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La Conducción del niño

Elena G. White
Los padres no realizan la obra de la enseñanza como debe de ser. No han estudiado
como educar con sabiduría la voluntad y los impulsos de sus hijos. Los niños deben
cumplir las ordenes de los padres con gozo, debe aferrarse a Jesús, de lo contrario
satanás realizará su obra.

La madre debe aprender en el camino de Dios como educar a sus hijos, buscar
mejorar sus facultades para realizar una obra cabal. Aun en la atención de un bebe
se tendrá modales reposados y suaves pero firmes, es por ello que la experiencia y
los métodos de otras personas, deben estudiarse cuidadosamente antes de aplicarlos.
El pueblo de Israel mediante el canto, la oración y las lecciones de las escrituras se
enseñaba que la Ley de dios era expresión de su carácter. Los niños deben obedecer
porque fueron instruidos con bondad y amor. Preparar a los hijos para ser obreros
de Dios, si los padres hacen su parte el Señor hará la suya.
Al corregir los errores hay que razonar con paciencia y poder enseñarles conductas
correctas. Jugar al aire libre es importante en la educación, antes de los libros deben
jugar en medio de la naturaleza para aprender el amor de Dios.
Las lecciones deben ser cortas e interesantes, enseñando también por el ejemplo, las
instrucciones deben ser cortas y al punto, repetirlas con frecuencia.
Siempre meditar en la naturaleza, colores, formas y el amor de Dios hacia el ser
humano. Las actividades de los niños deben ser orientadas para que el uso de sus
energías tenga propósito.

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Desde edad temprana enseñar al niño a tener tareas productivas en el hogar. Deben
aprender a tener gozo en servir y sacrificarse por los demás.
Haciendo la voluntad de Dios y los quehaceres en el hogar no serán egoístas. El
carácter se debe moldear con toques suaves y un ministerio amante. Enseñarles los
deberes diarios y humildes para que tengan fortaleza en las tareas más difíciles.

Cuidar los halagos, la vanidad y la ostentación pueden incapacitarlos para una vida
superior. No censurarlos, pero cuidar de no adularlos y prestar atención excesiva a
sus acciones. Enseñar a los niños y jóvenes a emplear el tiempo en buena lectura. La
tarea de los padres es educar a sus hijos para la vida eterna e inmortal.

La naturaleza del hombre es triple: facultades físicas, intelectuales y morales. La


educación debe desarrollar esas facultades. Practicar la temperancia, la bondad
fraterna y la piedad. Cada niño debería ser enseñado a confiar en sí mismo, y formar
un carácter bien equilibrado y armonioso.

La Biblia debe ser el primer libro de texto del niño. Debe constituir la regla de la vida,
los niños aprenden de ella que Dios es su Padre.

Enseñar las promesas, las bendiciones, también las cosas prohibidas, para
corregirlos. Mostrarles que cuando obran mal afligen al Espíritu de Dios. Conducirlos
a Cristo con amor, ternura y fervor debe hacerse diariamente.

Un carácter maduro y noble se logra cuando en los primeros años se practica la Ley
de Dios en el hogar. Los niños deben aprender que son propiedad de Dios comprados
con su sangre preciosa. La Iglesia debe asumir la responsabilidad de alimentar a los
más pequeños como a los adultos. La presencia de Dios mediante los relatos
proporcionara seguridad a los niños.

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Cada historia aumentara la fe en Dios. La madre tendrá una fe firme y enseñar a
sus hijos a depender de Dios. Las historias bíblicas se deben presentar en forma
simple para que sean comprendidas. Los diez mandamientos deben ser la regla de
vida, aun si se separan de los padres, cumplirlos serán una bendición durante toda
su vida.

Respecto a la naturaleza menciona que es el gran libro de texto después de la Biblia.


Para los niños y los de más edad la enseñanza de la naturaleza es una fuente de
placer e instrucción. Adán y Eva recibieron instrucción en el Edén y la naturaleza en
toda su extensión, el bosque, las montañas, las estrellas, les proporcionaron todo
conocimiento, fue la primera escuela de la Tierra.

A la entrada del pecado la naturaleza rebela: el carácter de Dios (el bien) y el


carácter de satanás (el mal). La Naturaleza ilustra las lecciones de la Biblia, los
escritores utilizaron conocimientos del mundo natural. La verdad eterna y la gracia
infinita se entienden por las cosas que Dios ha hecho.

En la naturaleza los niños deben escuchar la voz de Dios, encontrar lecciones del
Creador y apreciaran el lugar donde una vez moro el hijo de Dios. Solo se puede leer
debidamente la enseñanza de la naturaleza a la luz de la cruz. La historia de Belén y
de la cruz nos muestra como vencer el mal, es un regalo de la redención, cada
bendición que recibimos.

Así como Moisés y Jesús aprendieron del Creador en la naturaleza los niños de hoy
deben aprender. Lo visible ilustra lo invisible. La madre debe encontrar tiempo para
tener ella amor por las cosas hermosas de la naturaleza y conducir las mentes
tiernas hacia el Creador, despertando reverencia y amor por el dador de toda
bendición.

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Animar a los niños a amar la naturaleza, confiar en el Creador, el corazón de los
pequeños es el suelo donde la semilla de la verdad, brotará, dará buena cosecha.

Acercar a los niños a la naturaleza para que juegan bajo los rayos de sol, alejarlos
de las modas, mostrarles los arbustos, las flores, la hierba. Que vean la sabiduría y
el amor de Dios en sus obras. Alaben a Dios con cantos como las aves, así usaran sus
capacidades para beneficio de otros y honra de Dios.

En cada parte de la naturaleza hay temas de estudio, este estudio proseguirá a


través de toda la eternidad. Jesús se educó en las fuentes designadas por el cielo:
en el trabajo útil, el estudio de las escrituras, en la naturaleza y en las experiencias
de la vida. El que había hecho todas las cosas, estudio las lecciones que su propia
mano había escrito en la tierra, el mar y el cielo.

Las parábolas que Jesús utilizo para impartir enseñanza espiritual las sacaba de la
naturaleza. Los niños deben aprender a ver la naturaleza como una expresión de
amor y de la sabiduría de Dios, las cosas visibles deben ser intérpretes de lo invisible.

Las mismas leyes que rigen las cosas de la naturaleza y los sucesos de la vida, deben
regirnos a nosotros y aprender también que son promulgadas para nuestro bien y
obedeciendo encontraremos felicidad y éxito verdaderos.

La voz de Dios es oída en todas partes y contemplamos la obra de sus manos.

Todo el esplendor y la hermosura que adornan la tierra e iluminan los cielos hablan
de Dios: mar, colores, arboles, flores, bosques, cuevas, rocas. Al contemplar toda la
hermosura en nuestra patria terrenal nos recuerda lo que habrá en nuestra patria
celestial.

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Las madres deben encontrar tiempo para enseñar a sus hijos el gran libro de la
naturaleza, lo bueno, amante y hermoso que nos habla del amor de Dios y puedan
discernir el carácter de dios en sus obras creadas.

La naturaleza presenta la perfección de Dios, los seres humanos deben esforzarse


para manifestar la perfección del Creador mediante sus acciones de justicia,
misericordia y bondad. No podemos tener un libro de texto mejor que la naturaleza
debemos elevar hacia Dios la mente de nuestros hijos, el séptimo día (sábado) es el
recordativo de la creación.

Transgredir la ley física, mental o moral significa perder la armonía con el universo,
introducir discordia, anarquía y ruina. Las leyes que guían a la estrella y al átomo,
rigen la vida humana, el mundo es un libro de texto, la vida, una escuela.

El cultivo de plantas, enseña importantes lecciones, la paciencia, la atención a los


detalles, la obediencia a la Ley. La siembra enseña a los niños si se compara la tierra
con el corazón por la buena y mala semilla, al crecer la planta se relaciona la siembra
natural y la espiritual. La siembra con la muerte de Cristo y al brotar la hierba la
resurrección. Para la siembra espiritual se debe cultivar el jardín del corazón.

Mientras se estudia la naturaleza, hablar del poder de Dios de los milagros, Dios
impresionara lamente de los niños.

Al hablar de la obra de Dios en la semilla aprenderán el secreto del crecimiento en


la gracia. Los jóvenes deben recibir instrucción de quien es Dios, quien es Jesucristo,
el sacrificio realizado en nuestro favor que absorban la pureza, la virtud, la gracia,
la cortesía, el amor y la paciencia, que las absorban de la Fuente de todo poder.

Los animales enseñan perseverancia, previsión, laboriosidad. La abeja es un ejemplo,


tienen un orden perfecto y no existe en la colmena la ociosidad.
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Dios contempla a estas pequeñas criaturas, de igual modo al hombre formo a su
imagen. Requiere que el hombre corresponda por las ventajas que le ha concedido.

La preparación de la madre es extrañamente descuidada, siendo ella el primer


maestro del niño. Tiene ella la educación del niño durante el periodo de mayor
sensibilidad y más rápido desarrollo. Se confía el cuidado del niño a personas que
ignoran sus necesidades físicas y las leyes de salud y los principios del desarrollo.
Tampoco atienden su crecimiento mental y espiritual.

Los padres deben estudiar las leyes de la naturaleza, funciones de los órganos,
relación de las facultades mentales y físicas, funcionamiento de las facultades.

Asumir las responsabilidades de la paternidad sin una preparación adecuada, es


pecado. La oración, el estudio de la Biblia y un celo ferviente llevaran a los padres a
cumplir su deber, solo Dios en su suficiencia los ayudara. Deben tornarse
circunspectos, decididos, serenos, pero firmes mientras cuidan de estas almas,
porque tendrán que rendir cuentas por ellas.

Los padres deben comprender la voluntad de Dios para obedecer las leyes, la
obediencia significa vida eterna y la desobediencia muerte eterna. La palabra de Dios
debe ser la regla de vida. La obra de los padres es importante y solemne, si estudian
la palabra de Dios cuidadosamente encontraran instrucciones y promesas para
cumplir su tarea fielmente y con eficacia. Las reglas son para padres e hijos, estos
deben pedir siempre el consejo de sus padres. La fe y obras deben ir juntas.

La voluntad y los caminos de Dios deben ser la voluntad y los caminos de los padres,
los hijos crecerán para amar, honrar y obedecer a Dios.

Si han sido negligentes deben redimir el tiempo para bien de sus hijos. La obra de
todos los padres consiste en educar a sus hijos en los caminos del Señor. La regla
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guiadora será: ¿Que dice el Señor? En vista de la responsabilidad de las madres,
cada mujer debe desarrollar una mente equilibrada y un carácter puro que reflejen
la verdad, el bien y la hermosura. Cultive el hábito de observar cuidadosamente cada
palabra y acción. Venza todo arranque temperamental.

La madre debe someterse a sí misma y a sus hijos al cuidado del compasivo Redentor.
Sentir la necesidad de dirección del Espíritu Santo. Mediante la gracia de Cristo será
una maestra sabia, suave y amante. Si han comenzado mal no se desespere. Necesitan
convertirse cabalmente a Dios. Que haya un profundo y cabal arrepentimiento,
comiencen este año. Emprendan su obra con ferviente oración y fiel esfuerzo.
Enseñen a sus hijos que es un privilegio suyo recibir cada día el bautismo del Espíritu
Santo.

Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de


este mundo al venidero. Y en el cielo mejoraremos continuamente.

El verdadero carácter, es una cualidad del alma que se manifiesta en la conducta.

La integridad, la firmeza y la perseverancia son cualidades que se deben cultivar.

La fuerza de carácter consiste en dos cosas, la fuerza de voluntad y el dominio


propio. La formación del carácter es la obra de toda la vida y es para la eternidad.

En cualquier etapa del desarrollo nuestra vida puede ser perfecta, sin embargo, si
se cumple el propósito de Dios para con nosotros, habrá un propósito constante.

El carácter es la cosecha de la vida y esto es lo que determina el destino tanto para


esta vida como para la venidera.

Los hijos cabalmente educados para ocupar sus lugares en la sociedad constituyen
la mayor evidencia del cristianismo que puede darse al mundo.

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No hay otra obra más elevada que haya sido encomendada a los mortales que la
formación del carácter.

Un niño debidamente disciplinado en los principios de la verdad, que tiene el amor y


el temor de Dios entretejidos en su carácter, poseerá un poder para el bien en el
mundo que no puede estimarse.

Se logra mediante el esfuerzo perseverante e incansable. El carácter no se adquiere


por casualidad. Es la repetición del acto lo que lo convierte en hábito y moldea el
carácter para el bien o para el mal. Ahora es el momento en que todos han de
cultivar las facultades que Dios les ha dado y formar un carácter que los haga útiles
aquí y alcanzar la vida superior más allá.

La fe en Cristo como salvador personal dará fuerza y solidez en el carácter.

Cada acto de la existencia tiene influencia en la formación del carácter. Dios nos da
fortaleza, razonamiento y tiempo con el fin que edifiquemos caracteres que él pueda
aprobar. Debemos construir sobre Cristo. Él es un fundamento inconmovible. Cristo
es nuestro ejemplo en la edificación del carácter. Daniel es un ejemplo del trabajo de
los padres conocía la ley de Dios, fue exaltada en su mente y reverenciada en su
corazón. El Espíritu de Dios fortaleció cada propósito genuino cada noble resolución.
El blanco debe ser elevado entrar al reino de Dios.

Se alcanzarán las metas cuando son fieles en el cumplimiento de los pequeños


deberes. Tendrán también poder moral.

Los que tienen defectos de carácter, conducta, hábitos y prácticas deben escuchar
los consejos y reprehensiones. Si rehusamos ser enseñados y disciplinados, seremos
como piedras que no serán cortadas y pulidas y que son desechadas como inútiles.

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Es posible que sea necesario rechazar mucho trabajo en la formación de su carácter
y que usted sea una piedra tosca que debe ser cortada en perfecta escuadra y
pulida antes que pueda ocupar un lugar en el templo de Dios. Ningún ser humano

La responsabilidad de los padres en la formación del carácter

Dios ha señalado a los padres su obra, la cual consiste en formar los caracteres de
sus hijos según el modelo divino. Se requerirá esfuerzo paciente y cuidadoso y
además firmeza y decisión para guiar la voluntad y refrenar las pasiones. Ninguna
generación anterior fue llamada a hacer frente a problemas tan importantes nunca
antes se hallaron los jóvenes frente a peligros tan grandes como los que tienen hoy.

La edificación del carácter de sus hijos es de más importancia que el cultivo de sus
granjas, edificación de casas para vivir o cualquier negocio o industria. El hogar es
el mejor lugar para la edificación del carácter, ni la escuela de Iglesia, ni el colegio,
proporcionan como el hogar oportunidades para asentar el carácter de un niño sobre
el debido fundamento. A los padres se ha dado la obra de ayudar a sus pequeños de
formar caracteres que les proporcionen entrada en las cortes celestiales. Padres no
se equivoquen en esto. Algunas madres se ocupan de las labores domésticas aun a
expensas de su salud, pero dejan que los niños crezcan toscos, egoístas, rudos y
desobedientes. Ella está empleando su tiempo y energía en la dirección incorrecta.
Dependemos del Espíritu de Dios sobre nosotros y nuestros hijos, solo no podremos
hacerlo.

Si se consagran plenamente a Dios él les proporcionara caminos, medios para


transformar los hogares. Dios hará su parte cuando los padres se esfuercen en
realizar la parte que le corresponde. Dios no hará la parte que ha encomendado a
los padres.

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Madres recuerden que en su trabajo el creador del universo les ayudara. En su
poder y mediante su nombre pueden conducir a sus hijos hasta que sean vencedores.
Su compasivo Redentor los contempla con amor y simpatía y está listo para escuchar
sus oraciones y concederles la ayuda que necesitan para la obra de su vida.

El amor, el gozo, la paz, la paciencia, la suavidad, la fe y la caridad son elementos


que constituyen el carácter cristiano.

Algunos hijos rehusaran obedecer el consejo de los padres, perjudican a sus padres
que los aman y anhelan su salvación. Satanás tienta a sus hijos a seguir una conducta
pecaminosa y desobediente.

Los niños que reciben una buena instrucción y que nos prestan atención deshonran
y avergüenzan a sus padres ante el mundo impío. Arrojen un baldón sobre la religión
de Jesucristo.

Padres su obra consiste en desarrollar la paciencia, la constancia y el amor genuino


en sus hijos. Ayudarlos a colocar el fundamento para tener caracteres puros y
equilibrados. Estos principios aprendidos los seguirán en sus propias familias y los
gobernarán conforme a las ordenanzas del Señor.

Los padres que siguen una conducta errónea enseñan a sus hijos lecciones que les
resultarían dañinas y siembran espinas para sus propios pies. Las instrucciones
recibidas en la niñez los seguirán toda la vida.

Se accede a los caprichos de los pequeñitos y se fijan hábitos inconvenientes. Algunos


padres son muy indulgentes y otros gobiernan a sus hijos con vara de hierro. En
ningún caso están siguiendo las directivas de la Biblia, están moldeando la mente de
los niños la eternidad revelara los resultados de la “obra realizada en esta vida”.

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Los padres descuidan una solemne obligación cuando fallan en educar a sus hijos para
que guarden el camino del Señor y hagan lo que él ha ordenado.

Muchas almas se perderán para siempre debido a la negligencia de los padres para
disciplinar correctamente a sus hijos y enseñarle sumisión a la autoridad. La ruina de
muchos puede ser rastreada directamente hasta la equivocada conducción de los
padres. Dios condena la negligencia que coquetea con la transgresión, el pecado y la
insensibilidad. Los padres pensaron que amaban a sus hijos, pero han demostrado
que son sus peores enemigos. Han permitido que sus hijos acaricien el pecado.

Los padres miman y complacen a sus hijos porque parece más fácil manejarlos.

El capricho y el orgullo son males que convirtieron a los ángeles en demonios y les
cerraron las puertas del cielo. Se han convertido en esclavos de sus hijos, a los diez,
doce o dieciséis años, los hijos piensan que son muy sabios, se imaginan que son
pródigos y conocedores, no se someten a los padres ni cumplen los deberes diarios.

Satanás ciega los ojos de los padres, nubla sus facultades y confunde su mente no
ven los errores de sus hijos y destruyen sus almas.

Los jóvenes malos no deben ser tratados como si fuesen bondadosos y obedientes,
sino como perturbadores de la paz y corruptores de sus compañeros.

Si siguen su propia voluntad, los hijos serán una maldición para sí mismos y para
cuantos los rodean. Las lecciones de la niñez, buenas o malas, no se aprenden en
vano. El carácter se desarrolla en la juventud. En el mundo encontraran su verdadero
nivel y al ser humillados aceptan su lugar debido, esto se ahorraría si no hubiera sido
mimados en el hogar.

Los indisciplinados van por el mundo a contra corriente fracasando donde deberían
haber tenido éxito.
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Los hijos no serán educados solo para pertenecer a la sociedad (fiestas, conciertos,
bailes y festejos), deben llegar a ser miembros de la familia del Señor.

Hay muchos jóvenes que podrían haber sido una bendición para la sociedad y un
honor para la causa de Dios, si se hubiera enseñado ideas correctas respecto al
éxito, por el amor egoísta del placer pierden tanto este mundo como en el venidero.

Por falta de piedad en el hogar, los hijos no serán criados en la educación y


admonición del Señor Si los padres fueran obedientes a Dios, centenares de hijos no
estarían en las filas del enemigo.

La desgraciada condición que ahora existe en tantas familias no se vería.

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