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Informe final
Por
Jorge Huertas Torres
Antropólogo Universidad de los Andes
Para
Consultoría Colombiana
Bogotá
Abril de 2016
CONTENIDO
1 CONTEXTO LEGAL........................................................................................................................................ 3
2 UBICACIÓN DEL PROYECTO....................................................................................................................... 5
FUENTE: CONSULTORÍA COLOMBIANA, 2016................................................................................................................. 6
3 CARACTERIZACIÓN ETNOHISTÓRICA Y ARQUEOLÓGICA......................................................................6
3.1 CARACTERIZACIÓN ETNOHISTÓRICA................................................................................................................... 6
3.2 CARACTERIZACIÓN ARQUEOLÓGICA REGIONAL................................................................................................. 12
3.2.1 Reportes Arqueológicos Área de Estudio Bloque VIM 21.........................................................................20
3.2.1.1 Departamento de Córdoba...................................................................................................................................... 20
3.2.1.2 Departamento de Sucre.......................................................................................................................................... 22
4 ZONIFICACIÓN ARQUEOLÓGICA BLOQUE VIM 21..................................................................................25
5 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO........................................................................................................ 30
6 BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................................. 36
ÍNDICE DE TABLAS
Tabla 3-1 Sitios arqueológicos reportados en los Municipios del Área de Estudio VIM 21....................................20
Tabla 3-2 Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Pueblo Nuevo..............................21
Tabla 3-3 Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Sahagún........................................22
Tabla 3-4 Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de San Marcos.................................23
Tabla 4-1 Sitios arqueológicos reportados en la región...................................................................................25
Tabla 4-2 Descripción unidades geomorfológicas.......................................................................................... 27
Tabla 4-3 Caracterización arqueológica del área de estudio............................................................................27
ÍNDICE DE FIGURAS
Los sitios y vestigios arqueológicos constituyen el principal medio para el conocimiento de las dinámicas
sociales y cambios a lo largo del desarrollo de las sociedades prehispánicas asentadas a lo largo del territorio
colombiano. Estos vestigios, evidencias y restos están aparados y protegidos por la legislación vigente sobre
la conservación, protección y preservación del patrimonio cultural y arqueológico de la nación, debido a que
son considerados bienes de interés cultural no renovables por su pertenencia a sociedades del pasado.
Así mismo el artículo 11 de la ley 163 de 1959; el decreto reglamentario 264 de 1963, la ley 397 del 7 de
agosto de 1997 (ley general de cultura), su decreto reglamentario 833 del 26 de Abril de 2002 y la ley 1185 de
marzo de 2008 que modifica y adiciona a la ley 397, constituyen el marco jurídico general, que protege y
regula el manejo del patrimonio cultural de la nación. Al igual que los decretos generados por el senado de la
república, el código civil, el código penal, resoluciones y el código nacional del policía, a través de los cuales
se establece que el patrimonio cultural de la nación está constituido por:
Los bienes y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las
costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que
poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico,
ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental,
literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y las representaciones
de la cultura popular" (Resolución 0168 del 2005, http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?
i=16060#6).
Por otro lado, el ICANH es la única institución reconocida por la ley para aprobar y dar el respectivo permiso
para adelantar los programas de Arqueología Preventiva que se implementen a nivel nacional, y que deben
estar encaminados ha:
Es así como los programas de arqueología preventiva, se encuentran incluidos en aquellas actividades de
carácter arqueológico frecuentemente conocidas como arqueología de rescate, arqueología por contrato, o
más recientemente como investigaciones arqueológicas en Estudios de Impacto Ambiental. Como estas
investigaciones están sujetas a una reglamentación, deben observar el cumplimiento de criterios
fundamentales para su correcta aplicación, la cual, parte de dos conceptos fundamentales: el primero indica
que este tipo de investigaciones, no se limitan a un único estudio técnico. El carácter de programa enfatiza el
diseño y la aplicación de distintas fases de investigación y gestión del patrimonio arqueológico, que deben ser
debidamente planeadas y guardar entre sí relaciones de continuidad y coherencia que permitan alcanzar el
objetivo último del programa. El segundo punto, trata de la planeación de estudios y otras acciones orientadas
fundamentalmente a asegurar un manejo preventivo de los impactos que pudieran generarse sobre el
patrimonio arqueológico en desarrollo de proyectos, obras o actividades (ICANH, 2010, p. 3).
Por lo tanto, los proyectos realizados mediante programas de arqueología preventiva, enfocados hacia la
realización de componentes ambientales, se deben desarrollar bajo 4 directrices principales, las cuales son:
2- Prospección y formulación del Plan de Manejo Arqueológico: Esta fase comprende la evaluación y
exploración en detalle del área de impacto directo e indirecto del proyecto, mediante la toma y análisis de las
muestras recuperadas en campo, con el objetivo de establecer las características arqueológicas del área, el
estado de conservación de los contextos arqueológicos y otra información relevante que sirva para mejorar el
conocimiento de procesos sociales del pasado y también identificar y evaluar los impactos previsibles sobre el
patrimonio arqueológico, con lo cual se puedan proponer las medidas de manejo adecuadas. Esta etapa al
producir impactos sobre el patrimonio arqueológico de la nación debe obtener previo a las actividades a
realizarse, la licencia de intervención por parte del Instituto Colombiano de Antropología e Historia.
Durante la fase de prospección arqueológica se debe dar especial importancia a la cobertura, distribución e
intensidad de los muestreos arqueológicos. Dada la relevancia de este tema, el ICANH ha estimado necesario
precisar los parámetros metodológicos dentro de los cuales los arqueólogos responsables de los estudios de
prospección deben diseñar las estrategias de muestreo adecuadas para que la representatividad de los datos
levantados en campo sea consecuente con las preguntas de investigación y de manera especial, con el
ejercicio de caracterización de los contextos arqueológicos que podrían ser impactados por el desarrollo de
las obra.
3- Ejecución del Plan de Manejo Arqueológico: El plan de manejo se trata del diseño de un conjunto de
medidas que permita mitigar o compensar los impactos negativos generados por el proyecto sobre el
patrimonio arqueológico. En todos los casos, el plan de manejo arqueológico debe diseñarse teniendo en
cuenta los resultados obtenidos durante el reconocimiento arqueológico o la prospección, acerca de la
afectación que pueda producir la construcción y operación del proyecto. Debido a que esta etapa consiste en
posibles intervenciones sobre el patrimonio arqueológico, requiere del diligenciamiento de una licencia para la
intervención del patrimonio arqueológico. Por lo tanto, de acuerdo al Decreto 833 de 2002, artículo 1º,
numeral 10º, el Plan de Manejo Arqueológico se constituye en una herramienta de gestión del patrimonio
arqueológico de obligatorio cumplimiento. En consecuencia y teniendo consideración con las medidas
propuestas, se deberá dar cumplimiento a este plan de manejo durante el inicio de las obras o durante las
mismas. Las medidas adoptadas con el objetivo de conservar el patrimonio arqueológico a salvo de las
intervenciones producto de las obras a realizarse, se dividen en dos importantes componentes, por un lado se
desarrollan las actividades de rescate arqueológico consistentes en rescatar la información arqueológica de
áreas en peligro con excavaciones y recolecciones sistemáticas, traslado de elementos muebles del
patrimonio, registro sistemático de rasgos arqueológicos y el análisis e interpretación de todo conjunto de
evidencias. Además deben llevarse a cabo las siguientes tareas para profundizar la protección y análisis de
los restos arqueológicos obtenidos; A) Excavación y descripciones detalladas de los sitios con riesgo de ser
destruidos; B) ubicación clara de los sitios y contextos excavados (georeferenciación); C) análisis de
laboratorio detallados (ICANH, 2001, p. 206).
Por otro lado, se realizan actividades de monitoreo durante las obras, cuando la intervención en el medio
físico por medio de apertura de vías, zanjas, trincheras, etc., puede evidenciar la existencia e impactar
yacimientos no registrados durante la etapa de prospección (ICANH, 2001, p. 206).
4- Divulgación de los resultados: Si bien es cierto que la normativa vigente sobre patrimonio
arqueológico de la Nación no define la obligatoriedad de divulgar los resultados de los Programas de
Arqueología Preventiva, lo dispuesto en relación con la información arqueológica, debería conducir hacia la
adopción de esquemas de responsabilidad social en el manejo de dichos resultados. En efecto, la norma
define que la información arqueológica está compuesta por datos y elementos de carácter inmaterial,
científico e histórico sobre el origen, valores, tradiciones, costumbres y hábitos que dan valor no comercial y
sentido cultural a los bienes muebles e inmuebles de carácter arqueológico. Específicamente, deberán
diseñarse y aplicarse estrategias de divulgación a ser desarrolladas durante y al final de las diversas fases de
investigación arqueológica. Se debe garantizar la divulgación y participación del público, mediante charlas,
conferencias, talleres o exposiciones durante las fases de Prospección y Ejecución de los Planes de Manejo
Arqueológico, para que la información producida cobre prontamente valor en términos de la apropiación social
de los bienes culturales (ICANH, 2010, p. 17).
Los productos asociados a cada una de las etapas de desarrollo de un programa de arqueología preventiva,
constituyen elementos esenciales, sobre todo en el caso del Plan de Manejo Arqueológico, siendo éste último
un documento de vital importancia en la medida en que en éste se establecen de manera clara las medidas
de manejo del patrimonio con las especificaciones metodológicas orientadas a su protección. El Plan de
Manejo Arqueológico, una vez aprobados por el ICANH, es el documento guía para el desarrollo de las etapas
siguientes del programa de arqueología preventiva.
El Bloque VIM 21, ubicado en los municipios de Sahagún, Pueblo Nuevo en el Departamento de Córdoba y
los Municipios de San Marcos y La Unión en el Departamento de Sucre, corresponde a un área de futuros
desarrollos para la explotación de hidrocarburos con la que GEOPRODUCTION OIL AND GAS COMPANY
OF COLOMBIA pretende complementar el desarrollo del actual Bloque Esperanza.
El Bloque la Esperanza, que cuenta con la licencia Ambiental Global mediante Resolución 0098 del 18 de
Enero de 2008 se encuentra ubicado los municipio s de San Marcos y La Unión en el departamento de Sucre
y en los municipios de Pueblo Nuevo y Sahagún en el departamento de Córdoba, el cual cuenta con un área
de 45875 ha, Figura 2-1.
Dentro del proceso de modificación de la licencia Ambiental Global, se busca integrar el área de interés del
Bloque VIM 21, la cual está delimitada por las siguientes coordenadas Tabla 2-1 y cuenta con una extensión
de 26962.24 ha.
La región en la que se enmarca el presente Estudio de Impacto Ambiental, cuenta con registros etnohistóricos
de varios cronistas que conocieron de primera mano la gran diversidad de comunidades que se asentaron en
este extenso territorio. A pesar de que cada cronista describió dichas comunidades desde su perspectiva e
intereses propios, lo que esta relatado responde a una lógica del contexto histórico en el que se desarrollaron
los acontecimientos de la conquista y expansión del imperio español. Las obras escritas generalmente
describieron sociedades de áreas marginales, donde la iglesia y la corona competían por el poder político y
económico (Langebaek, 1994, p. 126-127). Algunos de ellos, como Fray Pedro Simón, Fray Pedro Aguado o
Juan de Castellanos (1955), recolectaron información sobre grupos indígenas asociados a las etnias Zenú
(Zenufaná, Panzenú, Finzenú), Chimila y Malibú.
El extenso territorio de las zonas inundables del bajo San Jorge y el Bajo Sinú, correspondientes al Gran
Zenú, fue el área de influencia de los grupos Zenúes, quienes formaron una de las culturas de mayor
relevancia de la Costa Caribe (Sánchez, 2013). Este grupo se asentó en los valles de los ríos Cauca, San
Jorge y Sinú, donde desarrollaron una estructura territorial dividida en tres provincias, la primera de ellas era
el Panzenú en el valle del rio San Jorge; la segunda sobre el rio Cauca compuesta por el Zenufaná y la
tercera en el rio Sinú llamada el Finzenú (Figura 3-2).
A lo largo de estas tres provincias, se desarrolló una intricada red de intercambio y dinámicas propias de un
sistema social, económico y cultural de alta complejidad. Donde se cumplían actividades económicas
específicas y complementarias, ya que el Panzenú era la región encargada de la producción de alimentos,
donde la agricultura representó la principal actividad económica. Por otro lado, la labor de Zenufaná consistía
en la minería y la producción aurífera, puesto que estaba localizada en el bajo Cauca, región de importantes
zonas de extracción de oro. Por último, la región Finzenú localizada en el rio Sinú, se caracterizaba por ser el
centro religioso y político de los Zenúes, en esta zona predominaban la orfebrería y la elaboración de textiles
y artesanías (Sánchez, 2013, p. 7).
Esta división del territorio se había originado tiempo atrás, cuando gobernaron este territorio tres señores,
siendo el de mayor importancia el Zenufana. En el Finzenú, ubicado treinta leguas al sur de Cartagena, en la
hoya del río Sinú, gobernaba su hermana, a quien Zenufana quería que todos los vasallos le rindieran gran
pleitesía. Por este motivo ordenó que los señores más importantes de los tres señoríos hicieran sus
sepulturas en Finzenú, que adquirió gran importancia como centro ceremonial. Por su parte, Panzenú
gobernaba en la hoya del río San Jorge, cuya área inundable fue adecuada con extensos sistemas de drenaje
en los primeros siglos de nuestra era, los cuales permitían el permanente aprovechamiento de los suelos para
la agricultura, así como la supervivencia de una rica fauna acuática (Herrera, 1993).
Los contactos sostenidos entre las huestes colonizadoras españolas y los habitantes de esta importante
región, se dieron desde el inicio mismo del proceso colonizador, dado que atraídos por las riquezas y la
promesa de localizar El Dorado se embarcaron en el sometimiento de estas sociedades. Una de las primeras
expediciones en llegar al territorio Zenú o Finzenú, fue llevada a cabo por Francisco Becerra desde Urabá en
1515 (Falchetti, 2010). Esta expedición a tierras del Finzenú, llevo a que ninguno de los miembros
sobreviviera, como consecuencia de la fuerte resistencia sostenida por los habitantes. Sin embargo, el arribo
de esta expedición conllevo a la destrucción parcial del poblado, el cual fue arrasado por las llamas y a la
presencia de nuevas enfermedades que diezmaron a la población nativa. Por lo tanto, cuando se produjo la
expedición en 1534 por Pedro de Heredia, este encontró una población disminuida y rodeada de vestigios que
dejaban entrever un gran esplendor pasado (Simón [1625] 1981 citado en Falchetti, 2010, p. 76).
Figura 3-2. Configuración del Gran Zenú.
Sin embargo, la expedición guiada por Heredia fue gratamente sorprendida al determinar que el Finzenú era
reconocido por ser el principal centro ceremonial de la región, donde se levantaba un enorme templo que
albergaba grandes estatuas de madera recubiertas en oro, las cuales a su vez, sostenían grandes hamacas
con ofrendas y estaba rodeado de árboles con campanas hechas de oro (Falchetti, 2010).
Durante el saqueo los españoles indican las extensas riquezas halladas en el interior del templo y el poblado:
“...y al cabo de haber pasado grandes arcabucos y ciénagas, fuimos a dar en un pueblo que se decía
el Cenu… hallamos más de15 mil pesos de oro fino en un bohío que tenía más de 100 pasos en
largo, que era de tres naves… el bohío del diablo, adonde estaba una hamaca muy labrada, colgada
de un palo atravesado, el cual sostenían en los hombros cuatro bultos de personas, dos de hembras
y dos de machos, y encima de la hamaca donde decían que se venía a echar el diablo, estaba el
oro…” (Juan Friede (1956: VI, 216) citado en Falchetti, 2010, p. 76-77).
Algunas de las piezas que adornaba el templo y algunos de los bohíos se caracterizaban por presentar
diversas figuras, como aves, animales acuáticos y terrestres, cascabeles, campanas entre otros adornos
(Falchetti, 2010).
En cuanto al entorno los españoles quedaron gratamente asombrados por la ubicación del poblado el cual se
hallaba en medio de ciénegas y de una extensa sabana sembrada de parches de bosque, donde lograron
identificar gran cantidad de túmulos funerarios o sepulcros, destacando uno por sobre los demás al ser donde
los Zenúes enterraban a sus líderes religiosos o Piaches (Falcheti, 2010). Gracias al provechoso recurso
obtenido mediante el saqueo de los poblados Zenú, sus templos y túmulos funerarios, los españoles fundaron
en el Finzenu, la Villa del Cenú o Villa Rica de Madrid, donde establecieron los centros para organizar las
expediciones de guaquería y establecer los sitios de fundición del oro recuperado (Falchetti, 2010).
La importancia que teína el Finzenú, como centro religioso y ceremonial se remonta a los tiempos del
Zenufaná quien:
“…ordenó que todos los más principales señores de los otros dos Zenúes se enterrasen en ... este
Finzenú ... con todo el oro con que se hallasen a la hora de la muerte… o a lo menos que tuviesen
sepulturas señaladas en el cementerio del gran santuario y buhío del diablo que había en este
Finzenú…” (Simón [1625]1981 citado en Falchetti, 2010, p. 80).
De igual forma,
“...todos los líderes políticos y religiosos eran enterrados durante ceremonias comunales que
aseguraban la cohesión de la población del Gran Zenú, y cómo el tamaño del túmulo dependía de la
importancia social del personaje. Por demás, si un cacique no era sepultado en Finzenú, la mitad del
oro que poseía a la hora de su muerte debía ser enterrado en el sepulcro que le había sido asignado
en esa necrópolis” (Simón [1625]1981 citado en Falchetti, 2010, p. 81).
Posterior a la intensa campaña de saqueo y guaquería que sufrieron los poblados del Finzenú su importancia
regional comenzó a decaer producto del desplazamiento de la población indígenas hacia las tierras
cenagosas y sabanas al Oriente de la Ciénaga de Momil y a las estribaciones de las tierras altas aledañas,
donde se establecieron poblaciones indígenas como las de Chinú (o Senú), San Andrés (o Mexión), Chimá (o
Pinchorroy) y Sampués.
Para el año de 1535, el Alonso de Heredia, parte en busca del Panzenú, logrando hallar el poblado de Yapel,
importante centro político de los Zenúes sobre el rio San Jorge. El cual estaba localizado en un alto desde
donde se divisaban las llanuras de inundación, donde se evidencian la presencia de canales, plataformas y
otras construcciones (Falchetti, 2010). En este poblado fue donde Heredia y sus hombres, sostuvo un
importante combate con los guerreros del cacique Yapel, quienes al ser derrotados por los españoles, vieron
como el poblado era saqueado y sus túmulos guaqueados en búsqueda de las riquezas que guardaban. Sin
embargo, los saqueos perpetrados en la región no fueron tan provechosos como aquellos sostenidos en el
Finzenú (Falchetti, 2010).
Un aspecto de suma importancia que resaltan las expediciones españolas al poblado de Yapel y sus
alrededores es la presencia de abundantes y extensos cultivos dispuestos y protegidos por canales de más
de un kilómetro de largo, aprovechando de esta forma los recursos y las ventajas que proveían las planicies
de inundación de la Depresión Momposina. Datos corroborados por investigaciones arqueológicas recientes
desarrolladas sobre el sistema hídrico empelados por las comunidades Zenú (Falchetti, 2010; Rojas y
Montejo, 1998; Falchetti y Plazas, 198; Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988).
Dadas las características ambientales únicas de esta extensa región y a su compleja dinámica fluvial, lo cual
llevo a los grupos asentados en esta zona a desarrollar una intricada red de canales artificiales, en más de
500.000 hectáreas de tierras cenagosas desde el año 1000 a.C hasta el 1300 d.C. Este complejo hidráulico
consistió en la construcción de una compleja red de canales y camellones distribuidos a lo largo de los ríos
principales, así como de cursos menores de agua y ciénagas, con el fin de controlar las inundaciones
periódicas ocurridas en la zona (Rojas y Montejo, 1998). Teniendo como limites en el Sur hasta Tierra Santa;
por el norte hasta la desembocadura del río San Jorge en el brazo de Loba del Magdalena y, desde el límite
de las sabanas al Occidente, hasta el rio Cauca (Figura 3-3) (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero
1988).
La organización y características del sistema de drenaje, se centraron en las diversas dinámicas fluviales
presentes en la zona y a su configuración geomorfológica, lo cual llevo a esto grupos a tener la necesidad de
desalojar las acumulaciones de agua rápidamente de las zonas de habitación y cultivos en las épocas de
inundación, y a su vez a mantener niveles adecuados de humedad durante las épocas de sequía, generando
de esta forma la posibilidad de cultivar las tierras la mayor parte del año (Rojas y Montejo, 1998). Como
proceso complementario a la adecuación de los camellones y canales, se construyeron terraplenes y
plataformas, favoreciendo de esta forma el continuo asentamiento de estas zonas a pesar de las
inundaciones recurrentes (Rojas y Montejo, 1998).
En investigaciones arqueológicas desarrolladas a lo largo de esta región, se logró establecer, que el sistema
de drenajes presenta una combinación de canales de diferentes dimensiones y formas, ayudando mediante a
esta configuración a tener un mejor aprovechamientos de las condiciones ambientales de la zona. De acuerdo
a los hallazgos obtenidos por Falchetti y Plazas (1981) se puede establecer lo siguiente:
“…Los canales largos, de 1 a 4 kilómetros de extensión, a lado y lado del caño, se utilizaron para
dirigir rápidamente hacia las zonas bajas las aguas de los caños. Algunos se unen formando
estructuras en espina de pescado, continuados, a menudo, por largos canales terminales. El flujo
entre los canales mayores se facilitó mediante la construcción de otros pequeños, perpendiculares a
ellos, patrón repetido sobre caños y arroyos menores. En la curva interna de los meandros los
canales perpendiculares al curso de agua se adaptan a la curva formando un sistema de abanico.
Para recuperar y poder cultivar extensas tierras, cubiertas hoy por ciénagas, construyeron canales
más cortos que unas veces se entrecruzan, formando cuadrículas ajedrezadas. Otras, se intercalan
frenando las aguas para retener su sedimento en las zanjas y obtener una reserva de humedad para
el ardiente verano. La superposición de distintos sistemas de canales indica largos períodos de
reacondicionamiento” (Falchetti y Plazas, 1981, p. 25).
Esta intrincada disposición permito que en sitios arqueológicos como el Caño Carate, Rabón y San Matías, se
lograran identificar importantes circuitos de drenaje, formados por innumerables canales perpendiculares a
ellos. Para drenar esta región de suelos arcillosos y pesados fue necesaria la construcción de innumerables
canales con solo 10 mts. de separación entre uno y otro. En invierno, cuando los caños se desbordaban, los
canales dirigían el agua rápidamente hacia las zonas bajas, evitando la inundación de zonas aledañas. En la
época de decrecimiento de las aguas, los mismos canales facilitaban la evacuación de las ciénagas hacia los
caños (Falchetti y Plazas, 1981).
Hacia el año 180 a.C, durante una época en la que existió una alternancia de vegetación arbórea y de
sabana, que fue seguida por un aumento progresivo de especies de áreas abiertas, se construyeron en la
ciénaga de La Cruz canales cortos entrecruzados formando un diseño conocido como ajedrezado.
“…Los canales cortos conforman un sistema eficaz para habilitar grandes extensiones de terreno
para la agricultura. Las aguas de creciente eran llevadas con rapidez a las zonas bajas a través de
canales largos y frenadas por los canales cortos, aumentando así el depósito de sedimentos en las
zanjas y obteniendo una reserva de humedad para el verano. Estos sedimentos, extraídos de las
zanjas, colocados en la parte superior del camellón, actuaron como fertilizantes de los cultivos y
elevaron el nivel de los camellones, contrarrestando así el fenómeno de subsidencia” (Plazas,
Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988, p. 73).
Posteriormente hacia el año 610 a 680 d.C, en la misma zona, se presentaron condiciones ambientales que
favorecieron una baja inundación, pero con niveles constantes de humedad, que hicieron posible la utilización
de canales en actividades agrícolas (Rojas y Montejo, 1998).
Para el año 790 d.C, se observan incrementos en los niveles de inundación, hecho que cambio las coberturas
vegetales y las dinámicas desarrolladas por las comunidades asentadas en el lugares como Pueblo Búho,
donde existió un constante espejo de agua y la disminución de la vegetación de sabana, la cual fue
reemplazada por la presencia de especies vegetales de ambientes acuáticos, generando de esta forma la
disminución de áreas empeladas para el desarrollo de cultivos (Rojas y Montejo, 1998).
Posterior a esta época de inundaciones que asolaron la mayor parte de esta región, se presentaron
condiciones ambientales adecuadas para el establecimiento de viviendas y el desarrollo de cultivos, debido a
un periodo de baja inundación comprendido entre el 830 d.C hasta el 1010, época en la que predomino la
vegetación de sabana, así como un incremento leve de la temperatura. De acuerdo con los diagramas
palinológicos se cultivaron varias especies en los canales largos perpendiculares a los caños mayores; estas
son maíz (Zea mays), batata (Ipomoea batata), y Ahuyama (Cucurbita maxima) (Rojas y Montejo, 1998).
Por otro lado, el uso de los canales en le Ciénega de la cruz se remontan hasta el año 1220 d.C, donde se
emplean para el cultivo de campos de maíz, en una época donde se producen mayores inundaciones y se
presenta una disminución de las especies arbóreas de la zona (Rojas y Montejo, 1998). Consecuentemente,
una vez se registran menores niveles de inundación, se produce un incremento en el cultivo de especies que
ayudan a enriquecer la dieta de los pobladores, como el ají, auyama calabaza, yuca y maíz (Rojas y Montejo,
1998), este sector se constituyó en una importante área de cultivos intensivos durante gran parte del año, ya
que no fue empleado para el asentamiento de viviendas. Por lo tanto, las viviendas se localizaron hacia el
este, cuyos habitantes tenia fácil acceso a la Ciénaga de La Cruz (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y
Botero 1988, p. 75).
En cuanto a los patrones de sentamiento, Falchetti y Plazas (1981), indican que hacia el 150 d.C estaban
constituidos por plataformas artificiales, donde se localizaban de manera separada pequeñas viviendas que
albergaban una unidad familiar o por el contrarios se formaban pequeñas agrupaciones de 20 viviendas.
Estas viviendas se encontraban separadas entre sí por espacios cubiertos de canales, empleados como
pequeñas huertas o unidades de cultivo. De igual forma hacia los extremos de estas plataformas se
localizaban los túmulos funerarios, constituidos por elevaciones semicónicas de 2 a 6 metros de altura,
construidas generalmente por el núcleo familiar. Una característica de suma importancia sobre los
asentamientos desarrollados por las comunidades Zenú, está relacionada con la gran cantidad de personas
que lograron albergar ya que surgieron núcleos urbanos de más de 600 habitantes en promedio. Estos
extensos poblados se establecieron sobre amplios canales artificiales que se unen formando vértices
(Falchetti y Plazas, 1981), la mayoría de canales, también eran empleados como sistemas de transporte y
comunicación entre las diversas áreas que componían este extenso sistema hídrico.
En uno de estos grandes asentamientos denominado Marusa, se advierte la introducción de una nueva
influencia cultural, representada arqueológicamente por una cerámica distinta, de color crema, decorada con
adornos modelados y diseños geométricos en pintura roja. Este tipo cerámico brinda los primeros indicios de
la Tradición Modelada-Pintada, que se popularizaría gradualmente en amplias regiones del San Jorge,
caracterizando la ocupación Zenú. Con su color crema predominante, adornos modelados y diseños
geométricos en pintura roja, presenta formas homogéneas, sujetas a funciones específicas y una clara
separación entre las formas domésticas y las funerarias. Este es un conjunto funcional y homogéneo,
desarrollado por la sociedad Zenú para suplir sus necesidades y que prevalece a lo largo del tiempo (Plazas,
Falchetti, Van Der Hammen y Botero 1988, p. 66).
Este grupo cerámico se difundió a otras regiones, donde se impuso paulatinamente como es el caso del caño
Rabón y el cauce Carate-Pajaral, sitios donde comúnmente se asoció a una gran densidad de población y al
uso de canales artificiales. Dicha cerámica asociada a la tradición Modelada Pintada, mantiene sus
características casi inalteradas, expresando esta homogeneidad entre las regiones cierta unidad entre los
diversos poblados que habitaron las riveras de los caños y cauces circundantes.
La región que comprende el estudio de Impacto Ambiental del Bloque VIM 21, presenta características únicas
en cuanto a la configuración del paisaje, lo cual, llevo a que en esta extensa región se desarrollaran diversas
manifestaciones humanas. Cuyos desarrollos en el manejo del entorno quedan expuestos mediante el uso de
elementos que ayudaron al adecuado y sostenible aprovechamiento del paisaje, generando de esta forma las
condiciones favorables para el desarrollo de numerosos grupos humanos, desde periodos muy tempranos
asociados a bandas de cazadores y recolectores, pasando por épocas tardías, relacionadas con grupos
humanos sedentarios y altamente jerarquizados como los Zenú (Figura 3-4).
Las ocupaciones más tempranas registradas en el territorio Colombiano, están relacionadas con evidencias
halladas sin contextos estratigráficos y culturales definidos, planteando problemas a la hora de su
caracterización y vinculación con tipologías establecidas o materiales reportados en otros sitios
arqueológicos. Sin embargo, mediante los análisis comparativos de los materiales arqueológicos hallados
tanto en el territorio Colombiano como en otros lugares, sugiere su asociación con fase de ocupaciones
Paleoindia. En este sentido, Dolmatoff, sitúa en este contexto varias puntas de proyectil descubiertas en
Santa Marta, Mahates, la laguna de Betanci y el Golfo de Urabá. Además de los sitios de San Nicolás,
hallado sobre una colina erosionada en el bajo río Sinú y caracterizado por raspadores de chert, algunas
hojas cortantes y piedras con modificaciones antropogénicas y La Hacienda Pomares, ubicada en el
departamento de Bolívar, sobre el Canal del Dique sobre antiguas terrazas aluviales, donde se encontraron
raspadores tallados. A estos hallazgos añade los efectuados por Gonzalo Correal, entre la Península de La
Guajira y el Golfo de Urabá (Reichel Dolmatoff 1986).
Dolmatoff, según el análisis de los datos obtenidos de los sitios arqueológicos Paleoindios, indica que las
putas de asentamiento para este periodo se caracterizan:
“…estas industrias líticas tienen algunos rasgos en común: todas se hallaron sobre lomas o colinas
erosionadas, sobre antiguas terrazas aluviales o en estratos de cascajo acarreado por una corriente
de agua.”… “En ningún caso se observaron asociaciones con cerámica y estaban notoriamente
ausentes los artefactos de piedra pulida o amolada. La naturaleza de los utensilios, así como el
medio ambiente lacustre o ribereño sugieren la existencia de bandas que en buena parte derivaban
su subsistencia de la recolección, pesca y caza” (Reichel Dolmatoff 1986, p. 37).
Otro de los sitios arqueológicos vinculados con la etapa paleoindia, involucró los departamentos de Córdoba,
Guajira, Bolívar y Cesar, donde se lograron identificar algunas acumulaciones de elementos líticos en un
abrigo rocos, mostrando el uso de espacios concretos para el asentamiento de estos grupos humano y el
aprovechamiento de los recursos circundantes.
“Los bosques densos tropicales debieron ser pródigos en recursos de cacería y la vecindad al rio en
las estaciones alii localizadas debió influir en un aprovechamiento de los recursos fluviales; a esta
condición ecológica se adapta una serie de elementos culturales; el registro de raspadores (laterales,
terminales y triangulares) se relaciona con actividades de cacería, mientras una serie de lascas
concoidales con huellas de utilización y navajas triangulares pequeñas presentes en esta serie
debieron ser útiles en la preparación de los productos de pesca (corte, incisión y desescamado)”
(Correal 1977, p. 37).
Por otro lado, Dolmatoff caracteriza el periodo o etapa Arcaica en la costa Atlántica, como una fase de
transición de los grupos nómadas, centrados en la adquisición de recursos por medio de la cacería y la del
recolector semisedentario, hacia un sistema hortícola elemental, conllevando a una mayor dependencia de las
semillas, sus cuidados y de los recursos vegetales (Reichel Dolmatoff 1986).
Formativo Temprano
“…Hacia 4000 antes de Cristo, ya aparecen en la Costa Caribe de Colombia varias pautas bien
definidas de asentamientos humanos. Dichos asentamientos se distinguen por estar ubicados en
situaciones que permitían el acceso a una variedad de recursos alimenticios, es decir, se encuentran
cerca del litoral, en la vecindad de lagunas, de pequeños ríos y de bosques interrumpidos por
sabanas. Designamos el conjunto de estas culturas como Etapa Formativa .” (Reichel Dolmatoff
1986, p. 38).
El Formativo Temprano sugiere la coexistencia de asentamientos comunales tipo Maloca indicadores de una
vida semisedentaria, concentrada en torno a recursos naturales abundantes y con una horticultura itinerante;
simultáneamente con campamentos semipermanentes o de temporada, pertenecientes a grupos humanos
más o menos numerosos que se dedicaban a la recolección de moluscos y otros recursos locales. Por lo
tanto, se puede indicar que el periodo formativo desarrollado en el Caribe, está estrechamente relacionado
con la explotación de los abundantes recursos presentes en los diversos ambientes que componen la región,
teniendo en cuenta lo anterior, las evidencias arqueológicas se han localizado tanto en los depósitos ubicados
en el litoral como en aquellas zonas localizadas al interior del Bajo Magdalena.
Por lo tanto, los depósitos ubicados hacia el litoral se localizan en ambientes marinos y zonas estuarinas,
como se evidencia en los sitios de Canappote, Barlovento y Tesca, en la ciudad de Cartagena. Por otro lado,
en el área cercana a la desembocadura del canal del Dique, está localizado el sitio arqueológico de Monsú
donde se hallaron fragmentos de cerámicas, restos de óseos, evidencias de material lítico y abundantes
conchas marinas, estas evidencias se lograron asociar a pisos de vivienda que dividen el montículo en una
secuencia cultural en cinco períodos: Turbana, Monsú, Pangola, Macaví y Barlovento. Con respecto a las
dinámicas desarrolladas en este sitio RechelDolmatoff (1986) nos indica que la gente que se asentó en este
montículo practicaba una especia de economía mixta, donde se involucró actividades de agricultura incipiente
con el aprovechamiento de los recursos marinos, ciénagas, pantanos, esteros, bosques ribereños y de la
sabana caribeña.
Otro de los sitios que dan indicios de las dinámicas desarrolladas en el periodo formativo es Puerto Hormiga,
localizado sobre el Canal del Dique, fechado entre 3100 y 2500 a.C. presentado de esta forma, una mayor
antigüedad que el sitio arqueológico de Monsú. Este sitio se caracteriza por ser un Conchero localizado en
terrenos bajos donde se evidencia la presencia de fragmentos cerámicos, líticos y huesos de animales
(ReichelDolmatoff 1986).
Las prácticas de subsistencia desarrolladas por la gente de puerto Hormiga, están relacionadas con la
recolección de recursos vegetales, actividad complementada con alguna forma de agricultura incipiente
(Reichel-Dolmatoff 1986). Un dato de importancia obre el uso de diversos espacios y paisajes por parte de
estos habitantes, es el hallazgo de evidencias sobre colinas de baja altura, las cuales, se encuentran en
cercanías de zonas bajas inundables en la antigua cuenca del rio Sinú (sitio Las Cucharas) (Reichel-Dolmatoff
1977; Angulo 1987; Otero 1998, p. 10-12).
En cuanto al hallazgo de evidencias arqueológicas hacia el interior del bajo Magdalena, los grupos del
formativo se localizaron sobre las horillas de la ciénaga del Guájaro, en Rotinet, cerca del canal del Dique;
sobre la estribaciones de la serranía de San Jacinto y sobre las riberas del rio Magdalena, en Bucarelia. La
ubicación de estos depósitos arqueológicos en el interior de las llanuras del Caribe, alejados de los ambientes
de litoral, se orientaron hacia el aprovechamiento de los recursos provenientes de ciénagas de agua dulce, las
riberas del rio Magdalena, de los suelos aluviales y de aquellas terrazas elevadas en cercanías a cauces de
agua permanente, por medio de la caza de especies menores, la pesca, recolección y la agricultura de
tubérculos como la yuca (Otero, 1998).
Los restos óseos y de conchas muestran algunas variaciones que indican desarrollos puntuales en cada uno
de los sitios localizados, evidenciando de esta forma la diversidad en las técnicas y aprovechamiento de los
recursos. Sin embargo, la cerámica hallada en los sitios tanto de litoral como los del interior, presenta
similitudes en los rasgos formales y desarrollos tecnológicos, siendo uno de los más relevantes el uso regular
de desgrasantes de concha y fibras vegetales (Otero, 1998).La cerámica relacionada al periodo del formativo
temprano, presenta grandes similitudes o rasgos comunes tanto en su decoración como en la forma.
Los rasgos estilísticos presentes en el material cerámico, se caracterizan por la implementación de abundante
decoración incisa y el uso frecuente de motivos geométricos, localizados en el cuerpo de las vasijas y en los
bordes. Las formas que se han podido observar para la cerámica del formativo temprano, incluyen vasijas
globulares, subglubulares de tipo tecomate y vasijas naviformes ricamente decoradas (Otero 1998; Angulo,
1987; Reichel-Dolmatoff 1985).
Otro dato de suma importancia relacionado con los sitios localizados en el interior del bajo Magdalena, tiene
que ver con el hallazgo realizado por Oyuela Caycedo (1987), en estribaciones de la Serranía de San Jacinto,
del yacimiento arqueológico San Jacinto I y II, sitio localizado relativamente lejos de los complejos de
ciénagas que configuran el paisaje de esta región, indicando el aprovechamiento distintivo de los paisajes y
sus recursos disponibles.
El sitio San Jacinto I, es relevante ya que aporto la fecha de cerámica más antigua de América, caracterizada
por estar compuesta principalmente de desgrasante de fibra vegetal, con decoración incisa y algunos adornos
modelados. La cerámica identificada en San Jacinto I, al compartir algunas características técnicas y motivos
decorativos con la cerámica localizada en los estratos más profundos de Monsú, harían parte de la tradición
alfarera del “Primer Horizonte Inciso” propuesto por Reichell-Dolmatoff.
Según Reichel-Dolmatoff (1985), el formativo temprano y sus manifestaciones llegaron a su final hacia el año
1000 A.C., a partir de este momento, se inicia el desarrollo de nuevas dinámicas donde el cultivo de raíces
adquiere una mayor relevancia para el desarrollo y sostenimiento de los grupos humanos, dado que se
aprecia una mayor inclinación por el modo de vida sedentario con asentamientos permanentes y estables,
ubicados al borde de grandes lagunas y esteros.
Formativo Medio
Para el Formativo Medio, con base en los trabajos de Angulo (1963), se ha planteado el desarrollo
reconocible de la agricultura en las sociedades del Caribe colombiano, generando transformaciones sociales y
económicas, asociadas a la división del trabajo y a un aumento de la densidad poblacional (Langebaek y
Dever, 2000, p. 15). También se ha señalado, que cuando se habla del periodo formativo medio, las
discusiones generadas se focalizan en el sitio arqueológico de Malambo (Langebaek y Dever 2000), en el
cual, se reporta que hacia el 1300 a.C, se había establecido el cultivo intensivo de yuca, lo que conllevaría a
un aumento de la población (Angulo, 1981).
La alfarería definida como tradición malambo, se caracteriza por la decoración modelada incisa, la
proliferación de nuevas formas de recipientes cuidadosamente decoradas, asas modeladas, algunas de ellas
con representaciones zoomorfas, adornos y cuentas de collar, además de la presencia de máscaras con
representaciones antropomorfas. Un punto de suma importancia en la cerámica hallada en el sitio de
Malambo, es la abundante presencia de budares que podrían estar relacionados con el cultivo de yuca.
(ReichelDolmatoff, 1986).
En cuanto a la diferencia entre los complejos culturales en el bajo Magdalena, Dolmatoff nos indica lo
siguiente:
“…La principal diferencia, por cierto, entre Malambo y los complejos culturales anteriores, yace en
su base económica. La abundancia de fragmentos de budares en la Fase Malambo, indican el uso
común de la yuca en forma de mañoco y cazabe, mientras que la ausencia de conchas de moluscos
podría sugerir la poca importancia de este recurso” (Reichel Dolmatoff, 1986, p. 40).
Las pautas de enterramiento identificadas en Malambo, se caracterizan por enterrar a sus muertos en el
interior de las viviendas o en cercanías a ella. Los enterramientos presentan variaciones de importancia en el
ajuar, dependiendo de la práctica de enterramiento empleada. En los entierros directos, se puede observar la
presencia de adultos jóvenes en posición extendida y brazos ligeramente flexados, dispuestos en pozos
rectangulares, acompañados por una o tres vasijas decoradas con modelados que representan figuras
zoomorfas. En cuanto a los entierros secundarios, se localizan preferiblemente en urnas sin evidencias de
cremación, con ajuar integrado por huesos de tortuga y aves. Los entierros secundarios también son
colectivos, compuestos por 4 adultos masculinos con restos de tortugas y 4 mascarillas (Angulo, 1995).
Formativo Tardío
Angulo por ejemplo, menciona que los diferentes ecosistemas y microclimas que ofrecía la región con sus
lagunas y esteros, sus ríos y colinas, permitieron y estimularon el establecimiento de grupos humanos que
dieron inicio a una forma de vida sedentaria, a prácticas agrícolas y al posterior desarrollo de la vida aldeana
(Angulo 1987).
Asimismo, las investigaciones llevadas a cabo por Angulo en la ciénaga del Guájaro, dan cuenta de lugares
ubicados en paisajes geomorfológicos diferentes a los registrados por Reichel-Dolmatoff. En la ciénaga, los
modos de vida de los cazadores- recolectores tuvieron más presencia y duración que en sitios como Monsú y
Puerto Hormiga, ya que tenían diferentes medios ecológicos derivando en prácticas de aprovisionamiento y
satisfacción de las necesidades que llevaron a la complejización social y a cambios de importancia en la
jerarquización de estos grupos (Angulo 1987).
Por lo tanto, estas sociedades diversificaron las maneras de adaptarse al medio ambiente y fueron migrando
poco a poco hacia el interior de los valles, en áreas cercanas a las cordilleras occidental y central situándose
en las riberas de los ríos Sinú, San Jorge, Cauca, Nechí y Magdalena, ocupando de manera progresiva el
territorio.
Como respuesta a las condiciones geomorfológicas con que se topaban estos grupos a medida que se
alejaban de la costa, crearon nuevas estrategias adaptativas para el aprovechamiento de recursos. Un caso
concreto son las sociedades Zenú que se establecieron hacia la cuenca baja del río San Jorge, donde por
medio de la adecuación de canales y camellones, buscaron aprovechar mejor la capacidad de uso de los
suelos y los recursos pesqueros con los que contaban (Plazas & Falchetti, 1993).
Para la hoya del rio San Jorge, se han logrado establecer dos ocupaciones, la primera ocupación
comprendida entre los siglos V y X de nuestra era, la cual, se caracterizó por la construcción y adecuación de
canales que bordean las riveras de los caños y ríos, dicha adaptación y desarrollo cultural se manifiesta en las
evidencias arqueológicas con el hallazgo de vestigios de numerosos asentamientos sobre plataformas de
viviendas construidas mediante la ampliación de los diques naturales (Figura 3-5). De igual forma se
evidencian una gran cantidad de camellones construidos con el fin de cultivar y aprovechar durante la mayor
parte del año aquellas zonas de inundación y a su vez, mantener en la temporada de sequía la humedad
suficiente para continuar con el cultivo de tubérculos y maíz (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979).
Figura 3-5. Sistema de canales en el Bajo San Jorge
En cuanto a los enterramientos, siempre se hacían en túmulos funerarios de diversos tamaños y formas,
generalmente, la altura de los montículos es proporcional a la riqueza del ajuar funerario hallado en el interior.
Entre la pautas de enterramiento se observan dos diferencias esenciales, por una lado, se establecen túmulos
grandes donde se realizaban entierros múltiples. Mientras que por otro lado, los túmulos pequeños sirvieron
para los entierros individuales. Por lo general, este tipo de enterramientos, se localizaban agrupados
formando cementerios, constituidos en su mayoría por tumbas de diversos tamaños. Sin embargo, se
aprecian en el sitio El Japón, en el bajo San Jorge y Yucatán en Montelíbano, cementerios con montículos de
dimensiones homogéneas, donde se hallaron ajuares ricos en orfebrería, tejidos y cerámica (Plazas, Falchetti
y Sáenz, 1979).
La gran cantidad de objetos de oro, logran entrever que las sociedades del bajo San Jorge, contaban con una
producción local intensa y con la presencia de especialistas para la producción de objetos de gran riqueza
simbólica y estilística. Además de contar con la producción masiva de objetos, como las orejeras de falsa
filigrana (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979).
En cuanto a la tradición cerámica de esta primera ocupación, esta se caracteriza por tener un color crema,
predominando una decoración modelada y la pintura de color rojo. Son frecuentes las formas complejas y
recargadas. Se presenta una clara división entre las formas utilitarias y rituales-funerarias, encontradas
comúnmente en los túmulos funerarios. Entre las formas utilitarias, hay ollas de uso culinario, vasijas para
almacenamiento de alimentos y gran variedad de copas con diversos tamaños empleadas posiblemente para
servir alimentos. Por consiguiente, entre las formas rituales las diferencias con las formas utilitarias se
perciben por la presencia de figuras antropomorfas, la presencia de canastas decoradas y los cálices que
contenían polvo blanco en su interior (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979).
La tradición Modelada-pintada del bajo San Jorge se relaciona directamente, sólo con el Complejo Betanchí
de la hoya del río Sinú. (Reichel-Dolmatoff, 1957). Sin embargo, las diferencias son también notorias y es
evidente que los desarrollos culturales de los dos ríos, aunque relacionados, no conforman una unidad.
Los vestigios arqueológicos relacionados con la segunda ocupación del bajo San Jorge corresponde a la
presencia de otra etnia proveniente del rio Magdalena. Cuyos patrones de asentamiento difieren de la primera
ocupación en cuanto a que aprovecharon al máximo el especio circundante de las plataformas de vivienda,
generado de esta forma, una mayor concentración de pobladores por plataforma habitada y una mayor
densidad en la acumulación de evidencias arqueológicas como basureros. Las evidencias halladas en estos
espacios se caracterizan por presentar material cerámico en superficie y con profundidades promedio de 0.80
mts, estos contextos no se encuentran mezclados con las evidencias correspondientes al primer grupo
(Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979).
“…A esta segunda etnia corresponde el Complejo cerámico de Las Palmas, identificado en el curso
bajo del río San Jorge. Se trata de una cerámica esencialmente utilitaria y funcional, en la cual se
destacan las formas sobrias y la decoración incisa. En la pasta predominan partículas de mica
plateada y dorada. El complejo de Las Palmas está formado por 4 tipos cerámicos, los cuales
aparecen asociados en todos los sitios investigados en el bajo San Jorge: Las Palmas Incisa Fina,
Las Palmas Alisada Sencilla, Las Palmas Achurada, y Las Palmas Roja Bañada. Cada uno de estos
tipos corresponde a vasijas destinadas a funciones específicas. En los tipos Alisados Sencillo y
Achurado se encuentran formas netamente culinarias, mientras que el tipo Inciso Fino corresponde
esencialmente a las copas empleadas como recipientes para comer. No existen formas para usos
exclusivamente rituales o funerarios. Las mismas vasijas utilitarias fueron colocadas como ofrendas
en las tumbas; las ollas globulares grandes se utilizaron como urnas funerarias y las pequeñas como
tapas de las mismas” (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1979, p 13-14).
El complejo cerámico de las Palmas, según Reichel-Dolmatoff (1954), es una manifestación local de la
tradición Incisa- Alisada, cuyo origen se localiza en el bajo rio Magdalena. Cuya influencia llegó hasta el bajo
San Jorge y hasta la Serranía de San Jacinto en la Costa Atlántica.
Dado la procedencia de esta etnia, en el Bajo Magdalena, puede corresponder con los grupos Malibú
descritos por los españoles en esta región. Este grupo se limita a aprovechar algunas zonas aledañas a las
vías fluviales, llegando a extenderse hasta las cercanías de la ciénaga de San Marcos.
La presencia de ciertos artefactos en terreno como objetos suntuarios relacionados a prácticas religiosas
(Langebaek y Dever, 2000), ha permitido inferir modelos que asumen una especialización en la producción y
diferenciación de rangos sociales, aspecto que a su vez se complementa con el aumento de la población y el
incremento de la producción de alimentos a partir de esa diversificación de técnicas adaptativas para con el
medio ambiente.
Adicionalmente, a lo largo de la costa Caribe, tanto en San Juan y Canalete, entre el golfo de Urabá y la hoya
del río Sinú, como en El Banco, Zambrano y Calamar en la región del bajo río Magdalena, se han reportado
sitios con cambios similares a los de Momil en la secuencia de ocupación (Reichel-Dolmatoff 1986).Sin
embargo, si bien Momil se ha concebido como un buen referente para aproximarse a los procesos de cambio
social en la costa Caribe, no está exento de problemas.
En primer lugar, muchas de las hipótesis que sustentan el trabajo de Reichel-Dolmatoff no son contundentes;
Langebaek y Dever (2000) aseguran que evidencias materiales como los metates y las manos de moler, no
son de uso exclusivo para el consumo de maíz ya que este puede ser consumido de diversas maneras sin
necesidad de utilizar este tipo de herramientas para su preparación.
Por otro lado, si bien los elementos encontrados en Momil II son asociados a la indumentaria propia de los
chamanes, vestigios como los de Momil I, aún más tempranos, también pueden asociarse a este tipo de
actividad contrastando con el modelo de cambio sociocultural propuesto por Reichel-Dolmatoff (Langebaek y
Dever, 2000)
Con este panorama se puede inferir que los diferentes ambientes plantean diversas formas de adaptación al
medio y a la variabilidad en los procesos que se ajustan a las necesidades de cada sociedad en particular.
Por lo cual no se puede generalizar o enmarcar procesos sociales y cambios culturales dentro de cronologías
específicas, que si bien sirven de base para una aproximación teórico interpretativa a condiciones similares en
tiempos determinados, no tiene límites inamovibles pues la variabilidad de factores que entran en juego a la
hora de aprovechar los recursos naturales por una sociedad son muy amplios.
Para el área de influencia del Bloque VIM 21, cuya extensión abarca los Municipios de Pueblo Nuevo y
Sahagún en Córdoba y en el departamento de Sucre los municipios de San Marcos y La Unión, durante los
últimos 30 años se han venido desarrollando investigaciones arqueológicas, cuyos hallazgos han aportado
valiosa información sobre los usos y medios de extracción de las comunidades prehispánicas, así como sobre
los patrones de asentamiento empleados por estos grupos a lo largo de esta intricado paisaje que comprende
las llanuras y ciénegas de este territorio. Lo cual, ha generado un importante corpus de información
relacionada con la ubicación y las dinámicas desarrolladas por los antiguos pobladores de esta región.
En los municipios donde está localizado el presente proyecto se han realizado como parte de los programas
de arqueología preventiva e investigaciones los siguientes hallazgos (Tabla 3-2).
Tabla 3-2 Sitios arqueológicos reportados en los Municipios del Área de Estudio VIM 21.
SITISO ARQUEOLOGICOS REPORTADOS EN EL ICANH
MUNICIPIO DEPARTAMENTO SITIOS ARQUEOLOGICOS
Pueblo Nuevo 14
Córdoba
Sahagún 4
San Marcos 21
Sucre
La unión 0
Total de sitios reportados 39
Fuente: Consultoría Colombiana 2016
Pueblo Nuevo
En el Municipio de Pueblo Nuevo, durante los últimos años se han registrado el hallazgo de evidencias
arqueológicas, compuestas principalmente de fragmentos cerámicos y el reporte de contextos arqueológicos
de importancia como la presencia de tumbas sencillas. Evidencias que indican el uso frecuente de estos
espacios para diferentes actividades, convirtiendo esta área en un sector potencial arqueológico de
importancia (Tabla 3-3).
Tabla 3-3 Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Pueblo Nuevo.
Sahagún
Para el Sahagún, se tiene el registro de 4 sitios arqueológicos reportados en el marco del desarrollo de
programas de arqueología preventiva e investigativa (Tabla 3-4), donde se han logrado recuperar evidencias
cerámicas, compuesta de fragmentos y piezas completas, además de la presencia de posibles tumbas
sencillas. Estas evidencias aportan al entendimiento de las dinámicas desarrolladas por los grupos
prehispánicos asentados en este territorio, cuya filiación puede corresponder con los antiguos Zenúes o
Malibúes que poblaron estas tierras, y quienes tuvieron como característica principal la adecuación de vastas
áreas y terrazas para la construcción de asentamientos y canales para cultivos.
Tabla 3-4 Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de Sahagún.
San Marcos
El Municipio de San Marcos, dada su ubicación en terrenos cenagosos y terrazas aluviales, fue un territorio
apto en épocas prehispánicas para el asentamiento de grupos humanos, los cuales, a lo largo del tiempo
lograron desarrollar una intricada red de canales para el control del agua durante las temporadas de sequía e
invierno. Estos antecedentes, pueden ser contextualizados mediante el hallazgo de evidencias arqueológicas,
asociadas a la etnia Zenú, donde mediante estudios de arqueología preventiva adelantados en os últimos
años, se logró determinar la presencia de contextos domésticos, plataformas de habitación, herramientas
líticas, objetos de oro y montículos funerarios. Los cuales, brindan indicios del manejo y uso del espacio y el
paisaje de estas poblaciones (Tabla 3-5).
Tabla 3-5 Sitios arqueológicos reportados ante el ICANH para el Municipio de San Marcos.
CULTURA
NOMBRE VEREDA/ FUENTE BIBLIOGRAFICA TIPO DE HALLAZGO
INDIGENA
ARQUEOLÓGICO PREDIO Y AUTORES ARQUEOLOGICO
ASOCIADA
Sucre. Boletín de
Temprano.
Arqueología 2(1):16-23.
Sitio Caño Montículos de vivienda y canales de
Mojana Sucreña
Mosquito drenajes prehispánicos.
Montículos de vivienda, se
Caño Rabo de encuentran alterados por la
Mojana Sucreña
Tigre construcción de la vía y el uso de los
predios en ganadería.
Lomerío con evidencias de
Buenavista Buenavista
guaquería.
Lomeríos guaqueados, de donde se
Santo Domingo Finca el Tablón han extraído evidencias cerámicas y
objetos ornamentales en oro.
Montículos en áreas planas, con
Montículos San Vereda San
evidencias de guaquería, se
Carlos I Carlos
recuperaron fragmentos cerámicos.
Montículos San Vereda San Diagnóstico Y Zonificación Fragmentos cerámicos, se evidencia
Carlos II Carlos Arqueológica Para Las guaquería en el sector.
Áreas De Interés G1, G2 Y Montículos con evidencias de
San Carlos Vereda San H, Así Como Actividades guaquería, se recuperaron
Castillero Carlos Complementarias En El fragmentos cerámicos.
Corregimiento Bloque Esperanza.
Buenos Aires Buenos Aires, Fragmentos cerámicos.
finca San José
Corregimiento
Fragmentos cerámicos en
San José Buenos Aires,
montículos.
finca San José
El señor Juan Solorzano tiene en su
Colección Corregimiento posesión dos figuras antropomorfas
embriones Buenos Aires cerámicas y dos piedras pulidas en
forma de media luna.
Los pobladores conservan una
Colección San Vereda San vasija sub-globular de pasta rojiza,
Carlos Carlos al igual que una figura
antropozoomorfa.
Fuente: Consultoría Colombiana 2016
La Unión
Según el registro de sitios arqueológicos y el atlas de arqueología de Colombia del ICANH, para el municipio
de la Unión no se reportan sitios arqueológicos, durante el desarrollo de programas de arqueología preventiva
o investigaciones académicas. Sin embargo, es de suma importancia anotar que a pesar de no hallarse
reporte alguno de evidencias arqueológicas, esta zona presenta características paisajísticas relevantes para
el asentamiento de grupos humanos en el pasado, por lo tanto, no se puede descartar la posibilidad de
hallazgos arqueológicos y contextos que permitan inferir sobre las dinámicas y patones establecidos por estos
grupos.
4 Zonificación Arqueológica Bloque VIM 21
Como parte del desarrollo del componente arqueológico en el marco de los Estudios de Impacto Ambiental
para el área de estudio del Bloque VIM 21, mediante la recopilación de información ambiental, cultural y
arqueológica de la zona, se estableció y generó una zonificación preliminar, que permita determinar aquellas
áreas con mayor potencial de albergar evidencias de interés arqueológica, tanto de periodos prehispánicos
como coloniales, republicanos y posteriores. De igual forma, mediante el análisis de los datos obtenidos,
poner en evidencia áreas sensibles o espacios excluidos para el desarrollo de proyectos por corresponder con
áreas arqueológicas protegidas.
Consecuentemente, mediante el análisis de los datos recuperados en fuentes escritas (reportes de sitios
arqueológicos, informes de investigación, investigaciones académicas y registros etnohistóricos, entre otros)
así como la recuperación de la localización de los sitios arqueológicos reportados en el área de estudio en el
atlas de arqueología del ICANH (Tabla 4-6), se tuvo en consideración los datos acerca de los patrones de
asentamiento regionales y locales, así como las características geomorfológicas de los espacios habitados en
épocas prehispánicas. Generando de esta forma, las áreas de mayor sensibilidad arqueológica para las zonas
adscritas al área de estudio perteneciente al Bloque VIM21.
Como lo indica la tabla anterior, a nivel regional se reportan 39 sitios arqueológicos de los cuales 11 están
localizados en el área de estudio, correspondiendo al 28% de la muestra regional. Las características
geomorfológicas y paisajísticas de los sitios arqueológicos localizado en el interior del área de estudio,
indicarían la inclinación al uso y aprovechamiento de los lugares ubicados en lomas y colinas, ya que el 64%
de los sitios reportados están en esta unidad paisajística; por otro lado, el 27% de los reportes arqueológicos
se han realizado en planos de inundación y tan solo el 9% en basin de inundación (Figura 4-6). Por
consiguiente y partiendo de las observaciones anteriores se establecieron áreas de baja, media y alta
sensibilidad arqueológica.
Figura 4-6 Localización de sitios arqueológicos sobre las unidades geomorfológicas del área de estudio VIM
21
Todas aquellas áreas con existencia comprobada de sitios arqueológicos o donde los hallazgos proveen
información de alta importancia. Bajo esta clasificación se incluyen todos aquellos lugares donde se ha
reportado la parición fortuita de objetos arqueológicos y áreas arqueológicas reportadas en informes
académicos e informes de arqueología preventiva desarrollados al interior del área de estudio del proyecto.
Se clasifican bajo esta categoría las áreas donde las características del paisaje (geomorfología, suelos,
estado de conservación, etc.) permiten inferir la presencia de sitios arqueológicos, o donde existiendo
evidencias arqueológicas estas se encuentran descontextualizadas y/o no estratificadas, ya sea por procesos
agropecuarios o por cualquier actividad antrópica contemporánea impactante del componente suelo, al igual
que el hallazgo de evidencias arqueológicas producto de trabajos de arqueología preventiva.
Son aquellas áreas sin evidencias arqueológicas o donde las características medioambientales como zonas
con presencia de espejos de agua permanentes, bajos inundables entre otros, no facilitan la preservación de
estas evidencias.
De acuerdo al corpus de información obtenida del área de estudio del Bloque VIM 21, se puede establecer
que las zonas que presentan unidades de paisaje compuestas de Lomeríos con predominancia de relieves de
lomas y colinas, fueron empleadas por comunidades prehispánicas antes y durante la llegada de los
españoles a esta área, para el establecimiento de asentamientos y desarrollar dinámicas y procesos
encaminados al uso y explotación de estas zonas.
En las áreas catalogadas con alta sensibilidad arqueológica, se identificaron 7 sitios arqueológicos reportados
en investigaciones enmarcadas en el desarrollo de programas de arqueología preventiva. A través de las
cuales, se logra evidenciar la distribución de las evidencias sobre relieves colinados y lomeríos, en cercanías
a afluentes de agua. Correspondiendo de esta forma, con los registro etnohistóricos consultados donde se
informa de la presencia de asentamientos indígenas Zenú y Malibú, en las partes elevadas y en terrenos
colinados, posterior al abandono de las zonas inundables donde se edificó el sistema de canales.
La diversidad geomorfológica y paisajística del área de estudio EIA VIM 21, permite inferir y corroborar la
multiplicidad de usos que las comunidades del pasado hicieron en estos ambientes, dado que se han
identificado asentamientos tanto en áreas de colinadas como en los planos de inundación cercanos a los
afluentes de agua y ciénagas de la región.
Gracias a estos reportes y la puesta en escena de hallazgos en los planos de inundación se puede indicar
que estas zonas presentan un nivel medio de sensibilidad arqueológica, a pesar de que tan solo se han
reportado tres sitios arqueológicos en el área de estudio. Sin embrago a nivel regional, esta zona constituye
uno de los principales focos de hallazgos de actividades prehispánicas y evidencias arqueológicas de
importancia. Corroborados por los registro etnohistóricos, los cuales brindan información del uso de estas
áreas inundables para el asentamiento y la adecuación de terrenos para cultivos.
Las zonas inundables por sus características paisajísticas, las cuales permanecen la mayor parte del año con
espejos de agua, presentan áreas con menores espacios aprovechables para el asentamiento de continuo de
comunidades, generado de esta forma una menor probabilidad de recuperar evidencias arqueológicas en
estos sitios. Sin embargo, el desarrollo de actividades enfocadas al aprovechamiento de recursos como la
cacería, pesca y recolección de plantas, dejan evidencias que pueden ser recuperadas. Por lo tanto, si bien
estas zonas presentan baja sensibilidad arqueológica, deben ser tenidas en cuenta como puntos de
importancia para el desarrollo de las comunidades del pasado y su subsistencia. Dado que para el municipio
de San Marcos se han realizado hallazgos en este tipo de paisajes, para el área de estudio se reporta la
presencia de un sitio arqueológico.
Figura 4-7 Distribución de las áreas de sensibilidad arqueológica VIM 21
MEDIO SOCIOECONÓMICO
Proteger los posibles vestigios arqueológicos que se puedan llegar a encontrar al interior del área de estudio del
Bloque VIM 21, según la normatividad vigente expresada en la Ley General de Cultura Ley 397 de 1997, Decreto
833 de 2003, Ley 1185 de 2008 y el Decreto 763 de 2009. Así como en el Régimen Legal y Lineamientos Técnicos
de los Programas de Arqueología Preventiva en Colombia expedido por el ICANH.
Brindar información sobre el cuidado y protección del patrimonio cultural y arqueológico de la Nación a todo el
personal encargado de obras civiles (contratistas e interventoría).
2. METAS
Desarrollar la prospección arqueológica del 100% de las áreas a intervenir previo a la ejecución de las obras civiles
que impliquen movimientos de tierra en el área de estudio del Bloque VIM 21.
Capacitar el 100% del personal de obras civiles (Interventoría y contratistas) durante la etapa constructiva
(preferiblemente al inicio de estas), sobre temas de protección al patrimonio arqueológico de la Nación.
Dar el adecuado manejo al 100% de los hallazgos que se puedan presentar en las áreas destinadas a la
construcción.
3. ETAPA
4. IMPACTOS A CONTROLAR
ELEMENTOS
ACTIVIDADES COMPONENTE IMPACTO IMPORTANCIA
AFECTADOS
Desmonte y Arqueológico Perdida, daño y/o afectación del Severo Evidencias Arqueológicas
descapote patrimonio arqueológico e
histórico
Movimiento de tierras
(Excavaciones,
rellenos y extracción
MEDIO SOCIOECONÓMICO
5. TIPO DE MEDIDA
PREVENCIÓN X CORRECCION
MITIGACIÓN COMPENSACION
6. ACCIONES A DESARROLLAR
Prospección arqueológica
Aplica para la etapa constructiva, en las actividades relacionadas con movimientos de suelo en las cuales se puede ver
comprometido el patrimonio arqueológico de la Nación. La prospección es exploración en detalle de un área determinada
(en este caso, del área de impacto directo de los proyectos). Constituye una de las principales técnicas para la
identificación de sitios y contextos culturales cuyas evidencias en la mayoría de los casos se encuentran sepultadas.
Esta técnica se implementa tanto en los estudios de arqueología básica (investigación primaria) con los programas de
arqueología preventiva los cuales son entendidos según el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) en sus
lineamientos técnicos del 15 de julio de 2010, como “la investigación científica dirigida a Identificar y caracterizar los bienes
y contextos arqueológicos existentes en el área de aquellos proyectos, obras o actividades que requieren licencia
ambiental, registros o autorizaciones equivalentes ante la autoridad ambiental o que, ocupando áreas mayores a una
hectárea, requieren licencia de urbanización, parcelación o construcción. El propósito de este Programa es evaluar los
niveles de afectación esperados sobre el patrimonio arqueológico por la construcción y operación de las obras, proyectos y
actividades anteriormente mencionados, así como formular y aplicar las medidas de manejo a que haya lugar para el Plan
de Manejo Arqueológico correspondiente” (ICANH 2010).
5. Laboratorio en caso de hallazgos (el tiempo estimado para el desarrollo de esta etapa se estima que es
de tres veces la etapa de campo pero puede variar de acuerdo a los hallazgos)
Capacitación
Se debe capacitar a todo el personal involucrado en la ejecución de obras civiles (interventoría y contratistas), acerca de la
protección del patrimonio arqueológico, su importancia y la legislación que lo protege. Durante estas capacitaciones, se
debe hacer énfasis en cómo identificar un sitio arqueológico y cuáles son las medidas preventivas que se deben
implementar en caso de un hallazgo fortuito producto de las actividades constructivas.
Evitar el saqueo, manipulación o alteración de los materiales expuestos por parte de personal diferente a un
profesional arqueólogo.
No intentar una excavación de los objetos por cuenta propia con el fin de no incrementar el deterioro del contexto
cultural.
Reportar de inmediato el hallazgo a un profesional arqueólogo quien se hará cargo de su manejo, salvamento y de
adelantar todos los procedimientos legales ante el ICANH, además de liberar el área para su intervención dependiendo de
la magnitud del hallazgo.
Implementación de una estrategia de arqueología pública con el personal que interviene en las actividades de remoción de
suelos, mediante el desarrollo de charlas y capacitaciones sobre patrimonio, legislación y acciones a desarrollar ante un
hallazgo fortuito.
Aprobación del
informe final y cierre
de licencia
Listado de asistencia.
Registro fotográfico.
Arqueólogo
Capacitar al
Capacitar al personal de
personal de obras % cumplimiento Informe de
obras civiles CANACOL ENERGY
civiles actividades.
Colombia S.A.
Copia de material de
apoyo.
solicitud de
autorización de
intervención
arqueológica
Radicado de solicitud
Dar el manejo ante el ICANH
adecuado al 100%
% cumplimento hallazgo Autorización de
de los hallazgos Arqueólogo
fortuito = 100 (Hallazgos intervención
fortuitos que se
fortuitos reportados / 100% arqueológica
puedan presentar CANACOL ENERGY
hallazgos fortuitos
dentro de las área Colombia S.A.
manejados) Informe final de
a impactar por las investigación
obras civiles
Radicado del informe
final ante el ICANH
Aprobación del
informe final y cierre
de licencia
REGISTROS: Los registros que se enumeran en el aparte anterior, hacen parte del Programa de Arqueología
Preventiva que el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) exige para cumplir con todos los parámetros
legales de protección al Patrimonio Arqueológico de la Nación.
MEDIO SOCIOECONÓMICO
Prospección arqueológica
Capacitación
Se realizará en cada una de las áreas destinadas a la
ejecución de obras civiles. Personal encargado de obras civiles, interventoría y
contratistas.
X X
Prospección Arqueológica
Profesional en arqueología
Auxiliares de campo de la región
Profesional en arqueología
Profesional en arqueología
Auxiliares de campo de la región
Prospección arqueológica
Esta medida se hace parte del programa de arqueología preventiva y se debe implementar previo al inicio de cada una de
MEDIO SOCIOECONÓMICO
ACTIVIDAD DÍAS
Prospección (5 ha) 10
Capacitación
Se desarrolla durante la ejecución de las obras civiles, preferiblemente al inicio de ellas cuando todo el personal este
presente. Para esta actividad se calculan dos charlas de 1 hora por día.
Hallazgos fortuitos
El manejo de estos hallazgos se debe realizar en el momento en que se produzca el hallazgo y conlleva los mimos tiempos
que la prospección con diferencia de la etapa de capo la cual se establece de acuerdo al tipo de hallazgo.
ACTIVIDAD DÍAS
14. PRESUPUESTO
Prospección arqueológica
Los costos presentados corresponden a un área prospectada de 10 hectáreas, con un tiempo de ejecución de proyecto de
3 meses.
Capacitación
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