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PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA PARA EL ESTUDIO DE IMPACTO

AMBIENTAL (EIA) AREA DE DESARROLLO VIM 19. DEPARTAMENTOS DE BOLIVAR Y


SUCRE.

FASE DE DIAGNÓSTICO ARQUEOLÓGICO

Informe final

Por
Jorge Huertas Torres
Antropólogo Universidad de los Andes

Para
Consultoría Colombiana

Bogotá
Abril de 2016
CONTENIDO

1 CONTEXTO LEGAL................................................................................................................... 3
2 UBICACIÓN DEL PROYECTO..................................................................................................... 5
3 ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS Y ETNOHISTÓRICOS............................................................6
3.1 ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS REGIONALES.........................................................................................6
3.2 CARACTERIZACIÓN ETNOHISTÓRICA REGIONAL........................................................................................21

4 ZONIFICACIÓN ARQUEOLÓGICA BLOQUE VIM 19...................................................................40


5 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO.......................................................................................46
6 BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................................... 52

ÍNDICE DE TABLAS

Tabla 2-1 Localización Bloque VIM 19................................................................................................................................. 6


Tabla 3-1. Sitios Arqueológicos reportados por Municipio Bloque VIM 19..........................................................................14
Tabla 3-2. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Magangué..............................................14
Tabla 3-3. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Buenavista.............................................15
Tabla 3-4. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de San Pedro..............................................16
Tabla 3-5. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Sincé......................................................22
Tabla 4-1Conformación Geomorfológica del Área de Estudio............................................................................................ 42
Tabla 4-2. Caracterización arqueológica del área de estudio.............................................................................................45

ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 3-1. Sitios arqueológicos localizados en el Bajo Magdalena...................................................7


Figura 3-2. Sistema Hidráulico desarrollado en el Bajo Sana Jorge................................................11
Figura 3-3. Distribución de los grupos y provincias indígenas en las Provincias de Santa Marta y Cartagena...........22
Figura 3-4. Distribución del territorio Zenú................................................................................................ 28
Figura 3-5. Sistema hidráulico prehispánico.............................................................................................. 30
Figura 3-6. Localización de los Grupos Malibúes........................................................................................34
Figura 3-7. Provincia de Santa Marta y distribución de territorio Chimila 1700...................................................38
Figura 4-1Localización de sitios arqueológicos sobre las unidades geomorfológicas del área de estudio VIM 19.......41
Figura 4-2 Distribución de las áreas de sensibilidad arqueológica VIM 19........................................................45
1 Contexto legal

Los sitios y vestigios arqueológicos constituyen el principal medio para el conocimiento de las dinámicas
sociales y cambios a lo largo del desarrollo de las sociedades prehispánicas asentadas a lo largo del territorio
colombiano. Estos vestigios, evidencias y restos están aparados y protegidos por la legislación vigente sobre
la conservación, protección y preservación del patrimonio cultural y arqueológico de la nación, debido a que
son considerados bienes de interés cultural no renovables por su pertenencia a sociedades del pasado.

Por lo tanto, los proyectos de arqueología preventiva se enmarcan en lo establecido en La Constitución


Política de Colombia en sus artículos 63 y 72, donde indica que el Patrimonio Cultural de la Nación y los
bienes públicos son de carácter inalienable (se encuentran fuera del comercio, por lo tanto no se pueden
vender, comprar o transferir), imprescriptible (no se pueden adquirir por el modo civil de prescripción
adquisitiva, de modo que las acciones reivindicatorias y de posesión de su titular, en este caso la nación,
pueden invocarse en cualquier momento) e inembargable (no podrán ser tenidos como prenda de garantía
para efectos civiles o comerciales), ya que están bajo la protección del Estado y pertenecen a la Nación
(ICANH, 2010).

Así mismo el artículo 11 de la ley 163 de 1959; el decreto reglamentario 264 de 1963, la ley 397 del 7 de
agosto de 1997 (ley general de cultura), su decreto reglamentario 833 del 26 de Abril de 2002 y la ley 1185 de
marzo de 2008 que modifica y adiciona a la ley 397, constituyen el marco jurídico general, que protege y
regula el manejo del patrimonio cultural de la nación. Al igual que los decretos generados por el senado de la
república, el código civil, el código penal, resoluciones y el código nacional del policía, a través de los cuales
se establece que el patrimonio cultural de la nación está constituido por:

Los bienes y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las
costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que
poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico,
ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental,
literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y las representaciones
de la cultura popular" (Resolución 0168 del 2005, http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?
i=16060#6)

Por consiguiente el estado ha designado como garantes de la protección, conservación, preservación y


divulgación al Ministerio de Cultura y al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH en adelante)
como las entidades encargadas del manejo y las intervenciones realizadas al patrimonio arqueológico de la
nación. El ICANH como la institución encargada de vigilar las intervenciones al patrimonio arqueológico de la
nación, ha logrado mediante estas consideraciones determinar los mecanismos y procedimientos generales
sobre el manejo de estos bienes; de esta forma establece como medida de protección y salvaguarda la
necesidad de adelantar estudios preventivos de arqueología en el marco de las diferentes obras de
infraestructura que se realicen a lo largo del territorio colombiano (ICANH, 2010).

Por otro lado, el ICANH es la única institución reconocida por la ley para aprobar y dar el respectivo permiso
para adelantar los programas de Arqueología Preventiva que se implementen a nivel nacional, y que deben
estar encaminados a:

“Identificar y caracterizar los bienes y contextos arqueológicos existentes en el área de influencia de


aquellos proyectos, obras o actividades que requieren licencia ambiental, registros o autorizaciones
equivalentes ante la autoridad ambiental o que, ocupando áreas mayores a una hectárea, requieren
licencia de urbanización, parcelación o construcción. El propósito de este programa es evaluar los
niveles de afectación esperados sobre el patrimonio arqueológico por la construcción y operación de
las obras, proyectos y actividades anteriormente mencionados, así como formular y aplicar las
medidas de manejo a que haya lugar para el Plan de Manejo Arqueológico correspondiente”
(Ministerio de Cultura, 2009, p. 36).

Es así como los programas de arqueología preventiva, se encuentran incluidos en aquellas actividades de
carácter arqueológico frecuentemente conocidas como arqueología de rescate, arqueología por contrato, o
más recientemente como investigaciones arqueológicas en Estudios de Impacto Ambiental. Como estas
investigaciones están sujetas a una reglamentación, deben observar el cumplimiento de criterios
fundamentales para su correcta aplicación, la cual, parte de dos conceptos fundamentales: el primero indica
que este tipo de investigaciones, no se limitan a un único estudio técnico. El carácter de programa enfatiza el
diseño y la aplicación de distintas fases de investigación y gestión del patrimonio arqueológico, que deben ser
debidamente planeadas y guardar entre sí relaciones de continuidad y coherencia que permitan alcanzar el
objetivo último del programa. El segundo punto, trata de la planeación de estudios y otras acciones orientadas
fundamentalmente a asegurar un manejo preventivo de los impactos que pudieran generarse sobre el
patrimonio arqueológico en desarrollo de proyectos, obras o actividades (ICANH, 2010, p. 3).

Por lo tanto, los proyectos realizados mediante programas de arqueología preventiva, enfocados hacia la
realización de componentes ambientales, se deben desarrollar bajo 4 directrices principales, las cuales son:

1- Diagnóstico: En esta fase se reúne la información necesaria para preparar la propuesta de


intervención y para definir el tipo específico de estudio que se debe realizar de acuerdo a las características
arqueológicas y geográficas del área de estudio y al tipo de obras a realizarse en dicha zona. Por lo tanto,
esta recopilación de información se enfoca básicamente en los aspectos, ambientales, histórico y
arqueológico, así como de una inspección general del área de estudio, de la visita a colecciones
arqueológicas particulares y públicas y de la interlocución con los habitantes del área, en esta fase se define,
en términos generales, cuáles son las características arqueológicas del área (ICANH, 2010, p. 203).

2- Prospección y formulación del Plan de Manejo Arqueológico: Esta fase comprende la evaluación y
exploración en detalle del área de impacto directo e indirecto del proyecto, mediante la toma y análisis de las
muestras recuperadas en campo, con el objetivo de establecer las características arqueológicas del área, el
estado de conservación de los contextos arqueológicos y otra información relevante que sirva para mejorar el
conocimiento de procesos sociales del pasado y también identificar y evaluar los impactos previsibles sobre el
patrimonio arqueológico, con lo cual se puedan proponer las medidas de manejo adecuadas. Esta etapa al
producir impactos sobre el patrimonio arqueológico de la nación debe obtener previo a las actividades a
realizarse, la licencia de intervención por parte del Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

Durante la fase de prospección arqueológica se debe dar especial importancia a la cobertura, distribución e
intensidad de los muestreos arqueológicos. Dada la relevancia de este tema, el ICANH ha estimado necesario
precisar los parámetros metodológicos dentro de los cuales los arqueólogos responsables de los estudios de
prospección deben diseñar las estrategias de muestreo adecuadas para que la representatividad de los datos
levantados en campo sea consecuente con las preguntas de investigación y de manera especial, con el
ejercicio de caracterización de los contextos arqueológicos que podrían ser impactados por el desarrollo de
las obra.

3- Ejecución del Plan de Manejo Arqueológico: El plan de manejo se trata del diseño de un conjunto de
medidas que permita mitigar o compensar los impactos negativos generados por el proyecto sobre el
patrimonio arqueológico. En todos los casos, el plan de manejo arqueológico debe diseñarse teniendo en
cuenta los resultados obtenidos durante el reconocimiento arqueológico o la prospección, acerca de la
afectación que pueda producir la construcción y operación del proyecto. Debido a que esta etapa consiste en
posibles intervenciones sobre el patrimonio arqueológico, requiere del diligenciamiento de una licencia para la
intervención del patrimonio arqueológico. Por lo tanto, de acuerdo al Decreto 833 de 2002, artículo 1º,
numeral 10º, el Plan de Manejo Arqueológico se constituye en una herramienta de gestión del patrimonio
arqueológico de obligatorio cumplimiento. En consecuencia y teniendo consideración con las medidas
propuestas, se deberá dar cumplimiento a este plan de manejo durante el inicio de las obras o durante las
mismas. Las medidas adoptadas con el objetivo de conservar el patrimonio arqueológico a salvo de las
intervenciones producto de las obras a realizarse, se dividen en dos importantes componentes, por un lado se
desarrollan las actividades de rescate arqueológico consistentes en rescatar la información arqueológica de
áreas en peligro con excavaciones y recolecciones sistemáticas, traslado de elementos muebles del
patrimonio, registro sistemático de rasgos arqueológicos y el análisis e interpretación de todo conjunto de
evidencias. Además deben llevarse a cabo las siguientes tareas para profundizar la protección y análisis de
los restos arqueológicos obtenidos; A) Excavación y descripciones detalladas de los sitios con riesgo de ser
destruidos; B) ubicación clara de los sitios y contextos excavados (georeferenciación); C) análisis de
laboratorio detallados (ICANH, 2001, p. 206).

Por otro lado, se realizan actividades de monitoreo durante las obras, cuando la intervención en el medio
físico por medio de apertura de vías, zanjas, trincheras, etc., puede evidenciar la existencia e impactar
yacimientos no registrados durante la etapa de prospección (ICANH, 2001, p. 206).

4- Divulgación de los resultados: Si bien es cierto que la normativa vigente sobre patrimonio
arqueológico de la Nación no define la obligatoriedad de divulgar los resultados de los Programas de
Arqueología Preventiva, lo dispuesto en relación con la información arqueológica, debería conducir hacia la
adopción de esquemas de responsabilidad social en el manejo de dichos resultados. En efecto, la norma
define que la información arqueológica está compuesta por datos y elementos de carácter inmaterial,
científico e histórico sobre el origen, valores, tradiciones, costumbres y hábitos que dan valor no comercial y
sentido cultural a los bienes muebles e inmuebles de carácter arqueológico. Específicamente, deberán
diseñarse y aplicarse estrategias de divulgación a ser desarrolladas durante y al final de las diversas fases de
investigación arqueológica. Se debe garantizar la divulgación y participación del público, mediante charlas,
conferencias, talleres o exposiciones durante las fases de Prospección y Ejecución de los Planes de Manejo
Arqueológico, para que la información producida cobre prontamente valor en términos de la apropiación social
de los bienes culturales (ICANH, 2010, p. 17).

Los productos asociados a cada una de las etapas de desarrollo de un programa de arqueología preventiva,
constituyen elementos esenciales, sobre todo en el caso del Plan de Manejo Arqueológico, siendo éste último
un documento de vital importancia en la medida en que en éste se establecen de manera clara las medidas
de manejo del patrimonio con las especificaciones metodológicas orientadas a su protección. El Plan de
Manejo Arqueológico, una vez aprobados por el ICANH, es el documento guía para el desarrollo de las etapas
siguientes del programa de arqueología preventiva.
2 Ubicación del proyecto

 Ubicación y Caracterización del Bloque VIM 19

El área de estudio del proyecto VIM 19, está localizada en la cuenca sedimentaria del valle medio del
Magdalena (Figura 2-1), abarca un área aproximada de 26.966,3 ha, delimitadas por las coordenadas que
aparecen en la Tabla 2-1.

Para la definición del área de influencia se tuvo en cuenta las unidades fisiográficas natural, siendo esta la
base para el desarrollo del presente diagnóstico socio ambiental. Para su delimitación se usaron como
fronteras los cauces de las corrientes, sus divisorias de aguas, bajos inundables, cambios de cobertura y
accesos viales, principalmente.

Tabla 2-1 Localización Bloque VIM 19


Sistema de Coordenadas Magna Sirgas Origen Bogotá
ID Este Norte ID Este Norte
2
1 894001,6845 1532199,283 907586,9041 1511631,729
3
2
2 894185,1038 1532657,658 906255,4233 1510805,644
4
2
3 898907,4056 1532949,196 904734,8898 1513959,959
5
2
4 898205,1144 1530242,392 903243,3488 1513375,718
6
2
5 899666,0912 1529080,233 902862,2634 1511530,961
7
2
6 903404,2467 1527056,714 902322,898 1511645,957
8
2
7 904078,2094 1527443,073 902269,0187 1512540,163
9
3
8 907311,4012 1526299,047 899267,5353 1513499,61
0
3
9 906621,6541 1524634,251 897307,9937 1516604,607
1
1 3
906935,3159 1523784,885 898223,2647 1517649,469
0 2
1 3
906146,3826 1523451,722 898237,7605 1519291,377
1 3
1 3
906930,371 1522584,041 895327,1647 1520109,231
2 4
1 3
906431,6862 1521629,483 893890,1546 1521403,211
3 5
1 3
907301,79 1520232,112 893129,0946 1522879,726
4 6
1 3
906780,9889 1519237,46 891681,5658 1523420,834
5 7
1 3
907630,8508 1518763,36 892008,5415 1524379,703
6 8
1 3
907239,0443 1518361,067 890682,9497 1526251,517
7 9
1 4
907831,7059 1517589,139 890128,8802 1528313,666
8 0
1 4
907458,6427 1515423,785 891831,2754 1529840,283
9 1
2 4
909118,2582 1512546,343 893356,7211 1529791,059
0 2
2 4
908808,2321 1510684,532 892783,4201 1531673,507
1 3
2 4
907943,0428 1510859,951 894001,6845 1532199,283
2 4
Fuente: Consultoría Colombiana, 2016.

A nivel administrativo el área de estudio del Bloque VIM 19, se encuentra en jurisdicción de los
Municipios de Magangué en el Departamento de Bolívar y de Sincé, Buenavista y San Pedro en el
Departamento de Sucre.

Figura 2-1 Localización General Bloque VIM 19

Fuente: Consultoría Colombiana, 2016


3 Antecedentes Arqueológicos y Etnohistóricos

3.1 Antecedentes Arqueológicos Regionales

La región que comprende el estudio de Impacto Ambiental del Bloque VIM 19, ubicado al Nor
occidente del territorio colombiano, presenta características geográficas y fisiográficas únicas,
donde se observan tierras bajas tropicales, y semiáridas así como la presencia de lagunas y
estuarios que convierten esta extensa región en un punto focal para el desarrollo de dinámicas y
procesos culturales desde tiempos prehispánicos (Correal, 1977; Archila 1993; Reichel-Dolmatoff
1977).

Gracias a los abundantes recursos ambientales constituidos por su cercanía al mar Caribe, así
como, a la presencia de diversos ríos que atraviesan toda la región, ciénagas y caños, que han
ayudado a enriquecer los suelos ubicados en sus cercanías, generando de esta forma, las
condiciones favorables para el desarrollo de numerosos grupos humanos, desde periodos muy
tempranos asociados a bandas de cazadores y recolectores, pasando por épocas tardías,
relacionadas con grupos humanos sedentarios y altamente jerarquizados, hasta el establecimiento
de las villas y poblaciones producto de la colonización española.

Consecuentemente, se ha dicho que esta región puede albergar gran diversidad de expresiones
culturales en la extensa variedad de ambientes que la componen (Figura 3-2), puesto que este
extenso territorio y su conformación geográfica ayudaron a generar formas muy diversas y eficaces
de adaptación a diferentes ambientes (Calderón 2008, p. 9). Por consiguiente, se infiere que para
la época prehispánica, estas sociedades adquirieron un conocimiento especializado de cada uno
de los microambientes de la región Caribe, logrando desarrollar métodos adecuados y
especializados para la explotación de recursos necesarios para su subsistencia, un ejemplo claro
sobre este tema es la construcción de los canales Zenú en la depresión Momposina. Brindando las
condiciones favorables para el establecimiento de la vida aldeana, la sedentarización y el
desarrollo de la alfarería y la agricultura desde épocas tempranas, dichas dinámicas desarrolladas
por estos grupos se asocian comúnmente a la etapa Formativa (Reichel-Dolmatoff, 1977).

Esta importante etapa en el desarrollo de los grupos asentados en el bajo magdalena, está
relacionada con los grupos de cazadores de presas menores, pescadores y recolectores, que en
ocasiones combinaban estas actividades de subsistencia con prácticas agrícolas y la vida
sedentaria (Reichel-Dolmatoff, 1977).

Las evidencias arqueológicas relacionadas con el periodo formativo, se caracterizan por estar
localizados en diversos ambientes, los que podrían diferenciarse en dos grandes grupos, por un
lado los depósitos ubicados en el litoral y por otro lado, aquellos que están hacia el interior del bajo
Magdalena. Hacia el litoral, los depósitos se localizan en ambientes marinos y zonas estuarinas,
como se evidencia en los sitios de Canappote, Barlovento y Tesca, en la ciudad de Cartagena;
para la zona del canal del Dique en cercanías a su desembocadura está el sitio de Monsú, donde
se hallaron fragmentos de cerámicas, restos de óseos, evidencias de material lítico y abundantes
conchas marinas, estas evidencias se lograron asociar a pisos de vivienda que dividen el
montículo en una secuencia cultural en cinco períodos: Turbana, Monsú, Pangola, Macaví y
Barlovento. Con respecto a las dinámicas desarrolladas en este sitio RechelDolmatoff (1986) nos
indica que la gente que se asentó en este montículo practicaba una especia de economía mixta,
donde se involucró actividades de agricultura incipiente con el aprovechamiento de los recursos
marinos, ciénagas, pantanos, esteros, bosques ribereños y de la sabana caribeña.

Puerto Hormiga es otro de los sitios de la etapa formativa ubicado en ambientes de litoral,
localizado sobre el Canal del Dique, fechado entre 3100 y 2500 a.C. presentado de esta forma, una
mayor antigüedad que el sitio arqueológico de Monsú. Este sitio se caracteriza por ser un
Conchero localizado en terrenos bajos donde se evidencia la presencia de fragmentos cerámicos,
líticos y huesos de animales (ReichelDolmatoff 1986). En cuanto a las prácticas de subsistencia
desarrolladas por la gente de puerto Hormiga, parece que fueron recolectores de cierta cantidad de
recursos vegetales, actividad que complementaban con alguna forma de agricultura incipiente
(ReichelDolmatoff 1986). Un dato de importancia es el hallazgo de evidencias sobre colinas de
baja altura, las cuales, se encuentran en cercanías de zonas bajas inundables en la antigua cuenca
del rio Sinú (sitio Las Cucharas) (Reichel-Dolmatoff 1977; Angulo 1987; Otero 1998, p. 10-12).

En cuanto al hallazgo de evidencias arqueológicas hacia el interior del bajo Magdalena, los grupos
del formativo se localizaron sobre las horillas de la ciénaga del Guájaro, en Rotinet, cerca del canal
del Dique; sobre la estribaciones de la serranía de San Jacinto y sobre las riberas del rio
Magdalena, en Bucarelia. La ubicación de estos depósitos arqueológicos en el interior de las
llanuras del Caribe, alejados de los ambientes de litoral, se orientaron hacia el aprovechamiento de
los recursos provenientes de ciénagas de agua dulce, las riberas del rio Magdalena, de los suelos
aluviales y de aquellas terrazas elevadas en cercanías a cauces de agua permanente, por medio
de la caza de especies menores, la pesca, recolección y la agricultura de tubérculos como la yuca
(Otero 1998, p. 12). Los restos óseos y de conchas muestran algunas variaciones que indican
desarrollos puntuales en cada uno de los sitios localizados, evidenciando de esta forma la
diversidad en las técnicas y aprovechamiento de los recursos. Sin embargo, en cuanto a la
cerámica hallada en los sitios tanto de litoral como los del interior, se logran evidenciar aspectos
similares en cuanto a características formales y desarrollos tecnológicos, como es el uso de
desgrasantes de concha y fibras vegetales (Otero, 1998).

Figura 3-2. Sitios arqueológicos localizados en el Bajo Magdalena.


Fuente: Groot 1989

La cerámica relacionada al formativo temprano, presenta grandes similitudes o rasgos comunes tanto en su
decoración como en la forma empleada por estos grupos humanos. En cuanto a los rasgos estilísticos se
evidencia la implementación de abundante decoración incisa y el uso frecuente de motivos geométricos,
localizados en el cuerpo de las vasijas y en los bordes. Las formas que se han podido observar para la
cerámica del formativo temprano, incluyen vasijas globulares, subglubulares de tipo tecomate y vasijas
naviformes ricamente decoradas (Otero 1998; Angulo, 1987; Reichel-Dolmatoff 1985).

Las similitudes encontradas a lo largo de los sitios arqueológicos ubicados tanto en el litoral como en el
interior del bajo Magdalena, podrían indicar interacciones entre estos grupos, realizada mediante acuerdos
sociales, con el fin de regular el aprovechamiento de los recursos ubicados en los diversos microambientes
del Caribe colombiano (Otero 1998; Angulo, 1987; Reichel-Dolmatoff 1985).

Otro dato de suma importancia relacionado con los sitios localizados en el interior del bajo Magdalena, tiene
que ver con el hallazgo realizado por Oyuela Caycedo (1987), en estribaciones de la Serranía de San Jacinto,
del yacimiento arqueológico San Jacinto I y II, sitio localizado relativamente lejos de los complejos de
ciénagas que configuran el paisaje de esta región. El sitio San Jacinto I, es relevante ya que aporto la fecha
de cerámica más antigua de América, caracterizada por estar compuesta principalmente de desgrasante de
fibra vegetal, con decoración incisa y algunos adornos modelados. La cerámica identificada en San Jacinto I,
al compartir algunas características técnicas y motivos decorativos con la cerámica localizada en los estratos
más profundos de Monsú, harían parte de la tradición alfarera del “Primer Horizonte Inciso” propuesto por
Reichell-Dolmatoff.

Según Reichel-Dolmatoff (1985), el formativo temprano y sus manifestaciones llegaron a su final hacia el año
1000 A.C., a partir de este momento, se inicia el desarrollo de nuevas dinámicas donde el cultivo de raíces
adquiere una mayor relevancia para el desarrollo y sostenimiento de los grupos humanos, dado que se
aprecia una mayor inclinación por el modo de vida sedentario con asentamientos permanentes y estables,
ubicados al borde de grandes lagunas y esteros.

Para el Formativo Medio, con base en los trabajos de Angulo (1963), se ha planteado el desarrollo
reconocible de la agricultura en las sociedades del Caribe colombiano, generando transformaciones sociales y
económicas, asociadas a la división del trabajo y a un aumento de la densidad poblacional (Langebaek y
Dever, 2000, p. 15). También se ha señalado, que cuando se habla del periodo formativo medio, las
discusiones generadas se focalizan en el sitio arqueológico de Malambo (Langebaek y Dever, 2000), en el
cual, se reporta que hacia el 1300 a.C, se había establecido el cultivo intensivo de yuca, lo que conllevaría a
un aumento de la población (Angulo, 1981).

Las evidencias halladas en Malambo, sitio representativo del formativo Medio, se localizaron en grandes
depósitos de basuras entre las carreras 6ª y 16 en entre la calle 14 y el limite oriental de la ciénaga de
Malambo, se constituyen por fragmento cerámicos, restos óseos animales, caracoles terrestres, adornos de
barro, artefactos líticos y por diversos entierros humanos (Angulo 1995; 1981).

La alfarería definida como tradición malambo, se caracteriza por la decoración modelada incisa, la
proliferación de nuevas formas de recipientes cuidadosamente decoradas, asas modeladas, algunas de ellas
con representaciones zoomorfas, adornos y cuentas de collar, además de la presencia de máscaras con
representaciones antropomorfas. Un punto de suma importancia en la cerámica hallada en el sitio de
Malambo, es la abundante presencia de budares que podrían estar relacionados con el cultivo de yuca.
(Reichel-Dolmatoff 1986).

En cuanto a la diferencia entre los complejos culturales en el bajo Magdalena, Dolmatoff nos indica lo
siguiente:

“La principal diferencia, por cierto, entre Malambo y los complejos culturales anteriores, yace en su
base económica. La abundancia de fragmentos de budares en la Fase Malambo, indican el uso
común de la yuca en forma de mañoco y cazabe, mientras que la ausencia de conchas de moluscos
podría sugerir la poca importancia de este recurso” (Reichel Dolmatoff 1986).

En cuanto a la pautas de enterramiento, los grupos de la tradición Malambo, enterraban a sus muertos en el
interior de las viviendas o en cercanías a ella. Los enterramientos son diversos y presentan variaciones de
importancia en el ajuar. Una de esta variaciones se presentan en los entierros directos, los cuales
corresponden a adultos jóvenes en posición extendida y brazos ligeramente flexados, dispuestos en pozos
rectangulares, acompañados por una o tres vasijas decoradas con modelados que representan figuras
zoomorfas. En cuanto a los entierros secundarios, se presentan en urna sin evidencias de cremación, con
ajuar integrado por huesos de tortuga y aves. Los entierros secundarios también son colectivos, compuestos
por 4 adultos masculinos con restos de tortugas y 4 mascarillas (Angulo 1995).

Por último, para el Formativo Tardío la idea de la existencia de sociedades complejas se plantea a partir de la
implementación de técnicas agrícolas para la explotación del maíz, asumiendo una organización que
evidencia centros administrativos, que en cierta medida pueden ser asociados al término cacicazgo
(Langebaek y Dever 2000, p. 18). Casos como el de Momil (Reichel-Dolmatoff, 1986), un sitio excavado en la
margen de la ciénaga grande del río Sinú, evidencian cambios en las formas de vida de estas comunidades
con el implemento de nuevas técnicas agrícolas.

Angulo por ejemplo, menciona que los diferentes ecosistemas y microclimas que ofrecía la región con sus
lagunas y esteros, sus ríos y colinas, permitieron y estimularon el establecimiento de grupos humanos que
dieron inicio a una forma de vida sedentaria, a prácticas agrícolas y al posterior desarrollo de la vida aldeana
(Angulo 1987, p. 126).

Asimismo, las investigaciones llevadas a cabo por Angulo en la ciénaga del Guájaro, dan cuenta de lugares
ubicados en paisajes geomorfológicos diferentes a los registrados por Reichel-Dolmatoff. En la ciénaga, los
modos de vida de los cazadores- recolectores tuvieron más presencia y duración que en sitios como Monsú y
Puerto Hormiga, ya que tenían diferentes medios ecológicos derivando en prácticas de aprovisionamiento y
satisfacción de las necesidades que llevaron a la complejización social y a cambios de importancia en la
jerarquización de estos grupos (Angulo 1987, p. 127).

Por lo tanto, estas sociedades diversificaron las maneras de adaptarse al medio ambiente y fueron migrando
poco a poco hacia el interior de los valles, en áreas cercanas a las cordilleras occidental y central situándose
en las riberas de los ríos Sinú, San Jorge, Cauca, Nechí y Magdalena, ocupando de manera progresiva el
territorio.

Como respuesta a las condiciones geomorfológicas con que se topaban estos grupos a medida que se
alejaban de la costa, crearon nuevas estrategias adaptativas para el aprovechamiento de recursos. Un caso
concreto son las sociedades Zenú que se establecieron hacia la cuenca baja del río San Jorge, donde por
medio de la adecuación de canales y camellones, buscaron aprovechar mejor la capacidad de uso de los
suelos y los recursos pesqueros con los que contaban (Plazas & Falchetti, 1993).

Para la hoya del rio San Jorge, se han logrado establecer dos ocupaciones, la primera ocupación
comprendida entre los siglos V y X de nuestra era, la cual, se caracterizó por la construcción y adecuación de
canales que bordean las riveras de los caños y ríos, dicha adaptación y desarrollo cultural se manifiesta en las
evidencias arqueológicas con el hallazgo de vestigios de numerosos asentamientos sobre plataformas de
viviendas construidas mediante la ampliación de los diques naturales (Figura 3-3). De igual forma se
evidencian una gran cantidad de camellones construidos con el fin de cultivar y aprovechar durante la mayor
parte del año aquellas zonas de inundación y a su vez, mantener en la temporada de sequía la humedad
suficiente para continuar con el cultivo de tubérculos y maíz (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979).

En cuanto a los enterramientos, siempre se hacían en túmulos funerarios de diversos tamaños y formas,
generalmente, la altura de los montículos es proporcional a la riqueza del ajuar funerario hallado en el interior.
Entre la pautas de enterramiento se observan dos diferencias esenciales, por una lado, se establecen túmulos
grandes donde se realizaban entierros múltiples. Mientras que por otro lado, los túmulos pequeños sirvieron
para los entierros individuales. Por lo general, este tipo de enterramientos, se localizaban agrupados
formando cementerios, constituidos en su mayoría por tumbas de diversos tamaños. Sin embargo, se
aprecian en el sitio El Japón, en el bajo San Jorge y Yucatán en Montelíbano, cementerios con montículos de
dimensiones homogéneas, donde se hallaron ajuares ricos en orfebrería, tejidos y cerámica (Plazas, Falchetti
y Sáenz, 1979).

La gran cantidad de objetos de oro, logran entrever que las sociedades del bajo San Jorge, contaban con una
producción local intensa y con la presencia de especialistas para la producción de objetos de gran riqueza
simbólica y estilística. Además de contar con la producción masiva de objetos, como las orejeras de falsa
filigrana (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979).
En cuanto a la tradición cerámica de esta primera ocupación, esta se caracteriza por tener un color crema,
predominando una decoración modelada y la pintura de color rojo. Son frecuentes las formas complejas y
recargadas. Se presenta una clara división entre las formas utilitarias y rituales-funerarias, encontradas
comúnmente en los túmulos funerarios. Entre las formas utilitarias, hay ollas de uso culinario, vasijas para
almacenamiento de alimentos y gran variedad de copas con diversos tamaños empleadas posiblemente para
servir alimentos. Por consiguiente, entre las formas rituales las diferencias con las formas utilitarias se
perciben por la presencia de figuras antropomorfas, la presencia de canastas decoradas y los cálices que
contenían polvo blanco en su interior (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979).

Figura 3-3. Sistema Hidráulico desarrollado en el Bajo Sana Jorge.

Fuente: Plazas y Falchetti, 1981, p. 23

La tradición Modelada-pintada del bajo San Jorge se relaciona directamente, sólo con el Complejo Betanchí
de la hoya del río Sinú. (Reichei-Dolmatoff, 1957). Sin embargo, las diferencias son también notorias y es
evidente que los desarrollos culturales de los dos ríos, aunque relacionados, no conforman una unidad.

Los vestigios arqueológicos relacionados con la segunda ocupación del bajo San Jorge corresponde a la
presencia de otra etnia proveniente del rio Magdalena. Cuyos patrones de asentamiento difieren de la primera
ocupación en cuanto a que aprovecharon al máximo el especio circundante de las plataformas de vivienda,
generado de esta forma, una mayor concentración de pobladores por plataforma habitada y una mayor
densidad en la acumulación de evidencias arqueológicas como basureros. Las evidencias halladas en estos
espacios se caracterizan por presentar material cerámico en superficie y con profundidades promedio de 0.80
mt, estos contextos no se encuentran mezclados con las evidencias correspondientes al primer grupo (Plazas,
Falchetti y Sáenz, 1979).

“A esta segunda etnia corresponde el Complejo cerámico de Las Palmas, identificado en el curso
bajo del río San Jorge. Se trata de una cerámica esencialmente utilitaria y funcional, en la cual se
destacan las formas sobrias y la decoración incisa. En la pasta predominan partículas de mica
plateada y dorada. El complejo de Las Palmas está formado por 4 tipos cerámicos, los cuales
aparecen asociados en todos los sitios investigados en el bajo San Jorge: Las Palmas Incisa Fina,
Las Palmas Alisada Sencilla, Las Palmas Hachurada, y Las Palmas Roja Bañada. Cada uno de
estos tipos corresponde a vasijas destinadas a funciones específicas. En los tipos Alisados Sencillo y
Hachurado se encuentran formas netamente culinarias, mientras que el tipo Inciso Fino corresponde
esencialmente a las copas empleadas como recipientes para comer. No existen formas para usos
exclusivamente rituales o funerarios. Las mismas vasijas utilitarias fueron colocadas como ofrendas
en las tumbas; las ollas globulares grandes se utilizaron como urnas funerarias y las pequeñas como
tapas de las mismas” (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979, p. 13-14).

El complejo cerámico de las Palmas, según Raichel-Dolmatoff (1954), es una manifestación local de la
tradición Incisa- Alisada, cuyo origen se localiza en el bajo rio Magdalena. Cuya influencia llegó hasta el bajo
San Jorge y hasta la Serranía de San Jacinto en la Costa Atlántica.

Dado la procedencia de esta etnia, en el Bajo Magdalena, puede corresponder con los grupos Malibú
descritos por los españoles en esta región. Este grupo se limita a aprovechar algunas zonas aledañas a las
vías fluviales, llegando a extenderse hasta las cercanías de la ciénaga de San Marcos.

La presencia de ciertos artefactos en terreno como objetos suntuarios relacionados a prácticas religiosas
(Langebaek y Dever, 2000), ha permitido inferir modelos que asumen una especialización en la producción y
diferenciación de rangos sociales, aspecto que a su vez se complementa con el aumento de la población y el
incremento de la producción de alimentos a partir de esa diversificación de técnicas adaptativas para con el
medio ambiente.

Adicionalmente, a lo largo de la costa Caribe, tanto en San Juan y Canalete, entre el golfo de Urabá y la hoya
del río Sinú, como en El Banco, Zambrano y Calamar en la región del bajo río Magdalena, se han reportado
sitios con cambios similares a los de Momil en la secuencia de ocupación (Reichel-Dolmatoff 1986).Sin
embargo, si bien Momil se ha concebido como un buen referente para aproximarse a los procesos de cambio
social en la costa Caribe, no está exento de problemas.

En primer lugar, muchas de las hipótesis que sustentan el trabajo de Reichel-Dolmatoff no son contundentes;
Langebaek y Dever (2000) aseguran que evidencias materiales como los metates y las manos de moler, no
son de uso exclusivo para el consumo de maíz ya que este puede ser consumido de diversas maneras sin
necesidad de utilizar este tipo de herramientas para su preparación.

Por otro lado, si bien los elementos encontrados en Momil II son asociados a la indumentaria propia de los
chamanes, vestigios como los de Momil I, aún más tempranos, también pueden asociarse a este tipo de
actividad contrastando con el modelo de cambio sociocultural propuesto por Reichel-Dolmatoff (Langebaek y
Dever, 2000).
Con este panorama se puede inferir que los diferentes ambientes plantean diversas formas de adaptación al
medio y a la variabilidad en los procesos que se ajustan a las necesidades de cada sociedad en particular.
Por lo cual no se puede generalizar o enmarcar procesos sociales y cambios culturales dentro de cronologías
específicas, que si bien sirven de base para una aproximación teórico interpretativa a condiciones similares en
tiempos determinados, no tiene límites inamovibles pues la variabilidad de factores que entran en juego a la
hora de aprovechar los recursos naturales por una sociedad son muy amplios.

Los trabajos realizados han permitido establecer que hace 2000 años atrás las llanuras del Caribe
colombiano, ya se encontraban con ocupaciones de sociedades como las Zenú, los Malibú, entre otros.
Como se ha podido observar, estos grupos humanos dejaron evidencias culturales de gran magnitud, siendo
los camellones, los túmulos funerarios y la gran riqueza cerámica y orfebre las más representativas (Restrepo
2014). Existe otra fuente de información que ha llevado a un mayor conocimiento de estas sociedades, como
lo son las fuentes etnohistóricas que dan cuenta de la época de contacto y el encuentro de dos mundos.

 Reportes Arqueológicos Locales

Para el área de influencia del Bloque VIM 19, cuya extensión abarca los Municipios de Magangué en el
Departamento de Bolívar; Sincé, Buena Vista y San Pedro en el Departamento de Sucre, se han realizado
reportes de hallazgos de sitios arqueológicos en los últimos años, gracias al incremento de investigaciones
relacionadas con proyectos de infraestructura enmarcados en el desarrollo de programas de arqueología
preventiva. Lo cual, ha generado un importante corpus de información relacionada con la ubicación y las
dinámicas desarrolladas por los antiguos pobladores de esta región (Tabla 3-2).

Tabla 3-2. Sitios Arqueológicos reportados por Municipio Bloque VIM 19.
SITIOS ARQUEOLOGICOS REPORTADOS VIM 19
MUNICIPIO DEPARTAMENTO SITIOS ARQUEOLOGICOS
Magangué Bolívar 9
Sincé 8
Buena Vista Sucre 6
San pedro 104
Total de sitios reportados 127

Fuente: Consultoría Colombiana 2016.

 Departamento de Bolívar

 Magangué

Para el municipio de Magangué, localizado en el departamento de Bolívar, se han realizado importantes


hallazgos de evidencias arqueológicas que han aportado información sobre el poblamiento y las diversas
dinámicas desarrolladas por los pobladores Zenúes y Malibú que se asentaron en este territorio (Tabla 3-3).
Cabe resaltar que estas evidencias se han recuperado en contextos relacionados con trabajos de arqueología
preventiva lo cual, ha permitido visibilizar la importancia que tiene esta zona en materia de hallazgos
arqueológicos. Dado que se han realizado caracterizaciones de esta zona, permitiendo inferir que las
evidencias cerámicas, líticas, de restos óseos y conchas, se asocian con aquellos sectores de terrazas
aluviales o terrazas artificiales donde los grupos Zenúes y Malibú, edificaron sus asentamientos y túmulos
funerarios, al igual que la presencia de evidencias sobre los restos del antiguo sistema de camellones, donde
configuraban sus áreas de cultivo y zonas de cacería.
Tabla 3-3. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Magangué.

NOMBRE CULTURA
VEREDA/ FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICADO TIPO DE HALLAZGO
ARQUEOLÓGIC INDIGENA
PREDIO AUTORES R ICANH ARQUEOLOGICO
O ASOCIADA

La Pascuala /
F3-4-4
Loma Fresca Medioambiente y asentamiento
La Pascuala / prehispánicos en el caribe
F3-5-5
Palmonte Colombiano: prospección
arqueológica preventiva
La Pascuala / El
F3-6-6 oleoducto bicentenario tramo Licencia 2261 Malibú Material Cerámico
Muñeco
Ayacucho Coveñas. Aceneth
La Pascuala / La Serna Ramírez - Uliana Molano
F3-20-20
Esperanza Valdés - Melisa Arboleda
La Pascuala / La Gómez.
F3-24-24
Esperanza
Informe de la comisión a la
Material Cerámico,
Barrio San José, ciudad de Magangué, Bolívar.
Loma Colorada Sin Registro Malibú Lítico, Concha y
Magangué ICANH, Bogotá. Álvaro Botiva
Óseo.
Contreras.
El Retiro,
Sector 1
Magangué Programa de arqueología
preventiva y plan de manejo
El Retiro, arqueológico para las variantes
Sector 6 Retiro-Sincé y La Caimanera, Licencia 2314 Zenú / Malibú Material C erámico
Magangué
departamentos de Bolívar y
Sucre: informe de investigación.
El Retiro, Yuri Romero Picón.
Sector 23
Magangué

Fuente: Consultoría Colombiana 2016.

 Departamento de Sucre

 Buenavista
En el Municipio de Buenavista, según el registro de sitios arqueológicos del ICANH se tiene el reporte de 6
sitios arqueológicos (Tabla 3-4), reportados en el marco de trabajos de arqueología preventiva para el sector
de hidrocarburos. Las evidencias de los sitios reportados se caracterizan esencialmente por corresponder a
fragmentos cerámicos relacionados con las etnias Zenú y Malibú que habitaron este sector desde hace
aproximadamente dos mil años, los cuales, habitaron las riveras de caños, ríos y ciénagas, aprovechando de
esta forma los recursos disponibles tanto en temporadas de sequía como de invierno.

Tabla 3-4. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Buenavista.

CULTURA TIPO DE
NOMBRE VEREDA/ FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICADO
INDIGENA HALLAZGO
ARQUEOLÓGICO PREDIO AUTORES R ICANH
ASOCIADA ARQUEOLOGICO

California / Santa Medioambiente y


F3-17-17 asentamiento prehispánicos Zenú / Material Cerámico y
Teresa Licencia 2261
en el caribe Colombiano: Malibú Lítico
F3-23-23 Las Marías prospección arqueológica
CULTURA TIPO DE
NOMBRE VEREDA/ FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICADO
INDIGENA HALLAZGO
ARQUEOLÓGICO PREDIO AUTORES R ICANH
ASOCIADA ARQUEOLOGICO
Sabaneta /
F3-25-25
Orocuel No. 3 y 4

Plan Parejo / La preventiva oleoducto


F4-2-2
Candelaria bicentenario tramo Ayacucho
Coveñas. Aceneth Serna
Programa de arqueología
Finca Familia Amel Finca Familia preventiva y plan de manejo
2 Amel arqueológico para el estudio
de impacto ambiental del área
Zenú /
de perforación exploratoria Licencia 1620 Material Cerámico
Malibú
Finca Familia Amel Finca Familia Guepajé. Municipios de San
4 Amel Pedro y Buenavista,
departamento de Sucre. Yuri
Romero Picón.
Fuente: Consultoría Colombiana 2016.

 San Pedro

De acuerdo a la búsqueda de información en el atlas arqueológico y el registro de sitios arqueológicos del


ICANH, se han reportado 103 yacimientos arqueológicos en el marco de proyectos de arqueología preventiva
en el sector de hidrocarburos (Tabla 3-5). Los hallazgos reportados tienen como características la presencia
de evidencias cerámicas y líticas, relacionadas principalmente con la ocupación que hicieron de estos
territorios los grupos Zenúes, quienes desarrollaron un complejo sistema hidráulico, complementado con
patrón de asentamiento disperso a lo largo de lo que hoy en día corresponde al municipio de San Pedro.
Consecuentemente, en los contextos arqueológicos recuperados se reportaron evidencias relacionadas con
las ocupaciones Malibú que se desarrollaron posteriormente al desplazamiento de las comunidades Zenú de
esta área. Los sitios arqueológicos reportados, se caracterizan por estar ubicados en sectores de lomeríos
donde se observan túmulos funerarios guaqueados, al igual que plataformas de vivienda; otras de las
características que presentan dichos contextos es la presencia de evidencias en llanuras aluviales cercanas
fuentes de agua permanente como algunos caños, donde se evidencian alteraciones antrópicas como la
presenciad e terraplenes o jarillones que corresponden al sistema hidráulico Zenú.

Tabla 3-5. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de San Pedro.
NOMBRE CULTURA TIPO DE
FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICAD
ARQUEOLÓGIC VEREDA/PREDIO INDIGENA HALLAZGO
AUTORES OR ICANH
O ASOCIADA ARQUEOLOGICO
Perendengue / Casa
F3-1-1
Roja Medioambiente y asentamiento
Perendengue / El prehispánicos en el caribe
F3-2-2
Paraiso Colombiano: prospección
F3-3-3 Sabanal / Sacapala arqueológica preventiva
Material Cerámico
La Incomparable / La oleoducto bicentenario tramo Licencia 2261 Zenú / Malibú
F3-7-7 y Lítico.
Unión Ayacucho Coveñas. Aceneth
La Incomparable / Villa Serna Ramírez - Uliana Molano
F3-8-8 Valdés - Melisa Arboleda
Andrea
La Esmeralda / La Gómez.
F3-9-9
Mota
Prospección Arqueológica
Acumulación de Material Cerámico
Vereda Calabozo Pozo Apamate 2. Bloque La Licencia 2098 Zenú / Malibú
Materiales 1 y Lítico.
Creciente. Municipio de San
NOMBRE CULTURA TIPO DE
FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICAD
ARQUEOLÓGIC VEREDA/PREDIO INDIGENA HALLAZGO
AUTORES OR ICANH
O ASOCIADA ARQUEOLOGICO

Acumulación de
Vereda Calabozo
Materiales 2

Acumulación de
Vereda Calabozo
Materiales 3
Pedro, Departamento de Sucre.
Pablo Fernando Pérez Riaño.
Acumulación de
Vereda Calabozo
Materiales 4

Acumulación de
Vereda Calabozo
Materiales 5

C01 Vereda Calabozo


PS12 Vereda Calabozo
PS15 Vereda Calabozo
PS17 Vereda Calabozo
PS18 Vereda Calabozo
PS19 Vereda Calabozo
PS22 Vereda Calabozo
PS29 Vereda Calabozo
Ejecución del Plan de Manejo
PS30 Vereda Calabozo Arqueológico del Pozo
PS31 Vereda Calabozo Apamate 2 y Prospección de la
Material Cerámico
Línea de Flujo La Creciente. Licencia 2150 Zenú / Malibú
PS40 Vereda Calabozo y Lítico
Pablo Fernando Pérez Riaño -
R01 Vereda Calabozo Luzed Adriana Moreno
Casallas.
R02 Vereda Calabozo
R03 Vereda Calabozo
M01 Vereda Calabozo
M02 Vereda Calabozo
RL01 Vereda Calabozo
RL02 Vereda Calabozo
RL03 Vereda Calabozo
RL04 Vereda Calabozo

Mo001 Vereda Calabozo Informe Monitoreo Locación


Pozo Amate 3 y Vía de Acceso
Mo004 Vereda Calabozo Bloque La Creciente. Municipio
Licencia 2447 Zenú / Malibú Material Cerámico
de San Pedro, Departamento
de Sucre. Pablo Fernando
Mo006 Vereda Calabozo
Pérez Riaño.
Pozo La Programa de arqueología
Caserío Puerto Viejo
Creciente preventiva y Plan de Manejo
Arqueológico para el gasoducto Licencia 1531 Zenú / Malibú Material Cerámico
Pozo La
Caserío Puerto Viejo Bremen - Tolcemento y opción
Creciente
a Coveñas, y ampliación del
NOMBRE CULTURA TIPO DE
FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICAD
ARQUEOLÓGIC VEREDA/PREDIO INDIGENA HALLAZGO
AUTORES OR ICANH
O ASOCIADA ARQUEOLOGICO

Pozo La
Caserío Puerto Viejo
Creciente pozo La Creciente 1.
Departamento de Sucre. Pacific
Gasoducto La
K3+600 Monitoreo arqueológico a las
Creciente 1-San Mateo
obras civiles de la construcción
Gasoducto La del gasoducto La Creciente 1-
K3+437 Material
Creciente 1-San Mateo San Mateo y la vía de acceso
Licencia 0775 Zenú / Malibú Cerámico, Concha
Gasoducto La La Creciente Norte 1, en el
K2+110 y Óseo
Creciente 1-San Mateo departamento de Sucre.
Stratus Oil and Gas, Bogotá.
Gasoducto La Yuri Romero Picón.
K1+100
Creciente 1-San Mateo

Sitio 4 Sector GPS 16 Informe de monitoreo


arqueológico del programa
Material Cerámico
sísmico 2D La Creciente 2005. Sin Registro Zenú / Malibú
y Óseo.
Geoambiental LTDA, Bogotá.
Sitio 3 final Línea 7
Regina Chacín Lara.

Los Borracho y el Bajo


km 5+375 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 4+485 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 4+147 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 4+125 de la Alegría - Líneas Monitoreo arqueológico a las
de Flujo LCD1-LCA1 obras civiles de construcción
de la línea de flujo entre los
Material Cerámico
Los Borracho y el Bajo pozos LCD-1 y LCA-1, y la
y Lítico.
km 2+497 de la Alegría - Líneas locación del pozo LCJ-1 y vía Licencia 0957 Zenú
de Flujo LCD1-LCA1 de acceso, municipios de San
Pedro y Sincé, Sucre. Pacific
Los Borracho y el Bajo Rubiales Energy, Bogotá. Yuri
km 2+380 de la Alegría - Líneas Romero Picón.
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 2+300 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 2+105 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 2+090 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
NOMBRE CULTURA TIPO DE
FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICAD
ARQUEOLÓGIC VEREDA/PREDIO INDIGENA HALLAZGO
AUTORES OR ICANH
O ASOCIADA ARQUEOLOGICO

Los Borracho y el Bajo


km 2+050 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 2+014 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 2+010 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 1+340 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+950 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+435 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+308 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+308 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+183 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+102 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+095 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
km 0+070 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
Los Borracho y el Bajo
Km 0+000 de la Alegría - Líneas
de Flujo LCD1-LCA1
San Mateo - Prospección arqueológica del
Pozo Sondeo 34 Gasoducto La proyecto gasoducto La
Creciente Creciente, departamento de
Sucre, (área de interés: tramos Material Cerámico
Licencia 0892 Zenú / Malibú
San Mateo - La Creciente-Sincelejo y y Lítico.
Pozo Sondeo 33 Gasoducto La Guepaje-Sincé-Corozal).
Creciente Promigas, Bogotá. Daniela
Castellanos Montes.
NOMBRE CULTURA TIPO DE
FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICAD
ARQUEOLÓGIC VEREDA/PREDIO INDIGENA HALLAZGO
AUTORES OR ICANH
O ASOCIADA ARQUEOLOGICO
Informe de monitoreo
arqueológico del programa Material
Guepajé - Vía San
Sitio 5 sísmico 2D La Creciente 2005. Sin Registro Zenú / Malibú Cerámico, Óseo y
Pedro a Juan Arias
Geoambiental LTDA, Bogotá. Metal.
Regina Chacín Lara.
Gasoducto La
k9+050
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K9+900
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K8+700
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K8+600
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K8+450
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K8+400
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K6+900
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K5+192
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K5+180 Monitoreo arqueológico a las
Creciente 1-San Mateo
obras civiles de la construcción
Gasoducto La del gasoducto La Creciente 1-
K5+110 Material
Creciente 1-San Mateo San Mateo y la vía de acceso
Licencia 0775 Zenú / Malibú Cerámico, Concha
Gasoducto La La Creciente Norte 1, en el
k4+924 y Óseo
Creciente 1-San Mateo departamento de Sucre.
Stratus Oil and Gas, Bogotá.
Gasoducto La Yuri Romero Picón.
k4+800
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K4+520
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K4+516
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K3+900
Creciente 1-San Mateo
Gasoducto La
K3+768
Creciente 1-San Mateo
La Creciente - Gasoducto La
Entierro No. 4 Creciente 1-San Mateo
La Creciente - Gasoducto La
Entierro No. 3 Creciente 1-San Mateo
La Creciente - Gasoducto La
Entierro No. 2 Creciente 1-San Mateo
La Creciente - Gasoducto La
Entierro No. 1 Creciente 1-San Mateo
Pozo Guepajé 1 Pozo Guepajé Programa de arqueología Licencia 1620 Zenú / Malibú Material Cerámico
NOMBRE CULTURA TIPO DE
FUENTE BIBLIOGRAFICA Y IDENTIFICAD
ARQUEOLÓGIC VEREDA/PREDIO INDIGENA HALLAZGO
AUTORES OR ICANH
O ASOCIADA ARQUEOLOGICO

Pozo Guepajé 2 Pozo Guepajé


Pozo Guepajé 3 Pozo Guepajé
Pozo Guepajé 4 Pozo Guepajé
Pozo Guepajé 5 Pozo Guepajé
Finca Villa Naty 1 Finca Villa Naty
Finca Villa Naty 2 Finca Villa Naty
Finca Villa Naty 3 Finca Villa Naty preventiva y plan de manejo
Finca Caño Lindo arqueológico para el estudio de
Finca Caño Lindo impacto ambiental del área de
1
Finca Caño Lindo perforación exploratoria
Finca Caño Lindo Guepajé. Municipios de San
2
Finca Familia Pedro y Buenavista,
Finca Familia Ámel departamento de Sucre. Yuri
Ámel 1
Finca Familia Romero Picón.
Ámel 3 Finca Familia Ámel
Escuela Las
Chichas
Finca Santa Inés Finca Santa Inés
Finca El Carmen
1 Finca El Carmen
Finca El Carmen
2 Finca El Carmen
Fuente: Consultoría Colombiana 2016.

 Sincé

Con el desarrollo de prospecciones y monitoreos arqueológicos enmarcados en el desarrollo de programas de


arqueología preventiva (Tabla 3-6), se ha logrado establecer la presencia de evidencias arqueológicas que
ayudan a entender las diversas dinámicas y procesos tanto culturales como sociales que se han desarrollado
durante el pasado en el municipio de Sincé. Las evidencias recuperadas en su totalidad corresponden a
fragmentos cerámicos asociados a los grupos Zenú y Malibú, que poblaron este territorio antes y durante la
llegada de los colonizadores españoles a estas tierras. Quienes en sus registros indican que estas
poblaciones se asentamientos en las riberas de los cursos de agua principales y segundarios como caños o
ciénegas, de donde se proveían de alimentos y tierras para el cultivo de maíz, yuca, ahuyama entre otros
alimentos.

Por lo tanto es importante mencionar que las evidencias recuperadas presentan contextos paisajísticos
relevantes como la presencia de terrazas, planicies aluviales y sectores de lomeríos, donde por sus
características geomorfológicas serian apropiadas para el desarrollo de actividades y el establecimiento de
túmulos funerarios y viviendas.

Tabla 3-6. Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Sincé.

NOMBRE CULTURA
VEREDA/ FUENTE BIBLIOGRAFICA IDENTIFICADO TIPO DE HALLAZGO
ARQUEOLÓGIC INDIGENA
PREDIO Y AUTORES R ICANH ARQUEOLOGICO
O ASOCIADA

La Creciente E1 Corregimiento de Pozo La Creciente-E1, Licencia 0871 Zenú Material Cerámico


NOMBRE CULTURA
VEREDA/ FUENTE BIBLIOGRAFICA IDENTIFICADO TIPO DE HALLAZGO
ARQUEOLÓGIC INDIGENA
PREDIO Y AUTORES R ICANH ARQUEOLOGICO
O ASOCIADA

Sincé-Sucre: informe final


Granada - Pozo de monitoreo arqueológico.
(LCE-1)
La Creciente E1 Stratus Oil and Gas, Bogotá.
Yuri Romero Picón.
Sector 28 Sincé
Programa de arqueología
Sector 32 Sincé preventiva y plan de manejo
Sector 43 Sincé arqueológico para las
variantes Retiro-Sincé y La
Sector 55 Sincé Licencia 2314 Zenú / Malibú Material Cerámico
Caimanera, departamentos
Sector 56 Sincé de Bolívar y Sucre: informe
Sector 59 Sincé de investigación. Yuri
Romero Picón.
Sector 60 Sincé
Fuente: Consultoría Colombiana, 2016.

3.2 Caracterización Etnohistórica Regional

En relación con la región en la que se enmarca el presente Estudio de Impacto Ambiental, se cuenta con
registros etnohistóricos de varios cronistas que conocieron de primera mano la gran diversidad de
comunidades que se asentaron en este extenso territorio. A pesar de que cada cronista describió dichas
comunidades desde su perspectiva e intereses propios, lo que esta relatado responde a una lógica del
contexto histórico en el que se desarrollaron los acontecimientos de la conquista y expansión del imperio
español. Las obras escritas generalmente describieron sociedades de áreas marginales, donde la iglesia y la
corona competían por el poder político y económico (Langebaek, 1994, p. 126-127). Algunos de ellos, como
Fray Pedro Simón, Fray Pedro Aguado o Juan de Castellanos (1955), recolectaron información sobre grupos
indígenas asociados a las etnias Zenú (Zenufaná, Panzenú, Finzenú) y Malibú, entre otros.

Teniendo en cuenta lo anterior, para las provincias de Santa Marta y Cartagena, establecidas durante el
proceso de colonización, encontramos algunas referencias que indican la existencia de diversos grupos de
indígenas que habitaban dicha zona (Figura 3-4):

“A lo largo del río Magdalena, siempre refiriéndonos a ambas riberas, desde la desembocadura del
río Cesar hasta la costa atlántica, se mencionan: La provincia de Sampallón cuya situación no es
muy clara pero que parece haber quedado en las inmediaciones de la actual Ciénaga de Zapatosa;
la Provincia de los Malibú desde Tamalameque hasta la desembocadura del Magdalena y la
Provincia de Mompós dentro del territorio de la anterior. Entre la Sierra nevada y el bajo curso del
Magdalena figuran la Provincia de los Caribes y Bocinegros, mientras que toda la extensión al sur de
la Sierra Nevada, entre el río Cesar y el río Magdalena, se designó como la Provincia de los Chimila.”
(MS-32, fol. 167-368).

Betoma o Betuvia es referenciada como una “importante población”, ubicada geográficamente “al norte del río
Frío y que incluía toda la hoya del río Córdoba y las poblaciones de Girogueica, Guarinea y el gran Valle de la
Caldera o de San Marcos, en el cual se encontraron doscientas cincuenta poblaciones indígenas.” (Reichel-
Dolmatoff, 1951). El autor además diferencia claramente a los indios pertenecientes a este grupo con los
demás grupos Tairona y sobre otros grupos localizados en tierras adyacentes. Betoma según lo escrito por
los cronistas era un gran centro poblado, al nivel de “ciudad”, igual que Pocigueica, Taironaca y Bonda, en
donde probablemente la población indígena superaba el número de los cinco mil habitantes.
En el caso de la Provincia del Carbón, cuyo nombre obedece a características de la tierra, donde según los
cronistas se podía recoger fino polvo de carbón en la superficie:

“se extendía sobre las faldas y tierras planas del occidente, incluyendo: Sevilla, Zaraguato, el Pueblo
de los Valentejos, Zazagueica y los Valles de la Ascención y San Bernabé, estando limitada al norte
aproximadamente por el río Frío (32, V, 178 ff citado en Reichel-Dolmatoff, 1951, p. 56).”

Finalmente de la Provincia de los Orejones únicamente se cuenta con una breve descripción según la cual, se
llamaban así porque con artificio, horadándose las orejas desde niños y poniéndose ciertas sortijas, les queda
cada oreja como un platillo de los nuestros” (Reichel-Dolmatoff, 1951).

Se narra también que todas las provincias sostenían prósperas relaciones comerciales entre sí: Los indios de
Betoma vendían mantas de algodón a los de la Provincia del Carbón. Los indios de Pocigüeica cambiaban oro
y mantas por sal y pescado con los grupos de la costa y las poblaciones en la vertiente occidental dependían
en tal grado de su comercio de pescado y sal con los indios de Gaira, Durcino y Ciénaga, que cuando éstos
se fugaron a la Sierra para escapar de sus encomenderos, las tribus serranas les dieron oro para que
regresaran a la costa y continuaran allí para no interrumpir el comercio de peces y sal. Los indios de la Sierra
cambiaban oro y mantas por sal y pescado con los indios de la Ciénaga ya en la época de García de Lerma
(Reichel-Dolmatoff, 1951).

Según lo escrito por los españoles, los Chimila se caracterizaban por ser salvajes o bárbaros, al parecer
porque se resistieron a la conquista, su agrupamiento y respectivo control en pueblos de indios no fue fácil
(Calderón 2008). Reichel-Dolmatoff (1951) resalta que los indígenas de las tierras planas se sometieron más
fácilmente a los españoles, que aquellos que se localizaban en las cercanías de la Sierra, la razón de este
contraste parece obedecer al desempeño militar según las características topográficas del terreno.

Uribe (1987, p. 53), anota que existía cierta distinción entre los Chimilas de las vertientes occidental y
suroriental de la Sierra Nevada. En cuanto a los patrones de asentamiento, se ha planteado que se trataban
de asentamientos dispersos, puesto que sobre la base de documentos de archivo no se sugiere una
organización clara que indique nucleación (Calderón, 2008:19); sin embargo, al igual que para el caso de los
Malibú, no se descarta cierto grado de centralización política en torno a indios principales o caciques (Uribe,
1987, p. 53).

Por otra parte, las primeras incursiones a tierra firme desde Santa Marta fueron realizadas por Rodrigo de
Bastidas quien estableció contacto con los indígenas en Taybo, Bonda y Bondigua hacia 1521 como lo narra
Fernández de Oviedo y Valdés (citado en Reichel- Dolmatoff, 1951, p. 14-15). La información que existe
según los españoles sobre los primeros habitantes de la denominada provincia de Valledupar data de 1528,
año en que la Real Audiencia nombra a Pedro de Badillo Gobernador de la provincia de Santa Marta. Badillo,
en compañía de Antonio de Heredia, acompañó a Rodrigo Álvarez Palomino en sus incursiones por el río
Ranchería y hacia el sur pasando por las tierras que son bañadas por el río que lleva su nombre y el río
Guatapurí hasta llegar a la región de Valledupar. En esta zona se enfrentó a los indios Pacabuy y derrotó a un
grupo que se le enfrentó cerca al río Cesar para después volver aparentemente con una buena cantidad de
oro de los indígenas (Reichel-Dolmatoff, 1951, p. 17).

Figura 3-4. Distribución de los grupos y provincias indígenas en las Provincias de Santa Marta y Cartagena.
Fuente: Reichel-Dolmatoff (1951)

Poco tiempo después, tras la muerte de Badillo, García de Lerma es nombrado Gobernador de la Provincia.
Dando continuidad a las labores de conquista, Lerma reinició los recorridos por las regiones de Bonda,
Buritaca y Pocigüeica entre otros. Nombró los primeros encomenderos en Bondigua, Buritaca, Valle Hermoso
y Coto (o Loto) y estableció las encomiendas de La Ramada y Valledupar, las cuales fueron pieza importante
en las incursiones realizadas por los soldados de la corona hacia el sur por el río Cesar hasta la
desembocadura del río Lebrija con el fin de buscar el país de las esmeraldas del que, según Lerma, hablaban
los indios de Santa Marta.

La presencia de los conquistadores en Valledupar no fue permanente, lo cual abrió la posibilidad para que
uno de los miembros de la casa Wiesner, Ambrosio Alfinger, Gobernador de la ciudad de Coro, hiciera
cruentas incursiones desde Venezuela efectuando conquistas aguas arriba del río Cesar entre Valledupar y
Tamalameque (Reichel-Dolmatoff, 1951, p. 21-99). Hacia 1532, Alfinger habría encontrado densamente
pobladas las riberas del río Cesar y se tiene información de que entre las faldas de las montañas que rodean
a Valledupar y el valle del río Cesar habitaban los Burede y los Caonao -también llamados Guanao por
Castellanos (1855, pp. 8, 203), los Giriguano, Tupe, Dubey, Samirua y Pacabuy, de los cuales se dice su
principal ciudad era Tamara, Tamarame o Tumarame, localizada en cercanías a la Ciénaga de Zapatosa y
que podría corresponder a la región donde actualmente queda Tamalameque. Tanto Alfinger como Alonso
Luís de Lugo, quien recorrió la región comprendida entre la vertiente oriental de la Sierra Nevada de Santa
Marta y la vertiente occidental de la Serranía del Perijá hacia 1540, mencionan la existencia de las tribus
Aruaco, Ambaco, Tupe, Itoto, Cariachile y Truaco (p.100).

Dicen los conquistadores sobre estas tribus, que se dedicaban al intercambio de sal proveniente de las costas
del Mar Caribe por oro, algunas se dedicaban a la agricultura mediante el uso de irrigación artificial, otras
usaban mantas y gorros tejidos de algodón similares a los que utilizan las comunidades que actualmente
habitan la Sierra Nevada de Santa Marta, dominaban la orfebrería, usaban tatuajes elaborados por
escarificación, y la casi recurrente referencia al uso de la antropofagia (Reichel-Dolmatoff, 1951, p. 100-103).
Aunque no hay mucho detalle sobre las diferencias o semejanzas culturales entre las tribus del valle del río
Cesar, a lo largo del siglo XVI, Fernández de Oviedo reporta que muchos solo se diferencian en el idioma y
que hay gran similitud entre algunas etnias, como es el caso de los denominados Tupe, Dubey y Tomoco en
relación con los “orejones” y los Chimila.

Durante los siglos XVII y XVIII según las crónicas de fray Pedro Simón, Juan de Castellanos y otros,
desparecen los nombres de algunas de estas tribus y aparecen otros datos culturales de gran relevancia.
Nicolás de la Rosa describe que los Tomoco eran los mismos “orejones”, usaban coronas de plumas,
narigueras y orejeras de oro, cultivaban maíz y yuca, cazaban con flechas de madera y puntas de diente de
tiburón y tenían las mismas costumbres de los Chimila (en Reichel-Dolmatoff, 1951, p. 103). De la Rosa
menciona además que en la hoya del río Garupal (que desemboca en el río Cesar en proximidad al
corregimiento de Mariangola) vivían los “Caribes”, en la vertiente occidental de la Serranía del Perijá vivían los
Acanayuto y en la cercanía a la ciénaga de Zapatosa los Pampanillas.

Es interesante también que mientras De la Rosa describe que tanto los Acanayuto, como los Pampanillas
tenían las mismas costumbres de los Chimila, los análisis realizados por algunos investigadores, entre ellos
Eduardo Restrepo Tirado (1921) y Gerardo Reichel-Dolmatoff (1951), muestran como entre el siglo XVI y el
siglo XVIII se dejó de denominar a los Chimila por este nombre y se empieza a usar el término “caribe” que
representaba para los españoles la actitud hostil y peligrosa de cierta etnia.

Durante los siglos XVII y XVIII, en la medida en que se acentúa la presencia española y aumentan las
medidas administrativas y de control (establecimiento de encomiendas, creación de ganaderías, elaboración
de censos de indios) se recrudecen los conflictos entre los colonizadores y las tribus indígenas.

Entre 1600 y 1650 se da un éxodo masivo de indígenas de tierras bajas y zonas templadas de la Sierra
Nevada hacia partes más altas con el fin de evitar ser esclavizados y adoctrinados. Debido a los constantes
saqueos y robos de tierras, los Chimilas en alianza con Arhuacos, Yukpas y “guajiros” inician una guerra de
guerrillas para saquear las nacientes haciendas españolas. Estos ataques tuvieron fuertes represalias como
las llamadas campañas pacificadoras comandadas por José Fernando de Mier y Guerra hacia 1730.

Para el siglo XVII y XVIII no se habla de indios Tupes, sino de indios “Caribes” lo cual puede tener relación
con la visión española del carácter recio de los habitantes de la zona que es precisamente uno de los
escenarios desde donde los indígenas adelantaban sus incursiones a los territorios que los españoles habían
tomado para sí sobre el valle del río Cesar.

Al no ser del interés de los conquistadores y colonizadores españoles, la información existente sobre la
organización socio-política de los grupos Chimila o los llamados indios Tupe es muy escasa. Se ha sugerido
que los Chimila tenían un patrón de asentamiento disperso, ya que no existen referencias etnohistóricas sobre
asentamientos nucleados, lo que al parecer se adaptaba a unas prácticas agrícolas de “tala y quema”, que los
obligaba a rotar la tierra y les otorgaba cierta movilidad (Calderón 2008).

No obstante, también se ha documentado que los grupos Chimila localizaban sus viviendas sobre cimas de
lomas y colinas y es probable que hayan aprovechado los ciclos hídricos para acceder a recursos pesqueros
en época de inundación y los nutrientes dejados por sedimentación, en los tiempos en los que los niveles de
las aguas descendieran. Probablemente, el área de convergencia de los ríos Mariangola y Diluvio podría
entonces ser de mucha importancia para estos grupos en tiempo prehispánico.
Se ha sugerido la existencia de centralización política en torno a indios principales o caciques (Uribe, 1987) y
como evidencia de esto se ha propuesto la supuesta existencia de una intrincada red de caminos al interior
del territorio Chimila (Calderón, 2008), podría en cierta manera asociarse a una forma de organización que
ejerciera control sobre los mismos; además, también se ha documentado la presencia de aldeas en zonas
aledañas (Langebaek y Dever, 2000), que sugieren un grado de organización que supera a las sociedades de
carácter tribal.

Para el caso de la provincia de Cartagena, se tienen registro de la presencia de gran cantidad de grupos
indígenas que habitaron toda esta extensa región. Siendo el grupo de los mokana los que se encontraban
asentados en lo que hoy hace parte del departamento del Atlántico.

A la llegada de los españoles en 1529 comandados por Jerónimo de Melo, se encontraron con la existencia
del más importante caserío de la región, el cual llevaba el nombre del cacique Pedro Malambo que lo
dominaba. El cacique a su vez había tomado el nombre de unos árboles bastante abundantes en la región de
la Costa Atlántica (Baquero, 2011).

En el momento del contacto entre amerindios y españoles, estos últimos crearon la ideología del carácter
violento de los americanos. A este respecto lo anterior nos sirve de preámbulo para tratar de describir el
mundo amerindio que existía, en la Región Caribe Colombiana, a la llegada de los europeos. Este era un
mundo natural, cultural, social y económico muy religioso donde las sociedades y los individuos se regían por
altos principios morales y mantenían un sentido de relación estrecha con el medio ambiente tropical. Gerardo
Reichel Dolmatoff (1985) refiriéndose al trópico y las culturas humanas que los habitan se refiere a este de la
siguiente manera:

"Me parece que ciertos ritmos y periodicidades internas se desarrollaron de modo más lento en
Europa y que en el trópico se aceleran y piden decisiones más rápidas. Una tempestad tropical, un
aguacero, una sequía, todo esto tiene otro sentido aquí; en el trópico se vive más intensamente; uno
está más consciente de procesos, de cambios, de ciclos. Uno es más consciente de estar vivo y de
pasar la vida. Aquí veo una gran fuente de estímulos intelectuales y estéticos porque esa intensidad
de la vida abre dimensiones y posibilidades de conducta humana que no se presentan en Europa. La
experiencia tropical ha sido y sigue siendo esencial para mi vida" (Reichell-Dolmatoff, 1985, 80)

Los conquistadores españoles para justificar sus propios derechos a la conquista de los americanos crearon
en su imaginario un supuesto carácter guerrerista de los nativos sin tratar de comprender el sentido ritual de
sus guerras, este mecanismo psicológico de proyectarse en el "otro" le permitía olvidarse o dejar a un lado,
que ellos mismos eran los agresores...

"Muestrase la gente de esta tierra ser belicosa y tener guerras unos con otros, porque en este pueblo
donde nosotros estamos (Calamar), que es pueblo de calidad y el otro grande (Turbaco), los
hallamos todos cercados, la mayor parte de ellos, de cabezas de muertos puestas en palos. Lo que
de ello hemos podido alcanzar es que son de sus enemigos" (Friede Juan 1955, p. 23-24).

En la localidad de Calamar Fernández de Oviedo describe esta misma costumbre de colocar los cráneos de
los enemigos en los postes de cerca que rodean las viviendas

"...Avia en aquel pueblo de tragoaco ciertas casas suntuosas é mucho mayores que las otras, que
decían ser de indios señores caciques principales; delante de cada una dellas estaba una estaca á
manera de ceto, y en cada estaca una cabeca de un hombre, que decia ser de enemigos indios que
avian muerto en sus batallas. Y era muy grande el número destas cabecas lo qual usan estas gentes
é assi entre aquellos indios ponen tales ysinias de cabecas de hombre por trofeos é adornamiento de
sus casas: é aquel tienen por más honrado, que más cabecas ha cortado é tiene puestas, por
mostrar su ferocidad é señorio. Estos indios deste pueblo son enemigos de otros que dice zarnaco ."
(Gonzalo Fernández de Oviedo 1994, p. 275).

En cuanto a las armas utilizadas por los amerindios se resalta por los cronistas españoles que tanto hombres
como mujeres eran guerreras y utilizan como principales armas el arco y las flechas envenenadas, macanas,
largas lanzas y hondas, los habitantes de la isla de Codego, son belicosos y usan arcos y flechas. Tiran todas
las flechas con yeerba de mala y pelean las mujeres también como los hombres. Yo tuve presa una moza de
hasta 18 a 20 años que se afirmaba por todos, que había muerto 8 hombres cristianos antes que fuese presa
(Baquero, 2011).

En otro comentario leemos:

"...Traen los indios mene un carcax lleno de muchas flechas, tan largas como 3 palmos y los arcos
muy pequeños, pero recios; y pelean assi mesmo con una caña é lancas y hondas y como viven en
partes ásperas, echan galgas ó piedras grandes á rodar (Baquero, 2011).

Otro aspecto que describen los españoles era el uso de barricadas protectoras de los poblados amerindios
con espinas y difícil de sobrepasar, para proteger los asentamientos

"En el río Magdalena, Los españoles hallaron los indios con albarradas y palenques hechos fuertes;
combates entre ambas partes. Estos indios de una generación que llaman aruacanas, hallaron 2
pueblos; pasados de allí indios pemeos tienen pueblos de 30 ó 40 buhuios, es gente domestica; é
assi passaron un pueblo con gente, la qual huyo,é se dieron alcancaron y fueron pressos, el qual
venian desnudos, con arcos y flechas y con un calabaco de cal, y un fardel de hierbas que traia de
aquella que meten en la boca los indios"( Baquero 2011)

Los americanos desarrollaron varias estrategias para defenderse de los españoles, una práctica muy usada
era quemar el asentamiento y huir al monte, en la localidad de Tubará ocurrió esto último…

"... gente rica, valiente y robusta, como se echó de ver en la resistencia que hicieron, defendiendo su
pueblo con tan valiente bríos, huyeron del pueblo, y rancheando las casas, sacaron gran suma de
oro, sin hacer daño á las mujeres y niños. (Fray Pedro Simón, 1892, p. 20).

Lo que es claro es que los españoles venían con intención de robar y saquear buscando oro, a este respecto
el Cacique Zipacuá, quien los actuales Mokana lo consideran su directo antepasado estaba alarmado por la
presencia de Pedro de Heredia y sus soldados, al respecto Fray Pedro Simón (Tomo IV 1892, p. 21) nos trae
el siguiente relato

"....Zipacuá avispadisima del incendio y robo de oca, dió muestras el recibimiento que les dieron, ya
cerca del pueblo, todos los de él, enbijados con flechas y macanas, con voces desatinadas que
parecían infernales, si bien hicieron alto á tiro de escopeta de los nuestros, sin dispararse de una
parte ni de la otra con que dió lugar á que el gobernador con la lengua, les pudiese dar á entender no
haber sido ellos los ocupados en la maldad de la aldea, sino sus amigos los de mahates, y tomando
el Zipacuá la vuelta de su ciudad, despacho 400 viejas cargadas de maíz, carne de monte, y
habiendo visto sus casas, y gran templo de su adoración, halló en él un puerco espín de oro fino ,
que romanodo peso 5 arrobas y media ; carnapacuá 8 patos de oro." (Fray Pedro Simón Tomo IV
1892, p.21)

Para el año de 1627, en esta región geográfica del Caribe, la mayor parte de los amerindios hicieron una
enconada resistencia a los invasores españoles pero la superioridad tecnológica y la alta belicosidad de estos
últimos, hacía a los europeos, unos enemigos formidables sin ninguna disposición hacia la negociación o
conciliación con los grupos étnicos que no se sometieran enteramente a su voluntad. (Baquero, 2011).

 Zenú

El extenso territorio de las zonas inundables del bajo San Jorge y el Bajo Sinú, correspondientes al Gran
Zenú, fue el área de influencia de los grupos Zenúes, quienes formaron una de las culturas de mayor
relevancia de la Costa Caribe (Sánchez, 2013). Este grupo se asentó en los valles de los ríos Cauca, San
Jorge y Sinú, donde desarrollaron una estructura territorial dividida en tres provincias, la primera de ellas era
el Panzenú en el valle del rio San Jorge; la segunda sobre el rio Cauca compuesta por el Zenufaná y la
tercera en el rio Sinú llamada el Finzenú (Figura 3-5).

A lo largo de estas tres provincias, se desarrolló una intricada red de intercambio y dinámicas propias de un
sistema social, económico y cultural de alta complejidad. Donde se cumplían actividades económicas
específicas y complementarias, ya que el Panzenú era la región encargada de la producción de alimentos,
donde la agricultura representó la principal actividad económica. Por otro lado, la labor de Zenufaná consistía
en la minería y la producción aurífera, puesto que estaba localizada en el bajo Cauca, región de importantes
zonas de extracción de oro. Por último, la región Finzenú localizada en el rio Sinú, se caracterizaba por ser el
centro religioso y político de los Zenúes, en esta zona predominaban la orfebrería y la elaboración de textiles
y artesanías (Sánchez, 2013 p. 7).

Esta división del territorio se había originado tiempo atrás, cuando gobernaron este territorio tres señores,
siendo el de mayor importancia el Zenufana. En el Finzenú, ubicado treinta leguas al sur de Cartagena, en la
hoya del río Sinú, gobernaba su hermana, a quien Zenufana quería que todos los vasallos le rindieran gran
pleitecía. Por este motivo ordenó que los señores más importantes de los tres señoríos hicieran sus
sepulturas en Finzenú, que adquirió gran importancia como centro ceremonial. Por su parte, Panzenú
gobernaba en la hoya del río San Jorge, cuya área inundable fue adecuada con extensos sistemas de drenaje
en los primeros siglos de nuestra era, los cuales permitían el permanente aprovechamiento de los suelos para
la agricultura, así como la supervivencia de una rica fauna acuática (Herrera, 1993).

Los contactos sostenidos entre las huestes colonizadoras españolas y los habitantes de esta importante
región, se dieron desde el inicio mismo del proceso colonizador, dado que atraídos por las riquezas y la
promesa de localizar El Dorado se embarcaron en el sometimiento de estas sociedades. Una de las primeras
expediciones en llegar al territorio Zenú o Finzenú, fue llevada a cabo por Francisco Becerra desde Urabá en
1515 (Falchetti, 2010). Esta expedición a tierras del Finzenú, llevo a que ninguno de los miembros
sobreviviera, como consecuencia de la fuerte resistencia sostenida por los habitantes. Sin embargo, el arribo
de esta expedición conllevo a la destrucción parcial del poblado, el cual fue arrasado por las llamas y a la
presencia de nuevas enfermedades que diezmaron a la población nativa. Por lo tanto, cuando se produjo la
expedición en 1534 por Pedro de Heredia, este encontró una población disminuida y rodeada de vestigios que
dejaban entrever un gran esplendor pasado (Simón [1625] 1981 citado en Falchetti, 2010 p. 76).

Sin embargo, la expedición guiada por Heredia fue gratamente sorprendida al determinar que el Finzenú era
reconocido por ser el principal centro ceremonial de la región, donde se levantaba un enorme templo que
albergaba grandes estatuas de madera recubiertas en oro, las cuales a su vez, sostenían grandes hamacas
con ofrendas y estaba rodeado de árboles con campanas hechas de oro (Falchetti, 2010).

Durante el saqueo los españoles indican las extensas riquezas halladas en el interior del templo y el poblado:

“...y al cabo de haber pasado grandes arcabucos y ciénagas, fuimos a dar en un pueblo que se decía
el Cenu… hallamos más de15 mil pesos de oro fino en un bohío que tenía más de 100 pasos en
largo, que era de tres naves… el bohío del diablo, adonde estaba una hamaca muy labrada, colgada
de un palo atravesado, el cual sostenían en los hombros cuatro bultos de personas, dos de hembras
y dos de machos, y encima de la hamaca donde decían que se venía a echar el diablo, estaba el
oro…” (Juan Friede (1956: VI, 216) citado en Falchetti, 2010, p. 76-77).

Figura 3-5. Distribución del territorio Zenú.

Fuente: Falchetti, 2010, p. 74

Algunas de las piezas que adornaba el templo y algunos de los bohíos se caracterizaban por presentar
diversas figuras, como aves, animales acuáticos y terrestres, cascabeles, campanas entre otros adornos
(Falchetti, 2010).

En cuanto al entorno los españoles quedaron gratamente asombrados por la ubicación del poblado el cual se
hallaba en medio de ciénegas y de una extensa sabana sembrada de parches de bosque, donde lograron
identificar gran cantidad de túmulos funerarios o sepulcros, destacando uno por sobre los demás al ser donde
los Zenúes enterraban a sus líderes religiosos o Piaches (Falcheti, 2010). Gracias al provechoso recurso
obtenido mediante el saqueo de los poblados Zenú, sus templos y túmulos funerarios, los españoles fundaron
en el Finzenu, la Villa del Cenú o Villa Rica de Madrid, donde establecieron los centros para organizar las
expediciones de guaquería y establecer los sitios de fundición del oro recuperado (Falchetti, 2010).
La importancia que teína el Finzenú, como centro religioso y ceremonial se remonta a los tiempos del
Zenufaná quien:

“…ordenó que todos los más principales señores de los otros dos Zenúes se enterrasen en ... este
Finzenú ... con todo el oro con que se hallasen a la hora de la muerte… o a lo menos que tuviesen
sepulturas señaladas en el cementerio del gran santuario y buhío del diablo que había en este
Finzenú…” (Simón [1625]1981 citado en Falchetti, 2010 p. 80).

De igual forma,

“todos los líderes políticos y religiosos eran enterrados durante ceremonias comunales que
aseguraban la cohesión de la población del Gran Zenú, y cómo el tamaño del túmulo dependía de la
importancia social del personaje. Por demás, si un cacique no era sepultado en Finzenú, la mitad del
oro que poseía a la hora de su muerte debía ser enterrado en el sepulcro que le había sido asignado
en esa necrópolis” (Simón [1625]1981 citado en Falchetti, 2010 p. 81).

Posterior a la intensa campaña de saqueo y guaquería que sufrieron los poblados del Finzenú su importancia
regional comenzó a decaer producto del desplazamiento de la población indígenas hacia las tierras
cenagosas y sabanas al Oriente de la Ciénaga de Momil y a las estribaciones de las tierras altas aledañas,
donde se establecieron poblaciones indígenas como las de Chinú (o Senú), San Andrés (o Mexión), Chimá (o
Pinchorroy) y Sampués.

Para el año de 1535, el Alonso de Heredia, parte en busca del Panzenú, logrando hallar el poblado de Yapel,
importante centro político de los Zenúes sobre el rio San Jorge. El cual estaba localizado en un alto desde
donde se divisaban las llanuras de inundación, donde se evidencian la presencia de canales, plataformas y
otras construcciones (Falchetti, 2010). En este poblado fue donde Heredia y sus hombres, sostuvo un
importante combate con los guerreros del cacique Yapel, quienes al ser derrotados por los españoles, vieron
como el poblado era saqueado y sus túmulos guaqueados en búsqueda de las riquezas que guardaban. Sin
embargo, los saqueos perpetrados en la región no fueron tan provechosos como aquellos sostenidos en el
Finzenú (Falchetti, 2010).

Un aspecto de suma importancia que resaltan las expediciones españolas al poblado de Yapel y sus
alrededores es la presencia de abundantes y extensos cultivos dispuestos y protegidos por canales de más
de un kilómetro de largo, aprovechando de esta forma los recursos y las ventajas que proveían las planicies
de inundación de la Depresión Momposina. Datos corroborados por investigaciones arqueológicas recientes
desarrolladas sobre el sistema hídrico empelados por las comunidades Zenú (Falchetti, 2010; Rojas y
Montejo, 1998; Falchetti y Plazas, 198; Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988).

Dadas las características ambientales únicas de esta extensa región y a su compleja dinámica fluvial, lo cual
llevo a los grupos asentados en esta zona a desarrollar una intricada red de canales artificiales, en más de
500.000 hectáreas de tierras cenagosas desde el año 1000 a.C hasta el 1300 d.C. Este complejo hidráulico
consistió en la construcción de una compleja red de canales y camellones distribuidos a lo largo de los ríos
principales, así como de cursos menores de agua y ciénagas, con el fin de controlar las inundaciones
periódicas ocurridas en la zona (Rojas y Montejo, 1998). Teniendo como limites en el Sur hasta Tierra Santa;
por el norte hasta la desembocadura del río San Jorge en el brazo de Loba del Magdalena y, desde el límite
de las sabanas al Occidente, hasta el rio Cauca (Figura 3-6) (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero,
1988).

La organización y características del sistema de drenaje, se centraron en las diversas dinámicas fluviales
presentes en la zona y a su configuración geomorfológica, lo cual llevo a esto grupos a tener la necesidad de
desalojar las acumulaciones de agua rápidamente de las zonas de habitación y cultivos en las épocas de
inundación, y a su vez a mantener niveles adecuados de humedad durante las épocas de sequía, generando
de esta forma la posibilidad de cultivar las tierras la mayor parte del año (Rojas y Montejo, 1998). Como
proceso complementario a la adecuación de los camellones y canales, se construyeron terraplenes y
plataformas, favoreciendo de esta forma el continuo asentamiento de estas zonas a pesar de las
inundaciones recurrentes (Rojas y Montejo, 1998).

Figura 3-6. Sistema hidráulico prehispánico.

Fuente: Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988, p. 56.

En investigaciones arqueológicas desarrolladas a lo largo de esta región, se logró establecer, que el sistema
de drenajes presenta una combinación de canales de diferentes dimensiones y formas, ayudando mediante a
esta configuración a tener un mejor aprovechamientos de las condiciones ambientales de la zona. De acuerdo
a los hallazgos obtenidos por Falchetti y Plazas (1981) se puede establecer lo siguiente:

“Los canales largos, de 1 a 4 kilómetros de extensión, a lado y lado del caño, se utilizaron para dirigir
rápidamente hacia las zonas bajas las aguas de los caños. Algunos se unen formando estructuras en
espina de pescado, continuados, a menudo, por largos canales terminales. El flujo entre los canales
mayores se facilitó mediante la construcción de otros pequeños, perpendiculares a ellos, patrón
repetido sobre caños y arroyos menores. En la curva interna de los meandros los canales
perpendiculares al curso de agua se adaptan a la curva formando un sistema de abanico. Para
recuperar y poder cultivar extensas tierras, cubiertas hoy por ciénagas, construyeron canales más
cortos que unas veces se entrecruzan, formando cuadrículas ajedrezadas. Otras, se intercalan
frenando las aguas para retener su sedimento en las zanjas y obtener una reserva de humedad para
el ardiente verano. La superposición de distintos sistemas de canales indica largos períodos de
reacondicionamiento” (Falchetti y Plazas, 1981, p. 25).

Esta intrincada disposición permito que en sitios arqueológicos como el Caño Carate, Rabón y San Matías, se
lograran identificar importantes circuitos de drenaje, formados por innumerables canales perpendiculares a
ellos. Para drenar esta región de suelos arcillosos y pesados fue necesaria la construcción de innumerables
canales con solo 10 mts de separación entre uno y otro. En invierno, cuando los caños se desbordaban, los
canales dirigían el agua rápidamente hacia las zonas bajas, evitando la inundación de zonas aledañas. En la
época de decrecimiento de las aguas, los mismos canales facilitaban la evacuación de las ciénagas hacia los
caños (Falchetti y Plazas, 1981).

Hacia el año 180 a.C, durante una época en la que existió una alternancia de vegetación arbórea y de
sabana, que fue seguida por un aumento progresivo de especies de áreas abiertas, se construyeron en la
ciénaga de La Cruz canales cortos entrecruzados formando un diseño conocido como ajedrezado.

“Los canales cortos conforman un sistema eficaz para habilitar grandes extensiones de terreno para
la agricultura. Las aguas de creciente eran llevadas con rapidez a las zonas bajas a través de
canales largos y frenadas por los canales cortos, aumentando así el depósito de sedimentos en las
zanjas y obteniendo una reserva de humedad para el verano. Estos sedimentos, extraídos de las
zanjas, colocados en la parte superior del camellón, actuaron como fertilizantes de los cultivos y
elevaron el nivel de los camellones, contrarrestando así el fenómeno de subsidencia” (Plazas,
Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988 p. 73).

Posteriormente hacia el año 610 a 680 d.C, en la misma zona, se presentaron condiciones ambientales que
favorecieron una baja inundación, pero con niveles constantes de humedad, que hicieron posible la utilización
de canales en actividades agrícolas (Rojas y Montejo, 1998).

Entre tanto, para esta misma época, en los canales en abanico y espina de pescado identificados a lo largo
del antiguo eje del río San Jorge, los pobladores realizaban actividades de despeje de vegetación,
probablemente enfocadas en la adecuación de las áreas que conforman las plataformas y terraplenes para el
establecimiento de viviendas y a su vez la adecuación de los canales para implementar zonas de cultivo,
especialmente enfocado al maíz y al aprovechamiento de palmas como el nolí (Rojas y Montejo, 1998). Sin
embargo, los contextos arqueológicos recuperados indicaron que sobre los cauces principales el poblamiento
fue escaso de manera que las plataformas de vivienda no interrumpieran el flujo rápido del agua hacia los
basines. Se requería además que estos cauces no cambiaran caprichosamente de curso para no afectar las
áreas habitadas, los cultivos y las comunicaciones (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988, p. 70).
Para el año 790 d.C, se observan incrementos en los niveles de inundación, hecho que cambio las coberturas
vegetales y las dinámicas desarrolladas por las comunidades asentadas en el lugares como Pueblo Búho,
donde existió un constante espejo de agua y la disminución de la vegetación de sabana, la cual fue
reemplazada por la presencia de especies vegetales de ambientes acuáticos, generando de esta forma la
disminución de áreas empeladas para el desarrollo de cultivos (Rojas y Montejo, 1998).

Posterior a esta época de inundaciones que asolaron la mayor parte de esta región, se presentaron
condiciones ambientales adecuadas para el establecimiento de viviendas y el desarrollo de cultivos, debido a
un periodo de baja inundación comprendido entre el 830 d.C hasta el 1010, época en la que predomino la
vegetación de sabana, así como un incremento leve de la temperatura. De acuerdo con los diagramas
palinológicos se cultivaron varias especies en los canales largos perpendiculares a los caños mayores; estas
son maíz (Zea mays), batata (Ipomoea batata), y Ahuyama (Cucurbita maxima) (Rojas y Montejo, 1998).
Para el año 790 d.C, se observan incrementos en los niveles de inundación, hecho que cambio las coberturas
vegetales y las dinámicas desarrolladas por las comunidades asentadas en el lugares como Pueblo Búho,
donde existió un constante espejo de agua y la disminución de la vegetación de sabana, la cual fue
reemplazada por la presencia de especies vegetales de ambientes acuáticos, generando de esta forma la
disminución de áreas empeladas para el desarrollo de cultivos (Rojas y Montejo, 1998).

Para el año 790 d.C, se observan incrementos en los niveles de inundación, hecho que cambio las coberturas
vegetales y las dinámicas desarrolladas por las comunidades asentadas en el lugares como Pueblo Búho,
donde existió un constante espejo de agua y la disminución de la vegetación de sabana, la cual fue
reemplazada por la presencia de especies vegetales de ambientes acuáticos, generando de esta forma la
disminución de áreas empeladas para el desarrollo de cultivos (Rojas y Montejo, 1998).

Posterior a esta época de inundaciones que asolaron la mayor parte de esta región, se presentaron
condiciones ambientales adecuadas para el establecimiento de viviendas y el desarrollo de cultivos, debido a
un periodo de baja inundación comprendido entre el 830 d.C hasta el 1010, época en la que predomino la
vegetación de sabana, así como un incremento leve de la temperatura. De acuerdo con los diagramas
palinológicos se cultivaron varias especies en los canales largos perpendiculares a los caños mayores; estas
son maíz (Zea mays), batata (Ipomoea batata), y Ahuyama (Cucurbita maxima) (Rojas y Montejo, 1998).

Por otro lado, el uso de los canales en le Ciénega de la cruz se remontan hasta el año 1220 d.C, donde se
emplean para el cultivo de campos de maíz, en una época donde se producen mayores inundaciones y se
presenta una disminución de las especies arbóreas de la zona (Rojas y Montejo, 1998). Consecuentemente,
una vez se registran menores niveles de inundación, se produce un incremento en el cultivo de especies que
ayudan a enriquecer la dieta de los pobladores, como el ají, auyama calabaza, yuca y maíz (Rojas y Montejo,
1998), este sector se constituyó en una importante área de cultivos intensivos durante gran parte del año, ya
que no fue empleado para el asentamiento de viviendas. Por lo tanto, las viviendas se localizaron hacia el
este, cuyos habitantes tenia fácil acceso a la Ciénaga de La Cruz (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y
Botero 1988, p. 75).

En cuanto a los patrones de sentamiento, Falchetti y Plazas (1981), indican que hacia el 150 d.C estaban
constituidos por plataformas artificiales, donde se localizaban de manera separada pequeñas viviendas que
albergaban una unidad familiar o por el contrarios se formaban pequeñas agrupaciones de 20 viviendas.
Estas viviendas se encontraban separadas entre sí por espacios cubiertos de canales, empleados como
pequeñas huertas o unidades de cultivo. De igual forma hacia los extremos de estas plataformas se
localizaban los túmulos funerarios, constituidos por elevaciones semicónicas de 2 a 6 metros de altura,
construidas generalmente por el núcleo familiar. Una característica de suma importancia sobre los
asentamientos desarrollados por las comunidades Zenú, está relacionada con la gran cantidad de personas
que lograron albergar ya que surgieron núcleos urbanos de más de 600 habitantes en promedio. Estos
extensos poblados se establecieron sobre amplios canales artificiales que se unen formando vértices
(Falchetti y Plazas, 1981), la mayoría de canales, también eran empleados como sistemas de transporte y
comunicación entre las diversas áreas que componían este extenso sistema hídrico.

En uno de estos grandes asentamientos denominado Marusa, se advierte la introducción de una nueva
influencia cultural, representada arqueológicamente por una cerámica distinta, de color crema, decorada con
adornos modelados y diseños geométricos en pintura roja. Este tipo cerámico brinda los primeros indicios de
la Tradición Modelada-Pintada, que se popularizaría gradualmente en amplias regiones del San Jorge,
caracterizando la ocupación Zenú. Con su color crema predominante, adornos modelados y diseños
geométricos en pintura roja, presenta formas homogéneas, sujetas a funciones específicas y una clara
separación entre las formas domésticas y las funerarias. Este es un conjunto funcional y homogéneo,
desarrollado por la sociedad Zenú para suplir sus necesidades y que prevalece a lo largo del tiempo (Plazas,
Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988, p. 66).

Este grupo cerámico se difundió a otras regiones, donde se impuso paulatinamente como es el caso del caño
Rabón y el cauce Carate-Pajaral, sitios donde comúnmente se asoció a una gran densidad de población y al
uso de canales artificiales. Dicha cerámica asociada a la tradición Modelada Pintada, mantiene sus
características casi inalteradas, expresando esta homogeneidad entre las regiones cierta unidad entre los
diversos poblados que habitaron las riveras de los caños y cauces circundantes.

De igual forma, esta red de canales se convirtió en el principal método para la obtención de alimentos, ya que
los pobladores de estos canales, aprovecharon la depresión inundable para la agricultura y la obtención de
proteínas de su rica fauna acuática. Siendo uno de los recurso de mayor abundancia la presencia de peces,
babillas, aves, pequeños mamíferos e icoteas, importante recurso para el sustento de la población y base de
las transacciones comerciales.

 Malibú

En las crónicas realizadas durante el proceso de conquista y colonización española, se logró identificar a
partir del siglo XVI, que los grupos denominados Malibú, se localizaron en la Depresión Momposina y las
riberas del río Magdalena, al igual que ocuparon las orillas de las lagunas cercanas entre Tamalameque y
Tenerife, como afirma Reichel-Dolmatoff (1951), extendieron su territorio hasta Cartagena, donde se
identificaron con los Mocana.

El uso diferenciado de los diversos ambientes naturales localizados a lo largo de toda la costa, tierras altas,
ciénegas y ríos permitió que se hablara de dos grupos diferenciados, los Malibú de río y los Malibú de laguna
(Reichel-Dolamtoff, 1951.105), los cuales según las crónicas realizadas durante el proceso de colonización,
las poblaciones ubicadas en las ciénagas y ríos compartían rasgos ciertos culturales, aunque se presentaban
entre ellos diferencias lingüísticas menores. Existía más homogeneidad lingüística entre, por un lado, los
habitantes de las ciénagas y, por otro, los pobladores del río. Todo ellos llamaban a sus caciques Malibú,
nombre que fue adoptado por los españoles para designar a estas comunidades (Figura 3-7)(Falchetti 1995,
p. 283).

El primer grupo, los Malibú de río, vivían en las poblaciones de Tamalameque, Tamalaguataca, Nicaho y en
las riberas de la región y Tenerife. En las dos primeras poblaciones afirma el autor, se reconoce el nombre de
la población de Tamara, en tierra de los Pacabuy, ubicada en la desembocadura del río Cesar, en la Laguna
de Zapatosa, conocida en el siglo XVI con el nombre de Tamalameque, lo que parece indicar que esta
población se asentaba en sus inmediaciones, sin embargo, hay que resaltar que la ubicación de
Tamalameque se caracterizó por su constante movimiento. Su territorio incluía la región de Mompós y el
importante mercado de Zambrano. Expandiéndose a zonas vecinas, entrando al bajo San Jorge, donde
establecieron la población de Jegua que, en el siglo XVI, controlaba el intercambio por el río Magdalena
(Falchetti, 1995).

Según algunas investigaciones arqueológicas, los grupos Malibúes localizados en las riberas de los ríos se
asentaron sobre barrancos naturales en cercanías a los caños, donde obtenían una importante fuente de
recursos alimenticios y vías de comunicación, dichos contextos arqueológicos se han podido evidenciar en el
bajo rio San Jorge, donde uno de estos sitios de vivienda fue ocupado en los Siglos XIV y XVI (Falchetti,
1995). Un hecho de importancia sobre los grupos asentados en los barrancos en cercanías a los cursos de
ríos y caños, es la ausencia de modificaciones o construcciones de canales para el control de aguas, al igual
que la usencia de evidencias de construcciones artificiales para viviendas o entierros.
Figura 3-7. Localización de los Grupos Malibúes.

Fuente: Herrera, 2014 p.129

En cuanto a los patrones de enterramientos se presenta una gran diversidad de prácticas, posiblemente como
respuesta al medio circundante, ya que al encontrarse en zonas propensas a inundaciones, establecieron el
lugar de descansos de los difuntos en aquellas áreas elevadas. Por lo tanto, algunas de estas prácticas eran
llevadas a cabo en el interior de las plataformas de vivienda o en túmulos funerarios localizados en la parte
elevada de los camellones o canales circundantes a los caños y ríos. Esta diferencia en los sistemas de
enterramiento puede deberse a la existencia de diferentes niveles económicos o de especialización al interior
de los grupos Malú, donde los individuos de mayor relevancia en el interior de la sociedad tenían la posibilidad
de construir túmulos funerarias, mientras que aquellos individuos con menos recursos eran sepultados en el
interior de sus viviendas (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979; Falchetti, 1995).

El grupo de los Malibú de laguna, vivían en las poblaciones de Senpeheguas, Panquiche, Sopoti, Zapatosa,
Simichagua y Soloba, según Reichel-Dolmatoff (1951, p.107), conservaron la toponimia en su totalidad y
afirma que alrededor de la Laguna Zapatosa existen lugares con los nombres de Sampegua, Panquiche,
Zopatí, Zapatosa, Chiminizagua y Saloa (Reichel-Dolmatoff 1951, p.106), poblaciones que se ubican en la
región desde 1532 la cual fue habitada por los Pacabuy, por lo que se cree que se trataría de la misma tribu
bajo otro nombre. De otro lado, el investigador afirma que los Malibú del río corresponden, por su parte, a los
Sondagua, cuyo nombre cambió luego del establecimiento de los españoles en el siglo XVI.

La toponimia indígena de la región de la Laguna de Zapatosa se repite en la región de Mompós, donde se


observan sitios con los nombres Sampegua, Guataca, Menchiquejo y Chilloa, haciendo referencia a una
época cuando Tamalameque se trasladó a las inmediaciones de Mompós. Fue por la Relación Geográfica de
Tenerife que los Malibú mantenían permanentes encuentros bélicos con sus vecinos, a quienes atacaban con
puyas elaboradas de corteza de la palma llamada "lata" (Bactrisminor) (Gutiérrez, 2010).

Entre 1530 y 1560 la región de Tamalameque sería uno de los territorios indígenas que los españoles
buscarían controlar y donde solían abastecerse de maíz para las entradas al interior del país. Quesada a su
paso por la región se “instaló en cómodos bohíos, en los que encontró víveres en abundancia”. Si bien el
poblado indígena más importante era Tamalameque, existían tres poblados a orillas de ciénagas que se le
enfrentaban por el control de la zona: Sopatí, Sompallón y Cipuaca. Estos poblados fueron arrasados varias
veces por los españoles con la colaboración de los bandos en conflicto. (Sánchez 2001, p. 12)

Uno de los primeros encuentros que sostuvieron los españoles con habitantes indígenas de Tamalameuqe
fue la incursión realizada por Ambrioso Alfinger en 1531, quien salió de Maracaibo con el objetivo de llegar a
la Sierra Nevada y posteriormente dirigirse a las tierras bajas del Caribe, donde arraso a cuanta nación
indígena encontró a lo largo de su travesía, dejando una estela de espanto, crímenes, violaciones y saqueos.
En cuanto a su incursión al poblado de Tamalameque se refiere a este de la siguiente forma:

"Ya sobre la enorme laguna, los indios huyeron, unos a la selva y otros se refugiaron en una isla en
cuyo centro se encontraba una pintoresca población, resguardada por centenares de canoas,
circunstancia esta que, (...) les infundía tal confianza, que impasibles y sonrientes se asomaban a las
puertas de las casas mostrando sus alhajas de oro (...) Y se lanzaron al agua (los españoles) jinetes
en sus corceles, semejando extraños y poderosos seres a quienes nada ni nadie detenía (...) Cuando
los sintieron cerca. Salieron en precipitada fuga (...) Siendo aprisionado el Cacique Tamalameque o
Comunujagua, quien desde ese instante constituyó un valioso rehén para dominar a los demás Jefes
que opusieran resistencia (Pino 1991, p. 12)"

El proceso colonizador emprendido por los españoles en el territorio ocupado por los grupos Malibúes, generó
un desplazamiento de las poblaciones que habitaban las riveras del rio Cesar hacia otros territorios
desarticulando de esta forma las dinámicas sociales y culturales por ellos desarrolladas. Consecuentemente,
algunas poblaciones fueron levantadas en ciénagas circundantes con el fin de resistir el proceso de
colonización emprendido en este extenso territorio. Fue así que durante el año de 1544 por recomendaciones
de Armendariz se realizó la fundación de Santiago de Sompallón, el cual sería arrasado durante incursiones
por grupos Chimilas (Pino, 1991).

Por consiguiente, con la instauración de los españoles en esta región, se comenzaron a realizar
clasificaciones de la población indígena según su lugar de habitación, por lo tanto, se crearon diferencias
entre las poblaciones indígenas que habitaban las zonas cenagosas y aquellas que se localizaban sobre las
riveras del rio Magdalena.

Por lo tanto, a los indígenas enmarcados en estas categorías, se les agrupó bajo el nombre de Melebués sin
tener en cuenta que, como afirmaba un encomendero:

“Todos los indios generalmente llaman a su cacique Malibú, que quiere decir Señor”; también
diferenciaban a los indígenas de la serranía de Perijá que, según su observación, no alcanzaban a
tener un sólo cacique “sino señoretes y mandorsillos”. (Reichel-Dolmatoff 1951, p. 108; Sánchez
2001, p. 21).
De acuerdo con los criterios culturales de los españoles, accidentes naturales, como los ríos, eran puestos
por natura para dividir jurisdicciones. Para la población que ocupaba el Bajo río Magdalena los parámetros
culturales de división territorial operaban siguiendo otra Lógica (Herrera, 2006, p. 15). Ya que antes de la
invasión europea, los Malibus ubicados entre Tenerife y Tamalameque ocupaban una y otra banda del río
generando un estrecha relación entre estas poblaciones, interrumpida por la irrupción del sistema
jurisdiccional impuesto en la colonia.

De acuerdo a los resultados obtenidos en las investigaciones desarrolladas por Reichel-Dolmatoff, el patrón
de asentamiento relacionado a los grupos indígenas Malibúes, correspondía con el uso de barrancos que
bordean los cursos de los ríos, ubicando las viviendas de forma dispersa y en caseríos ribereños, desde
donde se podía obtener una gran oferta de recursos alimenticios y el acceso a fuentes de comunicación
mediante la navegación de los cuerpos de agua.

En el caso del complejo arqueológico Saloa, de la laguna de Zapatosa, se encontró cerámica con decoración
incisa rectilínea; para los sitios hallados en la Sabana de San Luis, se registraron urnas funerarias, asociadas
a la misma cultura de Saloa, tal vez relacionada con el grupo Malibú. Además de estas evidencias, se
registraron también: líticos, túmulos de piedra, terrazas de cultivo con murallas, calzadas de caminos y
algunos petroglifos. Con base en estos estudios se definió un complejo alfarero inciso que parece tener una
tradición larga e influyó hacia el norte, tal como se manifiesta en diferentes niveles de la zona de contacto y
transición de áreas del río Cesar (Groot, 1989; Reichel-Dolmatoff, 1951; 1953).

Así mismo, las excavaciones hechas por Plazas y Falchetti a principios de los ochentas en el sitio “Las
Palmas”, en el caño San Matías, lograron recuperar evidencias relacionadas a basureros, entierros en el
interior de las viviendas, tanto en excavaciones realizadas en el suelo como en urnas funerarias,
especialmente empleadas para el entierro de infantes, así como el hallazgo de plataformas de habitación,
posiblemente relacionadas con los grupos (Plazas y Falchetti de Sáenz, 1981, p. 88).

Esta región se ha caracterizado por una cerámica arqueológica peculiar, popularmente conocida como
“Tamalameque”, que se destaca por la presencia de urnas funerarias cilíndricas con tapa y remate
antropomorfo; frecuentemente asociada a formas sencillas de orfebrería, como narigueras y otros, constituye
un complejo alfarero diferenciado de aquel correspondiente al Horizonte del Magdalena Medio, aunque
comparten una misma concepción acerca de la muerte, así como su simbología, y una tradición cultural
bastante afín.

De acuerdo a los registros arqueológicos, se podría considerar que esta población era esencialmente
horticultora, más bien sedentarios, quienes derivaban su sustento tanto de los cultivos como de la pesca en
ríos y lagunas (Plazas y Falchetti 1981; Reichel-Dolmatoff 1953).

De igual forma, el hallazgo de rodillos para pintar y volantes de huso, podrían indicar el desarrollo de prácticas
relacionadas con la producción de mantas; por otro lado, la recurrencia de manos de moler evidenciarían el
uso de estas para el procesamiento de alimentos como yuca o maíz además de otro tipo de raíces, semilla o
tubérculos. Al contar con un amplio conocimiento sobre navegación, se asume que las hachas recuperadas
en estas excavaciones podrían estar relacionadas con la fabricación de canoas. Por consiguiente, la
orfebrería y la misma cerámica, revelarían desarrollos tecnológicos apreciables, finalmente, la costumbre de
enterrar varias urnas funerarias en una sola tumba sería un indicador de un tipo de vida sedentario (Reichel-
Dolmatoff 1953, p. 82).

Las fuentes documentales de la época de la conquista describen centro de orfebres especializados en


territorio Malibú. Allí, los indígenas empleaban técnicas variadas como el martillado, la fundición, las
aleaciones de oro y cobre y el dorado por oxidación. A través de dichas técnicas elaboraron objetos
laminares, orejeras de filigrana fundida muy fina y algunos adornos relacionados en forma y función con los
de la serranía de san Jacinto pero elaborados en buen oro, como remates de bastón pequeños. Al parecer,
existen evidencias de su asociación con asentamientos donde predomina la cerámica de la tradición Incisa –
Alisada que corresponde a los contextos tardíos de la zona y que hoy creemos se asocia con los grupos
conocidos como Malibúes, comerciantes y navegantes que, en el siglo XVI, habitaban las tierras del bajo
Magdalena. (Falchetti 1995, p. 281-282).

En cuanto a algunas prácticas culturales desarrolladas por los grupos Malibúes, Reichel-Dolmatoff (1951),
indica que los hombres llevaban algunas cuentas elaboradas en hueso, las cuales van ensartadas en finos
hilos de algodón, mientras que las mujeres llevan puesto un pequeño delantal de tela de algodón. En cuanto a
los adornos personales llevan narigueras echas en oro y el cuerpo pintado, especialmente en aquellas
ceremonias de importancia.

Por otro lado, como medio de transporte y subsistencia empelaban grandes canoas de 30 pies de largo por
dos de ancho, las armas que empleaban tanto en la cacería como en los conflictos sostenidos con otras
comunidades, eran el arco y flechas cuyas puntas eran envenenadas con el jugo de árbol de manzanillo
(Reichel-Dolmatoff, 1953).

Eran gobernados por caciques y el cogobierno religioso lo ejercían sacerdotes con funciones mágicas para
curar y procurar buenas cosechas; no desarrollaron la servidumbre, ni la esclavitud (Fals Borda, 1979). La
población general, tenía como obligación para con el cacique el pago de tributos, mediante el desarrollo de
trabajos de carácter comunal en los predios y cultivos que tenía bajo su poder el cacique.

Por último el desarrollo comercial desarrollado entre las tribus consistía en el intercambio de achiote y caraña,
la última una resina con la cual se untaban el cuerpo, para aplicar luego encima de ella el color rojo. A sus
encomenderos pagaba cada indio dos esteras de junco anualmente, de tres varas de largo por vara y media
de ancho, por valor de dos pesos de plata cada una (Reichel-Dolmatoff, 1953).

 Chimilas

En cuanto al territorio de los Chimilas (Figura 3-8), las fuentes consultadas indican que no ocupaban un
espacio determinado, que pueda delimitarse de forma precisa, dado que estos grupos tenían como
característica la movilidad constante por extensas áreas, manteniendo un patrón de asentamiento disperso, lo
que al parecer se adaptaba a unas prácticas agrícolas de “tala y quema”, que los obligaba a rotar la tierra y
les otorgaba cierta movilidad (Calderón 2008).

El territorio tenía dos ecosistemas bien diferenciados. Por una parte, la depresión momposina, tierra
abundante en agua. Y por otra, las llanuras centrales, tierra de valles bañados por el río Ariguaní. Una selva
húmeda tropical de altas temperaturas. Este territorio corresponde a lo que actualmente son los
departamentos del Cesar y Magdalena. Recorre por el oeste las riberas del río Magdalena hasta la ciudad de
Mompox por el sur; y por el este, las de río Cesar hasta la Sierra Nevada de Santa Marta por el norte (Vidal y
Luquetta, 2015).

Las fuentes se refieren a un sistema organizado de caminos, puentes y casas que utilizaban dependiendo de
las temporadas de sequía o invierno. Esta red de caminos, fue de suma importancia para las comunidades
Chimila, ya que permitía la comunicación eficaz entre los caseríos y las áreas de cultivo, las cuales por lo
general se ubicaban en cercanías a fuentes de agua.

La territorialidad de estas comunidades no estaba limitada a la sobreexplotación, sino por procesos dinámicos
entres las técnicas de socialización de la naturaleza y un sistema simbólico organizado en los procesos de
tala y quema de pequeños espacios donde se asentaban y mantenían un sistema de producción basado en
pequeñas parcelas. Por esta razón, el proceso colonizador y sus diversas manifestaciones, afectaron
directamente su cultura, lo que condujo a que algunos miembros de esta comunidad se sublevaran contra el
nuevo sistema y lucharan para mantener sus medios de subsistencia. La aparición de animales domésticos, la
llegada de formas agrícolas occidentales y el uso de recursos del sistema colonial transformaron el territorio,
violentando así su relación con la naturaleza (Descola, 2003; Ellison, 2007; Vidal y Luquetta, 2015).

Figura 3-8. Provincia de Santa Marta y distribución de territorio Chimila 1700.

Fuente: Herrera, 2002, p. 9.

El proceso de transformación cultural y las dinámicas sociales generados por la colonización significaron
también un cambio en las prácticas políticas e ideológicas. También implicó una ruptura total, desde el punto
de vista ecológico, de la relación de los pobladores originarios con su ecosistema. En definitiva, el proceso de
Conquista interrumpió su interacción con el medio y trastocó su organización social.

Otro testimonio menciona un gran palmar que incluía 25 rancherías como algo extraordinario. Cuando estas
eran abandonadas, los Chimila dejaban enseres y útiles en su interior, así se aseguraban que si otra familia
llegaba, encontraría implementos básicos para habitarla. También se describe que solo dormían en ellas en
época de lluvias, dado que en temporada de sequía vivían en los montes sin casa (Vidal y Luquetta, 2015)
En otros testimonios es reiterativa la presencia de rozas y cultivos en los asentamientos. Asimismo, un
elemento que permitía a las expediciones ubicar los asentamientos Chimila era el fuego, pues estos lo
mantenían encendido para la preparación de alimentos y para ahuyentar los insectos. Las plagas se reflejan
constantemente en los diarios y crónicas; en tales documentos se hace referencia acerca de cómo los
indígenas usaban la vija, con el objetivo de protegerse la piel. Otro uso que le daban al achiote era para
pintarse el cuerpo en la guerra y ceremonias rituales (Vidal y Luquetta, 2015).

Durante los encuentros con los colonizadores se describen cargando elementos básicos de subsistencia, lo
cual permite reafirmar su carácter de continua movilidad y de desapego a sus chozas o bienes. Las
descripciones de las viviendas destacan unas más grandes que otras (Vidal y Luquetta, 2015). En general, a
mediados del siglo XVIII, las campañas organizadas por los colonizadores motivaron el incremento de la
movilidad de los nativos. Generando nuevas pautas de asentamiento y aprovechamiento de los recursos en el
territorio por ellos controlado.

Algunos de los objetos hallados por los colonizadores a la hora de realizar sus incursiones en el territorito
Chimila, están relacionados con las actividades cotidianas para el procesamiento y almacenamiento de los
alimentos como lo demuestra la presencia de ollas, múcuras, piedras de moler y totumas, al igual que enceres
relacionados con otras actividades como la cacería y aquellas armas usada en las incursiones contra las
huestes españolas, como son las flechas, púas envenenadas, arcos y múcuras con veneno. Por último, se
mencionan los chinchorros, de los que parece por las descripciones, eran hábiles para su fabricación.
También vasijas con paños de lienzo y bancos. Incluso, se mencionan bollos de almidón de achiote, "que es
lo que llaman bija y con que se untan los varones cuando salen a sus hostilidades y las hembras en sus
huelgas" (Vidal y Luquetta, 2015).

En cuanto a los patones alimenticios y áreas de cultivo, los españoles que realizaron incursiones sobre este
territorio, indican de la presencia de cultivos extensos de platanares, caña dulce, yuca, ahuyama, maíz,
batata, ñame, papayos, frijoles, guandúes, guanoves y ban-gañas en cantidades considerables, además de
poseer árboles frutales en los alrededores de sus viviendas y áreas de cultivo (Vidal y luquetta, 2015).

De igual forma, se menciona también la planta de la cabuya, de la cual elaboraban cuerdas e hilos para hacer
mantas y chinchorros. La caza y la pesca fueron parte de su alimentación y se detalla en diversos testimonios
el consumo de animales silvestres. En 1765, al allanar un rancho, los indígenas en su huida abandonaron
varias iguanas ahumadas. (Vidal y Luquetta, 2015).

Consecuentemente la preparación de sus comidas se reduce a la carne de animales silvestres, ahumada en


cuartos, mazamorras del maíz cocido, molido y mezclado con la yuca, batata o ñame; al igual que gran
cantidad de poblaciones indígenas tenían por costumbre el consumo de Chicha y tabaco (Vidal y Luquetta,
2015).

También era común el consumo del tabaco y la chicha. De la Rosa dice al respecto: "Usan las bebidas que
los demás indios" (290). Ello nos induce a pensar en la relación que establecieron los Chimila con otros
pobladores mestizos, según manifiestan algunos autores. De la Rosa presenta varios ejemplos sobre la
interacción de unas comunidades con otras que las hacía compartir elementos culturales, como la
preparación de alimentos, costumbres de parto, prácticas rituales y hábitos de guerra. Así mismo este autor
señala que "sus continuos licores son la chicha, el guarapo, vocana y vino de palma" (f. 281). Encontramos
también alguna información sobre sus artesanías (De la Rosa, 1975 citado en Vidal y Luquetta, 2015).

En lo que respecta a su organización social, los testimonios recogen parte de sus actividades diarias. Es
común encontrar referencias de su cotidianidad; por ejemplo, yendo de cacería, bañándose en los ríos,
caminando o cocinando. Aparecen siempre desnudos y pintados de achiote para espantar mosquitos y
jabalíes. Julián, al hacer referencia a los jabalíes que huyen de los Chimila, describió que ".sienten luego el
hedor del achiote, y no entra en el monte donde hay Chimila o huyen al instante". De la Rosa dice al respecto:
En el mismo sentido andan en carnes, con solo un calabacillo, en las que introducidas las partes de la
generación, las ocultan. El cuerpo todo untado de una resina que llamada Vija, para preservarse de la plaga
de mosquitos, y con los adornos del turbante vestido de plumas, pelo largo y suelto sobre el rostro ( De la
Rosa, 1975, p. 290 citado en Vidal y Luqetta, 2015).

Nunca iban demasiado cargados; por lo general, su equipaje eran el arco y las flechas y algún recipiente con
chicha o alimentos. También portaban achiote, semillas y chinchorros, mochilas y mantas. Andaban en grupos
reducidos de adultos y niños, cuando eran más numerosos había presencia de mujeres. En el diario de1765
se comenta que, cuando eran sorprendidos, los Chimila huían dejando todo atrás. Sin embargo, en el caso
contrario, atacaban a los españoles con vigor e intensidad, mostrando destreza y agilidad en el uso del arco y
la flecha (Suñiga, 1965).

Otro aspecto de importancia para las sociedades Chimila, se relaciona con su religiosidad, la cual fue descrita
por los colonizadores de estas tierras como una práctica relacionada a la adoración al demonio y por este
engañados para pedir vaticinios y otras supersticiones. Este tipo de ceremonias se realizaban en chozas de
gran tamaño, cuya decoración consistía en pequeños bancos y tambores además de la presencia de ciertos
ídolos en cerámica. Otras descripciones de las casas de mayor tamaño coinciden y siempre se describen
tambores y bancos. Los ídolos hacen referencia a un espacio dedicado a fines espirituales; y el espacio como
lugar de reunión evidencia creencias y prácticas rituales, donde los ídolos, deducimos, representarían fuerzas
y elementos de la naturaleza y que su adoración tuviese un vínculo con ella (Vidal y Luquetta, 2015).

4 Zonificación Arqueológica Bloque VIM 19

Uno de los principales objetivos del componente arqueológico para la fase de EIA, es establecer con base en
información ambiental, arqueológica e histórica secundaria, las áreas con mayor potencial de albergar
evidencias de interés arqueológico, ya sea de periodos prehispánicos, coloniales o pos-coloniales y generar
una zonificación preliminar para el área de estudio. De igual forma, mediante el análisis de los datos
obtenidos, poner en evidencia áreas sensibles o espacios excluidos para el desarrollo de proyectos por
corresponder con áreas arqueológicas protegidas.

Con el fin de establecer la zonificación arqueológica preliminar para el EIA VIM 19 y su área de influencia
directa, se tuvo en consideración inicialmente la información arqueológica obtenida a partir de una revisión
secundaria de los antecedentes de investigación del área, buscando datos acerca de los patrones de
asentamiento regionales y locales, así como las características geomorfológicas de los espacios habitados en
épocas prehispánicas, de igual forma se tuvo en cuenta las coberturas vegetales presentes, con el fin de
establecer las afectaciones actuales relacionadas con procesos de mecanización del suelo para usos
agrícolas.

Adicionalmente se integró al proceso de zonificación, la conformación geomorfológica y los reportes de


hallazgos arqueológicos al interior del área de estudio del proyecto (Tabla 4-7y Figura 4-9Error: Reference
source not found). Con el fin de establecer marcos de referencia coherentes que permitan determinar zonas
con mayores probabilidades de obtener hallazgos arqueológicos en el área de estudio. Por lo tanto, las
características geomorfológicas presentes en el área, permitieron establecer los criterios para clasificar las
áreas de alta, media o baja sensibilidad arqueológica:

Tabla 4-7Conformación Geomorfológica del Área de Estudio.


GEOMORFOESTRUC PROVINCIA AMBIENTE
PAISAJE TIPO DE RELIEVE SÍMBOLO
TURA GEOMORFOLÓGICA MORFOGENÉTICO

Estructural erosional Lomas y colinas LE-LC


Lomerío
Vallecitos coluvio-
Coluvio aluvial LX-V
aluviales
Sistema Orogénico Valle Inferior del Plano de
PA-Pi
Costero Magdalena inundación
Planicie
Aluvial Basin de desborde PA-Bd
aluvial
Basin de
PA-Bde
decantación
Cuerpos de agua Ca

Zonas urbanas Zu
Fuente: Consultoría Colombiana, 2016.

Figura 4-9Localización de sitios arqueológicos sobre las unidades geomorfológicas del área de estudio VIM 19
Fuente: Consultoría Colombiana, 2016

Áreas de alta sensibilidad arqueológica

Todas aquellas áreas con existencia comprobada de sitios arqueológicos o donde los hallazgos proveen
información de alta importancia. Bajo esta clasificación se incluyen todos aquellos lugares donde se ha
reportado la parición fortuita de objetos arqueológicos y áreas arqueológicas reportadas en informes
académicos e informes de arqueología preventiva desarrollados al interior del área de estudio del proyecto.

Áreas de Media sensibilidad arqueológica

Se clasifican bajo esta categoría las áreas donde las características del paisaje (geomorfología, suelos,
estado de conservación, etc.) permiten inferir la presencia de sitios arqueológicos, o donde existiendo
evidencias arqueológicas estas se encuentran descontextualizadas y/o no estratificadas, ya sea por procesos
agropecuarios o por cualquier actividad antrópica contemporánea impactante del componente suelo, al igual
que el hallazgo de evidencias arqueológicas producto de trabajos de arqueología preventiva.

Áreas de baja sensibilidad arqueológica

Son aquellas áreas sin evidencias arqueológicas o donde las características medioambientales como zonas
con presencia de espejos de agua permanentes, bajos inundables entre otros, no facilitan la preservación de
estas evidencias.

 Clasificación de sensibilidad arqueológica para el Área de Estudio de VIM 19.

Para el área de estudio se identificaron tres categorías de potencial arqueológico siguiendo la


representatividad de los 23 sitios arqueológicos reportados, correspondientes a áreas de alta, media y baja
sensibilidad.

Áreas de alta sensibilidad arqueológica

De acuerdo al corpus de información obtenida del área de estudio del Bloque VIM 19, se puede establecer
que las zonas que presentan unidades de paisaje compuestas de Lomeríos con predominancia de relieves de
lomas y colinas, fueron empleadas por comunidades prehispánicas antes y durante la llegada de los
españoles a esta área, para el establecimiento de asentamientos y desarrollar dinámicas y procesos
encaminados al uso y explotación de estas zonas.

En las áreas catalogadas con alta sensibilidad arqueológica, se identificaron 20 sitios arqueológicos
reportados en investigaciones enmarcadas en el desarrollo de programas de arqueología preventiva. A través
de las cuales, se logra evidenciar la distribución de las evidencias sobre relieves colinados y lomeríos, en
cercanías a afluentes de agua. Correspondiendo de esta forma, con los registro etnohistóricos consultados
donde se informa de la presencia de asentamientos indígenas Zenú y Malibú, en las partes elevadas y en
terrenos colinados, posterior al abandono de las zonas inundables donde se edificó el sistema de canales.

Áreas de Media sensibilidad arqueológica

La diversidad geomorfológica y paisajística del área de estudio EIA VIM 19, permite inferir y corroborar la
multiplicidad de usos que las comunidades del pasado hicieron en estos ambientes, dado que se han
identificado asentamientos tanto en áreas de colinadas como en los planos de inundación cercanos a los
afluentes de agua y ciénagas de la región.

Gracias a estos reportes y la puesta en escena de hallazgos en los planos de inundación se puede indicar
que estas zonas presentan un nivel medio de sensibilidad arqueológica, a pesar de que tan solo se han
reportado dos sitios arqueológicos en el área de estudio. Sin embrago a nivel regional, esta zona constituye
uno de los principales focos de hallazgos de actividades prehispánicas y evidencias arqueológicas de
importancia. Corroborados por los registro etnohistóricos, los cuales brindan información del uso de estas
áreas inundables para el asentamiento y la adecuación de terrenos para cultivos.

Áreas de baja sensibilidad arqueológica

Las zonas inundables por sus características paisajísticas, las cuales permanecen la mayor parte del año con
espejos de agua, presentan áreas con menores espacios aprovechables para el asentamiento de continuo de
comunidades, generado de esta forma una menor probabilidad de recuperar evidencias arqueológicas en
estos sitios. Sin embargo, el desarrollo de actividades enfocadas al aprovechamiento de recursos como la
cacería, pesca y recolección de plantas, dejan evidencias que pueden ser recuperadas. Por lo tanto, si bien
estas zonas presentan baja sensibilidad arqueológica, deben ser tenidas en cuenta como puntos de
importancia para el desarrollo de las comunidades del pasado y su subsistencia.

Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, se puede indicar que la distribución de los 23 sitios
arqueológicos localizados en el área de estudio se presenta de la siguiente forma (Tabla 4-8 y Figura 4-10):

Tabla 4-8. Caracterización arqueológica del área de estudio


AREAS DE
SITIOS NIVEL DE
TIPO DE RELIEVE PAISAJE SENSIBILIDAD
ARQUEOLOGICOS REPRESENTATIVIDAD
ARQUEOLOGICA
Lomas y Colinas 20 87% Alta
Lomerio
Vallecitos coluvio y aluviales 0 0% Baja
Plano de Inundación 2 9% Media
Terrazas 0 0% Baja
Aluvial
Basin de Desborde 1 4% Baja
Basin de Decantación 0 0% Baja
Zonas Urbanas 0 0% Baja
Fuente: Consultoría Colombiana, 2016.

Sin importar la clase de información arqueológica recabada para caracterizar un área de interés para la fase
de Estudio de Impacto Ambiental en un proyecto de hidrocarburos, en la actualidad, los planes de manejo
arqueológicos de este tipo de estudios están obligados a solicitar las prospecciones arqueológicas
sustentadas en solicitudes de licencia de intervención ante el ICANH, que aplicarán como requisito previo y
obligatorio antes de iniciar cualquier remoción de tierras o intervención prevista. Es decir, las zonificaciones
de potencial arqueológico de los estudios de impacto ambiental en hidrocarburos, no son herramientas que
avalen o descarten áreas para la exploración o explotación en función de la presencia o ausencia de sitios
arqueológicos. Se trata de herramientas básicas de contextualización de información arqueológica
únicamente y línea base para los planes de manejo para la construcción de cualquier infraestructura requerida
(plataformas, accesos, líneas de flujo, oleoductos, poliductos, campamentos entre otros).

La zona de estudio del Bloque VIM 19 tiene un potencial arqueológico estimado Medio en términos generales
debido a la alta susceptibilidad al encharcamiento y pobreza de los suelos, sin embargo las áreas colinadas y
lomeríos, se consideran de potencial arqueológico alto, no porque sean altas las probabilidades de toparse
con un hallazgo arqueológico en esa zona, sino más bien porque de existir ocupación prehispánica este sería
el paisaje donde seguramente podría realizarse un eventual hallazgo. Los sitios arqueológicos de las sabanas
del caribe son dispersos así que en general resulta improbable que un paisaje pueda albergar muchos sitios
arqueológicos, el potencial alto de los bosques de ribera se adjudica porque ese paisaje es en el que
comúnmente han aparecido los vestigios arqueológicos reportados, esto se corresponde con una estabilidad
relativa, menor drenaje de los suelos y acceso a recursos madereros, de pesca y caza que los bosques de
ribera proveen.

De acuerdo con la legislación vigente, se recomienda como medida obligatoria que los planes de manejo
ambiental específicos (para la adecuación y/o construcción de pozos, vías y líneas de flujo, entre otros),
cuenten con las prospecciones arqueológicas avaladas por el ICANH y que presenten los planes de manejo
arqueológico definitivos para las zonas que realmente serán intervenidas en el área de estudio VIM19. Estos
estudios deben ser previos a cualquier remoción de tierras a practicar en el Bloque. Las acciones específicas
se presentan detalladas en las fichas de manejo que acompañan al presente estudio.
Figura 4-10 Distribución de las áreas de sensibilidad arqueológica VIM 19

Fuente: Consultoría Colombiana, 2016.


5 Plan de Manejo Arqueológico

MEDIO SOCIOECONÓMICO

PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO


1. OBJETIVOS

Proteger los posibles vestigios arqueológicos que se puedan llegar a encontrar al interior del área de estudio del
Bloque VIM 19, según la normatividad vigente expresada en la Ley General de Cultura Ley 397 de 1997, Decreto
833 de 2003, Ley 1185 de 2008 y el Decreto 763 de 2009. Así como en el Régimen Legal y Lineamientos Técnicos
de los Programas de Arqueología Preventiva en Colombia expedido por el ICANH.

Brindar información sobre el cuidado y protección del patrimonio cultural y arqueológico de la Nación a todo el
personal encargado de obras civiles (contratistas e interventoría).

2. METAS

Desarrollar la prospección arqueológica del 100% de las áreas a intervenir previo a la ejecución de las obras civiles
que impliquen movimientos de tierra en el área de estudio del Bloque VIM 19.
Capacitar el 100% del personal de obras civiles (Interventoría y contratistas) durante la etapa constructiva
(preferiblemente al inicio de estas), sobre temas de protección al patrimonio arqueológico de la Nación.

Dar el adecuado manejo al 100% de los hallazgos que se puedan presentar en las áreas destinadas a la
construcción.

3. ETAPA

PRE-OPERATIVA x ADECUACIONES Y CONSTRUCCIONES x

Operativo-Construcción x PRODUCCIÓN DESMANTELAMIENTO Y ABANDONO

4. IMPACTOS A CONTROLAR

ELEMENTOS
ACTIVIDADES COMPONENTE IMPACTO IMPORTANCIA
AFECTADOS

Desmonte y Arqueológico Perdida, daño y/o afectación del Severo Evidencias Arqueológicas
descapote patrimonio arqueológico e
histórico
Movimiento de tierras
(Excavaciones,
rellenos y extracción
MEDIO SOCIOECONÓMICO

PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO


de material de
préstamo lateral)

5. TIPO DE MEDIDA

PREVENCIÓN X CORRECCION

MITIGACIÓN COMPENSACION

6. ACCIONES A DESARROLLAR

 Prospección arqueológica
Aplica para la etapa constructiva, en las actividades relacionadas con movimientos de suelo en las cuales se puede ver
comprometido el patrimonio arqueológico de la Nación. La prospección es exploración en detalle de un área determinada
(en este caso, del área de impacto directo de los proyectos). Constituye una de las principales técnicas para la
identificación de sitios y contextos culturales cuyas evidencias en la mayoría de los casos se encuentran sepultadas.

Esta técnica se implementa tanto en los estudios de arqueología básica (investigación primaria) con los programas de
arqueología preventiva los cuales son entendidos según el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) en sus
lineamientos técnicos del 15 de julio de 2010, como “la investigación científica dirigida a Identificar y caracterizar los bienes
y contextos arqueológicos existentes en el área de aquellos proyectos, obras o actividades que requieren licencia
ambiental, registros o autorizaciones equivalentes ante la autoridad ambiental o que, ocupando áreas mayores a una
hectárea, requieren licencia de urbanización, parcelación o construcción. El propósito de este Programa es evaluar los
niveles de afectación esperados sobre el patrimonio arqueológico por la construcción y operación de las obras, proyectos y
actividades anteriormente mencionados, así como formular y aplicar las medidas de manejo a que haya lugar para el Plan
de Manejo Arqueológico correspondiente” (ICANH 2010).

Esta etapa implica el desarrollo de las siguientes actividades:

1. Elaboración de un documento académico de investigación para solicitud de autorización de


intervención arqueológica ante el ICANH

2. Documento de autorización de intervención arqueológica, expedido por el ICANH.

3. Aplicación de las metodologías de muestreo en campo (Pozos de sondeo, análisis de paisaje,


entrevistas a habitantes de del área, evaluación de la capacidad de gestión del patrimonio por parte de las
instituciones en la zona).

4. Análisis de datos recolectados en campo.

5. Laboratorio en caso de hallazgos (el tiempo estimado para el desarrollo de esta etapa se estima que es
de tres veces la etapa de campo pero puede variar de acuerdo a los hallazgos)

6. Construcción del informe final ICANH y línea base.


MEDIO SOCIOECONÓMICO

PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO


7. Elaboración de la zonificación arqueológica.

8. Ficha de plan de manejo arqueológico (ficha de obligatorio cumplimiento).

9. Radicar el informe final ante el ICANH y obtener cierre de licencia.

 Capacitación
Se debe capacitar a todo el personal involucrado en la ejecución de obras civiles (interventoría y contratistas), acerca de la
protección del patrimonio arqueológico, su importancia y la legislación que lo protege. Durante estas capacitaciones, se
debe hacer énfasis en cómo identificar un sitio arqueológico y cuáles son las medidas preventivas que se deben
implementar en caso de un hallazgo fortuito producto de las actividades constructivas.

Manejo de hallazgos fortuitos

En caso de presentarse en la zona de influencia directa del proyecto hallazgos fortuitos producto de fenómenos naturales o
reportados por la comunidad, se deben realizar las siguientes acciones:

Evitar el saqueo, manipulación o alteración de los materiales expuestos por parte de personal diferente a un
profesional arqueólogo.
No intentar una excavación de los objetos por cuenta propia con el fin de no incrementar el deterioro del contexto
cultural.
Delimitar y proteger la zona del hallazgo.

Reportar de inmediato el hallazgo a un profesional arqueólogo quien se hará cargo de su manejo, salvamento y de
adelantar todos los procedimientos legales ante el ICANH, además de liberar el área para su intervención dependiendo de
la magnitud del hallazgo.

7. MECANISMOS Y ESTRATEGIAS PARTICIPATIVAS

Implementación de una estrategia de arqueología pública con el personal que interviene en las actividades de remoción de
suelos, mediante el desarrollo de charlas y capacitaciones sobre patrimonio, legislación y acciones a desarrollar ante un
hallazgo fortuito.

8. INDICADORES DE SEGUIMIENTO Y MONITOREO

INDICADOR FORMULA META RESPONSABLE TIPO DE REGISTRO

Realizar el 100% % cumplimiento (PA) = 100% Arqueólogo Radicado de solicitud


de las 100 x áreas de autorización ante el
prospecciones prospectadas / áreas a CANACOL ENERGY ICANH
arqueológicas (PA), construir Colombia S.A.
en las áreas a Autorización de
intervenir por los intervención
proyectos que arqueológica
MEDIO SOCIOECONÓMICO

PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO


Informe final de
investigación

Radicado del informe


requieran obras
final ante el ICANH
civiles.
Aprobación del
informe final y cierre
de licencia

Listado de asistencia.

Registro fotográfico.
Arqueólogo
Capacitar al
Capacitar al personal de
personal de obras % cumplimiento Informe de
obras civiles CANACOL ENERGY
civiles actividades.
Colombia S.A.
Copia de material de
apoyo.

solicitud de
autorización de
intervención
arqueológica

Radicado de solicitud
Dar el manejo ante el ICANH
adecuado al 100%
% cumplimento hallazgo Autorización de
de los hallazgos Arqueólogo
fortuito = 100 (Hallazgos intervención
fortuitos que se
fortuitos reportados / 100% arqueológica
puedan presentar CANACOL ENERGY
hallazgos fortuitos
dentro de las área Colombia S.A.
manejados) Informe final de
a impactar por las investigación
obras civiles
Radicado del informe
final ante el ICANH

Aprobación del
informe final y cierre
de licencia

REGISTROS: Los registros que se enumeran en el aparte anterior, hacen parte del Programa de Arqueología
Preventiva que el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) exige para cumplir con todos los parámetros
legales de protección al Patrimonio Arqueológico de la Nación.
MEDIO SOCIOECONÓMICO

PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO


9. LUGAR DE APLICACIÓN 10. POBLACIÓN BENEFICIADA

Prospección arqueológica

Habitantes de la región y en general todos los


colombianos, en tanto los bienes arqueológicos hacen
parte del patrimonio de la Nación.

Capacitación
Se realizará en cada una de las áreas destinadas a la
ejecución de obras civiles. Personal encargado de obras civiles, interventoría y
contratistas.

Manejo de hallazgos fortuitos

Habitantes de la región y en general todos los


colombianos, en tanto los bienes arqueológicos hacen
parte del patrimonio de la Nación.

11. RESPONSABLE DE LA EJECUCIÓN

CANACOL ENERGY CONTRATISTA DE OBRAS CONTRATISTAS INTERVENTORIA


COLOMBIA SA CIVILES PRODUCCIÓN

X X

12. PERSONAL REQUERIDO

Prospección Arqueológica

Profesional en arqueología
Auxiliares de campo de la región

Capacitación al personal vinculado a las obras civiles

Profesional en arqueología

Manejo de hallazgos fortuitos

Profesional en arqueología
Auxiliares de campo de la región

13. CRONOGRAMA DE EJECUCIONES

 Prospección arqueológica

Esta medida se hace parte del programa de arqueología preventiva y se debe implementar previo al inicio de cada una de
MEDIO SOCIOECONÓMICO

PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO


las obras civiles planteadas para el Bloque VIM19, con el fin de identificar antes del movimiento de tierra los posibles sitios
arqueológicos existentes y prevenir su destrucción. Se debe tener en cuenta que antes iniciar la prospección en campo, se
debe contar con la autorización de intervención arqueológica expedida por el ICANH y que sin la aprobación del informe
final por parte del ICANH de cada prospección, no se podrán iniciar las obras civiles.

ACTIVIDAD DÍAS

Elaboración de documento de licencia 10

Aprobación de autorización de intervención arqueológica ICANH 20 hábiles

Prospección (5 ha) 10

Análisis de datos y laboratorio 30

Elaboración de línea base e informe final ICANH 20

Nota: Este cronograma se establece para la prospección de una Plataforma de 5 hectáreas

 Capacitación

Se desarrolla durante la ejecución de las obras civiles, preferiblemente al inicio de ellas cuando todo el personal este
presente. Para esta actividad se calculan dos charlas de 1 hora por día.

 Hallazgos fortuitos

El manejo de estos hallazgos se debe realizar en el momento en que se produzca el hallazgo y conlleva los mimos tiempos
que la prospección con diferencia de la etapa de capo la cual se establece de acuerdo al tipo de hallazgo.

ACTIVIDAD DÍAS

Elaboración de documento de licencia 10

Aprobación de autorización de intervención


20 hábiles
arqueológica ICANH

Depende de la magnitud del


Salvamento
hallazgo

Análisis de datos y laboratorio 30


MEDIO SOCIOECONÓMICO

PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO

Elaboración de línea base e informe final ICANH 20

14. PRESUPUESTO

 Prospección arqueológica
Los costos presentados corresponden a un área prospectada de 10 hectáreas, con un tiempo de ejecución de proyecto de
3 meses.

PERSONAL COSTO POR MES TOTAL

Un arqueólogo 6.400.000 18,600.000


Personal Costo Por Día Total
2 Baquianos 63.800 1,276.000
Total Personal 19,876.000
Tiquetes Ida y Vuelta Total
1 700.000 700.000
#
Transporte Valor día Total
días
Camioneta 10 450.000 4.500.000
Total transporte 4.500.000
Gran Total 25,076.000

 Capacitación

PERSONAL COSTO POR DÍA TOTAL

Un arqueólogo 300.000 300.000


Tiquetes aéreos 700.000 700.000
Total Personal 1,000.000

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Simón, Fray Pedro (1627)1981. Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las indias occidentales
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http://190.24.137.81/siganh2/ (recuperado: Diciembre, 2015).

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