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Artículo de AGUSTÍN GARCÍA CALVO publicado en el periódico La Razón el 25 de abril de

2007

NOMBRES Y CARAS

De viejo a verde.16.

- ¿Qué pasa contigo, viejo?

- No sé si me estarán fallando con la vejez los engranajes de la memoria.

- ¿Qué te hace pensar eso?

- Que cada vez estoy más torpe para reconocer a las personas conocidas de otros tiempos
que reaparecen. Bueno, a veces recuerdo muy de vivo la cara (sí, éste era aquél!), con los
rasgos y sentimientos que con ella se me ligaban, pero el nombre no me viene por más que
busque, y otras veces, al ver una cara, me acude sin más el Nombre para ella, sin que ni
Nombre ni cara me digan nada de quién era o de qué la conocía. Y estos fallos...

- ¿Te angustian?

- Bah, no tanto. ¿Lo dirás por aquello de Lucrecio de que eso de romperse la retentiva de
las cosas y repetencia de uno mismo está ya a un paso de ser su muerte?

- Y aquello de que Demócrito, al sentir con la vejez fallar sus mémores motus mentis, se
adelantó a ofrecer a la muerte su cabeza. Y a ti ¿no te parece que sea así?

- Pues no: ahí razón sigue presa de fantasías realistas: eso de la vida como cuentas en un
hilo… No: lo que me intriga ahora en mis mecanismos es esa disociación entre los
Nombres y las caras: ¿qué piensas que puede pasar ahí, muchacho?

- ¿No eras tú el que decías que hay dos memorias, en lucha una contra otra?

- Alguien que fuera yo lo diría. ¿Y…

- Acaso es que quieres librarte de caras y de nombres, y por eso se te separan y dejan de
colaborar. Porque tanto cara como Nombre son de la memoria ideativa, la que sabe lo que
recuerda, ¿no?

- Claro: las caras se configuran en señas de identidad, para en el borboteo sin fin localizar a
uno, ‘el mismo’, y por su lado el Nombre Propio o, mejor, su Número trata de fijarlo en el
mapa o el catálogo: las labores propias del DNI y la Policía.

- Pues eso: que a lo mejor estás desprendiéndote de fichas y de fechas para que te reviva la
otra memoria, la que no se sabe, memorias que te vienen sin fin, para nada, temblores de lo
que pasa lo mismo que los tratos reales o los sueños. ¿O me acuerdo mal de lo que he oído?

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- Tal vez demasiado fiel, rapaz, para cosa tan infiel como las palabritas que le vienen a uno
a veces. Pero sí: puede que, al descargarme de los datos y fotos de la Historia, hecha desde
el Futuro, lo que esté haciendo sea huír, huyendo de la muerte.

- ¿Cómo?

- Así, dejándome ir muriendo (o viviendo: da igual), que la muerte no me dejaba.

- Huír del Futuro ¿sería lo que se podría llamar vivir de veras? Eso casi me está dando a mí
envidia, abuelo.

- Y con razón: lo solo bueno que nos pasa es lo que, al pasar, se está ya recordando, hecho
memoria viva.

- Que le hiere y lo deshace a uno.

- Si se deja.

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