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2 PEDRO

El libro se presenta como una carta apostólica, género literario conocido para su
autor, puesto que alude “a todas las cartas” de Pablo (3,15.16). Su propósito es
zanjar, con la autoridad del apóstol de Pedro, asuntos de controversia doctrinal, y de
esa manera prevenir a los cristianos contra los falos maestros y falsas doctrinas.

Después del habitual saludo introductorio una sección de acción de gracias, la


autoriad del apostol queda establecida con referencias a dos experiencias de
revelación: la primera es el anuncio de su inminente muerte; la segunda, su
presencia en la transfiguración del Señor. El autor presenta estas revelaciones
recibidas por Pedro en continuidad con el “mensaje profético” de la Escritura cuyo
origen se encontraba en una intervención divina semejante: la insiración del Espíritu
Santo.

Los falsos maestros que provocan confusión doctrinal en la iglesia con presentados
como falsos profetas. El autor hace mas hincapié en su depravación moral que en los
detalles de su falsa doctrina son presentados como líderes cristianos que se han
vuelto atrás de los santos preceptos que les fueron trasmitidos.

Sin embargo, esta claro que las falsas doctrinas en cuestión se centran en la parusía,
de la que el autor trata en un contexto soteriológico algo mas amplio. Tras establecer
la triple base de la vedad doctrinal (las enseñanzas de los profetas y de los
apóstoles, trasmisores éstos de las enseñanzas de Jesús) reafirma la enseñanza
escatológica tradicional con cierta instancia en el hecho de que el momento de la
parusía no se sabe por tanto la fe escatológica debe traducirse en vigilancia y en una
conducta moralmente recta.

Pese al carácter tradicional de la escatología, el punto de vista desde el que se


formula es nuevo. Utiliza Sal 90,4 para demostrar que desde la perspectiva de Dios
el tiempo queda relativizado: “un día es para el Señor como mil años y mil años
como un día”(3,8). Usando además Eclo 3,19 y 1Pe 3,20 apela al poder de la
paciencia de Dios y su universal voluntad salvífica (3,9) reduciendo la urgencia de
las expectativas escatológicas a una adhesión mas estricta a la tradición doctrinal
que no pretende saber nada del momento de “día del Señor” y a una actitud de
aguante paciente. El autor cree que coherente con la doctrina que Pablo enseñaba en
“todas sus cartas”, pero inmediatamente añade que los escritos paulinos –como el
“resto de las Escrituras”- en algunos lugares son difíciles de entender y, por tanto,
sin una interpretación adecuada, dan origen a doctrinas torcidas (3,15-16).

Contexto origial

Esta epístola constituye el caso mas claro de pseudonomía del NT. Las principales
razones que excluyen la autoría de Pedro son bien conocidas desde el siglo XIX, se
pueden resumir de la manera siguiente:
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a) La referencia en 3,15 a una colección al menos incipiente, decartas paulinas


elevadas al rango de Escrituras en 3,16.
b) El uso de la epístola de Judas 3-16 en 2,1-22.
c) La referencia de la primera de Pedro como la única carta anterior de Pedro
(3,1) y a la muerte inminente de Pedro (1,14-15). Tales afirmaciones
presuponen la existencia de dos y solo dos epístolas auténticas manifiestan
asi la intensión de cerrar el paso de la composición de ulteriores epístolas
petrinas.
d) La dependencia literaria de 2Pe 1,16-18 respecto al texto griego canónico del
evangelio de Mateo (Mt 17,4-5).

A esta lista hay que añadir el resultado de las investigaciones linguisticas que hacen
imposible la atribución de la segunda de Pedro al autor de la primera de Pedro y
apuntan a una fecha de composición ya en el siglo II.

Aunque la carta es psedónima, no debe ser considerada como instrumento de


engaño, es mas bien el resultado de un esfuerzo por erigir un monumento literario a
importantes elementos de auténtica tradición apostólica, no solo acerca de la
escatología cristiana primitiva, sino también la importante verdad de que,
interpretados correctamente, los apóstoles Pedro y Pablo ha trasmitido idéntica
enseñanza.

Desde ahí se entiende el uso del único genero literario que estos apóstoles han
empleado: la carta apostólica. Sin embargo, la segunda de Pedro presenta mas
correctamente las huellas de la forma literaria llamada “testamentos apostólicos”.
Tales “Testamentos” están constituidos en el NT por el discurso de Pablo en Mileto
(Hc 20,18-35) los dos últimos capítulos de la segunda a Timoteo (Tim 3,1-4,8), la
epístola de Judas (3-16), la última sección de Hebreos (Hb 10,13-19,22) y en aluna
medida ciertos elementos del apéndice del Evangelio de Juan (Jn 21,15-25) como
característica común, estos textos tratan de la muerte de los primeros lideres de la
Iglesia, contienen predicciones de persecución y disidencia en la iglesia, subrayan el
papel de las escrituras y la dependencia de la tradición, contienen un vocabulario de
“rememoración” (recordatorio y recuerdo) y exaltan el valor del martirio.

La segunda de Pedro esta escrita en la presuposición de que sus lectores conocen a


primera de Pedro y una colección de cartas paulinas. La presentación de Pedro
como testigo ocular privilegiado de la transfiguración, como receptor de una
revelación acerca de su muerte inminente (martirial) y como “hermano” del apóstol
Pablo, “”todas [cuyas] cartas” conoce y puede interpretar correctamente incluido los
“puntos difíciles”, … todos estos detalles manifiestan por parte del autor no solo de
establecer una paridad entre Pedro y Pablo sino también de señalar una importancia
de la misión de Pedro que la de Pablo no poseía.

Uso e interpretación de 2 Pedro


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La postura adoptada por la segunda de Pedro, tanto en el tema de la escatología


como en el de la autoridad común de Pedro y Pablo ha entrado en la estructura
misma de la síntesis doctrinal que se puede rastrear desde los tiempos de Ireneo
hasta la edad de oro de la Patrística (siglo IV y V) pasando por Orígenes. Por
consiguiente, la canonicidad de la epístola, no fue objeto de dudas controversias
importantes. Aunque el Canon Muratori pude que no hay contenido el uso probable
de la obra por parte de Ireneo y un papiro del siglo III que contenía ambas epístolas
de Pedro abogan por una canonicidad temprana. La obra no recibió una atensión
especial en los comentarios patrísticos. Tampoco hay muchos testimonios de su
importancia en las grandes controversias doctrinales de la iglesia patrística y
medieval.

Sin embargo, dos versículos pronto objeto de atención por su contenido doctrinal. El
primero fue 1,4 por su expresión “partícipes de la naturaleza divina”. Por su tono
filosófico, tanto los padres griegos como los latinos saludaron en él el uso de
términos “naturaleza” y lo citaron en el contexto de la antropología teológica. En
los manuales clásicos de teología escolástica aparece como texto clave que
demuestra la realidad de la gracia santificante. El otro pasaje, 2 Pe 1,21, se convirtió
en un texto escriturístico “clásico” sobre la inspiración. Su usu generalizado fue el
principal responsable del planteamiento adoptado por la escolástica al usar el
modelo de la inspiración profética para explicar la inspiración de la Escritura en
general. La función y confusión de los dos conceptos persistió hasta los tiempos del
vaticano II.

Trasfondo histórico general

A la vista de los que se ha dicho antes, la composición de la segunda de Pedro se


puede datar razonablemente entorno al 125 d.C. la critica anterior llegó a seguir con
frecuencia fechas tan tardías como el 150 o incluso el 180 d.C. pero el uso probable
de la obra por parte de Ireneo asi como el hecho de que aparentemente no utilice las
cartas pastorales, recomendaría una fecha no posterior al primer cuarto del siglo II.
Una estrecha dependencia respecto a la primera de Pedro escrita en Roma habla a
favor de un origen romano.

Tanto las referencias a la carta de Pablo como las características de los “testamentos
apostólicos” presentes en la segunda de Pedro apuntan a un círculo de de
destinatario mayor, incluso, el autor quiere fortalecer y extender la aceptación de la
autoridad de Pedro en cuestiones de doctrinas e interpretación escriturística,
incluyendo la interpretación de las cartas de Pablo. Al mismo tiempo, al presentar a
Pedro escribiendo “por segunda vez” antes de su muerte, pretende clausurar un
“mini-corpus” petrino como depósito de tradiciones vinculadas a su nombre y
paralela al corpus paulino presentado en 2 Pe 3,15.

La interpretación correcta de la epístola debe formarse también una idea de la


situación en la que el cristianismo se hizo consiente de su naturaleza histórica. Pues
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en este escrito, el problema de la segunda venida no se trata como un dogma


particular de fe, sino como un asunto que determina el modo en que los cristianos
deben encarar el proceso en marcha de la historia de salvación y afrontar la crisis y
cambios dentro y fuera de la iglesia.

1,2-2 saludo

1,1 Los mejores manuscritos en lugar de Simón tienen “Simeón”, forma que solo se
encuentra en Hechos, en un discurso de Santiago (15,14). Este uso parece ser
intensionadamente, subrayando la identidad Judía de Pedro. Por otro lado, “Simón
Pedro” es típicamente Joánico.

1,2 el saludo “gracia y paz” recure en todas las cartas paulinas. Sin embargo, la
adición “abunden” lo hace una copia de 1Pe 1,2. El hecho de que la abundancia de
estos dones se traduzca en “el conocimiento de Dios y de Jesús, Señor nuestro” tiene
estrechos paralelos en Colosenses (1,10;2,2), pero parece estar muy próximos Tit
1,1. El conocimiento indicado puede que no sea totalmente intelectual, pero la
Epístola está claramente atenta a la doctrina y la enseñanza, consideradas como el
resultado de la gracia divina.

1,3-4 Dones y promesas

1,3 El “poder divino” mencionado aquí se ha traducido en todos los dones


espirituales presentes en nosotros gracias a una llamada que recibimos a alcanzar la
(propia gloria y “potencia”) de Dios, es decir, a ser elevados por encima del curso
normal de la vida humana.

1,4 El creyente escapa del mundo, que se caracteriza por estar sometido a la
corrupción, procedentes de “las pasiones”. Estas nociones proceden de la filosofía
helenística y estaban muy difundidas en el siglo II debido al éxito popular del
estoicismo. Le uso de la palabra griega equivalente a “pasión” (epithymia) en
Rom7,-8 podría ser el modelo utilizad por el autor a la hora de escribir la general
propensión humana al pecado.

1,5-8 la senda de subida

Las virtudes enumeradas se presentan como peldaños que comienzan con “fe” y
terminan en “amor” y se traducen colectivamente en “conocimiento”. Este
rudimentario es gozo de ética contienen nociones y vocabularios estoicos, pero su
visión es específicamente cristiana: el progreso moral conduce de la aceptación de la
fe, a través de una conducta autodisciplinada, el amor fraterno (agape). Estas
virtudes son frutos del conocimiento de Jesucristo, es decir, de la íntima familiaridad
e identificación con la autorrevelación de Dios.

1,9-11 Éxito o fracaso en alcanzar la meta de la fe


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No recorrer la seda descrita antes acarrea una ceguera, caracterizada como “olvido”
de la purificación de los pecados pasados. La perseverancia en esta senda “consolida
vuestra vocación y elección”. En estos versículos, la existencia cristiana aparece
como precaria pudiendo acabar por “fracasar” o por entrar en “el Reino eterno de
nuestro Señor salvador Jesucristo”. El Reino aquí descrito esta ya establecido con
gloria, aunque el cristiano no participa de él la manera plena y definitiva. Así
mismo, la “vocación y elección” son señales y precisan ser completadas y
autenticadas por la vida cristiana.

1,12-15 Recordatorio de la partida inminente del apóstol

Este pasaje define la estructura literaria de esta carta, creada por el autor de acuerdo
con su modo de entender la postura y actitud de Pedro ante el umbral de su muerte.
La palabra “recordar” (hypomimneskein) señala la intensión del autor de presentar
una enseñanza que ya es pública. La razón para poner en escrito esta enseñanza
doble: la pre monición que Pedro recibió de Cristo de que su muerte, descrita como
“Abandono” de este mundo, es inminente; y la necesidad de conservar el recuerdo
de esta enseñanza después de su muerte.

El lenguaje que alude la muerte del apóstol recuerda 2Cor 5,1-4, pero las
afirmaciones acerca del uso frecuente de un escrito de su enseñanza indica la
conciencia de las iglesias post-apostólicas de sus dependencias respeto al recuerdo
de Pedro.

1,16-21 el testimonio fiable de Pedro

La enseñanza del apóstol sobre la venida en poder (dynamis kai parousia) de Cristo
no se basa en “leyendas” (en el sentido del producto de la fantasía, sino en su
condición de testigo ocular de la transfiguración. En ese acontecimiento en el que
Pedro, junto con sus compañeros, recibió de las palabras del Padre la revelación de
la filiación divina de Jesús.

La “palabra de los profetas”, mencionadas en el v.19, puede indicar este mismo


mensaje de la transfiguración o, posiblemente, declaraciones proféticas cristianas
anunciando la parusía. Constituye una luz que brilla en las tinieblas para facilitar el
mantenerse en vela la imagen de la estrella matutina que “se alza en los corazones”
expresa acertadamente la anticipación de la parusía en experiencias análogas a la
transfiguración.

2,1-3 la falsa profecía y su condena

Estos versículos caracterizan de forma concisa a “los falsos profetas” y “falsos


maestros” que surgen el pueblo. Recordando Dt 13,1-5 el v.1 repite el paralelismo
paulino entre la iglesia y el pueblo de Isrrael errante por el desierto. Aquí, sin
embargo, los falsos profetas se describen promoviendo “sextas perniciosas”,
viviendo inmoralmente, movidos por la codicia y utilizando el engaño.
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Su principal pecado es el de “negar al Señor” (v.1), lo cual se entiende mejor en


referencia a un situación de persecución en la que la fidelidad se ve sometida a
prueba por la presión exterior a abandonar la fe. Un contexto social así es el que
presupone la afirmación de que estos falsos profetas perjudican la reputación del
nombre de los cristianos: “por su culpa será difamado el camino de la verdad” (v.2).

Cristo es presentado como “el dueño que los rescató” (v.2,bj), expresión conocida
que supone representar al cristiano como esclavo (cf. doulos 1.1) y a Jesús
comprándonos con su sangre. La palabra “dueño” lo describe como Señor y
soberano (desposte).

El destino aciago de los falsos profetas se asegura de dos maneras. Su acción es


autodestructiva. Pero también están sometidos a la condena divina (v.3). Es en este
punto donde le autor pasa del tema de la parusía al del juico escatológica, que él
concibe como en marcha “hace tiempo” y actuando de hecho de forma permanente:
“su perdición no está dormida” (v.3 bj).

2,4-10 a Ejemplos de juicio de Dios activo desde hace tiempo

2,4 El pecado de los ángeles. La exégesis patrística, siguiendo el ejemplo e orígenes,


trató la caída de los ángeles como el primer pecado que dio origen al infierno.
Descrito con lenguaje mítico en Gn 6,1-4 como un pecado de codicia y lascivia, a
primitiva interpretación cristiana vio en el un pecado de orgullo y a la vez un
alejamiento de la contemplación de Dios, al preferir las criaturas al Creador.

2,5 El diluvio. Gn ,21 también demuestra que la tolerancia de Dios respecto a los
pecados del hombre es limitada. La posición del cristiano es como a de Noe: es “el
pregonero de la justicia” (en términos tanto de misericordia salvífica como de juicio
punitivo) y consigue salvarse con otras siete personas. Esto hace que el número de
los salvados sea ocho.

2,6-10a Sodoma y Gomorra. Además de citar otro ejemplo del juicio de Dios que
actúa eficazmente, el actor establece aquí un paralelo entre Lot y los cristianos:
ambos se ven atormentados por conflictos entre su convivencia y los impíos de la
cultura circundante (vv.6-8). El paralelo se hace aun mayor en los Vvv.9-10a, pues,
lo mismo que Lot los cristianos a los que va dirigida la carta están protegido contra
el juicio provocado por su entorno depravado, inmerso en lascivia y rebelión.

2,10b-22 la mala conducta de los falsos maestros

2,17 es una versión abreviada de Jds 12b-13y16, a la que sigue una preocupación
especial por la posibilidad de que los cristianos vuelvan a caer bajo la influencia de
los falsos maestros. Pues éstos “intentan seducir… a quienes hace bien poco se han
apartado de los que viven en el error” (v.18). el tema paulino de la esclavitud y la
libertad (v.19) vuelve sobre romanos (8,21) y, aparentemente, también sobre Jn
8,34. Quines ven en los falsos maestros mencionados ante propagandistas que crean
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al estar social entre los esclavos y trabajadores de Asia Menor interpretan estos
versículos desde una perspectiva sumamente política. Pero la preocupación del autor
es la liberación del pecado y “de la corrupción del mundo” (v.20) por “haber
conocido a… Jesucristo”. El actor proyecta una actitud joánica sobre la mayor parte
de la sociedad pagana y un concepto de “conocimiento de Cristo” muy coherente
con la primera sección de esta epístola (1,2-3.5-6.8).

La apostasía de una fe que una vez se abrazó se pinta en términos duros. Muy
probablemente el autor cita el evangelio de Mateo (Mt 12,45 en el v.20) en un
sentido acomodaticio. Después explica que esa apostasía da como resultado una
situación peor que la de quienes nunca se convirtieron (v.21) en el v.22, el uso de
prob 26,11 para ilustrar esa misma verdad pone de manifiesto una primitiva técnica
de exégesis encaminada a demostrar la armonía de los textos del AT y el NT.

3,1 Definición de la tradición

Aquí el autor valora el papel de las cartas apostólicas. Esta es su segunda carta. Pero
dice que en las dos, la primera y la segunda (véase el plural “en ambas” en el v.1) se
aconseja a los fieles “se acuerden” (mnésthenai) de la tradición que recibieron. La
fuente de esta tradición se describe mas tarde con la mención de los “santos
profetas”, “apóstoles” y el “Señor y Salvador”. Esta es una lista estructurada que
amplía lo dicho por Jds 17 añadiendo “el mensaje de los profetas”, por una parte y
formulando el papel de los apóstoles en la transmisión del mandamiento del Señor
por otra. El término “mandamiento” no se toma en el sentido estrictamente moral,
sino que lo mismo que en otras fuentes cristianas primitivas, como sinónimo de “el
evangelio”. Puede apreciarse la importancia de éstos dos versículos si tenemos en
cuenta que yuxtaponen de los testamentos de manera única e el NT, pero al mismo
tiempo, muestran la primacía de la enseñanza del Señor con respecto tanto a “los
profetas”, “los apóstoles”.

3,3-4 ataques contra la fe en la parusía

El v.3 comienza a echar mano de los recursos de la tradición sagrada para zanjar las
controversias acerca de la parusía. Primero asegura al creyente que la aparición de
los falsos maestros, los “hombres burlnes”, forma parte del plan divino, su sarcasmo
acerca de la incumplida (promesa de su gloriosa venida) hace referencia a “la muerte
de nuestros padres” (v.4) es decir, la primera generación apostóilica (Reicke 175).
La conexión obvia con las creencias descritas en Jn 21,23 (cf. también mc.9.1; Mt
10,23; 24,34) demuestra que los “burlones” falsifican la expectación de la parusía
apoyándose en elementos objetivos pertenecientes a las primitivas expectativas
ecatológicas cristinas.

3,5-12 Una doble respuesta

Frente a tales ataques, se esgrimen dos argumentos. El primero es cosmológico, se


basa en el relato de la creación (Gn 1) y además hace uso del relato del diluvio (Gn
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7). Lo mismo que la tierra sacada del agua por la palabra de Dios fue destruida por
el agua, los “cielos y tierra” presentes están destinados a la destrucción por el fuego
en el dia del juicio. En ambos casos, la palabra soberana de Dios determina el
tiempo del castigo (3,5-7).

El segundo argumento afronta directamente la cuestión del “retraso del juicio”. El


autor usando Sal 90,4, declara que, ante Dios, el computo humano del tiempo resulta
fuera de propósito: un dia es como mil años y viceversa (V.8). lo que parece ser
lento, o que se retrasa solo es tal para los ojos humanos. Dios, que “no quiere que
alguno se pierda” ofrece pacientemente su misericordia.

3.14-16 el testimonio de Pablo sobre la escatología

El autor subraya la coincidencia de su postura con la de su “hermano Pablo” que


posee “sabiduría… otorgada” por Dios (v.15). estas expresiones presuponen la
estimación de toda fuente paulina como autorizada e inspirada. La teología Paulina
es presentada aquí, centrada en la universalidad del plan de salvación d Dios
temperado por su “paciencia” (v.15). como atributo divino, el término makrothymia
solo se encuentra en el NT otras dos veces y en la misma epístola paulina (Rom
2,4;22). El autor ofrece una imagen de la teología de Pablo basada sobre todo en
romanos, con insistencia en su horizonte universalista, tanto con respecto a la
pecaminocidad del hombre (1-3) como al modo en que judíos y gentiles alteran en
contribuir unos a la salvación de los otros (9-11)

3,71-18 Conclusión

Una vez mas, el actor declara que su carta previene a los cristianos acerca de los
falsos maestros y burlones, y que ese conocimiento previo podría salvaguardar su
firmeza (v.17). el saludo final (v.18a) forma una inclusión débil con 1,1-2 al
yuctaponer “gracia y conocimiento” y hacer una última referencia a Cristo “Señor y
Salvador”. La doxología denota de nuevo dependencia respecto a romanos (16,17).
La lectura “hasta el día de la eternidad” (vj) que difiere de Rom 16,17 pero está
testimoniada por los testigos y papiros más importantes, sintetiza el mensaje especial
de esta carta expresado antes: par Dios un día equivale a cualquier medida de
tiempo, en realidad su eternidad es un solo día. Esta expresión “día de la eternidad
podría derivar” filológicamente de los días eternos (ymetoleam)de la biblia hebrea;
pero lleva en sí la semilla de una “teología del tiempo y la eternidad” que solo mas
tarde, con los instrumentos del pensamiento filosófico helenístico podría ser
explotada.

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