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de
David Harrower
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2 de junio de 1995
Personajes:
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“Nadie me importa, no, si a nadie le importo”.
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Escena Uno
Lugar rural.
MUJER JOVEN: No soy un campo. ¿Cómo que soy un campo? ¿Qué es un campo? Liso. Húmedo.
WILLIAM: (Ríe.) No hay que ser una cosa para ser como una cosa.
WILLIAM: Eso
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MUJER JOVEN: No lo escuché nunca
WILLIAM: “Como”, mujer. La luna es como queso. Es como queso. Pero no es.
MUJER JOVEN: ¿Estuviste arriba? La luna es la luna. ¿Por qué es como queso?
WILLIAM: Sos como cualquier cosa que yo quiera. Dije eras como un campo. Eras como, acá
sentada. Ahora no. Ya está. Ya no sos como este campo acá sentada.
MUJER JOVEN: Te voy a decir cómo soy. Soy como yo misma. Y nada más.
WILLIAM: Lejos.
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MUJER JOVEN: Trabajo en campos en todas partes.
WILLIAM: Un buen campo. Buenas medidas. En todos mis años nunca lo ví hacer trampa o ser
terco o tener rencores como otros. Fue hecho para un hombre, un caballo y un arado. Llano y bueno,
hasta en los confines, donde se eleva, pero no tanto como para cansarte. El suelo es bueno y rico –
por eso los cultivos también lo son . Cuando está descansado, hasta el pasto que crece es bueno, y el
más dulce que se conozca. Los caballos te lo van a decir, después de pastar. ¿ Lo entendés, mujer?
MUJER JOVEN: Voy a ir caminando hasta él, un día.. Y voy a volver para decirte lo que vi.
MUJER JOVEN: (Mientras sale.) El queso que otras mujeres hacen es como la luna. Mi queso es
como queso.
WILLIAM: Me tiraba ahí antes y los caballos pastaban lento a mi alrededor. Miré hacia arriba una
vez y todo lo que es mi cuerpo se había ido de adentro para afuera. Todo lo que soy sobre un círculo
de pasto lejano. Rojo. Húmedo. Corazones de conejos atados con saliva de vaca. No dije nada
Salían de mí vapores igual que cuando saco un caballo nuevo en diciembre. Eso casi desapareció.
Los guíe de vuelta, antes de que oscureciera, por la aldea, a los establos, con este campo todavía en
mi cabeza. ¿Por qué había venido hasta mí? Era un niño. Podría haber vivido en ese campo toda mi
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Escena Dos
Lugar abierto.
MUJER JOVEN: El viento sopla. El sol brilla. Los cultivos crecen. El cielo... El pájaro – vuela. Las
nubes- ... El árbol... ¿Qué? Se yergue. El árbol se yergue. El cielo – El cielo... El conejo corre. Las
nubes - ... ¿corren?... ¿crecen? Las hojas del árbol- ... ¿cuelgan? El cielo - ... El cielo - ...
Escena Tres
Los campos.
William en mangas de camisa, comiendo. La Mujer Joven, sentada. Entre ambos, la canasta
destapada.
WILLIAM: ¿Enferma?
WILLIAM: ¿Fiebre?
WILLIAM: Te veía...
MUJER JOVEN: Viniendo para acá. Con comida para vos y el caballo del arado.
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MUJER JOVEN: Miraba. Ví...
WILLIAM: ¿Qué?
MUJER JOVEN: Ví un... charco. Un charco en donde podés ver la tierra por debajo. Agua clara de
charco después de lluvia fresca. Vi grietas de la tierra, allí. Ví pies de pájaros. Ví el sol brillar.
WILLIAM: Charco.
MUJER JOVEN: Un charco es agua barrosa y oscura. No se ve nada. ¿ Entendés, ¿ qué fue lo que
WILLIAM: Charco. Charco es siempre charco. Ya lo dije. Charco oscuro, charco claro. Lo mismo.
MUJER JOVEN: No. Las cosas cambian cada vez que las miro.
WILLIAM: Algunas sí. Algunas no. Quedate con lo que sabés. Es mejor. No te pares a mirar. La
MUJER JOVEN: No. No sé mucho. No lo suficiente. Cuando el viento hace al árbol hacer esto...
(Se sacude.) ¿Qué es? ¿Hay un nombre para eso? ¿Por qué el viento lo hace y muestra la parte de
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WILLIAM: Sos joven, todavía, es por eso. Yo no. Ya vas a entender. ¿Me oís? Basta. ¿Qué hiciste
esta mañana?
MUJER JOVEN: Te fuiste y maté dos gallinas. Alimenté a las demás. Una la di por una bolsa de
sal. Otra la colgué sobre el fuego para secarla. Saqué cuatro zanahorias de la tierra y las lavé. Saqué
agua fresca del aljibe. Hice una vela con el último sebo que quedaba. Se me cayó un cuchillo en el
piso de la casa. Curtí una piel. Herví piedras en manteca y guardé el jugo. Tejí una manta para
nuestras camas de invierno. Me peiné para sacarme las liendres. Caí de bruces y recé. Observé mis
WILLIAM: Nosotros trabajamos a la par sin descanso desde el alba. ¿No comés?
WILLIAM: Lo que todos tenemos en común. Lo que vas a encontrar. A todos nos gusta comer. No
conozco hombre o mujer al que no le guste. Incluso a los de otros lugares, les gusta.
MUJER JOVEN: ¿Es lo que está en tu cabeza cuando labrás con el arado la tierra?,
WILLIAM: Los labradores se cansan de mirar para abajo, de mirar la tierra. Negra. Duele la
espalda y el cuello. Si miraran a izquierda o derecha se caerían. Yo miro al cielo. Pero me duelen el
MUJER JOVEN: No hay que mirar mucho hacia arriba. Las caras, quedan sobre las cabezas,
chatas.
WILLIAM: Ya sé.
MUJER JOVEN: Dios sabe todo. Él ve cada cosa. Él tiene nombres para todas las cosas.
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WILLIAM: Es así. Nuestras caras están aquí, al norte, para ver hacia delante.
MUJER JOVEN: Es lo que necesitamos mirar entre nuestra tierra y su cielo. Estoy alegre por
nosotros.
MUJER JOVEN: Que estemos casados. Si no me hubiera casado con vos me habría casado con otro
Escena Cuatro
Fuera de la casa.
¡William!
WILLIAM: ¡CERRÁ LA BOCA, MUJER, O TE JURO POR DIOS QUE TE LA VOY A CERRAR
YO! ¿Mujer?... Te lo dije el día que nos casamos. No vengas al establo sin preguntarme. A los
MUJER JOVEN: Perdón, William... ¿Cuánto falta para que pueda entrar?
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WILLIAM: No puedo hablar por los caballos. Podría ser un verano más. Tienen que confiar en tu
WILLIAM: Ése de allá. Le dije que no se acercara. (Al caballo.) Ya sabés lo que te dije. No te
acerques. Es la última vez que confío en ése. Ahora andá para adentro.
WILLIAM: No. Pero no la voy a dejar. No sabe dónde está. Es niña todavía.
MUJER JOVEN: Con caballos querés estar, conmigo no. Vivís en este establo.
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WILLIAM: Así soy yo, mujer. Ya sabés.
WILLIAM: No los quiero. Los caballos son especiales. Los muchachos, no. A vos te quiero
conmigo. Y así va a ser. Ahora andá y comé algo. Hoy vas a ir a hacer mi trabajo.
WILLIAM: Lo dije.
WILLIAM: ¿Querés que se pudra todo y nos muramos de hambre? ¿Eh? El carro está cargado. Y
MUJER JOVEN: Dicen que fue él el que mató a su mujer y a su hijo cuando ella lo paría. Y que
hay hombres y mujeres que desaparecieron y ahora son gatos y cabras y monos. Van de mercado en
WILLIAM: Lo que hace falta es odiarlo. Es lo que espera. Cada hueso de tu cuerpo. Odio. Esa es la
costumbre de la aldea.
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MUJER JOVEN: ¡Lo ODIO!
MUJER JOVEN: ¡LO ODIO! Nunca le mostraría miedo. Así se empieza. Odio a cada molinero que
existe. Habría que tirarlos a un pozo para ver sus cuerpos hincharse y heder.
WILLIAM: Ya está bien. Un onceavo de peck es lo que se va a cobrar. No puede robarse más. Le
WILLIAM: ...cuando pese la harina. Un onceavo de peck. Bastardo. Y lo vigilás. Vigilás nuestro
grano.
Escena Cinco
Molino.
GILBERT: Lo haría...
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GILBERT: Es su primera vez .
GILBERT: Sabe que es un trabajo largo y vacío, entonces. ¿Dónde está su marido? ¿Acostado
GILBERT: Sabrá que su mujer tiene bastante fuerza. Mandarla así, sola.
MUJER JOVEN: No me mandaron, muchacho molinero. Vine. Ponga a girar la piedra. Lo quiero
terminar rápido.
GILBERT: Venga y dígaselo. Es hermosa, ¿no?, ¿ quiere terminar rápido? Dígaselo. La piedra se
mueve como quiere. No escucha a nadie. Ni siquiera a una mujer sola. Va a tener que sentarse y
GILBERT: Allí. Voy a abrir el río para la rueda. Vaya a mi casa. Hay fuego y una banqueta.
Él se va. La rueda empieza a girar. Crece el ruido, se vuelve ensordecedor. Ella lo resiste,
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Escena Seis
La casa de Gilbert.
GILBERT: Quiere cerveza. ¿Un whisky? (Ella sacude la cabeza.) ¿Entra o se queda allí?
GILBERT: ¿Eh?
GILBERT: Hacen falta hombres especiales para molineros. Hombres que trabajen fuerte. Solos. De
GILBERT: ¿Ve eso? Ahí. Ahí. Tiene nombre. ¿Lo conoce?. Tranca
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MUJER JOVEN: No sé de qué me... No me va a hacer cerrar esa puerta, muchacho molinero.
GILBERT: Pare de una vez ese aire frío que me congela la casa.
GILBERT: No se va a ir de ahí.
Se levanta para ir a buscar más bebida. Empieza a silbar suavemente. Ella se pone aun más
GILBERT: ¿Eh?
MUJER JOVEN: ¡Voy a hacer que mi marido le dé su merecido, muchacho molinero! ¡Dije basta!...
GILBERT: La aldea lo consiguió. Enterraron a una más. Mugre en los ojos, le pusieron, campesina.
Le dejaron la boca y los oídos abiertos para llenárselos, a palas de tierra, con habladurías de Gilbert
Horn.
GILBERT: ¿No le dijeron nada del poder de magia que tengo? ¿ De los encantamientos de muerte?
¿ Nada de las plantas que hay que recoger en especial? ¿ De los huesos y ojos de animales y aves
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que hay que guardar y pulverizar? ¿Nada de mi mujer y mi hijo? ¿Nada de que los maté a los dos?
MUJER JOVEN: No pienso sacarle los ojos de encima, muchacho molinero. No voy a darle la
Ella se congela.
GILBERT: ¿No?
GILBERT: ¿Envidia? Hace mucho que no escucho pronunciar eso. ¿Le dijeron en la aldea lo qué
es?
GILBERT: ¿Envidia de usted y de Pony y de los otros que viven todos en un sitio de muerte?
GILBERT: Hágalo.
GILBERT: Envidie.
GILBERT: Primero.
Ella se va.
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Escena Siete
La casita.
MUJER JOVEN: La piedra de ese molinero es vieja y débil. El estaba sentado y yo me congelé
parada.
MUJER JOVEN: Dormimos. Mañana llevás el caballo y el carro. Y la harina va a estar molida .
Lista.
WILLIAM: ¿No? ¿No se va a reír? El molinero que no hace nada. Ahí sentado con nuestros cinco
sacos a sus pies. El que nunca anda por el campo o empuja un arado. Metiendo sus manos en el
grano que nosotros cultivamos. Le dimos todo lo que quiere. El molinero que le tiene miedo a la
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MUJER JOVEN: Y habla y habla.
WILLIAM: Lo que va hacer con el primero que vaya a su molino. Hablarles del labrador y su mujer
WILLIAM: La mujer que se fue sin el grano. El bastardo del molinero va a hablar de nosotros . No
puedo volver yo, mujer. Le tenías bastante odio. ¿Dónde quedó? Ahora parece miedo nada más.
WILLIAM: Una buena mujer fuerte. Lo sabés, mujer. No hace falta que lo diga. Por años te tuve el
ojo encima. Te vi crecer. Te elegí para ser mi mujer. La que trabaje a la par mía. La que sude a la par
mía. La que sólo escuche lo que es correcto. Escuchá la piedra, no al molinero. Todo lo que tiene es
esa boca. Para hablar día y noche, a nadie. No es nada. Ahora volvé. Andá y sé mi mujer.
Escena Ocho
El campo.
MUJER JOVEN: El sol calienta al viento que sopla. El viento empuja las nubes debajo del cielo. La
nube negra guarda la lluvia. La nube blanca... El pájaro vuela bajo la nube blanca... hacia el árbol.
El árbol da madera. El pájaro da... Un pájaro. Uno es buena suerte, dos es mala suerte, tres es salud,
cuatro es riqueza, cinco es enfermedad, y seis es muerte. Pájaro muerto, hornear un pastel. El viento
empuja la nube blanca bajo el sol. La nube blanca da... El conejo corre en el campo. La comida del
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conejo. El pájaro – el árbol... pierde al pájaro. Se fue el pájaro. El viento aleja a la nube blanca del
Escena Nueve
La casa de Gilbert.
Gilbert está sentado a su mesa, escribiendo en un papel con una pluma de tinta.
Aparece La Mujer Joven, se queda en el umbral. Lo mira. Observa también la pluma. Finalmente él
GILBERT: Son cinco todavía. ¿Los contó? Hay cinco ahí, ¿eh?
Pausa.
MUJER JOVEN: Tenía otro trabajo que hacer. No podía quedarme parada perdiendo el tiempo.
MUJER JOVEN: Necesita una piedra nueva, molinero. Quiero volver a casa antes de que el cielo se
ponga negro.
GILBERT: El albañil ya casi terminó la nueva. Cuando esté hecha los hombres de su aldea la van a
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Vuelve a escribir.
GILBERT: ¿Qué?
GILBERT: ¿Esto? ¿No sabe lo que es? Es una pluma. Una pluma a tinta.
GILBERT: No.
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MUJER JOVEN: Moler maíz. Dejar de moler maíz. Moler maíz. Dejar de moler maíz.
MUJER JOVEN: Debe ser el juego nuevo del lord. Nada más que él debe escribir la nada que hace.
GILBERT: Tengo más vida aparte del maíz. Puedo escribir lo que está aquí, en mi cabeza. Al final
GILBERT: Mire cuantas cosas mías. Puedo decirle lo que estaba en mi cabeza ayer, o... el invierno
MUJER JOVEN: Dios nos pone las cosas en la cabeza, y Él se las lleva. Es pecado guardárselas.
GILBERT: Campesina, ¿no podría ser que Dios nos dio esto...
GILBERT: Puedo decirle quién vino a mi molino, quién se quedó afuera, quién entró y tomó, quién
no dijo palabra, quién me maldijo una y mil veces, quién se paró en mi umbral, quién tuvo tanto
miedo de Gilbert Horn que volvió corriendo a la aldea con el caballo y el carro ... (Escribe) de su
marido.
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Pausa. Ella se da cuenta.
GILBERT: Le doy gracias a Dios por no haber nacido en esa aldea. Es un foso negro.
Los mayores, parados a los pies de la cama, les drenan la sangre con cuchillos. Alrededor de los
huesos lo que les queda es la noche oscura. Les arrancan los ojos y les dejan piedras frías en los
huecos.
MUJER JOVEN: ¡ Usted apesta como las palabras repugnantes del mal!
GILBERT: El mal... ¿Qué otra cosa diría uno de la aldea al enfrentarse a un hombre que confía en
sus ojos y en su lengua?. Un hombre que mira despacio y de cerca al mundo porque conoce los
nombres de lo que mira. ¿”El cielo se está poniendo negro”? No encima mío. Yo vivo bajo un cielo
distinto.
MUJER JOVEN: ¡Bajo la tierra lo vamos a poner, bien abajo! Tápese esa boca.
GILBERT: Como ustedes, entonces. Bajo tierra. Viendo la nada por los ojos de piedra.
Viendo nada.
MUJER JOVEN: Más que eso. Tengo nombres para la mayoría de las cosas en el mundo de Dios.
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GILBERT: Dígame qué.
MUJER JOVEN: No le voy a decir nada. No le voy a dar lo que está en mi cabeza.
Gilbert se inclina, coloca la pluma en el sitio de la mesa que a ella le queda más cerca.
GILBERT: Escriba lo que vio cuando venía a mi molino. Muéstreme que la aldea es más que
GILBERT: Pruébelo. (Ella sacude la cabeza.) ¿Cómo cree que esto pueda ser el mal? ¿Usted
escribe?.
GILBERT: Entonces se lo lleva. Lo lleva a casa. Le muestra a Pony lo que puede hacer.
MUJER JOVEN: No... ¿Por qué quiere lo que está aquí? Es mío.
GILBERT: Entonces deme algo. Aunque sea algo que todos en la aldea conozcan.
GILBERT: Su nombre.
Silencio. Por fin ella se acerca a la mesa. Él le desliza una hoja de papel.
GILBERT: Ninguno.
GILBERT: Voy a decirle qué, mujer del caballo. Usted tiene un nombre hermoso.
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Escena Diez
La casita.
WILLIAM: Aquí está mi mujer. ¿Tuvo algún otro problema con el molinero asesino? (Ella sacude
la cabeza.) ¿Puso bien al caballo en el establo? (Ella asiente.) ¿Volvió con nuestros cinco sacos?
(Asiente.) ¿Vigiló de cerca la harina? (Asiente.) ¿Y quiere un pote de comida? (Sacude la cabeza.)
Ahora va a sentir la cáscara de los granos que se mete en todas partes. Va a sentir los hollejos crecer
bajo la piel. Va a encontrar agua para lavarse. Y le va a agradecer a la mano del marido.
Ella va hacia el agua. Cansada, baja la mirada hacia sí misma, da un pequeño alarido cuando ve las
MUJER JOVEN: Una chispa. Del fuego. William, podemos ir directo a la cama.
MUJER JOVEN: ¿No podrías soportar un poco de sudor y rudeza por una noche?
WILLIAM: Las mejores palabras que se pronunciaron desde que nos casamos.
Él cruza hacia la cama. Ella mete los dedos en el agua, empieza a frotar. William silba mientras se
desviste y se mete en la cama. Aparece una visión de Gilbert, riendo, llevando el delantal blanco y
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WILLIAM: ¿Vas a venir, mujer?
Cierra los ojos tratando de deshacerse de él. Coinciden el ruido de sus manos frotándose, el silbido
Gilbert se desvanece.
WILLIAM: Mejor que la digas. Una vez que estés aquí, ni Dios te podrá ayudar.
Da un bufido ante su lascivo ingenio. Con los dedos ya limpios, ella va hacia la cama.
Escena Once
Mismo sitio.
La oscuridad antes del alba. La visión de Gilbert reaparece. Saca harina de un saco, aplaude.
Grandes nubes de harina en el aire. La Mujer Joven se mueve en sueños, estornuda y se despierta.
MUJER JOVEN: ...! ¡Fuera de esta casa! ¡Usted! ¡Fuera! ¡William, correlo fuera de casa! William.
MUJER JOVEN: ¿Qué le hizo? Lo voy a buscar. ¡ Y se va a encargar de usted ¡Lo va a eliminar!
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Corre hacia los establos. Se acerca a la puerta, espera, escucha, levanta el puño para golpear. Antes
MUJER JOVEN: Dulce Dios del Cielo, llegó el potrillo. Oh. Gracias.
WILLIAM: Tomate tiempo... bien y despacio... sos un encanto, un encanto. Oh, tan dulce.
De adentro llega una risa de mujer. La Mujer Joven mira a las puertas del establo. Nuevamente la
risa. Corre hacia la casa, buscando a Gilbert. Va hacia su ropa, luego sale de la casa y se aleja.
Escena Doce
La campiña.
MUJER JOVEN: Cuando vuelva el sol viento tibio va a soplar en mi cara. Cuando mire hacia arriba
voy a ver brillar el sol claro en el cielo. Las nubes... serán blancas. Los cultivos... los cultivos
fuertes van a crecer en buen campo. El pájaro va a cantar en el árbol alto. El árbol alto... se va a
enderezar y viento tibio va a sacudir sus hojas. El conejo va a correr por buen campo donde crecen
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Escena Trece
La casa de Gilbert.
MUJER JOVEN: Usted sabe dónde está, molinero. Usted lo encantó. Yo estoy acá. Nada más que
yo acá, escoria. Abra su puerta. Me quedo aquí hasta que abra. (Se abre la puerta.) ¡Va a sacárnoslo
GILBERT: Váyase.
MUJER JOVEN: Voy a traer más hombres. Lo hace con esto, ¿eh?. Tramposo. Me lavé con agua.
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MUJER JOVEN: Sáquenoslo, molinero... Por favor. Le ruego. ¿Quiere que nos acostemos? Está
bien. Pero después déjenos. Hay placer para usted aquí debajo, molinero. Aquí.
MUJER JOVEN: ¿Se fue ya? Oh, ¿ya está, molinero, eh? (Él se encoge de hombros.) ¿Qué es? Ya
se fue.
GILBERT: No sé. Quería besarla nada más. El único encantamiento que conozco.
MUJER JOVEN: ¡Oh, Dios, que este hombre muera en fría agonía! ¡Maligno!
¡ CLAVATE EN LA MIERDA!.
Y corra! CORRA! Todavía va a llegar a agarrar a la chica de los Robertson lamiéndole el falo
agotado a su labrador.
La Mujer Joven se aleja unos pasos. Él cierra de un portazo. Ella se queda parada, quieta, sola, fuera
de su casa.
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Escena Catorce
meter
La casa de Gilbert.
Mucho después. La Mujer Joven todavía sigue afuera. Gilbert sale a ponerle una manta sobre los
hombros. Ella se da vuelta y camina hacia la casa, se sienta a la mesa, toma la pluma, empieza a
Escena Quince
La Mujer Joven se despierta de haber dormido sobre la mesa, y repara en la manta sobre sus
hombros.
GILBERT: Es de noche. El papel blando es mejor que cualquier cama. Algunas veces yo mismo me
MUJER JOVEN: “Ésta soy yo. Ahora vivo. Otros lo hicieron, otros más lo van a hacer. Nací aquí
porque Dios lo quiso. Él me guareció en mi madre hasta que pude mirar el mundo que creó. Todo lo
que veo y que sé es puesto en mi cabeza por Dios. Todo lo que creó está allí todos los días, desde el
amanecer hasta que oscurece, de la tierra al cielo. No puede tocarse o sostenerse como toco una
mesa o sostengo las riendas de un corcel. No puede venderse o cocinarse. Su mundo está allí, ante
mis ojos. Todo lo que debo hacer es empujar los nombres hasta el fondo de lo que hay igual que
cuando empujo hasta el fondo mi cuchillo en el estómago de una gallina. Nombres atravesando, las
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cosas que Dios nos dio, como cuchillos en gallinas. Así es cómo sé que Dios está allí. Miro un árbol
y digo árbol y sigo caminando. Pero hay más que el árbol que es de Dios y para eso no tengo
nombres. Quiero saber más cada día. Un charco que puedo ver por debajo. Un árbol cuando lo
sacude el viento. Una zanahoria que es más dulce que las otras. La tierra fría bajo una roca. El
aliento tibio de un caballo cansado. La cara de un hombre en la tarde después del trabajo. El sonido
que hace una mujer cuando nadie la oye. Tengo que encontrar los nombres por mi cuenta. Pararme y
mirar de cerca cada cosa y Dios me va a recompensar. Así es como puedo conocer mejor a Dios. La
aldea mentía. William mentía. No es porque yo no lo merezca. No es porque sea joven y los demás
viejos. Dios no les dio nada. Ahora lo sé. Veo a William arando un campo. No tengo nombre para
eso que tengo en la cabeza. No es envidia. Es más que envidia. No me asusta. Tengo que mirar lo
suficientemente cerca para descubrir qué es. Cada cosa en mi cabeza es puesta por Dios. Cada
MUJER JOVEN: No es envidia. No. ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es esta cosa? William. (Deja de
escribir.)
GILBERT: No.
MUJER JOVEN: Entonces fue Dios. Fue Dios. Así que no es mi culpa. Nadie me puede castigar.
Deja caer la manta, camina hacia la puerta, dirige una mirada hacia él, sale. Él mira lo que ella
escribió.
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Escena Dieciséis
La casita. De noche.
William está en la cama. La Mujer Joven está parada por encima de él.
WILLIAM: ¿Hh?
MUJER JOVEN: El más alejado. Dije que un día iba a ir caminando hasta él. Y volvería a decirte lo
que vi.
MUJER JOVEN: Por nosotros, William. Rezando por nosotros y por lo que tenemos. Era tan bello
que tuve que rezar, William. Cuanto más tiempo es servido Dios, mayor su recompensa. Le pedí
WILLIAM: Es bueno tocarte, mujer. Te busqué en toda la aldea. “¿Vieron a mi mujer?” “¿Vieron a
mi mujer?”
WILLIAM: No podía ir lejos. Tenía que arar un campo. Y montar la piedra nueva para el molino,
WILLIAM: Por eso te necesitaba conmigo. Nuestra primera rodada de la piedra como marido y
mujer. Nosotros los hombres necesitamos a las mujeres para que nos alienten con sus gritos. Ahora
vení a la cama.
MUJER JOVEN: Tenía que ir, William. Tenía que ver ese campo. Tenías razón. Es como yo. Un
campo hermoso.
WILLIAM: No.
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WILLIAM: No estaba mi mujer para ayudarme. ¿No podrías soportar un poco de sudor y de rudeza
Gilbert reaparece. La Mujer Joven se revuelve, con placer, dentro de la cama, con los ojos abiertos.
Ella cruza la escena y saca harina de la bolsa, se la frota sobre el cuerpo. William grita, en sueños.
WILLIAM: La piel… tu piel… Tenía las manos encima tuyo, te tocaba y se salía... Como piel de
ganado. Seca. Oh. Se salía en caliente. Quedabas llena de agujeros, y... los ojos no se te abrían más.
¿No lo oías, mujer? Saliéndose. Oh. ¿No lo oías? Oh. Necesito agua.
Escena Diecisiete
WILLIAM: ¡Miren la roca! Miren qué tamaño. ¡Albañil! La aldea se siente muy orgullosa. La
piedra más fina que se haya tallado. La mejor época del año, ésta. Toda la aldea junta. Dios sabe.
Nos dio el día para esto. Un sol reluciente y viento del oeste. Lo que pedimos. Agarrese, molinero,
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sentado solo en su molino. ¡Cuando la piedra rueda, la tierra truena! Segura y sin decaer, mujer.
Escena Dieciocho
La Mujer Joven y William están sentados, después de que la nueva piedra del molino ha sido
WILLIAM: Hacemos rodar la piedra para nosotros, molinero. Nuestra renta sólo se puede pagar con
harina.
GILBERT: Es una piedra hermosa... más que una piedra – un monumento. Una segunda iglesia.
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William se ríe.
MUJER JOVEN: Claro que sí. ¡Es agua, no whisky! Flojo y frío.
MUJER JOVEN: ¿Se lava en él, molinero? ¿Así lo hace fermentar?. ¿Eso nos da?
MUJER JOVEN: Si quiere buen whisky, molinero, venga a la aldea. Y cómprenos a nosotros.
WILLIAM: Mujer... (Le toca el rostro.) Mujer estúpida. Estúpida. Parada en el campo todo el día.
Demasiadas oraciones y nada de comer. Tenemos trabajo que terminar. ¿No querés ver romper la
piedra vieja?
WILLIAM: No. Es vieja. Acabada. Nos gusta romperla. Es trabajo de los hombres de la aldea.
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GILBERT: Se lo estoy pidiendo, labrador . Me gustaría conservarla. Fue la última piedra que
GILBERT: Detrás de la casa. Hay un cobertizo. Pueden apoyarla contra la pared más alejada.
WILLIAM: Nnh.
GILBERT: Es un largo camino a casa. Adentro tengo un fuego. Su mujer va a estar mejor cerca del
calor.
WILLIAM: Si puede, llévela adentro. Es un trabajo que conoce ¿no, molinero? Llevar mujeres.
WILLIAM: Ya se le dijo. No queremos sus gracias. Más vale que estés de pie cuando vuelva, mujer.
GILBERT: ¡Labrador!. Dígales a sus hombres que se cubran la cara. El cobertizo es mi baño.
Escena Diecinueve
La casa de Gilbert.
WILLIAM: ¿Mujer? De pie. La aldea se fue. Mujer. ¿No tiene nada para darle, molinero? Le doy
dinero .
WILLIAM: ¿Después de dos piedras de molino y de su whisky? (Mira alrededor.) ¿Aquí se pasa las
noches, sentado?
WILLIAM: ¿Y por eso los tiene así, parados, tocándose? No me parece correcto. ¿No hay nada más
GILBERT: Una mujer muy especial querría conocer a un molinero. La mayoría cree que tenemos
WILLIAM: Más que eso, molinero. Más que lo que está en el pantalón. Más odio que ése. ¿Cómo
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WILLIAM: Tiene que rezar para ser uno de nosotros, molinero. Se lo odia a lo largo de todo el país.
Hasta los chicos se le alejan corriendo. ¿Alguna vez se preguntó por qué? Usted se queda con parte
de nuestro grano por molerlo. Es la ley. Pero lo odiamos a usted más que a la ley. Somos estúpidos
y crueles. Ciegos. Lo odiamos más que a cualquier cosa que se pueda nombrar. ¿Por qué, molinero?
¿Por qué es así? Su mujer era hija de molinero, ¿no? Tuvo que serlo. ¿Ella lo quiso? ¿Usted la
quiso? ¿Cuánto hace que no ve una mujer aquí, molinero? Acostada boca arriba. ¿Qué le pasa por la
cabeza, al mirarla? Mírela. Mire. Un territorio nuevo. ¿Se acuerda de sus colores, como se parece a
Tierra fresca. Neblina. Pasto alrededor de la roca. ¿Recuerda el olor? ¿Recuerda la fuerza? ¿Cómo,
el dios que uno es, cree estar destruyéndola con su propio cuerpo, haciendo una tierra nueva?
¿Recuerda cómo se revuelve? ¿Cómo lo va perdiendo? Piernas. Cuello. Panza. Brazos. Pechos. Son
los nombres incorrectos, molinero. ¿Quién los puso? Nunca los mismos de los hombres. Nunca. Las
mujeres no tienen piernas. No tienen brazos. Ellas tienen más. Yo tengo nombres para esto. Mis
WILLIAM: “La gloria de Dios es Dios, no su creación”. Es lo que dicen ahora. Necesito hacer pis.
GILBERT: No sé.
WILLIAM: ¿No está Dios allí? Mire. ¿No está? Hace demasiado que no tiene. Mírela. Y recuerde.
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GILBERT: Es su mujer.
WILLIAM: Soy labrador, molinero, labrador dueño del arado. La tierra se debilita si uno sigue
dándola vueltas. Hay que dejarla descansar. Siempre otros campos en los que empezar. Más Dios.
GILBERT: Ya sabe dónde está el cobertizo. Camine siguiendo el sonido del río.
Toma una vela, sale. La Mujer Joven se incorpora, camina hasta la puerta, sale. Gilbert la sigue.
Escena Veinte
Cobertizo.
William usando el baño. La vieja piedra está iluminada por la vela. La Mujer Joven y Gilbert
Escena Veintiuno
La casa de Gilbert
Gilbert y La Mujer Joven, frente a frente, mirándose el uno al otro al desvestirse con lentitud. Desde
el cobertizo llegan los débiles gritos de muerte de William. Los gritos se atenúan hasta desaparecer.
Escena Veintidós
La casa de Gilbert.
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MUJER JOVEN: Nada que decir.
MUJER JOVEN: ¿Quién? ¿Pony William? ¿El labrador de la aldea? ¿El dueño del arado?
MUJER JOVEN: Vos. Y mugre. Aliento del mal. Molinero bastardo. ¿Por qué?
Pausa.
MUJER JOVEN: Nunca lo había visto desde el molino. Nunca vi estos colores. Es la cosa en tu
cabeza. Mirá. Es Dios dándonos más de lo que Él es. Mirá. Un mundo nuevo delante de nosotros.
GILBERT: No sé. Lo escuché gritar en el mercado. Un vendedor de Biblia que volvía de un viaje.
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GILBERT: Antes, parado allí... dijo, tu labrador dijo... “¿Qué le pasa por la cabeza, molinero, al
mirarla?” ¿Lo oís? Vi a mi mujer. La mujer que fue mi esposa. Después estabas aquí. Aquí dentro.
Mi cabeza. Sin ropa. Empujando. Sudando. Quejumbrosa como el viento. Ojos abiertos, brazos
¿Fue Dios el que te puso allí? Mi cuerpo era distinto de todo lo que conocí en mi vida. ¿Fue Dios el
que hizo eso? No... No fue Dios. Fue lo que dijo tu labrador, tu marido. Fueron sus palabras.
MUJER JOVEN: No. El labrador no podía ver. No sabía nada. Yo no soy igual a nada. Ya lo viste.
Igual a nada.
GILBERT: Fui yo
MUJER JOVEN: Ya casi hay luz de día. Tengo que volver a la aldea.
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GILBERT: Es por lo que dije. De tu Dios.
MUJER JOVEN: No. Tengo que decirles William se fue. La cama está vacía y fría. Campos vacíos.
Establos, vacíos.
MUJER JOVEN: No. “Me dejó. Se fue a buscar una esposa mejor. Se fue en la noche. Estoy
sentada junto al fuego. Miren los charcos de mis lágrimas. Soy la esposa cuyo corazón ha sido
roto.”
GILBERT: ¿Y después?
Ella se va.
Escena Veintitrés
Establo.
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MUJER JOVEN: Sshh... No tengas miedo. Sentí mis manos. Manos tibias. La mujer de William.
Amiga. Fuerte. Tranquila. Ahí va. Respirá ahora. Sshh... Ahí viene. Empujá, querida, empujá.
Cabeza y cuello. Ojos. Empujá una última vez. Sshh... Ya está. Ya está. Mirá, madre... Vida. Un
Escena Veinticuatro
El campo. De día.
GILBERT: Se acabó el día. ¿No vas a volver con el resto de los aldeanos? Dicen que no le hablás a
nadie. Oí decir sobre vos en mi molino. Trabaja en el campo. Se encarga de los caballos. Se queda
GILBERT: Ver más del mundo. Esto ya lo vi. Ya conozco todo. No queda nada para mí. Todo lo que
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MUJER JOVEN: Las cosas cambian cada vez que las miro. Cada una tiene un nombre.
GILBERT: Te sigo viendo. Cada día al despertar. Escucho sus palabras. Las palabras del labrador.
GILBERT: Quiero más. En la ciudad hay libros, y plumas, y papel. Y sus dueños son los que
dejaron las aldeas. Hablan todo el día sobre cada cosa del mundo.
MUJER JOVEN: Hay cosas nuevas en mi cabeza. Cada vez que miro. Nombres nuevos. No
GILBERT: La aldea dice que es William. Dice que es Pony William que corre por el campo.
MUJER JOVEN: Dicen más que eso. Dicen que ahora está más feliz que nunca. La aldea tiene
GILBERT: Tomá, mujer del caballo. Ahora escribí lo que sabés. Escribí lo que ves.
Fin.
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Knives in hens fue comisionada por y estrenada en el Traverse Theatre, Edinburgh, el 2 de junio de
1995 y luego se mudó al Bush Theatre, de Londres, el 28 de noviembre de 1995. Con el siguiente
reparto:
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