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CAPÍTULO 5
"El concepto tradicional de gestión de empresa está lle gando al final del
camino. La noción de gestión como idea significante en sí, como una parte
importante de la organización, está obsoleta. Creo que habrá tres tipos de
personas en la organización del futuro. Tendremos una gran mayo ría que serán
los creadores de valor agregado, los que harán el trabajo real -ya sea trabajo
rutinario o altamente creativo-. Tendremos un pequeño conjunto de coaches
que facilitarán su trabajo y les capacitarán y tendremos un pu ñado de líderes
que serán los que dirijan la organización." (Traducción corregida.)
"El trabajo principal del líder de líderes es (...) potenciar a otros líderes, lo
que significa, en primer lugar, crear las condiciones que expandan la habilidad
de todos los empleados de tomar decisiones y crear el cambio. Pero, más que
eso, significa que el líder debe ayudar de manera activa a sus seguidores a
alcanzar su máximo potencial de liderazgo."
Como puede apreciarse, estamos en un entorno de trabajo muy diferente del
que nos había acostumbrado la empresa tradicional. Michael Hammer lo describe
así:
"Es un trabajo en un entorno enfocado v conducido hacia el cliente, en el
cual equipos de profesionales, con autonomía y responsabilidad, crean un
producto final. Y lo hacen no bajo la mirada de águila de un capataz severo,
sino bajo el benigno tutelaje de un directivo consejero."
Y luego añade:
"En efecto, el directivo se convierte en un coach. Alguien cuyo papel es
aconsejar, apoyar, facilitar, para permitir a los miembros del equipo que
cumplan con su trabajo. Pero no basándose en la premisa de que los directivos
están mejor calificados para hacerlo, porque, francamente, si estuviesen más
calificados para hacerlo, seguramente lo estarían haciendo ellos mismos, sino
porque su aporte está en amplificar y mejorar el trabajo del equipo."
(Traducción corregida.)
¿Qué es un coach?
Es importante desarrollar, aunque sea de forma breve y resumida, la noción
de coach. EL término proviene del ámbito de los deportes. En ellos, resulta una
experiencia habitual el hecho de que un equipo que durante largo tiempo ha
exhibido un desempeño mediocre, alcance desempeños sobresalientes luego que
se hace cargo de él un nuevo coach. A la vista de todos, el equipo es irreconocible.
Pero también lo son sus miembros, pues comienzan a realizar acciones que
previamente resultaban inimaginables.
Muchos jugadores están perfectamente conscientes de que tanto su
desempeño como el desempeño del equipo se debe a la labor del coach. Michael
Jordan, por ejemplo, del equipo de los Toros de Chicago, quizás el mejor jugador
de básquetbol de todos los tiempos, se resistía a jugar bajo el tutelaje de alguien
que no fuera Phil Jackson, su coach. Jordan sabía que lo que había logrado
alcanzar no se debía sólo a su propio esfuerzo. Sin duda, éste era importante.
Pero nunca hubiera alcanzado el nivel de excelencia si no hubiese sido por la
mano de Jackson.
Desde hace mucho tiempo el mundo empresarial observaba este fenómeno
con admiración, preguntándose cómo hacer algo equivalente con los equipos de
trabajo en el interior de las empresas. ¿Qué hacían estos hombres y mujeres? ¿En
qué consistía la "intervención" de un coach? ¿Era posible trasplantar esa
experiencia del mundo de los deportes al mundo de la empresa?
Durante algún tiempo se buscó un trasplante casi directo de la experiencia de
roaching y los primeros que hablaban de lo que debía hacerse en las empresas eran
algunos coaches deportivos. Sin embargo, ello no produjo mayores resultados.
Quienes son buenos para hacer algo, no siempre son los mejores para articular lo
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De vuelta a la transformación
Iniciamos este trabajo refiriéndonos a los desafíos de transformación que
actualmente enfrentan las empresas. Dijimos que la gran mayoría de ellas exhiben
serias dificultades al encararlos. Muchas de estas dificultades resultaban del hecho
de que les es difícil mirar a la transformación con un horizonte de largo plazo y, por
lo tanto, como un proceso de radical reestructuración para, progresivamente,
abandonar los moldes de la empresa tradicional y avanzar hacia un nuevo modo de
hacer empresa, sustancialmente distinto del anterior. La transformación suele
enfrentarse con una mirada de corto o mediano plazo y, muchas veces,
respondiendo a cambios en el entorno, como la aparición de nuevas propuestas o
tecnologías o los cambios que lleva a cabo la competencia.
El objetivo de este trabajo ha sido el argumentar que la empresa tradicional
ha muerto y que no habrá quien pueda resucitarla; y entregar criterios que sirvan
mejor; para encauzar las políticas de transformación. La empresa tradicional
respondió -y entonces lo hizo muy bien- a condiciones que ya no existen. Quienes
sigan apegados a ella correrán inevitablemente el peligro de desaparecer. Profun-
dos cambios, tanto externos como internos, exigen un modo diferente de hacer
empresa.
Es fundamental, por lo tanto, que toda empresa reflexione sobre esto y
comprenda que los reales desafíos de la transformación están, no sólo en
responder a pequeños desafíos inmediatos, sino en avanzar hacia la construcción
de un nuevo modo de hacer empresa. Mientras más las acerque esa reflexión a
entender el carácter de la crisis y las nuevas exigencias a las que tendrá que
responder la empresa del futuro, en mejores condiciones se encontrarán las
empresas y sus directivos para dirigir los esfuerzos de la transformación hacia
objetivos capaces de garantizar el éxito del mañana.