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MAESTRIA EN EDUCACION

PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
DRA. SILVIA MARGARITA LOPEZ GANDARA

LIC. WENDY E. AMARO FLORES

Análisis de la Psicología del Oprimido (Capitulo III)

Torreón, Coah. A 18 de Junio de 2012


Muchas veces, no solo yo, nos hemos sentidos un poco desconcertado
sobre la praxis como tal de la pedagogía que se nos ha dado durante cualquier
época de nuestras vidas. Lo que Yo opino acerca de esta pequeña lectura es que
Freire sustenta una pedagogía en que una persona aprenda a cultivarse a través
de situaciones de la vida cotidiana que él vive, misma que aporta experiencias
útiles para generar situaciones de aprendizaje.

Para Freire la educación tiene su razón de ser en el carácter imperfecto de


los seres humanos. Hombres y mujeres somos seres inacabados que si lo
reconocemos, necesitamos de los demás para conocer y transformar el mundo a
la vez que nos construimos como sujetos. El reconocer ese sentido de carencia,
de necesidad de los otros para conocer, actuar y ser en el mundo, justifica la
posibilidad de la educación, que no puede ser otra cosa que comunicación y
diálogo.

En este capítulo Freire explica al diálogo como “el encuentro que solidariza
la reflexión y la acción de sus sujetos encauzados hacia el mundo que debe ser
transformado y humanizado, no puede reducirse a un mero acto de depositar
ideas de un sujeto en el otro.”

Freire le da una valoración de primera categoría a la actitud de diálogo


porque, siendo ésta una relación yo-tú, es necesariamente una relación de dos
sujetos donde ninguno de los dos puede ser objetivizado, ya que esto sería una
deformación. La nota peculiar del diálogo es la confianza en los seres humanos y
en su capacidad creadora.

El diálogo es como una relación horizontal, en donde hay confianza, amor,


humildad, fe, esperanza, etc. La idea de una ida y vuelta donde no existan
malentendidos. El diálogo compromete activamente a ambos sujetos del acto de
conocer, educador-educando y educando-educador. El docente debe descender al
nivel de los alumnos, adaptándose a sus características y al desarrollo propio del
grupo. Freire propone la educación como “liberadora”, y cuestiona la concepción
de un sujeto de educación que se constituye pasivamente por la acción de un
sujeto educador que se constituye activamente, como sería la educación bancaria.
Los temas generadores que propone Freire pueden pensarse en relación con la
práctica de interpelación, para que el sujeto se identifique, planteando a la
educación como transformación.

La teoría de Freire coloca a los sujetos en condiciones de replantearse


críticamente las palabras de su mundo para conocer y expresar su propia palabra
y, así, asumir conscientemente su condición humana. Para lograrlo, en un régimen
en el que los más explotados menos enuncian, los oprimidos tienen que entablar
una lucha contra los dominadores también en el plano del lenguaje.
“La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora,
tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el
cual los oprimidos van descubriendo el mundo de la opresión y se van
comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y el segundó en que, una
vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y
pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación”.

Freire empieza con el concepto de que la existencia humana significa una


mejora y una transformación del mundo. Participar en esta transformación no es
un privilegio de una cierta clase, “sino derecho de todos los hombres”. Es decir
que para lograr un cambio y transformar al mundo como se quiere no es posible
ser un ser individualista ya que se necesita el diálogo entre los hombres para
poder “pronunciar” el mundo.

En este capítulo Freire escribe de los requisitos necesarios para tener un


diálogo verdadero, y, antes de todo, señala la importancia del amor: “No hay
diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres” nos dice que el
diálogo es, en sí mismo, un acto de amor al mundo y a las personas. Es un acto
de valentía y nunca de temor, es compromiso con el ser humano. Como acto de
valentía no puede ser identificado como un sentimentalismo ingenuo; como acto
de libertad, no puede ser pretexto para la manipulación, sino que debe generar
otros actos de libertad. Si no es así, no es amor, añadiendo que la revolución
misma es un acto de amor:

Cada vez nos convencemos más de la necesidad de que los verdaderos


revolucionarios reconozcan en la revolución un acto de amor, en tanto es un acto
creador y humanizador. Para nosotros, la revolución que no se hace sin una teoría
de la revolución y por lo tanto sin conciencia, no tiene en ésta algo irreconciliable
con el amor. Por el contrario, la revolución que es hecha por los hombres es hecha
en nombre de su humanización.

Freire observa los errores hechos por líderes revolucionarios por no tener
estas necesidades inherentes en el diálogo verdadero. En no tener el amor, la fe y
confianza en el pueblo, ellos acaban actuándose como el educador de la
educación bancaria, depositando sus pensamientos y metas en el pueblo. “En el
trabajo con las masas es preciso partir de éstas, y no de nuestros propios deseos,
por buenos que fueren”, escribe Mao Tse Tung, y Freire añade que actuarse en tal
manera acaba siendo más un dominador del pueblo. “Nuestro papel no es hablar
al pueblo sobre nuestra visión del mundo, o intentar imponerla a él, sino dialogar
con él sobre su visión y la nuestra”. Es una fusión de las visiones que tienen los
demás con las propias; amalgamarlas para crear una sola visión en la que todos
se esfuercen y transformemos al mundo para que tengamos un mundo mejor.
En otras palabras lo que Freire quiso decir fue que es necesario hacer uso
del dialogo en cualquier situación y como el Che menciona que cualquier
revolucionario necesita tener sentimientos de amor ya que si no, no es un
revolucionario autentico, es porque tenemos que amar los ideales para poder
transformar al mundo entero y este amor por lo que deseamos se ve reflejado en
el dialogo, en el compartir con los demás nuestras ideas y hacerlas una con las de
ellos, además se tiene que tener humildad para poder acercarse los unos con los
otros. Ya que el diálogo se rompe si falta la humildad. La humildad es un valor
elemental, aunque no por eso más fácil de lograr. Por ello, el profesor nunca
puede pretender imponer sus interpretaciones a los alumnos. Tanto educador
como educando tienen derecho a sus propias visiones de la realidad, opciones,
sueños.

El objetivo de la educación será descubrir las propias coherencias e


incoherencias. Por eso, educar no se reduce a una mera transmisión de
conocimientos, si no a un ejercicio de ética democrática que, a través del diálogo,
convierte a las personas en ciudadanos.

El dialogo es el lugar indispensable para el desarrollo del ser humano y


donde verdaderamente surge el aprendizaje. Cada persona construye un
determinado tipo de conocimiento de la realidad mediatizada por el mundo, es
decir, condicionada por las circunstancias que le ha tocado vivir. Ni siquiera el
analfabeto es una persona ignorante ya que, desde su experiencia de vida, ha ido
acumulando su propio saber y su propia forma de interpretar la realidad. El diálogo
permite a las personas implicadas verificar su conocimiento e interpretaciones con
otras personas. A través del diálogo y de su subjetividad no sólo se generan
aprendizajes significativos, si no que cada sujeto se descubre a sí mismo y toma
una conciencia más clara del mundo que le rodea. El contexto social en el que se
mueven las personas es, por tanto, importantísimo para Freire, ya que tiene una
influencia decisiva en la conformación del saber de cada persona, mediatizándola.

Para Freire el dialogo no es solamente un recurso o una estrategia


didáctica, sino que es la condición de posibilidad de integrarnos como sujetos; sólo
a través de la conversación basada en una práctica compartida y en la apertura, el
otro, que a su vez me escucha y me habla, es que me reconozco como sujeto; no
como sujeto dado, sino como sujeto en permanente construcción. Así, el diálogo
nos va moldeando como seres humanos autónomos, con capacidad de incidir en
la realidad, conforme reconocemos, con otros, que el mundo es susceptible de
modificar desde otros puntos de vista.

Ahora bien, para Freire no puede haber búsqueda sin esperanza. Perder la
esperanza es perder la posibilidad de constituirnos como sujetos, de transformar el
mundo y por tanto de conocerlo. Por ello, plantea una “pedagogía de la
esperanza” que supere la ideología del fatalismo, del conformismo, de la
desilusión que el poder dominante quiere imponer a toda costa. Frente al “no hay
nada que hacer”, hay que anteponer el derecho a soñar que “otro mundo es
posible”, lema del Foro Social Mundial y de las luchas antiglobalización.

Lo poco que puedo concluir acerca de esta lectura es que Freire trata de
que el individuo a través del aprendizaje sistemático pueda luchar por la
superación personal y obtenga una parte critico-constructiva basado en el dialogo
que permite la existencia autentica de la educación, y este a su vez desarrollara
una conciencia de análisis y compresión de la realidad, puesto que la idea de
Freire de implementar su nueva pedagogía “Problematizadora” la cual ya no es
una acto de solo depositar conocimiento en personas, si no que estas seria la
abolición del educador como lo conocemos nosotros

Aunque después de todo, si pensamos que podemos como persona


superarnos por nuestros propios medios, la misma sociedad nos ha marginado
puesto que para desempeñar una puesto en nuestra sociedad es indispensable
ser estudiado y haber asistido a una universidad; esto rompe toda posibilidad de
aplicar esta nueva pedagogía. Pero deberíamos cada uno tener esa pequeña
parte de nosotros que se encarga de criticar y analizar todo los hechos que
ocurren diariamente en nosotros y lo que pueda afectar a los demás.

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