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La Razón de la Sinrazón.

Capitalismo, Subjetividad, Violencia.


Fernando Colina, Manuel Desviat, Francisco Pereña.
ENCLAVE de LIBROS • 2021 • 234 págs.
ISBN: 978-84-122182-5-1

Parece que la psiquiatría se encuentra en una ramente descriptivas y nada aclaran sobre los
encrucijada en la que se juega, si no su existen- mecanismos que los producen.
cia, al menos sí la forma que va a adoptar en las
próximas décadas. Ni como práctica de control La psiquiatría biológica, la única posible desde
social de la locura (y ahora también de un cre- el modelo médico hegemónico, intenta resolver
ciente malestar-psicosocial) ni como disciplina esta cuestión, pero hasta la fecha no ha logrado
de estudio de la conducta humana considerada encontrar ninguna explicación suficiente. En el
anormal, parece que la psiquiatría pueda dejar último siglo se han sucedido teorías etiopatogé-
de existir, al menos en las sociedades que hemos nicas, es decir, con pretensiones causales, fun-
construido hasta el presente. Pero sí parece es- damentadas en modelos anatomo-clínicos, fisio-
tar sujeto a discusión y posible cambio qué tipo patológicos o moleculares, sin que a día de hoy
de psiquiatría vamos a tener, cómo va ésta a ma- dispongamos de mucho más que hipótesis sin
nejar a las personas a su cargo y cómo se va a verificar, basadas en procesos cerebrales, que ni
posicionar ante el estudio de sus conductas. siquiera se sabe si son anómalos o funcionales.
Por lo mismo tampoco ha sido posible encontrar
¿Es posible una sociedad sin enfermos menta- tratamientos de base biológica capaces de hacer
les? ¿Sería posible vivir sin psiquiatría o sin psi- desaparecer de forma completa e inequívoca al-
cología porque éstas no fueran ya necesarias? gún tipo de trastorno mental.
Si la Viruela, que es una enfermedad de causa
biológica conocida, ha podido ser erradicada, Tenemos además la cuestión del sujeto ¿Quién
parecería que resolver la cuestión que acabo de es ese paciente que nos llega (a veces por cuenta
mencionar pudiera ser factible, al menos en par- propia y otras por cuenta ajena) y se pone (no
te. Pero hay varios obstáculos a considerar. siempre, o no todo el rato) en nuestras (supues-
tamente expertas) manos? ¿Tiene, como perso-
El fundamental es que no es posible hablar con na, algo que ver con lo que le pasa? ¿Quiere o no
propiedad de enfermedad mental puesto que quiere saber, entender, mejorar o -al menos- ali-
no conocemos ningún mecanismo de causa viar sus males? ¿Se siente responsable, es decir,
biológica que pueda aclarar la etiopatogenia de capaz de dar una respuesta a lo que le ocurre,
ninguno de los trastornos mentales que a día o de responder de sí mismo y de sus actos? ¿Se
de hoy diagnosticamos. Precisamente por eso siente vinculado a éstos, o sea, sujeto a los mis-
hablamos de trastornos y no de enfermedades. mos? ¿O se percibe completamente libre, aun-
Así, los trastornos mentales, tal y como los ma- que no siempre liberado, de dichos actos y sus
nejamos en la actualidad, son agrupaciones de consecuencias?
síntomas que tienden a aparecer juntos y pre-
sentan (a veces) una determinada evolución Las mismas o parecidas preguntas cabe hacerse
común. Las clasificaciones que los registran, respecto a quien está del otro lado de la mesa.
heredadas de la tradición psiquiátrica, son pu- Al menos en lo que atañe a su actividad profe-

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Actualizaciones

sional. Y a esta persona deberíamos exigirle una contrarse en la base del mecanismo productor de
cierta capacidad de respuesta como garantía de estrés en cada individuo.
buen hacer.
La intervención biológica, o la psicológica, más
Y, al menos en el trabajo público, existe un ter- allá de su efectividad, no alcanzan sino a una
cero institucional que, aunque no físicamente persona o un pequeño grupo cada vez, mien-
presente en la relación terapéutica, la condicio- tras que las intervenciones en el ámbito social
na de forma muy poderosa: ¿Dónde se produce (por ejemplo, una renta básica) serían suscepti-
el encuentro? ¿Quién paga el servicio? ¿Quién bles de ayudar a un amplio grupo de personas,
hace posible y organiza el procedimiento por el aunque de una forma completamente anónima
que es prestado? ¿Requiere éste la intervención ¿Cuál de estas intervenciones es más costo-
de otras personas o de un trabajo en equipo? efectiva y asumible socialmente? ¿Cuál es más
¿Quién, cómo y ante qué instancia ha de res- factible en este preciso momento y con esta (o
ponder si las cosas no van bien o perjudican a este) paciente en concreto? ¿Como terapeuta,
terceros? me es posible elegir? ¿Puede hacerlo el pacien-
te? ¿Puedo, de una manera efectiva (y no solo
Supongamos que en la depresión existe un me- para aliviar mi conciencia), optar por varias de
canismo inflamatorio. Hay pruebas de que tal estas intervenciones a la vez? ¿Qué es posible
cosa pueda existir. En todo caso parece tratarse hacer o no en este servicio concreto y en este
de un proceso inespecífico y genérico, parecido momento determinado?
al de cualquier otra inflamación. Se supone que
este proceso podría derivarse o, al menos, estar Si nos limitamos a un abordaje puramente indi-
asociado a estrés crónico. Pero entonces el asun- vidualizado, que es aquel que ante situaciones
to es de dónde procede este estrés mantenido en como la mencionada, no se plantea preguntas o
el tiempo. Algunos sujetos pueden tener baja re- intervenciones sociales (por ejemplo, en lo refe-
sistencia a los estresores (factor personal); pero rido al género, el marco laboral, las condiciones
la mayoría de las personas, con una resistencia de vivienda o la situación de pobreza) caeríamos
normal, pueden sucumbir ante una situación de en el serio riesgo de contribuir a una ocultación
estrés continuado si éste supera una determina- interesada y cómplice de un buen número de
da intensidad (factor ambiental). Se sabe que factores que aparecen como causa principal de
existen múltiples factores sociales de este tipo muchas demandas. Si nos atenemos solo a los
y que muchas personas, por sus condiciones de procedimientos que exigen los cánones de la
vida y/o por su manera de afrontarla, están so- lógica médica habitual y el conocimiento posi-
metidas a múltiples fuentes de estrés de manera tivo establecido -sin pedir consentimiento sufi-
simultánea. ciente- corremos el riesgo de excluir a nuestro
paciente-interlocutor del plan de tratamiento. Lo
La cuestión del tratamiento se plantea cuando que aumenta considerablemente la probabilidad
tenemos que decidir cómo actuar. Podríamos de que éste fracase. Sin embargo, y en contra
intentar combatir los mecanismos biológicos de una lógica más formal, esa es la realidad que
del estrés y facilitar a los pacientes de forma cotidianamente enfrentamos ante muchas de las
individualizada algún tipo de fármaco que neu- intervenciones psiquiátricas, psicológicas o so-
tralizara o aliviara éste. También podríamos tra- ciales habituales en nuestros servicios.
bajar psicológicamente con cada paciente, o al
menos con los que nos sea posible hacerlo, con Si lo anterior resultara generalizado (tal y como
el objetivo de ayudarle a reforzar sus mecanis- algunos pensamos que a día de hoy lo es) no re-
mos de resiliencia y afrontamiento. Asimismo sultará fácil contribuir a la construcción de una
este abordaje se podría realizar mediante un sociedad basada en sujetos responsables, con
grupo terapéutico, siempre limitado en número, o sin problemas que les generen sufrimiento,
de pacientes. Finalmente podríamos decidir que pero sin enfermos mentales, sin psiquiatras o
lo más práctico sería que la neutralización o el sin psicólogos. En este caso, la función de estos
alivio se centraran en los factores ambientales, últimos, empezando por el ejercicio diagnóstico,
en su mayor parte de tipo social, que parecen en- no sería exactamente terapéutica, sino, que en la

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práctica, se manifestaría, con mayor o menor vio- Los autores: Fernando, Manuel y Francisco, tam-
lencia, como un tampón que neutralizaría y ocul- bién son, respectivamente, los doctores Colina,
taría los problemas de fondo. Éstos (sociales y Desviat y Pereña, psiquiatras los dos primeros,
políticos en su mayoría) suelen ser aquellos que psicólogo y psicoanalista el último. Eméritos
una determinada formación social, empezando dos, y el otro casi, se nos presentan con años
por sus dirigentes y administradores y acaban- de experiencia acumulada, tanto en la consulta
do por los propios ciudadanos (algunos de ellos directa con pacientes como en la dirección de
clientes de nuestros servicios de salud mental) equipos de Salud Mental. Son cómplices experi-
no quiere, no sabe o no puede afrontar. mentados en liderar reformas asistenciales, más
o menos exitosas, pero siempre aleccionadoras.
Más de doscientos años después de su surgi- Desde antiguo los tres incurren de manera per-
miento como especialidad médica, la psiquiatría sistente en escribir textos subversivos, ilumi-
no ha encontrado aún una causa clara para la nados y provocadores en su afán por hacernos
mayoría de los padecimientos que son objeto de pensar un poco y de manera diferente, mientras
su atención. El sufrimiento humano que acude velan armas antes de la revuelta definitiva cuya
a sus puertas demandando ayuda parece tener necesidad, según nos asegura uno de ellos, ya
diferentes orígenes, muchos de los cuales son es apremiante. En esta ocasión realizan un reco-
a buen seguro sociales más que propiamente rrido por los temas y problemas arriba expuestos
psicológicos o médicos. Y muchos de nuestros y también por otros, más políticos, que se adivi-
pacientes ni siquiera son tales, porque acuden a nan en el subtítulo aclaratorio del texto que nos
nosotros desposeídos de su vida y su destino y proponen.
no encuentran (tampoco en nuestros servicios) la
posibilidad de empoderarse, al menos un poco. De este libro y de sus autores hay que decir lo
obvio. Que van a contracorriente de los posicio-
El libro que comentamos, breve e intenso, es co- namientos dominantes en la especialidad. Nos
ral en cuanto a su autoría y poliédrico respecto a recuerdan con fuerza y pasión que otros puntos
los temas que trata. Se abre a múltiples públicos de vista, diferentes de aquellos a los que esta-
y sugiere diversas lecturas. Con la psiquiatría y la mos acostumbrados, son necesarios, incluso
salud mental como decorado de fondo presenta imprescindibles, para que podamos disponer
propuestas filosóficas con matices tanto éticos del cuadro completo sobre el estado de arte en
como existenciales o epistemológicos y discute la cuestión psiquiátrica. No olvidemos que su vi-
cuestiones sociales y políticas. Por lo tanto ad- sión actualiza algunas de las derivas históricas
mite muchos tipos de lectores. Entre los que le que desde sus orígenes vienen acompañando a
den la bienvenida me temo que no habrá muchos la disciplina psiquiátrica y también a la psicoló-
profesionales de la psiquiatría o de la psicología. gica. Y que, hasta el presente, nadie ha demos-
A pesar de ello en las líneas de arriba he querido trado que sean erróneas.
poner de manifiesto una lectura dirigida espe-
cialmente a ellos. Esta lectura, aunque limitada Septiembre de 2021
por obviar algunos de los temas que el libro tra- Ander Retolaza
ta, intenta subrayar otros y quiere situarse, quizá
ingenuamente, en un lugar que haga posible una
práctica asistencial diferente y que posibilite un
encuentro terapéutico (no una reconciliación)
entre las partes.

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