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Origen de la cultura patriarcal

La mayoría de las aproximaciones al tema concuerda en que la dominación patriarcal surgió en algún
momento próximo al desarrollo de la agricultura. Gracias a esta nueva práctica, la sociedad humana
primitiva se asentó y abandonó el nomadismo, dependiendo del cultivo de la tierra y de la domesticación
de los animales.

cuencia se inventó la propiedad privada, ya que los primeros campesinos velaban por la propia tenencia
de la tierra cultivable.

Del mismo modo se estableció un régimen de propiedad sobre la mujer, que le daría al hombre
hijos que labraran la tierra. Así, la sociedad se organizó en torno al patrilineaje y a la administración
masculina de los recursos, ya que los varones más fuertes eran más aptos para las labores agrícolas.

Sin embargo, existe debate en torno a este tipo de conclusiones, que corren el riesgo de asumir el
patriarcado como un orden “natural”. Por el contrario, en la evolución de las sociedades humanas no es
tanto la biología lo que interviene, sino las dinámicas sociales y culturales.

Patriarcado y machismo
La principal expresión de una sociedad patriarcal es el machismo. Esto se traduce en
una actitud agresiva, posesiva, de enseñoreamiento, de parte de los hombres hacia las mujeres, que se
ven así reducidas a una categoría secundaria en materia de decisiones, tenencia de propiedades y
ejercicios legales.

El machismo tiene muchas formas distintas de manifestarse, incluso bajo la apariencia


de discursos proteccionistas que victimizan a la mujer y la suponen débil, incapaz, y por ende necesitada
de que el hombre vele por ella y decida por ella.

A su vez, el machismo engendra formas de discriminación de todo tipo: salarios más bajos para las
mujeres por hacer el mismo trabajo, topes profesionales más bajos, e incluso formas de violencia como
el acoso sexual, e incluso el feminicidio.

Familia patriarcal

Existen dos modelos de familia diferenciadas. Por una parte, encontramos la familia
patriarcal tradicional, de la que nos habla Pilar Pascual y que es la que incide
negativamente en la construcción de las personas y tiene una gran influencia en el
malestar de las mujeres. Por otra parte, encontramos una familia democrática
saludable, que nos presenta Julia Pérez, directora de UNAF.
La familia patriarcal tradicional está definida por una división muy marcada de los roles
de género de sus miembros/as, en la que se priorizan las necesidades del padre y se
ocultan las de la madre, hasta el punto de llegar a desconocerlas. Existe asimismo una
división en las tareas, quedando reservado el espacio doméstico a ella y el externo, el del
trabajo asalariado y los espacios públicos, a él. A pesar de que el padre tiende a estar
ausente, es la autoridad ante los/as hijos/as, que son educados/as en el miedo. Este tipo
de familias traslada, asimismo, sus roles a los/as hijos/as: a la niña se le exige más
responsabilidad en las tareas domésticas y en los estudios, en la limpieza, en el orden, en
el cumplimiento de las normas…
Aprendizajes todos estos que nos marcarán de por vida y que marcarán, incluso, nuestra
forma de relacionarnos en nuestra vida adulta.

Si bien este tipo de familia tiene numerosas variables, como la familia patriarcal
progresista, la autoritaria, la permisiva, la sobreprotectora, y por supuesto la violenta y la
incestuosa, nuestra experiencia en AMS y ESEN marca que todas las mujeres que
presentan malestares de género en forma de depresión o síndrome vienen de una
familia patriarcal tradicional.

Qué consiste la educación patriarcal?

Según Sánchez Bello (2007) «La escuela que conocemos es consecuencia de una

Organización social sustentada en la división sexual del trabajo. En el modelo de hombre

Como proveedor económico de la familia y la mujer como sostén no remunerado de esa

Misma familia. En la modernidad el tiempo social era sinónimo de tiempo laboral y, todas

Las organizaciones giraban en torno a ese tiempo que, como sabemos, era el tiempo de
los

Varones, no de las mujeres. En esta realidad también estaba implicado el sistema

Educativo, el cual se regía por el tiempo social imperante que estaba basado en un
modelo

Patriarcal».

La imagen actual de las niñas y niños es como la de un sujeto que debemos moldear,

Encorsetar y diseñar acorde a la lógica del mercado. La educación siempre tiende a

Cosificar y construir identidades «normales». La educación patriarcal perpetúa el modelo

Masculino, dejando de lado el campo de las emociones, el diálogo, el trabajo cooperativo

Donde todos suman y nadie resta… Predomina una mente patriarcal: la violencia, la
Desmesura, la insensibilidad regulan el sistema educativo. Muy especialmente en cuanto

Se refiere a la normativa y la estructura jerárquica de los centros educativos. Por fortuna,

Buena parte del profesorado lucha por combatir esta concepción educativa patriarcal,

Trabajando en las aulas aquello que la ley deja arrinconado olvidado. Ahora bien, nadie

Olvide que la estructura dinámica del propio sistema educativo se rige por un patriarcado

Institucional, de ahí la insuficiente energía dedicada a desmontar y luchar contra un

Enemigo de incalculables dimensiones: «Se nos ha enseñado a admirar lo grande, pero no

A descubrir la belleza de lo pequeño o la sabiduría que se esconde en lo simple y


cotidiano.

Hemos aprendido a escuchar la voz de la autoridad en la exaltación de los sermones, en

El brillo de los discursos o en el entusiasmo vociferante de las arengas; pero si queremos

Criar seres capaces de escuchar más vale que comencemos por escuchar a los niños.

Nuestras muchas necesidades neuróticas y nuestra exagerada confianza en lo que

Pretende ser educación, tiene más de que adoctrinamiento que de apoyo al desarrollo de

La mente» (Naranjo,

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