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JUJUY EN LA COLONIA. DE LA FUNDACION DE LA


CIUDAD A LA CRISIS DEL ORDEN COLONIAL.
Gabriela Sica y Mónica Ulloa

El primer siglo de vida colonial

Guerra y conquista. Jujuy entre Charcas y el Tucumán

Durante el siglo XVI, la llegada de los europeos cambió dramáticamente el


rumbo de la historia de los pueblos americanos: tras un violento tiempo de
guerras y conquistas, comenzó el largo proceso que llevó a la constitución de la
sociedad colonial. Las sociedades prehispánicas que habitaban la actual zona
de Jujuy no escaparon a estos procesos y vivieron, a lo largo de algunas
generaciones, las profundas transformaciones que la conquista provocaba.
Las primeras incursiones europeas al territorio de la futura jurisdicción de Jujuy
comenzaron cuando aún no estaba consolidada la conquista de los Andes
Centrales. Fue Diego de Almagro quién, impulsado por su título de Adelantado
–y en medio de los conflictos desatados entre los antiguos socios
conquistadores-, incursionó sobre los territorios que se abrían al sur del lago
Titicaca. Su expedición marcó el rumbo a posteriores entradas que se
relacionaron con las luchas en Cuzco y el establecimiento de nuevas
jurisdicciones políticas.
Los españoles que llegaban a la zona del Noroeste argentino eran,
habitualmente, los que habían pasado por la conquista de las áreas centrales
(especialmente la conquista de Perú) y se habían visto obligados a avanzar a
nuevas tierras por no haber encontrado los beneficios esperados o por ser
miembros de facciones enfrentadas entre sí. Esto se debía al carácter privado
que asumió la conquista, en la cual, mediante contratos o capitulaciones, los
nuevos conquistadores ponían las armas, hombres y pertrechos, en nombre de
la Corona, a cambio de futuros beneficios en los territorios ocupados.1
El objetivo de estas primeras incursiones fue lo que en términos de la época se
denominaba “la descarga de la tierra”, o sea, enviar a los hombres
pertenecientes a las diferentes huestes enfrentadas (seguidores en un principio
de los conquistadores Almagro y Pizarro) a la exploración de regiones
escasamente conocidas, a fin de aliviar las tensiones y disputas que generaron
los repartos por el botín (ya fueran saqueos o adoptaran la forma de mercedes
reales de tierras, de encomiendas o cargos), en pago a la fortuna y el trabajo
invertidos.2

1
Lorandi, Ana María, Ni ley, ni rey, ni hombre virtuoso. Guerra y sociedad en el virreinato del
Perú. Siglo XVI y XVII. Barcelona, España, Editorial Gedisa, 2002, pp. 45-51; Palomeque,
Silvia, “El mundo indígena (siglos XVI-XVIII)”, en: Tandeter, Enrique (comp.), Nueva Historia
Argentina. La sociedad colonial, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2000, p. 102.
2
La Merced era un otorgamiento real, las más comunes era las mercedes de tierras que
podían tener distintas extensiones, mientras que las mercedes de encomienda entregaban a un
particular la posibilidad de cobrar los tributos a un grupo indígena determinado (este tributo
podía ser pagado en dinero, trabajo o especies dependiendo de la región y la época). La
encomienda de indios no implicaba legalmente el otorgamiento a los encomenderos de los
territorios de los grupos encomendados (aunque a veces esto sucediera en la práctica).
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Durante la temporaria pacificación del Perú, con La Gasca se volvieron a


organizar incursiones hacia territorios escasamente conocidos o controlados,
como parte de una política de recomposición de las relaciones de poder y como
forma de descomprimir los conflictos entre los distintos bandos enfrentados. En
ese contexto, Juan Núñez del Prado inició la conquista definitiva del Tucumán
en 1549. Esta expedición tenía como objetivos abrir el camino hacia el Río de
La Plata y asegurar algunas zonas hostigadas por los chiriguanos (grupos de
origen guaraní, que habían alcanzado las zonas de pedemonte un corto tiempo
atrás y comenzaban a presionar sobre la reciente ocupación europea). En el
territorio tucumano, Núñez de Prado fundó en 1550 la ciudad del Barco, pero
un tiempo después fue trasladada por la presencia de una avanzada enviada
por Pedro de Valdivia desde Chile, que reclamaba jurisdicción sobre la zona.3
El proceso de conquista se fue asegurando a partir de la fundación de algunas
ciudades todavía efímeras, hasta la consolidación de Santiago del Estero, la
primera con carácter permanente. La región atravesará, en el período de 1549
a 1.560, diferentes vicisitudes: resistencia de los indígenas (especialmente los
de los valles Calchaquí y las tierras altas), que provocaron la frecuente
destrucción y despoblación de las ciudades fundadas; y un largo conflicto
jurisdiccional entre las huestes que venían de Chile con las que procedían de
Perú, por la dependencia política del territorio. La instalación española, en el
Tucumán, estuvo ligada a la capacidad de los conquistadores de hacer producir
las tierras, con el trabajo indígena a partir de las demandas de un naciente
mercado altoperuano, a partir del descubrimiento y explotación de la mina de
Potosí (descubierta en 1545).
La población y el territorio de la futura ciudad de Jujuy, permanecieron en
medio de estos litigios, y los intentos por dominar a sus habitantes originarios
vinieron primero de Charcas y luego del Tucumán, de acuerdo con la marcha
de concesión de encomiendas en la zona y los diferentes proyectos políticos.
En este proceso algunos grupos de la Puna y la quebrada de Humahuaca
fueron repartidos en encomienda, mucho tiempo antes de las primeras
entradas a la zona. El primero que involucraba a grupos de la futura jurisdicción
de Jujuy fue el reparto de 1540, con las encomiendas concedidas a Martín
Monje y a Juan de Villanueva. Estos dos personajes se convirtieron en vecinos
de La Plata (actual Sucre) y la ciudad -a poco de fundarse- se constituyó en un
centro de la avanzada hacia el sur. Alrededor de 1560 parte de los
encomenderos residentes en la Villa de La Plata no gozaban de los tributos
provenientes de los indios de su encomienda, aunque habían comenzado sus
intentos de acceder a ellos, como el caso de Monje.4
Entre 1557 y 1563, con el gobierno de Pérez de Zurita, se abrió una coyuntura
especial para la Gobernación de Tucumán. Este gobernador estableció un
período de paz con los grupos indígenas que permitió la fundación de algunas
ciudades españolas en el valle Calchaquí. Durante esta etapa, el curaca de
Casabindo en la Puna aceptó ser bautizado por vecinos de La Plata que se
dirigían a la zona de Atacama; el acto –más simbólico que concreto- marcó
además el momento en que el encomendero Monje habría tomado posesión de

3
Lorandi, Ana María, Ni ley, ni rey, ni hombre virtuoso... op. cit., p. 104.
4
Presta, Ana María, Encomienda, familia y negocios en Charcas colonial (Bolivia). Los
encomenderos de La Plata 1550-1600, Lima, IEP/BCRP, 2000, p. 57; Zanolli, Carlos, Tierra,
encomienda e identidad: Omaguaca (1540-1638), Buenos Aires, Sociedad Argentina de
Antropología, 2005, pp.80-81.
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su encomienda sobre la gente de la Puna. 5 También en este período el


gobernador Zurita ordenó construir la Ciudad de Nieva, primera fundación
dentro de la futura jurisdicción de Jujuy, de la que participaron vecinos de La
Plata que tenían encomiendas en la región. La ciudad duró poco tiempo. Una
nueva autoridad destituyó a Zurita y entre otras cosas desencadenó una gran
sublevación indígena que arrasó con las nacientes poblaciones, reduciendo el
asentamiento español a la ciudad de Santiago del Estero. La sublevación fue
controlada con refuerzos militares que llegaron de Charcas.6
En 1563, Felipe II organizaba, por Cédula Real, la Provincia de Tucumán,
incorporándola al distrito de la Audiencia de Charcas, en el momento en que
los disturbios indígenas amenazaban desbordarse y extenderse a regiones
vecinas. Así, en 1564, la Audiencia de Charcas nombró a Martín de Almendras
para ir a Tucumán ante el temor de que la sublevación de Juan Calchaquí (quién
lideraba la rebelión en los valles Calchaquíes, la Puna y la quebrada de
Humahuaca) terminara por movilizar a los indios chichas de la jurisdicción de
Charcas. La expedición de Almendras, enviada desde Charcas, finalizó con la
muerte de Çiancas (encomendero de Omaguaca) y con su propia muerte. Este
revés marcó el fin de las aspiraciones de Charcas sobre los territorios de la
Gobernación de Tucumán.7
Durante un tiempo, ésta quedó conectada con Charcas a través de una ruta
que sólo era posible transitar con protección armada. Para remediar esta
situación, en la década de 1570, el virrey Toledo procuró que se establecieran
nuevas ciudades en el valle de Salta o de Jujuy, a fin de asegurar la
comunicación entre las dos regiones. Las órdenes de Toledo, con respecto a
fundar una ciudad en esta vía, fueron desobedecidas en varias oportunidades,
hasta que el capitán Pedro de Zárate (quien había recibido la encomienda de
Omaguaca, que perteneció anteriormente a Juan de Villanueva y, luego, a Juan
de Çiancas) fue comisionado por el virrey para fundar la ciudad de San
Francisco de Álava en el valle de Jujuy. Esta fundación se realizó en 1575, pero
sólo permaneció en pie unos pocos años.
Como la fundación de Álava se había realizado por una orden directa del virrey
Toledo, los vecinos del Tucumán comenzaron a expresar su preocupación por el
límite norte de su jurisdicción - que llegaba hasta la parte inferior de la quebrada
de Humahuaca- y su temor ante, lo que consideraban, un avance de las
pretensiones de los vecinos de Charcas sobre la zona. Al mismo tiempo, Toledo
sospechaba que la desobediencia reiterada de los distintos gobernadores de
Tucumán -en realizar una fundación que controlara el camino hacia Charcas-
respondía a objetivos políticos de los tucumanos y a su interés de independencia
de los poderes centrales.8
Tras la destrucción de San Francisco de Álava, una nueva ciudad plasmó el
proyecto toledano. En 1582, se fundó Salta en el Valle de Lerma y éste acto
desencadenará nuevos conflictos, que abarcarán el espacio de la futura
jurisdicción de Jujuy. Palomeque destaca que a pesar de que el límite de Salta
alcanzaba hasta la zona de Calahoyo en la Puna, las mercedes de tierras y

5
Palomeque, Silvia, “El mundo indígena...” op.cit., p. 107.
6
Ibíd, p.108; También Palomeque, Silvia, “Historia de los señores étnicos de Casabindo”.
Ponencia presentado al Congreso de Americanistas, Santiago de Chile, 2003, p. 13; Zanolli,
Carlos, Tierra, encomienda e identidad... op. cit, pp. 109-110.
7
Ibíd, p. 109.
8
Palomeque, Silvia, Historia... op. cit, p. 17.
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encomiendas otorgadas por el fundador de Salta sólo se adjudicaron sobre el


valle de Jujuy y la parte sur de la quebrada de Humahuaca. Si los otorgamientos
de Salta no llegaron más allá era por el hecho de que la Puna y la parte superior
de la Quebrada respondían ya a sus encomenderos, vecinos de Charcas. Sin
embargo, para establecer algún derecho sobre el territorio, a la gente de
Tucumán le quedaba el recurso de señalar que la zona no estaba pacificada y
que constituía un peligro para la novel ciudad de Salta. A esto respondió la
ofensiva militar que Lerma (fundador de Salta) realizó sobre la Puna, en los años
1682-1683, la que no tuvo mayor éxito.9
Esta táctica se reiteró en 1589, con una nueva incursión armada ordenada por
el gobernador de Tucumán Ramírez de Velazco y dirigida por el Capitán Mexía
de Miraval. Algunas de las razones de esta campaña tendrían origen en el
pacto que uno de los caciques de la zona intentaba llevar adelante con la
Audiencia de Charcas, a fin de que las encomiendas de la zona pasaran a
“Cabeza del Rey”.10 El creciente interés del gobernador de Tucumán y su
urgencia por pacificar la región, especialmente de Cochinoca, estaban además
estimuladas por el descubrimiento de las riquezas mineras de esa área y el
riesgo que estas quedaran en mano de los vecinos de La Plata. Este mismo
interés habría llevado al gobernador Ramírez de Velazco a encargar a un
vecino de Santiago del Estero -Francisco de Argañaraz- levantar una nueva
ciudad en el valle de Jujuy. Empresa concretada en Abril de 1593, con la
fundación de la ciudad de San Salvador de Jujuy.
A pesar de las aspiraciones del gobernador Ramírez de Velazco de asegurar
una zona potencialmente minera para la Gobernación de Tucumán y para el
beneficio de los vecinos más cercanos de Salta, la fundación de Jujuy vino a
agregar nuevos conflictos. Para los vecinos de Salta, el establecimiento de los
límites de Jujuy provino de restar gran parte de la antigua jurisdicción a su
ciudad. Para los antiguos poseedores de mercedes de tierras y encomiendas,
implicó una verdadera desventaja quedar como propietarios y encomenderos
de dos ciudades distintas, que les reclamaban el cumplimiento de sus
obligaciones de residencia y asistencia (aunque estuviera en ese momento
legalmente permitido). Para los encomenderos de La Plata, también significó la
obligación de trasladarse, adquirir propiedades y avecindarse en los espacios
de la nueva ciudad. Finalmente, para la hueste de Argañaraz, no fue poco
disgusto descubrir que ya no quedaba “ningún indio para encomendar”, a
excepción de los pueblos que Francisco de Argañaraz se concedió para sí.11
Francisco de Argañaraz intentó justificar la fundación de Jujuy por distintas
razones. La primera, en aquel deseo toledano de consolidar la circulación de
bienes y personas entre la Gobernación de Tucumán y las zonas mineras del
Altiplano; a este objetivo le agregó otro, relacionado con la población que
quedaba incluida en la jurisdicción de la nueva ciudad. El problema era que la
mayor parte de la población encomendada de la jurisdicción ya estaba

9
Ibíd, p. 18.
10
Esto significaba en términos de la época que los tributos no se entregaban a un
encomendero, sino que debían ser cobrados por los funcionarios reales.
11
[...] quando los vecinos de esta ciudad tenian entendido que habian de ser merecido [f 2]
algun Premio de sus trabajos pasados [...] van saliendo encomiendas de los vecinos de salta
los quales piden se les den y enseñen los mas de los indios que con tanto trabajo conquistado
se manda que abiendo se les de dar no queda nada en que poder aser merced a los vecinos
de la ciudad [...]. ATJ, Pedidos del Procurador de la ciudad de Jujuy, 1595, Legajo n° 23, f. 1v –
2.
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aceptando los inicios de la evangelización y en algunos casos sirviendo a sus


encomenderos. Quizás para justificar estas acciones, unos años después de
fundada la ciudad, Argañaraz preparó una expedición armada que se dirigió a
la Quebrada, en donde una supuesta alianza de 10.000 guerreros planeaba
terminar con la ocupación española. Sólo logró apresar a un cacique y algunos
indios que se hallaban levantando la cosecha de maíz en la quebrada de
Purmamarca.

La fundación de la ciudad de Jujuy. Jurisdicción e instituciones principales

Una de los grandes cambios que ocasionó la conquista española fue un nuevo
proceso de urbanización. El dominio colonial se basaba en la ocupación y
colonización de los distintos territorios a partir de núcleos urbanos. Ellos fueron
el centro político que extendía su jurisdicción sobre una importante área rural.
Pero también eran espacios económicos en donde se trocaba y vendía parte
de la producción de sus zonas rurales, puntos de articulación en el tráfico
regional, centro de las autoridades políticas y judiciales, sede religiosa que
albergaba las principales iglesias y conventos y el espacio de interrelación
política y social de los procesos de formación de la nueva sociedad colonial.

La jurisdicción de la ciudad de Jujuy se extendía desde:

[...] por la parte hacia Salta por el camino que viene de el para hasta la quebrada
que llaman de los alisos y por el camino antiguo viniendo del Valle de Jujuy,
hasta las puntas del rio que llaman siancas con el dicho rio de Jujuy; por la parte
hacia Humahuaca hasta la estancia que llaman de Don Diego Espeloca casique
de Talina y por la parte que corre hacia la banda de Tarija cuarenta leguas de
tierras las cuales dichas distancias son y han de ser limites y jurisdiccion de la
ciudad [...]12

Este territorio era de una compleja geografía y abarcaba zonas de puna,


quebradas, valles y yungas. El centro de este territorio era la ciudad de Jujuy,
ubicada en el valle del mismo nombre. A partir de ella se fueron ocupando las
zonas más lejanas, especialmente con las mercedes de tierras que entregaron
Argañaraz, en los primeros años de la ciudad, y algunos gobernadores de
Tucumán. A diferencia de los antiguos lugares de poblamiento prehispánicos,
que preferían las zonas altas y escarpadas (más fáciles de defender) evitando
instalarse en las áreas de cultivo de los fondos de valle, los europeos
privilegiaron la ocupación de las tierras más planas ubicadas entre dos ríos. Allí
se levantó la ciudad, con la típica organización en damero, en la que la iglesia y
la plaza formaban su núcleo central. Hacia el norte y sur, la ciudad estaba
rodeada por las zonas de chacras de pan llevar, que servían para la producción
de alimentos (en Buena Vista, El Molino Palpalá, Río Blanco, Zapla). En las
periferias de estas chacras surgieron estancias y haciendas dedicadas a la
actividad ganadera, el engorde de ganado y otras actividades productivas, junto
con los pueblos de indios que fueron fundando los encomenderos y algunos
asentamientos menores.

12
Rojas, Ricardo, (recop.), Archivo Capitular de Jujuy. Documentos para la Historia Argentina,
Buenos Aires, Editorial Coni, 1913, Tomo I, p. 14.

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