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TEMA VII
Las cartas pastorales
(1-2 Tm y Tit)
Así siguieron las cosas hasta comienzos del s. XIX, en que Schleiermacher
defendió que la 1 Tm era espuria y luego otros afirmaron los mismo de las otras dos
también. Al presente la Crítica da por demostrado que no son auténticas, poniendo
su composición a mediados del s. II, aunque hay algunos críticos que, si bien las
consideran como inauténticas, piensan que hay en ellas fragmentos paulinos
incorporados, especialmente de referencias personales; o bien las consideran como
cartas paulinas interpoladas.
No obstante investigadores protestantes de talla, como B. Weiss, Zahn,
Schlatter, J. Jeremías, etc., mantienen su autenticidad al igual que otros católicos.
Los argumentos en contra de ellas son de orden histórico, literario y
doctrinal.
1) Los errores combatidos, dicen, son los del s. II; la jerarquía eclesiástica no
pudo estar tan definida en tiempo de Pablo, y no hay lugar para ellas en su vida:
murió antes. Baur pensó que los rasgos de los herejes impugnados son los del
gnosticismo avanzado del s. II; las "antítesis", a que alude la 1 Tm 6,20 serán las de
Marción. Sin embargo, la Crítica hace tiempo que ha dejado esto. Hoy se admite
que los rasgos concretos de esos herejes (prohibición del matrimonio y abstención
de ciertos alimentos (1 Tm 4,3); mitos y genealogías (1 Tm 1,3s y Tít 1 1 l4s); la
espiritualización de la esperanza de la resurrección (2 Tr 2,18). no permiten asignar
una fecha segura y ha de descartarse como prueba de inautenticidad de las mismas
(Dibelius). Ciertamente que hay secciones sobre los herejes (Cf.. especialmente 1
Tm 4 1-10;2 Tm 3,1-9.13; Tít 1,10-16; 3,9-11) pero no se puede definir la herejía
precisa, cual fue el gnosticismo. Proceden más bíen del interior de la Iglesia y tienen
un carácter netamente judaico: disputan sobre la Ley (Tit 3,9 cf 1 Tm 1,7);
distinguen entre alimentos puros e impuros (1 Tm 4,3; Tit 1,15); son de la
circuncisión y sus divagaciones son fábulas judaicas (Tit 1,10s.14). Podemos
concluir que se trata de judaizantes un poco tocados de infiltraciones paganas (cf. 1
Tm 4,3; 2 Tm 3,8): un judaísmo sincretista parecido al de la crisis de Colosas,
encaminado hacia el Gnosticismo, pero que no se puede denominar así (al menos
no está claro lo del dualismo y menos la emanación de eones escalonados). Lo más
que se puede decir que es un judaísmo gnostizante (G.Kittel).
Igualmente es exagerado decir que la jerarquía está muy definida, como ya
en el s. II. La existencia de diáconos y presbíteros al lado de los Apóstoles en la
comunidad primitiva de Jerusalén es incontestable (cf Hech 8 y 15), y es lógico o
posible que otras comunidades se organizaran similarmente. En S. Ignacio de
Antoquía, muerto a principios del s. II bajo Trajano, al lado de los diáconos y
presbíteros hay un "epískopos" monárquico; y es que en Hech el "epískopos" (=
superintendente: cf. el "mebbaqqer" de Qumrán) es sinónimo de "presbíteros" (cf.
Hech 20,17.28 :Pablo mismo en Fil 1,1 sólo habla de "epískopos" y "diáconos"; es
decir: de "presbíteros" y "diáconos". En las Pastorales efectivamente se encuentran
los términos "obispo" o "presbítero" y "diácono"; pero menos frecuentemente que
en las cantas de S. Ignacio de Antioquía y nunca se pueden distinguir tan
netamente como en ellas los grados de la jerarquía posterior:, en 1 Tm 3,2 se habla
de los deberes del "epískopos" y se pasa en seguida a los de los diáconos (de "
presbíteros" no se dice nada!); en Tit 1 7--cl otro pasaje donde se menciona al
"obispo" --se desarrolla así el pensamiento: v..5 Tito establecerá en cada ciudad
"presbíteros", que sean irreprochables (v.6), "porque el epískopos debe, etc....
(v.7). Evidentemente "presbíteros" y "epískopos"' son las mimas personas o grados
de la jerarquía como en Hech 20,17.28. No se puede decir que "obispo" está en
singular (cf. 1 Tm 5,19 "presbítero": en n Tít 1,7 se pasa del pl. al singular).
En conclusión hay que decir que el episcopado monárquico, cual aparece a
principios del s.II, aún no existe: el verdadero jefe de las comunidades es Pablo;
"presbíteros" y "epískopos" aquí son aún sinónimos. Las Pastorales están más
próximas en esto a la mitad del s.l que a los comienzos del s. I. Hay que notar, sin
embargo, que la función de los carismáticos es pasada en silencio y que estamos
ante te un encaminamiento de cosas que va hacia el estado del s. II: Timoteo y Tito
cumplen funciones regulares, que preparan la aparición del episcopado. A la
muerte de los Apóstoles será normal que un presbítero privilegiado asuma la
autoridad suprema entre los otros.
No está demostrado que Pablo muriera el a.63. El hecho de encontrarse en
"custodia libera" y el modo como terminan los Hech hace más bien suponer lo
contrario: Lucas nos lo hubiera contado.
Lo de la triple profecía de Mileto (Hech 20,25) pudo ser más bien un triste
presentimiento del Apóstol y no una predicción formal. La antigua tradición supone
que Pablo fue absuelto, pudiendo luego realizar su sueño de venir a España según
la 1 Clem, 5,5-7, las Actas de Pedro y el Fragmento. Muratoriano.
2) Las dificultades contra la Pastorales se fundan principalmente en el estilo y
el vocabulario . No estamos ante el estilo ágil de las "grandes", sino que su estilo es
"lento, monótono, redundante". Ni tampoco se nota aquí el soplo potente de
aquellas, que a veces desborda los moldes, sino que la dicción fluye mansamente,
dentro de un cauce fijo. La deducción y la demostración, frecuentes en aquellas,
aquí son sustituidas por la simple afirmación. Hay una gran carencia de partículas
breves.
Algo por el estilo ocurre con el vocabulario: una tercera parte de las palabras
(848) faltan de las restantes cartas de Pablo. Su vocabulario se aproxima más en
conjunto al del griego elevado del mundo helenista de la filosofía popular, etc.,de lo
que ocurre en general en Pablo.
Sin embargo este argumento, que parece tan fuerte, no les parece tanto ya a
los mismos críticos. En Rm por ejemplo hay una proporción similar entre el
vocabulario total y las palabras especiales: 261 entre 993. Por otro lado Pablo no es
esclavo de formas fijas: hay una gran variedad en cartas reconocidas por todos
como suyas, vgr. Tes y Gál. Además es normal que haya diferencias entre cartas
dirigidas a particulares y a las comunidades: nada de particular que aparezcan aquí
términos como "estómago, manto, abuela"; otras pueden deberse a los errores
combatidos o a circunstancias personales. No hay que olvidar que hay expresiones
completamente paulinas.
Aunque no debemos ocultar que hay diferencias chocantes: se nota la
substitución de expresiones o términos caros al Apóstol, típicamente suyos, por
otros. A esto se puede responder que ignoramos la libertad que diera al secretario,
que por la afinidad con Hech pudo ser Lucas.
3) las dificultades de orden doctrinal se basan en que mientras en las
"grandes" se nota un soplo potente dogmático, inspirado por una mística de altos
vuelos, aquí estamos ante la exposición de una moral proba, muy clásica, que
insiste en la práctica de las buenas obras, preocupada del justo medio: "es el
Cristianismo de la recta doctrina y de las buenas obras" (Dibelíus). El dogma es
presentado sin amplitud ni gran dinamismo; más bien la preocupación del autor no
es otra que la conservación de un depósito fijo y definitivo.
La objeción es justa: la recta o sana doctrina tiene aquí un papel muy
importante; la misma palabra "fe" se aproxima en algunos pasajes a la significación
de "enseñanza de la fe" (a la fe como objeto). Pero esta diferencia puede tener una
fácil explicación, como lo que se dice de la "tradición "cuya guarda tiene una gran
importancia (1 Tm 6,20; 2 Tm 1,12.14; 2'2) Sin embargo conviene no exagerar: la
importancia de la "tradición" también se destaca en 1 Cor 11,2.23; l5,3; 2 Ts 2,15;
Rom 6,17 nos habla de un "tipo o forma de, enseñanza".
Por otro lado conviene no olvidar el momento y las razones por las que se
escribieron las Pastorales: se dirigen contra movimientos heréticos surgidos dentro
del Cristianismo y había que apelar, cono en la 1 Cor, a la tradición o doctrina
recibida. Que a esta doctrina se la llame "sana" es normal, pues la herejía interior
era realmente una enfermedad (cf. 2 Tim, 2,17) de la Iglesia. Para combatir la
herejía también era normal acuñar fórmulas e himnos, o recogerlos de la Liturgia;
pero, cosa curiosa: nos ofrecen una cristología menos desarrollada que la de las
otras cartas paulinas.
escribirla la 1Tm y la de Tit del 64-65. Apresado de nuevo, sin que sepamos cuándo
ni cómo, fue conducido a Roma. donde poco antes de morir, escribiría la 2 Tm por
el a.67.