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LEYENDA LAS CATARATAS DEL IGUAZÚ

Hace mucho tiempo moraba en el cauce mismo del río Iguazú y


entre sus aguas limpias y verdosas M`boi, el monstruoso centinela
de las profundidades, el dios-serpiente. Temible era su aspecto
pero más temible aún era su furia. La ira de M`boi era capaz de
desatar tempestades, de destruir aldeas enteras, de arrancar los
árboles más fuertes de la selva. Sólo había una forma de calmarlo.
Los indios del lugar debían ofrecerle en sacrificio, año tras año, una
doncella, la más joven y hermosa.

Ese año era Tarobá, un joven cacique, quien debía llevar a cabo la
triste y silenciosa ceremonia y la doncella elegida era Naipí. Él tenía
que llevarla hasta la orilla del río y ella debía internarse en las aguas
de las que no regresaría. Pero ocurrió que, al conocer Tarobá a la
hermosa muchacha, no pudo hacerlo. Naipí, con su belleza lo había
cautivado. Sus miradas se cruzaron y sintieron que eran uno para el
otro. Tarobá y Naipí se habían enamorado. Jamás la ofrecería a la
serpiente.

Tarobá, sabiendo de lo difícil de su situación, consultó a los sabios


ancianos de la tribu. Uno a uno fue contándole de su amor… “No se
puede eludir el sacrificio”, fue la respuesta de todos.
Tarobá, desesperado, decidió raptar a la joven y huir cruzando el río.
Ellos sentían que un amor tan fuerte era capaz de vencer odios y
rencores y de ser necesario morir, lo harían juntos.
M`boi, que todo lo podía ver y hacer, enfurecido por la desobediencia
partió el río en dos y formó las Cataratas del Iguazú.

Los enamorados fueron castigados: Tarobá convertido en un árbol


plantado en la orilla de la Garganta del Diablo y los largos cabellos
de Naipí, fueron convertidos en las turbulentas aguas que
descienden de la propia catarata. M`boi, muy complacido por lo que
había hecho, se sumergió en la misma Garganta del Diablo para
controlar su maligna obra. Se dice que, aún hoy, sigue vigilando.
Pero dicen también que, cuando brilla el sol, entre las furiosas
aguas que caen se dibuja un arco iris que comienza en el centro de
la catarata y llega hasta el árbol de la orilla. Un arco iris que logra
burlar el poder de M`boi. Un arco iris que vuelve a unir a Tarobá y a
Naipí como un puente de amor.

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