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Las historias nos identifican, nos dan a conocer un mundo distinto aún

perteneciendo a uno solo.

Los primeros recuerdos que tengo de mi infancia eran aquellos momentos en los que
solía jugar a ser maestra, aquellas tardes en las que mis osos de peluche se
convertían en mis alumnos, así como mi madre, que pasaba tiempo en un salón de
clases, con sus alumnos yo lo pasaba con ellos. Una etapa muy inocente en mi vida.
El tiempo pasó, llegó el momento dar el segundo paso, la entrada de la primaria. La
ilusión continuaba, quería vivir la realidad de mis juegos. Fue en ese momento en
el que ocupe el lugar de mis peluches. Primer día en primaria, entusiasmada y
nerviosa a la vez, al ver llegar a la maestra, una maestra muy joven, guapa,con sus
tacones altos, muy seria, al verla mi pensamiento fue que iba a ser difícil la
primaria, al pasar las semanas viendo el trabajo de la maestra, que todos los niños
y padres de familia odiaban, era que dejaba mucha tarea, apesar de eso yo amaba a
la maestra había algo en ella que admiraba se ganó mi cariño, algunos meses después
la maestra se ganó el cariño de todos los demas niños y padres de familia, los
padres asombrados de cómo sus hijos ya sabían leer y escribir.
En ese momento mire a la maestra y en mi mente paso que yo quería ser como ella,
como cuando jugaba con mis muñecos y ahí comenzó está motivación.
Así transcurrio mi camino por la primaria hasta que me tocó una maestra, ella era
muy especial ya que para lograr tener esa conexión con nosotros (sus alumnos) se
hacía pasar por un personaje llamado "quetita", así era la forma en que la maestra
lograba conectar y generar un ambiente sano y amigable con los alumnos.
En particular está maestra era algo ausente ya que al mismo tiempo de impartir
clases, era subdirectora, ella siempre nos contaba como amaba dar clases, pero
precisamente ese año la ascendieron a subdirectora, entonces tenía muchas cosas por
hacer y al mismo tiempo impartir clases, lo que más admiraba de la maestra era que
apesar de su trabajo, cansancio e incluso problemas, siempre llegaba al salón con
la mejor disposición y con ganas de enseñar, recuerdo mucho un tema en específico
"fracciones" ese tema en lo particular me daba miedo porque todos decían que eran
muy difíciles y costaba mucho trabajo entender, ella esa ocasión no dió la clase
como maestra sino como quetita, entre risas, anécdotas, ejemplos, etc.
Nos logro enseñar las fracciones de la mejor manera y sobre todo con el personaje
que ella hacía, ahí fue cuando reafirme que era lo que quería y que lo que jugaba
de niña no era una simple ilusión, sino que realmente me quería dedicar eso, tener
esa conexión tan especial con los niños, enseñar de la mejor manera, dejar mis
problemas a un lado y ser la mejor maestra.

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