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JIMENA ISABEL GODOY FAJARDO

Magistrada ponente

SL1389-2023
Radicación n.° 95316
Acta 20

Bogotá, D. C., veintiuno (21) de junio de dos mil


veintitrés (2023).

La Sala decide el recurso de casación interpuesto por


BENEDICTO GUALDRÓN SERRANO contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cúcuta, el 2 de diciembre de 2021, en el
proceso que adelantó contra el DEPARTAMENTO DE
NORTE DE SANTANDER.

I. ANTECEDENTES

Benedicto Gualdrón Serrano llamó a juicio al


Departamento de Norte de Santander con el fin de ‹‹Dejar
sin efecto jurídico los mal llamados contratos de órdenes de
prestación de servicios desde el 9 de febrero de 1998 al 31
de mayo de 1999›› y, en su lugar, se declarara que con el
Instituto Nortesantandereano de Agua Potable y
Saneamiento Básico – INORSA existió un contrato de

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trabajo a término indefinido del 9 de febrero de 1998 ‹‹hasta


la fecha, en la que aún continúa vigente››.

Consecuentemente, se le condenara al reconocimiento


y pago de salarios, auxilio de transporte, prima de
vacaciones, prima de navidad, prima de servicios,
bonificación por servicios prestados, intereses ‹‹dobles sobre
las cesantías››, sanción por la no consignación de las
cesantías, dotaciones de calzado y overol, pensión de
jubilación ‹‹o en su defecto›› la pensión sanción, indexación,
lo que resulte probado extra o ultra petita y, las costas.

Como fundamento de las pretensiones, relató que se


vinculó como trabajador, el 9 de febrero de 1998 hasta el 31
de mayo de 1999, a través de una orden de prestación de
servicios al Instituto Nortesantandereano de Agua Potable y
Saneamiento Básico – Inorsa adscrito al Departamento de
Norte de Santander. Señaló que con posterioridad a esa
última calenda la relación laboral continuó bajo la
modalidad de contrato verbal de trabajo y que las labores
que ejecutó corresponden a las de oficios varios, vigilancia,
mantenimiento y limpieza de la sede, traslado de materiales
a otros municipios y, cargue y descargue de materiales en el
almacén de la entidad.

Informó que el INORSA se liquidó mediante ordenanza


n.° 031 de 1998 y que los funcionarios de planta de la
entidad y su directora laboraron hasta el 31 de diciembre
de 1999, no obstante, él continuó en ejercicio de sus
funciones por orden de esta última.

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Adujo que el último pago de salarios, correspondiente al


período 1 de enero al 31 de mayo de 1999, lo hizo el
Departamento mediante Resolución n.° 001343 de 17 de
agosto de esa anualidad por valor de $1.900.000, a razón
de $380.000 mensuales, sin que con posterioridad a esa
fecha se le hubieren vuelto a cancelar salarios a pesar de
que continuó cumpliendo sus funciones. En junio de 2019
reclamó por conducto de su apoderado judicial el pago de
sus acreencias laborales sin obtener respuesta a lo
pretendido.

El Departamento de Norte de Santander, se opuso a


las pretensiones. De los hechos, aceptó que el demandante
laboró desempeñando funciones de servicios generales,
celaduría y cargue y descargue de materiales en el almacén
del Instituto Nortesantanderano de Agua Potable y
Saneamiento Básico – Inorsa, mediante 3 órdenes de
prestación de servicios, ‹‹la 095 del año 1.998 (un mes),
0011 del 09 de febrero de 1998 (3 meses) y la resolución
1343 del 17 de agosto de 1.999 (5 meses) las cuales
cumplieron su tiempo de duración y les fueron (sic)
canceladas››.

En su defensa, argumentó que, desde el 1 de junio de


1999, el demandante se encuentra ocupando el inmueble
de propiedad del Departamento ‹‹como invasor y no en
calidad de vigilante como lo pretende hacer ver››, toda vez
que no ejerce ninguna de las funciones que enuncia al no
existir contrato que se las asigne ni persona alguna que se
las hubiera impartido, ‹‹el demandante vive en la propiedad

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y simula su supuesta vigilancia con su permanencia ya que


en este inmueble fijo (sic) su residencia, destinando el predio
para su uso y disfrute personal, usufructuando el bien para
beneficio propio y parqueadero de carros particulares, este
no presta servicios alguno (sic) a la administración››, pues en
sus instalaciones ‹‹no se ejerce alguna actividad por parte de
ninguna dependencia de la administración del departamento
de norte de Santander››.

Informó que es conocedor de la ‹‹ocupación ilegal›› que


ha venido ejerciendo el demandante y su familia sobre el
predio de propiedad del Departamento y, que ‹‹a lo largo de
los años se han efectuado por parte de la administración
acciones y requerimientos tendientes a la recuperación del
bien inmueble, de los cuales el actor ha hecho caso omiso››,
precisando, además, que ‹‹lamentablemente por cambio de
titulares de despacho y funcionarios que no siguieron
vinculado (sic) con la gobernación, no se ha podido avanzar y
materializar la recuperación del predio››.

Manifiesta que ‹‹hasta mediados del 2018 después de


casi 18 años›› el promotor del juicio inició reclamaciones de
reconocimiento y pago de acreencias laborales y que se
declarara una relación laboral ‹‹que nunca ha existido entre
la administración y este››.

Precisó que entre los años 2016 a 2020 se han


realizado 3 visitas al predio que ocupa el demandante
ubicado en la avenida 6 entre calles 4 y 5 Barrio San Luis,
con el fin de avaluar el bien inmueble y rendir informe de

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inspección por parte de la Previsora de seguros y, verificar


la posesión de Gualdrón Serrano para iniciar trámites
judiciales, visitas que contaron con la presencia de personal
adscrito a la Gobernación y, en las que se evidenció que ‹‹el
demandante permite guardar carros particulares en las
instalaciones bien inmueble propiedad de la gobernación
usufructuando las instalaciones ya que recibe una
contraprestación en dinero››.

Propuso las excepciones de mérito de falta de


legitimación en la causa por pasiva y prescripción, y las que
llamó: inexistencia de la obligación, cobro de lo no debido,
innominada o genérica, inexistencia de los elementos
esenciales del contrato de trabajo y, ausencia de derecho y
fundamento legal para reclamar reconocimiento de la
existencia de relación laboral de trabajo y
consecuencialmente el pago de acreencias laborales y
prestaciones sociales (f.° 72-86 expediente digital primera
instancia).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Cúcuta,


concluyó el trámite y emitió fallo el 30 de septiembre de
2021 (f.° 220 expediente digital - cuaderno de primera instancia) , en
el que resolvió:

PRIMERO: DECLARAR la existencia de un contrato realidad


entre el demandante BENEDICTO GUALDRÓN SERRANO y el
INORSA, desde el 9 de febrero de 1998 hasta el 31 de mayo de
1999, por la aplicación del artículo 20 Decreto 2127 de 1945
respecto a la presunción de contrato de trabajo.

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SEGUNDO: DECLARAR prescritas las acreencias laborales


reclamadas en la demanda originadas en este contrato realidad.

TERCERO: ABSOLVER al DEPARTAMENTO DE NORTE DE


SANTANDER del reconocimiento de la pensión sanción, derecho
imprescriptible, por la vinculación que se dio entre el
demandante, entre el 9 de febrero de 1998 al 30 de mayo de
1999 con el INORSA, por no cumplir con los requisitos
establecidos en el artículo 133 de la Ley 100 de 1993.

CUARTO: DECLARAR que entre el señor BENEDICTO


GUALDRÓN SERRANO y el DEPARTAMENTO DE NORTE DE
SANTANDER, existió a partir del 1 de junio de 1999, y hasta la
actualidad, un comodato precario y, en consecuencia,
ABSOLVER a la entidad territorial demandada de las
pretensiones de la demanda.

QUINTO: Sin costas en esta instancia.

Disconforme, el demandante apeló.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Para resolver el recurso, la Sala Laboral del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, profirió fallo el 2
de diciembre de 2021 (f.° 12-25 expediente digital – cuaderno
segunda instancia), en el que dispuso:

Primero: CONFIRMAR los numerales primero, segundo y


tercero de la sentencia del 20 de septiembre de 2021, proferida
por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Cúcuta, Norte de
Santander.

Segundo: REVOCAR PARCIALMENTE el numeral cuarto de la


misma providencia, declarando probada la excepción
inexistencia de los elementos esenciales del contrato de trabajo
desde el 1 de junio de 1999. Se ABSUELVE a la entidad
territorial de las demás pretensiones.

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Tercero: COSTAS a cargo del actor. Inclúyase como agencias


en derecho de esta instancia la suma de $200.000. Liquídense
de manera concentrada en el despacho de origen.

En lo que estrictamente interesa al recurso


extraordinario, el Tribunal tuvo por establecido que
Benedicto Gualdrón Serrano estuvo vinculado a través de
órdenes de prestación de servicios con el liquidado Instituto
Nortesantandereano de Agua Potable y Saneamiento Básico
– INORSA, del 9 de febrero al 31 de diciembre de 1998 y,
posteriormente hasta el 31 de mayo de 1999 con el
Departamento de Norte de Santander, cumpliendo
funciones de celaduría, cargue y descargue de materiales en
el almacén de INORSA y, que las prestaciones reclamadas
por dicho se extinguieron por prescripción.

Por lo anterior, centró el problema jurídico en


establecer si se encontraban acreditados los elementos del
contrato de trabajo a partir del 1 de junio de 1999 y si, por
ende, había lugar o no al pago de las prestaciones e
indemnizaciones pretendidas.

Aludió a los artículos 53 de la CN y 20 del Decreto


2127 de 1945, señaló que probada la prestación personal
del servicio ‹‹se tiene por cierta la existencia del contrato de
trabajo››, presunción que recordó, admite prueba en
contrario, ‹‹esto es, que se desvirtúe la continuada
subordinación o dependencia del trabajador y/o el carácter
remunerado del servicio›› (CSJ SL11436-2016).

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Procedió al estudio de la prueba testimonial rendida


por José Armando Triana Suárez, Luis Olmedo Guerrero
Meneses, Sergio Andrés Mendoza González, José Miguel
Hernández González y, Patricia Romana Vera Ruíz, de la
que señaló, los 3 primeros deponentes dieron cuenta que el
demandante vivía con su familia en las instalaciones del
liquidado Inorsa, ‹‹hecho aceptado por el actor en el
interrogatorio de parte, al señalar que se quedó porque no le
dijeron váyase y como estaba pagando arriendo se llevó a la
señora para vivir ahí y cuidar “porque que más iba a hacer”››.

Refirió que los testigos Patricia y Luis Olmedo, en su


calidad de ex funcionarios del Departamento, sostuvieron
que no existió relación contractual entre el ente territorial y
el actor ‹‹habida cuenta de que en los predios de propiedad
de la demandada en los cuales no se desarrollaban
actividades ni prestaban servicios se dejaban sin vigilancia
como sucedió con las instalaciones de las cuales el
demandante alega su cuidado y conservación›› y, que en el
inmueble que aquel habitaba ‹‹no se guardan vehículos de la
gobernación y que solo hay tuberías viejas, y por lo tanto, no
existe la necesidad del servicio que se pregona en la
demanda››.

Manifestó que si bien Luis Olmedo Guerrero Meneses,


abogado de profesión, afirmó que ‹‹el paso del tiempo
convirtió al actor en un funcionario de hecho››, no informa de
la existencia de un contrato que ate al demandante con la
entidad convocada al juicio, menos aún de su dependencia
o subordinación y, tampoco sabe quién asume los gastos de

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los servicios públicos, si se le paga salario o quien realiza el


mantenimiento del inmueble, ‹‹Lo cual genera dudas
respecto su declaración (sic), al tildar al actor como servidor
público, pero no acreditar los demás elementos necesarios
para el contrato de trabajo, pese a tener conocimiento de
leyes dada su profesión››.

De la prueba documental adujo que del oficio de 30 de


agosto de 2004 dirigido al demandante en el que se
solicitaba ingreso al predio, el certificado laboral de 30 de
abril de 1999, las órdenes de prestación de servicio y el acta
de reunión de folios 34-36, lo único que se extraía era la
vinculación por el lapso que ya fue reconocido del 9 de
febrero de 1998 al 31 de mayo de 1999. De aquel oficio, que
fue suscrito por Patricia Vera dedujo que ‹‹surgió por la
urgencia de extraer un vehículo del predio y, atendiendo a
las indicaciones de sus subalternos sobre la existencia de un
celador, se elaboró de tal manera, pero que nunca verificó la
realidad de los hechos y que mucho menos esto constituyó
una orden, ya que, solo fue una vez y ello no se encontraba
dentro de sus funciones como profesional especializada››.

Así, coligió:

El anterior panorama reviste de veracidad la tesis planteada por


el extremo pasivo de la relación procesal respecto a la
inexistencia del vínculo laboral y ocupación de un predio
público por parte del deprecante y su familia. Incluso téngase
presente como el susodicho litigante en su declaración,
confirma lo señalado en la contestación del libelo genitor al,
confesar la inexistencia de un salario, así como la
subordinación y dependencia, denotándose que su ingreso a las
instalaciones de Inorsa se dio por descuido de la administración
de los predios sin uso, pues, como nadie le dijo “váyase” y que

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en su sentir “eso no tenía dueño”, tomó la decisión de irse a


vivir con núcleo familiar y fijar su residencia allí, hasta el punto
de usar la instalación pública como parqueadero privado. Esto
permite colegir que las funciones alegadas de vigilancia y
mantenimiento son las propias de una casa de habitación.
De esta manera las cosas, como se dijo antes, ninguna
conclusión diferente a la de la primera instancia se puede sacar
de las probanzas arrimadas, en tanto es claro que los
deponentes no señalaron de las funciones desplegadas, el
horario ejercido, no saben a favor de quién ejecutó el supuesto
contrato, ni quién le daba las órdenes. Lo único que se puede
extraer de tales es que como las instalaciones del liquidado
Inorsa eran el lugar de habitación del actor y su familia, era
normal que éste deambulara por ahí, realizara oficios varios e
inclusive prestara el servicio de parqueadero en beneficio
propio, sin que con ello se verificara una labor como celador en
favor del Departamento de Norte de Santander. Lo que se
evidencia es que esas actividades las hacía a motu proprio, no
pudiendo concluirse que las ejerciera con el fin de prestarle un
servicio personal en tal sentido a la pasiva.

Al no encontrar acreditada la prestación personal de


los servicios de Benedicto Gualdrón Serrano en favor del
Departamento de Norte de Santander, a partir del 1 de
junio de 1999, coligió que no procedía la aplicación de la
presunción de existencia de contrato de trabajo consagrada
en el artículo 20 del Decreto 2127 de 1945.

Estimó que ‹‹no resulta acomodado a la legalidad que el


a quo haya declarado la existencia de un comodato
precario››, decisión que contraría el principio de congruencia
al no haber sido motivo de debate o controversia dicha
situación jurídica y, para finalizar, indicó que el
demandante no cumplía los requisitos establecidos en el
artículo 133 de la Ley 100 de 1993 para ser beneficiario de
la pensión sanción deprecada, a pesar que el derecho
pensional era imprescriptible.

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IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por el demandante, concedido por el


Tribunal, admitido por la Corte, y sustentado en tiempo, se
procede a resolver.
V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Solicita que esta Corporación case el fallo del Tribunal,


en sede de instancia revoque el de primer grado, y en su
lugar, acceda a todas las pretensiones.

Con tal propósito presenta dos cargos, que no


recibieron réplica y, a continuación, se estudian en
conjunto pues no obstante orientarse por vías distintas,
acusan similar elenco normativo, se complementan en la
argumentación y, pretenden el mismo fin.

VI. CARGO PRIMERO

Por la vía indirecta acusa aplicación indebida del


artículo 20 del Decreto 2127 de 1945, en relación con los
artículos 1-3, 11 y 13 ibídem; 133 de la Ley 100 de 1993;
Ley 52 de 1975; 99 Ley 50 de 1990; 254 del CST y 53 de la
CN.

Como causa eficiente de la trasgresión normativa,


enuncia los siguientes errores:

1. Dar por demostrado, sin estarlo, que “no se acredita la


prestación personal del servicio de Benedicto Gualdrón Serrano
en favor de la pasiva a partir del 1 de junio de 1999”.

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2. Dar por demostrado, sin estarlo, que en el caso de autos nos


encontramos ante la ocupación de un predio público por parte
del deprecante y su familia, que desdibuja la existencia de un
vínculo laboral.

3. Dar por demostrado, sin estarlo, que el demandante usó la


instalación pública como parqueadero privado, y que las
funciones alegadas de vigilancia y mantenimiento son las
propias de una casa de habitación.
4. Dar por demostrado, sin estarlo, que como las instalaciones
del liquidado Inorsa eran el lugar de habitación del actor y su
familia, “… era normal que éste deambulara por ahí, realizara
oficios varios e inclusive prestara el servicio de parqueadero en
beneficio propio, sin que con ello se verificara una labor como
celador en favor del Departamento de Norte Santander”.

5. Dar por demostrado, sin estarlo, que las actividades


ejecutadas por el demandante era realizadas (sic) a motu
proprio, no con el fin de prestarle un servicio personal en tal
sentido a la pasiva.

6. No dar por demostrado, estándolo, que el actor prestó sus


servicios personales al Departamento de Norte de Santander, al
ser dicha entidad quien asumió los pasivos del extinto Inorsa.

7. No dar por demostrado, estándolo, que una vez demostrada


la prestación personal del servicio por parte del señor
BENEDICTO GUALDRÓN, se activó la presunción legal
consagrada en el artículo 20 del Decreto 2127 de 1945, la cual
no logró ser desvirtuada por la demandada.

8. No dar por demostrado, siendo evidente, que el señor


BENEDICTO GUALDRÓN habitó en los predios del extinto
Inorsa, en calidad de empleado, fungiendo como vigilante del
mismo, nunca con un ánimo diferente.

9. No dar por demostrado, siendo evidente, que entre el señor


BENEDICTO GUALDRÓN y el Departamento de Norte de
Santander existió un contrato de trabajo sin solución de
continuidad del 9 de febrero de 1998, de cuya relación se
adeudan las prestaciones sociales y demás acreencias laborales
causadas desde el 1º de junio de 1999.

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10. No dar por demostrado, estándolo, que como consecuencia


de no haber afiliado a trabajador (sic) al sistema de seguridad
social en pensiones, es acreedor a la pensión sanción
contemplada en el artículo 133 de la ley 100 de 1993.

Manifiesta que los yerros fueron consecuencia de la


errónea valoración de las siguientes pruebas: reclamación
administrativa (f.° 14-16), ordenanza 031 de 21 de agosto de
1998 (f.° 17-22), Resolución 1343 de 17 de agosto de 1999 (f.°
26-29), reclamación del 9 de agosto de 1999 ( f.° 29),
comunicación SG-4002-00315 de 30 de agosto de 2014 ( f.°
30), ordenes de servicio 0095 y 011 ( f.° 32 y 33), acta de

reunión para entrega inmueble (f.° 34-36), respuesta oficio


2018-1895412 (f.° 37-38), impuesto predial (f.° 39), estatutos
Inorsa Ordenanza 20 de 1991 (f.° 41-48), interrogatorio de
parte proceso 2004-1148 (f.° 94-100), comunicación 19 de
julio de 2006 dirigida al demandante ( f.° 101), solicitud
secretario jurídico restitución de predios mayo 2007 ( f.° 103-
104), comunicación 00139 y respuesta por parte de Manuel

Vargas (f.° 107-108), comunicación de 22 de abril de 2009 y


respuesta de Silano Serrano (f.° 108-109), oficio de 25 de
abril de 2012 (f.° 112), comunicación de 24 de mayo de 2012
(f.° 113-115) y, registro fotográfico (f.° 117-119 y 215-217).

Además, acusa como erróneamente valorado el


interrogatorio de parte rendido por el demandante y los
testimonios de José Armando Triana Suárez, Luis Olmedo
Guerrero Meneses, José Miguel Hernández González,
Patricia Romada (sic) Vera Ruíz y, Sergio Andrés Mendoza
González.

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En el desarrollo expone que la equivocación del


Tribunal provino de la valoración errónea de las probanzas
acusadas de las cuales resalta la comunicación SG-4002-
00315 de 30 de agosto de 2004, en la que Patricia Herrera,
profesional especializada del Departamento, se dirige al
demandante como vigilante, para ordenarle que permita el
ingreso de Samuel Emiro Castilla, auxiliar administrativo,
quien se encontraba autorizado para retirar del lote del
antiguo Inorsa, un camión de estaca modelo 1972 marca
Dodge 600 de placa OWE 508.

Sostiene que de aquel oficio surge evidente que si en el


predio donde pernoctaba el demandante y su familia ya no
se ejercía ninguna actividad, no había razón para que se
continuara disponiendo de lo que allí se encontraba y, si
era el sitio que aquel ocupaba como arrendatario del
mismo, porque se había emitido aquella orden. En su decir,
ello obedeció a que ‹‹nunca fungió como arrendatario,
usufructuario, mero tenedor, poseedor, invasor u otra figura,
sino como trabajador›› quien debía precisamente responder
por los vehículos, enseres y materiales que allí se
encontraban y que eran de propiedad del Departamento de
Norte de Santander, los que, además, estaban debidamente
inventariados.

Refiere que, luego de la finalización de las órdenes de


servicio y al conocer ‹‹a cabalidad›› las funciones para las
que había sido contratado, no era necesario que le fueran
reiteradas, por lo que continuó ejerciéndolas en las
instalaciones del antiguo Inorsa en el barrio San Luis, sin

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solución de continuidad, lugar en el que no pernoctó con


ánimo diferente al de trabajador, ‹‹siempre tuvo consciencia
de su posición y sus actuaciones y funciones se encontraban
encaminadas al desempeño del cargo de Vigilante para el
cual había sido contratado››, pues de haber actuado de otra
manera hubiese iniciado acciones de pertenencia, hubiera
ejercido posesión y utilizado el predio en toda su extensión
con el fin de explotarlo con fines económicos, ‹‹incluso, al
momento en que es instado para desalojar el inmueble
hubiese solicitado el pago de mejoras y otro tipo de
emolumentos, no el pago de acreencias, como siempre lo
hizo››.

Señala que, al no haber existido nunca un contrato de


arrendamiento u otro distinto al laboral, ser el predio de la
Gobernación y tener allí activos que el promotor del juicio
debía custodiar, ‹‹se cae por su propio peso el argumento que
pretende la existencia de un supuesto contrato de
arrendamiento “de uso exclusivo de casa de habitación”››,
porque de ser así, por los vehículos de propiedad del
demandado que allí se encontraban, recibiría algún
estipendio, lo que jamás sucedió.

VII. CARGO SEGUNDO

Por la vía directa, acusa interpretación errónea del


artículo 20 del Decreto 2127 de 1945, en relación con los
artículos 1, 2, 11 y 13 ibídem, 133 de la Ley 100 de 1993;
Ley 52 de 1975, 99 de la Ley 50 de 1990, 254 del CST, 53

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de la CN y 167 del CGP, así como la infracción directa del


artículo 3 del Decreto 2127 de 1945.

Se refiere a la presunción legal consagrada en el


artículo 20 del Decreto 2127 de 1945, así como al
entendimiento que le ha dado esta Corporación, entre otras
en sentencia CSJ SL2080-2022, que reproduce
parcialmente, lo que lo lleva a sostener que probada la
prestación personal del servicio como ocurrió en el sub lite,
‹‹le asistía la imperiosa obligación de presumir la existencia
de un contrato de trabajo, revestida del factor subordinante››.
Afirma que del artículo 3 del Decreto 2127 de 1945 se
colige que el contrato de trabajo no se desdibuja por el
tiempo de duración de las labores ejecutadas o por el sitio
donde se realicen ‹‹“así sea en el domicilio del trabajador”››, el
que desconoció el ad quem a pesar de que no encontró
acreditada causa distinta por la cual se encontraba
pernoctando el demandante en ese lugar, a la de desarrollar
funciones de vigilancia y cuidado del predio, de los
vehículos y de los demás activos de su empleador.

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VIII. CONSIDERACIONES

Para el Tribunal, Benedicto Gualdrón Serrano no


acreditó la prestación personal de sus servicios en favor de
la entidad convocada a juicio, a partir del 1 de junio de
1999. Al respecto, indicó:

De esta manera las cosas, como se dijo antes, ninguna


conclusión diferente a la de la primera instancia se puede sacar
de las probanzas arrimadas, en tanto es claro que los
deponentes no señalaron de las funciones desplegadas (sic), el
horario ejercido, no saben a favor de quién ejecutó el supuesto
contrato, ni quién le daba las órdenes. Lo único que se puede
extraer de tales es que como las instalaciones del liquidado
Inorsa eran el lugar de habitación del actor y su familia, era
normal que éste deambulara por ahí, realizara oficios varios e
inclusive prestara el servicio de parqueadero en beneficio
propio, sin que ello se verificara una labor como celador en
favor del Departamento de Norte de Santander. Lo que se
evidencia es que esas actividades las hacía a motu proprio, no
pudiendo concluirse que las ejerciera con el fin de prestarle un
servicio personal en tal sentido a la pasiva.

A pesar de la senda por la que se orienta el ataque, no


existe discusión, como lo tuvo por acreditado el Tribunal, de
que Benedicto Gualdrón Serrano prestó sus servicios al hoy
liquidado Instituto Nortesantandereano de Agua Potable y
Saneamiento Básico – Inorsa, del 9 de febrero de 1998 al 31
de mayo de 1999, ejerciendo funciones de celaduría.

Para la censura, el yerro en el que incurrió el Tribunal


provino de no tener acreditada la existencia de un contrato
de trabajo con el Departamento de Norte de Santander
desde 9 de febrero de 1998, el que, en su decir, se

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encontraba vigente a la fecha de presentación de la


demanda.

De las pruebas acusadas y con las cuales el recurrente


pretende acreditar la prestación de sus servicios en forma
continua, la Sala encuentra:

La certificación expedida por el Secretario de Aguas del


Departamento de Norte de Santander ( f.° 29) da cuenta de la
prestación de los servicios del promotor del juicio como
celador «en las instalaciones del Almacén del Instituto
Nortesantandereano de Agua Potable y Saneamiento Básico
– INORSA (ya liquidado)» por el período comprendido del 1
de enero al 30 de abril de 1999. Así mismo, las órdenes de
servicios n.° 0095 y 0011 informan de las funciones del
demandante en labores de celaduría y de cargue y
descargue de materiales en el almacén de Inorsa, la
primera, por el mes de diciembre de 1998 y, la segunda, por
3 meses contados a partir de su expedición que lo fue el 9
de febrero de 1998 (f.° 31-32).

Estas dan cuenta, como lo coligió el Tribunal, de la


prestación de los servicios del demandante al extinto
Inorsa, por el lapso que encontró el juez de primera
instancia y que confirmara el ad quem, esto es, del 9 de
febrero de 1998 al 31 de mayo de 1999, período respecto del
cual, como ya se dijo, no existe controversia alguna.

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Igual sucede con la reclamación adiada de 9 de agosto


de 1999 elevada por el promotor del juicio al Gobernador de
Norte de Santander para que le fueran pagados los salarios
adeudados «durante 5 meses consecutivos, tiempo
comprendido del 1 de enero a mayo 31 de 1999» (f.° 27) y, la
Resolución n.° 1343 de 17 de agosto de 1999 (f.° 25-26), las
que antes que servir al propósito que pretende el
recurrente, ratifican lo decidido por los juzgadores de la
instancia, en tanto nada aportan a la acreditación de la
prestación de los servicios al ente territorial demandado con
posteridad al 31 de mayo de 1999.

En la ordenanza 031 de 21 de agosto de 1998 ( f.° 17-


22), la Asamblea Departamental faculta al Gobernador del

Departamento de Norte de Santander para liquidar y


suprimir el Instituto Nortesantandereano de Agua Potable y
Saneamiento Básico – Inorsa y autoriza la creación de la
Secretaría de Aguas, Saneamiento Básico y Medio
Ambiente, concediendo un término máximo a la
administración hasta el 31 de diciembre de 1998, para que
adoptara la planta de personal de la nueva entidad, en la
que, no se demostró por el demandante, hubiera sido
vinculado.

La reclamación administrativa de folios 13-15 suscrita


por Benedicto Gualdrón Serrano, en la que pide el pago de
acreencias laborales «desde el 9 de febrero de 1998»,
tampoco aporta a lo pretendido, en tanto se constituye en
una prueba elaborada por la propia parte que dista mucho

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Radicación n.° 95316

de alcanzar valor probatorio en el juicio, así como de


acreditar la verdadera prestación del servicio del
demandante.

En cuanto a la comunicación SG-4002-00315 de 30 de


agosto de 2014 (f.° 30), de la que resalta da cuenta del
tratamiento que se le daba como vigilante y, por ende,
trabajador al servicio del departamento, observa la Sala que
fue suscrita el 30 de agosto de 2004 por Patricia Herrera
Ruíz, profesional especializada de la Gobernación del
Departamento del Norte de Santander y, en ella se
consignó:

San José de Cúcuta, 30 AGO 2004

Señor

BENEDICTO GUALDRÓN

Vigilante

Lote San Luis INORSA

Cúcuta

Cordial saludo,

Me permito informarle que el señor SAMUEL EMIRO CASTILLA


Auxiliar Administrativo de la Secretaría de Hacienda del
Departamento, se encuentra autorizado por esta oficina para
retirar de las instalaciones del inmueble Lote SAN LUIS Antiguo
INORSA el Vehículo tipo camión Estaca Modelo 1.972 Marca
DOGE 600 (sic) Identificado con placa OWE-508, el cual será
trasladado por medio de grúa hacia las instalaciones de los
Antiguos Talleres de Obras Públicas del Departamento.

Se agradece su colaboración al respecto,

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Esta probanza no conduce al quebrantamiento de la


sentencia impugnada, pues nada demuestra contrario a lo
que vio en ella el tribunal. En todo caso, ningún yerro
evidente o manifiesto en su apreciación encuentra la Sala
porque se trata de una insular y simple comunicación de
información referida a la autorización de retiro de un
vehículo allí guardado sin carácter subordinante.

Tampoco aporta al propósito de la censura, el acta de


reunión para la entrega del inmueble que él suscribiera el
12 de junio de 2017 con ocasión de la visita que para tal fin
adelantara el Departamento de Norte de Santander a través
de uno de sus funcionarios, de nombre Hugo Leonidas
Márquez Ortega, pues en esta lo que se consigna es la
permanencia de Benedicto Gualdrón Serrano en el predio y
sus aspiraciones salariales y prestacionales que no, una
verdadera prestación de servicios en favor del ente
territorial demandado.

La respuesta al oficio «con Nro. de Radicado Interno


2018-840-189541-2», por parte de la secretaria general de la
Gobernación del Departamento (f.° 36-37), en la que, sin
fecha, le informa al demandante de los bienes que se
encuentran ubicados en el inmueble de propiedad del
antiguo Inorsa y en el que habita aquel, el recibo de
impuesto predial de esa propiedad (f.° 38) y, los estatutos de
la extinta entidad (f.° 39-47), no demuestran la prestación
del servicio del promotor del juicio, que fue lo que echó de
menos el colegiado de instancia, pues de ellos lo único que
puede concluirse, es la existencia del predio y la propiedad
del mismo.

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Radicación n.° 95316

El interrogatorio de parte absuelto por el demandante


dentro del proceso 2004-1148, adosado al plenario a folios
111-113, no resulta prueba calificada en el recurso
extraordinario, en tanto, «la confesión que es dable estudiar
en sede de casación es la judicial, no aquella que se hubiera
dado de manera extrajudicial» (CSJ SL, 21 mar. 2012, rad.
37865).

La comunicación de 19 de julio de 2006 ( f.° 99) en la


que la asesora externa del departamento demandado
requiere a Gualdrón Serrano para que efectúe el pago de los
cánones de arrendamiento correspondientes al predio que
habita desde agosto de 1999 a diciembre de 2006 para un
total de $12.600.000, antes que reconocer la prestación
personal de los servicios del demandante a la entidad, lo
que acredita es su desconocimiento, dada la calidad de
arrendatario en la que considera la entidad ocupa el
inmueble al no mediar contrato laboral que soportara su
condición de trabajador.

Las restantes pruebas acusadas: solicitud secretario


jurídico restitución de predios mayo 2007 (f.° 103-104),
comunicación 00139 y respuesta por parte de Manuel
Vargas (f.° 107-108), comunicación de 22 de abril de 2009 y
respuesta de Silano Serrano (f.° 108-109), oficio de 25 de
abril de 2012 (f.° 112), comunicación de 24 de mayo de 2012
(f.° 113-115), registro fotográfico (f.° 117-119 y 215-217), son
documentos declarativos emanados de terceros que no
resultan aptos para estructurar los dislates endilgados a la
sentencia del Tribunal, en tanto su naturaleza es
testimonial, por lo que su estudio sólo es posible si

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previamente se demuestra error manifiesto en alguna de las


pruebas hábiles en sede extraordinaria (CSJ AL 4210-
2022).

Para finalizar, fue el demandante al absolver


interrogatorio de parte en el curso del proceso quien
reconoció su vinculación con Inorsa a través de órdenes de
servicio, la primera por 3 meses y la segunda por 5. Sostuvo
que una vez fue liquidado Inorsa «nadie me dijo váyase» y
que nadie le daba órdenes, «seguro no tenía dueño porque
ningún gobernador venía» y advirtió, que se quedó allí
porque como no le pidieron que desalojara el predio y
pagaba arriendo, se llevó a vivir a su esposa y familia,
«porque que más iba a hacer, a cuidar». Adujo que su
sustento lo deriva de la ayuda que le da una hija y que hizo
varias reclamaciones para que le pagaran acreencias «pero
lo que pasa es que ellos no contestan las cartas». Informó
que la única orden que recibió fue «de la Dra. Patricia» por
un carro que había en el predio y que ella mandó una carta
«para que lo pudieran sacar de ahí el señor Samuel» y, que
desde mayo de 1999 no le han efectuado ningún pago «y
más bien me dejaron cortar la luz y a yo (sic) me toca pagar
los recibos» y también efectuar el cambio de las bombillas,
«desde 2011 para acá».

Aceptó que ha permitido que en las instalaciones de


Inorsa se guarden 1 o 2 carros particulares para de esa
manera obtener un ingreso para satisfacer sus necesidades
de comida «pero no es que tenga parqueadero ahí», que
nadie lo autorizó para esa actividad «pero es que no tengo
porque aguantar la hambre (sic) porque sin pagarme sueldo,

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imagine doctora» y precisó que no rinde cuenta alguna de


las sumas que recibe por esa actividad, así como que ha
sido requerido en varias oportunidades por parte de la
administración departamental para que entregue el
inmueble, pero «no me dijeron váyase ni nada».

De lo manifestado por el promotor del juicio en aquella


diligencia, resalta la Sala que no reconoce la existencia de
un superior inmediato o jefe a quien deba dar cuenta de la
labor que como celador afirma ha desempeñado con
posterioridad al 31 de mayo de 1999, ultima data en la que
recibió remuneración de parte del departamento por los
servicios prestados, pues aunque menciona a la «Dra.
Patricia» quien le enviara una comunicación autorizando la
salida de un vehículo que se encontraba en el predio en el
año 2004, como ya se analizara en precedencia, si de allí se
pudiera colegir la prestación de servicios del demandante en
favor del Departamento de Norte de Santander, a lo sumo
alcanzaría su acreditación hasta el 30 de agosto de 2004.

Por lo anterior, al no estar demostrada la prestación


personal del servicio, como lo sostuvo el ad quem no hay
lugar a desplegar en favor del promotor del juicio la
presunción contemplada en el artículo 20 del Decreto 2127
de 1945, en tanto la misma exige la demostración de aquel
requisito en favor del presunto empleador, el que, se reitera,
no acreditó Gualdrón Serrano en quien recaía la carga
probatoria.

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Radicación n.° 95316

Lo hasta aquí analizado es suficiente para el fracaso


de los ataques, no obstante es del caso subrayar que los
testimonios que se acusan como erróneamente apreciados
en el desarrollo del cargo primero, no son prueba calificada
autónoma para con ellos sustentar un cargo en el recurso
de casación laboral, sino que su estudio depende de la
demostración de yerros evidentes en la apreciación de un
medio que tenga tal condición -documento auténtico,
confesión judicial o inspección ocular- según la restricción
contenida en el artículo 7º de la Ley 16 de 1969, norma que
fue declarada exequible por la Corte Constitucional en
sentencia C-140 de 29 de marzo de 1995, de manera que la
inconformidad con la desacertada valoración probatoria por
parte del Tribunal, no puede abordarse ante la ausencia de
tal presupuesto (CSJ SL4030-2019).

Así las cosas, de lo que viene de estudiarse, al no


haberse demostrado los yerros fácticos ni jurídicos
endilgados al juez de segunda instancia, los cargos no
prosperan.

Sin costas en sede extraordinaria ante la ausencia de


réplica.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada el 2 de diciembre de 2021, por la

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Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de


Cúcuta, dentro del proceso ordinario laboral seguido por
BENEDICTO GUALDRÓN SERRANO contra el
DEPARTAMENTO DE NORTE DE SANTANDER.

Sin costas en sede extraordinaria.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

DONALD JOSÉ DIX PONNEFZ

JIMENA ISABEL GODOY FAJARDO

JORGE PRADA SÁNCHEZ

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