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N
Lourdes Fernández Rius
Introducción
1
Pérez Sedeño, Eulalia. “¿El poder de una ilusión?: Ciencia, género y feminismo”, en: María
Teresa López de la Vieja de la Torre, Feminismos: del pasado al presente, Universidad de Salamanca,
España, 2000.
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delicadeza, al cuidado, a ser más para los otros que para sí, al lugar
de la emoción, de los afectos, de los sentimientos, de la intuición. Lo
femenino es atribuido predominantemente a las mujeres, las cuales, en
cumplimiento del “mandato cultural”, deben asumir el papel de madre-
esposa-ama de casa, liderar una familia y ser su pilar emocional.
En las mujeres, el quehacer y el sentido de la vida se orientan ha-
cia los demás. Trabajar, pensar, sentir para los demás. De este modo, la
presencia del amor conyugal y familiar, sostenido fundamentalmente
por las mujeres, sin suficiente reciprocidad en muchas ocasiones, se
convierte en un pilar de dominación y de inequidad afectiva.
Lo masculino se articula alrededor de la virilidad, de la erección, del
sexo como placer, de la homofobia. La perfección, la eficacia, la excelen-
cia, el éxito, la razón, la capacidad para emprender, dominar, competir
son los atributos psicológicos expresados en papeles instrumentales
que se asocian a la masculinidad. Es éste el lugar de la cognición, del
intelecto, del saber, de la cultura, del poder, la solvencia económica y la
capacidad resolutiva en el ámbito público. Se excluye de aquí cualquier
noción asociada a los afectos, la intuición o la emoción; en cambio es la
fuerza y la agresividad física y psíquica, dada en el dominio de lo físico
y en el control de los sentimientos, de la sensibilidad, de la vulnerabili-
dad y en la búsqueda de la autonomía, la independencia, la decisión y
seguridad emocional. Este contenido se atribuye predominantemente
a los hombres quienes deben asumirlo si desean ser considerados mas-
culinos. Aquí se dirime la identidad de género y la personal.
Esta escisión de género se expresa, además, en una división/ex-
clusión de la propia vida: un espacio público, productivo, remunerado,
moderno, con progreso científico técnico, con movilidad, conectado
con el comercio, la ganancia, la política y los asuntos internacionales y
un espacio privado, reproductivo, estático, tradicional, conservador, no
remunerado.
La idea de lo masculino y ser hombre aparece vinculada al ámbito
público. Los hombres deben desempeñarse en la vida pública, ése es
su espacio, para lo cual deben ostentar sabiduría, poder y demostrar
excelencia, eficacia, racionalidad. Este espacio es visible, tangible, es el
único donde el trabajo es remunerado, medible.
Lo femenino se ubica en el ámbito privado, doméstico, familiar, del
cuidado a los otros, de los afectos, de la reproducción de la vida, del trabajo
no remunerado, invisible, y que aparece como propio de las mujeres por
naturaleza. Ellas están “mejor dotadas” para el ámbito privado y sus
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2
Fernández, Ana María. Las mujeres en la imaginación colectiva, Paidós, Buenos Aires, 1993,
p. 12.
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3
Keller, Evelyn Fox. “La paradoja de la subjetividad científica” en: Dora Fried Schnitman.
Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Paidós, Buenos Aires, 1994, p. 145.
4
Pérez Sedeño, Eulalia. “Feminismo y estudios de ciencia, tecnología y sociedad: nuevos
retos, nuevas soluciones” en: María José Barral y Carmen Magallón (eds.), Interacciones ciencia y
género, Icaria, Barcelona, 1999.
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en las publicaciones científicas del siglo XIX se aprecia cada vez más la
especialización del lenguaje, el intento creciente de la objetividad apoyado
no sólo por el perfeccionamiento del método científico, sino también en
la separación de toda valoración, de toda expresión de cultura espiri-
tual, concebida como extrínseca a la ciencia. [...] Emoción, sensibilidad,
espíritu, belleza, se confrontaron cada vez más con matematización,
experimentación, objetividad, operándose así una fractura al interior de
la creación humana.6
5
García Palacios, Eduardo Marino, González Galbarte, Juan Carlos, López Cerezo, José
Antonio, Luján, José Luis, Gordillo, Mariano Martín, Osorio, Carlos, Valdés, Célida. Ciencia, tec-
nología y sociedad: una aproximación conceptual, OEI, Madrid, 2001, p. 12.
6
Núñez, Jover. “Ciencia y Cultura en el cambio de siglo”, en: José Antonio López Cerezo
y Manuel Sánchez Ron. Ciencia, tecnología, sociedad y cultura en el cambio de siglo, Biblioteca Nueva,
Madrid, 2001, p. 92.
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7
López Cerezo, José Antonio y Sánchez Ron, Manuel. Ciencia, tecnología, sociedad y cultura
en el cambio de siglo..., p. 72.
8
Hoyos, Guillermo. “Ciencia y tecnología entre la crítica y la ética: el uso pragmático de la
razón práctica”, en: José Antonio López Cerezo y Manuel Sánchez Ron. Ciencia, tecnología, sociedad
y cultura en el cambio de siglo..., p. 122.
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Pérez Sedeño, Eulalia. Las mujeres en el sistema de ciencia y tecnología, Cuadernos de Ibero-
américa, OEI, Madrid, 2001, p. 83.
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Maffía, Diana. “Epistemología feminista: La subversión semiótica de las mujeres en la
ciencia”, en: Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, vol.12, núm. 28, Instituto Interdisciplinario
de Estudios de Género. Universidad de Buenos Aires, Caracas, junio, 2007.
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Según Pérez Sedeño, Eulalia. Las mujeres en el sistema de ciencia y tecnología…
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12
Ana Sánchez, citada por Fernández, Ana María. Las mujeres en la imaginación colectiva...
p. 43.
13
Harding, Sandra. Ciencia y Feminismo, Morata, Madrid, España, 1996, p. 119.
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Pérez Sedeño, Eulalia. “Feminismo y estudios de ciencia, tecnología y sociedad”...
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15
Amorós, Celia. 10 palabras claves sobre mujer, Verbo Divino, España, 1995, pp. 92-93.
16
Amorós, Celia. 10 palabras claves sobre mujer…, pp. 126 y 160.
17
Rubio Herráez, Esther. “Nuevos Horizontes de la Educación Sexista”, en: María José Barral
y Carmen Magallón. Interacciones ciencia y género, Icaria, Barcelona, España, 2000, pp. 538-539.
18
García Dauder, Silvia. Psicología y Feminismo, Narcea, Madrid, España, 2005, p. 32.
19
García Dauder, Silvia. Psicología y Feminismo…, p. 33.
20
García Dauder, Silvia. Psicología y Feminismo…, p. 34.
21
García Dauder, Silvia. Psicología y Feminismo…, p. 36.
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anfitrión para trabajar, sin mujeres, que se pudiera fumar, lleno de críticas
y discusiones totalmente francas […].22
22
García Dauder, Silvia. Psicología y Feminismo…, p. 69.
23
Maffía, Diana. “Epistemología feminista...”.
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Según Pérez Sedeño24 son tres los momentos que marcan la lucha de
las mujeres por el acceso a la educación:
El primero se sitúa en el Renacimiento y la revolución científica,
a mediados del siglo XVII, cuando se planteó el acceso de las muje-
res a la educación elemental y surgió la polémica sobre su capacidad
biológica para ello, floreció la literatura para damas, se crearon los salones
científico literarios dirigidos por mujeres ilustres, de clases privilegiadas y de
modo excepcional. La idea social generalizada era que las mujeres poseían
insuficiente capacidad para aprender, lograr un saber y mantenerlo, es
decir, que eran inferiores intelectualmente. Esto luego ha sido sostenido
y defendido por ciencias como la biología, neurociencias, para reproducir
el androcentrismo. Por ejemplo, estudios en biología se han encargado
de justificar la inferioridad y el sometimiento de las mujeres, su infe-
rioridad intelectual, cognitiva, buscando condicionamientos lineales o
semejanzas con el comportamiento animal.
El segundo se sitúa en la segunda mitad del siglo XIX, cuando las
mujeres se propusieron el acceso a la educación de alto nivel, sin res-
tricciones, a las ciencias, a las instituciones universitarias, a las acade-
mias, sobre todo en Occidente, y de modo paulatino. Con excepciones
aisladas (en los conventos o las mujeres de la ilustración), lo cierto es
que el acceso a las universidades fue posible hasta hace poco más de un
siglo. Por ejemplo, el acceso a universidades europeas se produjo, por lo
general, en el último tercio del siglo XIX (Suiza en 1860, Gran Bretaña
en 1870, Francia en 1880, Alemania en 1900, España en 1910), a las
universidades americanas en el primer tercio del XX, y en la segunda
mitad del XX se dio acceso a las mujeres a las academias científicas.
Celia Amorós afirma que “ya en nuestro siglo —refiriéndose al
XX— hasta las vísperas de la Guerra y hasta 1965 en Francia y 1975
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Amorós, Celia. 10 palabras claves sobre mujer…, p. 32.
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mucho más representadas en éstas. Otras son las ciencias “duras” asocia-
das a la razón, al desarrollo del pensamiento lógico, a las metodologías
cuantitativas, predominantemente masculinas en las cuales están mucho
más representados los varones.
Los estereotipos de género que sobreviven hoy, exigen compor-
tamientos específicos a niñas y niños lo cual también va conformando
expectativas hacia ellos, así como su identidad de género. Desde los es-
tereotipos, las niñas deben ser emotivas, pasivas, dependientes, tiernas,
subjetivas, comunicativas y los niños, racionales, dominantes, agresivos,
competitivos, fuertes, con frialdad y objetividad. Desde un cierto para-
digma de lo que se entiende por ciencia las chicas serían idóneas para
las ciencias “blandas”. Los chicos serían portadores de lo más valioso y
necesario para el estudio y desempeño en las ciencias “duras”.
Esta dicotomía jerárquica se convierte en obstáculo para que las
mujeres sigan carreras llamadas científicas, ya que salen del marco de
las expectativas sociales y de ellas mismas, pues las cualidades necesarias
para las “ciencias”, desde una determinada noción de lo que es ciencia,
son las masculinas. Veamos varias referencias de académicas de ciencias
sociales:
[…] las mujeres nos movemos mejor en un tipo de discurso y de mensaje
más emotivo-simbólico y los hombres como en un tipo de lenguaje más
demostrable […] He visto más preponderancia en los hombres de la
tendencia a la metodología cuantitativa más de corte positivista, conozco
muchos profesionales hombres en el mundo que su estilo de investigación
tiene más que ver con acercar las ciencias sociales con las “ciencias duras”,
investigaciones muy de tablas, muy de gráficos, cuantificable, medible,
observable, de buscar siempre el tema de los métodos que te lleven a la
máxima racionalidad, a la máxima demostración.
[…] para llegar a ser una mujer académica de ciencias sociales en la Aca-
demia de Ciencias cuesta más trabajo porque la mayoría de ese conjunto
son hombres y más vinculados a lo que se ha denominado las ciencias
duras, no se visualiza una académica de las mal llamadas ciencias blandas
[…] como una académica, intelectual, creo que hay una especie de mirada
no como a las grandes científicas, salvo éstas que están vinculadas con las
vacunas, con estas cosas que sí tienen un producto concreto.
Los productos de las ciencias sociales no son tan visibles, palpables; a
veces cuesta trabajo que se visualicen. Esto es un problema que atraviesa
mucho la situación de género porque la mayoría de las personas de las
ciencias sociales o las ciencias mal llamadas blandas son eminentemente
mujeres. Para alcanzar un premio en la Academia de Ciencias que tenga
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que ver con las ciencias sociales a veces cuesta más que un premio en
ciencias experimentales donde tú traes un producto o un resultado o
ahorras grandes sumas de dinero al país, por ahí hay un sesgo de género
en esta situación de ser mujer académica.26
26
Alfonso, Rachel. Mujeres académicas entre la tradición y la transgresión, tesis de licenciatura
en psicología tutorada por la Dra. Lourdes Fernández Rius. Facultad de Psicología. Universidad
de La Habana. 2007.
27
Rubio Herráez, Esther. “Nuevos Horizontes de la Educación Sexista”…, p. 229.
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[…] es una mujer virilizada que ha tenido que asumir muchas posturas
y actitudes competitivas y rivalidades con los hombres y, por lo general,
esas mujeres se han hecho más toscas, más viriles, he oído opiniones así,
como que más viradas, del “otro bando”, desde el punto de vista de su
orientación sexual.
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Harding, Sandra. Ciencia y feminismo...
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Se refiere a Gordon Allport y Abraham Maswlow, psicólogos estadounidenses de la se-
gunda mitad del siglo XX, representantes de las teorías humanistas.
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Cuando las mujeres entran a formar parte del cuadro, ya sea como obje-
tos de investigación en las ciencias sociales o como investigadoras, se
tambalean los paradigmas establecidos. Se cuestiona la definición del
ámbito de objetos del paradigma de investigación, así como sus unidades
de medida, sus métodos de verificación, la supuesta neutralidad de su
terminología teórica, las pretensiones de universalidad de sus modelos
y metáforas.30
30
Sheyla Benhabib citado por Amorós, Celia. 10 palabras claves sobre mujer…, p. 61.
31
Mabel Burín e Irene Meller notables psicoanalistas y feministas argentinas contempo-
ráneas, entre otras.
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González, Marta. “Género y conocimiento”, en: José Antonio López Cerezo y Manuel
Sánchez Ron. Ciencia, Tecnología, Sociedad y Cultura en el cambio de siglo...
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¿Han desaparecido…?
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Núñez, Jover. “Ciencia y Cultura en el cambio de siglo”…
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Núñez, Jover. La Ciencia y la Tecnología como procesos sociales, Félix Varela, La Habana,
1999.
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Santamarina, Cristina. Mujeres españolas ante el conocimiento científico y tecnológico en Madrid,
Cuadernos de Iberoamérica, OEI, Madrid, 2001, p. 60.
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Se funda la Universidad de La Habana el 5 de enero de 1728. Véase Ortiz, María Dolores.
“Las primeras mujeres universitarias en Cuba”, en: Revista Bimestre Cubana de la Sociedad económica
de amigos del país, vol. LXXXIV, época III, núm. 9, La Habana, Cuba, julio-diciembre, 1998.
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Doña Mercedes Riba y Pinos matriculada el 6 de septiembre de 1883 y obtuvo sus títulos
el 22 de mayo de 1887 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. Véase
Ortiz, María Dolores. “Las primeras mujeres universitarias en Cuba”...
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Apostando a la utopía...
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