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Venezuela es uno de los países que ha sufrido una de las hiperinflaciones más prolongadas

y severas de la historia moderna. La hiperinflación se define como un aumento sostenido y


generalizado del nivel medio de precios de los bienes y servicios, que supera el 50%
mensual. Esto implica una pérdida del poder adquisitivo de la moneda y una distorsión de
las señales económicas, que afectan negativamente al crecimiento, el empleo, la inversión y
el bienestar de la población.

Según el Banco Central de Venezuela (BCV), la hiperinflación en Venezuela comenzó en el


último trimestre de 2017, cuando la variación mensual de precios alcanzó el 56,7%. Desde
entonces, el país ha experimentado tasas de inflación mensuales de hasta cuatro dígitos,
que han llevado a una contracción acumulada del producto interno bruto (PIB) de más del
80% entre 2013 y 2020¹. El BCV reportó una inflación anual de 862,6% en 2017, de
130.060% en 2018, de 9.585,5% en 2019 y de 3.713% en 2020².

Sin embargo, en los últimos meses se ha observado una desaceleración de la inflación, que
ha permitido al país salir del ciclo hiperinflacionario. Según el BCV, la inflación mensual ha
sido de un solo dígito desde septiembre de 2021, y la inflación anual se ha reducido a 360%
en 2021². Según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), un ente independiente
integrado por expertos económicos, la inflación anual fue de 305,7% en 2022⁵. Esto significa
que Venezuela ha cumplido doce meses consecutivos con una variación por debajo del
50%, el umbral de la hiperinflación.

¿Qué factores han contribuido a esta disminución de la inflación? Algunos analistas señalan
que la dolarización de facto de la economía venezolana ha jugado un papel importante, al
reducir la demanda de bolívares y limitar el efecto de la emisión monetaria del BCV. Según
la firma Ecoanalítica, el 66,5% de las transacciones en el país se realizan en dólares³. Otros
factores que han influido son la contracción de la demanda interna, la caída de los precios
del petróleo, la flexibilización de los controles de precios y cambiarios, y la implementación
de una política fiscal más restrictiva.

¿Qué implicaciones tiene el fin de la hiperinflación para la economía venezolana? Por un


lado, es una buena noticia, ya que alivia el deterioro del nivel de vida de los venezolanos,
facilita la planificación económica y mejora las expectativas de los agentes. Por otro lado, no
es suficiente para resolver los problemas estructurales que aquejan al país, como la
escasez de bienes y servicios, la falta de inversión y producción, la pobreza y la
desigualdad, la inestabilidad política y social, y la dependencia del sector petrolero. Para
superar estos desafíos, se requiere de un cambio profundo en el modelo económico, que
implique una mayor apertura, diversificación, competitividad, transparencia e
institucionalidad.

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