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1) INTRODUCCIÓN
Para poder hablar de unidad organizativa en un centro escolar, debemos tener en cuenta
que no podemos plantearnos nuestra función sin tener presente la multitud de relaciones
que se establecen a nuestro alrededor.
Asumir que somos agentes educadores y que educar es una tarea que nos incluye a todos
(familia, escuela, comunidad, Administración...) es un reto ineludible. Compartir la
educación requiere partir de la confianza, no puede basarse en la exigencia ni en los
reproches, es asumir, colaborar, conocer y, sobre todo, comunicarse.
Con la aprobación el año 1990 de la LOGSE se reconoció por primera vez la etapa de 0-6
años como etapa educativa. La LOMLOE, actual Ley de Educación, mantiene la Educación
Infantil como etapa educativa, la define como «etapa educativa con identidad propia que
educa a los niños desde el nacimiento hasta los seis años» y mantiene su ordenación en
dos ciclos: 0-3 y 3-6.
Asimismo, deja abierta la posibilidad de que los centros educativos puedan impartir el
primer ciclo, el segundo o ambos. Pero esta etapa educativa se encuentra en una situación
peculiar y anómala, fruto de una realidad y a existente antes de aprobarse esta ley, de la
generalización de la escolarización de los niños de tres a seis años y de la gran demanda
de plazas en el ciclo 0-3.
Esta situación anómala ha generado que, en la mayoría de las ocasiones, exista más
coordinación entre el segundo ciclo de Educación Infantil y la etapa de Primaria, con la
que comparte un mismo proyecto educativo y una continuidad curricular, que entre los dos
ciclos de Educación Infantil.
También se debe mencionar que, aunque esta realidad de centros 0-3 y centros 3-12 sea
la más generalizada, desde la entrada en vigor de la LOMLOE hay algunos centros de 3-
12 que están incorporando aulas de Primer Ciclo de Educación Infantil.
Para buscar una buena coordinación, es necesario que las personas de los dos ciclos se
encuentren para conocer las dos realidades, y así rescatar lo positivo de cada una de ellas:
intercambiar experiencias, visitarlas escuelas, compartir los problemas que afectan a
toda la etapa, plantearse retos comunes y sobre todo conocer la realidad de cada ciclo y
cada escuela son posibles caminos que seguir para conseguir dar coherencia y continuidad
a nuestra etapa educativa.
Hay muchos factores de coincidencia que nos identifican como etapa educativa y que
deben potenciarse: la relación diaria entre la familia y la escuela, la organización de las
áreas curriculares, el planteamiento globalizado de los aprendizajes, la funcionalidad y la
significatividad, la importancia educativa del juego y las actividades cotidianas, etc.
Los dos ciclos forman parte de una misma etapa educativa y es necesario garantizar la
continuidad y la coherencia entre ellos, así como mantener la personalidad propia que nos
diferencia de las otras.
Si miramos un poco al pasado, podemos ver que el Segundo Ciclo de Educación Infantil se
ha ido formando a partir de la antigua EGB. Se creó el preescolar, primero fue la clase de
cinco años, después la de cuatro y con la LOE, se añadió la de tres años.
Esta herencia histórica aún está presente en muchos centros y no se puede caer en la
tentación de organizar el Segundo Ciclo de Educación Infantil pensando ya en las áreas
curriculares que encontrarán los niños a partir de los seis años y olvidando la importancia
de un planteamiento globalizado. Se debe buscar la coordinación entre las dos etapas y
no adaptar para Infantil los objetivos de Primaria.
Los centros tienen que asegurar la continuidad y coherencia curricular respetando las
peculiaridades de cada etapa y minimizando las diferencias existentes, sobre todo con el
Primer Ciclo de Primaria.
Hay que garantizar que el paso de una etapa a otra no signifique un cambio brusco para
los niños.
También se llevan a cabo actividades con los alumnos, que visitan las que serán sus aulas,
y se organizan jornadas de bienvenida de los alumnos que están en Primaria para los
alumnos de 5 años.
Es necesario unificar los criterios de utilización de los espacios, los criterios de higiene
personal, buscar un espacio adecuado para realizar el servicio, asegurar que los niños
puedan dormir la siesta y que los que no la duerman puedan jugar en el patio y estar
correctamente atendidos.
Respecto a las actividades extraescolares, pueden empezar una o dos horas antes del
horario escolar y alargarlo hasta dos horas después por la tarde.
Por las mañanas, debido a las necesidades laborales de las familias, se organiza en muchos
centros escolares un servicio de acogida matinal. Este servicio previo al horario escolar
debe garantizar que los alumnos estén tranquilos y relajados.
También hay que tener presente que la persona encargada de este servicio será, algunas
veces, el medio que utilizarán algunas familias para comunicar las pequeñas cuestiones
diarias que necesitan saber las educadoras y educadores para atender correctamente a
sus hijos.
Al plantear su organización, deberían tenerse muy presentes algunos puntos como los
siguientes:
Uno de los objetivos principales de los profesionales de la educación tiene que ser
potenciar la relación con las familias, y más cuando estamos hablando de Educación
Infantil, ya que los contenidos de aprendizaje son prácticamente los mismos en los dos
contextos: socialización, autonomía, comunicación, relación...
Cuidar la relación y coordinación con las familias del centro nos permitirá compartir un
conocimiento más amplio del alumno que nos permita una intervención más coherente y
adecuada, en general, para facilitarles un crecimiento armónico.
Además, favorecerá poder avanzar hacia unas relaciones más equilibradas, respetuosas,
de confianza y capacitación mutuas para afrontar el reto de los cambios.
La realidad actual nos demuestra que los servicios adscritos a los centros educativos no
pueden atender todas las necesidades que se generan y que la labor que realizan, algunas
veces, no es suficientemente compartida con los profesores.
Esta situación puede llegar a crear visiones diferentes y contradictorias entre los
especialistas y el profesorado, que son los encargados de afrontar el día a día.
En nuestra realidad cotidiana nos encontramos con niños de los sectores sociales más
desfavorecidos y marginales a los que debemos atender, garantizándoles la igualdad de
oportunidades y asegurándoles el éxito en los aprendizajes.
La actuación con las familias, conocer su realidad, los servicios que se les pueden ofrecer,
las ayudas y posibles vías de solución a sus problemas es una tarea imprescindible para
que puedan integrarse en nuestra sociedad.
Se coordinan los esfuerzos para poder detectar posibles casos de malos tratos, realizar
un seguimiento de las familias de riesgo social, garantizar que los niños y niñas están
adecuadamente atendidos, facilitando y canalizando la petición de ayudas, etc.
Estos contactos directos y cotidianos se establecen con los Servicios Sociales de atención
primaria y con los centros de Atención Primaria de Salud.
En casos demostrados de malos tratos o problemas graves de convivencia y atención por
parte de la unidad familiar también se establecen contactos y coordinación con los
servicios de atención a la infancia. Demasiadas veces la coordinación entre estos servicios
es lenta y no consigue los objetivos propuestos.
Para finalizar, vale la pena recordar que son muchas las propuestas que en la actualidad
tienen a la infancia como protagonista. Hay muchas «ciudades educadoras» que en su
proyecto de actuación municipal desarrollan acciones específicas que lo ponen de
manifiesto: itinerarios seguros que garantizan la autonomía de desplazamiento en
distancias cortas, donde siempre hay comercios convenientemente señalizados para
atender los posibles requerimientos de los niños.
Asimismo, son muchos los ayuntamientos que cuentan entre sus prioridades con programas
para la infancia (incluso algunos dedican un área con competencia específica) con el
objetivo de afrontar posibles marginalidades derivadas de contextos sociales en
situaciones de riesgo.
Pero la conclusión a la que llegan muchas de estas instituciones locales es que su auténtico
futuro se halla en la prevención. La forma proactiva de atender a la infancia en su conjunto
redunda en beneficio de todos, aunque con especial atención a aquellos que más lo
necesitan por sus características personales, sociales, económicas o culturales.
Es importante que las familias reciban mensajes complementarios desde cada uno de los
ámbitos y servicios que atienden a sus hijos, para que ellas a su vez puedan construir su
propio escenario de actuación en el que la confianza mutua sea la base de la convivencia,
de la educación y del crecimiento personal