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LA LITERATURA DEL SIGLO VII

1. PENSAMIENTO Y CULTURA EN EL BARROCO

Con la palabra Barroco se designa la cultura del siglo VII. El pensamiento de esta época
refleja el sentimiento de desconfianza político, en lo social y en lo artístico. Por eso, en la
cultura predomina un tono pesimista y desengañado. La estética barroca se caracteriza por la
ornamentación y los contrastes.

En el Barroco se produce más bien una continuidad y una evolución de las ideas del
Renacimiento que son llevadas al máximo hasta deformarse.

Rasgos característicos del Barroco.

 El desengaño: es la idea barroca por excelencia, frente al idealismo y al optimismo


renacentista domina ahora una concepción negativa del mundo. caos, desorden y
confusión.
 La idea de la muerte: la vida está ahora presidida por la idea de la muerte: vivir es sólo
un breve tránsito entre la cuna y la sepultura, título de una obra de Quevedo. El tiempo lo
destruye todo y por, tanto, todo es vanidad.
 La idea de la vida como sueño, teatro, apariencia: la realidad sólo es ilusión y
apariencia: la vida es sueño, el mundo es un gran teatro donde cada uno debe
representar un papel.
 El nuevo modelo de comportamiento humano: el hombre barroco es un ser
esencialmente desconfiado. Para sobrevivir en una realidad en la que las cosas no son
como parecen, en la que todo está lleno de trampas, en un mundo tan engañoso, en fin,
es necesario saber manejarse.
 El pesimismo: el pesimismo barroco puede manifestarse de muy diversas formas:
mediante la angustia existencial, mediante la protesta o la sátira, mediante una actitud
estoica, mediante la evasión o la diversión. La literatura barroca tiene excelentes
ejemplos de estas variadas actitudes.

1.1. La estética barroca.

Literariamente, el Barroco es, en muchos aspectos, la continuación de temas y formas


renacentistas. El escritor conserva los hallazgos del Renacimiento, pero, sin despreciar a los
autores clásicos, se distancia de ellos, siguiendo su apreciación personal. Así surge un espíritu
creador que presenta caracteres propios y definidos:

 Busca lo nuevo, lo original, lo sorprendente para excitar la sensibilidad o la


inteligencia del lector con violentos estímulos. Utiliza para ellos brillantes imágenes,
novedades estilísticas, ideas ingeniosas, o se sirve de lo pintoresco, lo grotesco y lo
hiperbólico.
 Sustituye las normas clásicas de los modelos grecolatinos por una actitud
individualista y caprichosa, tendiendo a la exageración de la realidad literaria.
 Esa búsqueda de lo original provoca una tendencia a la artificiosidad y
complicación. Como resultado, el mensaje se percibe entre exquisitas excelencias
formales, creando un arte para minorías. Se considera que cuanta mayor es la
dificultad de una obra, mayor es el goce estético que proporciona; es decir, vinculan la
belleza a la dificultad.
 Tendencia al contraste y desproporción, gusto por los contrarios. Se presentan la
belleza /fealdad, lo sublime /lo vulgar..
 Se busca un estilo dinámico y complejo. Literatura difícil y recargada,
exageración

1.2. Tendencias literarias: culteranismo y conceptismo

El culteranismo y el conceptismo son las dos tendencias estilísticas dominantes en la


literatura barroca española. No se trata de movimientos opuestos, pese a los duros
enfrentamientos personales de sus defensores, sino que forman parte de una sensibilidad
estética general que persigue la originalidad y pretende admirar al lector. En ambas tendencias
se rompe el equilibrio entre forma y contenido (cómo se dice y qué se dice) defendido por la
estética renacentista.

1.2.1. EL CONCEPTISMO

Se basa en asociaciones ingeniosas de palabras o ideas. Se tiende a un lenguaje conciso,


lleno de contenido. Para ello se juega con los significados de las palabras (los conceptos) y con
sus relaciones más insospechadas. Los recursos más utilizados son la antítesis, la paradoja, la
condensación conceptual, las hipérboles, … la combinación de diversas acepciones de un
mismo vocablo, etc. Los escritores conceptistas más notables son Francisco de Quevedo y
Baltasar Gracián.

1.2.2. EL CULTERANISMO

Los escritores culteranos persiguen la brillantez formal y presentan una realidad mediante
abundantes metáforas e imágenes hiperbólicas de difícil interpretación. Aunque los temas
puedan ser triviales, se utiliza un estilo esplendoroso que desea llamar la atención sobre el
lenguaje mismo. Para ello se emplean numerosos recursos: metáforas audaces (así, el pájaro
será “flor de pluma” o “ramillete con alas” y el arroyo “culebra que entre flores se desata”),
sinécdoques y metonimias, perífrasis, hipérboles, imágenes brillantes, voces sonoras,
procedimientos que buscan la musicalidad del verso (aliteraciones, paronomasias, palabras
esdrújulas…) . La sintaxis se complica con giros procedentes del latín, con violentos hipérbatos,
con exagerados encabalgamientos. El vocabulario es original: incorpora numerosos cultismos
léxicos de procedencia latina (“émulo, náutico, cándido, cerúleo…”) y selecciona los términos
por su colorido y suntuosidad (oro, rubíes, perlas…) Se crea, así, una peculiar lengua poética,
característica de Luis de Góngora y sus continuadores.

2. LA POESÍA BARROCA

En el siglo XVII la poesía lírica alcanza una gran calidad y es muy variada en temas, tonos y
formas. Los poetas que mejor muestran esa variación son Francisco de Quevedo y Luis de
Góngora.

La poesía tiene en el siglo XVII un enorme desarrollo. No sólo se cultiva poesía lírica y épica,
sino que la poesía dramática, - los dramaturgos eran llamados poetas - tiene ahora excepcional
importancia. De hecho, las obras teatrales, escritas en verso, sirvieron para la popularización
de la poesía.

La poesía barroca refleja la conciencia de crisis, el pesimismo y el desengaño


característicos de esta etapa cultural. Presenta gran variedad de formas, estilos y temas. Se
llevan al extremo los temas renacentistas:
a) El amor es visto como pasión intensa, se resalta su fuerza y adquiere un sentido
trascendente, es decir, se aprecia que perviva más allá de la muerte.
b) La belleza de la mujer amada se aleja de la armonía renacentista y supera a la
propia naturaleza. Vinculada con el tópico del Carpe diem, se destaca el efecto
demoledor del paso del tiempo.
c) La naturaleza idílica del Renacimiento se transforma en naturaleza sensual, llena
de colores y sonidos.
d) La mitología continúa siendo un punto de referencia y génesis de asuntos que son
tratados a veces con tono noble y solemne y otras con efectos paródicos y
burlescos.

La crisis despierta el interés por temas morales y filosóficos: la vanidad de las cosas, el
engaño de las apariencias, el paso del tiempo (presente en el tema del reloj, las ruinas, el Ubi
sunt?, el Tempus fugit…) la presencia de la muerte, el sueño como símbolo de vida y muerte,
etc. Las circunstancias sociales de corrupción desembocaron en una poesía satírica donde se
criticaba tipos y costumbres de la época y se hablaba del problema de España.

2.1. LUIS DE GÓNGORA (1561-1627)

Luis de Góngora es el creador de la poesía culterana: minoritaria, culta, brillante y difícil.


Inventa un lenguaje metafórico que se aleja de la lengua común y presenta un mundo
transformado y embellecido. Se aprecia en sus canciones, sonetos y en algunos poemas.
También escribió poemas de tono burlesco y en formas tradicionales, recogidos en lso
romances o letrillas.

VIDA Y PERSONALIDAD

El cordobés Luis de Góngora y Argote nació en una familia de ascendencia noble, de


juristas y clérigos ilustrados. Estudió Leyes en Salamanca, que parece que no acabó, y vivió
siempre de cargos eclesiásticos que heredó de su familia. Su enemistad con Quevedo fue
famosa en la época, pues ambos se dedicaron mutuamente durísimas composiciones satíricas.

SU OBRA

Góngora fue un poeta respetado, temido, famoso en su tiempo y seguro de sí mismo que
inventó un lenguaje poético brillante, culto y elitista – el culterano-. Su poesía no pretende
representar la realidad, sino transformarla, mediante las metáforas, en un mundo nuevo lleno
de belleza. En general, la poesía de Góngora es esteticista porque es muy sensorial, y logra la
admiración del lector porque va dirigida a su inteligencia, pero pocas veces conmueve, ya que
no expresa sus sentimientos. En su obra se distingue una poesía culta y otra cercana a la lírica
tradicional, a menudo de tono burlesco.

La obra lírica de Góngora circuló de forma oral y manuscrita durante su vida. Sus versos
se editaron póstumamente, algunas ediciones con comentarios eruditos, como si se tratara de
un clásico. Se conserva además un lujoso manuscrito donde se pueden leer los poemas de
Góngora acompañados de su fecha de composición, lo que permite trazar con bastante
seguridad una cronología de sus poemas.

Desde 1609, su intención explícita es la de crear un nuevo lenguaje poético mediante la


acumulación e intensificación de recursos retóricos utilizados anteriormente y el uso de otros
nuevos. Va a ser a partir de esta voluntad de forjar una nueva poesía cuando componga sus
obras mayores: Fábula de Polifemo y Galatea (1612), Soledades (1613-4) y Fábula de
Píramo y Tisbe (1618). El resto de su producción poética consta de más de doscientos
romances y letrillas al modo popular, unos dos centenares de sonetos, algunas composiciones
diversas y un poema inconcluso en octavas reales, el Panegírico al duque de Lerma (1617).

1.1.1. La poesía de arte menor

Los poemas en versos cortos de Góngora fueron ya muy populares en su época y


continuaron siéndolo después. Este extenso grupo de poemas no está exento de artificios y
dificultades y siempre se nota, pese a la inspiración popular, la mano del poeta culto.
Las letrillas y otras composiciones de arte menor a veces tienen un tono serio y tratan
de temas graves, son muy frecuentes los textos de carácter humorístico o satírico, en los que
se utilizan chistes, alusiones desvergonzadas, expresiones escatológicas, etc.
Pese a estos rasgos, no se trata de una literatura intrascendente, puesto que en toda
esta poesía satírica se critican muchos de los valores establecidos (el amor, los sentimientos
caballerescos, el sentimiento patriótico…)
Sus romances son muy notables y con ellos el Romancero nuevo alcanza sus mayores
cimas. También en ellos se alterna e incluso se mezcla lo serio y lo burlesco. Tratan de los más
diversos temas: caballerescos, moriscos, de cautivos, pastoriles, amorosos, mitológicos,
satíricos…
Entre los romances merece especial atención la Fábula de Píramo y Tisbe, larga
composición de más de quinientos versos, escrita en 1618, que resume a la perfección los
rasgos más sobresalientes de la poesía gongorina: su tendencia al cultismo junto a su gusto
por lo popular, la visión burlesca de la realidad y la reflexión seria, el refinamiento exquisito al
lado de la expresión chocarrera. Este poema heroico-cómico narra grotescamente un tema
mitológico grave y serio. Con ello, el poeta barroco está burlándose, con actitud distanciada de
sus propios mitos.

1.1.2. La poesía de arte mayor

1.1.2.1. Los sonetos

Góngora fue un gran sonetista. Sus sonetos normalmente siguen el modelo clásico de
cuartetos expositivos y tercetos conclusivos, aunque a veces utiliza fórmulas distintas.
Abordó en ellos variados temas: amorosos, satírico-burlescos, morales, mitológicos, de
circunstancias, etc.:
a) Los sonetos amorosos, más frecuentes al principio de su producción, son de hechura
petrarquista, muy literarios y estilizados, y carecen de la pasión vital que transmiten los
de Lope o Quevedo.
b) Los sonetos satírico-burlescos prolongan esta vena típica de otros poemas de
Góngora. En ellos, sin renunciar a la perfección formal y a los recursos retóricos de la
tradición culta, incorpora elementos de la poesía popular y no evita el léxico coloquial e
incluso vulgar.
c) Los sonetos de tema moral reflejan la situación vital del poeta y, en tono serio o
burlón, expresan sus inquietudes, sobre todo los escritos en su última estancia en
Madrid, en los que es manifiesto su desengaño, y que entroncarían con el tópico clásico
del “menosprecio de corte”
1.1.2.2. Fábula de Polifemo y Galatea. Soledades.

Con estos dos grandes poemas lleva Góngora a su culminación el estilo culterano. En
ellos, las dificultades se acumulan de tal forma que sólo resultan comprensibles para un lector
extremadamente culto. Son concebidos como un reto a la inteligencia. Por eso, concitaron
desde el primer momento la adhesión o el rechazo absolutos.
La Fábula de Polifemo y Galatea consta de 504 versos en octavas reales y desarrolla el
mito clásico del cíclope Polifemo enamorado de la ninfa Galatea. Si el tema es ya de por sí
hiperbólico, el arte de Góngora se centra en intensificar la exageración y llevar al límite la
hipérbole. El lenguaje es enormemente complejo, pero la sintaxis no alcanza todavía la
complicación a la que llegará la lengua poética gongorina en las Soledades.
Góngora compone las Soledades inmediatamente después del Polifemo. La idea
original es que las Soledades fueran cuatro, pero finalmente Góngora sólo compuso la primera
y parte de la segunda. En total, unos dos mil versos agrupados en silvas. Esta forma métrica le
permite al poeta, con sus largos periodos, mayor libertad sintáctica y, dada la tendencia
gongorina en estos poemas culteranos, ello tiene como fruto una lengua complicadísima en la
que la poética cultista llega al límite. Curiosamente, el tema es muy sencillo : el canto de la vida
natural, el desdén de las ambiciones cortesanas. Con un tenue hilo argumental, las Soledades
son tan solo una sucesión de escenas pastoriles y rurales, siempre en el entorno de una
Naturaleza literariamente estilizada. Se recrea la belleza de una naturaleza pródiga y
benefactora que remite al ideal bucólico clásico de la Edad de Oro.
Muchos de los motivos y rasgos formales de estos dos grandes poemas están ya
presentes en otros textos previos de Góngora. El universo poético del escritor cordobés es, por
tanto, coherente y se va gestando durante muchos años para cristalizar en su forma más
acabada a principios de la segunda década del siglo XVII.

1.2. TEMAS Y ESTILO

Gran parte de los temas de los poemas de Góngora son los propios de un poeta que
bebe directamente en la tradición poética previa: el amor, con todos los tópicos de la literatura
petrarquista, la mitología, como fuente inagotable de motivos, la naturaleza como marco
estilizado y como referente bucólico ideal.
Estos temas tan conocidos son reelaborados con el sello personal del poeta, siempre
deseoso de dejar constancia de su nota distintiva y original. Muchas de las composiciones del
poeta están basadas en sus propias experiencias vitales, convenientemente literaturizadas. Y,
por supuesto, no cabe olvidar la vertiente satírica y burlesca de Góngora, tanto en poemas
populares como cultos.
En su personal reelaboración de los principios estéticos de la lírica del siglo XVI y en su
búsqueda de una lengua poética nueva y específica, radican quizá las claves de la
originalidad poética de Góngora como escritor. Góngora se aleja de los modelos renacentistas,
complicando y distorsionando al máximo la lengua poética renacentista. El lenguaje gongorino
se caracteriza por su ambigüedad y multiplicidad de significados, que lo alejan de la lengua
natural. Hay una tendencia constante en su poesía a la expresión metafórica y perifrástica que
evita presentar las cosas directamente. Esta concepción de la poesía le lleva a una peculiar y
originalísima poética en la que la oscuridad es un factor estético de primer orden.
Y es que, aunque la poesía de Góngora parte de los principios estéticos clásicos,
progresivamente rompe con ellos como resultado lógico de su tendencia a los contrastes, a la
exageración, a lo diverso, de su deseo de huida de la realidad, que se manifiesta tanto en su
visión idealizada del mundo como en la huida del mismo a través de la burla y la chocarrería.

2. LA OBRA POÉTICA DE FRANCISCO DE QUEVEDO


2.1. SU OBRA POÉTICA

Fue en su época poeta conocidísimo desde muy joven. Sin embargo, no llegó a ver
publicadas sus obras poéticas en vida, aunque muchas de ellas circularon de forma
manuscrita. En 1648, su amigo González de Salas publicó buena parte de ellas en El Parnaso
español. Un sobrino del escritor publicó en 1670 otra parte de sus textos poéticos, pero
también con alteraciones diversas. Todo ello hace que la poesía de Quevedo haya llegado
hasta hoy con numerosos problemas textuales.
La abundantísima obra poética de Quevedo (unas mil composiciones) suele agruparse
atendiendo a sus temas: poemas filosóficos, morales, religiosos, amorosos, satírico-burlescos y
de circunstancias.

a) Poemas de tema grave (filosóficos, morales, religiosos):


Abordan temas típicamente barrocos como la muerte, la brevedad de la vida, la fugacidad
del tiempo, la censura de vicios diversos o el desengaño, habitualmente desde una perspectiva
en la que se funden el cristianismo y el neoestoicismo senequista.

b) Poemas amorosos:
Están impregnados de petrarquismo y neoplatonismo, aunque muchas veces el ideal
amoroso se ve enturbiado por la presencia destructora de la muerte. Al lado de esta poesía
amorosa sublime, cuya voz lírica suele ser la del propio poeta, son frecuentes también las
composiciones en las que aborda el amor en clave satírica, irónica, paródica, cómica o
abiertamente erótica. Muy frecuentemente, el sujeto enamorado no es entonces el propio
poeta.

c) Poemas satírico-burlescos:
Predomina el verso octosílabo. Son los que más claramente ponen de manifiesto la
capacidad para la agudeza y el ingenio lingüístico de Quevedo. Los objetos de su sátira son
muy variados: mujeres, maridos burlados, judíos, médicos, boticarios, abogados, jueces,
escritores (Góngora en particular), las modas, el poder del dinero, etcétera.
2.2. TEMAS

La clasificación de su poesía da una idea resumida de los temas característicos de la


obra poética de Quevedo. Gran parte de estos temas son tópicos literarios, pero Quevedo
imprime siempre en ellos su sello personal.
a) El amor:

Sus poemas amorosos de tono serio son claramente deudores de la tradición cortesana.
En el siglo XVII el petrarquismo estaba agotado. Su lenguaje, lastrado de tópicos, resultaba
incapaz de expresar la ideología y las emociones que originalmente lo habían inspirado. Sin
embargo, como poesía de análisis del pensamiento y del sentimiento, y como repertorio de
vocabulario e imágenes aptas para plasmar la experiencia amorosa, el petrarquismo y la lírica
cortesana se convirtieron en manos de Quevedo en excelente vehículo para la expresión de las
preocupaciones metafísicas y el desengaño barroco.
Cuando Quevedo expresa en la lírica amorosa sus preocupaciones metafísicas, la mujer
desaparece. En cambio, pasa a primer plano una resistencia angustiada a la mortalidad final
del cuerpo. En el centro mismo de su poesía amorosa y de sus meditaciones líricas sobre la
muerte se encuentra la angustia de la soledad.

b) La muerte, la vida, el tiempo:

La muerte es una preocupación permanente en la poesía de Quevedo, que manifiesta


siempre su horror al no-ser. Su poesía es un constante meditar sobre la brevedad de la vida,
sobre la fugacidad del tiempo, que nadie es capaz de detener.
La vida es una loca carrera hacia la muerte. El tiempo destructor todo lo puede, pero es a
la vez inaprensible, no para un momento y, entre tanto, angustiosamente, la vida se escapa de
modo irremediable.

c) La realidad como apariencia: el pesimismo barroco.

Como todo está en constante movimiento, la realidad es, en consecuencia, cambiante y


contradictoria. Lo que se ve no es más que apariencia engañosa, empezando por el amor
mismo. Y de ahí el desengaño típicamente barroco y la actitud desconfiada propia de quien no
advierte seguridad alguna.

d) La decadencia española: el desengaño.

Este hondo pesimismo quevedesco, esta visión desolada del hombre y del mundo es
indisociable de su percepción de la decadencia española. Todos los valores que defiende
(amor, honor, etc.) son los viejos ideales nobiliarios que a su alrededor se desmoronan. Ello
explica sus sátiras crueles de todo tipo de novedades, ya sean literarias (Góngora, el
culteranismo) , ya científicas, de costumbres, modas, etc. y explica su añoranza de la sociedad
estamental donde todo hombre tenía un lugar predeterminado en el mundo, en la que el dinero
no trastocaba valores ni condiciones sociales. Este desengaño quevedesco trasciende las
circunstancias específicas de su persona y su entorno histórico-social para alcanzar, gracias a
su ingenio de escritor, inigualables honduras meditativas sobre la condición humana.

2.3. ESTILO

Los rasgos del conceptismo son aplicables a la poesía de Quevedo: son constantes en
ella juegos de palabras, equívocos, dilogías, polisemias, paronomasias, hipérboles, antítesis,
paradojas, deformaciones grotescas, etcétera.
Quevedo domina la lengua en su más variados registros (culto, coloquial, vulgar), al
tiempo que conoce a la perfección los recursos retóricos propios de la lírica renacentista,
incluidos los de carácter métrico. Por ello, se advierte en sus poemas un consumado dominio
de las formas que utiliza, lo que es particularmente significativo en sus más de quinientos
sonetos. Consigue en ellos unas creaciones geniales tanto por su uso magistral de la lengua
como por su perfección formal, al obligarse a condensar al máximo la expresión. Llega con ello
a la culminación del principio conceptista de decir mucho con pocas palabras, obligado como
viene por la limitación de sílabas, versos, rimas o acentos. El soneto es, sin duda, el ejemplo
máximo de esta perfección poética.
Conviene indicar, en fin, una característica muy peculiar de la lengua poética de
Quevedo: su intensidad afectiva. El apasionamiento del poeta se vierte en sus textos mediante
la abundancia de oraciones interrogativas, exclamativas y apelativas, mediante llamadas
directas al lector (apóstrofes, vocativos, imperativos, pronombres y verbos en segunda
persona, etc.) o mediante el frecuente uso de diminutivos y aumentativos de carácter afectivo.
El temperamento de Quevedo, inquieto, violento y atormentado, brota esporádica y
abruptamente en su poesía, quebrando la armonía y equilibrio renacentistas consustanciales a
los motivos y formas tradicionales de los que parte el escritor. Por eso, su poesía es
profundamente original, porque, como en Lope de Vega, pero de otro modo, la vivencia
personal del poeta inunda sus poemas.

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