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“Rescate en el río”

Enid y sus amigos vivían en la selva. Su hogar tenía árboles Los libros nos ayudan a ser educados. Sin embargo, hasta Enid
verdes muy altos, frescos arroyos de aguas azules y flores dejaría un libro de lado si alguien necesitaba ayuda.
brillantes. Había suficientes frutas frescas para comer toda —¡Socorro! —dijo una voz suave y tenue. Provenía de la orilla
la vida. del río.
Lo único que a Enid le gustaba y fascinaba más que la selva —¡Conozco esa voz! —dijo Enid—. ¡Es mi amiga Mabel!
era la lectura. Sus amigos decían que leía demasiado.
Enid corrió hacia donde provenía la voz de Mabel y se
—¡Enid! ¡Lees demasiado! Te dolerán los ojos —solía decir su
sintió sorprendida y conmovida ante lo que vio. El agua, que
amiga Mabel—. Deja de leer y ven a nadar.
normalmente era apacible y tranquila, había cambiado. Ahora se
—Iré a nadar más tarde. Estoy leyendo acerca de una niña
agitaba en oscuros remolinos y grandes olas blancas. En la otra
que tiene zapatos de color rojo rubí.
orilla, en el lado opuesto del río, estaba la pequeña Mabel.
Después de cenar, Enid leía sus historias preferidas a sus
—¿Qué podemos hacer, Enid? —preguntó su amigo Haroldo—.
amigos. Ellos la escuchaban un rato. Luego alguno de ellos
Mabel estaba al otro lado recogiendo frutas. ¡De pronto sucedió!
decía:
El río se hizo más profundo y más ancho. Fue algo mágico.
“Escuchar historias no es divertido. ¡Vamos a jugar!”
—No fue magia —dijo Enid—. Fue una inundación. Lo leí en
Enid seguía leyendo. Ella quería inspirar a sus amigos para
un libro. Si llueve mucho, los ríos crecen y aumentan su tamaño.
que leyeran.
—¿Qué podemos hacer para ayudar a Mabel? —preguntó
Un día, después de una gran lluvia, Enid estaba leyendo una
Haroldo—. ¿También leíste sobre qué hacer para ayudar cuando los
historia acerca de un castor y su represa. Escuchó a alguien
ríos crecen?
que gritaba pidiendo ayuda.
Enid recordó el libro sobre la represa del castor y dijo: —¡Sí!
Podemos construir una represa.
Es como un muro en el río. Hace que el agua fluya más
lentamente.
Cuando el nivel del agua baje, Mabel podrá cruzar sin problemas.
—¿Y cómo podemos construir una represa? —preguntó Haroldo.
—Así —dijo Enid. Y comenzó a empujar grandes piedras grises
hacia el río, para construir lentamente un muro en el agua. Sus
amigos comenzaron a ayudarla, colaborando en la construcción de
la represa. Muy pronto quedó terminada. El agua comenzó a bajar.
Mabel descubrió que podía cruzar sin inconvenientes.
Esa noche, los amigos de Enid disfrutaron de leer libros con
ella y escuchar las historias que les contaba.

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