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Empedrado - Corrientes
Profesorado de Educación Especial con Orientación en Discapacidad Intelectual
SUJETO DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL
CLASE 7
Alumnos:
En esta Unidad de Lectura iniciaremos la reflexión acerca de los
sentimientos y necesidades concretos que pueden presentar los miembros de la
familia y el propio individuo con discapacidad. Además de valorar el desempeño
de la labor de apoyo que realizan los diversos profesionales sensibles o
relacionados con esta problemática y comprender los procesos que atraviesan
las familias frente a la discapacidad.
Expresa Violeta Núñez: “La modernidad inventó la infancia definiendo una
niñez ruda e indefensa a la vez; iletrada, con necesidad de ser educada y
enseñada; para la cual instauró dos instituciones: familia y escuela. “
Introducción
La figura de la familia
De esta manera, como hemos visto, no todos los padres están preparados
para ser los primeros y últimos defensores de la persona con discapacidad, ni
por su situación personal psicológica ni por su formación, habilidad o
entrenamiento para ello, aunque de alguna forma a lo largo de la vida cada padre
va adquiriendo un cierto grado de experiencia en este cuidado. Algunos de ellos
tienden incluso a implicarse e introducirse en el tema desde una perspectiva
laboral, aunque la mayoría están tan ocupados en el cuidado directo de su hijo
con discapacidad y en la vida diaria en sí misma. Igualmente, hay una curiosa
reflexión: «Uno de los elementos que más caracteriza las vidas de padres de
niños con discapacidad es la constante y repetida búsqueda de ayuda, incluso
en la etapa adulta del hijo. Pero con el tiempo el papel de los padres cambia. Ya
no solamente buscan información y ayuda, sino que se encuentran a sí mismos
considerando regularmente opciones y elecciones, incluso enfrentándose
nuevamente a la cuestión de institucionalizar o no, si hacer de la escuela/centro
el primer referente del hijo o no». Ante este desajuste personal y familiar se hace
necesario que también los profesionales intervengan con la unidad familiar en su
conjunto. La discapacidad intelectual aun es poco conocida por la sociedad en
general. Esta situación es más frecuente en localidades de tipo rural o alejadas
de grandes centros urbanos, en los que se cuenta con más recursos e
información.
• Necesidades médicas.
• Necesidades económicas.
• Necesidades de apoyo psicológico.
• Necesidades formativas.
• Necesidades en la etapa adulta.
• Necesidad de asociacionismo familiar.
Hay que señalar que, a pesar de que todas estas necesidades suelan ser
comunes, las características individuales de cada caso y de su correspondiente
unidad familiar darán lugar a que algunas de estas aparezcan en distintos
momentos del devenir de la familia, solapándose entre sí, e incluso siendo
conveniente priorizar la atención de algunas sobre otra. El diagnóstico de
discapacidad lleva implícito la necesidad de contactar o recurrir de manera
habitual a diferentes especialistas médicos. En el análisis de esta necesidad se
contempla la dificultad del diagnóstico precoz y certero, lo que aboca a la familia
a tener que consultar a distintos profesionales. El enfrentamiento a un
diagnóstico implica visitas a expertos clínicos en la materia. Igualmente, cuando
la causa de la discapacidad se trate de una etiología que tenga carácter
progresivo y/o hereditario, conllevará revisiones periódicas o estudios genéticos,
como es el caso de las personas con síndrome de Down así como en aquellos
síndromes o casos concretos donde ésta vaya acompañada de otras deficiencias
o déficit añadidos, las necesidades de atención médica se verán agudizadas.
Recordemos que para ayudar a la unidad familiar a hacer frente a todas estos
gastos existe un sistema de prestaciones (que complementa las prestaciones
concedidas a través de otros tipos de regímenes) establecido en base a la
consideración de las necesidades de la persona que presenta cualquier tipo de
discapacidad, que, previa solicitud por parte del interesado, justificación
documental por su parte de la necesidad de dicha prestación y bajo la
obligatoriedad del cumplimiento de una serie de requisitos concretos, ofrece
subvenciones de carácter total o parcial, dependiendo de las circunstancias
(atención temprana, rehabilitación, transporte, vivienda, ayudas técnicas, etc.).
Las decisiones que se deben tomar respecto a esa persona recaen siempre
sobre el mismo miembro y, por tanto, no siguen un proyecto común de familia.
Esto genera en esa persona mucho desgaste personal, sentimientos de
ansiedad por la responsabilidad no compartida y sentimientos de soledad que,
con frecuencia, pueden desembocar en estados depresivos. En este sentido, la
ruptura de esa unidad familiar, o incluso el abandono por parte de uno de los
miembros, son algunas de las decisiones extremas que, en ocasiones, esta
situación puede provocar.
Ante el desbordamiento que implica tener que asumir algo para lo que no solo
no se está preparado, tampoco formado, la familia suele ponerse en manos de
los diferentes expertos con el fin de que les puedan orientar sobre la misma. Sin
embargo, puede ocurrir que, ante esa situación de aparente relax que supone
poder compartir el problema con los profesionales, la familia llegue a no
implicarse en el proceso educativo, evolutivo y social que requiere la integración
de su hijo. En otras ocasiones, esta falta de implicación se refleja a la hora de
cumplir los objetivos que los profesionales proponen, en el establecimiento de
límites o normas de actuación, así como en el nivel de exigencia. Si se analizan
los posibles motivos, los más significativos tienen que ver con la dificultad de
encontrar estrategias que le sirvan como modelos y que faciliten la comprensión
hacia la persona con discapacidad.
Requiere a veces más tiempo aún que la familia confíe en las distintas
posibilidades de la persona con discapacidad. Se encuentran, en ocasiones,
centrados en todo lo que no puede hacer, y no tienen en cuenta ni estiman las
aptitudes y facultades que poseen o pueden aprender.
Profe Verónica