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Las interacciones entre razón y emoción: marcador somático y

heurísticos.
Gestal.

Afecto, heurísticos y toma de decisiones


Las decisiones que los individuos toman durante su vida pueden implicar grandes esfuerzos
conscientes para escoger tras una evaluación la opción más adecuada que satisfaga sus
necesidades. También pueden apelar al uso de pocos recursos de procesamiento y resolver de
manera casi automática los problemas que se les presentan. En este caso las personas emplean
heurísticos, atajos mentales basados en un procesamiento automático, involuntario y muchas
veces emocional de las situaciones. Los heurísticos pueden ser descriptos como las estrategias de
la mente orientadas para simplificar los problemas y encontrar soluciones rápidas, aunque no
siempre resulten las más apropiadas.
Si bien las investigaciones tradicionales acerca de la toma de decisiones enfatizaban el
papel de la información accesible y consciente, los estudios que incluyen la variable emocional
demandan un análisis profundo ya que los procesos afectivos ocurren fuera de la conciencia.
Zajonc afirmaba que las reacciones afectivas a los estímulos son a menudo las primeras
reacciones, ocurren de forma automática y es en grado posterior que se encargan de guiar el
procesamiento de la información y el juicio.

El modelo de redes asociativas


Gordon Bower.
Planteó los modelos sobre las redes asociativas que explicaban la organización de la memoria
semántica. Ésta se estructuraría en una red de nodos interconectados que conforman subgrupos y
a su vez son la base de las representaciones mentales más complejas como las proposiciones y
afirmaciones que construyen los pensamientos. Así, las emociones básicas estarían representadas
por nodos emocionales que se conectan con otras unidades (nodos de contenido más bien
semántico) como ser los vocablos que empleamos para denominar esas emociones o las
situaciones típicas cuya evaluación las desencadenaría. Es más probable que las ideas
concordantes con el afecto cuya propagación alcanzó cierto umbral de activación sean las
utilizadas para sesgar la atención, dirigir el aprendizaje y el recuerdo a diferencia de las ideas no
asociadas a dicho nodo. Además, la teoría establece que la información con tono emocional se
aprende mejor cuando existe correspondencia entre su valor afectivo y el estado anímico del
aprendiz.
Los nodos afectivos también se vinculan con nodos semánticos que representan
acontecimientos que han provocado esas emociones en el pasado.
El modelo “afecto como información” y la hipótesis del marcador somático
Si bien el modelo de Bower encontró limitaciones al sólo contemplar una única forma de
codificar fuentes de estímulo y experiencia tan dispares para almacenarse en la memoria. Un
punto de partida fue el modelo de “afecto como información” de Clore y Schwartz. Dichos
investigadores estudiaron la correspondencia entre el estado de ánimo y los juicios y decisiones
que las personas toman en sus vidas cotidianas. Hallaron que a menudo las situaciones se
evalúan en función de los sentimientos asociados a ellas en lugar de enjuiciarse por sus
características objetivas. Así, los sentimientos oficiarían como una suerte de atajo para
simplificar el razonamiento.
Damasio, presentó la hipótesis del marcador somático que pretendía poner fin a las
especulaciones dualistas sobre el comportamiento humano, para enlazar de manera permanente
los procesos cognitivos partícipes en la toma de decisiones con procesos cerebrales-emocionales
y fisiológicos.
Cada reacción emocional supone la activación de regiones cerebrales diferentes, así como
sensaciones corporales que le son propias por determinaciones evolutivas. A través de nuestra
experiencia nos enfrentamos a situaciones que precipitan dichas respuestas emocionales. Cuando
esto sucede, se produce una asociación entre los acontecimientos y el modo en que los sentimos
conscientemente. En consecuencia, todo hecho posterior que reúna semejanzas con el original
pondrá en acción respuestas emocionales similares. Volver a sentir automáticamente las
sensaciones corporales que ocurrieron antaño ante determinadas circunstancias sería el
equivalente a un “marcador”. El marcador somático sería entonces un mecanismo cerebral que
restablece una reacción emocional (de intensidad variable), un mismo patrón que se activó
durante experiencias pasadas, para facilitar un análisis prospectivo de las experiencias actuales,
contribuyendo a elegir vías de acción concretas en entornos complejos.
Slovic decidió agregar a los tipos de heurísticos existentes uno que se basara fundamentalmente
en el afecto, denominándolo heurístico afectivo. Al momento de emitir juicios o tomar decisiones
las personas se remiten primero a un “banco de afectos” que contiene todas las etiquetas
positivas y negativas asociadas consciente o inconscientemente con las representaciones propias
del objeto a evaluar. Cuando la razón se vale de la afectividad como un atajo para decidir
hablamos para el autor de “heurístico afectivo”.

El modelo “infusión del afecto”


Las primeras críticas al modelo “afecto como información” radicaron en que solo explicaba el
efecto del estado anímico sobre un conjunto limitado de procesos cognitivos. No obstante, la
objeción principal se basó en que el efecto de la emoción sobre la cognición se consideraba a
modo de “todo o nada”. Forgas procuró establecer un vínculo menos absoluto entre los afectos y
el razonamiento, una relación de grado variable dentro de un continuo. Con “infusión” se refirió
al proceso a través del cual la información con carga afectiva se incorporaba a los procesos
cognitivos y en lugar de determinarlos, “coloreaba” sus resultados orientándolos en una u otra
dirección. El grado de infusión del afecto dependía del tipo de procesamiento a realizar. Más
precisamente, había cuatro estrategias de procesamiento emergentes de las combinaciones del
esfuerzo y el tipo de tarea.
Las cuatro modalidades de procesamiento que surgen de la combinación esfuerzo y tarea son:
acceso directo (esfuerzo bajo y tarea cerrada; ejemplo: elegir la línea de colectivos que nos
conduzca al trabajo), procesamiento motivado (esfuerzo alto y tarea cerrada; por ejemplo: evocar
sinónimos de una palabra para completar un crucigrama), procesamiento heurístico (esfuerzo
bajo y tarea abierta, por ejemplo: las encuestas telefónicas que solicitan en un breve intervalo de
tiempo que emitamos una respuesta sobre temas que a menudo no nos interesan y requieren
evaluar múltiples datos) y procesamiento sustancial (esfuerzo alto y tarea abierta, propio de
cualquier tarea que nos suponga una solución muy creativa). Para los dos primeros estilos de
procesamiento la infusión del afecto será prácticamente nula ya que implican el recurso a
protocolos de respuesta almacenados cerrados. No obstante, la influencia afectiva se desplegará
cuanto más abiertas y constructivas sean las modalidades de procesamiento requeridas para
resolver un problema. Si el procesamiento es más de tipo heurístico, apelar al afecto a modo de
economía cognitiva, podría ser la vía indicada. Si la modalidad de procesamiento es de tipo
sustancial se ponderará el acceso a material relacionado como pensamientos y recuerdos para
resolver el problema en cuestión.

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