Está en la página 1de 3

Este texto aborda la dinámica de los ecosistemas, destacando su naturaleza interconectada y

abierta. Los ecosistemas se componen de poblaciones que interactúan entre sí y con el


entorno, siendo sistemas abiertos que intercambian materia y energía constantemente.

La energía solar es crucial para los ecosistemas, pero solo una pequeña fracción de la radiación
solar llega a la superficie terrestre y es aprovechada por los seres vivos, principalmente a
través de la fotosíntesis realizada por organismos autótrofos como plantas y algas. Sin
embargo, solo un pequeño porcentaje de esta energía lumínica se utiliza en la fotosíntesis.

La materia también circula a través de los niveles tróficos a medida que los herbívoros
consumen materia creada en la fotosíntesis, y estos a su vez son consumidos por otros
organismos. La materia orgánica muerta y los productos de excreción se descomponen por
organismos des componedores en el suelo, liberando compuestos químicos sencillos que
vuelven a estar disponibles para plantas y algas.

A diferencia del flujo de energía, la materia se mueve en un ciclo en el ecosistema y es


reutilizada por cada nivel trófico. Sin embargo, parte de la energía captada a través de los
alimentos se disipa en forma de calor debido a la falta de eficiencia en el metabolismo de los
seres vivos. Este fenómeno lleva a que la energía fluya de manera unidireccional a través de los
niveles tróficos, disipándose gradualmente.

El texto sugiere que los ecosistemas pueden ser estudiados como entidades que requieren
materia y energía para llevar a cabo sus funciones vitales, y destaca la estrecha relación entre
el flujo de energía y materia con las cadenas alimentarias en constante movimiento de un nivel
trófico a otro.

Aborda los niveles tróficos en los ecosistemas, destacando la adquisición de materia y energía
por parte de los seres vivos para llevar a cabo sus funciones vitales. Se clasifican en autótrofos,
capaces de elaborar su propia materia orgánica, y heterótrofos, que obtienen materia orgánica
de otros seres vivos.

Los autótrofos incluyen foto autótrofos que usan la energía solar y quimio autótrofos que
obtienen energía de la oxidación de compuestos inorgánicos. Los heterótrofos, como animales,
hongos y la mayoría de las bacterias, dependen de otros para su alimentación.

Se establece una jerarquía trófica, donde los productores (plantas y algas) constituyen el
primer nivel, seguidos por los consumidores primarios (herbívoros), consumidores secundarios
(carnívoros), y consumidores terciarios. La descomposición de la materia orgánica es llevada a
cabo por detritívoros, como hongos y bacterias, que interactúan con todos los niveles tróficos.

El texto también introduce las pirámides ecológicas, como las de números, energía y biomasa,
que representan la estructura trófica de una comunidad. Además, explora las cadenas y redes
tróficas para comprender las interacciones alimentarias en un ecosistema, destacando la
importancia de los detritívoros en el reciclaje de nutrientes.

Se mencionan las pirámides ecológicas de números, energía y biomasa para visualizar la


estructura trófica y la eficiencia del flujo de energía en los ecosistemas. También se discuten
las cadenas tróficas y las redes tróficas, resaltando cómo las interacciones alimentarias
permiten conexiones entre diferentes niveles tróficos, contribuyendo a la estabilidad de la
comunidad.

Explora el bucle microbiano en sistemas acuáticos, que consiste en dos cadenas tróficas
paralelas. La cadena clásica involucra al fitoplancton, zooplancton, peces planctívoros y
piscívoros. Sin embargo, gran parte de la energía proviene del bucle microbiano, donde
bacterias heterotróficas y pico plancton autotrófico reciclan carbono y nutrientes.

El flujo de energía en los ecosistemas acuáticos sigue las leyes de la termodinámica, donde la
energía fluye unidireccionalmente desde los organismos autótrofos hacia los heterótrofos. La
primera ley sostiene que la energía no se crea ni destruye, mientras que la segunda señala que
parte de la energía se pierde en forma de calor en cada transferencia. Esto limita la cantidad
de niveles tróficos en una cadena.

La alteración de las tramas tróficas puede ocurrir con la introducción o eliminación de especies
en un ecosistema. La introducción exitosa de una especie puede afectar negativamente a las
presas y otras poblaciones, mientras que la eliminación de una especie clave puede tener
consecuencias significativas.

Se discute la productividad en los ecosistemas, diferenciando entre la productividad primaria


bruta (energía luminosa transformada en energía química) y la productividad primaria neta
(energía almacenada disponible para los consumidores después de la respiración celular). Los
factores que afectan la productividad varían en los ecosistemas terrestres y acuáticos, donde la
disponibilidad de elementos minerales es un factor limitante en los ambientes acuáticos.

Aborda la eficiencia ecológica, que representa el porcentaje de energía transferida de un nivel


trófico a otro en una cadena alimentaria. Este concepto se basa en la capacidad de cada nivel
trófico para utilizar sus recursos alimentarios y convertirlos en biomasa propia. La eficiencia
depende principalmente de la eficiencia de asimilación y la eficiencia de producción neta.

Se destaca que solo una fracción de la energía disponible se aprovecha en cada nivel trófico, y
se estima que aproximadamente el 10% de la energía almacenada en una planta se convierte
en biomasa animal de un herbívoro, y este patrón se mantiene en los niveles subsiguientes. La
variación real en la transferencia energética puede oscilar entre el 1% y el 20%, dependiendo
de la especie.

El texto también menciona el ciclo de la materia en los ecosistemas, resaltando que, a


diferencia de la energía, la materia no se pierde, sino que se recicla. Se discuten los ciclos
biogeoquímicos y se señala que la materia circula en paralelo con la energía. Se aborda el ciclo
hidrológico como un caso particular, describiendo la evaporación, la transpiración, la
formación de nubes y las precipitaciones.

Finalmente, se destaca la importancia del reciclaje de la materia en la biosfera para el


mantenimiento de la vida en la Tierra, ya que, de lo contrario, los nutrientes se agotarían y la
vida desaparecería.

Aborda varios ciclos biogeoquímicos esenciales para la vida en la Tierra.


Ciclo del Carbono: El carbono, fundamental para la vida, se encuentra en la atmósfera como
dióxido de carbono (CO2), incorporado por los productores en la fotosíntesis. Los organismos
liberan carbono a través de la respiración y la descomposición. En ambientes acuáticos, el CO2
se disuelve, formando ácido carbónico, que interactúa con iones de calcio, contribuyendo a la
formación de rocas calizas.

Ciclo del Nitrógeno: El nitrógeno, constituyente vital de proteínas y ácidos nucleídos, forma el
70% de la atmósfera. Sin embargo, los organismos no pueden tomar nitrógeno directamente
del aire y dependen de bacterias del suelo para convertirlo en formas asimilables. El ciclo
involucra fijación, amonificación, nitrificación y des nitrificación.

Ciclo del Fósforo: El fósforo, esencial para ácidos nucleídos y energía, proviene de rocas
fosfatadas. Se libera al agua o suelo como ion fosfato, absorbido por plantas y circula en la
cadena alimentaria. En ambientes acuáticos, se deposita en el fondo y puede ascender
mediante corrientes marinas.

Ciclo del Azufre: El azufre, presente en pequeñas cantidades en seres vivos, se encuentra en
forma de sulfatos en suelos y agua. Productores absorben sulfatos, que pasan a consumidores
y vuelven al medio mediante la descomposición. Emisiones de erupciones volcánicas y
combustibles fósiles generan ácido sulfhídrico y dióxido de azufre, contribuyendo a la lluvia
ácida.

Estos ciclos son cruciales para mantener la vida y la sostenibilidad en la Tierra, destacando la
interconexión entre los seres vivos y su entorno.

También podría gustarte