El desarrollo cognitivo es el proceso por el cual las personas adquieren, organizan y utilizan el conocimiento sobre el mundo que les rodea. Una de las teorías más influyentes sobre este tema es la propuesta por el psicólogo Jerome Bruner, quien se basó en las ideas de Piaget, Vygotsky y otros autores para elaborar su propio enfoque. Según Bruner, el desarrollo cognitivo implica la construcción de sistemas de representación que permiten al individuo comprender y comunicar la realidad. Estos sistemas de representación son tres: el enactivo, el icónico y el simbólico. Cada uno de ellos tiene sus propias características y funciones, y se van integrando progresivamente a lo largo del desarrollo. El sistema enactivo es el primero en aparecer y se basa en la acción. El individuo codifica la información mediante respuestas motoras y sensoriales, sin recurrir a imágenes o símbolos. Por ejemplo, un bebé recuerda cómo sacudir un sonajero o cómo alcanzar un objeto. Este sistema permite al niño explorar el mundo físico y desarrollar sus habilidades perceptivas y motrices. El sistema icónico surge después y se basa en las imágenes. El individuo codifica la información mediante representaciones visuales o mentales, que pueden ser estáticas o dinámicas. Por ejemplo, un niño recuerda cómo es la cara de su madre o cómo se mueve un animal. Este sistema permite al niño ampliar su campo de conocimiento y desarrollar su memoria y su imaginación. El sistema simbólico es el último en aparecer y se basa en el lenguaje. El individuo codifica la información mediante signos arbitrarios que tienen un significado convencional. Por ejemplo, un niño recuerda el nombre de un objeto o una persona, o una regla gramatical. Este sistema permite al niño abstraerse de la realidad concreta y desarrollar su pensamiento lógico y creativo. Bruner considera que estos sistemas de representación no son etapas fijas ni excluyentes, sino que se complementan entre sí y se transforman a lo largo del desarrollo. Así, el individuo puede pasar de uno a otro según las demandas de la situación y las características del contenido. Además, Bruner destaca el papel fundamental que tiene la cultura y la interacción social en el desarrollo cognitivo, ya que proporcionan al individuo los instrumentos simbólicos y las pautas para interpretar la realidad. La teoría cognitiva de Bruner tiene importantes implicaciones educativas, ya que propone una metodología basada en el descubrimiento guiado, la motivación intrínseca y la espiral curricular. El descubrimiento guiado consiste en facilitar al alumno la búsqueda activa de su propio conocimiento, mediante preguntas, sugerencias y retroalimentación por parte del profesor. La motivación intrínseca consiste en despertar el interés del alumno por aprender, mediante la presentación de retos adecuados a su nivel de desarrollo y sus necesidades. La espiral curricular consiste en organizar los contenidos de forma que se vayan revisando y ampliando a lo largo del tiempo, teniendo en cuenta los diferentes sistemas de representación. En conclusión, la teoría cognitiva de Bruner es una teoría que ofrece una visión dinámica e integradora del desarrollo cognitivo, así como una propuesta pedagógica que fomenta el aprendizaje significativo y autónomo por parte del alumno.