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358 Textos fundamentales para la Historia 11.

La Revolución científica 359

11.11 L A DINÁMICA GALILEANA tiempo. Y así, no parece repugnar a la recta razón el admitir que el incremento
de la velocidad se efectúa según la extensión del tiempo; de donde, la defini-
Vamos a instituir una ciencia nueva sobre un tema muy antiguo. Tal vez ción del movimiento que vamos a tratar, puede ser la siguiente: llamo movi-
no haya, en la naturaleza, nada más antiguo que el movimiento; y acerca de miento igualmente o uniformemente acelerado aquel que, a partir del reposo,
él son numerosos y extensos los volúmenes escritos por los sabios (•philosophis). va adquiriendo incrementos iguales de velocidad durante intervalos iguales de
Sin embargo, entre sus propiedades (symptomatum), que son muchas y dignas tiempo.
de saberse, encuentro yo no pocas que todavía no han sido observadas ni de-
GALILEO: Diálogos acerca de dos nuevas ciencias (1638).
mostradas hasta ahora. Se ha fijado la atención en algunas que son de poca
importancia, como por ejemplo, que el movimiento natural [libre] de los graves
en descenso se acelera continuamente; sin embargo, no se ha hallado hasta L E Y E S D E L A DINÁMICA 11.12
ahora en qué proporción se lleva a cabo esta aceleración; pues nadie, que yo
sepa, ha demostrado que los espacios que un móvil en caída y a partir del Teorema 1.—Proposición I
reposo recorre en tiempos iguales retienen entre sí la misma razón que tiene
El tiempo, en que un móvil recorre un espacio con movimiento uniforme-
la sucesión de los números impares a partir de la unidad. Se ha observado que
mente acelerado a partir del reposo, es igual al tiempo en que el mismo móvil
las armas arrojadizas o proyectiles describen una línea en cierto modo curva;
recorrería ese mismo espacio con movimiento uniforme, cuya velocidad fuera
sin embargo, nadie notó que esa curva era una parábola. Yo demostraré que
subdupla [mitad] de la mayor y última velocidad [final] del anterior movi-
esto es así, y también otras cosas muy dignas de saberse; y, lo que es de mayor
miento uniformemente acelerado. (...)
importancia, dejaré expeditos la puerta y el acceso hacia una vastísima y pres-
tantísima ciencia, cuyos fundamentos serán estas mismas investigaciones, \
Teorema II.—Proposición II
en la cual, ingenios más agudos que el mío, podrán alcanzar mayores profun-
didades. (...) Si un móvil con movimiento uniformemente acelerado desciende desde el
Porque cuando yo observo que una piedra al descender de una altura, par- reposo, los espacios recorridos por él en tiempos cualesquiera, están entre sí
tiendo del reposo, adquiere continuamente nuevos incrementos de velocidad, como la razón al cuadrado de los mismos tiempos, es decir como los cuadrados
¿por qué no he de creer que tales aditamentos se efectúan según el modo más de esos tiempos. (...)
simple y más obvio para todos? Porque, si observamos con atención, ningún
aditamento, ningún incremento hallaremos más simple que aquel que se sobre- Corolario I
añade siempre del mismo modo. Lo veremos fácilmente si paramos mientes en De aquí se deduce con toda evidencia que: "Si en tiempos iguales, toma-
la gran afinidad que hay entre el tiempo y el movimiento. Porque así como la dos sucesivamente desde el primer instante o comienzo del movimiento, tales
uniformidad del movimiento se define y se concibe por medio de la uniformi- como AD, D E , EF, FG, se recorrieren los espacios H L , LM, M N , N I , estos
dad de los tiempos y de los espacios (pues al movimiento le llamamos uniforme, espacios estarán entre sí, como los números impares a partir de la unidad; es
cuando espacios iguales son recorridos en tiempos iguales), así también, por decir, como 1, 3, 5, 7".
medio de la igualdad de los intervalos del tiempo, podemos concebir los incre-
mentos de la velocidad simplemente agregados; entendiendo que ese movimien- Sim-plicio. Aristóteles, si mal no recuerdo, se rebela contra ciertos [filóso-
to es acelerado uniformemente y del mismo modo continuamente, siempre que fos] antiguos, que introducían el vacío como necesario para el movimiento
en cualesquiera tiempos iguales se le vayan sobreañadiendo aditamentos igua- diciendo que no podía efectuarse éste sin aquél. En contraposición con esto,
les de velocidad. De modo que si, tomado un número cualquiera de intervalos Aristóteles demuestra que, por el contrario, la realización del movimiento (según
iguales de tiempo, a contar desde el primer instante en que el móvil abandona veremos) destruye la afirmación del vacío. Su procedimiento es el siguiente.
el reposo y comienza el descenso, la velocidad, adquirida durante el primero Hace dos suposiciones: la primera es de dos móviles de distinta gravedad, mo-
más el segundo intervalo de tiempo, es doble de aquella que el móvil adquirió viéndose en idéntico medio; la segunda es de un mismo móvil, moviéndose en
durante el primer intervalo solo; la velocidad que adquiere durante tres inter- distintos medios. En cuanto a la primera supone que los móviles de distinta
valos de tiempo, es triple; y la que adquiere en cuatro, cuádruple de la veloci- gravedad, se mueven en un medio idéntico con diferentes velocidades, que
dad del primer tiempo. De modo que (para más clara comprensión), si el móvil mantienen entre sí la misma proporción que sus respectivos pesos; de modo
continuara su movimiento uniformemente con la velocidad adquirida en el que un móvil, por ejemplo, diez veces más pesado que otro, se moverá con
primer intervalo de tiempo, este movimiento sería dos veces más tardo que velocidad diez veces mayor. En la segunda suposición, acepta que las velocida-
.iquel que hubiera, alcanzado con la velocidad adquirida en dos intervalos de des de un mismo móvil, en diferentes medios, tienen entre sí proporción in-
versa de la que tienen las condensaciones o densidades de tales medios; de
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modo que si la condensación del agua, por ejemplo, fuese diez veces mavor que en un plano por poco que esté inclinado bajo el horizonte sin aplicación de
la del aire, pretende que la velocidad en el aire debe ser diez veces mavor ninguna fuerza externa, como sucede clarísimamente con el agua; y el mismo
que la velocidad en el agua. De este segundo supuesto saca él su demostración móvil en u n plano por poco que esté inclinado sobre el horizonte no sube sino
en esta forma: Puesto que la tenuidad del vacío supera en grado infinito a la violentamente. Por consiguiente se concluye que en el horizonte el móvil se mue-
corporeidad, por tenue que ella sea, de cualquier medio pleno, todo móvil que ve con un movimiento que no es natural ni violentamente. Y si no se mueve con
en el medio pleno recorra cualquier espacio durante cualquier tiempo, en el movimiento violento podrá ser movido por consiguiente por una fuerza la más
vacío tendría que moverse instantáneamente; pero un movimiento instantáneo pequeña de todas.
es imposible; luego es imposible que se dé el vacío en virtud del movimiento. GALILEO: De motu (1590).
Salvioti. Como se ve, el argumento es ad hominem, es decir contra los
que admitían el vacío como necesario para el movimiento. Pero si vo concediese
que el argumento es concluyente, y concedo simultáneamente que en el vacío LA ARMONÍA 11.14
no se da movimiento, la posición del vacío tomado absolutamente v no en
relación al movimiento, no queda invalidada. Mas para decir lo que tal vez Para llegar por fin a mi tema y reforzar mediante una nueva demostración
hubieran podido responder los antiguos, a fin de que se aprecie mejor la fuerza la expuesta doctrina de Copérnico sobre el nuevo universo, quiero resumir con
probatoria del argumento de Aristóteles, paréceme que podríamos ir contra toda brevedad la materia desde su principio.
las suposiciones de aquél, negándolas ambas a dos. En cuanto a la primera, El cuerpo fue lo primero que Dios creó. Poseyendo esta noción, probable-
dudo mucho que Aristóteles haya jamás sometido a experimento, si es verdad mente resultaría bastante claro por qué Dios creó primero el cuerpo y no otra
que dos piedras, una diez veces más pesada que la otra, dejadas caer al mismo cosa. Digo que Dios tenía ante sí la cantidad; para realizarla, necesitaba todo
tiempo desde una altura, supongamos de cien codos, fuesen de tal modo dife- cuanto pertenece a la esencia del cuerpo, con el fin de que la cantidad del cuer-
rentes en sus velocidades que, al llegar a tierra la mavor, nos halláramos con po en cuanto cuerpo se haga en cierto modo forma y sea el primer apoyo del
que la menor no había descendido más de diez codos. pensamiento. Q u e la cantidad fuera lo primero en adquirir existencia, lo quiso
Dios para que se diera u n a distinción entre lo curvo y h recto. El Cusano
Simplicio. Por sus palabras se ve que él da a entender que sí lo ha ex- y otros me parecen tan divinamente grandes sólo porque han sabido apreciar
perimentado, porque dice: veremos que el más fesado; ahora bien, ese verse tanto la relación entre lo recto y lo curvo, osando adscribir lo curvo a Dios,
implica la realización del experimento. lo recto a las criaturas. De modo que quienes se aplican a concebir al Crea-
Sagredo. Sin embargo, Simplicio, }o que no he hecho la prueba, te ase- dor por la criatura, a Dios por el hombre, apenas puede decirse que hagan
guro que una bala de cañón que pese cien, doscientas libras o aún más, no labor más útil que quienes buscan llegar a lo curvo por lo recto, al círculo por
se anticipará ni siquiera en u n palmo en llegar a tierra, a una bala de mosquete el cuadrado.
que pese media libra, aun cuando vengan de doscientos codos de altura. ¿Por qué, entonces, al adornar el mundo, instituyó Dios la distinción entre
GALILEO: Diálogos acerca de dos nuevas ciencias (1638). curvo y recto y la noble jerarquía de lo curvo? ¿Por qué? Pues simplemente,
porque el mejor arquitecto debe formar una obra de la mayor hermosura. No
es en efecto posible, ni lo fue nunca (según dice Cicerón en su libro Sobre el
11.13 PRINCIPIO D E INERCIA mundo, siguiendo al Timeo de Platón), que el mejor haga otra cosa que lo más
hermoso. Puesto que el Creador tenía en la mente la idea del Universo (hablo
Esta demostración ha de ser entendida a condición de que no exista nin-
según el modo humano, para que los hombres me comprendan), y puesto que
guna resistencia accidental (por rozamiento, bien del móvil, bien del plano incli-
la idea debe contener algo ya acabado y, según dije, algo perfecto, para que sea
nado o también por la forma del móvil): antes bien hay que suponer que el
también perfecta la forma d e la obra por realizar, está claro que, de acuerdo con
plano es en cierto modo inmaterial o al menos perfectamente pulido y duro,
aquellas leyes que el propio Dios en su bondad se prescribe a sí mismo, Dios
para evitar que mientras el móvil ejerce su peso sobre el plano, lo deforme y
no podía tomar la idea del fundamento del mundo más que de su propia esen-
quede en reposo como si estuviera en una cavidad. También es necesario que
cia. Cuan soberbia y divina es ésta, puede verse mediante una doble consi-
el móvil esté perfectamente pulido, que tenga una forma que no ofrezca resis-
deración, por una parte reflexionando que Dios es en sí mismo uno en esencia
tencia al movimiento, como ocurre con la esfera y que asimismo sea de materia
y trino en personas, y por otra parte comparándolo con las criaturas.
muy dura o, si no, fluida como el agua. Si todas estas cosas se disponen así,
cualquier móvil será movido en un plano horizontal por una fuerza mínima, Quiso Dios acuñar al mundo con aquella imagen, aquella idea. Para que el
es más por una fuerza menor que cualquiera otra. (...) Universo fuera el mejor y más hermoso posible, para que pudiera recibir la
impronta de aquella idea, el omnisciente Creador formó la magnitud y concibió
Un móvil que no tiene ninguna resistencia externa descenderá naturalmente
las cantidades, cuva entera esencia se halla en cierto modo encerrada en la (lis
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tinción entre los dos conceptos de lo curvo y lo recto; y precisamente, en la


si los sentidos no la acompañaran, tal vez la razón o la imaginación por sí
forma arriba expresada, lo curvo ha de representarnos a Dios. D e modo que no
misma nunca habrían llegado a ellas. Por eso pienso que, por el lado del objeto
ha de creerse que una distinción tan apropiada para la representación de Dios
en que parecen existir, estos sabores, olores, colores, n o son nada más que
se haya instituido por azar, ni que Dios haya podido no pensar en ella, de
meros nombres. Estas cualidades se encuentran únicamente en el cuerpo,
tal modo que sean otras razones y otros motivos los que hayan formado a la
de manera que si desapareciera el animal quedarían aniquiladas y abolidas.
magnitud como cuerpo, resultando luego sin mayor delib eración v fortuitamente
Sin embargo, cuando les ponemos nombres particulares, diferentes de los que
la distinción de lo recto y lo curvo y su semejanza con Dios.
corresponden a los accidentes reales y primarios, tenemos la propensión a creer
Lo verosímil, por el contrario, es que Dios, desde el primer comienzo, eli- que existen tan real y verdaderamente como éstos. U n ejemplo explicará más
giera por expresa decisión a lo curvo y lo recto para introducir en el universo claramente lo que quiero decir. Paso la mano, primero por una estatua de
la divinidad del Creador; para hacer posible la existencia de aquellos dos con- mármol, después por u n hombre. Los efectos de la mano, considerada en sí mis-
ceptos, aparecieron las cantidades, y para que las cantidades pudieran ser com- ma, son los mismos, trátese de uno u otro objeto —accidentes primarios, a
prendidas, creó Dios los cuerpos antes que ninguna otra cosa. saber: el movimiento y el tacto—, pero el cuerpo animado que sufre esa opera-
Veamos ahora cómo el perfecto Creador ha aplicado dichas cantidades en ción experimenta varias afecciones según las diferentes partes que se tocan;
la edificación del Universo, y lo que nuestras consideraciones nos permiten así si se toca la planta del pie, la rodilla o la axila, además de contacto, el
suponer como probable acerca de su proceder. Compararemos de este modo cuerpo siente lo que se llama cosquilleo. Ahora bien, esta sensación es entera-
a las antiguas con las nuevas hipótesis, dando la palma a la que la merezca. mente nuestra; y no pertenece a la mano en absoluto. Y me parece que mucho
J. KEPLER: Mysterium cosmogra-phicuin (1596). errarían quienes afirmasen que la mano posee en sí misma, además del movi-
miento y el tacto, una facultad diferente de ellas, la facultad del cosquilleo. De
este modo el cosquilleo sería u n accidente que existe en la mano. Si se frota
11.15 L A CIENCIA MODERNA
con u n pedazo de papel o una pluma u n a parte cualquiera de nuestro cuerpo
se tiene en ambos casos la misma operación, esto es movimiento y contacto; pero
Yo agarro, como tú dices, la realidad por la cola, pero la tengo en la ma-
si el contacto se produce entre los ojos, en la nariz o bajo sus ventanas provoca
no; tú aspiras, es cierto, a agarrarla por la cabeza, pero solamente en sueños.
u n cosquilleo intolerable, aunque en otra parte sea difícil sentirlo. Ahora bien,
Yo me doy por satisfecho con los efectos, es decir, con los movimientos de los
el cosquilleo está en nosotros y no en la pluma, de forma que si desapareciera el
planetas; si tú, por tu parte, crees que vas a poder descubrir en sus causas pro-
cuerpo animado y sensitivo no sería nada más que un mero nombre. Estas cua-
porciones armónicas tan transparentes como las que yo he descubierto en sus
lidades —sabor, olor, color, etc.— atribuidas a los cuerpos naturales no poseen,
órbitas, no me resta más que desearte Suerte en tu empeño y deseármela a mí
en mi opinión, otra existencia que ésta.
en la comprensión de lo que buscas, si es que realmente puedo llegar algún día
G A L I L E O : 11 Saggiatore (1623).
a comprenderlo.
KEPLER: Apología adversas Rob. de Fluctibus (1622).
LA NUEVA CIENCIA 11.17

11.16 SUBJETIVIDAD D E LAS CUALIDADES SENSIBLES Salviati: M u y aguda es esta objeción. Para refutarla, debemos hacer una
distinción filosófica, que el concepto de entendimiento se dice en dos sentidos,
Pero quiero primero hacer u n examen de lo que llamamos calor, cuya idea a saber, u n o intensivo y otro extensivo, Extensivamente, es decir, en relación a
corriente, según mi opinión, dista mucho de la verdad, pues se supone que es la multitud de las cosas por conocer, cuyo número es infinito, la razón huma-
un accidente, afección y cualidad verdadera que se halla realmente en la na n o es nada, ni lo sería aunque conociera mil verdades, ya que u n millar
cosa que percibimos como caliente. Afirmo, sin embargo, que me siento efecti- no es más que cero en comparación con lo infinito. Pero si consideramos el
vamente constreñido a pensar que u n pedazo de materia o sustancia corpórea entendimiento intensivamente, en cuanto esta expresión significa la intensidad
está por naturaleza limitado y tiene una figura determinada, que con relación o perfección en el conocimiento de una verdad cualquiera, afirmo q u e el inte-
a otros es grande o pequeño, que está en éste o en aquel lugar, ahora o lecto del hombre concibe algunas verdades tan perfectamente y está tan ab-
después, que está en movimiento o en reposo, que está o no en contacto con solutamente seguro de ellas como pueda estarlo la Naturaleza. Son ejemplos
otro cuerpo, que es simple o compuesto. E n suma, la imaginación no puede se- los conocimientos matemáticos puros, a saber la geometría y la aritmética. Cierto
parar al cuerpo de estas condiciones. Pero mi espíritu no se ve forzado a reco- que la mente divina conoce muchas más verdades matemáticas, puesto que las
nocer que el cuerpo esté necesariamente acompañado por condiciones tales como conoce todas. Pero el conocimiento de las pocas que la monte humana na en
blanco o rojo, amargo o dulce, sonoro o mudo, agradable o desagradable. Así, tendido, creo posee una certeza objetiva igual a la del conocimiento divino, v.i
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364 Textos fundamentales para la Historia

que es agua, atenuada en virtud del calor y en ello resuelta, pero yo, igualmente
que ha llegado a aprehender su necesidad, v un grado mayor de certeza no pue- dudoso de qué sea el agua, buscándolo, hallaré finalmente que es aquel cuerpo
de darse.
fluido que se desliza por los ríos y que continuamente manejamos y tratamos.
Simplicio: A esto le llamo hablar con presunción v osadía. Pero tal noticia del agua es solamente más cercana y dependiente de más
Salvioü: Estas proposiciones son generalmente conocidas, y enteramente sentidos, pero en modo alguno más intrínseca de la que antes tenía de las
libres de toda sospecha de soberbia u osadía. N o van de ningún modo contra nubes. Y de igual manera no sé más de la verdadera esencia de la Tierra y el
la omnisciencia divina, tal como no se ataca a la omnipotencia divina cuando fuego, que de la Luna o el Sol. Pues éste es conocimiento que nos está reservado
se dice que Dios no podría hacer que lo ocurrido no hubiera ocurrido. Pero el comprender en el estado de beatitud v no antes. Pero si queremos detener-
barrunto, señor Simplicio, que vuestro recelo procede de haber entendido en nos en la aprehensión de algunas propiedades, no me parece hayamos de deses-
parte mal mis palabras. Por consiguiente, para expresarme mejor, explicaré que perar de poder conseguirlo, incluso en los cuerpos lejanísimos, no menos que
desde luego la verdad cuyo conocimiento proporcionan las demostraciones ma- en los próximos, incluso, por ventura, con más exactitud en aquéllos que en
temáticas es la misma que conoce la divina sabiduría; pero otorgaré que el éstos. ¿Y quién no entiende mejor los períodos de los movimientos de los pla-
modo cómo Dios conoce las innumerables verdades unas pocas de las cuales son netas, que los de las aguas de los diversos mares? ¿Quién ignora que la figura
las alcanzadas por nosotros, es muy superior al modo nuestro. Nosotros avan- esférica del cuerpo lunar fue comprendida mucho antes \ con mavor facilidad,
zamos de conclusión en conclusión mediante progresivos análisis, mientras que que la del terrestre? Y ¿no es cosa controvertida aún, si la misma Tierra perma-
El comprende por pura intuición. Nosotros, por ejemplo, para obtener el cono- nece inmóvil o va vagando, mientras estamos certísimos de los movimientos de
cimiento de algunas de las infinitas propiedades del círculo que El posee, parti- no pocas estrellas? De donde quiero inferir que si sería vano el intentar la in-
mos de una de las más sencillas, la sentamos como definición de aquella figura, vestigación de la sustancia de las manchas solares, no quita el que algunas de
y pasamos mediante el razonamiento a una segunda propiedad, de ésta a una sus propiedades, como el lugar, el movimiento, la figura, el tamaño, la opacidad,
tercera, luego a una cuarta, y así sucesivamente. El intelecto divino, en cam- la mutabilidad, la producción v el disolvimiento, no puedan ser aprehendidas
bio, por la mera constitución de su esencia v sin ninguna operación temporal, por nosotros, y servirnos después de medios para poder filosofar en torno a otras
conoce la infinita abundancia de las propiedades del círculo. En el fondo, condiciones de las sustancias naturales más controvertidas; las cuales alzando
las propiedades de una cosa, están virtualmentc contenidas en su definición, finalmente al objeto de nuestras fatigas, es decir al amor del divino Artífice, nos
y aunque infinitas en número, puede que en su esencia v en la mente divina conserven la esperanza de poder aprehender en El, fuente de luz v de verdad,
constituyan una unidad. El propio espíritu del hombre no deja de saber aloo cualquier otra certeza.
de esta suerte de conocimiento, aunque sólo lo adivine tras un espeso velo de GALILEO A MARCO VELSERI (1612).
niebla, el cual, por decir así, se hace más claro y transparente cuando domina-
mos ciertos razonamientos que nos han sido rigurosamente demostrados y hemos
asimilado tanto que podemos pasar de uno a otro con toda celeridad. EL EXPERIMENTO 11.18
GALILEO: Diálogo sobre los dos máximos sistemas (1632).
En un cabrio o si se quiere en un tablón (corretite) de madera de unos doce
codos de longitud, y de ancho, en un sentido, medio codo, v en el otro tres
N o creo que debamos, según estimo, apartarnos totalmente de la contempla-
dedos, en esa menor anchura se había excavado un canalito, poco más ancho
ción de las cosas, aunque estén lejísimos de nosotros, si no hubiéramos antes
de un dedo; habiéndose excavado muy derecho, y después de haberlo revestido,
determinado, ser óptima resolución, el posponer todo acto especulativo a todas
para que estuviera bien pulido v liso, cori un pergamino tan pulido y lustrado
nuestras restantes ocupaciones. Porque una de dos, o queremos con la especu-
como fue posible, hacíamos descender por él una bola de bronce, durísima, bien
lación intentar penetrar la verdadera esencia intrínseca de las sustancias natura-
redonda y pulida; una vez colocado dicho tablón inclinado, por haber elevado
les, o nos contentamos con tener noticia de algunas de sus propiedades. El in-
sobre la horizontal uno d e sus extremos, una braza o dos a capricho, se dejaba
tentar penetrar la esencia lo reputo empresa imposible y trabajo no menos vano,
(como digo) descender por dicho canalito la bola, anotando del modo que des
en las sustancias próximas elementales que en las remotísimas y celestes; y paré-
pues diré, el tiempo que empleaba en recorrerlo todo, repitiendo el experimento
ceme ser igualmente ignaro de la sustancia de la Tierra que de la de la Luna,
muchas veces, para medir con toda exactitud el tiempo, en el cual jamás se
de las nubes elementales que de las manchas del Sol. N o veo tampoco el que
encontraba una diferencia ni siquiera de la décima parte de una pulsación.
el entender de estas sustancias vecinas, nos proporcione otra ventaja que la
Efectuada y establecida con toda precisión esta operación, hacíamos descender
abundancia de detalles, pero todos igualmente desconocidos, por los cuales an-
la misma bola solamente por la cuarta parte de la longitud de ese canal; v
damos vagando, con poquísimo o ningún provecho del uno al otro. Y si pre-
medido el tiempo de su cúda, nos encontrábamos con que era siempre exac-
guntando y» cuál sea la sustancia de las nubes, me fuere respondido que es
tísimamente la mitad de l,i anterior. Y haciendo luego experimentos con otras
un vapor húmedo, de nuevo desearé saber qué es el vapor. Me dirán por ventura
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partes, al cotejar después el tiempo de toda la longitud con el tiempo de la mi- Supongamos, ya por el pensamiento, ya mediante un experimento, la san-
tad, o de los dos tercios, o de los tres cuartos, o, en conclusión, con el tiempo gre que contiene el ventrículo izquierdo en su dilatación (cuando está repleto):
de cualquier otra división, por medio de experiencias más de cien veces repe- sea dos onzas, tres onzas, una onza y media (yo encontré en un cadáver más
tidas, nos encontrábamos siempre con que los espacios recorridos eran entre sí de dos onzas); supongamos igualmente cuánto menos contiene en el momento
como los cuadrados de los tiempos, y esto en todas las inclinaciones del plano, mismo de la contracción, o cuánto se contrae el corazón y cuánta menos capa-
o sea del canal por el cual se hacía descender la bola; ahí observamos también cidad tiene el ventrículo en la contracción misma o en ías contracciones mis-
que los tiempos de las caídas por diversas inclinaciones mantienen perfecta- mas; cuánta sangre arroja la arteria magna (que arroja siempre algo se ha
mente entre sí la proporción que les fue asignada y demostrada por el autor, demostrado en el capítulo III, y todos reconocen que lo hace en la sístole,
según veremos más adelante. Para la medida del tiempo, teníamos un gran convencidos de ello por el mecanismo de las válvulas); y séanos lícito suponer,
cubo de agua puesto en alto, el que por una finísima espita que tenía soldada mediante una conjetura verosímil, que penetra en la arteria la cuarta, la quinta
en el fondo derramaba un hilillo de agua que íbamos recogiendo en un vasito, o la sexta parte, o por lo menos la octava. Así, supongamos que en el hombre
durante todo el tiempo que la bola descendía por el canal o por algunas de sus se arrojan, con cada pulsación del corazón, media onza, o tres dracmas, o una
partes. Las pequeñas cantidades de agua, recogidas de este modo, eran pesadas dracma de sangre que no puede volver al corazón debido al impedimento de
de tiempo en tiempo con una sensibilísima balanza, de modo que las diferen- las válvulas. El corazón en media hora da más de mil pulsaciones; en algunos,
cias y las proporciones de sus pesos, nos daban las diferencias y las proporcio- y algunas veces, dos, tres o cuatro mil. Multiplicando por esta cifra las dracmas
nes de los tiempos; v esto con tal exactitud, que como ya lo he dicho, tales se verá que en una media hora pasan del corazón a las arterias tres mil dracmas,
operaciones repetidas muchísimas veces, jamás se diferenciaban de un modo o dos mil, o quinientas onzas, o una proporción semejante de sangre, siempre
apreciable. una cantidad mayor de la que puede hallarse en todo el cuerpo. [...] Y así,
GALILEO: Diálogos acerca de dos nuevas ciencias (1638). haciendo el cálculo, según la cantidad de sangre transmitida, que podemos
conjeturar de modo seguro, v contando las pulsaciones, parecería que toda la
cantidad de la masa sanguínea pasa en media hora de las venas a las arterias
a través del corazón v, del mismo modo, a través de los pulmones.
11.19 LA NUEVA BIOLOGÍA
Supongamos que esto no ocurre en media hora, sino en una hora, o en un
.. .el movimiento del corazón se efectúa de esta manera: día. En todo caso, resulta manifiesto que el corazón transmite continuamente,
Primero se contrae la aurícula, y en esa contracción arroja la sangre que mediante su pulsación, más sangre de la que puede suministrar el alimento
contenía (en la que abunda, como cabeza que es de las venas y depósito y ingerido o de la que las venas contienen a la vez. (...)
cisterna de la sangre) al ventrículo del corazón; lleno éste, el corazón se levan- Séanos ya lícito dar nuestra opinión sobre la circulación de la sangre ex-
ta, pone en tención inmediatamente todas las fibras, contrae los ventrículec v poniéndola de un modo general.
produce el latido; este latido lanza acto seguido a las arterias la sangre proce-
dente de la aurícula, el ventrículo derecho a los pulmones a través del vaso Ha quedado demostrado, tanto racional como experimentalmente, que la
que se llama vena arteriosa, pero que en realidad tanto por su constitución sangre atraviesa los pulmones v el corazón merced al pulso de los ventrículos,
como por su función v en todos los respectos es una arteria; y el ventrículo iz- siendo impelida y lanzada a todo el cuerpo: allí se introduce en las venas y
quierdo a la aorta y, a través de las arterias, a todo el cuerpo. en las porosidades de la carne, v a través de las mismas venas vuelve de toda
la periferia al centro, pasando de las pequeñas a las mayores, v de éstas a la
Estos dos movimientos, el de las aurículas y el de los ventrículos, se reali- vena cava, hasta llegar por fin a la aurícula del corazón, y en tan gran canti-
zan seguidos, con tal armonía y ritmo, por así decirlo, que parece que ambos dad, con tanto flujo v reflujo del centro por las arterias a la periferia, y de
son simultáneos y que existe un solo movimiento, sobre todo en los animales ésta por las venas a aquél, que no puede ser suministrada por los alimentos
más cálidos cuando se hallan agitados por un movimiento rápido. Es lo mismo recibidos, y en una abundancia mucho mayor sin duda de la que sería suficien-
que ocurre en las máquinas donde, moviendo una rueda a otra, parecen mover- te para nutrición; es, pues, necesario concluir que la sangre describe en los
se todas a la vez, y en el aparato mecánico que se emplea en las escopetas don- animales un movimiento circular, y que está en perpetuo movimiento, consis-
de, por la compresión de una lengüeta, cae un pedernal que golpea el tiendo en esto la acción o función del corazón, que la lleva a cabo mediante
acero empujándolo, se produce así fuego que cae a la pólvora, la pólvora se su pulso, y siendo esta función causa única del movimiento y el pulso del
enciende, se esparce por el interior, se produce una explosión, sale volando corazón.
la bala, y penetra en el blanco, y todos estos movimientos, por su rapidez, pa-
recen tener lugar al mismo tiempo, como en un abrir y cerrar de ojos. (...) G. HARVEY: De motu coráis (1628).
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11.20 E L ANÁLISIS NEWTONIANO tra mente es capaz de distinguir todavía partes más pequeñas, como se demues-
tra matemáticamente. Pero si las partes así distinguidas y no divididas toda-
Normas del razonamiento en filosofía.
vía, pueden, mediante los poderes de la Naturaleza, dividirse y separarse una
NORMA I. No hemos de admitir más causas de las cosas naturales que las de otra, no podemos determinarlo ciertamente. Sin embargo, si tuviéramos la
que sean verdaderas y suficientes -para explicar sus apariencias. prueba de que una partícula individida, al romper un cuerpo duro y sólido,
A este propósito, los filósofos dicen que la Naturaleza no hace nada en sufre una división, podríamos, en virtud de esta regla, concluir que tanto las
vano, y cuanto más en vano sea menos servirá; porque la Naturaleza se com- partículas individidas como las divididas pueden dividirse y separarse hasta el
place en la simplicidad, y no gusta de la vanidad de las causas superfluas. infinito. Finalmente, si aparece universalmente, mediante experimentos y ob-
NORMA II. Por tanto, a los mismos efectos naturales deben, en lo posible, servaciones astronómicas, que todos los cuerpos cercanos a la tierra gravitan
asignarse las mismas causas. hacia ella y en proporción a la cantidad de materia que contienen; que, del
Así, a la respiración en el hombre y en el animal; a la caída de la piedra en mismo modo, la luna de acuerdo a la cantidad de su materia, gravita hacia la
Europa y en América, a la luz de nuestro fuego de cocina y la del sol; la re- tierra; que, por otra parte, nuestro mar gravita hacia la luna; y que los pla-
netas lo hacen unos hacia otros; v los cometas de forma parecida hacia el sol;
flexión de la luz en la tierra y en los planetas.
debemos, en consecuencia, deducir universalmente que todos los cuerpos se
NORMA III. Las cualidades de los cuerpos, que no admiten ni intensifica- hallan dotados de un principio de gravitación mutua. Porque el argumento de
ción ni disminución de grados, y que, según se comprueba, pertenecen a todos las apariencias concluve con más fuerza en favor de la gravitación unnersal
los cuerpos situados al alcance de nuestros experimentos, han de estimarse de todos los cuerpos que en favor de su impenetrabilidad; de la que, entre los de
cualidades universales de todos los cuerpos cualesquiera que sean. las regiones celestes, carecemos de experimentos o de cualquier otra forma
Porque ya que las cualidades de los cuerpos las conocemos únicamente me- de observación. N o es que afirme que la gravedad es esencial a los cuerpos;
diante experimentos, hemos de sostener como universal todo lo que concuerde por su vis ínsita no quiero significar nada sino su inercia. Esta es inmutable.
universalmente con estos experimentos. N o hemos de sacrificar por ello de Su gravedad disminuye en cuanto que se aleja de la tierra.
ningún modo la evidencia de los experimentos a los sueños v vanas ficciones
de nuestros proyectos; ni hemos de desviarnos de la analogía de la Naturaleza NORMA IV. En filosofía experimental hemos de considerar proposiciones
que acostumbra a ser simple, y siempre en consecuencia consigo misma. N o deducidas por inducción general de fenómenos lo más cuidadosamente posible,'
tenemos otro modo de conocer la extensión de los cuerpos que nuestros sen- no obstante pueden imaginarse algunas hipótesis contrarias, hasta el momento
tidos, y ni siquiera éstos la alcanzan en todos los cuerpos; pero como percibi- en que ocurran otros fenómenos que hagan tales proposiciones más precisas,
mos la calidad de extensión en todo lo que es sensible, en consecuencia la o señalen excepciones a ellas.
adscribimos universalmente a todos los demás cuerpos también. Q u e numerosos Debemos seguir esta regla, la de que el argumento de inducción no puede
cuerpos son duros, lo conocemos por la experiencia; v como la dureza del todo ser eludido mediante hipótesis.
deriva de la dureza de las partes, inferimos en consecuencia la dureza de las I. N E W T O N : Philosophiae naturalis principia mathematica (1687).
partículas individidas, no solamente de los cuerpos que experimentamos sino
también de todos los demás. Q u e todos los cuerpos son impenetrables, lo de- Consideradas todas esas cosas, me parece lo más probable que Dios formó
ducimos no por la razón sino por la sensación. Los cuerpos que manipulamos en u n principio la materia compuesta de partículas sólidas, macizas, duras, im
los encontramos impenetrables y de ahí concluimos que la impenetrabilidad penetrables y movibles, con los tamaños, formas y demás propiedades y en
es una propiedad universa] de todos los cuerpos. Q u e todos los cuerpos son número proporcionado al espacio de modo que fueran más conducentes al fin
movibles, y dotados de cierto poder (que llamamos inercia) para perseverar en para que las formó, y que esas partículas primitivas, por ser sólidas, son in-
su movimiento o en su descanso, lo podemos inferir solamente de propiedades comparablemente más duras que cualquiera de los cuerpos porosos compuestos
semejantes observadas en los cuerpos que hemos visto. La extensión, dureza, con ellas; tan duras q u e no se desgastan ni se rompen, porque ninguna fuerza
impenetrabilidad, movilidad e inercia del todo, resulta de la extensión, du- ordinaria sería capaz d e dividir lo que el mismo Dios hizo al comienzo de la
reza, impenetrabilidad, movilidad, e inercia de las partes; y de aquí concluimos Creación. Continuando enteras esas partículas, pueden formar, en cualquier
que las mínimas partículas de todos los cuerpos han de ser también todas ellas, ex- tiempo, cuerpos de la misma naturaleza y contextura, pero, si se desgastasen o
tensas, duras, impenetrables y movibles, y dotadas de su propia inercia. Y rompiesen en pedazos, la naturaleza de las cosas que de ellas depende se cam
éste es el fundamento de toda filosofía. Además, el hecho de que las divididas biaría. El agua y la tiena compuestas de antiguas partículas desgastadas y de
pero contiguas partículas de los cuerpos pueden separarse unas de otras, es fragmentos de esas partículas no tendrían ahora la misma naturalc/.a y contex
objeto de observación; y, en las partículas que permanecen individidas, nues- tura que el agua y la tierra de los tiempos primitivos, compuestas de partículas
enteras. Así, pues, para i¡ur si)J>sist;i la N;)U/i;ileza, h;>v que luhnilir que los
370 Textos fundamentales para la Historia 71. La Revolución científica 371

cambios de las cosas corpóreas dependen solamente de las variadas separaciones los movimientos a las fuerzas que los producen, \, en general, de los efectos
y nuevas agrupaciones de esas partículas permanentes, y que los cuerpos com- a las causas v de las causas particulares a las generales, hasta que el razona-
puestos son susceptibles de romperse no a través de esas partículas sólidas, sino miento llegue a la más general. Este es el método del análisis; la síntesis consiste
por donde las mismas se juntan, y se hallan en contacto sólo en algunos puntos! en admitir las causas como ya conocidas y establecidas como principios, y ex-
Me parece también que esas partículas no tienen solamente la vix inertiae, plicar por ellas los fenómenos que proceden de ellas v demostrar las explicacio-
acompañada de las leyes pasivas del movimiento que naturalmente resultan de nes.
esa fuerza, sino también que están movidas por ciertos principios activos, como I. NEWTON: Óptica (1704).
el de la gravedad y el que produce la fermentación y la cohesión de los cuerpos.
Esos principios no los considero como cualidades ocultas que se suponga sean He explicado hasta aquí los fenómenos celestes y los del mar por la fuerza
un resultado de las formas específicas de las cosas, sino como leyes generales de la gravitación, pero no he asentado en parte alguna la causa de esta gravita-
de la Naturaleza, mediante las cuales la cosas mismas se forman; la verdad de ción. Esta fuerza viene de alguna causa que penetra hasta el centro del Sol y
las leyes se nos aparece por los fenómenos, aunque no se hayan descubierto de los planetas, sin perder nada de su actividad. No obra según la grandeza de
todavía las causas de las mismas; estas leyes son cualidades manifiestas, aunque las superficies (como las causas mecánicas), sino según la cantidad de la mate-
sus causas se hallen ocultas. Los aristotélicos dieron el nombre de cualidades ocul- ria. Su acción se extiende desde todas partes, a distancias inmensas, decrecien-
tas no a las manifiestas, sino solamente a las que suponían que residen do siempre en razón doble de las distancias.
ocultas en los cuerpos y que son causas desconocidas de efectos manifiestos, co- La gravedad hacia el Sol se compone de las gravedades hacia cada una de
mo serían las causas de la gravedad, de las atracciones magnéticas y eléctricas sus partículas, y decrece exactamente, al alejarse del Sol, en razón doble
y de las fermentaciones, si se admite que esas fuerzas o acciones proceden de de las distancias y esto hasta la órbita de Saturno, como lo prueba el reposo de
cualidades desconocidas para nosotros e imposibles de descubrir y ser puestas los afelios de los planetas, y se extiende hasta los últimos afelios de los co-
de manifiesto. Tales cualidades ocultas ponen un límite al- progreso de la filo- metas, si tales afelios están en reposo.
sofía natural, y por esto han sido desechadas en los últimos años. Decirnos que No he podido lograr todavía el deducir de los fenómenos, la razón de estas
cada especie de cosas está dotada de una oculta cualidad específica, mediante propiedades de la gravedad, y no imagino hipótesis alguna. Pues todo lo que
la cual actúa y produce efectos manifiestos, es no decir nada; pero establecer, no se deduce de los fenómenos es una hipótesis y las hipótesis, ya sean meta-
partiendo de los fenómenos, dos o tres principios generales del movimiento, y físicas, físicas o mecánicas o de las cualidades ocultas, no deben ser tomadas
explicar después cómo las propiedades y las acciones de todas las cosas corpo- en consideración en la filosofía experimental.
rales resultan de esos principios manifiestos, sería un gran paso en la filosofía, En esta filosofía, las proposiciones han de deducirse de los fenómenos, y
aunque las causas de esos principios no fuesen conocidas todavía; por lo tanto, hacerse seguidamente generales por inducción. Así han sido conocidas la im-
no tengo escrúpulo en proponer los principios del movimiento antes mencio- penetrabilidad, la movilidad, la fuerza de los cuerpos, las leyes del movimiento
nados que tienen una gran generalidad, sin esperar a que sus causas havan v las de la gravedad. Y basta, pues, que la gravedad exista, y que obre según
sido descubiertas. (...) las leyes que hemos expuesto, y que pueda explicar todos los movimientos de
En la filosofía natural, lo mismo que en las matemáticas, la investigación los cuerpos celestes y de los marinos.
de las cosas difíciles por el método del análisis debe preceder siempre al método I. NEWTON: Philosophiae naturalis principia mathematica (1687).
de composición. Ese análisis consiste en hacer experimentos y observaciones, y
en sacar de ellos, mediante la inducción, conclusiones generales, no admitiendo L A FUERZA CENTRÍPETA 11.21
contra éstas más objeciones que las tomadas de los experimentos mismos o de
las verdades ya establecidas; las hipótesis no han de ser tomadas en considera- Definición lll
ción en la filosofía experimental. Aunque los razonamientos inductivos basados La fuerza que reside en la materia (vis, ínsita) es el poder que ella tiene de
en los experimentos y las observaciones no sean una demostración de las con- resistir. A esta fuerza se debe el que todo cuerpo, persevere por sí mismo en su
clusiones generales, son, sin embargo, los mejores que, admite la naturaleza estado actual de reposo, o de movimiento uniforme en línea recta.
de las cosas, y pueden ser estimados de tanta mayor fuerza cuanto más general Esta fuerza es siempre proporcional a la cantidad de materia de los cuerpos,
sea la inducción. Si los fenómenos no presentan ninguna excepción, la conclu- y no difiere de lo que llamamos la inercia de la materia, más que por la manera
sión puede ser afirmada con generalidad; pero si posteriormente, en cualquier de concebirla. Pues la inercia es lo que hace que no se pueda cambiar sin
tiempo, se presenta en los experimentos alguna excepción, puede entonces esfuerzo, el estado actual de un cuerpo, ya sea que se mueva, o que esté en
afirmarse que la conclusión es válida con las excepciones ocurridas. Mediante reposo. Por ello podemos dar a la fuerza que reside en los cuerpos, el nombre
csle método de análisis podemos pasar de los compuestos a sus inoredientes, de muv expresivo de fuerza de inercia.

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