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EL SERVIDOR

Ronald Harwood

Traducción Mateo Chiarella y Cynthia Schrader

1
Cressida Field, 35
Roman Kozachenko 78
Julian Field 33
Detective Inspector Washbourne 42
Detective Policía Mather 31
Marian Stone 36
Nikita Fedorenko 82
Hermana Sophia 75

La acción transcurre en la terraza de una casa en los campos de Sussex y


en una sala de entrevistas en la Scotland Yard, Londres.

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ACTO I
La terraza de una casa en los campos de Sussex en un abrazador día de
julio a las 9 a.m. Se ve la entrada a la casa y al jardín. Cressida Field
vestida cuidadosa y convencionalmente está sentada en una mesa bajo
una sombrilla. Consulta libros, hace notas. Roman Kozachenko entra. Él
es viejo pero sorprendentemente vigoroso. Lleva un mandil de tela para la
tierra y un sombrero de paja destejido.
ROMAN.- Listo.
CRESSIDA.- La envolviste en algo.
ROMAN.- Seguro.
CRESSIDA.- ¿En qué?
ROMAN.- Una funda de almohada.
CRESSIDA.- ¿No una de nuestras buenas?
ROMAN.- No. Una vieja. Mía. Le digo al señor Julián que ya lo hice. ¿Está
en su caminata?
CRESSIDA.- Sí, pero yo se lo diré. Va a gimotear, de seguro.
ROMAN.- ¿Gimotear?
CRESSIDA.- Sí.
ROMAN.- ¿Qué significa gimotear?
CRESSIDA.- Sabes lo que significa.
ROMAN.- Nunca escuché esa palabra.
CRESSIDA.- Por favor.
ROMAN.- Gimotear. No. Nunca.
CRESSIDA.- Gimotear. Lloriquear. Como un bebe.
ROMAN.- Ah. Yo gimoteo también. Cuando cavo una tumba, gimoteo.
CRESSIDA.- Sí, tú y el señor Julián son bastante sensibles.
ROMAN.- Es bueno, gimotear, ¿no? ¿Es bueno?
Ella vuelve a sus libros.
ROMAN (cont.) .- Pongo su nombre en una madera.
CRESSIDA.- No en una cruz.
ROMAN.- No, no. Tomo pedazo de madera lisa. De este tamaño (Le indica).
Le pongo dos capas de pintura blanca, para que resista al tiempo, y
escribo su nombre en letras negras, Rosy. Se escribe R-o-s-y, ¿no?
CRESSIDA.- No. R-o-s-i-e

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ROMAN.- Ya lo arreglo. Pongo también la fecha. También en letras negras.
¿Qué edad tenía?
CRESSIDA.- Once.
ROMAN.- Pongo también la edad. ¿Viene a verlo después?
Sale de la casa Julian Field. Es un hombre bien parecido y viste de
manera casual.
JULIAN.- ¿Qué está ocurriendo en la calle?
CRESSIDA.- ¿Por qué?
JULIAN.- Policías.
CRESSIDA.- ¿En nuestra calle?
JULIAN.- Una docena. Al menos dos carros. Y un mini bus.
CRESSIDA.- ¿Me estás bromeando?
JULIAN.- No. De verdad están allí. Anda y mira.
CRESSIDA.- ¿Y qué están haciendo?
JULIAN.- Solo están estacionados.
CRESSIDA.- ¿Dónde?
JULIAN.- En la bifurcación. Con termos y sándwiches, como si fueran a
hacer ejercicio.
CRESSIDA.- ¿Les preguntaste qué es lo que estaban haciendo ahí?
JULIAN.- No. Solo pasé por delante.
CRESSIDA.- Probablemente los Miltons.
JULIAN.- Eso es exactamente lo que pensé. ¿Recuerdas lo que te dije el
otro día? Nadie sabe a qué se dedica Milton. Nadie sabe de dónde viene o
cómo consigue el dinero. ¿Recuerdas que te lo comenté?
CRESSIDA.- Sí –
JULIAN.- Romka, ¿tu no sabes nada de él, no?
ROMAN.- No.
JULIAN.- Allí tienes. Vive como un rey, un roller, un chauffeur, ¿pero de
dónde viene el dinero?
Un silencio agradable.
JULIAN (cont.) ¿Quieres algo Romka?
CRESSIDA.- Acaba de enterrar a Rosie.
Julian gimotea.
JULIAN.- Dios, amaba a esa maldita gata.
CRESSIDA.- Conseguiremos otro.
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JULIAN.- No se si pueda pasar por esto otra vez. (Trata de no gimotear)
ROMAN.- Yo gimoteo también.
JULIAN.- ¿Qué quieres decir con que gimoteas también? Yo no gimoteo.
Solo estoy un poco conmovido. (Se recompone) Jesús. Me da gusto que no
tuviésemos niños.
Silencio
ROMAN.- ¿Quiere ir a ver la tumba?
JULIAN.- No. No hoy. Quizá mañana. Por otro lado, necesitas recortar los
arbustos del granero. Hace semanas que no pasaba por allí y francamente
están en un estado deplorable. ¿Crees que te puedas ocupar?
ROMAN.- Seguro.
JULIAN.- ¿Vas a querer que te ayude?
ROMAN.- No. Me ocupo. No hay problema.
CRESSIDA.- Hace un calor espantoso, Romka.
ROMAN.-Me ocupo. Tengo sombrero.
JULIAN.- Ese sombrero te va a servir tanto como una raqueta de tenis en
una tormenta.
ROMAN.- Tengo este sombrero cuarenta años.
JULIAN.- Se nota. Y no debería tener cuarenta años, debería estar
desintegrado.
ROMAN.- El Mayor me lo da. Recuerdo –
CRESSIDA.- YO te lo di. Después de que papi murió. Hace ocho años.
ROMAN.- Es un buen sombrero.
JULIAN.- Deja que consiga a alguien que te ayude con los arbustos.
¿Cómo se llamaba el chico de Crowther?
ROMAN.- Philip.
JULIAN.- Traeré a Philip. Es bueno, un chico fuerte. ¿Tú crees que le
importe a Crowther?
ROMAN.- No, lo arreglo yo solo. Lo prefiero. Antes me tomaba solo un día,
ahora dos. Pero no hay problema.
CRESSIDA.- Entonces deberías tomar del estante uno de los sombreros
del señor Julián. Tú no puedes trabajar así. Te dará insolación.
JULIAN.- Pobre Rosie. Yo realmente, verdaderamente la adoraba. Ella te
adoraba, Romka.
ROMAN.- Y yo la adoro también. Muy independiente. Como mi Maureen.
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JULIAN.- Sí, pero un poco más dulce.
Pausa incómoda
ROMAN.- Empiezo con el cerco.
CRESSIDA.- Toma uno de los sombreros del señor Julián –
Roman se va.
JULIAN.- Dios, es un viejo cabrón obstinado.
CRESSIDA.- Siempre lo fue. Y está perdiendo la memoria. Cuarenta años.
Como si un sombrero de paja pudiese resistir cuarenta años.
JULIAN.- Está volviendo a tomar.
CRESSIDA.- No creo –
JULIAN.- Sí. Anoche, yo estaba sentado aquí oyendo la Flauta Mágica y lo
escuché hablar solo. Vociferando. Él únicamente hace eso cuando está
mamado. Y sé exactamente cuándo empezó con eso de nuevo. Apenas
después de Pascua. Yo había comenzado a tomarme los viernes libres. La
semana siguiente al viernes santo. Salí a caminar y entonces lo escuché. Y
de nuevo el último fin de semana, el domingo en la noche. Vociferando y
delirando. Mamado.
CRESSIDA.- ¿Por qué no me lo dijiste?
JULIAN.- Porque tratarías de evitar que tome. Está viejo. Déjalo
emborracharse si eso quiere. Está solo. Déjalo que hable solo.
CRESSSIDA.- Probablemente le esté hablando a Maureen.
Julian suelta una carcajada.
CRESSIDA (cont.).- ¿Qué es tan gracioso?
JULIAN.- ¿Te das cuenta de lo que dices?
CRESSIDA.- Sí. Dije que probablemente esté hablando con Maureen.
JULIAN.- Yo dije que hablaba solo y tú dices que está hablando con
Maureen. Maureen lleva muerta cinco años así que él está hablando solo,
¿no?
CRESSIDA.- Sí. Ya veo – (Ríe, también pero no a carcajadas) Extraña a
Maureen.
JULIAN.- Yo no. Era una mierda. Le hizo la vida miserable.
CRESSIDA.- No importa que beba. Él es el borracho más dulce que
conozco.
JULIAN.- Excepto cuando se auto compadece (Respira profundamente)
¡Qué maravilloso, esplendido, revitalizante, magnifico y hermoso día!
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¿Sabes cuál es la mejor decisión de mi vida, Cress? Tomar los viernes
libres. La mejor decisión de mi vida.
CRESSIDA.- ¿Por donde caminaste?
JULIAN.- Hasta la villa.
CRESSIDA.- ¿En serio?
JULIAN.- No sabes lo glorioso que fue. El campo con toda su pompa. Desde
lo alto de la colina Payne pude ver todo el camino hacia el castillo. Parecía
una de esas pinturas sentimentales -
CRESSIDA.- Neorromanticistas -
JULIAN.- Como la escenografía de una ópera, perfecta pero artificial. Y
ahí estaban esos lindos y clásicos sonidos. Un perro ladrando, un pequeño
aeroplano volando. Abejas zumbando, por supuesto. Yo no la podía ver
pero escuché a la señora Babington-Wells, diciendo, “buenas noches,
padre” y al padre respondiendo “buenas noches, señora Babington-Wells”.
Inglaterra. Mi Inglaterra. Me hace reír a carcajadas.
CRESSIDA.- ¿Por qué habría de hacerte reír?
JULIAN.- No lo se, pero lo hace. Y luego, regresar y ver esos carros de
policías, en verdad que me fastidió. Son todos tan siniestros. En nuestra
calle. Me pregunto ¿qué cosa es lo que Milton habrá estado haciendo?
Cressida regresa a sus libros y cuadernos.
JULIAN (cont.).- ¿Cómo te está yendo?
CRESSIDA.- Terrible.
JULIAN.- ¿Qué toca esta semana?
CRESSIDA.- Lo mismo que la semana pasada.
JULIAN.- Recuérdamelo.
CRESSIDA.- “Hasta donde puede la ley sola conseguir la igualdad de
género”
JULIAN.- No sabría por donde empezar.
CRESSIDA.- No debí haber escogido esto. Dieron otros títulos. Debí haber
buscado uno más fácil (Buscando entre sus notas) Sí. “Si lo personal es
político, debería la ley intervenir en el dominio privado”
JULIAN.- Más fácil. Ya veo. No me considero un idiota, pero no entendí
una sola palabra de lo que dijiste.
Suena su celular que está en el bolsillo de atrás. Lo responde.

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JULIAN (cont. ) ¿Sí (Escucha) Eddie, ¿sí? (Escucha) Dios. ¿Qué pasó con
el DAX? ¿Qué tan lejos está? (Escucha) ¿Y qué tan mal se ve nuestro
trato con Jefferson? (Escucha) ¡Veinte millones de Marcos alemanes!
Mira, Steve me vendió la idea a mí. Jefferson es su puto problema.
Necesitamos recortar nuestras pérdidas, dile que pida al DEC comprar
quinientas acciones (Escuchando pero interrumpiendo inmediatamente)
No. Utiliza a Carlo. Es más barato. Lánzalo al mercado por quinientos.
Mientras está escuchando la respuesta, el Inspector Washbourne y el
Policía Mather entran al jardín. Cressida los ve, pero Julian, inicialmente,
no los nota. Washbourne le indica a Mather que espere a que Julian
termine.
JULIAN (cont.).- (Siempre al teléfono) Yo no quiero a ninguno de
nuestros clientes fuera de esto. Beckmans nos estaba hablando acerca de
esto la semana pasada. Hay que cubrir el cincuenta por ciento del DEC
noventa y siete. Por otro lado chequea el sustento de la inversión. No
quiero que me vuelvan a agarrar en frío. Dile a George que ponga el ojo en
esto. Y si es que ve que se eleva sobre los ocho puntos dile a George que
haga un traspaso de fondos. (Se da cuenta de Washbourne y Mather) No
quiero quedarme afuera esta vez (Escucha) OK. (Deja el celular y ve a las
dos personas que se acercan) ¿Sí?
Washbourne se muestra aparentemente gentil
WASHBOURNE.-.- Tocamos el timbre de la puerta principal pero nadie
respondía.
JULIAN.- ¿Qué es lo que quieren?
WASHBOURNE.-.- Señor -
JULIAN.- Field. Julian Field. ¿Quienes son USTEDES?
WASHBOURNE.-.- (A Cressida) ¿Y usted es -?
CRESSIDA.- Soy su esposa
Washbourne y Mather muestran su credenciales.
WASHBOURNE.- Policía. Inspector Washbourne y él es el agente Mather,
somos del Escuadrón de Crímenes de Guerra de la Scotland Yard.
Silencio de desconcierto.
JULIAN.- ¿Escuadrón de qué?
WASHBOURNE.- Crímenes de Guerra. ¿Ustedes tienen a un empleado,
viviendo en este lugar, el señor Roman Kozachenko?
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JULIAN Y CRESSIDA.- ¿Sí-?
WASHBOURNE.- ¿Podríamos verlo, por favor?
JULIAN.- ¿De qué se trata?
WASHBOURNE.- Quisiéramos ver al señor Kozachenko. ¿Podría pedirle
que venga? Me gustaría que usted esté presente. ¿Se encuentra aquí?
JULIAN.- No sé dónde está.
MATHER.- Él tiene un cuarto arriba del garaje, ¿no?
CRESSIDA.- No, no. El no está allí. Probablemente esté por los arbustos.
¿Qué ha hecho?
JULIAN.- ¿Cómo saben que tiene un cuarto arriba del garaje?
WASHBOURNE.- Si pudiésemos verlo, señor-
JULIAN.- Un momento, un momento. Ustedes no pueden meterse aquí
como si nada y empezar a darnos órdenes-
WASHBOURNE.- Como le dije, señor. Estuvimos tocando la puerta
principal–
CRESSIDA.- Le pedí a Romka que lo arreglara. No podemos escuchar
desde aquí.
JULIAN.- No importa lo del timbre. ¿De qué se trata? ¿Qué escuadrón?
¿Qué escuadrón de la Scotland Yard?
WASHBOURNE.- Crímenes de Guerra, señor. Si pudiésemos ver al señor
Kozachenko –
CRESSIDA.- Mejor tráelo, Jules –
Julian duda, luego va. Washbourne le hace una seña a Mather para que
siga a Julian. Silencio incómodo.
CRESSIDA (cont.) Hay muchos de ustedes, ¿no?
WASHBOURNE.- Sí.
CRESSIDA.- En nuestra cuadra.
WASHBOURNE.- Sí.
CRESSIDA.- Se trata de algo serio, ¿no? Quiero decir, no se trata de una
infracción vehicular.
Ella trata de reír pero no puede; Washbourne no responde.
CRESSIDA (cont.) ¿Está seguro de estar en la casa correcta?
Julian y Mather regresan con Roman.
MATHER.- Creo que este es el caballero, jefe. Ya me identifiqué.

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WASHBOURNE.- Soy el Inspector Washbourne del Escuadrón de Crímenes
de Guerra, Scotland Yard. ¿Usted es?
ROMAN.- (Con referencia a Mather) Ya se lo he dicho a él.
WASHBOURNE.- Dígamelo a mí
ROMAN.- Soy Roman Kozachenko.
WASHBOURNE.- ¿Y donde nació, señor?
ROMAN.- Nací en Starivka, Ucrania, el 2 de diciembre de 1917. Pero soy
ciudadano británico.
WASHBOURNE.- Apreciaría me de además el nombre de sus padres,
señor-
JULIAN.- ¿Qué es esto? Tenemos derecho a saber de qué diablos se trata
todo esto.
WASHBOURNE.- (A Julian) Hemos recibido información que vincula al
señor Kozachenko con crímenes de guerra cometidos en Ucrania en 1941.
JULIAN.- ¿Crímenes de guerra? ¿Qué crímenes de guerra?
WASHBOURNE.- Asesinato. El asesinato de ochocientos diecisiete judíos.
(A Roman) El nombre de sus padres, si no es molestia, señor –
ROMAN.- Mi padre, Ivan. Mi madre, Olya.
Washbourne y Mather intercambian información, muestran conformidad.
WASHBOURNE.- Señor Kozachenko, tengo una orden aquí para
inspeccionar sus cuartos (A Julian) La orden también incluye su casa,
señor. (Le extiende la orden a Julian)
JULIAN.- ¿Van a inspeccionar mi casa? ¿Para qué? Yo no tengo nada.
¿Con qué derecho van a inspeccionar mi casa?
CRESSIDA.- Nuestra casa-
Oscuro.
Luz. El mismo lugar. Horas después. Julian, Cressida y Roman observan a
Washbourne firmando un documento que le alcanza a Roman. Mather
curiosea.
WASHBOURNE.- Señor Kozachenko, aquí hay un recibo con los objetos
que estamos tomando de su cuarto.
Le da el recibo. Mather le alcanza a Washbourne otra hoja que también
firma y luego se la alcanza a Julian.
WASHBOURNE (cont.).- (A Julian) Y aquí está su recibo, señor Field.
Cressida se apresura sobre Julian y ambos estudian el recibo.
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CRESSIDA.- Se están llevando los álbumes de fotografías de mi papi y su
diario de guerra.
Julian va hacia Roman y estudia su recibo.
WASHBOURNE.- Todo será devuelto a su debido momento.
CRESSIDA.- ¿Qué quiere decir con “su debido momento”? Son nuestras
cosas.
JULIAN.- ¿Por qué toman su pasaporte? Es ridículo. El no irá a ningún
lado. (Notando algo más) ¿Libro de pagos? ¿Libro de pagos? ¿Qué libro de
pagos? Nosotros no anotamos lo que le pagamos en un libro de pagos. Ya
sé. Se trata de algo sobre los impuestos, ¿no es así? Tiene que ver con eso.
¿Podrían, por favor, tener la cortesía de responder al menos una
pregunta? ¿Tiene que ver esto con evasión de impuestos?
MATHER.- Es el libro de pagos de la armada.
JULIAN.- ¿Libro de pagos de la armada? (A Roman) ¿Has guardado tu
libro de pagos de la armada todos estos años?
CRESSIDA.- Comisario –
WASHBOURNE .- Inspector –
CRESSIDA.- Inspector, o lo que sea. Esto es una pesadilla, sabe, una
absoluta pesadilla. ¿Cuántos judíos dice que asesinó?
WASHBOURNE.- Ochocientos diecisiete.
CRESSIDA.- En 1941
WASHBOURNE.- Señor Kozachenko, ahora regresaremos a Londres para
analizar los objetos que estamos tomando y hacer nuevas investigaciones.
Esto debería tomar un poco de tiempo. Cuando estemos listos, lo
llamaremos para interrogarlo en la Scotland Yard. También querremos
interrogarlo a usted y a la señora Field, señor.
JULIAN.- ¿Qué demonios se creen? ¿Llamarlo para interrogarlo?
¿Interrogarnos? ¿Acaso se ven a ustedes mismos como una suerte de
fuerza moral? ¿Repentinamente del lado del bien? ¿Acaso no están
hartos de condenar a inocentes? ¿De no fijarse en las cosas que realmente
nos pasan? ¿Sabían que el año pasado se metieron a mi carro en Chester
Row -?
CRESSIDA.- (Tratando de pararlo) Jules -
JULIAN.- (Sin moderarse) En el mismo Belgravia, saben, a plena luz del
día, le arrancaron la radio, en Chester Row, Londres lado este, ¿dónde
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diablos estaban ustedes? ¿Inculpando a algún pobre bastardo negro en
Brixton? Vienen aquí altaneros y prepotentes, buscando pruebas
contundentes. Burlándose de nuestra casa. Moviendo nuestras cosas de
arriba abajo como si fuésemos criminales, comportándose como los
matones de la Gestapo. Voy a denunciar lo que está ocurriendo aquí. No
voy a dejar esto así de ninguna –
Suena su teléfono. Contesta
JULIAN (cont.).- (Al que lo llama) ¡Ahora no! (Cuelga pero está agotado)
WASHBOURNE.- (Continuando con Roman como si no hubiese habido
interrupción) Y le recomendamos, señor Kozachenko que haya un
abogado con usted cuando lo estemos interrogando. Buenos días, perdón,
buenas tardes.
Él y Mather se van.
CRESSIDA.- Eso fue estúpido, Jules. ¿Por qué discutes siempre?
JULIAN.- ¿Por qué? ¿Por qué? Porque me da la gana, por eso.
Silencio tenso.
JULIAN (cont.) Necesito un trago.
CRESSIDA.- Sí, por favor.
JULIAN.- ¿Romka?
ROMAN.- Por favor.
Julian está a punto de entrar a la casa cuando Roman se quiebra y llora
suavemente.
JULIAN.- Romka. Vamos a pelear esto. No vamos a permitir este abuso.
Vamos a pelear con esos bastardos.
Entra. Cressida va hacia Roman. Pone el brazo alrededor de él para
confortarlo.
CRESSIDA.- Por favor, no llores, Romka, querido Romka, por favor, no
llores.
ROMAN.- Yo no soy el hombre que ellos buscan.
CRESSIDA.- ¿Tenías idea de que ellos vendrían esta mañana?
ROMAN.- No. Pero yo – (se quiebra de nuevo)
CRESSIDA.- ¿Qué?
ROMAN.- Unos meses atrás, en Pascua, cuando fui a Londres, al club, yo
escuché, la gente me cuenta que la policía hacía preguntas, por aquí, por
allá –
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CRESSIDA.- ¿Preguntas sobre ti? ¿Por qué no nos lo dijiste?
ROMAN.- No soy yo, Cressy, ellos investigan al hombre equivocado. Yo no
soy ese hombre. Se lo digo a él, al Inspector, pero él no me dice nada. Le
digo que investigan al hombre equivocado. Se lo digo una y otra vez. -
CRESSIDA.- Y el no dijo nada.
ROMAN.- Le pregunto, ¿qué asesino?, ¿qué judíos? ¿Dónde, cómo, qué? Él
no responde. Solo hace que estos hombres busquen, arriba, abajo, debajo
de la cama, busquen pistas, todos estos hombres buscando pistas ¿Dónde
pistas? Abren cajones, las alacenas, la caja de herramientas, le pregunto
¿Por qué? ¿Qué? Él no responde. Le digo, no soy yo. Esto no está bien,
Cressy. Yo soy un hombre mayor.
Corto silencio.
CRESSIDA.- ¿Cuántos judíos dijo que habían sido asesinados?
No responde. Julian regresa cargando una bandeja con dos botellas y tres
vasos.
JULIAN.- (A Roman) No había vodka pero encontré esta cosa que traje de
Suecia.
ROMAN.- No hay problema.
Julian sirve whisky para él y Cressida y le extiende la botella y el vaso a
Roman. Beben.
CRESSIDA.- Te llevaré a misa el domingo, Romka.
ROMAN.- Muy bien. Gracias.
CRESSIDA.- ¿Vienes con nosotros, Jules?
JULIAN.- No.
Silencio. Beben.
CRESSIDA.- Oh, Dios –
JULIAN.- ¿Qué? –
CRESSIDA.- Esto se me está yendo directo a la cabeza. Solo uno y ya me
dio hambre, iré a preparar el almuerzo.
ROMAN.- Yo hago.
CRESSIDA.- No, Romka –
Pero él sale. Silencio
CRESSIDA (cont.).- ¿Cuántos judíos dijo que fueron asesinados?
JULIAN.-¿Qué importancia tiene la cantidad de judíos? Ellos investigan al
hombre equivocado, ese es el problema. ¿Romka? Impensable.
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CRESSIDA.- Creo que dijo ochocientos –
JULIAN.- Algo así –
CRESSIDA.- La cabeza me da mil vueltas –
JULIAN.- No tomes más –
Julian vuelve a llenar ambos vasos.
CRESSIDA.- ¿Qué vamos a hacer?
JULIAN.- Buscaremos asesoría. Asesoría legal. Llamaré a Rodney –sí,
espera un momento – tengo una idea.
CRESSIDA.- Rodney no es el hombre para esto.
JULIAN.-Pero el sí sabrá quien - (suena su celular; contesta) ¿Sí?
(Escucha) Dile a George de mi parte, que si jode todo, yo personalmente
separaré su parte íntima del resto de su cuerpo. ¿Está claro? Bueno.
Díselo. (Corta) ¿De qué hablábamos?
CRESSIDA.- No recuerdo – espera – Yo te pregunté cuántos judíos – y tú
dijiste - ¿qué dijiste?
JULIAN.- Yo dije – yo dije – Lo perdí –
CRESSIDA.- Tú dijiste algo sobre Rodney-
JULIAN.- Eso, y tú dijiste que Rodney no nos convenía. Tenía una idea y
luego el maldito teléfono sonó – ¿qué era? – se me ocurrió algo – espera –
Me acordaré – Asesoría legal – Necesitamos asesoría legal - ¿No dijo ese
pequeño imbécil algo acerca de conseguir un abogado? - ¿cuándo
interrogue a Romka – y yo pensé – crímenes de guerra, judíos asesinados,
sí, espera un momento- conseguiremos un abogado, claro, claro, sí. Ya
recuerdo. Se me ocurrió algo bueno. No conseguiremos cualquier abogado.
Claro, es obvio. Conseguiremos un abogado judío.
Sonríe triunfalista. Ella se sirve otro whisky. Oscuro.
Luces. Unos días después. Temprano por la tarde. Marian Stone, ágil,
relajada, atractiva, muy bien vestida, parada en la terraza, admirando la
vista. Después de un momento Julian ingresa desde el jardín.
JULIAN.- Lo siento, no puedo encontrarla. No se está sintiendo muy bien.
Estos últimos días han sido brutales. Como puede imaginarlo. Fue a dar
una vuelta pero no la veo. Si llevara un celular, la podría llamar (sonríe).
Ella sabe que venía –
MARIAN.- Quizas podría conocer a Mr. Kozachencho.

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JULIAN.- Cressida pensaba que los tres deberíamos hablar primero. Cada
uno ha hecho una lista de las cosas que queremos conversar con usted.
(Saca una hoja de papel de su bolsillo) ¿Está bien?
MARIAN.- Por supuesto.
JULIAN.- (Pausa incómoda) ¿Algo de tomar? Champagne, whisky -?
MARIAN.- No, gracias, la mente debe estar clara.
JULIAN.- Agradezco que haya podido venir.
Sin respuesta.
JULIAN (cont.).- ¿Sabe usted cuales son los argumentos con los que lo
van a atacar, evidencias, testigos -?
MARIAN.- No.
Silencio incómodo.
JULIAN.- Estos – estos hechos pasaron hace más de cincuenta años.
MARIAN.- Sí, así es.
JULIAN.- Entonces, ¿por qué ya no se olvidan de esto?
MARIAN.- Porque las leyes han cambiado. Claro, nunca hubo un estatuto
de limitación para el homicidio. Y hasta antes de la última enmienda de la
constitución que juzgaba actos de guerra, las cortes británicas solo
juzgaban a los ciudadanos británicos que habían cometido homicidio fuera
o dentro del país, pero no tenían jurisdicción sobre aquellos que se
volvieron ciudadanos británicos o que residían en Inglaterra después de
la guerra. Razón por la cual si los alegatos de la acusación corresponden a
la jurisdicción después de esta última enmienda podría ser juzgado bajo
ella. ¿Me entiende?
JULIAN.- Sí. (No entiende) ¿Este tipo de casos es su especialidad?
MARIAN.- ¿Este tipo de casos?
JULIAN.- Crímenes de guerra –
MARIAN.- No creo que los crímenes de guerra sean especialidad de nadie,
señor Field. A excepción de algunos hombres muy viejos y empleados de
las Naciones Unidas.
Él la mira avergonzado, sonríe.
JULIAN.- Usted no parece judía.
MARIAN.- ¿Debo tomarlo como un halago?
JULIAN.- No, no, es solo – yo – no, no del todo –

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MARIAN.- Se la haré fácil. No parezco judía sin importar lo que signifique
eso, porque no soy judía.
JULIAN.- Oh.
MARIAN.- Pero en todo caso soy lo mejor que le sigue, estoy casada con un
judío. Es una de las primeras cosas que siempre dejo saber. Nos protege
de cualquier situación incómoda que se pueda presentar más adelante.
Que en el caso de ustedes estoy segura, no será así.
JULIAN.- Pensé que un abogado judío, en este caso, podría ser una buena
idea. Lo consulté con mi abogado. Rodney Butler. Él también pensó que
sería una buena idea. ¿Cuál fue el problema?
MARIAN.- ¿Cree usted que hubo un problema?
JULIAN.- No, no, no, no, no, me he expresado mal, lo que quise decir fue –
no, no, no –
MARIAN.- Parece que lo pongo nervioso. ¿Por qué?
JULIAN.- No, no, no, no. Solo me preguntaba – quiero decir – cómo fue que
la encontraron.
MARIAN.- Sí, veo que se ha expresado mal. Le contaré cómo fue que
llegaron a mí. Aparentemente su señor Butler trabaja con mucha gente.
Absolutamente todos rechazaron hacerse cargo del caso. Esta mañana
conversó con nosotros. Uno de nuestros principales socios, Alan Ross,
judío, dijo que no haríamos de este caso nuestro Caballo de Troya. Pero él
es un hombre consciente, de la vieja escuela. Y un buen abogado.
Entonces habló conmigo. Yo veo muchos de los casos sobre crímenes, las
denuncias de este tipo son de interés especial para mí, así que aquí estoy.
JULIAN.- No sabía que los abogados se podían rehusar a tomar un caso.
MARIAN.- Los de un estudio sí, pero un independiente no.
Pausa incómoda.
JULIAN.- Somos católicos, “católicos”, vamos a miiiisa. Yo me convertí.
Pero no soy muy practicante. Mi esposa sí es de las verdaderas. Igual que
el señor Kozachenko. Ir a misa es parte de sus vidas. Mi difunto suegro –
Bueno, mejor esperemos que llegue Cressida, ella sabrá contarlo mejor.
Así que usted es abogada de criminales.
MARIAN.- ¿Y usted practica para ser tan ofensivo o es que le sale
natural?

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JULIAN.- Lo siento, lo siento, lo siento, pero, esto que le voy a decir sí es
un halago. Usted no parece abogada. Se ve tan – tan – en forma.
Sin respuesta.
JULIAN (cont.).- Usted va al gimnasio, me imagino, ¿no?
MARIAN.- Sí.
JULIAN.- ¿Qué, dos, tres veces a la semana -?
MARIAN.- Dos.
JULIAN.- ¿Hace pesas, corre, bicicleta, todo eso -?
MARIAN.- Sí, todo eso. Y defensa personal.
JULIAN.- ¿Defensa personal? ¿En serio? ¿Qué cosa, judo, kung fu - ?
MARIAN.- No. Kick boxing.
JULIAN.- Kick boxing, ya veo.
Pausa incómoda.
JULIAN (cont.) Yo trabajo con el dinero. Derivados. (Va hacia el jardín,
mira y regresa) Mucha gente piensa que eso es inmoral.
MARIAN.- ¿Mucha gente piensa que es inmoral?
JULIAN.- Hacer dinero a partir del dinero. ¿Usted no piensa así, verdad?
MARIAN.- No. No me parece que sea inmoral, pero por lo visto a usted sí.
Julian trata de reírse pero no se anima.
JULIAN.- Mi esposa está estudiando para obtener su grado – tarde –
quiero decir, ella es mayor que yo – yo fui a la universidad de Bristol –
Historia – ella nunca pudo ir a la universidad, así que ahora – Programa
para adultos – no se cómo se le llama en verdad – pero la admiro mucho –
es mucho trabajo – no le queda mucho tiempo para nada más. Estudios de
Géneros. Esa es su especialidad.
Pausa incómoda.
JULIAN (cont).- Tengo los viernes libres.
MARIAN.- Está bien para algunos.
JULIAN.- Hoy tuve suerte. Dos días libres esta semana. Toda nube tiene
su – (no termina la frase y sale a ver y regresa) Esto nos ha caído como un
balde de agua fría.
MARIAN.- Me imagino.
JULIAN.- Nosotros vivíamos sin preocupaciones, por así decirlo. Durante
la semana, Cressida se queda aquí, estudiando, escribiendo esos
indescifrables ensayos, Romka – ése es el sr. Kozachenko, su nombre es
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Roman pero nosotros le decimos Romka-, organizando la casa. Él es su
única compañía. Yo me voy a la ciudad, trabajo como burro, todo el día al
teléfono haciendo transacciones, y entonces pasa esto. Algo que uno
nunca pensaría. Crímenes de guerra. Scotland Yard. Es como si de pronto
te dijeran que tienes una enfermedad terminal. Ya no puedes pensar en
nada más. Curiosamente, ante esto, las preocupaciones diarias se vuelven
triviales. Enterramos a nuestra gata la semana pasada. Eso es lo más
relevante que ha pasado últimamente en nuestras vidas. Lo que me
recuerda, que debo ir a visitarla a su tumba. ¿Eso fue la semana pasada?
Parece que fue hace un siglo. Supuestamente íbamos a ir a Glyndebourne
este jueves. La Flauta Mágica. Ahora nos suena ridículo. Y eso que somos
muy aficionados a la ópera. Vamos todo el tiempo. Ahora es lo último que
quisiera hacer. (La mira por un momento). ¿Le gusta la ópera?
MARIAN.- No.
JULIAN.- Ah.
MARIAN.- Prefiero el teatro.
JULIAN.- No debería.
MARIAN.- Si, sí debería.
JULIAN.- Pero ya nadie va al teatro.
MARIAN.- Siempre se ve bastante lleno cuando yo voy.
JULIAN.- ¿Y la ópera no?
MARIAN.- No.
JULIAN.- Pero todo el mundo va a la ópera.
MARIAN.- Yo no.
Ella se ríe. Silencio incomodo.
JULIAN.- Sobre el Sr. Kozachenko.
MARIAN.- ¿Si?
JULIAN.- Yo estoy determinado a pelear hasta el final.
No responde.
JULIAN (cont).- Conozco a Romka desde que me casé, eso es diez años, y
puedo asegurarle con absoluta certeza que él es incapaz de matar a
alguien. Mi difunto suegro, que era una persona con excelente juicio, creía
que Romka era uno de los pocos buenos hombres que había conocido en su
vida. Y yo pienso igual. Toda esta acusación es simplemente un error.

18
Romka es inocente. Yo creo que se trata de un error de identidad como en
el caso de-
Entra Cressida
JULIAN (cont).-Cressy. (buscando la tarjeta de Marian). Ella es la
señorita Marian Stone del estudio Horton, Cooper y Ross. Ella es mi
esposa Cressida.
Marian y Cressida se dan la mano.
CRESSIDA.- Qué bueno que pudo venir.
JULIAN.- Sí, le decía-
CRESSIDA.- ¿Le has ofrecido algo a la señorita Stone?
MARIAN.- Prefiero “señora”- (Marian saca un documento de su maletín)
JULIAN.- No desea nada. (Jala a Cressida a un lado). Ella no es judía. Su
esposo sí.
MARIAN.- Querían hablar conmigo-
CRESSIDA.- Pensé que sería buena idea poder preguntarle algunas cosas,
hicimos una lista - (Se acerca a la mesa y saca su lista)
MARIAN.- Por supuesto.
CRESSIDA.- Estamos muy confundidos, totalmente perdidos. Y también
quizás podríamos darle información del pasado. Eso podría ayudar-
MARIAN.- Sí, podría ayudar-
CRESSIDA.- Sentémonos.
Todos se sientan. Momento incomodo.
CRESSIDA (cont).- Siento mucha envidia de usted.
MARIAN.- ¿Por qué?
CRESSIDA.- Me hubiese encantado estudiar abogacía. Pero mi padre era
inválido. E, irónicamente, mi madre, que fue muy sana durante toda su
vida, fue la primera en morir, cuando yo tenía diecisiete años. Hubiese
querido ir a la universidad, pero alguien tenía que cuidar de papá, quiero
decir, Romka – así es como llamamos al Sr. Kozachenko, su nombre es
Roman pero le decimos Romka – él, no podía solo, entonces era imposible
para mi ir a – pero, estoy tratando de conseguir un título ahora, no en
abogacía, en Estudios de Género –
MARIAN.- Sí, su esposo me contó –
CRESSIDA.- Creo que él no está de acuerdo ¿O sí Julian?
JULIAN.- Claro que sí –
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CRESSIDA.- (a Marian) ¿En qué universidad?
MARIAN.- Oxford.
CRESSIDA.- ¿Estudió abogacía?
MARIAN.- Primero estudiamos filosofía, luego abogacía.
JULIAN.- Caramba.
CRESSIDA.- Pero usted me hace sentir como una amateur.
MARIAN.- No, no, no, solo significa que pasé los exámenes, eso es todo.
Señora Fields –
CRESSIDA.- Cressida –
MARIAN.- Creo que deberíamos discutir la razón por la que he venido. Y
después quiero hablar con el Sr Kozachenko. Debo regresar a Londres
esta noche. Tengo una reunión mañana muy temprano.
CRESSIDA.- Sí, sí, mil disculpas. Déjeme ver por donde empiezo. (Mira su
lista).
JULIAN.- Dígale a Cressy lo que me dijo.
MARIAN.-¿Sobre qué?
JULIAN.- Sobre la ley y todo eso.
CRESSIDA.- Sí, ¿Y puede decirnos de donde provienen esas acusaciones,
esta información – ?
MARIAN.- Obviamente todavía no he tenido mucho tiempo para poder
hacer averiguaciones o realizar alguna investigación, pero, lo que es
cierto, es que hace diez años, el centro Simon Wiesenthal de Los Ángeles
produjo una lista de nombres, que según ellos, contenía a criminales de
guerra que vivían en Gran Bretaña desde hace muchos años. Otra lista fue
suministrada por la Embajada de la antigua Unión Soviética. El nombre
del señor Kozachenko aparece en las dos listas. Según uno de mis
contactos en la policía, el nombre del sr. Kozacheko, volvió a salir en las
investigaciones de las policías de Australia y Canadá sobre problemas
similares. Todo esto pasó a la Scotland Yard. No tengo idea de cuál es la
evidencia que fundamenta la acusación de la Scotland Yard.
JULIAN.- ¿Y no sabemos nada de donde ocurrieron estos asesinatos, o
algún otro detalle?
MARIAN.- Yo no, pero la Scotland Yard sí.
CRESSIDA.- ¿Dice que el gobierno recibió esta lista hace diez años? ¿Por
qué no presentaron cargos en ese entonces?
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MARIAN.- Porque, se lo explicaba a su esposo –
JULIAN.- Julian –
MARIAN.- La ley no lo permitía. Pero la ley ha cambiado. Cuando estos
hombres de la Europa Occidental ingresaron a Gran Bretaña después de la
guerra, no podían ser juzgados por estos crímenes porque no eran
ciudadanos británicos cuando cometieron los crímenes. Eso, en esencia,
es lo que la nueva ley cambió. Ahora podemos juzgarlos como cualquier
otro ciudadano británico. Hay algo de eso que, nosotros los abogados,
llamamos legislación retrospectiva con la que yo no estoy de acuerdo.
Pero ahora esa es la ley. Y es la razón por la cual estamos aquí.
CRESSIDA.- Esto no esta bien, no puede ser, ¿Perseguir a un hombre viejo
por crímenes que según ellos se cometieron hace más de cincuenta años?
MARIAN.- No creo que ese sea un buen argumento. ¿Si un hombre viejo
comete un crimen, no cree usted que debería de pagar la pena tan igual
como cualquier otro? Después de todo, un crimen es un crimen. Y no creo
que los años tengan nada que ver con eso. ¿Dónde trazar la línea?
¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que un hombre ya no sea juzgado
por haber cometido un asesinato? ¿Cinco años?¿Diez, veinte?. La
moralidad de la justicia establece que una falta debe ser pagada sin
importar qué tanto tiempo atrás fue cometida.
JULIAN.- Aquí va una de mis preguntas ¿Cuál es el fin?
MARIAN.- ¿Cuál es el fin de qué?
JULIAN.- De un juicio. Supongamos que Romka va a un juicio y es
encontrado culpable. Muy bien. Lo mandan a prisión. ¿Pero cuál es el fin?
¿El fin es que sea rehabilitado para que pueda regresar a la sociedad y
llevar – cual es la frase – una vida útil?¿O lo encerrarán de por vida para
que no vuelva a cometer un crimen de esa naturaleza?
MARIAN.- Buena pregunta. ¿Castigamos o rehabilitamos? Pero esas no
son las únicas razones para un juicio. Un juicio, también puede servir
para que una sociedad entienda los estándares bajo los cuales debe vivir.
Este juicio, si ahondamos un poco, puede demostrar la repugnancia de
nuestra sociedad a los crímenes por los que el señor Kozachenko y otros
son acusados. Nosotros, por supuesto, no sabemos aún cuales son las
particularidades pero podemos estar seguros de una cosa: los detalles

21
sobre cómo ochocientos diecisiete judíos fueron asesinados, van a ser
dolorosos.
CRESSIDA.- (Consultando a su lista) ¿Y supongo que un juicio también
puede ser visto como un arma disuasiva, no?
JULIAN.- Oh, Cressy, no seas tonta. Nadie va a empezar a matar judíos en
estos días, ¿no lo crees?
MARIAN.- Eso es discutible.
Pequeño silencio.
MARIAN (cont).- Aunque parezca extraño, es una de las objeciones que yo
tengo en este caso.
JULIAN.- No entiendo.
MARIAN.- Airear estos eventos puede terminar siendo un impulso para
esa idea de “judío-carnada”. No es que tenga que hacerse mucho para eso.
Mi esposo es periodista –
JULIAN.- Gerald Stone, claro –
MARIAN.- Sí. Cada vez que escribe una historia recibe mails de lo más
increíbles, cargados de odio. Una vez, escribió una pequeña crítica al
Ministerio de Relaciones Exteriores, en donde citó una frase ya conocida.
Cuando las primeras noticias del Holocausto llegaron, se dice que un
oficial dijo “Oh, los judíos están siempre quejándose”. Al día siguiente que
el articulo de Gerald fue publicado, nos mandaron un caja. Contenía
excremento.
CRESSIDA.- Oh por Dios, qué terrible –
MARIAN.- Así que esta investigación, un juicio, evidencias, testigos,
argumentos, pueden liberar el veneno. Esto, en sí mismo, es veneno, pero
no quiero ni empezar con eso, nos tomaría toda la noche. No. Lo que
especialmente me asusta es algo más. Que aquellos que niegan la
existencia del Holocausto hagan su agosto con todo esto.
JULIAN.- Sí, pero se trata de gente loca. ¿no?
MARIAN.- Algunos. Otros son renombrados académicos, que se han
tomado la molestia de probar, científicamente, que el Holocausto es solo
otra conspiración judía. Hasta he llegado a escuchar que lo llaman la
fantasía judía.
CRESSIDA.- Eso es retorcido.

22
MARIAN.- Sí. Y, por supuesto, las palabras “crímenes de guerra”, son
también retorcidas en cierta forma. Ellas son la justificación más
económica para la mayoría de conflictos armados que yo conozco.
Contienen, si las miran bien, una simplicidad que es alarmante. “Crímenes
de guerra”. Ellas, sugieren automáticamente que la guerra está bien, que
la sociedad acepta la guerra como legal, pero a la huella de sus excesos
hay que llamarla crímenes. Hombres y mujeres se pueden matar entre
ellos pero solo hasta cierto punto. Todo eso contenido en esas tres
palabras. Bonito ¿no? (mira su reloj). Ahora, por favor cuéntenme que
pasó el viernes.
JULIAN.- La policía tenía una orden de cateo y se llevaron un montón de
cosas incluyendo el pasaporte de Romka, y una vieja bitácora de pago de
la armada, no se qué más, él tiene un recibo, pero aquí está lo que se
llevaron de nosotros. (Le alcanza el recibo a Marian). Puede ver ahí, el
diario de guerra de mi suegro, algunos álbumes de fotografías, cartas y
evidentemente un folder con la etiqueta de R.K., que no recuerdo haber
visto nunca, ¿tu lo recuerdas, Cressy?
CRESSIDA.- No, y por ende no tengo ni idea de lo que hay en él.
MARIAN.- ¿Cuándo fue que el Sr. Kozanchenko vino a trabajar con
ustedes?
CRESSIDA.- Antes de que yo naciera. 1947, creo. Mi padre era mayor
durante la guerra, en Inteligencia. En realidad, era un maravilloso
lingüista, un clasicista, destacado de Cambridge, y luego estudió ruso.
Pero lo hirieron. Había ido a dar una paseo por un bosque. En algún lugar
de Alemania. Un francotirador lo hirió dos veces. Una en el estomago y
otra en la rodilla. Parecía que se recuperaba rápidamente, o al menos eso
pensaron, y entonces tomó a su cargo un campamento de prisioneros de
guerra cerca de Rimini. Muchos ucranianos fueron llevados allí también y
por razones que nunca logré entender a varios de ellos se les permitió
venir a Gran Bretaña.
MARIAN.- El Sr. Kozachenko fue uno de ellos.
CRESSIDA.- Sí. Éramos católicos. Al igual que la gran mayoría de los
ucranianos. Romka también lo es. Y hemos vivido una vida maravillosa
como resultado de que esté aquí durante todo este tiempo. Él hace todo
por nosotros, cocina, cose, construye, investiga, arregla la cerca, maneja,
23
cosecha los más maravillosos vegetales, y mire ahora nuestro jardín, él es
un salvavidas, nada es demasiado problema para él. En el campamento,
mi padre se dio cuenta de lo útil que podría ser y desde entonces se
convirtió en una suerte de servidor no oficial. Mi Papi no se había
recuperado realmente de las heridas. Lo sé porque recuerdo una foto de
mi papi en una silla de ruedas empujado por Romka. En el campamento.
Cerca de Rimini.
MARIAN.- ¿Estaba esa foto en el álbum que se llevaron?
CRESSIDA.- No lo sé, puede que sí. No he visto ese álbum en años. Cuando
se acordó que los ucranianos pudiesen ingresar al país, mi padre, no se si
de manera formal o usando sus influencias – ¿todo se mueve por
influencias, no? – hizo que Romka viniese a vivir y trabajar con nosotros.
Esta casa ha sido de nuestra familia por mas de cien años. Así que papá
podía vivir de sus pensiones y – (se quiebra). Necesitaba a alguien que
cuidara de él. Se cansaba fácilmente. La herida de su estomago nunca
sanó del todo. No estaba casado, entonces. Se casó después. Conoció a mi
madre en los cincuentas, 1958, creo. Ella era enfermera. Se volvió su
enfermera. Yo nací en 1960. Papá ya tenía 55.
Pequeño silencio.
CRESSIDA (cont).- Romka ha sido miembro de esta familia por más de
cincuenta años. Toda una vida. Él ha sido mi niñera, mi mentor, amigo y
compañía toda mi vida. Ha sido como un segundo padre para mi. No
conozco a nadie tan bien como a él.
JULIAN.- Pero uno no puede dejar de cuestionarse, ¿no?¿Qué tanto
cuanto?? se puede conocer a una persona?
Pequeño silencio.
CRESSIDA.- No he dormido ni una sola noche desde que esto pasó. Me ha
costado pegar el ojo. Solemos llevar una vida tranquila, ordenada,
predecible. Muy bien cuidada. Ahora, esto. Yo antes pensaba en esto
como– esas cosas que existen de manera general, pensaba como si fuese
el tipo de cosas horrorosas cuyos detalles es mejor no conocer. Y luego
uno trata de imaginar la maldad, la crueldad, el sadismo, la barbarie. Uno
se imagina víctima. Las palabras genocidio, Holocausto, La última
solución, palabras tan fáciles de decir, pero tan difíciles de comprender.
¿Fue Romka capaz de formar parte de estos horrores?, me lo he
24
preguntado una y otra vez. ¿Es acaso un monstruo que ha vivido entre
nosotros todos estos años? Lo digo con absoluta confianza, por tantos
años que lo conozco, que él no tiene ni un ápice de crueldad. Romka no es
malo.
MARIAN.- Preferiría que no utilice esa palabra.
CRESSIDA.- ¿Qué palabra?
MARIAN.- Malo. Mi esposo y yo siempre discutimos sobre si los
perpetradores eran realmente malos. Yo no creo en la maldad. Tengo un
muy buen argumento con respecto a eso. Pero no entremos en ese tema
ahora. ¿Es casado?
CRESSIDA.- Es viudo. Se casó con una mujer irlandesa. Se llamaba
Maureen. No eran muy felices. Los dos tomaban mucho.
Silencio incómodo.
JULIAN.- Ella le pegaba. Era un hombre maltratado –
CRESSIDA.- Jules ¿Acaso es eso relevante?
JULIAN.- ¿Quién sabe? Nunca se quejó. Hasta lo que yo sé, él nunca le
respondió, aunque hubiese querido. Así y todo, a mi suegro le caía bien.
CRESSIDA.- Papi siempre fue un hombre optimista con respecto a la
gente. Solo veía lo bueno de las personas.
Julian se ríe.
JULIAN.- Ella dice eso porque él solo vio mi lado bueno. De todas formas,
una noche, hace tres años, Maureen tuvo un paro cardiaco, seguro
estaban peleando. Ella se recuperó, y decidió ir a tratarse a Irlanda donde
murió. Lo raro es que, Romka la extraña. Cressy hablaba de eso el otro
día.
Marian consulta sus notas.
MARIAN.- ¿Alguna vez escucharon al Sr. Kozachenko hablar de la
guerra?
CRESSIDA.- No en realidad ¿Y tu, Jules?
JULIAN.- No lo creo.
MARIAN.- ¿Nunca?
JULIAN.- Lo hemos escuchado renegar de los comunistas, ¿no es cierto?
Stalin y todo eso. De cómo Ucrania sufría –
CRESSIDA.- Sufría terriblemente –
JULIAN.- Perdió a todo su familia, parientes, hermanos, hermanas.
25
CRESSIDA.- Él odia a los comunistas.
MARIAN.- ¿Nada sobre los nazis?
CRESSIDA.- No ¿Jules?
JULIAN.- No.
MARIAN.- ¿Alguna vez mencionó a los judíos?
CRESSIDA y JULIAN.- No.
MARIAN.- ¿Están seguros?
CRESSIDA.- Seguros. No es un tema de conversación – nosotros nunca
hemos – simplemente no se habla – no es parte de nuestra – no existe
ningún judío que viva por aquí, por ejemplo –
JULIAN.- No sabemos de Milton, él de repente –
Silencio incómodo
MARIAN.- ¿De qué tipo de cosas conversan con el Sr. Kozachenko?
CRESSIDA.- Cosas practicas, del día a día, cosas ordinarias. Papá solía
conversar de cosas más serias, creo. Eran impresionantemente unidos.
Pasaban horas juntos. De alguna manera, y no puedo explicarlo, pero casi
siempre pensé que Romka era el camino de papá para obtener la gracia–
JULIAN.- Eso son solo tonterías de los católicos, el camino a la gracia –
CRESSIDA.- Julian está perdido.
Roman entra sosteniendo un pedazo de madera con el nombre de “Rosie”
escrito.
JULIAN.- Hablando del rey de Roma – (risas tímidas) Romka, ella es la
Sra. Stone.
Roman hace una venia. Marian asiente. Momento incómodo.
CRESSIDA.- Siéntate Romka, acompáñanos –
MARIAN.- Preferiría conversar con el Sr. Kozachenko a solas, si no les
molesta.
Cressida y Julian se miran. Entonces:
CRESSIDA.- Debo empezar a preparar la cena –
JULIAN.- Yo haré los pollos, Romka–
ROMAN.- Sr. Julian, esto es para la tumba de Rosie –
Julian toma la madera y se estremece.
JULIAN.- Me encargaré de esto –
Un momento de duda, entonces Cressida y Julian se van por diferentes
lados. Marian toma una libreta de su maletín, algunas notas y un lapicero.
26
MARIAN.- Por favor, siéntese.
Roman se sienta.
MARIAN (cont).- Sr. Kozachenko ¿Usted sabe por que estoy aquí?
ROMAN.- Usted es una abogada. Y llámeme Roman. O Romka. Todo el
mundo me llama Romka. Kozachenko es un trabalenguas. Mi Maureen
siempre lo decía, Kozachenko es un trabalenguas.
MARIAN.- Debo asegurarle que cualquier cosa que usted me diga será
confidencial. No hablaré de esta conversación con nadie, ni siquiera con el
señor o la señora Field. ¿Entiende?
ROMAN.- No hay problema.
MARIAN.- Así que le voy a pedir que no me mienta –
ROMAN.- Yo nunca miento. Yo siempre digo la verdad. Soy un hombre
honesto. No mentiras, yo no, nunca.
MARIAN.- Bien. Entonces nos vamos a entender. ¿Cuántos años tiene Sr.
Kozachenko?
ROMAN.- Setenta y ocho. Setenta y nueve este año. Diciembre.
MARIAN.- Se le ve increíblemente bien. ¿Y usted nació en el oeste de
Ucrania?.
ROMAN.- Ciudad pequeña. Starivka. A casi ocho kilómetros de Vilivsk.
Sur oeste.
MARIAN.- ¿Tiene idea de dónde ocurrieron los mencionados crímenes?
ROMAN.-No. Él no dijo. No sé que crímenes. Yo no soy un asesino. Es una
locura–
MARIAN.- (Consultando sus notas) Se cometieron muchas atrocidades en
Vilivsk y cerca de allí.
ROMAN.- Señora, yo soy granjero. Yo no viajo. No es como acá. Uno se
queda donde nació. Yo nunca fui a Vilivsk antes de la guerra. Vilivsk es
pueblo grande, para mi como la luna o Estados Unidos de América, nunca
estuve ahí –
MARIAN.- ¿Eso significa que estuviste en Vilivsk durante la guerra?
ROMAN.- Uno iba donde le decían. Así es la guerra. Así es el ejército.
MARIAN.- ¿Qué ejército?
ROMAN.- Primero, el ejército rojo. Yo escupo en ellos. Doy gracias a Dios,
que comunistas ya no están. Las oraciones de la gente para que ya no

27
estén, fueron escuchadas. Yo odio a comunistas. Los anti-cristianos, ¿me
entiende? Yo soy creyente.
Ella consulta sus notas de nuevo.
MARIAN.- En el verano de 1941, los alemanes atacaron Rusia y ocuparon
Ucrania. Los soviéticos fueron obligados a retirarse. ¿qué le pasó a usted?
ROMAN.- Yo bailo en la calle. Soy tan feliz cuando comunistas se van.
También pienso que Ucrania es para ucranianos no para rusos. Nuestra
tierra. Eso pienso. Así que, bailo. Y los alemanes vienen, yo soy alegre.
MARIAN.- ¿Cuántos años tenía?
ROMAN.- ¿En el 41? Yo tengo veintitrés.
MARIAN.- Edad apta para la milicia.
ROMAN.- Seguro. Formamos nuestro propio ejército. Ucraniano.
MARIAN.- El cuál cooperó con los alemanes.
ROMAN.- Señora. Yo cocino en el ejército. Eso hago en el ejército. Cocino.
Nunca disparé. Nunca he visto un muerto. Yo estaba en la cocina.
Cocinando. Yo soy buen cocinero. Pregunta a Cressy, señor Julian,
pregunte amigos que vienen a cenar aquí, les gusta mi comida.
Ella toma notas.
MARIAN.- ¿Entonces usted no sabe nada sobre las acusaciones
mencionadas por los inspectores?
ROMAN.- Nada. Él dice, que tiene información. ¿Pero que información,
señora? ¿Muerte de ochocientos diecisiete judíos? No dice más. Yo digo
que yo no se nada de estas cosas. Sé que se mataron a judíos, eso lo sé –
MARIAN.- ¿Lo sabía en esa época?
ROMAN.- Claro, lo sé. Uno tiene que saberlo. Judíos fueron asesinados.
Eso es verdad. No puedes vivir ahí y no saberlo. La gente que dice que no
sabe, miente. Nosotros sabíamos. Vimos. Vimos a los judíos, se los llevan,
y nunca los volvemos a ver. ¿Qué pensamos que pasa? ¿Qué se van de
picnic? ¿No saben cómo regresar?. No. Sabemos muy bien qué pasa.
Muchos, muchos judíos conocíamos. En mi ciudad vivían judíos. Y estos
judíos desaparecen. Se mueren. Los asesinaron. Cientos. Miles. Terribles,
terribles cosas se hicieron. Por alemanes. Por ucranianos. Eso lo sé. Lo sé
muy bien. Entonces, entonces, entonces, lo sabemos. Yo le digo, señora, no
se podía vivir en esa época, y en ese lugar y no saberlo. Imposible.
MARIAN.- ¿Cuál era su actitud frente a los judíos?
28
Roman se encoge, no encuentra las palabras.
MARIAN(cont).- Tendrá que responderme, señor Kozachenko. No tengo
ninguna duda de que la policía le hará la misma pregunta.
ROMAN.- No quiero que se sienta insultada, señora. El señor Julian me
dice que usted era judía.
MARIAN.- No, no lo soy. Mi esposo lo es pero yo no. Repetiré la pregunta.
¿Cuál era su actitud frente a los judíos antes y durante la guerra?
Después de un momento:
ROMAN.- Bueno. Le digo. Odio a los comunistas. Muchos judíos
comunistas. Muchos judíos de la policía secreta soviética comunista,
gente de Stalin todos judíos. Judíos tienen mejores trabajos, siempre de
oficina, bonito, trabajos limpios, porque, usted entiende, los judíos velan
solo por los judíos. Bueno, le digo a usted ahora, no me gustan los
comunistas, no me gustan los judíos. Para mí, todos igual. Pero, eso no
significa que yo mato judíos, que soy un asesino. No, usted pregunta, yo
digo.
MARIAN.- ¿Y ahora?
ROMAN.- ¿Ahora? No estamos en Ucrania. No soy ese hombre. No soy ese
ucraniano. Está bien, hablo mal el idioma, con acento gracioso, Mayor
Leonard decía a mi, “Romka tú hablas Mau-Mau”. Pero ahora, soy un
hombre británico. Soy un hombre diferente.
MARIAN.- ¿Y dices entonces que no fuiste parte de algún acto relacionado
con los asesinatos de los judíos en 1941?
ROMAN.- Nunca, nunca, nunca. Yo fui donde cura. Cura del pueblo. Lo
recuerdo como si fuese ayer. Padre Alexie. Le digo, por favor padre, ¿qué
hacer? El demonio, le digo, el demonio está en nuestras tierras, en
nuestra ciudad, todos lados, demonio. Se puede oler, se puede saborear,
como el azufre, ¿usted sabe a qué huele el azufre? Uno huele y saborea el
azufre día, noche, en la nariz, en la boca. Tus ojos lagrimean azufre. Así es
vivir en esa época. Le dije, al padre Alexie, yo soy cristiano, no puedo
vivir aquí con estas cosas, con el azufre, con este terrible demonio. Debo
irme. ¿Dónde? Me preguntó, ¿dónde te irías? El padre Alexie, usted
entiende, él preguntó a donde iría, qué respondí, no respondí nada.
¿Dónde podría ir? Hay guerra por todos lados. Alemanes, rusos, polacos,
por todos lados. Guerra. Me dice, Romka, estamos condenados.
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¿Entiendes? Condenados. Esto me dice el padre. Estamos todos
condenados. Lo recuerdo. No puedo respirar. Lo siento como un baldazo
de agua fría. Todos condenados. Recuerdo lágrimas, lágrimas del padre,
buen hombre, padre Alexie, las lágrimas corren por sus mejillas. Porque,
me dice, estamos metidos en la trampa del demonio, Romka. Grita fuerte,
condenados. No entiendo bien en ese momento. Pero ahora, ahora,
entiendo.
La luz empieza a desvanecerse.
MARIAN.- ¿Puedo ver el recibo que le dio el inspector?
Roman le alcanza el recibo.
MARIAN(cont).- ¿De qué eran estas fotografías, ocho fotografías?
ROMAN.- Viejas. Del ejército. Con comparsa.
MARIAN.- (asombrada) ¿Comparsa?
ROMAN.- Seguro. Sirviendo. Cocineros, asistente, mozos, ellos sirven a los
oficiales. Seguro. Nada. Sin problemas.
MARIAN.- ¿Tiene alguna idea de cuáles son las evidencias que tiene la
policía?
ROMAN.- Esto ha pasado hace cincuenta años. ¿Qué puede ser evidencia?
MARIAN.- Le pregunto.
ROMAN.- Es imposible saberlo. ¿Qué evidencia, qué?
MARIAN.- ¿ testigos?
ROMAN:- Igual. ¿Cómo pueden haber testigos? ¿Testigo de qué? Yo no
mato a nadie. Y estos testigos, hombres viejos ahora, como yo, todos
viejos. ¿Tendrán tan buena memoria? Recuerdan quién, qué, cómo. Si se
acuerdan de mí, se acuerdan mal.
Julian entra apresurado. Marian espera por él para retirarse.
MARIAN.- ¿Sabe usted que los propios miembros del Escuadrón de
Crímenes de Guerra de la Scotland Yard, fueron los que hicieron las
investigaciones allá en Ucrania?¿Tiene alguna idea de a quienes hubiesen
podido interrogar?
ROMAN.- Es imposible saber. Yo vengo aquí a Inglaterra. No tengo a nadie
más en Ucrania. Dos hermanos, una hermana, todos mas viejos que yo,
todos muertos. Otra hermana, Larisa, la bebé, para mi, mi favorita,
muerta. Desaparecidos. Sin rastro. Mi pequeña hermana Larisa. Esto es
guerra. Desde hace tiempo que estoy aquí y no le escribo a nadie en
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Ucrania. Nadie me escribe. Soy británico. Pago mis impuestos. Vivo
tranquilo, bien, no hago problemas, pregunte a Cressy y Julian. El Mayor
Leonard y yo somos amigos. Cada domingo vamos a misa juntos. Con su
esposa, Jane. Yo estoy con ella cuando él muere. Yo llevo al Mayor al
cuarto y junto con el padre, quien le dio los santos óleos, el padre Vickers,
rezamos, los tres. Y cuando el Mayor muere, también estoy con él, y lo
tomo de la mano. Un caballero inglés. Sí, le digo, este es mi país ahora.
Aquí. Gran Bretaña. Buena, justa, imparcial. Justicia británica, la mejor
del mundo. Eso creo. En ella confío. Y en Dios confío. Soy un leal creyente
de la reina Elizabeth.
Pequeño silencio
ROMAN(cont).- Señora, créame, soy inocente. Yo no maté ningún judío.
Yo no maté a nadie. Tienen al hombre equivocado. Ya cometen estos
errores antes. No soy un asesino. No soy culpable.
Silencio. Casi oscuro. Las luces se desvanecen a oscuro.

31
ACTO II

Un cuarto de interrogatorio, Scotland Yard. Algunas semanas después,


alrededor de las 10:00 am. Washbourne y Mather sentados en un lado de
la mesa con folders, papeles: Roman y Marian del otro lado. Ella, también,
tiene papeles. Un micrófono y una grabadora entre ellos.
WASHBOURNE.- La hora es 10:00 de la mañana. Sr. Kozachenko, si en
algún momento de esta entrevista, siente que necesita un descanso, o
desea ir al baño, o no se siente bien, por favor hágalo saber y tomaremos
un descanso. (Consultando sus notas). Sr. Kozachenko, queda claro que
usted ingresó legalmente al Reino Unido en febrero, 1941, y dado que sus
papeles de residencia y pasaporte están en regla, quiero empezar
preguntándole por el tiempo que pasó como prisionero cerca de Rimini a
inicios de Abril de 1945. ¿Fue tomado prisionero por las Fuerzas Aliadas
en Austria? ¿Es eso verdad?
ROMAN.- Sí.
WASHBOURNE.- Y luego fue trasladado como prisionero de guerra a
Rimini.
ROMAN.- Cerca de Rimini. Sí.
WASHBOURNE.- La mayoría de los presos ucranianos llevados a Rimini
fueron miembros de La División Galicia de la SS, ocho mil de ellos. ¿Eso lo
incluye a usted?
ROMAN.- Yo estaba en Rimini, sí.
MATHER.- ¿Fue usted miembro de La División Galicia de la SS?
ROMAN.- Si. Era el cocinero. Para esa unidad.
WASHBOURNE.- Pronto regresaré a lo de La División Galicia pero ahora
quiero preguntarle otra cosa. Los tratados de paz entre los Aliados y las
potencias del Eje establecían que todos los ciudadanos de los países
Aliados, incluyendo, por supuesto, la Unión Soviética, serían repatriados
a sus países de origen. Pero el gobierno británico se mostraba reacio a que
los ucranianos fuesen repatriados a la Unión Soviética. Se les permitió,
entonces, ingresar al Reino Unido. Cuénteme como ocurrió esto.
ROMAN.- ¿Cómo llegué al Reino Unido?
WASHBOURNE.- Sí

32
ROMAN.- No recuerdo exactamente. Hace tiempo. Cincuenta años, más,
no recuerdo –
WASHBOURNE.- Déjeme ver si lo puedo ayudar. Inglaterra sufría de una
escasez de trabajadores. ¿Recuerda usted alguna organización que
estuviese reclutando ucranianos y otras personas para trabajar aquí en
Inglaterra?
ROMAN.- No.
MATHER.- ¿Recuerda haber sido abordado por alguna organización
conocida como la Organización de Trabajadores Voluntarios de Europa,
también conocida como OTVE o su nombre en código Westward Ho!?
ROMAN.- No.
WASHBOURNE.- Entonces debe haber sido otro el camino.
ROMAN.- No lo recuerdo.
WASHBOURNE.- ¿Pero recuerda haber sido interrogado por oficiales de la
Inteligencia Británica?
ROMAN.- Claro, todo el tiempo, preguntas, preguntas. Pero británicos
tienen problemas. Muchos, muchos prisioneros, ocho mil, dice usted y
pocos británicos para preguntar. Le llamaban filtración. Eso recuerdo.
WASHBOURNE.- ¿Fue así como conoció al Mayor Leonard?
ROMAN.- Puede ser.
WASHBOURNE.- ¿Acaso no recuerda que el Mayor Leonard era uno de los
oficiales que seleccionaba prisioneros?
ROMAN.- Claro, pero usted pregunta cómo nos conocimos. Eso es lo que
no recuerdo. Claro, él me hace las preguntas –
WASHBOURNE.- Bueno, ¿No es acaso verdad que el Mayor Leonard tenía
particular interés en cualquier información que usted le pudiese brindar
sobre el personal militar soviético, armas, inteligencia, entre otras cosas?
ROMAN.- Le pregunta lo mismo a todos –
WASHBOURNE.- No estoy interesado en todo el mundo, señor
Kozachenko, estoy interesado en usted. No cree usted que, ¿al ser
cuestionado por la inteligencia de los países Aliados, hubiese dado la
impresión de ser alguien que no podría ingresar al Reino Unido?
ROMAN.- No, eso no lo recuerdo –

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WASHBOURNE.- ¿Y no cree también que la razón por la cual usted no
hubiese podido ingresar era porque había participado en el genocidio de
judíos al este de Ucrania?
ROMAN.- No, no, eso no esta bien, sin prueba, yo no formé parte, no es
posible.
WASHBOURNE.- ¿No es verdad entonces que usted se acercó al Mayor
Leonard, que había sido uno de sus interrogadores, y le ofreció
información concerniente al ejército soviético a cambio de poder ingresar
así a al Reino Unido? Y que el mayor le dijo que vería que podía hacer.
ROMAN.- ¿Qué información? Yo soy cocinero. ¿Qué información le puedo
dar yo? ¿Cómo hacer halusky, varenyky, pampusky?¿Que información
tiene un cocinero?
Marian lo toma del brazo para que se calme.
WASHBOURNE.- Bueno, yo tengo un file aquí, tomado durante nuestro
cateo, un file del Mayor Leonard de esa época, marcado con las letras
“R.K.” que contiene notas de varias conversaciones que tuvo con usted.
MARIAN.- ¿Menciona evidencia de las atrocidades?
WASHBOURNE.- No. Pero menciona que el señor Kozachenko podría
tener algunas dificultades para ingresar al Reino Unido y nosotros
sabemos que la única razón por la cuál un ucraniano podía pasar por este
tipo de dificultades era por estar vinculado a las atrocidades cometidas
durante la guerra. ¿Cómo responde a eso señor Kozachenko?
ROMAN.- Yo hablo con el Mayor Leonard. Eso es cierto. Nos hicimos
amigos. Eso es cierto. Él es un hombre enfermo. Pierna mala. Mucho dolor
para caminar. Yo lo ayudo. Él es hombre decente. Él es el único oficial
británico que venía a la misa con los prisioneros. El único. Él es buen
hombre. Después de misa, muchas veces, caminábamos, yo lo empujaba
en su silla de ruedas. Yo le gustaba. El decía, Romka, yo cuidaré de ti. Eso
fue lo que él dijo. Yo no ofrecí nada.
MATHER.- ¿Entonces alega que las notas del Mayor Leonard de esa época
son incorrectas?
MARIAN.- Dado que el no tiene acceso a las notas, no creo que mi cliente
pueda responder sobre eso.
WASHBOURNE.- Pero ésta es una foto suya y del Mayor tomada en esa
época ¿No es así? Le estoy enseñando al señor Kozachenko una fotografía
34
del álbum del Mayor Leonard, número LA4. Hay un oficial británico en
una silla de ruedas y un soldado, utilizando el uniforme y la insignia de la
División Galicia de la SS, parado detrás de él.
Le enseña la fotografía a Roman. Roman se pone sus lentes.
ROMAN.- Sí, no la había visto en muchos años. Sí, eso soy yo, ese es el
Mayor Leonard.
Washbourne revisa sus notas
WASHBOURNE.- La División Galicia de la SS –
ROMAN.-Peleábamos en contra de los rusos, solo eso. Los alemanes
armaron esa división para pelear contra los rusos. Perdimos muchos,
muchos hombres. Muchos amigos murieron.
WASHBOURNE.- Entiendo. La división fue formada en la primavera de
1943. Fue una fuerza voluntaria. ¿No es así?
ROMAN.- Eso es verdad.
WASHBOURNE.- ¿Y usted se ofreció como voluntario?
ROMAN.- Yo nací en Ucrania. ¿Usted sabe lo que Stalin le hace a Ucrania?
¿Usted sabe qué es un kulak?. Mi padre era un kulak. Él era dueño de
tierra, pequeña, nada, pequeño huerto, pero, propio. Suyo ¿entiende?. Su
tierra. Stalin dice no, esto está mal. No es dueño de nada. Solo el Estado es
dueño. Kulaks dicen no. Resistieron. ¿qué hace Stalin? Hace la hambruna
en Ucrania. Mata de hambre a Ucrania. Él mata, manda a Siberia, a
kulaks, a campesinos, a intelectuales. Todos. Y católicos, sí, él odia todas
las religiones. Él alguna vez quiso ser cura. Mata a los curas. Nadie sabe
cuánta gente él mata, cuánta manda a Siberia. Miles, muchos miles. Mi
padre fue uno de ellos. Mis dos hermanos menores y una hermana,
también. Mi madre muere. Solo yo y mi hermanita, Larisa, nos quedamos.
Sí. Cuando vienen los alemanes, cantamos, bailamos, somos felices.
Cuando alemanes dicen que haremos una unidad para luchar con
comunistas, yo dije, por favor, yo quiero ser uno.
MATHER.- ¿Eso fue en 1943, no?
ROMAN.- No lo recuerdo –
WASHBOURNE.- En su libro de pago aparece que usted se unió a la
División Galicia de la SS en 1943.
Pequeño silencio

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WASHBOURNE (cont).- De acuerdo a nuestras cifras, ochenta mil
ucranianos se registraron en la División Galicia de la SS, pero solo
diecinueve mil fueron aceptados. ¿Sabe cómo fue hecha está selección?
ROMAN.- ¿Cómo puedo saber esas cosas? Los alemanes deciden.
WASHBOURNE.- ¿No cree usted acaso que solo fueron aceptados aquellos
que habían pertenecido a la policía o hubiesen sido miembros de la milicia
ucraniana, la miliz, otra fuerza voluntaria, que se formó en 1941?
ROMAN.- Puede ser, no lo sé –
WASHBOURNE.- Verá. Mi punto es, señor Kozachenko, que los alemanes
sólo reclutaban ucranianos que, de alguna manera, hubiesen tenido
experiencia militar o policial. ¿Eso le suena familiar?
ROMAN.- Es posible.
WASHBOURNE.- Y usted fue voluntario en la miliz ucraniana en 1941.
¿No es así?
ROMAN.- Claro. Como cocinero.
WASHBOURNE.- Hábleme sobre la milicia, la miliz.
ROMAN.- Tiene que entender la Historia.
Sin respuesta.
ROMAN (cont).- Hitler, Stalin hicieron trato ¿No?. Luego, Hitler ataca
Stalin. No hay problema. Entonces, oh, Stalin, antes que se vaya de
Ucrania, mata a más ucranianos, matar, expulsar, oh por Dios, ¿cuántos?
¿cuántos? Pero Stalin se va y nosotros pensamos que somos libres. Así
que hacemos la miliz ucraniana. Entonces, los alemanes vienen. Y
nosotros somos amigos con los alemanes porque odiamos igual a Stalin.
WASHBOURNE.- Y a los judíos.
Sin respuesta
WASHBOURNE (cont).- ¿Cuál era su actitud frente a los judíos, señor
Kozachenko?
ROMAN.- Le digo a la señora Stone. Le digo a usted. Judíos y comunistas
son lo mismo para mi.
WASHBOURNE.- Odiaba a los judíos.
ROMAN.- Odiar no, no me gustaban.
Washbourne asiente a Mather.
MATHER.- Sr. Kozchenko, usted debe acordarse de que tomamos algunas
fotografías de su habitación también. Estamos interesados en esta en
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particular. Le estoy enseñando al Sr. Kozachenko la fotografía marcada
como “RK3”. Es un grupo de diez soldados, todos con el uniforme de la
miliz ucraniana. En la parte de atrás de la fotografía, en lápiz decolorado,
hay una fecha, 1941. (Le enseña la fotografía). ¿Cuál es usted?
ROMAN.- (señalando) Éste.
MATHER.- Sr. Kozachenko se ha identificado como el tercer sujeto
empezando de la izquierda. Por supuesto, sabemos que es usted de joven,
porque tenemos la foto de usted con el Mayor Leonard que fue tomada ¿en
1945? No ha cambiado mucho. Ha perdido un poco de peso, pero eso es
todo. ¿Podría identificar a alguno de sus colegas en esta foto?
ROMAN.- ¿Colegas?
MARIAN.- Comparsa.
ROMAN.- Cincuenta años. Difícil. Ah. Este chico, su nombre también era
Romka.
Una mirada entre Washbourne y Mather.
ROMAN (cont).- Sí, estoy seguro, porque a mí me llaman Romka uno, y a
este chico, Romka dos. Roman es un nombre común en Ucrania.
MATHER.- El sr. Kozachenko ha identificado a un hombre, el segundo de
la izquierda, en la fotografía numero “RK3”. ¿Algún otro nombre? Mire
cuidadosamente. Piénselo.
ROMAN.- Es difícil para mi. ¿Cuándo fue tomada esta fotografía?
MATHER.- Dice 1941 en la parte de atrás. Y usted está usando el
uniforme y la insignia de la miliz. Así que debe ser del ´41.
ROMAN.- Estamos hablando de hace más de cincuenta años. Es difícil. Soy
viejo. La memoria viene y va.
MATHER.- Qué hay de este hombre, sentado en el centro. Estoy señalando
a un hombre en la misma fotografía. Él es el único sentado.
ROMAN.- Ah, si, sargento. Hombre fuerte. ¿Su nombre?. Por Dios. No.
Estuvo con nosotros poco tiempo. No.
MAHTER.- ¿Se acuerda de cuales eran sus funciones?
ROMAN.- ¿Del sargento? Él controla que hagamos todo lo que tenemos
que hacer. Él es el sargento.
MATHER.- ¿Cocinaba?
ROMAN.- No recuerdo. No. No. No. No cocinaba. ¿Sargentos? No.
MATHER.- ¿El nombre Fedorenko significa algo para usted?
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ROMAN.- (intranquilo) Fedorenko, Fedorenko, es un nombre común,
Fedorenko. ¿De esa unidad?
WASHBOURNE.- ¿Y el nombre Demidenko?
ROMAN.- Demidenko. Recuerdo una chica, Demidenko. No recuerdo su
primer nombre. Amiga de mi hermana. Vivía en la misma casa. Recuerdo
Demidenko. ¿Todavía vive?
Sin respuesta. Washbourne y Mather consultan sus notas.
MARIAN.- Inspector, ha venido interrogando a mi cliente por bastante
tiempo, y todavía no ha podido vincularlo a ningún crimen o, ciertamente,
a algún incidente en el que podría haber actuado como un criminal.
WASHBOURNE.- En un momento llegaremos a eso. Pero lo que estamos
tratando de hacer ahora, Sra. Stone, es hacer los vínculos necesarios que
permitan certificar que el Sr. Kozachenko estuvo en un lugar
determinado, en una fecha determinada–
MARIAN.- ¿Qué lugar y qué fecha?
WASHBOURNE.- Eso también, le aseguro, será esclarecido. Ahora, Sr.
Kozachenko, el nombre Fedorenko –
ROMAN.- Deseo ir a los servicios, por favor.
Breve e incómoda pausa.
WASHBOURNE.- Por supuesto. La entrevista es suspendida a las 10:24 de
la mañana (apaga la grabadora). ¿De repente quisiera un descanso,
también, Sra. Stone?
MARIAN.- Gracias.
WASHBOURNE.- Solo toquen cuando deseen volver a entrar.
Roman y Marian se van.
WASHBOURNE (cont).- ¿Cómo crees que nos va?
MATHER.- Bien.
WASHBOURNE.- Creo que Fedorenko lo incomodó un poco.
MATHER.- Sí.
WASHBOURNE.- Pero admitió recordar Demidenko.
Silencio breve
WASHBOURNE (cont).- Pero qué hay de este otro desgraciado Romka,
Romka dos ¿Quién es él?

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MATHER.- No lo sé – (busca en las hojas). Nada de él. No se menciona a
Romka dos por ningún lado. No está en ninguna de las listas. No está
dentro de la investigación.
WASHBOURNE.- De repente Mister Brillante, lo inventó.
MATHER.- Muy astuto si es así, por Dios.
Estudian sus apuntes.
WASHBOURNE.- Eso podría invalidar las declaraciones del primer testigo.
MATHER.- Pero el segundo todavía está a salvo. No hay problemas con
ella. Ningún tipo de conflicto.
WASHBOURNE.- Tendremos que constatar sobre este Romka dos con
Kiev. Manda un fax cuando salgamos para el almuerzo.
MATHER.- Está bien. Pero demorarán un año respondernos.
WASHBOURNE.- ¿Se me está olvidando algo?
MATHER.- No creo.
WASHBOURNE.- Cuando Mister Brillante regrese iré de frente al crimen.
MATHER.- (Imitando a Romka) No, yo no recuerdo, yo cocino, yo hago
frejoles sobre pan tostado –
Se ríen.
MATHER (cont).- Ser hombre de pocas palabras le está resultando.
WASHBOURNE.- Sí, sabe cuando hablar y cuando quedarse calladito.
Tocan a la puerta.
WASHBOURNE (cont).- OK. Le preguntaré a Mister Brillante sobre el
crimen. Tu encárgate de lo que dijo el testigo.
MATHER.- Está bien.
WASHBOURNE.- (Respondiendo) ¿Sí?
Marian regresa
MATHER.- ¿Té, café, Sra. Stone?.
MARIAN.- No, gracias. (Se sienta) ¿Tiene un equipo grande, Inspector?
WASHBOURNE.- Somos seis. Un par de historiadores, administradores.
Ella analiza a Washbourne.
MARIAN.- Inspector ¿Le puedo hacer una pregunta?
WASHBOURNE.- Desde luego.
MARIAN.- ¿Siente alguna presión por trabajar en el Escuadrón de
Crímenes de Guerra?

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WASHBOURNE.- El Sr. Field me amenazó cuando fuimos a realizar el
cateo. Pensaba que sería mejor investigar al ladrón que le robó su auto en
la avenida Chester. Pero ya estoy acostumbrado.
MARIAN.- No, me refiero a una presión moral.
WASHBOURNE.- Presión moral. Ay, por Dios ¿De quién?
MARIAN.- Colegas, amigos, familia. Personas que piensan que está mal
indagar en el pasado, perseguir a hombres ancianos, ese tipo de cosas.
WASHBOURNE.- Sí, una que otra vez.
MARIAN.- ¿Y a ellos que les dice?
WASHBOURNE.- Les digo que, si la persona es culpable, entonces ha
tenido cincuenta años más de vida que la que mató.
Silencio. Llaman a la puerta.
MATHER.- ¿Si?
Roman entra
WASHBOURNE.- ¿Todo bien Sr. Kozachenko?
ROMAN.- Gracias.
MATHER.- ¿Té, café?
ROMAN.- No, gracias.
WASHBOURNE.- (Prendiendo la grabadora) Se retoma la entrevista al Sr.
Kozachenko a las 10:38 de la mañana Oficiales presentes D.I. Washbourne
y D.C. Mather y la abogada del Sr. Kozachenko, la Sra. Marian Stone.
Señor Kozachenko, usted nació en Starivka ¿Es eso verdad?
ROMAN.- Correcto. El dos de diciembre de 1917.
WASHBOURNE.- Entonces conoce, por supuesto, la aldea vecina de
Mikolja y el pueblo Kovlici. Perdone mi pronunciación –
ROMAN.- Mikolja y Kovlici. Conozco, seguro.
WASHBOURNE.- ¿Y tuvo la oportunidad de visitar esas ciudades a finales
de agosto de 1941?
Roman se ríe.
ROMAN.- No lo recuerdo. No es posible acordarse. Yo voy muchas veces a
esas ciudades –
WASHBOURNE.- Déjeme ver si lo puedo ayudar. Tenemos una Hoja de
Servicios y una Orden del Día específicamente de su unidad, la cuál estaba
estacionada en Vilivsk. Esos documentos indican que ustedes tenían la

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orden de ir a su ciudad, Starivka, a Mikolja y a Kovlici en un período de
tres días, 29, 30 y 31 de Agosto de 1941.
ROMAN.- Unidad, de repente, cocinero no. Nosotros nos quedamos en
Vilivsk.
WASHBOURNE.- Su nombre esta en el la Hoja de Servicio. Y en la Orden
del Día. Le estoy enseñando al Sr. Kozachenko un documento marcado
como “Archivo Kiev 82”
Le alcanza el documento a Roman; Roman se pone los lentes y lee.
WASHBOURNE (cont).- ¿Logra leer esta firma?
ROMAN.- Fedorenko.
WASHBOURNE.- ¿Y acaso no dice –esta es una traducción aproximada–
“El siguiente documento reporta las acciones en Starivka, Mikolja y
Kovlici”?
ROMAN.- Sí.
WASHOURNE.- ¿Y está fechado el 27 de Agosto de1941?
ROMAN.- Sí.
WASHBOURNE.- ¿Y su nombre está en la lista, R.I. Kozachenko?
ROMAN.- Sí, pero eso no significa que voy con la unidad. Significa que
estoy de servicio, sí, para cocinar para la unidad. Nosotros nos quedamos
en Vilivsk. Y ¡mire! Aquí esta Romka dos. R.G. Kvitka. Ahora lo recuerdo–
WASHBOURNE.- Pero, según los registros en Kiev, ya tenemos a este
hombre, Kvitka, como Ruslan Grigorovich –
ROMAN.- No, no, él es Roman, como yo, ya recuerdo, Roman Grigorovich,
ya recuerdo. Seguro, hombre con el mismo nombre, ya recuerdo. Él es
Romka Dos. Chico instruido. Buena familia. Madre, rusa. Ya recuerdo.
WASHBOURNE.- Pongamos eso de lado por un momento. Usted dice que se
quedó en Vilivsk. La orden dice que ustedes debían partir en tres días de
Vilivsk, y nombran específicamente las ciudades a donde su unidad
enrumbaría. ¿No es así?
ROMAN.- Sí.
WASHBOURNE.- Mi pregunta es, ¿Por qué, como usted lo asegura, se
quedaría en Vilivsk, como cocinero, cuando toda su unidad tiene la orden
de partir? ¿Quién cocinaría para ellos? ¿Cuál sería el fin de que se quede
en Vilivsk si toda su unidad ha partido?

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ROMAN.- Le digo, Inspector, los cocineros no siempre íbamos con las
unidades. Esto pasa muchas, muchas veces. Se trataba de la miliz
ucraniana, no de la armada alemana. ¡Listas! Nuestros oficiales,
pensaban que eran el Alto Comando Alemán. Listas, órdenes, incluso nos
dan los menús. Esto deben cocinar. Cocinamos lo que tenemos. ¡Listas!
¡Órdenes! Es una locura.
WASHBOURNE.- Entonces, ¿Lo que está tratando de decir es que usted
estuvo los tres últimos días del mes de agosto de 1941 en Vilivsk? –
ROMAN.- No recuerdo fechas –
WASHBOURNE.- ¿Entonces cómo recuerda no haber salido con la unidad?
ROMAN.- Porque, yo nunca fui con unidad. Eso sí recuerdo, nunca.
¿Dónde, cómo y qué cocinaría? Tenemos cocina en Vilivsk, en el
campamento. Ahí cocino. ¿Dónde cocino en esos lugares?¿Me meto a una
casa? ¿Cocinar? No es posible.
WASHBOURNE.- Bueno, sr. Kozachenko, tenemos un testigo que dice que
usted estuvo con la unidad durante ese periodo, que estuvo en Starivka,
Mikolja y Kovlici en los días en cuestión.
Silencio incomodo. Washbourne asiente a Mather.
MATHER.- Le voy a leer una copia de la evidencia tomada in Vilivsk el 12
de mayo del año pasado (Le alcanza una copia a Marian). El nombre del
testigo es Nikolai Mihailovich Fedorenko, conocido como Nikita
Fedorenko. Yo lo interrogué a través de un intérprete. Al comienzo no le
dije cuales eran los fines de la entrevista. Simplemente le dijimos que
estábamos recolectando información general. Pregunta: por favor diga su
nombre.
Una luz ilumina a Nikita Fedorenko, sentado, edad 82, violento, fumador
empedernido.
MATHER (cont).- Mi nombre es Nikolai Mihailovich Fedorenko. Pero me
llaman Nikita. Es la abreviación de Nikolai. Pregunta: por favor diga su
edad. Respuesta: tengo ochenta y dos años y fumo como chimenea. Y las
chicas aún me aman. Y yo las amo a ellas. Nada mal, ¿no?
NIKITA.- (simultáneamente) Y las chicas aún me aman. Y yo las amo a
ellas. Nada mal, ¿no?.
MATHER.- ¿Cuál es su ocupación?
NIKITA.- Presidiario (Se ríe)
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MATHER.- ¿Por qué dice eso?
NIKITA.- Porque pasé treinta años en la cárcel. De 1946 a 1976. Los
soviéticos bastardos me metieron ahí. Siberia. Gulag.
MATHER.- ¿Cuál fue su crimen?
NIKITA.- Luché con los alemanes en contra de los comunistas. Maté
comunistas. Muchos.
MATHER.- ¿Y judíos?
NIKITA.- Claro. Tengo suerte de estar vivo. Querían darme pena de
muerte. Pero tenía amigos, amigos ucranianos en los altos mandos, que no
creían que yo hubiese hecho todas esas cosas. Ellos me cuidaron.
MATHER.- Usted sirvió, no es así, a la miliz ucraniana, que fue formada en
1941.
NIKITA.- Correcto. Era un sargento.
MATHER.- Por favor mire esta fotografía. Proviene de los archivos de
Kiev.
WASHBOURNE.- (a Roman y Marian) Era una foto pequeña tomada
alrededor de 1941, pensamos que para un carnet de identidad.
NIKITA.- No necesito lentes tampoco. Ochenta y dos. Ya no los engendran
como a mí. (Mira la fotografía) ¡Por Dios! Romka! Pequeño Romka. No
recuerdo su otro nombre. ¿Dónde está ahora?
MATHER.- Vive en Inglaterra.
NIKITA.- ¿Es cierto eso? Romka. Hombre útil. Podía hacerlo todo.
MATHER.- ¿Era miembro de su unidad?
NIKITA.- Claro.
MATHER.- ¿Cuáles eran sus funciones?
NIKITA.- Las mismas que las de todos. Él era un soldado –
ROMAN.- No, no, está equivocado, yo era cocinero, se acuerda mal –
MATHER.- ¿Ahora podría mirar esto? Es una Orden del Día, también del
archivo de Kiev. ¿Es esa su firma?
NIKITA.- ¡Hey! ¿De donde sacan estas cosas? Estos documentos son
históricos. Probablemente valgan algo. Sí, esa es mi firma, claro que si.
MATHER.- ¿Puede ver en esa lista, con su puño y letra, el nombre, R.I.
Kozachenko?
NIKITA.- Kozachenko, es él. Romka.

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MATHER.- ¿Y puede ver en esta Orden, que usted dio instrucciones para
que su unidad se preparara para una operación en Starivka, Mikolja y
Kovlici el 28, 29 y 30 de Agosto?
NIKITA.- Sí –
MATHER.- ¿Quién le dió esa orden? ¿Los alemanes?
NIKITA.- No, nosotros no necesitábamos ordenes. Éramos voluntarios.
Sabíamos lo que teníamos que hacer.
MATHER.- ¿Y que tenían que hacer?
NIKITA.- Lo usual (guiñaba y dibujaba con su dedo un corte sobre su
cuello).
MATHER.- El testigo guiñó y dibujó con su dedo un corte sobre su cuello.
Pregunta: ¿ A que se refiere con lo usual?
NIKITA: Ahora le llaman la limpieza étnica. Pero recuerde, éramos los
primeros.
MATHER.- ¿Estaba con usted R.I. Kozachenko?
NIKITA.- ¿Por qué tiene tanto interés en Romka?. Todavía sigue vivo, dice
usted. A-ha! Sí, sí, sí, ahora lo entiendo. Bueno, si yo cumplí mi condena,
él también debería, ¿no?
MATHER.- Solo dígame lo que ocurrió.
NIKITA.- No recuerdo cómo fue exactamente. Usted sabe, una misión era
muy parecida a la otra. Pero recuerdo lo de Mikolja porque deben haber
sido unos cuatrocientos o quinientos.
MATHER.- ¿Cuatrocientos o quinientos que?
NIKITA.- Judíos.
MAHTER.- Cuénteme más.
NIKITA.- Nos fuimos de Vilivsk en un camión. Toda la unidad. Éramos
como diez. Teníamos metralletas, rifles, pistolas. Y también espadas,
picos, trinches. Y sacos de cal. Teníamos muchos sacos de cal. Olía
terrible, ¿sabe? Hace que te lloren los ojos. Nos dirigíamos a Mikolja.
Cantábamos. Siempre cantábamos. La policía de lo zona también iba con
nosotros. Tenían orden del alto mando de rodear y reclutar a los judíos. A
los judíos les habían dicho que iban a ser empadronados. Como de
costumbre, cuando nosotros llegábamos los judíos ya estaban reunidos.
En Mikolja, puede verificar, no estoy tan seguro pero creo que los llevaron
al bosque fuera de la ciudad. ¿O fue a algún otro lugar? De todas formas,
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¿qué importa? Fue al bosque o a un descampado, o algo así. La policía
tomó nota de la cantidad, eso es verdad. Pero creo recordar que fueron
algo de cuatrocientos judíos. O algo así. Después hicimos que cavaran un
hueco. Para ese entonces ellos ya sabían qué era lo que iba a pasar, así que
empezamos a cargar las armas.
MATHER.- ¿Hombres, mujeres y niños?
NIKITA.- Sí. Todos judíos. Luego, los alemanes prefirieron encargarse solo
de los adultos. Nos dejaron los niños a nosotros. No les pedimos que se
desvistieran ni nada. Los alemanes siempre lo hacían.
MATHER.- ¿Qué paso al tener listas las armas?
NIKITA.- Esperamos que terminaran de excavar el hoyo y luego abrimos
fuego.
MATHER.- ¿Y Romka Kozachenko estaba con usted?
ROMAN.- ¡No!, ¡No! Yo no, yo no –
NIKITA.- Claro que estaba conmigo, estaba justo a mi lado –
ROMAN.- No, no, es mentiroso, está equivocado –
Marian trata de contenerlo.
NIKITA.- Con una ametralladora. Otros preferían rifles, los cogían y
mataban de a uno, pero Romka y yo, nosotros preferíamos las armas
grandes. Más eficientes.
ROMAN.- No soy yo, es otro Romka, Romka dos, ¡no soy yo! ¡Él miente!
¡Se acuerda mal!
WASHBOURNE.- Tranquilo, Sr. Kozachenko, dejemos que termine –
MATHER.- ¿Y luego?
NIKITA.- Bueno, veamos. A aquellos que no habían caído al hoyo, nosotros
mismos los empujábamos. Claro, nos asegurábamos de que nadie
respirara. Luego les rociábamos la cal y los sepultábamos. Creo que ahora
se ha hecho un monumento ahí. Deberían confirmarlo. Y cuando todo
había terminado, dependiendo de la hora, comíamos o nos íbamos a otra
ciudad. Y no éramos los únicos que trabajaban. En Kiev, por Dios, estaban
más ocupados que nosotros.
MATHER.- Si es necesario, ¿Estaría dispuesto a viajar al Reino Unido
para dar estas declaraciones en la corte?
NIKITA.- Claro, nunca he estado por allá. He escuchado que las mujeres
son bonitas – (suelta una risa)
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MATHER.- ¿Hay algo que quisiera añadir?
NIKITA.- Sí, sí hay. ¿Usted sabe cuántos judíos han vuelto aquí al este de
Ucrania? ¡Seis mil! Sí. Le digo esto. (La luz empieza a desvanecer). Deme
un arma y lo volvería a hacer. No me importaría repetir eso en la corte
tampoco. Traiga a Romka a mi lado y lo haríamos igual. Buen hombre,
Romka, buen trabajador.
MATHER.- (simultáneamente) No me importaría repetir eso en la corte
tampoco. Traiga a Romka a mi lado y lo haríamos igual. Buen hombre,
Romka, buen trabajador.
Silencio
WASHBOURNE.- El padrón del censo revela que en esos tres días
ochocientos diecisiete judíos fueron asesinados. Cuatrocientos treinta y
seis en Mikolja, ciento cuarenta y tres en Kovlici y doscientos treinta y
ocho en Starivka. Existe un monumento en Mikolja pero no hay nombres
de las víctimas.
Silencio. Todo lo que Romka hace es mover la cabeza de un lado para el
otro, negándolo. Oscuro.
Suena La Flauta Mágica. Luces. Julian sentado solo, tomando vino. Llena
la copa de vino cada cierto tiempo. Son las 9:00 pm. Penumbra. La única
luz proviene de la casa. La música también. Está escuchando “Bei
Männern, Welche Liebe fühlem”, que da paso a “Zum Ziele führt dich diese
Bahn”. La música sonará durante toda la escena. Después de un
momento, entra Cressida.
CRESSIDA.- Era Marian Stone. Lo acaba de dejar.
JULIAN.- ¿Dónde están?
CRESSIDA.- Lo instaló en un hotel cerca de la estación Victoria. Ella dice
que está completamente agotado.
JULIAN.- ¿Cómo les fue, según ella?
CRESSIDA.- Duro. Se le escuchaba exhausta. Pero ella dice que no piensa
que la evidencia sobre la identificación, pueda prosperar. Había,
aparentemente, otro hombre llamado Romka involucrado. La policía está
investigando. Quieren que regrese mañana por la mañana. Ella dice estar
temerosa por lo de mañana. Cree que tienen un as bajo de la manga.
Breve silencio.
CRESSIDA (cont).- Ojalá el clima mejore.
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JULIAN.- Han pronosticado lluvia.
Breve silencio.
JULIAN (cont).- Espero que sea un hotel barato.
CRESSIDA.- Por Dios, Julian, qué grosero eres.
JULIAN.- Nada de grosero ¿Sabes cuanto me va a costar todo esto?
CRESSIDA.- ¿Realmente importa lo que vaya a costar?
JULIAN.- ¿Que si importa? ¿Que si importa? Por su puesto que importa,
porque soy yo el jodido que está pagando por todo, y puede que todo sea
por nada, en vano, por gusto –
CRESSIDA.- (Sobre sus palabras)¿Y la asistencia legal?
JULIAN.- ¿Qué asistencia legal, ni qué asistencia legal?, yo soy su maldita
asistencia legal –
CRESSIDA.-Él puede aplicar a la asistencia legal –
JULIAN.- Y si no es apto –
CRESSIDA.- (Sobre sus palabras) ¿Por qué no sería apto?
JULIAN.- (Continuando) Por alguna u otra razón –
CRESSIDA.- (Sobre sus palabras) Marian Stone dijo que sí podría aplicar –
JULIAN.- Marian Stone, Marian Stone, Marian Stone, bien, si ella dice que
es apto entonces lo es, bueno, bueno –
CRESSIDA.- ¿Tú piensas que es culpable, no –?
JULIAN.- Ya no sé que pensar ¿Tú que piensas?
CRESSIDA.- Tampoco sé que pensar.
JULIAN.- Eso es irónico.
CRESSIDA.- Dime algo, Julian, estoy pendiendo de un hilo – No duermo –
el calor – la ansiedad – No puedo – No sé – Por Dios santo –
JULIAN.- ¿No hay en lo que estudias una respuesta para esto? ¿Los
Estudios de Géneros no te dan ninguna pista? Si fuese una mujer la
implicada, entonces llegarían a la inmediata conclusión de que es
inocente. Pero como es hombre, entran en duda, ¿no es ese el juego? ¿No
es eso lo que explica los Estudios de Géneros?
CRESSIDA.- No seas tan cruel, Julian, cállate ¡Cállate!
Silencio. Ella se sirve un trago.
CRESSIDA (cont).- Quisiese tenerle más simpatía a Marian Stone.

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JULIA.- A mí me gusta. Muy atractiva. Lo que tu padre llamaría una
buena mujer. Es lista, tú sabes. Rodney me contó que es sobresaliente en
filosofía. Da cátedra –
CRESSIDA.- Me estas diciendo –
JULIAN.- Publica ensayos. Está casada con Gerald Stone. Obviamente
sabes el tipo de cosas que hace. Sin embargo no estoy muy seguro del Kick
boxing. Me parece un poco extremo.
CRESSIDA.- Me tranquiliza que no sea judía. Eso hubiese sido raro,
incomodo.
JULIAN.- Lo único que hubiese faltado. (Se ríe para él)
CRESSIDA.- Ella está tan “limpia”. Tan segura. Tan controlada. Y
recuerdas cuando le dije que Romka no era malo, ella dijo que no
entráramos en ese tema. ¿Me pregunto que quiso decir?
JULIAN.- Ni idea. Pero aquí tienes una pista. No le gusta la ópera.
CRESSIDA.- Oh, Julian, deja de ser tan vano –
JULIAN.- Prefiere el teatro. Piénsalo.
CRESSIDA.- ¿No puedes tomar nada en serio?
JULIAN.- Claro que no. Soy inglés.
CRESSIDA.- ¡Cállate, Julian!
Silencio.
JULIAN.- Aún recuerdo algo que me dijo tu padre. Justo antes de morir.
Se lo iba a decir al Inspector cuando nos interrogó, pero hubiese podido
empeorar las cosas. Es mejor permanecer unidos. Lealtad es el nombre
del juego.
CRESSIDA.- ¿Qué te dijo mi papi? Mi papi adoraba a Romka ¿Qué te dijo?
JULIAN.- Un día de la nada, nunca lo olvidaré, me dijo, “ Raro Romka. Uno
esperaría que muestre signos de arrepentimiento” “¿De qué?” le
pregunté. Y tu padre me miró, frunció los labios, te acuerdas de cómo se
mordía los labios cuando algo lo ponía nervioso, y pensé que me diría
algo. No dijo nada. “Nada, nada. Arrepentimiento de pelear para los nazis,
eso es todo”.
CRESSIDA.- Si eso fue lo que respondió, seguramente era lo que estaba
pensando.
JULIAN.- No. Estaba encubriendo algo. Lo sé.
CRESSIDA.- Estupideces.
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Silencio. Julian bebe.
JULIAN.- Supongamos que estoy en lo correcto. Solo supongamos que sea
culpable. No crees que sufriría de remordimientos y se le notaría.
Desconsolado. Angustiado. Algo.
CRESSIDA.- Bueno ¿no los tiene, no?
JULIAN.- No, pero siempre pensé de que cuando él y Maureen discutían, y
él aparecía a la mañana siguiente con el ojo negro o con el labio roto, le
gustaba, lo quería, lo necesitaba –
CRESSIDA.- No vengas con psicología barata, por favor, Julian –
JULIAN.- Creo que quería ser castigado –
CRESSIDA.- Oh Dios, sí, quería ser castigado, ahora entiendo por qué
trabajas donde trabajas.
JULIAN.- La culpa es algo muy difícil de soportar, Cressida –
CRESSIDA.- ¿Cómo podrías saberlo? ¿Qué sabes tú de la culpa?
Cressida se sienta. Las luces casi se han ido. Toman vino.
JULIAN.- No me mires, Cressy.
Ella lo mira.
JULIAN (cont).- No, No, no lo hagas, voltéate, por favor no me mires.
Ella se voltea: él encuentra coraje.
JULIAN (cont).- Estuve con otra mujer. Hace dos años. Sybilla, era su
nombre. Duró casi nueve meses. Estaba enamorado de ella. Estaba loco.
Obsesionado. No podía pensar en otra cosa. Y de pronto ya no podía lidiar
con la mentira. La mentira hacia ti. No lo podía soportar. Y porque soy un
cochino cobarde retrasé una y otra vez romper con ella. Ya será el
momento, decía, “Esto debe terminar” pero no podía hacerlo. Y entonces
me dijiste que pensabas que estabas embarazada. Finalmente tuve el
coraje. Y lo terminé. Y sentí un peso menos de encima. Y entonces fui a la
capilla y me confesé. Me sentí libre por mucho tiempo pero luego la culpa
regresó, no sé por qué. No puedo decir que la siento todo el tiempo, pero
muy seguido, siento como si fuese una herida en carne viva que solo
sanará si tú me perdonas.
Breve silencio. Cressida se levanta.
CRESSIDA.- Se esto desde hace meses. Ella era sueca. Y vivía en Chester
Row.
JULIAN.- ¿Lo sabías? ¿Lo sabías? ¿Cómo lo sabías?
49
CRESSIDA.- Tú me lo dijiste.
Ella entra a la casa. Julian la mira. La música suena. Las luces se
desvanecen hasta el oscuro.
Luces. El cuarto de interrogatorio de la Scotland Yard. La mañana
siguiente. Un televisor ha sido agregado. Sentados como antes
Washbourne y Mather frente a Roman y Marian.
WASHBOURNE.- Déjeme entender, Sra. Stone, ¿Su cliente quiere hacer
una declaración?
MARIAN.- No formalmente, no. Pero sí quiere decir algo.
WASHBOURNE.- ¿Sí, sr. Kozachenko?
Roman titubea.
MARIAN.- Vamos.
ROMAN.- Señor. Todo el día de ayer usted me pregunta. Yo respondo. Yo
digo la verdad. Usted tiene este testigo, Fedorenko. Más viejo que yo. Éste
es un hombre terrible, Fedorenko. Ya escuchó lo que dijo él “dame un
arma”, el dice, “ y lo volvería a hacer”. Este es hombre malvado, malvado,
hombre malvado. Pero no tengo oportunidad de decir, “Fedorenko, tu
mientes, Fedorenko, tu te equivocas de hombre, Fedorenko, te acuerdas
mal” (Espera reacción, sin respuesta.). Cuando terminamos ayer, yo
estoy cansado, no puedo pensar, no sé qué, dónde, ni por qué. Yo soy
hombre viejo. Eso tiene que entender. (Otra vez espera reacción, sin
respuesta). Pero ahora, hoy día, estoy fresco y quiero confrontar a
Fedorenko, él está equivocado. Todo el tiempo equivocado. Debo decirle
“Yo no soy ese Romka” –
MATHER.- Pero él lo identifico por la fotografía, señor –
ROMAN.- ¡El se equivoca! Se olvida de Romka dos. ¡Por Dios! Tiene
ochenta y dos años, ¿acaso su memoria es perfecta? Imposible. Yo le digo,
señor, por favor, esto no es verdad. Yo quiero confrontar a ese Fedorenko.
Yo le diría, “¿No te acuerdas de Romka dos?” Su palabra, contra mi
palabra, eso es todo lo que tienen. ¿No es así?
MARIAN.- Lo que mi cliente está pidiendo, Inspector, es que exista la
posibilidad, si es acusado, de poder confrontar al testigo.
WASHBOURNE.- Después de completar nuestra investigación y, si lo
creemos conveniente, pasaremos nuestras conclusiones a la Fiscalía del
Estado y al procurador, son ellos quienes decidirán si es que su cliente
50
tiene un caso por enfrentar. Si es así, entonces tendrá la oportunidad de
confrontar a los testigos. Mientras tanto, tenemos que recopilar toda la
evidencia que tenemos a nuestro alcance. Y eso es lo que estamos
haciendo ahora.
Pequeña pausa.
WASHBOURNE (cont).- Sr. Kozachenko, cuando nos fuimos ayer,
estábamos discutiendo sobre los eventos ocurridos en su aldea Starivka.
Usted negó rotundamente haber formado parte de los hechos que
tuvieron como resultado la muerte de doscientos treinta ocho judíos que
vivían en esa villa. ¿No es así?
ROMAN.- Verdad. Yo conocía esas familias. Buenas personas. No como
otras. Pobres. Como nosotros. No es posible que yo haga daño a ellos. Son
más mentiras de Fedorenko.
Washbourne espera para ver si continua. Entonces:
WASHBOURNE.- Tenemos otro testigo cuyo testimonio quisiéramos
escuchar y luego comentar. Es un video que fue grabado en Jerusalén a
comienzos de este año. Yo mismo interrogué a la testigo a través de un
interprete. Le dijimos que estábamos interesados en toda la información
que ella pudiese tener sobre Roman Kozachenko. Ahora, por favor si mira
a la pantalla –
Prende la videograbadora. La luz se prende en una monja, Hermana Sofía,
edad 75, una mujer de gran tranquilidad y dignidad.
WASHBOURNE (cont).- Por favor diga su nombre y edad.
Roman se pone los lentes, y se acerca a la pantalla
HERMANA SOFÍA.- Mi nombre es Hermana Sofía. Tengo setenta y cinco
años. Vivo en Jerusalén, en la Casa de mi orden y vivo aquí desde hace
cuarenta y ocho años.
WASHBOURNE.- Sofía es su nombre eclesiástico.
HERMANA SOFÍA.- Sí –
WASHBOURNE.- ¿Cual es su verdadero nombre?
HERMANA SOFÍA.- Mi nombre es Natalia Borisovna Demidenko.
Un agudo y corto gruñido de Roman.
HERMANA SOFÍA.- Nací en Starivka, una aldea algunos quilómetros al
sur de Vilivsk, en Ucrania, el 3 de agosto de 1921.

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WASHBOURNE.- Quiero preguntarle sobre los eventos ocurridos en su
aldea el 31 de agosto de 1941.
HERMANA SOFÍA.- No es posible que me acuerde de algo que ocurrió en
una fecha tan específica.
WASHBOURNE.- Creemos que es la fecha en la que judíos fueron
asesinados en Starivka.
Él espera, ella se queda quieta y en silencio por un momento.
WASHBOURNE (cont).- ¿Ahora se acuerda de ese día? ¿El 31 de agosto de
1941?
HERMANA SOFÍA.- Si ese es el día de la masacre, por supuesto. Nunca lo
olvidaré. He ofrecido más oraciones por ese día que por cualquier otro en
toda mi vida, secular o religiosa. ¿Se trata de Romka Kozachenko?.
WASHBOURNE.- Sí, ¿qué es lo que recuerda?
HERMANA SOFÍA.- Había muchas familias judías viviendo en Starivka
durante esa época. Muchos tenían a otros judíos asilados, gente que
trataba de encontrar un lugar seguro, porque, como imagino sabe, los
judíos eran perseguidos a gran escala. No estoy tan segura pero creo que
eran más o menos unos doscientos judíos, de repente hasta doscientos
cincuenta judíos ese día en Starivka.
WASHBOURNE.- ¿Dónde estaba usted?
HERMANA SOFÍA.- Estaba en un cuarto de la casa que compartíamos con
otros huérfanos. Porque, verá, los comunistas se habían llevado a muchas
personas, y habían matado a muchos hombres, en especial kulaks, mi
padre era un kulak, dueño de un pedazo de tierra, así que habían muchos
niños sin padres. Mis dos padres murieron. Asesinados por los
comunistas. Compartía un cuarto con otros huérfanos. El cuarto era casi
del mismo tamaño de la habitación en donde ahora vivo. Mi compañera de
cuarto era Larisa Ivanovna Kozachenko, la hermana de Romka.
Otro gruñido de Roman.
HERMANA SOFÍA (cont).- Romka también vivió en esa casa. En 1941,
usted dice. Yo tendría – veinte. Trabajábamos en el campo para una
pequeña granja de la zona. Pero ese día, muy temprano por la mañana,
creo, el capataz nos vino a decir que no fuésemos a trabajar y que nos
mantuviésemos dentro de la casa. Yo recuerdo –es raro lo que uno
recuerda– Recuerdo que hacía mucho calor.
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WASHBOURNE.- ¿Se encontraba Larisa Kozachenko ese día con usted?
HERMANA SOFÍA.- Sí.
WASHBOURNE.- ¿Y su hermano?
HERMANA SOFÍA.- No, él se había unido a la milicia ucraniana.
WASHBOURNE.- ¿Qué paso después de que le dijeron que no vaya a
trabajar y que se quedará dentro de la casa?
HERMANA SOFÍA.- Larisa y yo nos preguntábamos por que nos habrían
dado esa orden. Supongo que solo especulábamos, cuchicheando como
adolescentes, no me acuerdo de los detalles pero sí recuerdo que
estábamos juntas cuando oímos los llantos, más que un llanto, niños
sufriendo, mujeres lamentándose. Y miramos por la ventana y vimos a los
judíos que vivían en Starivka y todos sus protegidos marchando hacía el
bosque a la parte descampada, guiados por la milicia. Y ahí fue cuando
Larisa reconoció a su hermano, Romka, era uno de los soldados, y llevaba
un rifle –
ROMAN.- No puede ser, no puede ser –
HERMANA SOFÍA.- (Sobre sus palabras) Lo usaba para empujar a las
pobres personas, para hacerlos caminar más rápido. Y las mujeres judías
abrazaban asustadas a sus hijos. Ellas se lamentaban. Y los niños
lloraban. Hasta ahora puedo escucharlos. Uno no olvida ese tipo de cosas.
WASHBOURNE.- ¿Puede recordar alguna otra cosa?
La hermana Sofía piensa por un momento
HERMANA SOFÍA (cont).- Sí. Recuerdo un camión que seguía esa
procesión. Y le diré por qué lo recuerdo. Porque algo se escapaba por la
parte de atrás, parecía un polvo blanco, con el tiempo entendí que era cal,
esto quedaba como rastro por todo el camino hacia el bosque. Nunca lo
olvidaré.
WASHBOURNE.- ¿Y qué hizo después de ver a los judíos y a la milicia?
HERMANA SOFÍA.- Le dije a Larisa, vamos a seguirlos, a ver qué iban a
hacer. Yo era un poco rebelde en esa época. Pero ella no quería ir. Ella
estaba asustada. Creo que porque había visto a su hermano. Y porque de
alguna manera sabíamos qué iba a pasar. Simplemente lo sabíamos.
Habían rumores e historias y – (se calla)
WASHBOURNE.- ¿Entonces qué hizo?

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HERMANA SOFÍA.- Me escapé de la casa y tomé un atajo al bosque. No
habría avanzado mucho cuando escuché las ametralladoras y los disparos
de rifles. Y gritos – gritos que nunca olvidaré mientras viva. Y los pájaros
chillaban. Era un lindo día de verano. Creo que no pasó mucho tiempo y
todo quedó en silencio, yo continué caminando. Me acerqué a una colina.
Cuidadosamente, levanté mi cabeza para ver sobre ella (Se calla de
pronto)
WASHBOURNE.- ¿Qué fue lo que vio?
HERMANA SOFÍA.- Vi a la milicia esparciendo cal en una gran zanja. Se
que era cal porque se podía oler. No podía ver que había dentro de la
zanja. Pero pude ver algunas manos tratando de escapar del agujero. Y
esto fue la parte mas terrible. Vi al hermano de Larisa, Romka,
caminando de un lado a otro con su rifle y disparándoles.
ROMAN.- No es cierto, ¡Yo no estuve ahí!
HERMANA SOFÍA.- (Sobre las palabras) Y las manos iban
desapareciendo.
WASHBOURNE.- ¿Está segura de que ese hombre era; Roman
Kozachenko?
HERMANA SOFÍA.- Claro. Segura.
WASHBOURNE.- Han pasado cincuenta años.
HERMANA SOFÍA.- Está marcado en mi memoria.
WASHBOURNE.- Y luego de ver eso, ¿qué fue lo que hizo?
HERMANA SOFÍA.- Habría huido pero mientras algunos soldados cubrían
todo con cal, otros buscaban leña por el bosque. Fue aterrador. Sabía que
estaría en problemas si me encontraban. Me escondí y esperé que
oscureciese. Cuando volví a asomarme vi a la milicia preparando sus
alimentos. Muchos estaban borrachos. Y volví a ver a Romka.
WASHBOURNE.- ¿Cómo podía verlos si ya era de noche?
HERMANA SOFÍA.- Porque estaba agachado frente al fuego y su cara se
iluminaba por el fuego. Él cocinaba la comida y se las pasaba a los demás.
Eso lo recuerdo claramente.
WASHBOURNE.- ¿Regresó a la habitación?
HERMANA SOFÍA.- Sí. E hice algo muy estúpido. Le conté a Larisa lo que
había visto. Se lo tenía que contar a alguien. Ella no me creía –
ROMAN.- Porque no es verdad –
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HERMANA SOFÍA.- Ella empezó a llorar y a gritar. Me amenazaba con
denunciarme. Así que, corrí a la iglesia, donde el padre Alexie, el padre de
la aldea, y me confesé. Hice eso porque no quería meter en problemas al
padre Alexie. Si no se lo hubiese dicho en confesión, lo hubiese expuesto.
Pero, aun así, me dio la impresión de que él ya lo sabía. Le pedí consejo.
Me dijo que teníamos que orar. Así que me senté al final de la iglesia y
recé. Luego algo muy extraño pasó. Yo estaba de rodillas, con mi cabeza
gacha, metida en mis rezos, cuando escuché el sonido de unas botas en el
piso de la iglesia. Levanté la mirada y vi a tres soldados, miembros de la
milicia. Uno de ellos era Romka. Entró al confesionario. No habría pasado
mucho tiempo cuando él salió ofuscado. Y un minuto después, el padre
Alexie apareció gritando, “¡Condenados!, ¡Están condenados!” luego los
soldaros huyeron. Él corrió hacia la puerta y gritó hacia la noche
“¡“condenados”! Entonces se arrodillo y rezó. No se sentía muy bien.
Finalmente, se paró y vino hacia mí. Me dijo que debería ocultarme. Me
ocultó en la parte de atrás de su carretilla, me cubrió con mantas y heno,
y me llevó al convento más cercano Petrovodi, ya no existe, los
Comunistas lo destruyeron, y la hermanas me hicieron entrar. Algunas
semanas después, escuché que el padre Alexie había sido baleado por los
alemanes.
WASHBOURNE.- ¿Cuándo usted estaba en la iglesia y los soldados
entraron, lograron verla?
HERMANA SOFÍA.- No lo sé –
WASHBOURNE.- ¿Y cuando Roman Kozachenko salió ofuscado del
confesionario ¿logró verla?
HERMANA SOFÍA.- No le podría decir – Yo no creo – Simplemente no lo
recuerdo –
WASHBOURNE.- ¿Sabe usted lo que le paso a Larisa Kozachenko?
HERMANA SOFÍA.- Solo rumores. Sé que me reportó con las autoridades.
Y la mataron.
Un llanto áspero y silencioso de Roman.
HERMANA SOFÍA (cont).- Porque, verá, sabía demasiado.
WASHBOURNE.- ¿Cuánto tiempo permaneció en el convento?
HERMANA SOFÍA.- Nunca me fui. Entré a la Orden. Y después de la
guerra, me mandaron aquí, a nuestra casa en Jerusalén.
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WASHBOURNE.- ¿Hay algo más que quiera agregar?
Lo piensa por un momento.
HERMANA SOFÍA.- Durante todo mi vida religiosa, he rezado por una luz.
He pasado largas horas en penitencia y he buscado consejo de aquellos
hombres más sabios y mas estudiados. ¿He preguntado por qué? ¿Por qué
los judíos han tenido que ser castigados tan espantosamente? Y he llegado
a una conclusión. No es porque algunos de ellos traicionaron a nuestro
Señor. No es por que ellos lo entregaron a los romanos, sabiendo que iba a
ser crucificado. No. Es porque lo han rechazado. Rechazaron a nuestro
Dios Todopoderoso y al Hijo de Dios, y no creyeron que él era el verdadero
mesías. Por eso es que han sido perseguidos sin ninguna piedad. Y si
Roman Kozachenko es juzgado por sus pecados, daré gracias. No solo
porque creo en la justicia o porque sus victimas encontrarán venganza o
porque merece el castigo. No, daré gracias porque su sufrimiento será el
único camino de su alma eterna hacia la verdad, una redención perpetua.
Las luces se van apagando en ella. Silencio en la sala de interrogación.
Entonces, Roman se para de pronto y emite un llanto escalofriante desde
lo más profundo, largo y agonizante. Cuando agota el llanto, empieza a
gemir, dolorosamente, con golpes respiratorios intermitentes. Nadie se
mueve. Las luces se van al oscuro.

Luces.
La terraza de la casa de los Field. Algunas semanas después. Mediodía.
Julian, con una casaca, con su celular, caminando de un lado a otro,
esperando que contesten su llamada. Cressida aparece desarreglada y
Roman, vistiendo su misma casaca, entra desde la casa. Cressida toma de
la mano a Roman.
JULIAN.- Voy a hacer que se vayan así sea lo último que haga – (al
teléfono) ¿Rodney? Julian. Escúchame, acabamos de regresar de la corte
y - ¿ Que? – (Escucha) Sí, sí, salió bajo fianza, claro, no tenía dudas de eso,
pero ese no es el tema, el tema es que hay unos mugrosos en mi entrada.
(Escucha). Los mugrosos. Periodistas, mugrosos, entiéndelo, Rodney. Casi
cincuenta de ellos, con cámaras, son muchos – (Escucha) No importa, mi
pregunta es, ¿cómo me deshago de ellos? (Escucha) No, no han llegado a
la cochera ni a la puerta. Están fuera de la entrada – (Escucha) ¡Pero esto
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es ridículo! Están causando muchas molestias, están haciendo un
desastre y hacen mucha bulla. Casi no pudimos pasar, los flashes, los
micrófonos casi dentro del auto – (Escucha) Bueno, no sirves para nada –
(Cuelga el teléfono y lo deja por ahí).
CRESSIDA.- ¿Qué dijeron?
JULIAN.- No están dentro de la propiedad – (Se acerca a mirar)
CRESSIDA.-Romka, por qué no te echas a descansar.
ROMAN.- No
Marian entra de la casa.
CRESSIDA.- (Casi llorando) Por favor Romka, no me discutas –
JULIAN.- Romka, haz lo que se te dice por una vez en tu vida.
CRESSIDA.- Julian, por favor, no se siente bien. Y yo no estoy de mejor
humor tampoco – vamos Romka. Yo te llevo –
Ella guía a Roman. Silencio.
JULIAN.- ¿Ahora qué?
MARIAN.- Hay que dar algunas instrucciones a los abogados.
JULIAN.- ¿Está segura que aplica para asistencia legal?
MARIAN.- Sí.
Silencio
JULIAN.- Mi esposa no se siente muy bien.
MARIAN.- Sí. Me impresionó el verla hoy. No la había visto en semanas
y–
JULIAN.- Tiene pesadillas. Todas las noches desde –. No está trabajando
nada. Se acuerda de algunas cosas y de otras no. Confunde las cosas.
Quiero que vaya al doctor pero, ¿ella?. No
MARIAN.- Es entendible. ¿No lo cree?
JULIAN.- ¿Qué? ¿Qué no vaya al doctor? (Camina de un lado a otro. Para
y se sienta). Estoy sorprendido con los cargos. Usted dijo que la evidencia
de la identificación era insignificante, y que toda la otra evidencia era
circunstancial, aún así, aquí estamos, él acusado e involucrado en un
juicio. Y la prensa del mundo entero acampando en nuestra puerta.
Tremendo
MARIAN.- Hay un caso por resolver.
Cressida regresa.

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CRESSIDA.- No quiere irse a dormir. Está sentado ahí, desplomado en la
silla. (Silencio) Oh por Dios, no puedo dejar de llorar. (Silencio) Creo que
lo que pasó hoy es enfermizo. (Silencio). Un pobre hombre en el podio, sin
saber qué responder a la policía, un pobre hombre culpado por crímenes
que supuestamente cometió hace cincuenta años. Es inmoral. Es injusto.
Es incivilizado. ¿Cómo conseguirá un juicio justo? Ya sabemos lo que dirá
el jurado. Dirá que si la policía ha hecho toda este embrollo, él debe ser
culpable. ¿O vamos a tener un juicio porque lo dice la prensa? ¿Y que
evidencias tienen ellos? ¿Dos personas viejas, tanto como él, o más,
recordando eventos que pasaron hace cincuenta años? ¿Cómo confiar en
sus memorias? Ni yo confío en la mía. Romka dice que él no estaba ahí.
¿Cómo puede probarlo? ¿Tendrá que buscar a otros ancianitos que
estuvieron ahí para tener una coartada?. Es el fin, será su palabra contra
la de ellos y yo le creo a él. Él es mi amigo. Y mi amistad está sobre todas
las cosas – mi lealtad esta sobre todo – ¡Es absurdo! ¿Sabes que creo que
es esto? Una pequeña venganza.
MARIAN.- Creo que todos los casos de una corte, ya sea a través de
castigos o una sentencia a prisión, son, de una u otra manera, venganzas.
CRESSIDA.- No sea condescendiente conmigo. Es venganza. Eso es todo.
Del viejo estilo, venganza como en el viejo testamento. Nada más. Solo
eso. Y deberían decirlo. Tiene setenta y ocho años, por Dios santo. Acaso
no lo ha visto, no puede hacerle daño a nadie ahora, y si alguna vez lo
hizo, puede verlo, él no es malo.
MARIAN.- Ninguno de ellos era malo.
CRESSIDA.- Y no sermonee. Por Dios santo, a mi no me sermonee
JULIAN.- No le hables así, Cressy –
MARIAN.- Creer en la maldad nos absuelve de toda responsabilidad –
CRESSIDA.- Me está sermoneando, no quiero escucharla, no me sermonee
por favor, por favor, no quiero escuchar –
MARIAN.- Piense en los millones asesinados, piense en los que han sido
parte de estas destrucciones. Miles. Incontables miles. ¿Acaso todos ellos
son malos? No. Ninguno de ellos. Usted tiene razón. El sr. Kozachenko no
es malo. Nada relacionado al sr. Kozachenko es malo y nunca lo fue. Él es
extremada y patéticamente humano. Pero necesita una defensa y una
buena defensa. Lo que significa que daré lo mejor de mi. No voy a permitir
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que un sistema, una sociedad que me permite mucha libertad, lo acuse de
traición en un tribunal reconocido por poseer los más altos estándares de
equidad y decencia –
JULIAN.- Cristo, usted es complaciente. Nuestro querido sistema no es
perfecto ¿O si? Comete errores garrafales porque los jueces siempre le
hacen caso a los policías y estos siempre buscan que sean condenados.
MARIAN.- Sin embargo. Estos errores se conocen, y han sido muchas
veces enmendados. Eso, también, es parte del sistema.
CRESSIDA.- Solo hay una pregunta –
JULIAN.- Cressy, por favor, cálmate, deja de llorar –
CRESSIDA.- ¡No puedo! (ella recae por un momento).
JULIAN.- Bueno, si quieren saber cuál es mi teoría, yo creo que es una
selección.
MARIAN.- ¿Que cree que es qué?
JULIAN.- Una selección. Creo que todavía estamos en la jungla,
arrastrándonos por el limo primaveral. Sí, es nuestra forma de
seleccionar a la gente. No del todo humana, sino animal, cavernícola, un
impulso primitivo. Somos demasiados y estamos obligados a reducirnos
en número. Esa es la razón por la que ocurre cada cierto tiempo. Pero eso
es algo en lo que no queremos creer así que lo dejamos pasar, y llámenlo
genocidio y Holocausto y masacre pero todo lo que estamos haciendo es
seleccionando. No tenemos otra opción.
MARIAN.- ¿Cree que no tenemos otra opción? Eso es repugnante. Fue una
matanza masiva, organizada a gran escala ¿Selección? Tonterías.
CRESSIDA.-(Sigue llorando: a Marian) Quiero que respondan mi
pregunta. Es la única pregunta que vale la pena. ¿Usted cree que Romka
es culpable?
MARIAN.- ¿Qué tiene esto que ver con las creencias? Las creencias se
deben quedar en la iglesia.
CRESSIDA.- Culpable o no culpable, este pobre hombre viejo no debería
ser llevado a juicio por crímenes que alegan se han cometido hace más de
cincuenta años.
MARIAN.- Por favor deje el cuento del pobre hombre viejo. También hubo
sin duda hombres viejos entre las victimas. Piense en ellos, por un
momento.
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CRESSIDA.- Usted cree que es culpable (Silencio) Pienso que debemos
perdonar y olvidar, somos cristianos ¿No es así?.
Desde algún lugar, la voz de Roman, lamentándose y llorando.
JULIAN.- ¿Dónde diablos está ahora? (Va a mirar) Está junto a la tumba
de Rosie – Y hay un periodista tomando fotos de él (Gritando) ¡Tú! Sal de
mi propiedad! ¡Y Roman! ¡Cállate! (Regresa con los otros). Si lo vuelven a
intentar, voy a llamar a la policía –
CRESSIDA.- ¿Alguien me está escuchando? Les digo, somos cristianos.
Debemos perdonar y olvidar.
MARIAN.- Solo las víctimas pueden perdonar. No podemos hacer eso por
ellos. Tenemos una responsabilidad frente a la muerte –
CRESSIDA.- De nuevo me está sermoneando –
MARIAN.- ¿Y como podríamos olvidar estos momentos terribles en la
historia humana? Olvidarlos sería un peligro. Porque volverían a ocurrir.
Y si los olvidamos aquellos que lo niegan habrán triunfado. Aquellos que
dicen que el Holocausto nunca ocurrió a pesar de ser una realidad.
CRESSIDA.- Esto no puede seguir y seguir por siempre y para siempre. Es
historia pasada – es venganza, venganza, solo eso, simplemente
venganza. Eso es lo que quieren. Eso es lo que los judíos quieren,
venganza.
MARIAN.- (Calmada pero alerta) Por favor tenga cuidado con lo que dice
Sra. Field.
CRESSIDA.- ¿Por qué debería de tener cuidado. Usted sabe que es verdad.
Roman entra. Ha estado bebiendo.
JULIAN.- Roman ¿qué estas haciendo? Lo prometiste. Cressy tú descansa

ROMAN.- No puedo estar solo. Tengo frío afuera. Soy un hombre asustado.
Mañana, tarde, noche, condenado. Me paro en el arco iris, siento el sol en
mi cara, pero no siento el calor, y en mi corazón, invierno, hielo, muy,
muy helado. Estamos en trampa hecha por el diablo, como me dijo padre
Alexie –
JULIAN.- Oh, Cristo –
ROMAN.- Si, Cristo, Cristo, ¿Dónde está mi Cristo? Le lloré a Maureen,
para que hable con Cristo por mí. Soy viejo. Tuve vida difícil. No tengo a
nadie.
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JULIAN.- Deja de auto compadecerte.
Roman llora
CRESSIDA.- Míralo. ¿No creen que es suficiente? Míralo. ¿No es suficiente
venganza?
No responde
CRESSIDA (cont). Ustedes quieren venganza, eso es lo que ustedes
quieren –
MARIAN.- ¿Ustedes? ¿A quienes se refiere?
CRESSIDA.- Mi padre dio su vida por ustedes.
Silencio
MARIAN.- Yo quisiera pensar que su padre murió por su rey y su país.
Murió para que yo pueda ejercer la ley, para que usted pueda estudiar su
carrera y su esposo pueda hacer dinero e ir a la ópera.
ROMAN.- ¿Cómo pudo haber cometido ese error?
JULIAN.- ¿De que estas hablando?
ROMAN.- Hermana Sofía, ¿cómo pudo cometer ese error? Ella dijo que yo
maté a mi hermanita. Eso no está bien. Eso no es verdad. Yo no estuve
ahí. Ella se acuerda mal. ¿Cómo pudo decir que yo maté a mi hermanita?
Silencio. Marian empieza a recoger sus cosas.
CRESSIDA.- Solo tienes una defensa, Romka, querido. Solo hay una
defensa. Lo niegas todo. No solo los cargos sobre ti, sino también toda la
fantasía judía –
JULIAN.- Cressida.
CRESSIDA.- ¿Cómo sabrán que realmente pasó? Sin importar tu
hermana, Romka, ¿Cómo sabemos que todos esos millones de personas
fueron asesinados del todo?
Sosiego
CRESSIDA (cont).- Lo negamos todo. Esa es nuestra defensa, Romka. Lo
negamos todo. Nunca pasó. Nada de eso. Nunca.
Marian de repente y muy fuertemente truena los dedos en el rostro de
Cressida. Cressida se queda impresionada. Como todos. Marian voltea
buscando a Roman, parada frente a ella, aprieta los puños, tiembla.
Marian asienta la cabeza, y se cubre el rostro. Cressida se va dejando caer
al suelo. Roman va donde ella, se arrodilla frente a ella y la toma de la
mano.
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ROMAN.- (cantando silenciosamente )‘Ladushki, ladushki, Gde buili, ou
Baboushki, Shoo! Pa letyayli Na golovku syayli’
Julian coge su celular y marca.
JULIAN.- (al teléfono) El Dr. Keating, por favor. Julian Field. No, a usted
no le voy a decir de qué se trata, quiero hablar con el doctor. ¿Acaso es
usted doctor? No. ¿Tiene algún entrenamiento médico? No. Entonces,
comuníqueme con el doctor y deje de preguntar cosas que no le interesan.
Marian se acerca lentamente hacia la casa. Julian se ha alejado un poco,
escucha el teléfono y habla. Roman canta de nuevo. Cressida llora
silenciosamente. Entonces:
ROMAN.- Shoo. Shoo. Sssh, Larisa, sssh. (ella se queda quieta) Larisa, no
llores, aquí estoy. Romka uno está aquí. Oh! Larisa, mira quien está aquí.
Sí, padre, sí, nosotros prenderemos las velas. Rezaremos. Seremos
perdonados. Dios es misericordioso. Muchas, muchas velas. Mira, Larisa.
Cuanta luz. Abre tus ojos. Ven, Larisa, mira, la luna brilla, iluminada y
fría. Fría, muy fría. Mañana iremos al bosque. Te hare una cruz de ramas
secas, una grande, una cruz grande, solo tuya, solo tuya, cruz especial,
hecha por el pequeño Romka. Y pondré tu nombre en la cruz, La-ri-sa. A
prueba del clima. Con letras negras.(suena una alarma). Pero donde está
tu tumba, Larisa, donde, donde, ¿donde pongo las flores?, ¿donde pongo
la cruz? ¿dónde? ¿Dónde?. (canta)
‘Ladushki, ladushki,
Gde buili, ou Baboushki,
Shoo! Pa letyayli
Na golovku syayli.’
(La mira)
No, no me digas que estás muerta,, Larisa. Tú estás con Cristo. Y mi
Maureen también. Háblale a Cristo por mi y yo no estoy condenado.
(La mueve suavemente, entonces se detiene)
Muertos. Tantos muertos. Pero ellos tienen su tumba, Larisa. Ellos
mismos cavaron su tumba. No tú. No. No tú. Escucha. Ssh. ¿Oyes?
Nada. El bosque está en silencio, no, no hay sonido, todo está en silencio.
¿Ves? La Hermana Sofía se equivoca. Ella lo recuerda mal. Ella me dice
que los pájaros cantan, chillan, cantan. Pero escucha, Larisa. Ssh.
¿Oyes? Nada. No hay sonido. Los pájaros no cantan.
62
LAS LUCES BAJAN HASTA EL OSCURO

FIN

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