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Perspectiva de Kandel

CAP 15

 En 1885, una década antes de que Thorndike iniciara sus estudios sobre el aprendizaje en
animales experimentales, el filósofo alemán Ebbinghaus transformó el estudio de la
memoria humana, que, en sus manos, dejó de ser una reflexión introspectiva y se convirtió
en una ciencia de laboratorio. Ebbinghaus opinaba que los procesos mentales son biológicos
y se pueden comprender en términos científicos rigurosos, como los fenómenos químicos y
físicos. Así, concibió la idea de estudiar la memoria utilizando un enfoque experimental. Las
técnicas que ideó para medir la memoria aún se emplean en la actualidad.

Al idear los experimentos relativos al almacenamiento de nueva información en la memoria,


Ebbinghaus tenía que asegurarse de que los sujetos de estudio estuvieran formando asociaciones
relativamente nuevas y no estuvieran recurriendo a asociaciones ya aprendidas. Se le ocurrió que
podía hacer que los sujetos aprendieran palabras sin sentido. Puesto que esas palabras carecen de
sentido, no encajan en la red de asociaciones previas del sujeto. Ebbinghaus hizo una lista de 2.000
palabras de este tipo, escribió cada una de ellas en un trozo de papel, mezcló los papeles y los
extrajo al azar para formar listas cuya longitud variaba entre 7 y 36 palabras sin sentido. Se fue a
París y alquiló un cuarto. Allí memorizó cada lista por separado leyéndola en voz alta a una velocidad
de 50 palabras por minuto.

A partir de estos experimentos consigo mismo, Ebbinghaus dedujo dos principios. Primero, que la
memoria es gradual, es decir, que la práctica implica perfeccionamiento. Segundo, advirtió que se
podía aprender y recordar una lista de 6 o 7 elementos con una única presentación, mientras que
una lista más larga exigía presentaciones repetidas.

A continuación, trazó una curva del olvido. Hizo pruebas a diferentes intervalos después del
aprendizaje, empleando listas para cada intervalo, y determinó el tiempo necesario para volver a
aprender cada lista con igual grado de precisión que la primera vez. Descubrió así que hay un
principio ahorrativo: volver a aprender una lista llevaba menos tiempo y exigía menos pruebas que
aprenderla por primera vez. Sin embargo, su descubrimiento más interesante fue que el olvido tiene
por lo menos dos fases: una fase inicial de declinación rápida mucho más aguda en la primera hora
posterior al aprendizaje, y una fase posterior de declinación mucho más gradual que abarcaba más
o menos un mes.

 En 1890 James, apoyándose en las dos fases del olvido descubiertas por Ebbinghaus, llegó
a la conclusión de que la memoria abarca por lo menos dos procesos diferentes: un
proceso de corto plazo que denominó “memoria primaria” y otro de largo plazo que llamó
“memoria secundaria” para la memoria de largo plazo porque implicaba recuperar el
recuerdo algún tiempo después de la experiencia de aprendizaje.

 Poco a poco, para los psicólogos de la escuela de Ebbinghaus y James se fue haciendo
evidente que el paso siguiente para comprender la memoria a largo plazo consistía en
averiguar cómo se afianza el recuerdo (proceso que hoy denominamos consolidación). Este
proceso se lleva a cabo prestando atención a la información y asociándola de manera
sistemática y significativa con conocimientos ya afianzados.
 En 1900, los psicólogos alemanes Müller y Pilzecker obtuvieron el primer indicio sobre la
estabilización de la información recientemente almacenada. Usando las técnicas de
Ebbinghaus, solicitaron a un grupo de voluntarios que aprendieran bien una lista de
palabras sin sentido a fin de recordarlas 24 horas después, cosa que los sujetos no tuvieron
dificultad en hacer. Luego, solicitaron a un segundo grupo de voluntarios que aprendieran la
misma lista con el mismo número de repeticiones, pero además les proporcionaron otra lista
de palabras que debían aprender inmediatamente después de haber aprendido la primera.
24 horas más tarde los voluntarios de ese segundo grupo no pudieron recordar la primera
lista. Por el contrario, un tercer grupo de voluntarios a quienes se les hizo aprender la
segunda lista dos horas después de aprendida la primera no tuvieron dificultad para
recordar la primera 24 horas después. Esos resultados indicaban que en la hora posterior
al aprendizaje, cuando la primera lista estaba aún en la memoria de corto plazo y, tal vez,
en las etapas iniciales de la de largo plazo, la memoria aún era fragil. Transcurridas dos
horas o más y consolidado el recuer do, éste adquiere estabilidad por algún tiempo y no se
esfuma tan fácilmente.

 Hay dos tipos de observaciones clínicas que confirman la idea de la consolidación. En primer
lugar, se sabe que las lesiones en la cabeza y la conmoción cerebral pueden producir una
pérdida de la memoria, denominada amnesia retrógrada. Habitualmente, un boxeador que
recibe un golpe en la cabeza y sufre conmoción cerebral recuerda que acudió a la pelea,
pero tiene un blanco con respecto a todo lo que ocurrió después. Sin duda, fueron muchos
los acontecimientos registrados en su memoria de corto plazo inmediatamente antes del
golpe, pero el golpe en el cerebro se produjo antes de que cualquiera de esos recuerdos
pudiera consolidarse. La segunda observación clínica es que se produce una amnesia
retrógrada similar después de una convulsión epiléptica. La gente que sufre de epilepsia no
puede recordar los sucesos que precedieron inmediatamente al ataque. Todo esto sugiere
que en sus etapas iniciales el almacenamiento de la memoria es dinámico y lábil.

 Las primeras pruebas rigurosas al respecto datan de 1949, cuando el psicólogo Duncan
aplicó estímulos eléctricos al cerebro de animales experimentales durante su
entrenamiento e inmediatamente después. Las convulsiones resultantes afectaron la
memoria y causaron amnesia retroactiva. En cambio, si se inducían convulsiones varias
horas después del entrenamiento, la memoria casi no se veía afectada. Veinte años
después, Flexner hizo un descubrimiento notable. Comprobó que las drogas que inhiben la
síntesis de proteínas (La síntesis de proteínas es un evento biológico que se manifiesta en
todos los seres vivientes y se produce cuando las células transforman la información
almacenada en su ADN y la transforman en moléculas de proteínas) en el cerebro afectan
la memoria de largo plazo si se las administra poco después del aprendizaje, aunque no
alteran la memoria de corto plazo. Ese descubrimiento parecía indicar que la memoria de
largo plazo exige la síntesis de nuevas proteínas. Esas dos series de investigaciones
parecían confirmar la idea de que el almacenamiento consta por lo menos de dos etapas:
por medio de un proceso de consolidación que exige la síntesis de proteína nueva la
memoria de corto plazo que dura unos minutos se convierte en una memoria estable de
largo plazo que dura días, semanas e incluso más.
 En 1971, Kandel y Carew habían comprobado que la habituación y la sensibilización (las
formas más simples de aprendizaje) pueden mantenerse durante períodos largos mediante
el entrenamiento reiterado. Con el tiempo descubrieron que los cambios celulares que
acompañan la sensibilización de largo plazo eran similares a los que sustentan la memoria de
largo plazo en el cerebro de los mamíferos: la memoria de largo plazo exige la síntesis de
nuevas proteínas.

Por las investigaciones de Milner sobre HM sabíamos que en los seres humanos, en la memoria
explícita a largo plazo no sólo interviene la corteza sino también el hipocampo. Pero, ¿qué ocurría
con la memoria implícita más simple? Carew, Castelucci y Kandel comprobaron que las mismas
conexiones sinápticas entre neuronas sensoriales y motoras que se alteran en la habituación y la
sensibilización de corto plazo también se modifican en la habituación y la sensibilización duraderas.
Todo indicaba que en los casos más simples el mismo lugar puede almacenar la memoria de corto y
de largo plazo, y que puede hacerlo en respuesta a distintos tipos de aprendizaje.

En 1973, se incorporó al equipo a Bailey, joven y talentoso biólogo celular, para que estudiara los
cambios estructurales que acompañan la transición de la memoria de corto plazo a la memoria
duradera.

El equipo descubrió entonces que la memoria de largo plazo no es una mera extensión de la de
corto plazo: no sólo duran más los cambios de la intensidad sináptica sino que el número concreto
de sinapsis del circuito también se modifica. Específicamente, en la habituación de largo plazo el
número de conexiones presinápticas entre neuronas sensoriales y motoras decrece, pero en la
sensibilización de largo plazo, las neuronas sensoriales establecen nuevas conexiones que
persisten mientras se conserva el recuerdo. En cada caso se produce un cambio paralelo en la célula
motora.

Bailey y Chen descubrieron que una única neurona sensorial tiene aproximadamente 1.300
terminales presinápticas a través de las cuales establece contacto con 25 células de destino
diferente. De las 1.300 terminales presinápticas, sólo el 40% tiene sinapsis activas, y sólo estas
últimas cuentan con los mecanismos necesarios para la liberación de un neurotransmisor. En la
sensibilización de largo plazo, el número de terminales presinápticas se duplica y la proporción de
sinapsis activas aumenta al 60%. Además, la neurona motora desarrolla nuevas terminales para
establecer contacto con algunas de las conexiones nuevas. Llegado el momento, a medida que el
recuerdo se esfuma y la respuesta intensificada vuelve a la normalidad, el número de terminales
presinápticas decrece a 1.500 aproximadamente, un valor ligeramente superior al inicial.
Presumiblemente, ese incremento residual es responsable de un hecho que descubrió Ebbinghaus:
que cuando un animal aprende una tarea por segunda vez, el proceso de aprendizaje es más rápido.
En la habituación de largo plazo, por el contrario, el número de terminales presinápticas decrece
de 1.300 a 850 aproximadamente, y el número de terminales activas también disminuye, de 500
hasta alrededor de 100, lo que implica una paralización casi total de la transmisión sináptica.

 En conformidad total con la teoría del proceso único, el mismo lugar puede generar
memoria de corto y de largo plazo en la habituación y en la sensibilización. Además, en
cada caso se modifica la intensidad sináptica. No obstante, en conformidad con la teoría
de los dos procesos, los mecanismos involucrados en la memoria de corto y de largo plazo
son radicalmente diferentes. La memoria de corto plazo produce un cambio funcional de
sinapsis, intensifica o atenúa conexiones previas; la memoria de largo plazo exige cambios
anatómicos. El entrenamiento de sensibilización reiterado provoca que las neuronas
desarrollen nuevas terminales y da origen a la memoria de largo plazo, mientras que la
habituación hace que las neuronas retraigan las terminales existentes. Así, mediante
cambios estructurales profundos el aprendizaje puede desactivar sinapsis activas o activar
sinapsis inactivas.

 Para ser de utilidad, es necesario que el recuerdo se recupere. Esa recuperación depende de
la presencia de un indicio o pie adecuado que el animal pueda asociar con sus experiencias
de aprendizaje. Los indicios pueden ser externos o internos. Las neuronas que recuperan el
recuerdo del estímulo son las mismas neuronas sensoriales y motoras que intervinieron la
primera vez. No obstante, como el aprendizaje modificó el número y la intensidad de las
conexiones sinápticas entre esas neuronas, el potencial de acción generado por el estímulo
“lee” el nuevo estado de la sinapsis cuando llega a la terminal presináptica y el recuerdo da
origen a una respuesta más intensa.

 En la década de 1950, se creía que el mapa de la corteza somatosensorial descubierto por


Marshall es fijo y no cambia a lo largo de la vida. Sabemos ahora que esa idea es incorrecta.
Ese mapa está sujeto a modificaciones constantes por obra de la experiencia. A este
respecto, dos estudios de la década de 1990 fueron esclarecedores.

En primer lugar, Merzenich descubrió que en los monos los pormenores de los mapas corticales
individuales varían considerablemente. La investigación inicial de Merzenich no discriminaba entre
los efectos de la experiencia y los de la dotación genética. A continuación, Merzenich llevó a cabo
otros experimentos para determinar el aporte relativo de los genes y de la experiencia. Entrenó a un
grupo de monos para que obtuvieran alimento tocando un disco rotatorio con los tres dedos
centrales de la mano. Al cabo de varios meses, el área de la corteza consagrada a esos dedos había
aumentado notablemente. Al propio tiempo, la sensibilidad táctil de esos dedos aumentó.
En segundo lugar, Ebert y sus colaboradores compararon imágenes del cerebro de violinistas y
violonchelistas con las correspondientes a personas que no eran músicos. Los músicos que tocan
instrumentos de cuerda usan cuatro dedos de la mano izquierda para modular el sonido de las
cuerdas. Los dedos de la mano derecha, que mueve el arco, no tienen movimientos tan
diferenciados. El equipo de investigación descubrió que la zona del córtex correspondiente a los
dedos de la mano izquierda era mucho más extensa en el cerebro de los músicos. Además, los
músicos que habían empezado a tocar el instrumento antes de los 13 años presentaban un mayor
desarrollo de esas zonas que los músicos que se habían iniciado después de esa edad.

 Esos cambios de los mapas corticales como consecuencia del aprendizaje ampliaban las
conclusiones de los estudios de Kandel: el tamaño de la representación de una zona
corporal en la corteza depende de la intensidad y la complejidad de su uso. Además, como
demostraban las investigaciones de Ebert, esos cambios estructurales del cerebro se llevan
a cabo más fácilmente en los primeros años de vida.

Por otra parte, los resultados obtenidos indicaban que la plasticidad del SN (la capacidad de las
células nerviosas para modificar la intensidad de las sinapsis e incluso, su número) es el mecanismo
sobre el que descansa la memoria de largo plazo. Por ende, como cada ser humano se cría en un
ambiente diferente y también tiene experiencias distintas, la arquitectura de cada cerebro
humano es única. Incluso los gemelos que poseen genes idénticos tienen cerebros distintos
porque sus experiencias son distintas.

CAP 16
 Descubrimos que las modificaciones son en gran medida unilaterales: en la habituación de
corto plazo que sólo dura unos minutos, la neurona sensorial libera menos neurotransmisor,
y durante la sensibilización de corto plazo libera más neurotransmisor.

 Más tarde, hallamos también que el neurotransmisor en cuestión es el glutamato, que


funciona también como principal transmisor excitatorio en el cerebro de los mamíferos. Si se
incrementa la cantidad de glutamato que la célula sensorial envía a la motora, la
sensibilización refuerza el potencial sináptico suscitado en esta última y facilita así el disparo
de un potencial de acción. Advertimos entonces que hay dos tipos de circuitos neurales de
importancia para el comportamiento y el aprendizaje: los circuitos mediadores, y los
circuitos moduladores.

 Los circuitos mediadores originan directamente el comportamiento. Son los componentes


neuronales del comportamiento determinados por la genética y el desarrollo, y constituyen
la arquitectura neuronal. El circuito mediador está integrado por las neuronas sensoriales
que inervan el sifón, las interneuronas y las neuronas motoras que controlan el reflejo de
retracción de la branquia. En el aprendizaje, el circuito mediador hace las veces de alumno y
adquiere conocimientos nuevos. El circuito modulador, en cambio, responde a la concepción
de Locke y actúa como maestro. No participa directamente en la producción del
comportamiento sino que lo ajusta o lo afina en respuesta al aprendizaje, modulando –en
forma heterosináptica la tenacidad de las conexiones sinápticas entre neuronas sensoriales
y motoras

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