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Al amparo de esta fórmula constitucional, diversas Comunidades Autónomas han asumido en sus
Estatutos de Autonomía la competencia para legislar sobre sus respectivos Derechos civiles
particulares, y ello plantea importantes y graves problemas a la hora de precisar el alcance y el objeto
de esta exclusiva competencia autonómica. Para unos, esta competencia habilita para la normación
de todas las materias del Derecho civil no incluidas en la reserva «en todo caso» prevista en el inciso
segundo del art. 149.1.8.ª CE. Para otros, en cambio, la competencia autonómica sólo puede recaer
sobre aquellas instituciones o materias que, al tiempo de entrada en vigor de la Constitución,
conformaban la particularidad jurídico-civil propia del correspondiente Derecho civil especial o foral.
En esta materia, el Estado conforme al artículo 149.1.8 de la Constitución tiene la competencia para
dictar las bases de las obligaciones contractuales en todo caso y, la competencia exclusiva en
materia de legislación civil “sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las
comunidades autónomas de los derechos civiles, forales o especiales, allí donde existan”.
Por tanto el Tribunal Constitucional declara que aunque el artículo 129 del Estatuto de Autonomía
establece la competencia exclusiva en materia de derecho civil (con la excepción de las materias que
el art. 149.1.8.ª CE atribuye en todo caso al Estado), esta ha de ceñirse estrictamente las funciones
de conservación modificación y desarrollo del derecho civil catalán.