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Montessori y la necesidad de su aplicación en nuestras escuelas

La educación siempre está en constante evolución, ya que resulta evidente que si


deseamos revertir las tendencias destructivas de nuestra sociedad, debemos comenzar
con nuestros niños. Es común plantear diversas metodologías para ayudarles a adquirir
más conocimientos, desarrollar habilidades, fomentar su creatividad y promover una
determinada moral o ideología. En la actualidad, podemos observar una avalancha de
propuestas aparentemente innovadoras para mejorar nuestras escuelas, entre las cuales
destaca el enfoque Montessori. Ante esta diversidad de enfoques, es natural que surjan
dudas y se relativicen las opciones, tal vez tratando de incorporar lo mejor de cada una,
como alguien ha sugerido: adoptar un enfoque integrador. Siempre que no
obstaculicemos el desarrollo de los niños, esta actitud puede resultar positiva. No
podemos pasar por alto las bases científicas que explican el proceso de desarrollo
humano.
La especie humana poseemos la peculiaridad de un proceso de desarrollo más
prolongado, lo cual nos permite adaptarnos mejor al entorno. Nuestra genética nos
brinda habilidades mentales diseñadas para alcanzar nuestro máximo potencial y ser
independientes en un entorno cambiante. Estas habilidades y herramientas se
desarrollan y amplían con el tiempo en respuesta a lo que encontramos en nuestro
entorno. Es importante reconocer que cada niño ya posee dentro de sí las herramientas,
la motivación y la energía necesarias para su autoconstrucción, y es fundamental
brindarles un entorno adecuado que satisfaga estas necesidades. De esta manera, solo
necesitamos comprender y observar estas necesidades para facilitar una respuesta
apropiada. En este entorno, cada individuo puede encontrar su propio camino y
construirse como una persona única, equilibrada y preparada para contribuir a la mejora
de la sociedad.

Estos conceptos, que ahora son ampliamente aceptados en el ámbito científico, ya


fueron observados hace muchos años por diferentes pensadores como Rousseau,
Pestalozzi, Froebel y la propia María Montessori. La doctora Montessori, proveniente
del mundo de la ciencia, decidió observar por sí misma las necesidades naturales de
desarrollo que los niños mostraban a diferentes edades. A partir de sus observaciones,
comenzó a diseñar materiales y entornos que respondieran a estas necesidades de
desarrollo. Su trabajo se materializó en un enfoque pedagógico en el que el entorno
preparado era fundamental para facilitar la autoconstrucción. Este entorno preparado
también incluye a los demás, la comunidad y un guía que pueda conectar a cada niño
con lo que necesita en cada momento. Un ambiente con estas características y la gestión
de la libertad en él generaba cambios significativos en los niños, lo cual llevó el método
Montessori a ser conocido y valorado en muchos países.

La propuesta de Montessori para los niños hasta los cinco años estaba bien establecida,
pero se requería continuar investigando y adaptando su enfoque para los niños mayores.
Sin embargo, debido a diversas razones, como egos personales, envidias, falta de
estrategia, prisas y controversias políticas y religiosas, hubo dificultades para avanzar
rápidamente en esta investigación. Entre 1913 y 1936, en Cataluña, se apoyó
ampliamente la implementación del método Montessori en muchas escuelas y se realizó
investigación para los niños mayores. No obstante, sin tiempo a desarrollar bien la
propuesta para estos niños mayores, algunos personajes influyentes consideraron que
esta propuesta era obsoleta o solo aplicable a los niños hasta los cinco años.
Lamentablemente, algunas de esas opiniones han persistido hasta hoy en día, ya que
muchos entornos académicos, educativos y universitarios repiten los mismos
argumentos y prejuicios sobre Montessori, vinculándola únicamente a las pedagogías
antiguas precursoras de la actual escuela activa, pero consideradas ahora desfasados y
superadas.
La propuesta Montessori para niños de 6 a 12 años logró acabarse de gestar en la India
durante la guerra y en los años posteriores, gracias al apoyo de su hijo Mario y
diferentes equipos de expertos. Mientras esto ocurría, otros habían estado diseñando
propuestas similares por todo el mundo basadas en los mismos principios. Por ejemplo,
la Sra. Helen Parkhurst, una de las primeras seguidoras del movimiento Montessori en
Estados Unidos, presentó su "método Dalton", Loris Malaguzzi lo hizo con el enfoque
de Reggio Emilia, y más tarde, el matrimonio Wild propuso los ambientes de
aprendizaje. Estas y otras opciones tienen aún tienen una gran aceptación en escuelas de
nuestro país, pero la propuesta Montessori para niños de 6 a 12 años aún no se la conoce
suficientemente.
En los años veinte, en Estados Unidos, Montessori fue descartada debido a las opiniones
de pedagogos influyentes de la época. Sin embargo, en los años cincuenta, debido al
fracaso de la escuela tradicional, su enfoque resurgió y su práctica y difusión posterior
impulsaron nuevamente su reconocimiento a nivel mundial. En la actualidad, es uno de
los enfoques educativos más extendidos y reconocidos en todo el mundo, y va más allá
del ámbito educativo promoviendo la solidaridad, la paz y la defensa de los derechos de
los niños. Montessori ha sido y está siendo objeto de numerosas investigaciones
científicas y estudios comparativos que la posicionan de manera destacada, siendo una
de las propuestas educativas mejor consideradas en el campo de la neurociencia.
En nuestro país, a menudo nos encontramos con una aparente contradicción: por un
lado, muchas familias y educadores buscan y reivindican la propuesta Montessori para
nuestras escuelas, y por otro lado, algunas instituciones, organizaciones educativas y
ambientes académicos continúan considerando a Montessori como obsoleto, superado y
víctima del marketing comercial y del elitismo de algunas escuelas. Sin embargo, si
somos capaces de apartarnos de todos estos prejuicios y mirar con detenimiento la
propuesta Montessori, la podríamos considerar como una posible alternativa para ser
aplicada en todas nuestras escuelas, incluyendo nuestra escuela pública.
Al comparar las propuestas educativas alternativas que se aplican en nuestras escuelas
públicas con la propuesta Montessori se hace necesario volver a la idea planteada en el
primer apartado de este artículo. Lo que queremos es ayudar a la autoconstrucción del
ser humano para su máxima adaptación al entorno, por tanto es necesario conocer las
necesidades de desarrollo que se presentan en cada etapa y ofrecer un ambiente que
permita satisfacer esas necesidades de manera libre y autónoma.
El niño de 0 a 3 años posee una mente muy activa, donde realiza la mayoría de las
sinopsis neuronales al captar su entorno de manera inconsciente y sin esfuerzo.
Después, hasta los seis años, sigue absorbiendo conscientemente su entorno, afinando
sus sentidos, desarrollando sus funciones ejecutivas, categorizando todo lo que
encuentra en su entorno y perfeccionando habilidades básicas para ganar independencia.
En este momento, necesita un ambiente rico y estimulante que le permita moverse y
realizar sus propios descubrimientos. Su trabajo es predominantemente individual, al
tiempo que comienza a establecer vínculos sociales cada vez más fuertes.
Entre los 5 y 6 años, cada niño experimenta un cambio en sus predisposiciones y
necesidades de autoconstrucción. Los ambientes preparados que antes destacaban por la
tranquilidad y la concentración se transforman en un constante rumor de individuos
investigando y colaborando en equipo. Las habilidades de razonamiento e imaginación
adquieren un papel protagonista, y el interés por explorar la cultura, las sociedades, la
naturaleza y las normas morales se vuelve prioritario. Este es el mejor momento para
adquirir las bases de todas las áreas de conocimiento. Luego, en la adolescencia, las
prioridades se desplazarán hacia encontrar su propio papel en la sociedad y convertirse
en miembros activos de ella.
Es crucial proporcionar a los niños de 6 a 12 años las claves para comprender la
geología, la historia, la química y la física, la música, las artes plásticas, la gramática, la
geometría, la tecnología y todas las demás disciplinas del conocimiento. Si les privamos
de esta exposición y exploración, limitamos su proceso de autoconstrucción. Además,
necesitan oportunidades para adaptarse no solo a su entorno cercano, sino también a la
comunidad y la ciudad en la que viven, con el fin de desarrollar su independencia y
responsabilidad. El entorno que requieren no se limita solo al aula y sus alrededores,
sino que incluye salidas al campo, a la naturaleza y a la comunidad. La naturaleza
humana y la genética predisponen a una persona de doce años para estar completamente
adaptada a su entorno y poder funcionar con suficiente autonomía para convertirse en
un miembro activo en él.
El sistema educativo debe permitir a los seres humanos desplegar sus capacidades de
aprendizaje ofreciendo un entorno adecuado y la libertad necesaria para interactuar de
manera efectiva en beneficio de su autoconstrucción. Las escuelas que aplican de
manera efectiva el enfoque Montessori para niños de esta edad disponen de ambientes
con abundante material para el trabajo autónomo y la investigación, distribuido en
diferentes áreas de conocimiento. Los estudiantes están agrupados en equipos
heterogéneos que incluyen al menos tres edades diferentes y cuentan con sesiones
prolongadas de tres horas o más, lo que permite la libre elección del trabajo con
interrupciones mínimas.
El guía tiene el papel de preparar el entorno, adaptarlo, observar a los niños y
presentarles actividades y nuevos temas para explorar. A través de presentaciones, el
guía narra historias que inspiran la investigación y presenta materiales que permiten
realizar descubrimientos matemáticos, lingüísticos y científicos. Una de las finalidades
de estas presentaciones e historias es ayudar a los estudiantes a comprender las
conexiones entre los diferentes elementos de la naturaleza, el universo y la sociedad.
Mediante este enfoque de fomento del conocimiento profundo de la realidad, se
pretende que cada niño descubra cómo todo interactúa, aprenda a valorar su entorno y
encuentre su propio papel dentro de la vida en sociedad.
En estos ambientes, los niños tienen una amplia gama de opciones para elegir cada día,
iniciar proyectos en equipo, explorar materiales y realizar todo tipo de experimentos y
descubrimientos. Se les brinda la oportunidad de comprender las claves del
funcionamiento de las leyes de la naturaleza y los descubrimientos humanos. En este
espacio, tienen la libertad de elegir los trabajos que deseen, explorar, moverse y decidir
con quiénes desean interactuar. Aquí, se les ayuda a gestionar su libertad y a practicar
habilidades organizativas para asumir cada vez más responsabilidad. Se crea una
comunidad en la que todos participan y colaboran activamente en su gestión de manera
respetuosa. Los niños exploran, realizan investigaciones, comunican sus
descubrimientos y se enfrentan a leyes y teoremas matemáticos, científicos y
gramaticales gracias a los materiales concretos y los recursos disponibles. Los niños
están activos aprendiendo en equipo, sin necesidad de deberes, fichas, libros de texto,
tareas asignadas o exámenes. Disfrutan del aprendizaje, ya que siguen su necesidad
interna que los impulsa a la exploración.
Ofrecer en la escuela el respeto por el propio desarrollo, dando libertad de elección,
riqueza de estímulos y opciones de exploración encuentra su máxima expresión en los
ambientes Montessori. Las escuelas que cuentan con estos ambientes, sin importar si
usan el nombre Montessori o no, están creciendo en todo el mundo y son ampliamente
aceptadas. Pero, ¿podemos considerar realmente esta alternativa como válida para ser
incorporada a nuestras escuelas?

¿Qué implica poder establecer y mantener un ambiente de este tipo? En primer lugar, es
necesario contar con un adulto que confíe en el potencial de los niños y que tenga un
conocimiento suficiente de sus características y necesidades. Este adulto debe observar
a los niños y saber cómo presentar los materiales y las actividades dentro del ambiente
preparado. Además, se requiere disponer de suficiente material en todas las áreas para
estimular la actividad inteligente, activa y creativa de los niños y poner a su alcance la
cultura y sabiduría humana. Básicamente, esto implica tres cosas: formación del adulto,
espacio físico y los materiales y recursos necesarios para preparar el ambiente.

Es posible que, al observar un ambiente Montessori en funcionamiento, alguien pueda


pensar que se necesita mucho dinero y que la formación es costosa y prolongada. Sin
embargo, los maestros ya dedican muchas horas cada año a la formación, por lo que
esto no debería ser un impedimento si realmente se desea realizar un cambio
substancial. En cuanto al espacio y los materiales, es importante tener en cuenta que son
inversiones amortizables a medio plazo y que ofrecen un alto rendimiento educativo.

En todo el mundo, en escuelas públicas y privadas, con diversos recursos, se están


estableciendo ambientes con estas características. En nuestro país, cada vez más
maestros se están formando en este enfoque de la escuela activa y se están abriendo más
y más escuelas de este tipo. La propuesta educativa basada en las ideas de Montessori
no sólo representa el pasado de la escuela activa en nuestro país, sino que también es el
presente y el futuro. Debemos dedicar tiempo para recuperar estas ideas y considerar
esta opción para nuestras escuelas. Esperamos aprovechar sus virtudes en beneficio de
las generaciones futuras.

Dani Cañigueral Viñals


Adaptación del escrito publicado en la revista Guix en diciembre de 2021

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