Está en la página 1de 1

Caso_1

“Siempre fui una niña gordita, así que crecí con la


mentalidad de que por más que quisiera, nunca iba a poder
bajar de peso. Esos pensamientos me llevaron a la "genial"
conclusión de que podía comer todo lo que quisiera, en las
cantidades que me diera la gana, porque igual nada iba a
cambiar. Mi vida trascurrió con esa filosofía por varios
años, hasta llegar al punto en el que tenía un evidente
sobrepeso que alteró completamente el funcionamiento de
mi cuerpo. Mis períodos menstruales se daban cada 4
meses, tenía un tipo de acné muy agresivo, taquicardias y
un estado físico deplorable. Decidí ir al doctor y sus
diagnósticos fueron caóticos. Tenía diabetes y lo más
terrible es que por una serie de desórdenes, mis probabilidades de quedar embarazada se habían reducido
considerablemente. Ahí empezó el cambio. “Aprendí” a tomar agua, eliminé toda la comida no saludable de
mi vida y reduje las raciones considerablemente. Al inicio fue muy difícil para mí, pero finalmente mis
esfuerzos dieron grandes resultados, ya que bajé cerca de 35 kilos, reduje el azúcar de mi sangre y
regularicé mis menstruaciones. Hoy en día me siento muy orgullosa de todo lo que logré, tengo una hija de
un año y mi alimentación es 100% saludable. Me costó, pero aprendí.”

Caso_ 2
“Mi alimentación en términos generales siempre fue sana
(dentro de lo posible), pero lo fue aún más a raíz de una
operación que tuvo mi papá en el colon. Después de eso,
mi familia y yo decidimos mejorar nuestra salud y
empezamos dejando por completo los condimentos y las
grasas; aunque la verdad yo igual comía comida chatarra
de manera esporádica. Un día caminando por el centro de
lima con unos amigos, se nos ocurrió comprar una
salchipapa gigante de 3 soles que venía con chicha de
regalo. Demasiado barata y probablemente súper tóxica,
pero no me importó. Sin saberlo, esa decisión me llevó a
un cambio, esta vez total, en mi alimentación. Tres meses
después de esa salchipapa me diagnosticaron Helicobacter Pylori, una potente bacteria que ataca al sistema
digestivo. Estaba tan grave, que si hubiera dejado que pasen dos semanas más, hubiera desarrollado cáncer
de estómago. Ahí me dejé de tonterías y decidí no volver a traicionar mi alimentación saludable. El
Helicobacter vivió en mí cerca de un año y medio y fue terriblemente difícil de llevar por los antibióticos y
los síntomas de la propia enfermedad. Hoy sigo comiendo de todo, quiero decir, no soy vegetariana ni nada
por el estilo, pero estoy atenta a conocer de dónde provienen los alimentos que consumo y sobre todo, a
que estén siempre limpios. Evito los que sé que me harán daño y la verdad, la sensación de ligereza que te
da alimentarte de forma saludable y saber que cuidas tu salud, no se compara con nada".

También podría gustarte