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UNIDAD 19: La punibilidad

1. Punibilidad concreta punibilidad

Posibilidad de aplicar una pena (abstracción)

Se discutía si era elemento del delito o consecuencia de él. Se ha intentado zanjar tal discusión indicándose que si la
punibilidad es contemplada como potencia (mera posibilidad de aplicar la pena) resulta claro que sería una consecuencia
del delito y no un aspecto integrativo de él, pero que si en cambio se la considera como la efectiva aplicación del castigo
(como su punición) debería analizarse como elemento del delito (después de la culpabilidad).

Pese a que la discusión no puede darse por finalizada, nos encontramos con la existencia de ciertas circunstancias que
son verdaderos presupuestos de punibilidad porque pueden condicionar o excluir la aplicación de penas a algunos hechos
que son típicos, antijurídicos y culpables, por lo que podemos hablar de delitos punibles y castigables, pero también
existen otros que no lo son ya que pese a satisfacer el resto de los elementos de la teoría del delito, no cumplen con esos
presupuestos.

Fundamento de los presupuestos de punibilidad

No ha resultado posible encontrar un único fundamento para explicar la existencia dentro de la ley de estos verdaderos
condicionamientos de la punibilidad. Pero si podemos convenir que responden a la presencia de ciertos factores o
finalidades que aun no siendo estrictamente penales, aconsejan la no imposición de pena (ej: la no punibilidad de
discursos ofensivos de legisladores responde a la necesidad de resguardar la libertad de los mismos para desempeñar sus
funciones). En la gran mayoría de los casos, una vez que se comprueba que se reúnen los elementos del delito le sigue la
aplicación de la pena, por lo que es posible señalar que los presupuestos de punibilidad son verdaderas excepciones a tal
consecuencia, consagradas legalmente.

Consecuencias de los presupuestos de punibilidad

La única consecuencia de la presencia o ausencia –según el caso- de un presupuesto de punibilidad es el desplazamiento


del castigo quedando intactos todos los demás elementos del delito (tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad).
Manteniéndose la antijuridicidad del hecho, ello puede dar lugar a reparaciones civiles pese a la falta de punición. El error
sobre los presupuestos de punibilidad no acarrea las consecuencias que hemos considerado al estudiar la teoría del error.

Características diversas de los presupuestos de punibilidad

Los presupuestos de punibilidad que reconoce la ley pueden ser distintos y por tanto operar de diferentes maneras, pero
en definitiva siempre incidirán sobre la aplicabilidad o no aplicabilidad de la pena. Entre los presupuestos podemos
mencionar:

 Las condiciones objetivas de punibilidad  Operan positivamente porque requieren la efectiva concurrencia de esas
condiciones para que pueda aplicarse la pena, la ausencia de las mismas implica impunidad. Son resultados u otras
circunstancias que la ley penal considera que objetivamente (es decir, sin necesidad de estar cubiertos por la
culpabilidad) deben presentarse para que sea posible la aplicación de la pena (ej: la causación de un daño al servicio
público en el delito de abandono de destino del art 252.1 CP).
 Las excusas absolutorias  Estas operan a la inversa, porque de concurrir, excluyen la punibilidad. Usualmente se
alude a ellas como hipótesis de renuncia por parte del Estado al ejercicio del ius puniendi. Son circunstancias
contempladas en el CP. Se distinguen: a) excusas absolutorias personales: favorecen exclusivamente a la persona de
que se trata la excusa (ej: al cónyuge en caso de encubrimiento –art 277.4-, o al revelador de la conspiración para la
traición –art 217-); b) excusas absolutorias materiales: benefician también a los partícipes.
 Los presupuestos procesales o condiciones de procedibilidad  Son circunstancias legalmente establecidas que,
cuando se presentan, impiden la admisibilidad o la prosecución del proceso (ej: las condiciones para admitir una
querella, las causas de extinción de la acción procesal, etc.), por ello también se las denomina “impedimentos
procesales”. Doctrinariamente se discute su naturaleza, algunos sostienen que son condiciones objetivas de
punibilidad mientras que otros reconocen su carácter enteramente procesal, por lo que claramente depende del
todavía discutido problema relativo a la exacta diferenciación entre Derecho Penal y Derecho Procesal.

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2. Condiciones de operatividad de la punibilidad

El juicio previo de la Constitución y los tratados internacionales

De acuerdo al art 18 de nuestra CN, entre el hecho y la condena debe necesariamente mediar un proceso en el cual se
haya establecido la concurrencia de todos los elementos que configuran la teoría del delito (o teoría de la imputación) y
en el que no se haya presentado ningún obstáculo impeditivo de la punibilidad. El juicio previo es un verdadero
presupuesto o condición para la operatividad de la punibilidad.

La realización del debido juicio previo es un paso inexcusable para llegar a la punición de una conducta, no puede ser
sustituido por nadie ni contando con el consentimiento del imputado. La pena es pública y por tanto solo puede
imponerla el Estado; también, que hasta tanto adquiera firmeza un pronunciamiento condenatorio, el sometido a juicio
debe ser considerado inocente.

La acción penal

La trasformación de la punibilidad en concreta punición se realiza a través del ejercicio de una acción en que, mediante
la actividad de órganos del Estado, la amenaza general y abstracta de pena que se halla en el tipo penal pasa a ser una
concreta pena que se aplica a una persona –declarada autor responsable del hecho-. La acción penal consiste en un
requerimiento efectuado a los tribunales para que, a través del debido juicio o proceso legal, establezcan la eventual
responsabilidad penal de una persona en un hecho con apariencia penal. La acción penal pone en marcha e impulsa ese
proceso.

Naturaleza de la acción penal y potestad de legislar en la materia


Señalando que ciertas reglas atinentes al ejercicio de la acción penal, operan como verdaderos limites o
condicionamientos al ejercicio del ius puniendi estatal, se ha sostenido que las mismas deben ser reguladas por el titular
de ese derecho de castigar, esto es, por el Estado nacional, a quien la CN en su art. 77.12 le adjudicó el deber de dictar
un Código Penal, y no por las provincias. El CP en los títulos X, XI y XII de su Libro Primero se expide sobre la extinción de
acciones y de penas, el ejercicio de las acciones, y la suspensión del juicio a prueba, respectivamente.
Sin embargo, como lo demuestra el mismo CP, al incluir en su seno disposiciones procesales provenientes de códigos
procesales provinciales (primeros párrafos arts. 71 y 76), se hace borrosa la diferencia ente cuestiones penales y
cuestiones netamente procesales. De este modo, se concluye afirmando que la acción tiene naturaleza procesal y que su
inclusión en el CP responde a la conveniencia de uniformar, en lo posible, el tratamiento de ciertas cuestiones para lograr
los fines político-criminales deseados (posición que comparte la Cátedra).
Entonces, lo procesal es indispensable para acusar a alguien porque para que haya pena debe haber proceso previo, y si
bien no forma parte de los elementos constitutivos del delito, la CN establece que es un requisito indispensable para la
punibilidad.

3. El ejercicio de la acción penal

ART. 71 CP.- Sin perjuicio de las reglas de disponibilidad de la acción penal previstas en la legislación procesal, deberán
iniciarse de oficio todas las acciones penales, con excepción de las siguientes: 1) las que dependieren de instancia privada;
2) las acciones privadas.

El principio general es que todos los delitos deben perseguirse de oficio salvo las excepciones antes mencionadas. Pero
en todos los casos, la acción necesita ser promovida por alguien habilitado legalmente: un órgano estatal o una persona.
Se confiere la capacidad de promover la acción a los fiscales (integrantes del ministerio Publico Fiscal o Ministerio Publico
de Acusación), y excepcional, supletoria o conjuntamente, a las propias víctimas del hecho.

Afortunadamente, se modificó el sistema procesal inquisitivo que regía anteriormente en donde se confundían las
funciones de acusar con la de juzgar. Significaba una afectación del derecho de defensa del imputado ya que el juez que
debía ser imparcial era el que promovía la acción ante si mismo e incluso se toleraba que condenara sin que nadie haya
acusado.
En el nuevo sistema (llamado acusatorio porque no hay proceso valido sin promoción de la acción, acusación y prueba
por un acusador distinto al juez) se independizaron los órganos de acusación –los fiscales- de los órganos de decisión –

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los jueces-. A los jueces les corresponde velar por el cumplimiento de las reglas legales del proceso, admitiendo o
rechazando las pretensiones del acusador.

A. La acción pública

Señalamos recién que la regla general en materia de promoción de las acciones es la oficialidad, llamándose a tales
acciones “publicas”, “de ejercicio público” o “de promoción oficial”. Es característica de esa acción que debe iniciarse de
oficio, esto es, sin necesidad de contar con el consentimiento o la colaboración de nadie; actualmente quien debe
impulsarla es el fiscal, ante el juez. La afirmación, irrefutable en el derogado sistema inquisitivo, relativa a que otras
características de la acción penal pública son su legalidad, irrevocabilidad, indisponibilidad e indivisibilidad (conforme a
las cuales todo hecho con apariencia típica debía investigarse, involucrando a todos los probables partícipes y sin
posibilidad de renunciar a su ejercicio en ningún momento), es hoy en día insostenible a la luz de los nuevos códigos
procesales cuyas disposiciones han sido acogidas por el Código Penal (art. 71, primera frase); es que en ellos se han
consagrado nuevas excepciones al principio de legalidad.

Los criterios de oportunidad en el ejercicio de la acción pública

En su versión original el CP solamente contemplaba a las acciones privadas (no públicas) como excepción a la oficialidad
en el ejercicio de la acción penal. Ocurrió, sin embargo, que los nuevos códigos procesales penales, reconociendo la
existencia de diversas circunstancias que tornarían innecesario el ejercicio de la acción, y procurando otorgarles a los
fiscales un mayor margen de discrecionalidad en el ejercicio de la misma, les configuraron –siempre bajo control de
admisibilidad del juez- la facultad de no accionar cuando consideran estar en presencia de ciertas circunstancias –
estrictamente detalladas en la ley procesal- que harían innecesaria la aplicación de la pena. Aparecieron así los criterios
de oportunidad en el ejercicio de la acción penal pública, como alternativas o atenuaciones al irrestricto principio de
legalidad en el ejercicio de la acción.

El que los códigos procesales se hicieron cargo, aunque fuera parcialmente, de la regulación del ejercicio de la acción
penal, produjo intensos debates en la doctrina (hasta ese momento solo lo había hecho el CP). Finalmente, el Código
Penal terminó reconociendo la situación al incorporar en su articulado disposiciones que avalaban tal regulación. No
pudo el CP transcribir literalmente los criterios de ejercicio de la acción penal que habían regulado los códigos procesales
provinciales y de la Nación, por lo que refiere a “…lo previsto en las leyes procesales correspondientes…”, o expresiones
similares (art. 59, 73 y 76 CP).

ART. 19 del Código Procesal Penal de Santa Fe: Criterios de oportunidad. El Ministerio Público de la Acusación podrá no
promover o prescindir total o parcialmente de la acción penal en los siguientes casos: 1) cuando el CP o las leyes penales
especiales lo establezcan o permitan al tribunal prescindir de la pena; 2) cuando se trate de hechos que por su
insignificancia no afecte gravemente el interés público salvo que fuese cometido por un funcionario público o que se
hayan utilizado armas de fuego; … 7) cuando el imputado se encuentre afectado por una enfermedad en estado terminal
o tenga más de 70 y no exista mayor compromiso para el interés público...

Conversión de la acción pública en privada

El eventual abandono por el fiscal de la acción penal pública en razón de utilizar un criterio de oportunidad puede resultar
insatisfactorio para la víctima del delito que, no conforme con la sola reparación del daño causado, quiera lograr que se
establezca judicialmente la responsabilidad penal del imputado y se le imponga una pena. Para cubrir tal reclamo de
justicia, los mismos códigos que habilitan los criterios de oportunidad establecen generalmente la denominada
“conversión de la acción pública en privada”, resorte conforme al cual si la victima manifiesta su interés, la acción pública
que el fiscal abandona utilizando un criterio de oportunidad se transforma en privada y ella asumen la función de
acusadora particular.

Finalmente, esa supuesta privatización de la acusación ha sido admitida por la legislación penal de fondo, cuando el CP
en su art. 73 agrega a las tradicionales acciones privadas las que surgen de tal conversión.
Si la víctima no hace uso de esta posibilidad de conversión de la acción en privada, la acción pública se extingue.

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B. La acción pública dependiente de instancia privada

Es parte integrante de la acción pública aunque bajo una modalidad condicionada. El acusador oficial (el fiscal), no puede
proceder si no cuenta con el consentimiento expreso del ofendido por el delito, otorgado mediante la presentación de
una formal acusación o una simple denuncia. Son delitos en cuya represión el Estado tiene interés y por eso los declara
perseguibles de oficio, pero reconoce que la víctima puede tener un interés distinto y hasta superior al estatal, por lo cual
antes de actuar espera a que ella manifieste si desea o no que sean perseguidos.

Se considera como fundamento la priorización de los intereses de la víctima. Si ella no permite la acción, levantando la
valla o impedimento para el ejercicio de la acción pública, no se formará causa penal. En cambio, si lo consiente, se aplican
las reglas propias de la acción pública.
ART. 72 CP.- Son acciones dependientes de instancia privada las que nacen de los siguientes delitos:
1. Abuso sexual, sometimiento y abuso carnal, y rapto cuando no resultare la muerte de la persona ofendida o lesiones
gravísimas del art. 91 CP
2. Lesiones leves, sean dolosas o culposas
3. Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes.

No obstante, tratando de otorgar un amplio amparo a los menores de edad, el art 72, luego de sucesivas reformas, ha
terminado estableciendo que se deberá proceder de oficio, dejando así de lado la necesidad de instancia privada, en los
siguientes supuestos:

a) Cuando la víctima de los delitos de abuso sexual, sometimiento y abuso carnal, y rapto, que resultado muerta o ha
sufrido lesiones gravísimas, fuere menor de 18 años de edad o haya sido declarada incapaz.
b) Cuando por lesiones leves, dolosas o culposas, mediaren razones de seguridad o interés público, el delito fuere
cometido contra un menor que no tenga padres, tutor ni guardador, o cuando existieren intereses contrapuestos
entre estos y el menor, siempre que resulte más conveniente para el interés superior del niño.
c) Cuando por impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes, el delito fuera cometido
contra un menor que no tenga padres, tutor ni guardadores, o lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o
guardador, o cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre éstos y el menor, siempre que resultare
más conveniente para el interés superior del menor.

C. La acción privada

La acción privada depende en su ejercicio exclusivamente de la actuación del propio ofendido por el delito.

ART. 73 CP.- Son acciones privadas las que nacen de los siguientes delitos: 1) Calumnias e injurias; 2) Violación de secretos
salvo los casos de los arts. 154 y 157; 3) Concurrencia desleal prevista en el art 159; 4) Incumplimiento de los deberes de
asistencia familiar cuando la víctima fuera el cónyuge.

Asimismo, son acciones privadas las que surgen de la conversión de la acción pública en privada.

Son hechos respecto de los cuales el Estado reconoce su desvalor (razón por la cual los tipifica como delitos) y
concretamente acepta la probable necesidad del castigo, pero deja liberada a la voluntad de la víctima su persecución
jurídica, sin inmiscuirse en ella. Corresponde al ofendido no sólo instar la acción interponiendo una querella, sino también
mantenerla luego vigente, ya que ninguna intervención le cabe en el proceso al fiscal. Siendo una acción privada, es
divisible, esto es, el actor decide contra quien actúa o no en caso de varios intervinientes.

Fundamento de la existencia de los delitos de acción privada seria la fuerte predominancia de intereses privados sobre
los públicos.

La querella debe ser ejercitada por el agraviado, sus guardadores o representantes legales, pero si se trata de calumnias
o injurias podrá serlo por el ofendido y después de su muerte por el cónyuge, hijos, nietos o padres sobrevivientes.

4. Extinción de la acción penal

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Aunque originariamente se hubiera ejercido en forma correcta la acción penal, lo cierto es que puede perder vitalidad
con la consecuente pérdida de posibilidad de punición del hecho incriminado. La extinción de las acciones es tratada en
el CP en sus arts. 59 y ss., hallándose también el pago voluntario de la multa en el art 64.

Debe tenerse en cuenta que durante el desarrollo del proceso penal que tuvo origen en el ejercicio de la acción penal,
pueden surgir otros factores -extintivos- que hagan imposible o innecesaria la prosecución del mismo, aunque no estén
mencionados en el art. antes referido; ello puede ocurrir por el sobreseimiento del imputado, la perdida de vigencia de
la ley penal en que se encuadrara el hecho atribuido al imputado (ej, por tratarse de leyes temporales o excepcionales),
la finalización normal del proceso por fuerza de la aparición de cosa juzgada, etc.

Siguiendo la enunciación del Código Penal (art. 59):

1) Por la muerte del imputado: En razón del principio de personalidad de las penas, que deriva de la concepción de que
constituyen un reproche personal que se formula a alguien por su culpabilidad y también de lo referido en la
Convención Americana sobre DDHH respecto a que las penas no deben trascender la persona del delincuente.
Como se trata de una causa personal de extinción de la acción, si varias personas eran imputadas, no se verán favorecidas
por la misma y el proceso respecto de ellas proseguirá. La eventual acción civil por razones de reparación constituye carril
aparte.

2) Por la amnistía: Si bien se relaciona con el olvido de los delitos políticos, puede referir a otros delitos, siempre que
no sean los contemplados constitucionalmente (como la sedición, la rebelión y la concesión de poderes tiránicos).
Entre las atribuciones del Congreso se encuentra la de conceder amnistías, con el único requisito constitucional de
que sean generales, que no beneficien a determinadas personas o determinados hechos. Lo único que extinguen es
la acción penal en curso, pero no la responsabilidad civil (art. 61 CP). Tampoco puede ser renunciada por el
beneficiario.

3) Por la prescripción: El transcurso del tiempo puede operar extinguiendo la acción penal (art. 59.3, 62,63 y 64).

Se atribuyen distintos fundamentos a la prescripción de la acción, cuales son: el probable olvido del hecho como
consecuencia del transcurso del tiempo, la posible desaparición de la impresión negativa socialmente causada por el
delito, la presunción de enmienda del probable autor, y hasta se menciona la dificultad para acreditar procesalmente lo
realmente ocurrido.
Comienza a correr la prescripción “…desde la medianoche del día en que se cometió el delito o, si este fuese continuo,
en que cesó de cometerse” (art. 63, CP), haciéndolo separadamente para cada uno de los eventuales intervinientes en el
hecho. La prescripción también se interrumpe o se suspende separadamente para cada uno de los eventuales participes,
salvo el caso de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública (art. 67).

La prescripción puede suspenderse (dejar de contabilizarse el tiempo que transcurre durante la suspensión, pero
terminada la suspensión, se reanuda el conteo, teniendo en cuenta el anterior) por los siguientes factores: a) cuando
para su juzgamiento sea necesaria la resolución de cuestiones previas o extrajudiciales (en otro juicio); b) en casos de
delitos cometidos en el ejercicio de la función pública y mientras cualquier participe desempeñe un cargo público (la
suspensión de proyecta para todos los partícipes en el hecho –para no entorpecer la investigación-; c) en los casos de
delitos de rebelión y colaboración con las autoridades de facto (hasta el restablecimiento del orden constitucional); d) en
los delitos de abuso sexual, sometimiento, abuso carnal, rapto, prostitución y trata de personas mientras la victima sea
menor de edad y hasta que cumpliendo la mayoría de edad formule por sí la denuncia o ratifique la formulada por sus
representantes legales durante su minoría (si como consecuencia de estos delitos resulta la muerte del menor, la
prescripción comienza a correr desde la medianoche del día en que hubiera alcanzado la mayoría de edad); e) durante el
plazo de suspensión del juicio a prueba (art 76 ter).

La interrupción de la prescripción (se elimina el tiempo que hubiera transcurrido hasta ese instante y comienza a
computarse nuevamente “desde cero”) puede suceder por los siguientes factores: a) la comisión de otro delito (en rigor:
la condena firme por la comisión de otro delito); b) el primer llamado efectuado a una persona para recibirle declaración
indagatoria (o para celebrar la audiencia imputativa); c) el requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio,

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efectuado en la forma que establezca la legislación procesal correspondiente; d) el auto de citación a juicio o el acto
procesal equivalente; e) el dictado de sentencia condenatoria, aunque aún no se encuentre firme.

En caso de que a una misma persona se le hubiesen atribuido varios delitos, la prescripción correrá, se suspenderá o se
interrumpirá para cada uno de ellos, esto es, en forma independientes o “paralela” uno de otro (es posible así que se
produzca la de uno y la de otros en distintos momentos, porque tengan previstas diferentes penas –art 67-).

4) Por la renuncia del agraviado, respecto de los delitos de acción privada: En razón de que la acción privada es
completamente disponible por el ofendido, el mismo puede renunciarla, ya que solo lo perjudica a él y a sus herederos
y no a otros ofendidos por el delito (art. 60 CP).

5) Por aplicación de un criterio de oportunidad, de conformidad con lo previsto en las leyes procesales
correspondientes: Hemos dicho que los criterios de oportunidad le dan la oportunidad a la víctima disconforme con
la aplicación de los mismos, de convertir la acción pública en privada y así hacerse cargo de la persecución del
imputado. Si esta no hace uso de esta alternativa, permite que se consolide la posición del fiscal y que se extinga la
acción penal.

6) Por conciliación o reparación integral del perjuicio, de conformidad con lo previsto en las leyes procesales
correspondientes: Tanto la conciliación (solución acordada voluntariamente entre víctima y victimario sobre el
conflicto nacido ente ellos) como la reparación (restitución de la situación del damnificado al estado anterior al hecho
dañoso, sea por el pago en dinero o en especie –art 1740, CCyC-), fueron asumidas por los nuevos sistemas procesales
como formas alternativas de solución de algunos conflictos penales. Los ordenamientos procesales se ocuparon de
señalar de forma taxativa los hechos que podían solucionarse por esta vía. A pesar de la diversidad de regulaciones
procesales en el territorio nacional, en varios de ellos, la conciliación y la reparación no operan independientemente
sino que son exigencias comunes para la procedencia de un criterio de oportunidad en el ejercicio de la acción. Si se
aplica el criterio en cuestión, la acción penal finalmente se extinguirá.

7) Por el cumplimiento de las condiciones establecidas para la suspensión del proceso a prueba, de conformidad con
lo previsto en este Código y las leyes procesales correspondientes: Suspensión de juicio a prueba (arts. 76 a 76
quater, CP).

Naturaleza jurídica: es una causa de extinción de la acción penal, aunque sujeta a condición de que durante el tiempo de
prueba que se establezca el imputado debe cumplir las reglas de conducta que se fijen. La probation no es una pena,
porque se impone en razón de la solicitud de quien se verá afectado por ellas.

Fundamento político-criminal: es la innecesaridad preventivo especial de la pena demostrada con la no reincursion en


delitos durante el periodo de prueba, unidad a la inconveniencia de hacer cumplir efectivamente penas cortas privativas
de libertad.
Nuestro CP regulaba y regula la “condena condicional”, que difiere de la probation en que se pronuncia la condena, y se
asemeja a ella en que la pena no se ejecuta de inmediato sino que se coloca a prueba al condenado. La probation no se
hallaba en su texto original, sino que fue introducida en el año 1994 por la ley 24.316, luego reformada.
Se estableció en el artículo 76 del CP que tal regulación solamente se aplicaría en ausencia total o parcial de estipulaciones
en las leyes procesales correspondientes (se aplicarían supletoriamente).

Improcedencia: a) no procede respecto de delitos de acción privada; b) no procede en relación a delitos o concurso de
delitos reprimidos con pena máxima que exceda los tres años de reclusión o prisión (la CSJN ha decidido que para fijar
este máximo debe estarse a la pena en concreto); c) no procede cuando un funcionario público en ejercicio de sus
funciones hubiese participado en el delito; d) no procede respecto de delitos reprimidos con pena de inhabilitación (según
el Código Procesal Penal de SF si puede proceder incorporándose la inhabilitación como regla de conducta); e) no procede
en relación a delitos aduaneros y tributarios.

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Se deben cumplir las reglas de conducta durante el tiempo que fije el tribunal, con duración entre uno y tres años (según
la gravedad del delito); las mismas serán elegidas por el tribunal entre las señaladas para la condena de ejecución
condicional por el art. 27 bis del CP. Si el o los delitos (en caso de concurso) estuvieran reprimidos con pena de multa,
deberá pagarse si o si el mínimo (el CPPSF no lo exige). De este modo, suspende durante el tiempo de prueba la
prescripción de la acción penal.
Si con posterioridad a la suspensión se conocen modificaciones al máximo de la pena aplicable o respecto a la
condicionalidad, se deja sin efecto la probation (debiendo antes oír al imputado, las partes o interesados). Se lleva
adelante el juicio suspendido pero el imputado no podrá reclamar el reintegro de las reparaciones cumplidas; si es
absuelto se le devolverán los bienes abandonados en favor del Estado y la multa pagada.
Se extingue la acción penal si durante el tiempo de prueba el imputado no comete un delito y cumple las condiciones
impuestas.
No puede admitirse una nueva suspensión de juicio respecto de quien hubiese incumplido las reglas impuestas. Sin
embargo, es posible conceder por segunda vez un juicio a prueba si el nuevo delito ha sido cometido después de haber
transcurrido ocho años a partir de la fecha de expiración del plazo concedido en la suspensión del proceso anterior.

8) Por el pago voluntario de la multa: Cuando típicamente el delito está reprimido exclusivamente con pena de multa,
el imputado puede extinguir la acción pagando voluntariamente la misma. Si lo hace sin haberse abierto juicio
(durante la investigación penal preparatoria), debe abonarse el mínimo, reparando los daños causados por el delito y
abandonando en favor del Estado los objetos que resultarían decomisados en caso de recaer condena (art 23, CP). Si
en cambio, se pagase ya abierto el juicio, deberá abonarse el máximo de la multa, cumpliéndose además con las otras
exigencias. Puede obtener esta oportunidad –pago voluntario- por segunda vez (únicamente por segunda vez y no
más) si el nuevo delito es cometido después de transcurridos ocho años a partir de la extinción de la acción penal en
la causa anterior. Si conjuntamente con la multa se prevé otra pena, no parece procedente esta forma de extinción
de la acción, aunque la cuestión es discutida.

9) Consideración del indulto como factor extintivo de la acción penal: Se trata de una especie de perdón, fundando en
razones políticas, contemplado en la CN (art 99.5) cuando señala que el presidente de la Nación “Puede indultar o
conmutar las penas por delitos sujetos a la jurisdicción federal…”.
La CN no aclara a que penas se refiere el artículo. Tradicionalmente se entendió que eran las penas ya declaradas e
impuestas por condenas firmes (el indulto operaria sobre la punición); sin embargo, ha tomado fuerza una posición
distinta que admite el indulto respecto de penas que aún no han sido aplicadas, si bien los hechos han sido imputados a
sus presuntos autores iniciándose el pertinente proceso penal (el indulto operaria sobre la punibilidad). Sin embargo,
interrumpir la marcha del proceso para dictarse un indulto, se privaría al imputado del derecho de demostrar en el juicio
su inocencia. Además, debe restringirse la capacidad del Ejecutivo para indultar o conmutar penas a delitos por los que
ya se dictó condena. Permitir al PE que provoque la finalización de un juicio en marcha importaría tolerar una indebida
injerencia en las competencias del Poder Judicial. Por otra parte, de desdibujarían las diferencias entre un indulto y una
amnistía, dando lugar a una inadmisible amnistía individual.

Si se participa de la forma amplia de interpretar el indulto, debería reconocerse el surgimiento de una nueva causal de
extinción de la acción penal.

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