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ALIMENTARSE COMO DIOS QUIERE

Por: Héctor Spaccarotella - Misión Evangélica Argentina para Cristo de Río Gal

(Río Gallegos – Santa Cruz – Argentina)

E ste es un tema que inicio y comparto a partir de una investigación personal de varios meses, buscando encontrar soluciones a propios

problemas de salud.

Busco generar un espacio donde podamos averiguar cómo nos alimentamos, cuestionarnos, y evaluar si la dirección es la correcta.

Mi intención es llegar a averiguar de qué modo Dios nos pide comamos.

Le pido a Él que esto sea una bendición para tu vida igual que para la mía.

Cuando escribo este artículo, llevo unos cinco meses viajando periódicamente a Buenos Aires para conseguir la atención médica que
oportunamente no conseguí en la ciudad donde vivo hace 30 años.

Pese a los trastornos que significan tomar atenderse en un lugar que dista a 3000 km de mi casa, donde no hay obra social que cubra, esto
ha sido bueno en muchos aspectos; uno de ellos, al estar lejos de las rutinas cotidianas, es que me dio muchísimo tiempo para estar a solas con Dios, para
reflexionar sobre lo que me estaba pasando, preguntarle a Él las razones por las que permitió que la enfermedad llegara.

La respuesta fue clara. PARA APRENDER.

Recibí del Señor la enseñanza de que las enfermedades son oportunidades de aprendizaje. Llamados de atención que uno puede utilizar
evaluándose y viendo qué de la vida que se lleva debe uno corregir.

Esto mismo pude hablar con otros amigos que están pasando por situaciones de enfermedad.

Oportunidades de Aprender.

Toda mi vida luché con el sobrepeso. Una historia que lamentablemente viven en Santa Cruz casi 7 de cada 10 personas. Posiblemente el
índice más alto del país. El clima ayuda mucho, ya que nos “guarda” puertas adentro la mayor parte del tiempo. La gente no camina, sube a sus autos hasta
para recorrer una distancia de 200 metros.

Pero el que sea mal de muchos no es consuelo, como dice el dicho popular.

Cuando era un niño de 10 años pesaba alrededor de 70 kilos. Era un pequeño obeso con pantalones cortos súper ajustados. El niño que
jugaba de arquero en los partidos de fútbol de la escuela, el gordo bueno y medio tonto.

Salvo un período de 5 años en mi adolescencia en que la intensa actividad física me ayudó a mantenerme en forma, el resto de mis 51 de
vida no me  gustaba lo que veía en el espejo. No me gustaba   cómo me quedaba la ropa, mi autoestima luchaba por sobrevivir en medio de un cuerpo que
sentía deformado y pesado… demasiado pesado.

Hace unos 5 años llegué a batir todos los record, llegando a un peso de 111 kg.

Eso, con mi estatura de 1,70 metros significaba un nivel de obesidad muy importante.

Los médicos me encendían luces de alarma. Problemas de articulaciones, colesterol y triglicéridos por las nubes, hipertensión, etccccccc.

Historias tristes que posiblemente vos también conozcas. Lo que yo llamé “síndrome de bomba de tiempo”, motivado por los médicos, que
siempre repetían la misma frase.

Era cuestión de esperar en cualquier momento un infarto, diabetes, un accidente cerebro vascular o algo similar en gravedad.

Afortunadamente también entonces escuché el mensaje del Señor. Busqué ayuda profesional y una vez que pude entender porqué razón me
estaba castigando a mí mismo con estos problemas de salud, comencé con la invalorable ayuda de mi mujer un proceso que terminó en una quita de
alrededor de 27 kg.

Desde entonces, un poco más o un poco menos me mantengo en ese peso.

Mi experiencia fue muy buena, todos los índices clínicos se regularizaron y mi salud cambió radicalmente.

A lo largo de estos 60 meses pensé que estaba haciendo las cosas bien. Comenzamos incluso con experiencias de grupos de autoayuda en
la iglesia, dí muchas charlas para otras personas con problemas de obesidad, ayudé a muchas personas a bajar de peso.
Cambié mis hábitos alimenticios restringiéndome a alimentos de bajas calorías, lácteos descremados, nada de alcohol, y todo lo que
aconsejan habitualmente los médicos y nutricionistas.

Como te digo, creí que había aprendido.

Pero había aprobado solamente el primer nivel. Habían muchos más exámenes que rendir.

Y aquí nuevas oportunidades de ingresar al aula de la vida.

Por eso es que me sorprendí ante la primera crisis de salud hace cinco meses.

¿Por qué mi aparato digestivo se enferma gravemente hasta llevarme al borde mismo de la muerte si me estoy cuidando?

Porque no estaba haciendo las cosas como Dios manda.

Porque ignoraba que como toda la Biblia, las palabras del Creador están plenamente vigentes hoy, incluyendo las precisas instrucciones
dadas hace cinco mil años al pueblo judío.

¿Habrán pasado de moda? ¿Será que Específicamente en el tema de los alimentos esas hojas de la Biblia tendremos que arrancarlas porque
ya no sirven hoy?

Hay personas que piensan que después de Cristo las normas y leyes del Antiguo Testamento han perdido vigencia, ya que en esta tercera
Jornada espiritual que comenzó después de la Resurrección no vivimos bajo la ley sino bajo la gracia.

Y es cierto, es que nadie nos obliga a obedecer bajo amenaza de que si no lo hacemos moriremos apedreados o degollados.

Pablo dice en la primera carta a los Corintios que:

1Corintios 10:22 y 23  ¿Provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que Él?   Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me
es lícito, pero no todo edifica.

Ahora bien, aunque no estemos obligados a cumplir la ley, te pido que te des el permiso de pensar que hay sabiduría en ella. Que esas
indicaciones dadas al pueblo de Israel no fueron órdenes caprichosas de un Dios que buscaba gobernar autoritariamente.

Cuando hay una ordenanza, un decreto, un mandamiento divino dado al pueblo que es SU PUEBLO, es porque seguir esos mandatos es lo
mejor. Porque en la desobediencia hay muerte.

En mi búsqueda de respuestas encontré la historia de Jordan Rubin. Este joven norteamericano  es hijo de un médico naturista judío
mesiánico. Ambos padres cristianos evangélicos igual que él. Actualmente tiene alrededor de 27 años y él también es médico naturista.

Cuando  contaba con alrededor de 19 años era un joven deportista de configuración atlética y 1,86 metros de altura, no tomaba alcohol ni
drogas, practicaba la abstinencia sexual voluntaria y llevaba una vida absolutamente sana.

Cuando terminó la secundaria, con un grupo de amigos de su iglesia hicieron un campamento de 7 días de verano antes del ingreso a la
universidad.

Allí comenzó su calvario. Sin ninguna explicación comenzó a padecer terribles diarreas, que lo hacían correr al baño cada hora. En esos días
de campamento bajó 10 kg.

Al llegar a su casa de vuelta de estas malversadas vacaciones los padres buscaron ayuda profesional y la ciencia médica comenzó lo que él
mismo llama un calvario de 3 años que lo dejó con 45 Kg., tan débil que debía permanecer en una silla de ruedas y muriéndose de la enfermedad de Crohn.
Se trata de una terrible dolencia que inflama los intestinos haciendo que no puedan absorber ningún nutriente de los alimentos.

Virtualmente se estaba muriendo de hambre aunque comiera los mejores manjares de la Tierra.

Como última esperanza para seguir vivo un poco más, los médicos sugirieron la extirpación completa del Colon y una parte del intestino
delgado. De modo que viviría el tiempo que le quedara dependiendo de una bolsa de colostomía.

Cuando estaba tomando la decisión de operarse, su padre escucha que en otro estado de EEUU un médico estaba recuperando la salud de
sus pacientes aplicando lo que llamaba “la dieta del Creador”.

Es decir haciendo que quienes se apoyaban en él, se alimentaran únicamente con alimentos indicados y cocidos como Dios ordenó al pueblo
judío en los libros de Génesis, Levítico y Deuteronomio.

Dado que no había demasiadas alternativas Jordan decidió viajar a visitar a este médico y someterse a su tratamiento.

Como resultado y para asombro de todos los médicos que lo trataron, en 3 meses recuperó plenamente su salud y peso y a partir de allí
vive una vida absolutamente normal. Por supuesto, ha hecho de los parámetros bíblicos de alimentación un patrón en su vida.
Hoy en día en todos los hospitales del país incluido el nuestro de Río Gallegos, hay estadísticas de los pacientes que llegan buscando ayuda
médica a las guardias, que muestran que 8 de cada 10 mujeres y hombres sufren problemas físicos y enfermedades originadas en sus malos hábitos
alimentarios o de vida. Los otros 2 de cada 10 que completan las estadísticas hospitalarias son accidentes o situaciones de trauma.

La gente se está enfermando y muriendo de cáncer, infartos, diabetes, hipertensión, accidentes cerebro vasculares, gastritis que terminan
en úlceras, disfunciones renales, etc.

El origen del 90 % de estas enfermedades está en la mala alimentación.

Yo te propongo que empieces a pensar y estudiar en tu Biblia qué es lo que Dios sugiere como lo mejor para alimentarse, incluso te desafío
a que pienses en empezar a poner en práctica este estilo de alimentación en tu casa, tanto para vos como para los tuyos.

Esta dieta se basa en Génesis 1:29, donde Dios les dio a Adán y Eva indicaciones de que comieran sin ningún cuidado los alimentos
vegetales de los cuales Él los había provisto en abundancia dentro del huerto del Edén.

Génesis 1:29  Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que
tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento.

Después de la caída y expulsión del Edén las cosas se pusieron más duras para la raza humana. Debía trabajar de sol a sombra para
conseguir sus alimentos, combatir con pueblos enemigos, luchas con bestias salvajes, sobrevivir a intensos fríos.

Por ello se hizo necesario incluir proteínas animales. En Levítico 11 y Deuteronomio 14 Dios da todo el instructivo sobre qué carnes animales
eran aprobados para alimentarse.

Dice el dr. Jordan Rubin que los alimentos aprobados por Dios, tal como aparecen en Levítico y Deuteronomio complementaron a la dieta del
génesis. Dios proclamó “Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la Tierra” (Levítico 11: 2). Abraham, Moisés, Jacob y
Jesús comieron carnes bíblicamente limpias.

Levítico 11:3  "De entre los animales, todo el que tiene pezuña dividida, formando así cascos hendidos, y rumia, éste comeréis”.

Dentro de esta clasificación están el ganado vacuno, las cabras, las ovejas, los ciervos, los búfalos y otros.

Levítico 11:4  "Sin embargo, de los que rumian o tienen pezuña dividida, no comeréis éstos: el camello, porque aunque rumia no tiene
pezuña dividida; será inmundo para vosotros”;

Esto es decir que se deben evitar los animales como el camello, que rumian pero tienen pezuña hendida. Dentro de esta clasificación entran
según el dr. Rubin el caballo, la rata, el zorrillo, el perro, el gato, el conejo, la liebre y la ardilla entre otros.

Levítico 11:7 y 8  “y el cerdo, porque aunque tiene pezuña dividida, formando así un casco hendido, no rumia; será inmundo para vosotros.
No comeréis de su carne ni tocaréis sus cadáveres; serán inmundos para vosotros.”

Es prohibido comer cerdo y todos sus derivados (todos los fiambres, chacinados, chorizos, salchichas, morcillas, la mayor parte de las
hamburguesas comerciales, etc.). Es un animal inmundo. Tan inmundo que Dios no quiere que toquemos ni su cuerpo, ni su carne. Las palabras hebreas
usadas para describir INMUNDO son traducidas también como ASQUEROSAS, CONTAMINADAS Y PODRIDAS.

Los mismos términos que se usan en hebreo para describir el excremento humano.

Levítico 11:9 y 10  "De todos los animales que hay en las aguas, podréis comer éstos: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas,
en los mares o en los ríos, podréis comer. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en los mares y en los ríos, entre todo lo que se mueve en las aguas
y entre todas las criaturas vivientes que están en el agua, os serán abominación”;

Se podrá comer cualquier pez con aletas y escamas, pero no los peces o criaturas acuáticas que no las tengan. Es decir que no se podrá
comer los que tienen piel lisa, como el bagre, el tiburón, la anguila, y los crustáceos con caparazón como el cangrejo, la ostra, la langosta, la centolla.

Lev 11:13 al 19  "Además, éstas abominaréis de entre las aves, no se comerán, son abominación: el águila, el buitre y el buitre negro, el
milano y el halcón según su especie;

Lev 11:15  todo cuervo según su especie; el avestruz, la lechuza, la gaviota y el gavilán según su especie; el búho, el somormujo, el búho
real, la lechuza blanca, el pelícano, el buitre común,  la cigüeña, la garza según su especie; la abubilla y el murciélago”.

Pueden comerse las aves que viven primariamente de comer insectos, larvas o granos vegetales. Pero no las que comen carne (ya sea
capturada o carroña). Estas serán consideradas inmundas.

¿Es importante hablar de alimentos, de nuestras cocinas, de las comidas que ponemos en la mesa en una reflexión sobre espiritualidad
cristiana?

Estoy absolutamente convencido de que es no solo necesario sino además indispensable.

Por supuesto que esta problemática no afecta al mundo cristiano únicamente sino a toda la sociedad occidental.
Somos lo que comemos dice una frase popular. Y esto es más cierto de lo que podemos imaginarnos.

Muchas de las características que vemos como inadecuadas en el comportamiento social de los argentinos tiene que ver con la forma en que
se alimentan.

Vemos algunas citas bíblicas donde Dios da precisas instrucciones sobre la forma en que su pueblo debe alimentarse.   También de cómo
esas indicaciones están muy vigentes y actuales hoy en día.

Trabajamos a partir de Génesis 1: 29 y del capítulo 11 del Levítico.

Génesis 1:29  Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que
tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento.

Este verso del capítulo 1 es anterior a la caída del hombre. Aquí limita la alimentación a productos vegetales.

Te decía que después de la caída las indicaciones sobre alimentos a consumir se ampliaron incluyendo carnes. En Levítico 11 y también en
Deuteronomio el Señor indica qué animales pueden comerse de la tierra, del mar y de aves voladoras.

Con toda claridad indica cuales de estos seres del reino animal serán considerados ABOMINABLES (los términos originales hebreos pueden
traducirse también como ASQUEROSAS, CONTAMINADAS Y PODRIDAS.

¿Por qué después de la caída del hombre y la expulsión del jardín del Edén fue necesario incluir proteínas animales? Porque el hombre debía
enfrentarse a desafíos para los que no había sido diseñado por el Creador:

         la lucha contra pueblos enemigos y hostiles,

         contra bestias salvajes,

         la necesidad de trabajar duro para desmalezar, labrar y cultivar la tierra,

         el pasar calor y frío muy intensos,

         el parir con dolor y sangre sus hijos,

         el enfrentar enfermedades, el envejecimiento y la muerte.

A partir de este punto comienzan serias controversias entre aquellos que deciden hoy en día ser omnívoros (comer productos vegetales y
productos animales) y aquellos que prefieren comer sólo vegetales (o vegetales, huevos y lácteos).

Afirmar que una postura o la otra son teológicamente correctas no está en mí y no creo que pueda realmente alguien asegurarlo. El mismo
error cometería pretendiendo asumir una postura que tenga que ver con lo que a ojos de la medicina está bien.

Hay médicos que sostienen con firmeza que no se deberían comer carnes ni productos animales y quienes creen que en las carnes animales
hay nutrientes indispensables para el hombre.

Sin embargo me gustaría contarte sobre las elecciones que yo hice y fundamentarte porqué razón me parecen las más adecuadas. Por
supuesto que aceptarlas o no como ciertas dependerá enteramente de tus propias decisiones de vida.

Te compartí que después de haber bajado alrededor de 27 kg de peso hace 5 años, cambié mis hábitos alimentarios reduciendo mi dieta a
carnes magras, lácteos descremados y productos de bajas calorías.

Pensé que estaba haciendo lo correcto. Sin embargo aún con estos cuidados mi aparato digestivo colapsó hace 5 meses con una pancreatitis
importante, depósitos de colesterol en la vesícula, sangrado interno en la boca del estómago, una gran inflamación en el Colon y funcionamiento errático de
uno de mis riñones.

La gran pregunta era porqué una persona que se cuida en lo que come, que no toma alcohol, que hace una vida ordenada puede pasar por
esta crisis.

Los estudios médicos y la opinión de los profesionales que me atendieron en Buenos Aires fueron concluyentes. Lo que yo pensaba que
estaba bien no era tan así.

Comencé entonces un nuevo camino de aprendizaje hasta entender cuales de aquellos productos “sanos” estaban significando veneno para
mi organismo.

Estoy convencido que el inmenso Amor de Dios permitió que el daño no fuera permanente y que estos órganos que habían colapsado no se
deterioraran al punto de tener que ser extirpados o que se hubieran generado en ellos tumores cancerosos.
Me pregunto cuántas vesículas podrían haberse salvado por ejemplo si sus dueños se hubieran alimentado como pide el Señor.

Aún así y comprometido 100% con mis nuevos hábitos de alimentación, estoy observando cómo reacciona mi cuerpo para saber si con estas
elecciones me estoy haciendo bien o no.

De este modo, la enfermedad constituyó una oportunidad de aprendizaje.

Yo tenía aquí la opción de entender y cambiar lo que estaba haciendo mal o continuar así, con lo que seguramente el daño sería mayor
probablemente hasta la muerte.

Días atrás una amiga y oyente del programa de radio me preguntaba si todo esto que comparto lo saqué de libros de medicina.
Fundamentalmente son respuestas a las preguntas que yo mismo me hice. Algunas de ellas surgieron de libros y opiniones médicas, otras a través de la
enseñanza directa del Señor por su Palabra escrita y la revelación de su Espíritu Santo, y otras también de lo escrito por muchos autores cristianos
contemporáneos.

Antes dije que después de la caída el Señor modificó la dieta indicada al hombre, pero que su organismo no estaba diseñado para ello.

¿Es esto cierto?

¿El hombre está preparado para la ingesta de alimentos vegetales solamente o también carnes?

El intestino delgado es un tubo de alrededor de 6 metros. Sin entrar hoy en muchos detalles anatómicos, se conecta con él el intestino
grueso. Este órgano es la penúltima porción del canal digestivo, formada por el ciego, el colon, el recto y el canal anal. El intestino grueso es un tubo muscular
de aproximadamente un metro y medio de largo.

Es decir que entre intestino delgado y grueso, podemos imaginar un conducto de alrededor de 7 metros.

En general este es el largo intestinal del aparato digestivo de un herbívoro. Los animales carnívoros  tienen un canal intestinal de solamente
1,5 metros.

¿Por qué esta diferencia?

Cuando comemos carne, el aparato digestivo toma las proteínas animales y otros nutrientes y el resto, todo lo que exceda de 20 gramos, es
expulsado porque no se aprovecha.

Desde que comienza el recorrido intestinal hasta que es expulsado, el proceso digestivo hace que los alimentos animales transiten alrededor
de 48 horas antes en nuestro interior, a una temperatura de 37 grados.

Esto los convierte en terriblemente tóxicos. Imaginate un trozo de carne expuesto durante 48 horas a esa temperatura en el medio
ambiente. Indudablemente se descompone.

Eso mismo pasa en nuestro interior.

Por ejemplo un bife tiene alrededor de 150 gramos. De ellos aproximadamente 20 son aprovechados y el resto es desechado porque el
organismo no lo necesita. Los 130 gramos restantes se convierten en toxinas que inflaman, que enferman, que irritan.  ¿entendés?

Ahora bien, el aparato digestivo de un animal carnívoro al tener un tubo intestinal muchísimo más corto, expulsa lo que no necesita en
mucho menos tiempo, antes que se descomponga.

Por estas diferencias anatómicas y operativas es que personalmente pienso que el hombre no está diseñado para comer carnes animales.

¿Qué pasa con los alimentos de origen vegetal? El proceso digestivo es mucho más rápido y en alrededor de 2 horas se termina.

Por eso después de comer carnes uno se siente muy pesado, se adormece. La función intestinal se complica y entorpece.

Eso no pasa con los vegetales.

La ciencia comienza a entender que el ser humano no tiene nada en común con los animales carnívoros, cuyas mandíbulas, sin molares
como los nuestros, disponen de dientes puntiagudos que les permiten desgarrar la carne. Su estómago produce una concentración de ácido clorhídrico diez
veces mayor que la del ser humano.

Dicen los médicos defensores de una dieta basada en vegetales que las proteínas animales pueden ser reemplazadas por las que tienen las
legumbres y semillas como las almendras, nueces, maníes,  porotos, garbanzos, lentejas.

Estos mismos profesionales de la medicina dicen que es un mito falso que el organismo se debilite.

Puedo mencionarte personalidades muy conocidas que son absolutamente vegetarianas, como la tenistaMartina Navratilova , Brigitte Bardot
, Michael J. Fox, Richard Gere, Dustin Hoffman, Demi Moore, Brad Pitt, Brooke Shields, Leonardo DiCaprio, Leonardo Da Vinci, Franz Kafka, Isaac Newton,
Platón, Ramanuján, Rousseau, Bernard Shaw, Sócrates, Tolstoy.
¿Por qué gente tan inteligente eligió alimentarse así? ( Todas son o han sido personas perfectamente saludables o lo han sido mientas
vivían).

Estoy aprendiendo a ver que comer carne de cualquier tipo no parece ser bueno ni necesario. Me da la impresión de que no hemos sido
diseñados para ello.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), aconseja cambios en la alimentación para prevenir las enfermedades del corazón y el
desarrollo de tumores cancerígenos en estomago, Colon, páncreas, consistentes en una disminución radical en el consumo de productos de origen animal y un
aumento en el consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales.

Cuando una persona tiene un accidente cardio o cerebro vascular, se le dan medicamentos para bajar el colesterol y los triglicéridos. Como
sucede casi siempre, estos medicamentos dañan otros órganos como el hígado por ejemplo.

Las comidas ricas en grasas saturadas normalmente son de origen animal. Las grasas vegetales generalmente son insaturadas.

Las grasas saturadas aumentan el nivel de colesterol en la sangre. El colesterol está presente en las comidas animales pero no en las
vegetales. El colesterol es esencial para el metabolismo pero no se necesita en la dieta puesto que el cuerpo puede producir todo el necesario.

Ahora, si vos o cualquier otro decide comer alimentos de origen animal, creo firmemente que ajustarse a una dieta como Dios quiere
debería indicarnos que estas carnes deben estar faenadas y preparadas como Dios manda en la Biblia.

Y únicamente aquellos animales que no son considerados inmundos.

Sin duda no están en esas condiciones los cortes de carne que podemos comprar comercialmente. No encontraremos alimentos aptos para
consumo humano como Dios quiere en nuestros frigoríficos, criaderos y mataderos comerciales.

Lo que podés comprar en una carnicería o en un supermercado tiene antibióticos y hormonas que fueron inyectadas a los animales cuando
estaban vivos. La mayor parte de los productores aplican estas drogas como tetraciclina, penicilina, sulfamida, nitrofuranos, somatotropina bovina, etc.), para
evitar enfermedades en el ganado y para lograr el engorde artificial de los animales.

Los antibióticos matan las bacterias y microorganismos malos causantes de enfermedades. El problema es que también matan los buenos,
la flora intestinal indispensable para el buen aprovechamiento de los alimentos en nuestro cuerpo.

Lo mismo sucede con todos los productos de origen animal incluyendo los lácteos, aún aquellos que compramos en el supermercado, como
la leche que les das a tus hijos.

Éxodo 15:26  Y dijo: Si escuchas atentamente la voz del SEÑOR tu Dios, y haces lo que es recto ante sus ojos, y escuchas sus
mandamientos, y guardas todos sus estatutos, no te enviaré ninguna de las enfermedades que envié sobre los egipcios; porque yo, el SEÑOR, soy tu sanador.

Históricamente tanto fuentes judías como paganas muestran al pueblo judío como una nación sana y sin enfermedades. Las personas vivían
además muchos más años y llevaban una vejez digna y sin padecimientos.

Esto se mantiene hoy en día en aquellas personas que se ajustan a alimentarse como Dios manda.

Cuidar nuestro cuerpo es un deber. Hace unos días atrás un joven me decía que sentía que tenía que cuidar su cuerpo porque era templo
del Espíritu Santo. Y es cierto.

Esto es decir que como personas de fe, cuidar la salud del cuerpo es un deber. No hacerlo nos convierte en pecadores contra Dios.

Deuteronomio 30:11 al 16  Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni está fuera de tu alcance.

No está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por nosotros al cielo para traérnoslo y hacérnoslo oír a fin de que lo guardemos?"

Ni está más allá del mar, para que digas: "¿Quién cruzará el mar por nosotros para traérnoslo y para hacérnoslo oír, a fin de que lo
guardemos?"

Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes.

Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal; pues te ordeno hoy amar al SEÑOR tu Dios, andar en sus caminos
y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y te multipliques, a fin de que el SEÑOR tu Dios te bendiga en la tierra que vas a
entrar para poseerla.

La tierra en la que te prometo en nombre de Dios que vas a entrar, es la tierra de la buena salud y de la vida digna, para vos y para tu
familia.

Como le decía a este joven que me hablaba de su cuerpo, el Espíritu Santo está abriendo delante de ti una puerta hoy. Está en vos animarte
a cruzarla o seguir parado donde estás.

Como te decía, alrededor de un 65% de la población en Argentina (esta cifra es un poco mayor en los pueblos de la patagonia como nuestra
Río Gallegos) sufre problemas de sobrepeso.
Claro que esos kilos demás no vienen solos. Son un síntoma más de un cuerpo que no está siendo cuidado como corresponde. Junto a esa
grasa que se acumula en el abdomen viene la hipertensión, el hígado graso, colesterol elevado, aumento de las grasas en sangre, desgaste prematuro en las
articulaciones, problemas de vesícula, de páncreas… y muchas otras dolencias.

Y la cosa no termina ahí. Si no reaccionamos a tiempo luego vienen las enfermedades cardíacas, la diabetes, el cáncer de colon, de próstata,
de mamas, de piel.

Y en una cantidad alarmante de personas, también porque no reaccionaron a tiempo esto termina en la muerte.

7 de cada 10 personas en Río Gallegos están en este grupo.

También te compartía que 8 de cada 10 consultas médicas en el hospital de Río Gallegos están originadas en trastornos de la salud
originados en malos hábitos alimentarios.

Lo que estudian los científicos es el hecho de que la mayor parte de estos problemas de salud no existían hace 100 años. Las personas se
están enfermando y muriendo hoy de padecimientos que no sufrían hasta que comenzó la industrialización de los alimentos.

En 1913, Albert Schweitzer, médico, misionero, teólogo evangélico y músico alemán que vivió entre 1875 y 1965, un hombre que fue
premiado con el premio Nóbel de la paz, visitó Gabón, en África.

Sus comentarios son llamativos:

Me quedé perplejo al no hallar casos de cáncer. No ví uno solo entre los nativos a más de 300 km de la costa (…)

Por supuesto, no puedo decir de manera positiva que no hubiera cáncer alguno, pero como otros médicos de frontera, sólo puedo decir que,
si existiera algún caso, debe ser muy raro. Esta ausencia de cáncer parece deberse a la nutrición de los nativos, diferente a la de los europeos.

Vilhjamur Stefanson, explorador y antropólogo que estudió los pueblos INUIT, una nación que habita regiones árticas de Alaska, Canadá,
Groenlandia y Chukotka, Russia, buscó en vano casos de cáncer  a principios del siglo veinte.

Los medios de comunicación y los comienzos de la globalización hicieron que estos pueblos tomaran contacto con la civilización occidental.
Ya en los años setenta, los tumores malignos cancerosos de pecho aparecían con frecuencia entre las mujeres Inuit, después que comenzaron a consumir
alimentos modernos y acostumbrarse a las dietas occidentales. Las sustancias químicas tóxicas procedentes de nuestros alimentos industrializados modernos
fueron los disparadores de esta situación.

La diabetes era rara entre los aborígenes nativos de Australia, pero ahora esta enfermedad moderna aparece con frecuencia diez veces
superior entre los nativos que entre los europeos.

Estudiosos de las universidades australianas atribuyen indudablemente el aumento de la diabetes al cambio en la dieta alimentaria.

Invariablemente, los defectos de nuestro estilo de alimentarnos producen enfermedades modernas y una disminución significativa en la
calidad de vida.

El doctor Weston Price era un dentista norteamericano. Alarmado por la cantidad de caries, dientes torcidos y arcos dentales deformes en
sus pacientes allá por 1930, empezó una serie de investigaciones únicas.

Durante los siguientes diez años, el Dr. Price viajó a lugares remotos en el mundo para estudiar la salud de poblaciones que no habían sido
afectadas todavía por la civilización occidental. El objetivo de sus investigaciones se centró en tratar de averiguar los factores responsables de una buena
salud dental.

Sus estudios revelaron que las caries dentales y la deformación de los arcos dentales (que resultaban en dientes torcidos y amontonados),
eran el resultado de deficiencias nutricionales y no de defectos genéticos heredados.

Lo sorprendente de su investigación es que estas enfermedades de los dientes no existen en pueblos que no tienen contacto con la
civilización occidental.

Llegó a la conclusión de que la gente primitiva que consumía su dieta tradicional exclusivamente, solía disfrutar de dientes hermosos y
derechos, libres de caries y de un cuerpo fuerte que ofrecía gran resistencia a las enfermedades.

Podría seguir, pero creo que estas muestras son más que suficientes. Una vez más, somos lo que comemos.

Lo que busco es que tomemos conciencia de que nos estamos haciendo daño, no estamos cuidando nuestro cuerpo como debemos. Y en
parte este daño está originado en nuestra ignorancia de estos temas.

Hoy se están abriendo puertas para que pienses, para que te preguntes si los padecimientos en tu cuerpo tienen que ser necesariamente
inevitables o podés hacer los cambios necesarios para que tu salud cambie radicalmente.

Yo siento que Dios está hablando, está diciendo

¡NO COMAS ESO!


Esta es la clave de una vida sana y de poder. La obediencia.

En el capítulo 5 de Gálatas Pablo dice:

Gálatas 5:22 al 25  Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,  dominio propio;
contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.   Si vivimos por el Espíritu, andemos
también por el Espíritu.

El apóstol atribuye al Espíritu Santo el don del dominio propio.

Invoquemos su presencia en nuestras vidas, ahora que estamos aprendiendo que hay alimentos que nos están haciendo daño.

¿Seguiremos comiendo lo que lastima nuestros cuerpos en lugar de permitir que el Espíritu Santo tenga las riendas de nuestros apetitos?

Dicen Marie  Chapian y Neva Coyle, autores del libro “Libre para ser Delgado”, que el deseo de comer nunca quedará satisfecho”.

Es importante que admitamos que solos no podemos. Que necesitamos ayuda divina para cambiar radicalmente nuestros hábitos.

Dicen estos autores que “la avidez desenfrenada es pecaminosa (…) es tan pecado como el codiciar el cuerpo de otra persona”.

Una vez más las palabras “desobediencia y pecado” vuelven a aparecer en estas reflexiones. No para que te sientas culpable sino para
que reacciones y cambies tu estilo de alimentarte.

Quisiera remarcarte que no te estoy pidiendo que hagas dietas para bajar de peso. Te digo que si buscás en el Señor alimentarte como Dios
manda, tu cuerpo va a cambiar completamente. Vas a ser libre de enfermedades que hoy te están golpeando recurrentemente y vas a tener una vida digna,
además de vivir muchos años.

Va a bajar el volumen de tu vientre, va a volver a aparecer la cintura, disminuirá el dolor en tus articulaciones, el nivel de colesterol en
sangre, la grasitud de la piel.

 ¿No vale la pena intentarlo?

¿Estás dispuesto a aceptar estos desafíos?

Como dice Marcos Witt, Dios es un Dios de pactos.

Tenés la oportunidad de revisar lo que ponés a tu mesa cada día, lo que comés con tu cónyuge y con tus hijos, de ver qué estás haciendo
mal y de estudiar la forma de comer como Dios manda.

La base es la que venimos hablando. Sería bueno que tomaras nota. Todo este material está a tu disposición si necesitás que te lo imprima
o te lo envíe.

Comer como Dios manda es:

         Comer abundantes vegetales de todo tipo. Hacer que tu dieta tenga el mayor porcentaje de verduras, frutas y legumbres posible. (En
mi caso suprimí otros tipos de alimentos)

         Reducir al mínimo posible el consumo de carnes rojas y blancas. Si tenés la idea de que necesitás esas proteínas animales, solamente
con 20 gramos semanales cubrirías la cuota. Las carnes rojas son las más dañinas. Tenés que suprimir definitivamente toda carne de cerdo y sus derivados
(fiambres, salchichas, hamburguesas comerciales, embutidos, etc.), y tratar de comer carnes de animales que se hayan criado en ambientes abiertos,
comiendo pasto y no alimentos balanceados, y libres de antibióticos. Tenemos el privilegio de vivir en la patagonia, donde no hay tantas enfermedades y los
animales son más sanos. No comas carne que venga del norte del país. Preferentemente utilizá carne ovina y fresca.

         No comas pollo que no estés 100% seguro que no haya sido criado con hormonas de crecimiento y antibióticos.

         No comas pescado que no sea fresco y recién pescado. El tiempo de enfriamiento y los conservantes agregan químicos tóxicos para el
hombre.

         No comas mariscos ni crustáceos de ningún tipo. Dios los considera abominables.

         ¡Cuidado con lo que comas en casas de comidas! No sabés con qué preparan los alimentos.

         No comas harinas blancas. Eso es verdadero veneno para el cuerpo. Daña e inflama tus intestinos. Es perfectamente posible comer
pizzas, tortas, tartas, empanadas y pan hechos con harina integral.

         No uses azúcar blanco. El azúcar al extraerse de la caña es de color marrón. Para que quede blanco se utilizan más de 90 sustancias
químicas que son muy dañinas. Podés consumir azúcar “rubia” en cualquier supermercado.
         Si comprás galletitas que sean únicamente Granix o Mayco. Son fabricadas en empresas adventistas y ellos han cuidado mucho que
sean hechas con procesos naturales, sin conservantes químicos ni leudantes y son las únicas que no tienen grasa de cerdo en su construcción.

         Cuidado con los lácteos. Si podés evitarlos mucho mejor. Es una mentira que tus hijos o vos necesiten leche. Ningún mamífero
después del destete necesita consumir leche y tampoco el hombre. Buscá quesos orgánicos o de cabra. La leche y los quesos comerciales tienen químicos y
antibióticos que destruyen la flora intestinal e inflaman tu aparato digestivo.

         Usá únicamente aceite de oliva para sus ensaladas. No consumas frituras. El aceite cuando calienta se convierte en veneno para el
organismo.

La lista podría seguir, pero no quiero extender más esto que hablo.

Hay personas que me dicen que es más caro comer así. Pero ese dinero que estás “gastando” se convierte en una “inversión” si pensás que
lo vas a ahorrar en medicamentos porque ni vos ni tus hijos se van a seguir enfermando.

Y hay otro secreto. Si te ajustás a estos principios vas a bajar de peso y te vas a sentir mucho mejor, aunque no hagas estrictamente una
dieta de bajas calorías. ¿Te animás a largarte?... te prometo que Dios va a bendecir tu vida.

Me gustaría a esta altura que pudiéramos hacer juntos una oración de compromiso:

Padre, en el nombre de Jesús, te hago hoy Señor de mi vida. En este momento te doy mi cuerpo, mi alma y mi espíritu.

En lo que se refiere a mi manera de comer, me comprometo contigo, Señor.

Elijo ponerte en posición de señorío sobre cada aspecto de mi vida, particularmente en lo que tiene que ver con la comida.

Elijo amarte, obedecer tu voz y seguirte, porque Vos dijiste que eras vida para mí y prolongación de mis días.

En este día, Señor, elijo la bendición de la obediencia.

En el nombre de Jesús,  Amen y amén.

Sé que he venido hablando de temas duros. Pero seguís en sintonía y continuás leyendo porque sabés que esto de lo que hablo tiene que
ver con tu familia y con tu propia salud.

El origen de todo lo que hablo en esta serie sobre alimentación tiene que ver con mis propios problemas físicos,   con mis enfermedades del
aparato digestivo y con la necesidad propia de buscar salidas que no pasen por tomar más y más medicamentos.

Claro que en mi búsqueda recurrí a la Biblia, a autores de libros de ciencia médica convencional y biológica, a autores cristianos, a la
Internet, a la opinión de médicos amigos. En todos los casos en los que la opinión no es mía vengo citando el autor de los comentarios, como lo hago siempre.

¿Sabés qué más descubrí?

Que además de mi propia salud está la tuya. La de mis amigos y hermanos de la iglesia.

Ya perdí muchos seres queridos producto de problemas de salud evitables.  De enfermedades generadas a partir de que no se cuidaron lo
suficiente.  Personas que hoy están muertas y que si se hubieran preocupado un poco más por su salud, estarían alabando a Dios a mi lado en la banca de
algún templo. Miembros de iglesias cristianas, cuyos familiares hoy probablemente escuchen mis programas o leen estos artículos.

Y ya no quiero seguir perdiendo amigos.

Pienso que es verdad lo que dice el pastor y psicólogo cristiano Jorge León. La Iglesia es una comunidad terapéutica. Un lugar donde todos
deberíamos preocupamos por la buena salud de todos. Donde todos deberíamos cuidamos unos a otros. Salud del cuerpo, del alma y del espíritu.

¿Qué sucede en una de nuestras comunidades cristianas cuando llega alguien que tiene problemas de adicción al alcohol? Nos preocupamos
por liberarlo de su enfermedad, porque queremos que tenga una vida saludable y porque al lastimar su cuerpo está ofendiendo a Dios, está pecando contra Él.

Lo mismo pasa con alguien adicto a alguna droga legal o ilegal, desde el cigarrillo hasta la cocaína o la heroína.

En seguida se activan los mecanismos necesarios para que esa persona pueda reestablecer su salud física, psíquica y espiritual.

Alguien que tiene un problema de adicciones no puede ni siquiera ser bautizado, no puede ser un miembro activo en una congregación
cristiana.

Me pregunto, con una mano en el corazón: ¿por qué no pasa lo mismo con los adictos a comer demás?¿Porqué una persona obesa o
con un sobrepeso importante puede ser miembro de una iglesia local sin que nadie se preocupe por hacer que sea liberado de la esclavitud de su enfermedad?
¿Por qué nadie le dice que comer de más, que alimentarse mal, que comer lo que no es adecuado y en cantidades que no son las adecuadas es un pecado
contra Dios?

En este momento en que escribo esto, un importante líder de una de nuestras iglesias de Río Gallegos, un ministro ordenado, una persona
que se preparó para ser útil al Señor, está luchando con un cáncer instalado en su aparato digestivo.

Tumores que ya han tomado varios de sus órganos.  Comenzará con un agresivo proceso de quimioterapia como intento de los médicos por
preservar su salud. Por mantenerlo con vida. Este amigo tiene un problema de obesidad. Lo conozco hace 8 años y siempre fue gordo. Estuve almorzando con
él más de una vez y sé que come de más. Mucho más de lo que debería.

Su obesidad es una enfermedad del alma, pero también es un pecado contra Dios.

Ese hombre debía haber sido liberado de su prisión espiritual antes de ser bautizado, antes de ser líder (una persona que es ejemplo para
otros) , antes de ser ordenado ministro.

Y no estoy atacando específicamente una congregación determinada. Es un problema en todas nuestras iglesias porque como digo, 7 de
cada 10 personas en Río Gallegos tenemos problemas de sobrepeso.

Otro amigo, miembro activo de otra congregación de esta ciudad también tiene un sobrepeso más que importante, ya es hipertenso,
paciente cardíaco, tiene problemas de gastritis… ¿qué están esperando sus líderes para hacer lo necesario antes que este hombre desenlace en una
enfermedad de las que es difícil volver?

Y así podría seguir citando casos. Seguir mencionando situaciones. Seguir sacando a la luz ejemplos casi cotidianos.

Ser gordo es algo socialmente aceptado. A ojos de la sociedad no es lo mismo ser adicto a las comidas que al cigarrillo o a la marihuana.

¿Pero qué pensará Dios?

¿Para Él tampoco será lo mismo?

Una de las características de estas reflexiones a lo largo de los años que las vengo haciendo diariamente, es que me doy el permiso de
hablar de aquellos temas de lo que no se habla.

Soy consciente de que la mayor parte de los oyentes o lectores de estos pensamientos son cristianos comprometidos, mujeres y hombres de
fe.

Les escribo o les hablo cada día a personas que son cristianos nacidos de nuevo, que aceptaron a Cristo en su corazón.

A ustedes les digo:

¡POR FAVOR HAGAN ALGO, PORQUE YA NO QUIERO SEGUIR PERDIENDO AMIGOS! ¡ESTAS ENFERMEDADES Y ESTAS MUERTES PUEDEN
SER EVITABLES!

Hay un librito que podés encontrar en cualquier librería cristiana. Un libro de bolsillo que no puede costar más de 30 pesos argentinos
(Menos de 10 dólares). “Libre para ser delgado” escrito por Marie Chaplan y Neva Coyle. De él saco estos párrafos que siguen:

“Un motivo es la razón por la cual se adopta un comportamiento o se realiza una acción. Como cristianos, nuestros motivos se han de basar
en la Palabra de Dios. En la Biblia encontramos algunas palabras fuertes en cuanto a motivación, y si fuéramos movidos a hacer algo por ganancias o
recompensas terrenales, no agradaríamos al Señor, y por lo tanto no nos beneficiaríamos de Sus bendiciones.

Vea lo que dice Filipenses 3: 18 y 19:

Filipenses 3:18 y 19  Porque muchos andan, de los cuales os he dicho muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de
la cruz de Cristo; cuyo fin será destrucción, cuyo dios es su vientre, y cuya gloria es su vergüenza, que sólo piensan en lo terrenal.

Y 2 corintios 5: 10 y 11

2Corintios 5:10 y 11  Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por
sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo.

Por tanto, conociendo el temor del Señor, persuadimos a los hombres, pero a Dios somos manifiestos, y espero que también seamos
manifiestos en vuestras conciencias.

Puede que aquellos “enemigos de la cruz de Cristo” no fueran paganos, sino creyentes.  ¿Sabe usted que se puede ser creyente y aún así no
aprovechar el potencial que se tiene? El Señor no está mimándonos con esto, ¿verdad?
Dice que cuando nuestro dios (con minúscula) es el apetito, cuando nuestra gloria es nuestra vergüenza, cuando tenemos la mente en las
cosas terrenales el fin es la destrucción”.

Hasta aquí la cita del libro. Son palabras duras pero las comparto. Dios  no está diciendo: “mirá, si querés comerte vos solo una docena de
empanadas no hay problemas.  Y si después te querés comer 3 chorizos bien cargados de grasa de cerdo, no me voy a ofender. Y como postre, como
“bajativo” (como dicen los amigos chilenos) medio kilo de helado.”

No son sus palabras, no es así como habla el Dios al que amamos y seguimos.  Él quiere ser el centro en nuestras vidas.  Y ser el centro es
ser lo más importante. Si por Él tenemos que cambiar nuestros hábitos alimenticios, lo debemos hacer.

Si por Él tenemos que dejar de comer determinados alimentos o ingerir menos de otros, lo deberíamos hacer sin pensarlo. Cuando comemos
más de lo debido, o alimentos que sabemos que nos están haciendo daño, estamos pecando.  

Nos alejamos de Dios, perdemos contacto con la bendición de su presencia.  Es posible que los hombres no reaccionen. Es probable que
nadie haga nada por ayudarnos. Es posible que no haya voces de personas cercanas que nos llamen la atención.

¿Pero cómo nos ocultaremos de la mirada del Padre?

Tenemos que aprender a usar comer para vivir y no vivir para comer.

Tenemos que tomar control sobre lo que ingresamos a nuestra boca.

Tenemos que tomar conciencia que el comer en exceso es GULA. Y estamos pecando al hacerlo.

Filipenses 2:14 y 15  Haced todo sin murmuraciones ni contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin mancha, en
medio de una generación torcida y perversa, en la cual resplandecéis como luminares en el mundo;

Es nuestra tarea en la Tierra. Ser luminarias, ser quienes iluminamos a un mundo torcido y perverso.

Nuestros estómagos abultados tapan la Luz de Cristo.

Ese atracón nos aleja de Su Presencia. Cuando digo estas cosas me doy cuenta que admitís que estas palabras no son mías, pero que no
sabés qué hacer.  Es tiempo de buscar ayuda. Si estás tomando conciencia de tu enfermedad y tu pecado, en nombre del Dios Altísimo te invito a acabar con
esta dependencia. Ya no sigas buscando excusas. El tiempo de cambio comienza hoy mismo. Y hoy mismo es ya y ahora.

Isaías 55:2  ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia? Escuchadme atentamente, y comed lo que
es bueno, y se deleitará vuestra alma en la abundancia.

Hablamos de aprender a alimentarnos como Dios quiere, creo y espero que puedas reflexionar conmigo sobre qué comemos, y cuánto de lo
que llevamos a la boca es verdadero alimento, saludable y necesario.

Si esto fue así, habrás llegado a la conclusión de que mucho de lo que comés no te está haciendo bien. Es altamente probable que hasta te
esté enfermando.

Hay además una relación de la que no hablamos hasta ahora entre nuestra alma (la psiquis, lo psicológico, el área de nuestras emociones,
sentimientos, carácter, conductas, estados de ánimo) y los alimentos.

Me gustaría que pudieras abrir los oídos de tu corazón.  ¿Cómo es el carácter y la personalidad de un animal carnívoro y uno herbívoro? Te
vas a sorprender, pero te invito a buscar entre los animales herbívoros, los que solamente comen vegetales, alguno que tenga una actitud agresiva y
predadora.

No lo vas a encontrar, porque este tipo de seres son absolutamente mansos, llevan un estilo de vida tranquilo y pacífico.

¿Cómo son los animales carnívoros? Pensá en cualquiera de ellos, como los felinos y los caninos salvajes.

¿Descubrís de lo que hablo? Un carnívoro es un ser predador, agresivo, necesita matar para vivir.

Invade el territorio del otro, busca sorprender, conquistar, cazar, destruir, como una necesidad para su propia subsistencia.

Hasta hay animales carnívoros como el tigre por ejemplo, que matan sin tener hambre ni necesitarlo. Han encontrado el placer de acabar
con la vida. ¿Podés comparar una especie y la otra? Herbívoros y carnívoros, predadores y predados, mansedumbre y violencia agresiva. Bueno, aprendí que
las personas nos comportamos igual.

Como te decía en una reflexión anterior, el dicho popular cuenta que “somos lo que comemos”. Si te has preguntado igual que yo porqué
tanta violencia en la sociedad en que vivimos, te invito a buscar las raíces en lo que estamos comiendo.

Y esto no es un invento mío. Lo he hablado con médicos, con investigadores. Hay una   relación directa entre la dieta que está llevando la
sociedad occidental y cómo es, cómo nos comportamos.  Estoy convencido que por ejemplo la altísima cantidad de productos animales que son parte de la
dieta de un argentino, tiene directa relación con “cómo es un argentino”.
¿Podés encontrar la diferencia entre por ejemplo el comportamiento de un chino y un argentino? Pensá en lo que comen. Date el permiso
por lo menos de jugar con esta idea. Aunque te parezca un poco loca, dame el beneficio de la duda.

Limitar la cantidad de carne que comemos es a mis ojos una forma de construir un modelo social más pacífico.  Es probable que nunca
hayas oído a alguien hablarte de este modo. Comprendo que puedas sorprenderte, pero date el tiempo de pensarlo y ponerlo en oración.

Como te decía, decidí suspender la ingesta de carnes en mi dieta cotidiana. Pero si bien te recomiendo este estilo, no te lo puedo imponer.  
Eso sí que no me parece correcto.

Mirá lo que dice Pablo en su carta a los Romanos:

Romanos 14:1 al 3  Aceptad al que es débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones. Uno tiene fe en que puede comer de todo, pero el
que es débil sólo come legumbres.

El que come no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo ha aceptado.

Si no querés dejar de comer carnes, por lo menos tratá de limitar el consumo de productos de origen animal. Como te decía, 20 gramos por
semana son más que suficientes en cuanto a la cuota de proteínas que necesita tu cuerpo.

Lo demás lo comés por placer y no por necesidad.

Claro que alimentarse también tiene que ser algo placentero, pero ¿qué pasa si te está haciendo daño? ¿Qué pasa si por eso del principio de
placer te das cuenta que estás condenando la salud futura de tus hijos?

¿Qué respuesta le das a un fumador de marihuana cuando te dice “me gusta fumar”? Puedo asegurarte que podés comer exquisitos platos
de vegetales. Muy gustosos y variados. Y que las consecuencias para tu organismo van a observarse como cambios muy beneficiosos.

Tengo que admitir que cambiar la dieta a la que estás acostumbrado es un poco más de trabajo. En estos días pude hablar con muchos de
ustedes en relación con estos temas y uno de los comentarios que más recibí son:

“Es cierto que deberíamos comer mejor y otros alimentos de los que usamos en nuestras familias. Pero por un lado esos alimentos son más
caros y por el otro exigen más tiempo de preparación. Las mujeres y los hombres hoy en día no tienen tiempo ni ganas de dedicar una hora a preparar un
almuerzo o una cena”.

Al respecto te cuento lo que opino. Estoy convencido de que una dieta de acuerdo a lo que propone Dios traerá una consecuencia clara en
una vida saludable y sin enfermedades. Eso es mucho ahorro en dinero para remedios y médicos. ¿Qué pasaría si te dijera que no necesitarás más
medicamentos químicos?

Hoy en día un antibiótico común como la amoxilina supera los $60. Ni hablar de otras drogas más específicas.  Conozco personas que gastan
más de $500 mensuales en remedios para la salud. ¿Y si ese gasto se redujera prácticamente a cero?

El secreto es el fortalecimiento del aparato inmunológico. Nuestro cuerpo ha sido diseñado con una poderosa arma defensiva contra
microorganismos que quieran penetrar en él y enfermarlo.  Si nuestro aparato inmunológico está suficientemente libre porque internamente no hay conflictos
que lo ocupen generados por toxinas de las que debe protegerse, estará también 100% preparado para generar una barrera a lo que quiera venir de afuera.

Si en cambio nuestras defensas están bajas producto de lidiar con desórdenes internos de nuestro aparato digestivo, no estará el sistema
armado para la suficiente protección contra la agresión externa.

Respecto del tiempo que te lleva cocinar alimentos de mejor calidad que la llamada comida chatarra, creo que es una trampa en la que
encerrás tu pensamiento.

¿Cuánto al día dedicás a tareas que no alimentan?

¿Cuántas horas desperdiciadas en la televisión o en la charla infructuosa con personas que no aprovechan?

Creo que las cartas están sobre la mesa. Ahora la decisión la tenés vos. Está en tus manos tu salud y la de tu familia. Creo que pudiste
descubrir qué es lo que el Señor opina respecto de cómo tenés que alimentarte.

Me gustaría hacer un breve resumen de los cambios que te propongo, ajustándonos lo más posible al estilo que Dios nos pide:

1) Bebé más agua. Un mínimo de 3 litros diarios además de infusiones como te y café. Si es posible que sea agua libre de cloro, como la
que pasa a través de un purificador o en caso contrario agua mineral.

2) Reducí al mínimo el consumo de carnes, especialmente las rojas. La que resulta menos agresiva al organismo es la de pescado (aunque
deberías tener seguridad de que es fresco). En segundo lugar la de pollo (de granja, que no haya sido alimentado con hormonas y alimento balanceado) y en
tercer lugar carne vacuna u ovina (de  frigoríficos locales. Nunca la que viene de otras zonas del país, por los antibióticos que inyectaron en esos animales
además de la alimentación balanceada con que los alimentaron).

3) Nunca más, pero nunca más carne de cerdo ni sus derivados (salchichas, fiambres, chorizos, morcilla, vísceras, paté, etc.)
4) Suspendé las harinas blancas. Cuanto más cantidad de ceros tiene más refinada y más tóxica. En casa hemos aprendido sin dificultad a
hacer pan, tapas de tartas y empanadas, tortas, canelones y lo que se te ocurra con harina integral.

5) Suspendé el uso de azúcar blanco. Tampoco edulcorantes artificiales. Aprendí que son cancerígenos. Te sugiero usar azúcar rubio (que es
el resultado de la primera extracción de la caña). Igual que la harina integral es posible encontrarla en cualquier supermercado de los grandes).

6) Las panaderías no deben existir más en tu mente. Olvidate de ellas. No hay nada que vendan que puede ser bueno para tu salud.

7) Reducí al mínimo los lácteos. Tienen los mismos químicos y antibióticos que los animales que fueron ordeñados para obtenerlos. Además
tu organismo rechaza la lactosa, de modo que te genera inflamación intestinal y dificulta el tránsito de los alimentos a través del tubo digestivo.  ¿Qué animal
mamífero sigue tomando leche después del destete?

Solamente el ser humano.  Y lo hacemos por algún mecanismo cultural distorsionado. Te puedo asegurar a partir de lo que hablo con
médicos, que no necesitamos estos alimentos para nada.

8) Acostumbrate a consumir muchas frutas. Por la mañana un jugo recién exprimido, y a lo largo de todo el día el consumo debe ser
permanente.

9) Si tenés hambre por las tardes o a media maña, tené encima una bolsita o un pequeño taper con semillas y pasas (almendras, nueces,
maníes sin sal, pasas de uva). Te van a decir que tienen muchas calorías. Las tienen, pero podés comerte un kilo de nueces y no vas a engordar nada.

10) Aumentá el consumo de legumbres, como porotos, garbanzos, lentejas, arvejas, chauchas. Estos alimentos proveen las proteínas que
podés necesitar cuando reduzcas o suspendas el consumo de carnes.

11) Sea cual sea el plato del día para el almuerzo o cena, siempre debe haber una buena ensalada en la mesa. Animate a combinar cada día
distintos vegetales. Podés combinarlos con frutas de todo tipo.

12) Suspendé por completo los fritos. El aceite de cualquier tipo una vez caliente es veneno ara el cuerpo.

13) En las ensaladas y sobre cualquier comida que desees, podés aderezar con aceite de oliva virgen. Es excelente para bajar el colesterol
en sangre.

Podría seguir, claro. Pero a esta altura tengo un secreto más.

Si te ajustás a este estilo de alimentación vas a bajar naturalmente de peso. Te vas a sentir menos hinchado, más liviano. En estos cinco
meses y sin proponérmelo específicamente, siguiendo estos parámetros en la alimentación bajé más de 4 kilos, de una forma natural y sin pasar hambre.

El doctor Don Colbert, un médico americano cristiano escribió un libro que te recomiendo. Los Siete Pilares de la Salud (editorial Casa
Creación). Tomo para cerrar esta reflexión unos párrafos de su autoría:

“Imagine que tiene en su despensa dos estantes, uno que dice “alimentos muertos” y el otro ““alimentos vivos””.

En el estante de “”alimentos muertos”” hay una pequeña etiqueta que dice: “” estos alimentos le harán propenso a la enfermedad, causarán
enfermedades degenerativas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares y artritis, y le harán tener sobrepeso. También le causarán fatiga y le harán
propenso a desarrollar hipertensión y un alto nivel de colesterol””.

Pero la etiqueta de “”alimentos vivos”” dice: “”Estos alimentos protegerán su cuerpo del cáncer, de enfermedades del corazón, de todas las
enfermedades degenerativas y de la obesidad, y aguzarán su mente, le darán energía y le avivarán””.

La elección es suya. (…) Usted comerá casi dos kilos y medio de alimentos por día. A lo largo de su vida esto supone unos 70.000 kilos de
alimentos que pasan por su aparato intestinal y son asimilados por su cuerpo.

¿De qué estante va a tomar sus alimentos?

Me gustaría compartir unos pensamientos finales, que te invito a hacer tuyos si has tomado la decisión de cambiar lo que ponés a la mesa
cada mediodía y cada noche. Cortá estas afirmaciones y pegalas en tu heladera, en la pared de la cocina.

Ahora camino en victoria. Soy totalmente victorioso sobre la comida. No abuso de la misma, ni la utilizo buscando satisfacción, recompensa
o como un escape emocional. No expreso mi enojo o frustración comiendo en exceso.

  Sólo Jesús me satisface; sólo Él me da las fuerzas para enfrentarme con la ira y la frustración, y para cumplir con mis responsabilidades
diarias.  No necesito más premio que el de vivir en un acto de obediencia a Él.

Él es Dios, mi Padre; es mi Salvador en la persona de Jesús, y mi ayudador en el Espíritu Santo.

Hoy adoro a Dios en obediencia, alabanza y con actitudes positivas. Él me ama y yo también me amo y respeto a mí mismo.

Jesús murió por mí, y ha perdonado todos mis pecados.   Tengo derecho a lo mejor de la vida, porque Cristo murió para dármelo. Me he
desecho de las obras de la carne y revestido de la justicia de Cristo. El Espíritu Santo me da el poder para ser libre y no comer aquellos alimentos que me
hacen daño. Seré sano en el nombre de Jesús y para Su Gloria.
Él es mío y yo completamente suyo. Uso la Palabra de Dios como arma en la lucha. Peleo ganando batallas, y no cedo a las comidas que no
son nutritivas ni a las obras de la carne.

Elijo caminar en el Espíritu por el poder de Dios que Él me infunde. (Tomada del libro “Libre para ser Delgado” de Marie Chaplan y Neva
Coyle).

Que así sea.

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