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Del mismo modo, de conformidad con el título, la adjudicación se realizó de acuerdo con las
siguientes disposiciones:
d) El Gobierno Nacional, sus instituciones y la fuerza pública tendrán libre acceso a las
zonas adjudicadas para el cumplimiento de las acciones previstas en la Constitución y
leyes de la República;
e) Los recursos naturales del subsuelo pertenecen al Estado y este podrá explotarlos sin
interferencias dentro de las normas de protección ecológica;
Dentro de los seis primeros meses, la contratista debía presentar un Estudio de Impacto
Ambiental para la fase de exploración, así como un Plan de Manejo Ambiental para el período
de explotación (EIA) debía contener, entre otras, una descripción de los recursos naturales, de
manera especial los bosques, flora y fauna silvestre, así como, aspectos sociales, económicos
y culturales de las poblaciones o comunidades asentadas en el área de influencia del contrato.
Según informó el Estado, mediante Acuerdo Ministerial No. 197, publicado en el registro
oficial No. 176 del 23 de abril de 1999, se suspendieron las actividades de prospección en el
Bloque 23, en razón de que “las actividades que desempeñaba la CGC se encontraban
afectadas por las acciones de las organizaciones indígenas en contra de los trabajadores y
destrucción del campamento”. Esta suspensión se realizó con el fin de que se continuaran
desarrollando los programas de relaciones comunitarias, para lograr solucionar los problemas
suscitados. Dicha suspensión fue prorrogada en varias oportunidades hasta septiembre de
2002.
2010, por escritura pública, PETROECUADOR firmó con la empresa CGC un Acta de
Terminación por mutuo acuerdo del contrato de participación para la exploración y
explotación de petróleo crudo en el Bloque 23. Los representantes señalaron que pese a
haberlo solicitado expresamente, el Pueblo Sarayaku no fue informado de los términos de la
negociación que sostenía el Estado con la empresa CGC ni de las condiciones en las que se
celebró el Acta. Según los términos de la referida Acta, en la cláusula 8.4 las partes
(PETROECUADOR y CGC) “aceptan y ratifican que no existe ningún pasivo ambiental”
en el área de concesión atribuible a la contratista.
El Estado alegó, en 1996, no tenía obligación alguna de iniciar un proceso de consulta previa,
ni tampoco de obtener el consentimiento libre, previo e informado de Sarayaku, dado que aún
no había ratificado el Convenio Nº 169 de la OIT y que la Constitución de ese entonces no
contenía disposición alguna en este sentido, por lo que, con base en el artículo 28 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, era una obligación jurídicamente
inexistente para el Ecuador. Resaltó que eso no implicaba, de modo alguno, un
desconocimiento o irrespeto a los derechos territoriales de los pueblos indígenas, razón por la
cual el Estado adjudicó a Sarayaku el territorio, lo cual no constituye un título de propiedad
ilimitado, pues de acuerdo a las disposiciones del mismo contrato de adjudicación el Estado
no tiene limitada su facultad de construir vías de comunicación u otras obras de
infraestructura. Además, que sus instituciones y Fuerza Pública tienen libre acceso al
territorio para el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales. Alegó además que los
recursos naturales del subsuelo pertenecen al Estado y éste podrá explotarlos sin
interferencias siempre y cuando el mismo se enmarque dentro de las normas de protección
ecológica.
“Inter alia” is a Latin phrase that translates to “among other things” “Inter alia” es una frase en latín que se
traduce como “entre otras cosas”
El Convenio Nº 169 de la OIT se aplica, inter alia, a “los pueblos tribales en países
independientes, cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distingan de otros
sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos total o parcialmente por sus propias
costumbres o tradiciones o por una legislación especial”188, y por el cual los Estados
“deberán asumir la responsabilidad de desarrollar, con la participación de los pueblos
interesados, una acción coordinada y sistemática con miras a proteger los derechos de esos
pueblos y a garantizar el respeto de su integridad”189. Los artículos 13 a 19 de dicho
Convenio se refieren a los derechos de esas poblaciones sobre sus tierras y territorios” y los
artículos 6, 15, 17, 22, 27 y 28 regulan las distintas hipótesis en las cuales debe ser aplicada la
consulta previa libre e informada en casos donde se prevén medidas susceptibles de afectarlas.
Rio blanco
Sobre los derechos de la naturaleza, los accionantes argumentan básicamente que se habría
violado el principio de precaución regulado en el Art. 396 de la Constitución, pero lo que no
se dice es que este principio está regulado en conjunto con el principio de prevención. Es
decir, cuando hay evidencia de los daños que se podrían provocar aplica el principio de
prevención, sin embargo cuando no hay esta evidencia, aplica es el principio de precaución;
por lo que, en la presente causa no es aplicable el principio de precaución, sí es aplicable el de
prevención, la actividad minera está regulada en la legislación. Para ello se debe obtener: un
registro ambiental, licencia ambiental para exploración avanzada y explotación, estudios de
impacto ambiental, plan de manejo ambiental, garantía de cumplimiento, participación
ciudadana, certificación de no afectación de fuentes hídricas, permiso de uso de agua,
certificación de viabilidad e inventario forestal, todos estos permisos se entregan en base al
principio de prevención. De acuerdo a la Opinión Consultiva OC23-17 el estudio de impacto
ambiental y el plan de manejo ambiental son medidas idóneas para aplicar el principio de
prevención; por lo tanto, el Plan de Manejo Ambiental del proyecto Loma Larga contiene
múltiples medidas para mitigar impactos ambientales, todo auditado por el Ministerio del
Ambiente.
La única posibilidad de que el Estado ejerza control racional sobre un territorio rico en
recursos naturales no renovables es a través de la minería legal, lo contrario es abrir la puerta
a la minería ilegal; una demanda responsable debería tomar en cuenta que la gestión de los
recursos naturales de los sectores estratégicos, de competencia exclusiva del Estado, se lo
haga con controles, que es lo que hace hoy por hoy el Ejecutivo a través del Ministerio del
Ambiente y Ministerio de Energía; es irracional pedir que el Estado deje de contar con los
recursos de lo que hoy por hoy dispone para la prestación de servicios sociales. En una
posición racional y responsable, debería además decírsele al Estado, al Ejecutivo, ¿de dónde
se obtendrán los recursos que la minería legal y responsable inyecta al presupuesto general del
Estado?.