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El legado de las literaturas indígenas: la literatura náhuatl, maya, quechua y guaraní

"Antes que la peluca y la casaca


fueron los ríos, ríos arteriales:
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias. (…)
Las iniciales de la tierra estaban
escritas.
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron (…)
o se inundaron de silencio o sangre.
Yo estoy aquí para contar la historia. (…)
Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza de púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada
palabra aún no nacida de mi boca".
Pablo Neruda
La literatura prehispánica hace referencia a la literatura anterior a la llegada de la colonización española a finales del
siglo XV y principios del siglo XVI. Esta literatura, sobre todo, hace referencia a los grupos lingüísticos del náhuatl y
el maya (situados en las naciones de Mesoamérica del Imperio Azteca y las ciudades-estados Mayas), y el inca
(situado en los Andes con el Imperio de Tihuantisuyo o Inca).

Las características generales de este tipo de literatura se centran el predominio de la oralidad, son textos anónimos
y/o colectivos entre cuyas temáticas destacan los orígenes del mundo y la creación de los seres humanos
(cosmogonías), la historia de sus pueblos (genealogías), así como cuestiones mitológicas y la narración de batallas.
Algunas de estas expresiones literarias se desarrollaron a partir de la escritura jeroglífica (ideogramas y/o
pictogramas) en la tradición maya y azteca, mientras que los incas utilizaban el quipu (un conjunto de nudos de
cuerdas con diferentes colores que tenían un código encriptado para la contabilidad o la expresión gráfica).

Es importante recordar las palabras de José Miguel Oviedo cuando sostiene que: “La literatura española no es, pues,
la primera manifestación literaria que se produce en América: no viene a llenar un vacío, sino a sustituir (o someter)
otros sistemas de símbolos e imágenes culturales considerablemente evolucionados; tal sustitución es el fenómeno
clave de la dependencia cultural que impone el sistema colonial” (1995: 32).

El problema de este tipo de expresiones artísticas ha sido su localización, ya que casi no se conservan textos debido al
borrado sistemático que llevaron a cabo los españoles, sobre todo los misioneros. Destruyeron los libros que
encontraron y asesinaron a los sacerdotes que tenían los conocimientos para descifrarlos. El obispo Fray Diego de
Landa en su “Auto de fe de Maní” escribió: “Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no
tenían cosa en que no hubiese supersticiones y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sintieron
a maravilla y les dio mucha pena” (citado por De la Garza, 1980: X).
Aztecas (náhuatl)
El imperio azteca se encontraba situado en Mesoamérica. Concentraba los dominios de la Triple Alianza (de Texcoco,
Tlacopan y México-Tenochtitlan). Los conquistadores españoles llegaron en 1519 y el fin del Imperio azteca tuvo
lugar en 1521 cuando los españoles (en alianza con los tlaxcatecas y totonacas, además de otros pueblos indígenas)
derrotaron la resistencia mexica en Tenochtitlan y Tlatelolco.
La civilización azteca se ha considerado una de las culturas indígenas más brillantes del centro y sur de México.
Contaban con una organización política y social muy avanzada, además de técnicas arquitectónicas muy desarrolladas
y un gran desarrollo artístico en la escultura, la orfebrería, la cerámica y los tejidos. Es importante destacar el
calendario azteca, así como los avanzados conocimientos que tenían en astronomía.

La ciudad de Teotihuacán (México) fue ocupada por


los aztecas

La tradición literaria azteca se desarrollo gracias a la transmisión oral y posteriormente, se utilizó el papel. Se
conservan libros y anales sobre acontecimientos históricos, temas religiosos, cuestiones bélicas, así como leyendas,
mitos y cuestiones astronómicos. Existen varios testimonios y es la herencia literaria más estudiada y traducida por los
cronistas y por la academia. Hacían uso de pictografías, ideogramas y una incipiente transcripción fonética que ha
dejado testimonio de sus creencias religiosas, su historia y cantares. Los materiales se dividen en verso o poesía que
los aztecas llamaban cuícatl (canto o himno) y la prosa, que se conocía como tlahtolli (palabra). La nobleza
estimulaba el desarrollo de estas expresiones de la cultura indígena a través de las casas de libros
o amoxcalli (bibliotecas y archivos donde se enseñaba poesía y otras artes). Se trataba de libros que los sabios podrían
interpretar (a partir de símbolos y pictogramas) conformados por hojas de papel vegetal cosidos (aunque su difusión se
llevaba a cabo a partir de la transmisión oral). Los cuícatl se acompañaban por música y a veces por la danza (eran
textos de sesgo filosófico y reflexivo).
Contaban con una tradición teatral importante, así como con escuelas de danza y mímica. La mayorías de las
representaciones se las dedicaban al dios Quetzalcoatl (que era el que le había enseñado a los hombres las artes y las
ciencias). Las expresiones teatrales públicas de ceremonias y ritos religiosos forman parte de la vida cotidiana de los
aztecas (para exaltar la grandeza del pueblo azteca, fiestas cortesanas, ritos de fecundidad, etc.). Se trataba de
espectáculos de masas que combinaban las antiguas creencias con los intereses del poder político. Alfonso Reyes
decía que el teatro había nacido tres veces en la historia de la humanidad “en Grecia, en la Europa medieval y en la
América precolombina” (Oviedo, 1995: 49).
La lengua náhuatl era la más extendida en Mesoamérica, pero tan solo nos han llegado fragmentos transcrito al
castellano por los cronistas y sacerdotes.

Mayas (quiché)
El pueblo maya se sitúa principalmente en las zonas geográficas de Guatemala, México y Honduras, así como en
Belice y El Salvador. Este pueblo se integra por diferentes etnias entre las que predomina el idioma del grupo indígena
yucateco, aunque cada etnia desarrolló su propia lengua. Los mayas destacaron por sus conocimientos en el campo de
las matemáticas, la astronomía, así como en las letras y las artes. Desarrollaron un sistema de escritura a partir de
glifos y pinturas, mostrando una gran afición por la literatura y los libros códices (la mayoría destruidos por el
fanatismo de los españoles). Los sacerdotes eran los encargados de descifrar e interpretar los jeroglíficos en los que se
guardaban mitos, historias y datos astronómicos.
A pesar de la dominación española el pueblo maya conserva sus costumbres, vestimenta y tradiciones.
En la literatura maya se destacan las manifestaciones del pueblo quiché (actual Guatemala) y cakchiquel (área
mexicana de Yucatán), y sus textos más relevantes son Popol Vuh y Chilam Balam: unos libros sobre las revelaciones
del pasado y predicciones del futuro, consejos morales, cronologías, observaciones astronómicas y relatos
cosmogónicos. Se trata de palimpsestos y/o recopilaciones misceláneas.
También se destaca la obra dramática Rabinal-Achí (1850) del indio Barolo Zis en la que se mezcla la tragedia con la
danza. Se representó durante la colonia y a veces fue clandestina por su carácter pagano y el mensaje de rebeldía
frente al invasor (que en el texto es otro pueblo indígena).
Zaculeu, junto a la ciudad de Huehuetenango

La etnia quiché es uno de los pueblos de la cultura maya situados en el altiplano guatemalteco. En la época
precolombina el pueblo quiché era uno de los más poderosos. La capital Utaltlán fue conquistada en 1534 por el
conquistador Pedro de Alvarado. El último comandante del ejército quiché fue Tecún Umán (héroe popular nacional
de Guatemala).

Se hablan veintisiete lenguas mayanses en el territorio maya. Norman Mc Kouwn establece la siguiente clasificación
de las lenguas mayas desde los primeros grupos ubicados en Guatemala desde 1800 a.C. (De la Garza, 1980: XI). En
algunas de estas lenguas se escribieron los libros indígenas coloniales:
Imágenes extraídas de de la Garza, Merceders (comp) (1980): Literatura maya, Biblioteca de Ayacucho.
Tras la conquista alguanas narraciones de origen oral fueron escritas por mayas en el siglo XVIII. Entre esos libros se
encuentra el Popol Vuh o Libro del Consejo (Anónimo): se considera la obra más importante de los mayas en la que
se recopilan diferentes historias sobre la creación del mundo y de los seres humanos, así como sucesos históricos y
legendarios del pueblo maya. Tan solo se conserva la copia y traducción del padre Francisco Ximénez bajo el
título Historia del origen de los indios de esta provincia de Guatemala (1857).

“Esto lo escribimos ya dentro del cristianismo y con


su modo de escribir; porque el Popol Vuh, nuestro
libro donde se veía la vida, ya no existe, ya no se ve.
Allí estaba el relato de cómo se formó el cielo y la
tierra, de cómo ésta se dividió en cuatro partes, de
cómo se extendió la cuerda de medir en el cielo y en
la tierra, por los cuatro rincones, según lo
establecieron el Creador y el Formador, la madre y el
padre de la vida, de todo lo creado; la respiración, el
pensamiento, la luz de los hijos, la felicidad de los
pueblos, la tierra, los lagos, el mar”
Otra obra de gran relevancia es el Chilam Balam o Libros del Chilam Balam perteneciente a varios pueblos de
Yucatán. Se trata de una adaptación de los fonemas mayas a los caracteres latinos donde aparecen relatos sobre la
historia del pueblo maya, la religión, la astronomía y la medicina.

"La relación de la historia de esta


tierra, en su tiempo, se hacía en
pinturas: porque no había llegado
el día en que se usaran estos
papeles y esta muchedumbre de
palabras; para que se preguntara a
los antiguos hombres mayas si
sabían cómo nacieron y cómo
fundaron su tierra en esta región".

Incas (quechua)
El Imperio Inca existió desde el siglo XIII hasta el siglo XVI. El centro del imperio se encontraba en la ciudad de
Cuzco y la sociedad inca consideraba que sus gobernantes eran descendientes de Manco Cápac. Los incas llegaron a
ocupar un amplio territorio entre Perú, Bolivia, la mitad norte de Chile, el noroeste argentino y la mitad sur de
Ecuador. Esta civilización construyó una red de caminos, puentes y comunicaciones sin parangón, además de tener un
fuerte sistema político, militar y económico. Se destacaron en las artes por la cerámica y los tejidos, así como en la
escultura (a partir de construcciones con grandes piedras para las que no utilizaban cemento). Inventaron los quipus,
un sistema mnemotécnico de escritura y obtuvieron un gran desarrollo en la industria, la ciencia y la medicina.

Imagen del Machu Picchu (situado cerca de Cuzco)


No se conocen expresiones artísticas y/ literarias de los pueblos preincas, ya que el Imperio Inca impuso la lengua
quechua o runasimi (lengua general), un creador (Viracocha), un culto (el Into) y una sociedad obediente al Inca. La
literatura quechua se asocia a los ciclos de siempre, cultivo y cosecha, a la exaltación de los triunfos militares incaicos,
así como a fábulas, relatos históricos y cosmogonías.
Los quipus eran un sistema de fijación gráfica que
les permitía almacenar la información de
acontecimientos del pasado, así como registros
económicos o estadísticos. Se trataba de cuerdas de
diferentes tamaño y grosor que todavía no hay no han
sido descifradas. En sus Comentarios reales, el Inca
Garcilaso, dedica dos capítulos a explicar los quipus
como sistema de cómputo o contabilidad, así como
sistema mnemotécnico para guardar la memoria de
las historias que complementaban la tradición oral
(Libro VI, caps. VIII y IX). No se tragaba de un
sistema verbal y se conoce muy poco sobre su
funcionamiento y significado. El quipucamayoc era
la persona que podría interpretar los quipus.
Para el pueblo inca los espectáculos teatrales eran muy importantes: tenían una finalidad política y se hacía uso de la
danza junto a la acción dramática. Destaca el drama Ollantay: una drama histórico sobre los amores del militar
Ollantay con la princesa Cusi Qcoyllur. También se cultivaron otras formas literarias y existían funcionarios
especializados; los amautas (eran filósofos y hombres sabios) y los haravecs (eran cantores profesionales que
recitaban en la corte y festividades públicas). Predominó la poesía lírica, así como himnos de tema religioso, heroico y
agrícola. Las formas más comunes de la lírica eran yaravíes y arawi: elegías de amor y canciones, así como una forma
de fábula humorística conocida como aranway.

Guaraní

José Miguel Oviedo, en Historia de la literatura hispanoamericana 1. De los orígenes a la Emancipación, sostiene
que las tribus Guaraní-Tupi han dejado pocos testimonios literarios. Su centro geográfico cubría Paraguay, Brasil y el
norte de Argentina y se dividían en tres grupos dialectales: el Ñe’engatú (o lengua hermosa) del área amazónica, el
Tupinambá o guaraní de la costa atlántica; y el Avañé’ê (o lengua de los hombres) en Paraguay, Bolivia, Brasil y
Argentina.

Los españoles ocuparon el territorio de lo que conocemos como Paraguay y fundaron la capital de Asunción en 1537.
La carencia de piedras preciosas no atrajo una gran afluencia de colonos y las mujeres europeas no comenzaron a
llegar hasta bien entrado el siglo XVI. Esta situación particular propició que los colonos españoles establecieran lazos
familiares con las mujeres indígenas con el resultado de una descendencia mestiza y una mezcla cultural y étnica sin
precedentes. En esta zona se utilizó la metáfora del mancebo de la tierra para hacer referencia al fruto del cruce entre
europeo e indígena (véase Rubén Bareiro Saguier). De este modo, la lengua materna era el guaraní puesto que la
madre india criaba al mancebo en su lengua. Esta peculiaridad propició que el mancebo ocupara un lugar importante
en la vida pública (algo que no sucedía en otras colonias españolas de América, donde el mestizo tenía una posición
subalterna).
El idioma vehicular en la colonia era el guaraní y el castellano, por lo que su reconocimiento oficial data de finales del
siglo XVI (tal y como demuestran las ordenanzas del gobernador Hernandarias de Saavedra en 1598). Durante los tres
siglos de colonización (Paraguay se independiza en 1811), la lengua guaraní fue estimulada primero por los
franciscanos y posteriormente por la orden de los jesuitas

Wolf Lustig explica que "El Paraguay es el único país latinoamericano donde la lengua de los «vencidos» ha
mantenido su vigor hasta el siglo XXI. Es más, la Constitución de 1992 establece definitivamente en su Artículo 140:
«El Paraguay es un país pluricultural y bilingüe. Son idiomas oficiales el castellano y el guaraní» (54).

Para conocer mejor la literatura paraguaya os recomiendo visitar el portal de la Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes donde tendréis acceso a autores/as y obras, así como a estudios críticos que os serán de gran ayuda.

Bibliografía:
 Arellano, Jorge Eduardo (1987): "Los hijos del maíz: introducción a la literatura indígena de
Mesoamérica", Mesoamérica, 13, pp. 153-161.
 Caufield, Catherine(2009): “El Popol Vuh del quiché-maya”, Artifara, 9 , pp. 159-169.
 Cornejo Polar, Antonio (2003): Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas
andinas. Lima: CELACP.
 Garza, Merceders (comp) (1980): Literatura maya, Biblioteca de Ayacucho.
 Guzmán, D. (2007): "Las historias de la literatura regionales como nuevo paradigma identitario", Hallazgos, (8), págs.
87-98.https://www.redalyc.org/pdf/4138/413835168006.pdf
 Huertas, K. (2021, 25 de mayo). "Literatura regional costarricense: un acercamiento contrahegemónico", Semanario
Universidad de la Universidad de Costa Rica.
 Lustig, Wolf (2002): "Literatura paraguaya en guaraní", América sin nombre, nº 4, pp. 54-61.
 Mackenbach, W. (2008). Intersecciones y transgresiones. Propuestas para una historiografía literaria en
Centroamérica. (Eds.), Hacia una historia de las literaturas centroamericanas, Guatemala. F&G Editores.
 Mignolo, W. (2007). La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial, Gedisa.
 Rencinos, Adrián (1947): "Introducción", Popol Vuh, Fondo de Cultura, México.
 Rivera Dorado, Miguel (2000): "¿Influencia del cristianismo en el Popol Vuh?", Revista Española de Antropología
Americana, n30, pp. 137-162.
 Zavala, Magda. (1998). "La literatura indígena centroamericana ayer y hoy", Kipus: Revista Andina de Letras, 9,
págs. 101-112.

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