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de ética, cómo es posible que egrese un psicólogo que en toda la carrera nunca
practicó con alguien lo aprendido, ese es el problema de que todo sea teórico, la
práctica es lo que hace al maestro, y no es posible dejar salir a alguien sin un
mínimo de experiencia y esto nos lleva a tener una gran de profesionales
funcionales. Otro punto de la lectura que se me hizo muy interesante y a la vez
importante es esta tendencia de los orientadores a brindar ayuda a quien menos la
necesita, por eso el “éxito” que presumen este tipo de orientadores se debe al hecho
de que ellos escogen personas/clientes mínimamente perturbados y con óptimos
recursos y se creen que eso es brindar ayuda. Y está el hecho de que algunos son
muy tradicionales y se resisten al cambio, incluso viendo que sus métodos ya no
son efectivos y que no rinden frutos siguen estando presentes en nuestros centros
de “ayuda”.
Solo hay dos formas de ver esta crisis y lo menciona en este libro y es como un
aprieto o un problema. Cuando se ve como aprieto, solo se critica para generar mas
critica sin ningún cambio, pero si se viera como un problema podemos empezar a
dar los pasos necesarios para resolverlo. Así como un negocio o un empresa
cambia por que lo necesita y tienen un criterio claramente definido para juzgar el
éxito o fracaso, también los necesitan las organizaciones que no lo tienen, como las
escuelas, porque sin ese criterio los profesionales transfieren el peso del fracaso al
cliente y ponen las excusas de la falta de motivación o la resistencia a la ayuda y un
sin fin de formas de excusarse el fracaso obtenido, por eso es importante establecer
estos criterios concretos de éxito y fracaso dentro de las profesiones de ayuda, con
el fin de determinar si el fracaso se debe a un cliente no motivado o a un orientador
poco hábil.
Entonces, ¿cómo se ayuda a la gente?, creo la respuesta no tiene que ver con
resolverle la vida, o acabar con sus problemas, por que siempre van a existir, el
sentido o el objetivo de la ayuda es enseñarles las destrezas que necesitan para
vivir la vida y para poder enfrentarse a sus crisis más efectivamente, es ayudarle a
desarrollar esas habilidades que mejoraran sus relaciones humanas básicas, no se
trata de resolverles la vida, sino hacerla más llevadera para ellos. Una parte que me
llamo la atencion fue cuando menciona que todos los contactos humanos son para
bien o para mal, el niño desde pequeño interactúa con “adultos significativos” que
son los encargados de ser un ejemplo y que si todos carecen de las habilidades
básicas como el respeto, el cuidado y la comprensión, el niño va a carecer de esas
destrezas y es lo que al final lo lleva a tener todas las dificultades de grande. Algo
que quiero resaltar es esta frase que dice “No han aprendido que las buenas
relaciones humanas exigen muchísimo trabajo”, no podría caber tanta verdad en
una frase, pero es completamente cierto, el quiere puede y él no puede es porque
no quiere, es como el que sabe que tiene que ir a terapia, pero no quiere o que
necesita trabajo para tener dinero, pero no quiere salir a buscar, las cosas que nos
pasan y las que no, dependen totalmente de nosotros, de las decisiones que
tomamos y las consecuencias de estas. Las relaciones interpersonales son tan
importantes, ya que es un factor crítico en el desarrollo de un sentido de identidad,
pero parece que a nuestra sociedad no le interesa mucho este tema.
Yadieli Dominguez Cigarroa Entrevista Psicopedagógica Grupo:226
Después se nos mencionan todas las cualidades de un orientador ideal, voy a citar
tal cual el libro, porque no hay mejor manera de definir, para mi, a un orientador
ideal, y es: “¿Cómo debe ser entonces un orientador? Idealmente, él mismo está
esforzándose por llegar a ser como dice Ivey (1971) una "persona intencional" o
como dice Carkhuff (1969a, b) una persona "viviendo efectivamente" o como dice
Maslow (1968) una "persona actualizada" o como dice Jourard (1971b) una persona
"transparente". Es decir, un orientador antes que nada está comprometido con su
propio crecimiento: físico, intelectual, emocional, social (la gente orientada
religiosamente agregarla "espiritual"); ya que se da cuenta de que debe modelar la
conducta que él espera ayudar a que otros alcancen. Sabe que puede ayudar
solamente si, en sentido pleno del término, él es un ser humano "potente", una
persona con voluntad y recursos para actuar. Posee una adecuada inteligencia
básica, es consciente de sus propias posibilidades intelectuales, respeta el mundo
de las ideas.
En referencia a su capacidad intelectual ni se subestima, ni pretende que tiene más
de lo que realmente tiene. Puesto que las ideas son importantes para él, lee. Lee
activa y evidente pues está ansioso en ampliar su vista acerca del mundo. Respeta
la buena literatura y el mundo del mito y la metáfora. Respeta la buena teoría y la
buena investigación, pero es una persona práctica, un "traductor", que hace que lo
que lee trabaje para él. Porque es un buen aprendiz, es un buen traductor. Está
como en su hogar en el mundo socio-emocional, tanto en el suyo como en el de
otros. Ha desarrollado un extenso repertorio de destrezas socio emocionales que le
capacitan para responder espontánea y efectivamente a una amplia gama de
necesidades humanas. Un buen orientador sabe que el ayudar pide mucho trabajo.
Un orientador es un integrador. Ayuda al cliente a explorar su mundo de
experiencias, sentimientos y conducta; mientras el cliente da datos acerca de sí
mismo, el orientador le ayuda a integrar esos datos en una forma que le facilita al
cliente el entenderse a sí mismo y a su conducta. La acción es lo más importante
para el buen orientador. Él es práctico: procurará todos los recursos posibles de
ayuda que capaciten a su cliente a lograr sus metas. Debido a su amplio repertorio
de respuestas, el orientador puede llegar a un problema desde muchos puntos
diferentes y ayudar a generar conductas alternas.
Cuando usa una variedad de técnicas en el proceso de orientación, es el maestro de
las técnicas que usa; él las posee, ellas no lo poseen. Sabe lo que significa ser
ayudado y tiene un profundo respeto por el proceso de ayuda y su poder para lo
mejor o lo peor. Aunque esté viviendo relativamente con efectividad, siempre es un
hombre en proceso.” En resumen, siento que estas son algunas de las
características que conforman a un orientador ideal y sobre todo el mensaje
fundamental es que ser un orientador es, obviamente, una profesión exigente y por
ende la preparación es igual de exigente. Y por último, pero no menos importante,
está la finalidad de volverse un orientador exitoso y eso es que pueda reproducirse
a sí mismo y así aumentar el número de los orientadores. “Los mejores practicantes
se vuelven los mejores orientadores; los mejores orientadores son los mejores
adiestradores.” (Carkhuff, 1972 c)