charlie.

-¡Muévete!- rugió y Jo se movió, corriendo hacia el balcón que daba a las


escaleras de servicio a los tres pisos superiores. Oyó el portazo detrás de ellos y
miró hacia atrás para ver que Nicholas llevaba a Charlie en brazos como un
balón de fútbol y había puesto una silla de madera en la puerta para frenar la
persecución del hombre. Luego señaló hacia el patio interior y dijo:-Hay que
llegar hasta la furgoneta.

Jo miró en esa dirección, vio la furgoneta aparcada sobre el césped del patio
trasero, justo detrás del garaje. Ella caminó por el techo plano del garaje hacia el
camino. El asfalto estaba pegajoso por el calor del verano, por lo que sus
vecinos y ella rara vez lo utilizaban durante el día. La posición de la furgoneta
era un salvavidas. No había escaleras en el balcón, pero podría subirse en la
barandilla, bajar hacia la furgoneta y luego a la tierra, eso reducía al mínimo las
posibilidades de torcerse un tobillo, era más lento pero seguro.

Jo decidió que era una buena idea cuando de repente la puerta del balcón se
abrió en una explosión detrás de ellos cuando llegaban a la barandilla. La silla
hizo un ruido terrible cuando salió volando a través del balcón.
-Venga, - la instó Nicholas cuando se detuvo en la barandilla. -Estoy detrás de
ti.

Jo no dudó, prácticamente se arrojó por encima de la barandilla deteriorada


que rodeaba el balcón. Aterrizó en la furgoneta con un golpe y un gritó
ahogado cuando sus pies resbalaron de la furgoneta y se estrelló fuertemente
sobre su trasero cerca del edificio. Nicholas inmediatamente saltó la barandilla
como un deportista olímpico y cayó en el techo de la Van con Charlie acunado
en sus brazos.

-Abajo,- le gritó, cambiando de posición a Charlie bajo su brazo, por lo que


pudo empujar a Jo hacia la parte delantera de la furgoneta con su otra mano.
Sin pensarlo, se deslizó hacia abajo por la ventanilla y fuera del capó. Nicholas
estaba allí junto a ella, estabilizándola con su mano libre de modo que aterrizara
sobre sus pies.

Antes de que incluso hubiera podido recuperar el equilibrio, ya la empujaba


hacia la puerta del pasajero. Medio cargándola tanto a ella como a su perro.

-La puerta.

Jo abrió la puerta y la subió sin consultarle. En el momento en su culo golpeó el


asiento, ella tenía a su perro en el regazo. Cerró la puerta de golpe.
Instintivamente, buscó el cinturón, pero se sobresaltó cuando la puerta del
conductor se abrió antes de que Nicholas pudiera haber llegado a ella. Su boca
se abrió por la sorpresa cuando vio que se trataba efectivamente de él.

-El cinturón de seguridad -Le gritó, mientras arrancaba el motor.

Jo tiró del cinto, antes de ponérselo, la furgoneta se estremeció cuando algo


pesado la golpeó. Nicholas puso la reversa. Jo agarraba desesperadamente a
Charlie con una mano, con la otra tenía un apretón de muerte sobre el cinturón
de seguridad desabrochado y fue la única cosa que evitó que los dos cayeran al
suelo.
Un golpe arriba hizo que girara la cabeza en el mismo momento en que el chico
mal aliento caía contra el parabrisas y el capó y hasta el suelo. Nicholas se
apartó de él. Habían casi llegado a la parte trasera del patio y Jo vio a Bricker y
Anders corriendo por el techo del garaje y al chico mal aliento poniéndose de
pie. Entonces Nicholas de repente giró la furgoneta para atravesar el césped.
Apenas paró un poco la furgoneta y luego aceleró a la vez que giraba el volante
en sentido contrario y se dirigía hacia el callejón.

Golpeando contra el asiento, Jo vio a Bricker y luego a Anders saltar de la


baranda del balcón como Nicholas había hecho, con el mismo esfuerzo que si
hubieran saltado un bordillo. Cayeron detrás del chico mal aliento. Mientras
caían, él corría hacia adelante sacando una pistola. Al parecer, Nicholas también
lo vio.

-Abajo,- gritó Nicholas cogiéndola del hombro y obligándola a aterrizar en el


suelo de la Van cuando la ventanilla trasera de la furgoneta estalló por el
impacto de una bala.

Jo simplemente apretó los dientes e hizo todo lo posible para evitar aplastar a
Charlie cuando a su alrededor empezaron a oírse disparos. Estaba bastante
segura de que no era sólo el Chico Mal Aliento quien disparaba. Los disparos
eran muy seguidos y de repente se detuvieron. Transcurrió otro minuto, Sin
embargo, antes de que Nicholas dijera:-Puedes levantarte ya.

Jo dudó, bajando la mirada hacia Charlie. El pobre perro estaba inmóvil en sus
brazos, tenía los ojos abiertos, pero sin moverse de ninguna forma, lo que era
más bien preocupante. Odiaba estar de espaldas, probablemente era la reacción
instintiva de un perro. Sus vientres eran vulnerables a los depredadores cuando
estaban de espaldas y por lo tanto lo evitaban.

-Está bien, bebé, -susurró Jo, cuando intentó sentarse en el asiento con Charlie,
levantó al perro y lo puso sobre él para que pudiera echarle un vistazo. Jo
rápidamente pasó las manos por el animal, pero no vio ninguna herida. No
lloriqueaba o mostraba dolor en modo alguno, excepto cuando le tocó
suavemente la cabeza, se quejó y trató de evitar su contacto. Frunciendo el
ceño, lo miró a los ojos, viendo que estaban ligeramente dilatados.

-Nicholas, -dijo Jo, preocupada. -Creo que necesitamos un veterinario.


Capítulo Siete

Nicholas dejó de mirar la carretera para mirar al pastor alemán, tendido en


silencio, en el asiento del pasajero.

Los ojos del perro estaban abiertos, pero parecía bastante aturdido.

-¿Qué le pasó?

-El chico del mal aliento lo arrojó a unos diez o quince metros contra una
pared. Creo que se golpeó contra la pared, no estoy segura. Todo lo que sé es
que aterrizó en una mesa con la suficiente fuerza como para destrozarla. -Jo
frunció el ceño y se acercó a acariciar al perro tranquilizándole. -Charlie parecía
inconsciente cuando llegué a él, pero luego abrió los ojos. Él no podía
mantenerse en pie cuando trató de hacerlo.

-¿Supongo que quieres decir Ernie? -Preguntó Nicholas. -¿El rubio que estaba
disparándonos a nosotros y al que Bricker y Anders estaban disparando?

-¿Ese es su nombre? -preguntó con disgusto. -Tiene nombre de friki y es un


imbécil total. Creo que Shakespeare tenía razón, da igual el nombre que tenga
un hombre un idiota siempre es un idiota.

Nicholas sonrió levemente por su referencia a Shakespeare, pero luego dijo: -


Charlie podría tener una conmoción cerebral.

Jo se mostró sorprendida. -¿Tú crees? No sabía que los perros podían tener
conmociones cerebrales.

Nicholas se encogió de hombros. -Ellos tienen cerebro, ¿no?

-Bien-murmuró y Nicholas la miró otra vez y vio la preocupación de ella por el


perro. El pastor alemán tenía los ojos cerrados y parecía estar durmiendo. No se
sorprendió cuando ella le preguntó: -¿Debo dejar que duerma? Creo recordar
haber escuchado en algún sitio que no se debe dormir con una herida en la
cabeza.

Nicholas vaciló, miro a la carretera. No estaba seguro de si eso era cierto o no. Jo
comenzó a levantarse y Nicholas vio cómo se acomodaba en el sillón y ponía al
perro en sus brazos, sobre su regazo. Sospechó que lo hacía para despertar al
perro y no para su propia comodidad. Acariciaba a la bestia como si fuera un
bebé que estuviera herido de muerte. Era evidente que amaba al animal.

Con un suspiro, Nicholas se aclaró la garganta y le preguntó: -¿Dónde podemos


encontrar a un veterinario?

Jo se tomó un momento para echar un vistazo a su alrededor. No estaban muy


lejos de su apartamento y el alivio se mostró en su cara por el hecho de que
sabía dónde estaba y dijo:-El veterinario de Charlie está dos calles más arriba y
luego a la derecha.

Nicholas asintió. La llevaría a ella y al perro al veterinario, pero este era un


ejemplo perfecto por lo que él no podía reclamarla.

Paradas como ésta eran peligrosas, sobre todo tan cerca del apartamento.

Ernie y los otros los estaban buscando, si andaban por el barrio podían ver la
furgoneta. Esperaba que hubiera un sitio donde aparcar donde no se viera
mucho la furgoneta.

-Gracias- Murmuró Jo en el momento en que dio la vuelta en la calle en la que


estaba la clínica.

-¿Por qué? -preguntó con sorpresa.

-Por todo, -dijo secamente. -Nos sacaste de allí y ahora me llevas al veterinario.
Gracias.

Nicholas no dijo nada, pero sospechaba que no habría sido necesario salvar a Jo
si no fuera por él. Nunca debería haberla besado con un renegado cerca. Se
tenía que haber asegurado primero de que estaba fuera de juego... y ver que no
podía leerla había sido un lapsus estúpido que Ernie seguramente había oído.
Era probablemente la única razón por la que el renegado perseguía a Jo.

Aparte de eso, Nicholas había sido tan tonto como para contar con Bricker y
Anders para mantenerla a salvo cuando había visto a Ernie aparcar su coche y
entrar por una ventana del primer piso del edificio. Había querido ir corriendo
hasta el edifico y ya se encargaría después de los otros dos. Le preocupaba
llegar demasiado tarde, Jo estaba en peligro. Había perdido el tiempo llevando
la furgoneta a la parte posterior del edificio y así poder subir por el techo del
garaje hasta el balcón por el que entró. Entonces él tenía que estar seguro de que
lo veía en caso de que no fuera suficiente para mantener a Jo lejos de las garras
de Ernie y se había quedado en la terraza seguro de que iba a ser descubierto.
Oyó los golpes procedentes de dentro del apartamento por lo que corrió a
través del techo del garaje.

-No deberías haber venido -Dijo de repente Jo, mirándolo asombrada.

-¿Por qué?

-Porque Bricker y Anders estaban fuera, -dijo en voz baja. -Lucian dijo que no
serías capaz de mantenerte lejos y fueron enviados para cogerte.

-Ya me di cuenta, -admitió en un suspiro. -Pero yo estaba siguiendo a Ernie y él


siguió a los chicos a tu casa.

-Deberías ser capaz de mantenerte alejado de mí,- murmuró Jo y luego añadió: -


no sé por qué tardaron tanto. Yo esperaba que vinieran corriendo cuando vieran
a Gina salir corriendo y gritando.

Nicholas la miró con incertidumbre. -¿Gina?

Sus cejas se levantaron por su confusión, y le preguntó: ¿La rubia...a medio


vestir...gritando?

Nicholas sacudió la cabeza. -No la vi. Sabía que Ernie estaba allí porque lo vi
entrar y la única razón por la que Bricker y Anders llegaron corriendo fue
porque me aseguré de que me vieran subir al techo del garaje para llegar al
balcón.

Jo frunció el ceño. -Me pregunto dónde diablos se metió Gina.

-Si estaba medio desnuda, probablemente fue a su casa en lugar de salir fuera-
Sugirió en voz baja. -Su primer instinto sería ir a un lugar seguro y,
probablemente, llamar a la policía.

-Probablemente,- Jo estuvo de acuerdo con un suspiro. -Debió ser la primera


sugerencia que le hiciera.

Nicholas se limitó a gruñir. La policía mortal no habría sido de gran utilidad


contra Ernie. Hubiera sido mucho peor, si hubiera cogido a Jo antes de que
pudieran llegar. Sin embargo, le preguntó por curiosidad:-¿Por qué no llamaste
a la policía?

Jo se quedó callada durante un momento y luego respondió:-Fue muy


impresionante la forma en que saltaste por encima de la barandilla del balcón
sobre la furgoneta.

-Solía ser bastante bueno en salto, en el instituto- Mintió Nicholas de manera


suave.

-Y supongo que Ernie, Bricker y Anders también.

Nicholas hizo una mueca y simplemente dijo: -No sé.

-De acuerdo -dijo arrastrando las palabras con sequedad. -Ernie consiguió
tumbar las dos puertas de mi apartamento con bastante poco esfuerzo. No
conozco a nadie que pudiera haber hecho eso.

-Es un edificio antiguo -Dijo Nicholas con un encogimiento de hombros.

-Sí que lo es,- ella estuvo de acuerdo, pero luego agregó: -Sin embargo, no eran
puertas endebles o viejas. Me aseguré de que fueran de roble macizo y las
cerraduras se pusieron cuando me mudé. Ernie no debería haber sido capaz de
romperlas como lo hizo y desde luego, no debería haber sido capaz de lanzar la
silla de esa manera tampoco.

Nicholas apretó la boca, pero no hizo ningún comentario. Entraron en el


aparcamiento de la clínica veterinaria y aparcó la furgoneta en un punto
marcado como "reservado" entre dos furgonetas de la clínica, con la esperanza de
que así pudiera ocultar el vehículo. Apagó el motor, abrió la puerta y dijo: -
Quédate sentada abriré por el otro lado y cogeré a Charlie.

Captó la sorpresa en la expresión de Jo cuando miró a su alrededor y de


inmediato se iluminó su rostro cuando vio donde estaban.

-¿Cómo sabías que esta era la clínica? -le preguntó en el momento en que abrió
su puerta y miró en la forma en que agarraba a su perro, cuando intentó coger a
Charlie.

Nicholas levantó una ceja y señaló: -Dijiste que estaba en esta calle.

-Sí, pero...

-Y el gran letrero del jardín delantero que dice : Hillsdale Clínica Veterinaria es
una gran ayuda, -le interrumpió secamente.- Supongo que es aquí ¿o hay más
clínicas en esta calle?

-No -Admitió con un suspiro y se relajó.

Nicholas se inclinó para coger el perro y esta vez ella lo dejó. A continuación,
esperó a que ella se bajara de la furgoneta y cerrara la puerta antes de dirigirse
hacia la entrada de la clínica. Caminaba rápidamente, ella no andaba casi corría
lo suficiente para que le faltara el aliento y no tuviera tiempo para hacer más
preguntas. Cuando llegó a la puerta, cambió el perro de brazo para poder
abrirla y entrar, sólo para hacer una pausa y echar un vistazo a la sala de espera.

La cacofonía de ladridos de perros, los maullidos de los gatos, los graznidos de


los pájaros y las personas hablando cayó sobre ellos al entrar, Charlie pareció
volver a la vida. Ladró con emoción, retorció el cuerpo y pataleo para que lo
pusieran en el suelo, pero Nicholas lo ignoró, apretó los dientes y se dirigió
directamente hacia el mostrador, miró fijamente a la mayor de las dos mujeres
que estaban en la recepción. En ese momento la mujer de blanco los apuntó
como los primeros.

-¿Qué le dijiste?- Preguntó Jo en un susurro sorprendida, cuando seguían a la


mujer a una sala de examen.

Nicholas se sentía culpable por los que estaban esperando con sus mascotas,
pero no sentía por haber controlado a la mujer para que todo fuera más rápido.
Tenían un renegado y dos agentes detrás de ellos y cuanto más tiempo
estuvieran aquí, más posibilidades había de que los encontraran. Había hecho lo
que tenía que hacer. En lugar de responder a su pregunta, dejó a Charlie en la
mesa de examen y luego dijo: -Tengo que hacer una llamada -Y salió de la sala.

Por la preocupación que había mostrado por su mascota, Nicholas había


esperado que Jo se quedara con el chucho. Hubiera sido normal. Tenía la
esperanza de llamar a la casa ejecutor y decirles a Bricker y Anders que la
recogieran aquí y luego vigilar el edificio, desde una distancia segura para
asegurarse de que Ernie no llegara primero. Por desgracia, Jo era un dulce muy
inteligente. Fue tras él, lo cogió por el codo cuando estaba marchándose.

-Nos vas a dejarme aquí -Dijo Jo acusándole.

Nicholas evitó su mirada y mintió -Por supuesto que no. Ya te dije, que tenía
que hacer una llamada.

Sus ojos se entornaron, ella le tendió la mano.

-Entonces dame las llaves de la furgoneta.

-¿Qué? -Preguntó con asombro.

-Si vas hacer solo una llamada, no necesitas las llaves, -dijo Jo con una lógica
indiscutible. -Así que dame las llaves y vete hacer la llamada o me pongo a
gritar que me agrediste y le digo a todos que eres tú eres el que hirió a Charlie
y mientras que tratas de luchar contra mi amoroso perrito, te rajo las ruedas y
nadie se va a ninguna parte.

-Jesús, que mujer - murmuró Nicholas con asombro.

-Lo haré -Advirtió.

Nicholas abrió la boca y luego suspiró y dijo: -Jo, voy a llamar a Bricker y
Anders para que vengan a buscarlos. No me iré hasta que sepa que estas a
salvo. Tú estarás mejor con ellos. En casa de Mortimer. Él y los demás pueden
mantenerte a salvo.

-Ah, sí, porque han hecho un gran trabajo ya en la casa, anoche y luego en mi
apartamento -Dijo secamente.

-Eso fue...- Nicholas se detuvo cuando ella arqueó una ceja. En realidad no
habían hecho un trabajo tan bueno para mantenerla segura hasta el momento,
reconoció. -Sin embargo...

-Quiero respuestas, Argeneau, -dijo con gravedad. -Estoy muy preocupada por
mi hermana. Mi perro está herido y un tipo loco me persigue y quiero saber
qué diablos está pasando.

-Mortimer-Comenzó.

-Mortimer y esos tipos no me van a dar respuestas -Dijo Jo con impaciencia. -De
todo lo que has dicho es más probable que limpien mis recuerdos y luego ¿qué?
No estaré de invitada en la casa hasta que ese tipo deje de actuar.

Nicholas hizo una mueca de culpabilidad, eso era exactamente lo que harían.
Con un suspiro, pasó la mano por su pelo despeinado y entonces preguntó: -
¿Qué te hace pensar que conseguirías alguna respuesta de mí?

-Porque no voy a parar hasta que me lo expliques, -dijo sin rodeos. -Ahora, ¿me
das las llaves o debería empezar a gritar?
Nicholas la miró en silencio, una sonrisa reacia curvo sus labios. Le fastidiaba
no poder leerla ni controlarla... pero sin duda hacía que la vida fuera
interesante, decidió. Sacó las llaves del bolsillo y se las entregó.

-No me iré. Ahora vuelve con Charlie.

Sus ojos se estrecharon con recelo. -¿Qué vas a hacer?

-Te lo dije, tengo que hacer una llamada- dijo solemnemente. -Si termino antes
que tú te esperaré en el aparcamiento.

Jo vaciló, obviamente sospechaba que algo tramaba, pero luego aparentemente


decidió confiar en él y se fue hacia la sala de examen.

Nicholas la vio marcharse con admiración. No dudó ni por un minuto que


habría comenzado a gritar si hubiera intentado irse, pero no sabía por qué le
había dado las llaves. Lo había hecho porque Josephina Willan era una
interesante mujer: valiente, atenta, fuerte, decidida y sexy. Él no quería dejarla
allí y no pudo resistir la tentación de estar con ella, por lo menos, un poco más.

Sólo podría haber sido la decisión más estúpida que jamás había tomado en su
vida. Nicholas había tomado un montón de ellas en sus quinientos sesenta años
y si no hubiera aprendido nada en ese momento se lamentaría por la pérdida de
tiempo... y que había perdido cincuenta años de emoción.

La puerta de la entrada se cerró, dejó de ver a Jo. Nicholas suspiró y empezó a


salir del edificio, pero se detuvo cuando una de las puertas de otra habitación
de examen se abrió. Un señor mayor apareció, su cara no era diferente a la del
bulldog que llevaba con una correa. Cuando el hombre se acercó con el perro al
mostrador, Nicholas rápidamente se deslizó en los pensamientos de él.

Después de descubrir que el hombre tenía un teléfono móvil y hacia donde iba.
Nicholas salió a esperar. Usaría el teléfono del hombre para llamar a la casa del
ejecutor y averiguar si Ernie había sido capturado sin correr el riesgo de que la
llamada se rastreara y lo encontraran a él.
Jo salió de la clínica y se detuvo a examinar rápidamente el estacionamiento. La
furgoneta todavía estaba allí, por supuesto, tenía las llaves. Le había
preocupado que Nicholas se hubiera marchado con la furgoneta si tenía otro
juego de llaves, o se hubiera ido a pie.

Ese no era el caso, la furgoneta estaba allí y Nicholas estaba dentro. En el


momento en que lo vio, estaba abriendo la puerta, se acercó deprisa a ellos.

-Si me dice qué vehículo es, señorita, puedo llevar a Charlie hasta él.

-Oh, lo siento.-Dijo Jo volviéndose hacia el asistente del veterinario con una


sonrisa de disculpa. Estaba luchando para mantener quieto a Charlie. No
quería que el perro anduviera por la sala de espera sin correa.
Afortunadamente, al veterinario le había gustado la idea y había enviado a uno
de sus asistentes para llevarlo hacia el coche.

El Pastor alemán era pesado, sin embargo no estaba muy feliz porque lo
llevaban en brazos.

En el momento en que el veterinario apareció, Charlie había recuperado


súbitamente su espíritu. Durante el examen, había movido la cola alegremente,
ladró y trató de lamer al médico para saludarlo, básicamente indicando que no
había nada que temer de él.

Jo no se había sorprendido en absoluto, cuando el veterinario anunció


finalmente que no había duda, era una conmoción cerebral leve, tal como había
temido, pero Charlie se recuperaría rápidamente. Dijo que tendría que vigilarlo
y si Charlie comenzara a vomitar o demostrara cualquier otro comportamiento
inusual, tenía que llevarle directamente de nuevo, pero podía ir a casa por
ahora.

-Puedo con él, gracias, -dijo Jo. -Charlie no se escapará. Solamente no quiero
que esté suelto en la sala de espera con los otros animales.

-Oh, eso está bien, señorita Willan,-dijo el asistente, sonriendo a pesar de que el
perro seguía retorciéndose. -Estoy encantado de ayudarle. Voy a llevarlo a su
coche por usted. No queremos que uno de los propietarios de otro animal, que
salga, se cruce con él...

Se calló por la sorpresa que se llevó cuando Nicholas llegó y cogió a Charlie de
sus brazos.

Jo subió las cejas, no por la forma en que cogió al perro de los brazos del joven
sino por la forma en que le habló.

-Ella no necesita de su ayuda. Ella me tiene a mí.-Gruñó.

El asistente dijo:-Bien. Bueno... yo sólo...

-Gracias,-dijo Jo cuando el joven se volvió y corrió de nuevo al edificio. En el


momento en que la puerta se cerró detrás de él, ella le lanzó una mirada a
Nicholas.

-Fuiste grosero. Estaba tratando de ayudarme.

-Tú no pensarías que yo fui grosero si supieras los pensamientos lascivos que
estaba teniendo -Dijo Nicholas, caminando hacia la furgoneta.

-¿Lascivos?-Dijo Jo corriendo detrás de Nicholas. -¿Qué quieres decir, con que si


hubiera oído sus pensamientos lascivos? Tú no puedes oír sus pensamientos...
¿verdad?

-Abre la puerta.- Ordenó Nicholas en respuesta.

Jo frunció el ceño, pero abrió la puerta de atrás.

-Hay una manta de cuadros allí, en la parte superior. Extiéndela para él.

Jo miró a la media docena de cajas en la parte trasera de la camioneta, vio una


manta en la parte superior de la más cercana. La agarró, se sorprendió al ver
que era increíblemente suave en lugar del trapo de lana que había esperado. Se
veía bien y se apoyó en la camioneta para ponérsela a Charlie. En el momento
en que terminó, se hizo a un lado, Nicholas se inclinó y dejó a Charlie sobre ella.
Jo le ofreció entonces el hueso de perrito que la enfermera le había dado.
Lo aceptó y comenzó a masticar .

-Tiene apetito, es una buena señal -Murmuró Nicholas, enderezándose.

-¿Qué te dijo el veterinario?

-Conmoción cerebral leve y que si empieza a vomitar o hace algo raro que lo
traiga.-Admitió Jo en un suspiro. -Por supuesto, Charlie se puso muy contento
al minuto de que el veterinario entrara en la sala. El Dr. Hillsdale
probablemente pensó que era una tonta por preocuparme tanto.

-O una dueña cariñosa, -dijo Nicholas, cerrando la puerta. A continuación, abrió


la puerta delantera del pasajero para ella antes de moverse hacia el lado del
conductor.

Jo subió y cerró la puerta. Estaba poniéndose el cinturón de seguridad cuando


Nicholas subió por el otro lado y le tendió la mano. -¿Las llaves?

Ella las sacó de forma automática, pero luego se detuvo y lo miró.

-Quiero saber algunas cosas

-Cuando lleguemos a un lugar seguro,-interrumpió Nicholas con firmeza. -No


podemos quedarnos aquí. Está demasiado cerca de tu apartamento. Ellos
estarán recorriendo las calles buscándonos. Tenemos que salir de esta zona,
rápido.

Jo suspiró y le dio las llaves. Se acomodó en el asiento y cerró los ojos, un


pequeño ciclón de pensamientos rodaron a través de su cabeza. Los recuerdos
de anoche y hoy corrían juntos tomando las rarezas de lo que había ocurrido...
Todo era extraño, por supuesto. Su vida había sido relativamente normal hasta
la fiesta en casa de Sam y Mortimer la última noche y ahora su vida parecía
haber estallado. Había sido atacada dos veces, su perro había sido herido y
estaba rodeada de hombres que parecían un poco diferentes a los hombres
comunes.
Jo no creía que nadie pudiera haber saltado de la barandilla del balcón con la
facilidad que lo hicieron Nicholas, Bricker, Anders e incluso Ernie. Y
ciertamente Mortimer era la única persona que sabía que había tres celdas en
su garaje, por no mencionar un refrigerador lleno de bolsas de sangre.

Y luego estaba la pasión de los besos de Nicholas. Tal vez era por la temporada
de sequía que había tenido. Jo no había salido con nadie hacía ya un par de
meses, pero el hombre le había encogido los dedos de los pies y le había puesto
los pelos de punta con sus besos. No dudó ni por un minuto que si no los
hubieran interrumpido, habría tenido relaciones sexuales con él allí mismo, en
el garaje y ahora tendría huellas de las barras en la espalda.

El silencio repentino del motor llamó la atención de Jo y dejó sus pensamientos


para otro momento. Estaban en un aparcamiento.

-¿Dónde estamos? -Preguntó, mirando a Nicholas.

-En un hotel, -dijo en voz baja, abriendo la puerta para que saliera. -Podemos
hablar y necesito dormir algo.

Jo miró a Charlie. El pastor alemán se había mantenido tranquilo y silencioso


durante el viaje, pero ahora estaba de pie, su cola se movió y tenía los ojos
brillantes. Feliz al verlo mucho mejor, Jo sonrió y le acarició la cabeza, mirando
a su alrededor, abrió la puerta trasera.

Nicholas estaba buscando una bolsa de lona. Lo observó brevemente, luego


abrió la puerta y salió. Charlie la siguió inmediatamente y Jo murmuró: -Buen
perro-, cuando cerró la puerta, luego frunció el ceño al recordar que Nicholas le
había dicho que estaban en un hotel.

-¿Admiten perros? -Preguntó ella, caminando hacia la parte trasera de la


furgoneta.

-Admitirán a Charlie -Le aseguró, golpeando la puerta trasera para cerrarla.

-Vamos.
Nicholas la cogió del brazo para llevarla desde el aparcamiento hasta la entrada.

Jo se acarició la pierna, una orden silenciosa a Charlie para que la siguiera,


aunque no era necesario que se hubiera molestado. Nunca se apartaba de su
lado cuando estaban fuera de casa. Rara vez lo dejaba en el apartamento.
Charlie era definitivamente su perro.

Era media tarde y el vestíbulo del hotel estaba lleno, la mayoría de las personas
iban y venían.

Sólo había una persona delante de ellos en la recepción, un hombre con un traje
sastre que terminó su charla y se alejó cuando se acercaban.

-Soy el señor Smith y necesitamos una habitación,- dijo Nicholas, soltando su


brazo. -Pagaré en efectivo.

-Necesitamos una identificación para registrar la habitación, señor y no


permitimos perros, señor- dijo el hombre interrumpiéndose para decir de
repente: -Muy bien señor.

Jo miró sorprendida al empleado. A su voz le había faltado emoción y su rostro


estaba sin expresión cuando le entregó la tarjeta de la habitación.

-Gracias. -Nicholas cogió la tarjeta de la habitación y le dio varios billetes al


recepcionista y luego empujó levemente a Jo para que se fueran.

-¿Qué hiciste? -Preguntó con el ceño fruncido.

-Nada,- dijo. -Tú estabas allí.

-Sí, yo estaba y estaba cortésmente negándonos una habitación cuando de


repente cambió de parecer y sospecho que no fue por voluntad propia. De
alguna manera tú lo hiciste...

-Señor, tengo miedo a los perros, no están permitidos en este hotel.

Nicholas se giró lentamente, Jo también se giró y vio a un empleado del hotel


que se acercaba.
-El recepcionista tendría que habérselo dicho, lo siento,- el hombre continuó y
de repente se detuvo sólo a un metro de ellos, sonrió inexpresivamente y le dijo
-Disfrute de su estancia, señor.

Nicholas gruñó e instó a Jo de nuevo hacia delante, caminando hacia los


ascensores con Charlie a su lado. El perro observó todo con detenimiento pero
no se separó de su dueña, estaba tan cerca que su cuerpo tocaba su pierna.
Llegó el ascensor y se subieron con una pareja.

Se sonrieron cortésmente unos a otros, pero la sonrisa de la mujer era un poco


nerviosa cuando miró a Charlie.

-No muerde, -aseguró Jo en voz baja y la mujer sonrió un poco más pero seguía
mirando a Charlie con los ojos muy abiertos como si fuera a dar un salto y
mancharle de barro la falda o morderla en su brazo en cualquier momento.

Fue un alivio cuando el ascensor se detuvo y la otra pareja se bajó. El ascensor


continuó y Jo miró la luz de los números. Fueron hasta el piso superior.

Nicholas salió primero del ascensor, se detuvo brevemente antes de girar a la


derecha.

Él la llevó por un pasillo largo, pasaron al lado de un carro del servicio de


habitaciones. Jo miró la habitación, al pasar, vio a una empleada haciendo la
cama y de inmediato camino más rápido para que no viera a Charlie.

Nicholas llegó hasta la última puerta, introdujo la tarjeta. Cuando la luz verde
de la puerta parpadeó, la empujó y la mantuvo abierta para que Jo y Charlie
entraran.

Jo pasó junto a él, mirando con admiración la habitación confortable, ya que


era... hizo todo lo posible para ignorar el hecho de que sólo había una cama
matrimonial.

-Lo siento -Murmuró Nicholas, mirando a su alrededor al entrar detrás de ella. -


Debería haber pedido dos camas. Puedo bajar y...
-Está bien,- Jo lo interrumpió. -La cama es enorme. Se puede prácticamente
nadar en ella.

Asintió con la cabeza, lanzó la bolsa de lona sobre la cama y se volvió hacia la
puerta.

-Necesito comer algo. Ponte cómoda, no tardaré mucho tiempo.

Jo se volvió con sorpresa al ver como cerraba la puerta detrás de él.

Maldiciendo, cruzó la habitación a un ritmo rápido y abrió la puerta, pero


cuando salió al pasillo, se había ido. Lo único que había allí era el carro de la
empleada que había visto antes, de lo contrario el pasillo estaría completamente
vacío. Jo miró hacia los ascensores con asombro. Era como si hubiera
simplemente desaparecido.

Sintió un golpe en la pierna, miró hacia abajo para ver a Charlie mirando hacia
ella preocupado. El perro siempre la miraba así cuando estaba molesta. Parecía
que recogía su emoción y la sacaba fuera. Jo se obligó a relajarse y se agachó
para acariciarlo, le instó a entrar.

-Vamos, amigo. Sospecho que te van a echar del hotel si Nicholas no está cerca,
entra en la habitación.

Charlie se volvió en la puerta y regresó a la habitación y Jo lo siguió, dejando


que se cerrara la puerta detrás de ella. A continuación, examinó la habitación.
Había una pequeña mesa de café al lado de un armario de gran tamaño,
sospechó que dentro estaría una televisión. Jo abrió las puertas de hoja doble y
vio que tenía razón. Cogió el mando a distancia y pulsó el botón de encendido
y se dejó caer sobre la cama. Era eso o el aburrimiento -Pensó Jo- Miró a Charlie,
estaba sentado en el suelo junto a la cama, mirándola. Ella dio unas palmaditas
en el colchón a su lado.

-Vamos, puedes subirte. Has tenido un mal día.


Charlie saltó a la cama en un santiamén, se colocó a su lado. Jo lo acarició
ausente cuando hojeó los canales y descubrió que había muy pocas noticias a
las cuatro y media. Era domingo por la tarde y echaban una película de Disney,
se detuvo. La vería. Jo puso el mando a distancia en la mesita de noche,
reorganizó las almohadas y se dispuso a ver la televisión, se dio cuenta de lo
tensa que estaba cuando todos sus músculos lentamente comenzaron a
relajarse.

Charlie no era el único que había tenido un mal día,- reconoció Jo, ahogando
un bostezo.
Capitulo Ocho

Nicholas retrajo sus dientes del cuello de la camarera y la liberó.

Luego la giró para enfrentarla al cuarto de baño de la suite en donde la había


encontrado haciendo su trabajo y dio un paso atrás, cuando se retiró de su mente.
Una vez libre de su control, la mujer se detuvo un momento y luego se adelantó
para continuar el trabajo que había interrumpido, sin memoria de su llegada o de
haber dejado su trabajo.

Entonces Nicholas se apartó al salir tan silenciosamente como había entrado y


continuó hacia los ascensores. Mientras esperaba a que llegaran, consideró qué
hacer para llevar comida para Jo. Tener que comprar una nueva furgoneta y
otros gastos realmente le habían comido sus fondos, y el hotel por encima de
todo casi lo había dejado limpio. Tenía menos de cincuenta dólares en el bolsillo.
Sin duda era suficiente para comprarle algo bueno para la cena. Y mañana por la
mañana, tendría que ir directamente al banco para obtener dinero de su caja de
seguridad para alimentarla en su desayuno.

Llegó el ascensor y Nicholas entró a bordo, ausente frotándose el estómago,


como cuando se fue. La mucama fue la primera alimentación que ha tenido
desde la mañana anterior. En su manera cautelosa de costumbre, había tomada
sólo un poco de sangre, y mientras había ayudado, no era mucho. Los calambres
que le habían estado atacando desde la mañana habían pasado de casi
insoportables a sólo dolorosos.

Otro bocado y estaría en orden antes de volver con Jo. De lo contrario, corría el
riesgo de morderla sin querer. Nicholas no tenía idea de dónde habría de obtener
la próxima comida, pero no tenía ninguna duda, una oportunidad vendría antes
de que volviera a la habitación. Era muy bueno en la alimentación sobre la
marcha. Sabía que la mayoría de los inmortales en América del Norte ahora se
alimentaban de sangre en bolsas, pero para un pícaro, ordenar la entrega de
sangre del banco de sangre Argeneau estaba fuera de cuestión.

Nicholas dejó el hotel a pie, los ojos exploraron la calle por delante. Todos las
demás tiendas parecían ser un restaurante de comida rápida conjunta de algún
tipo, y él no tenía idea de que era bueno y que era malo. No habían tenido esta
variedad cuando había comido por última vez. Parecía haber muchos cambios en
el frente de la cocina desde entonces. Nicholas había sido vago en la periferia de
su conciencia, pero no había comido un bocado de comida desde la muerte de
Annie y no había prestado mucha atención al rostro cambiante de la industria
alimentaria. Ser confrontado ahora era frustrante. Debería haberle preguntado a
Jo lo que quería antes de salir, pero se había preocupado de que hubiera insistido
en venir con él, y que no fuera capaz de alimentarse.

Ese pensamiento hizo a Nicholas decidir alimentarse y preocuparse por lo que


obtendría para Jo después. Tal vez sería capaz de pensar más claramente si no
estaba tan distraído por los calambres de su cuerpo. Su mirada cambió de los
frentes de negocios a la gente de las aceras. La mayoría de la gente en grupos de
dos o tres, pero vio a una mujer caminando a toda prisa. De mediana edad, con
las mejillas rosadas y un poco de carne sobre los huesos, estaba corriendo por la
calle, con las manos llenas de bolsas.

Nicholas se centró en ella, cayendo en su mente para asegurarse que no estaba


enferma o viniendo abajo con cualquier cosa. Era poco recomendable ingerir la
sangre de una persona enferma; mala sangre sólo tendría que ser removida de su
sistema, utilizando hasta la poca sangre que actualmente tenía para hacerlo.
Estaba bien, sin embargo, sana y robusta.

Nicholas mantuvo su distancia en un primer momento para evitar capturar su


atención y asustarla. Siguió durante un bloque cuando dio vuelta por una calle
lateral. Poco después de eso, ella comenzó a caminar hacia un edificio de
apartamentos. Luego empezó a estrechar la distancia entre ellos y casi estaba
sobre sus talones cuando entró en el vestíbulo.

La puerta principal no estaba cerrada, pero había un portero. Nicholas se metió


en los pensamientos del hombre, asegurándose de que no lo veía o detenía
cuando Nicholas arrastrara a la mujer hasta el ascensor. Llegó y bajó un grupo
mixto de personas en sus veinte años. Nicholas siguió a la mujer a bordo una vez
que fue vaciado y le ofreció una sonrisa amable mientras esperaba a que el
pulsara para cerrar las puertas. En el momento en que lo hizo, se metió en su
mente y tenía a su vez la mirada hacia él. Dio un paso adelante, con la intención
de tomarla en sus brazos y se alimentara de ella, pero se detuvo cuando un
fragante olor lo envolvió. Nicholas había sido vagamente consciente de la esencia
cuando la había seguido, pero había sido débil entonces.

Ahora que estaban encerrados en el pequeño ascensor, era imposible de ignorar,


miró a su alrededor con curiosidad. Le recordó algo de cuando comía. Algo...
Nicholas rastreó el olor hasta una bolsa que ella llevaba y miró en su interior.
Todo lo que vio fue un cuadro. Lo alcanzó para abrirlo e inmediatamente fue
golpeado con un fuerte olor. Pollo frito, Nicholas se dio cuenta, sonriendo. Annie
lo utilizaba para hacerlo los domingos. Había sido su favorito.

Eso es lo que prepararía para Jo, Nicholas decidió cerrando la caja y mirando la
bolsa. KFC. Recordó que pasó por un restaurante con dicho logotipo.

-¿Qué estás haciendo con mi pollo?-

Nicholas miró a la mujer con sorpresa. Había llegado a ser tan distraído por su
hallazgo que había relajado su control sobre ella y ahora estaba mirándolo con
confusión. Ajusto la bolsa en el suelo, se deslizó en sus pensamientos y la
controló de nuevo. Nicholas rápidamente la tomó en sus brazos y hundió sus
dientes en su cuello, con más velocidad que finura.

Su distracción le había acortado el tiempo que tenía para esta tarea.


Afortunadamente, aún tenía tiempo para hacer lo que tenía que hacer. Había
terminado la alimentación y sólo liberó a la mujer cuando el ascensor sonó,
anunciando su llegada a su piso. Nicholas cogió la bolsa de pollo y se la dio, y
luego la envió al frente del ascensor antes de liberar su mente.

Se sentía mucho mejor ahora, los calambres se habían reducido


considerablemente. Una mordida más y debería estar bien para conseguir el
pollo y regresar al hotel, pensó Nicholas al pulsar el botón para volver a la planta
baja.

El ascensor había viajado por sólo dos pisos antes de que se detuviera de nuevo
para permitir que un joven entrara. El hombre estaba solo, y una rápida
comprobación de sus pensamientos, demostró que estaba sano como un caballo,
un hombre realmente sano, tomaba frutos secos, de hecho, alimentos naturales y
algo que se llamaba té verde. Nicholas se sonrió a sí mismo cuando la puerta se
cerraba.

Al parecer el destino estaba de su lado para un cambio.

Estaría de vuelta en el hotel en un momento... entonces él tenía que idear alguna


explicación para dar a Jo por todo lo que había estado pasando.

O decirle la verdad, pensó Nicholas cuando se deslizó en los pensamientos del


joven y se inclinó para morderle el cuello. Su preferencia era decirle a Jo la
verdad, pero dudaba que le estuviera permitido mantener en sus recuerdos esta
verdad, una vez que se encontrara en la casa del ejecutor... y finalmente tendría
que llevarla allí. Por otra parte, no habían borrado sus recuerdos después de la
primera vez. Es cierto, ella no sabía mucho, pero aún así...

El ascensor sonó. Nicholas terminó de alimentarse y se apartó del joven donante,


reorganizando sus pensamientos y haciendo que se moviera a las puertas que se
abrían. Mantuvo el control de él hasta que estuvieron fuera del edificio, y luego
lanzando sus pensamientos se volvió a hacer su camino de vuelta a la calle muy
transitada donde por primera vez había visto a la señora con el pollo.

Veinte minutos después Nicholas entró de nuevo en la habitación del hotel, con
los brazos cargados con una bolsa grande marcada con KFC. Dejó que la puerta
se cerrara detrás de él y entró en la habitación, la boca abierta para hablar, pero
volvió a cerrarla cuando vio a Jo profundamente dormida en la cama. Él la miró
sin comprender y luego vio a Charlie. El perro estaba a su lado, pero la cabeza
subía, y los ojos abiertos y alerta.

Suspirando, Nicholas dejó la bolsa en la mesita de la ventana. En el momento en


que lo hizo, Charlie estaba fuera de la cama a su lado, meneando la cola
frenéticamente.

-Hola, amigo-, susurró, dándole una palmada.

Charlie se levantó rápidamente, descansando los pies en la pierna de Nicholas


para que pudiera llegar más a él, y luego volvió la nariz a la bolsa de pollo con
curiosidad.
-¿Tienes hambre, eh?- preguntó Nicholas en voz baja. -Por suerte para ti pensé
que podrías tenerla y tienes un cubo. Pero tendrás que esperar hasta que tire de
la carne para ti. No estoy seguro de que puedas masticar los huesos de pollo.-

Charlie se dejó caer para sentarse en cuclillas con paciencia, y Nicholas sonrió
irónicamente, al abrir la bolsa para recuperar el envase de alimentos y platos de
papel en su interior. Se instaló en una de las dos sillas de la mesa y se puso a
trabajar, seleccionó tres piezas de carne de pollo empanizado y luego con uno de
los tenedores de plástico desprendió la carne y la depositó en el plato.

Apenas había comenzado con la primera pieza de carne cuando no pudo resistir
y se metió un bocado de la delicadeza en la boca.

El sabor explotó en su lengua, haciéndole gemir en voz baja. Charlie se quejó en


reclamo.

-Lo siento-, murmuró Nicholas, haciendo el intento de resistir más, hasta que
tuvo la carne de las tres piezas que había seleccionado, descarnadas y cortado en
pequeños trozos en el plato. A continuación, puso el plato sobre la alfombra para
Charlie, le vio comenzando a trabajar sobre la comida, y luego se volvió y sacó
un pedazo para sí mismo. Nicholas no tenía ganas de comer desde la muerte de
Annie hacía cincuenta años, pero ahora tenía que preguntarse por qué. El pollo
estaba increíble e iba a sacar una segunda pieza antes de que incluso hubiera
terminado la primera.

Sólo tomaré una más y luego me recostaré y trataré de dormir antes que Jo se despierte y
comience a exigir respuestas, se dijo a sí mismo Nicholas al terminar la segunda
pieza. No había dormido desde el día anterior y realmente le vendrían muy bien
un par de horas para cerrar los ojos antes de tratar de explicar las cosas que, sin
duda, encontrar imposible y molesto por turno. La cama era lo suficientemente
grande que ni siquiera sabría que estaba allí.

Jo estaba soñando. Sabía que era un sueño, porque estaba de vuelta en la fiesta de
Sam y Mortimer, pero el sueño era un poco diferente de lo que en realidad había
sido. El zumbido de los huéspedes, la conversación era muy fuerte pero al mismo
tiempo apagado, por lo que no podía entender lo que decían... y la luz era un
poco apagada, vacilante y casi llorosa. Jo estaba sola, caminando cerca del grupo
de hombres, cada uno se dio la vuelta y le dio la extraña mirada silenciosa con la
que todos la saludaron a ella y a Alex la noche anterior. Sus ojos se centraron
brevemente en la frente como si tuviera un pene creciendo allí y luego se alejaron
con indiferencia.

Aunque sabía que era una tontería, cada vez que uno de ellos se daba la vuelta lo
sentía como un rechazo, y se sintió aliviada cuando el sueño la llevó afuera. Pero
las cosas aquí también eran un poco apagadas. Los sonidos de las criaturas de la
noche y el viento en las hojas se magnificaron, y la caricia de la brisa fresca en su
piel era como el cepillar de las manos sobre su piel por lo que hormigueó y le
puso la carne de gallina por encima del cuerpo. Haciendo caso omiso, Jo siguió
dando la vuelta a la esquina de la casa, completamente sorprendida cuando chico
Mal Aliento, Ernie, llegó lanzándose fuera de la oscuridad hacia ella. Esta vez no
había miedo en ella por el ataque repentino, y no hubo dolor cuando se golpeó
en la pared. En el sueño, sus ojos estaban abiertos y vio de repente a Nicholas
aparecer y arrastrar al hombre lejos de ella.

Jo se apoyó contra la pared, mirando como los hombres luchaban en una lenta y
extraña danza violenta y luego se inclinó y recogió la misma piedra que había
cogido ayer por la noche y avanzó para golpear al hombre rubio en la cabeza.
Ernie giró la cabeza todo a la vez, los ojos brillantes de oro y los dientes,
mostrando largos y puntiagudos colmillos. Jo miró con confusión, ya que de
repente lo sintió más como una memoria que como un sueño. El sonido
magnificado y la sensación acuosa de repente ausente, dejó todo nítido y claro.
Pero luego el sonido volvió con fuerza y todo comenzó a flaquear de nuevo
cuando los dos hombres continuaron la lucha.

Jo, simplemente se quedó en el sueño, vio hasta que Ernie cayó al suelo y
Nicholas pasó por encima de él para llegar a ella.

-No puedo leerte-, le dijo claramente, agarrando los brazos, y luego bajó la
cabeza, cerró la boca sobre la suya como su cuerpo contra el suyo y su lengua se
deslizó probándola e invadiéndola.

Jo se olvidó de ese momento de claridad y cayó en las sensaciones que rodaron


sobre ella. La sensación y el gusto de él la obligaron a olvidarse de todo y el
deseo que había experimentado anoche cobró vida con ímpetu como un fuego
que había sido almacenado, y luego dejó la boca y sacó su camiseta y Jo jadeó
cuando sus labios se cerraron sobre un pezón.

Tan repentino como esto, el sueño cambió. Estaban en el garaje ahora, las luces
de neón duras quemaban sus ojos, y las barras de una celda se presionaban
contra su espalda cuando él dirigió sus manos sobre su cuerpo y sus labios se
atrajeron en el polvoriento trozo que había reclamado. Cerró los ojos otra vez,
corriendo una mano sobre su brazo y hombro, la otra en un puño del pelo en su
cabeza, cuando los dientes y la lengua raspaban sobre el pezón excitado.

-Sí,- respiraba Jo, y luego se quedó sin aliento de nuevo cuando una de sus
manos se deslizó entre sus piernas, presionando contra su núcleo a través de sus
pantalones vaqueros. Fue suficiente para hacer que deseara no estarlos usando,
poder sentir su tacto sin presencia inhibiéndolo, y de repente los pantalones se
habían ido, como se fue su camiseta. Las barras de la celda eran frías contra su
espalda, un fuerte contraste con la boca caliente y los dedos cuando la acarició
más íntimamente.

Jo gimió mientras sus dedos se deslizaban por su carne resbaladiza, pero cuando
deslizó un dedo dentro de ella, no pudo soportar más el asalto y tiró de su
cabello violentamente, lo que le obligó a liberar el pezón y levantar la cabeza. En
el momento en que sus labios estuvieron a su alcance, Jo le dio un beso,
succionando frenéticamente ante el empuje de su lengua en la boca, y luego
envío su propia lengua a reñir con la de él cuando a ciegas encontró la parte
delantera de sus pantalones. Jo encontró el bulto de su excitación y lo apretó
brevemente a través de la tela gruesa, y, a continuación comenzó a luchar con el
cinturón antes de recordar lo bien que su ropa había desaparecido cuando ella lo
deseaba.

De inmediato se detuvo, su deseo se había ido también, y de repente, estaba


tocando la piel desnuda. Jo dio un suspiro de alivio y de inmediato lo estrechó
firmemente en su mano.

Nicholas rompió su beso en una risa profunda.


-Impaciente-, susurró en su oído cuando se detuvo a mordisquearla brevemente.
-Tan ansiosa-

-Sí- dijo ella. –Te necesito.-

Las palabras le hicieron reír de nuevo, pero murió en un suspiro mientras apretó
los dedos alrededor de él y los dejó deslizarse en su longitud. Un gruñido siguió,
y luego le tomó la mano y la levantó, presionándola contra los barrotes de su
cabeza mientras la besaba de nuevo. Cuando trató de alcanzarlo con la otra
mano, él la capturó y también la levantó, luego se volvió a sí mismo contra ella
mientras la besaba. Jo daba tan bien como recibía, sus propios besos eran
exigentes, había trabajado tan bien con la ropa que en silencio deseaba que se
empujara dentro de ella, pero el Nicholas de su sueño no era tan complaciente
como la ropa de su sueño. En lugar de levantarla por las caderas y empujarse a sí
mismo dentro de ella, rompió el beso para gruñir, -Todavía no-, y comenzó a
arrastrar la boca por su garganta hasta la clavícula.

Frustrada, Jo elevó las caderas, frotándose contra él, y luego quedó sin aliento
cuando su boca bajó a un seno para juguetear brevemente con su pezón de
nuevo. Aún sostenía sus manos, pero la jaló hacia abajo con él cuando se dejó
caer de rodillas ante ella, su boca arrastraba besos a través de su estómago. Jo
clavó las uñas en sus palma por el entusiasmo cuando sus labios se perdieron
más abajo mordisqueando una cadera.

-Nicholas-, gemía desesperadamente, y luego se quedó sin aliento y alcanzó a


agarrarse de una barra por encima de su cabeza para no caerse cuando de pronto
lanzó una de sus manos para coger su pierna y levantarla más hasta su hombro.
Era una posición abierta hacia él, y Nicholas la aprovechó, inclinándose a
presionar su boca en la carne que su dedo había excitado tanto.

Jo gritó y se agarró a las barras con la otra mano mientras que él liberó esto
también, necesitando mantenerse en posición vertical. Sus piernas de repente
habían perdido toda la fuerza, y no creía que pudiera haberse mantenido erguida
si él no hubiera elevado sus manos para sostener su parte inferior y mantenerla
en su lugar mientras conducía sus salvajes dientes y lengua.
-Por favor,- jadeó Jo con desesperación, liberando el asimiento que ella tenía en
las barras para agarrar su cabello de forma exigente. La presión se había
construido a un punto de ruptura, y ella le quería dentro de cuando esto pasara.
Quería sentirlo llenándola, sus cuerpos unidos, sus respiraciones mezcladas.

Para su alivio, Nicholas dejó su tormento y de repente levantó la vista. Sus ojos
plateados ferozmente brillantes sin ningún rastro del azul que eran en realidad y
luego subieron hacia arriba, recuperando su boca. Jo envolvió sus piernas
alrededor de sus caderas mientras la desplazaba y levantaba, golpeando su
espalda contra los barrotes, y luego abrió los ojos cuando un ruido sordo la
despertó.

Parpadeando confundida, Jo miró el sobrecargado techo en la oscurecida


habitación, y luego miró hacia la ventana, cuando otro estruendo y el murmullo
de voces llegaban a sus oídos. Sus ojos se abrieron ligeramente cuando vio a los
limpia-ventanas moverse hacia arriba por la ventana en su andamio mecanizado.
Justo a tiempo para ver a sus rodillas y sus pies moverse fuera de la vista, y
suponía que estaban llamando a esto un día.

Jo dejó salir su aliento en un suspiro, y luego miró hacia un lado para encontrar
que Charlie no estaba en la cama junto a ella como lo había estado cuando se
había quedado dormida, pero Nicholas sí. Estaba al otro lado de la cama, a un
buen par de metros de distancia, pero sus ojos plateados estaban abiertos y
parecían brillante en la habitación en penumbras cuando la miró... como lo
habían sido en el sueño, y entonces de repente salió de la cama y se dirigió hacia
la cuarto de baño.

-Nicholas.- Se levantó rápidamente, pero él entraba al baño y cerraría la puerta


antes de que lo alcanzara. Cuando Jo instintivamente metió el pie en la puerta
para evitar que él la cerrara, se detuvo abruptamente.

Su voz era un gruñido cuando dijo: -Si no quieres encontrarte a ti misma


desnuda en la cama haciendo exactamente lo que estábamos a punto de hacer en
el sueño, te sugiero que retires tu pie.-

Jo abrió los ojos con incredulidad en las palabras. -¿Cómo sabes lo que yo estaba
soñando…?-
-Jo,- Nicholas gruñó la palabra. -Tienes un segundo para liberar la puerta. De lo
contrario, no seré responsable de lo que pase.-

Cerró la boca y lo miró. Una parte de su mente realmente quería saber cómo
podía saber lo que había estado soñando. Otra parte mucho mayor de su mente,
por no hablar de su cuerpo estaba interesada en la imagen que había puesto en
su cabeza: Los dos desnudos en la cama terminando lo que había comenzado en
el sueño. Su cuerpo estaba todavía tarareando con entusiasmo por el interludio
interrumpido, los pezones seguían estando duros y dolían y el calor líquido que
se había agrupado bajo en su vientre no se había disipado.

Jo le quería desesperadamente. Si Nicholas tenía la intención de ahuyentarla con


la amenaza, había usado la táctica equivocada. Para ella, había sonado como un
desafío, y no había nada que le gustara más que un desafío. Consciente de que
varios segundos debieron haber pasado y no había llevado a cabo su amenaza, Jo
se apoyó en la punta de sus pie y apretó la boca sobre la suya.

Cuando la respuesta vino, la suya fue la más gratificante. Sus labios apenas lo
rozaron cuando la puerta estaba abierta y de repente Nicholas estaba tirando de
ella en sus brazos. Pasando la puerta abierta, presionó su cuerpo contra el de ella
hasta que cada pulgada de ellos se tocó cuando metió la lengua en su boca.

Parecía estar tratando de castigarla con el beso, su lengua la azotó como un


látigo, pero si era un castigo, era uno que ella disfrutaba. Como lo había hecho en
su sueño, Jo dio tanto como recibió, su lengua luchó y sus dedos rasparon a lo
largo de su cuero cabelludo.

Ella tenía una vaga idea del sonido de tela desgarrada, y luego sus manos
estaban entre sus cuerpos y sobre sus desnudos senos. Nicholas gruñó desde el
fondo de su garganta, el sonido vibró su camino hasta su boca, añadiéndole
excitación.

Ella quería encontrar su erección como lo había hecho en el sueño, pero sus
brazos estaban sobre él, bloqueados por los hombros y brazos, por lo que Jo tuvo
que contentarse arqueando las caderas para frotarse con entusiasmo contra él.
Nicholas respondió de inmediato liberando sus pechos y empujándola lo
suficientemente para alcanzar el botón de su pantalones vaqueros. Liberó a Jo
para alcanzar al suyo, y se las arregló para soltar el cinturón y deshacer el botón
superior, pero había bajado la cremallera sólo hasta la mitad cuando Nicholas de
repente se arrodilló para jalar los vaqueros de su cuerpo.

Jo salió de los pantalones cuando llegó a los tobillos, y luego los tiró a un lado y
recorrió con las manos, las piernas que había descubierto. Nicholas apoyó la boca
presionando un beso justo por encima de la rodilla y luego en la cara interna del
muslo, y entonces, de repente, levantó la pierna como lo había hecho en el sueño
y apretó la boca en el centro de ella. Todo el cuerpo de Jo se estremeció cuando la
lengua repentinamente raspó sobre la carne hinchada, excitada, y se agarró de la
manija de la puerta de la estancia en posición vertical, aliviada al no continuar
con el tormento, pero de pronto se levantó para reclamar sus labios de nuevo.

Nicholas le dio un beso con hambre, con las manos trabajando en la liberación de
sí mismo de sus pantalones vaqueros, y luego murmuró en tono de disculpa, -No
puedo esperar.-

-Yo tampoco-, respiró, y luego quedó sin aliento cuando, la alzó en sus brazos y
la llevó a la cama. Jo quedó sin aliento de nuevo cuando la dejó en el colchón. Se
recuperó y luego se sentó y se miró a sí misma. En su impaciencia, Nicholas
había arrancado su camiseta en la parte delantera. Ella se encogió de hombros
con rapidez, terminando a tiempo para ver Nicholas tirar de su propia camiseta
sobre su cabeza, los músculos ondulaban en el pecho cuando lo hizo. Se deshizo
de ella, lanzándola a través del cuarto donde aterrizó en la lámpara de escritorio,
e inmediatamente después salió de sus zapatos y empujó sus pantalones
vaqueros fuera de sus caderas. Sus acciones fueron rápidas y eficaces y Jo no
tuvo mucha oportunidad de disfrutar de la vista. En el momento en que él se
había desnudado a sí mismo, Nicholas se abalanzó sobre ella.

Jo volvió a caer con un gruñido de sorpresa y luego deslizó sus brazos alrededor
de él cuando tomó sus labios una vez más. No se empujó dentro de ella de
inmediato como había esperado, pero en vez de eso, lo alcanzó entre ellos para
comenzar acariciarlo de nuevo. Jo vaciló brevemente, insegura si su propia
pasión hubiera menguado cuando él se había desnudado, o si él pensaba que la
suya lo había hecho, pero cuando sintió su dura longitud contra su cadera,
decidió que él pensaba que necesitaba avivar más el fuego. Ella no lo necesitaba.
El sueño había tenido todas las caricias que su cuerpo podía soportar, y todo lo
que quería ahora era sentir su miembro duro en su interior.

Sin romper el beso, Jo lo empujó en el pecho. Se las arregló para atraparlo por
sorpresa y le envió a caer sobre ella en la cama. Jo rodó con él, su boca todavía
pegada a él, y las caderas a horcajadas sobre las de él. Se incorporó y descendió
de nuevo, introduciéndolo en ella en una acción rápida. Se congeló entonces,
gimiendo junto con él mientras la llenaba. Nicholas le quedaba como un guante,
acogedor y perfecto, y rompió el beso para mirar su rostro.

Abrió los ojos, y vio que la plata fundida era pura ahora.

Eran hermosos, y como nada que hubiera visto antes. Jo simplemente se sentó
allí, clavada en él y mirándolo hasta que levantó una mano para acariciar su
mejilla y luego de vuelta hasta la parte posterior de su cabeza para tirar de la cola
de su pelo. Nicholas enterró sus dedos en las hebras largas y los sacó al bajar
para reclamar sus labios una vez más. Cuando su boca cubrió la de ella, se sentó,
su pecho rozando sus senos, y Luego metió las manos debajo de su trasero
instándola a levantarse y luego de regreso abajo.

Jo gemía con la sensación que se disparó a través de ella, y luego se hizo cargo
del movimiento por sí misma. Ola tras ola de placer en aumento rodando en su
cerebro y la instó a continuar, Nicholas empujó sus caderas para cubrir sus
pechos en su lugar, apretando los orbes redondos y jugando con sus pezones.

Jo rompió su beso con un grito ahogado cuando él los pellizco, su cabeza caía
hacia atrás, el cabello le cayó hacia atrás y le hicieron cosquillas en la espalda
cuando Nicholas la mordió en el fondo de la garganta. Sintió un pellizco de dolor
cuando sus dientes rasparon la piel expuesta, pero fue seguido por el placer
insoportable que se unió a las sensaciones que ya la agredían y le hizo gritar
cuando el tsunami de todos los orgasmos explotó dentro de ella. Jo era
vagamente consciente de Nicholas tirando de su cabeza y gritando un latido del
corazón más tarde, pero luego cayó la noche y ella se desplomó contra él.

La primera cosa que Jo vio cuando abrió los ojos fue el brillo del reloj digital de
alarma en el cuarto oscuro. Eran las siete treinta y dos. Estaba tumbada en la
cama, el cuerpo caliente de Nicholas a su espalda, el peso de su brazo doblado a
su alrededor y escondido debajo a su lado. Jo se quedó quieta por un momento,
no deseaba despertar a Nicholas, pero su vejiga se quejaba y finalmente tuvo que
moverse. Iba despacio y con cuidado, trataba de liberarse por debajo del brazo de
Nicholas sin despertarlo, pero apenas había comenzado cuando de repente
apretó el brazo alrededor de ella, atrayendo su espalda contra su pecho.

-¿Adónde vas?- preguntó con voz áspera por el sueño.

Antes de que Jo pudiera responder, su mano encontró un pecho y lo cubrió para


exprimirlo ligeramente y empezó a acariciarla con la boca en el cuello.

Ella tomó aliento, y movió su trasero contra él cuando el deseo se movió dentro
de ella.

-Mmm-, murmuró Nicholas, instando a sus propias caderas más contra ella para
que sintiera su erección, incluso a medida que crecía entre los dos. Luego dejó su
pecho y alcanzó su rostro, capturándola por la mandíbula para girarle la cabeza
para que pudiera inclinarse sobre ella y reclamar sus labios.

Jo se volvió cuando la besó, rodando sobre la espalda y deslizando el brazo libre


a su alrededor. Atrapado entre sus cuerpos, pasó los dedos por lo que podría
alcanzar de su pecho mientras lo besaba.

-Sabes bien,- murmuró Nicholas contra su boca, su mano liberó su rostro para ir
a la deriva por su cuerpo.

-Yo, oh…,- gimió Jo cuando su mano se detuvo y la palma de su mano apretó su


pecho. Luego se apartó para acariciar su estómago antes de planear hasta la
cadera, y ella gimió de nuevo, ya que hacía cosquillas sobre el hueso de la cadera.
Pero luego cambió de nuevo, recorriendo alrededor de su parte inferior para
acercarla más a su lado y apretar sus caderas con la de él.

-Te necesito de nuevo-, gruñó, sumergiendo la mano bajo su trasero y la puso


entre sus piernas para encontrar el centro de su entusiasmo en una ruta indirecta.
-Necesito... oh.- Jo se detuvo a jadear cuando había dejado las caricias para
deslizar un dedo en su interior. Cuando recobró el aliento de nuevo, terminó, -
hacer pipí.-

Nicholas calló y luego se echó hacia atrás para mirarla.

-Lo siento-, murmuró con ironía, y luego se separó de él para sentarse.

-La naturaleza llama.-

Nicholas volvió a caer en la cama con un gemido y luego se sentó para verla
corretear desnuda por la habitación hasta la puerta del baño y gruñó: -no te
demores.-

Su respuesta fue una risa cuando desapareció en el cuarto de baño y cerró la


puerta.

Suspirando, Nicholas se dejó caer en la cama de nuevo, una sonrisa curvando sus
labios. Jo era... Bueno, era un pedacito de cielo, es lo que era; hermosa en sus ojos
y elegante y fresca... La mujer perfecta para él.

Era una maldita lástima que no pudiera mantenerla, Nicholas pensó con
amargura, y cerró los ojos cuando los blandos, cálidos sentimientos de hacer el
amor se apartaron para permitir que la realidad interviniera.

Nunca debería haberla tocado. Fue culpa del sueño, por supuesto. Allí estaba
uno de varios signos de que se había reunido con una compañera de vida; no ser
capaz de leerla o de controlarla, era sólo uno de esos signos. Otra señal de un
compañero de vida era compartir sueños, por lo general los eróticos, y Nicholas
sabía que no había estado solo en el sueño que había tenido de su interludio en
las celdas de la casa del ejecutor. Se había despertado con una rabiosa necesidad
y había tratado de salvar a ambos del dolor de corazón por eso había huido hacia
el cuarto de baño para darse una ducha fría, pero Jo no le había dejado. Nicholas
no la culpó. No tenía idea de lo que estaba pasando aquí y no tenía ninguna
duda como había despertado por el sueño con él, pero ceder a ella había sido un
grave error.
Eso sólo haría más difícil renunciar a ella cuando llegara el momento, e iba a ser
muy pronto. No podía mantenerla con él. De hecho, su plan para hacer el amor
otra vez era increíblemente estúpido ahora que estaba pensando. Simplemente
sería hacer las cosas aún más difíciles.

Rodando por la cama, Nicholas se puso de pie, los ojos aterrizaron en el pastor
alemán dormido en el sillón amortiguado por el escritorio.

Se había olvidado de todo sobre el perro y sospechaba que no iba a dormir en los
muebles, pero recordó que Charlie había estado durmiendo en la cama con Jo,
cuando había entrado y no lo molestó. En su lugar, se movió por la sala
recogiendo su ropa y luego la puso en la cama y se sentó a esperar cuando oyó la
ducha, dentro del baño.

Debería entrar en el cuarto de baño en el momento en que saliera, sin perjuicio de


sí mismo para una ducha de agua fría para enfriar las pasiones furiosas que la
sola idea de Jo le causaba, y luego sentarse para bajar y explicar la situación antes
de que las cosas fueran demasiado lejos. Nicholas no tenía ninguna duda en el
momento en que Jo oyera lo que tenía que decirle, que estaría más que feliz de
dejar que la llevara de regreso a la casa del ejecutor y sacarlo de su vida.
Capítulo Nueve

Jo tomó una ducha rápida. Había sido cosa-del-momento.

Había estado a punto de salir del cuarto de baño después de terminar sus
asuntos, pero cuando vio la maraña que era su pelo en el espejo del baño, se
volvió para encender la ducha. Se lavó el pelo, de forma rápida enjabonó y
enjuagó su cuerpo, cerró los grifos, y casi se mató en su prisa por salir de la
bañera, tropezando con el borde, sólo salvándose al agarrarse del toallero.

Haciéndose muecas a sí misma por lo que hizo, Jo se irguió, tomando una toalla.
Estuvo secándose rápidamente el cuerpo en el más superficial de los trabajos, y
luego se envolvió la toalla alrededor de sí misma al estilo de una toga y se dirigió
hacia el dormitorio con toda la intención de saltar sobre Nicholas y tenerlo de
nuevo a su manera.

En cambio, no acababa de salir de la habitación antes de que él se deslizara junto


a ella, los pantalones vaqueros en la mano, diciendo, — Mi turno.

Jo se volvió hacia la puerta del baño justo a tiempo para verlo cerrar. Una sonrisa
curvó sus labios y dio un paso, pensando en lo divertido que sería reunirse con
él, sólo para parar cuando oyó el cerrojo al ponerse. Levantó sus cejas
ligeramente ante el sonido, pero luego miró a su alrededor hacia el susurro que
venía desde la esquina de la habitación. Se volvió para ver a Charlie bostezando
cuando se sentó en la silla, al parecer, había dormido en ella. La vista de
inmediato le hizo fruncir el ceño.

— Lo sabes bien, — murmuró Jo, pero no podía estar tan enfadada. Lo había
dejado estar en los muebles todo el día. Además, no hubiera querido dormir en la
alfombra tampoco. Sin embargo, la leve amonestación fue suficiente, Charlie
saltó de la silla y vino a sentarse en cuclillas frente a Jo. En sus ojos aparecía una
casi disculpa cuando la miró.

Jo sonrió con ironía y se agachó para acariciarlo, preguntándose qué había estado
haciendo mientras ella y Nicholas habían estado "ocupados". Se había olvidado
del pobre, y tonta como parecía, estaba esperando que durmiera. Simplemente,
parecía espeluznante pensar en él sentado observando durante esos momentos
de pasión.

Encogiéndose ante la idea, Jo se enderezó. Vio sus vaqueros extendidos fuera de


la puerta del baño, pero los dejó y se trasladó a la cama con la intención de
acostarse, sólo para hacer una pausa cuando Charlie se quejó y se movió a la
puerta de la habitación del hotel, retrocedió otra vez, y luego otra vez a la puerta.
Retroceder era la señal de que necesitaba dar un paseo, Jo suspiró y luego fue a
buscar los vaqueros después de todo. Se había puesto sus bragas y los pantalones
vaqueros antes de entrar en la búsqueda de su camiseta. La encontró al otro lado
de la cama, pero en el momento en que lo recogió, Jo recordó que Nicholas la
había destrozado.

Arrugando la nariz, la dejó en una silla y debatió qué hacer cuando vio la
camiseta de Nicholas encima de la cama. Como recordó, había sido arrojada a la
lámpara del escritorio anterior. Debió haberla recogido para entrar al cuarto de
baño y se la dejó en su prisa.

Jo se encogió de hombros y lo recogió. Su pérdida era su ganancia. No podía


caminar en topless. Jo la tiró sobre la cabeza, sonriendo cuando fue
inmediatamente envuelta en su olor. Hizo una pausa para respirar
profundamente antes de tirar todo el camino y en meter—una camiseta grande
en sus pantalones vaqueros. A continuación, un vistazo a la puerta del baño,
considerando la posibilidad de decirle a Nicholas a dónde iba. Jo sospecha de
que si lo hacía Charlie protestaría así que era probablemente mejor hacerlo y
hacerlo mientras estaba en la ducha, decidió. Sería una suerte que incluso
pudiera llegar antes de que terminara de ducharse, y no necesitara saberlo.

Jo se movió a la mesa para recoger la bolsa de KFC tirada allí. Su mirada se cruzó
con el cubo, que notó con una pequeña y divertida sonrisa, estaba vacío. Nicholas
había tenido aparentemente hambre. Volvió a por la comida cuando ella estaba
durmiendo. Vio un pedazo de papel lamido y limpio sobre la alfombra, y supuso
que Charlie no lo hizo. Jo sacudió la cabeza, agarró la bolsa, un tenedor de
plástico, servilletas, y una de las fichas clave del paquete de la mesa y se acercó a
la puerta donde Charlie esperaba, gimiendo casi sin parar ahora. Parecía que en
realidad tenía que salir, y Jo supuso que sólo se alegraba de que no hubiera
tenido un accidente en la habitación mientras dormían.

Con miedo de encontrarse con problemas en el ascensor, Jo llevó a Charlie a la


puerta de la escalera. Él siguió con entusiasmo cuando abrió la puerta y luego fue
a la cabeza, recorrió rápidamente las escaleras a una velocidad que la obligó a
correr para mantenerse al día. Todo lo que Jo podía pensar era que lo mejor sería
dejarlo correr mientras estuvieron fuera, porque no había forma de que estuviera
corriendo todo el camino de vuelta.

Se las arreglaron para escapar del edificio sin encontrar a nadie, pero le llevó un
poco de tiempo a Jo encontrar un parque. Una vez lo hizo, esperó pacientemente
a Charlie, que había estado gimiendo con la necesidad de forma completa, pasó
un buen par de minutos olfateando cada árbol antes de levantar la pierna. A
continuación, tuvo que encontrar otro lugar digno de hacer su negocio más sucio.
Jo limpió detrás de él, utilizando la bolsa de KFC, y luego se deshizo de sus
ofrendas en la basura antes de que lo llevara de la forma en la que había venido.
Estaban pasando una pizzería a medio camino cuando la puerta se abrió y una
ráfaga que venía de la cocina a pepperoni y salsa de tomate golpeó su nariz y su
estómago comenzó a gruñir. Deteniéndose, Jo se asomó por la ventana, su boca
se hizo agua mientras observaba adentro a un trabajador sacando una pizza
recién horneada del horno.

Justo estaba decidiendo si entrar y comprar una para llevarla al hotel, cuando de
repente Charlie emitió un extraño gruñido de la misma forma que lo hizo en el
apartamento cuando el Chico del mal aliento había estado fuera de la puerta.

Al mirar hacia abajo, vio que estaba rígido e inmóvil, las orejas hacia atrás y
mostrando los dientes gruñendo a algo a su derecha. Jo se asomó en esa
dirección, pero no podía ver lo que tenía en el borde. Sin embargo, era lo
suficiente como para recordarle que el Chico del mal aliento, o Ernie, como
Nicholas le había llamado, estaba todavía en alguna parte, posiblemente en su
busca, y Bricker y Anders también. Ahora no había tiempo para estar vagando
por las calles innecesariamente. Necesitaba averiguar por qué ese tipo Ernie
estaba detrás de ella… y por qué Bricker y Anders iban tras Nicholas. Cuando lo
sacó de la celda había pensado que todo era un gran juego, pero el incidente en
su apartamento la había convencido de que era grave.

Charlie lanzó otro gruñido, y Jo lanzó otra mirada alrededor, pero aún no vio
nada. De pronto, nerviosa, se apartó de la pizzería, ansiosa por volver al hotel.

Había pedido una pizza cuando volvió a la habitación, Jo se aseguró que había
seguido su camino, golpeando su pierna como de costumbre, para que Charlie
viniera. Como era normal, el pastor alemán no se había ido de su lado desde que
salió de la habitación.

No fue más que acercarse al hotel, cuando Jo pasó a una linda rubia que le
recordó un poco a Gina. La preocupación por su vecina pasó a la vanguardia de
su mente. Sospechaba que Gina había corrido hasta la casa de J.J. o algo por el
estilo, tal como le había indicado, se sentiría mejor si estuviera segura.

Frunciendo aún más el ceño, Jo llevó a Charlie por la misma puerta de salida de
incendios que habían utilizado anteriormente. Se dio un codazo a un lado en la
piedra que había allí para evitar que la puerta se cerrara y condujo a Charlie al
interior. El pastor alemán subió de inmediato la escaleras, pero Jo lo siguió más
despacio, haciendo una mueca a la subida ante ella.

Estaba respirando agitadamente en el momento en que llegaron a su piso.


Charlie, movía sin embargo, todavía la muy alegre cola, esperando con
impaciencia que abriera la puerta. En el momento en que lo hizo, se lanzó a la
puerta de su habitación del hotel con un infalible sentido de la orientación que
siempre la asombró. Jo abrió la puerta, así, lo esperaba para entrar, y luego
siguieron.

La ducha seguía sonando en el baño, pero no creía haberse ido más de diez
minutos, posiblemente, quince. Estaba pasando la puerta cuando el agua de
repente se quedó en silencio, sólo para volver a empezar al latido siguiente.

Alzando las cejas, Jo se detuvo junto a la puerta y gritó, — ¿Nicholas? ¿Está todo
bien ahí?

— Bien, — fue la respuesta apagada. — Sólo cambié a agua caliente.

— Bien, — Jo señaló la palabra tratando de resolver lo que quería decir cambiar


a agua caliente. Si habría sido una ducha fría antes de esto, se preguntó con un
poco de confusión. Apartando la preocupación, cruzó la sala para ir al teléfono y
hacer las llamadas a la pizzería y a Gina. Llamó a Gina en primer lugar, aliviada
cuando su amiga respondió sonando perfectamente, estupenda.

— ¿Gina? ¿Estás bien? — Preguntó Jo de todos modos.

— ¿Jo? — Preguntó Gina, y dijo, — Sí, seguro que lo estoy. ¿Por qué no? ¿Cómo
estuvo la fiesta?

Jo parpadeó ante la pregunta y luego le preguntó vacilante, — ¿La fiesta?

— Sí, la fiesta en casa de tu hermana, — explicó, y añadió, — Le di de comer a


Charlie esta mañana y lo llevé a caminar, pero querrá más comida pronto. Puedo
ir a darle de comer de nuevo ahora si no vas a estar en casa durante un tiempo,
pero ¿sin dudas la fiesta ha terminado?

— Gina, — dijo Jo lentamente, tratando de entender lo que estaba oyendo. Gina


parecía no tener memoria de su vuelta a casa antes. Se aclaró la garganta, dijo, —
Charlie está aquí conmigo. ¿No te acuerdas que regresé a casa antes?

— ¿Qué hiciste, colarte por delante de mi puerta, mientras estaba en el baño? —


Preguntó Gina con una risa. — Deberías haberte detenido y dejarme saber que
estabas de vuelta.

Jo frunció el ceño. — ¿No recuerdas haberme visto antes?

— ¿De qué estás hablando? — Preguntó Gina, y hubo un gesto en su tono


ahora. — No te he visto desde que te fuiste ayer a lo de Sam.

Jo se hundió al sentarse en la silla del escritorio del teléfono, con la cabeza


palpitante. Gina no recordaba nada de lo que había ocurrido en el edificio
aquella tarde... hacía sólo unas horas, de hecho.

— Oh, espera, hay alguien en la puerta, — dijo Gina de repente, y Jo oyó un


fuerte ruido a través del teléfono como si lo hubiera apretado contra su pecho. La
alegre voz de Gina estaba apagada, y luego un prolongado silencio antes de que
Gina volviera de nuevo y dijo, — De todos modos, ¿dónde estás?

— ¿Quién está en la puerta? — Preguntó Jo con recelo.

— El chico de abajo, — respondió Gina. — Ahora, ¿dónde estás? Tu amigo Justin


vino a buscarte de nuevo.

— ¿Justin? — Jo se hizo eco al comprender. — Es guapo, pelo oscuro y caliente


en ropa de cuero.

Gina hizo una breve pausa y luego añadió, — Sí y llevaba a un tipo alto y negro
muy caliente con él.

— ¿Bricker? — Respiró Jo. Todo el mundo lo llamaba Bricker por lo que de


hecho, había olvidado su nombre de pila.

— Sí, Justin Bricker, ese es, — dijo Gina. — Eso es chica. Él quiere que le llame,
si vienes a casa, ¿Vendrás pronto a casa, Kay? Porque está caliente y quiero la
excusa para llamarlo.

— Sí, — murmuró Jo. — Me alegro de que estés bien, Gina. Me tengo que ir
ahora.

Colgó antes de que Gina pudiera pedirle algo más, y luego simplemente se sentó
allí. Gina no parecía recordar nada sobre el incidente de la tarde. Jo recordó la
mirada en blanco que había estado en la cara de la otra mujer cuando había
abierto la puerta y mirado por primera vez el pasillo junto al Chico del mal
aliento sosteniendo su brazo.
El recuerdo le hizo fruncir el ceño. Era el mismo aspecto que había tenido el
rostro de la recepcionista de antes, cuando había comprobado el Registro. Como
si no hubiera nadie en casa y estuvieran siendo controladas, pensó.

Lo que era una locura pensar, se dijo Jo a sí misma en silencio. Nicholas


probablemente había deslizado un poco de dinero sin que le viera y la hizo más
susceptible, y Gina probablemente había sido drogada para tranquilizarla. La
droga probablemente había afectado a su memoria, se aseguró Jo, y luego miró a
Charlie cuando de repente apoyó su cabeza en su regazo.

Jo sonrió y le acarició, su mirada se deslizó hacia el cubo de pollo vacío en la


mesa. La visión le hizo recordar que tenía hambre y había planeado pedir una
pizza.

Con un suspiro, sacó la libreta de teléfonos y rápidamente buscó la zona de la


pizza. Jo pidió dos grandes dos-por-uno especiales sólo en el caso de que
Nicholas y Charlie estuvieran hambrientos en el tiempo que llegara. Luego sacó
su billetera del bolsillo trasero. Una comprobación rápida le mostró que era
necesaria una carrera a un cajero automático. La ducha estaba funcionando
todavía y seguro que iba a ser larga, por lo que Jo tomó la tarjeta de su habitación
de nuevo, le dio unas palmaditas tranquilizadoras a Charlie, y salió de la
habitación. Esta vez tomó el ascensor, y estaba feliz de poder hacerlo. Sus piernas
aún le dolían un poco de la caminata de ida y vuelta.

Había una tienda pequeña en la planta principal del hotel, cajeros con señales de
ATM en la ventana, Jo entró, hizo un retiro, y luego compró un par de gaseosas
antes de volver arriba.

La ducha por fin se había cerrado en el baño cuando volvió a entrar. Jo pasó la
puerta, dejó las gaseosas y cogió el cubo de hielo cuando se abrió la puerta del
baño y Nicholas salió.

— Finalmente, estaba empezando a pensar que te habías ahogado en la bañera,


— bromeó mientras tomaba la bolsa de plástico transparente del cubo y lo abrió
para meterlo dentro. Luego se dirigió a la puerta. — Ahora vuelvo.
Nicholas la tomó del brazo mientras pasaba, la preocupación en su rostro.

— ¿Adónde vas?

— A por hielo, — dijo ella, levantando la cubeta ligeramente.

— Yo lo traeré. — Tomó el cubo y su tarjeta llave, pero cuando se volvió hacia la


puerta era su turno para recuperar el brazo.

— Es posible que desees cubrir ese magnífico pecho antes de salir, estúpido. No
quieres que las criadas se desmayen por la emoción y el gusto de verte.

Nicholas se miró, sonriendo irónicamente, cuando vio que tenía un punto ya que
estaba sólo en sus pantalones vaqueros. La miró, levantando las cejas cuando se
dio cuenta de que de hecho ella llevaba su camisa.

— Rompiste la mía, — le recordó Jo con un encogimiento de hombros y luego


alcanzó el dobladillo, como si fuera a tirar para arriba y quitársela y preguntó, —
¿La quieres de vuelta?

— ¡No! — Nicholas capturó sus manos, deteniéndola, y luego le dio unas


palmaditas en el brazo y pasó junto a ella en la habitación, murmurando, —
Tengo otra.

Jo se apoyó en la puerta del baño, sonriendo con diversión mientras observaba


que se movía hacia la bolsa de lona que había traído de la camioneta. Nicholas
parecía un poco agitado cuando la abrió rápidamente para recuperar una
camiseta limpia. Sin duda estaba evitando mirarla, y ella sospechaba que
definitivamente le había avergonzado con sus burlas.

— Lamento lo de tu camisa, — murmuró, tirando de la nueva camiseta. —


Puedes quedártela, por supuesto.

— Gracias, — murmuró Jo, comiéndoselo con los ojos cuando él se volvió y se


dirigió hacia la puerta.

Nicholas se detuvo cuando llegó hasta ella, y por un momento Jo pensó que iba a
besarla. Pero después de dudar un momento, su mirada en los labios, volvió su
rostro y continuó hacia la puerta, diciendo, — Hay un cepillo en mi bolsa si lo
deseas.

Las cejas de Jo volaron por su comentario cuando salió de la habitación y luego


se fue al cuarto de baño y chilló cuando alcanzó a ver su silueta en el vaho. El
espejo estaba cubierto con una capa de vaho por la prolongada ducha de
Nicholas, pero podía verse a sí misma lo suficiente como para notar que su
cabello era un desastre rizado en la cabeza. Sólo entonces recordó que se secó con
una toalla el pelo y salió corriendo de la habitación para ir a Nicholas de un salto,
excepto que había salido corriendo del cuarto de baño y no había tenido un
espejo para comprobarse antes de apresurarse para que Charlie pudiera cuidar
de sus asuntos.

¡Dios mío!, se había llevado a Charlie a dar un paseo al parque con ese aspecto,
pensó Jo con consternación tomando una toalla y rápidamente comenzó a
limpiar el espejo. Era probable que no hubiera sido tan malo como ahora después
de la ducha, sin embargo, se tranquilizó. Por desgracia, Jo había heredado de su
madre, su cabello naturalmente rizado, si lo dejaba suelto tendía a imitar la masa
salvaje de Ronald McDonald's. Por eso solía recoger su cabello en una cola de
caballo.

Jo terminó de limpiar el espejo y suspiró mientras se vio mejor a sí misma.

Guau, era una Femme Fatale. No era extraño que Nicholas no la besara antes de
salir, tendría suerte si alguna vez intentaba besarla de nuevo después de verla
así.

Murmurando entre dientes, Jo salió del cuarto de baño hacia la bolsa de lona
para encontrar el cepillo mencionado. A continuación, buscó en la cama hasta
que encontró el coletero con el que había recogido su pelo anteriormente y
regresó al cuarto de baño para recoger su pelo. Tuvo una pequeña lucha. Su
cabello enmarañado como ningún otro. En verdad, era una de las pocas cosas
que odiaba de sí misma. Se consideraba lo suficientemente inteligente, tenía una
bonita figura, y era bastante guapa aunque su boca era un poco ancha y su nariz
un poco de punta hacia arriba. Pero su pelo era una miseria para ella.

Jo acababa de desenredar los nudos y estaba dando al pelo un cepillado final


para estar segura de que no se había perdido, cuando oyó la puerta principal
abierta.

— Un cubo de hielo, — anunció Nicholas cuando entró en la habitación.

Jo miró el reflejo de la puerta detrás de ella cuando Nicholas se dirigió con un


cuenco colmado de hielo en la mano.

— Gracias, — dijo, y empezó a recoger el pelo hacia atrás, reuniéndolo en su cola


de caballo habitual. — Hay gaseosa en el escritorio si así lo deseas.

— ¿Quieres que te sirva una? — Ofreció Nicholas, y entonces el ceño fruncido


entró en su voz al preguntar, — ¿De dónde provienen las gaseosas?

Jo no oyó bien la pregunta, sus brazos levantados, apartando con sus manos el
pelo de la cara y los ojos fijos en su ahora revelado cuello. Frunciendo el ceño,
miró las marcas durante un momento, y después de terminar de ponerse el
coletero se inclinó hacia delante y arqueó el cuello para ver más de cerca las dos
pequeñas punciones. Eso eran marcas de pinchazos. Curioso, pensó Jo. No tenía
ni idea de dónde habían salido. Debió haber sentido algo así. Sam tuvo dos
picaduras de mosca negra en el norte, que se habían visto algo similares, pero no
había moscas negras en el centro de Toronto.

— ¿Jo? ¿De dónde sacaste las gaseosas? — Nicholas apareció de repente detrás
de ella, con una lata de soda en la mano. — ¿No dejaste la habitación, no?

La cuestión murió cuando vio lo que estaba haciendo. Su mirada se deslizó sobre
las heridas punzantes, y luego se volvió y salió de la vista. Jo se quedó en el lugar
donde había estado durante un momento, y luego miró una vez más las marcas
de punción, miró de nuevo a la puerta vacía, y luego se volvió y lo siguió fuera
de la habitación.

Nicholas estaba de pie junto a la mesa vertiendo la gaseosa sobre el hielo en dos
vasos.

— Ven, siéntate, — dijo sin volverse. — Supongo que es cuando llegamos a las
explicaciones que querías.

Jo vaciló. Algo acerca de la forma en que dijo la hizo sospechar que estaba a
punto de aprender algo que no quería, pero cuando le deslizó un vaso en la parte
delantera del asiento al otro lado de donde él estaba y luego se instaló en la silla
de enfrente, Jo renunció a su posición y cruzó la habitación para instalarse en la
silla. Lo miró con recelo, a continuación, cogió su copa y dijo, — Estoy
escuchando. ¿Qué diablos está pasando?

— Bien... bueno... Lo siento. Te mordí. Soy un vampiro, — comenzó Nicholas, y a


continuación, saltó a su lado cuando su bebida fue por el camino equivocado y
empezó a asfixiarse.

— ¿Todo bien? — Le preguntó, preocupado, sus golpes llegaban a su fin junto


con su tos y un jadeo lento.

Jo asintió con la cabeza, secándose la cara y respirando profundamente,


esperando que la picazón en la nariz y los pulmones parara. Ahogada con
gaseosa, decidió, sería una experiencia terriblemente dolorosa. Sacudiendo la
cabeza con el pensamiento completamente vano, Jo recogió su copa de nuevo,
tomó un trago para aclararse la garganta, y luego colocó el vaso cuidadosamente
hacia abajo y se volvió para mirar a donde él aún se cernía a su lado. — ¿Por qué
clase de idiota me tomas? ¿Soy un vampiro? Si esa es tu idea de una línea de
recogida, se trata de la más necia, poco trivial de mierda que he escuchado en
mucho tiempo. He tenido las mejores líneas de los expertos por ordenador en la
universidad. Una basura…— Jo se interrumpió cuando Nicholas de pronto abrió
su boca y vio dos dientes muy afilados, colmillos de aspecto malvado, como los
de un perro. Jo estaba lo suficientemente cerca para ver que no era ningún truco.
Esos eran sus dientes creciendo realmente y cambiando, se dio cuenta, y de
repente hubo un destello de su sueño con Chico del mal aliento. Ernie, ojos
brillantes y colmillos, gruñendo como un perro rabioso. Sólo que no había tenido
la sensación del resto del sueño, bueno o no. En ese momento se sentía como un
recuerdo que de alguna manera había logrado quedarse velado antes, cuando el
resto había vuelto a ella.

— ¡Mierda! — Repitió Jo con más fuerza, y saltó de su silla y lejos de Nicholas.

— Jo, espera un minuto, — dijo rápidamente, agarrando su brazo mientras


trataba de correr a la puerta.

— No me toques, — jadeó, perdiendo el control y frente a él retrocediendo hacia


la puerta.

— Muy bien, — dijo Nicholas con tono conciliador, levantó las manos, las palmas
abiertas en la tradicional manera para tranquilizar. — Está bien. No te tocaré.
Cálmate. Estás a salvo. Soy un vampiro bueno, — añadió, y luego hizo una
mueca, como si no pudiera creer que hubiera pronunciado esas palabras.
Suspirando, Nicholas intentó una táctica diferente, diciendo, — Te he protegido,
¿recuerdas? ¿De Ernie? ¿Dos veces?

Jo se había apoyado en el vestíbulo de la pequeña entrada, pero Charlie estaba


tendido en la alfombra bajo la mesa. El pastor alemán miraba con incertidumbre
de ella a Nicholas como si no estuviera seguro de lo que estaba haciendo ese par.
No parecía especialmente preocupado. Sin embargo, tal vez algo curioso, como
preguntándose cuál era su problema.

Jo desaceleró hasta detenerse al darse cuenta de que no podía dejar al perro atrás,
y después, lentamente, consideró las palabras de Nicholas.

Le había salvado dos veces, reconoció, lo miraba con recelo, y si hubiera querido
hacerle daño... Miró su mano y la puso en el cuello, recorriendo suavemente las
heridas punzantes allí. No dolía, y mientras tenía un vago recuerdo de sentir un
pellizco leve mientras se... bien, antes en la cama, no le había hecho daño,
tampoco. Sin embargo... —¿Me mordiste?

Nicholas hizo una mueca. — Lo siento. No quería. Estaba demasiado excitado y...
— Se encogió de hombros con tristeza. — Lo siento, Jo.
Se relajó un poco, y luego movió la cabeza y dijo con incredulidad, — ¿Un
vampiro bueno?

— Esta no fue tal vez la mejor manera de empezar, — reconoció él en un suspiro.

— ¿Tú crees? — Preguntó sarcásticamente.

— Sí, — dijo Nicholas con ironía, y añadió, — Y no soy un vampiro de todos


modos, es justo lo que a otros les gusta llamarnos.

Jo apoyó las manos en las caderas. — Correcto. Claro. Me dices que eres un
vampiro, me muestras tus colmillos para probarlo, y ¿luego me dices que no eres
un vampiro? Vi los colmillos y el mordisco, Nicholas. Quiero decir, ¡Oh,
espera…!— Jo se interrumpió de repente. — Corrías bajo el sol hoy cuando me
sacaste del apartamento. Los vampiros no pueden salir a la luz del sol. — Jo
frunció el ceño. — ¿Cuál es la trampa aquí? ¿Son falsos esos dientes? Me
mordiste con algún tipo extraño de dentadura postiza, ¿un truco gótico?

— No, — le aseguró Nicholas solemnemente. Luego vaciló y sugirió, — ¿Por qué


no vienes a sentarte de nuevo y te explico todo?

Jo miró la mesa, y luego a Charlie. El pastor alemán al parecer se había aburrido


con su drama por lo que apoyó la cabeza hacia abajo, con los ojos cerrados. Su
mirada se deslizó a Nicholas.

— Estás totalmente segura conmigo, — prometió Nicholas, y luego señaló, — Iba


a dejarte en la clínica y a esperar a que Bricker y Anders te recogieran para
mantenerte a salvo. Ahora no te dañaría.

Jo sintió que se relajaba un poco. Se olvidaba que la primera vez que se habían
encontrado él la había salvado del Chico del mal aliento-Ernie. Hoy se habían
encontrado de la misma manera. ¿Por qué Nicholas la salvaría, sólo para herirla
de nuevo?

— Bien, — dijo Jo, por fin, e hizo un gesto a la mesa. — Siéntate y yo me uniré a
ti.
Nicholas miraba de ella a la puerta, y luego a la mesa, sin duda, preocupado de
que huyera de la habitación cuando se diera la vuelta para reclamar su silla. Sin
embargo, él asintió solemnemente y así lo hizo.
Capítulo Diez

Jo esperó hasta que Nicholas fuera a toda prisa hacia su silla y observó su
manera de traspasar la puerta y como poco a poco cruzó la habitación para
sentarse. Ella le miró en silencio y luego simplemente alzó las cejas con
interrogación.

—¿Y? ¿Eres un vampiro, o no?

Nicholas vaciló. —No en el sentido tradicional.

—Ajá y ¿cómo funciona eso? —Preguntó Jo secamente. —Eso es como si una


mujer embarazada dijera que no lo está en el sentido tradicional. O estás
embarazada o no lo estás y o eres un vampiro o no lo eres. ¿Entiendes?

Nicholas frunció el ceño y levantó su vaso para darle un trago. Con expresión
reflexiva, tragó, posó el vaso y dijo, —Mira me he explicado mal, he empezado
por el culo del caballo no por la cabeza. —Jo simplemente arqueó una ceja. —
Nuestro vampirismo tiene una base científica. —Jo levantó la otra ceja. —Uno
de mis ancestros era científico, —comenzó, —estaba experimentando con nanos
y bioingeniería, tratando de encontrar una forma de reparar lesiones y curar
enfermedades desde el interior del cuerpo sin necesidad de cirugía. Esos nanos
serían inyectados en la persona para que hicieran su trabajo... Algo así como...
¿Has visto esa película en donde se escoge a un grupo de personas y les
inyectan una enfermedad en un buque?

—Sé de qué película estás hablando, —reconoció Jo lentamente, con curiosidad.


—No recuerdo el título, pero sé que película es.

—De acuerdo, así sabes de lo que hablo.

—¿Y lo consiguió?— Preguntó Jo con interés.

—No, murió, —dijo Nicholas con una mueca. —Quiero decir que sí, murió
antes de perfeccionar el trabajo. Otros lo reanudaron donde él lo dejó,
finalmente tuvieron éxito... más o menos. No fue tan exitoso como habían
esperado. —Él hizo una pausa para tomar otro trago antes de agregar, —O tal
vez tuvieron más éxito de lo que se esperaban.

Jo alzó las cejas otra vez. —¿Qué? ¿Fue exitoso o no?

—Sí y no, —dijo. —El resultado final funcionó, pero... Estos bio-nanos
destruyen las enfermedades del cuerpo y reparan las lesiones, pero una vez
hecho se suponía que se desintegrarían y el cuerpo los expulsaría... sólo que no
paso así.

—¿No se desintegran? —Preguntó ella.

—Bueno, —dijo Nicholas con gravedad y luego explicó, —Mira, su programa


era general y no específico. No era como si se hubiera creado un grupo de nanos
para los diferentes tipos de cáncer o reparar los huesos de una determinada
parte del cuerpo o la piel, etc. Era un tipo de nano con un campo más amplio y
general, para reparar el cuerpo y devolverlo a la condición óptima y evitar,
básicamente, la autodestrucción, pero el cuerpo está en constante necesidad de
reparación. Cada vez que respiramos absorbemos contaminación, el sol siempre
ataca la piel. Sólo el simple paso del tiempo hace que se desgasten las células,
huesos y tejidos. El cuerpo está en constante necesidad de reparación.

—Así que los nanos no se desintegran, están continuamente reparando.—Jo


acertó y él asintió con la cabeza, sonriendo levemente.

—Exacto.

Jo lo consideró y sacudió la cabeza. —No veo que sea un problema. Creo que
sería bueno tener algo así en el sistema humano que luchara contra las
enfermedades y curara las heridas.

—Sí, —dijo Nicholas solemnemente. —Pero tiene un precio.

—¿Cuál? —Preguntó con el ceño fruncido.


—Los nanos no sólo ven el cáncer o los resfriados o una terrible quemadura
como algo que necesita reparación. Están programados para reparar todos los
daños y mantener a su anfitrión en su condición optima... y ven los efectos de
envejecimiento, incluso como algo que necesita ser reparado. Lo reparan y lo
arreglan todo.

Jo entornó los ojos mientras le preguntaba, —¿Estás diciendo que la gente con
estos nanos no envejece?

Nicholas asintió. —El que tenía veinticinco o treinta años cuando obtuvo los
nanos seguirá aparentando esa edad aunque pase el tiempo.

Sus ojos se abrieron. —¿Es como beber un sorbo de la fuente de la juventud?


¿Nunca enfermas o envejeces y los ancianos son jóvenes de nuevo? —Cuando él
asintió, sonrió con ironía y dijo, — Perdóname, tal vez estoy siendo pesada,
pero todavía no me has contestado. ¿Cuál es el precio que has mencionado?

Nicholas hizo una mueca. —Los nanos usan sangre para realizar sus funciones,
así como para regenerarse a sí mismos.

—Eso es interesante,— dijo Jo, con los ojos cada vez más abiertos. —Nuestros
cuerpos crean sangre.

—Pero no lo suficiente para alimentar a los nanos, —dijo en voz baja. —Ellos
usan más sangre del que un cuerpo pueda crear por su cuenta.

—Entiendo.— Suspiró Jo entendiendo el problema y lo que significaba no ser


un vampiro en el sentido tradicional. —Entonces los nanos te dieron colmillos
para que puedas conseguir sangre, pero no pareces estar muerto, puedes
exponerte al sol y supongo que... ¿los iconos religiosos y otros símbolos que
afectan a los vampiros no te pueden afectar a ti?

—No,— dijo Nicholas estando de acuerdo.


Guardó silencio durante un minuto, volviendo su mirada a su vaso cuando ella
se apoyó en la mesa, su mente de repente se llenó de preguntas. Empezó con, —
¿Y tú tienes esos nanos?

—Sí.

Jo asintió. No era más de lo esperado. Le preguntó, —¿Cuánto tiempo llevas


con ellos?

—No te lo creerías,— añadió pensativo. —Estoy seguro de que sería un notición


si... En realidad, es más de lo que parece, —murmuró.

Jo lo miró fijamente cuando otra pregunta le vino a la cabeza. —¿Qué edad


tienes? Me refiero a que pareces tener más o menos veintisiete, pero si con los
nanos aparentas menos años... —Hizo una pausa. Evitando su mirada,
incómodo. Jo tuvo la clara impresión de que la pregunta no era algo que
quisiera contestar y comenzó a sospechar que era mucho mayor de lo que
parecía.

Probablemente de la edad de su padre o casi. Sin duda, le dieron los nanos


debido a una enfermedad del corazón u otra enfermedad relacionada con la
vejez. La idea le hizo suspirar con tristeza. Nunca había estado con hombres
mayores. Al menos, no hombres mayores así. Sus padres habían muerto en un
accidente de coche cuando era más joven, pero aunque su padre estuviera
muerto, no estaba buscando un padre sustituto. Cinco años era por lo general
su límite de diferencia de edad con los hombres. Por otra parte, el hombre no
aparentaba su edad. Y no se comportaba como un anciano de geriátrico.

—¿Y? —Insistió. —¿Qué edad tienes?

Nicholas la miró serio y luego admitió, —Nací en 1449.

A Jo se le cayó el vaso quedándose boquiabierta. —¿Qué? Creo que te entendí


mal. ¿Qué acabas de decir? ¿En qué año naciste?

—1449. —Repitió serio.


—Eso no es posible, —dijo finalmente. —No podía existir ese tipo de tecnología
en esa época.

—Mis antepasados la tenían, — aseguró Nicholas en voz baja.

—Tus antepasados ¿De donde eran? ¿Venus? ¿Saturno? ¿Marte, tal vez?

Nicholas sonrió levemente, pero sacudió la cabeza. —No, eran mortales de un


lugar llamado la Atlántida que desapareció antes de la llegada de Cristo.

—¿La Atlántida?—Preguntó Jo con los ojos muy abiertos. Había oído hablar del
lugar, por supuesto. Había oído hablar de la Atlántida y de sus mitos. Incluso
de que se dudaba si había existido el lugar alguna vez.

Al parecer, existió... y ¡Dios, no era una broma lo de que eran tecnológicamente


avanzados si habían experimentado con nanos!

Atlántida, pensó en un suspiro. No era igual a ella, en un país lleno de


canadienses se había enamorado del bicho raro. ¿La Atlántida? Ese
pensamiento le recordaba un espectáculo antiguo, que solía ver en reposiciones
cuando era niña, el hombre de la Atlántida. Miró sus manos perfectamente
formadas y se inclinó para mirar sus pies apoyados en las patas de la mesa.
Enderezándose le preguntó, —¿Tienes aletas como el Hombre de la Atlántida?

—No. — Espetó Nicholas con disgusto. —¡Por Dios, mujer, me has visto
desnudo!

—No es que me fijara mucho en tus pies, — dijo Jo secamente y entonces sus
ojos se abrieron más cuando el hombre se sonrojó.

Preparándose para una reprimenda suspiró y dijo, —Este espectáculo fue un


montón de tonterías. Estábamos hablando de vampiros, no de peces.

—Pero no de los vampiros tradicionales, sino de vampiros de la Atlántida, —


dijo Jo burlándose un poco.
Nicholas sonrió a regañadientes. —Prefieren que se les llame inmortales no
vampiros, pero lo de los vampiros es más conveniente a la hora de explicar las
cosas.

—Supongo que sí, — dijo Jo estando de acuerdo. Le miró en silencio durante un


momento, pero luego preguntó, —¿Así que Mortimer y los chicos que van con
él cazan vampiros de la Atlántida? Supongo que por eso tienen sangre en la
oficina. Él, Bricker y los otros saben de tu existencia y por eso andan detrás ti.

Nicholas vaciló, luego suspiró y dijo, —Mortimer, Bricker, Decker, Anders y


todos los otros también son parte de la Atlántida... Me refiero a que son
inmortales, — dijo haciendo una mueca.

Jo abrió mucho los ojos. —¿Mortimer? El novio de mi hermana, ¿Mortimer, es


un vampiro también? —Él asintió con la cabeza. Jo se sentó en el asiento con el
ceño fruncido. —Por eso lo de la sangre del garaje...

—Su alimentación, —dijo Nicholas.— La sangre ahora la bebemos de bolsas. Va


en contra de nuestras leyes beber de otra manera.

Jo arqueó las cejas y se tocó la herida de su garganta, hizo una mueca y agregó,
—Hay excepciones a la regla. Está permitido en casos de emergencia en que no
hay bolsas de sangre a nuestro alcance... o entre amantes.

Jo casi sonrió. Amantes. Apenas lo conocía. Pero lo de amantes era un término


mucho mejor que algunos que había oído. Lo miró en silencio un momento y
luego preguntó. — Entonces Mortimer es uno también y bebe la sangre en el
garaje.— Arrugó la nariz y sacudió la cabeza. —Dios, tengo que decírselo a
Sam. Tiene que saberlo...

—Ella lo sabe, —le aseguró Nicholas. —Es su compañera de vida. Se convertirá


con el tiempo.

—¿Cambiará?— Preguntó Jo bruscamente. —¿Quieres decir que ella también,


puede hacer eso?
—Estamos autorizados para hacerlo una vez, —admitió.

—Guau, —dijo Jo, sin saber cómo se sentía al respecto. Se suponía que eran
buenas noticias de alguna manera. No tendría que preocuparse por Sam porque
enfermara o muriera... pero... un vampiro...

—De hecho, no se ha decidido todavía, por los rumores que hay en la calle, se
negó, por ahora, porque eso significaría dejar de veros a ti y a tu otra hermana
durante diez años.

—¿De veras? —Preguntó Jo —¿Por qué diez años?

—Pero no solo a vosotras sino debe separarse de todo el mundo que la conoce.
Es para evitar que alguien se den cuenta de que no envejece, —explicó.— No
habríamos sobrevivido tanto tiempo si no hubiéramos mantenido nuestra
existencia en secreto.

Jo asintió. —Claro podríais ser perseguidos y usados para experimentos y no os


podríais alimentar.

—Ese es el tema, —reconoció Nicholas. —Aunque hasta los últimos siglos, era
más una preocupación por ser perseguidos y asesinados.

Jo hizo una mueca, pero dijo, —Has dicho que Sam es su compañera de vida.
Bricker, lo ha dicho una o dos veces también. Sólo pensé que era un término
extraño para una novia de California, pero...

—Una compañera de vida es mucho más que una novia o una esposa,— dijo
Nicholas interrumpiéndola. —Ella o él, es poco frecuente y maravilloso. Son la
única persona en todo el mundo con la que un inmortal puede relajarse y ser él
o ella misma.

—¿Por qué?— Preguntó Jo. —¿Qué los hace tan especiales?

—Ah... bueno...— Nicholas frunció el ceño, miró hacia atrás y dijo, —Para
explicártelo tengo que contarte algunas cosas.
—Adelante.

Él asintió con la cabeza, a continuación tomó aire y comenzó, —Los nanos nos
dan algo más que colmillos.

—Hablando de eso, entiendo por qué los nanos te proporcionaron colmillos,


pero ¿cómo lo hicieron? Seguramente los nanos no fueron programados para
modificar físicamente de esa manera.

—No. Estaban programados para mantenernos sanos y perfectos. En la


Atlántida, los colmillos no eran necesarios. Aquellos que habían sido inyectados
con nanos se les ponían transfusiones para compensar el problema de no
producir suficiente sangre para mantener los nanos. Pero luego la Atlántida
desapareció y ya no hubo más transfusiones. La Atlántida estaba aislada por el
océano y un grupo de montañas. Cuando desapareció, se hundió en el océano y
los supervivientes, en su mayoría inmortales, no tenía más remedio que cruzar
las montañas y reunirse con el resto de la sociedad, pero el resto del mundo no
estaba al mismo nivel tecnológico de la Atlántida. La gente estaba muy
atrasada, todavía primitiva. No hubo más transfusiones.

—Supongo que era un problema, —dijo Jo secamente.

—Definitivamente,— Nicholas estuvo de acuerdo. —Así que los nanos


alteraron a sus anfitriones, dado que lo necesitaban para sobrevivir en el nuevo
terreno. Les dieron colmillos, los hizo más rápidos, más fuertes y les dio una
mejor visión de noche como los depredadores nocturnos.

—¿Por qué la visión nocturna? —Preguntó ella. —Dijiste que podíais salir a la
luz del día.

—Podemos, pero es algo que tratamos de evitar, —dijo y explicó, —Por el daño
solar necesitamos más sangre ya que los nanos la necesitan para reparar y si
necesitamos más sangre necesitamos morder a más personas. En aquel entonces
nos alimentábamos de otras personas.

Nicholas se encogió de hombros como disculpándose.


Jo suspiró y dijo, —Así que lo de no salir a la luz solar es para evitar daños y así
reducir la cantidad de sangre que necesitáis.

Él asintió con la cabeza.

—Que sensibles, —murmuró, luego se aclaró la garganta y dijo, —Utilizabais a


gente para alimentaros ¿pero ahora solo consumís sangre de bancos?

Nicholas se mantuvo en silencio durante un momento y luego se aclaró la


garganta y dijo, —Va contra nuestras leyes morder a mortales ahora.

Jo entrecerró los ojos. Ella se había dado cuenta de que estaba evitando mirarla
de frente cuando contestó pero no había disipado sus dudas solo le había
contado que había mordido gente en el pasado. Ella lo dejó pasar por ahora y
dijo, —¿Qué más puedes hacer?

Nicholas la miró cauteloso. —¿Qué quieres decir?

—El chico de la recepción del hotel nos dijo que no se admitían perros en el
hotel te quedaste mirándolo y cambió de opinión. — Le recordó secamente y
Nicholas hizo una mueca.

—Oh, sí. —Suspiró. —Bueno, los nanos también nos hacen capaces de leer la
mente y controlar a la gente. Es más fácil cazar de esa manera, lo hacemos para
que no sientan el dolor de la mordedura. Podemos darles placer en vez de
dolor. También podemos saber si están sanos.

—Ya,— dijo Jo secamente, ahora se preguntó mentalmente que sin saberlo


cuando se encontró con Mortimer, Bricker y Decker, en el norte podían haber
estado jugando con su mente o más preocupante, había sido controlada.

—La capacidad no es sólo con los mortales, — continuo Nicholas rápidamente,


probablemente dándose cuenta de su malestar. —Podemos leer a otros
inmortales si no se protegen sus pensamientos y pueden hacer lo mismo con
nosotros. Lo he hecho a veces. Con otros inmortales alrededor estamos
constantemente en guardia, siempre recordándonos mantener un muro mental
para mantener nuestros pensamientos y sentimientos ocultos... excepto con un
compañero de vida, —añadió solemnemente. —Son personas muy raras que ni
se pueden leer o controlar. Estar con ellos es como encontrar un oasis en el
desierto. Puedes ser tú mismo sin necesidad de guardar tus pensamientos todo
el tiempo. Son tu compañero de por vida, una vida muy larga en la que estás
muy solo si no se tiene a uno.

Jo guardó silencio durante un minuto y luego dijo, —¿Así que no ser capaz de
leer o de controlar a alguien les hace un compañero de vida?

Él asintió con la cabeza. —Es la forma en que los reconoces. Eso y despertar el
apetito a avanzada edad.

—No entiendo, ¿qué quieres decir con lo del apetito?

Nicholas sonrió con ironía. —Después de un par de siglos, la mayoría de las


cosas se hacen aburridas. Lugares, puestos de trabajo y así sucesivamente.
Tenemos que cambiar cada diez años o menos para evitar que nadie se dé
cuenta de que no envejecemos, lo que ayuda poco y la mayoría de los
inmortales cambian de carrera cada cincuenta a cien años o así, algunos incluso
con más frecuencia. Pero algunas de las cosas que solemos hacer, nos molestan
y después de que pasan el primer par de siglos dejamos de hacerlas.

—¿Cómo qué?— Preguntó Jo con curiosidad.

—La comida.

—¿La comida? —Preguntó con sorpresa.

Nicholas asintió. —La comida se convierte en una molestia y tendemos a perder


el gusto por ella alrededor de los ciento cincuenta años.

Jo levantó las cejas. Había noches en que estaba tratando de averiguar qué hacer
para cenar para ella y le parecía una gran molestia. Sospechaba que después de
cien años, serían alrededor de treinta y seis mil quinientas cenas y muchos
almuerzos y desayunos. ¿Por qué molestarse?
— Pero... — Su mirada se deslizó hacia el cubo de pollo vacío entre ellos. Si
Nicholas había nacido realmente en 1449 había pasado mucho tiempo los ciento
cincuenta años, sin embargo, estaba comiendo. Jo no creía ni por un minuto que
Charlie se hubiera comido todo el pollo antes de acostarse.

—Y el sexo, —dijo Nicholas de repente, atrayendo su atención de nuevo.

Jo no podía creer lo que decía.—¿El sexo? ¿Puedes cansarte de eso?

Se encogió de hombros y dijo casi disculpándose, —Si no es con un compañero


de vida, con otros empieza a parecerse mucho a la masturbación después de un
tiempo.

—Oh, bueno, puedes controlar y hacer que te hagan lo que quieras,— se dio
cuenta y frunció el ceño, se preguntó si lo había hecho con ella. ¿Su pasión había
sido real? Sin duda parecía real. Había sufrido por él con todas las partes de su
cuerpo.

—Así que, lo que hicimos...

—Era real, —la interrumpió Nicholas con firmeza. —No te he controlado ni he


puesto pensamientos o sentimientos en tu mente. Nunca lo he hecho con
cualquier mujer, por lo menos no intencionadamente.

Se relajó al saber que no la había controlado y le creyó cuando lo dijo. Podría ser
tonta, apenas lo conocía, pero cuando se trataba de fe a fin de cuentas, Nicholas
tenía la confianza de Jo desde el principio. Así como Charlie.

—Así que el sexo puede ser aburrido,— Comentó Jo, resultándole difícil de
entender.

—Me temo que sí,— dijo Nicholas serio. —La mejor manera de explicarlo es
que se convierte en una función, repetitiva y aburrida. No hay ningún
sentimiento real hacia la otra persona cuando sabes que puedes leerla y
controlarla y una vez que has sembrado tus semillas, por así decirlo, no es sólo
lo más interesante. —El frunció el ceño y luego miró hacia abajo y murmuró, —
Hasta que encuentras a tu compañera de vida.

—¿Y qué se siente con un compañero de la vida? —Preguntó en voz baja.

Nicholas suspiró y pareció triste cuando admitió,—Entonces es todo


maravilloso, nuevo, increíble, apasionado, todo lo consume y es adictivo. No
puedes obtener suficiente al principio. Estar en la misma habitación con ella
hace que tu cuerpo vibre y duela. El olor es como un afrodisíaco, su sonrisa
hace que desees rasgar su ropa, su toque provoca el deseo de enterrarte en ella y
quedarte allí para siempre.

Jo tragó saliva. El hombre había levantado la mirada hacia ella a la mitad de sus
palabras y vio los ojos llameantes en plata que había notado anteriormente. Se
suponía que debía tener algo que ver con los nanos y lo de la visión nocturna,
pero no se lo preguntó. La cara de hambre en sus ojos la hacía retorcerse en su
asiento y se le puso la piel de gallina. Jo estaba muy segura de que sus pezones
estarían erectos demasiado pronto, como un perro salivando a la vista de los
alimentos, el cuerpo estaba respondiendo en busca sólo del suyo.

—No puedes leerme, —dijo bruscamente.

Nicholas se quedó inmóvil, los ojos perdieron parte de su brillo plateado y se


tornaron cautelosos. —¿Qué te hace pensar eso?

—Oh, no lo sé,—dijo Jo arrastrando las palabras. —Tal vez por el hecho de que
dijeras: no puedo leerte. Anoche lo dijiste en tono de pregunta después de
intentar enviarme de vuelta a casa.

—Tenía la esperanza de que no hubieras oído eso, —murmuró, dejándose caer


en su silla.

Jo parpadeó. —Déjame aclarar esto. No puedes leerme y por tu gusto por la


comida, yo diría...—agregó secamente, —¿El sexo ha vuelto a interesarte?

—Sí, pero...
—Y, según tú, estas son señales de un compañero de vida. ¿Sí?

—Sí, pero...

—Estoy de acuerdo contigo, —continuó, —¿Los compañeros de vida son raros y


maravillosos como un oasis en el desierto?

—Sí, pero...

—Pero no me quieres,— terminó Jo por él amargamente y luego preguntó, —


¿Qué? ¿Eres gay? Porque tengo que decir, que si eres gay, hiciste una muy
buena imitación de un hombre heterosexual antes.

—No soy gay.—Le aseguró Nicholas con un suspiro.

—Y sin embargo, no quieres que yo... yo, sea tu compañera de vida, —dijo con
fingido buen humor. —Curioso, ¿no?

—No es que no quiera, Jo,— dijo y luego maldijo la frustración y admitió, —


Dios, todo lo que puedo hacer es pensar en ti. Casi me provoqué a mí mismo
hipotermia por darme una ducha fría esta tarde, entonces, casi me escaldo
después por dármela caliente y todavía no puedo pensar en nada más que en ti.
Desnuda, medio desnuda o incluso no desnuda, sino en una faldita corta que
levanto para poder sumergirme en ti.

Jo parpadeó cuando pensó en la imagen. Normalmente no usaba faldas, pero


tenía una o dos para ocasiones especiales y tenía una de cuero negro que sería
perfecta para lo que sugirió. Si la hubiera llevado la noche anterior, Jo sospechó
que Nicholas se la habría arrancado y que habría hecho más que besarla antes
de que hubieran sido interrumpidos por los ruidos de los hombres en el garaje.

Maldita sea, Jo se dio cuenta con consternación, que con apenas un par de
palabras había conseguido ponerla caliente otra vez. Con un suspiro, dijo, —
¿Cuál es el problema? Me quieres, yo quiero que... —Jo hizo una pausa, frunció
el ceño y luego dijo, —Por supuesto, no estoy hablando de matrimonio ni nada
de eso. Tenemos que llegar a conocernos mejor y estoy muy ocupada. Pero no
me opondría a que ocasionalmente cenáramos y luego tuviéramos sexo muy
caliente.

—Jo, —dijo Nicholas, se inclinó sobre la mesa. Puso su mano en la suya y sintió
un escalofrío de emoción hasta el brazo y luego se extendió a través de su
cuerpo cuando sus dedos se cerraron sobre los suyos. Vaya, lo tenía difícil,
reconoció Jo y tomó nota de la forma rígida en que Nicholas cerró los ojos y
sospechó que estaba teniendo una reacción similar. Ambos lo tenían muy mal y
realmente habían hablado demasiado, debían trasladar la discusión a la cama y hablar
con sus cuerpos, pensó débilmente, recorriendo suavemente el pulgar sobre el
dorso de la mano. Nicholas la soltó y se sentó.

—Quiero, —admitió con gravedad y sus ojos brillaron plateados de nuevo.

Jo sospechaba que era una forma de expresarse. Como una ilusión, cuando lo
miró de nuevo a los ojos azul cielo, estaba sereno. Cuando brillaban en plata
significaba que estaba caliente y cachondo. Que estaba muy bien con ella, se
sentía también caliente y mojada.

—Pero no puedo reclamarte, —dijo Nicholas con firmeza.

—¿Reclamarme? —Repitió ella sin comprender y luego se echó a reír. —Lo


dices como si fuera una maleta perdida, Nicholas. Nadie puede reclamarme.
Soy libre.

Cuando Nicholas la miró parecía triste, muy triste, sólo movió la cabeza, Jo
analizó sus ojos. Se suponía que era un vampiro torturado, no lo entendía, pero
no estaba de humor para eso, su cuerpo estaba todavía hormigueando con sólo
el toque de su mano, por no hablar de los recuerdos de lo que habían hecho
anteriormente.

De pie, Jo se movió alrededor de la mesa y se dejó caer en su regazo. Deslizó los


brazos alrededor de sus hombros y dijo, —Afortunadamente para ti, soy libre y
me presto voluntaria.
—Jo, —dijo con tristeza, pero ella no quería escucharlo y cubrió su boca con la
suya. Nicholas mantuvo la boca cerrada y agarró sus brazos, presumiblemente
para apartarse de ella, pero en el momento en que ella deslizó la lengua por sus
labios, se quedó paralizado.

Jo sonrió, y luego pasó de sus labios a su oreja y mordisqueó brevemente antes


de susurrar, —Me duele por ti.

Nicholas respiró profundamente y entonces fue como si algo se rompiera.

De repente, su cabeza se volvió bruscamente para que sus labios pudieran


reclamarla como suya y se puso de pie con ella en sus brazos. En un paso
rápido estaba tumbándola sobre la cama, sonó el teléfono.

—No contestes,— gruñó Nicholas, inclinándose para quitarle su camiseta y sus


vaqueros y la levantó para revelar sus pechos.

Jo se quedó sin aliento cuando inclinó la cabeza para succionar el pezón y a


continuación, frunció el ceño con irritación cuando el teléfono volvió a sonar.
Nunca había sido capaz de ignorar una llamada telefónica. Podría ser algo
importante. Maldiciendo cogió el teléfono, se lo puso en su oído, jadeando, —
¿Hola?

Cuando Nicholas besó el pezón, la excitación se disparó a través de ella.

—¿Sra. Smith? Llamo desde la recepción. Hay una entrega de pizza para usted.

—Oh... um... sí — Gimió Jo cuando Nicholas llevó su mano entre las piernas.

Sacudiendo la cabeza, se agachó para empujar la mano, se aclaró la garganta


antes de murmurar, —Eso está bien. Envíela... —Hizo una pausa en un suspiro
cuando Nicholas tocó ligeramente el pezón. Afortunadamente, la mujer al otro
extremo entendió la frase.

—Lo siento, señora. No se permite a nadie que no sea huésped pasar del
vestíbulo por la noche.
—¿Qué?— Preguntó Jo sin comprender, agarrando la mano de Nicholas cuando
comenzó a deshacerse de los vaqueros. Se detuvo y se levantó de la cama para
quitarse su camiseta.

Jo lo miró, se lo comía con los ojos al ver su imponente tórax, cuando la


recepcionista explicó, —Es por seguridad, señora. Hemos tenido algunos
problemas de noche con la gente en las habitaciones, robaban a los clientes
mientras estaban ausentes, por lo que ya no se permite que nadie que no sea
huésped pase más allá de la recepción a menos que vengan a buscarlos.

—De acuerdo, — suspiró, cuando la camiseta salió volando y Nicholas comenzó


con el cinturón.

—El chico está aquí esperando con la entrega.

—De acuerdo, — repitió Jo y colgó a ciegas, tanteando el gancho del teléfono en


vez de mirar. Estaba demasiado ocupada viendo como Nicholas estaba
quitándose los vaqueros y tirándolos al suelo. Se incorporó cuando se los quitó,
salió corriendo de la cama, se cubrió con su cuerpo.

Él gruñó, —Tu turno. Desnúdate.

Jo pensaba que tenía líquido caliente en el vientre, cuando vio la mirada caliente
en sus ojos, pero negó con la cabeza. —Cuando regrese.

—¿Qué?— Nicholas se sentó por la sorpresa. Ella se dirigió a la puerta. Estaba a


su lado y la cogió del brazo antes de que pudiera abrir la puerta totalmente. —
¿Adónde vas? ¿Quién llamó?

Los ojos de Jo vagaban con picardía por su cuerpo. El hombre era magnífico
desnudo y olía bien, lo suficiente para comérselo. Brevemente estudió la
posibilidad de abandonarse y hacer exactamente eso o por lo menos lamer y
mordisquear un poco, pero luego su estómago rugió, recordándole que la
comida esperaba abajo y que tenía hambre.

—Fue la recepcionista, —explicó. —La pizza que encargué está aquí.


—¿Encargaste pizza? —Preguntó Nicholas con horror.

—Debido a que te comiste todo el pollo que tan amablemente habías comprado,
presumiblemente para nosotros dos, — señaló Jo secamente.

—Oh, bien,— murmuró Nicholas con disgusto y miró de nuevo culpable hacia
el cubo vacío en la mesa, pero luego frunció el ceño y se volvió. —¿Por qué no
vienen a entregarla aquí?

—Por seguridad. No dejan que nadie que no sea huésped pase del vestíbulo.
Ella dijo que han tenido habitaciones allanadas y robadas mientras los clientes
estaban fuera, pero sospecho que es para disuadir a los clientes de traer
prostitutas. Tengo una amiga que trabaja en uno de estos hoteles del centro y
me dijo que tienen un problema terrible con las prostitutas haciendo
proposiciones a los huéspedes en el hotel. Supongo que la seguridad de aquí
tiene la esperanza de que sea menos probable que un hombre baje a recoger a
una prostituta a la recepción del hotel.

Nicholas gruñó, pero luego preguntó, —¿Qué nombre les diste?

—Smith, —dijo con paciencia. —Es el nombre con que nos registramos... y
pagué en efectivo.

Se relajó, pero frunció el ceño. —No sé si tengo dinero suficiente conmigo en


este momento...

—Yo sí. —Jo sacó su billetera de su bolsillo trasero y la agitó ante él. —Cuando
no llevo bolso. Mi billetera está siempre en mi bolsillo trasero. Viene muy bien
en las ocasiones en las que estás escapando y con hambre, ¿eh?— Sonrió Jo,
luego se inclinó y le besó en la mejilla, con una mano metió la cartera en su
bolsillo, con la otra tocó, brevemente, su firme erección.

—Mmm, todavía excitado y duro. Bueno la pizza fría esta buena. Podemos
seguir donde nos quedamos cuando vuelva.
Nicholas gruñó y trató de sacarla de sus brazos, rápidamente se separó y salió
por la puerta. —Cuando yo vuelva.

Jo suspiró un momento antes de cerrar la puerta y le sonrió cuando corrió por el


pasillo hasta el ascensor.
Capítulo Once

Jo paró al repartidor de pizzas en el momento en que entró en el vestíbulo.


Estaba de pie en el servicio de conserjería y fue difícil pasar por alto la chaqueta
roja y sombrero rojo con el logo de la pizzería de enfrente. Le pagó
rápidamente, dándole una buena propina por tener que esperar, y luego se
dirigió a los ascensores, sólo para decidir que podrían necesitar más gaseosa.
Antes había comprado sólo dos latas; ya estaban abiertas y sin duda, acuosas
con el hielo fundido y probablemente serían completamente desagradables con
la pizza.

La idea de lo que vendría antes de la pizza la hizo sonreír cuando se desvió


hacia la pequeña tienda.

Entró, lanzando automáticamente una sonrisa de saludo al cajero, pero el


hombre estaba de espaldas colocando las cajas de cigarrillos en el armario de
detrás del mostrador. Encogiéndose de hombros, siguió su camino a los
frigoríficos del fondo.

Una vez allí, Jo cambió la pizza de mano para ponerla como una bandeja y con
la otra abrió la puerta de vidrio. Aguantó el pack con una rodilla para poder
coger un par de las latas cuando alguien dijo: -Aquí Jo pagó en efectivo. –

Jo se puso rígida, reconociendo la voz de Bricker. También reconoció a


Mortimer cuando dijo: -Eso fue hace casi una hora. Ya no estará aquí ahora.-

-No.- Esta vez era la voz de Anders. -Pero probablemente permanezcan en este
hotel. -

-Y el cajero puede recordarla- sugirió Decker. -Él puede que nos diga si le dijo si
se quedan aquí o qué.-

-Hmm.-
Jo volvió la cabeza para mirar con cautela hacia la parte delantera de la tienda
de dónde venían las voces, pero las filas de estantes estaban en medio y no
podía ver la parte delantera de la tienda. Eso significaba que no podrían verla, bien,
decidió Jo cuando quitó la mano de las latas de la nevera y suavemente cerró la
puerta.

-Estamos buscando a una mujer que estaba aquí hace una hora. Usó el cajero
automático y puede haber comprado algo. Mide unos cinco pies y cuatro
pulgadas de alto, guapa, con cabello castaño oscuro lleva una cola de caballo...-

Jo cerró los ojos, el hombre estaba a punto de admitir que había estado allí, pero
en vez de eso oyó: -Lo siento, hoy no ha habido nadie que coincida y ha sido un
día tranquilo. Me acordaría. -

Los ojos de Jo parpadearon abiertos y por un momento pensó que el tipo la


estaba cubriendo, y luego recordó la masa salvaje de pelo que llevaba cuando se
había visto en el espejo después de regresar con la bebidas. Definitivamente, no
se había parecido a la descripción. Era probable que también pareciera un par
de centímetros más alta, debido al pelo.

-Tal vez se tiñó el pelo-, sugirió Bricker en voz baja. – O puede que Nicholas
haya utilizado su tarjeta. -

Mortimer maldijo. -Vamos a tener que buscar en el hotel. Voy a ver en el


vestíbulo y los ascensores, mientras llamo a todos los ejecutores locales. Decker
y Anders, quiero a cada uno de vosotros en las salidas de las escaleras. Bricker,
ve a la puerta del aparcamiento. Una vez que tengamos un poco más de gente
aquí, vamos a ir piso por piso. Nicholas no se escapará esta vez y
definitivamente no se llevará a Jo con él.-

Las palabras se habían vuelto más distantes, Mortimer había hablado y luego
siguió el silencio, sugiriendo que habían dejado la tienda, pero Jo se quedó
esperando por un minuto, no queriendo correr riesgos con ellos. Había
cambiado la pizza cogiéndola con ambas manos y estaba de pie allí debatiendo
lo que debía hacer cuando el cajero dijo, -¿Señorita? ¿Hay algo en que pueda
ayudarla? –

Jo miró hacia adelante, pero lo único que vio fue la fila de patatas fritas apiladas
en la primera estantería junto a la música pop. A continuación, miró hacia
arriba y alrededor, viendo al hombre en un espejo de seguridad redondeado en
la esquina de la tienda. Que maldita buena suerte que Mortimer y los chicos no
hubieran comprobado el espejo mientras que estaban aquí, pensó Jo cuando se
reunió con el cajero con la mirada. Una mirada le dijo que se habían ido, sin
embargo, y empezó a andar hacia la parte delantera de la tienda.

-Hey, hay unos chicos que han estado aquí hace un minuto y te ajustas a la
descripción de la chica que están buscando,- dijo el cajero cuando salió de entre
los pasillos.

-Sí, gracias, voy a buscarlos,- mintió Jo alegremente y salió de la tienda, sólo


para hacer una pausa en la puerta, sin saber qué camino tomar. No podía volver
al vestíbulo para coger el ascensor, Mortimer iba a hacer sus llamadas desde allí
y la vería. No podía ir por las escaleras porque había enviado a Decker y
Anders a esperarlos. Jo estaba pensando en ir a buscar un teléfono y llamar a la
habitación para contar a Nicholas lo que pasaba para que se fuera cuando
alguien la agarró el brazo.

-¿Jo? Hola chica, ¿cómo te va?-

-¿Beth? -preguntó con sorpresa, mirando a la morena que se había acercado a


ella. -Hola.- Sostuvo la caja de la pizza con una mano y abrazó a la chica con la
otra. -Sabía que trabajabas en uno de los hoteles del centro, pero no me di
cuenta que era en este.-

-Sí.- Beth hizo una mueca. -Y me tocó un turno tarde esta noche. No te dedicas a
la entrega de pizza ahora, ¿verdad? ¿Qué pasó con tu trabajo en el bar? -

-Oh...- Jo miró la caja de pizza que sostenía. -No, todavía trabajo en el bar. Esto
es para mí y un amigo. Tenemos una habitación arriba. -
-Ah, ¿sí?- Beth sonrió y le dio un codazo. -Un hombre en tu vida, ¿eh? nunca me
dijiste nada. -

Jo sonrió nerviosa, y miró con recelo hacia la parte delantera del hotel. La parte
del vestíbulo era visible, pero no podía ver a Mortimer.

-Es agradable oírlo sin embargo,- agregó solemnemente Beth. -Todo lo que
haces es trabajar. Tener una vida social es bueno. –

-Sí, claro, como si tu estuvieses mejor. Trabajas por lo menos tanto como yo,-
murmuró Jo, volviéndose hacia ella. Y le preguntó: -Beth, ¿hay un ascensor de
servicio en este lugar?-

Beth levantó las cejas. -Sí. ¿Por qué? -

Jo dudó y decidió entonces que una mentira era realmente la única manera de
subir.

No podía balbucear sobre vampiros y tal y esperar que Beth pensara que estaba
loca, por lo que dijo, -Hay alguien a quien quiero evitar en el vestíbulo. Es un
cliente que ha estado acosándome y ha estado en el bar, todo el tiempo.-

-Me hablaste de él hace un par de semanas,- dijo Beth con el ceño fruncido, y Jo
forzó una sonrisa, contenta de que lo recordara. El cliente se había ido
últimamente, pero era una buena cobertura.

-Sí, bueno, él está aquí y…-

-No digas más,- La interrumpió Beth, acariciando su brazo. -Vamos, sígueme.-

Jo miró hacia el vestíbulo de nuevo, pero después siguió a Beth por un estrecho
pasillo a la izquierda. Al final había varias puertas y un ascensor.

-¿En qué planta estás?- Preguntó Beth, metiendo por la ranura del ascensor una
llave plana.

-En la planta superior,- murmuró Jo cuando las puertas se cerraron. Durante el


viaje Beth charlaba con soltura de la clase de bio que habían hecho juntas en la
universidad. Jo trató de continuar con la conversación, pero estaba un poco
distraída con sus preocupaciones de cómo iban a salir de allí ella y Nicholas. Le
habría pedido a Beth que se quedara y rápidamente coger a Nicholas y montar
en el ascensor de servicio, pero Mortimer, Bricker, y Anders estaban cubriendo
todas las salidas. Básicamente estaban jodidos, pensó con pena, pero con una
sonrisa forzada dijo, -Gracias por esto, Beth. Te debo una.-

-No, no me la debes-, aseguró. -Tú siempre estás dándome bebidas gratis en el


bar. Pero voy a querer escuchar todo acerca de este tipo nuevo en la clase de
mañana por la noche. -

Jo sonrió levemente, pero su mente estaba corriendo, buscando una forma de


salir del hotel sin necesidad de utilizar el vestíbulo o la salida lateral. Tal vez
podría coger el andamio del limpiador de ventanas hacia abajo, pensaba cuando
recordó que pasó por la ventana antes y la despertó.

-¿Jo?-

Parpadeó y miró a Beth, que la miraba con el ceño fruncido.

-Lo siento. ¿Has dicho algo?-

Beth sonrió con ironía. -Te preguntaba si estabais sólo para quedaros una noche
o…-

-Ni siquiera una noche, me temo-, dijo Jo con una mueca. -Vamos,
probablemente, a dejar el hotel de inmediato, ahora que... e... mi acosador está
aquí.-

-Pero llevas una pizza- Beth protestó.-Y pagaste por la habitación.-

-Sí, bueno, vamos a tener que tomar la pizza en otro lugar. No estoy cómoda
aquí.- Jo se encogió de hombros e hizo una mueca, molesta por ser incapaz de
explicarle nada a Beth. No estaba acostumbrada a tener que andarse con rodeos
con sus amigos. Suspirando, sacudió la cabeza y dijo: -La habitación ya está
pagada. Vamos a escaparnos y...- Ella agitó la mano vagamente.
-Tienes que llamar a la policía si este tío te está molestando,- dijo Beth con
preocupación. –Ya estaba mal cuando simplemente te molestaba por merodear
todo el tiempo por la barra, pero ahora te está acosando realmente, Jo. Esto no
está bien-

-Ya lo sé- murmuró Jo. -Pero por ahora sólo tenemos que escaparnos sin que
nos vea y nos siga.-

-Yo puedo ayudarte con eso-, se ofreció Beth. -Si sacas a tu amigo rápidamente
de la habitación, os puedo llevar de vuelta hacia abajo en el ascensor de servicio
y luego colaros por las cocinas. Hay una puerta en el garaje para las entregas; de
esa manera puedes evitar el vestíbulo del todo y no puede seguiros.-

-¡Oh, Beth!, sería increíble. Eres una salvavidas-. Jo cambió la pizza de mano y
abrazó a Beth con la otra. -Gracias.-

-No hay de que.- Beth la abrazó de regreso y luego echó un vistazo al panel de
números por encima de la puerta cuando llegó el ascensor. –Allá vamos. Dame
la pizza. Te espero aquí para aguantar el ascensor mientras sales con tu amigo.-

-Gracias-, dijo Jo, entregándosela. -Voy a ser rápida.-

-Vale. Te espero.-

Asintiendo, Jo salió del ascensor en cuanto se abrieron las puertas y corrió hasta
la habitación, tiró de la llave de tarjeta fuera de su bolsillo trasero. Estaba
configurada y lista para meterla en la ranura cuando se deslizó hasta detenerse
delante de la puerta, pero nunca tuvo la oportunidad de ponerla allí. Antes de
que pudiera, se abrió la puerta y Nicholás estaba allí, agarrándola de la mano y
arrastrándola a la habitación.

-Por fin.-, gruñó, cerrando la puerta y girando para tirar de ella en sus brazos. -
Estaba muy preocupado.-

-Yo…- comenzó Jo, pero no llegó más lejos antes de que su boca estuviera de
repente en la de él. Jo se quejó, pero alcanzó sus hombros, sólo para agarrarse a
ellos cuando de repente la tiró hacia atrás. Con una mano en la parte posterior
de su cabeza, sosteniéndola, y la otra en su trasero, impulsó sus caderas para
que ella sintiera su erección a medida que avanzaban en un extraño baile erótico
a través de la habitación hasta que la parte posterior de sus piernas chocó contra
la cama.

-Te necesito-, gruñó Nicholas contra sus labios mientras tiraba la camiseta hacia
arriba, apretando su senos con las palmas de las manos.

-Oh Dios- dijo Jo sin aliento, llegando a tocar sus manos. Tenía la intención de
tirar de ellas y explicarle que tenían que moverse, pero él la estaba apretando y
amasando, y cuando abrió la boca para hablar, su lengua se deslizó dentro y Jo
se encontró sosteniendo en sus manos, apretándolas a cuando él las apretó.
Después, Nicholas la apartó, tirándola a la cama mientras él permanecía de pie.

Jo parpadeó con los ojos abiertos cuando golpeó contra la cama, y luego quedó
sin aliento cuando la agarró por la parte de atrás de las piernas y la llevó hacia
adelante hasta que su trasero estaba al borde, presionando su centro cubierto
por los vaqueros y los muslos a ambos lado de sus caderas. Sus ojos eran de
plata fundida, su erección se puso más firmes mientras se inclinaba para abrirse
el botón y la cremallera de sus pantalones vaqueros.

Jo tomó aliento, sacudió la cabeza, y luego se cubrió con las manos y exclamó, -
Mortimer está aquí.-

Nicholas se congeló, se puso rígido brevemente y luego alzó la cabeza,


apuñalándola con los ojos, de repente más azul que plata. -¿Qué?-

Jo suspiró y explicó: -Fui a la tienda a comprar gaseosa después de recoger la


pizza y Mortimer, Bricker, Anders y Decker llegaron mientras yo estaba allí.-

-¿Te vieron?- preguntó con preocupación.

Jo sacudió la cabeza. -Estaba en la parte trasera de la tienda. No podían verme,


pero les oí hablar. Mortimer tiene hombres vigilando cada salida y ha pedido
más hombres para que puedan buscar piso a piso. -
-Jesús-, murmuró Nicholas, pasando la mano libre por su pelo.- Tenemos que
salir de aquí. Vamos a utilizar las escaleras y….-

-Están abajo vigilando el vestíbulo y las salidas laterales hasta que lleguen más
hombres. Tienes que vestirte rápido. Tengo una manera de salir de aquí.-

Nicholas salió de entre sus piernas, y Jo se dejó caer sobre la cama con un
suspiro, consciente de que su cuerpo tenía palpitaciones y le dolía con la
necesidad del breve pero muy caliente interludio.

Chico, cuando Nicholas estaba así, era... ¡Dios!, pensó Jo débil, y luego se dio
una sacudida y se sentó.

Nicholas ya tenía sus pantalones vaqueros y los estaba tirando hacia arriba. Ella
se movió de la cama y se levantó para entrar en el baño para comprobar y ver si
había algo allí. Todo lo que encontró suyo era un pincel. Jo lo sacó y lo metió en
su bolsa, se puso la camisa, y luego miró a su alrededor en la habitación, pero
no había llevado nada con ella, menos a Charlie, y las cosas de Nicholas estaban
en su bolsa.

Se estaba atando los zapatos, y la mirada de Jo se deslizó hacia el pastor alemán,


mientras rápidamente cerraba la cremallera de la bolsa. Había estado
durmiendo todo el rato, pero ahora estaba despierto, mirando con interés.

-Vamos, chico, tenemos que irnos-, dijo, y el perro se puso en pie y fue a su
lado.

-Lo tengo-, dijo Nicholas, cogiendo la bolsa de ella cuando comenzó a recogerla.
-Muéstrame el camino.-

Asintiendo, Jo se volvió y salió corriendo de la habitación al pasillo. Cuando


pasaron los ascensores, Nicholas se limitó a seguir, al parecer, confiaba en ella.
Sus cejas se elevaron, sin embargo, cuando llegaron al ascensor de servicio y vio
a Beth allí de pie con la pizza en la mano.
-Beth, este es Nicholas,- Jo los presentó cuando subieron al ascensor, a su lado
estaba Charlie. -Nicholas, ésta es Beth. Tenemos una clase de bio juntas los
lunes por la noche.-

-Vaya, eres un bombón-, dijo Beth con los ojos en Nicholas cuando dio un paso
hacia el ascensor.

Jo sonrió por la incomodidad de Nicholas y luego dijo, - Beth va a ayudarnos a


pasar a través de las cocinas para que podamos evitar al acosador-

-Sobre eso- dijo de repente Beth, dejó los ojos de Nicholas y miró hacia abajo a
Charlie. -No estoy segura de que puedas llevar un perro…- Se detuvo
abruptamente, su rostro va en blanco cuando dijo, -Estará bien -, y se volvió
para trabajar en el ascensor.

Jo frunció el ceño y luego miró a Nicholas para ver la concentración en su


rostro. Era el chico que lo había arreglado todo una vez más, sólo que esta vez
sabía lo que estaba sucediendo. Nicholas estaba controlando a Beth.

-Para eso.- dijo entre dientes.

-No-, dijo Nicholas con firmeza. -Tenemos que salir de aquí y ella estaba a
punto de no llevarnos a través de las cocinas por Charlie.-

Jo frunció el ceño, su mirada se deslizó hacia el perro y luego a Beth. -Entonces


tendremos que encontrar otra salida. Yo no quiero llegar a meterla en
problemas.-

-No va a estar en problemas-, dijo con dulzura. -Nadie va a ver al perro.-

-Vale ¿Cómo vas a manejar eso?-

-De la misma manera en que estoy manejando a Beth,- dijo Nicholas con calma.
-Ahora simplemente relájate. Ya llegamos.-

Jo miró a su alrededor cuando el ascensor paró. Habían llegado a la planta


principal.
Esperó con nerviosismo a que las puertas se abrieran, aliviada cuando no hubo
nadie en el pasillo, y luego condujo rápidamente a Charlie fuera hasta la
pequeña sala que había pasado antes.

-Por aquí- dijo Beth a la ligera, sonaba como si se lo dijera a sí misma mientras
se deslizaba por el camino. Asimismo, no parecía tan inexpresiva, señaló Jo, y
miró a Nicholas interrogante. Él simplemente movió la cabeza y le hizo ademán
de seguir.

Con un suspiro, Jo caminó detrás de su amiga, dejando a Charlie y Nicholas


detrás. Beth se dirigió hacia una puerta cerca del final del pasillo. Cuando la
abrió, los sonidos de platos metálicos, agua, y voces gritando pasó sobre ellos.
Jo se mordió los labios y miró nerviosamente alrededor, esperando que alguien
viera a Charlie, pero nada, ni siquiera una mirada. Desconcertada, miró de
nuevo a Nicholas para ver que sus ojos se movían rápidamente alrededor de la
sala, tocando brevemente a un trabajador detrás de otro antes de pasar al
siguiente mientras caminaban. No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero
sabía que estaba haciendo algo para asegurarse de que no se dieran cuenta y los
detuvieran o interfirieran.

Las cocinas eran luminosas, calientes y húmedas, y Jo se sintió aliviada cuando


Beth empujó una puerta, llevándolos a un lugar fresco, el área era más oscura y
la reconoció como el aparcamiento.

-Ya llegamos-, dijo Beth. -¿Están estacionados aquí o tomarán el metro?-

-Nicholas aparcó por aquí-, dijo Jo, aceptando la pizza que Beth le tendía, la
abrazó rápido cuando susurró: -Gracias, Beth.-

- De nada- dijo Beth, devolviéndole el abrazo. -Lamento que se arruinase tu


noche. Prométeme que llamarás a la policía y conseguirás una orden de
alejamiento o algo para tu acosador. Ha ido más allá de lo espeluznante. -

-Lo haré,- le aseguró Jo dando un paso atrás. Miró hacia un lado con sorpresa
cuando Nicholas tomó la mano de Beth.
-Gracias-, dijo solemnemente, concentrándose brevemente en su rostro. A
continuación, la soltó y dio un paso atrás y miró a Jo. Tomó la pizza y le dijo: -
Tenemos que irnos. Llevaré a Charlie a la camioneta.-

Jo asintió con la cabeza y miró de nuevo a Beth al verla mirándolos con los ojos
abiertos.

-Es muy caliente.-

Ella sonrió con ironía. -Sí.-

-Disfruta el resto de la noche,- dijo Beth con una sonrisa y se volvió hacia la
puerta. -Tengo que volver al trabajo.-

-Muy bien, gracias Beth. Nos vemos en clase-, añadió Jo cuando se volvió para
ir detrás de Nicholas. Lo alcanzó rápidamente, y le preguntó con un suspiro. -
¿Qué le has hecho?-

-Sólo he eliminado la presencia de Charlie de su memoria por lo que no estará


en problemas-, dijo en voz baja.

-¿Y los trabajadores en la cocina? -preguntó ella.

-Sólo les di una sugerencia psíquica para que no se dieran cuenta de nuestra
presencia-, murmuró. -Beth no estará en problemas y nosotros saldremos sin ser
vistos. Está todo bien. -

Jo parpadeó ante las palabras. Simplemente sonaba raro oír a un


contemporáneo un comentario como "Está todo bien". Se dio cuenta de que
normalmente sonaba un poco formal y hasta un poco anticuado.

Su edad, supuso, y luego miró a su alrededor bruscamente cuando de repente la


agarró del brazo y la paró.

-¿Qué pasa?- le preguntó con preocupación. No estaban lejos de la camioneta.


Si, tal vez a cuatro vehículos de distancia, pero tenían que pasar por la entrada
del garaje de los clientes para llegar a ella, se dio cuenta Jo, y reconoció de
inmediato el problema. La entrada de clientes tenía un doble juego de puertas
de vidrio a cada lado de ella, y podía ver a Bricker. Estaba de espaldas a ellos
en ese momento mientras miraba el hotel, pero si se volvía un poco a la
derecha...

-¿Qué vamos a hacer?- Preguntó Jo con preocupación.

Nicholas no respondió en un primer momento, sus ojos se deslizaron alrededor


del aparcamiento, y luego, de repente la hizo pasar entre los dos vehículos junto
a ellos. Cuando él cayó en cuclillas, ella hizo lo mismo y lo miró interrogante,
acariciando a Charlie automáticamente cuando deslizó su cuerpo peludo entre
ella y el coche a su derecha.

-Espera aquí,- ordenó Nicholas. -Voy a buscar la camioneta y a recogerte.-

-¿Cómo vas…?- Comenzó Jo, pero ya se había ido. Ocurrió tan rápido que dejó
de parpadear del asombro, y Jo subió un poco para mirar alrededor. Apenas
alcanzó a verle desaparecer alrededor de su camioneta, y Jo sacudió la cabeza
ante su velocidad cuando miró hacia la puerta donde estaba Bricker. Nunca
podría haberse movido con tanta rapidez, pero al parecer él lo había logrado sin
ser advertido.

Un profundo gruñido de la garganta de Charlie hizo que Jo regresara de


cuclillas con preocupación al lado de su compañero.

-¿Qué pasa, chico?- Preguntó Jo cuando vio que había dejado su lado para pasar
a la parte delantera del vehículo a su izquierda y estaba gruñendo en la
dirección de la que habían venido. Ella escuchó la camioneta en marcha y se
acercó a Charlie en cuclillas. Deteniéndose junto a él, aún entre los coches, Jo
apoyó la cabeza un poco, pero todo lo que había que ver era el interior del
garaje oscuro y las hileras de vehículos.

Jo pasó la mano por la espalda rígida de Charlie, con el ceño fruncido cuando se
dio cuenta del gruñido extraño de nuevo. Era el mismo que había hacho cuando
el Chico Mal Aliento había estado fuera de la puerta del apartamento, y Jo tragó
al sentir los pelos de la nuca de punta. Esto no era bueno.

Para su alivio la camioneta estaba delante de ellos entonces, detenida justo


detrás del vehículo a su izquierda. Jo inmediatamente regresó a sus pies y corrió
hacia adelante. Empezó con la intención de correr alrededor de la camioneta a
la puerta del pasajero, pero una nota atrajo la atención sobre el hecho de que
Bricker los había descubierto y estaba yendo a través de la puerta del hotel.
Sabiendo cómo de rápido podían moverse los inmortales, Jo se detuvo
abruptamente en la parte trasera de la camioneta, abrió la puerta, y se volvió
para ver a Charlie que seguía de pie en la parte delantera del coche en que se
habían estado ocultando. La piel de su espalda se erizó y sus orejas se
levantaron cuando gruñó de verdad.

-Charlie ven-, le gritó, mirando nerviosamente hacia Bricker. Él se movía más


rápido de lo que hubiera pensado que era humanamente posible.

-Entra-, rugió Nicholas, y Jo se lanzó a la parte trasera de la camioneta,


aferrándose a la todavía cerrada puerta para meterse cuando Nicholas
inmediatamente golpeó el pedal de gas de la camioneta sacudiéndose hacia
adelante.

-¡Charlie ven! -Gritó Jo, manteniendo la puerta abierta para que él pudiera
entrar cuando la furgoneta avanzó. El pastor alemán seguía de pie, gruñendo,
pero se volvió a su llamada y se lanzó hacia la camioneta. Charlie corrió por
detrás del vehículo y cuando estaba a punto de entrar Bricker lo cogió en medio
del salto.

-¡Sal de ahí, Jo!- Gritó Bricker, agarrándose a su perro. -¡Fuera de allí!-

Jo le miró en silencio, mirando a Charlie que luchaba por salir de sus brazos.

Bricker, no dañaría al pastor alemán, pero no lo iba a dejar. Rechinando los


dientes, cerró la puerta cuando Bricker, gritó: -¡Maldita sea, Jo, él es un
renegado. ¡Sal de allí!-
La puerta se cerró, y Jo inclinó la cabeza brevemente, con los ojos cerrados.
Sabía que Charlie estaría a salvo con Bricker. Era probable que lo llevara de
vuelta a casa y Sam se ocuparía de él, pero se sentía como si hubiera
abandonado a un niño pequeño. También se cuestionó su decisión de
permanecer con Nicholas. Había estado siguiendo sus instintos, pero las
palabras de Bricker resonaron en sus oídos haciéndola preguntarse si no
debería haberlo hecho. Jo, es un renegado. ¡Lárgate de ahí! La preocupación y el
malestar en la cara de Bricker cuando había gritado le habían dado a las
palabras más peso del que a ella le gustaba y de repente tenía dudas que
anteriormente no tenía.

-Cógete a algo, Jo- Ordenó Nicholas, miró brevemente a su alrededor y luego


simplemente se arrojó al suelo cuando la furgo de repente giró en la esquina. Jo
se deslizó con las cajas en la parte trasera de la camioneta, golpeándose contra
un neumático.

Trató de agarrarse y aguantar, pero era liso, sin nada que coger, y en el
momento siguiente estaba rodando y deslizándose hacia abajo para golpear la
puerta de atrás mientras el vehículo se enderezaba en la calle.

-¿Estás bien?- la llamó Nicholas con preocupación.

Jo hizo una mueca, levantó la vista para verlo mirando atrás, preocupado.

-Mira la carretera- murmuró, y se arrastró a sus manos y rodillas para ir a la


parte delantera de la camioneta. Dudas o no estaba allí ahora. Además, a pesar
de todo, por alguna razón confianza en el hombre.

-Charlie va a estar bien. Se ocuparán de él-, dijo Nicholas en voz baja, cuando
subió más la caja de pizza en el asiento del pasajero.

-Ya lo sé,- dijo Jo con voz cansada, sacando el cinturón de seguridad. Cerró los
ojos un instante y se hundió en su asiento. -Bricker, dijo que eras un renegado.-

-Sí.-
Abrió los ojos y lo miró, pero su rostro estaba tan inexpresivo como su voz lo
había sido. -¿Qué significa eso exactamente?-

Nicholas vaciló y luego suspiró. -Tal vez debería llevarte a casa del ejecutor.
Estarás con Charlie y pueden explicártelo todo.-

-¿De veras crees que van a decirme algo? Por todo lo que sé, lo más probable es
que limpiaran mi memoria, ¿verdad?-

Nicholas se quedó en silencio durante un minuto y luego suspiró y dijo: -Tal


vez eso sea lo mejor.-

-¿Qué?-preguntó con asombro, y luego cada vez más enojada le preguntó: -¿Es
esta la versión inmortal de gracias por todo pero te dejo? ¿Me muestras el mejor
sexo que alguna vez existió y luego me pagas llevándome con tus amigos de
modo que puedan borrar todo de mi memoria?-

-Ellos no son mis amigos... nunca más-, añadió cansado. -Nunca debí haber… -
Nicholas cortó y dijo: -No tengo nada que ofrecerte, sino una vida de huida, Jo.
No puedo ni siquiera alquilar una habitación de motel barato esta noche. He
consumido lo último que tenía en la mano para el hotel y el pollo. No tengo
ningún lugar para llevarte y yo no puedo… -

-Tengo un lugar al que podemos ir,- le interrumpió Jo en voz baja. -La casa de
Sam.-

Cuando la miró, se encogió de hombros y dijo: -Es su viejo apartamento. Sam se


fue a vivir con Mortimer, pero no podía romper su contrato de arrendamiento.
Está completamente amueblado y sigo diciendo a Sam que lo debe subarrendar,
pero no lo hizo sin embargo... nos va muy bien. Tengo una llave. Es gratis y
tenemos la pizza,- señaló Jo. -Podemos quedarnos esta noche y hablar. Tu
puedes explicarme lo que es un renegado y por qué eres uno y luego voy a
decidir si permitirte que me dejes en la casa del ejecutor o no.-

Nicholas se quedó en silencio durante un momento, teniendo en cuenta la


sugerencia, y luego preguntó, -¿Cuál es la dirección?-
Capítulo Doce

-Pensé que habías dicho que tenías la llave,- exclamó Nicholas contrariado,
mientras su mirada se deslizaba cuidadosamente por las puertas cerradas en el
vestíbulo frente al apartamento de Sam.

-Las tengo.- Jo ni siquiera levantó la mirada de la cerradura frente a la que se


había arrodillado. -Están en casa. Lo único que tenía en el bolsillo cuando
salimos tan rápido era mi billetera. Pero no te preocupes, tengo esto.-

Nicholas sacudió la cabeza y siguió mirando las otras puertas, pensando que
debería haberla dejado en el hotel para que Bricker la recogiera, o, en su defecto,
debería haberla llevado directamente a la casa del ejecutor. -Es una buena cosa
que hubiera herramientas en la furgoneta, sin embargo, ¿para qué las usas?,- le
preguntó mientras operaba en la cerradura.

-Cosas,- murmuró, y ella se detuvo para mirarlo con una ceja levantada.

Nicholas se encogió de hombros. Podría haberle dicho que no las había


utilizado para nada. Todas eran nuevas, compradas por la mañana para
reemplazar las herramientas que había perdido con su vieja furgoneta, pero
¿para qué molestarse en aclararlo?

-¿Cosas, eh?,- preguntó Jo en tono áspero, y luego volvió a lo que estaba


haciendo. -Deben ser cosas muy técnicas para que tengas que utilizar estos
destornilladores pequeños y… lo tengo.- se interrumpió feliz cuando sonó un
clic.

Quitó de la cerradura la herramienta prestada, se enderezó y abrió la puerta.

Nicholas la siguió al interior con alivio, mirando a su alrededor mientras ella


encontraba un interruptor en la pared y un estallido sobre sus cabezas trajo la
luz a la vida. Sus ojos se agrandaron cuando vio que el apartamento estaba aún
plenamente amueblado. Sam aún no había sacado nada; incluso los adornos y
las fotografías todavía decoraban el lugar. La decoración era moderna, los
colores apagados y sedantes.

-La pizza probablemente estará fría ahora,- dijo Jo, yendo a una habitación que
daba al recibidor. -Sam tiene un microondas, sin embargo.-

Nicholas gruñó y la siguió a lo que resultó ser una cocina. Su mirada se deslizó
por sobre los armarios blancos y limpios, los electrodomésticos de acero
inoxidable y siguió a Jo mientras atravesaba el recinto.

-Mira, hasta tenemos vino,- dijo alegremente, y él siguió su gesto hasta un


estante de vinos en el mostrador donde había media docena de botellas, Jo
añadió: -La pizza va mejor con Pop, pero los mendigos no pueden ser
selectivos, ¿verdad?-

Nicholas miró de nuevo a Jo mientras abría una puerta del armario y sacaba un
par de platos. Parecía ansiosa, su buen ánimo parecía ser forzado. Él cruzó la
sala, puso la pizza en el mostrador, y luego deslizó sus brazos alrededor de ella
desde atrás. Jo se puso rígida de inmediato, y él le dio un beso en la mejilla y
comenzó a retirar sus manos, diciendo con tristeza: -¿Ahora tienes miedo de
mí?-

-No.- Jo dejó los platos que había empezado a sacar y agarró las manos de él
para que permanecieran donde estaban. Entonces dudó, pero finalmente
suspiró y le aseguró solemnemente: -No tengo miedo de ti, Nicholas. Tengo
más miedo de lo que tienes que decirme.-

Se quedó quieto por un momento mientras era atravesado por el


remordimiento. Tenía todo el derecho de temer lo que tenía que decirle. Una
vez que Jo supiera lo que había hecho, no sólo le temería, ya no habría duda de
que detestaría el sólo verlo. La sensación era dolorosa incluso al pensarlo y
Nicholas intensificó su abrazo brevemente, deleitándose en ella, mientras que
todavía podía.

Estaba a punto de hacerla girar en sus brazos y besarla, cuando un olor que
llegó hasta su nariz le hizo fruncir el ceño y oler con delicadeza.
-¿Qué es?,- preguntó Jo, e inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo.

Nicholas levantó la cabeza, haciendo una pausa cuando observó el brillo en su


cabello.

Retiró un brazo de su cintura, le pasó la mano sobre la trenza firmemente


apretada y sus dedos quedaron grasientos. Levantó la mano, olfateó el líquido
aceitoso, y luego miró detenidamente su rostro y levantó las cejas cuando vio
que también tenía algo en la mejilla.

-¿Qué es?,- preguntó Jo de nuevo con el ceño fruncido al ver el líquido que él
había retirado de su pelo.

-Es aceite de motor,- dijo Nicholas con ironía. -Debes haberte manchado con eso
cuando estabas rodando en la parte trasera de la camioneta. Es vieja, así que
compré una botella de aceite en caso de...- Sus palabras se extinguieron cuando
Jo se apartó de él y levantó sus manos para tocar su cabello. La mirada de él se
dejó caer sobre el resto de ella, e hizo una mueca. Tenía aceite por todos lados.
La botella debía haberse abierto.

La parte trasera de la camioneta probablemente también estaba ahora cubierta


de aceite y parecía que ella había rodado por encima.

-EW,- murmuró Jo cuando miró hacia abajo y vio lo que él había visto.

Con un suspiro, dejó caer las manos de su cabello y pasó junto a él. -Me voy a la
ducha y a buscar algo menos del estilo mecánico de coches para ponerme. Voy
a ser rápida. Calienta tú mismo la pizza y abre el vino, ya vuelvo.-

Nicholas se volvió para verla irse y se dijo mejor que te acostumbres a ello. Él
sospechaba que pronto se iría y no volvería. Cuando Jo desapareció de la vista,
Nicholas se volvió para coger dos platos y un par de copas de vino. Los puso en
el mostrador y luego se trasladó al estante de los vinos para elegir uno cuando
oyó que se cerraba una puerta en algún lugar del interior de la vivienda. Fue
seguido por el sonido sordo del agua cayendo, eso sonaba a lo lejos y Nicholas
se preguntó dónde estaba el baño, y luego frunció el ceño al darse cuenta de
que no había visto nada del apartamento aparte de la cocina.

Nicholas decidió que era mejor revisar el resto del lugar y todas las salidas en
caso de problemas, y se apartó del estante de los vinos para hacer una
exploración rápida. Salió al recibidor y luego caminó por la sala de estar,
observando los muebles cromados de cuero negro, y el estado del equipo de
entretenimientos antes de continuar por un pasillo que tenía tres puertas. Una
puerta estaba cerrada, el sonido del torrente de agua provenía de allí.

Obviamente es el cuarto de baño, pensó Nicholas distraídamente y se obligó a


alejar la repentina imagen en su mente de Jo despojándose de su ropa y
danzando entre el vapor. No fue una tarea fácil, sobre todo porque estaba
disfrutando de la visión. Por supuesto, habría preferido que fuera real, pero eso
definitivamente estaba fuera de cuestión. Jo tomaría la ducha, él dejaría que
comiera y luego le diría lo que había hecho para hacerse un renegado y la
llevaría rápidamente a la casa del ejecutor cuando se lo pidiera.

Nicholas no tenía ninguna duda de que lo haría.

Desechando ese pensamiento tan firmemente como lo había hecho con la


imagen de Jo en la ducha, Nicholas miró la primera puerta que estaba abierta, y
luego accionó el interruptor de la luz. La habitación había sido preparada como
una oficina, con un escritorio, una silla de cuero costosa y muchos estantes con
libros, la mayoría de ellos de carácter jurídico. Apagó la luz y fue hasta la
habitación contigua. La luz ya estaba prendida y las puertas del armario
abiertas, revelando los primeros signos de que Sam verdaderamente se había
mudado. El armario sólo tenía unas pocas prendas de vestir, que supuso que
ella había descartado dejándolas atrás cuando había tomado el resto de su ropa.
Esperaba que Jo pudiera encontrar algo entre ellas para reemplazar su ropa
manchada de aceite de motor.

Su mirada se deslizó a la cama junto al armario, tenía un voluptuoso edredón


de satén rojo y varios almohadones. Por un momento Nicholas se imaginó a Jo
tumbada en la cama, su cuerpo desnudo y pálido contra todo ese rojo profundo
e intenso, y luego se obligó a sí mismo a mirar hacia otro lado y salió de la
habitación para volver sobre sus pasos hacia la cocina.

Nicholas estaba junto al estante de los vinos cuando el sonido de la ducha cesó.
Miró hacia la puerta, pero luego obligó a sus ojos a regresar a los vinos para
considerar la selección, sus cejas se elevaron cuando vio unas botellas que
tenían pingüinos azules.

Por alguna razón eso le hizo sonreír. Su mirada se deslizó sobre las otras
botellas, pero luego regresó a las de los pingüinos, y tomó una de ellas. Habían
pasado cincuenta años desde que había bebido vino y no tenía ni idea de lo que
se consideraba bueno, pero tres de cada seis botellas llevaban pingüinos y eso
sugería que era el favorito de la casa.

Tomando la botella, cruzó de nuevo hasta el mostrador, encontró un destapa


corchos y rápidamente la destapó, la puso a un lado para que respirara y
mientras tanto abrió la caja de pizza.

Nicholas puso dos rebanadas en un plato para el horno de microondas, o lo que


fuera, y estaba sirviendo el vino en las copas cuando Jo regresó a la cocina.
Dejando la botella, echó un vistazo por encima del hombro y luego se volvió y
simplemente miró a Jo mientras cruzaba la habitación hacia él. Sus pies estaban
descalzos, su pelo húmedo, y su rostro carecía completamente de maquillaje.

Hubiera parecido que tenía unos doce años si no fuera por esa elegante bata de
seda roja que se aferraba en los lugares donde ella todavía estaba húmeda
cuando se la puso, señalando que su figura era la de una mujer.

-Es la única cosa que dejó Sam que me entraba,- dijo Jo en forma irónica cuando
se acercó al mostrador. -Es tan delgada como un riel. Así que arrojaré la ropa en
la lavadora y tendré que arreglármelas con esto hasta que esté seca. -

-Es precioso,- dijo Nicholas, frunciendo el ceño cuando notó cómo su voz
enronquecía. Se aclaró la garganta, tomó una de los copas de vino y se la
ofreció.
-Mmm, Little Penguin,- dijo, mirando la botella sobre el mostrador, cuando
aceptó el vaso. -Es mi favorito entre los vinos que no son ridículamente caros.
También el de Sam.-

-Entonces eso explica las tres botellas,- dijo Nicholas divertido.

Jo sonrió y tomó un trago mientras se movía alrededor de él para ir al


microondas. Abrió la puerta, cogió el plato de pizza, y lo colocó en su interior.

Nicholas vio que ella comenzaba a golpear botones, pero sabía que nunca sería
capaz de reproducir la acción por sí mismo. Al parecer, si iba a comer de nuevo,
tenía que aprender algunas cosas. Aunque era posible que su deseo de comer
desapareciera una vez que Jo estuviera fuera de su vida; al igual que sucedió
cuando Annie, su primera compañera de vida, había muerto.

Nicholas se tragó ese pensamiento doloroso, se dio vuelta y cogió la otra copa
de vino para tomar un sorbo. La pérdida de Annie había sido dura, pero sabía
que perder a Jo sería más difícil. Ella no estaría muerta, simplemente estaría
más allá de su alcance. Siempre sería el muchacho pobre y hambriento mirando
la exquisita torta en la ventana de la tienda, podría ver el dulce que estaba más
allá, pero nunca podría tocarla o saborearla.

-Un par de minutos más y podremos comer,- anunció Jo, volviéndose hacia él
cuando el microondas comenzó a funcionar. ¿Quieres comer en la mesa o en la
sala?-

Nicholas la miró en silencio, mientras bebía de su copa. Cuando la bajó, tenía


los labios húmedos y una gota de líquido rojo se mantuvo en su labio inferior,
sólo era una gota de vino, temblando allí, pero le fascinaba.

Nicholas no parecía poder apartar los ojos, y entonces ella comenzó a rodar su
lengua para atraparla y él gruñó: -La mesa.-

-Está bien,- murmuró Jo. -Bueno...-


Lo que ella había estado a punto de decir murió y sus ojos se abrieron con
sorpresa cuando de repente él tomó su copa de vino y se dio vuelta para
ponerla sobre el mostrador junto con la suya. Nicholas se volvió de nuevo, la
agarró y la llevó hasta la mesa. Los ojos de ella estaban muy abiertos e
interrogantes cuando la sentó allí.

-¿Qué estamos haciendo?,- preguntó Jo en forma vacilante, pero sabía que tenía
una buena idea de lo que estaba haciendo. Él podía oler la excitación que
emanaba de ella y podía ver que sus pezones comenzaban a hincharse y a
endurecerse contra la seda de su bata.

Nicholas acercó una mano despacio y acarició ligeramente su pezón con un


dedo a través de la seda y gruñó: -Tengo hambre.-

-Oh,- suspiró ella.

Nicholas sonrió y levantó el dedo para deslizarlo por encima de los labios,
sintiendo lo suaves que eran. A continuación le recorrió la garganta, y
finalmente, siguió hasta el cuello de la bata. Jo se estremeció cuando el dedo se
deslizó por el cuello hasta la cima de la curva de su pecho, y luego, de repente,
cambió de dirección para pasar a un costado empujando la tela antes de dejar su
pecho expuesto.

La respiración de Jo se había tornado baja y rápida, pero se detuvo por


completo cuando él hizo una pausa para recorrer suavemente con el dedo
alrededor del pezón que había expuesto. Sabía que ella estaba excitada, su
respuesta también lo golpeaba, y sintió que se disparaba hacia arriba mientras
el dedo continuaba haciendo círculos alrededor de la aureola de color rosa
pálido, acariciando ligeramente el borde del pezón oscuro a medida que
avanzaba.

-Nicholas,- ella suspiraba y gemía al mismo tiempo.

Sonriendo, inclinó la cabeza para raspar con su lengua la punta erecta. El


escalofrío que causó en ella rodó por su propia espalda de igual modo y le hizo
cerrar los labios sobre el pezón y lo succionó suavemente, y luego con más
urgencia, cuando la excitación mutua creció y explotó entre ellos. Esta era otra
muestra placentera de lo que compartían los compañeros de vida, los
sentimientos de ella en él y viceversa. La primera vez que la había tomado en el
hotel, Nicholas no había tenido la oportunidad de disfrutar de esto. Casi al
borde del clímax mientras habían estado en un sueño compartido, la primera
vez había estado empañada por la necesidad y la urgencia que los acosaba, pero
esta vez decidió que tenía la intención de disfrutar de este aspecto de su
relación y se apartó abruptamente de su pecho y se enderezó.

Jo parpadeó con los ojos muy abiertos y se quedó sin aliento cuando de repente
tiró de su bata abriéndola completamente, revelando todo su cuerpo para él.

Nicholas encontró su mirada y la observó mientras abrazaba sus rodillas y las


apartaba para poder pararse entre ellas. Luego le pasó las manos por la espalda,
la levantó y la obligó a arquearse hacia arriba para poder inclinar un poco la
cabeza y lamió primero un pezón y luego giró la cabeza para hacer lo mismo
con el otro. Jo se aferró a los hombros, su cabeza cayó hacia atrás cuando lanzó
un gemido mientras él lamía, mordisqueaba y chupaba, enviando una onda de
deseo tras otra y la excitación los atravesaba.

-Nicholas, por favor,- gimió ella, envolviendo sus piernas a su alrededor


mientras lo empujaba contra ella, pero sabía que esta podría ser su última
oportunidad para estar con ella y quería que durara. Él quería que fuera algo
que pudiera recordar en todas esas largas noches de soledad que tenía por
delante.

Nicholas se inclinó, agarró las manos de ella entra las suyas y las alejó de sus
hombros mientras la tendía de espaldas en la mesa empujándola con su propio
cuerpo. La mantuvo sujeta allí abajo y luego soltó el pezón de su boca y llevó su
boca hacia abajo, sobre su estómago, haciendo una pausa para meter la lengua
en su ombligo. Olía a naranjas. Obviamente eso se debía al jabón que había
utilizado en la ducha, pero Nicholas no pudo resistirse a lamer y mordisquear
su piel sensible, lo que la hizo saltar y temblar cuando continuó moviéndose y
recorriéndola con la boca a lo largo del hueso de la cadera.
Ahora Jo estaba jadeando y gimiendo, su cuerpo temblaba y sus uñas se
clavaban dolorosamente en las manos de él que seguían agarrando las suyas.
Pero Nicholas no sintió la mordedura de las uñas, su propio cuerpo estaba
inundado con la misma ola de excitación que ella estaba experimentando... pero
no era suficiente. Enganchó con el pie la silla más cercana, la puso detrás suyo y
se dejó caer sentándose sobre ella. Nicholas le soltó las manos, le abrió las
piernas y la atrajo hacia adelante para hacer una comida de ella.

Jo gritó, sus caderas se sacudían sobre la mesa cuando Nicholas hundió el rostro
entre sus piernas como si ella fuera una rebanada de melón.

Ella sintió el roce de la lengua en su núcleo sensible, y luego cerró los ojos y se
quedó sin aliento mientras continuaba lamiéndola hasta enloquecerla. Su
cuerpo repentinamente se puso tenso como una cuerda de arco, con los
músculos en tensión ante la satisfacción prometida, y su cerebro fue golpeado
con una onda que luego rebotó en otras ondas de placer que parecían ampliarse
con cada acometida y pronto se convirtieron en casi insoportables.

Ella también debía encontrar satisfacción o iba a explotar en un millón de


piezas, pensaba Jo aturdida, agarrándose a los bordes de la mesa y apretándolos
hasta que le dolió. Justo cuando pensaba que sería la segunda opción y que su
mente se haría añicos bajo la presión, de pronto Nicholas se levantó de entre sus
piernas. Ella parpadeó abriendo sus ojos al ver que aunque todavía estaba
completamente vestido, los pantalones estaban abiertos. Cerró los ojos
gimiendo de nuevo cuando la cogió por las caderas, la llevó hacia adelante, y
finalmente se introdujo en ella.

Entonces Nicholas se congeló, y Jo se obligó a abrir los ojos y vio que los de él
estaban cerrados. Su cara era un retrato de lo que parecía ser el placer y el dolor.
Jo esperó un segundo y luego cruzó las piernas alrededor de él y se sentó en la
mesa para tocar su mejilla.

Cuando abrió los ojos parpadeando sorprendido, Jo susurró, -Tengo hambre


también,- y luego le dio un beso, presionando sus caderas contra él,
demandando por más. Un suspiro se deslizó de la boca de él a la de ella y luego
Nicholas comenzó a besarla, la envolvió entre sus brazos y sus caderas
comenzaron a moverse, se retiraban y luego se clavaban de nuevo y de nuevo
hasta que el mundo se tambaleó a su alrededor y cayeron en la dulce oscuridad
que les esperaba.

Jo se despertó para encontrarse abierta sobre la mesa como una especie de


sacrificio humano. Su cuerpo estaba saciado pero un poco frío, sus piernas
colgaban en el aire fuera de la mesa, y Nicholas no estaba a la vista. Frunciendo
el ceño, se sentó y a medida que lo hacía se puso la bata alrededor de su cuerpo,
comenzó a deslizarse fuera de la mesa, y casi pisó a Nicholas. Se detuvo
abruptamente y, tambaleándose, fue hasta el borde de la mesa y quedó
asombrada al ver al hombre que yacía tirado en el piso a sus pies.

-¿Nicholas?, - exclamó alarmada y logró bajar a la losa fría de la superficie sin


pisarlo. Jo se arrodilló a su lado y buscó su cara. En el momento en que la palma
de su mano le tocó la mejilla, Nicholas se dio la vuelta, con los ojos abiertos.

-Oh, hola, -murmuró adormilado, mientras tomaba su rostro y lo acercaba hacia


abajo como si fuera a besarla, pero Jo se resistió.

Presionando contra su pecho, ella examinó sus ojos y su color, tratando de


averiguar qué era lo que había sucedido para ponerlo en el suelo.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien?-

Nicholas se rió de su preocupación y se sentó. Le dio un beso rápido en los


labios antes de ponerse de pie y a su vez tirar de ella para levantarla.

-Tal vez no deberías levantarte,- dijo Jo nerviosamente a medida que se


enderezaba. -Parecía que perdiste el conocimiento o algo así y…-

-Estoy bien,- la interrumpió él en tono conciliador. -Sólo me desmayé.-

-¿Te desmayaste?,- preguntó consternada sosteniendo sus manos. ¿Te bajó el


nivel de sangre o algo así? ¿Necesitas alimentarte? Podemos…-

-Jo, está bien. Es perfectamente normal. Estoy bien,- repitió Nicholas.


-¿Normal?, -repitió ella con incredulidad. -No es normal estar a punto de
desmayarse, Nicholas. No es…-

-Eso sucede cuando los compañeros de vida hacen el amor,- dijo él


pacientemente y Jo se quedó inmóvil.

Ella lo miró sin comprender por un minuto, luego miró la mesa donde había
despertado y se dio cuenta de que se había desmayado después de...

-Oh,- dijo ella con voz queda, pero lo miró de nuevo con incertidumbre. -¿Por
qué?-

Nicholas vaciló, y luego dijo: -Te lo explicaré mientras comemos.-

Jo abrió la boca para insistir en que se lo explicara ahora, pero el ruido de su


estómago le hizo cambiar de idea. Asintió con la cabeza, fue hasta el horno de
microondas y revisó la pizza que estaba adentro. Ya había pasado demasiado
tiempo desde que se había calentado y se había enfriado de nuevo. Chasqueó su
lengua, volvió a programar el horno para un minuto y luego recogió las copas
de vino y miró la mesa. El sólo mirar esa maldita cosa le trajo recuerdos de lo
que habían hecho allí, y sintió que su cuerpo respondía a esos recuerdos.

-Tal vez deberíamos comer en el salón,- murmuró ella.

-Por esta vez,- murmuró Nicholas, sus ojos estaban plateados y brillantes
mientras agarraba las copas de vino por ella.

Jo se sonrojó ante el brillo travieso de sus ojos, su cuerpo sintió un cosquilleo al


recordar el placer, y cuando se inclinó para posar un beso en sus labios, ella los
abrió y empezó a levantar los brazos para deslizarlos alrededor de su cuello.

-Primero la comida,- gruñó él, apartándose rápidamente de su alcance. -Primero


la comida y luego hablamos.-

Jo lo vio salir de la cocina y un suspiro débil escapó de sus labios.


En ese momento no le importaba si alguna vez volvía a comer. Sólo quería
sentir el cuerpo de Nicholas contra el suyo de nuevo. Quería...

El microondas sonó, anunciando que había terminado, y Jo sacudió su cabeza y


se dio vuelta pensando que Nicholas era como una droga. Parecía que no tenía
suficiente de él. Con un suspiro, sacó las porciones de pizza del horno de
microondas, las repartió entre los dos platos, y los llevó a la sala de estar.

Nicholas había puesto las copas de vino en la mesa de café y se instaló en el sofá
que tenía ante sí. Jo se sentó junto a él, y a continuación le entregó uno de los
platos y se sentaron a comer. Aunque ella había estado feliz de eludir la comida
hacía unos momentos en la cocina, ahora que el olor de la pizza estaba flotando
en su nariz estaba más deseosa de alimentarse... primero. Había pasado
bastante tiempo desde que había desayunado con Bricker y Anders, y estaba
realmente hambrienta.

Puede que Jo tuviera hambre, pero Nicholas estaba absolutamente voraz. Él casi
parecía que aspiraba la porción de pizza y había terminado de comerla antes de
que ella terminara siquiera la mitad de la suya. Con un poco de orientación, él
se las arregló para calentar las siguientes dos porciones y las llevó a la sala, justo
cuando ella terminó su primera porción.

Jo comió tres porciones antes de detenerse. Nicholas estaba por su sexta porción
cuando ella puso su plato en la mesa y se volvió hacia él expectante.

-¿Y? ¿Explícame por qué desmayarse es normal?,- le preguntó tan pronto como
él masticó y tragó su último bocado.

Nicholas miró su plato que ahora estaba vacío y miró hacia la cocina como si
estuviera considerando en ir a buscar otra porción, pero a continuación, dejó el
plato abajo y explicó: -El placer combinado es demasiado para que la mente lo
asimile en un primer momento y en respuesta, el cerebro sufre una especie de
sobrecarga y se apaga cuando el orgasmo lo agobia. Es perfectamente normal
durante el primer año en que se unen los compañeros de vida.-

-¿Qué es eso del placer combinado? - Le preguntó ella a su vez.


-Yo siento tu placer y tú sientes el mío,- dijo simplemente.

-Así que cuando estabas…- Jo hizo una pausa y se mordió el labio, tratando de
pensar una manera de describir lo que había estado haciendo sin tener que usar
un término crudo que degradara la belleza de ello.

-Cada vez que te beso, acaricio, o te toco, experimento tu placer como si fuera el
mío,- dijo Nicholas muy serio, resolviendo el problema por ella.

-Experimentaste placer y se mezcló con el mío, y luego volvió a ti, mezclándose


con el tuyo de nuevo y rebotando aún más fuerte, y así sucesivamente hasta que
ninguno de los dos pudo soportarlo más.-

Lo cual explicaba el enorme placer que ella había experimentado, supuso Jo, y
luego preguntó: -¿Así que este placer combinado sólo ocurre entre compañeros
de vida?-

Nicholas asintió solemnemente, y luego preguntó: -¿Por qué sonríes?-

-Porque tienes más de quinientos años, y probablemente una cama cargada de


mujeres y me alegro hasta las gónadas de que no experimentaste esto con ellas.-

-¿Te alegras hasta las gónadas?,- preguntó Nicholas, haciendo una mueca por la
expresión. Sacudiendo la cabeza, sonrió a regañadientes, pero luego admitió en
voz baja: -lo he experimentado una vez antes, Jo.-

-Tu esposa,- recordó Jo.

Él asintió serio.

Jo observó su expresión casi culpable y se encogió de hombros suavemente. -


Supongo que puedo lidiar con eso. Todavía soy la única viva con la que puedes
disfrutar, por lo qué... - Ella subió a su regazo y deslizó sus brazos alrededor de
su cuello al comentar: -Me imagino que eso hace menos probable la
infidelidad.-
-Somos un pueblo monógamo por una razón,- murmuró Nicholas, uniendo sus
propios brazos a los de ella. -Una vez que encuentras una compañera de vida,
ninguna otra mujer se puede comparar. Es como tratar de eliminar el dolor con
aspirina después de años de morfina.-

-Eso parece una descripción acertada,- le aseguró Jo en voz baja. -Porque me


parece que tú eres como una droga de la que no puedo tener suficiente. Ya te
quiero de nuevo.-

Ella levantó sus ojos para encontrar que el azul de los ojos de él se desvanecía, y
de nuevo era reemplazado por plata.

-Así que,- susurró Jo moviéndose hacia adelante de modo que sus labios casi se
tocaban. –Si te beso, acaricio y toco, experimentaré tu placer, ¿no?-

Nicholas asintió con la cabeza muy levemente.

-Eso es un intercambio bastante interesante,- murmuró, alcanzando el cierre de


sus pantalones. Estaba duro y crecía más ante su tacto, y se estremeció ante las
sensaciones que se disparaban a través de ella.

Maldita sea, pensó Jo, él tenía razón. Había estado tan consumida por el
torrente de pasión que la habían abrumado antes, cuando él se lo había
suministrado, que Jo no había entendido lo que estaba sucediendo, pero ahora...

Lo apretó suavemente y cerró los ojos cuando otra oleada de placer se deslizó a
través de ella. A continuación se deslizó de su regazo y se sentó en el suelo
entre sus piernas y comenzó a desabrochar el botón de sus pantalones.

-Jo, espera, tenemos que hablar,- dijo Nicholas tratando de detenerla.

-Más tarde,- dijo en voz baja. -Es mi turno ahora.-

Nicholas se encontró con su mirada por un breve momento mientras un


conflicto se desarrollaba en su rostro, y luego se levantó, tirando de su mano
para instarla a levantarse.
-¿Qué…?- comenzó a preguntar Jo con incertidumbre.

-El dormitorio,- gruñó Nicholas tirando de ella mientras caminaban alrededor


de la mesa e iban hacia el recibidor. -Me parece que esta vez despertar en una
cama es mejor que tirado en el sofá o en la alfombra de la sala.-

Jo sonrió y bromeó, -¿Dónde está tu sentido de la aventura?-

Nicholas se detuvo bruscamente en el recibidor y se volvió para tomarla en sus


brazos. Su boca estaba exigiéndole más, sus manos se deslizaban apartando la
bata de su pecho, la acercó contra el suyo y luego la sujetó contra la pared,
empujándola con su cuerpo, y le metió la lengua en la boca mientras se quitaba
los zapatos.

Gimiendo por el placer que corría a través de ella, Jo agarró su trasero y lo


apretó brevemente, y luego consiguió meter las manos entre sus cuerpos para
desabrochar el botón y bajar la cremallera de sus pantalones.

Ambos gemían de placer cuando ella metió la mano en el interior y lo encontró


y, a continuación, Nicholas rompió el beso dio un paso atrás y se quitó su ropa.
Su camiseta fue jalada hacia arriba y estuvo fuera en un solo paso, y luego se
quitó sus pantalones vaqueros, después la agarró de la parte superior de sus
muslos y la llevó contra sus caderas para frotar su erección contra ella pero sin
penetrarla.

Jo se agarró a sus hombros, besándolo frenéticamente mientras la aplastaba


contra la pared y ambos enloquecían, luego ella apartó la boca prorrumpiendo
en un grito cuando de repente notó su empuje.

Entonces Nicholas se detuvo. Respirando con dificultad, descansó brevemente


su frente contra su cuello, y luego levantó la cabeza lo suficiente para lamerle el
cuello, besarlo y mordisquearlo todo el camino hasta la oreja.

Jo gimió cuando se apartó y la penetró de nuevo, apretándola con la pared.


-¿Es esta suficiente aventura para ti?, -gruñó, y luego se echó a reír casi sin
aliento cuando asintió con la cabeza. -Bien,- murmuró Nicholas, a continuación
apresó sus labios en un tierno beso antes de empujarse casi violentamente
dentro de ella.

Nuevamente interrumpió el beso y añadió, -La verdadera aventura es ver si


podemos hacerlo en una superficie suave antes de que termine.-

Jo parpadeó abriendo los ojos y lo miró. -¿Cómo…?-

Su pregunta murió en un grito de asombro, cuando de repente retrocedió un


paso, llevándola consigo, y se dio vuelta dirigiéndose hacia el final del
recibidor. Jo apretó instintivamente las piernas a su alrededor, pero no
necesitaba preocuparse por eso, sus manos la agarraban por el trasero y la
sostenían en su lugar, mientras comenzaba a ponerse en marcha para salir del
recibidor

-Vamos a ver cuántos pasos se necesitan para hacer volar nuestras mentes,- dijo
Nicholas con los dientes apretados, mientras caminaba y sus cuerpos se
frotaban uno contra el otro con cada paso.

-Oh Dios,- jadeaba Jo escondiendo el rostro en su cuello y cerrando los ojos,


mientras ola tras ola de placer la recorrían, sospechó que no llegarían a la cama
y sólo esperaba que el relleno bajo la alfombra de Sam fuera suave.
Capítulo Trece

-Ese es un asunto muy serio.-

Nicholas bajó su mirada hacia Jo. Ella estaba recostada a medias sobre su pecho,
levantó su cabeza y lo miró en forma interrogante. Finalmente estaban en la
cama. En el primer intento habían llegado sólo hasta la mitad del recibidor
antes de que la pasión los abrumara.

Él había hecho todo lo posible para proteger a Jo mientras perdían el


conocimiento y supuso que había funcionado. Ella parecía estar bien cuando se
despertó. No es que él tuvo la oportunidad de preguntárselo. Se había
despertado antes que él y de inmediato ella decidió terminar lo que había
tratado de iniciar en la sala de estar. Nicholas se despertó y se encontró a sí
mismo completamente erecto y con la boca de ella sobre él, y ambos a medio
camino de explotar de nuevo.

Jo también había despertado antes esa vez, pero para ese momento ya habían
llegado a la puerta del dormitorio. Les había llevado dos intentos más el llegar a
la cama. La última vez, habían despertado casi al mismo tiempo y habían
llegado a la cama antes de su mutua necesidad los abrumara. Esta vez, Nicholas
fue el primero en despertarse, lo que era una lástima, porque le había dado la
oportunidad de pensar.

-¿Qué te pasa? - Le preguntó ella, la preocupación ensombrecía su rostro.

Nicholas dudó, pero luego dijo: -Nada. Estaba pensando.-

Jo se quedó en silencio durante un minuto, y luego preguntó: -¿Nicholas?-

-¿Eh?-

-Háblame de tu esposa,- dijo ella en voz baja.


Nicholas permaneció unos segundos inmóvil, su mente de repente estaba en
blanco. No tenía ni idea de lo que debía decir.

-¿Tú dijiste que se casaron y ella también fue una compañera de vida?,- le
preguntó Jo.

Nicholas soltó el aliento que no se había dado cuenta que había estado
reteniendo y asintió.

-Sí.-

-¿Cuánto tiempo hace que tú y ella…?-

-Nos conocimos, casamos y murió en 1959. Fue el mejor y el peor año de mi


vida... hasta ahora,- agregó Nicholas solemnemente, y sabía que era
absolutamente cierto. Había tenido la suerte de encontrar otra compañera de
vida, lo que ocurría muy rara vez, e iba a tener que renunciar a ella.
Definitivamente el mejor y el peor.

-¿Tú no la convertiste?,- preguntó Jo frunciendo el ceño.

Nicholas sacudió la cabeza. -Ella nació siendo inmortal.-

-Pero…- La confusión reinó en el rostro de ella por un momento y luego


sacudió la cabeza. -Pero entonces, ¿cómo murió? Si era inmortal, no debería
haber…-

-Inmortal no es realmente la palabra correcta para nosotros,- dijo Nicholas


suspirando. -Podemos morir, es sólo que es más difícil matarnos que a un
mortal. La enfermedad no lo hará, y un disparo sólo nos incapacitaría hasta que
las balas sean forzadas a salir, pero la decapitación o extirpar nuestro corazón
puede matarnos.-

-¿Y Annie sufrió una de esas cosas?,- preguntó Jo con el ceño fruncido.

-Annie fue decapitada en un accidente de coche,- dijo Nicholas en voz baja.

-Ella y el niño que llevaba, nuestro hijo, murieron.-


-Oh,- murmuró Jo. -Lo siento.-

Nicholas permaneció en silencio, pero se inclinó y le besó la nuca.

-¿Era en ella en lo que estabas pensando cuando me desperté?,- le preguntó ella


en voz baja.

-No,- le aseguró él, y luego suspirando admitió, -me estaba preguntando de qué
forma nos encontraron en el hotel.-

Jo cerró los ojos un instante y suspiró. Luego cambió de posición y se movió


para tirar de las sábanas y las mantas y ponerlas sobre ambos antes de sentarse
y apoyarse en la almohada en la parte superior de la cama. -Eso fue mi culpa. Al
parecer, fueron capaces de rastrear mis actividades bancarias y descubrieron
que había retirado fondos de un cajero automático junto a la tienda del hotel.-

-¿Tú retiraste dinero de…?- comenzó a decir Nicholas horrorizado y se sentó


junto a ella, pero ésta lo interrumpió.

-Lo siento. No tenía idea de que podían rastrear ese tipo de cosas,- dijo en tono
de disculpa. -Quiero decir, ¡Dios!, ¿quién habría pensado que Mortimer y esos
tipos podrían hacer algo así?.-

Él debería haberlo hecho, pensó Nicholas, pero no lo hizo. Ella no lo sabía y él


no le había dicho nada por lo que podía culparla por el error. La buena noticia
era que eso significaba que no habían puesto alguna especie de transmisor en
ella o en otra cosa y no iban a caer sobre ellos aquí.

-Lo siento Nicholas. No voy a usar mi tarjeta de débito de nuevo. Nunca


pensé… quiero decir, nunca se me ocurrió que pudieran hacer algo como eso.
Comprobar la actividad bancaria es como un truco de la policía o algo así.-

Nicholas permaneció en silencio durante un minuto, pero luego decidió que


llegado el momento de hablar en serio con ella. -Jo... Mortimer y esos tipos son
policías. Son ejecutores, cazadores de renegados, son el equivalente a la policía
vampiro. Tienen acceso a cualquier tecnología de la policía, a cualquier
tecnología de allí afuera si lo desean. Cazan a los inmortales renegados.-

Jo permaneció en silencio durante un minuto y luego dijo: -Bricker, dijo que tú


eras un renegado.-

-Sí,- dijo él muy serio.

Ella se quedó quieta por un momento, sin mirarlo mientras lo digería y


entonces preguntó cautelosamente: -¿Qué es un inmortal renegado
exactamente?-

Jo no se había movido, pero Nicholas podía sentir que ella se retiraba, poniendo
cierta distancia emocional entre ellos. Él podía sentir su llanto emocional
cuando comenzó a formar un muro de protección a su alrededor y eso le causó
dolor en su corazón. Obligándose a sí mismo a respirar profundamente, esperó
a que el dolor pasara y luego le dijo: -Un renegado es un ser inmortal que ha
roto nuestras leyes.-

-¿Ustedes tienen leyes?, - preguntó sorprendida.

Nicholas esbozó una sonrisa. -Por supuesto. No existe sociedad sin leyes.-

-Por supuesto,- murmuró Jo, luego suspiró y le preguntó. -Dime cuáles son tus
leyes.-

Nicholas dudó y luego dijo: -Podemos convertir sólo a un mortal en toda una
vida.- Ella asintió.

- A las parejas se les permite tener sólo un hijo cada cien años.-

-¿Uno?,-, preguntó Jo sorprendida. -¿Cómo lo han logrado? Quiero decir, ¿qué


hacen si una de sus mujeres descubre que está embarazada antes de los cien
años?-

Nicholas se encogió de hombros. -Es fácil de manejar. En realidad, el embarazo


y el llevarlo a término por lo general han sido un problema en el pasado.-
-¿Los nanos?, - preguntó ella.

Nicholas asintió con la cabeza y le recordó: -Sirven para mantener al huésped


saludable lo máximo posible. Ellos ven a un bebé como un parásito que utiliza
la sangre y los nutrientes del huésped. Para que una de nuestras mujeres quede
embarazada, tiene que duplicar la cantidad de sangre para mantener a los
nanos ocupados y seguir así hasta que nazca el bebé. De lo contrario los nanos
del huésped abortarán el feto.-

-Ya veo,- murmuró ella frunciendo el ceño. -¿Eso es lo que le sucedió a la esposa
de Lucian?-

-¿Lucian?,- preguntó Nicholas sorprendido.

-Oí que Mortimer decía que Lucian y Leigh habían estado viajando mucho
desde que perdieron a su bebé,- le explicó Jo, y luego agregó: -¿Supongo que
ambos deben ser inmortales también?-

-Sí,- dijo Nicholas en silencio. No se había dado cuenta de que la compañera de


vida de su tío iba a tener un niño. El hombre debe haber estado en la luna a
causa de ello, y probablemente debe haber caído desde tan lejos cuando perdió
al niño.

-¿Entonces ella perdió al bebé por no alimentarse lo suficiente?,- preguntó Jo.

Nicholas sacudió la cabeza con seguridad. -No, estoy seguro de que no es eso lo
que sucedió. Lucian se habría asegurado que se alimentara lo suficiente.-

-Entonces, ¿cómo pudo haber perdido el bebé?- preguntó Jo confundida. -Los


nanos deberían haber…-

-Los nanos reparan enfermedades y lesiones, pero no solucionan los problemas


genéticos, por lo que me imagino que era un defecto genético y ella tuvo un
aborto involuntario en forma natural,- dijo, y entonces pensó que
probablemente eso explicaba la razón por la que la boda triple de Lucian y
Leigh, y otras dos parejas más, se había retrasado una vez más. Puede que
estuviera huyendo y fuera un renegado pero Nicholas todavía se las arreglaba
para mantenerse al día con los asuntos de su familia. Si bien había tenido que
evitar a otros inmortales, había mortales que trabajaban para la compañía de su
primo, las Empresas Argeneau, y de vez en cuando miraba a uno u otro y leía
sus mentes, luego blanqueaba sus memorias para que olvidaran su presencia.

Fue de esta manera que Nicholas se había enterado de la boda triple. Todo
había comenzado como una sola boda, la de su primo Bastien y su compañera
de vida, Terri. Pero Lucian había encontrado a Leigh y las dos parejas
decidieron tener un doble ceremonia. Y luego su tío Victor y Elvi se habían
añadido a la lista e iba a ser una boda triple. Sin embargo, la fecha original
había sido cambiada y la boda se retrasó cuando su tía Marguerite desapareció,
y luego supo que recientemente se había retrasado de nuevo, pero la secretaria
cuya mente había leído no sabía la razón. Nicholas sospechaba que era porque
Leigh había perdido al bebé y se preguntó si la boda triple alguna vez se
llevaría a cabo si seguían a este ritmo.

-Entonces…- dijo Jo, sacándolo de sus pensamientos. -Se puede convertir a una
sola persona, se puede tener un hijo sólo cada cien años... - Ella alzó las cejas. -
¿Qué más?-

-No se nos permite morder o matar a los mortales,- dijo Nicholas.

-¿Y qué más?,- preguntó ella.

Nicholas se encogió de hombros. -Eso es todo, además de que se supone que


debemos hacer todo lo que sea posible para que nuestra presencia no sea
revelada a los mortales.-

Jo asintió en silencio durante un momento y luego preguntó: -¿Así que tú


mordiste y mataste a un mortal, o hiciste algo que podría revelar la presencia de
los inmortales?-

Nicholas miró lejos y se obligó a decir. -Sí, creo que maté a un mortal.-
Hubo un largo silencio esta vez, y Nicholas quería mirarla y ver su expresión,
pero no tenía el valor para hacerlo. Cuando Jo habló, no se sorprendió al
escuchar el enojo en su voz.

-¿Cómo que crees que lo hiciste?,- preguntó ella finalmente. -¿Qué quieres decir
con que lo supones? ¿Lo hiciste o no?-

-Al parecer lo hice,- admitió él en un suspiro y finalmente giró su cabeza para


mirarla. Ella estaba parpadeando y sacudiendo la cabeza.

-Nicholas, esta es una de esas preguntas que respondes con un sí o un no.


Parece que tienes un problema con ellas. ¿Mataste o no a un mortal?.-

Nicholas frunció el ceño y movió la cabeza con irritación. -Sí, creo que mate a
un mortal.-

Jo resopló con exasperación y la dejó caer en la cabecera de la cama. -No, no lo


hiciste.-

-Sí, me parece que lo hice,- dijo él a la vez.

-¿Ah, sí?- resopló ella. -Ni siquiera puedes decirlo en forma contundente.
Supongo que sí, al parecer lo hice…- Jo sacudió la cabeza.-Tú no pudiste haberlo
hecho. Ni siquiera puedes decirlo.-

Nicholas frunció el ceño con irritación. Había estado aborreciendo hacer esta
confesión, temiendo ver el miedo y el odio en el rostro de Jo al enterarse de lo
que él había hecho. Sin embargo, él nunca se había imaginado que su reacción
sería la incredulidad. Apretó su boca y dijo con firmeza: -Jo, maté a una mujer,
una mujer embarazada. Rasgué su garganta y me alimenté de ella.-

- Correcto,- dijo Jo con incredulidad, y luego sugirió: -Háblame de eso.-

-¿Qué?,- preguntó él asombrado.

-Dime qué es lo pasó,- insistió ella.

-Yo no voy a…-


-Debido a que no mataste a nadie,- lo interrumpió Jo con una certeza casi
desafiante.

Nicholas la miró asombrado. En verdad, ella era especial; hermosa, divertida,


dulce, sexy, sorprendente... y frustrante como el infierno. Lanzó un suspiro y
dijo, -Jo, también me gustaría que no fuera cierto, pero…-

-Es simple, Nicholas. Si lo hiciste, cuéntame al respecto,- insistió. -¿Quién era la


mujer?-

-No lo sé,- admitió él incómodo. Nicholas había huido de la zona de Toronto, y


de Canadá, aquel fatídico día cincuenta años atrás y no había regresado... al
menos hasta el comienzo de este verano, cuando se había arrastrado tras un
nido particularmente repugnante de renegados en los estados del norte y subió
por los caminos de Canadá hasta la cabaña en el condado de Ontario. Nicholas
nunca había tenido la oportunidad de averiguar quién era la mujer. Sospechaba
que eso debía ser algo bueno. Su rostro aparecía en sus pesadillas y saber su
nombre sólo empeoraría las cosas.

-¿No lo sabes?,- preguntó Jo con tono áspero. -Bueno, está bien, así que ¿cómo
fue que te encontraste con esta mujer que no conocías, pero que por alguna
razón mataste?-

Nicholas hizo una mueca sarcástica, apoyó la cabeza contra la cabecera de la


cama y cerró los ojos. -Fue después de que Annie murió. Yo estaba... No lo tomé
bien. Me aislé de la familia y los amigos y, básicamente, estaba revolcándome
en mi dolor,- admitió disgustado consigo mismo.

-Creo que probablemente eso es natural,- dijo Jo en voz baja.

-Sí, bueno…- Él se pasó la lengua por los labios y abrió los ojos para mirar el
techo sobre su cabeza mientras los sucesos corrían por su mente. -Ese día
encontré un regalo de cumpleaños que Annie había comprado para una amiga
del trabajo. Lo había comprado y envuelto con anticipación y lo había dejado en
su mesa de manualidades-.
-Mesa de manualidades,- murmuró Jo con voz incrédula, y cuando él la miró,
ella se sonrojó y se encogió de hombros y murmuró: -Parece extraño pensar en
una vampiresa haciendo manualidades. Eso es tan... mundano ,- concluyó por
fin.

-Sólo somos personas, Jo,- dijo él en voz baja.

-Sí, supongo. Personas con colmillos, que beben sangre, viven mucho tiempo y
al parecer, hacen manualidades.- Y sacudió la cabeza.

Nicholas sonrió levemente, pero reclinó la cabeza hacia atrás de nuevo y


continuó. -Yo probablemente no habría tomado el regalo de Carol si…-

-¿Carol?,- preguntó Jo interrumpiéndolo.

-La amiga de Annie en el hospital,- explicó él. -Ellas trabajaban en el turno de


noche juntas.-

-¿Qué hacia Annie en el hospital?,- preguntó Jo con curiosidad.

-Ella era enfermera en la unidad de cuidados intensivos,- dijo él esbozando una


sonrisa al recordar. -Annie... Ella era especial. Le gustaba ayudar a la gente y…-
Nicholas se detuvo abruptamente cuando se dio cuenta de que probablemente
no era una buena cosa continuar hablando acerca de las maravillas de una
compañera de vida pasada a una compañera de vida actual... incluso aunque no
pudiera reclamarla.

-De todos modos,- murmuró él - como dije, probablemente no le habría llevado


el regalo a Carol, pero quería preguntarle si sabía lo que Annie... –

Nicholas se detuvo cuando se dio cuenta que había omitido algo. -Debo decirte
que la noche antes de que Annie muriera, me llamó a Detroit y me dijo…-

-¿Qué estabas haciendo en Detroit?- lo interrumpió Jo.


-Estaba buscando a un renegado,- le respondió. -Iba a ser mi último caso. Annie
estaba casi por parir y no me gustaba estar fuera lejos de ella cuando estaba tan
cerca de dar a luz.-

-¿Estabas buscando a un renegado?,- le preguntó Jo lentamente y, a


continuación, -¿También eras un cazador de renegados?-

-De hecho nos llaman Ejecutores. Me refiero a que es lo que ellos son.- Nicholas
se corrigió a sí mismo con el ceño fruncido.

-¿Pero tú eras uno?,- insistió ella.

-Sí,- admitió él.

-Mejor que mejor, -murmuró Jo. -¿Annie te llamó a Detroit y te dijo...?-

-Ella dijo que tenía algo que decirme cuando llegara. Estaba emocionada tenía
curiosidad, pero no me dijo lo que era por teléfono. Ella dijo que quería ver mi
rostro cuando me lo dijera.-

-Pero murió,- exclamó Jo.

-Sí. Murió y me olvidé de eso por un tiempo.-

-Pero entonces viste el regalo y pensaste que podrías entregárselo como una
excusa para preguntarle a Carol si sabía lo que Annie iba a decirte cuando
regresaras a casa.-

Nicholas asintió con la cabeza y dejó salir el aire lentamente. Jo estaba


facilitando las cosas para él todo lo que podía. También era muy rápida para
conectar todo.

-¿Esta amiga, Carol, lo sabía?,- preguntó Jo con curiosidad.

Nicholas sacudió la cabeza. -Nunca me enteré. Puse el regalo en el coche y lo


llevé al hospital, pero cuando estaba cruzando el estacionamiento para entrar
salió una mujer. Era pequeña y rubia como mi Annie. Incluso se parecía un
poco a ella... y estaba muy embarazada.-
-Al igual que tu Annie,- sugirió Jo.

-Sí,- dijo él en tono cansado y cerrando los ojos. -Recuerdo que estaba muy
enojado, incluso furioso porque esa mujer mortal vivía mientras que mi Annie,
una inmortal que debería haber vivido durante siglos, había…-

-Eso también es normal, Nicholas,- dijo Jo en voz baja, poniendo su mano en la


de él y apretándola suavemente. Cuando él la miró con evidente incredulidad,
ella asintió gravemente. -Poco después de la muerte de mis padres, fui con mis
amigos para almorzar en un restaurante donde había una pareja de ancianos
sentados en una mesa frente a nosotros. Eran viejos. Tenían el pelo blanco,
arrugas, debían estar en sus ochenta o noventa años... - Hizo una pausa y
sacudió la cabeza. -Yo no sé qué fue lo que me pasó con ellos. Tal vez fue la
forma en que se sonrieron, o la forma en que compartían su comida, pero por
alguna razón me hicieron pensar en mis padres, y por un momento estuve
absolutamente furiosa porque estos dos vejestorios estaban vivos y felices,
mientras que mis padres, mucho más jóvenes, estaban muertos.- Jo suspiró
tristemente ante el recuerdo y luego se encogió de hombros. -Creo que
probablemente es una parte natural del duelo.-

-¿Agarraste a la pareja de ancianos y los masacraste?,- le preguntó Nicholas


muy serio.

La mirada de Jo cambió y se encontró con la de él, fuerte y aguda. -¿Fue eso lo


que hiciste?-

Nicholas apartó la mirada y se encogió de hombros. -Aparentemente.-

-Ahí está esa palabra de nuevo-, dijo ella en tono seco. -No quiero oír
aparentemente de nuevo. Dime lo que pasó. La viste y estabas enojado y…-

Nicholas frunció el ceño mientras atravesaba el velo que cubría sus recuerdos
tratando de encontrar lo que sucedió después. Por último, sólo dijo: -
Finalmente le desgarré la garganta al cabo y me alimenté de ella.-

-¿Allí en el estacionamiento?,- preguntó Jo sobresaltada.


-Yo… no…- Él extendió la mano para acariciarse la frente con tristeza. -En mi
casa. En mi sótano.-

Jo permaneció en silencio durante un largo tiempo de nuevo, y cuando él


finalmente la miró, ella lo estaba mirando como si estuviera ordenando un
rompecabezas. Finalmente, sacudió la cabeza y ella dijo: -¿Cómo llegaste hasta
allí? ¿ Qué paso?.-

-No lo sé,- espetó él con frustración. -Sólo me acuerdo de mirarla, y estar


realmente enojado. Lo siguiente que supe es que Decker estaba gritando mi
nombre y abrí los ojos para que ver que estaba sentado en el suelo de mi sótano
con la mujer embarazada, muerta en mis brazos. Había sangre por todas partes,
incluyendo mi boca. Yo la maté, Jo.-

Para su asombro, de pronto Jo sonrió y se recostó en la cabecera. Su voz se


mostró satisfecha cuando dijo: -Tú no la mataste.-

Por alguna razón, su certeza y calma lo enfurecían. -¡Maldita sea, Jo, lo hice!.-

-Entonces, ¿por qué no te acuerdas?, - preguntó ella con calma.

-Debo haber estado inmerso en una furia ciega,- dijo él a la vez. Era la única
explicación a la que había sido capaz de llegar después de todos esos años. No
es que él hubiera pensado en ello a menudo. Había estado tan horrorizado por
lo que había hecho que Nicholas había tratado de no pensar en ello hasta la
noche en que había conocido a Jo. Desde entonces, eso estaba constantemente
en el fondo de su mente, lo que había hecho, por qué lo había hecho, cómo
había arruinado sus posibilidades de estar con ella.

-No, tú no estabas enceguecido por la furia,- dijo Jo con certeza, haciendo que él
volviera su atención hacia ella con descreimiento.

-Bueno, es seguro como la mierda que no la habría matado si no hubiera estado


ciego por la rabia,- gruñó él.
-Nicholas,- dijo ella pacientemente, moviéndose hasta arrodillarse junto a él en
la cama.

-Piensa en lo que estás diciendo. La viste y te enojaste porque se parecía a


Annie, estaba embarazada como tu Annie, pero estaba viva y tu Annie no lo
estaba. Tu enojo era natural, y si me hubieras dicho que la golpeaste allí mismo
en el estacionamiento y que de un sólo golpe habías matado a la mujer, podría
haber creído que la mataste en medio de una rabia cegadora. Pero eso no es lo
que pasó. Supuestamente, en esa rabia ciega, la llevaste a tu coche, la metiste
adentro, la llevaste a tu hogar, y la llevaste al sótano de tu casa y ¿la mataste...
sin tener que salir de tu rabia ciega. Sin recordar nada al respecto hasta que
abriste los ojos y miraste hacia abajo para encontrarla muerta en tu regazo?-

Él negó con la cabeza. -No. No ocurrió de esa manera.-

Nicholas simplemente se quedó mirando a Jo en blanco, y de repente, ésta se


sentó, lo miró en forma pensativa, y luego le preguntó: -¿Tú dijiste que Decker
estaba gritando tu nombre? ¿Eso fue lo que te despertó?-

-Yo..Sí,- dijo él suspirando.

-Entonces él lo hizo,- decidió ella con calma, y cuando Nicholas comenzó a


negar con la cabeza, dijo: -Sí, lo hizo, los controló a ambos, los llevó hasta tu
casa y mató a la mujer, la puso en tu regazo, y luego te liberó de su control.-

Nicholas cerró los ojos con cansancio. -Decker no lo hizo, Jo. Decker no mataría
a un mortal. Él es un cazador de renegados, que protege a inmortales y hombres
por igual. No mataría otra cosa más que a renegados.-

-Sin embargo podría,- le dijo ella en tono áspero, y señaló: -Tú también fuiste un
ejecutor.-

-Sí, pero yo estaba de duelo, mi cabeza no funcionaba correctamente. Me…-

-Controlaron,- dijo Jo con tono firme.


Nicholas deseaba poder estar de acuerdo con ella y decir que era eso lo que
había ocurrido, pero sacudió la cabeza. -Los inmortales no pueden ser
controlados.-

-Tú dijiste que pueden leerse sus pensamientos unos a otros, así como a los
mortales,- dijo Jo al mismo tiempo. -Tal vez un inmortal más viejo puede
también controlar a uno más joven. Decker probablemente…-

-Decker es más joven que yo,- la interrumpió. -Y sí, los inmortales pueden leerse
la mente entre sí, pero sólo un recién convertido puede ser controlado. Yo tenía
siglos de antigüedad.-

-¿Estás seguro de eso?,- preguntó ella, con los ojos entrecerrados.

Nicholas se pasó una mano por el pelo y asintió solemnemente. -Sí. Se


necesitaría a Tres en Uno para limpiar mis recuerdos y para controlarme,
tendrían que trabajar tres inmortales mayores juntos para poder hacerlo. En el
momento en que se trata de borrar o enterrar los recuerdos de un ser inmortal,
los nanos estarán tratando de traerlos de nuevo a la superficie. Tienen que ser
sepultados y enterrados de nuevo una y otra vez. Ello sucede en cuestión de
días, y Decker llegó esa misma noche. Yo no estaba controlado y no tenía mis
recuerdos borrados,- aseguró él a su pesar.

-Entonces, estabas drogado,- decidió ella de inmediato.

-Jo,- dijo él con tono cansado.

-Deja de pelear y ayúdame,- espetó ella. -Estás revolcándote en tu supuesta


culpa. Detente y utiliza tus sesos. Simplemente esto no tiene sentido, Nicholas.
Por lo visto, tú corriste el riesgo de ser capturado y muerto a principios del
verano para ayudar a Dani y Stephanie, y luego, la otra noche, simplemente lo
hiciste de nuevo para salvarme. Y yo era una completa extraña y supongo que
Dani y Stephanie probablemente también lo eran, pero corriste el riesgo de
perder tu propia vida para salvarnos. Eso no suena como un hombre que
mataría a una mujer sólo porque se parecía a su compañera de vida.- Hizo una
pausa para aspirar una bocanada de aire y luego dijo: -Sinceramente, sería más
factible que hubieras controlado a la mujer para jugar a la casita con ella y
pretender que tu Annie aún estaba viva.-

Nicholas frunció el ceño ante sus palabras. -Pero ella estaba en mi regazo.-

-Pero no recuerdas cómo llegó allí,- dijo Jo a la vez. -¿Eso te parece razonable?
¿Cómo llegaste hasta allí? ¿Qué pasó con el regalo de Carol? ¿Ella te dijo algo
para que te molestaras así? ¿Ella lloró y rogó por su vida? ¿Tomaste el control
de su mente y la mantuviste bajo ese control mientras la llevabas a tu casa? ¿Y
por qué en el sótano?-

Nicholas la miró sin comprender mientras sus preguntas llovían sobre él.
Cuando ella puso las cosas de esa manera, realmente no parecían ser correctas.

Seguramente ella tenía razón y si él hubiera perdido su mente, habría matado a


la mujer allí mismo en el estacionamiento, o al menos recordaría algo acerca de
cómo llegó a su casa, pero...

-Las drogas no funcionan en nosotros.-

Jo hizo una pausa y levantó su cabeza. -¿Ninguna droga? ¿Absolutamente


ninguna?-

-Bueno…- dudó él y luego admitió que -las drogas más débiles serían
eliminadas por los nanos antes de que pudieran hacer efecto, y las más fuertes
no tendrían un efecto tan fuerte o no funcionarían durante más de veinte
minutos o media hora.-

-¿Cuánto tiempo te demandaba conducir desde el hospital hasta tu casa?,- le


preguntó ella a la vez.

-Diez minutos,- dijo él en voz baja. -Yo no quería que Annie tuviera que
conducir muy lejos para ir a trabajar.-

Jo arqueó una ceja. -Así que pudieron haberte drogado, llevado hasta tu casa,
asesinado a la mujer y haberla puesto en tu regazo antes de que te despertaras.-
-Su sangre estaba en mi boca,- le recordó él

Ella puso los ojos en blanco y de repente saltó de la cama y salió corriendo de la
habitación. Nicholas se quedó mirándola sorprendido, y luego arrojó las
sábanas y la mantas a un lado para seguirla. La encontró en la sala, inclinada y
recogiendo algo de la mesa. Sus ojos se deslizaron sobre su trasero desnudo con
un interés totalmente inadecuado dada la conversación que habían estado
teniendo y haciendo una mueca para sí mismo, dijo: -¿qué…?-

Eso fue todo lo que pudo decir. Ante el sonido de su voz, de repente Jo se
enderezó, se dio vuelta y le arrojó una copa de vino en la cara.

Nicholas jadeó conmocionado, cerró instintivamente sus ojos cuando el líquido


salpicó sobre él, golpeando contra su cara y la parte superior del pecho.

-Oh, mira, tienes vino en la boca. ¿Bebiste?, - le preguntó ella con sarcasmo.

Nicholas abrió los ojos lentamente para mirarla.

-Despierta, Nicholas,- exclamó Jo dejando la copa. -Este es tu futuro. Deja de


aceptar simplemente que mataste a la mujer y empieza a considerar otras
posibilidades, porque la historia que me contaste no tiene absolutamente
ningún sentido, pero todo el mundo cree en ella y eso puede hacer que te
maten.-

Ella se dio vuelta bruscamente y se dirigió a la cocina. Nicholas simplemente se


quedó allí, mirando su culo mientras ella se alejaba. Una vez que ella
desapareció, él se miró a sí mismo, advirtiendo que el vino estaba corriendo por
su cuerpo y goteando sobre la alfombra. Estaba a punto de ir a buscar una toalla
o algo para limpiar, cuando Jo reapareció de la cocina con un paño de cocina en
una mano y una rebanada de pizza fría en la otra. Ella le tiró la toalla, luego se
dejó caer en el sofá y mordió un bocado de la pizza, mientras lo miraba todo el
tiempo.

Nicholas hizo una mueca y empezó a secarse bajo su mirada, pero luego su
labios comenzaron a temblar. La mujer le había arrojado una copa de vino y
ahora estaba mirándolo como si fuera él el que había hecho algo malo. Annie
jamás habría hecho eso. Annie había sido como un bálsamo, un dulce ángel. Jo
por el contrario, era un petardo. Sin embargo, ambas eran sus compañeras de
vida y podría haber vivido feliz con cualquiera de ellas dos, pero sospechaba
que la vida cerca de Jo no sería un lugar de descanso. O tal vez no habría sido
así si hubiera podido reclamarla... y si lo que ella sugería era cierto, podría ser
capaz de reclamarla algún día.

-Bien,- dijo él de repente. Luego de terminar de usar la toalla, Nicholas la arrojó


sobre la mesa de café y se dejó caer en el sofá junto a ella. -Vamos a hacer esto.-

La mirada colérica de Jo desapareció inmediatamente. Colocó la desagradable


pizza fría en uno de los platos en la mesa, se dio vuelta en el sofá para enfrentar
su rostro y dijo: -Viste a la mujer embarazada que se parecía a Annie en el
estacionamiento... ¿Y luego qué…?.-

Nicholas buscó sus recuerdos, pero simplemente no estaban, lo que realmente


era bastante raro. Por último, dijo, -Y luego estábamos en mi sótano y ella había
muerto.-

-¿Cómo llegaste hasta allí?- Jo disparó la pregunta como una bala.

-Debo haber conducido el auto,- dijo él inseguro.

-¿En una rabia ciega?, -le preguntó ella con sequedad, y luego exclamó: -¿Qué
pasó con el regalo de Carol?-

-Yo... no lo sé,- admitió Nicholas con el ceño fruncido.

-Está bien, regresa a lo que recuerdas. Saliste del coche y comenzaste a caminar
por el estacionamiento. Viste a la mujer que te recordó a Annie... ¿Ella te dijo
algo? ¿Hola o buenas noches?-

-Yo no recuerdo que haya dicho nada,- murmuró él, buscando en su memoria. -
Yo creo que ella sonrió y... -.Nicholas frunció el ceño.

-¿Qué?,- preguntó Jo con ansiedad. -Estás recordando algo, ¿Qué es?-


-No es mucho,- dijo él con tono cansado. -Yo sólo... Ella estaba caminando hacia
mí, levantó su mirada y se encontró con la mía y sonrió, y luego sus ojos se
movieron hacia otro lugar, junto a mí.-

-Probablemente, hacia quien te drogó,- dijo Jo con certeza y en ese momento,


Nicholas supo que la amaba. Estaba tan segura de su inocencia y creía en ella,
aún cuando él no lo hacía.

Decker, su primo y mejor amigo, no había dudado de su culpabilidad cuando lo


había visto allí en el sótano. Todos los de su familia habían aceptado su
culpabilidad sin dudarlo. Incluso él mismo no había dudado en estos cincuenta
años, pero Jo, a quien había conocido hacía tan sólo un par de días, no había
creído que era culpable ni por un segundo... y la amaba por eso, por eso y por
su espíritu de aventura, coraje, inteligencia y carácter alegre. Él amaba a esta
mujer.

-¿Te acuerdas de sentir algún tipo de pinchazo o algo así?,- le preguntó Jo,
mientras él se había perdido en sus pensamientos. -¿Tal vez un dolor súbito y
agudo en el cuello o en el brazo que pudiera haber sido una aguja? O…¡Oh!.-
Ella se interrumpió de repente y abrió los ojos.- Pudo haber sido un arma
tranquilizante. Apuesto a que un calmante para elefantes te habría noqueado
durante una media hora.-

-Pudo haber sucedido así,- aceptó Nicholas con voz calma.

De pronto Jo se paró y comenzó a caminar alrededor de la mesa de café y a


pasearse por la alfombra con los brazos cruzados debajo de los pechos, lo que
hacía que fueran empujados hacia arriba. La mujer estaba totalmente desnuda y
al parecer, totalmente inconsciente de ello mientras murmuraba: -Realmente no
es importante cómo se hizo. Me refiero a que podemos suponer cómo es que
sucedió. Probablemente fuiste drogado y la mujer probablemente fue
controlada. Fueron llevados hasta tu casa, la mataron y la colocaron en tu
regazo, salpicaron su sangre sobre tu cuerpo y en tu boca, y todo justo a tiempo
para que apareciera Decker y fuera testigo de ello. Pero nada de eso realmente
ayuda. Ahora no podemos probarlo. Tenemos que averiguar por qué lo
hicieron.-

Nicholas asintió con la cabeza, sus ojos iban de sus pechos a su trasero mientras
ella giraba al caminar. Maldita sea, ella tenía una figura mortal. Dudaba que los
nanos tuvieran mucho trabajo para mejorar ese cuerpo cuando él la convirtiera.
La idea lo dejó atónito y Nicholas tragó un nudo repentino que sintió en la
garganta. Era la primera vez en cincuenta años que tenía esperanzas en el
futuro. Pero era una falsa esperanza, si es que no podían solucionar esto.

-¿Tenías algún enemigo?- preguntó Jo girando de repente para mirarlo.

Nicholas negó con la cabeza. -No, no, que yo sepa.-

Ella chasqueó la lengua con disgusto. -Eras una cazador de renegados,


Nicholas. Probablemente había un montón de renegados que no estaban felices
porque los capturaste.-

Él hizo una mueca, pero luego suspiró y explicó: -La mayoría de los renegados
no viven para llegar a estar descontentos. En su mayoría son estacados e
incinerados después de que los apresamos-

-¿Estacados y horneados?, - preguntó ella.

-Estacados para incinerarse en el sol todo el día,- explicó él . -Después de siglos


de evitar el sol somos muy sensibles a sus rayos. Nos hace mucho daño. Los
nanos reparan tanto como pueden, pero se quedan sin la sangre para trabajar y
comienzan a atacar los órganos en busca de más. Es muy doloroso,- admitió
Nicholas con un mueca, casi avergonzado.

-Eso es bastante draconiano,- dijo Jo secamente.

-Sí,- reconoció él. -Se supone que eso debería disuadir a otros para que no
quieran ser renegados y se arriesguen a que eso les suceda.-

Nicholas se aclaró la garganta y agregó: -Creo que ellos abandonaron esa


práctica el último par de años, aunque no estoy seguro.-
-Hmm,- murmuró Jo. -¿Pero lo hacían cuando aún eras un ejecutor?-

Nicholas asintió, incómodo. -Pero no por mi mano. Los ejecutores sólo los
traemos a juicio. No tenemos que matarlos. Ellos tienen un juicio justo como
sucedería con un mortal, y entonces el Consejo los juzga y los sentencia a la
incineración y decapitación.-

- Lindo,- dijo ella suspirando. -Así que ninguno de los que atrapaste pudo haber
estado detrás de esto.-

Nicholas estaba asintiendo con la cabeza cuando ella añadió: -Pero podrían ser
sus familiares, alguien que tenía un pariente renegado y te culpó por apresarlo.-

Él nuevamente negó con la cabeza y bajó la mirada hacia sus manos, cuando
dijo: -Los parientes tienden a huir de los renegados. Están molestos y se
avergüenzan de ellos y a menudo incluso niegan su existencia o su relación con
ellos.-

-¿Eso fue lo que te pasó?,- preguntó Jo en voz baja.

Nicholas simplemente se encogió de hombros, pero era lo que había sucedido.


A través de controlar a los empleados mortales de su familia sabía que su
hermano y hermana nunca más hablaron de él, y que Jeanne Louise, su
hermana pequeña que le adoraba y que era una plaga visitándole todo el
tiempo y pescándolos con frecuencia a Annie y a él en momentos inoportunos,
ahora incluso negaba su existencia. En lo que a ella respecta, él nunca había
nacido.

-Lo siento,- dijo Jo en voz baja, y él miró hacia arriba para ver que se había
movido alrededor de la mesa de café, y ahora estaba frente a él en toda su gloria
desnuda. Sólo la visión de sus alegres pechos mirándole a la cara fue suficiente
para animarlo un poco, pero cuando Nicholas se acercó, ella saltó por entre sus
piernas y la mesa de café y fue hacia el área abierta donde estaba la alfombra,
poniéndose fuera de su alcance. -Correcto, probablemente no se trató de que
fueras un ejecutor. Tenemos que pensar sobre esto.-
Nicholas se hundió en el sofá con un suspiro mientras ella continuaba
paseándose.

-Así que... - murmuró ella. -Annie te llamó y dijo que tenía algo que decirte,
pero murió antes de poder decir lo que era... en un accidente de coche que la
decapitó.- Jo hizo una mueca, dejó de caminar, se dio vuelta y le preguntó: -
¿Cómo sucedió el accidente. Me refiero a que yo diría que la decapitación en un
accidente de coche es bastante rara. ¿Ella chocó y quedó debajo del remolque de
un camión o algo así?-

-No,- dijo él en voz baja. -Ella se salió de la carretera de camino a casa desde el
trabajo. Debió haber estado cansada o tal vez estaba evitando un animal en la
carretera. Se salió de la carretera, y se estrelló contra un árbol. Los cinturones de
seguridad no eran obligatorios en ese momento y ella se deslizó a través del
parabrisas.-

Jo lo miró confundida. -¿Cómo fue que eso la decapitó?-

-El parabrisas lo hizo,- dijo Nicholas en un suspiro. -El volante atrapó su cuerpo
y la mantuvo en el coche, pero su cabeza fue azotada por la ventana que no se
rompió como debería haberlo hecho. El fondo quedó intacto y su cabeza salió y
cayó hacia abajo.- Él se encogió de hombros con tristeza. -Fue un accidente
extraño. Uno entre un millón, dijeron.-

Jo comenzó a caminar de nuevo, murmurando: -un accidente, uno entre un


millón.-

Nicholas asintió con la cabeza, recordando su horror cuando le habían dado la


noticia, y a continuación, Jo dijo: -Eso debe ser.-

Levantó la cabeza para mirarla. -¿Qué?-

-¿No lo ves?, -preguntó ella volviéndose a mirarlo con ojos chispeantes. -Annie
iba a decirte algo cuando tú regresaras, pero murió en un accidente de coche
totalmente inusual que la decapitó... uno de los muy pocos modos de matar a
un inmortal. Y entonces te dirigías a ver a su amiga Carol para darle el regalo
que Annie le había comprado antes de su muerte y para preguntarle acerca de
lo que Annie había estado a punto de decirte, pero terminas en el sótano con
una mujer muerta en tus brazos y huyendo durante cincuenta años, olvidándote
por completo de todo acerca del asunto que querías preguntar.-

Jo hizo una pausa para mirarlo a él. -¿Qué hubiera sucedido si no te hubieras
escapado?-

-Probablemente habría sido ejecutado de inmediato,- dijo él lentamente.

-¿Sin juicio?,- preguntó ella.

-Bueno, tal vez un remedo de juicio. Dudo que hubieran puesto mucho esfuerzo
en ello. Decker me vio, yo pensé que lo había hecho…- Él se encogió de
hombros.

-No importa,- le aseguró Jo. -De cualquier manera no habrías andado por ahí
preguntando acerca de lo que Annie quería decirte.-

Nicholas abrió los ojos con incredulidad ante sus palabras. Ella simplemente
estaba diciendo lo que había ocurrido, cosas que él ya sabía, pero que tenían
una connotación totalmente diferente cuando ella la decía. Él nunca había
conectado los dos eventos, nunca, ni siquiera había considerado que podrían
estar conectados. Pero en aquel entonces él había asumido, como todos los
demás, que había matado a la mujer encontrada muerta en sus brazos. Todo el
mundo lo había hecho... pero Jo.

-Creo que tenemos que encontrar a esta amiga, Carol, y averiguar si ella sabía
lo que Annie quería decirte,- dijo Jo solemnemente.
Capitulo Catorce

-¿Nicholas? - Preguntó Jo en voz baja, moviéndose alrededor de la mesa de café


para mirarlo. Se sentía tranquila, de repente, e inclinó la cabeza. Deteniéndose
frente a él, se inclinó para acariciarle la mejilla con los dedos.

-¿Qué pasa?

Levantó la cabeza, y sintió la preocupación cuando la miró, luego se aclaró la


garganta y preguntó:-¿Por qué crees en mí?

Jo se sorprendió por la pregunta.

-¿Qué quieres decir?

Nicholas cogió su mano y dijo solemnemente: -Jo, apenas me conoces. Cuando


nos vimos ayer por la mañana y te dije que había matado a una mujer, tú no
creíste que lo hubieras hecho ni por un minuto. Toda mi familia, la mayoría de
los cuales me han conocido durante siglos, no tuvieron dudas, de que lo hice.
Jeanne Louise y Thomas, mi propia hermana y hermano, no lo dudaron y ahora
ni siquiera reconocen mi existencia.- Hizo una pausa y desvió la mirada, pero
no antes de ver el dolor en su rostro. Nicholas se volvió y su rostro era
inexpresivo cuando le preguntó: -¿Por qué crees que soy inocente cuando no
estoy seguro de mí mismo?

Jo lo miró fijamente, sin saber que sabía la respuesta por sí misma. Tal vez
simplemente no quería creerlo, pero desde el momento en que Nicholas había
dicho que había mordido y matado a una mujer, su corazón lo había rechazado.

Tal vez era una fe ciega en principio y un deseo de pensar que no era posible
que alguien que venía a cuidarla podía hacer algo así. Tal vez si le hubiera
contado minuto a minuto de cómo y por qué lo había hecho, ella lo hubiera
creído, pero en el momento que su cerebro había superado el choque de la
declaración y Jo había oído sus conjeturas, la apatía, y luego la falta completa
de memoria detrás de la acción... Jo estaba muy segura , que este hombre no
había matado a ninguna inocente mujer embarazada hace tantos años.

Oh, no tenía dudas de que pudiera matar si las circunstancias lo requerían, pero
estaba bastante segura de que Nicholas, solo lo haría si tuviera que salvar a
alguien o detener a un renegado. Jo ni siquiera pensaba que pudiera matar en
un ataque de rabia ciega, no a propósito y ella no dudaba en que una rabia
ciega no iba a durar por el tiempo necesario para meter a una mujer en su
coche, llevarla a casa, arrastrarla al sótano y rasgarle . Simplemente no era
lógico y Jo se imaginaba a sí misma como una persona lógica.

Por supuesto, los sentimientos que tenía por Nicholas en realidad no eran nada
lógicos.

Si bien estaba agradecida que le había salvado dos veces, los sentimientos que
estaba experimentando por este hombre estaban lejos de ser simple gratitud. A
Jo le gustaba Nicholas. Más que eso, confiaba en él y lo deseaba. Incluso ahora,
ansiaba estar con él y no quería nada más que subir a su regazo y volver a
experimentar el increíble sexo que sólo él podía darle. Lo único que le impedía
hacerlo era que si no se enteraba de lo ocurrido ese día y demostraba que era
inocente, lo perdería para siempre. La sola idea le daba mucho miedo. Jo no
estaba dispuesta a reconocer que ella podía desear un futuro con este hombre,
pero Jo estaba condenadamente segura de que haría todo lo que pudiera para
asegurarse de que tendría la oportunidad.

-No sé, -dijo Jo, finalmente, y sonrió con ironía cuando añadió:-Tal vez tus
nanos me están hablando.

Nicholas sonrió levemente. -No creo que sean capaces de hacer eso. Desearía
que pudieran, -agregó con ironía. -Si pudieran probablemente nos dirían lo que
pasó ese día, pero también podrían hacerlo las paredes de mi casa, el piso, el...-
Él suspiró.

-Pero no pueden.
-Sin embargo, Carol podría ser capaz de ayudarnos a resolverlo -Dijo para
animarlo.

-Vamos a ver dónde está ahora y hablar con ella. ¿Cuál es su apellido?
Llamaremos a información y obtendremos su número de teléfono. Podemos
llamarla ahora y, quizás, solucionar este lió.

Nicholas estaba en silencio, desvió la mirada, de repente emocionado y luego


movió la cabeza. -Está casi amaneciendo, demasiado tarde para hacer algo.

Jo siguió su mirada hacia la ventana donde los primeros rayos de sol apenas
visibles atravesaban las cortinas de gasa de Sam.

-Bueno, está bien,- dijo. -Carol dormirá en casa. Los inmortales normalmente
duermen durante el día, ¿verdad?

-Correcto, -murmuró Nicholas y luego se volvió hacia ella y agregó: -Pero no


tienen teléfonos en las habitaciones para dormir sin interrupciones. Demasiadas
llamadas de tele marketing, -agregó secamente, cogiéndole la mano y tirando
de ella hacia delante.

Jo jadeó cuando aterrizó en su regazo, exactamente donde quería estar, pero


había estado luchando contra sí misma. Todavía se resistía un poco empujando
su pecho cuando su boca empezó a bajar hacia la suya.

-Pero podríamos intentarlo.

-Más tarde. Cuando se haga de noche -Dijo serio acercando su boca a la suya.

-Pero...- Jo volvió la cabeza. -Nicholas, esto es importante. Realmente tenemos


que...

-Eres importante-, la interrumpió Nicholas, en voz baja, capturando su boca -Tú


eres lo más importante en el mundo para mí, Jo. Te quiero. Déjame este
momento.
Lo miró a la cara, en silencio, atónita por su declaración y no segura de lo que
debía responder. Jo no estaba dispuesta a decirle que sus sentimientos de amor
habían crecido tan rápidamente. Afortunadamente, no parecía esperarlo. No
parecía que esperara que dijera nada en absoluto. Su boca bajó para cubrir la de
ella y la abrazó para acercarla más cuando la beso.

Jo no respondió en el primer momento sobre su regazo, pero cuando sintió su


boca y su lengua intentando deslizarse entre sus labios entreabiertos, fue
suficiente para que reaccionara. Con un suspiro, cedió y deslizó sus brazos
alrededor de su cuello, abrió más la boca cuando de pronto él se levantó,
cogiéndola en sus brazos.

Por esperar un par de horas no pasaría nada, se dijo Jo a sí misma cuando


comenzó a llevarla hacia el dormitorio.

Llamarían a la amiga de Annie, Carol cuando se hiciera de noche.

Nicholas terminó de vestirse y miró a Jo, que estaba boca abajo sobre la cama.
Estaba durmiendo profundamente. Su cuerpo estaba trabajando en sustituir la
sangre que había tomado mientras le hacía el amor. Esta vez no había sido un
accidente, ni había sido producido por la sobre excitación. La había mordido
deliberadamente y había tomado, deliberadamente, más sangre de lo normal
justo antes de que ambos hubieran estallado de placer. Eso le garantizaría que
dormiría profundamente y así tendría la oportunidad de irse.

Al parecer, su plan había funcionado perfectamente.

Jo estaba muerta para el mundo y a Nicholas le pareció extraño que le


entristeciera y no le satisficiera hacerlo. Suponía que, si bien sabía que eso era
lo mejor que podía hacer por ella, no significaba que tuviera que sentirse
satisfecho por tener que hacerlo. Suspirando, se inclinó para retirarle el pelo de
la mejilla. Ella sonreía mientras dormía, no estaba sorprendido. Le había hecho
pensar que todo iría bien y que cuando se despertara, encontrarían a Carol y le
preguntarían acerca de lo que Annie había querido decirle. Jo estaba
esperanzada en que sabrían la verdad de lo que ocurrió hace tantos años y, con
suerte, encontrarían al culpable... Pero eso era sólo porque no le había contado
todo.

Debido a que Annie y Carol eran amigas, Jo había asumido que Carol era una
inmortal.

No lo era. Era una compañera de trabajo y habían sido amigas, Nicholas


dudaba de que su esposa fallecida hubiera dicho nada a la mujer sobre los
inmortales. Lo que significaba que Carol probablemente no sabía nada, porque
si hubiera sido drogado y alguien hubiera asesinado a la mujer embarazada
hace años, tenía que haberlo hecho un inmortal.

Sin embargo, era probable que Annie le hubiera contado algo. El problema era
que habían pasado cincuenta años y Carol tendría unos noventa años… si aún
vivía.

Nicholas no tenía muchas esperanzas. Sospechaba que había que intentar


averiguar lo que Annie había querido decirle entonces... y Nicholas no tenía la
intención de llevar a Jo mientras que hacía averiguaciones. Tenía familiares,
amigos, escuela, su trabajo, una vida que vivir y no tenía nada que ofrecerle,
solo clandestinidad y los peligros que entrañaba. Jugar al investigador iba a ser
mucho más arriesgado que su tranquila vida. Había pasado los últimos
cincuenta y tantos años siempre en movimiento, sin permanecer en un solo
lugar por mucho tiempo. Pero para tratar de averiguar lo que Annie había
intentado decirle tendría que quedarse en Toronto y no sería capaz de evitar
dejar un rastro que Mortimer y sus hombres pudieran seguir.

Su mayor temor era que Jo resultara herida o muerta tratando de salvarlo de


las fuerzas del orden de captura.

No quería correr ese riesgo.

Nicholas se levantó con un suspiro y se alejó de la cama. Es mejor de esta manera,


se dijo a sí mismo cuando salió de la habitación. Hizo una pausa en la sala para
comprobar el teléfono, pero estaba muerto. Cuando Sam había dejado el
apartamento, al parecer, había cancelado el teléfono y el cable. El agua y la
electricidad estaban incluidas en el alquiler, ya que ambos todavía
funcionaban.

Colgó el teléfono y salió del apartamento hacia las escaleras del vestíbulo de la
planta principal. Estaba vacía cuando Nicholas entró, pero sólo tuvo que
esperar un momento antes de que una mujer joven entrara y se dirigiera hacia
los ascensores de la entrada. Nicholas se metió en los pensamientos de la mujer
y ella se detuvo. Le llevó un momento buscar en sus pensamientos y estar
seguro de que tenía un teléfono, luego se volvió hacia él y se acercó.

Nicholas la dejó entrar, la sentó en un asiento en el vestíbulo, cogió el teléfono y


marco rápidamente el número de la casa del ejecutor. Dejó el teléfono en su
oído e hizo una mueca cuando la voz de una mujer respondió.

-¿Sam? -le preguntó de mala gana. Era la misma mujer que había respondido al
teléfono cuando había llamado desde fuera de la clínica veterinaria y sabía que
la hermana de Jo vivía en la casa con Mortimer.

Cuando ella respondió que sí con voz sorprendida, Se aclaró la garganta y dijo:
-Necesito hablar con Mortimer.

Hubo una pausa y luego le preguntó cortésmente: -¿Quién le digo que llama,
por favor?

-Sólo haz que se ponga Mortimer, Sam -Dijo en voz baja.

-¿Nicholas? -preguntó bruscamente. -Reconozco tu voz por la última vez que


llamaste. Mortimer me dijo quién eras después de que colgaras.

Genial, pensó Nicholas secamente.

-¿Dónde está mi hermana? -Preguntó con voz sombría.

-Si me pasas a Mortimer te diré dónde está y puedes venir por ella.- Dijo
pacientemente.
-¿Está bien?-Preguntó preocupada, y Nicholas levantó los ojos, deseando que
hubiera respondido al teléfono otra persona.

-Ella está bien, Sam. Está durmiendo. Pásame a Mortimer.

-Mortimer dijo que es tu compañera de vida.- No lo preguntó, lo afirmó.

-Sí, Sam. Jo es mi compañera de vida,- dijo Nicholas disculpándose y no se


sorprendió en absoluto cuando maldijo. Suspiró y dijo: -Sé que no es
exactamente lo que esperabas para tu hermana.

-Tienes toda la razón, no lo es,- dijo Sam enfadada. -Eres un renegado.

-Sí, bueno, nadie es perfecto-Murmuró entre dientes.

-Ja, ja, -dijo con frialdad.

-Dile que se ponga, Sam, -dijo, cada vez más impaciente. -Estoy tratando de
conseguir ponerla a salvo. Cuando hable con Mortimer le diré dónde está y
puede enviar a Bricker y Anders a buscarla. Así que pásale el maldito teléfono
y...

-¿Nicholas?

Se detuvo abruptamente al oír la voz masculina. -¿Mortimer?

-Sí. ¿Quién es M. Johansen?

-¿Quién? -Preguntó con desconcierto.

-El nombre del identificador de llamadas,- explicó Mortimer. -M. Johansen.

-Ah. -Nicholas hizo una mueca, mirando a la Sra. Johansen, que estaba sentada
en el sofá, delante de él.

-Sólo una amable visita de un ex vecino de Sam, fue quien me prestó su


teléfono. Jo está en el antiguo apartamento de Sam. Ven a por ella y mantenla a
salvo.
Jo se despertó. Se sentó y salió de la cama. Sorprendida, parpadeó con los ojos
abiertos y con una mirada salvaje miró a su alrededor, estaba confundida.

Al cabo de un momento se dio cuenta de que estaba en la habitación del


antiguo apartamento de Sam. Le llevó un momento reconocer al hombre que
estaba de pie en la puerta del dormitorio y al parecer la estaba controlando, Jo
se dio cuenta de que su cuerpo se enderezaba junto a la cama.

El chico mal aliento, Ernie.

-No es culpa mía, -exclamó, con una mezcla de enojo y petulancia al mismo
tiempo. -Es a causa de la sangre. Tenemos que tomarla, pero nos da mal aliento.

Jo se dio cuenta de que estaba en su mente y había escuchado el apodo.

Al parecer, había herido su ego. Sabía que todavía estaba medio dormida
cuando su único pensamiento fue que era una excusa ya que a Nicholas no le
olía mal el aliento; tal vez Ernie debería considerar la posibilidad de cepillarse
los dientes.

-Sí, así es, soy el chico del mal aliento -gruñó Ernie siendo desagradable y luego
añadió:-¿Y por qué no te cepillas los dientes?

- Los nanos me libran de la caries.

Bueno, eso lo aclaraba todo, supuso Jo y se sorprendió cuando fue capaz de


preguntar:-¿Dónde está Nicholas?

Ella no estaba completamente bajo su control, se dio cuenta, mientras esperaba


su respuesta y comenzó a tratar de moverse. Jo fue capaz de arrugar la nariz,
levantar y bajar las cejas y mover la boca. Pero eso fue todo. Todo, desde el
cuello hacia abajo parecía estar bajo su control. No era una sensación agradable.
De hecho, la hizo sentir terriblemente vulnerable.

-Vosotros sois vulnerables, -dijo Ernie de repente, para que se diera cuenta de
que estaba todavía en su cabeza. -Al menos tú lo sabes. La mayoría de los
mortales caminan completamente ajenos al hecho de que los seres superiores
caminan por la tierra y que pueden hacer todo lo que desean en cualquier
momento.

Jo sintió desprecio cuando escuchó esas palabras. -¿Superior? ¿Eso es lo que


crees porque estoy desnuda? Pareces más un pervertido que superior a mí.

Soltó una carcajada cínica. -No te hagas ilusiones. Soy bastante viejo, el sexo no
tiene ningún interés para mí. Tú no eres más que una bolsa de sangre andante.

Un temblor de miedo recorrió a Jo después de esas palabras. Mientras que


Nicholas la había mordido dos veces ahora ella sospechaba que su mordida y la
de este hombre serían dos cosas completamente diferentes y estaba casi segura
de que no gozaría con la del chico mal aliento.

-No has respondido a mi pregunta,- dijo Jo, tratando de cambiar la dirección de


sus pensamientos. -¿Dónde está Nicholas? ¿Qué has hecho con él?

Ernie la miró con resentimiento un momento y luego se trasladó fuera de su


línea de visión y dijo -Yo no le he hecho nada. Se fue.

-¿Se fue? -Ella lanzó un grito de incredulidad, tratando de ver lo que estaba
haciendo. Jo oía como se movía, pero no podía mover la cabeza para ver lo que
estaba haciendo.

-Sí, -dijo Ernie con irritación. -Créeme, no estoy contento. Tenía la intención de
sorprenderlos mientras dormían y capturarlos a los dos. Nicholas mandó ese
plan a la mierda. Cuando estaba a punto de salir de la escalera, lo vi fuera del
apartamento. Afortunadamente, cogió la escalera del extremo opuesto. Lo
seguí.- Ernie regresó a la cama y a su línea de visión, con sus ojos explorando la
habitación. -Pensé que se dirigía a la camioneta, pero se fue a la recepción, cogió
prestado un teléfono a una mujer y llamó a Mortimer para que viniera a por ti.
Luego se dirigió al garaje y se fue de aquí.

-Estás mintiendo,-le espetó Jo, pero temía que no lo hiciera. Era estúpido, el tipo
de cosas que un gran idiota solía hacer. Ha llamado a Mortimer para que vaya a
por ella pensando que estaría más segura en la casa del ejecutor. Los hombres
eran idiotas a veces, pensó con disgusto y a continuación se dio cuenta de la
extraña manera en que Ernie estaba mirándola y supuso que seguía leyendo
sus pensamientos y que lo había oído todo. No sabía lo que iba hacer con ella.

En vez de decírselo, Ernie simplemente dijo: - Decidí que era demasiado


arriesgado saltar sobre él y decidí capturarte a ti. No es tan bueno como si os
cogiera a los dos, pero creo que mi padre estará encantado.

-Tu padre, -dijo Jo con el ceño fruncido. -¿Qué quiere tu padre de mí?

-Eres la compañera de vida de Nicholas -Dijo Ernie resentido.

-Y Nicholas es la razón de que cinco de mis hermanos fueran asesinados. Mi


padre lo considerará un regalo digno. Y entonces se dará cuenta de que soy tan
bueno como mis hermanos, -dijo Ernie sombrío y se trasladó fuera de su línea
de visión mientras se jactaba.-Ninguno de ellos fue capaz de localizar la nueva
casa del ejecutor. Ninguno de ellos incluso lo ha intentado hasta que Basha lo
convenció. Soy el único que sabe dónde está la compañera de vida de Nicholas
Argeneau, se dará cuenta de que sólo porque soy inmortal en lugar de un No-
Fanger2 no significa que soy inferior .

Jo miró a Ernie mientras que él se ponía en frente de ella, podía verlo otra vez.
No era feo, o no lo sería si se duchara, pero el hombre parecía que hacia todo lo
posible por parecer tan malo como fuera posible. Nada tenía ningún sentido
para ella. No tenía ni idea de quién era esa Basha o lo que quería decir cuando
dijo que era inmortal, en vez de un no-Fanger. ¿Qué demonios era un no-
fanger?

Todo lo que había entendido de ese pequeño discurso era que Ernie parecía
estar celoso de sus hermanos y su padre no lo apreciaba mucho por lo que
intentaba obtener su aprobación. Pobre, pensó con tristeza.

2 Sin colmillos
-¿Dónde está tu ropa? -Preguntó Ernie de repente, irritado. -Tenemos que salir
de aquí antes de que Mortimer llegue, pero no encuentro tu maldita ropa para
que te vistas.

-Está en la lavadora- Respondió Jo. No se oponía a la idea de vestirse.

-¿En la lavadora? -Preguntó y parecía realmente sorprendido. Como no se había


dado cuenta, el lavado de ropa, obviamente, no era algo con lo que se molestara
con frecuencia. Es probable que llevara la ropa hasta que se cayera. Su parte
superior estaba cubierta con manchas, no dudaba que fuera un comedor
desordenado. Ella había tenido un amigo que siempre parecía llevar la comida
del día en su ropa como un menú andante. Estaba segura de que todas las
manchas eran de sangre.

-Si está en la lavadora va a estar mojada -Dijo Ernie con irritación.

-Sí, bueno, ese es mi problema, ¿no es cierto? -Dijo Jo secamente.

Ernie suspiró con exasperación y señaló con una mano hacia la puerta.

-No puedo llevarte donde mi padre como éstas. No estoy interesado en el sexo,
pero no todos mis hermanos han pasado ese momento y así serías una
provocación, te harían pedazos antes de que pudiera decirle a mi padre quien
eres.

Jo logró ocultar una mueca de dolor por sus palabras y simplemente dijo: -
Tienes que liberarme si quieres que te...-Su voz se murió cuando le flaquearon
las rodillas y estuvo a punto de caer en la alfombra del dormitorio. Había sido
puesta en libertad. Suspiró y se dirigió a la puerta de la habitación.

Jo consideró correr un minuto antes de que llegara a la puerta, pero había


tenido apenas la idea cuando Ernie de repente se puso delante de ella, contra la
puerta.
-No pierdas el tiempo con intentos de fuga. Estoy dentro de tu mente, leo tus
pensamientos tan pronto como los tienes. Si planeas algo lo sabré en el mismo
momento en que lo intentes. Se buena y no colmes mi paciencia.

Jo lo miró con los ojos abiertos, sabiendo que todo lo que había dicho era
verdad.

Simplemente era imposible escapar de él. Estaba al tanto de cada pensamiento


que tenía y aunque la oportunidad de escapar de repente surgiera, él tomaría el
control antes de que diera un paso y fracasaría.

-Bien. Ahora que comprendes la situación, tenemos que conseguir ropa o te


puedo llevar como estás y dejar que mis hermanos hagan lo que quieran.

Cuando Jo tragó saliva y asintió con la cabeza, salió de su camino. De inmediato


fue a buscar la ropa. Abrió la lavadora, estaba vacía.

Él abrió la puerta de la lavadora y fue hacia la secadora en el momento en que


Jo abrió la puerta de la secadora, su camiseta prestada cayó.

-Está seca,- señaló y se dio cuenta de que Nicholas debía haber puesto la ropa
en la secadora para que la tuviera seca cuando se levantara, probablemente
antes de que se vistiera para salir. Se sorprendió incluso de que hubiera
pensado en ello, y la consideración que mostraba, rápidamente se puso la
camiseta, cogió los vaqueros y las bragas. Al igual que la camiseta, las bragas
estaban secas, sin embargo, los vaqueros todavía estaban un poco húmedos.
Pero entonces, Jo pensó que en este momento los vaqueros húmedos eran el
menor de sus preocupaciones y ella se los puso sin vacilar.

-Bien, -dijo Ernie. -Ahora vamos. No quiero estar aquí cuando Mortimer llegue.

Jo se volvió con resignación y se puso en marcha, haciendo un gran esfuerzo


para no pensar en nada. Solo en la forma de escapar, pero nada de nada. Era
terriblemente incómodo saber que alguien podía escuchar cada pensamiento y
no tenía ningún deseo de compartir pensamientos con este hombre.
Bajaron por las escaleras en lugar del ascensor, Jo iba delante. En la planta
principal, la hizo tomar la salida lateral y luego la acompañó hasta un coche en
el aparcamiento de visitantes. Jo miró a su alrededor cuando cruzaron la corta
distancia, con la esperanza de ver a Nicholas o Mortimer o cualquiera, pero era
lo suficientemente temprano y no había nadie.

-¿Cómo nos has encontrado? -Preguntó ella, una vez que ambos estaban en el
coche.

-Estaba en el garaje del estacionamiento en el hotel cuando salieron. Tu perro


me sintió,-dijo Ernie sobriamente cuando encendió el motor. -Afortunadamente,
había dejado de alimentarme de un huésped y me encontraba en el coche
cuando los dos salieron. Simplemente los seguí. Nicholas fue en busca del todo
terreno. No se fijó en el coche.

-¿Cómo sabías que estábamos en el hotel?- Preguntó Jo en voz baja mientras


conducía fuera del estacionamiento. Era bueno saber que no había sido por su
tarjeta bancaria como Mortimer y los otros.

-Gina- respondió Ernie, enviándole un escalofrío por la espalda. -Yo era el que
estaba en la puerta mientras estaba hablando contigo. Leí su mente, vi que
estaba hablando contigo y le di instrucciones para que te preguntara dónde
estabas.

-Pero yo no se lo dije -Dijo Jo.

-No, lo sé. Así que tuve que rellamar cuando colgó y contestó la recepción del
hotel.

-¿Y Gina? -Preguntó en voz baja.

-Segura y tranquila en su apartamento. -Ernie la miró brevemente, cuando


añadió: -Tenía hambre, pero quería llegar al hotel por lo que simplemente
limpie su mente y me fui. Es por eso que me alimenté en el aparcamiento.
Jo suspiró y se hundió en su asiento. Al parecer, cuando se trataba de fugarse
era un fracaso. Había conducido a las fuerzas del orden a ellos utilizando su
tarjeta bancaria y había dirigido hacia ellos a Ernie por llamar a Gina. La
situación en la que estaba actualmente era culpa suya. Estaba contenta de que
Nicholas la hubiera dejado y Ernie no lo hubiera capturado mientras se
desmayaba después de una de sus sesiones de sexo o estaría sentada
sintiéndose culpable y no solo aterrada.

Pensó en Nicholas y Jo esperaba que no llevara su muerte muy mal, pero le


preocupaba que se culpara a sí mismo por dejarla allí sola. En realidad no le
parecía justo. Había pasado cincuenta años con sentimientos de culpa por un
asesinato que estaba segura de que no había cometido y sospechaba que ahora
se flagelaría a sí mismo por su muerte, aunque no fuera culpa suya. Ojalá
pudiera hablar con él y decírselo.

Jo deseaba poder decirle a Nicholas lo que significaba para ella también. Él le


había dicho que la amaba y ella simplemente le miró como a un maniquí.
Hubiera querido tener ese momento de nuevo para decírselo. Ese momento en
que le decía que lo amaba demasiado, porque Jo estaba bastante segura de que
lo amaba. Es curioso saber que cuando la muerte se aproxima se pueden
aclarar las cosas. Amaba a sus hermanas y tenía muchos amigos, pero si se le
diera la oportunidad de pasar más de diez minutos o incluso un minuto con
alguien en el mundo antes de morir, Jo sabía que iba a elegir a Nicholas. Sólo
para estar cerca de él y aspirar su aroma y sentir sus brazos alrededor una vez
más, eso le haría más fácil aceptar su muerte. Jo supuso que debería estar
agradecida de que lo había llegado a conocer y disfrutó conociéndolo antes de
morir, pero quería más.

-Ay Dios si te vas a poner en plan sensible y llorón, te pondré a dormir y así no
tendré que escuchar esa mierda todo el camino.

-Entonces dormiré -Dijo Jo entre dientes y la última palabra apenas había salido
de sus labios cuando sintió la oscuridad caer sobre ella.
Capitulo Quince

Jo se movió antes de despertarse. Era una manera horrible de despertar,


desorientación y miedo, decidió mientras abría los ojos para encontrarse a sí
misma cruzando lo que parecía ser el aparcamiento de un motel. Miró
rápidamente todo, teniendo en cuenta el camino, plantas colgantes, un toldo
que recorría el largo del motel y el número seis en la puerta, se acercaba.
Cuando una mano delante de ella abrió la puerta, los ojos de Jo vieron un
brazo, un hombro, un cuello y luego el rostro de Ernie.

Parecía que habían llegado. Jo contuvo el aliento cuando la puerta se abrió,


tratando de prepararse para lo que iba a ver y luego su cuerpo se movió hacia
delante. Tenía la boca seca y su corazón latía por el miedo mientras miraba un
poco frenética hacia la habitación en la que estaba entrando. Estaba buscando al
padre de Ernie, el hombre que, sin duda, la mataría para vengarse porque
Nicholas había intervenido en la captura de sus hijos. No había ningún hombre,
sin embargo, si había una mujer joven dormida en una de las dos camas de la
habitación.

Jo oyó cerrarse la puerta, su cuerpo se detuvo delante de la cama ocupada, pero


no podía verla bien, así que se fijó en lo que podía ver. La mujer parecía tener
unos veinte años, como Jo, pero era el único parecido que tenían. Tenía el
cabello negro, corto y de punta, parecía una drogadicta, era delgada, tenía un
pequeño tatuaje de un murciélago en la parte exterior izquierda de los ojos,
múltiples piercings en las orejas, uno en la ceja, y otro en la nariz. Llevaba un
ceñido top de rejilla sobre un sujetador negro de encaje y pantalones de cuero
negro. Se veía... interesante.

-¿Dónde está tu padre?- Preguntó Jo en voz baja, cuando Ernie se acercó a la


cama.
-Al sur, a varios días de aquí, -dijo y luego agregó: -Vamos a descansar un poco.
He estado vigilando durante dos días el apartamento. Estoy demasiado cansado
para iniciar un largo viaje ahora.

-¿Dos días?-preguntó Jo con asombro. Había pensado que había sido sólo una
noche, pero entonces recordó cuántas veces Nicholas y ella habían hecho el
amor y que se había desmayado y se durmió, se dio cuenta de que podrían
haber sido dos días.

No era de extrañar que tuviera tanta hambre. Había estado comiendo restos de
pizza y alguna sopa enlatada.

Sí, definitivamente podrían haber sido dos días. Se preguntó porque Ernie le
había contestado a la defensiva. Era como si pensara que tenía que haber una
mejor excusa para no salir de inmediato y que podría pensar menos de él por
tener que dormir. No tenía idea de por qué se había preocupado por lo que
pensaba.

-No me importa, -le espetó a continuación echándose sobre la cama


violentamente. Jo supuso que lo había hecho para despertar a la chica, se quejó
pero no se despertó.

-Maldita sea, Dee, despierta,- gruñó Ernie, inclinándose sobre la cama para
darle una violenta bofetada en la cara. El sonido en la habitación fue lo
suficientemente fuerte para que Jo hiciera una mueca de antipatía, pero
funcionó. La chica se despertó. Parecía un poco lenta y fuera de sí. Jo se
preguntó si su falta de peso era en realidad una consecuencia de la adicción a la
heroína. La mujer a la que había llamado Dee gimió una protesta y abrió los
ojos, el gemido murió cuando vio al hombre inclinado sobre ella.

-¿Ernie?- Dee se incorporó lentamente, con alivio en su rostro. -Te fuiste hace
tres días, pensé que me habías dejado.

-Te dije que volvería, -gruñó con disgusto. Ernie había dicho que no tenía
ningún interés en el sexo, si era cierto, no era su amante.
Jo se preguntó lo que Dee era para él.

-Ella es la cena... y mi sierva -Dijo Ernie , obviamente, había leído la pregunta en


su mente. Miró a Dee. -¿No es así?

-Sí, Ernie,- respondió ella casi ausente, con los ojos llenos de resentimiento
cuando miró a Jo. Su voz era amarga cuando le preguntó: -¿Quién es ella? ¿Mi
sustituta?

-Es para mi padre,- dijo Ernie brevemente. -Levántate y arréglate. ¿Has comido
desde que me fui?

-Sí. Tres comidas al día como me ordenaste, -dijo rápidamente, deslizando sus
pies, fuera de la cama para levantarse. -Y he estado tomando sangre también.
Una bolsa al día a pesar de que no estabas aquí.

-Bueno, toma algo más ahora, voy a tener hambre cuando me despierte y ya no
podrás conducir luego si estas demasiado débil.

Dee asintió con la cabeza, cogió el teléfono y marcó un número... Jo se dio


cuenta que debían llevar tiempo aquí ya que la chica sabía de memoria los
números de los locales de comida rápida, también podría haber otras cosas en
su mente.

A él le preguntó con curiosidad: -¿Por qué haces que se realice transfusiones y


luego te alimentas de ella? ¿Por qué no te bebes la sangre en bolsas y la dejas en
paz?

-No me gusta la comida fría, -dijo, mirándola. -Estate contenta porque no quiero
alimentarme de ti.

-¿Por qué no?

-¿Le darías un regalo defectuoso a tu padre? -le preguntó secamente.


Jo hizo una mueca. Se supone que debería estar agradecida, pero era difícil que
estuviera agradecida, no iba a lastimarla antes de entregarla a su padre para
que él hiciera lo que quisiera.

Ernie miró a Dee, mientras hacia el pedido. Frunció el ceño mientras pedía una
Calzone con una ensalada y luego dijo: -Asegúrate de que es suficiente para las
dos-. La chica la miró con los ojos entornados. -No me preguntaste, espero que
ella no coma demasiado.

Jo le miró con sorpresa por el comentario. No esperaba que le molestara.

-Incluso un prisionero condenado recibe una última comida- Murmuró.

-No soy un ogro.

-Perdóname- murmuró secamente Jo a Dee cuando colgó el teléfono. -Pero ya


que tienes la esperanza de darme a él para comprar los afectos de tu padre
como un cliente compra los favores de una prostituta... sabiendo que me va a
matar. Asumo que eres un bastardo.

Ernie la miró, con un gruñido en la garganta y luego, de repente Dee se volvió


y la agarró por el pelo de la nuca, tiró de la cabeza hacia atrás y hundió sus
dientes en la garganta con una violencia que hizo que Dee gritara de dolor.

Jo trató de luchar con la culpa, sabiendo el sufrimiento innecesario de la mujer,


era por su culpa por lo que se había enfadado Ernie, pero él había tomado el
control de su cuerpo de nuevo y ella no podía moverse. Sus ojos no se cerraron
aunque lo intentó. Él quería que viera y lo hizo con resignación, sabiendo que
era poco con lo que se merecía, debido a que lo había hecho enfadar. Al parecer,
puesto que no quería estropear el regalo de su padre, Dee iba a pagar por su
enfado.

Ernie retiró los dientes y se volvió para mirar a Jo. -Esta vez, -exclamó, con la
sangre en sus dientes.-Ella pagó por lo que has hecho tú. Pero ten en cuenta que
mi padre no sabe nada acerca de su regalo y yo siempre puedo drenarte hasta
dejarte seca y después ir por Nicholas o cualquiera de las otras chicas y
llevársela a mi padre, en caso de que me obligues a ir demasiado lejos.

Jo miró a Dee. Ernie todavía la tenía agarrada del pelo, parecía doloroso. Vio la
herida y Jo tragó al ver la mordida. Debido a su ira le había desgarrado algo el
cuello y sangraba.

Ernie miró hacia Dee y la soltó bruscamente.-Cuida tu cuello.

Dee tropezó cuando iba hacia el baño. Entró y cerró la puerta. Ernie se volvió
hacia Jo y se encontró caminando hacia la mesa con dos sillas que estaba junto a
la cama. Oyó como se abría un cajón cerca de ella y cuando se sentó en la silla
vio a Ernie acercándose a ella, con una cuerda en la mano.

-Para que no te hagas ilusiones acerca de tratar de escapar, mientras duermo,-


comentó moviéndose detrás de la silla. Sintió dolor cuando le ató las muñecas.
-Me temo que si tratas de escapar, Dee probablemente te golpeará la cabeza
hasta matarte. No te tiene ningún aprecio.- Confesó, al parecer, divertido.

Jo no tenía que preguntar cómo lo sabía. Suponía que había leído los
pensamientos de Dee, y dijo entre dientes: -Ella no me conoce.

-Está celosa,- dijo divertido cuando tiró de la cuerda de sus muñecas.-Me quiere
y te ve como una amenaza.

- ¿Y si se da cuenta que no soy una amenaza?- Sugirió Jo cuando se puso a


atarle los tobillos.

-¿Por qué? -Preguntó Ernie verdaderamente sorprendido ante la sugerencia. -


Yo soy su maestro. Yo hago lo que quiero y ella tiene que aceptarlo le guste o
no. Igual que tú.- Terminó con los tobillos y la miró con desagrado.

-Nicholas debería haberte dicho tu status. Eres inferior. Nos alimentamos de


vosotros, como se ordeñan las vacas. Podemos controlarlos, eso nos permite
hacer lo que queramos. Somos más rápidos, más inteligentes, más fuertes...
somos superiores.
-Si eres tan superior, ¿por qué andas con el pelo graso y la ropa sucia? -
Preguntó secamente.

-Porque puedo, -dijo fríamente. -Hago lo que quiero.

Jo lo miró fijamente, se le pasó por la cabeza la idea de que estaba en las manos
de un mocoso malcriado, petulante y muy peligroso. Se supone que no debería
haberse sorprendido al ver de repente la furia en su rostro. Pero después de
una vida donde sus pensamientos siempre habían sido propios y privados, era
difícil recordar que esto ya no era cierto y que podía leer su mente. Cuando vio
que levantaba un puño, Jo se armó de valor para el golpe que estaba punto de
llegar, preguntándose si llegaría a ver al padre de Ernie o moriría en esta
habitación. Pasó un rato pero no sintió el golpe y Jo abrió los ojos con cautela
para encontrar la mano de nuevo a su lado y relajada. El hombre estaba
sonriendo.

-No te voy a matar, -dijo con calma. -Eso se lo dejo a mi padre.

Jo intentó relajarse y le miró, pensando que realmente no había diferencia.


Aquí ahora, o más tarde, en manos de su padre. Todo era lo mismo. Muerta era
estar muerta.

-Oh, no, no es lo mismo-Le aseguró Ernie solemnemente contestando a sus


pensamientos. -Matarte sería una misericordia. Mi padre te cortará en pedazos
lenta y dolorosamente. Es un no-fanger.

-Lo dices como si yo supiera lo que es.- Dijo con falsa indiferencia.

-¿No? -Preguntó con sorpresa.

Jo sacudió la cabeza.

Ernie frunció el ceño y luego aparentemente decidió que no sentiría suficiente


miedo si no sabía a lo que se estaba enfrentando por lo que decidió explicárselo
-Los no-fangers son inmortales, sin colmillos, un resultado de los primeros
ensayos con nanos. Uno de cada tres no sobrevivieron y los que lo hicieron...
bien.- Sonrió cruelmente.- La mitad de ellos son unos locos insensibles. Ven a
los mortales como ganado y los trocean cuando quieren comida.

-¿Y tu padre es uno? - Preguntó Jo lentamente.

-Oh, sí. Él es el más antiguo no-Fanger que se sepa que está vivo. -Dijo Ernie
orgulloso y luego añadió: -Y los más viejos son más poderosos y crueles.

Jo lo consideró inclinó la cabeza y preguntó: -¿Pero no eres un no-fanger?

-No- Murmuró, con algo de tristeza.

-¿Por qué no? -Preguntó ella. -Si tu padre es un no-Fanger, seguramente...

-Mi madre era inmortal.

-Así que si la madre es inmortal y el padre es no-Fanger, el bebé puede ser


inmortal, o no-Fanger? -Preguntó con curiosidad.

-El bebé siempre va a salir como la madre -dijo con asco. -El padre no siempre
pasa el esperma. La sangre hace al bebé. Si es inmortal la madre, es inmortal el
bebé, si la madre es no-Fanger, el bebé es no-fanger. Mi madre era inmortal -
Murmuró.

-No pareces muy contento con eso -Señaló en voz baja.

Ernie se encogió de hombros, pero luego frunció el ceño y dijo: -¿Por qué
debería estarlo? La mayoría de los inmortales son débiles y bondadosos como
Lucian y su pandilla. Protegen a los mortales en lugar de tratarlos como ganado
como debería ser. Ellos nos dan a todos una mala reputación -Agregó con
disgusto.

La puerta del baño se abrió y Dee salió. Jo trató de girarse en su asiento para
verla, no miró a Ernie, simplemente giró sobre sus talones y se tumbó en la
cama.

-Haber si llega la comida.-Dijo al acostarse.


-Y asegúrate de que no queda impune. Me levantaré cuando se haga de noche.

Ernie cerró los ojos y completamente relajado, parecía dormir y Dee fue hacia a
Jo. La chica estaba mirando hacia Ernie, viendo como su respiración se hacía
lenta y constante, pero Jo estaba mirando la garganta de la chica. Todo lo que
había que ver era un gran vendaje limpio cubriendo la herida de su cuello,
luego la chica se volvió para mirarla. Ernie le había dicho que a Dee no le
gustaba, la mirada que le lanzó a Jo se lo dijo. Los ojos de Dee eran como
láseres de odio.

-Es mío -Susurró Dee, mirándola.

-Me trajo él, -dijo Jo seria, en voz baja. -De hecho, si deseas desvincularte, con
gusto nos vamos de aquí.

Dee vaciló y Jo sintió esperanza por un momento y luego Dee miró a Ernie.

Jo sí, así, su corazón se hundió cuando vio que tenía los ojos abiertos y las
miraba.

-Si te escapas, te mato Dee -Dijo con calma y luego cerró los ojos, otra vez.

Dee suspiró y frunció el ceño a Jo, luego fue hacia la cómoda, abrió el cajón
superior y cogió algo. No fue hasta que se dio la vuelta y se dirigió a la mesa
cuando Jo vio se trataba de una arma de fuego. La mujer se sentó enfrente de
ella y puso el arma sobre la mesa. Jo miró lo que le parecía ser un enorme cañón
de pistola apuntando en su dirección y luego miró a Dee y preguntó:-¿Y eso?

-Es mío ahora, -dijo Dee, desafiante y la cogió para examinarla brevemente
cuando dijo: -Se la quité a un policía en Texas. Que nos detuvo por exceso de
velocidad.

-No pareces de Texas -Dijo Jo en voz baja.

-No lo soy. Soy de aquí. -Dejó el arma de nuevo. -Estábamos de paso en Texas
de camino a Canadá.
-¿Y le quitaste la pistola al policía?- Preguntó Jo.

-Él no la necesita más, -dijo Dee, con un encogimiento de hombros y luego


añadió, desafiante :-De todos modos era un tipo arrogante. No debería haber
insultado a Ernie.

-Ya, -dijo Jo en un suspiro, tratando de no imaginarse al pobre oficial de policía


que detuvo el vehículo en una carretera solitaria, de noche, sin saber que sería
el último coche que pararía. Intentó no pensar en ello cuando preguntó:-¿Cómo
es que estabas en Texas con Ernie si eres de aquí?

-Su padre me llevó al sur -Murmuró.

Jo se puso tensa. El padre de Ernie era quien le había llevado, sería inteligente
enterarse de todo lo posible. -¿Por qué te llevó al sur?

-Es una locura -dijo Dee en voz baja, empezando a girar el arma lentamente
sobre la mesa. -Él y un par de sus hijos llegaron a nuestra granja a principios
del verano.

Jo parpadeó sorprendida, no por la noticia de que el padre de Ernie y sus


hermanos habían estado en la granja de Dee, sino porque procedía de una
granja. Con sus piercings y su manera de vestir, Jo había supuesto que era una
chica de ciudad. -Llegaron en medio de la noche, mataron a mi padre y se
alimentaron de mi madre, mis hermanas y de mí durante un par de días,
después mataron a mi madre y a dos de mis hermanas .A mi hermana menor y
a mí nos llevaron al sur. Se alimentaron de nosotras durante el viaje, a veces
también cogían a otras personas para alimentarse. Normalmente chicas.

-Parece que prefieren a las chicas, pero entonces, probablemente debido a que
no siempre encontraban, nos usaban a nosotras. El padre de Ernie no nos
molestaba casi nada, pero sus hermanos... -Tragó saliva y se estremeció. -A ellos
les gustaba hacer otras cosas también.
Jo no necesitaba precisar cuáles eran esas otras cosas. Ernie había dicho que
algunos de sus hermanos no habían pasado la etapa del sexo. Podía entenderlo.
-Lo siento, -dijo en voz baja. -Tiene que haber sido terrible.

-Era, -dijo con una voz vulnerable que la hacía parecer mucho más joven de lo
que Jo había pensado en un principio y luego de repente se enderezó y sonaba
mucho más fuerte cuando dijo: -Pero entonces llegamos donde estaba Ernie.

-¿Dónde fue eso?- Preguntó, Jo pero Dee se encogió de hombros.

-Estaba muy débil en la última etapa del viaje. Dormía mucho cuando no era
molestada. Todo lo que sé es que estoy bastante segura de que no era América
cuando nos detuvimos. Hacía calor, la gente hablaba otro idioma y las señales
estaban en mexicano o algo así.

-América del Sur, probablemente,- murmuró Jo. Sí, es donde el padre de Ernie
vive por eso hay que hacer un largo viaje para llegar allí. Varios días. Podría
tener la oportunidad de escapar, pensó, y luego miró a Dee para que
continuara.

-Ernie era agradable. -Cuando las cejas Jo subieron por la sorpresa, Dee frunció
el ceño y dijo: -Lo era. Nos mordía, pero no nos hacia esas otras cosas.

El miedo de la chica hizo que se enfadara y se callara, Jo asintió con la cabeza


rápidamente.

Dee se relajó un poco y continuó, con voz sombría. -Cuando dijo que iba a salir
de viaje, su padre me entregó a él para el camino. Creo que pensó que Ernie
sólo se alimentaría de mí y así no tendría que buscarla, pero Ernie no se
alimentó de mí. Me dio de comer y me puso saludable otra vez. Cuidó de mí y
se alimentaba de otros como del policía y cuando me vio fuerte fue cuando
empezó a alimentarse de mí. Se ocupa de mi bienestar.

-¿Y tu hermana? - Preguntó Jo en voz baja.

-Murió antes de salir -Dijo Dee.


-Lo siento -Dijo Jo suspirando. Se quedó callada un momento, analizando la
información que había obtenido y luego preguntó: -¿Así que Ernie, es el único
hermano que tenía colmillos?

Dee asintió. -El resto de ellos nos cortaban... excepto Basha.- Algo en la voz de
Dee le llamo la atención.

-¿Basha?

-Ella es como Ernie, tiene colmillos -Dijo Dee, con admiración. -No está loca
como el resto de ellos. Es hermosa con el cabello rubio largo y sedoso. Sus ojos
son como témpanos... y es poderosa, muy fría y tan fuerte... Ninguno de los
chicos se mete con ella. El segundo día que estuvimos allí, uno de ellos le dijo
algo que la enfureció y ella lo golpeó tan fuerte que atravesó una pared.

Jo frunció el ceño, cuando se dio cuenta que era un héroe para ella.

-¿Qué le dijo?

-No estoy segura. Estaban en la habitación de al lado y de pronto atravesó la


pared y cayó a mis pies, luego paso a través del agujero y miró hacia abajo y le
dijo: "Recuerda guardar tu lengua conmigo o si no, además de no tener
colmillos, no tendrás lengua". Y entonces salió corriendo.- Dee suspiró con
admiración y luego añadió: -Incluso el padre de Ernie la escucha. Es la que le
convenció de pasar inadvertido durante un tiempo y permanecer fuera de
Canadá hasta que la situación pasara. El padre de Ernie realmente es un
bastardo cruel,- dijo Dee, casi sintiendo lastima por Jo. -Te va a hacer daño
cuando Ernie te entregue.

Jo la miró en silencio y luego se acomodó en la silla, ignorando el dolor de sus


brazos cuando dijo con un poco de desesperación: -Podrías ayudarme a escapar.
Podríamos irnos. Yo sé de personas que podrían mantenernos a salvo.

-¿Igual que te mantenían a ti cuando Ernie te cogió? -Preguntó con sequedad y


sacudió la cabeza. -Oh, no. Soy su... No voy a traicionarlo y darle una razón
para matarme. Quiero ser fuerte y poderosa como Basha. Quiero que me
transforme y si soy leal lo hará.- Dijo con certeza.

Jo se sentó cansada y sacudió la cabeza. -No te va a transformar, Dee. Nos ve


como ganado. Te usará durante el tiempo que le agrades y luego te tirará a la
cuneta, como su padre espera.

-No, -dijo a la vez, casi con desesperación. -Cuidó de mí cuando nos fuimos de
donde su padre. Se preocupa por mí.

-Sí, teniéndote que vendar la garganta y por la forma en que te ha tratado


desde que llegué aquí muestra una gran cantidad de cuidado.- Dijo Jo tensa.

-Estaba furioso. Fue por tu culpa.- Dijo Dee a la vez.

Jo la miró en silencio, preguntándose por qué Ernie se habría molestado en


curar a la chica. No pensó ni un segundo que era porque le importaba, pero... -
¿Quién fue el que condujo hasta aquí?

-Él lo hizo al principio, pero después de los primeros días cuando me sentí
mejor conducía yo, él dormía durante el día y yo de noche,- dijo con orgullo.-
Confía en mí.

-Necesitaba que...-Corrigió Jo con firmeza. -Alimentarte con un par de comidas


y no violarte para ti es suficiente para estar agradecida y te dejó conducir de día
así él podía dormir.

Dee simplemente la miró.

-¿Por qué no vinieron en un vuelo?- Preguntó Jo de sopetón.

-¿Qué?-Preguntó Dee con confusión.

-¿Por qué conducir todo el camino aquí en lugar de volar? Se podían haber
ahorrado un montón de tiempo. -Señaló.

-No le gusta volar, -dijo Dee fríamente y luego agregó casi a regañadientes -Su
padre y sus hermanos se burlaban de él acerca de eso, le decían que era otra
señal de su inferioridad, que un no-Fanger no tendría miedo de volar. Pero ellos
son los que son inferiores. No tienen colmillos y tienen que cortar a las presas y
Basha tiene colmillos y es la más inteligente y más fuerte que todos ellos.

Jo se quedó en silencio durante un minuto. La chica tenía definitivamente un


cuelgue con esa mujer, Basha. Con un suspiro, se inclinó hacia adelante e
intentó de nuevo razonar con ella. -Te estás engañando a ti misma si piensas
que te va a transformar, Dee. No vas a ser como Basha. Te mataran como a mí.
Una vez que estés allí, no será necesario que conduzcas más y te entregará a
sus hermanos para que terminen lo que empezaron en el primer viaje hacia el
sur.

-Cállate- Espetó Dee, su mano apretó la pistola. Llamaron a la puerta.

-La comida está aquí -Murmuró Jo, mirando con recelo a Dee. La chica era
obviamente inestable, después de todo lo que había pasado, era de esperar. Por
desgracia, Jo no creía que fuera a ser capaz de convencerla de que no había
futuro para ella con Ernie. Por lo menos no antes de que fuera demasiado tarde.
Dee parecía estar tan agradecida de que la dejara vivir y no la estuviera
violando, y el tratamiento cruel hacia ella como una especie de protección... iba
a matarla. La cuestión era si Jo estaría allí con ella cuando ocurriera... o moriría
aquí en esta habitación, pensó mientras miraba a Dee, tenía la pistola en el
pecho, un poco temblorosa.

-La comida,- dijo Jo una vez más, su estómago empezaba a revolverse por la
tensión de que su muerte parecía inminente. Después de todo.

Dee maldijo en voz baja y se levantó, deslizando la pistola hacia la parte


posterior de sus pantalones de cuero, cuando caminó hacia la puerta.

Luego sacó un fajo de billetes de su bolsillo de atrás con una mano mientras
abría la puerta con la otra. En el momento en que Dee comenzó a abrirla, la
puerta se abrió, golpeándola y tirándola hacia atrás.

Jo cogió aire rápido cuando Dee cayó contra la silla, sintió un gran alivio al ver
a Nicholas entrar en la habitación. Llevaba la ropa con la que le había visto por
última vez, pero ahora también llevaba una chaqueta larga. Entendió la razón
de la chaqueta larga, cuando sacó una ballesta de debajo de ella mientras
estudiaba la habitación. La miró, parpadeó con alivio, luego miró a Dee sentada
en el suelo junto a la mesa, mirándolo sin comprender y finalmente a Ernie que
estaba en la cama. Apuntó a Ernie y disparó.

Jo nunca vio la flecha que golpeó a Ernie, su mirada estaba en Dee cuando lanzó
un grito de dolor como el de los animales y sacó el arma que tenía escondida en
sus pantalones.

Jo no dudó ni un momento, se limitó a reaccionar. Sus tobillos estaban atados,


las muñecas atadas a la espalda, por lo que hizo lo único que podía hacer.

Gritó:- ¡No! -hizo su mejor imitación de un delfín saltando fuera del agua y se
arrojó hacia Dee y cayó contra la mujer y el arma... cuando lo sintió.

El impacto de la bala fue como un puñetazo, a Jo le faltó el aire, de repente


parecía ausente. Era vagamente consciente de que Nicholas estaba gritando su
nombre y entonces estaba allí, lejos de ayudar a Dee. La cogió en sus brazos, su
rostro reflejaba pánico.

-Jo. Dios que hiciste.-Murmuró, de pie llevándola hacia la cama.

-Dee -Jadeó con ansiedad, con miedo de que la chica le disparara por la espalda.

Nicholas se detuvo para mirar hacia atrás, justo a tiempo para que los dos
vieran a la chica huir de la habitación. Nicholas gruñó desde el fondo de su
garganta, cuando desapareció por la puerta todavía abierta, pero no trató de
detenerla. En su lugar, se volvió hacia la cama.

-El arma,- Jo respiraba con dificultad cuando la dejó junto a Ernie -Ella podría
volver.

-El arma esta descargada.- Gruñó Nicholas y supuso que lo había leído en la
mente de Dee.
Jo lo miró cuando le levantó la camisa para echar un vistazo a su herida y lanzó
una maldición. Era malo. Ella no era médico, pero estaba muy mal. El agujero
no parecía muy grande, pero la sangre estaba saliendo de ella como una
manguera de agua a media presión. Eso no parecía estar bien.

-¿Tienes hambre? -Preguntó con una sonrisa forzada.

Si la mirada que Nicholas le echó matara, estaría muerta.

-Lo siento, -murmuró Jo y luego cerró los ojos, él se dio media vuelta y se
precipitó hacia el cuarto de baño. Suponía que había sido un pobre intento de
humor, pero en realidad, no se sentía bien. En realidad, eso era una especie de
eufemismo. Se sentía horrible.

Le resultaba difícil respirar y estaba cada vez más débil.

-Quédate conmigo, Jo.

Se obligó a abrir los ojos, vio a Nicholas agarrando una toalla de baño y
poniéndosela en el pecho. Jo lo observaba, pensando que probablemente
debería doler, pero no fue así. Probablemente no era bueno tampoco. Lo pensó
vagamente y le miró a la cara. Parecía frenético, sus ojos brillaban plateados
como cuando hacían el amor y murmuró: -Tus ojos están como cuando estas
excitado.

-¿Qué?- Él la miró con confusión y luego frunció el ceño ante lo que veía allí.
Levantó una mano de su pecho, tocó su cara, sus ojos se clavaron en ella,
cuando le tocó la mejilla y dijo con firmeza: -Tienes que quedarte conmigo, Jo.

-Estoy aquí, -murmuró Jo y luego abrió los ojos y dijo: -Te amo.

Ella no sabía de dónde había salido. No había previsto decirlo, pero sabía que
era verdad. Lo amaba. Él era guapo e inteligente... y tenía más honor en su dedo
meñique que la mayoría de los hombres tenían en todo el cuerpo.
Nicholas había nacido para ayudar a las personas, para salvarlas, como la había
salvado una y otra vez. Jo estaba segura de eso. También era cierto que no iba a
ayudarle a él, era una vergüenza, porque realmente quería poder hacerlo.

Jo quería un montón de cosas, podría ayudarle a resolver el misterio del


pasado para que pudiera dejar de escapar y así establecerse y disfrutar de la
vida, preferentemente con ella. Deseó poder tener una vida juntos llena de amor
y peleas y... ojalá pudiera tener a sus bebés y...

Jo cerró los ojos con cansancio, pero intentó abrirlos de nuevo para obtener una
mirada más de él, porque cuando la oscuridad se deslizó a los lados de su
visión, supo que no quería saber nada de lo que ella quería.

-¿Jo?-Dijo Nicholas con ansiedad cuando cerró los ojos. Llegó hasta abofetearle
la cara ligeramente y luego intentó despertarla, pero no funcionaba.
Maldiciendo, miró alrededor salvajemente y luego miró la herida del pecho.
Había estado tratando de detener la sangre, pero aún se filtraba alrededor de
los dedos y maldijo por la frustración, deseando que fuera inmortal. Los nanos
serían capaces de detener la hemorragia si los hubiera tenido, pensó, y luego se
congeló cuando su mente de repente se despejó.

Tenía que recurrir a ellos. Así de simple. En el momento en que el pensamiento


golpeó su cerebro, Nicholas se llevó la muñeca a la boca, desgarrando la piel, y
luego obligó a Jo a abrir la boca y colocó su muñeca en su boca. Observó en
silencio como su sangre corría por sus labios, instintivamente levantó la cabeza
con su otro brazo para que la sangre corriera por su garganta. Cuando el
sangrado se hizo más lento y luego se detuvo, se relajó tumbándose en la cama
y rajó otra vez la piel del mismo brazo. Dejó que sangrara hasta que también
disminuyó y se detuvo.

Nicholas la miró a la cara entonces, conteniendo la respiración mientras


esperaba alguna señal de que no había sido demasiado tarde. Sabía que debía
haberlo hecho antes en vez de tratar de detener la hemorragia, pero no había
precisamente pensado con claridad. En verdad, no había estado pensando con
claridad desde el momento en que había visto pasar a Ernie en un coche y se
dio cuenta de que era Jo la que iba en el asiento del pasajero, a su lado.

Nicholas miró a Ernie. El hombre estaba tan quieto como si estuviera muerto, la
flecha sobresalía de su corazón para garantizar que no se levantase de nuevo.
Al menos no hasta que le retiraran la flecha. Por supuesto, la mujer que había
escapado era un problema que tendría que ser tratado más adelante...
preferentemente por otra persona. Si lo hacia él, Nicholas probablemente le
retorcería el cuello a la perra por disparar a Jo y no le importaba que hubiera
sido efectivamente destinada a él y Jo se había arrojado hacia el arma.

Jo gimió y Nicholas se apoyó con entusiasmo más cerca, miró su cara.

Oyó un segundo gemido de Jo volvió la cabeza débilmente. Cerró los ojos y


susurró: -Gracias, Dios -Dijo cuándo se dio cuenta que se estaba transformando
y que no lo había hecho demasiado tarde.

Sus ojos se abrieron de nuevo con el tercer lamento, sin embargo, Nicholas
frunció el ceño con una nueva preocupación. La transformación era
insoportable tanto para el cuerpo como para la mente. Sabía que se tenían
pesadillas y alucinaciones, tan horribles que algunos enloquecían. Nicholas no
estaba dispuesto a correr el riesgo. Había drogas y trucos para ayudar con el
trance y él iba a asegurarse que recibiría el cuidado necesario.

Bruscamente se puso de pie, miró a su alrededor, luego a Jo y finalmente a


Ernie. Quería dejar al renegado, pero no podía arriesgarse a que la chica mortal
que le había disparado a Jo volviera y sacara la flecha que incapacitaba a Ernie
y así ayudarle a escapar. Se volvió y salió de la habitación sin cerrar la puerta
del todo.

Fue hacia su coche, entró en el, lo puso en marcha y lo acercó a la puerta de la


habitación.

Dentro de la habitación, le llevó un momento colocarle la camiseta a Jo y


desatarla y atar con las cuerdas a Ernie y luego se aseguró que la flecha estaba
firmemente clavada en su pecho. Nicholas metió a Ernie en la camioneta. Lo
lanzó al interior, satisfecho por el golpe que su cuerpo se dio contra el suelo de
metal y se apresuró hacia el interior para recoger a Jo. Cuando empezó a
agarrarla, se detuvo, observó la mancha de sangre de su camiseta, de la herida
de bala. Tenía pensado sentarla en el asiento delantero pero llamaría mucho la
atención.

Nicholas miró a su alrededor y cogió una chaqueta de cuero que había sobre
uno de los respaldos de las sillas de la mesa de la habitación. Observó que era
de mujer cuando la cogió. Se la puso a Jo y luego la cogió y la llevó hasta la
puerta.

Nicholas salió de la habitación justo a tiempo para ver como Dee se metía en la
parte trasera de la camioneta. Tomó el control de ella, le hizo detenerse y que se
sentara mientras él subía.

Nicholas puso a Jo en el asiento del pasajero, enganchó el cinturón de


seguridad, luego se puso al volante y encendió el motor antes de buscar su
teléfono. Miró en los bolsillos antes de recordar que no tenía.

Maldiciendo, Nicholas cerró los ojos un instante y luego los abrió cuando
alguien golpeó la ventanilla del conductor. Volvió la cabeza y vio a un hombre
fornido, de unos cincuenta años. Nicholas bajó la ventanilla.

-¿Todo bien, amigo? Su señora no parece estar bien. ¿Necesitas ayuda?-


Preguntó el hombre con una voz llena de preocupación y desconfianza.

Nicholas miró a Jo, observando su rostro pálido, inconsciente, pero con la


chaqueta todavía en su lugar, ocultando la mancha de sangre del pecho, gracias
al cinturón de seguridad. Se volvió para mirar al hombre, su mirada iba de él a
Jo y al revés, parecía ansioso.

Debió verlos cuando Nicholas le ponía el cinturón a Jo, pensó Nicholas y luego
miró al hombre de la ventanilla.

-¿Tiene usted teléfono? -Preguntó.


El hombre parpadeó. -¿Qué?

Demasiado impaciente para ser cortés, Nicholas se metió en su mente y tomó el


control.

El hombre de inmediato metió la mano en el bolsillo y entregó un teléfono.

-Gracias, -murmuró Nicholas y rápidamente marcó el número de la casa


ejecutor. Para su alivio, Mortimer respondió esta vez. Nicholas fue al grano.

-Voy a llevarte a Jo.

-¿Vas a traerla?-Dijo Mortimer con incredulidad.

-Sí. Ella ha iniciado el cambio. Tendrás que ayudarla.

-Sabes que no podemos dejarte marchar -Le advirtió Mortimer en voz baja.

-Lo sé, -dijo con gravedad, miró al hombre de la ventanilla y vio que su mujer se
acercaba para ver lo que pasaba. Ella no podía ver la cara de su marido, pero al
parecer sospechaba que algo andaba mal.

Volvió su atención al teléfono y dijo: -Te pido un solo favor. Dos, en realidad.

-¿Qué? -Preguntó Mortimer.

-Me quedo con ella hasta que termine el cambio.

-Está bien -Mortimer estuvo de acuerdo.

-Y tengo que hablar con ella una vez que esté despierta antes de que me lleven a
juicio,- dijo Nicholas y frunció el ceño y añadió: -Quiero una noche con ella
antes de llamar a Lucian.

Hubo silencio durante un minuto y luego Mortimer dijo: -Está bien. Estoy de
acuerdo.

-Llegaremos en unos veinte minutos -Dijo Nicholas.


A continuación, colgó y se lo devolvió al hombre, se tomó un momento para
reorganizar su pensamientos antes de tocar a la esposa del hombre también.

Nicholas subió la ventanilla mientras la pareja se dirigía a la puerta de su


habitación en el motel y entonces sacó la furgoneta del aparcamiento. Jo se
quejó por cuarta vez mientras salían a la calle. Esta vez no se detuvo.
Capítulo Dieciséis

Nicholas apoyó su mano en la bocina en el momento en que pudo ver el bosque


en el borde de la propiedad del ejecutor. Él no quitó su mano hasta que dobló en
el camino de entrada hacia la puerta.

Tal como esperaba, los ejecutores que custodiaban la puerta supieron de su


llegada por la bocina y cuando él dobló tenían la puerta exterior abierta. Habían
mantenido la puerta interior cerrada como medida de precaución, pero uno de
los hombres que estaba allí, en el momento en que reconoció a Nicholas en el
volante, agarró la puerta y comenzó a abrirla mientras corría.

Nicholas pasó rugiendo a través de las dos puertas y aceleró por el camino,
tomando el desvío a la rotonda frente a la casa. Frenó violentamente en la puerta
principal mientras ésta se abría y alcanzó a ver a Mortimer que salía corriendo,
seguido por Bricker y Anders, pero luego llevó la camioneta al estacionamiento y
saltó a toda prisa del vehículo, rodeándolo en dirección a la puerta del
acompañante.

Mortimer había llegado a la camioneta y estaba agarrando la manija de la puerta


cuando Nicholas llegó y le apartó la mano de un golpe lanzando un gruñido,
para abrirla él mismo. Jo era suya. Nadie más la tocaría.

-Ernie y una mujer mortal llamada Dee se encuentran en la parte trasera de la


camioneta,- replicó Nicholas mientras abría la puerta.

-¿Está herida?.- Mortimer preguntó con voz preocupada mientras trataba de


echar un vistazo a Jo por encima del hombro de Nicholas.

-No,- dijo él fríamente, soltando el cinturón de seguridad que había atado


alrededor de Jo.

Eso había servido para mantenerla en su asiento cuando había empezado a


cambiar pero fracasó cuando el dolor que ella sufría se incrementaba. Cuando el
cinturón de seguridad volvió a su soporte, Nicholas recogió a Jo en sus brazos, y
añadió con amargura, -Ella debe estar herida, pero yo no tenía tiempo. Yo quería
traer a Jo aquí antes de que la trasformación llegara demasiado lejos.-

Él giró con ella en sus brazos y viendo que Mortimer tenía las cejas levantadas
le dijo -Su mente está quebrantada, está del lado de Ernie y le disparó a Jo.-

-¿Qué?-

Ese chillido agudo llevó su mirada en torno a una delgada mujer de pelo oscuro
en los escalones de la entrada y supuso que era Sam, la hermana de Jo. Había
una semejanza definida, aunque la mujer era una versión demacrada de Jo, sus
brazos eran larguiruchos y de los pantalones cortos que llevaba asomaban unas
piernas huesudas. Aunque con un poco de carne en ella, sería casi tan bonita
como Jo, pensó Nicholas, pero luego la sacó de sus pensamientos y se dio vuelta
para advertirle a Mortimer. -Estuve controlando a la mortal todo el camino hasta
aquí, pero la liberé cuando salí de la camioneta. En este momento, ella
probablemente está sacando la flecha del corazón de Ernie.-

Mortimer asintió en forma sombría. -Bricker, Anders, llévenlos a las celdas. Nos
ocuparemos de ellos más adelante.-

-Estamos en eso,- dijo Bricker, mientras se movía para abrir la puerta de la


camioneta junto a ellos. Una vez que estuvo abierta, se asomó y sacudió la
cabeza. -Nicholas dijo que probablemente estarías haciendo eso, chica traviesa y
juguetona,- murmuró, y luego se subió a la parte de atrás de la camioneta y cerró
la puerta mientras Anders se situaba en la parte delantera.

-Sam, cariño,- dijo Mortimer, tirando de ella para alejarla de Nicholas, mientras
trataba de echar un vistazo a Jo. -Vamos adentro para instalarla en su habitación,
¿de acuerdo?-

-Sí, por supuesto,- murmuró Sam, y retrocedió hacia la casa para mostrarles en el
camino.
-Después de ti,- dijo Mortimer con voz queda, pero Nicholas ya estaba siguiendo
a la mujer.

-¿Conseguiste lo que necesita?,- le preguntó mientras seguía a Sam por los


escalones hacia el interior.

-Están en camino,- le aseguró Mortimer, y luego alzó la voz para hacerse oír por
encima de Jo mientras ésta se sacudía y el volumen de sus gemidos se
incrementaba.

-Deberían haber llegado aquí antes que tú, pero sospecho que aceleraste un
poco.-

-Sí,- murmuró, presionando un poco más a Jo contra él y mirando preocupado su


rostro que ahora era una máscara de dolor y comenzaba a retorcerse en sus
brazos. Había roto un montón de leyes de tránsito en su determinación por llegar
rápido y aceleró la camioneta todo lo que pudo, pasando los semáforos en rojo y
las señales de detención y uno o dos controles policiales que tuvo que sacárselos
de encima cuando lo persiguieron.

-Estarán aquí pronto,- dijo Mortimer tranquilizador mientras Sam los guiaba
hasta una habitación. -Mientras tanto, le pedí a Bricker que trajera una cuerda
para que podamos atarla.-

-¿Atarla?,- preguntó Sam horrorizada, deteniéndose bruscamente.

Nicholas la esquivó con impaciencia yendo hacia la cama mientras Mortimer


le decía con dulzura: -Es por su propio bien, cariño. Para que no se lastime.-

-Sí, pero...-

-¿Dónde está la cuerda?,- replicó Nicholas cuando empezó a quitarle los


vaqueros a Jo. Su preocupación era por Jo. Mortimer podría calmar a Sam
después de que se ocuparan de Jo.

Para su gran alivio, Mortimer estuvo del otro lado de la cama sosteniendo la
cuerda casi al mismo tiempo. Nicholas apartó los pantalones vaqueros, pero por
el momento le dejó la camiseta y la chaqueta que le cubrían el pecho, y tomó la
cuerda que aquél le tendía. Trabajaron juntos, cada uno tomó una muñeca que
anudaron a un extremo de la cuerda y luego fijaron el otro extremo al elástico de
la cama de metal, antes de hacer lo mismo con sus tobillos. En el momento en
que se encontraban en la parte inferior de la cama y fuera del camino, Sam se
colocó junto a Jo, y apartó hacia un costado la chaqueta de cuero que le cubría el
pecho. Nicholas no se sorprendió por su grito de horror al ver el agujero en la
camisa de Jo y la mancha de sangre, pero la ignoró hasta que terminó lo que
estaba haciendo.

-¿Qué pasó?,- preguntó ella consternada, tirando de la camisa de Jo hacia arriba.

-Te lo dije. Ella recibió un disparo,- gruñó Nicholas, enderezándose y regresando


a la cabecera de la cama. Él ni siquiera miró a la mujer en el lado opuesto del
colchón, tenía los ojos puestos en la herida del pecho de Jo. Ya no sangraba y se
veía un poco más pequeña, supuso que los nanos habían comenzado a repararla
antes de hacer cualquier otra cosa. Eso quería decir que utilizarían la poca sangre
que ella tenía y que atacarían los órganos en busca de más.

-Ella necesita sangre,- dijo Mortimer, sus pensamientos se movieron en la misma


dirección que los de Nicholas. -Voy a conseguirla.-

El inmortal estuvo fuera de la habitación antes de que la última palabra saliera de


su boca, moviéndose a gran velocidad. Un ruido sordo un segundo más tarde, le
dijo a Nicholas que Mortimer probablemente había pasado por alto las escaleras
y que para ahorrar tiempo había saltado la barandilla hacia la sala de la planta
principal que estaba abajo. Nicholas sabía que regresaría con la misma rapidez, y
miró a Sam que se había sobresaltado al ver desaparecer a Mortimer por la
puerta. Él la miró interrogante cuando ella le devolvió la mirada.

-Siempre me sorprende ver que se mueva tan rápido,- murmuró ella a modo de
explicación y luego frunció el ceño cuando ella bajó la mirada hacia Jo. -¿Qué le
ocurrió?-
-Te lo dije, le dispararon,- dijo él con tono áspero por tercera vez. La mujer
obviamente estaba en estado de conmoción, porque no podía comprender el
concepto.

-Sí, pero ¿cómo?,- preguntó ella con frustración. -¿Por qué esa chica le disparó?-

Nicholas se colocó junto a la cama, con los ojos fijos en el rostro pálido de Jo, su
propio rostro se contorsionaba mientras trataba de ordenar sus pensamientos.

-Aquí.-

Levantó la vista y se sorprendió al ver a Mortimer a su lado, llevaba varias


bolsas de sangre entre su brazo y su pecho, y tenía otra en la mano que tendía
hacia Nicholas.

-Empieza con ésta, pero sólo debes darle una. Vamos a darle los medicamentos y
a ponerle una vía intravenosa tan pronto como ellos lleguen con los suministros.-

Nicholas asintió con la cabeza y murmuró: -Ábrele la boca.-

Levantó la bolsa de sangre y mordió una de las esquinas mientras Sam


inmediatamente se inclinó sobre Jo desde el otro lado para hacer lo que él le
pidió y comenzó a verter el líquido espeso de color rojo en su interior.

Nicholas se echó hacia atrás una vez que terminó. Jo se había calmado un poco,
el volumen de los gemidos decayó un poco, pero no se detuvieron por completo.
Él supuso que los nanos habían abandonado los órganos y estaban recogiendo la
sangre que ella acababa de ingerir para hacer su tarea. Pero él sabía que la calma
no duraría mucho tiempo. Utilizarían la sangre para generar más nanos que
comenzarían a diseminarse por su cuerpo para cubrir las áreas más importantes
como el cerebro y el corazón, y entonces se pondrían a trabajar y ella estaría en
una agonía hasta que terminaran. O por lo menos, hasta que lo peor de todo
hubiera pasado.
-¿Qué pasó?,- preguntó Mortimer, haciéndose eco de la pregunta Sam había
hecho antes. - Me llamaste y me dijiste que fuera a buscarla a la casa de Sam,
pero cuando los hombres llegaron allí, ella ya no estaba.-

Nicholas suspiró tristemente y se pasó una mano por el pelo mientras estrujaba
la bolsa de sangre vacía en la otra. Parecía que hubieran pasado meses para él,
pero sólo habían pasado un par de horas, si acaso.

-Te llamé desde el vestíbulo, después me fui de la casa,- le contestó, sus palabras
y el tono no denotaba ninguna emoción. -Luego me fui a mover la camioneta
para que tus chicos no la encontraran. Estaba regresando para vigilar el edificio
hasta que tus hombres llegaran allí cuando pasó Ernie con Jo en el asiento del
acompañante. Volví corriendo y salté a la camioneta, y los seguí hasta un motel.
Estacioné en el borde del estacionamiento, mientras que la llevaba adentro y
luego me arrastré hasta la ventana para escuchar y ver lo que estaba pasando. Si
Leonius o cualquier otra persona estaban adentro, planeaba llamarte, pero no me
tomó mucho tiempo para saber que junto con Jo, sólo estaban Ernie y una mujer
mortal, y decidí que lo manejaría por mi cuenta.-

Nicholas apretó la boca y se reprendió en silencio por esa decisión. Debería haber
llamado a Mortimer y conseguido algo de respaldo, así quizás Jo no hubiera
recibido un disparo.

-¿Qué pasó?,- repitió Mortimer.

Haciendo una mueca, Nicholas se acercó para rozar la mejilla de Jo con un dedo.

-Quería irrumpir allí, pero Ernie le dijo a la mujer que pidiera comida para ella y
para Jo, y luego dijo que se iba a dormir. Pensé que sería mejor esperar. Ernie
estaría dormido y la mujer pensaría que era el repartidor de la comida y podría
sorprenderlos y salvar el día,- dijo con amargura, y luego apretó los dientes y
continuó: -Esperé, llamé, y tan pronto como la mujer empezó a abrir la puerta, la
empujé y entré. La mujer estaba en el suelo, Jo estaba atada en una silla, y Ernie
se levantó de la cama. Le disparé a Ernie un tiro en el corazón con mi ballesta,
escuché el grito de Jo, me di vuelta y alcancé a ver….-
Nicholas hizo una pausa y respiró, presionando hacia abajo el nudo que se había
formado en su garganta al recordar ese momento.

-Ella estaba atada,- dijo con lo que incluso él reconoció como desconcierto. -Sus
muñecas estaban atadas a la espalda, los tobillos estaban atados juntos, pero ella
se estaba arrojando sobre la mortal. La mujer estaba levantando una pistola para
apuntarme, y Jo... ella estaba tratando de salvarme, por amor de Cristo, como si
una pequeña bala me hiciera daño.-

Mortimer puso una mano sobre su hombro y le dio un apretón en señal de


simpatía, y Nicholas concluyó -El arma se disparó cuando cayó sobre la
mortal.-

-¿Así que recibió una bala por ti?,- le preguntó Sam, y añadió: -¿Por qué esa
mujer trató de dispararte? ¿ No se dio cuenta de que estabas allí para salvarlas?.-

-No quería salvarse,- dijo Nicholas sombrío. -Está quebrantada. Es su mascota.-

-Iba a decirles que está quebrada,- dijo Bricker sombrío, llamando la atención
sobre el hecho de que Anders y él habían llegado y estaban cruzando la
habitación. -Es un desastre, Mortimer. Vio a toda su familia ser asesinada por
Leonius y sus muchachos. El padre estaba colgado de los talones desde las vigas
del granero la noche que irrumpieron en la granja. Lo degollaron sobre un cubo y
luego se pasaron el cubo entre ellos, bebiendo su contenido, mientras su familia
observaba.-

-Y eso fue lo más amable que le hicieron a la familia,- murmuró Anders.

-Cristo,- dijo Mortimer suspirando, y puso su brazo en torno a Sam que estaba
horrorizada y la llevó contra su pecho.

-Tenía una madre y varias hermanas también,- murmuró Bricker. -Sólo ella y una
hermana menor sobrevivieron a lo sucedido en la granja. Fueron violadas y se
alimentaron de ellas por turnos hasta que la hermana pequeña murió. Su nombre
es Dee,- añadió, deteniéndose junto a la cama para mirar a Jo. -Estaba muy cerca
de la muerte cuando Leonius se la entregó a Ernie, como tentempié para el
camino. Él la alimentó, no la violó, y la muerde de vez en cuando, en vez de
cortarla, por lo que para ella, él se ha convertido en su héroe.-

Bricker miró a Mortimer, y añadió: -Necesitará un tres en uno.-

-Tres en uno es cuando tres inmortales limpian la mente de un mortal al mismo


tiempo, ¿no?,- preguntó Sam en voz baja.

Mortimer asintió, pero Bricker dijo -Eso podría destruir su mente.-

-Hay muy poco de su mente que no esté destruido,- dijo Anders secamente. - Los
tres en uno puede que sean su única oportunidad de tener algo parecido a una
vida normal. La limpiarán como a una pizarra y harán que empiece de nuevo si
es que hay algo para empezar de nuevo.-

-Voy a sugerírselo a Lucian,- murmuró Mortimer, y luego miró a Nicholas. -


¿Supongo que convertiste a Jo después de que le dispararon?-

Él asintió con la cabeza.

-¿Ella dio su consentimiento?,- preguntó Mortimer.

-No. Estaba inconsciente... y muriendo. Tomé la decisión por ella.-

Mortimer asintió con la cabeza, pero miró a Sam. Nicholas sospechaba que el
otro inmortal estaba deseando que le hubieran dado la oportunidad de hacer eso
mismo con ella. Sam debería ser inmortal ahora, eso sería algo más seguro para
ella, teniendo en cuenta el trabajo que hacía Mortimer. El hecho de que Ernie
había irrumpido en la propiedad y atacado a Jo, le había hecho pensar en la
fragilidad de su compañera de vida en tanto y en cuanto se rehusara al cambio.
Debe ser una especie de infierno, para el hombre, pensó Nicholas. No podía
imaginar sufrir toda esa preocupación que Mortimer había atravesado todos esos
meses. Después de haber pasado sólo un par de días preocupándose por Jo hasta
enfermarse, era un gran alivio saber que ahora ella iba a ser una inmortal...
Incluso si no fuera a estar con ella, por lo menos Nicholas iba a morir sabiendo
que estaría bien... salvo un accidente o un asesinato, pensó en forma sombría, y
luego miró el teléfono de la cama cuando éste comenzó a sonar.

Mortimer contestó, escuchó y luego colgó. -Las drogas y la intravenosa han


llegado. Acaban de pasar por la puerta.-

Lo primero que pensó Jo al despertarse y abrir los ojos fue que se sentía como si
hubiera sido atropellada por un camión Mack. Lo siguiente fue preguntarse
sobre quién lo había estado conduciendo.

-Jo.-

Su nombre sonó como un leve suspiro de alivio, y ella volvió la cabeza y esbozó
una sonrisa cuando se encontró mirando a Nicholas. Había permanecido sentado
en una silla junto a la cama, pero ahora se paró y estaba inclinado sobre ella, y
parecía que no había dormido en días. Su rostro estaba gris con grandes bolsas
bajo sus ojos y se veía unos diez años mayor de lo normal, lo que era algo
alentador, decidió Jo. Parecía que después de todo, estos inmortales no siempre
eran personas bonitas. Ellos también podían verse como el infierno.

-Hola guapo,- murmuró, y frunció el ceño cuando las palabras salieron como un
graznido seco que le rasparon la garganta.

-Aquí.- Nicholas cogió un vaso de la mesita de noche, se sentó en la cama y le


pasó un brazo por la espalda. La levantó y le apoyó el vaso a los labios. -Bebe.-

Jo obedeció la orden en silencio y bebió el agua que vertió en su boca. Le dio sólo
un sorbo, y luego bajó el vaso y le preguntó: -¿Más?.-

Cuando tragó saliva y asintió, Nicholas le inclinó de nuevo el vaso.

-¿Mejor?,- preguntó él, bajando el vaso cuando le hizo señas de que había
tomado lo suficiente.

-Sí. Gracias,- murmuró Jo lanzando un pequeño suspiro. Él se giró un poco para


dejar el vaso en la mesilla de noche otra vez, cuando se volvió, ella le preguntó: -
¿Qué pasó?-
Un gesto de preocupación apareció de inmediato en sus labios, pero le preguntó:
-¿Qué es lo que recuerdas?-

Jo bajó la vista, mirando hacia abajo mientras buscaba rápidamente en su


memoria. Hizo una mueca cuando recordó lo sucedido.

-Dee me disparó,- dijo disgustada, y luego agregó: -O tal vez sería más justo decir
que conseguí que me disparara. Estaba apuntándote.-

Jo sonrió divertida en forma irónica, pero Nicholas no estaba devolviéndole la


sonrisa. Su expresión era seria cuando asintió con la cabeza. Su voz era igual de
seria cuando le dijo, -Aprecio lo que estabas tratando de hacer, Jo, pero fue un
riesgo tonto. Podría haber recibido una bala o dos sin muchos problemas, pero...-
Sacudió la cabeza y cerró los ojos brevemente al terminar, -Podrías haber muerto
y estuviste a punto de hacerlo.-

-Eso explica por qué me siento como la mierda,- murmuró, y luego volvió su
rostro hacia el pecho de él para acariciarlo y agregó: -Pero no lo hice, y ambos
estamos sanos y salvos, y no puedes dejarme con Mortimer y esos muchachos
mientras estoy curándome, así que todo está bien.-

Cuando no dijo nada, Jo levantó la cabeza y lo miró seria, mientras le decía, -Sé
que estabas tratando de mantenerme a salvo al dejarme en el apartamento, pero
las cosas malas suceden cuando tú no estás alrededor. Tal vez es una señal de
que se supone que debemos permanecer juntos.-

-Ernie ya no será un problema,- dijo Nicholas en voz baja.

-¿Y Dee?-

-Mortimer se está encargando de los dos,- le aseguró.

Ella pensó en lo que dijo y entonces preguntó: -¿Qué van a hacer con Dee?-

-Probablemente limpien su memoria y será encontrada en algún lugar público.


Las autoridades mortales creerán que su falta de memoria se deberá al trauma
que sufrió cuando fue secuestrada por las personas que mataron a su familia.
Ellos la ayudarán a empezar una nueva vida. Va a estar bien.-

-Bien,- decidió Jo. La joven probablemente había vivido en forma perfectamente


normal durante diecinueve o veinte años antes de que la familia de Ernie cayera
sobre ellos y los sometieran a innumerables horrores. Esperaba que sin los
recuerdos de ese suceso, Dee pudiera tener algo parecido a una vida feliz. Jo no
se molestó en preguntarle lo que Mortimer iba a hacer con Ernie. Ella ya sabía
cuál era el castigo para los renegados. Sin duda sería ejecutado, con o sin estaca
y horneado, dependiendo de que ellos todavía lo hicieran así o no. Y aunque Jo
no quería pensar en eso, el saber que Ernie ya no sería un problema de nuevo,
irrumpiendo en su vida e intentando llevarla con su horrible padre, fue un alivio.
Además, eso significaba que sólo tenían un problema por delante del que
preocuparse, pensó, y dijo: -Entonces podemos concentrarnos en descubrir quién
mató realmente a esa mujer hace tantos años.-

Nicholas vaciló, pero luego le dijo: -Jo, te lastimó mucho.-

-Sí, lo sé,- murmuró. Recordando cuando observó brotar su propia sangre del
agujero entre sus pechos, Jo miró con curiosidad hacia abajo, a su pecho cubierto
por una manta. -No me duele en absoluto. Me duele todo, pero mi pecho no
duele más que el resto de mi cuerpo. Es extraño, ¿no?-

-No. En realidad, es de esperar que eso suceda,- murmuró, y luego la tomó entre
sus brazos. Una vez que se acomodó mejor en la cama con ella en su regazo,
Nicholas dijo: -Jo, dulce, fue una herida mortal.-

Jo inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo fijamente, el cabello de su nuca se


erizaba a medida que advertía el modo en que él evitaba mirarla, y señaló: -Pero
estoy viva.-

Nicholas bajó su mirada hasta encontrar la de ella y asintió con la cabeza muy
serio. -Porque te convertí.-

Jo levantó las cejas y lo miró por un momento y luego le preguntó, -¿Me


convertiste? ¿Quieres decir que me diste nanos y ahora soy como tú?-
Nicholas asintió sombrío, y luego exclamó: -Lo siento, Jo. Sé que debería haberte
preguntado primero, pero que estabas inconsciente, y te morías, y yo no podía...-
Se interrumpió de repente, cuando Jo comenzó a forcejear entre sus brazos.
Nicholas la soltó de inmediato, murmurando, -Me odias ahora. Sabía que ibas a
estar molesta porque no tuviste elección, pero no podía verte morir.-

En el momento en que quedó libre, Jo se levantó y arrojó la manta con la que la


había envuelto. Estaba completamente desnuda y bajó la mirada a su pecho,
observando con cierto asombro que la herida de bala, ahora era una cicatriz que
parecía ser antigua. Jo miró a Nicholas. Éste tenía una expresión de disculpa, y le
dijo: -Lo siento.-

-¿Estás bromeando?,- exclamó Jo y se arrastró a horcajadas sobre las caderas de


él. Una vez allí, se echó hacia atrás y extendió los brazos. -Mírame. Ya no está ese
agujero desagradable en mi pecho del que brotaba sangre.-

Ahora Nicholas tenía una expresión de incertidumbre, deslizó la mirada por su


cuerpo, pero luego volvió sus ojos a ella y le preguntó: -¿No estás enojada?-

-Debes estar bromeando,- dijo ella con tono seco. -Estoy viva, Nicholas. Y soy
una inmortal como tú. ¡Esto es genial!-

Riendo, ella le echó los brazos alrededor de su cabeza y lo abrazó contra su


pecho, y luego con la misma rapidez lo soltó y se sentó sobre sus piernas. -Vamos
a hacer el amor para ver si se siente diferente ahora que también soy inmortal.-

-Jo, no,- dijo Nicholas en silencio, cogiendo sus manos cuando estaban en la
hebilla de su cinturón. -Cariño, tenemos que hablar.-

-Más tarde,- dijo ella, agarrándole la camiseta y tirándola hacia arriba hasta dejar
su pecho al descubierto. -Basta de hablar por ahora. Soy inmortal y quiero
celebrar.-

-Pero...-
-Nada de peros,- dijo ella con firmeza, haciendo una pausa para mirarlo a la cara.
-Pensé que moría Nicholas. Pensé que había perdido la oportunidad de estar
contigo y que iba al encuentro con mi creador. Pero estoy viva. Todavía tenemos
una oportunidad. Celebra conmigo. Hazme el amor y hazme sentir viva. Más
tarde podremos hablar de todos nuestros problemas y de lo que debemos hacer.
Pero por ahora, hazme el amor... por favor.-

-Dios, Jo. No sabes cuánto me gustaría,- dijo él con tristeza. Cerró los ojos, inclinó
su cabeza para descansar su frente contra su pecho. -No sabes lo mucho que lo
deseo, pero...-

-¿Pero?- preguntó ella con el ceño fruncido, y luego se puso rígida ante el sonido
de una puerta abriéndose detrás de ella. Retorciéndose en su regazo, miró por
encima del hombro, con los ojos cada vez más abiertos por la conmoción al ver a
Sam en la puerta abierta.

-Estás despierta,- dijo Sam aliviada.

Jo arrancó su mirada de su hermana para mirar finalmente la habitación en la


que se encontraban. Sus ojos se abrieron horrorizados al reconocer la habitación
de invitados.

-Estamos en la casa,- dijo ella débilmente, volviéndose hacia Nicholas. -¿Qué


estamos haciendo aquí?-

Nicholas levantó la cabeza y tragó saliva. -Estabas transformándote. Sin los


medicamentos que te ayudaran a atravesar eso, podía ser peligroso. Otros han
enloquecido o muerto por ello. Y para empeorar las cosas, habías sufrido una
herida de bala. No sabía si eso te causaría problemas o te debilitaría lo suficiente
como para que la conversión terminara lo que la bala había comenzado. Tenía
que conseguirte ayuda-

Jo lo miró fijamente, y luego preguntó: -¿Pero por qué estás aquí?. ¿Por qué no
dejaste que Mortimer y los chicos vinieran por mí? Tú...-
-No sabía cuánto tiempo tenía para darte las drogas antes de que la conversión te
hiciera daño, Jo. Además,- añadió con un suspiro,- como tú dijiste, suceden cosas
malas cada vez que te dejo sola. No podía arriesgarme a que Leonius hubiera
seguido a Ernie desde el norte y te atrapara, o sucediera alguna otra maldita
cosa. Tenía que traerte hasta aquí y ver por mí mismo tu transformación hasta
estar seguro de que ibas a estar bien.-

-Leonius está escondiéndose en Sudamérica- dijo ella con furia. -¿Y cómo diablos
voy a estar bien ahora?. Ellos te tienen aquí. Te juzgarán y ejecutarán y voy a
quedarme sola.-

-Jo,- dijo Sam suavemente, acercándose a la cama. -Él hizo lo que pensó que era
mejor.-

Jo se volvió hacia ella bruscamente. -Sam, tienes que ayudarme a salir de aquí. Él
no lo hizo. No mató a esa mujer. Tenemos que...-

-Ella no puede ayudarte a sacarlo de aquí. Hay guardias en la puerta y en el


balcón de la ventana.-

Jo se asomó a la puerta donde estaba Mortimer, y luego miró hacia abajo


mientras Nicholas tomaba la sábana y la cubría con ella.

-Lo siento, Jo,- continuó Mortimer, entrando en la habitación. -Pero no hay modo
de sacarlo de aquí. Vamos a revisar cada vehículo que salga de la casa, y los
hombres tienen órdenes de llamar a la casa y alguien que revise aquí para
asegurarse de Nicholas está presente antes de que se permita salir a cualquier
vehículo. No saldrá de aquí.-

-No vivo,- dijo ella con amargura, y luego se bajó de Nicholas, arrastrando la
sábana con ella, mientras la pisoteaba y se bamboleaba antes de mirar fijamente a
Mortimer. -Él no mató a esa mujer. Si lo matas, será un asesinato.-

-Acabo de coger a los renegados,- dijo Mortimer en voz queda. -El Consejo lo
juzgará. Si es inocente, ellos lo averiguaran.-
-Perdóname si no pongo mi fe en ellos,- le espetó, y luego preguntó. -¿Cuánto
tiempo?-

-¿Cuánto tiempo?- preguntó Mortimer en forma vacilante.

-¿Cuánto tiempo hasta que los juzguen y ejecuten?,- preguntó ella con
impaciencia.

-Oh.- Mortimer hizo una mueca. -Le prometí que podía cuidarte durante la
transformación y tener una noche contigo antes de llamar a Lucian.-

Jo miró por la ventana y vio que la luz del sol aún brillaba. Tenía tiempo hasta
mañana por la mañana. Menos de veinticuatro horas, pensó, y se volvió para
mirar a Sam.

-¿Dónde está mi ropa?-

-¿Jo?- Nicholas se puso de pie y se acercó a ella para tomarla del brazo. -Vuelve a
la cama. Necesitas descansar.-

-No tengo tiempo para descansar,- murmuró ella, sacudiendo su mano y


mirando a su alrededor. -Me salvaste la vida, ahora tengo que salvar la tuya. Voy
a encontrar a Carol, y averiguar lo que Annie quería decirte y a demostrar que
no mataste a esa mujer.-

Vio que sus pantalones yacían arrugados junto a la cama y fue a recogerlos.

-Jo,- dijo él con tono cansado. -Carol era mortal. Tenía unos cuarenta años. Debe
estar muerta, no puede ayudarnos.-

Jo se detuvo abruptamente y se volvió para mirarlo. -¿Qué?-

Suspirando, él sacudió la cabeza. -Es cierto. Estabas tan esperanzada de que


pudiéramos llegar al fondo del asunto, que no te lo quise decir en el
apartamento, pero Carol debe estar muerta desde hace largo tiempo. No hay
manera de saber lo que Annie quería decirme.-
Jo lo miró en silencio por un momento y luego enderezó la espalda y se volvió
para seguir recogiendo los vaqueros. -Entonces voy a tener que preguntárselo a
otros que hayan estado en sus vidas en ese momento. Ella debe haber hablado
con alguien más. Voy a averiguar de qué se trataba.-

-¡Maldita sea, Jo! Métete en la cama. Tú... ¡Qué demonios!,- maldijo Nicholas y
agarró la sábana que ella había dejado caer para ponerse sus pantalones
vaqueros. La levantó rápidamente para impedir que Mortimer la viera y le
espetó: -Sácate eso y métete en la cama. Sigues atravesando el cambio.-

-Me siento bien,- le aseguró ella, tirando de los pantalones vaqueros y


poniéndoselos, antes de mirar a su alrededor buscando su camiseta. Cuando la
vio en el suelo, al otro lado de la habitación, Jo comenzó a moverse alrededor de
la cama, pero se detuvo cuando Nicholas le bloqueó el paso. Frunciendo el ceño,
puso sus manos en las caderas y exclamó, -Muévete.-

-No. Te amo, Jo.-

El rostro de Jo se ablandó y extendió la mano para tocarle la mejilla. -Y yo te amo.


Es por eso que tengo que hacer esto,- añadió ella, y luego giró y se subió a la
cama para caminar por encima de ella.

Maldiciendo, Nicholas se apresuró a seguirla sosteniendo la sábana, tratando de


bloquear la vista de Mortimer.

-¡Maldita sea, Mortimer. ¡Fuera de aquí!,- dijo él con frustración mientras Jo


saltaba del otro lado de la cama, poniéndose delante de la sábana con la que
estaba tratando desesperadamente de ocultarla

-Estás bromeando, ¿verdad? No me perdería esto,- dijo Mortimer divertido, y


luego lanzó un gruñido.

Jo se volvió para verlo doblarse en dos, agarrándose el estómago mientras Sam lo


miraba y se frotaba el puño
Haciendo una mueca mientras se enderezaba, Mortimer murmuró: -Me refiero a
la discusión. No a ver desnuda a Jo, nena.-

-Oh.- Sam se mordió los labios y se acercó, su expresión se convirtió en una de


disculpa. -Lo siento, cariño. ¿Estás bien?-

-Sí, estoy bien, aunque tienes un buen golpe allí, mi amor.-

-Sólo estás siendo amable,- murmuró Sam, inclinándose para besarlo. -Es
probable que ni siquiera lo sintieras.-

Jo se inclinó para recoger la camiseta mientras sacudía la cabeza. Hizo una mueca
cuando vio la sangre en la prenda, pero era todo lo que tenía, así que se la puso.

-Jo, por favor,- dijo Nicholas con voz queda, moviendo la sábana de costado
mientras ella se ponía la camiseta debajo de sus vaqueros. Tomándola del brazo,
la volvió hacia él y apretó su rostro entre sus manos. -Por favor, sólo vuelve a la
cama... No desperdicies estas horas preciosas lejos de mí. Cambié mi vida para
asegurarme de que estarías bien y por la promesa de una última noche contigo.-.

Jo miró su rostro atormentado. Se veía tan triste y desesperado que hubiera


podido llorar, y ella casi aflojó, pero luego se inclinó para besarlo suavemente y
antes de que él pudiera profundizar el beso, se apartó.

-Estoy bien,- le aseguró ella, luego caminó a su alrededor y dirigiéndose a la


puerta, agregó, -y estoy cambiando esta noche por tiempo de vida.-
Capítulo Diecisiete

—Jo, espera.

Jo miró por encima de su hombro para ver si Sam la perseguía, pero el pasillo
estaba vacío a excepción de los dos hombres que custodiaban la puerta. Se
sorprendió de que Nicholas no intentara detenerla, pero también se alegró. Fue tan
duro como el infierno alejarse de él ya una vez. Jo no estaba segura de poder
hacerlo de nuevo.

— ¿A dónde vas? —preguntó Sam, acercándose y caminando a su lado cuando Jo


comenzó a bajar las escaleras.

—Tengo que hablar con los que conocieron a Annie.

— ¿Quién es Annie? —le preguntó Sam.

—La primera esposa de Nicholas. Creo que todo esto tiene que ver con ella.

— ¿Qué? —Inquirió Sam, — ¿Con la mujer que él asesinó hace cincuenta años?

—Él no la mató, —espetó furiosa Jo, deteniéndose a mitad de camino por las
escaleras.

—De acuerdo. —Sam alzó las manos dócilmente. —No me muerdas y arranques la
cabeza. Solo explícame lo que está pasando y haré lo que pueda para ayudarte.

—Nunca te morderé, —Jo le aseguró en voz baja, pero estaba frente a su garganta
consiente de la vena tan visible, ella volvió la cabeza de lado. Frunciendo el ceño,
dijo: —Creó que puedo oír tu sangre corriendo por tus venas.

Los ojos de Sam se abrieron y desconfiada sugirió: —Tal vez deberías beber un
poco de sangre, mientras me explicas las cosas. Mortimer dijo que ibas a necesitar
sangre durante bastante tiempo.

Jo apartó la mirada de la garganta de Sam, obligándose a mirarla a los ojos cuando


admitió: —No sé cómo… quiero decir, que no estoy segura de poder beberla.

—Está bien—Sam le dio unas palmaditas en el hombro y la insto a seguir


caminando por las escaleras. —Vamos a hacer esto lentamente.
—No tengo tiempo para ir despacio, —dijo Jo sintiéndose miserable. —Si no
descubro lo que pasó hace tantos años ellos le enterraran una estaca a Nicholas y lo
quemaran… Pero estoy segura de que él no mató a esa mujer, Sam.

—Está bien. Vamos a resolver esto entonces, —le aseguró Sam bajando las
escaleras. —Pero primero la sangre.

Jo permaneció en silencio mientras Sam la llevaba a la cocina, pero sus ojos se


abrieron cuando Sam abrió la puerta del refrigerador revelando que estaba
dividido, la mitad estaba llena de comida y la otra de bolsas de sangre.

—Eso no estaba aquí la noche de la fiesta.

—No. Mortimer la traslado aquí del garaje la noche en que se alojaron con
nosotros. Pero no quiero que Alex enloquezca si abre el refrigerador buscando jugo
de naranja y descubre esto. — Sam irónica admitió mientras sacaba una bolsa.

—Tendremos que sacarlas de aquí mañana.

—Hmm, —murmuró Jo cuando Sam cerró la puerta volviéndose hacia ella.


Cuando le ofreció la bolsa, Jo vaciló, luego dijo: — ¿Tienes un vaso por ahí?

—No sé, —dijo Sam con una mueca. — Los hombres solo le encajan sus colmillos.

Jo de inmediato pasó su lengua alrededor de su boca haciendo una mueca. —Aun


no tengo colmillos. Tal vez necesite un par de días para que salgan. Nicholas dijo
que todavía estaban formándose.

—No están ahí todo el tiempo. —dijo Sam con una débil sonrisa.

Jo negó con la cabeza. Nicholas no siempre tenía colmillos. De hecho, ella solo los
había visto una vez, cuando él se los mostró para convencerla de que era un
vampiro. Suspirando, preguntó: —Bueno, ¿Cómo lo haré entonces?

—El olor a sangre los sacará si tienes suficiente hambre, —anunció Bricker, lo que
hizo que ellas prestaran atención al hecho de que las siguió y de que ahora estaba
de pie en la puerta.

Enderezándose cuando ella lo miró, se llevó un dedo a la boca mientras cruzaba la


habitación. Jo pensaba que estaba mordiéndose una uña o algo así, pero cuando
llegó hasta ella, retiró la mano de su boca, y ella vio el destello de sus colmillos.
Luego, miró hacia la punta del dedo que sostenía, y con los ojos muy abiertos vio
la gota de sangre en la punta.

Bricker se había mordido el dedo, Jo se dio cuenta de que él estaba acercándose un


poco más. El suave aroma de la sangre llegó a su nariz, ella no podía dejar de
respirar profundamente. Para su enorme sorpresa, de inmediato hubo un cambio
en su boca. Alcanzándola, Jo tocó sus dientes con los dedos y con la lengua, sus
ojos estaban muy abiertos cuando sintió los puntiagudos colmillos sobresaliendo
de su mandíbula superior.

—Ahí vamos, —Dijo Bricker con satisfacción tomando la bolsa de sangre de Sam.

—Abre.

Jo abrió la boca y él metió la bolsa entre sus dientes, agarrándola por la nuca para
evitar que instintivamente se sacudiera apartándose. Una vez que se relajó y
sostuvo la bolsa, la soltó y apartándose le dijo: — Ahora relájate y deja que tus
colmillos hagan todo el trabajo.

Jo se relajó, sorprendiéndose por lo rápido que vacío la bolsa, pero al instante


Bricker le arrancó la bolsa vacía y le dio otra.

—Tu cuerpo sigue cambiando, —le explicó cuando tomó la bolsa de mala gana. —
Vas a necesitar ingerir una gran cantidad de sangre en los próximos días. De lo
contrario, no vas a reconocer los síntomas del hambre y podrías terminar
mordiendo al mortal que esté más cerca.

—Esa sería yo, —murmuro Sam.

—Sí. —Bricker le sonrió, luego se volvió a Jo y le dijo: —Me gustaría recomendarte


que ingirieras cuatro bolsas ahora, luego otras tres antes del amanecer.

Jo suspiró, pero acercó la bolsa a sus aún extendidos colmillos. En realidad se


sentía un poco mejor después de beber la primera bolsa. Había estado sintiéndose
seca y un poco lenta en sus pensamientos desde la vigilia, pero la bolsa de sangre
había arreglado un poco eso. Jo necesitaba de todas sus facultades, si quería salvar
a Nicholas.

El teléfono sonó mientras Jo vaciaba la segunda bolsa.


Sam fue hasta el teléfono para contestarlo, pero se detuvo cuando éste dejó de
sonar antes de que llegara a él.

—Mortimer seguro lo contestó, —dijo encogiéndose de hombros, regresando.

—Aquí tienes.

Jo miró a su alrededor cuando Bricker le tendió una tercera bolsa, luego miró
sorprendida que su segunda bolsa estaba vacía. La tiró a la basura y tomó la bolsa
con sangre fresca, perforándola con sus dientes. Parecía ir tan rápido con está como
con las otras dos, y Jo ya la estaba intercambiando por la cuarta bolsa cuando
oyeron la puerta abrirse.

Bricker fue hasta la puerta de la cocina para ir a la sala y pudo ver como la sorpresa
cruzaba su cara.

—Thomas, —dijo, y desapareció de su vista mientras se encaminaba a la sala, pero


lo escucho decir: — ¿Qué haces aquí?

También escuchó la respuesta de alguien, —Bastien dijo que Nicholas está de


vuelta en el radar, y quería saber cómo será y que tan cerca están de capturarlo.
Pero Bastien no me respondió ninguna pregunta, y dijo que tendría que salir y
preguntárselo a Mortimer yo mismo.

Era Thomas. El hermano de Nicholas, Jo se dio cuenta y sin pensar arrancó de sus
dientes la bolsa medio vacía, luego maldijo cuando la sangre chorreo por todas
partes. Lanzó la bolsa al lavabo, pero no se molestó por el desorden que había
hecho y se apresuró por el pasillo para reunirse con los dos hombres en la entrada.

Al parecer, Sam no estaba demasiado preocupada por el desastre, ya sea porque


era muy duro pisarle los talones.

—Pensé que estabas en Inglaterra con tu compañera de vida—decía Bricker con el


ceño fruncido por la preocupación.

—Nosotros podemos viajar de ida y vuelta en el jet de la compañía. Son solo siete
horas, —contestó Thomas, mirando curioso a Jo y a Sam cuando se detuvieron
detrás de Bricker. Y levantando las cejas, dijo: — ¿Hola?
— ¿Tú eres el hermano de Nicholas, Thomas? —preguntó Jo muy seria, lo que hizo
que sus cejas se levantaran aún más. Pero se enfureció cuando ella añadió: — ¿El
hermano que no tiene ninguna duda de que él es culpable de asesinato y que no
reconoce su existencia?

Volviéndose a Bricker, Thomas preguntó: — ¿Quién diablos es ella?

—Nadie, —dijo Bricker a su vez, y tomándola del brazo, la empujó hacia la puerta.
—En realidad no debería estar aquí. Thomas vamos a tratar…

—Yo no voy a ninguna parte hasta que me entere de qué demonios está pasando
con Nicholas, —dijo sombrío Thomas sacudiendo la mano.

— ¡Oh, que te importa! —dijo Jo disgustada, —Tú y todos los demás que se supone
que lo aman le dieron la espalda a Nicholas desde hace cincuenta años.

Thomas la miró asombrado, luego se volvió de nuevo hacia Bricker.

— ¿Quién es ella? ¿Y por qué diablos me ladra como un molesto chihuahua?

—Más bien es un pastor alemán diría yo, y su mordida es peor que su ladrido, —
dijo Nicholas cansado. Todos se volvieron para verlo de pie en la parte superior de
la escalera, mirando abajo a Jo cariñosamente. Luego frunciendo el ceño dijo: —
Hablando de eso, ¿Dónde está Charlie?

Jo abrió los ojos incrédula cuando se dio cuenta de que no había pensado en
preguntarlo ella misma. Se volvió hacia Sam.

—Está en casa de Anders, —murmuró Sam.

Los ojos de Jo se abrieron aún más por la noticia, pero antes de que pudiera
preguntar por qué, Thomas se acercó hasta ella para llegar a la parte inferior de las
escaleras y con voz sorprendida pregunto: — ¿Nicholas? ¿Te capturaron?

Jo frunció el ceño ante la sugerencia. —Por supuesto que no. Él es demasiado


inteligente para eso. Nicholas se entregó… por salvarme a mí. —añadió con
amargura, y cuando Thomas la miró atónito le preguntó: — ¿Te parecen las
acciones de un hombre que asesinó a una mujer por completo inocente, que él no
sabía que estaba embarazada?
Thomas frunció el ceño, —No, pero nunca creí que lo hizo.

—Entonces, ¿Por qué negaste su existencia todos estos años? —le espetó.

—No lo hice, —dijo Thomas a su vez, luego frunció el ceño, — ¿Quién eres tú?

—Mi compañera de vida, Jo Willan, —anunció Nicholas, bajando las escaleras con
Mortimer y Anders pisándole los talones.

Thomas se volvió a Jo asombrado, —Eres la compañera de vida de mi hermano.

Jo le hizo una mueca, luego miró a Nicholas cuando llegó a la parte inferior de las
escaleras. Él deslizó su brazo a su alrededor y la besó en la nariz. Y con una sonrisa
triste, se volvió hacia su hermano y le explicó.

— Me dijeron que no hablabas sobre mí. Pensé que eso significaba que también
creías que era culpable.

—No hablo de ti porque eso altera a las mujeres, —dijo Thomas secamente. —Eso
hacía que la tía Marguerite y Lissiana se entristecieran, y tú sabes lo cercana que
era Jeanne Louise de Annie. Ella rompe en llanto cada vez que tu nombre o el de
Annie son mencionados luego de lo ocurrido. Era más fácil no mencionarte frente a
ellas, y entonces fue más sencillo no tener que explicarles a los demás todo el lío.
Pero nunca creí que habías asesinado a esa mujer… al menos no sin una buena
razón. No importaba lo perdido que estuvieras después de la muerte de Annie, yo
sabía que no lo harías. Pero no estabas ahí para preguntarte y…

—Espera un minuto, —dijo Jo, interrumpiéndolo. — ¿Jeanne Louise era muy


cercana de Annie?

—Sí. —Thomas la miró curioso. —Ella siempre la visitaba.

—Siempre estaba ahí molestándonos, querrás decir, —Dijo Nicholas con irónico
afecto. —Y por lo general en todos los peores momentos posibles. Siempre quería
sacarla de ahí.

Thomas sonrió débilmente. —Jeanne Louise estaba allí todo el tiempo incluso
cuando estabas fuera de caza también. Ella y Annie iban de compras juntas y esas
cosas. Incluso se quedaba a dormir cuando estabas fuera por días, así Annie no
estaba sola. Eran como hermanas siamesas, cuando no estabas presente.
— ¿Ellas estaban? —Nicholas preguntó con sorpresa.

— Ella sabía lo que Annie quería decirte entonces, —dijo Jo, volviéndose hacia
Nicholas emocionada. —Tenemos que hablar con ella.

Nicholas vaciló, luego frunció el ceño y sacudió la cabeza. —Si ella sabía algo me lo
habría dicho.

—No, si ella no sabía que era importante, —señaló Jo, luego se dirigió a Thomas.
— ¿Dónde puedo encontrar a Jeanne Louise?

—Ella está en la casa de la tía Marguerite, con mi esposa Inez, —dijo poco apoco
Thomas. —Las señoras querían un día solo de chicas con Inez, así que me dejé caer
por ahí para ver a Bastien, que, —agregó secamente, mirando atrás a Nicholas. —
trajo a colación el hecho de que Nicholas había hecho una reaparición. Entonces él
no respondió ninguna de mis preguntas, solo me dijo que si quería saber algo
debía venir hasta acá y hablar con Mortimer.

—Estaba tratando de mantener su promesa sin cumplir su promesa, —dijo


Mortimer secamente, bajando las escaleras, pasando al lado de Sam.

— ¿Qué promesa es esa? —le preguntó Nicholas.

—Tuve que darle una pista de lo que estaba pasando cuando me llamó por lo de su
envió de la IV y de los medicamentos para la transformación de Jo, pero me hizo
prometerle que no hablaría de su estancia aquí.

— ¿Por qué? —le preguntó Thomas sorprendido.

—Porque yo le prometí a Nicholas que si traía a Jo, podría estar con ella durante la
transformación y pasar una noche a su lado antes de llamar a Lucian. Y no quería
faltar a mi palabra antes de cumplir con mi promesa.

—Gracias, Mortimer, —murmuró Jo, agradecida de que él cumpliera su palabra.


De lo contrario, habría despertado con la noticia de que Nicholas ya había sido
juzgado y ejecutado, y que ya no tenía la esperanza de salvarlo.

Dándole palmaditas en su brazo, ella le sonrió, luego se dirigió a Thomas. —


Necesito que me lleves con tu hermana.
—Él tiene que llevarnos a los dos a ver a Jeanne Louise, —Nicholas la corrigió
severamente, luego señaló: —No tienes idea de lo que estaba sucediendo en ese
momento. Puedo saber más de ella.

—Tienes razón, —ella estaba de acuerdo y miró a Thomas. —Es necesario que nos
lleves de inmediato con Jeanne Louise.

—Un momento, —murmuró Mortimer, moviéndose entre ellos, colocando una


mano sobre Nicholas como si sospechara que pudiera escapar en cualquier
momento. —Nicholas no va a ninguna parte.

—Tu acabas de decir que podía pasar una noche conmigo, —dijo Jo en tono
acusador.

—Bueno, sí, pero en este caso, —dijo a su vez. —No significa pasear por la ciudad.

Jo arqueó una ceja mirando a Nicholas. — ¿Hubo alguna mención de qué clase de
noche sería?

—No. Solo una noche contigo. —dijo Nicholas con una sonrisa.

Asintiendo con la cabeza, Jo se volvió hacia Mortimer. — ¿Eres un hombre de


palabra o no? Tú le prometiste una noche conmigo. Quiero ir con la tía Marguerite.
Por lo tanto él tiene que ir conmigo.

—Por Dios, —murmuró Bricker. —Suenas como Sam cuando te tira a la cara que
es abogada.

Mortimer frunció el ceño y con voz dura dijo: —El acuerdo fue que podía tener
una noche contigo. También me dijo que si venía hasta aquí, no lo dejara irse. El
acuerdo sobre la noche en cuestión tenia implícito que estarían aquí. Ya sea que
elijas pasar la noche con él aquí o no, no es mi problema, pero no estoy evitando
que lo hagan. Voy a tener que defenderme rápido, si Lucian se entera de que dejé
que te viera durante la transformación y que pasaran la noche aquí, así que no
tientes a la suerte.

— ¿Por qué quieres hablar con Jeanne Louise? —Sam preguntó en voz baja,
uniéndose ahora a su pequeño círculo. — ¿Qué esperan que ella pueda decir?
Jo suspiró y luego le explicó. —Todo se remonta a la muerte de Annie. La noche
antes del accidente ella llamó a Nicholas a Detroit, él era un cazador de
delincuentes entonces, como Mortimer, —hizo una pausa para añadir en caso de
que Sam no lo supiera. —De todos modos, ella le dijo que tenía algo que decirle
cuando regresara. Pero esa noche murió en el accidente de auto que la decapitó,
una de las pocas maneras en que un inmortal puede morir. Y la decapitación con el
parabrisas fue un accidente, —dijo con gravedad. —Uno de cada millón según dijo
Nicholas cuando volvió a casa. —ella arqueó la ceja de forma significativa,
satisfecha cuando Sam comenzó a estrechar sus ojos.

—En fin, luego un par de semanas más tarde Nicholas encontró un regalo que
Annie había comprado para su amiga del trabajo, una chica mortal llamada Carol.
Así que tomó el regalo y fue a ver a Carol, pensando en preguntarle si sabía lo que
a Annie le urgía contarle. Él se acuerda de que condujo hasta allí, luego que cruzó
el estacionamiento, que vio a esta mujer, que estaba embarazada y que se parecía a
su compañera de vida muerta. Lo siguiente que recuerda es a Decker llamándolo
por su nombre, que abrió los ojos y encontró a la mujer muerta entre sus brazos y
cubierta de su sangre.

—Nunca conectó estos eventos, pero creo que es demasiado extraño que ella
muriera antes de poder decirle algo que la alteraba tanto, y el que de pronto él se
encuentre acusado de asesinato en el trayecto antes de poder hablar con esa Carol
de lo que era.

Jo hizo una pausa y el silencio reinó por un instante, luego apareció la


impaciencia. — ¿No lo entiendes? Nicholas no tiene ninguna memoria en absoluto
de haber asesinado a la mujer. Él no recuerda nada de lo sucedido entre verla en el
estacionamiento y el momento en que la hallaron muerta en su regazo. ¿Es posible
que él la asesinara? Por sus nanos, los recuerdos deberían estar ahí, ¿no? Creo que
lo drogaron, luego lo pusieron de vuelta en el lugar, colocándole en su regazo a la
mujer asesinada para que Decker lo encontrara. Creo que todo eso fue para que no
se enterara de lo que Annie tenía que decirle, —anunció triunfante.

— ¿Por qué no asesinarlo entonces? —Bricker preguntó vacilante. — ¿Por qué


matar a la mortal?

Jo frunció el ceño ante la pregunta. No la había considerado. Lo hizo ahora, pero


fue Thomas el que dijo, — Debido a que no morimos fácilmente o con frecuencia.
El que Annie y Nicholas murieran uno luego del otro nos habría hecho sospechar a
todos nosotros. Sin embargo el ser ejecutado por asesinar a un mortal en medio de
su dolor habría hecho que todos quisiéramos olvidar y no pensar en ello.

Jo miró al hombre sorprendida: —Muy bien, gracias.

Él sonrió levemente, asintiendo con la cabeza.

—Sospechaba que Decker estaba detrás de todo, —anunció Jo, —fue muy
conveniente la forma en que se presentó cuando lo hizo, pero Nicholas está seguro
de que él no habría hecho algo así.

— ¿Mortimer? —Sam preguntó mirándolo. —Es posible que Jo tenga razón. Nada
de lo que ha hecho Nicholas me dice que él es un asesino. En repetidas ocasiones se
ha arriesgado para salvar a otros, e incluso se entregó para salvar a Jo. ¿Y si ella
está en lo cierto y Nicholas no asesinó a la mujer?

Como él permaneció en silencio con una mueca en la cara, Thomas dijo en voz
baja, —Los recuerdos deben estar allí, Mortimer. Es extraño que no lo estén.

—Tal vez si están ahí y él está mintiendo, —señalo Mortimer a regañadientes. —


No lo sabremos hasta que Lucian llegue y lo lea.

—No tienes que esperar a que Lucian llegue, —señaló Bricker suavemente. —Si él
es como tú y Decker, su mente debe ser un libro abierto ahora que ha conocido a su
compañera de vida. Lee sus pensamientos.

Cuando Mortimer miró a Nicholas, este asintió con la cabeza. —Adelante. No voy
a luchar contra ustedes. Quiero que me lean.

Jo vio a Mortimer, observando la repentina concentración en su rostro, luego miró


a su alrededor a Bricker, Anders y a Thomas, todos tenían la misma expresión en
su rostro, así sospechó que los cuatro lo estaban leyendo.

—Se saltan de ver a la mujer en el estacionamiento a verla muerta en su regazo, —


murmuró Thomas de repente.

—Estaba enfadado cuando vio a la mujer, sin embargo… —señalo Mortimer con
una mueca.
—Sin embargo, los contenedores de su memoria entre verla, abrir los ojos, y verla
de nuevo pero muerta en su regazo, son como discos de acero. Jo podría estar en lo
cierto, —señalo Bricker al cabo, luego murmuró, —Por Dios, Nicholas trata de
mantener tus recuerdos de esa noche. No necesito destellos de un desnudo de Jo en
mi cabeza.

—Lo siento, —murmuró Nicholas, sonrojándose. —Fuiste tú quien mencionó a Jo.


Mi mente solo reaccionó.

Jo giró los ojos. La imaginó. ¿Mencionan mi nombre y puede ver una imagen
inteligente o divertida de ella en su mente? No. De inmediato piensa en ella
desnuda. Hombres.

—Muy bien, —dijo Mortimer suspirando con el rostro relajado, —Concuerdo en


que necesitamos investigar más. Pero no en lo de permitirte salir de aquí.

Jo era la imagen de la presión cuando él agregó, —Vamos a llamar y pedirle a


Jeanne Louise que venga aquí para preguntarle.

—Voy a llamarla, —se ofreció Thomas y Jo se relajó.

—Vamos a tener que encontrar la forma de traerla aquí sin mencionar a Nicholas,
—Mortimer le advirtió. —De lo contrario tendremos a Lucian respirándonos en la
nuca.

Thomas asintió, mirando a su alrededor. — ¿El teléfono?

—En mi oficina, —dijo Mortimer a su vez, y se le unió para llevarlo, diciéndole. —


Llama a Jeanne Louise, luego ve a la puerta de entrada para esperarla. Bricker
mantendrá vigilado a Nicholas.

Jo los vio partir, luego miró a Nicholas que fruncía el ceño al darse cuenta de lo
pálida que estaba. — ¿Te sientes bien? —le preguntó con inquietud.

—Estoy bien. Sólo tengo que alimentarme.

—Vamos, — dijo Bricker a su vez. —Hay un montón de sangre en el refrigerador.


Me vendría bien a mí y Jo tiene otra bolsa que consumir, creo.
—Y un lío por limpiar, — dijo Jo secamente y siguió adelante cuando Anders y
Bricker se colocaron a cada lado de Nicholas. Hizo una mueca cuando entró en la
cocina y vio que una buena cantidad de sangre se había salido de la bolsa antes de
que ella lanzara el objeto en el fregadero, luego suspiró y se dirigió hacia el rollo de
toallas de papel colgado debajo del mostrador.

—Así que, ¿por qué mi perro está en casa de Anders? —Jo preguntó mientras
arrancaba varias hojas del rollo de papel y comenzaba a limpiar el desorden que
había hecho en la cocina.

—Él me siguió hasta casa, —dijo Anders secamente, pasando hasta el refrigerador
para tomar varias bolsas de sangre.

—Sí, claro, —ella murmuró, limpiando la sangre del suelo.

—En realidad lo hizo, —le dijo Sam en voz baja, mientras Nicholas tomaba más
hojas de toalla de papel y se inclinaba para ayudarla a limpiar el desorden.

—Él estaba muy cerca de Anders después de que regresaron del hotel, luego lo
siguió hasta su auto, y se metió en él cuando iba de regreso a su casa. Pensamos
que ya que a Charlie le gustaba y que si a Anders no le importaba, podría
mantener a Charlie en su casa hasta que tú regresaras con nosotros.

Jo frunció el ceño ante la noticia. Charlie siempre había sido su bebé, prefiriendo su
compañía sobre la de los demás. No estaba segura de que le gustara la idea de que
él se hubiera unido a Anders en su ausencia. Sin embargo, ella se había ido, él se
había hecho cargo de su amada mascota, por lo que Jo murmuró reticente. —
Gracias por cuidarlo.

—El placer es mío, —dijo Anders mientras la observaba limpiar los últimos restos
de sangre. —Aunque debo decir que me resulta difícil creer que tú lo entrenaste.
Charlie hace lo que le dicen y es mucho más tranquilo que tú. Me divertí mucho en
su compañía.

Jo miró fijamente a Anders mientras Nicholas la ayudaba a levantarse, y la chispa


de humor en sus ojos le llamó su atención, le sonrió con reserva. —Sí, bueno, dicen
que se debe confiar en los instintos de los perros y los niños, así que supongo que
no puedes ser tan malo como pretendes.
La respuesta de Anders fue poner en su mano una bolsa de sangre y otra en su
boca abriéndola con sus colmillos.

—Tienen una buena organización aquí, —comentó Nicholas mientras tomaba las
toallas de papel de Jo y de Sam y las tiraba a la basura. —Está mucho más
organizado ahora que cuando yo era un cazador.

—Todavía eres un cazador por lo que puedo decir, —dijo Bicker secamente, —Un
cazador renegado tal vez, pero un cazador a fin de cuentas.

Nicholas se rió entre dientes. —Sí, ese soy yo, el renegado.

Bricker sonrió y dijo: —Pero tienes razón. Esta mucho más organizado ahora.
Tenemos que serlo. Ya hemos perdido a un par de cazadores en los últimos
tiempos y hay pocos jugadores. Eso hace las cosas un poco más difíciles.

— ¿Cómo los han perdido? —Nicholas preguntó con curiosidad.

—Bueno, Decker renunció. Él no quiso dejarnos solos hasta que Dani atrapara a
Leonius. No es que fuera bueno de todos modos. Ustedes son bastante inútiles
para el trabajo luego de que conocen a sus compañeros de vida.

— ¿Dónde están Dani y Decker? —Jo preguntó curiosa. — ¿Pensé que estaban
alojándose aquí con ustedes?

—Todo lo de Ernie lo asustó. Así que tomó a Dani y a Stephanie y se fueron de


viaje hasta que las cosas se calmaran, —explicó Sam en voz baja.

Jo frunció el ceño ante esta noticia y estaba a punto de decir que aquí era lo
bastante seguro, que Ernie había sido el único que descubrió donde estaba la casa y
que al parecer le mintió a Leonius para que pasara un tiempo en algún lugar de
América del Sur, pero antes de que pudiera hacerlo, Bricker continuó.

—Así que están fuera de la foto por ahora, luego perdimos a dos más cuando
Lucian hizo que Victor y DJ se quedaran en Port Henry.

Nicholas levantó una ceja. — ¿Port Henry?

—Es un pequeño pueblo al sur de aquí, —explicó. —Toda la ciudad sabe que los
vampiros existen.
— ¿Qué? —Nicholas preguntó asombrado.

Bricker asintió con la cabeza. —Ellos no saben acerca de los nanos o de nada más,
sólo piensan que son vampiros tradicionales. Sin embargo, eso es más de lo que
deberían saber.

—Eso va a ser un problema, —dijo Nicholas sombríamente.

—Sí. —Bricker suspiró. —Lucian dice lo mismo. Al parecer, una gran parte de la
gente cree que todo es una broma, pero muchos otros piensan lo contrario. Lucian
piensa que esto va a explotar con el tiempo por eso Victor y DJ están allí para
ocuparse de ello cuando suceda.

—Hmm, —murmuró Nicholas, aceptando la bolsa de sangre que Bricker le tendió.

—Bueno, tal vez Nicholas y yo podíamos tomar su lugar y ayudar después de


haber resuelto todo esto. —sugirió Jo.

Nicholas estaba a punto de estallar la bolsa de sangre en su boca, pero se detuvo


abruptamente y se volvió con una expresión de horror muy a su manera.

— ¿Qué?

—Bueno, —dijo de manera razonable, —ya estamos aquí, y me gustaría ser una
gran cazadora ahora que soy un ser inmortal también.

Anders inhaló, y murmuró a Bricker, —Sí, claro. Sería algo así como ―Yo amo a
Lucy se reúne con Drácula".

— ¿Qué es ―Yo amo Lucy‖? —Jo preguntó confundida. Recordó que pudo haber
escuchado hablar de un viejo programa que se llamaba así, pero no tenía ni idea de
qué se trataba.

—No importa, —murmuró Nicholas, luego miró hacia la puerta cuando Mortimer
llegó con Thomas.

—Jeanne Louise está llegando, —anunció Thomas mientas Mortimer iba al


refrigerador para tomar una bolsa de sangre.

La levantó y se la ofreció a Thomas, cuando el hermano de Nicholas la tomó, buscó


una para sí mismo.
—Bueno, —dijo Jo con una sonrisa de alivio. —Entonces, todo esto podría terminar
pronto.

—Jo, —dijo Sam preocupada.

— ¿Qué?

Sam vaciló, luego le hizo un gesto para que la siguiera y salió de la habitación.

Jo levantó las cejas, pero siguió a Sam fuera de la cocina y el pasillo hacia la sala de
estar. Cuando su hermana se acomodó en el sofá, Jo fue a sentarse a su lado y le
preguntó: — ¿Qué sucede?

Sam se mordió el labio, pero luego suspiró y dijo en voz baja: —Sé qué esperas que
Jeanne Louise tenga información que pueda ayudar. Sin embargo, incluso si ella
sabe lo que Annie quería decirle a Nicholas esa noche, tal vez no sea suficiente
para exonerarlo.

—Tiene que serlo, —dijo Jo en voz baja. —Nicholas no asesinó a esa mujer. Lo sé.

—Sé que crees eso, y estoy de acuerdo contigo. Es cierto que él no se comporta
como alguien que podría matar a esa mujer, pero… —hizo una pausa y sacudió la
cabeza. —Simplemente no quiero que te hagas ilusiones y luego te deprimas si las
cosas no funcionan.

—La esperanza es lo único que tengo ahora, Sam. No sé qué voy a hacer si no
podemos probar que Nicholas no asesinó a esa mujer.

Jo se irguió, luego dijo: —Lo amo, Sam. Más que a nada en el mundo. Y no voy a
verlo morir. No puedo.

Sam cerró los ojos y sacudió la cabeza. —Lo siento mucho.

—¿Por qué? —preguntó Jo en voz baja.

—Por todo. Todo esto es culpa mía. No quise transformarme hace diez años y te
deje atrás a ti y a Alex, con la esperanza de que pudieran ser compañeras de vida
de algún inmortal.

—Ya lo soy, —le señaló Jo en voz baja. —Y vamos a encontrar a alguien también
para Alex.
— Pero ¿Y si Nicholas es ejecutado? —Sam preguntó preocupada.

Jo se quedó en silencio, pero luego negó con la cabeza y se levantó. —No puedo
pensar en eso. No voy a pensar en eso. Nicholas es inocente y voy a encontrar una
forma de probarlo... O voy a encontrar una manera de salir de aquí y vivir
huyendo con él. No lo voy a perder ahora. No puedo.

—Jo,— Sam comenzó preocupada, pero ella negó con la cabeza.

—Aguarda Sam, —dijo Jo en silencio. —No voy a hablar contigo de ser razonable.
No soy como tú.

— ¿Qué significa eso? —le preguntó con el ceño fruncido.

Jo desvió la mirada, pero luego se volvió y dijo: —Solo quiero decir que eres
demasiado cautelosa. Que piensas más con la cabeza que con el corazón. Lo cual es
bueno en muchos aspectos, pero eso significa que tomas la ruta más segura todo el
tiempo. No importa cómo te sientas. Sopesas y mides todos los pro y los contras,
entonces basas tus decisiones en lo que es menos arriesgado y no en lo que te dicta
el corazón. —ella suspiró añadiendo: —Es por eso que te quedaste con tu ex por
tanto tiempo aun después de que él se fue y por lo que no has dejado a Moritmer
estar contigo aún.

—No he dejado que Mortimer este conmigo todavía, porque eso significaría dejarte
de lado a ti y a Alex como hace diez años. —le respondió Sam.

—Mierda, —alegó Jo.

— ¿Qué? — Sam le preguntó sorprendida.

—Dije, mierda, —repitió Jo sombríamente: —No permites que te tenga porque


tienes miedo de que él sea igual que tu ex, que de repente deje de amarte, y
comience a encontrarte defectos. Eso fue lo que sucedió con el estúpido de Tom, y
esas experiencias te dicen que podría sucederte lo mismo con Mortimer. No sigas
usándonos a mí y a Alex como excusa.

—Yo no…

—Pudiste haberte convertido, y luego tratar de encontrarnos compañeros de vida


para Alex y para mí. —Jo le señaló. — Tuviste diez años para encontrarlos, pero no
aceptaste ese camino… porque sabías que era irrevocable. —Hizo una pausa y
luego añadió, —Ya me transformé ahora. ¿Qué escusa utilizarás ahora para
encontrarle un compañero de vida a Alex también?

Sam bajó la cabeza admitiendo en voz baja. —No sé cómo puede amarme Jo. Él me
ve a través de unos lentes de color de rosa en este momento, pero ¿Cuánto va a
durar? Un día despertará y notará que no tengo busto, que mis rodillas son
huesudas, y…

—Sam, él ya lo sabe, —le dijo Jo en voz baja, luego miró a la puerta cuando el
teléfono sonó en la otra habitación. Sonó dos veces, luego se detuvo, ella miró de
nuevo a su hermana y suspiró.

—Sam, Mortimer te ama como eres. Y por lo que entiendo, eso no cambia entre los
compañeros de la vida.

Sam la miró, con expresión desgarrada diciéndole: —Pero Tom dijo que me amaba.

Jo se sentó a su lado otra vez, tomando sus manos entre las suyas. Esperó a que su
hermana la mirara a los ojos, luego dijo en voz baja, —Sam, el problema no es que
él se enamore de ti, si no que tú nunca has aprendido a amarte a ti misma. —dejó
que se hundiera, luego esbozo una sonrisa forzada y dijo suavemente: —Además
los nanos nos ponen a punto, ¿cierto? Así que quizás pondrán algo de carne en tus
huesos. —ella apretó la mano de Sam entre bromas y dijo, —Puede ser que incluso
te den un par de senos y finalmente puedas dejar los sostenes de entrenamiento.

—Que bien, —murmuró Sam secamente.

Jo se rió entre dientes, luego miró hacia la puerta cuando escuchó pasos
acercándose. Sus cejas se levantaron cuando vio a Bricker aparecer en la puerta.

Él las miró con curiosidad, luego dijo, —Mortimer me envió a decirte que Jeanne
Louise está de camino aquí.
Capitulo Dieciocho

― Creo que debería hacer café entonces,- murmuró Sam parándose. Cuando Jo la
miró con sorpresa, ella explicó, ― Jeanne Louise es lo suficientemente joven tengo
entendido así que todavía come y bebe.-

― Oh,- murmuró Jo.

― No hay necesidad de que te muevas, Sam,- le aseguró Bricker. ― Mortimer


estaba montando el café cuando me fui, y los chicos estaban ayudando a armar una
bandeja de galletas también. De hecho, tengo que volver a ayudar. Ustedes
simplemente siéntense y relájense.-

Jo y Sam lo vieron irse, y luego se miraron.

― ¿Mortimer es hogareño?- preguntó Jo con sorpresa.

― Mortimer hace lo que sea que se necesite hacer,- dijo Sam en voz baja. ― Él es
bueno en eso.-

Jo asintió con la cabeza y se preguntó si Nicholas también era así. Él había ayudado
a calentar la pizza en el apartamento de Sam, y había ayudado a limpiar su
desorden en la cocina justo hace unos momentos, pero ella no tenía idea de cómo
era él día tras día. Suponía que todavía tenían mucho que aprender el uno del otro,
y sólo esperaba tener la oportunidad.

El sonido de la puerta delantera abriéndose las hizo mirar a ambas hacia la


entrada.

Ansiosa por conocer e interrogar a la hermana de Nicholas, Jo corrió por la


habitación, consciente de que Sam estaba siguiéndola. Se detuvo bruscamente en la
puerta cuando vio a la mujer entrar en el vestíbulo. Alta, bien proporcionada y
hermosa, la morena se veía increíble con un vestido de verano color rojo
brillante. También tenía un aire de mando que no parecía ajustarse a una joven
inmortal, al menos no en la mente de Jo.

― ¿Jeanne Louise?- dijo con incertidumbre mientras la mujer se volvió y la vio.


― No, querida. Soy su tía Marguerite,- respondió la mujer, mirándola con vivo
interés.

― Yo soy Jeanne Louise,- anunció otra mujer mientras se paraba en la entrada.

Esta mujer era más lo que había esperado, pensó Jo mientras miraba a la hermana
de su amante. Ella era alta, pero esbelta, su pelo negro medianoche y recogido en
un moño. Estaba vestida también mucho más conservadoramente que su tía, con
pantalones oscuros y una blusa blanca.

― Y esta es su otra tía y mi cuñada Leigh,- anunció Marguerite cuando una morena
baja entró tras Jeanne Louise. ― Y esta es la cuñada de Jeanne Louise, Inez.-

Jo miró a la mujer con el pelo oscuro y rizado, y una tez más oscura, y luego a la
siguiente mujer que entró, una réplica rubia de Marguerite que llevaba un niño
pequeño en sus brazos mientras Marguerite continuó con las presentaciones, ― Mi
hija Lissianna y su querida niña Lucy.-

Marguerite se volvió y sonrió mientras admitía, ― Thomas fue muy misterioso en


el teléfono y todas estábamos curiosas por lo que decidimos venir con Jeanne
Louise.-

― Maldición,- suspiró Sam detrás de ella, y Jo sólo pudo estar de acuerdo en


silencio. A menos que hubiera dos Leigh en la familia, entonces en la actualidad
tenían a la esposa de Lucian en la casa. Genial. No había manera de que fueran a
ser capaces de mantener en secreto la presencia de Nicholas a Lucian ahora.

― ¡Tía Marguerite!-

Jo miró hacia ese grito alarmado para ver a Thomas liderando a los hombres hacia
la sala, cada uno de ellos llevando un plato de galletas, tazas, o una bandeja con la
crema y el azúcar en ella. Por lo menos él había estado encaminándolos hacia el
salón, pero se detuvo abruptamente y se volvió ahora para empezar a empujarlos
de nuevo hacia la cocina.

― Oh, no te molestes, Thomas,- dijo Marguerite con divertida exasperación. ― Ya


he leído a estas dos jóvenes encantadores y se quiénes son y que Nicholas está
aquí.-
― ¿Nicholas?- jadeó Jeanne Louise. Jo la miró para ver que se había puesto pálida
mientras miraba a la multitud de hombres, buscando con los ojos si los presentes
escondían a Nicholas.

― Vengan,- dijo Margarite de repente. ― Vamos a pasar a la sala.-

Ella empezó a arrear a las mujeres hacia Jo y Sam y luego dijo, ― Sam, ¿serías tan
amable y le mostrarías a Lissianna algún lugar donde podría acostar a Lucy para
su siesta? Se quedó dormida en el coche en el camino y no necesita oír esto de
todos modos.-

― Por supuesto,- murmuró Sam, y se deslizó pasando a Jo para llevar arriba a


Lissianna.

― Vamos Jo, vamos a instalarnos en la sala de estar, vamos,- instó Marguerite,


volviéndola hacia la habitación con una mano sobre su brazo. Echando un vistazo
a la sala, agregó, ― Y ustedes, muchachos traigan las golosinas... así como a
Nicholas. No tiene sentido ocultarlo ahora.-

Jo se trasladó a regañadientes a la sala de estar, sólo para detenerse en la silla más


cercana y mirar hacia la puerta por Nicholas.

― Thomas, tú e Inez siéntense en el sofá con Jeanne Louise,- ordenó Marguerite con
suavidad. ― Ella está un poco molesta. Nicholas...- Se volvió hacia la puerta
cuando él entró detrás de los otros hombres. ― Ven, dame un beso.-

Nicholas se movió hacia su tía y ella de inmediato lo atrajo en un abrazo,


murmurando, ― Te hemos echado de menos.-

― Gracias,- dijo en voz baja mientras ella lo besaba y lo abrazaba.

Ella sonrió y le palmeó la mejilla y luego ordenó, ― Toma la última silla allí con Jo.
Conseguiremos tener todo solucionado.-

Asintiendo con la cabeza, Nicholas se soltó y fue a sentarse en La-Z-Boy con Jo


parada al lado, y luego le tomó la mano y tiró, instándola a que se sentara en su
regazo, pero ella negó con la cabeza.

―Quiero un café. ¿Quieres uno?- le preguntó.


― Sí, por favor,- dijo él en voz baja.

Ella se trasladó a la mesa del café donde los hombres habían colocado las bandejas
y platos y rápidamente sirvió a sí misma y a Nicholas una taza. Después le entregó
a Nicholas la suya antes de sentarse cuidadosamente en su regazo. Jo bebió el
líquido amargo mientras observaba a los otros dando vueltas para conseguir ellos
mismos cafés y tomar galletas, pero luego todos comenzaron a establecerse en los
asientos.

― Podemos hacer sitio en el sofá, tía Marguerite,- dijo Thomas, cuando las sillas
comenzaron a llenarse.

― Bueno, entonces Lissianna o Leigh pueden sentarse allí. Creo que tomaré la
mecedora desde que ahora soy una abuela. Todo el mundo encuentre un asiento
donde pueda.-

― Voy a traer algunas sillas del comedor,- murmuró Bricker, saliendo de la


habitación con Anders en sus talones, pero Jo apenas lo notó. Su mirada
sorprendida estaba en Marguerite mientras la mujer se acomodaba en su
mecedora. No parecía ni de lejos lo suficientemente vieja para ser abuela.

― Tengo más de 700 años de edad, querida. Edad suficiente para ser una tatara-
tatara-tatara-tatara-tatara abuela o más si el destino hubiera sido más
complaciente,- dijo Marguerite con un suspiro cuando Lissianna y Sam volvieron
con Bricker y Anders sobre sus talones. Cada uno de los hombres llevaba dos sillas.

― Bueno, aquí estamos entonces,- dijo Marguerite, una vez que todo el mundo
estaba sentado. Echó una mirada alrededor del grupo, deteniéndose en Jo. ― Así
que crees que nuestro Nicholas es inocente del asesinato de esa mortal y esperas
que Jeanne Louise sepa algo que ayudará a probarlo.-

Jo parpadeó confusa, y luego hizo una mueca al darse cuenta de que la mujer la
debía haber leído. Por Dios, realmente necesitaba aprender a guardar sus
pensamientos, Jo se decidió, y se inclinó hacia adelante para colocar su taza sobre
la mesa.

― Nicholas no es inocente,- dijo Jeanne Louise en voz baja y enojada. ― Él mató a


esa mujer.-
Jo la miró, la ira enrollada dentro de ella, hasta que vio la mirada triste,
atormentada en el rostro de la mujer. Parecía a punto de llorar y estaba molesta,
obviamente, al pensar que su hermano podría haber hecho una cosa así. Obligando
su ira a bajar, Jo preguntó en voz baja, ― ¿De verdad crees eso?-

Jeanne Louise miró a Nicholas con incertidumbre, pero luego dijo, ― Decker lo vio
hacerlo.-

― Decker lo vio con un cuerpo,- corrigió Jo suavemente.

― Dijo que había mucha sangre sobre él,- argumentó con voz firme, y Jo se sentó
con exasperación.

― ¡Tú gente y su ver-es-creer!-

― Jo,- dijo Nicholas en tono de advertencia cuando se inclinó hacia delante para
recoger el café.

― Sólo voy a beberlo,- murmuró, y procedió a hacerlo. Mientras Jo bajó la copa,


miró a la hermana de él y le preguntó, ― Pero si yo hubiera lanzado esto sobre ti,
Jeanne Louise, y estuvieras cubierta con café, ¿significaría que lo bebiste? ¿O
incluso que lo derramaste?-

Cuando Jeanne Louise se la quedó mirando, los ojos abriéndose lentamente, Jo dijo
con firmeza, -Nicholás no mató a esa mujer. No tiene memoria entre la primera
vez que vio a la mujer en el estacionamiento y cuando abrió los ojos en el sótano de
su casa para encontrarla muerta en sus brazos. Alguien le tendió una trampa. Y si
no fue Decker, entonces fueron súper afortunados de que se presentara cuando lo
hizo, o apuesto que de alguna manera lo arreglaron para que apareciera.-

― Pero, ¿cómo pudieron lograrlo?- preguntó Jeanne Louise en voz baja. ― ¿Cómo
llegó Nicholas hasta allí con la mujer muerta en sus brazos?-

― Las drogas serían mi conjetura,- dijo Jo, y cuando Jeanne Louise simplemente se
mordió los labios y pareció indecisa, ella se movió impacientemente. ― Mira, no
importa si crees en su inocencia, yo lo hago. Así que dinos si sabes lo que Annie
podría haberle querido decir.-

Jeanne Louise suspiró, pero negó con la cabeza. ― No lo sé.-


Jo se hundió derrotada, seguro que la chica no estaba ni siquiera intentándolo
porque no creía.

― Jeanne Louise,- dijo Marguerite en voz baja, sugiriendo que ella pensaba lo
mismo.

― No lo sé,- insistió Jeanne Louise. ― Hablamos de un montón de cosas. Su trabajo,


mi trabajo, familia, compras, películas, hombres...- Ella se encogió de hombros sin
poder hacer nada. ― Todo.-

― ¿No hubo algo de lo que hablara más que de otras cosas?- le preguntó Jo
suplicante.

― Lo siento, no. No que yo recuerde,- dijo Jeanne Louise infelizmente.

Jo suspiró y miró a su alrededor. ― Bueno, ¿entonces tal vez ella le dijo algo a uno
de ustedes?-

Cuando su mirada se posó esperanzadoramente sobre Marguerite, la mirada de la


mujer se volvió de disculpa y ella negó con la cabeza. ― Lo siento, querida. Tengo
muchas ganas de ayudar, pero sólo nos reunimos tres veces. La primera vez fue
cuando ella y Nicholas se reunieron por primera vez, y ella estaba tranquila y
tímida entonces. La segunda vez fue en la boda, y no tuvimos la oportunidad de
hablar mucho en absoluto, y luego la última vez fue un par de semanas antes de
morir. Ella y Jeanne Louise llegaron para una visita, mientras Nicholas no estaba, y
si mal no recuerdo...- Hizo una pausa y frunció el ceño. ― Creo que sobre todo me
preguntó acerca de Armand.-

― ¿Armand?- preguntó Jo.

― Mi padre,- le dijo Nicholas.

― Ella estaba naturalmente curiosa acerca de él,- murmuró Marguerite.

― ¿Por qué naturalmente?- le preguntó Jo con el ceño fruncido.

― Porque ella no lo había conocido.-

Jo miró a Nicholas y de regreso a Marguerite confundida. ― ¿Sin duda, asistió a la


boda?-
― No,- dijo Marguerite en voz baja. ― Él no pudo asistir.-

― No ha dejado su granja desde que su última esposa murió,- dijo Thomas en voz
baja. ― Se ha convertido en un recluso total.-

― ¿Su última esposa?- preguntó Jo con brusquedad. ― ¿Cuántas ha tenido?-

― Tres. Cada una ha muerto en un puñado de años después de su matrimonio,-


dijo Thomas y luego agregó, ― Mi madre duró cuatro años o algo así. Ella fue la
más larga.-

― ¿Ha tenido tres compañeras de vida?- preguntó Jo con asombro.

― No,- dijo Marguerite a la vez. ― Sólo una era una compañera de vida. La madre
de Nicholas. Armand la convirtió. La segunda esposa, la madre de Tomás, era un
inmortal. Ella era un poco salvaje, se convirtió en su amante y se quedó
embarazada. Obviamente, ella quería o no habría estado bebiendo la sangre
suficiente para comenzar siquiera con el embarazo, por no hablar de mantenerla el
tiempo suficiente para saber que estaba embarazada,- agregó secamente, y se
encogió de hombros. ― Ella le dijo a Armand, y, por supuesto, se casó con ella. Era
el siglo dieciocho,- agregó. ― Y en ese tiempo, una mujer soltera, simplemente no
tenía un hijo por su cuenta. Nadie en la comunidad inmortal habría estado
demasiado angustiado, pero todos estábamos tratando de encajar como mortales.
Se casaron por conveniencia, pero de acuerdo en que sólo sería hasta que la una o
el otro encontrara a su compañero de vida.- Marguerite hizo una mueca. ― En
cambio, ella murió.-

― La última esposa, la madre de Jeanne Louise, también era inmortal,- anunció


Nicholas. ― Padre estaba solo, y creo que ella sentía pena por él. Ella también
quería un hijo propio y así llegaron a un acuerdo-un matrimonio temporal por
compañía hasta que una o el otro encontrara a su compañero de vida.-

― Pero ella murió también,- murmuró Jo.

― Sí,- dijo Marguerite con un suspiro. ― Armand no ha tenido absolutamente


ninguna suerte con las mujeres.-

Jo levantó las cejas. ― Estás bromeando, ¿verdad?-


Marguerite levantó sus propias cejas. ― ¿Crees que perder tres esposas es buena
suerte?-

― Creo que un inmortal perdiendo tres esposas inmortales una detrás de otra es
completamente improbable,- respondió ella con gravedad. ― Déjame adivinar,
¿todas ellas murieron en accidentes raros?-

― Bueno, sí,- admitió ella con sorpresa. ― La madre de Nicholas murió en un


incendio, y…-

― ¿No me dijiste que el fuego te puede matar?- dijo Jo, volteándose hacia Nicholas
con tono acusador.

― Por lo general, no puede,- dijo en voz baja. ― Podemos recibir un montón de


daño y aún así seguir adelante y salir del fuego y luego repararnos. Pero mi madre
estaba atrapada y...- Hizo una mueca y se encogió de hombros.

Jo sacudió la cabeza y miró a los que la rodeaban. ― Ustedes son inmortales,


difíciles de matar. ¿Cuáles son las posibilidades de que uno de ustedes pierda tres
esposas en fila? ¿No creen que eso es extraño?-

― Eso es lo que dijo Annie,- murmuró Jeanne Louise casi pensativa.

― ¿Ella lo hizo?- Jo se volvió hacia ella con rapidez.

Jeanne Louise asintió con la cabeza. -Me había olvidado de eso. Tenía curiosidad
de por qué Padre no había asistido a la boda, y cuando le hablé de sus desgracias
con las esposas, pensó que era demasiado extraño y comenzó a hacer todas estas
preguntas...-

― Ella estaba muy interesada en la forma en que murieron ese día que ambas
llegaron a tomar el té,- murmuró Marguerite.

― Ella me preguntó por el tío Armand y sus esposas también,- dijo Lissianna. ― No
pensé nada de eso en el momento.-

― Habló mucho sobre ello,- dijo Jeanne Louise, girando los ojos a Jo. ― ¿No crees
que tenga algo que ver con lo que ella iba a decirle a Nicholas?-
― Es posible,- dijo ella, pensativa. ― Sin duda me habría parecido extraño y habría
sentido curiosidad por esto... Y si ella empezó a investigar esto y se enteró de algo
que sugería que incluso una de las muertes no fue accidental…-

― En ese caso sería una muy buena razón para que alguien quisiera verla muerta
antes de que pudiera decirle a Nicholas lo que había averiguado,- dijo Thomas
sombrío.

― Sí,- murmuró Jo, sin notar el repentino silencio en la sala, hasta que Bricker lo
rompió poniéndose de pie.

― Necesito alimentarme,- anunció, en dirección a la puerta. ― ¿Alguien más quiere


algo?-

Se oyeron murmullos de varias personas, pero Jo estaba distraída considerando


que era lo que Annie podría haber averiguado... y como había averiguado lo que
sabía. La muerte había ocurrido hace tanto tiempo, era difícil imaginar que había
averiguado algo.

― Creo que he oído charlar a Lucy mientras cruzaba el pasillo.-

Jo levantó la mirada ante el comentario de Bricker para ver que había regresado y
estaba repartiendo bolsas de sangre.

― Creo que será mejor que la busque. Ella necesitará alimentarse,- dijo Lissianna, y
se levantó para salir de la habitación.

― Oh, olvidó su bolso,- dijo Leigh, parándose para seguirla.

Jo las vio partir y luego miró de nuevo al grupo y dijo, ― Me parece que tenemos
que hablar con Armand. Podría ser capaz de ayudar a aclarar las cosas. Al menos,
deberíamos tener una idea de hacia dónde mirar o qué paso tomar a continuación.-

― No estoy segura,- murmuró Marguerite. ― Si Armand sabía algo creo que lo


habría dicho en ese momento.-

― No puede hacer daño comprobar. Él puede saber algo sin darse cuenta,-
murmuró Nicholas y luego miró a Thomas. ― ¿Está todavía en la granja?-
Thomas negó con la cabeza. ― Él tiene una nueva ahora. Bien, ha comprado varias
desde que te fuiste y se rota en ellas; diez años en una, luego diez en otra, mientras
que los capataces manejan las demás.-

― Él nunca las deja,- dijo Jeanne Louise tranquilamente. ― Y ya no permite más


visitantes para nada. No es que él nunca me permitió salir de ahí,- añadió ella con
amargura.

Thomas le frotó la espalda con simpatía mientras sacaba su teléfono. ― Bastien


sabrá dónde está ahora y el número. A Padre todavía le entregan sangre.-

― Sabes, se me ocurre que podríamos aprender algo útil de Armand, después de


todo,- dijo Marguerite de repente, y cuando todos se volvieron hacia ella, dijo, ―
Siempre he asumido que se encerró y cortó contacto con la familia y amigos
porque estaba amargado por la pérdida de sus esposas, pero si la muerte de Annie
está conectada eso le da un aspecto diferente a las cosas.-

― Lo entiendo,- dijo Jo lentamente. ― Tal vez sospecha que las muertes de sus
esposas no fueron todos accidentes tampoco. Tal vez estaba tratando de mantener
a todos fuera de la línea de fuego.-

― ¿Crees eso?- preguntó Jeanne, abriendo los ojos con esperanza.

Cuando Marguerite asintió con la cabeza, Nicholas sonrió y deslizó su brazo


alrededor de Jo. ― Ella es muy inteligente, ¿no?-

― Mucho,- coincidió Marguerite solemnemente. ― Los nanos estaban justo en lo


cierto, como de costumbre. Ella es exactamente lo que necesitábamos.- Ella miró a
Thomas. ― Llama a Bastien. Cuanto antes hablemos con Armand, más pronto
podremos ser capaces de solucionar todo esto.-

Asintiendo con la cabeza, empezó a apretar botones en su celular, pero se detuvo y


miró hacia la puerta junto con los demás cuando escucharon la puerta exterior
abriéndose y el sonido de alguien entrando en la casa.

Mortimer se puso de pie con el ceño fruncido y empezó a cruzar la habitación, pero
se detuvo cuando un hombre alto y rubio llenó la puerta. Había un hombre buen
mozo, de pelo oscuro sobre sus talones, mirando sobre su hombro hacia la
habitación. Jo no tenía idea de quién era el hombre oscuro, pero reconoció a Lucian
de la noche de la fiesta. Fue puro instinto el que tuvo de pararse y moverse para
bloquear a Nicholas de su vista. Ella sabía que había sido la decisión correcta
cuando Marguerite, Thomas y Jeanne Louise de repente se levantaron y se
posicionaron alrededor de ella, ayudando a esconder a Nicholas.

― Qué encantador verte, Lucian. ¿Qué estás haciendo aquí?- le preguntó


Marguerite, sonando completamente tranquila e incluso acogedora.

La mujer era un maestro en ocultar sus emociones, Jo decidió. La forma en que se


había movido rápidamente para pararse a su lado y ayudar a ocultar a Nicholas le
demostró que no estaba exactamente contenta de verle.

― Cuando Greg y yo llegamos a la casa para recoger a nuestras esposas, nos


dijeron que habían venido todas aquí, así que venimos a recogerlas,- dijo el rubio,
con los ojos entrecerrados.

― ¿Recogerlas?- le preguntó Marguerite con sorpresa y echó un vistazo a su reloj


de pulsera, chasqueando la lengua mientras decía, ― No me había dado cuenta de
que se había hecho tan tarde.-

― Se suponía que los hombres tenían que llamar si alguien llegaba,- dijo Mortimer,
aprovechando la mirada concentrada de Lucian en Marguerite.

― Sí, lo leí de Xavier, cuando detuvo el coche,- dijo Lucian secamente.

― ¿Leíste a uno de tus propios hombres?- le preguntó Thomas con asombro.

― Parecía muy nervioso cuando se dio cuenta que estaba en el coche con Greg,-
dijo Lucian con gravedad, y Jo suponía que era su idea de explicarse a sí mismo. ―
Yo le convencí de que llamar antes era totalmente innecesario y que no haría más
que molestarme.-

Mortimer hizo una mueca y la sala quedó en silencio, mientras Lucian miró de una
persona a otra. Jo frunció el ceño cuando ella reconoció la concentración en su
rostro. La había visto antes. Era la mirada del ojo-pene. Maldita sea. Estaba
leyendo a la gente, se dio cuenta con espanto y había probado sus sospechas
cuando Jeanne Louise susurró en estado de pánico, ― Me está leyendo.-

― Piense en una canción de cuna y bloquéalo,- susurró Thomas.


― Lo estoy intentando, pero él es…-

― ¿Es que nadie me va a presentar?- dijo Jo rápidamente con la esperanza de


conseguir alejar la atención de Lucian de la presa del pánico de Jeanne
Louise. Funcionó… muy bien, la mirada atenta de Lucian se deslizó de Jeanne
Louise hacia ella en su lugar. Sintiendo de inmediato que estaba revolviendo en su
mente ella asumió que debía estar tratando de leer sus pensamientos, comenzó a
balbucear un poco histérica, ― Quiero decir, tuvimos una especie de encuentro
antes, la noche de la fiesta, pero nadie nos presentó correctamente, ¿Sam?-

En respuesta a su grito de pánico, Sam corrió a su lado, adicionando su propio


cuerpo a la pared humana bloqueando la vista de Lucian de Nicholas. Ella tomó su
mano y dijo, ― Sí, por supuesto. Jo, cariño, este es Lucian Argeneau. Él es... bueno,
él es el jefe de Mortimer.-

― Y nuestro tío,- anunció Thomas. Jo sospechaba que estaba tratando de llamar la


atención de Lucian de ella. Sospechaba que era también lo que Marguerite estaba
haciendo cuando añadió, ― Y mi cuñado... Aunque, legalmente, tal vez ya no es
más mi cuñado ahora que Jean Claude está muerto y me volví a casar.-

Los esfuerzos de Marguerite tuvieron más éxito. Lucian inmediatamente arrancó


su atención de Jo. Sus ojos brillando saltaron a la tía de Nicholas y gruñó, ―
Siempre seré tu cuñado, Marguerite. Hemos sido familia por 700 años y
seguiremos siendo familia, no importa con quién estés casada.-

Jo estaba lanzando un suspiro de alivio por el hecho de que estuviera libre de los
esfuerzos del hombre para leer sus pensamientos, cuando de repente sus ojos se
dispararon de nuevo a ella y el revoloteo comenzó de nuevo.

― Piensa en una canción de cuna,- murmuró Thomas a su lado. ― Recítala en voz


alta si es necesario, pero concéntrate en las palabras como si fueran la cosa más
importante en el mundo.-

Jo asintió con la cabeza y comenzó a recitar: ― Había una vez una chica de
Nantucket…-

― Oh, por amor de Dios,- replicó Nicholas, y de repente estaba empujándose más
allá de ella, hasta situarse en la parte delantera del grupo que había estado
tratando de ocultarlo.
― Nicholas,- gritó Jo con una combinación de alarma y furia. Ella se movió
rápidamente alrededor para pararse delante de él, poniéndose entre él y su tío.

― Jo, dulzura, el hecho de que todos estaban tratando de no dejarlo que te leyera
simplemente lo habría hecho más decidido a averiguar lo que estaban
escondiendo,- señaló con gravedad, y luego sacudió la cabeza y añadió, ―
Y ¿Había una vez una chica de Nantucket? ¿Esa es la única rima en la que pudiste
pensar?-

― Trabajo en un bar,- señaló ella con sequedad. ― Confía en mí, no querrías


escuchar la versión de Little Bo Peep que aprendí allí.-

― Sí, bueno, vamos a tener que... er...- Nicholas frunció el ceño. ― ¿Has
considerado un cambio de carrera? Tal vez un bar no es el mejor…-

― Cuidado, sobrino,- gruñó Lucian.

― La tía Leigh es propietaria y administradora de un bar,- explicó Thomas en voz


baja, moviéndose un poco más cerca.

Jo no pudo dejar de notar que él no era el único. Marguerite, Sam, y Jeanne Louise,
todos, se habían apretado protectoramente más cerca, y los demás en la habitación
estaban gravitando lentamente hacia ellos. Mientras que ella no había visto a
ninguno de ellos moverse, estaban más cerca de lo que habían estado. Animada
por esta muestra de solidaridad, levantó las cejas a Nicholas en pregunta. ―
Entonces, ¿qué hacemos ahora?-

― Hay muy pocas cosas que podemos hacer ahora,- dijo Nicholas en voz baja.

Jo le mostró su asombro quedándose boquiabierta. ― ¿Perdóname? Por favor, dime


que no estás pensando en sólo entregarte a este dictador cabrón para ser rebanado
y cortado en cubitos o agitados y horneado o lo que sea que ustedes lo llaman.-

― ¿Dictador cabrón?- Thomas se hizo eco, con sorprendida diversión en su cara.

― Bueno, lo es,- murmuró, lanzando una mirada resentida al hombre que estaba al
otro lado de la habitación, con cara de piedra mientras escuchaba. ― Y no puedo
dejarlo agitar y hornear a Nicholas.-

Thomas puso los ojos. ― Es estacado y horneado, Jo. No somos chuletas de cerdo.-
― Lo que sea,- dijo con completo desinterés y luego se volvió a Nicholas. ― El
punto es, que deberías haberte quedado justo donde estabas y dejarnos manejar
esto. Ahora vamos a tener que atar a tu tío y ponerlo en una de las celdas o algo así
hasta que ordenemos todo y podamos demostrar tu inocencia.-

El silencio que siguió a sus palabras, fue un signo de exclamación al horror


sorprendido de repente en los rostros que la rodeaban. Incluso Nicholas la estaba
mirando a ella como si estuviera completamente loca.

Con el ceño fruncido, Jo miró de cara en cara y preguntó, ― ¿Qué? ¿Seguramente


estás de acuerdo conmigo? Sé que ninguno de ustedes está ahora tan seguro de
que Nicholas mató a esa chica. Creo que la mayoría de ustedes siquiera está de
acuerdo conmigo en que es probable que no lo hizo. Pero incluso si sólo tienen
alguna duda de que Nicholas es culpable, no pueden dejar que el Mandón de ahí
lo ejecute.-

― ¿El mandón?- Thomas se hizo eco con incredulidad.

Nicholas lo miró, luego tomó las dos manos de Jo y le dijo, ― Cariño, me temo que
no tienen mucha opción. Si Lucian decide…-

― Por supuesto que tienen una opción,- le interrumpió ella con disgusto. ― Él es
solo un vampiro.-

― Él es un vampiro muy antiguo y poderoso,- dijo Nicholas en voz baja.

― Todos ustedes son viejos,- señaló ella con sequedad- ― Tú tienes quinientos y
algo. Marguerite setecientos y algo. Eres todo lo malditamente antiguo.-

― Dices eso como si fuera una cosa mala,- dijo Thomas con diversión.

― Bueno, es una cosa mala si estás tan metido en tus planes y utilizas al Pantalones
Amargados ahí para manejar las cosas que acabas dejándolo que masacre a un
hombre inocente,- le espetó ella.

― ¡Señor Pantalones Amargados! Dios, me encanta ella, Nicholas,- alardeó


Thomas. Cuando se dio cuenta de que ni Nicholas ni Inez parecían impresionados
por las palabras, agregó rápidamente, ― En un tipo de forma totalmente de
cuñada, por supuesto.-
Nicholas e Inez gruñeron juntos y luego Nicholas se dirigió a Jo y le dijo, ― Cariño,
no lo entiendes. Lucian es muy viejo. Está también en el Consejo. Él tiene una gran
cantidad de poder. Él…-

― No me importa cuán viejo y poderoso él es,- interrumpió Jo con impaciencia. ―


Te amo y no voy a dejar que te mate sin pelear.-

Jo tiró de las manos de Nicholas, y luego volvió una mirada determinada hacia la
cabeza del clan Argeneau mientras empezaba a atravesar la habitación, diciendo, ―
Nicholas no mató a esa mujer. Él no tiene memoria de matarla. Creemos que
alguien lo drogó y lo preparó para detenerlo de descubrir algo que Annie había
averiguado sobre la muerte de las esposas de Armand. Tenemos que averiguar lo
que era.-

Se detuvo frente a Lucian Argeneau, tragó saliva y añadió, ― Yo lo amo. No sé qué


haría sin él. ¿De qué sirve vivir cientos de años, si lo aleja de mí? ¿Por favor, no?-

Lucian apuntó su nariz hacia ella desapasionadamente. ― Estabas haciéndolo muy


bien con tus argumentos justo hasta que empezaste con la basura acaramelada. Y la
mendicidad, al final estuvo exactamente por encima.-

Jo miró a la cara fría de Lucian Argeneau y sintió una furia levantarse en ella como
jamás había experimentado. El hombre sostenía la vida del hombre que amaba en
sus manos. ¿Todo su futuro reposaba en sus manos y él deteniéndolos con aire de
suficiencia criticando su intento de salvarlos a los dos? Todos sus miedos y
frustraciones se arremolinaron en una explosión de rabia, y antes de que Jo supiera
muy bien lo que estaba haciendo, estaba abofeteando al hijo de puta insensible en
la cara.

― Jo,- ladró Nicholas con alarma y rápidamente la arrastró detrás de él, poniéndose
firme entre ella y su tío, mientras decía, ― Ella está molesta.-

― Ya veo,- dijo Lucian sombrío.

Jo frunció el ceño y empujó a Nicholas a un lado. ― No te disculpes por mí, no


especialmente con el Capitán Malhumorado aquí quien planea matarte.-

― Está todo bien, querida,- murmuró Marguerite, pasando al lado de Jo para correr
la mano con dulzura por su brazo, ― El Capitán Enojado no matará a Nicholas.-
― ¡Marguerite!- Lucian espetó.

― Bueno, no lo harás,- dijo ella con firmeza. ― ¿Seguramente nos has leído a todos
en la sala ahora y sabes que se necesita mayor investigación antes de que se
puedan tomar decisiones sobre el futuro de Nicholas?-

Lucian frunció el ceño a la mujer por un momento, pero luego suspiró y admitió, ―
Sí.-

Jo se movió delante de Nicholas de nuevo para preguntar con incertidumbre, ―


¿No lo va a ejecutar?-

― No,- dijo Lucian secamente.

― ¿En serio?- preguntó ella, casi con miedo a creerle.

― Sí, realmente, no tengo ninguna intención de matar a Nicholas.-

― ¡Oh!- Con la alegría explotando a través de ella, Jo se lanzó impulsivamente


hacia el hombre para abrazarlo en señal de gratitud, diciendo, ― Tal vez no seas un
tío malo después de todo, Lucian.-

― Todavía.-

Jo se congeló mientras la palabra llegaba a sus oídos, y luego se tensó para


fruncirle el ceño a él. ― ¿Qué quiere decir con todavía?-

Por alguna razón eso hizo que sus labios se torcieran con lo que ella sospechó era
diversión. Luego miró a Nicholas y le dijo, ― Ella es muy tempestuosa, ¿no?
Impetuosa también. Es bueno que decidieras que no era seguro mantenerla contigo
en la carrera. Habría estado muerta en una semana... o te habría matado.- Hizo una
pausa y añadió, ― Aunque ella puede haber hecho eso de todos modos ya que te
entregaste para salvarla. Tendremos que ver.-

La boca de Jo se cerró y sus ojos se estrecharon en él con molestia. ― No me


gustas.-

Lucian arqueó una ceja. ― Eso es una vergüenza. A mí me gustas mucho.-

― Podría haberme engañado,- murmuró Jo con incredulidad.


― A menudo lo hago,- coincidió Lucian. ― Engañar a la gente, eso es.-

― Él lo hace,- le aseguró Leigh, volviendo a entrar en la habitación con Lissianna


siguiéndola.

Jo miró a la mujer, preguntándose qué demonios había visto en Lucian Argeneau,


pero luego sacudió la cabeza y preguntó, ― ¿Qué quieres decir con que no vas a
ejecutarlo todavía? ¿Vas o no vas?-

Lucian volvió su mirada a Nicholas. ― No te voy a ejecutar ahora porque no estoy


seguro de tu culpabilidad. He leído la situación en la mente de todos, incluida la
tuya propia. No hay memoria en realidad de ti matando a la mujer. De hecho, hay
un espacio sospechosamente en blanco donde ese recuerdo debería estar.-

― Te lo dije,- dijo Jo triunfante.

― Así es, lo hiciste,- coincidió Lucian secamente con un asentimiento en su


dirección. Luego se volvió hacia Nicholas para continuar, ― Tengo la intención de
llegar al fondo de esto y saber lo que sucedió ese día. Si la mataste y de alguna
manera tienes bloqueado eso de tu memoria, serás ejecutado. Si no....- Él se encogió
de hombros y dijo, ― Probablemente Jo con el tiempo conseguirá matarte con su
impetuosidad de todos modos.-

Jo se sintió ponerse rígida a sus palabras, pero luego notó un brillo sospechoso en
sus ojos que le hizo pensar que la estaba aguijoneando y ella sólo murmuró, ― Ja,
ja.-

― Ja, ja, en verdad,- dijo Lucian secamente, y luego se volvió a Mortimer. ― Ahora,
vamos a conseguir que Dee y Ernie alisten el transporte para que puedas preparar
la celda de Nicholas.-

― ¿Celda?- preguntó Jo con indignación. ― ¿Vas a encerrarlo?-

― Sí,- dijo con calma. ― Y yo voy a tener que encerrarte también.-

― ¿Qué?- Ahora Nicholas parecía furioso. Sus ojos eran de plata fría mientras se
acercaba a su tío, los puños apretados y gruñó, ― Encerrarme es una cosa, tío, pero
Jo no ha hecho nada para merecer ser tratada como un criminal.-
― Ella ya está tramando maneras de ayudarte a escapar en caso de que no pueda
llegar al fondo de esto,- dijo él en voz baja.

Nicholas se volvió hacia Jo con sorpresa y ella sintió un arrebato de culpabilidad.


En realidad había empezado a pensar sobre las maneras de sacarle de allí. Parecía
que estaba todavía muy legible.

― A lo mejor lo está,- reconoció a regañadientes Nicholas mientras se volvía hacia


su tío. ― Pero, aún así, ella no ha hecho nada malo todavía. No puedes encerrarla
por algo que podría tratar de hacer. Además, hablaré con ella. Yo…-

― Encerrarla contigo le impedirá conseguir matarse a sí misma o a cualquier otra


persona con sus esfuerzos de aficionado para sacarte,- interrumpió con firmeza
Lucian.

― ¿Aficionado?- chilló Jo. ― Yo lo saqué, no. Quité la maldita cerradura y lo puse


en libertad.-

― Muy impresionante,- le aseguró Lucian y luego se volvió a Mortimer para decir,


― Asegúrate de que sólo les den utensilios de plástico y no les permitan nada lo
suficientemente pequeño como para usar para abrir el cerrojo esta vez.-

― Mierda,- murmuró Jo, irritada, deseando haberse detenido a pensar antes de


hablar. Sus ojos se estrecharon en Lucian, mientras le pareció ver su boca
contraerse, y luego se dirigió a él se volteó hacia Nicholas y continuó.

― Tendré a Ernie y Dee transportándolos al Consejo para el juicio. Mortimer


eliminará la cama sencilla de una de las celdas y tendrán una cama de matrimonio
en su lugar para sustituirla.- Se volvió hacia Jo y Nicholas, y dijo, ― Vamos a darle
luz de velas, vino y rosas, y poner una cortina en la celda para que los dos se
puedan entretener el uno al otro de forma segura y en privado, mientras yo examino
el asunto de Annie y la mortal.-

― ¿No sería más fácil simplemente mantenerlos encerrados en una de las


habitaciones de la casa?- le preguntó Sam con el ceño fruncido. ― Sería mucho más
cómodo y…-
― Y sólo significa que cuatro hombres tendrían que montar guardia en las puertas
de la sala y el balcón,- interrumpió secamente Lucian, y luego sacudió la cabeza. ―
Ya estamos cortos de ayuda. Van a las celdas.-

Sam no parecía contenta, pero asintió no muy feliz. Sin embargo, también
preguntó, ― ¿Pueden tener los libros o una televisión o algo por ahí para que no se
aburran?-

Jo pensó que la preocupación de su hermana era muy dulce e innecesaria. Era


difícil para ella imaginarse poniéndose aburrida con Nicholas alrededor. A juzgar
por la ceja arqueada que Lucian volvió a Sam, pensó lo mismo.

― Son nuevos compañeros de vida, Samantha,- dijo secamente. ― Como tú aún lo


eres. ¿Crees realmente que una televisión es necesaria, o que incluso sería
encendida?-

― Oh, está bien,- murmuró Sam, ruborizándose mientras Mortimer sonrió y le


deslizó el brazo por su cintura.

― En verdad.- dijo Lucian secamente. Luego miró al grupo y alzó la otra ceja. ―
Bueno, ¿Qué estamos esperando? Vamos a hacer esto así estos enamorados pueden
disfrutar de la suspensión de Nicholas.-

― Exacto.- Mortimer se volvió hacia el grupo. ― Bricker y Anders, ustedes están


con Nicholas y Jo hasta que los pongamos en la celda. Conseguiré a algunos de los
hombres de afuera para que me ayude con Ernie y Dee. Sam, cariño,- dijo, su voz
suavizándose notablemente cuando la miró. ― Tal vez podrías hacer una lista de lo
que piensas que Jo y Nicholas necesitarán en la celda y comenzar a organizarla;
¿ropa, sábanas, cual cama se llevará, y así sucesivamente?-

― Por supuesto,- murmuró.

Asintiendo con la cabeza, Mortimer la besó rápidamente y luego se volvió para


salir de la casa, Lucian tras sus talones. En el momento en que la puerta se cerró
tras ellos, la tía de Nicholas, Marguerite se puso de pie. Jo miró a la mujer, todavía
sorprendida de que ella pudiera tener setecientos años de edad, pero su voz tenía
el timbre de autoridad cuando dijo, ― Las chicas y yo podemos ayudarte con la
lista y la recolección de las cosas de ésta, Sam. ¿Y tal vez Thomas y Greg podrían
ayudar a cambiar la cama de la celda y sacar una cama de matrimonio?-
― Por supuesto,- murmuraron Thomas y Greg juntos.

Tanto para el asombro de Jo, la sala se vació rápidamente luego, todo el mundo en
movimiento para llevar a cabo su tarea. Todo el mundo excepto ella, Nicholas,
Bricker y Anders, que se quedaron.

Todos se miraron por un momento y luego Nicholas dijo, ― Me gustaría un


momento a solas con Jo.- Cuando Bricker miró a Anders preguntándole, él
consideró el asunto y se encogió de hombros y dijo, ― Los hombres todavía están
en el balcón de la habitación de invitados y nosotros podemos proteger la sala.
Debería estar todo bien.-

Bricker asintió con la cabeza. ― De acuerdo.-

Nicholas instó a Jo a pararse y salir de la habitación. El murmullo de las voces


venía de la cocina mientras se abrían camino a las escaleras, y Jo supuso que las
mujeres estaban allí haciendo su lista. Estaban subiendo las escaleras hacia el salón
de arriba, cuando Thomas y Greg salieron del cuarto en el que Jo había despertado,
uno llevando un colchón por su cuenta, el otro el box spring. Nicholas instó a Jo a
acercarse a la pared para dejarlos pasar y luego la instó a continuar hacia la
habitación.

Anders entró y cruzó la habitación para comprobar y asegurarse de que los


hombres todavía estaban en el balcón. Abrió la puerta y se asomó para hablar con
ellos y luego cerró la puerta, asintió con la cabeza a Nicholas y Jo, y luego se
deslizó fuera de la habitación, tirando de la puerta para cerrarla también.

― Bueno,- murmuró Nicholas, mirando la desnuda armazón de la cama y la


cabecera que aún permanecían en el cuarto. Luego la llevó hacia los dos sillones
dispuestos en una pequeña mesa redonda en el lado opuesto de la habitación. Se
acomodó en uno y la llevó a su regazo.

― Siento todo esto, Jo,- dijo finalmente, pasando sus manos con dulzura por su
espalda y el muslo.

― Tienes que dejar de pedirme disculpas, Nicholas,- dijo Jo en voz baja, apoyada
en su hombro. ― Nada de esto es tu culpa. Eres una víctima también aquí.-
― Tal vez, pero no estarías a punto de ser encerrada en una celda conmigo, si no
fuera por mi escapada. Si me hubiera quedado hace cincuenta años, tal vez todo
esto se habría resuelto hace mucho tiempo.-

― O tal vez habrías sido ejecutado o asesinado, o tal vez no habrías estado
merodeando alrededor detrás de Ernie esa noche y él podría haberme agarrado y
solo sería otra Dee o estaría muerta,- señaló ella. ― Además, yo puedo pensar en
cosas peores que ser encerrada con el hombre que amo por un tiempo... en una
celda con una cama doble.-

― Y vino y rosas,- le recordó él con ironía.

― Hmm,- murmuró Jo, pero negó con la cabeza. ― Sospecho que Lucian se estaba
burlando de eso. Tu tío no parece del tipo romántico.-

― Probablemente tienes razón, eso era quizás sarcasmo,- coincidió Nicholas con
una sonrisa. ― Pero yo te apuesto diez mil besos a que la tía Marguerite va a
insistir que Sam los ponga en la lista de todos modos.-

― Puedes tener los diez mil besos sin la apuesta,- le aseguró Jo con una sonrisa y
luego le puso la mano en su mejilla y dijo solemnemente, ― Te amo Nicholas, y si
es en una celda o en este cuarto o en un motel barato, no hay lugar que preferiría
que estar contigo.-

― Espero que sientas de la misma manera, si esto se prolonga durante diez o veinte
años,- dijo en un suspiro.

― Me siento de esa forma ahora, y me sentiré de esa manera para siempre,- le


aseguró a él solemnemente, y luego frunció el ceño. ― ¿Seguramente ellos pueden
resolverlo más rápido que dentro de diez o veinte años?-

― Espero que sí, pero...-

― ¿Pero?- le preguntó.

Nicholas hizo una mueca, y luego señaló, ― Han pasado cincuenta años y no
tenemos mucho para seguir adelante. Y aunque no creo que el Consejo me
ejecutaría sin tener la certeza de que lo hice, podrían ser reacios a dejarme libre sin
la misma certeza de que no lo hice.-
― Entonces... ¿qué?- preguntó Jo con alarma. ― ¿Ellos solo te mantendrían
encerrado aquí para siempre?-

― No, no para siempre,- dijo él lentamente, teniéndolo en cuenta, y luego dijo en


voz baja, ― Pero podrían mantenerme encerrado de por vida si fuera acusado de
hacerlo.-

― ¿Quieres decir cincuenta o sesenta años?- preguntó Jo con consternación.

― Más bien como ochenta o noventa ya que hubo un bebé involucrado,- dijo
Nicholas en voz baja, y cuando ella lo miró con los ojos abiertos por el horror, se
apresuró a decir, ― Yo podría estar equivocado. Sólo estoy adivinando en base a
diferentes decisiones que hemos hecho durante siglos.-

― ¿Esto ha ocurrido antes?- le preguntó Jo, y pensó que podría estar ahora
hiperventilando. ¿Ochenta o noventa años? Querido Dios, pensó ella, demasiado
para la escuela... y su trabajo estaría definitivamente fregado si no se presentaba
durante tanto tiempo. Aunque, se suponía que la biología marina no era una
carrera muy práctica para un vampiro, y administrar el bar solo había sido un
asunto temporal de todos modos mientras ella asistía a la escuela.

Con un suspiro, Jo se obligó a calmarse. Todo iba a funcionar. Tenía que hacerlo. Y
si no lo hacía y ellos terminaran pasando ochenta o noventa años en una celda
juntos... bueno, de lo que ella entendía tendrían después siglos juntos, y tal vez el
Consejo le rebajaría la sentencia a Nicholas por buena conducta, así como también
habiendo ya tenido que vivir huyendo durante cincuenta años. Y tal vez le
cortarían el tiempo a la mitad o algo así porque estaría compartiéndolo con él.

― Jo.-

― ¿Hmm?- preguntó distraídamente, su mente en sí debería pedirle a Sam que los


representara para presentarse al Consejo, o a alguien que en realidad fuera
inmortal y conociera todas sus leyes y como tal podría ser una mejor apuesta.

― Puede ser que ellos te permitan salir y no tener que estar encerrada si prometes
no tratar de sacarme y cumplirlo,- dijo Nicholas en voz baja, y cuando Jo se volvió
hacia él bruscamente, agregó, ― Al menos de esa manera tendrías una vida
mientras esperas por mí.-
― Sueña con eso, amigo,- dijo ella secamente. ― No te vas a deshacer de mí tan
fácilmente. Yo me quedo contigo.-

― Pero…-

Jo agarró su cara y lo besó en silencio, y luego levantó la cabeza y dijo, ― Tú me


convertiste, estás atrapado conmigo ahora.-

― Lo estoy, ¿eh?- preguntó él con diversión.

― Sí. Lo estás. Ahora y para siempre, amigo. Así que aprende a que te guste.-

Riendo, Nicholas la llevó contra su pecho y la abrazó con fuerza. ― Dios, mujer, te
amo.-

― Bueno, eso es un comienzo,- dijo ella rápidamente.

― ¿Un comienzo?- le preguntó con una sonrisa.

― Bueno, este es el tipo de acuerdo de para siempre, Nicholas. Tienes que amarme
y tengo que gustarte para aguantarme durante el tiempo que vamos a estar juntos.-

― Estamos bien, entonces, porque me gustas desde el principio,- le aseguró.

Jo sonrió, complacida, y luego murmuró, ― Te amo y me gustas también.-

― ¿Qué deberíamos hacer al respecto?- preguntó Nicholas en voz baja, las manos
que habían sido suaves, hace un momento, cambiaron deslizándose sobre su
cuerpo con una intención decididamente diferente ahora.

Jo lanzó un pequeño suspiro y se fundió contra su pecho. ― Oh, no sé. Puedo


pensar en una cosa o dos.-

― Yo también puedo,- gruñó él, reclamando sus labios.

Jo suspiró de nuevo mientras la besaba, y luego gimió cuando su mano se deslizó


alrededor para comenzar a tirar de su parte superior. Ella gimió de nuevo por una
razón completamente diferente, sin embargo, cuando un golpe sonó en la puerta.

― Necesitamos agarrar el marco de la cama y la cabecera,- llamó Thomas, mientras


ellos se apartaban para echar un vistazo hacia la puerta.
― Y Mortimer acaba de llegar y dijo que podemos llevarlos a las celdas,- agregó
Bricker a través de la puerta, mientras Nicholas abría la boca, Jo sospechaba que
para decirle a Thomas que se perdiera.

Suspirando, Nicholas apoyó la frente contra la de ella. ― Parece que el para


siempre comienza ahora.-

― Parece,- estuvo ella de acuerdo, y luego con una sonrisa forzada se deslizó de su
regazo. Agarrando su mano, le dio un tirón. ― Vamos. Podemos acabar con el
sueño de que tenemos relaciones sexuales en las celdas, pero esta vez de verdad.-

― Tú siempre encuentras el lado positivo,- dijo él con una pequeña sonrisa.

― Bueno, ¿cómo crees que te encontré?- le preguntó mientras se levantaba.

Cuando él la miró con incertidumbre, Jo explicó, ― Tus ojos se vuelven de plata


cuando estás excitado.-

― Ellos deben ser de plata todo el tiempo cuando estás cerca, entonces,- dijo
Nicholas secamente mientras ella lo llevaba a la puerta.

― Bueno, entonces siempre seré capaz de encontrar el lado positivo, ¿no?- le


preguntó a la ligera, decidida a mantener su ánimo hasta que esto se acabara. Jo
solo esperaba que ella pudiera mantener el suyo propio arriba también.
Epílogo

-Toc, toc.-

Jo parpadeó, abrió sus ojos y frunció el ceño cuando movió su cabeza sobre el
pecho de Nicholas para mirar fijamente hacia la puerta de su celda con cortinas.

- Creo que es tu hermana, - murmuró Nicholas con voz somnolienta, acariciando


con la mano su espalda.

-Toc, toc,- dijo Sam otra vez desde el otro lado de la puerta de la celda.

- Vamos a entrar, así que, pónganse decentes o sufrirán las consecuencias.-

Jo hizo una mueca y cogió las sábanas y mantas, tirando de ellas hasta cubrirse
ella y Nicholas cuando la cortina se movió y Mórtimer apareció abriendo la puerta
de la celda.

- Ah bien, están despiertos, - dijo Sam brillantemente, cuando entró en la


habitación con una bandeja en sus manos.

Jo entornó los ojos con expresión divertida. – Pues no, pero sin duda ahora sí. -

-Ah bien, ya era hora de que despertaran. Han estado durmiendo o no durmiendo,
- agregó secamente, - durante dos semanas.-

-Hemos dormido algo,- le aseguró Nicholas, tirando de sí mismo hasta sentarse. Se


recostó contra el cabecero y arrastró a Jo hasta apoyarla contra su pecho.

- Además, no es que tengamos nada mejor que hacer. - dijo Jo tranquilamente.-

-Es esto o preocuparnos.

- No estaba criticando,- dijo Sam con suavidad. -Mórtimer y yo éramos iguales al


principio. Bueno, no tan malo, tal vez. Tuvimos que salir a tomar el aire
ocasionalmente, pero nosotros no vivíamos con la posibilidad de que uno de
nosotros podía ser ejecutado.–

Jo tragó y se acurrucó cerca de Nicholas, frotando su nariz contra su pecho. Había


estado haciendo todo lo posible para no pensar sobre ello durante las pasadas dos
semanas. Ambos lo habían hecho. Se habían sumergido en ellos mismos, el uno en
el otro, haciendo poco más que hacer el amor y dormir y otra vez el amor,
haciendo pausas para comer cuando les traían alimentos, los alimentaban cuando
era necesario, o eran escoltados hasta la casa para un baño rápido o ducha. De
hecho, excepto por el pequeño detalle de que no podían dejar la celda cuando
querían y no podía bañarse o ducharse juntos, las dos semanas pasadas habían
sido bastante magníficas, pensó, mirando alrededor de la habitación que habían
ocupado durante dos semanas.

Ya no se parecía mucho a una celda. Sam, Marguerite, y las otras mujeres habían
hecho magia en la habitación en el poco tiempo que habían tenido, colocando una
pantalla alrededor del inodoro para tener intimidad, instalando una cafetera,
flores, mesitas de noche, una alfombra, e incluso libros, aunque las uniones de los
mismos ni siquiera se habían agrietado. Jo casi podía fingir que se encontraban en
unas encantadoras vacaciones en un hotel, si no fuera por el hecho de saber que
estos podrían ser los últimos días con Nicholas, ese pensamiento siempre estaba en
un rincón de su mente…. Igual le pasaba a Nicholas.

Había visto ese conocimiento en sus ojos muchas veces, y la tristeza que esto había
traído a sus ojos casi la había aplastado.

- De todos modos, - dijo Sam, sonando increíblemente alegre. – ya sé que es muy


temprano para el desayuno esta mañana, pero no podía esperar. Por lo tanto, aquí
está.-

- ¿Por qué no podías esperar? – preguntó Jo con curiosidad mientras Nicholas


decía: - Gracias Sam.-

Sam ignoró la pregunta de Jo mientras sonreía a Nicholas y dejaba la bandeja.

- De nada, - dijo, y sonrió mientras se enderezaba. Luego se volvió para dirigirse


hacia la puerta, diciendo, - Ah, Anders trajo de vuelta a Charlie. -

- ¿En serio?- preguntó Jo con sorpresa, y luego bajó su mirada cuando Mórtimer
abrió la puerta de la celda de nuevo y Charlie entró corriendo y fue directamente
hacia la cama. Jo se sentó rápidamente, sujetando la sábana. Acarició el colchón.
Era la invitación que Charlie necesitaba; saltó a ella inmediatamente y se dejó caer
en su regazo como si fuera un perrito faldero, en lugar del gran pastor alemán que
era.

- Hola Charlie. ¡Hola bebé!, ¿Anders fue agradable contigo?– preguntó Jo,
acariciándolo cariñosamente. –Te eché de menos, muchacho.-

Sam esperó hasta que el perro se había instalado y luego sonrió y asintió con la
cabeza.

- Anders dijo que Charlie era un buen perro y que tendría que conseguir uno,
porque ahora que todo se ha resuelto probablemente lo quieres de vuelta.-

- ¿Qué? - Jo se puso rígida y miró de nuevo hacia ella. - ¿Qué está resuelto?

-¿Ella se olvidó de decirte? - preguntó Mórtimer, entrando en la celda.

- Ah, supongo que debí olvidarme,- dijo Sam con inocencia, y luego deslizó su
brazo alrededor del hombre y dijo: - Adelante, tú tomaste el mensaje.-

Mórtimer echó un vistazo a Jo y Nicholas. - Lucian llamó. Estará aquí en una hora.-

-¿Y? - preguntó Nicholas con tensión.

Mórtimer vaciló, y luego miró a Sam. – Adelante.-

Sonriendo ampliamente ella dijo. - Eres inocente, Nicholas. Tú no mataste a aquella


mujer. No explicó los detalles por teléfono, quiere hacer esto en persona, pero
pidió que te dijéramos que eres libre. –

- Gracias a Dios, - Jo respiró cuando Nicholas la aplastó contra su pecho.

-Así que los dos tienen una hora para desayunar, ducharse, vestirse y presentarse
en la casa. Toda la familia Argeneau está de camino al enterarse de esto.
Felicidades, a los dos,- dijo Sam con una sonrisa, luego se dio una palmada en la
pierna.

- Vamos Charlie. -

El pastor alemán vaciló, pero bajó a regañadientes de la cama y fue hacia la puerta.

- Estará esperando en la casa,- aseguró Sam. – Todos nosotros.-


Jo los observó salir y luego se giró hacia Nicholas, levantó una mano y acarició su
mejilla. - Eres libre. -

- E inocente, - dijo Nicholas con solemnidad.

- Yo siempre lo supe, - susurró ella.-

- Pero yo no, - admitió.- Y esto ha sido una mancha en mi corazón durante


décadas. -

Jo rió suavemente. – Eres un buen hombre, Nicholas Argeneau. -

- Y tú eres una buena mujer,- dijo él, girando su cabeza para besar sus dedos.

Se volvió y rió. -¿Te gustaría ser una buena esposa?-

Jo parpadeó sorprendida ante sus palabras luego frunció el ceño y le preguntó con
incredulidad, - ¿Estas bromeando? Después de todo lo que hemos vivido, ¿esa es
tu idea de una propuesta?-

Los ojos de Nicholas se abrieron como platos.

- Yo. -

- Porque si es así,- Jo avanzó lentamente sobre su regazo, sentándose a horcajadas


sobre él. Cogió su cara entre sus manos, frunció el ceño brevemente, entonces dejó
caer su falso ceño, sonrió, y susurró,

- Entonces la respuesta es sí.-

- Maldita sea, Jo, - suspiró. - Si fuera mortal, estaría muerto de un infarto.-

- Qué bueno que no eres mortal, entonces, ¿eh? - preguntó con una sonrisa,
presionando un beso en la comisura de su boca, luego al otro lado, después en la
nariz, en los ojos…

- Te amo Nicholas Argeneau. -

-Y yo te amo, pronto vas a ser la señora Argeneau. Ahora y para siempre. -

- Ahora y para siempre, - estuvo de acuerdo cuando la atrajo hacia él.

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