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TEMA VII
Las cartas pastorales
(1-2 Tm y Tit)

7.1 Su nombre y carácter.


Las dos cartas a Timoteo y la de Tito constituyen dentro del Corpus paulino
un conjunto especial; claramente distintas de las otras cartas tienen entre sí una
gran afinidad tanto por el fondo como por la forma: son un bloque homogéneo, por
el que fueron felizmente denominadas "Cartas Pastorales" desde el s. XVIII. Las tres
hablan de las cualidades necesarias a los ministros de la Iglesia, de sus deberes y
responsabilidades como tales. Como la de Fm se dirigen a individuos, aunque al
mismo tiempo pueden ser cartas oficiales (al menos 1 Tm y Tit) a las iglesias por
ellos gobernadas: podían servirles para fortalecer su autoridad y actuación.
En ellas tenemos los comienzos del derecho eclesiástico, como ya notaba en
el s. II el autor del Fragmento Muratoriano, si bien no fa1tan explicaciones
dogmáticas, sobre todo cristológicas (cf. himno a Cristo en 1 Tm 3,16 y cf. 6,15s; 2
Tm 1,8-10; 2, 8-13; Tit 3,4-7).
Su forma es más libre, menos estructurada, que la de las grandes epístolas, y
tienen repeticiones así como bastantes referencias personales.
El principal problema que se plantea a propósito de ellas es el de su
autenticidad. Cuestión naturalmente discutible.

7.2. Autenticidad de las Pastorales.-


Citadas por los PP. Apostólicos, al parecer eran bien conocidas de toda la
Iglesia desde la segunda mitad del s. II, y reconocidas por paulinas y canónicas
como las otras diez (si bien no están en el P 46 y Marción no las admitía en su
canon); así también las reconocieron los PP. posteriores.

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Así siguieron las cosas hasta comienzos del s. XIX, en que Schleiermacher
defendió que la 1 Tm era espuria y luego otros afirmaron los mismo de las otras dos
también. Al presente la Crítica da por demostrado que no son auténticas, poniendo
su composición a mediados del s. II, aunque hay algunos críticos que, si bien las
consideran como inauténticas, piensan que hay en ellas fragmentos paulinos
incorporados, especialmente de referencias personales; o bien las consideran como
cartas paulinas interpoladas.
No obstante investigadores protestantes de talla, como B. Weiss, Zahn,
Schlatter, J. Jeremías, etc., mantienen su autenticidad al igual que otros católicos.
Los argumentos en contra de ellas son de orden histórico, literario y
doctrinal.
1) Los errores combatidos, dicen, son los del s. II; la jerarquía eclesiástica no
pudo estar tan definida en tiempo de Pablo, y no hay lugar para ellas en su vida:
murió antes. Baur pensó que los rasgos de los herejes impugnados son los del
gnosticismo avanzado del s. II; las "antítesis", a que alude la 1 Tm 6,20 serán las de
Marción. Sin embargo, la Crítica hace tiempo que ha dejado esto. Hoy se admite
que los rasgos concretos de esos herejes (prohibición del matrimonio y abstención
de ciertos alimentos (1 Tm 4,3); mitos y genealogías (1 Tm 1,3s y Tít 1 1 l4s); la
espiritualización de la esperanza de la resurrección (2 Tr 2,18). no permiten asignar
una fecha segura y ha de descartarse como prueba de inautenticidad de las mismas
(Dibelius). Ciertamente que hay secciones sobre los herejes (Cf.. especialmente 1
Tm 4 1-10;2 Tm 3,1-9.13; Tít 1,10-16; 3,9-11) pero no se puede definir la herejía
precisa, cual fue el gnosticismo. Proceden más bíen del interior de la Iglesia y tienen
un carácter netamente judaico: disputan sobre la Ley (Tit 3,9 cf 1 Tm 1,7);
distinguen entre alimentos puros e impuros (1 Tm 4,3; Tit 1,15); son de la
circuncisión y sus divagaciones son fábulas judaicas (Tit 1,10s.14). Podemos
concluir que se trata de judaizantes un poco tocados de infiltraciones paganas (cf. 1
Tm 4,3; 2 Tm 3,8): un judaísmo sincretista parecido al de la crisis de Colosas,
encaminado hacia el Gnosticismo, pero que no se puede denominar así (al menos
no está claro lo del dualismo y menos la emanación de eones escalonados). Lo más
que se puede decir que es un judaísmo gnostizante (G.Kittel).
Igualmente es exagerado decir que la jerarquía está muy definida, como ya
en el s. II. La existencia de diáconos y presbíteros al lado de los Apóstoles en la
comunidad primitiva de Jerusalén es incontestable (cf Hech 8 y 15), y es lógico o
posible que otras comunidades se organizaran similarmente. En S. Ignacio de
Antoquía, muerto a principios del s. II bajo Trajano, al lado de los diáconos y
presbíteros hay un "epískopos" monárquico; y es que en Hech el "epískopos" (=
superintendente: cf. el "mebbaqqer" de Qumrán) es sinónimo de "presbíteros" (cf.

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Hech 20,17.28 :Pablo mismo en Fil 1,1 sólo habla de "epískopos" y "diáconos"; es
decir: de "presbíteros" y "diáconos". En las Pastorales efectivamente se encuentran
los términos "obispo" o "presbítero" y "diácono"; pero menos frecuentemente que
en las cantas de S. Ignacio de Antioquía y nunca se pueden distinguir tan
netamente como en ellas los grados de la jerarquía posterior:, en 1 Tm 3,2 se habla
de los deberes del "epískopos" y se pasa en seguida a los de los diáconos (de "
presbíteros" no se dice nada!); en Tit 1 7--cl otro pasaje donde se menciona al
"obispo" --se desarrolla así el pensamiento: v..5 Tito establecerá en cada ciudad
"presbíteros", que sean irreprochables (v.6), "porque el epískopos debe, etc....
(v.7). Evidentemente "presbíteros" y "epískopos"' son las mimas personas o grados
de la jerarquía como en Hech 20,17.28. No se puede decir que "obispo" está en
singular (cf. 1 Tm 5,19 "presbítero": en n Tít 1,7 se pasa del pl. al singular).
En conclusión hay que decir que el episcopado monárquico, cual aparece a
principios del s.II, aún no existe: el verdadero jefe de las comunidades es Pablo;
"presbíteros" y "epískopos" aquí son aún sinónimos. Las Pastorales están más
próximas en esto a la mitad del s.l que a los comienzos del s. I. Hay que notar, sin
embargo, que la función de los carismáticos es pasada en silencio y que estamos
ante te un encaminamiento de cosas que va hacia el estado del s. II: Timoteo y Tito
cumplen funciones regulares, que preparan la aparición del episcopado. A la
muerte de los Apóstoles será normal que un presbítero privilegiado asuma la
autoridad suprema entre los otros.
No está demostrado que Pablo muriera el a.63. El hecho de encontrarse en
"custodia libera" y el modo como terminan los Hech hace más bien suponer lo
contrario: Lucas nos lo hubiera contado.
Lo de la triple profecía de Mileto (Hech 20,25) pudo ser más bien un triste
presentimiento del Apóstol y no una predicción formal. La antigua tradición supone
que Pablo fue absuelto, pudiendo luego realizar su sueño de venir a España según
la 1 Clem, 5,5-7, las Actas de Pedro y el Fragmento. Muratoriano.
2) Las dificultades contra la Pastorales se fundan principalmente en el estilo y
el vocabulario . No estamos ante el estilo ágil de las "grandes", sino que su estilo es
"lento, monótono, redundante". Ni tampoco se nota aquí el soplo potente de
aquellas, que a veces desborda los moldes, sino que la dicción fluye mansamente,
dentro de un cauce fijo. La deducción y la demostración, frecuentes en aquellas,
aquí son sustituidas por la simple afirmación. Hay una gran carencia de partículas
breves.
Algo por el estilo ocurre con el vocabulario: una tercera parte de las palabras
(848) faltan de las restantes cartas de Pablo. Su vocabulario se aproxima más en

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conjunto al del griego elevado del mundo helenista de la filosofía popular, etc.,de lo
que ocurre en general en Pablo.
Sin embargo este argumento, que parece tan fuerte, no les parece tanto ya a
los mismos críticos. En Rm por ejemplo hay una proporción similar entre el
vocabulario total y las palabras especiales: 261 entre 993. Por otro lado Pablo no es
esclavo de formas fijas: hay una gran variedad en cartas reconocidas por todos
como suyas, vgr. Tes y Gál. Además es normal que haya diferencias entre cartas
dirigidas a particulares y a las comunidades: nada de particular que aparezcan aquí
términos como "estómago, manto, abuela"; otras pueden deberse a los errores
combatidos o a circunstancias personales. No hay que olvidar que hay expresiones
completamente paulinas.
Aunque no debemos ocultar que hay diferencias chocantes: se nota la
substitución de expresiones o términos caros al Apóstol, típicamente suyos, por
otros. A esto se puede responder que ignoramos la libertad que diera al secretario,
que por la afinidad con Hech pudo ser Lucas.
3) las dificultades de orden doctrinal se basan en que mientras en las
"grandes" se nota un soplo potente dogmático, inspirado por una mística de altos
vuelos, aquí estamos ante la exposición de una moral proba, muy clásica, que
insiste en la práctica de las buenas obras, preocupada del justo medio: "es el
Cristianismo de la recta doctrina y de las buenas obras" (Dibelíus). El dogma es
presentado sin amplitud ni gran dinamismo; más bien la preocupación del autor no
es otra que la conservación de un depósito fijo y definitivo.
La objeción es justa: la recta o sana doctrina tiene aquí un papel muy
importante; la misma palabra "fe" se aproxima en algunos pasajes a la significación
de "enseñanza de la fe" (a la fe como objeto). Pero esta diferencia puede tener una
fácil explicación, como lo que se dice de la "tradición "cuya guarda tiene una gran
importancia (1 Tm 6,20; 2 Tm 1,12.14; 2'2) Sin embargo conviene no exagerar: la
importancia de la "tradición" también se destaca en 1 Cor 11,2.23; l5,3; 2 Ts 2,15;
Rom 6,17 nos habla de un "tipo o forma de, enseñanza".
Por otro lado conviene no olvidar el momento y las razones por las que se
escribieron las Pastorales: se dirigen contra movimientos heréticos surgidos dentro
del Cristianismo y había que apelar, cono en la 1 Cor, a la tradición o doctrina
recibida. Que a esta doctrina se la llame "sana" es normal, pues la herejía interior
era realmente una enfermedad (cf. 2 Tim, 2,17) de la Iglesia. Para combatir la
herejía también era normal acuñar fórmulas e himnos, o recogerlos de la Liturgia;
pero, cosa curiosa: nos ofrecen una cristología menos desarrollada que la de las
otras cartas paulinas.

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Las "buenas obras", fuertemente acentuadas, no faltan tampoco en las cartas


paulinas más antiguas (cf. 2 Ts 2,17; 2 Cor 9,8; Rm 2,7; 13,3; Gl 5,13ss; C1 1,10; Ef
2,10). Sí se recomiendan con más ahínco aquí seguramente que es por el fin
práctico de las Pastorales: ante las ilusiones de los herejes que convenía destacar el
lado real, concreto de la vida cristiana. Por lo demás esas obras ponen de
manifiesto las fuerzas de la nueva vida del cristiano (2 Tm 3,17) y se trata, como en
las otras cartas, de obras hechas por la gracia (Tit 3,5; 2 Tm l,9); su carácter
meritorio (1 Tm 6,18s; 2 Tm 1,18;4,17) concuerda con Gl 6,9s; Rm 2,6s,etc..
La dificultad de admitir las Pastorales queda aún más reducida si atendemos
a los puntos teológicos más fundamentales: la Trinidad, la salvación, el Espíritu
Santo (garante aquí del depósito revelado, 2 Tm 1,14), la fe (si bien destaque aquí
más la fe objetiva). Las virtudes morales ocupan aquí un puesto de honor; pero S.
Pablo tampoco las olvidó en las otras cartas: cf. Rm 12,8-13,1; G1 5, 22s; F1 4,8,
etc.. quí el Apóstol recomienda con predilección la ponderación, la templanza, la
pureza, la modestia y engloba en la piedad la totalidad de nuestras relaciones con
Díos. Frente a los herejes, que pretendían minimizar las virtudes cristianas,
perdiéndose en investigaciones vanas a propósito para engendrar un falso
misticismo, Pablo lleva a sus lectores al terreno de lo concreto (como la 1 Jn) más
apto para el común de los cristianos: la experiencia seguramente le había enseñado
que las altas doctrinas místicas escapan a la debida captación del cristiano medio.
Aquí, como en las "grandes cartas", nos enseña S. Pablo que el cristiano está
empeñado en una lucha, de la que la milicia y los juegos del estadio son una buena
imagen (2 Tm 2,4-5; 4,7s cf. 1 Cor 9,24-27).
Ante todos estos hechos los críticos más exigentes no pueden menos de
reconocer en las Pastorales muchos elementos paulinos.

7.3. Tiempo de composición de las Pastorales.


Tan próximas entre sí tanto por el fondo como por la forma tienen que
responder a un mismo período. La de Tit es muy afín a la 1 Tm mientras que la 2 Tm
parece ser el testamento de Pablo, próximo a la muerte en su segunda prisión
romana. Esta cautividad no es la de los años 61-63: las condiciones son más duras, y
Pablo, muy pesimista sobre el resultado de su proceso, no espera más que la
muerte. No se trata de otra cautividad que la segunda romana, de que nos habla la
tradición antigua, fijada en el a.67. Las Pastorales, pues, han sido escritas entre el
63 y el 67.
Liberado de su primera cautividad romana probablemente vino
España, desde donde volvería a sus iglesias de Oriente. Llegaría a Creta, donde dejó
a Tito; y luego, a Éfeso, donde dejó a Timoteo, pasando a Macedonía desde donde

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escribirla la 1Tm y la de Tit del 64-65. Apresado de nuevo, sin que sepamos cuándo
ni cómo, fue conducido a Roma. donde poco antes de morir, escribiría la 2 Tm por
el a.67.

7.4. Los destinatarios de las Pastorales.


Fueron Timoteo y Tito.
a) Timoteo, el hijo predilecto del Apóstol, nació en Listra de padre gentil y
madre judía, Eunice, que con su abuela Loide, le educó en la piedad, pero
no le hizo circuncidar (Hech 16,1; 2 Tm 1,5; 3,15); a1 pasar por Listra en su
segundo viaje misional, oyendo hablar bien de é1, Pablo lo tomó consigo
(Hech 16,2), haciéndole circuncidar para no crearse problemas. También
entonces tendría lugar la imposición de manos de los presbíteros sobre é1
(1 Tm 4,14; 2 Tm 1,6).Desde entonces hasta el fin de la primera cautividad
romana estuvo casi siempre con el Apóstol.
En el segundo viaje Pablo le encomendó una importante misión de Atenas
a Tesalónica (1 Ts 3,2ss), y en el tercero otra similar desde Éfeso. En seis
cartas del Apóstol figura como corremitente de Pablo. Compañero suyo
en la cautividad romana primera (Cl 1,1), más tarde le confió la dirección
de la iglesia de Éfeso (1 Tim 1, 3), a donde le dirigió su primera carta. Poco
antes de morir le escribe la 2a., su testamento espiritual, llamándole a sí
(2 Tm 4,9). Timoteo, relativamente joven (1 Tm 442 tenía una salud
delicada (1 Tm 5,23); probablemente tímido, era generoso, recto y estaba
adornado de celo apostólico.
b) Tito, cristiano de la gentilidad de Antioquía no fue obligado a
circuncidarse y acompañó al Apóstol al Concilio . de Jerusalén (G1 2,1-5).
En Hech no se le menciona nunca. Hacia el fin del tercer. viaje apostólico
fue enviado de Éfeso a Corinto con la "carta de las lágrimas" (2 Cr 2,13;
7,6ss): hombre de carácter y hábil diplomático redujo la iglesia de Corinto
a la obediencia del Apóstol y a la conciliación (2 Cr 7,6-16). Poco después
le volvió a enviar Pablo a Corínto para que llevara a cabo la colecta,
entregándoles la 2 Cr (2 Cr 8 6; l2,18). El Apóstol trabajó con é1 algún
tiempo en Creta (Tit 1,5); pero le dejó luego allí, confiándole la
organización y dirección de aquellas ig1esias. E1 Apóstol le escribe
probablemente desde Macedonia, rogándole que fuera a Nicópolis para
tratar con é1 (Tit 3,12).

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7.5. Las Pastorales y la vida de la Iglesia.


Estas cartas son un tesoro por varios conceptos:
- por sus referencias a la jerarquía eclesiástica primitiva y su
reglamentación, "el primer derecho canónico";
- por ser los últimos escritos del Apóstol (la 2 Tm puede decirse su
"testamento espiritual");
- por ser un testimonio ligado de cerca al testimonio supremo que iba a dar
él, derramando su sangre por Cristo, como había deseado (Fl 2,17).
La Iglesia las ha recibido con amor, y se las propone a sus hijos para que
contemplen el verdadero celo apostólico y el auténtico amor a Cristo. "Pero se las
ofrece de una manera especial a los encargados de la cura de almas, para que
encuentren en ellas, con el recuerdo de sus responsabilidades, las líneas
fundamentales de su espiritualidad y de su santificación" (Dornier).

7.6. División o Plan de las Pastorales.-


Cf. la de la Biblia de Jerusalem o la de cualquier otra Biblia.

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