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REVISTA CUBANA DE DERECHO 3

Año XVII (3 nueva serie) JULIO-SEPBRE. 1943 No. III (67)

REVISTA CUBANA
DE DERECHO

S U M A R I O

Pags.

DOCTRINA:

Obligaciones especiales y obligaciones institucionales, por


Demófilo de Buen.................................................................................. 259

La denegación de justicia, en el Derecho Internacional, por el


profesor Charles de Visscher. (Trad. y notas por Enrique
Gay Calbó)............................................................................................... 279

JURISPRUDENCÍA:
Tribunal Supremo, Civil, Sent. N° 148, Agosto 23 de 1943.
Moratoria Constitucional; pagos en exceso............................................. 358

DE LIBROS Y REVISTAS...................................................................... 363

PUBLICACIONES RECIBIDAS............................................................... 369


Año XVII (3 nueva serie) JULIO-SEPBRE. 1943 No. III (67)

REVISTA CUBANA
DE DERECHO

OBLIGACIONES ESPECIALES Y OBLIGACIONES


INSTITUCIONALES

Por el Dr. DEMÓFILO DE BUEN,


Profesor de la Universidad Inter-Americana de Panamá. (1).

1.—El concepto "obligación" excede, con mucho, del ámbito del


derecho, pero salvo acepciones muy especiales (2), tiene dentro de él
un significado unívoco, no incompatible con la existencia de diversas
especies de obligaciones.
Obligación es siempre, en sentido jurídico, necesidad moral (es
decir: no física); es atadura o vinculación de una voluntad, impuesta
por una norma emanada del ordenamiento legislativo o de la voluntad
privada (3).
2.—Sin menoscabo de su carácter unitario, la obligación
presenta variedades, cuya neta diferenciación es un imperativo de
observancia inexcusable para la clara comprensión de conceptos
fundamentales de la dogmática jurídica.
__________
(1) Sobre el tema de este artículo su autor pronunció una conferencia en el Aula Magna de
la Universidad de La Habana el 4 de Diciembre de 1942. Las notas que sirvieron de base a tal
disertación se hallan, en lo sustancial, recogidas en este trabajo. La Revista Cubana de Derecho
honra sus páginas ton esta colaboración, inédita del ilustre profesor español. (N. de la R.)
(2) P.e. la que designa bajo el nombre de obligaciones ciertos títulos emitido-, por
Compañías mercantiles.
(3) Obsérvese que las consideraciones siguientes conciernen de modo exclusivo a la
obligación en sentido jurídico, sin ninguna pretensión de Caracterizarla frente a la obligación o
deber moral. La finalidad concreta perseguida deja al margen los importantes problemas
suscitados por el deslinde de la obligación jurídica y las demás obligaciones.
Constituye una de tales modalidades la que contempla la
obligación en abstracto y la equipara a deber jurídico (4).
Así concebida la obligación es el correlativo de derechos
subjetivos; habiendo también, en sentir de algunos, obligaciones sin
derecho subjetivo contrapuesto (5).
Nada, sin embargo, contribuirá más al oscurecimiento de
doctrinas de gran importancia para el derecho civil como confundir la
obligación, como deber jurídico, con ciertas obligaciones concretas,
irradiadas de determinadas relaciones, como lo son las obligaciones
especiales y las institucionales.
Y desde ahora conviene consignar que las normas constitutivas
del derecho de obligaciones o derecho de créditos, son reglas
pertinentes a un modo especial de obligaciones; pero en manera
alguna desenvuelven ni pretenden desenvolver la regulación de la
obligación en abstracto, cuyo lugar propio se encuentra en la Parte
General del Derecho Civil; pero no en ninguno de sus tratados,
doctrinales o legales, referentes a relaciones jurídicas concretas.
La obligación abstracta o deber jurídico, se rige por un
conjunto de principios, que precisamente por la anchura de
su aplicación tienen un contenido muy liviano (6). A su
teoría se adicionan, respecto de cada suerte de obligaciones,
preceptos adjetivos que, por no ser aplicables a todas ellas,
__________

(4) DE DIEGO (Transmisión de las Obligaciones, págs. 47-48), se ocupa de la


obligación como "deber jurídico", en sus más lata extensión y, por consiguiente, como deber
moral de hacer u omitir lo que el orden de relaciones naturales de la sociedad exige que se haga
u omita (PRISCO). Cita, en tal sentido, como obligaciones, a) el deber de cumplir y obedecer la
ley; b) el correlativo a todo derecho o atribución, sea cualquiera su índole, real, personal o
familiar; c) el derivado en general del total orden de garantía del derecho, que significa el
derecho penal, por ejemplo.
(5) Algunos autores alemanes, estiman que la obligación do respetar los bienes de la
vida, propios o ajenos, no tiene como contrapartida un derecho subjetivo (V. ENNECCERUS-
LEHMANN, Tratado de Derecho Civil (Obligaciones). II págs. 627-628).
(6) A ella son aplicables las siguientes palabras de IHERING (El espíritu del derecho
Romano, trad. PRINCIPE Y SATORRE, tomo IV p. 201):
"Elemento invariable e incorpóreo, sin expresión individual, la obligación circula a través
de todo el mundo jurídico, vivificando y conservando todas las relaciones, como el oxígeno
penetra y vivifica el aire atmosférico".
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no caben en la doctrina general; pero que, en cambio, perfilan la


fisonomía de cada una de las obligaciones especiales.
Las obligaciones concretas presentan pues el carácter común de
ser distintas de la obligación abstracta, en cuanto, se incorporan a la
vida, henchidas de contenido real: realizan el concepto de aquella,
pero le suman nuevos factores, la visten con un ropaje mundano.
Variadas en diferentes aspectos, su polimorfismo postula un
esfuerzo de señorío de conceptos que se ha traducido y se traduce en
múltiples clasificaciones. Entre todas las. cuales hay una, barruntada
por muchos autores, olvidada algunas veces, cuyo exacto diseño, nada
exento de obstáculos, habrá de constituir el mejor aporte para la tarea
de aclarar nociones de primer plano en el saber del derecho civil.
Trátase de la división bipartita de las obligaciones en torno a la
cual giran estas consideraciones. Tal vez imperfecta en su literal
expresión y seguramente controvertible en la manera como se la
delinea en este ensayo. El cual, por cierto, en modo alguno está
inspirado en seguridades de acierto, sino tan sólo en el propósito de
revisar otra vez más un tema cardinal, cuyo cabal esclarecimiento
evitará algún día confusiones hoy vulgares, que afectan incluso al
destino del derecho privado, y su deslinde el derecho público.
4-—Obligaciones especiales, en el sentido admitido, son en
sustancia, salvo específicos supuestos, las constitutivas del
denominado "derecho de obligaciones" o derecho de créditos.
El derecho romano la obligación era un lazo o ligamento, como
lo revela su etimología (ob: delante, por causa de; alrededor; ligatio:
de ligo, as, are: ligar, atar). La extinción de la obligación es, por lo
mismo, un desatarse (solutio es cumplimiento y procede del verbo
solvo, que significa desatar o desligar).
No era sin embargo una trabazón cualquiera sino un
vinculo de derecho en virtud del cual nos hallamos constreñi -
dos a pagar alguna cosa, según el derecho de nuestra ciudad
(INSTITUCIONES, III, XIII, De oblig, pr). Según la versión
de PAULO (D. 44, 7, De O et A., 3 pr.) la sustancia de las
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obligaciones no consiste en que haga nuestra alguna cosa corpórea o


una servidumbre, sino en que constriñe a otro 9 darnos, a hacernos o
a prestarnos alguna cosa".
En ambas definiciones aparece bien orientado el concepto de la
obligación que es un "mirar" al pago o cumplimiento, en virtud del
cual aquella queda al propio tiempo obedecida y extinguida.
CUQ {Manuel des Institutions juridiques des romains. París
1928 p. 365), señala como característica de la obligación romana el
ser un derecho temporal, de tal suerte que el deudor puede desligarse
por el cumplimiento y queda liberado si el acreedor resulta satisfecho
de otra manera; incluso en los casos en los que la obligación establece
una relación de duración indeterminada (mandato, sociedad), el
carácter temporal subsiste: el mandatario tiene facultad de renunciar
al mandato, el asociado la de retirarse de la sociedad".
En derecho moderno también la obligación propugna, como su
destino esencial, por ser satisfecha, pagada o cumplida. Y, una vez
ello conseguido pierde su existencia. Vive pues, para morir y
muriendo consigue la razón de ser de su vida. En lo cual se aparta da
aquellos derechos que, como ciertas cualidades humanas se fortalecen
con el ejercicio, y viven para sobrevivir, algunos en plan de eternidad,
como le sucede al dominio.
En general, los derechos reales en cuya regulación no se
estreveran elementos obligacionales, se consolidan por su utilización,
hasta el punto de que algunos de ellos, basta recordar la servidumbre,
se extinguen por el no uso.
5.—Las obligaciones especiales, participan del carácter
asignado, bajo el número anterior, al "derecho de obligaciones", pero
no es ese su carácter único.
Son además, aquellas (por lo tanto las obligaciones constitutivas
de tal derecho) obligaciones de una temporalidad no derivada
únicamente de la razón apuntada; sino de otra razón más alta, y que se
entrelaza con la manera como dichas obligaciones se originan y con
su objeto.
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SÁNCHEZ ROMÁN (Estudios de Derecho Civil, t. IV, p. 7),


escribe: "Pero aun en este aspecto y sentido de la obligación
propiamente jurídica, es preciso distinguir entre la que se engendra
por un acto aislado, un hecho particular y concreto que pudo existir o
no, constituyendo en relación de derecho a varios sujetos que antes no
lo estaban, para un fin tan especial y circunscrito como la causa que lo
motivó, y aquella otra obligación y obligaciones, también jurídicas,
que son resultado parte o contenido de un orden general de relaciones
de derecho establecidas, desde luego más permanentes, de menor
limitación- en su alcance y nunca de fines tan singulares, inmediatos y
de mero interés individual, como los que persigue la primera, o de un
orden general también, de protección y garantía del derecho anterior y
generalmente establecido como el penal, siquiera necesite a su vez
iniciativas particulares de voluntad que determinen su aplicación".
Tales observaciones, muy certeras, deben ser analizadas
subrayándose las características de las aquí denominadas obligaciones
especiales, en las mismas indicadas. Una de ellas es la de su origen,
consistente en "un acto aislado", un hecho particular y concreto que
pudo existir o no; en lo que se diferencian de aquellas que "son
resultado, parte o contenida de un orden general de Derecho".
Otra de ellas es el de su finalidad, puesto que las obligaciones
especiales se originan para un motivo "tan especial y circunscrito
como la causa que lo motivó", para fines "singulares, inmediatos y de
mero interés individual" mientras las otras persiguen otros más
permanentes y de menor limitación en su alcance.
Expresadas ideas similares en distintos términos, cabe decir que
las obligaciones especiales, son creación de la libertad humana, y
existen para promoverla (contratos p.e.) o para sancionarla
(responsabilidad civil p.e.). En cambio hay otras obligaciones que son
creación del ordenamiento legislativo, sólo se originan cuando el
individuo abdica, dentro de ciertos límites, de su libertad personal,
para someterse a un orden regulado por la voluntad social,
generalmente por la ley.
Al abdicar, limitadamente, de su libertad, no lo hace por
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cierto, normalmente, para perder y sí con un afán muy humano de


beneficio. Limitar la libertad, y entrar en un orden social superior, es
asegurar la libertad posible y aun aumentar considerablemente la
teórica o precaria libertad del hombre aislado. STAMMLER, ha
dicho; (Das Recht der Schuldverháltnisse in seinen allgemeinen
Lehren, Berlín 1897, p. 7), que las relaciones obligatorias son
derechos dé unión en oposición a los derechos de exclusión, como son
los derechos reales.
Vistas las cosas según quedan expuestas son más exactas las
proposiciones inversas. Las obligaciones especiales son derechos de
exclusión. Hay otras obligaciones que son derechos de unión.
El reconocimiento del Estado, el de la propiedad, el de la familia,
unen más a los hombres que el contrato; porque aquéllos sirven para
aglutinar uniones permanentes, mientras que éste produce una efímera
conexión momentánea.
En el aspecto en que los derechos reales son derechos de
exclusión, los son también las obligaciones especiales; pues de éstas
quedan excluidos, en principio, cuantos en ellas no son parte en su
acto creador: los contratos sólo obligan a las partes y a sus herederos,
dicen los Códigos civiles.
6.—La diferencia doctrinal entre las obligaciones especia-ley y las
otras obligaciones no evita una cierta interpenetración entre unas y
otras que oscurece la distinción.
IHERING ha hecho ver la invasión de los elementos obligatorios
en relaciones no obligatorias (El espíritu del Derecho Romano, trad.
PRINCIPE SATORRES, tomo IV p. 201 ss.) y tras de decir que "la
obligación" es "una sustancia sutil que se filtra por todas partes" (p.
203) puntualiza que tal penetración se produce hasta el punto de que
una acción tan característicamente real como la reivindicatoria, llega
a estar, en la evolución del derecho romano, "llena de lados
obligatorios, pudiéndose decir que no es más que una acción personal
pasivamente determinada por la posesión" (p. 205).
En derecho moderno la irrupción de elementos obligato -
rios en los derechos reales se da también y hay derechos reales
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que por ser accesorios de derechos personales (la hipoteca ordinaria,


la prenda) se configuran en gran parte como derechos obligatorios.
Pero a la inversa hay relaciones obligatorias en las que penetran
elementos reales (p.e. la relación arrendaticia).
Pero el hecho de que las obligaciones especiales aparezcan
entreveradas con otras de diferente naturaleza no impide ni inutiliza
su deslinde intelectual.
7.—Sin designio de una definición perfecta, mas bien como
ensayo de esbozar el concepto perseguido, las obligaciones especiales
pueden ser caracterizadas como relaciones entre personas,
engendradas por actos aislados, en los que la voluntad libre juega un
papel preponderante, y cuyo fin se agota en determinada o
determinadas prestaciones, que debe hacer un obligado (deudor) a un
titular (acreedor) (7).
8.—A las obligaciones especiales se oponen otras obligaciones;
y entre estas otras, merecen destacarse las calificadas en este ensayo
de obligaciones institucionales.
El nombre escogido se enlaza con una de las grandes teorías
jurídicas y sociológicas de nuestro tiempo, la teoría de la institución,
cuya trascendencia se ha exteriorizado, sobre todo, en sus aplicaciones
al derecho público; y en la que se contienen ricas posibilidades de una
profunda renovación de la dogmática jusprivatista que no puede hoy
permanecer indiferente ante las modernas concepciones del derecho
público.
Lo que evidencia, por cierto, el íntimo contacto de las
construcciones científicas de esos dos grandes sistemas del
ordenamiento legislativo, el derecho público y el privado, cuya
distinción, criticada en la doctrina, es, no obstante, muy im -
portante en la práctica y muy necesaria para calibrar el sen tido
social de ciertas instituciones; y de la que parece será im -
posible prescindir mientras el derecho conceda, como conce-
__________

(7) Se habla de un obligado y un titular por huir de referirse a un determinado obligado o


un determinado titular. La obligación puede darse entre personas no determinadas. Ejemplo:
títulos al portador, ofertas de recompensa a personas indeterminadas (V. DE DIEGO,
Transmisión de las obligaciones, p. 44-46).
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derá siempre, más a la vida, variada y contradictoria, que a la lógica


pura.
La distinción no excluye, naturalmente, la interdependencia ni
justifica el prurito de absoluta soberanía y originalidad, propio de
todas las juventudes: la de los hombres o la de las ciencias. El
derecho público debe y deberá mucho al derecho privado siquiera sea
por su vejez, y su consiguiente experiencia. Pero cuanto más los
juspublicistas engrandezcan el cuerpo de su disciplina, ya hoy tan
robusta y valiosa, más necesitará el derecho privado acudir a él en
busca de orientación y de fertilidad. Como en la naturaleza, en el
saber, el cruce inteligente mejora las estirpes.
9.—La palabra institución se toma en diversos significados y en
uno de ellos, muy general, significa cualquier tipo de relaciones
jurídicas concebidas en unidad, sea cualquiera su índole. Institución
es así tanto el contrato o la obligación, como la propiedad, la
servidumbre, el matrimonio, o la patria potestad, etc., Puede
enfocarse como un conjunto de normas o como un conjunto de
relaciones derivadas de aquellas.
El derecho civil, y el derecho todo, sería, así entendida la
palabra, un conjunto de instituciones. Estas constituirían los patrones
o figuras o modelos ordenadores de una vastísima gama de relaciones.
Serían el instrumento por medio del cual la inteligencia consigue
clasificar y entender la compleja urdimbre de la existencia social.
Preferible es, para evitar oscuridad, denominar a las instituciones
así entendidas institutos jurídicos.
Desde no hace muchos años, el vocablo institución se
emplea en un sentido más restringido, en el que no se com -
prenden todos los institutos jurídicos sino algunos de ellos. Tal
ha sido el desarrollo y la trascendencia del nuevo uso de la
palabra que se ha podido aludir a un "movimiento insti -
tucional" cuya paternidad corresponden en Europa., al Decano
HAUKIOU seguido por otros juristas. HAURIOU declara
(Précis de Droit constitutionnel, 2a. edit. París 1929), haber
andado a la caza de la teoría de la institución desde 1906 y
cita como uno de sus intentos su conocido estudio publicado
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en 1925 (París, Bloud y Gay) en los Cahiers de la nouvelle journeé.


Tal como aparece la teoría desenvuelta en el Précis, el concepto
de la institución se enlaza con el concepto de orden social. HAURIOU
escribe frases como estas; "el derecho positivo es un compuesto de
orden social salpicado de justicia"; "el orden social establecido es lo
que nos separa de la catástrofe". Observaciones cuyo pesimismo
compensa con el hecho de que sólo es estable el estado social con una
cierta dosis de justicia; y por la tesis de que los progresos sociales ,al
cabo de las generaciones, se incorporan al orden establecido.
Por otra parte, el eminente profesor bórdeles, estima que el orden
social individualista se enlaza con la edad sedentaria de la humanidad,
simbolizada por el triunfo de Caín sobre Abel. Los cainitas son
constructores de ciudades, inventan los metales, promueven la
civilización. Pasiones violentas como la avaricia y la apetencia
engendran la propiedad privada; la ambición de poder, la afición al
juego, el afán de especulaciones, el amor, son los más vigorosos
resortes de la acción . Las transformaciones humanas se operan por el
impulso de necesidades naturales, del espíritu de empresa, de ideas
directrices.
El orden social "animado de un movimiento lento y uniforme"
atraído por fuerzas de conservación y cambio, necesita, además de
todos dichos impulsos, una organización.
He aquí los elementos que según HAURIOU la originan:
1° La fundación de un centro fundador o director, que implanta
una idea en el medio social, como el programa de una
empresa: la idea de la organización.
°
2 La aparición de los órganos destinados al gobierno de la
organización que mantendrán dentro de ella el orden
evolutivo.
°
3 El perfeccionamiento de los organismos gubernamentales, por
la separación de órdenes y de poderes, que se contrapesen y
equilibren.
°
4 El logro de la asistencia de los asociados, con el cual
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la organización se convierte en una institución con-


suetudinaria y su forma es mantenida, no sólo por la idea
que la preside y por su gobierno, sino por la conformidad
de aquellos.
Así se alcanza la organización social instituida, que es al mismo
tiempo la institución incorporada. La forma de la institución, como
elemento duradero de la organización social, consiste en un sistema
de equilibrios y de poderes constituido en torno a una idea.
10.—Según HAURIOU la institución es una organización
social, una agrupación de personas coordinada por la autoridad y la
adhesión voluntaria. La doctrina posterior recoge y realza este
carácter que llamaremos personalista de la institución.
RENARD (La Théorie de l'institution. Essai á'ontologie
juridique, 1er. vol. París, 1930), recuerda que el ser humano no es el
único soporte de la subjetividad jurídica y que hay otros sujetos de
derecho.
La institución, a su juicio, se clasifica ante estos otros sujetos.
En ella sólo hay relaciones entre personas individuales; pero su
especialidad consiste en que tales relaciones no son relaciones
aisladas. Dentro de la institución los hombres quedan encadenados a
una entidad jurídica que les domina, a una comunidad que gravita en
torno de una autoridad.
Así como en el contrato prevalece el elemento voluntario, en la
institución prima, a decir de RENARD, el elemento ideal y
permanente. De tal suerte, que aun cuando sea creada con un acto
fundacional voluntario, una vez nacida se desliga de la voluntad
fundadora y persigue por sí su propio y duradero destino.
La comparación entre la institución y el contrato lleva al
mismo jurista citado a interesantes y sugerentes conside -
raciones. "El contrato es sólo una tregua en la batalla de los
derechos individuales", los contratantes siguen siendo
enemigos aunque "leales enemigos"; la institución es un
consortium, un cuerpo cuyos miembros se unen para un des-
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tino común, y en el que cada uno recobra en seguridad lo que


abandona en libertad".
Aparece así, entrevista, la concepción de los derechos ins-
titucionales como derechos de unión, y de los derechos de
obligaciones como derechos exclusivos. Unión que alcanza a perfilar
la institución, como un ambiente de intimidad, como un "hogar".
11.—LEGAL Y BRÉTHE DE LA GRESSAYE, La pouvoir
disciplinaire dans les institutions privées, 1938, (citados por
BONNECASE, Introduction á l'Etude du Droit, París 1939, p. 88
s.s.) han definido la institución como "una agrupación de personas
reunidas en torno de una idea, a fin de realizarla gracias a una
organización permanente".
Se acentúa pues, en su opinión, el carácter personalista antes
señalado. BONNECASE, que calificó hace algunos años de nueva
mística a la teoría de HAURIOU (V. Revue Genérale de Droit, 1931-
1932), y de "ente fantasma" a la institución, ha escrito (Introduction,
p. 97) que su concepto, con haber tenido un extraordinario valor
científico y práctico, no ofrece ninguna originalidad: la doctrina
"estaba contenida en germen, sino de hecho, en la doctrina de la
realidad de las personas morales".
Con tales afirmaciones apunta a un defecto evidente de
construcción que conduce a un concepto estrecho de la idea matriz.
La crítica sin embargo va demasiado lejos.
12.—En la ciencia anglosajona, la doctrina de la institución y
del institucionalismo, adquiere en ocasiones una amplitud que le
disuelve en consideraciones sociológicas y pone en segundo plano su
perfil jurídico.
Desde luego el tema de la institución es hoy entre los
anglosajones objeto de atención preferente. (8).
Según HAMILTON (obra citada) el vocablo institución
__________

(8) V. WALTON H. HAMILTON, Institution, en la Encyclopaedia of the Social Science;


VEBLEN THORSTEIN, Theory of Business Enterprise 1904, Theory of the Leisure Class,
1918 Absentence Ownership 1928, JOHN R. COMMONS, Institutional Economics, 1934;
HARVEY PINNEY, Property and the International Order, en Problems of the post War
Reconstruction, edited by HENRY P. JORDAN.
270 REVISTA CUBANA DE DERECHO

designa una manera de pensar o de actuar, dotada de cierto


predominio y permanencia, que preside los usos de un grupo o las
costumbres de un pueblo.
Lo institucional abarca así la vida social toda. El deporte, la
enseñanza, el common law, la moral, la economía monetaria, la
democracia, son instituciones. Véase por ejemplo asimismo la
diversidad de formas sociales que ALSWORTH ROSS, EDWARD
(Principies of Sociology, 3a. edic. New York-London 1938, pág. 687)
cuenta entre las instituciones; en el campo económico y social
enumera entre ellas la propiedad, el contrato, la herencia, el cambio,
el crédito, etc.
13.—Entre el concepto de la institución como una asociación de
personas, constitutivas de un nuevo sujeto de derecho, y el que lo
equipara a un proceso intelectual, precipitado socialmente en un
cuerpo de usos, cabe una tercera posición.
A tenor de ella se concibe la institución como algo más que una
idea y unas normas; pero algo comprensivo de tipos jurídicos que no
se reducen al de una entidad personificada.
Abarca, en este nuevo sentido, un conjunto de relaciones
humanas, entre personas, o entre personas y cosas. Implica por lo
tanto un conjunto de elementos personales, o de elementos personales
y reales; si bien, por sus caracteres, los elementos reales deben
concurrir por lo menos normalmente, aunque se trate de relaciones
personales. ¿Cómo concebir un Estado o Nación sin territorio?
¿Cómo imaginar una familia sin hogar?
Las instituciones no serán, así entendidas, tan sólo, la Nación, o
el Estado, una corporación, un sindicato, la Iglesia. Será igualmente
institución la propiedad, por ejemplo, en la que la relación social, y la
forma jurídica, coinciden en una apropiación humana de las cosas del
mundo circundante.
14.—¿Cuáles serán, entonces, las notas diferenciales, de las
relaciones institucionales dentro del cuadro de las relaciones
humanas?
Una aparece ante todo y es la primera, por lo tanto, que
es indispensable señalar. Consiste en que las relaciones ins-
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titucionales, sociales y jurídicas, no son meras relaciones; son


situaciones.
La diferencia entre la mera relación y la situación, tiene en la
ciencia sociológica y en la del derecho extraordinario relieve.
Aquella es un vínculo o conjunto de ellos, diríase inestable. Esta
un vínculo, o conjunto de vínculos, con fuerte trabazón. La mera
relación, presupone dos cosas diversas que superficialmente entran en
contacto. En la situación la cosa situada echa sus raíces en un sitio: en
otra cosa. Se incorpora o adjunta a ella formando una unidad superior
que adquiere un valor propio.
Las relaciones institucionales son situaciones y no meras,
relaciones. El verbo latino instituo significa tanto establecerse como
edificar o construir. Metafóricamente las relaciones institucionales
son como una construcción o edificación, con un salar y una
arquitectura firme. Como a los edificios de piedra los preside una idea
y un plan o designio. Pero también como ellos necesitan una
cimentación y una estructura.
La diferencia que los sociólogos marcan entre los standars
(patrones o reglas de conducta) y las instituciones es una de las
manifestaciones de la diferencia entre un modelo o plan de conducta y
una institución. Los standars son ideas normativas, asistidas de una
fuerza social que las hace eficaces; las segundas además de su
proceso ideológico, exigen un mecanismo ("a píese of social
machinery will be set up" según la expresión de ALSWORTH ROSS,
obra citada p. 6).
15.—Precisamente por ser situaciones, las relaciones
institucionales exigen ser duraderas, permanentes, estables.
Las relaciones creadas para una vida efímera no originan
instituciones. Lo institucional está destinado a perseverar mientras en
torno suyo las cosas cambian. Por eso precisamente en las épocas en
que todo aspira a trastrocarse se tambalean las instituciones; o tal vez,
algunas desaparecen por el momento, para resucitar más tarde.
Las instituciones constituyen la columna vertebral de un pueblo.
Sin ellas una nación es materia invertebrada.
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Su idea inspiradora es un producto social de lenta creación. Su


estructura, como la del esqueleto de los hombres, se consolida con los
años. A veces, como los terrenos geológicos, requieren la acción de
los siglos. Si un azar las extingue prematuramente, contradice con ello
la ley de su vitalidad.
Generalmente representan en la historia nacional el enlace, en el
presente, del pasado y el porvenir, pero para que cumplan esta misión
con acierto, necesitan, como los seres vivos, adaptarse a las mudanzas
de los tiempos, sin perder su esencia. Ejemplo maravilloso de como
puede ello lograrse lo da Inglaterra, pueblo institucional por
excelencia, donde, sin embargo, las instituciones, conservando su
perfil y hasta sus ornamentos exteriores, han sido cauce y no valladar
contra los nuevos intereses y las nuevas ideologías.
La evolución controlada es la consecuencia de un régimen
institucional, que procura no exponerse al peligro de las revoluciones.
En ella el freno de lo perdurable, utilizado con prudencia, limita
ciertamente el afán, muchas veces justificado, de reformas; pero
permite llegar a éstas sin violencia excesiva y les insufla viabilidad.
16.—La condición de permanencia presupone otra condición sin
la cual de hecho no se da nunca y que, por lo tanto es forzoso calificar
a las relaciones institucionales. Queda ya apuntada bajo el número
anterior, pero conviene acentuar su relieve y matizarla.
Lo institucional es producto de una estratificación, muchas veces
multisecular, de creación colectiva. Si en él influyen individualidades
geniales, o dotadas de fuerza carismática, su actuación queda en
verdad ceñida a una "puesta en marcha". Sólo cuando de la iniciativa
de una personalidad eminente se apodera la fuerza anónima
dominante de la vida social, o cuando aquélla se adapta a ésta, lo
institucional aparece.
Por lo mismo lo institucional no es gobernado por la autonomía
de cada uno, ni aun por la voluntad de todos, sino por la que,
conforme a la frase rousseauniana, se denomina la voluntad general.
Ni la familia, ni la propiedad, la constituyen cada uno
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a su manera, como en cambio establece sus relaciones contractuales.


Ni siquiera la ley misma, como regulación soberana del momento,
tiene en este orden la fuerza creadora que se le atribuye; más bien se
reduce a obedecer y a declarar aquello que, sin estar escrito en
ninguna parte, es la regla fundamental de la colectividad jurídica.
¿Quién declara esa regla? ¿El espíritu del pueblo? ¿la conciencia
colectiva? Tal vez sean estas expresiones metafísica o mito. Pero ¿no
serán mejor expresiones metafóricas de una grande y positiva
verdad? Lo cierto es que hay una fuerza, en la que se mezclan
ideologías e intereses, en la que no falta el grano de sal de las
pasiones altas o subalternas de los hombres, de la que ningún
legislador puede prescindir si quiere escribir sus leyes para el
mañana.
Y es precisamente esa fuerza la que tiene su más genuina
expresión en lo institucional.
17.—Sobre las consideraciones expuestas las relaciones
institucionales y también las instituciones podrían ser definidas con
estas palabras: son situaciones creadas entre personas y cosas,
destinadas a una existencia duradera, y reguladas por la ley conforme
a ideas y normas arraigadas en la vida social.
Obligaciones institucionales son en consecuencia, las derivadas
de la institución; o sea las creadas, por razón de la naturaleza de la
misma, entre sus elementos.
Las obligaciones institucionales, participarán por lo mismo de la
naturaleza de las relaciones institucionales mismas en su aspecto
jurídico. Y precisamente por ello, serán obligaciones imperativas; es
decir de aquellas que no admiten, por parte de los enlazados en la
relación obligatoria, convención contraria.
La condición imperativa de las normas en modo alguno implica
su naturaleza pública. Dentro del derecho privado son incontables las
normas imperativas, como lo pone sobre todo de manifiesto la
regulación de la institución familiar.
Lo cual atestigua que no es el carácter imperativo de las
disposiciones de derecho, sino otras cualidades, lo que deter-
274 REVISTA CUBANA DE DERECHO

mina el carácter público o privado de las mismas (9), y patentiza el


error tan frecuente de los que, viendo las cosas con mirada ligera,
hablan de la transmutación del derecho privado en derecho público
cuando reglas de aquél adquieren carácter imperativo.
18.—La comparación sintética de las obligaciones insti-
tucionales con las especiales da realce a los rasgos de sus respectivas
fisonomías.
Las segundas son meras relaciones humanas. Las primeras son
situaciones humanas; pero no lo son solamente las constitutivas de
una asociación o nueva personalidad jurídica, sino también otras
situaciones establecidas entre individuos e incluso situaciones de
enlace entre personas y cosas.
Las obligaciones institucionales son ideas sociales encarnadas en
una corporal estructura, después de una gestación social. Las
obligaciones especiales proceden de una ideación subjetiva, y nacen
en virtud de un acto imputable a la voluntad humana, sea como efecto
de su competencia creadora (contrato, por ejemplo) o de su
responsabilidad (daños culposos, p. e.).
Aquellas se revelan como entidades o cosas permanentes, o
destinadas por la naturaleza a serlo, aunque su destino se malogre.
Estas nacen para una vida efímera, para motivos momentáneos,
extinguiéndose muchas veces a seguida de nacer.
Las instituciones son réplicas o reproducciones de modelos,
moldes, o ejemplares, acuñados con firmes caracteres, a los que cada
uno puede añadir ligeros retoques. Las especiales se desenvuelven en
el mundo de la autonomía donde cada uno configura su ambiente
jurídico.
No es exacto en cambio, que lo institucional excluya la
libertad y las obligaciones especiales la afirmen. Dentro del
patrón institucional, cabe un ancho margen de libertad, al
mismo tiempo tutelada y garantida. En el campo del dere -
cho de obligaciones muchas veces la libertad es un supuesto
__________

(9) Sobre la distinción entre el derecho público y el derecho privad-e, véase mi


Introducción al Estudio del Derecho Civil, Madrid, págs. 16-85.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 275

teórico, sin efectividad real. Y es que la libertad gana más,


generalmente, concebida y protegida como "libertad posible" que
abandonada a si misma como "libertad sin límites".
19.—Algunos ejemplos sirven para aclarar las observaciones
teóricas anteriores.
Dentro del derecho civil lo institucional ofrece diversos
ejemplos. El derecho de familia, y su eje el matrimonio, son
institucionales; la propiedad, en su forma estática, como ampliación
del yo, así como los diversos derechos reales engarzados en ella, son
también instituciones. (10).
En cambio el derecho de obligaciones está integrado por
obligaciones especiales, nacidas de los contratos, o de otros actos
humanos, y aun de hechos de los que surge un imperativo de cumplir
o indemnizar.
Tales enumeraciones no pueden, sin embargo, ser tomadas a la
letra; y es corriente que lo institucional y lo especial lejos de
expresarse en institutos, o tipos civiles diferentes, concurran en cada
uno de ellos, y de esa suerte, les den estructura compleja.
Ciertas tendencias llevan incluso a institucionalizar o
desinstitucionalizar (permítanse los neologismos) aspectos capitales
del derecho privado.
La tendencia que concibe el matrimonio como una unión
momentánea, faculta el divorcio, debilita el hogar, y traza las
relaciones de padres e hijos como el cumplimiento de simples
obligaciones, pero sin un deber efectivo de íntima comunidad, es
evidentemente una dirección donde lo institucional se desvanece.
Por el contrario ciertas relaciones —como la relación de trabajo
—, entre el dador de trabajo y el trabajador, tienden a emanciparse de
su origen contractual acentuando el aspecto personal, regulado
principalmente por normas objetivas (11).
__________

(10) Sobre todo en aquellas legislaciones donde se admite un número cerrado (numerus
clausus) de derechos reales; y donde no se acepta que la voluntad privada pueda dar a tales
derechos una configuración diferente de la legal.
(11) V. mi trabajo Sobre la dogmática moderna de la relación de trajeo, publicado en el
Libro Homenaje a Don RAFAEL ALTAMIRA y en !* revista TOB (No. 36), de México D. F.
276 REVISTA CUBANA DE DERECHO

En tal caso se hace penetrar en ellas lo institucional en detrimento de


su concepción como un conjunto de obligaciones especiales.
Igualmente cuando la propiedad es tratada como inestable, y
transitoria, y se convierte en medio de tráfico y granjeria,
movilizándose, pierde su naturaleza institucional y se convierte en
materia de contrato.
20.—La bipartición de las obligaciones puede llevarse a las
relaciones jurídicas y por lo tanto a los derechos. Hay también
relaciones jurídicas especiales y derechos especiales, relaciones
jurídicas institucionales y derechos institucionales. En su virtud
cuando se habla de "obligaciones", en su acepción usual, se equipara
la palabra a la expresión "relaciones jurídicas especiales".
Concebido así, es una de las biparticiones máximas del derecho
privado; y aun de la teoría general del derecho.
Oportuno es insistir en que el terreno donde brotan las
obligaciones institucionales no es exclusivamente el perteneciente al
derecho público. Hay también, como queda subrayado, obligaciones
institucionales civiles; y precisamente estas cobran una importancia
que es necesario realzar.
La libertad civil, basamento del derecho privado, tiene su más
sólido apoyo en sus instituciones. La lección de los tiempos
modernos, en materia de contrato de trabajo, lo ha demostrado en
términos inequívocos. El trabajador, sin amparo institucional, ha sido
en la época del florecimiento del capitalismo, antes de la legislación
protectora, "una mercancía" depreciada y una víctima de su libertad.
La familia, en torno a un hogar es un pequeño mundo que cada
uno adapta a su manera. La ordenación de las cosas, el cultivo de las
aficiones personales, la "seguridad" cuando la familia tiene un apoyo
económico suficiente, hace al hombre libre en sus horas de ocio, libre
incluso frente a exigencias ajenas. Tal vez por eso, los vendavales de
nuestro tiempo, impulsados por afanes de tiranía, han cuidado de
destruir tantas familias y de arrasar tantos hogares.
La propiedad, en un mínimo irreducible, es también
requisito de la libertad. Quien nada tiene, no puede tampoco
REVISTA CUBANA DE DERECHO 277

tener la libertad, que es uno de los lujos de mayor precio.


Lo grave es que la familia y la propiedad pueden cambiar su
función defensiva de la personalidad humana para convertirse en
armas ofensivas contra libertad ajena y por tanto en instrumentos de
servidumbre. Pero este peligro no debe llevar al radicalismo
irreflexivo de suprimirlas; sino de prevenir inconvenientes y de
reducirlas a su misión noble.
La libertad civil, sobre bases institucionales, acomodadas al
espíritu de los tiempos, es la razón de ser esencial del derecho
privado. Y el derecho privado, como derecho de la libertad civil
institucional, es una garantía de la expansión de la personalidad
humana que amenazaría perderse si la libertad se abandonara a sí
misma o si todo el derecho institucional se convirtiera en público, el
hombre en todos los instantes de su vida en un funcionario, y el hogar
en una oficina, un cuartel o un falansterio.
21.—Error grave es también aplicar a las obligaciones
institucionales las reglas que dedican los códigos a las obligaciones
especiales, de los que el Código civil español, el Código civil cubano
y el Código civil panameño se ocupan en el libro IV.
Tratar lo permanente por el patrón de lo efímero, lo ordenado por
normas sociales por los principios aplicables a las creaciones de la
voluntad independiente o autónoma de los individuos, lo obligatorio
como facultativo, aboca a crasos errores. También conduce a ellos
equiparar lo concreto con lo abstracto y buscar en el tratamiento de las
relaciones crediticias la teoría general del deber jurídico, como lo
hacen los Códigos que se obstinan, a pesar de los avances de la doc-
trina, en prescindir de una Parte General.
Quede consignado, de pasada, que las libertades políticas gozan
una vigorosa protección de las instituciones, cuando éstas no son
simples esperpentos o adornos sin fuerza real. Los poderes personales
tienen en ellas un valladar a sus extralimitaciones y a sus caprichos.
Por eso, sin duda, cualquier sistema de caudillaje procura hacer tabla
rasa de lo institucional, sobre todo de las instituciones fundamentales,
o trasmutarlas en inútiles elementos pseudo-decorativos.
278 REVISTA CUBANA DE DERECHO

23.—No le faltan serios defectos al institucionalismo no obstante


sus virtudes. Son aquellos, sobre todo, un sentido mecánico y a veces
profesional de la vida, un acatamiento a lo tradicional y arcaico que
da este el rango de un tabú, cierta cortedad de visión que le priva de
un panorama vital amplia y generoso.
El magno problema consiste en hallar fórmulas que articulen un
sistema de instituciones que den al propio tiempo continuidad y
coherencia a la vida social y no constituyan un cuerpo cerrado y
aparte, incrustado parasitariamente en el ancho universo
contemporáneo.
La institución como órgano vivo y sensible cumple, como tal,
una función que excede del cumplimiento de sus fines privativos.
Contribuye a crear la función y la impele a su desarrollo. HAURIOU
ha dicho (12) que el poder de derecho, apoyado sobre una institución
consuetudinaria, es anterior a toda regla de derecho y que el derecho
no comienza por normas, sino por decisiones de casos concretos.
La institución, conforme a este certero parecer, precede a la
norma y produce su alumbramiento. Constituye de esa suerte un
instrumento de transformación social y jurídica, insuperable porque,
lejano a toda rigidez, permite pulsar las fuerzas en juego, usar el
experimento como método; en suma, acomodar la idea a la vida.
Quizás por ello la época venidera, tras de nuestros días trágicos,
no halle tarea más alta que la de replantear un nuevo orden de libertad
y democracia, vertebrado por un sistema de instituciones nacionales,
internacionales... y supranacionales.
Cometido ciertamente lleno de arduas dificultades, entre ellas
las resistencias de los misoneístas y las impaciencias de los
soñadores, y para cuya realización será insigne fortuna hallar
hombres que, liberados de prejuicios y fantasías, estén dotados de una
excelsa cualidad: imaginación constructiva.
__________

(12) Précis de Droit Constitutionnel, p. 22.


LA DENEGACIÓN DE JUSTICIA EN EL DERECHO
INTERNACIONAL (1)

Por el Profesor Charles de Visscher


(Traducción y notas por E. Gay Galbo).

LA DENEGACIÓN DE JUSTICIA
Institución antigua, en el derecho de gentes, acaso no haya otra tan tergiversada y mal
definida como la denegación de justicia, así como tampoco hay concepto más traicionado que el
muy moral y justo en el cual se basa.
La denegación de justicia es alegada, dentro de la práctica internacional, cuando en la
aplicación de las leyes, o en las resoluciones finales, no se ha cumplido con la justicia. Caben, en
el espacio inmenso de ese marco, todas las infracciones, desde la interpretación arbitraria de los
preceptos de la ley interna y la falta de acceso a los tribunales hasta el impedimento con
violencia para ejercer las acciones que franquea el derecho en las naciones civilizadas.
No se ha pretendido una definición con lo dicho anteriormente. El propósito ha sido hacer
un enunciado en pocas palabras, aunque se corra el riesgo de la oscuridad.
Para el derecho internacional el objetivo de las colectividades organizadas en forma de
Estados es el de la justicia. Repugna al derecho internacional lo que no sea justo. Por ello
permite la reclamación por denegación de justicia en los casos en que se haya faltado al deber de
"dar a cada uno lo que es suyo".
Los pueblos pequeños, sin riqueza explotada en que basar la preponderancia económica,
sin fuerzas ni elementos para imponer su razón, tienen sólo el derecho, en sus más puras
manifestaciones, como defensor y sostén de su independencia y de su dignidad. En esos países,
por lo tanto, debe ser objeto de curiosidad la denegación de justicia.
Por considerar que tendría interés para Cuba un ensayo sobre tan ignorada y debatida
institución, escrito por quien ha consagrado una vida fecunda y noble al servicio de la
humanidad con sus obras y estudios de derecho internacional, he traducido el trabajo del
profesor Charles do Visscher titulado: La denegación de justicia en el derecho internacional,
aparecido en el Recueil des Cours de la Academia de Derecho Internacional, de El Haya,
correspondiente a 1935, uno de los últimos años de esa utilísima publicación.
El ensayo del profesor belga es para nosotros de un valor inestima ble.
Podemos tener la satisfacción de que oficialmente, y en varias oca siones,
ha sostenido Cuba algunos de los postulados humanitarios luego
presentados por el tratadista de modo admirable por su sobriedad y su significación científica,
suficientes para determinar normas de conducta en el derecho internacional. Nuestra nación se
ha situado siempre entre las que estiman el derecho como suprema razón de vida, y ha procurado
resolver todas las cuestiones internacionales con arreglo a los mandatos de la justicia. Debe
existir en los pueblos de hoy un grado medio de civilización para que todo país sea residencia
amable del hombre. Cuando se estime que es una lesión a los fundamentales derechos humanos
el desconocimiento de ese axioma, estaremos en el camino de la paz sin temores y sin
preparativos bélicos.
Del profesor Charles de Visscher, maestro y jurista, se añade una Noticia biográfica,
tomada del Recueil des Cours. Ella dice más que un elogio cualquiera. Quien lea su trabajo
reconocerá que bien puede ser considerado el ilustre sabio como uno de los máximos, mentores
de la ciencia del derecho internacional, en eclipse ahora por obra de la brutalidad y la violencia,
que en definitiva será la llamada a decir la última palabra para salvar al mundo de la actual crisis
y darle la tranquilidad por medio de la justicia.
Enrique GAY-CALBÓ.

TABLA DE MATEBIAS

CAPITULO PRIMERO.—Planteamiento general del problema.


Múltiples dificultades que suscita la noción de la denegación de justicia en el derecho
internacional.—La denegación de justicia y la antigua práctica de las represalias.—La teoría
moderna de la responsabilidad internacional y el sitio que en ella ocupa la denegación de
justicia.—El problema fundamental: las relaciones entre el derecho internacional y el de recho
interno en el orden de la protección judicial de los extranjeros.—Independencia de la noción de
la denegación de justicia ante el derecho interno.—Consecuencias diversas que resultan en
cuanto a las condiciones de ejercicio de la reclamación diplomática fundada en la denegación de
justicia.—La prueba de la denegación de justicia.—La presunción general de conformidad de las
leyes y de las instituciones judiciales internas con las exigencias del derecho internacional.

CAPITULO SEGUNDO.—Definición de la denegación de justicia.— Sus formas diversas.

Definiciones indebidamente amplias o restrictivas de la denegación de


justicia.—El desacuerdo fundamental sobre la posibilidad de una respon -
sabilidad internacional en razón al contenido de la sentencia dada.—La
acepción formal y la material de la denegación de justicia.—Definición de
la expresión basada en las obligaciones del Estado, en el orden de la pro -
tección judicial de los extranjeros.—La noción se aplica a toda falta en la
organización o en el ejercicio de la función jurisdiccional que implique
defecto en el Estado en cuanto a la aplicación de su deber internacional de
protección judicial; no se limita a la negativa a la reparación.—Formas
diversas de la denegación de justicia.—La denegación de justicia formal.—
La responsabilidad internacional fundada en el contenido de la sentencia o
denegación de justicia material.—Distinción entre el error de juicio
REVISTA CUBANA DE DERECHO 281

simple y la injusticia grave y manifiesta que implique violación del deber internacional de
protección judicial.—Necesidad de precisar esa distinción.— Casos' en que el Estado no tiene
otra obligación internacional que su deber general de protección judicial de los extranjeros.—De
la exacta naturaleza del perjuicio que suscita la sentencia manifiestamente injusta y de los
criterios susceptibles de guiar al juez internacional.—La denegación de justicia y la inejecución
de las sentencias.—La denegación de justicia en materia represiva.—La alegación a priori de la
denegación de justicia.— Conclusiones.

CAPITULO III.—Las relaciones de la denegación de justicia con la


responsabilidad internacional y con la regla del agotamiento previo
de los recursos internos.

Justificación de la regla del agotamiento previo de los recursos internos.—Consecuencias


de la regla examinada en sus relaciones con la denegación de justicia.—Crítica de ciertas
afirmaciones doctrinales concernientes a las relaciones entre la responsabilidad internacional, la
denegación de justicia y la regla del agotamiento previo de los recursos internos.—Excepciones
a la aplicación de la regla del agotamiento previo de los recursos internos y su relación exacta
con la denegación de justicia.—La responsabilidad internacional después del agotamiento de los
recursos internos.—La cláusula Calvo.

CAPITULO IV.—La sanción de la denegación de justicia.

La medida de la reparación.—Su limitación al daño causado por la insuficiencia de la


función jurisdiccional.—Perjuicio individual y perjuicio estatal.—El modo de reparación:
reparación directa y reparación equivalente.

La noción de la denegación de justicia es al mismo tiempo


una de las más antiguas y de las más dilucidadas del derecho
internacional. Ha sido posible decir que "por su carácter es -
curridizo y complejo parece desafiar toda definición" (1). Si
Ofrecemos a nuestros lectores, traducido, el interesante estudio La denegación de justicia
en el derecho internacional, escrito por el profesor belga Charles de Visscher. La cuestión ha
sido muy controvertida por los mas destacados tratadistas, pero no ha sido explanada en forma
monográfica con tanta amplitud como lo ha hecho el profesor Lo Visscher. El traductor de ese
importante trabajo es el doctor Enrique Gay-Calbó, autor a su vez de obras de política y de
derecho internacionales, como La América indefensa y Ciudadanía y extranjería, y de numerosas
conferencias en la Sociedad Cubana de Derecho Internacional. Además, tiene preparadas para la
imprenta dos obras con los títulos La ciudadanía y El derecho de asilo diplomático. El doctor
Gay-Calbó es Consultor Diplomático en el Ministerio de Estado. (N. de la R.)

__________
(1) LAPRADELLE-POLITIS: Recueil des arbitrages internacionaux, t.
II, pág. 280.
282 REVISTA CUBANA DE DERECHO

queremos atenernos a lo que es estrictamente indiscutible— y este


será nuestro punto de partida—, sin duda debemos limitarnos a decir
que la denegación de justicia es la forma más clásica, y en ciertos
aspectos la más característica, del acto ilícito internacional. Es, por
excelencia, el acto imputable al Estado, contrario a sus deberes
internacionales y que en ese sentido compromete más su
responsabilidad. La noción de la denegación de justicia se halla así
íntimamente ligada a la teoría general de la responsabilidad
internacional Para precisar por adelantado, ella ocupa un sitio
preferente en los elementos constitutivos de esa responsabilidad
particular en que los Estados pueden incurrir, con motivo de daños
sufridos por extranjeros.
En la hora presente apenas se puede hablar de una teoría de la
denegación de justicia, pues que tantas son las oscuridades e
incertidumbres que aun subsisten sobre la enunciación exacta del
problema, sobre la definición de los términos a emplear, sobre la
determinación de los hechos característicos de la denegación de
justicia.
Quedan explicadas tales dificultades por razones diversas; por el
olvido de los orígenes y de la función histórica de la denegación de
justicia; por la existencia de confusiones nacidas de haber sido
tomadas al efecto teorías de derecho interno que no tienen aplicación
directa en las relaciones internacionales; por los intentos de
definiciones unilaterales que se han dado en ciertas legislaciones
nacionales; y en fin, aunque en menor grado, por las vacilaciones de
la propia práctica internacional en cuanto a la extensión del concepto,
vacilaciones comprobadas con la terminología fluctuante y defectuosa
de que se ha hecho uso en las negociaciones diplomáticas y hasta en
ciertas decisiones arbitrales.
Bien vistas las cosas, tal estado de confusión es debido
ante todo a un enfoque todavía superficial de las relaciones
que, en ese terreno, se establecen entre el derecho interna -
cional y el interno. Así, prevalecen las más graves faltas de
inteligencia sobre la propia enunciación del problema, sobre
el verdadero plano en que se le debe situar Su persistencia
explica el hecho, a primera vista desconcertante y hasta pa-
REVISTA CUBANA DE DERECHO 283

radógico, de que la denegación de justicia, que se nos presenta en la


historia como el ejemplo más típico y más antiguo de la
responsabilidad, queda como una de las nociones más imprecisas de
nuestra ciencia.
Con ir hasta sus orígenes y con restablecer su filiación histórica
es que llegaremos a restituir a la noción de la denegación de justicia
su carácter esencial y a situarla en su plano verdadero. La denegación
de justicia se nos presenta en la historia como estrechamente unida a
la protección que un príncipe ejerce sobre sus súbditos en el
extranjero, y a la institución que entonces constituía la sanción por
excelencia, que era la de las represalias privadas. Desde ese punto de
vista, se ha dicho con toda exactitud que
"toda la teoría antigua de la responsabilidad del Estado se encuentra «n «1 viejo derecho
de las represalias" (2).

Desde la Edad Media, vemos que el individuo que ha sufrido un


perjuicio en país extranjero debe dirigirse primero al príncipe de ese
país para obtener la reparación, pero si el recurso ante la justicia local
resulta inútil, si por mala voluntad, o más a menudo por impotencia,
el príncipe no puede garantizar la reparación del daño causado; si a
ese daño primitivo se añade lo que, desde aquella época, se llama la
denegatio justitiae, el rechazo o denegación de justicia, el individuo
lesionado se dirige a su propio príncipe. Este, por una costumbre
cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, podrá darle patente de corso
o de represalias. La expedición de esa patente tiene por objetivo
regularizar el ejercicio de la justicia privada. Confiere al que la ha
recibido el derecho de recuperar sus bienes o el equivalente de esos
bienes a costa de los súbditos del príncipe que le ha negado la justicia.
La mejor definición de las represalias privadas es la que proporciona
Littré (ver Représailles) :
"Derecho concedido a un particular por la autoridad soberana de quien depende, de
tomar en tiempos de paz, y hasta por la fuerza, su bien o el equivalente de su bien a costa
de un extranjero o de los conciudadanos de ese extranjero, cuando no ha podido obtener
justicia por las vías judiciales del país de su adversario".

__________

(2) LAPRADELLE-POLITIS, t. I, p. 213.


284 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Las represalias privadas proceden directamente de la idea de la


responsabilidad colectiva: el grupo responde de los actos de sus
miembros, el príncipe de los de sus súbditos. Si elimina esa
responsabilidad al hacer justicia, la confirma al negarla. El derecho de
represalias está, pues, subordinado a la denegación de justicia.
"Locum autem habet —dice Grocio— ubi jus denegatur" (3): "Siempre hay recurso
cuando se niega la justicia".

Todos los autores antiguos se hallan de acuerdo sobre ese punto.


Bynkershoek escribe:
"Is ordo est, ne repressalias concedantur nisi palam denegata justitia" (4) "Esto es lo
corriente, a fin de que no se permitan las represalias si no ha sido denegada la justicia".

En el Guidon de la Mer, esa relación entre las represalias


privadas y la denegación de justicia está claramente precisada :
"Patentes de corso o de represalias se conceden por el rey, príncipe, potentados o señores
soberanos, en sus tierras, cuando, con exclusión de ¡a guerra, los súbditos de diversas
obediencias hayan robado, saqueado, unos a costa de otros, y que por la vía de la justicia
ordinaria no se haya reconocido derecho a los interesado*, o que sea negada la justicia
por demoras o plazos".

Vattel escribe por su lado:


"No se debe llegar a las represalias sino cuando no se ha podido obtener justicia" (5).

Es muy sugestivo a este respecto comprobar que hasta en el


curso de la guerra de 1914-1918 se ha visto evocado el recuerdo de
esa antigua doctrina en materia de presas marítimas. En el caso bien
conocido del Zamora, el Comité Judicial del Consejo Privado de
Inglaterra ha asimilado el derecho de presas al de las represalias y a la
denegación de justicia.
__________

(3) De Jure belli ac pacis, lib. III, cap. II, § 4.


(3) Quaestionum juris publici libri dúo, lib. I, cap. XXIV. El autor cita el artículo 31 de la
tregua hecha el 9 de abril de 1609 entre las Provincias Unidas y España, así como el
artículo 60 de. la paz de Munster que, en caso de infracciones a las estipulación©* de
los tratados, autoriza la expedición de patentes le corso, pero solamente '' in gevalle
van openbare weigering van justitie'' (en caso de una manifiesta denegación de
justicia).
(4) Le droit des gens, lib. II, cap. XVIII, § 350.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 285

Su decisión (7 de abril de 1916) reproduce el pasaje siguiente de un


informe redactado por William Murray (luego Lord Mansfield) con
motivo del conflicto planteado entre el Gobierno de Su Majestad y el
rey de Prusia Federico II (asunto del Silesian Loan):
"El derecho de gentes basado en la justicia, en la equidad, en la conciencia y
en la razón de las cosas no admite las represalias sino en casos de graves daños
cansados o tolerados por el Estado, y solamente si es en absoluto negada la
justicia in re minime dubia por todos los tribunales y finalmente por el
Príncipe" (6).

Esa relación entre la denegación de justicia y las represalias se


halla confirmada por una larga serie de tratados. Primero son aquellos
por los cuales las partes contratantes se comprometen a no conceder
el derecho de represalias a sus súbditos si no cuando éstos han
reclamado ante el soberano de los autores del daño y si le ha sido
negada una reparación (7). Vienen luego, a partir del siglo XVI, los
tratados que procuran precisar la noción misma de la denegación de
justicia, ya sea limitándola a una negativa o a un retardo manifiesto en
dar satisfacción, ya sea hasta marcando un término fijo (tres, cuatro o
seis meses), en el cual se debe hacer justicia (8). A partir del siglo
XVIII, la práctica de las represalias privadas tiende a desaparecer,
aunque hasta el final su ejercicio queda estrechamente unido a la
existencia de una denegación de justicia. Así es cómo un tratado de
comercio franco inglés de 1786 admite aun la expedición de patentes
de represalias en caso de denegación de justicia.
El texto de esos tratados reguladores de represalias pri -
vadas atestigua una preocupación que, desde el principio, ha
__________

(6) British and Colonial Prize Cases, vol. II, part. 6, p. 14. Véase, el interesante estudio de
Glover CLARK, The English practice with regard to reprisals by private persons,
Amer. Journ. of internat. Law, 1933, p. 694.
(7) Tratado de 1489 entre Francia y España (citado por T. TWISS, t. II, p. 39, nota 3) y dos
tratados entre Inglaterra y España: uno de 1667, el otro de 1760, citados por G.
CLARK, op. cit.
(8) BYNKERSHOEK cita las disposiciones: del Tratado hecho el 5 de abril de 1654 entre
Inglaterra y los Estados generales; del Tratado de 31 de julio de 1667 entre las mismas
Potencias; del Tratado de 27 de abril de 1662 entre Francia y los Estados generales.
Véase E. NYS, Les origines du droit internacional, p. 62 y siguientes.
286 REVISTA CUBANA DE DERECHO

tenido mucho espacio en la historia de la institución. Loa


príncipes que expedían patentes de corso o de represalias a»
esforzaban en limitar las violencias que ellas significaban
para la reparación de los daños privados que eran motivados
con su empleo. Los tratados especifican que las represalia»
regularmente ejercidas a consecuencia de patentes otorgadas
por la autoridad soberana no serían consideradas como actos
de guerra. Serían estimadas de una y otra parte como dis
posiciones legítimas, limitadas a la satisfacción de intereses
privados y compatibles con el mantenimiento del estado
de paz. *
La teoría moderna de la responsabilidad internacional se ha
apartado de la noción y de la práctica de las represalias. Debe su
desenvolvimiento a la concentración creciente de los poderes políticos
que ha permitido al Estado ejercer directamente todas las funciones de
la vida internacional y asumir todas las consecuencias jurídicas. Así
se fija gradualmente una concepción que, haciendo del Estado el
sujeto y el órgano del derecho internacional, lo hace también el
protector exclusivo de los intereses de los nacionales en el extranjero
(9). En el terreno doctrinal, ha dado nacimiento a una teoría que a
pesar de sus restricciones" hoy reconocidas, y que es preciso atribuir
sobre todo a la exageración de la noción de la soberanía, ha
favorecido indiscutiblemente una sistematización más firme de los
deberes internacionales de los Estados y de sus responsabilidades. De
una parte, y en cuanto al derecho en lo fundamental, ha hecho
prevalecer en la técnica del derecho internacional una concepción
unitaria del Estado, que autoriza la imputación a éste de los actos u
omisiones de todos sus órganos: legislativo, ejecutivo o judicial. De
otra parte, y en el terreno de los procedimientos, ha concentrado a
disposición del Estado el ejercicio de la acción internacional y
definitivamente ha condenado cuanto sea recurrir a la justicia privada.
__________

(9) TRIEPEL, Droit international et droit interne, (trad. R. BRUNET, p? 214). Véase:
POLITIS: "A fines del siglo XVIII, cuando los Estados asumieron de modo exclusivo
la protección internacional de sus súbditos, las represalias privadas desaparecieron,
porque no tenían razón de ser: a la acción de los particulares se sustitu yó en lo
adelante la de su gobierno''. (Informe al Instituto de Derecho Internacional, Annuaire,
p. 27).
REVISTA CUBANA DE DERECHO 287

En ese sistema es en el que se ha injertado la noción tradicional


de la denegación de justicia. Al adaptarse ha sido algo ampliada, como
lo veremos luego, de modo que comprende no solamente la negativa
injusta de reparación judicial del daño inicial, sino también cualquier
falta de la función jurisdiccional que implique violación de un deber
internacional. Sin embargo, en la mayoría de los casos la denegación
de justicia ha seguido como en sus orígenes; la negativa a reparar un
daño de que el Estado no asume la responsabilidad directa, y que por
ello autoriza a llevar al plano internacional una reclamación que
inicialmente sólo era de competencia del derecho interno y de la
justicia local.
Así, el estudio de los orígenes y del desenvolvimiento histórico
de la denegación de justicia nos muestra esa noción como
indisolublemente unida a la institución de la protección de los
nacionales en el extranjero. Comprobación cuya importancia es
capital: ella nos permite situar la denegación de justicia en su
verdadero terreno, que es el del derecho internacional.
La protección judicial de los extranjeros es, en efecto, una de las
formas del deber general de protección a los extranjeros por parte del
Estado. Esa protección constituye la garantía de su condición jurídica.
Halla su fundamento en el derecho internacional común o
consuetudinario. Los tratados, por otra parte numerosos, que
contienen la cláusula de "libre y fácil acceso a los tribunales", se
limitan a confirmar un principio cuya autoridad es independiente de
todo convenio.
Dicho eso, importa precisar el carácter exacto del deber de
protección judicial y las relaciones que se establecen aquí entre el
derecho internacional y el interno.
Los extranjeros que residen en un país están sometidos a
las leyes y a las instituciones locales. Es por medio de estas
que se considera que todo Estado cumple los deberes que le
impone en ese sentido el derecho internacional. Efectiva -
mente, es razonable presumir que las leyes y los actos de las
autoridades locales están acordes con las exigencias del de -
recho internacional (10). Pero el trato a los extranjeros no
__________

(10) LAPRADELLE-POLITIS, Recueil des arbitrases internacionaux. t. II, P. 31.


288 REVISTA CUBANA DE DERECHO

deja de ser competencia del derecho internacional. Aunque esa


presunción general de conformidad viene al suelo si de hecho es
demostrado que por insuficiencia de las leyes o por falta de quienes
las aplican, los extranjeros no reciben el trato a que tienen derecho.
La denegación de justicia proporciona esa demostración y da motivo
a la protección diplomática.
Así, normalmente garantizado por las vías del derecho interno,
el trato a los extranjeros, sin embargo, continúa bajo la garantía del
derecho internacional. En la combinación y en el justo equilibrio de
esas dos ideas es que encontramos la solución de las principales
dificultades que provoca la delegación de justicia. Las que ya hemos
visto proceden en su mayor parte de las relaciones a fijar en este
sentido entre el derecho internacional y el interno.
La función de garantía que resulta en última instancia para el
derecho internacional, en lo que respecta a la protección de los
extranjeros, proviene de la realidad de que el derecho interno sigue
sin influencia sobre la noción de la denegación de justicia así como
sobre la forma de ejercitar la acción internacional fundada en una
denegación de justicia. El daño por denegación de justicia es
libremente invocado por el gobierno reclamante. Su libertad de
discernimiento y de cualificación se mantiene íntegramente de
acuerdo con el derecho del Estado requerido (11). De esa
independencia de la denegación de justicia ante el derecho interno se
derivan múltiples consecuencias. Nos limitaremos a señalar aquí las
principales y nos reservamos volver sobre ellas en el curso de esta
exposición.
1° Como acto ilícito internacional, la denegación de
justicia sólo puede tener por fundamento la violación de una
obligación internacional: la que incumbe al Estado de garan-
__________

(11) E. BORCHARD, The diplomatic protection of citizens abroad, p. 128. Del mismo autor:
Los principios de la protección diplomática de los nacionales en el extranjero.
Biblioteca Visseriana, t. III, p. 24. Es la aplicación de un principio general, hecha
reserva de restricciones convencionales contrarias, cada Estado aprecia libremente por
sí mismo si una situación de hecho procede de una categoría jurídica determinada.
Véase: J. MERVIN JONES, British Year Bock of International Law, 1935, p. 43.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 289

tizar a los extranjeros, en el sentido de la protección judicial, un trato


acorde con las exigencias del derecho internacional. La sola violación
del derecho interno jamás puede ser base para una reclamación
internacional fundada en una denegación de justicia. Puede ocurrir
que los defectos del derecho interno, la negativa a aplicarlo o su falsa
aplicación por los jueces, constituyan elementos de prueba de una de-
negación de justicia, en el aspecto internacional del vocablo, pero por
ellos mismos, solamente, no constituyen jamás esos elementos tal
denegación (12).

2° Basada en el derecho internacional, la responsabili dad


del Estado originada en la denegación de justicia no puede ser
discutida en principio en nombre de teorías, principios o
nociones tomados del derecho interno. La separación de po -
deres, la independencia de la función judicial con respecto al
ejecutivo, son reglas de subdivisión de las competencias in -
ternas. No hay que invocarlas como argumentos ideológicos
en contra de la responsabilidad internacional del Estado en
razón de las actuaciones de los tribunales. No se trata aquí del
ejecutivo ni de lo judicial, ni de las reglas constitucionales
que, en el orden interno, gobiernan las actividades y las re -
laciones recíprocas de esos poderes. En el orden internacio -
nal, el Estado se presenta siempre como unidad. Sus tribu -
nales son sus órganos. La actuación de éstos, como la de cual -
quier otro órgano del Estado, es susceptible de comprometer
la responsabilidad etática (13). La tesis contraria, defendi-
__________

(12) Véase la decisión consultiva de 4 de febrero de 1932, del Tribunal Permanente de Justicia
Internacional, en el asunto del trato a los nacionales polacos y a otras personas de
origen o de lengua polaca en el territorio de Dantzig. Publications de la Cour, serie A-
B, N° 44, p. 24-25.
(13)
véase el artículo primero de las Resoluciones votadas por el Instituto de Derecho
Internacional durante la reunión de Lausana (1927). "El Estado es responsable de los
daños que causa a los extranjeros por toda acción u omisión contraria a sus
obligaciones internacionales cualquiera que sea la autoridad de que proceda:
constituyente, legislativa, gubernamental o judicial''. (Véase CH. DUPUIS. "El Estado,
responsable de sus leyes y de su administración, no podría dejar de serlo de sus
sentencias... Tampoco le es lícito romper con el derecho de gentes a causa de fallos de
la justicia, o de fantasías parlamentarias, o de petulancias gubernamentales''. Recueil
des Cours de l'Académie de Droit international, 1924, t. I, p. 354),
290 REVISTA CUBANA DE DERECHO

da por ciertos gobiernos y que se halla expuesta en algunas


sentencias arbitrales (14), está rechazada hoy por la doctrina de
modo absoluto.
Ya no es permitido en esto sentar como definitiva la regla de la
autoridad de la cosa juzgada. Con respecto a los demás Estados, las
decisiones de los tribunales nacionales no son juicios, sino simples
manifestaciones de la actividad etática, análogas en sus inicios a las
de cualquier otro órgano del Estado. Solamente en el orden jurídico
interno encuentra aplicación la autoridad de la cosa juzgada (15).
En fin, y siempre por igual motivo, no pueden causar estado en
el orden jurídico internacional ideas que, en el derecho público
interno de ciertos países, tienen como fundamento la teoría de la
irresponsabilidad del poder público. En relación a los actos de la
función jurisdiccional, y a los actos llamados "de gobierno", ese
principio de la irresponsabilidad ha sido alegado con razones
diversas, generalmente muy discutibles y que, aun en el orden
interno, se hallan actualmente quebrantadas (16). De un modo
general, esas limitaciones impuestas por el derecho interno no tienen
aplicación a la responsabilidad internacional.
"Responsabilidad internacional y responsabilidad interna forman dos teorías
separadas, con reglas distintas, aunque de hecho el progreso de una pueda
influir en las reglas de la otra" (17).

3° Una tercera consecuencia de nuestro principio se


__________

(14) Sentencias del Senado de Hamburgo en los asuntos Groft (7 de febrero de 1856) y
Yuille-Shortridge (21 de octubre de 1861), Recueil des arbitrages internacionaux, t.
II, p. 1 y 78, con las importantes notas doctrinales. Esa tesis se encuentra también
invocada en la sentencia arbitral dada el 8 de junio de 1932 en el asunto del Salem
entre el gobierno de los Estados Unidos y el de Egipto. Véase: Revue de droit
internacional, París, 1933, p. 814.
(15) ANZILOTTI. Cours de droit internacional, p. 480 y Revue general* de droit
internacional public, 1906. p. 24.
(16) DUEZ. La responsabilité de la Puissance publique, p. 138-150; Les actes de
gouvermement, 1935. Aún en el orden interno, la teoría de la irresponsabilidad
absoluta está en descrédito. En materia criminal, ha sido abierta una brecha
importante en el sistema por las leyes que reconocen el derecho a una indemnización
a las víctimas de errores judiciales.
(17) LAPRADELLE-POLITIS. Recueil des arbitrages internationaux, t. II, p. 278.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 291

refiere a las disposiciones de derecho interno, que tienden a definir o a


reprimir la denegación de justicia. Esas disposiciones pueden ser
completamente extrañas al problema de la protección judicial de los
extranjeros. Así resulta, por ejemplo, de la disposición del artículo 4°
del Código civil francés:
"El juez que rehuse juzgar, con el pretexto del silencio, de la oscuridad, o de
la insuficiencia de la ley podrá ser encausado como culpable de denegación
de justicia";

de lo preceptuado en los artículos 505-4° y 506 del Código de


procedimiento civil, de las -disposiciones penales promulgadas contra
los jueces declarados culpables de denegación de justicia (18). Es
absolutamente claro que esas disposiciones, consideradas en sí
mismas, no tienen aplicación en las relaciones internacionales. Su
único objeto es garantizar el ejercicio regular de la función
jurisdiccional en el orden interno. Por otra parte, se comprueba muy a
menudo que sus definiciones de la denegación de justicia son más
estrictas que las que tiende a consagrar la práctica internacional. Así
es cómo las disposiciones internas antes citadas sólo estiman como la
única forma de la denegación de justicia la negativa en cuanto a
resolver. Si el juez se pronuncia de un modo cualquiera, aun por la
simple inhibición o por la declaración de incompetencia, jamás hay
denegación de justicia.
Pero ciertos Estados, al formular en sus leyes, principal -
mente en las constitucionales, una definición de la denegación
de justicia, han tratado deliberadamente de limitar los casos de
intervención diplomática. Esas legislaciones han dado de -
finiciones singularmente estrechas que no han dejado de pro -
vocar protestas por parte de otros gobiernos. La interpreta ción
de la denegación de justicia corresponde al derecho
internacional, así como la protección misma de los extranje -
ros. Se debe considerar como no eficaces con respecto al de -
recho internacional esas tentativas de definición unilateral
__________

(18) Cód. de proced. civil francés, art. 505-4': "Los jueces pueden ser encausados en los casos
siguientes: ...Si hay denegación de justicia"; art. 506: "Hay denegación de justicia
cuando los jueces se niegan a contestar las instancias o descuidan el conocimiento de
los asuntos que se hallan en estado de ser juzgados".
292 REVISTA CUBANA DE DERECHO

(19). Desde luego que no ocurre igual con las disposiciones de ciertas
convenciones internacionales que han tratado de precisar, en las
relaciones entre Partes, la noción de la denegación de justicia. Esas
convenciones son evidentemente obligatorias entre los Estados
contratantes. A ese respecto hay de antiguo una práctica
convencional. Bynkershoek presenta ejemplos de convenios que
tienden a precisar con una definición la noción de la denegación de
justicia y a prevenir su abuso (20). Hay ejemplos en la práctica
contemporánea, principalmente en un tratado entre Francia y
Venezuela de fecha 26 de noviembre de 1885.
4? Una última consecuencia, aunque bastante mal derivada, del
principio de la independencia de nuestra noción con respecto al
derecho interno, concierne a las relaciones entre la denegación de
justicia y una regla de procedimiento sobre la cual hemos de tratar a
menudo la regla del agotamiento previo de los recursos internos.
De hecho, la denegación de justicia no aparece bastante
generalizada sino cuando los interesados han hecho Uso de las vías
legales puestas a su disposición por el derecho interno del Estado de
cuya responsabilidad se trate. Por otra parte, una regla consagrada por
una práctica ya fijada, pero que sufre ciertas excepciones, hace del
agotamiento previo de los recursos interiores una condición de
viabilidad para la reclamación diplomática.
En función del derecho internacional es como debe ser
interpretada esa regía. En efecto, no tiene otra base que la
también muy generalmente justificada presunción de que to do
Estado civilizado pone a la disposición de los extranjeros una
organización judicial capaz de garantizarles la protección de
sus derechos al mismo tiempo que la reparación de los daños
injustamente sufridos por ellos. También llega a ceder esa
presunción ante la inexistencia, a priori demostrada, de
__________

(19) Leyes: de El Salvador de 1886 (art. 40); de Costa Rica de 1886; de Honduras de 1895; de
Venezuela de 1903'. Véase Harvard Research in International Law, p. 180 y J. B.
MOORE, Digest, t. VI, p. 267 y siguientes.
(20) Quaestionum juris publici, lib. I, cap. XXIV, en que el autor cita el artículo 17 del
Tratado de comercio del 27 de abril de 1662 entre Francia y los Estados generales.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 293

vías adecuadas para recurrir, o ante los obstáculos injustificables


opuestos a la acción en el curso del procedimiento. Así,
excepcionalmente, se puede aceptar que se plantee la denegación de
justicia de modo previo al agotamiento de los recursos. En el primer
caso, tiene como resultado dispensar a los interesados de
tramitaciones manifiestamente ineficaces, y en el segundo caso, los
obliga a interrumpir el procedimiento.
De ese modo se ve que, aunque normalmente ligada en su
aplicación a la regla del agotamiento de los recursos interiores, la
noción de la denegación de justicia queda hasta cierto punto
independiente en su principio. Lejos de retroceder ante las exigencias
de los procedimientos internos, el derecho internacional no se
conforma a esas exigencias sino en la medida en que aseguran
efectivamente, en cada caso dado, una protección judicial realmente
adecuada a los extranjeros.
En las observaciones que preceden sólo hemos examinado los
requisitos para ejercitar o poner en acción la reclamación
internacional basada en una denegación de justicia. Situados en ese
punto de vista formal ante todo, hemos comprobado su independencia
con respecto al derecho interno.
Es preciso considerar ahora el otro aspecto del problema, que
concierne al buen fundamento de la alegación de la denegación de
justicia. En suma: a la prueba, que se debe aportar, de la violación del
deber internacional de protección judicial. ¿Qué significa en realidad
ese deber cuyo desconocimiento constituye la denegación de justicia?
¿Cuándo se puede considerar observado? ¿Cuándo, por lo contrario,
desconocido? En este capítulo preliminar sólo examinaremos en
términos generales la forma como se plantea el problema. Es en el
capítulo siguiente donde procuraremos resolverlo, y nos limitaremos
por ahora a situarlo en su plano verdadero, a fijar sus relaciones
exactas con el derecho internacional y con el interno.
Intervienen aquí ciertos postulados que, con el aspecto
de presunciones, rigen en la práctica las relaciones recípro cas
del derecho internacional y del interno en el orden de la
protección judicial a los extranjeros. De hecho, esas presun -
ciones conducen a atenuar bastante las consecuencias que po-
294 REVISTA CUBANA DE DERECHO

dría requerir la independencia formal de ambos órdenes jurídicos.


Sabemos que la protección a los extranjeros, y más es-
pecialmente su protección judicial, si está garantizada por el derecho
internacional, también lo está por el derecho interno. Ese principio
tiene igualmente por fundamento la presunción general, fundada tanto
en la razón como en las necesidades de la práctica, de que las leyes de
todo Estado civilizado se conformen a las exigencias del derecho
internacional. Esa presunción general de conformidad se aplica
primero a la organización de la función jurisdiccional: institución de
tribunales investidos de la competencia necesaria, existencia da los
medios adecuados de recursos, elección conveniente de los
magistrados. En pocas palabras; todo lo que es preciso para que el
Estado se encuentre en situación de cumplir su deber de protección
judicial se aplica en segundo lugar al ejercicio de la función: el modo
de llevar el procedimiento, las propias decisiones, son considerados
prima facie como dentro de las obligaciones del Estado. Corresponde,
pues, al gobierno reclamante que alega la denegación de justicia
establecer debidamente el fundamento de esa alegación (21).
Hemos dicho que no hay razón para distinguir, desde el
punto de vista del principio de la responsabilidad, entre el acto
ilícito cometido en el ejercicio de la función jurisdiccional y el
cometido por cualquier otro órgano del Estado. Esa es en
verdad la regla. Sin embargo, en el terreno de las pruebas, no
dejará de tener influencia la propia naturaleza de la fun ción
jurisdiccional. De hecho, la presunción general de con formidad
con el derecho internacional estará a menudo menos expuesta a
conmoverse en éste como lo está en otros aspectos. La
alegación de denegación de justicia hallará, sobretodo si
__________

(21) En el Neer case, el arbitro norteamericano Mr. NIELSEN se expresó como sigue: "De
ahí que la conformidad estricta de las autoridades de un país con sus leyes nacionales
no es necesariamente una prueba concluyente de la observancia de los deberes legales
impuestos por el derecho internacional, aunque podrá ser una prueba importante sobre
el asunto". Comisión de Reclamaciones Estados Unidos-México. Opiniones de los
Comisionados (4 de febrero de 1926 a 23 de julio de 1927. Los Estados Unidos de
América en representación de L. F. H. Neer y P. E. Neer contra los Estados Unidos
Mexicanos.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 295

se atiene al contenido de la sentencia, particulares dificultades para la


prueba. Se explican esas dificultades por la misma complejidad de las
cuestiones sometidas al examen de los jueces y por la libertad de
apreciación que es inseparable del ejercicio de sus funciones.
Propiamente hablando, no es un obstáculo de principio, sino
simplemente una dificultad mayor de prueba.
Somos llevados así a reconocer que aun en los Estados mejor
organizados queda sitio, muy amplio en suma, para las inevitables
divergencias de apreciación, así como para los riesgos de error, que
es preciso considerar como inherentes a la razón humana. Errare
humanum est: el error, que supone la buena fe, excluye la
responsabilidad. Desde ese punto de vista y en esa medida es justo
decir que los Estados se atienen a sus respectivas jurisdicciones.
Lo que es cierto hoy de la responsabilidad internacional lo era en
otro tiempo con relación a las represalias. El informe de Lord
Mansfield citado en el asunto del Zamora por el Comité Judicial del
Consejo Privado de Inglaterra (véase antes) contiene las palabras
siguientes;
"Cuando los jueces tienen independencia y han decidido según su conciencia,
su decisión aunque sea errónea, no da motivo a represalias. En asuntos
dudosos, los diversos hombres juzgan de un modo distinto, y todo lo que
puede exigir un amigo es que la justicia le sea aplicada imparcialmente, como
es aplicada a los súbditos del Príncipe ante cuyos tribunales ha sido llevado el
asunto" (22).

Esas consideraciones de orden, de seguridad y de respeto mutuo


han sido ya claramente advertidas por nuestros autores antiguos. Un
pasaje de Vattel debe ser citado. Después de haber enumerado ciertos
casos de denegación de justicia, Vattel añade, hablando del contenido
de la sentencia:
"Pero es preciso que la injusticia sea bien evidente y palpable. En todos los
casos susceptibles de duda, un Soberano no d«be atender las demandas de sus
súbditos contra un Tribunal extranjero, ni procurar sustraerlos del efecto de
una sentencia dada en forma. Eso sería un medio de excitar perturbaciones
continuas".

__________

(22) British and Colonial Prize Cases, vol. II, parte 6ª. p. 14.
296 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Nuestro autor se deja llevar en seguida a una aproximación


menos feliz con el derecho interno:
"El derecho de gentes prescribe a las naciones que atiendan recíprocamente a la
jurisdicción de cada una, por la misma razón que la ley civil ordena al Estado tener
como justa toda sentencia definitiva, dada en forma".

Pero pronto se rectifica para llegar a la conclusión siguiente:


"La obligación no es tan expresa ni tan amplia de Nación a Nación, pero no se puede
negar que no sea muy conveniente a su tranquilidad y muy conforme con sus deberes
hacia la Sociedad humana, obligar a sus súbditos, en todos los casos dudosos y con
reserva de una manifiesta lesión, a someterse a las sentencias de los Tribunales extran-
jeros, ante los cuales hayan comparecido" (23).

CAPITULO II
DEFINICIÓN DE LA DENEGACIÓN DE JUSTICIA SUS
FORMAS DIVERSAS

Se ha dicho con razón que se podría escribir un libro


sobre las diversas acepciones de la expresión "denegación de
justicia" (24). Una terminología tan imprecisa, que permite
utilizar las palabras en sentidos muy diferentes, sería ya, para
la recta comprensión de nuestro problema, una fuente de
graves dificultades si las divergencias —que no quedan
limitadas a la elección de los vocablos— procedieran de con-
__________

(23) El derecho de gentes, libro II, capítulo XVIII $ 350. Hay otros lugares en que se trata de
las reservas. Tal es el del libro II, capítulo VII, § 84, en que VATTEL se expresa así:
"Y como la administración de la Justicia exige necesariamente que toda sentencia
definitiva, dada regularmente, sea tenida como justa y ejecutada como tal; desde que
una causa en la que los Extranjeros se encuentren interesados haya sido resuelta en
forma, el Soberano de esos litigantes no puede oír sus reclamaciones. Tratar de discutir
la justicia de una sentencia definitiva, es atacar la jurisdicción del que la ha
pronunciado. El Príncipe no debe intervenir en las Causas de sus súbditos en país
extranjero, y no debe concederles protección sino en los casos de una denegación de
justicia, o de una injusticia evidente y palpable, o de una violación manifiesta de las
reglas y de las formas, o en fin, de una distinción odiosa hecha en perjuicio de sus
súbditos o de los extranjeros en general".
(24) Fred. SHERWOOD DTTN, The Protections of Nationals, Baltimore, 1932, p. 147.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 297

sideraciones puramente doctrinales. Desgraciadamente, se explican


ante todo por una divergencia de opiniones muy clara entre dos
grupos de Estados: unos que se muestran favorables a cierta amplitud
de las condiciones de la responsabilidad internacional, y otros que se
inclinan a restringirlas cuanto sea posible. Esa divergencia persiste
desde hace mucho tiempo, y se hizo evidente en el curso de las
deliberaciones de la Tercera Comisión de la Conferencia de
Codificación de El Haya encargada del estudio de la responsabilidad
de los Estados en lo que respecta a los daños causados en su territorio
a la persona o a los bienes de los extranjeros (1930).
Por su naturaleza tanto como por el efecto de una tradición añeja
y sólidamente establecida, la denegación de justicia se presenta como
la forma más flagrante del acto ilícito internacional, como la base
menos discutible de la responsabilidad en que el perjuicio sea de
origen privado. Pero, por otra parte, la sistematización de la teoría
general de la responsabilidad internacional es de fecha todavía
reciente, y sólo en el transcurso de los últimos años se ha llegado a
una idea más o menos exacta del sitio que, en esa teoría general,
corresponde a la denegación de justicia. Ese estado de cosas ha
influido enfadosamente en la comprensión de las relaciones que
existen entre la denegación de justicia y la responsabilidad
internacional. En mucho tiempo, estuvo más o menos
conscientemente sometida la práctica a la idea de que la denegación
de justicia era la clave de toda reclamación internacional. Los
gobiernos, llevados a multiplicar sus intervenciones en el extranjero,
se aplicaron por ello a estirar el significado de la expresión, mientras
que otros, preocupados por sustraerse a las intervenciones, le
atribuyeron una limitación tan corta como era posible. La definición
de la denegación de justicia ha venido a ser de ese modo el terreno
vedado de dos partidos completamente opuestos (25).
Ha tenido la doctrina grandes dificultades para librarse de
errores de ese modo acumulados. Poco a poco, sin embargo, ha
llegado a reconocer no solamente que la responsabilidad
internacional no se reduce a la denegación de justicia, sino
__________

(25) G. G. FITZMAURICE. The Meaning of term "Denial of Justice", British Year Book of
International Law, 1932, p. 93-94.
298 REVISTA CUBANA DE DERECHO

también que la denegación de justicia, aun en el terreno de la


protección a los extranjeros, no constituye sino una categoría entre
los actos generadores de la responsabilidad internacional. El Estado
tiene hacia los extranjeros otros deberes que los de administración de
justicia y su responsabilidad puede nacer con motivo del trato a los
extranjeros diferentes a una falta en el ejercicio de la función
jurisdiccional. Desde ese punto de vista, conviene ponerse en guardia
tanto contra las definiciones muy amplias, como contra las que
restringen la denegación de justicia.
Una corriente inicial que parece gozar de favor sobre
todo en los Estados Unidos, tiende a alargar
considerablemente la noción de la denegación de justicia,
hasta el punto de englobar en ella indistintamente todo acto
de una autoridad cualquiera del Estado que sea contrario a
su deber de protección a los extranjeros, aun cuando ese
hecho no tenga relación alguna con el ejercicio de la
función jurisdiccional. Muchos jurisconsultos
norteamericanos, partiendo de la idea, in discutiblemente
justa por sí misma, de que el Estado debe ser considerado
como responsable de toda infracción a sus deberes de
protección imputable a cualquiera de sus autorida des,
deliberadamente han ampliado en ese sentido el alcance de
la expresión. Ese criterio ha sido defendido principalmen te
por Mr. J. Basset Moore (26), por Mr. Fred Nielsen con
motivo de diferentes sentencias arbitrales (27), y por el
profesor Cheney Hyde (28). No es posible dejar de aprobar
su punto de vista cuando insisten en el hecho de que los
defectos del poder judicial no constituyen la única base po -
sible de las reclamaciones diplomáticas, y que éstas pueden
igualmente ser motivadas por la insuficiencia de las leyes o
por la conducta arbitraria de los agentes del ejecutivo. Por
otra parte, veremos que ciertas deficiencias del poder
judicial que tienen origen en la actitud del poder legislativo
o del ejecutivo merecen ser designadas con el nombre de
__________

(26) American Society of International Law, Proceedings, p. 18-19.


(26) International Law applied to reclamations mainly in cases between the United States and
México, p. 11. 81. (Neer Case), 535 (International Fisheries Company Case). Véase
American and British Claims Arbitration, Report of Fred Nielsen, p. 849 y
siguientes.
(27) International Law, t. I, p. 491-492.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 299

denegación de justicia. Pero aplicar ese término a una infracción


cualquiera del Estado con relación a sus deberes hacia los extranjeros,
es quitarle toda significación técnica definida. Así empleada, la
expresión pierde todo valor propio y no es más que una fuente de
confusiones (29). Cambiando el sentido tradicional y natural de las
palabras no se contribuye a la claridad de las ideas. La expresión
responde a una noción unida a la organización o al ejercicio de la fun-
ción jurisdiccional. Desde ese punto de vista es que tiene utilidad, y
así es como únicamente merece ser conservada.

La limitación de la responsabilidad internacional, en el


caso de denegación de justicia, es el único punto común entre
la opinión precedente y la que prevalece en ciertos países, los
de la América latina principalmente. Pero mientras que la
primera extiende sin medida la noción de la denegación de
justicia, la otra se aplica por lo contrario a circunscribirla a los
límites más estrechos. En suma, llega a reducir la no ción de la
denegación de justicia, en derecho internacional, a la
aceptación que se le ha dado en el derecho interno. El im -
pedimento de acceso a los tribunales o la discriminación in -
justa con respecto a los extranjeros, en cuanto a los requi -
sitos para ese acceso, la negativa del juez a resolver, consti -
tuirían los únicos casos de denegación de justicia. En cuanto a
la sentencia en sí, sería en absoluto inatacable. En ningún caso,
ni aun con el pretexto de manifiesta injusticia, podría ser
ella objeto de una reclamación ni estar sometida al con -
trol de las jurisdicciones internacionales. Ese criterio ha sido
defendido por el señor Guerrero en su ponencia al Comité de
Expertos para la Codificación del Derecho Internacional
(Trabajos preparatorios de la Conferencia de El Haya de
1930). Se encuentra de él una expresión característica, aun-
__________

(29) C. EAGLETON. The Responsibility of States in International Law, p. 112. Véase


también la sentencia dada en el asunto Chattin. Comisión de Reclamaciones Estados
Unidos-México, obra citada. p. 426-427. No obstante ello7 la Comisión ha limitado el
empleo del término en el caso de negativa de reparación de una injusticia inicial (véase
más adelante). Consúltese FITZMAURICE, obra citada, p. 97.
300 REVISTA CUBANA DE DERECHO

que más atenuada, en un fallo de la Corte Suprema del Perú con


fecha 25 de mayo de 1927 (30).
En último análisis, esa teoría descansa en un doble postulado. El
deber de protección judicial con respecto a los extranjeros no debe en
caso alguno garantizar a éstos facilidades ante los tribunales que no
tengan los nacionales. La sentencia dada queda amparada por el
principio de la autoridad de la cosa juzgada, aun en las relaciones de
Estado a Estado. Por consiguiente, el extranjero tiene contra ellas
sólo las posibilidades de recurso que le proporcione la ley interna.
Ya sabemos lo que se debe pensar de esta doble aseveración. El
trato a los extranjeros está garantizado por el derecho internacional, y
no debe el derecho interno limitar las obligaciones internacionales
del Estado con la sutileza de la teoría de la igualdad. En cuanto al
principio de la autoridad de la cosa juzgada, sabemos que sólo recibe
aplicación en el orden jurídico interno y que no es posible invocarlo
en las relaciones de Estado a Estado (31).
El fundamento doctrinal de esa teoría requiere expresas
reservas. Pero es acaso más prudente y más útil buscar un acuerdo en
el terreno de las soluciones concretas que oponer unas doctrinas a
otras, sobre todo cuando ¡as divergencias se explican principalmente
por el antagonismo de los intereses y por la supervivencia de ciertos
recuerdos históricos.
Existe acuerdo sobre el siguiente punto. En tesis gene ral,
la protección general a los extranjeros no significa otra
obligación que la de poner a disposición de ellos una orga -
nización judicial que de modo efectivo sea suficiente para
garantizarles el libre ejercicio de los derechos que no pueden
serles negados, según el derecho de gentes. Tal es el principio.
El desacuerdo sólo se suscita con respecto a la necesidad de
presentar ciertas excepciones en lo que concierne al contenido
de la sentencia. En ese aspecto, la cuestión se plantea así: el
deber de protección judicial del Estado, en el indicado sen-
__________

(30) Annual Digest of Public International Law Cases, 1927-1928, p. 219. (Cantero-
Herrera vs. Canevaro and Co.).
(31) ANZILOTTI, Cours, trad. francesa de GIDEL, p. 480.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 301

tido, ¿se ha cumplido realmente sólo porque haya sido dado un fallo
contra el cual no tengan recurso los nacionales? ¿Debe el derecho
internacional, sin excepción, mantenerse indiferente al contenido de
ese fallo, aun cuando haya en éste todas las características de una
injusticia evidente y palpable? Tal es el problema, y ya volveremos a
él. Su solución, como veremos, no se conforma con respuestas
absolutas, muy corrientes en esta materia.
Si los dos sistemas que acabamos de resumir se hallan en clara
oposición sobre el fondo, también muchas controversias en torno a la
definición de la denegación de justicia se reducen a simples cuestiones
de terminología. No se podrá repetir bastante que el verdadero
problema es el de las condiciones de existencia de la responsabilidad
internacional. En donde haya acuerdo sobre ese punto se puede tener
como secundarias las diferencias de terminología, y a menudo como
superfluas las discusiones que susciten.
Si nos atenemos al uso tradicional del término, comprobamos
que la denegación de justicia, stricto sensu, está constituida por el
impedimento de acceso a los tribunales, o pollos retardos o las trabas
injustificables opuestas al litigante extranjero. Así lo entendían
nuestros antiguos autores, principalmente Vattel:
"Hemos dicho (343) que no se debe acudir a las represalias sino cuando no se
puede obtener justicia. Y la justicia es negada da varias maneras: 1* por medio
de una denegación de justicia propiamente dicha, o por una negativa a oír
vuestras demandas, o las de vuestros súbditos, que les permita reclamar sus
derechos ante los tribunales ordinarios; 2' por las dilaciones de que no se puede
dar nueva razón; plazos equivalentes a un rechazo o más ruinosos todavía; 3'
por un fallo manifiestamente injusto y parcial. Pero es preciso que la
injusticia sea bien evidente y palpable" (32).

Ese pasaje consagra una distinción que ha dejado trazas


en nuestra terminología actual y que por otra parte están
justificadas plenamente con razones de fondo. En los dos pri -
meros casos atendidos por Vattel, está negada la justicia en el
sentido más absoluto del vocablo, porque el extranjero no
ha llegado a ser puesto en situación de defender su derecho
__________

(32) Libro II, cap. XVIII, $ 350.


302 REVISTA CUBANA DE DERECHO

ante los tribunales. Es la acepción formal de la negativa a hacer


justicia, y nuestro autor le reserva la denominación de denegación de
justicia (33).
"Pero —dice Vattel— puede ser todavía negada la justicia de otro modo: por un fallo
tildado de injusticia evidente y palpable".

Esta vez, la causa está en el contenido de la sentencia: es la


acepción material de la denegación de justicia.
El léxico de la práctica internacional moderna distingue aun a
veces entre la denegación de justicia y la injusticia manifiesta.
"Los Estados —se lee en la sentencia arbitral Cotesworth y Powell— son responsables:
primero, con motivo de la denegación de justicia; en segundo lugar, con motivo de actos
de injusticia notoria" (34).

Esa distinción se reduciría a un problema de terminología si no


hubiéramos comprobado la existencia de una corriente de opinión
que, por una parte, limita la responsabilidad internacional a un caso
único de denegación de justicia, y que por otra jamás admite la
alegación de la denegación de justicia contra la sentencia dada.
En esas condiciones, no se podría sentir la tentación de
renunciar completamente al empleo de una expresión que
origina confusiones tan graves. Eso fué lo que hizo, no sin
buenas razones, la Comisión Preparatoria de la Conferencia
de El Haya de 1930: al renunciar a servirse de la expresión
denegación de justicia, se limitó a enumerar directamente los
actos u omisiones que, en el orden de la función jurisdic -
cional, pueden originar la responsabilidad internacional.
El fracaso de la Conferencia no permitió un convenio general,
y seguimos así, querámoslo o no, en presencia de una locu -
ción cuyo empleo, a pesar de sus numerosas deformaciones,
está sancionado por una vieja práctica, que se encuentra en
__________

(33) En nuestro curso en la Academia (1923), sobre la responsabilidad de los Estados,


publicado en la Biblioteca Visseriana (vol. II), dimos a la expresión esa acepción
formal consagrada por la tradición. Por razones que serán expuestas más adelante en el
texto, damos en el presente estudio una acepción más amplia, de modo que comprenda
el fallo manifiestamente injusto.
(34) BALSTON. The Law and Procedure of International Tribunals, N° 115.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 303

los convenios internacionales y en los compromisos de arbitraje de


fecha muy reciente, y que es necesario tratar de definir (35).
Tomadas en cuenta las observaciones que preceden, esa ,
definición debe ser concebida en términos que no significan una
limitación injustificada de las obligaciones del Estado en el orden de
la protección judicial a los extranjeros,, A reserva de un examen
ulterior del contenido exacto de esas obligaciones, la definición debe
extenderse a todos los actos u omisiones que constituyan la
infracción, y solamente a esos actos u omisiones. Nosotros
definiremos así la denegación de justicia; todo defecto en la
organización o en el ejercicio de la función jurisdiccional que
implique en el Estado falta a su deber internacional de protección
judicial de los extranjeros.
Esa definición requiere una advertencia inicial.
Importa poco que, en el origen de la falta en la función
jurisdiccional, se encuentre un hecho que desde el punto
de vista del derecho interno sea imputable a otro poder del
Estado, como el legislativo. Tal es el caso en que los
jueces hayan aplicado con exactitud una ley interna cuyas
disposiciones estén en contradicción con las obligaciones
internacionales del Estado. Lo que importa en el aspecto
internacional no es la determi nación del órgano del Estado
al que se puede imputar, ante' el derecho constitucional, el
origen de la falta del Estado a su deber: sólo es
determinante el acto en que esa falta haya aparecido en las
relaciones internacionales. Si tiene impli caciones en el
orden jurisdiccional, se está en presencia de una
denegación de justicia, en el sentido que hemos dado a ese
concepto (36). Ocurriría así, por ejemplo, si la legisla-
ción no franqueara al extranjero los medios de recurrir que
__________

(35) En el asunto Martini (sentencia arbitral del 3 de mayo de 1930), «1 compromiso de


arbitraje invitaba al Tribunal arbitral a decidir si, en el proceso a que había puesto
fin la decisión criticada, había habido denegación, de justicia o injusticia patente.
Es preciso notar que en sus respuestas al cuestionario del Comité Preparatorio de la
Conferencia de El Haya, muchos gobiernos habían hecho uso de la expresión
denegación de justicia.
(36) ANZILOTTI, Cours, p. 482, y entre las sentencias arbitrales recientes: The
Interoceanic Railway of México and the Mexican Eastern Company, Comisión de
Reclamaciones Gran Bretaña-México, sentencia de 18 de junio de 1931. Amer.
Journ. of Intern. Law.. 1934, p. 167.
304 REVISTA CUBANA DE DERECHO

un Estado bien organizado pone a la disposición de los litigantes.


¿Cuáles son los actos que es preciso considerar como
relacionados con el ejercicio de la función jurisdiccional? Es
necesario abarcar primero todos los actos de jurisdicción propiamente
dichos, es decir: todos los que conducen a una comprobación legal
revestida por la ley interna de la autoridad de la cosa juzgada. Hay
que unir a éstos los actos preparatorios del juicio, considerados como
tales los actos de instrucción ordenados por los tribunales aun hasta el
momento en que es confiada su ejecución a los agentes auxiliares,
como oficiales ministeriales, en fin, todos los actos u omisiones
concernientes a la ejecución de los fallos y, por extensión, los actos
llamados de jurisdicción gratuita.
No importa el carácter de la jurisdicción, si está constituida
regularmente y si presenta los caracteres esenciales de la función
jurisdiccional. Así, la teoría de la denegación de justicia puede ser
aplicada a los actos u omisiones de los tribunales administrativos, lo
mismo que a los de orden judicial, a condición de que se determine su
existencia como poder independiente del Estado. Unos y otros ejercen
un poder judicial, ya que, para tomar los conceptos de la sentencia del
Senado de Hamburgo en el asunto Croft,
"El funcionamiento de su jurisdicción depende únicamente de la libre e independiente
interpretación de la ley por personas que están regularmente encargadas de ello, y no la
obediencia a ordene» superiores" (37).

Nuestra definición abarca toda falta al deber de protección


judicial del Estado hacia los extranjeros. A la vez, hemos tomado
partido en un problema muy controvertido que de cierto modo se
reduce a una discusión de terminología.
__________

(37) LAPRADELLE POLITIS, Recueil des arbitrages internationaux, t. II, p. 24. El derecho
internacional no toma en consideración, desde el punto de vista que nos interesa aquí,
sino la distinción orgánica o formal que hace de los tribunales un poder independiente
en el sentido de que en el terreno de su competencia legal no están sometidos al poder
instructor de un superior jerárquico, poder que caracteriza a la administración. Véase
R. BONNARD, La concepción material de la función jurisdiccional, Malangas Carra
de Malberg, 1933.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 305

En nuestro concepto, hay denegación de justicia aún cuando el


defecto reprochado a la función jurisdiccional es por sí mismo causa
de un daño al extranjero, con independencia de todo perjuicio
anterior. El daño nace directamente del mal funcionamiento de la
justicia. Empleamos por ello la expresión denegación de justicia no
solamente para caracterizar el caso en que la justicia local haya
faltado a su deber de reparación con respecto a hechos perjudiciales
anteriores, y no imputables a los tribunales, sino también para
designar a aquellos en que la única fuente del perjuicio y el solo fun-
damento de la responsabilidad internacional están precisamente en el
ejercicio o en la abstención de la función jurisdiccional por sí propia.
Según otra opinión, que tiene muchos partidarios, debería estar
reservada la expresión para designar la falta al deber de reparación
que corresponde a los tribunales locales en razón de un daño anterior
sufrido por el extranjero: any defect in the remedial process. Este
modo de ver es defendido principalmente por el profesor Eagleton
(38), y ha sido desarrollado con mucha claridad por el llorado van
Vollenho-ven, presidente de la Comisión de Reclamaciones de
Estados Unidos-México en el asunto Chattin (39). Resultaría, por
ejemplo, que la expresión denegación de justicia no podría ser
aplicada al impedimento de recurrir, opuesto por la ley o por los
tribunales a un reclamante extranjero que procurara simplemente la
ejecución judicial de un contrato, no ya en caso alguno en que el
extranjero figure como demandado en un proceso (40). Estas son
consecuencias que se avienen mal con los hábitos lexicológicos.
Se puede conceder que esa opinión corresponde a la
__________

(38) Amer. "Jourm. of Internat. Law, 1928, p. 553-559: "The essential test for denial of
justice lies in the question: has there been au antecedent injury to the alien, for which
he is now seeking redress?". "Lo esencial en la denegación de justicia se encuentra en
la pregunta siguiente: ¿Ha habido anteriormente para el extranjero un perjuicio por el
que él esté procurando en la actualidad una indemnización ?
(39) Opinions of Commissioners (4 de febrero de 1926 al 23 de julio de 1927) p. 425-427, y
en el mismo sentido la opinión del arbitro R. POUND en el asunto de los Cayuga
Indians, American and British Claims Arbitration, Nielsen's Reports, p. 258.
(40) EAGLETON, loe. cit, p. 553.
306 REVISTA CUBANA DE DERECHO

acepción original de la denegación de justicia. Hemos visto que la


expresión fué ya usada para designar la negativa de la justicia local a
conceder a los extranjeros las justas reparaciones debidas. Sin
embargo, no advertimos razón alguna para limitar actualmente su
empleo en ese sentido (41). Con una concepción más firme y clara de
la misión del Estado en las relaciones internacionales, la noción de su
deber de protección judicial a los extranjeros se ha ampliado y
precisado. Su responsabilidad no se limita al rechazo de reparación
por los daños que ellos sufran, sino que abarca todos los casos en que
el extranjero ha encontrado la negativa de una protección judicial
adecuada a los derechos que deben serle reconocidos.
Podríamos inclinarnos a conceder sólo a esta discusión
una importancia secundaria, ya que también los partidarios de
ambas opiniones en disputa se encuentran de acuerdo sobre el
punto esencial: unos y otros admiten que la responsabili dad del
Estado puede nacer por la injusticia directa así como por la
negativa de reparación de una injusticia anterior. Sin embargo,
se nota en la opinión que criticamos una argumen tación que
produciría confusiones en una materia ya de por sí bien
compleja. Así es como en el asunto Chattin el presidente van
Vollenhoven, queriendo restringir el empleo de la expre sión
"denegación de justicia" al único caso de la negativa a la
reparación, se decidió por oponer la responsabilidad indi recta
que nace de ese hecho a costa del Estado frente a la
responsabilidad directa en que incurre, debida a un daño ini cial
causado al extranjero en la administración de justicia. Esa
terminología sólo puede ser una fuente de nuevas dificultades.
Aquí no hay responsabilidad indirecta. La negativa a la re -
paración es por sí misma un caso de responsabilidad directa,
pues, como lo ha reconocido van Vollenhoven, no se podría
hablar de una responsabilidad indirecta o mediata sino a con -
dición de tomar en consideración la responsabilidad puramen -
te individual que incumbiría a los particulares autores de
los actos indemnizables. Pero se sabe que esos actos no son
__________

(41) Véase el excelente estudio de FITZMAURlCE, British Year Book, 1932, p. 105 y
siguientes, así «orno BORCHARD, Harvard Research, p. 174.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 307

imputables al Estado y que examinados en sí mismos resultan


completamente indiferentes con relación al derecho internacional
(42).

¿Cuáles son las formas que puede presentar la denegación de


justicia? En otros términos: ¿cuáles son los actos u omisiones de la
función jurisdiccional a los que se puede aplicar esa calificación? Las
incertidumbres de que son testimonios la práctica y la doctrina se
explican casi siempre por el hecho de que se pierde de vista el
principio que es fundamento de toda la materia, a saber ¡ que no hay
denegación de justicia sino cuando el defecto atribuido a la función
jurisdiccional se convierte en la violación del deber internacional de
protección judicial hacia los extranjeros. Y como hemos visto, este
deber se halla normalmente garantizado por las vías del derecho
interno, es decir: que en tesis general se ha de considerar como
cumplido ese deber desde el momento en que el Estado ponga a
disposición de los extranjeros una organización judicial capaz, tanto
por las leyes que la rijan como por los hombres que la compongan, de
darles efectiva protección en sus derechos. Por otra parte, la
presunción general de conformidad con el derecho internacional, que
en esta materia es más fuerte que en otras, autoriza que se estime,
prima facie, conformes con ese deber así entendido, tanto la
organización dada a la función jurisdiccional por las leyes del Estado,
como el ejercicio de tal función en quienes tienen el encargo de
realizarla (43).
El perjuicio de la denegación de justicia anula el desarrollo
normal de tales postulados y de lo que con ellos se presume.
Constituye una apelación directa a la garantía del derecho
internacional contra las faltas del derecho interno.
También nos explicamos que la denegación de justicia
__________

(42) Opinions of Commissioners, loc. cit. Véase en ese sentido: BOR-CHARD, Zeitsehrift für
auslándische óffentliches Recht nnd Volkeirecht, t. I, citado por FITZMAURICE, op.
cit, p. 109; DURAND, La responsabilité internacionale des Etats pour déni de justice,
Rev. gen. de droit internat. public, 1931. p. 696-697.
(43) "Cada Estado es dueño de escoger los métodos por los cuales alcanzará, ese grado
mínimo de "protección judicial. El objetivo a lograr no depende únicamente de él,
aunque él ha escogido los medios". (Ch. DURAND, loc., cit. p. 716).
308 REVISTA CUBANA DE DERECHO

aparezca en su aspecto formal mucho más claramente que en el


material. El impedimento de acceso a los tribunales, negarse a
resolver, los retardos o trabas inexcusables en la administración de
justicia, la no ejecución de las sentencias firmes, han sido
caracterizados en todo tiempo como denegaciones de justicia. Por lo
contrario, como el Estado por regla general no está obligado a
garantizar una sentencia determinada, las reclamaciones dirigidas
contra los efectos de la sentencia no son aceptadas sino de modo
excepcional, y solamente si se ha demostrado que con la apariencia
de justicia hecha ha habido denegación de justicia.
Encontramos inicialmente una serie de casos que pueden
agruparse con la denominación general de denegaciones de justicia
formales. Su rasgo común es que el extranjero no haya tenido
posibilidad de hacer valer efectivamente su* derechos.
Tal es con toda evidencia el caso de impedimento de
acceso a los tribunales, que resulta del estado de la legisla ción
o por actos de los magistrados, ya sea de modo directo o más o
menos disimulado con la exigencia de condicionales e de
formalidades abusivas, como por ejemplo exigir el depósito de
una caución, de una tasa manifiestamente exagera da. Impedir
cualquier vía adecuada de acción judicial, debe ser en general
asimilada a la negativa de acceso a los tribu nales. La
inexistencia de toda jurisdicción competente para determinar
sobre la reparación de los actos indemnizables de la
administración constituye, por esa razón, una falta al deber de
protección judicial del Estado con respecto a los extranje ros.
Sin embargo, no se podría asimilar la denegación de jus ticia a
la carencia de recurso judicial o administrativo contra las
resoluciones adoptadas por las autoridades superiores del
Estado, por la legislatura o por el gobierno, en tanto que esa
carencia resulte de la legislación general del Estado y no de
una decisión discriminatoria contra los extranjeros. La ca -
rencia de recursos contra esas resoluciones no excluye evi -
dentemente la responsabilidad internacional nacida de los
daños que produzcan tales resoluciones por sí mismas, pero
el Estado actual de la organización constitucional de los paí-
REVISTA CUBANA DE DERECHO 309

ses, aun de los mejor organizados, por regla general (44),

no puede ser tenida como una falta al deber de protección judicial


equivalente a una denegación de justicia.
La negativa del juez a entender en el asunto, o a resolver,
puede constituir igualmente una denegación de justicia, con
la reserva que acabamos de indicar, pero solamente si esa
decisión es definitiva y si ha causado al litigante extranjero la
imposibilidad de hacer valer sus derechos por otra vía. Una
declinatoria de competencia no es una denegación de jus ticia
más que en el caso en que produzca esa consecuencia. Lo que
importa desde el punto de vista del derecho internacional es
que haya por lo menos un tribunal competente para exa minar
el fondo de la demanda. Si no existe ese tribunal, la
declaración de incompetencia, aun hecha con arreglo a la le -
gislación interna, hará aparecer los defectos de la organi -
zación judicial (46). Si es contraria a esa legislación, la de -
clinatoria de competencia puede constituir un propósito de
inadmisibilidad más o menos disimulado, opuesto por los jue-
ces al demandante extranjero. Así, no hay que considerar de
igual modo, desde el punto de vista de la calificación de la
denegación de justicia, las declaraciones de incompetencia y
los fallos sobre el fondo (véase lo dicho más adelante). Es
que se trata aquí de no discutir los méritos intrínsecos de una
sentencia sobre el fondo, asunto siempre delicado, sino sola -
mente de apreciar las consecuencias de una declaración de
inadmisibilidad en relación con las condiciones del acceso a
__________

(44) Habría motivo para apreciar de otro modo la situación cuando se trate de la violación,
por las autoridades legislativas o gubernamentales, de una concesión otorgada a un
extranjero o de un contrato hecho entre el Estado y un extranjero. El Estado, por lo
mismo que se ha obligado en relaciones de ese orden, ha de poner a la disposición del
extranjero los medios legales internos suficientes para garantizar su realización.
(45) En la sentencia arbitral dada por el señor UNDEN sobre la interpretación del artículo 181
del tratado de Neuilly (cuestión de fondo), el arbitro se expresó como sigue: "es raro
que haya remedios contra los actos de los órganos más caracterizados del Estado". Por
esa razón el arbitro descartó en este asunto la excepción deducida de la falta de
agotamiento previo de los recursos judiciales internos.
(46) FITZMAURICE, loc. cit. p. 99-100; Ch. DURAND, p. 712-713.
310 REVISTA CUBANA DE DERECHO

la justicia local y de los recursos realmente facilitados por ésta a los


extranjeros (47).
Los retardos insólitos e inexcusables en la marcha del
procedimiento o en el pronunciamiento de la sentencia han sido
considerados siempre como equivalentes a denegaciones de justicia.
La sentencia arbitral de 8 de junio de 1932 en el asunto Salem
menciona, después de la denegación de justicia absoluta, "el retardo
inexcusable de la aplicación de la justicia" (48).
En cuanto al perjuicio por denegación de justicia, fundado en la
organización de los tribunales o en particularidades del procedimiento
local, requiere varias distinciones. La organización de sus tribunales,
la reglamentación de su procedimiento, quedan en principio a la
discreción de cada Estado, por lo que el derecho internacional
permanece indiferente a la elección de los medios para atender sólo al
resultado. Desde el momento en que los extranjeros hallan en la
organización judicial y en el procedimiento local las garantías
requeridas para la protección —y ya hemos visto que tal cosa se
presume—, la forma particular dada a esa organización o a ese
procedimiento no importa y no puede ser fundamento para alegar una
denegación de justicia. En el asunto Cotesworth y Powell, el arbitro
superior declaró:
"En principio, no puede ser fundada reclamación alguna en críticas dirigidas contra la
forma particular del procedimiento o contra un modo particular de administrar justicia
por los tribunales de un país, porque es presumible que los extranjeros los han conside-
rado antes de entrar en relaciones de negocios en ese país" (49).

__________

(47) "No es lo mismo tener acceso a los tribunales que disfrutarlo para
oírles declarar que no es admisible la formulación de una deman
da". (Ch. DURAND, loc. cit.)
Véase O. HOIJEE, Responsibilité Internationale des Etats en matíére d'actes
judiciaires, Rev. de droit ¡Internacional, París, 1930.
(48) Véase igualmente entre muchas otras, la sentencia dada por la Comisión Francia-
Venezuela en el asunto Fabiani, Ralston N° 114.
(49) Sentencia arbitral en el asunto Salem: "Es la regla que un extran -
jero deberá reconocer que le es aplicable debidamente la especie de
jurisdicción que se halla instituida en el país cuyo domicilio
REVISTA CUBANA DE DERECHO 311

Otra consecuencia del mismo principio se relaciona con las


irregularidades cometidas en el curso del procedimiento. Estas no
interesan al derecho internacional en tanto no constituyan una
violación de la ley interna. No entran en cuenta sino en la medida que
impliquen un desconocimiento de las garantías esenciales para
administrar la justicia, es decir: de las que se debe considerar como
comunes a todos los países civilizados. Esto es afirmar que aquellas
irregularidades deben tener un carácter particularmente grave y
flagrante.
"Sin embargo —se lee además en la sentencia Cotesworth y Powell— sería necesario
considerar como equivalente a una denegación de justicia absoluta la violación patente
de los principios esenciales de la justicia natural, como por ejemplo: la negativa a oír a
las partes o también el hecho de impedirles producir sus medios de prueba".

Se ha preguntado a veces si el hecho de conferir a una


jurisdicción que no es la ordinaria un asunto que interesa a
extranjeros constituye una denegación de justicia Por sí
propia, esta circunstancia no es decisiva, pues hasta importa
poco el medio de hacer justicia si ésta ha sido efectivamente
hecha. Lo que importa realmente es saber si el tribunal que
haya conocido del asunto, cualquiera que sea su organización,
ha ejercido una jurisdicción independiente o si se ha encon -
trado de hecho sometido a las instrucciones del ejecutivo.
Pero no se podrá negar que desde ese punto de vista, y en el
orden de las pruebas, pueden ser muy significativas las con -
diciones de constitución del tribunal. Si por efecto de una ley
especial, por ejemplo, las reclamaciones de los extranje ros
fueren sustraídas a la competencia de los tribunales que deban
conocerlas según la legislación general del país, sin ser
__________

ha elegido, y eso comprende en ella los defectos de que se podría tachar esa especie de
jurisdicción, imperfecta como toda obra humana". En el asunto White entre Gran
Bretaña y Perú, el Senado de Hamburgo (sentencia del 13 de abril de 1864), descarta
los cargos dirigidos por el Gobierno británico a la instrucción judicial y demuestra que
ésta había sido llevada según los métodos admitidos por la lex fori y que las
disimilitudes entre el procedimiento criminal inglés y del Perú bastaban para justificar
una demanda de indemnización. (LAPBADELLE-POLITIS, Recueil des arbitrages
internationaux, t. II, p. 305, con la nota doctrinal del señor ULLMANN). Véase: O.
HOIKEB, op. cit. p. 121 y sigs).
312 REVISTA CUBANA DE DERECHO

decisivo por sí propio, ese acto producirá con bastante frecuencia el


fundamento de una sospecha legítima.
Naturalmente que cualquiera que sea la organización de los
tribunales, su composición debe ser regular. Una modificación
introducida en esa composición, tal como esté regulada por la
legislación interna, tendría la consecuencia de invalidar la sentencia
ante esa legislación y de privarla de toda autoridad con respecto al
extranjero (50).
¿Puede hacerse responsable a un Estado del contenido de una
sentencia dada por sus tribunales? Este es el famoso problema del
"error en el juicio", seguramente el más difícil de cuantos ocasiona el
ejercicio de la función jurisdiccional en las relaciones internacionales.
Encontramos aquí dos corrientes de ideas claramente di -
símiles. De acuerdo con una primera opinión, el error en el
juicio jamás compromete la responsabilidad internacional,
cualquiera que sea la gravedad de los cargos hechos contra la
sentencia, ya se trate del error judicial o de la injusticia pa -
tente o manifiesta (51). Esa opinión tan restrictiva tiene en la
doctrina pocos adeptos. Parece imposible admitir que el deber
internacional del Estado esté cumplido con el solo hecho de
que el extranjero ha tenido acceso ante los tribunales y con
que haya sido formulada una sentencia. También se admi te
muy generalmente una teoría que se relaciona con la dis -
tinción entre el simple error en el juicio —el cual se confunde
con el error judicial— y la injusticia grave y manifiesta, la
que procede de la falta grave o de una intención malévola
hacia los extranjeros por su calidad de tales o hacia indivi -
duos de un país determinado (52). Lo mal juzgado simple -
mente no daña la regularidad de la administración judicial.
La injusticia, a la vez inexcusable y manifiesta, es por lo con-
__________

(50) Asunto Idier, Ralston, N° 105.


(51) Véase en «se sentido el informe del señor GUERRERO al Comité de Expertos, para la
Codificación del derecho internacional. (Trabajos preparatorios de la Conferencia de
El Haya, 1930).
(52) Sentencia Cotesworth-Powell: "Los Estados son responsables internacionalmente...
primero por las denegaciones de justicia, después por los actos de injusticia notoria...
El segundo caso se presenta cuando las sentencias son dadas o ejecutadas con
violación flagrante de la ley o cuando son manifiestamente injustas". (Ralston, N°
115).
REVISTA CUBANA DE DERECHO 313

trario una perversión de la función jurisdiccional, y, por con-


siguiente, es una falta al deber de protección judicial del Estado con
respecto a los extranjeros.
Es suficiente decir que en principio y en la inmensa mayoría de
los casos, el Estado no puede ser considerado responsable de las
circunstancias intrínsecas de la sentencia dada: El derecho moderno
de la responsabilidad internacional se encamina, pues, hacia el punto
de vista que prevalecía ya en el antiguo derecho de las represalias y
que Lord Mansfield resumió así:
"Cuando los jueces son dejados en libertad y resuelven según su conciencia, su fallo,
aún si es erróneo, no puede dar motivo a represalias" (53').

Fórmula exacta y prudente: ella plantea el principio y hace


presentir la excepción.
La teoría que distingue entre el simple error en el juicio y la
injusticia manifiesta se apoya en una práctica internacional ya antigua
y relativamente constante, que ha recibido la aprobación de las más
altas autoridades doctrinales (54). Puede ser tenida como exacta en
sus líneas generales. Sin embargo, deja subsistir muchas
incertidumbres. En particular estamos muy lejos de que haya sido
fijada la línea de demarcación entre el error de juicio v la injusticia
manifiesta. No se puede llegar a cierto grado de precisión en esta
materia sino constriñendo mucho el principio enunciado antes.
__________

(53) British and Colonial Prize Cases, t. II, part. 6, p. 14.


(54) Resoluciones del Instituto de Derecho Internacional, sesión de Lausana, art. VI. "El
Estado es igualmente responsable si el procedimiento o el fallo constituyen una falta
manifiesta a la justicia, principalmente si han sido inspirados por la malevolencia
hacia los extranjeros, como tales, o como pertenecientes a un Estado determinado".
Véase ANZILOTTI, Revue genérale de droit International public, 1906, p. 25. La
distinción ha sido consagrada en numerosas decisiones arbitrales. Entre las más
recientes, se puede citar la sentencia dada por el arbitro sueco señor BAGGE, en el
asunto del embargo de buques finlandeses por el Gobierno británico: "Pero el solo
hecho de la desestimación de una reclamación justa por un tribunal británico no es
fuente de responsabilidad para el Gobierno británico, según el derecho internacional".
("But a rejection of a meritorious claim by a British Court does not in itself under
international law create any liability for the British Government"). (P. 33).
314 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Como todo acto de la función jurisdiccional, el fallo no produce


responsabilidad para el Estado sino en cuanto implica una violación
de sus obligaciones internacionales. Es necesario ante todo precisar
cuáles son exactamente las obligaciones del Estado en lo relativo al
contenido de la sentencia. En último análisis, el problema se reduce a
las dos siguientes cuestiones: 1* ¿Hay casos en que el Estado tenga la
obligación de garantizar una solución judicial determinada? 2' ¿Hay
casos en que el Estado queda obligado a cumplir su deber general de
protección judicial hacia los extranjeros sin haber asumido esa
obligación, por el hecho de haber sido dada una sentencia
manifiestamente injusta?
Bien vistas las cosas, nos damos cuenta de que no hay ocasión
aquí para las afirmaciones rígidas y absolutas que hallamos con
frecuencia, y de que es necesario poner cuidadosamente en orden las
hipótesis (55).
1° Puede el Estado, de modo absoluto, estar obligado a
garantizar a los extranjeros, por medio de los tribunales, un trato
claramente definido. Esto es así, cualquiera que sea la fuente de la
obligación del Estado, desde el instante en que su deber tiene ese
alcance absoluto. Puede figurar en un convenio, como en el caso de
un tratado que garantice a los extranjeros el disfrute de ciertos
derechos claramente definidos (exención de pago de la caución
judicatum solví) o de un tratado que impida en materia de extradición
el enjuiciamiento por hechos no incluidos en el texto. Es que en todos
esos casos el objeto mismo del tratado es el de poner a los
contratantes fuera de tales peligros, al garantizarles de modo absoluto
un trato claramente determinado.
Eso puede ser también una regla definida del derecho
internacional común, igual que la relativa a las inmunidades
diplomáticas o a ciertas inmunidades de jurisdicción. Por otra
parte, está claro que la obligación del Estado de garantizar
una solución judicial definida puede variar con el desenvolvi -
miento del propio derecho internacional. A medida que éste
__________

(55) Véase sobre esto las notables observaciones del Gobierno alemán en respuesta al
cuestionario del Comité preparatorio de la Conferencia de codificación, Livre Brun, t.
III, p. 41-43."
REVISTA CUBANA DE DERECHO 315

adquiere, en el terreno de las cuestiones susceptibles de ser sometidas


a la decisión de los tribunales internos, más precisión y certeza tiende
a estrecharse el margen dejado a la apreciación judicial, y las
responsabilidades del Estado crecen en una proporción
correspondiente.
Está fuera de dudas que hay responsabilidad si el juez ha dado la
sentencia obligado por una legislación interna contraria a los deberes
internacionales del Estado. Aquí, en efecto, hasta la libertad de
apreciación judicial se halla en entredicho. Pero no sucede igual si el
juez, de buena fe, ha interpretado de modo inexacto una disposición
interna conforme con las obligaciones internacionales del Estado.
Esto no podrá escapar a su responsabilidad con la alegación, por una
parte, de que sus leyes se encuentran conformes con sus obligaciones
internacionales, y por otra, con la buena fe del juez. En uno y otro
caso, el Estado ha faltado a su deber, que era el de garantizar una
solución judicial bien determinada.
Ocurriría lo mismo si las obligaciones internacionales del
Estado tuvieran su fuente en una sentencia internacional que
fuera desconocida por los tribunales internos. Se presen tó el
caso en el asunto Martini entre los gobiernos de Italia y de
Venezuela (56). El Tribunal arbitral, presidido por el señor
Unden, comprobó que el Tribunal Federal de Casa ción de
Venezuela había desconocido en ciertos puntos una sentencia
dada por el super arbitro Ralston. Tal sentencia fija una
relación directa de derecho entre Estados, que par ticipa de la
naturaleza de un tratado internacional (57) y no puede ser
invalidada indirectamente por la decisión de un tribunal
interno, (58), como lo ha reconocido el Tribunal Permanente
de Justicia Internacional. Respaldados por los términos
del compromiso y de la interpretación común dada por las
Partes, los arbitros han comprobado que en especie
ese desconocimiento de la sentencia internacional constituía
__________

(56) L'affaire Martini: Une sentence arbítrale internationale, publicada por O. UNDEN,
Upsala, 1930. La sentencia fué dada en Ginebra e1 3 de mayo de 1930.
(57) Véase MORELLI. La Sen tensa Internazionale, capítulo primero.
(58) Cour permanente de Justice internationale, fallo N° 13, p. 33.
316 REVISTA CUBANA DE DERECHO

una violación de las obligaciones del Estado y una "patente injusticia".


2° Puede suceder que aun en materias que han sido objeto de un
convenio internacional, el Estado no contraiga esa obligación
absoluta. Se puede citar a título de ejemplo los convenios de derecho
internacional privado que tienen por objeto la reglamentación de los
conflictos de leyes. Esos convenios pueden obligar a los Estados
contratantes a promulgar leyes adecuadas para garantizar su aplicación
por los tribunales, pero, salvo disposición en contrario, no tienen la
finalidad de salvaguardar a los extranjeros contra los riesgos
ordinarios de la interpretación judicial. El error del juez no entraña
responsabilidad para el Estado. Sería de otro modo si el gobierno
hubiera adoptado oficialmente una actitud contraría a sus
compromisos internacionales y la resolución judicial no apareciera
como acorde con esa actitud, o aun en el caso de que el gobierno
hiciera suya una interpretación judicial contraria a tales compromisos.
En uno y otro caso, sería la acción del gobierno, y no la de los jueces,
lo que ocasionaría la responsabilidad.
3? Llegamos de ese modo a los casos, mucho más numerosos, en
que el Estado no tiene otra obligación que su deber de protección
judicial tal como resulta del derecho internacional común. No hay
duda sobre el principio: el Estado no responde de los méritos
intrínsecos de la sentencia dada. El error en el juicio no supone
responsabilidad. Igual que loa nacionales, los extranjeros deben
utilizar las vías legales internas contra las decisiones judiciales, pues
en principio se presume que esas vías son suficientes. Nos es conocida
la razón, que tiene un doble aspecto. La protección a los extranjeros
está normalmente garantizada con la aplicación de las leyes internas.
Por otra parte, en tesis general, el derecho internacional deja a los
tribunales internos el cuidado de interpretar las leyes y no corresponde
a una jurisdicción internacional substituirlos para revisar sus fallos
(59).
"Las leyes internas —dice el arbitro Nielsen en el asunto García*—
pueden infringir el derecho internacional. Los fallos pueden cons-

__________

(59) Coteswortn, Powell, Ralston, N» 104. William Turnar, LAPRA-DELLE-POLITIS,


Recueil des arbitrages internacionaux, t. I, p. 499.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 317

tituir denegaciones de justicia, aunque es seguramente un principio general bien fijado


que la interpretación de las leyes nacionales corresponde a los tribunales nacionales"
(60).

Tal es la regla. La excepción, reconocida por el derecho


internacional positivo, aparece con la injusticia manifiesta. Ha sido
dado un fallo, y ha sido negada la justicia. La sentencia emitida de
modo contrario a toda justicia se considera en lenguaje corriente, si no
en términos legales, la forma más característica de la denegación de
justicia (61). Ante el derecho internacional ocurre de ese modo en los
casos evidentemente excepcionales en que la falta de los jueces llega a
un grado tal que no es posible explicar la sentencia dada con alguna
consideración de hecho o con alguna razón de derecho válida. En el
asunto Yuille-Shortridge, el Senado de la ciudad de Hamburgo,
constituido en arbitro por los gobiernos británico y portugués,
distinguió bien entre la "falta de precisión" y la "ausencia absoluta de
justicia" (62). En las relaciones internacionales una sentencia hecha
manifiestamente contra toda justicia no está ya considerada como una
obra de justicia. Queda probada la ineficacia de la protección al ex-
tranjero por las vías del derecho interno. Con las apariencias de la
legalidad, es violado el deber internacional de protección judicial, y se
abre la posibilidad de recurrir a la acción internacional.
El estudio que acabamos de hacer autoriza a considerar
como no fundadas o como demasiado absolutas ciertas afir -
maciones que han circulado con respecto a la denegación de
justicia. Así es que se repite a menudo que la sentencia en -
traña responsabilidad para el Estado cuando es contraria a
__________

(60) Comisión de Reclamaciones Estados Unidos-México. Opinions of Commissioners, 4 de


febrero de 1926 a 23 de julio de 1927. p. 113,
(61) La distinción entre las dos acepciones se halla bien marcada por LITTRÉ. Véase
Denegación de Justicia: "Término de jurisprudencia; defecto en un juez al rendir la
justicia que se pide, ya sea por negativa o por negligencia. En sentido corriente,
denegación de justicia se dice de toda negativa a conceder a alguien lo que le es
debido". Así, en francés, la acepción técnica corresponde al concepto formal de la
denegación de justicia, la única reconocida, por otra parte, en derecho interno, por el
Código de Procedimiento Civil. Es el concepto material de la denegación de justicia el
que encontramos en el lenguaje corriente.
(62) LAPRADELLE-POLITIS. Recueil des arbitrages intemationaux,
t. II, pág. 103,
318 REVISTA CUBANA DE DERECHO

sus obligaciones o cuando constituye una denegación de justicia. La


oposición fijada en esta fórmula es viciosa en el sentido de que la
denegación de justicia por sí propia no es más que una forma de
violación de las obligaciones internacionales (63). Así también se
dice con frecuencia que toda decisión de un tribunal interno que
aplica de modo inexacto una regia de derecho internacional hace
nacer siempre la responsabilidad del Estado, mientras que en sentido
inverso jamás hay responsabilidad cuando el tribunal interno aplica
solamente su derecho nacional. La primera proposición es demasiado
absoluta, pues la responsabilidad no surge sino cuando el Estado se
halla obligado internacionalmente a garantizar determinada solución.
La segunda es inexacta en el caso en que el desconocimiento del
derecho interno, determinado, por ejemplo, con la hostilidad hacia el
extranjero, implica una injusticia manifiesta constitutiva de una
denegación de justicia.
En definitiva, se puede considerar como rigurosamente exacta la
proposición siguiente de la decisión número 9 del Tribunal
Permanente de Justicia Internacional en el asunto
del Lotus:
"El hecho de que las autoridades judiciales hayan cometido un errar en la
elección de la disposición legal aplicable al caso y compatible con el derecho
internacional, sólo concierne al derecho interno y no podría interesar al
derecho internacional sino en la medida en que una regla convencional o la
posibilidad de una denegación de justicia entren en cuenta" (64).

Como es esa la única justificación posible de la respon -


sabilidad del Estado con motivo de una sentencia manifies -
tamente injusta, comprendemos en seguida la verdadera na -
turaleza del daño que produce y cómo ha de examinarla el
juez internacional. El daño no tiene por base una aplicación
errónea del derecho interno, que no tiene relieve ante el de-
__________

(63) Tal es el alcance del artículo 9-1° de los textos adoptados en primera lectura por la
Tercera Comisión de la Conferencia de Codificación de 1930: "La responsabilidad del
Estado se encuentra comprometida si el daño sufrido por un extranjero resulta del
hecho: 1° que una decisión judicial no susceptible de recurso sea manifiestamente
incompatible con las obligaciones internacionales del Estado...".
(63) Publications de la Cour, fallo número 9, p. 24.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 319

recho internacional, sino que se apoya exclusivamente en que los


tribunales hayan desconocido el deber internacional de protección
judicial por parte del Estado. En cuanto a la misión del juez
internacional que eventualmente conoce del caso, es completamente
distinta de la de un juez de apelaciones;
"no ha de conocer del asunto desde el mismo ángulo que lo haría éste" (65).

No reformará ni revisará la sentencia interna; no examinará las


críticas formuladas contra ella
"sino desde el punto de vista de la existencia o no existencia de una denegación de
justicia o de una injusticia patente" (66).

¿A qué criterio se atendrá el juez internacional para decidir si la


sentencia está o no viciada de injusticia manifiesta? La cuestión, de
todos modos, es siempre delicada. Hay acuerdo en reconocer que la
injusticia manifiesta, o, como dijo Vattel, "evidente y palpable",
requiere una falta grave y flagrante o la prueba de la malevolencia con
relación al extranjero.
__________

(65) Observación del señor BASDEVANT en la Conferencia de Codifi


cación de El Haya de 1930. Actas, p, 103. En el asunto de la requi
sición de ciertos buques finlandeses sometido al arbitraje del se
ñor BAGGE, la Memoria del Gobierno británico ha derivado muy
exactamente ese punto de vista (p. 25-26):
"Cuando se plantea una reclamación diplomática, el problema es •entre dos
Estados y se regula por las disposiciones del derecho internacional. No es igual que si
fuera entre particulares, entre quienes puede haber tenido origen la reclamación
diplomática.
"La cuestión es la de saber si ha habido o no una violación del derecho
internacional, y la sentencia local podrá ser la basa de la reclamación, demostrando ya
sea que las leyes del Estado demandado no se ajustan a sus obligaciones
internacionales, o quo la forma en que se efectuaron los procedimientos por el tribunal
nacional no se ajustaba a las obligaciones internacionales del Estado.
"Si la reclamación diplomática es sometida a un tribunal internacional o a un
tribunal de arbitraje, este último no está en condiciones de actuar como tribunal de
apelaciones sobre el tribunal nacional y decidir si ese tribunal no falló el caso
correctamente de conformidad con sus propias leyes nacionales, sino para decidir otra
cuestión, a saber: si en todas las circunstancias del caso —siendo la decisión del mismo
tribunal nacional una circunstancia sumamente importante— hubo falta por parte del
Estado demandado en el cumplimiento o en desempeño de cualquiera obligación in-
ternacional".
(66) Sentencia Martini, ob. cit., p. 26-27. En este asunto ha sido muy
claramente formulada la distinción por el Gobierno venezolano.
320 REVISTA CUBANA DE DERECHO

"Siempre que el error del juez no es de bulto, se puede decir que hay -duda
sobre su existencia, y esa duda debe ser suficiente para
descartar el debate internacional" (67).

No es por una razón de principio que se ha decidido a veces que


en materia civil el error del juez no compromete la responsabilidad
del Estado. Es simplemente porque en tal materia es muy a menudo
permitida la duda.
¿Cuáles son los elementos que desde ese punto de vista
debe tomar en consideración el juez internacional? ¿Le es
permitido atender a circunstancias extrínsecas, o su aprecia -
ción debe apoyarse solamente en los propios méritos de la
sentencia? El peder de investigación del juez internacional
puede encontrarse limitado por los términos de la obligación.
Pero cuando no existe una limitación semejante, los arbitros
se han reconocido el derecho de deducir la injusticia mani -
fiesta de ciertas circunstancias extrínsecas. Entre otros, han
sido tomados en consideración los actos de presión o de co -
rrupción con respecto a los jueces, y, con mayor motivó, los
indicios de un contubernio entre la legislatura, el gobierno y
__________

Recordando que no había aceptado someter a arbitraje sino el problema de la existencia


de una denegación <1« justicia o de una injusticia patente, agregaba: "No ha aceptado
que fuera sometido a un tribunal de apelación «1 fallo de 1905. Así, es una verdadera
apelación lo que la Memoria Introductiva del Gobierno italiano quiere producir ante el
tribunal arbitral. El Gobierno venezolano se niega clara y categóricamente a esa
revisión del proceso juzgado en 1905 por su más alta jurisdicción nacional". Y más
adelante: 'El Gobierno venezolano se niega a recomenzar ante el Tribunal arbitral las
actuaciones del proceso Martini. Rechaza enérgicamente toda comparencia de testigos.
La sentencia de 1905 existe y subsiste. El presente arbitraje no la anula. Lo que está en
discusión es saber si con esa sentencia ha habido denegación de justicia, injusticia
p a t e n t e . . . " (Revue de droit public, 1930, p. 588 y 590).
En el párrafo siguiente la Memoria venezolana caracteriza la distinción entre el
error de juicio y la injusticia manifiesta: "No bastaría que el error de juicio estuviera
bien probado de hecho y de derecho para que hubiera denegación de justicia o injusticia
patente en el sentido técnico de esas expresiones, tal como se desprende de la primera
parte de esa Memoria. El error judicial o error de juicio, como lo ha demostrado el
Gobierno venezolano, no son casos de denegación de justicia o de injusticia patente.
Después de haber fijado de manera irrefutable no el error de juicio, sino el error
evidente, el error inexcusable, el Gobierno italiano debe aportar otras pruebas
esenciales, de manera decisiva".
(67) LAPRADELLE-POLITIS, Recueil des arbitrages internationaux, t. II, pág. 112.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 321

los tribunales de justicia. En el asunto Roberto E. Brown, la Comisión


Mixta de Reclamaciones Estados Unidos-Gran Bretaña llegó a la
conclusión de la existencia de un contubernio semejante, constitutivo
de una denegación de justicia claramente caracterizada.
'• "En ese asunto —ha dicho—, las tres ramas del gobierno conspiraron para arruinar la
empresa" (68).

Sin embargo, en la gran mayoría de los casos ha de ser la propia


sentencia la que suministre a los arbitros los elementos de apreciación.
El examen de los considerandos será lo preferente. Según ese examen,
pueden llegar a la conclusión de la existencia indudable de una
malevolencia de los jueces contra el extranjero. Pero no tendrán en
cuenta ese elemento psicológico sino cuando se desprenda de la
sentencia por sí misma, es decir, en definitiva, por los extremados de-
fectos de sus considerandos (69). Ese método prudente trata de dar
una base objetiva a la apreciación de la denegación de justicia, y
seguramente merece ser recomendado. No es menos cierto que basta
caracterizarlo para advertir cómo puede ser delicado, en ciertos casos,
a despecho de todas las tentativas de precisión, distinguir entre la
investigación autorizada de la injusticia manifiesta y la crítica de la
aplicación por los jueces hecha de la legislación interior, crítica que
roza fácilmente la revisión, que el arbitro debe prohibirse (70).
¿Puede ser considerada como denegación de justicia una
sentencia en relación a algunas de sus partes solamente? La
__________

(68) Sentencia del 23 de noviembre de 1923 (presidencia del señor H. FROMAGEOT)


Amer. Journ. of Internat. Law. 1925, p. 203.
(69) En el asunto Martini, el tribunal arbitral ha declarado: "Por otra parte, la defectuosidad
de la sentencia puede ser tal que haya motivo para suponer la mala fe de los jueces;
pero igualmente en ese caso, lo decisivo es el carácter objetivo de la sentencia", (pág.
24).
(70) Consúltese el pasaje siguiente de la sentencia dada por el señor BAGGE, arbitro en el
diferendo anglo-finlandés: "La reclamación internacional del Gobierno finlandés, por
consiguiente, no está basada en el hecho do; quebrantamiento del derecho
internacional. Si la base fuese la alegada falta de los tribunales de justicia en cumplir
con los requisitos del derecho internacional. Hubiese sido natural considerar que todos
los hechos y punt03 pertinentes de derecho en apoyo de la reclamación privada
debieron haberse tomado en cuenta. De otra manera, una falta tal, especialmente de-
derecho, no podía ser averiguada", (p. 33).
322 REVISTA CUBANA DE DERECHO

sentencia arbitral dada en el asunto Martini declaró que la criticada


decisión del Tribunal Federal de Casación de Venezuela estaba
viciada por la injusticia manifiesta en cuatro de sus resoluciones,
aunque no en lo relativo a la quinta. El arbitro italiano emitió acerca
de este punto una opinión discordante (71). El problema es complejo
y no presenta solución absoluta. Es preciso investigar primero si las
diversas decisiones se encuentran entre sí realmente en relación de
lógica dependencia. Pero este examen no agota necesariamente la
cuestión. Si las apreciaciones emitidas con respecto a numerosos e
importantes puntos atestiguan una injusticia en verdad flagrante,
puede ser difícil desechar la conclusión de que la totalidad de la
sentencia está viciada por la carencia de toda justicia en el juez.
La práctica internacional nos dice que la responsabilidad del
Estado producida por la actitud del poder judicial puede tomar
igualmente la forma de la falta de ejecución de los fallos rendidos.
Es también un aspecto de la denegación de justicia, en el sentido que
hemos dado a ese vocablo.
La inejecución de un fallo definitivo, dado en favor del
extranjero, es imputable al Estado cuyos tribunales hayan
pronunciado la sentencia, por la razón de que aquélla cons -
tituye el desconocimiento dé un deber del Estado si su cum -
plimiento se confía a los agentes del ejecutivo (72). En el
asunto de la Eliza, sometido a la Comisión mixta de Lima, el
super arbitro comprobó que no había sido ejecutado un fallo
dado en favor de un extranjero y que el culpable era el fun-
__________

(71)Sentencia en el asunto Martini, p. 49-50. Opinión disidente del señor Tumedei, p. 55-57.
El problema podría ser planteado en relación a los diversos considerandos de una
disposición única: "Hasta podría haber casos en que se debe examinar separadamente
las distintas consideraciones que son base de una declaración dispositiva,
independientemente de la que determina la conclusión para establecer si tal o cual
considerando constituye por sí mismo una injusticia patente. No está excluido que un
considerando contenga una comprobación de derecho o una afirmación de un hecho
de tal modo injusto o contrario a las obligaciones internacionales del Estado a que
pertenece el tribunal, que haya motivo por ello para declarar la sentencia como
tachada de injusticia flagrante.
(72) EAGLETON. R e s pons i bi l i t y of St a t e s , p. 121. Fa l l a do e n e l a s unt o
del Interoc e a ni c R a i l wa y of M é xi c o que "s i un e xt ra nj e ro que ha
ganado ple i t o y de s e a ha c e r e j e c ut a r e l fa l l o s e di ri ge a l a s a ut o -
ridades no j udi c i a l e s a que i nc um be e n l a m a yor pa rt e de l os pa í -
REVISTA CUBANA DE DERECHO 323

llonario público que estaba en el deber de garantizar esa ejecución.


Muy justamente ha hecho notar que
"en este caso, no hay nada más palpable que la denegación de justicia, pues
que no había que examinar y decidir si la reclamación era justa, pero sí un writ
dado en nombre del soberano territorial, que ha reconocido y definido I03
derechos de la parte perjudicada que demandaba reparación" (73).

El caso que se presentará más frecuentemente en la práctica será


el de la inejecución de un juicio concediendo al extranjero reparación
de un daño en que el Estado no asume la responsabilidad directa. Al
dejar sin reparación efectiva ese daño comprobado por sus propios
tribunales, el Estado falta a su deber de protección judicial. Claro es
que a fortiori sería igual en el caso de inejecución de una sentencia
condenatoria dada a expensas del Estado o de uno de sus servicios
públicos a causa de daños que le son directamente imputables. En uno
y otro caso, estamos en presencia de una obligación del Estado de
garantizar la ejecución de las sentencias de sus tribunales. Esa
ejecución regular es una condición esencial de la administración
normal de justicia (74).
Las excepciones aparentes de que proporcionan algunos
ejemplos los anales del arbitraje, confirman la regla. En el
asunto Croft, sometido al arbitraje del Senado de Hamburgo,
se planteó el problema de saber si Portugal podía ser obligado
como responsable de la negativa de sus tribunales adminis -
trativos a proceder a una formalidad que el Gobierno britá -
nico declaraba haber sido ordenada por las jurisdicciones ci-
__________

866 la ejecución de las sentencias de los tribunales civiles, y que ellas le niegan
asistencia retardando indefinidamente su acción, ese extranjero está sin disputa en el
derecho de pleitar por denegación de justicia o por injustificables demoras, aunque el
tribunal que ha dado la sentencia quede al abrigo de reproche". (Co misión de
reclamaciones Gran Bretaña-México. 18 de junio de 1931, Amer. Journ. of Internt.
Law, 1934, p. 176.
(73) Asunto designado también con el nombre de asunto Montano. LAPRADELLE-POLITIS,
t. II, p. 270. Ralston. N? 129. Véase Harvard Research in Internt. Law, p. 185.
(74) Opinión del arbitro NIELSEN en el asunto H. G. Venable: "Es un principio bien
establecido de la ley internacional que una denegación de justicia puede ser alegada
cuando las autoridades de un Gobierno no cumplen con las decisiones -de sus
tribunales". (International Law Applied to Reclamations, mainly in cases between the
United States and México, p 226-227).
324 REVISTA CUBANA DE DERECHO

vides, con daño de otros según la sentencia arbitral. La respuesta


negativa del Senado se basaba principalmente en la consideración de
que las autoridades administrativas, en el radio de su competencia,
fijado por la Constitución, habían actuado no en calidad de simples
órganos de ejecución, sino como verdaderas autoridades judiciales, y
que su decisión, hasta suponiéndola errónea con relación al derecho
interno, no implicaba denegación de justicia alguna y no podía com-
prometer la responsabilidad del Estado (75).

LA DENEGACIÓN DE JUSTICIA EN MATERIA


REPRESIVA

Una práctica internacional bien fijada, confirmada por numerosas


sentencias arbitrales, admite que el Estado puede ser hecho
responsable de las acciones u omisiones de sus funcionarios y de sus
tribunales, ya sea a consecuencia de procedimientos o de condenas
pronunciadas contra extranjeros, o con motivo de una insuficiente
represión de infracciones cometidas por nacionales en perjuicio de
extranjeros. Por -lo contrario, la doctrina todavía no ha dicho de modo
satisfactorio cuál es el papel de la denegación de justicia en esta ma-
teria. Con la mayor frecuencia la noción de la denegación de justicia
es utilizada aquí de modo muy vago para designar toda laguna
legislativa en materia penal, toda deficiencia en los procedimientos,
en el juicio o en su ejecución, aun cuando no es la fuente de un daño
individual claramente fijado. Se ha llegado así en esta materia a dar a
la noción de la denegación de justicia una acepción que no
corresponde a la que recibía hasta aquí. De ello resultan los graves y
frecuentes equívocos sobre el verdadero fundamento de la responsabi-
lidad internacional, así como sobre la naturaleza y el fundamento de
las reparaciones.
La denegación de justicia se presenta con sus caracteres
y sus consecuencias habituales cuando el ejercicio de la fun -
ción represiva o sus lagunas causan a extranjeros un daño
personal. Ocurre así, por ejemplo, en el caso de una deten-
__________

(75) LAPRADELLE-POLITIS, Recueil des arbitrages internationaux, t. II, p. 1-37.


REVISTA CUBANA DE DERECHO 325

ción arbitraria: el individuo víctima de ella ha esperado en vano que


se le juzgara o ha sido juzgado con inadmisibles demoras (76). Si la
detención tiene su origen en un acto de los agentes del ejecutivo, la
responsabilidad se funda aquí en un defecto de la función
jurisdiccional. En el asunto The Interoceanic Railway of México,
sometido a la Comisión de Reclamaciones Gran Bretaña-México
(sentencia del 18 de junio de 1931), figura el considerando siguiente:
"Si un extranjero es detenido por la policía con una falsa inculpación, es
mayor deseo es ser llevado a juicio sin demora, a fin de probar su inocencia.
Pero si las autoridades en poder de quienes se encuentran impiden que
comparezca ante los tribunales y le cierras el acceso ante la justicia, eso debe
ser considerado como una denegación de justicia por negativa a administrarla
o por demora injustificable" (77).

Sucede lo mismo cuando el procedimiento seguido en el curso


de los trámites es tildado de muy graves irregularidades sobre todo
cuando éstas ponen en peligro el ejercicio de los derechos de la
defensa (78), con mayor razón si se resuelven en condenas o en
ejecuciones sin ser juzgadas.
De modo general, un fallo condenatorio pronunciado contra un
extranjero y manifiestamente tachado de injusticia constituye
igualmente una denegación de justicia. Pero en estos más aun que en
materia civil, se impone una gran reserva en lo que se refiere al
propio principio de la responsabilidad internacional. Sobre todo
ocurre eso en cuanto a la admisión de la culpabilidad. La base
esencial de toda condena reside siempre, en último análisis, en la
convicción íntima que se forma el juez de la culpabilidad del
acusado, es decir:
__________

(76) Ralston, Núms. 167 y 469.


(77) Amer. Jourm. of Internat. Law, 1931, p. 175-176. En el asunto de Costa Rica Packet, que
dio motivo a la sentencia arbitral del señor DE MABTENS, no habría habido
denegación de justicia sino cuando la detención preventiva del capitán Carpenter se
hubiera prolongado indebidamente. Véase O. HEIJEB, obra cit. p. 126-133.
(78) Véase sobre todo la importante decisión dada el 23 de julio de 1927 por la Comisión de
reclamaciones Estados Unidos-México (presidencia del señor van VOLLENHOVEN)
en el asunto Chattin (demoras injustificables en el procedimiento, impedimentos gra-
ves a los derechos de la defensa, descuidos manifiestos en el curso de la instrucción).
Opinions of Commissioners, 4 de febrero de 1926 al 23 de julio de 1927, p. 422, y
más especialmente p. 429-436.
326 REVISTA CUBANA DE DERECHO

en un elemento esencialmente subjetivo y sobre el cual es en 'extremo


delicado ejercer un control (79). En el asunto.Chattin, él presidente
van Vollenhoven se ha expresado con ese fin en los términos
siguientes; i.
"En la legislación mexicana como en las de otros países, no pueda
ser condenado un acusado sino cuando el juez está convencido de su culpabilidad y ha
adquirido; esa, convicción con la basé- de las pruebas legales. Jamás puede un tribunal
internacional reemplazar ese elemento primordial que constituye la convicción del juez sobre
1¿ culpabilidad del acusado. 'Todo lo que puede hacer, en casos extremos, y todavía con
mayor reserva, es examinar el carácter legal y la suficiencia de los elementos de prueba (80).

Así, pues, y aun en esto, se trata mucho menos de una -cuestión


de principio que de una cuestión de prueba. Se podrá por ello admitir
más fácilmente la existencia de una denegación de justicia cuando la
reclamación formulada contra el fallo que condena a un extranjero se
refiere a elementos más .fácilmente susceptibles de una apreciación
objetiva. Sucedería así, por ejemplo, si el monto de la pena
formulada contra el extranjera no tuviera proporción alguna con la
naturaleza de la acusación.
No se puede por ello excluir a priori la responsabilidad
del Estado nacida de una condena manifiestamente injusta
dada contra extranjeros. Pero no se puede disimular, por
otra parte, los muy serios peligros que presentan las recla -
maciones diplomáticas en esta materia. Se ha comprobado a
menudo que en los asuntos criminales la intervención extran -
jera ha estado determinada por razones de prestigio nacional o
por motivos de orden político. Frecuentemente, la presen -
tación de esas reclamaciones soliviantará las pasiones popula-
___________

(79) Se sabe que el sistema de la» pruebas morales o de convicción ha


reemplazado al de las pruebas llamadas legales. Los- veredictos del
jurado sobre la cuestión de la culpabilidad no deben estar funda
mentados, pero sería erróneo afirmar que jamás han de constituir
responsabilidad para el Estado. El jurado es parte integrante de la
; organización judicial. Véase J. W. GARNER: International responsibility of
States for Judgements of Courts and Verdicts of Juries amounting to Denial of Justice. British
Year Book, 1929, p. 181.
(80) Loc. cit., p. 436.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 327

res. La intervención puede fácilmente degenerar en presiones


injustificables con respecto a los Estados débiles y producir
complicaciones internacionales (81).

En otras hipótesis, la denegación de justicia en materia represiva


toma una forma muy diferente de la que reviste efe modo habitual.
Así es, muy especialmente, cuando se aplica esa noción en defecto de
procedimientos represivos contra los autores de crímenes o delitos en
perjuicio de extranjeros. Por mucho tiempo, en las relaciones
internacionales, se ha considerado el ejercicio de la acción pública
contra los culpables como una forma de satisfacción dada a la
víctima, mientras que la negativa a encausar o a castigar ha sido
asimilada a una denegación de justicia cometida contra esa víctima o
contra su familia. Se ha llegado así a solidarizar las reclamaciones
privadas con la acción pública, concepto que se aviene muy mal con
las ideas modernas en materia de represión (82).

Una jurisprudencia reciente prueba una transformación en las


ideas. Los arbitros internacionales empiezan a darse cuenta de que en
esta materia el verdadero fundamento de la responsabilidad
internacional del Estado no reside en la negativa de la debida
satisfacción a la víctima, sino en la falta del Estado a su deber
internacional de represión de la criminalidad en general. Desde ese
punto de vista es que solamente se puede hablar aquí de una
denegación de justicia. Una muy importante decisión dada por la
Comisión de Reclamaciones Estados Unidos-México (asunto Laura
M. D. Janes) confirma claramente este modo de ver. Un ciudadano
norteamericano fué muerto en México en circunstancias que de
ninguna manera entrañaba responsabilidad para el Gobierno
mexicano, pero los Estados Unidos reprochaban a este último que no
__________

(81) Véase en ese sentido: Jacques DUMAB. De la denegación de justicia considerada como
condición de la responsabilidad internacional de los Estados en materia criminal, en la
Revue de droit International et de législation comparée, 1929, p. 277.
(82) Este concepto procede de la confusión que ha persistido mucho tiempo en materia
internacional, entre la responsabilidad penal y la civil, entre la pena y la reparación.
Véanse sobre esto las anotaciones de ANZILOTTI, Cours. p. 522-523.
328 REVISTA CUBANA DE DERECHO

había detenido ni procesado al autor. Esta alegación —que se juzgó


bien fundada— fué la única base de la reclamación internacional, por
lo que la mayoría de la Comisión estimó, con razón por otra parte,
que la indemnización a pagar a los padres de la víctima no podía ser
justipreciada según el daño material o moral que les había causado el
matador, hecho de que el Gobierno mexicano no asumía la
responsabilidad (83). Esta debía ser únicamente determinada
tomando en consideración el perjuicio moral sufrido por ellos a causa
de la impunidad otorgada al matador (84). No parecía posible sin
embargo, explicar plenamente por esta consideración, la condena al
pago de una indemnización de 12,000 dólares, formulada por la
Comisión. Aunque ésta haya creído deber defenderse, parece que la
justificación verdadera de su decisión ha de ser buscada no en la idea
acogida por ella, bastante arbitraria, de una reparación de daños
privados más o menos ficticios (85), sino en la necesidad de aplicar
una sanción a la violación del deber internacional de reprimir la
criminalidad. El carácter más o menos penal de condenas parecidas
no es menos cierto aunque no sea explicado. Pronunciadas en favor
de particulares, esas penas responden en realidad a una necesidad
social que debe encontrar su sanción en las relaciones entre Estados.
En definitiva tienen por objeto incitar, al gobierno en falta, a mejorar
su organización judicial, al mismo tiempo que dar al gobierno
reclamante ciertas seguridades contra la repetición de tales hechos en
el porvenir.
La Comisión ha tenido cuidado en subrayar que el daño
__________

(83) Opinions of Commissioners, 4 de febrero de 1926 al 23 de julio de 1927, p. 108. La


opinión de la Comisión está conforme acerca de este punto con las resoluciones
adoptadas por el Instituto do Derecho Internacional en su reunión de Lausana de
1927, art. 11 inciso 2. Annuair© r>e l'Instltnt, 1927, t. III, p. 333-334. Véanse: Ídem,
t. I, pág. 491, informe del señor STRISOWER.
(84) No se adhirió la mayoría de la Comisión a la tesis defendida por los Estados Unidos y
particularmente aceptada por el Comisario norteamericano, según la cual México, a
causa de la abstención de las autoridades judiciales, había aprobado tácitamente el
crimen cometido del que asumía la responsabilidad, tesis que se parece a la de la
complicidad, generalmente rechazada hoy.
(85) Ha sido hecho valer, por ejemplo, el sufrimiento moral o el sentimiento de
inseguridad padecido por los padres supérstites a causa de la impunidad concedida al
matador. Consideraciones que los propios interesados se hubieran abstenido de
invocar.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 329

que justifica la reclamación era distinto a un ataque al honor nacional


del Estado reclamante, y no se puede dejar de aprobar que haya sido
descartada una noción de que tanto se ha abusado. Pero los
precedentes de que se ha valido confirman lo que acabamos de decir:
el fundamento de la pena se halla en la necesidad de aplicar una
sanción a quien falta al deber general de reprimir, y no en la idea de
una satisfacción especial debida a particulares. La fórmula del
Tribunal Permanente de Justicia Internacional puede encontrar aquí
su sitio: la justificación de la reclamación se encuentra en el derecho
del Estado
"de hacer respetar en la persona de sus ciudadanos el derecho internacional" (86).

Esas observaciones se aplican a otros casos de responsabilidad


internacional: lentitud en los procesos, inejecución de las penas
dictadas contra los culpables (87), auxilio para su evasión (88), y, en
los casos muy excepcionales en que esos hechos entrañan
responsabilidad, su pago o la fijación de penas manifiestamente
insuficientes (89).
En todos los casos que han sido examinados hasta el pre -
sente, la alegación de la denegación de justicia descansaba en
__________

(86) Fallos números 2, 13 y 14. Sobre el asunto Janes, véase: EAGLE-


TON. Revue de droit intemational et de législation comparée.
3930, p. 650, en que el autor da una explicación distinta; E. BOR-
CHARD, Amer. Journ. of Internat. Law, 1928. p. 42 asi como las
observaciones muy exactas de Fred S. DUNN: The Protection of Nationals, p. 150-
152, y 174-187.
(87) Esta responsabilidad estaría particularmente bien fijada en el caso de una amnistía que
amparara a los culpables. Véase: Comisión de reclamaciones Estados Unidos México,
asuntos: West y Snapp, Opinions of Commissioners, 4 de febrero de 1926 al 23 de
julio de 1927. p. 404-408. En el asunto Mallen, someti3o a la misma Comisión, ésta
ha declarado: "Pena sin cumplimiento de la misma constituye una base para presumir
una denegación de justicia". Id., p. 261.
(88) Comisión de reclamaciones Estados Unidos-México, asunto Massey, 15 de abril de
1927. Opinions of Commissioners, p. 228.
(89) Comisión de reclamaciones Estados Unidos-México, Opinions, 26 de septiembre de 1928
al 17 de mayo de 1929; asunto E. Morton, 2 de abril de 1929, p. 151; asunto Lilliam
Greellaw Sewell, Opinions, 8 de octubre de 1930 al 5 de noviembre de 1930, p. 112.
Véase en la misma colección los asuntos Putnam-Kennedy. Esas decisiones, en
conjunto, representan una contribución muy interesante p-ara el desarrollo de la
teoría de la responsabilidad internacional.
330 REVISTA CUBANA DE DERECHO

hechos precisos: o las jurisdicciones, puestas a prueba, demostraban


su deficiencia; o por lo menos la falta de toda vía adecuada para
recurrir era indiscutiblemente consecuencia de una legislación
insuficiente o defectuosa.
¿Se podría concebid que fuera de esas circunstancias que dan a
la alegación de denegación de justicia una base claramente definida,
formule un gobierno contra otro la reclamación por denegación de
justicia motivada a priori de cierto modo, en la acusación general de
la falta notoria de tribunales capaces de administrar una justicia
ilustrada e imparcial?
Un primer caso debe ser puesto aparte. Puede ocurrir que ciertas
reclamaciones hayan sido sometidas ya a los tribunales locales y que
éstos, alegando una prescripción con arreglo a su derecho interno,
invariablemente las hayan desestimado con una resolución de no ha
lugar manifiestamente aplicable a otras reclamaciones semejantes en
todo. Se admitirá en esto el recurrir de modo directo a la acción
diplomática o al arbitraje, y a veces hasta la existencia de una
denegación de justicia, pues la apelación a las jurisprudencias
internas se halla aquí, por efecto de su propia jurisprudencia,
propensa a un fracaso cierto (90).
Fuera de esa hipótesis, que en realidad no entra en la
cuestión planteada, no parece que un Estado tenga razón para
recusar de antemano a los tribunales de otro Estado. No es más
que en casos excepcionales como ha de ser tomada en
consideración esa recusación, siempre grave y agresiva (91).
La opinión contraria, que tiene partidarios (92), se ha
desentendido siempre de una contradicción muy clara, apoya -
da, nos parece, en razones sólidas sacadas de la experiencia y
del respeto mutuo de los Estados. El problema fué discutido en
1927 por el Instituto de Derecho Internacional en el trans-
__________

(90) Asunto R. T. Johnson LAPRADELLE-POLITIS: Recueil des arbitrages internationaux,


t. II, p. 593-594.
(91) De hecho, ha sido formulada a veces. Véase: J. BASDEVANT, La acción angla germano
italiana contra Venezuela (1902-1903). Revue gen. de droit internat. public, 1904, p.
362 y más especialmente p. 39Q-3M.
(98) PHILLIMORE: International Law, p. 4-5, Harvard Research in International Law, p.
181-182.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 331

curso de su reunión de Lausana. El ponente, el lamentado L.


Strisower, redactó un texto en que era admitida la denegación de
justicia
"cuando los tribunales, según su constitución o de acuerdo con una experiencia
segura, no ofrecen las garantías indispensables para obtener una buena
justicia" (93).

La proposición estaba justificada por la consideración de que los


tribunales que no dan las garantías indispensables no son aptos para
administrar una justicia satisfactoria, y que el Estado que no tiene
tales tribunales no cumple su deber de protección judicial de los
extranjeros, I
"sin que sea necesario provocar una sentencia y entrar en su examen"

El sabio Ponente reconocía por otra parte que esa facultad de


recusación a priori y general es de tal naturaleza quo puede producir
abusos.
Su proposición suscitó en el seno del Instituto distintas
objeciones (94). Sin embargo, la idea general fué mantenida con una
forma en realidad equívoca, en el texto del artículo 5 de las
resoluciones adoptadas por el Instituto:
"...El Estado es responsable de denegación de justicia... 3' Cuando los
tribunales no ofrecen las garantías indispensables para asegurar una buena
justicia" (95).

En el curso de los trabajos preparatorios de la Conferen -


cia de Codificación de El Haya (1930), el Comité preparato -
rio comprobó que había importantes divergencias de aprecia -
ción entre los gobiernos en cuanto a la oportunidad de añadir
a los cuatro casos de denegación de justicia enumerados
__________

(93) Annuaire de l'Institut, reunión de Lausana, t. I. p. 476-477.


(94) Observaciones escritas del señor ANZILOTTI, loc. cit. t. I, p. 501. Véase las
observaciones, en sesión, de los señores ALVAREZ y del barón NOLDE, Annuaire,
reunión de Lausana, t. III, p. 124 y 125-126.
(95) Annuaire de la session de Lausanne, t. III, p. 331.
332 REVISTA CUBANA DE DERECHO

en la Base V uno o más casos nuevos o más amplios (96). No sin


vacilaciones y solamente "para abrir la discusión necesaria", había
extraído de las respuestas recibidas la redacción siguiente:
"La responsabilidad del Estado surge si el daño sufrido por un extranjero es el resultado
del hecho de que el procedimiento y el fallo sean tachados de defectos que impliquen
que los tribunales conocedores del caso no ofrezcan las garantías indispensables para
asegurar una buena justicia" (97).

Ese texto excluye la recusación a priori, ya que no admite la


alegación general de mala organización de la justicia sino ante una
sentencia firme. Acaso hasta es mostrarse demasiado estricto. En
efecto, puede ocurrir que la marcha del procedimiento haya sido
objetada por defectos tan graves que manifiestamente no permitan
esperar una sentencia razonada y equitativa. Pero aquí por lo menos
ha sido intentado el recurso y la acusación descansa sobre una base
concreta y suficientemente definida.
En el transcurso de las deliberaciones de la Tercera Comisión de
la Conferencia de 1930, no fué discutido el principio de ¡a
responsabilidad del Estado nacida de las imperfecciones de la función
jurisdiccional, pero parece que la mayoría de las delegaciones se
inclinó a descartar toda proposición que pudiera justificar una
recusación general no motivada por la alegación de hechos preciso?
(98).
__________

(96) Base de discusión V.: "La responsabilidad del Estado se encuentra comprometida si el
daño sufrido por un extranjero resulta de: 1° que ese extranjero se haya visto impedido
de defender en los tribunales sus derechos; 2° que una decisión judicial definitiva sea
incompatible con las obligaciones nacidas de un tratado o con las otras obligaciones
internacionales del Estado; 3° que haya retardo abusivo por parte de los tribunales; 4°
que el contenido de una decisión judicial esté manifiestamente inspirado por la
malevolencia con respecto a extranjeros como tales o como ciudadanos de un Estado
determinado".
(97) Livre Brun, t. III, p. 51.
(98) Actas de la Conferencia, vol. IV, principalmente p. 117-119. Muy distinta de la hipótesis
examinada aquí es aquella en que se trata de que la legislación del Estado no
proporcione medios eficaces para recurrir, indispensables para la protección judicial.
La falta -de esos medios dispensa a priori a los interesados de intentar los recursos
internos.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 333

CONCLUSIONES
Si se procura tener una visión de conjunto de la evolución de las
nociones de la denegación de justicia y de la responsabilidad
internacional, así como de sus relaciones mutuas, se llegará a las
conclusiones siguientes:
En el terreno de las represalias privadas, en que tiene sus
orígenes, se desenvolvió la noción de la denegación de justicia desde
el siglo XIII. En la concepción que prevalecía entonces, que era el de
la solidaridad del grupo en cuanto a los actos perjudiciales cometidos
por sus miembros contra extranjeros y que el daño hecho a éstos es
imputable al grupo entero, el que no se puede considerar exonerado
sino por la satisfacción dada a las víctimas. Tal satisfacción existe si
las autoridades locales, y más particularmente los tribunales, hacen
justicia y ordenan las restituciones, las reparaciones adecuadas o el
castigo de los culpables. El derecho a las represalias es subsidiario del
recurso ante las autoridades locales. Su otorgamiento está subordinado
a condiciones definidas y muy especialmente a la existencia de una
injusticia inicial y a la imposibilidad de obtener el resarcimiento por
las vías del derecho interno. Así se explica que durante muy largo
período la denegación de justicia no se haya presentado más que con
la forma de una falta de las autoridades locales en el orden de las
reparaciones de un daño cometido contra un extranjero (failure to
secure compensation or redress).
La concepción moderna de los deberes del Estado con respecto a
los extranjeros impone obligaciones que sobrepasan esa concepción
primitiva en dos principales puntos de
vista:
l° El deber general de protección supone la obligación de
poner a la disposición de los extranjeros, cualesquiera que
sean su situación en el proceso (demandado o demandante) o
el objeto de su demanda, una organización judicial capaz de
garantizarles el cumplimiento de los derechos cuyo disfrute
les está reconocido por el derecho internacional común o con -
vencional. Al mismo tiempo, la noción de la denegación
de justicia se ha ampliado hasta el punto de abarcar toda defi-
334 REVISTA CUBANA DE DERECHO

ciencia de la función jurisdiccional que implica falta a ese deber.


2? Esa extensión de los deberes y de las responsabilidades del
Estado en lo que se refiere al trato a los extranjeros ha traído otras
consecuencias.
Unas tocan al fondo del derecho. La denegación de justicia no es
ya el único hecho generador de la responsabilidad internacional. Esta
puede nacer por actos o por omisiones imputables al Estado y que no
tienen conexión con la administración de justicia. Tal es el caso por
ejemplo, en que la legislación local priva a los extranjeros del mínimo
de derechos cuya pretensión permite el derecho internacional.
Desde otro punto de vista todavía, el de los procedimientos y las
sanciones, la noción de la denegación de justicia se halla situada en un
terreno nuevo. Antiguamente, la alegación de denegación de justicia,
dando entrada a las represalias privadas obligaba a los Estados en una
vía singularmente peligrosa. Las represalias, al generalizarse,
amenazan siempre con degenerar en un verdadero estado de guerra.
Sin duda se hizo el esfuerzo de regularizar su uso subordinándolo a la
expedición de patentes de corso o de represalias. También sin duda
los tratados estipulaban expresamente que las represalias privadas,
ejercidas según el procedimiento de la época, no constituían actos de
guerra. De hecho, era un gran peligro ver a un país arrastrado a la
guerra para satisfacción de intereses privados. A partir de fines del
siglo XVIII la concentración de la protección de los nacionales en las
atribuciones del Estado entraña la abolición de las represalias
privadas. En ese nuevo terreno de la responsabilidad interestatal
directa, el Estado asume no solamente el control, sino también el
ejercicio exclusivo de las sanciones propias para garantizar la
reparación de los daños causados en país extranjero a la persona o a
los bienes de los nacionales. Paralelamente a esa concentración en el
ejercicio de la función protectora, la generalización de los
procedimientos de arreglo pacífico quita gradualmente a la alegación
de denegación de justicia, y a las reclamaciones internacionales que la
siguen, de sus consecuencias más peligrosas desde el punto de vista
REVISTA CUBANA DE DERECHO 335

del mantenimiento de la paz. En la era nueva así iniciada, la alegación


de denegación de justicia ha dejado de ser la señal de violencias
recíprocas para no ser más que la condición previa del ejercicio de
una vía regular de derecho.

CAPITULO III
LAS RELACIONES DE LA DENEGACIÓN DE JUSTICIA
CON LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL Y CON
LA REGLA DEL AGOTAMIENTO PREVIO DE LOS
RECURSOS INTERNOS
Al poner en práctica la noción de la denegación de justicia no se
limitan las dificultades a la definición de esa noción y a la
determinación de las formas que puede revestir. Son mayores aun,
igualmente delicadas y diversas, en el orden de las relaciones entre la
denegación de justicia, la responsabilidad internacional y la aplicación
de una regla que la práctica ha consagrado, la del agotamiento previo
de los recursos internos.
Para poner cierto orden en un asunto en que las confusiones son
inacabables, puede ser útil fijar algunos jalones. La responsabilidad
internacional es una noción de fondo que se asimila a la obligación del
Estado de reparar las consecuencias de un acto ilícito que le es
imputable. La denegación de justicia es una forma del acto ilícito
internacional, constituido por una falta del Estado a sus deberes de
protección judicial hacia el extranjero. En cuanto a la obligación del
agotamiento previo de los recursos internos antes de plantear el
problema de la responsabilidad internacional, constituye una regla de
procedimiento. Afecta menos a las condiciones de existencia de la
responsabilidad que a las de ejercicio de la reclamación. Su aplicación
se limita a la reparación de los perjuicios de origen privado.
Se ha discutido, sobre todo desde hace algún tiempo, la
autoridad de la regla del agotamiento previo de los recursos
internos como principio de derecho internacional positivo
336 REVISTA CUBANA DE DERECHO

(99). Si es cierto que la regla tiene excepciones ha de com-


probarse que la práctica la ha consagrado. Se sabe que figura no
solamente en gran número de convenios bilaterales de con-
ciliación y de arbitraje sino también en los convenios de arbitraje
añadidos a los Acuerdos de Locarno, así como en el Acta General
de Arbitraje (art. 31). Se justifica por otra parte por dos
consideraciones esenciales que se acercan mucho a la noción de la
denegación de justicia. Primero por la presunción general de la
adecuación de las leyes, de las instituciones y de los actos de las
autoridades locales a las exigencias del derecho internacional
relativas a la protección de los extranjeros. El individuo que está
en un país extraño es por ello considerado como sometido a las
jurisdicciones locales, mientras que por su parte el Estado de que
él depende es considerado como si le hubiera hecho confianza
para garantizar a sus nacionales una protección judicial adecuada.
Esas presunciones no ceden sino ante la prueba de una falta del
Estado a su deber de protección, prueba que según el caso se
encuentra en la insuficiencia de las reparaciones concedidas o en
la denegación de justicia (véase infra).
Por otra parte, conviene que cada Estado pueda hacer
apreciar en primer lugar por sus propios tribunales los puntos
de hecho o de derecho que susciten las reclamaciones pre -
sentadas por extranjeros, y que eventualmente podrían ha-
cerlos responsables: es, pues, lícito esperar su decisión final
antes de formar una opinión sobre las responsabilidades in -
ternacionales en que pueda incurrir (100). Mientras esa de-
__________

(99) Véase especialmente: C. A. TENEKIDES, L'épuisement des voies de recours


internes comme condition préalable de l'instance Internationale, Revue de droit
internacional et de législation comparée. 1933. p. 514.
(100) Véase la sentencia arbitral del señor BAGGE en el diferendo anglo finlandés relativo a la
requisición de ciertos buques finlandeses: "En este caso la regla de Recursos locales se
presta únicamente para las funciones explicadas por e1 Gobierno finlandés. (Memo ria
británica N° 49, Nota 32), y aceptados por el gobierno finlandés (Memoria finlandesa,
N° 23- y el Juicio oral 4, 56) al efecto de que el Estado demandado tiene derecho en
primer lugar a cumplir i con su responsabilidad haciendo justicia de propia manera,
pero también a la investigación y a la adjudicación de sus propios tribunales en cuanto
a las cuestiones de derecho y de hecho implicados en la reclamación, y luego a base de
esta adjudicación, apreciar su responsabilidad internacional y aceptar o rechazar la
reclamación de acuerdo con ello", p. 33-34.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 337

cisión no haya sido dada, queda en suspenso la acción diplomática,


ejercida en forma directa de Estado a Estado. Se trata aquí ante todo
de una regla de procedimiento propia para introducir cierto equilibrio
entre la soberanía del Estado requerido y, por otra parte, las superiores
exigencias del derecho internacional, el que, lejos de abdicar ante las
jurisdicciones internas, no se acondiciona a ellas sino en la medida en
que se muestran capaces de garantizar una protección judicial
verdaderamente adecuada.
He aquí ciertas consecuencias que se desprenden de la regla del
agotamiento previo de los recursos internos, examinada en sus
relaciones con la denegación de justicia.
Una reclamación internacional que es presentada con la base de
una alegación de denegación de justicia no es muy generalmente
admisible sino cuando el particular perjudicado ha agotado todos los
recursos que le propiciara la legislación local (101). Resulta de ello
que en tesis general la querella por denegación de justicia sólo puede
ser formulada contra una sentencia que, según la ley local, no es ya
susceptible de recurso. La sentencia arbitral dada el 8 de junio de 1932
en el asunto Salem entre los Estados Unidos de América y el Gobierno
egipcio contiene a ese respecto la siguiente declaración :
"Sin embargo, en regla general, debe ser suficiente que el reclamante haya seguido ante
los tribunales nacionales, todas las tramitaciones hasta la instancia suprema".

La reclamación internacional no está subordinada al ago -


tamiento previo de los recursos cuando éstos no existen, son
inadecuados o ineficaces a priori. Ocurre así en los casos
en que la organización judicial del Estado no proporciona
vía alguna legalmente coordinada, cuando las vías legales no
abren a los interesados perspectivas razonables de éxito (102),
__________

(101) Informes del señor Max HUBEB sobre las Reclamaciones británicas en la Zona
española de Marruecos, p. 137.
(102) Cuando ha sido completamente demostrado el carácter ilusorio de todo recurso, la
dejación en agotar los remedios locales no puede ser considerada como un motivo de
inadmisibilidad de una reclamación. Véase en ese sentido la sentencia de la Comisión
de reclamaciones anglo americanas en el asunto Brown, Report, p. 187, y más
especialmente p. 197 y siguientes
338 REVISTA CUBANA DE DERECHO

o cuando en el propio curso del procedimiento el litigante extranjero


es víctima de lentitudes o de obstáculos equivalentes a una negativa
de resolución y que lo autorizan para abandonar un camino que se
presenta sin salida.
"El reclamante no puede ser obligado a agotar la justicia en un Estado en que no
hay justicia que agotar" (103).

La reclamación tendrá a veces un doble fundamento: junto al


perjuicio inicial infligido a su nacional e imputable, lo suponemos, al
Estado de residencia, el Gobierno hará valer la existencia de una
denegación de justicia resultante ya sea de la propia falta de recursos
o sea de su ineficacia cierta, o de las trabas aportadas a la
administración regular de justicia.
Por lo contrario, a veces la falta de recursos eficaces tendrá
como solo efecto hacer la reclamación internacional admisible de
plano, sin servir de base a la querella de denegación de justicia.
Sucede así cuando el perjuicio inicial resulta de la aplicación de una
disposición, legislativa o gubernamental, contra la que no da recurso
alguno la legislación general del Estado. Si, en el estado actual de la
mayor parte de las legislaciones, no se puede asimilar esa actitud a
una denegación de justicia, es preciso reconocer sin embargo que la
carencia de protección judicial autoriza el recurso directo a la acción
internacional. Decidir de otro modo conduciría a subordinar el
derecho internacional al ordenamiento jurídico interno, resultado
inadmisible, contrario a la autonomía del orden jurídico internacional
(104).
La regla del agotamiento previo de los recursos internos
podría también ceder cuando por circunstancias particulares
no se puede exigir del Estado interesado que espere la deci-
__________

(103) Declaración del Secretario de Estado Fish, citado en MOORE, International Law
Digest, vol. VI, p. 677.
(104) Véase supra capítulo II. En su sentencia arbitral sobre la interpretación del artículo 181
del tratado de Neuilly, el señor UNDEN ha hecho la declaración siguiente: "La regla
del agotamiento da los recursos internos no se aplica, en general, cuando el hecho in -
criminado consiste en disposiciones adoptadas por un gobierno o por uno de los
componentes de ese gobierno en el ejercicio de sus funciones oficiales. Es raro que
haya remedios locales contra lo* actos de los órganos más caracterizados del Estado".
Sentencia, p. 29).
REVISTA CUBANA DE DERECHO 339

sión final como por ejemplo cuando hay peligro en la demora, o


todavía cuando, en caso de violación de un contrato, hay el riesgo de
que se repita el acto perjudicial (105) .
Hay también acuerdo en considerar la regla como inaplicable
cuando el Estado reclamante funda su reclamación en la violación de
un derecho que le es inherente y procura, a título de ello, una
reparación claramente distinta de la que pueden pretender sus
nacionales. Tal es el caso en que la reclamación es motivada por la
falsa interpretación dada por la ley o por las autoridades
gubernamentales a un tratado relativo a la protección de los
extranjeros. Se trata entonces de un diferendo entre Estados,
concerniente a la aplicación de un tratado, diferendo que nada tiene
que ver con la posibilidad de que los interesados se dirijan en
solicitud de reparación a los tribunales locales (106).
Una comprensión exacta de las relaciones entre la res-
ponsabilidad internacional, la denegación de justicia y el ago-
tamiento de los recursos permite comprobar el escaso fundamento de
ciertas aseveraciones doctrinales y de ciertas fórmulas acomodaticias
que han contribuido mucho a obscurecer esta materia y que han
causado a veces una verdadera confusión en las deliberaciones de la
Conferencia de Codificación de El Haya (1930).
1° Así es, por ejemplo, que se afirma a menudo que la
responsabilidad internacional originada en daños causados a
extranjeros no puede nacer sino con la denegación de justicia y que
la propia denegación no existe sino después del agotamiento de los
recursos internos por los interesados.
Esta afirmación es muy absoluta y aunque la discusión a ese
respecto, a primera vista, pueda parecer más bien teórica, no es
superfluo insistir por razón de los equívocos que se acumulan en esta
materia.
__________

(105) Respuesta del Gobierno alemán; Trabajos preparatorios de la Conferencia para la


Codificación del derecho internacional, Livre Brun, p. 136.
(106) Fallo N° 7 del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, asunto relativo a ciertos
intereses alemanes en la Alta Silesia polaca, p. 33-34. Véase W. E. BECKET, Recueil
des Cours de l'Académie de Droit International, vol. 39, p. 163-164,
340 REVISTA CUBANA DE DERECHO

La responsabilidad internacional nace siempre necesariamente


con la violación del derecho internacional. Pero según el caso esa
violación es concomitante con el daño causado al extranjero y es por
consiguiente anterior a todo recurso ante los tribunales internos, o por
lo contrario, subsecuente a ese daño y resultante de una falta al deber
de protección judicial (107).
Es concomitante cuando el acto perjudicial es directamente
imputable al Estado. Ocurre así, por ejemplo, con los actos cometidos
por funcionarios. El Estado responde, pero prima facie únicamente.
Su responsabilidad internacional queda comprometida en seguida
pero no de modo irrevocable. Puede liberarse poniendo a la
disposición del extranjero perjudicado los recursos que según el caso
conduzcan a hacer desaparecer la responsabilidad estatal (acto
manifiestamente extraño a la función) o, también asignar las
reparaciones pedidas con cargo al Estado (108). Si falta a ese deber
de protección judicial en una de las formas examinadas antes (ca-
pítulo II), hay denegación de justicia. Pero la denegación no señala
aquí el punto de partida de la responsabilidad: tiene sólo por efecto
hacer definitiva y agravarla, con un acto ilícito nuevo, una
responsabilidad ya nacida de un acto interior, extraño a la
organización o al ejercicio de la función jurisdiccional.
La violación del derecho internacional es subsecuente del
daño y conduce a la denegación de justicia cuando el deber
internacional del Estado se contrae únicamente al deber de
protección judicial de los extranjeros, como ocurre al tratarse
de la reparación de actos perjudiciales cometidos por indivi -
duos sin carácter oficial y en la suposición de que no hay
__________

(107) Sobre el asunto llamado del "comienzo de la responsabilidad", véase especialmente: C.


EAGLETON, Une théorie au sujet da commencement de la responsabilité de l'Etat,
Revue de droit International et de législation comparée, 1930, p. 643. El problema ha
sido muy profundamente discutido en el diferendo anglo finlandés relativo a la
requisición de ciertos buques finlandeses. Mémoire du Gouvernement britannique
Núms. 40 y siguientes, y en el sentido contrarío, Mémoire du Governement finlandais,
No. 27 y Sentence arbítrale de M. Bagge, p. 34.
(108) El Estado puede también, llegado el caso, desentenderse de su responsabilidad con la
retractación del acto, acompañada de medidas disciplinarias.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 341

responsabilidad alguna para el Estado con motivo de esos actos


(109). Es en ese caso solamente en que la denegación de justicia da
realmente nacimiento a la responsabilidad internacional.
En cuanto al agotamiento de los recursos, si es una condición
para la admisibilidad de la reclamación, nunca es su fundamento.
Cuando se formula esa regla es en el terreno del procedimiento. No se
prejuzga en modo alguno ni el problema de saber cuál es el acto
generador de la responsabilidad ni el del momento en que la
responsabilidad naco. Las frecuentes confusiones que se suscitan en
esto se relacionan con el hecho de que en numerosos casos en que
precisamente se plantea la denegación de justicia coinciden en el
tiempo la responsabilidad y el agotamiento de los recursos. Sucede así
cuando la obligación internacional del Estado se reduce al deber de
protección judicial, y cuando el litigante extranjero, obligado á agotar
los recursos que le franquea la legislación interna, los ha utilizado en
las condiciones y plazos previstos por esa legislación. En ese caso, la
denegación de justicia, comprobada después del agotamiento de los
recursos, se presenta a la -vez como el hecho generador de la
responsabilidad internacional y como una condición de la
admisibilidad de la reclamación diplomática.
Pero por el propio enunciamiento de esas condiciones es fácil
ver que en una serie de casos esa coincidencia no se efectúa, ya sea
porque haya una responsabilidad internacional antecedente, a causa
de un acto perjudicial directamente imputable al Estado, o porque la
denegación de justicia se presenta desde antes del agotamiento de los
recursos, como sucede en el caso en que la legislación interna no
franquea el recurso, o cuando en el curso del procedimiento se
encuentra el extranjero con obstáculos o lentitudes ? los que hay el
derecho de considerar como equivalentes a una denegación de
justicia (110).
__________

(109) Sería lo contrario si el Estado hubiera faltado a su deber de prevención. Si el Estado no


adopta, con relación a los extranjeros, una garantía de seguridad por lo menos, se ha
de contar con una garantía de diligencia.
(110) Véase sobre todos esos puntos la Mémoire du Gouvernement britannique en el asunto
de la requisición de ciertos buques finlandés. Núms. 37 a 41.
342 REVISTA CUBANA DE DERECHO

2° Acerca de un segundo punto, las relaciones entre la


responsabilidad internacional, la denegación de justicia y el
agotamiento de los recursos internos requieren una precisión. Se trata
de excepciones a la regla del agotamiento previo de los recursos
internos.
De hecho, la responsabilidad internacional de los Estados por
daños causados a extranjeros tiene a menudo como origen la falta al
deber de protección judicial. En esos casos la propia falta de esa
protección o su insuficiencia, resultante del estado de la legislación
local, o de la actitud de los tribunales, es lo que justifica la excepción
admitida aquí a la regla del agotamiento previo de los recursos. Se
llega así a menuda a representar la dispensa del agotamiento de los
recursos como necesariamente unida a la existencia de una
denegación de justicia.
Hay que tener en cuenta que sin embargo no sucede siempre así.
Primero puede ocurrir que la falta de recurso no pueda ser
calificada de denegación de justicia. Sabemos que en el estado actual
de las legislaciones internas las resoluciones de las legislaturas, y
más frecuentemente las de las altas autoridades gubernamentales, no
franquean recursos. Sin elevar a esa categoría el daño por denegación
de justicia, se admitirá el recurso directo en la acción internacional.
Pero ese caso no es el único en que la excepción a la regla
del agotamiento de los recursos es independiente de la
denegación de justicia y en que, por consiguiente, es admisible
sin dificultad la reclamación internacional. Hay otros ejem -
plos, principalmente el que se presentó en el diferendo entre
el Gobierno británico y el finlandés, con motivo de la requisi -
ción durante la guerra de 1914-1918, de buques finlandeses.
En ese caso, la reclamación atribuía responsabilidad al Go bierno
británico. Conforme a la legislación británica, los armadores
finlandeses llevaron su demanda arte una jurisdic ción
especial (Admiralty Transport Arbitration Board). No
atendidos en esa jurisdicción, lograron el apoyo diplomáti co de
su gobierno. Declinada la fórmula de arbitraje por el
Gobierno británico, fué llevado el diferendo ante el Consejo-
REVISTA CUBANA DE DERECHO 343

de la Liga de las Naciones (julio de 1931). Entonces fué que el


Gobierno británico presentó la excepción de la falta de agotamiento de
los recursos internos. Hacía observar que los armadores finlandeses
habían dejado de interponer, en los plazos prescriptos, sus
reclamaciones contra lo resuelto por la jurisdicción del Almirantazgo.
A esa objeción el Gobierno finlandés respondió que esa reclamación
debía ser considerada como ineficaz a priori, puesto que el fallo, de
hecho, había sido dado y que la jurisdicción ante la que se reclamaba
no podía conocer aquí más que de los puntos de derecho. Los
interesados no podían ser obligados a ir a ti a recurso cuya ineficacia
se consideraba a priori probada.
Esa cuestión preliminar del agotamiento de los recursos internos,
fué sometida al arbitraje del señor Algot Bagge, magistrado del
Tribunal Supremo de Suecia. En substancia, la decisión del arbitro
fué favorable a la tesis finlandesa. Su principal interés se encuentra en
un estudio muy voluminoso de las condiciones de aplicación de la
regla del agotamiento de los recursos internos. El arbitro admitió que,
en el aspecto formal, hubo posibilidades para los reclamantes de
interponer la apelación, pero que los puntos legales que hubieran
podido servir de base no eran en modo alguno susceptibles de
modificar la decisión dada por los primeros jueces. Formalmente
abierta a los interesados la vía del recurso, no podía servirles de algo
práctico. Igual que el Gobierno finlandés, el arbitro hizo notar que no
había sido formulada alegación de denegación de justicia contra la
legislación británica ni contra sus jurisdicciones. Los reclamantes
quedaban dispensados de agotar una vía de procedimiento
teóricamente abierta, no porque hubiera denegación de justicia, sino
simplemente porque no se podía considerar como vía de recurso de
reforma una instancia no eficaz para reformar la decisión acordada, ni
como un "remedio local" a un recurso que con toda claridad nada
podía remediar (111).
3° La relación entre las nociones de responsabilidad in-
__________

(111) Decisión recaída de conformidad con los acuerdos terminados en septiembre 17 de


1932. Las memorias y centra memorias que fueron cambiadas entre ambos Gobiernos
presentan muy grande? intereses desde el punto de vista de los condiciones de
aplicación de la regla del agotamiento previo .de los recursos internos.
344 REVISTA CUBANA DE DERECHO

ternacional, de la denegación de justicia y del agotamiento de los


recursos internos ha dado también motivo a confusiones desde otro
punto de vista: el del nacimiento o la persistencia de la
responsabilidad internacional después del agotamiento de los
recursos.
En esto hay que distinguir todavía dos situaciones com-
pletamente diferentes.
a) El Estado al que se reclama a causa del recurso in
terno no ha contraído responsabilidad internacional alguna
por los hechos que motivan ese recurso, limitado como está
su deber internacional a la protección judicial. Sólo la dene
gación de justicia puede engendrar aquí una responsabilidad
internacional. Ese es el caso cuando el recurso tiene sólo co
mo fundamento la violación del derecho interno. La sentencia
dada en última instancia es inatacable como expresión de de
recho interno. Desde ese punto de vista, tiene entre las Par
tes la autoridad de la cosa juzgada, pues la aplicación y la
interpretación del derecho interno corresponden únicamente
a los tribunales nacionales. Sólo la denegación de justicia po
dría justificar en esto una reclamación internacional, es decir;
uña evidente falta al deber de protección judicial.
La aplicación prácticamente más importante de esa regla es la
que presenta la violación de un contrato efectuado con un extranjero o
la anulación arbitraria de una concesión que le haya sido otorgada.
Eso no es considerado por sí mismo lo suficiente para comprometer la
responsabilidad internacional del Estado. Con más frecuencia se
admite que la denegación de justicia, integrada por una sentencia
manifiestamente injusta, es lo que origina la responsabilidad (112).
b) Si, por el contrario, con motivo u ocasión de los pro
pios hechos que causen el recurso interno, el Estado ha con
traído una responsabilidad internacional, nunca bastará la
sentencia come tal para eliminar esa responsabilidad. Acto
puramente interno, no es pertinente en relación al derecho
internacional. Aquí el elemento decisivo, por consiguiente, es
la reparación concedida como resultado de la demanda. La
__________
(112) C. EAGLETON. The responsability of States, capítulo VII. Contractual claims".
REVISTA CUBANA DE DERECHO 345

responsabilidad internacional no termina solamente porque el Estado


requerido esté fuera de la posibilidad de querella por denegación de
justicia. No termina sino cuando el Estado cuyo ciudadano ha
obtenido sentencia accede a considerar como satisfactorias las
reparaciones concedidas y por ello renuncia a plantear o seguir una
reclamación. Sucedería así, por ejemplo, en el caso en que la
responsabilidad del Estado fuera directa por faltar a su deber de
diligencia preventiva en ocasión dé daños causados por particulares
(113).
Se llega así a conocer el verdadero carácter de la regla del
agotamiento previo de los recursos internos en los casos en que la
responsabilidad internacional ha nacido directamente del acto
perjudicial o con ocasión de éste. En la fase preliminar de los recursos
internos, la presunción general de que están identificados las
instituciones nacionales y los actos de las autoridades locales con las
exigencias del derecho internacional conduce a poner al extranjero
sobre el mismo pie de igualdad que los nacionales, en lo que respecta
a lo puramente procesal. Pero como la cuestión sometida a los tribu-
nales deriva en último análisis hacia el orden internacional, su
intervención no tiene aquí un carácter propiamente jurisdiccional. En
efecto, es la reparación concedida en ejecución de la sentencia, y no la
sentencia por sí misma, lo que puede exonerar al Estado de su
responsabilidad internacional. En definitiva, la regla del agotamiento
previo de los recursos tiene simplemente por objeto en tal caso
proporcionar al Estado la ocasión de hacer frente a sus
responsabilidades por medio de sus propias jurisdicciones y de
prevenir así la intervención diplomática.
Tal es el alcance de la cláusula, hecha usual en los tratadlos
generales de conciliación y de arbitraje, según los cuales los
diferendos que sean de la competencia de los tribunales locales
nacionales, según la legislación interna de una de las Partes, no
estarán sometidos a un procedimiento de regulación pacífica sino
después del fallo dado en fuerza de cosa juzgada, emitido por la
autoridad judicial competente, hecha reserva del caso de denegación
de justicia.
__________

(113) BORCHARD, Harvard Research, in International Law, proyecto de convenio,


artículo 10, p. 187-188.
346 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Son conocidas las discusiones a que ha dado motivo la cláusula


Calvo. No insistiremos más, porque también se puede considerar la
cuestión como definitivamente juzgada. Inserta en los contratos
efectuados entre un Estado y los extranjeros, la cláusula tiene por
objeto limitar las intervenciones diplomáticas estipulando que el
extranjero se confía completamente a los tribunales locales para la
solución de todos los diferendos que podrían nacer del contrato, y en
la medida correspondiente renuncia a la protección diplomática. En
tanto que la' regla del agotamiento previo de los recursos internos
tiene por objeto confirmarla por una disposición expresa, la cláusula
es perfectamente lícita, y es comprensible que las frecuentes
intervenciones de las Potencias en las Repúblicas de la América latina
hayan determinado a éstas a hacerla valer. Naturalmente que tal
compromiso no puede ser obstáculo al derecho de intervención
diplomática del Estado si hay violación no ya solamente del contrato,
sino del derecho internacional. Ese es el caso cuando se presenta la
denegación de justicia. Como se ha comprobado a menudo, el peligro
de la cláusula Calvo es que se combine con disposiciones legislativas
que, por medio de definiciones unilaterales, tiendan a limitar de modo
extremo la noción de la denegación de justicia hasta el punto de hacer
casi ilusorio el derecho a la protección diplomática. En la medida en
que tiene por objeto impedir a un gobierno intervenir para la
protección de sus nacionales contra un acto ilícito internacional, la
cláusula debe ¡ser considerada como no existente, y su nulidad ha sido
reconocida por las jurisdicciones arbitrales distintas veces (114).

CAPITULO IV
LA SANCIÓN DE LA DENEGACIÓN DE JUSTICIA
Acto ilícito internacional, la denegación de justicia
entraña responsabilidad internacional para el Estado y origina
un deber de reparación a sus expensas. Para fijar su naturaleza
y su extensión es preciso ante todo recordar el contenido
__________

(114) C. EAGLETON, obra citada, p. 168-176, y la importante decisión mencionada por el


autor: North American Dreadging Co., contra The United Mexican States. Entre las
decisiones recientes The Interoceanic Railway, Amer. Journ. of Internat. Law, 1934.
o. 167.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 347

exacto del deber internacional que ha sido violado. Ya hemos dicho


que ese deber es el de protección judicial. La reparación del daño que
resulta de su inobservancia requiere distintas consideraciones.
1° Primero, y en lo referente al origen del daño, es preciso
distinguir entre el perjuicio causado al extranjero por la denegación
de justicia y el que puede haber sufrido a consecuencia de un daño
anterior al ejercicio de la función jurisdiccional, pero que según el
derecho interno es imputable .» otro órgano del Estado. Hay aquí dos
causas de perjuicio» que deben ser objeto de apreciaciones distintas.
Por lo contrario, puede no estar comprometida la respon-
sabilidad del Estado por denegación de justicia solamente, ya sea que
se presente en la forma de una falta de reparación de un acto
perjudicial de que el propio Estado no es responsable, o sea que
consista, fuera de todo perjuicio anterior, en una injusticia directa
cometida precisamente en el ejercicio de la función jurisdiccional.
El último caso no tiene dificultad alguna: naturalmente que el
Estado sólo debe la reparación del daño causado por la denegación de
justicia. Es más compleja la cuestión cuando la responsabilidad del
Estado resulta del hecho de que no haya franqueado al extranjero los
recursos necesarios para asegurar la reparación de daños anteriores y
de que él mismo no asuma la responsabilidad directa. Se estima muy
generalmente, y con razón, según nosotros, que el deber de repara-
ción por parte del Estado se limita aquí también a la indemnización
de los únicos perjuicios que son consecuentes de esa omisión (115).
La opinión contraria, que tiene partidarios (116), sos-
__________

(115) Véase en ese sentido el artículo 11, inciso 2 de las Resoluciones votadas por el Instituto
Internacional en su reunión de Lausana (1927): "Cuando hay responsabilidad para el
Estado únicamente por el hecho de que no ha adoptado las disposiciones requeridas
después de la realización del acto perjudicial, sólo está obligado a la reparación del
daño resultante de la omisión total o parcial de esas disposiciones". (Annuaire 1927, t.
III, p. 332-334. Véase Anton ROTH, Schádensersatz für Verletzungen Privater bei
volkerrecatlimen Delikten, p. 34-38.
(116) Véase en ese sentido Conferencia para la Codificación del derecho internacional, Bases
de discusión, t. III, p. 149, la respuesta del Gobierno de Holanda.
348 REVISTA CUBANA DE DERECHO

tiene que el deber de reparación pecuniaria debe extenderse


eventualmente a la indemnización del perjuicio anterior, perjuicio que
no es imputable originariamente al Estado, pero de que éste asumiría
la responsabilidad por no franquear al extranjero los necesarios
recursos judiciales. Fué planteada de modo muy claro la cuestión con
motivo de la falta de actuaciones represivas contra los autores de
crímenes o delitos cometidos en daño de extranjeros. Ya hemos visto
que la mayoría de la Comisión decidió en el asunto Laura M. B. Janes
que la indemnización a pagar a los padres de una víctima de
homicidio no podría comprender las consecuencias perjudiciales del
propio homicidio, hecho de que el Estado no era responsable. Ha
declarado que no quería tomar en consideración sino el daño moral,
resultante para los padres de la impunidad concedida al matador.
Hemos visto lo que es necesario pensar de tal justificación. En esto,
como ocurre frecuentemente en el derecho interno, la noción del
perjuicio moral es utilizada para sancionar la violación de un deber
social más que para garantizar una reparación propiamente dicha.
2° Se puede admitir con el Tribunal Permanente de Justicia
Internacional que cuando el Estado actúa en favor de sus ciudadanos,
hace valer un "derecho propio". La fórmula es exacta, porque el
Tribunal no ha entendido por eso otra cosa que
"el derecho para el Estado de hacer respetar en la persona de sus ciudadanos el
derecho internacional" (117).

Así comprendido , ese derecho se reduce al ejercicio de


una función de derecho de gentes. No se presenta en la forma
de un derecho a una reparación personal nacida de una ofensa
que se podría considerar causada al propio Estado, o, para
volver a la expresión tradicional, de una ofensa a su honor o a
su prestigio. El Estado no interviene sino como guardián de la
observancia del ¡derecho internacional. A ese título, es en
verdad un derecho propio, pero no es un daño propio que el
Estado hace valer, si hablamos con justeza. Así, es la viola -
ción de un deber internacional, en el aspecto del deber de
protección judicial, lo que es la base de la acción diplomática
__________

(117) Fallo Mavrommatis, p. 12.


REVISTA CUBANA DE DERECHO 349

ó de la acción judicial provocada por una denegación de jus-


ticia. Pero es la indemnización del perjuicio privado el objeto
de esas acciones, en el orden de las reparaciones. Así se explica
el hecho de que casi siempre es a la indemnización del perjuicio
individual a lo que se reduce la reclamación del Estado.
Sin embargo, ocurriría de otro modo en los casos, mucho
más raros en la práctica, en que por medio de la persona de sus
ciudadanos es el propio Estado el que se halla interesado y
atacado por la denegación de justicia. Esa es la hipótesis que el
Instituto de Derecho Internacional ha tenida presente en la
parte final del artículo 6 de sus Resoluciones de Lausana, de
1927:
'' El Estado es igualmente responsable si las actuaciones o el fallo constituyen
una falta manifiesta a la justicia, principalmente si han estado inspirados por
la malevolencia con relación a los extranjeros como tales, o como ciudadanos
de un Estado determinado" (118).
En semejante caso es permitido decir que el Estado ofen-
dido sufre realmente un perjuicio en sí propio, perjuicio ante
todo moral, que exige una satisfacción adecuada, distinta de la
reparación que el Estado puede exigir para sus nacionales.
Según las circunstancias, esa satisfacción podrá tener formas
diversas, por ejemplo la de excusas oficiales. De todas maneras
corresponderá al carácter moral o inmaterial del perjuicio
directamente sufrido por el Estado como tal.
3° La reparación directa de la violación del deber de
protección judicial por la denegación de justicia debería en-
contrarse normalmente en la restitutio in integrum, en el res-
tablecimiento del estado de cosas que existiría si el acto ilí -
cito no hubiera sido cometido. Esa restitución en naturaleza
debe efectuarse, es claro, siempre que sea materialmente po -
sible, y autorizada por el derecho internacional. El Tribunal
__________

(118) La misma idea —formulada de modo por otra parte muy estricto en el sentido de que
sólo es aplicada al contenido de la sentencia -se encuentra también en la base de
discusión No. 5-4°, fijada por él Comité preparatorio de la Conferencia de
Codificación de El Haya. "Que el contenido de una decisión judicial esté
manifiestamente inspirado por la malevolencia con relación a los extranjeros como
tales o como ciudadanos de un Estado determinado".
350 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Permanente de Justicia Internacional se ha manifestado a | este


respecto en los términos siguientes:
El principio esencial, que nace de la propia noción de los actos ilícitos y que parece
derivarse de la práctica internacional, principalmente de la jurisprudencia de los
Tribunales arbitrales, es que la reparación, en lo posible, debe borrar todas las
consecuencias del acto ilícito y restablecer la situación que verosímilmente habría
existido si dicho acto no hubiera sido cometido (119).

Ésa restitución implicaría aquí, para el Estado responsable, la


obligación de proveer a la anulación de los actos contrarios a su
deber de protección judicial, o por lo menos de los efectos que
atañen a la ley interna, y ha de hacerlo por las vías internas del
derecho. En particular, procedería que declarara no existentes las
sentencias dadas por los tribunales internos que fueran contrarias a
sus obligaciones internacionales, o que anulara las consecuencias
jurídicas de ellas.
En la práctica internacional se señalan ejemplos de esa sanción
directa de la denegación de justicia. En ciertos casos se halla
expresamente prevista por acuerdo tomado entre las Partes (120). A
veces ha sido ordenada por los arbitros independientemente de ese
acuerdo y por aplicación de los principios generales del derecho.
Tanto es así que en el asunto Martini el Tribunal arbitral, presidido
por el señor Unden, condenó al Gobierno de Venezuela a
"reconocer a título de reparación la nulidad de los obligaciones d» pago impuestas a la
Casa Martini y Cía.",

a causa de "la injusticia patente" de ciertas partes de la sentencia


dada por el Tribunal Federal de Casación (121).
Sin embargo, frecuentemente la aplicación de esa repara -
ción directa puede tener dificultades de orden constitucional
interno, principalmente la que resulta de la necesidad de una
intervención legislativa, y a veces hasta del referendum popu-
lar. Sin duda, examinadas en sí mismas, esas dificultades no
__________

(119) Sentencia N°' 13, p. 47.


(120) Ch. DURAND, obra citada. Revue gen. de droit internat. public, 1931, p. 698.
(121) "Al pronunciar su anulación —dice la sentencia—el Tribunal arbitral subraya que ha
sido cometido un acto ilícito y aplica el principio de que las consecuencias del acto
ilícito deben ser ocultadas".
REVISTA CUBANA DE DERECHO 351

son obstáculos para la obligación que tiene el Estado de anular el acto


ilícito internacional con todos sus efectos. Se sabe que está
considerado como principio que el acomodamiento del orden jurídico
interno no puede ser invocado para incumplir un deber internacional.
Pero la práctica internacional tiende precisamente a reducir en ese
sentido las obligaciones del Estado tomando en consideración los
obstáculos de orden constitucional que puede haber para la anulación
de la sentencia (122). Así resulta de numerosos tratados recientes de
arbitraje y de reglamentación judicial. El Tratado de arbitraje y
conciliación entre Alemania y Suiza de 3 de Diciembre de 1921
contiene a ese respecto la disposición siguiente (art. 10 párrafo 2) :
'' Si se resuelve en una sentencia arbitral que una decisión o medida, en una actuación
judicial o de otra autoridad de una Parte, está entera o parcialmente en oposición con el
derecho de gentes, y si el derecho constitucional de esta Parte no permite, o lo permite
de modo imperfecto, borrar con actos administrativos las consecuencias de la decisión o
medida de que se trate, la sentencia arbitral concederá ¿ la Parte perjudicada una
equitativa satisfacción de otro orden".

Luego ha sido adoptada esa cláusula en numerosos tratados de


regulación judicial. Ella tiene por objeto, en cuanto a las obligaciones
del Estado en el orden de las reparaciones directas, limitarlas a las
decisiones que pueden ser realizadas por la vía administrativa (123).
Cuando no es posible la restitución en naturaleza se suplirá lo
más a menudo la reparación adecuada" con la entrega de una
indemnización. Llegado el caso, esa indemnización cubrirá el daño
moral lo mismo que el perjuicio material. Sucedería así
principalmente en casos de arresto o de detención arbitraria, de
procedimientos o de condenas injustificados.
__________

(112) ANZILOTTI, Cours, p. 526-527, C. MORELLI, La sentenza internazionale, p. 293-295.


(123) Véase entre muchos otros el artículo 17 del tratado de conciliación y de arreglo judicial
entre Italia y Suiza del 20 de septiembre de 1924, así como el artículo 32 del acta
general de Ginebra, del 26 de septiembre de 1928. Véase G. DIENA, Revue de droit
international et législation comparée. 1925, p. 1 y siguientes.
352 REVISTA CUBANA DE DERECHO

INDICACIONES BIBLIOGRAFICAS

DOCUMENTOS

LAPRADELLE (A. de) y POLITIS (N).—Recueil des arbitrages internationaux, t. I y II.


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Claims Commission United States and Mexico, Opinions of Commissioners, Washington, 1926-
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HUNT (Bert L.).—American and Panamian General Claims Arbitration,
Washington, 1934.
UNDEN (0). L'affaire Martini; une sentence arbitrate, Upsala, 1930. De«isi6n rendered in
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Finland an the Government of Great Britain and North Ireland (sentencia de M.
Algot Bagge), Estocolmo, 1934.
RALSTON.—The Law and Procedure of International Tribunals. Conference pour la
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II

OBRAS GENERALES

ANZILOTTI (DA.—Cours de droit international (trad. G. Gidel).


BORCHARD (E. M.).—The Diplomatic Protection of Citizens abroad, New-York, 1915.
DUNN (Fred. Sherwood).—The Protection of Nationals, Baltimore, 1932.
EAGLETON (C.).—The Responsability of States in International Law, York, 1928.
IlI

ARTICULOS DE REVISTAS

ANZILOTTI.—La responsability Internationale des Etats a raison de dommages soufferts par


des Strangers, en la Revue. G6n. de droit internat. public, 1906.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 353

BORCHARD (E. M.).—La responsabilité des Stats á la Conference de Codification de La


Haye, en la Revue de droit international et de législation comparée, 1931.
DURAND (Ch).—La responsabilité des Etats pour déni de justice, en la Revue genérale de
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-EAGLETON (C).—Une théorie au sujet du commencement de la responsabilité de l'Etat, en la
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— L'epuisement des recours internes et le déni de justicia, id., 1935.
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TENEKIDES (C. G.).—L'epuisement des voies de recours internes comme condition préalabie
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1933.

NOTICIA BIOGRÁFICA
Charles de VISSCHEB, nació en Gante (Bélgica), el 2 "de agosto de 1884.
Profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Gante 1911) y en la de
Lovaina (1930). Consejero jurídico en el Ministerio de Asuntos Extranjeros de
Bélgica (1919). Miembro del Tribunal Permanente de Arbitraje de El Haya desde
1923. Miembro del Instituto de Derecho Internacional (1921). Secretario General del
mismo Instituto desde 1927. Miembro correspondiente de la Academia Real de
Bélgica (1933).
Director de la Revue de droit internacional et de législation comparée desde 1920.
Miembro ponente de la Comisión de enmiendas al Pacto de la Liga de las Naciones y
de la Comisión para el estudio de los procedimientos de conciliación. Miembro del
Comité de Juristas instituido por la Liga de las Naciones después del diferendo italo-
griego. Miembro del Comité de Expertos para la codificación progresiva del derecho
de gentes. Delegado del Gobierno belga a la primera Conferencia de Codificación del
derecho internacional (1930) y ponente de la Tercera Comisión de esa Conferencia
Miembro de las Comisiones de conciliación y de arbitraje instituidas por
Finlandia y Suecia, entre Suecia y Dinamarca,
entre Bélgica y Finlandia, entre Dinamarca y Letonia entre Holanda y
Yugoeslavia.
Doctor honoris causa de las Universidades de Nancy y de Montpellier. Ha llenado
misiones de enseñanza en las Universidades de Helsinki, Upsala, Chicago
(Rockefeller University), París, Burdeos, Nancy, Montpellier, Rennes.
Enseñanza en la Academia de Derecho Internacional: 1923,
354 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Curso en cinco lecciones sobre la responsabilidad internacional de los Estados; 1925,


Curso en doce lecciones sobre la codificación del derecho internacional; 1929, Curso
en cinco lecciones sobre los juicios consultivos del Tribunal Permanente de Justicia
Internacional.
Ha abogado ante el Tribunal Permanente de Justicia Internacional en los asuntos
siguientes: asunto de la competencia territorial de la Comisión europea del Danubio
(1927); asunto relativo a la jurisdicción territorial de la Comisión Internacional del
Oder, (1929), asunto concerniente al acceso y el estacionamiento de los buques de
guerra en el puerto de Dantzig (1931); asunto relativo al trato a los nacionales polacos
y otras personas de origen o de idioma polacos en el territorio de Dantzig (1932);
diferendo relativo al estatuto jurídieo de la Groenlandia oriental (1933). Alegatos en las
publicaciones serie C del Tribunal Permanente Internacional

PRINCIPALES PUBLICACIONES DEL AUTOR

1.—Le contrat collectif de travail (Prefacio de Raymond Saleilles), 1911.


2.—Des fondations en droit International privé, en la Revue de droit international privé, 1913.
3.—La Belgique et les juristes allemandea. (Prefacio de M. van den Heuvel) 1916.
4.—Les lois de la guerre et la théorie de la nécessité, en la Revue gen. de droit international
public.
5.—La neutralité et le caractére ennemi des societés commerciales, en la Revue de droit
international privé, 1918.
6.—De la nature du droit appliqué par les cours des prises, en la Revue gen, de droit
international public, 1920.
7.—La question des Wielingen (en colaboración con M. Ganshof), en la Rev. de droit
international et de législation comparee, 1921.
8.—La jurisprudence allemande en matiere de prises marítimos (en colaboración con M. Paul
Fauchille), 2 vols.
9.—Les gouvernements étrangers en justice, en la Rev. de droit international et de législation
comparée, 1922-1923.
10.—La responsabilité des Etats (curso en la Academia de Derecho Internacional), Bibl.
Visseriana, t. II.
11.—i'nterprétation du Pacte au lendemain du différend italo-grec, en la Revue de droit
international et de lég. comp. 1924.
12.—Le droit international des Communications (Curso en el Instituto de Altos Estudios de
París). Publicaciones de la Facultad de Derecho de Gante, 1924.
13.—The Stabilization of Europe (Conferencias dadas en 1924 en la Universidad de Chicago),
The University of Chicago Press, 1924.
14.—Le conflit anglo-égyptien et la Société des Nations, en la Revue de droit international et
de lég. comp., 1924.
15.—Notes sur la responsabilité internationale des Etats et la responsabilité diplomatique
d'aprés quelques documenta récents, en la Rev. de droit international et de lég. comp.,
1927.
16.—Justice et médiation internationale, en la Rev. de droit internat et de lég, com., 1923.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 355

17___La phase actuelle du differend roumano-hongrois, en la Colección: La


reforme agraire en Rumanie.
18___Unité d'Etat et revendications minoritaires, en la Revue de droit
international et de lég. comp., 1930.
19.__La Vie international e de la Belgique, capítulo VIII de la obra colecti
va Belgique, en la serie La i.e. juridique des peupíes.
20.—Contribution á I'étuds des sources du droit international, en la Rev, de droit int. et de lég.
comp., 1933.
21.— Quelques nouvelles tendances du droit international, en Publications de 1'EcoIe des
Sciences philosophiques et religieuses, Bruselas, 1933.
22.—De la protection diplomatique des actionnaires d'une société contre l'Etat sous le
légisiation duquel cette société s'est constituée, en la Revue de droit international et de
légisiation comparée, 1934.
23.—La protecticn internationale des objeta d'art et des monuments historiques, ídem., 1935.
24—Reflexiones sur la regle de l´unanimité dans l'organisation internatíonale, en Mélanges
Ernest Mahaim, 1935.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 357

JURISPRUDENCIA
TRIBUNAL SUPREMO. Civil.—Sentencia No. 148 de 23 de Agosto de 1943.

Moratoria Constitucional.—Compensación de cantidades abonadas


en exceso por concepto de intereses.
CONSIDERANDO: que para determinar si existe cantidad
pagada "en exceso de la que correspondiera abonarse da acuerdo con
los decretos-leyes 412 y 594", al efecto de aplicarla a pagos futuros,
caso de no haber recibido el deudor beneficio compensatorio,
conforme dispone el párrafo final de la regla 8* de la 2" Disposición
Transitoria al título 4' de la Constitución, ha de tenerse en cuenta,
como sustraendo, no sólo la que el deudor venía obligado a satisfacer
durante el período en que pagó realmente, por encima de los tantos
por cientos exigidos a fin de gozar de la Moratoria, sino también el
importe de lo que debió pagar y no abonó, por razón de aquellos
decretos-leyes y su ley complementaria de veinte de diciembre de
1939, hasta la promulgación de la prealudida Transitoria.
CONSIDERANDO: que a esa interpretación del mencionado
párrafo final de la Regla 8ª. conducen, de consuno, sus antecedentes
históricos —enmienda George y explicaciones sesión sexagésima
segunda de la Convención Constituyente— la propia letra del
precepto y la necesidad de evitar el absurdo que supondría hacer de
peor condición al deudor —que hasta la exigencia de la Transitoria
cumplió estrictamente sus compromisos abonando los tantos por
cientos exigidos para gozar de la Moratoria— el cual no puede
pretender imputación de pagos en exceso, respecto del que dejó de
cumplir, aunque durante cierto período pagara más, si, en definitiva,
abonó menos de lo que correspondía con arreglo a los repetidos
decretos leyes y ley complementaria.
CONSIDERANDO: que a lo expuesto no obsta haya
declarado inexigibles la Regla 2ª. de la propia Transitoria,
todos los intereses adeudados al entrar en vigor la misma,
REVISTA CUBANA DE DERECHO 359

porque no se está en el caso de hacer efectivo el importe de réditos no


satisfechos, que es lo prohibido por la mentada Regla 2", sino de
resolver una situación jurídica distinta, para determinar el montante
de los pagos en exceso de los que correspondiera abonarse de acuerdo
con los decretos leyes sobre Moratoria, al solo efecto de su aplicación
a pagos futuros que el deudor esté obligado a realizar según la
Transitoria, lo que es objeto de regulación diferente de aquella, con-
tenidas ambas en el mismo cuerpo legal.
CONSIDERANDO: que al no entenderlo así el fallo recurrido, y
excluir, en consecuencia, de la liquidación a practicar, las cantidades
que el deudor debió satisfacer para gozar de la Moratoria, durante el
período de tiempo comprendido entre el 16 de marzo de 1938 y el 4
de junio de 1940, ha incidido en la infracción del repetido párrafo
final de la Regla 8* acusada en el 4 9 motivo del recurso; lo que, sin
necesidad de examinar los restantes, determinan la casación de la sen-
tencia impugnada, dada la lógica subordinación que guardan sus otro3
pronunciamientos y los propios pedimentos de la demanda incidental,
a la principal y previa determinación de la precisa cantidad imputable
a pagos futuros.
CONSIDERANDO: que dada la forma como se resuelve, no
procede imponer costas.
Fallamos: que debemos declarar y declaramos haber lugar
al recurso de casación, y en consecuencia casamos y anulamos la
sentencia recurrida, sin especial imposición de costas. Firmantes :F.
Perera.—Tejera.—Tabío.—A. Rodríguez Morejón.—Ochotorena.—
Álvarez Maruri, (Ponente), Rosell.

SEGUNDA SENTENCIA

En la ciudad de la Habana, a 23 de agosto de 1943. —


Visto por la Sala de Vacaciones del Tribunal Supremo los au -
tos de la demanda incidental sobre compensación de pagos en
exceso de intereses de un crédito hipotecario moratoriado, se -
guido en el Juzgado de 1 a. Instancia del Norte de esta capital
360 REVISTA CUBANA DE DERECHO

por M. F. S... de profesión comerciante y vecino de esta ciudad,


representado por el procurador R. C, y dirigido por el letrado R. A. L.,
contra J. B. y B., comerciante y vecino de esta capital, representado
por el procurador A. M., dirigido por el letrado A. T., autos que
penden ante esta Sala a virtud del recurso de casación por inf. de ley
interpuesto por dicho demandado y declarando con lugar, contra
sentencia dictada, en apelación, por la Sala Primera de lo Civil y de lo
Contencioso-administrativo de la Audiencia de la Habana, con fecha
27 de mayo del año en curso.
Reproduciendo los resultados de la sentencia apelada y de
apelación, y los de la de casación que precede, en lo pertinente.
CONSIDERANDO: que el demandado reconoció haber recibido,
en pago, del promovente, hasta el 16 de enero de 1938, la suma de
$2,091.00, importe de intereses satisfechos al tipo pactado de 1% por
ciento anual, por lo que procede deducir de dicha suma la de
$1,477,31 que es el importe de lo que debió abonarse conforme a los
decretos-leyes 412 y 594 de 1934 y la ley de 20 de diciembre de 1939,
hasta el 4 de junio de 1940 en que comenzó a regir la mencionada
Transitoria, lo que arroja una diferencia de $613.79, que se declara
aplicable a pagos posteriores el día 18 de mayo de 1942; desesti-
mándose la pretensión del acreedor relativa al pago de intereses
contractuales durante el período de tiempo comprendido de 1° de
Julio a 21 de diciembre de 1930 de conformidad con lo ordenado en la
citada ley de 20 de diciembre del propio año, complementaria de los
decretos-leyes sobre Moratoria.
CONSIDERANDO: que no cabe entender ha omitido el
incidentista solicitar la impugnación de lo pagado en exceso, respecto
de los intereses correspondientes al tiempo comprendido entre 17 de
mayo a 30 de junio de 1942, como alega el demandado, pues
claramente aparece interesado por aquél, tanto en el párrafo C de la
cláusula 4a. de la escritura de requerimiento de fojas 42 de los autos,
como en el apartado & de la súplica del escrito de promoción.
CONSIDERANDO: que en consecuencia de lo expues -
to, deben ser aplicados los $613.79 pagados en exceso a las si-
REVISTA CUBANA DE DERECHO 361

guientes partidas adeudadas desde el último pago realizado en 16 de


mayo de 1942, intereses al tipo de 3% anual, que es el que le
corresponde de acuerdo con la Transitoria según cuantía de capital
adeudado, desde el 17 a 31 de mayo de 1942, $10.00; por la
mensualidad de junio siguiente, $20.00; por el primer plazo de
amortización del capital vencido en 30 de junio de 1942, $232.38, un
año más de intereses, de primero de julio a 30 de junio de 1943,
ambos inclusive, $233.03 y queda un saldo para aplicar en parte a la
anualidad de amortización de capital correspondiente al 30 de junio de
1943, ascendente a la cantidad de $118.28.
CONSIDERANDO: que procede declarar mal hecha la
consignación de $6.49 realizada, porque el incidentista la verifica
sobre el erróneo supuesto de ser suficiente a completar, agregada a lo
pagado en exceso, lo debido por intereses y amortizaciones hasta
septiembre de 1942.
CONSIDERANDO: que siendo fundada, en parte, la oposición
del acreedor, no cabe imponerle el pago de los gastos del
requerimiento; ni hacer especial imposición de costas en ninguna de
las instancias.
Fallamos: declarando con lugar en parte, y en parte sin
lugar el recurso de apelación establecido; por tanto, con lugar
en parte y en parta sin lugar, la falta de acción alegada y
demanda incidental establecida; y en su consecuencia debe -
mos declarar y declaramos, que la cantidad imputable a pagos
que viene obligado a realizar el deudor de conformidad con la
Transitoria Constitucional por el crédito hipotecario de que se
trata, es la de $614,25 que procede imputar y se imputa esta
cantidad a las siguientes partidas adeudadas desde el último
pago realizado en 16 de mayo de 1942; intereses al tipo
de 3% anual, que es el que le corresponde de acuerdo con la
Transitoria según cuantía del capital adeudado, desde el
día 17 al 31 de mayo de 1942, $10.00, por la mensualidad
de junio siguiente, $20.00 por el primer plazo dé amorti -
zación de capital vencido en 30 de Junio de 1942, $232.38; un
año más de intereses, de l 9 de Julio a 30 de Junio de 1943,
ambos inclusive, $233.03 y que da un saldo para aplicar
en parte a la anualidad de amortización de capital correspon-
362 REVISTA CUBANA DE DERECHO

diente al 30 de junio de 1943, ascendente a la cantidad de $118.28-,


declarándose en consecuencia, extinguidas dichas obligaciones- en la
forma antes expuesta; no haber lugar a tener por bien hecha la
consignación de $6.49, devolviéndose la misma al consignante; no
haber lugar a condenar al demandado al pago de la suma de $45.00
del requerimiento notarial y que no procede hacer especial imposición
de costas, en ninguna de las instancias dada la forma que se resuelve;
en lo conforme confirmamos y en lo que no revocamos la sentencia
apelada.
DE LIBROS Y REVISTAS
Benigno Aguirre Torrado: Legislación Hipotecaria. Editorial Lex;
Habana, 1943.
Bajo el título indicado, y con el subtítulo de "Principios
Generales y Precedentes Históricos" el Dr. Aguirre, distinguido
profesional, ha publicado los diversos temas que, como profesor de la
"Escuela Superior de Derecho", hubo de explicar, desarrollando el
temario de las oposiciones a Registros de la Propiedad próximas a
celebrarse, en lo que a la materia hipotecaria se refiere.
La obra del Dr. Aguirre está redactada con un estilo claro y
preciso, concretándose a los diez y siete temas del programa sobre las
cuestiones hipotecarias. No obstante lo indicado, el libro no carece de
unidad, pues en cada tema el Autor se ha preocupado de señalar su
enlace con los demás del programa.
Para juzgar ese esfuerzo valioso hay que tener en cuenta la
finalidad del propósito, y el antecedente didáctico de su desarrollo.
Por eso ni se advierte alardes de erudición ni una confección
complicada; sino, por el contrario, una sencillez que contrasta con el
contenido de esas materias de suyo tan difíciles y complejas.
No se piense, sin embargo, que el libro comentado carece de
originalidad. En ese punto, el autor mismo se cuida de advertir que en
él expone "puntos de vista personales", como los referentes —agrega
— a "mi manera de juzgar el derecho inmobiliario".
Puede asegurarse, sin faltar por ello a la verdad, que para el
propósito perseguido no hay otra guía mejor que el pequeño libro que
se comenta.
A. L. y S.

Luis Vidal de la Torre y Miguel A. Pírez León: Apremios


Administrativos; Editorial Lex, La Habana, 1943.
La más reciente publicación de la Editorial Lex, que con
REVISTA CUBANA DE DERECHO 365

tanto éxito viene dirigiendo el Dr. Mariano Sánchez Roca, está


dedicada a una materia tan importante dentro del Derecho
Administrativo, como la de los apremios, o séase, sobre aquella
actividad pública que permite a determinados organismos hacer
efectivos los adeudos a su favor y ejecutar por sí, sin el previo
requerimiento a las autoridades judiciales, las medidas tendientes a
asegurarles los medio económicos imprescindibles a su
desenvolvimiento.
Por eso, en ninguna otra esfera de la acción administrativa
siente el individuo el poder coactivo del Estado como en el campo de
los apremios administrativos y, por eso, también, en ningún otro
terreno aparece el particular más desarmado e inerme frente al Poder
Público que cuando se ve perseguido por el aparato apremiante del
Estado.
Como durante mucho tiempo, además, ha sido de valor corriente
equiparar lo administrativo con lo arbitrario no es de extrañar que
toda gestión pública en este terreno fuera estimada en tal forma que
se mantuviera por muchos, cuan poco podía hacerse por el individuo,
ya frente al Estado omnipotente o ya frente a los otros organismos
creados con iguales funciones y por su misma autorización. Estas
ideas influyeron en apreciar las actividades referentes al apremio
fiscal como funciones puramente administrativas, hasta que, poco a
poco, en una evolución muy marcada de los principios cons-
titucionales, fué admitiéndose el principio de que, frente a la
Administración pública, debía estar el individuo investido de los
poderes legales necesarios para obtener "las garantías de forma y de
fondo de toda buena justicia", como atinadamente finaliza su prólogo
el Dr. E. Hernández Cartaya, el destacado maestro de la ciencia
administrativa en Cuba, al transcribir las conclusiones sobre ese
punto del Primer Congreso de Ciencias Administrativas.
De lo dicho se deducirá fácilmente que el conocimiento
de las cuestiones del apremio fiscal es de importancia en todo
lugar y que demanda la atención de todos. En efecto, el fun -
cionario encuentra en tales disposiciones la fuente de su com -
petencia y la autoridad de su gestión; los organismos públicos,
hallan el medio de nutrir sus arcas, haciendo posible la rea -
lización de sus fines; y los individuos una forma, la más
366 REVISTA CUBANA DE DERECHO

acusada y molesta para ellos, de intervención pública en sus


actividades y en su patrimonio particular. Por lo tanto, un libro sobre
tales cuestiones no es sólo una obra para todo funcionario o letrado,
sino que ha de serlo, también, para el gran público que puede
necesitar, a veces, analizar un precepto y fijar su alcance sin la
posibilidad de la inmediata consulta profesional adecuada.
Fué pues, con tales puntos de vista que me di al análisis de esta
obra nueva de los Dres. Vidal y Pírez, y, colocándome sucesivamente
en una u otra posición, como quise apreciar sí el esfuerzo de los dos
valiosos compañeros había o no llenado su objeto. Así, primero, me
consideré en función de agente público de oficinas recaudatorias,
rememorando las épocas en que serví en las oficinas de la hacienda
nacional o en la que estuve al frente del Departamento de Impuestos
del Municipio de la Capital, el más importante de la República; des-
pués, me coloqué in mente, en el terreno del profesional que ha sido
objeto de una intrincada consulta y, finalmente, en el del particular
afectado por la acción del apremio administrativo. En los tres casos,
los problemas así concebidos o reproducidos de los que en la realidad
hube de confrontar en el pasado, encontraron en las páginas de este
nuevo volumen una orientación atinada, rápidamente localizada,
porque, como toda obra emanada de esa editorial, el índice prolijo y
detallado es el complemento de la misma.
No es de extrañar, pues, que la obra respondiera en buenos
kilates de utilidad al agua fuerte de tal prueba, porque realizada por
quienes durante varios años vienen conociendo, por razón de sus
cargos, de los problemas fiscales, era natural que aportaran a ella,
como lo han hecho, toda su experiencia y que pudieran realizar, como
lo han logrado un estudio muy completo y acabado sobre tan ardua y
fatigante materia.
El libro contiene todas las disposiciones aplicables a los
apremios del Estado, con los comentarios adecuados a cada
artículo, a los que, como queda dicho, no sólo aportan las
conclusiones de una larga práctica oficial, sino, también las
modificaciones de toda índole, los criterios fijados por la Ad -
ministración al resolver casos anteriores, la jurisprudencia
REVISTA CUBANA DE DERECHO 367

de los Tribunales y los modelos de aplicación de los preceptos


estudiados.
Además, se refiere dicha obra a la propia materia, en lo que a la
hacienda local se contrae, y, como esta legislación presenta gran
afinidad con la análoga del Estado, los comentarios y demás
aportaciones antes indicados, pueden ser de indiscutible utilidad en su
aplicación y buena inteligencia, aunque siempre será de lamentar que,
al menos, en aquellos puntos en que ambos procedimientos divergen,
no hubieran dichos autores penetrado tan profunda y acertadamente,
como lo han hecho en lo que a la hacienda general del Estado se
refiere, así como que, no obstante la apuntada identidad no haya
merecido esa legislación, por su parte, la misma dedicación exhaustiva
antes puesta de relieve en el otro aspecto.
En conclusión: es una obra útil para todos e imprescindible para
los que, por razón de su cargo u oficio, han menester de manejar la
difícil y complicada legislación que se expone en la misma.
A. Lancís.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 369

PUBLICACIONES RECIBIDAS
NACIONALES
Cruz y Caturla.—La finca como elemento básico del Registro de la
Propiedad.—La Habana, 1943.
R. Rodríguez Álvarez.—Derecho sucesorio de los hijos adoptivos en
Cuba y en la Legislación Comparada. Segunda edición.—La
Habana, 1943.
E. Maza Rodríguez.—La legítima defensa en la jurisprudencia
cubana.—La Habana, 1943.
A. Aguirre.—Publicidad inmobiliaria. Trabajos hipotecarios. —La
Habana, 1943.
R. de Cárdenas.—La inconstitucional de las leyes en los Estados
Unidos.—La Habana, 1943.
L. Vidal de la Torre y M. A. Pírez León.—Apremios administrativos.
—La Habana, 1943.
J. Machado.—Los contratos sobre bienes con ocasión del matrimonio.
—Manzanillo, 1943.
R. M. Portuondo Domenech.—Memoria leída en los solemnes actos
de la apertura de los Tribunales de Justicia (Reformas al Código
civil).—La Habana, 1943.
Revista Nacional de la Propiedad Urbana.—La Habana. Junio, Julio
y Agosto de 1943.
Repertorio Judicial. — La Habana, Abril, Mayo, Junio, Julio y
Agosto de 1943.
Revista del Colegio de Abogados de la Habana.—Marzo, Abril,
Mayo, Junio, Julio y Agosto de 1943.
Seguros.—La Habana, Mayo, Junio, Julio, Agosto y Septiembre de
1943.
Boletín Oficial del Ministerio de Estado.—La Habana, Núms, de
Marzo-Abril y Mayo-Junio de 1943.
Boletín de la Oficina Interamericana de marcas.—La Habana Abril-
Junio y Julio-Septiembre de 1943.
Cuba Económica y Financiera.—La Habana, Junio de 1943.
Anuario Azucarero de Cuba.—Compilado y editado por "Cuba
Económica y Financiera", La Habana, 1943.
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Unión ínter americana del Caribe: Boletín.—La Habana. Abril-


Junio de 1943.
Archivo "José Marti".-—La Habana.—Enero-Abril de 1943.
Revista del Colegio de Abogados de Santiago de Cuba.—Santiago de
Cuba. Abril-Mayo de 1943.
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J. A. y L. S. Capellí.—Testamentos recíprocos y donaciones mutuas.
—Buenos Aires, (Arg.) 1943.
E. Díaz de Guijarro.—El derecho privado argentino en 1941. —
Buenos Aires. (Arg.) 1942.
P. O. Mutua.—América en las tres mayores aventuras de la
humanidad. Sta. Fe. (Arg.) 1943
S. V. Linares Quintana.—La constitucionalidad de la Ley N°
4548 a la luz de la jurisprudencia nacional y provincial.
—La Plata. (Arg.) 1943.
G. Peña Guzmán.—El delito de homicidio emocional. Tucumán
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B. A. Houssay..—La investigación científica. Sta. Fe (Arg.)
1943.
J. Gollan (H).—Estados Unidos de Norteamérica vistos con ojos
argentinos. Sta. Fe. (Arg.) 1942.
E Martínez Paz.—La actitud del hombre moderno frente al derecho.—
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Revista de Derecho y Administración Municipal.—Buenos Aires,
(Arg.). Marzo, Abril, Mayo y Junio de 1943.
Derecho del Trabajo.—Buenos Aires. (Arg.). Marzo, Abril, Mayo,
Junio y Julio de 1943.
Revista del Notariado.—(Órgano del Colegio de Escribanos). —
Buenos Aires, (Arg.). Marzo, Abril, Mayo, Junio y
Julio de 1943.
Revista del Colegio de Abogados de Buenos Aires.—Arg.
Noviembre-Diciembre de 1942 y Enero-Febrero de 1943.
Colegio de Abogados de Buenos Aires. (Instituto Bibliográfico).
Sesiones del año 1942. Buenos Aires. (Arg.) 1943.
Colegio de Abogados de Buenos Aires.—Ciclo de conferencias 1942.
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Córdoba.—(Arg.) Noviembre-Diciembre de 1942.
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Litoral. Sta. Fe. (Arg.) N<? 38 (1943).
Universidad.—Publicación de la Universidad Nacional del Litoral.
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Ordem dos Advogados do Brasil: Boletín Oficial da Seccao de Sao
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Cultura Jurídica,—Caracas (Ven.) Abril-Junio y Julio-Septiembre de
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Revista del Colegio de Abogados del Distrito Federal.—Caracas.
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Revista del Colegio de Abogados del Distrito Federal.—Caracas
(Ven. Enero-Febrero de 1943.

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