Está en la página 1de 7

En el primer libro de Corintios, capítulo 16 y versículo 3, dice: "Cuando haya llegado a quienes

hubierais designado por carta, a estos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén".
¡Observen lo asombroso, lo impresionante, lo hermoso! El apóstol Pablo, un padre en el
ministerio, vivió en una época en la que moverse no era tarea fácil. Los viajes se realizaban
principalmente en embarcaciones, tanto por mar como por tierra, lo que implicaba un gran
esfuerzo. Sin embargo, este esfuerzo no se escatimaba en absoluto. El apóstol hablaba acerca
de la ofrenda para los santos y exhortaba a los corintios a designar a personas responsables
para llevar este donativo a Jerusalén, como se menciona en el versículo 3: "Y cuando haya
llegado a quienes hubierais designado por carta, a estos enviaré para que lleven vuestro
donativo a Jerusalén".

O sea, la ofrenda ya la había ordenado en las iglesias de Galacia, también en los Corintios, y a
aquellos a quienes hubieran designado para llevar el donativo a Jerusalén. Ahora, les digo que,
si es conveniente, yo también iré con ellos. Es decir, Pablo deseaba que esta ofrenda llegara a
manos del equipo de los apóstoles, y esto implicaba una gran responsabilidad. Estas ofrendas
para los santos eran una bendición, pero era crucial que llegaran a su destino. La Palabra de
Dios nos enseña que un ministro debe estar lleno de piedad y ser sensible a las necesidades de
todos, sin utilizar la iglesia como un negocio propio. El ministro no debe tratar la
administración de la iglesia como su negocio personal. El administrador debe ser hallado fiel y
ser extremadamente cuidadoso con el dinero. Quiero enfatizar nuevamente lo que mencioné
anteriormente: todos deberíamos mantener un registro, no para controlar las cantidades, sino
para asegurarnos de que el dinero en la iglesia se utilice adecuadamente y no como un negocio
propio.

Y esto es doloroso para el cuerpo de Cristo y para el Dios del cielo, ya que son escasas las obras
de caridad que se llevan a cabo. La iglesia debe estar comprometida con la caridad y con
satisfacer las necesidades de los santos, ya que ese es el propósito del dinero de la iglesia. Los
fondos de la iglesia deben ser utilizados para hacer lo bueno, lo correcto, lo santo, lo justo y lo
verdadero. El apóstol Pablo tenía confianza en aquellos a quienes habían designado por carta
para llevar estos donativos a Jerusalén. Y si fuese necesario, también iría con ellos. Esto
demuestra la gran responsabilidad que implicaba este encargo, ya que no era algo común. La
importancia de que estos donativos llegaran intactos a Jerusalén era indiscutible.

Sí, porque ahí tomé para los gastos, sí, porque saqué para él, sí, no, porque no, no, no. Y si
fuese necesario, yo también iría con ellos. El apóstol Pablo tenía un cuidado muy especial en lo
que respecta al dinero de la obra de Dios. Su responsabilidad en esto reflejaba la gran
importancia de trasladar fondos y recursos, reconociendo que otros dependen de nuestra
caridad y donativos, así como de los recursos que Dios provee a cada congregación. El manejo
debe ser santo, justo y transparente por parte de cada ministro, especialmente de los
tesoreros. En este aspecto, es fundamental que las personas estén preparadas para manejar el
dinero.

Personalmente, he tenido algunas experiencias en las que intenté confiar en ciertas personas
para esta tarea, pero me di cuenta de que no eran las personas adecuadas. Al asignarles
responsabilidades como la tesorería, algunas personas se sienten abrumadas si no pueden
cumplir con los pagos, creyendo erróneamente que son responsables de los mismos en lugar
de reconocer que la responsabilidad recae en el líder de la obra, el ministro. Por lo tanto, es
esencial mantener la tranquilidad en este aspecto y considerarse un administrador de los
números en lugar de obsesionarse con el dinero en sí.
El manejo del dinero por parte del ministro debe dirigirse hacia los pagos y otras
responsabilidades importantes. En muchas ocasiones, la iglesia ha enfrentado problemas con
los pagos de servicios u otras obligaciones, lo que ha llevado a la suspensión de dichos
servicios. Esto es perjudicial para la obra de Dios, ya que demuestra una falta de
responsabilidad y compromiso con la obra divina.

Entonces, es crucial tener mucho cuidado en este aspecto. Las palabras que empleamos
reflejan cómo administramos. La Biblia nos enseña que un administrador debe ser hallado fiel.
En el primer libro de Timoteo, capítulo 6, versículo 17, el apóstol Pablo instruye a su hijo en el
ministerio, Timoteo, acerca de la actitud hacia las riquezas. Pablo aconseja a los ricos de este
mundo que no sean altivos ni pongan su esperanza en las riquezas, ya que estas son inciertas.
En lugar de eso, les insta a poner su esperanza en el Dios vivo, quien nos provee
abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos.

Así que, si bien nuestro Dios nos provee en abundancia para nuestro disfrute, debemos
recordar que a los ricos de este mundo se les manda que no sean altivos. No deben depositar
su confianza en las riquezas, que son inseguras, sino en el Dios vivo. Al hacerlo, podrán dar con
liberalidad, practicar la caridad y llevar a cabo las buenas obras de Dios. Dios recompensa a
quienes dan generosamente, y Él proveerá conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Esto nos convertirá en ministros que realizan grandes obras en el Señor, y nuestra actitud no
será altiva, sino compasiva, llena de piedad y sensibilidad. Amar a las personas será nuestra
prioridad por encima del amor al dinero, ya que amar a las personas es lo que Dios ama. Como
creyentes, debemos amar lo que Dios ama y aborrecer lo que Dios aborrece.

Y si está hablando de este tema tan específico y especial, que es la economía, los recursos, el
dinero, las ofrendas, directamente que son para los santos, los donativos, las contribuciones,
todas estas cosas son tan importantes para Dios, porque ahí se ve el corazón que ama el
dinero o las riquezas y es altivo, y el que ama a Dios por sobre todas las cosas, y es una persona
caritativa, que ayuda, que muestra la compasión, la piedad, que sabe manejarse en el correcto
carácter de Dios, porque ahí el correcto carácter de Dios es el que debe fluir en nuestra vida.
Miren ahí en el versículo 18 dice, que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos. Mire, esto es lo que tenemos que ser. Esto habla directamente a Timoteo, que era
un ministro, que era un ministro y que debería ministrar a las iglesias con este pensamiento,
que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos. Mire, el dar, la caridad,
la atención, el cuidado a los necesitados, esto es lo que quiere el señor de la obra de Dios.
Muchas veces los ministros están centrados mucho en las riquezas, mucho en el dinero, mucho
en los recursos, y poco en la obra de caridad, poco en la compasión, buenas obras de Dios, que
hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos.

Mira, esto es lo que se debe hacer con el dinero de la obra de Dios. El apóstol Pablo, un padre
ministerial para Timoteo, su hijo en la fe, quien también era un administrador de
congregaciones, al igual que Tito, otro de sus discípulos, que supervisaba las congregaciones
en diferentes áreas. Así que, ellos debían adoptar el pensamiento de un padre en el ministerio,
un pensamiento que proviene de Dios y es guiado por el Espíritu Santo. Pablo era un hombre
consagrado y entregado, por lo tanto, establecía orden en asuntos financieros. De la misma
manera en que ordené las iglesias en Galacia en cuanto a las ofrendas para los santos, así
también deben hacerlo en la iglesia de Corinto. Esto se encuentra en el versículo 4 del capítulo
16 de la primera carta a los Corintios.
Pablo nos advierte que debemos ser extremadamente cuidadosos con los donativos, los
recursos y las ofrendas destinadas a los santos. Estas obras son proporcionadas por Dios desde
el cielo, y a veces, cuando las personas no administran correctamente, pueden surgir presiones
económicas y situaciones difíciles. Es fundamental comprender que a través de las ofrendas se
pueden cubrir todos los gastos operativos, permitiendo que quede un remanente para los
necesitados, los humildes y los pobres.

Por ahí hay personas que enfrentan problemas en su matrimonio y no pueden proveer para
sus hijos debido a que sus esposos se han ido por esta razón. En muchas ocasiones, nos hemos
encontrado con situaciones en las que matrimonios se han desmoronado, dejando a los hijos
en una situación difícil. En esos momentos, la iglesia ha intervenido proporcionando alimentos,
dinero y cualquier cosa que necesiten hasta que se pueda restaurar tanto el matrimonio como
la situación financiera. Por lo tanto, es esencial estar preparados para enfrentar estas
situaciones y comprometernos en hacer buenas obras, siendo ricos en generosidad y
compasión. Esto nos permitirá construir un buen fundamento para el futuro, abrazando la vida
eterna.

Timoteo, te exhorto a que guardes fielmente lo que se te ha encomendado, evitando


involucrarte en conversaciones profanas sobre temas triviales y en discusiones relacionadas
con la falsa sabiduría que, al ser profesada por algunos, los ha llevado a apartarse de la fe. Que
la gracia esté contigo.

Amén. Esto es lo que el apóstol Pablo ministraba a su hijo Timoteo, quien llevaba la dirección
de las iglesias bajo su cuidado: que sean ricos en buenas obras. Este es el fundamento
fundamental de los recursos de la iglesia. En el libro de Proverbios, capítulo 10, encontramos
una enseñanza valiosa que destaca la importancia de la diligencia en la administración de
recursos. Dice: "La mano negligente empobrece, pero la mano de los diligentes enriquece". Por
lo tanto, el ministro debe ser alguien que se encargue de la administración con diligencia y no
de manera negligente. Desafortunadamente, ha habido casos en los que administradores
irresponsables fueron removidos de su puesto, como lo leímos en los primeros días en San
Lucas 16, donde se menciona a un mayordomo infiel.

Fue removido de esa mayordomía. ¿Por qué? Porque malgastaba los bienes del reino de Dios.
Por lo tanto, fue destituido de su cargo de mayordomo. Nosotros también debemos ser
diligentes y no negligentes en la administración, ya sea en ventas u otras actividades que
involucren la gestión de recursos. Como dice el proverbio, "La mano negligente empobrece,
pero la mano de los diligentes enriquece". La diligencia, la capacidad de hacer las cosas
correctamente, es una cualidad dada por Dios, ya que Él es fiel y justo. El ministro que actúa
con diligencia y sumisión seguirá la dirección de Dios en lugar de seguir la riqueza o los
recursos. Los recursos deben ser administrados, cuidados y llevados a cabo con la
responsabilidad que tenemos como parte del Reino de Dios. Esto es especialmente importante
porque los apóstoles en Jerusalén eran los encargados de garantizar una distribución adecuada
de los recursos.

Ahí ellos sabrían cómo manejar las finanzas. El que manejó las finanzas antes de ellos fue infiel,
y les quedó una gran enseñanza de Judas para no manejar nunca más con infidelidad los
recursos, como lo hizo Judas, que era un ladrón, y eso lo llevó a terminar con su propia vida.
Tremendo todo esto, tremendo. En el versículo 22 del capítulo 10 de Proverbios, también dice
así: "La bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza con ella". Así que 10.22 de
Proverbios dice: "La bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza en ello".
Entonces, un buen administrador va a ver que lo que bendice no es el dinero ni los recursos,
eso debe estar bien administrado, sino que la bendición de Jehová va a enriquecer a ese
ministerio. Lo va a enriquecer y le va a dar recursos para hacer la obra, no solo en el lugar, sino
como lo hacía el apóstol Pablo en todas las iglesias de Galacia, en Éfeso, en Corintios, en todas
las iglesias que él le permitió a Dios viajar y hacer una obra maravillosa, expandir el Evangelio.
Como nosotros, como ministerios, hemos sido tan bendecidos que Dios nos ha permitido
conocer los continentes y llevar la palabra y tener establecida la obra con hijos ministeriales.
Entonces, hay una responsabilidad, hay un compromiso, hay un trato con el dinero. La
bendición de Jehová, por eso, debemos poner los ojos y no ser altivos con las riquezas. Los
ricos deben tener cuidado de no poner la esperanza en la riqueza, porque son inciertas, y las
personas que ponen esa esperanza en la riqueza son altivas. Pero nosotros debemos ser ricos
en buenas obras, porque la bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza en
ella. Entonces, cuando uno va pasando los años ministeriales, Dios le da en abundancia, todo,
todo, todo, porque ha sido un buen administrador, porque ha sido fiel, porque los recursos los
ha usado correctamente, porque ha pagado los servicios, porque ha sido dadivoso, porque ha
sido generoso, porque ha sostenido familias y personas que sirven en el ministerio, y los ha
sostenido económicamente. Por eso, bendigo a la iglesia, bendigo a los apóstoles, a los
profetas, a los evangelistas, pastores y maestros, ministros de la casa de Dios, los que
administran los misterios de Dios y las cosas de Dios, y las obras de Dios. Los bendigo, sean
benditos, discípulos y discípulas, aprendamos a servir al Señor con santidad, con justicia, con
verdad, con honestidad, con transparencia, con cuidado, con mucho cuidado para no errar,
para no equivocarnos, para no hacer mal las cosas, sino para llevar adelante el plan y el
gobierno de Dios aquí en la tierra. Los bendigo, amados, en el nombre poderoso y glorioso de
nuestro Señor Jesucristo.

TRADUCCION AL PORTUGUES
No primeiro livro de Coríntios, capítulo 16 e versículo 3, diz: "Quando tiver chegado às pessoas
que vocês tiverem designado por carta, eu as enviarei para levar a sua oferta a Jerusalém".
Observe o quão surpreendente, impressionante e belo isso é! O apóstolo Paulo, um pai no
ministério, viveu em uma época em que viajar não era uma tarefa fácil. As viagens eram
realizadas principalmente em embarcações, tanto por mar quanto por terra, o que envolvia
um grande esforço. No entanto, esse esforço não era poupado de forma alguma. O apóstolo
falava sobre a oferta para os santos e exortava os coríntios a designar pessoas responsáveis
para levar essa oferta a Jerusalém, como mencionado no versículo 3: "E quando tiver chegado
às pessoas que vocês tiverem designado por carta, eu as enviarei para levar a sua oferta a
Jerusalém".

Ou seja, a oferta já tinha sido ordenada nas igrejas da Galácia, também nos Coríntios, e
àqueles que tivessem designado para levar a doação a Jerusalém. Agora, digo a vocês que, se
for conveniente, eu também irei com eles. Ou seja, Paulo desejava que esta oferta chegasse às
mãos da equipe dos apóstolos, e isso implicava uma grande responsabilidade. Essas ofertas
para os santos eram uma bênção, mas era crucial que chegassem ao seu destino. A Palavra de
Deus nos ensina que um ministro deve estar cheio de piedade e sensível às necessidades de
todos, sem utilizar a igreja como um negócio próprio. O ministro não deve tratar a
administração da igreja como seu negócio pessoal. O administrador deve ser encontrado fiel e
ser extremamente cuidadoso com o dinheiro. Quero enfatizar novamente o que mencionei
anteriormente: todos devemos manter um registro, não para controlar as quantidades, mas
para garantir que o dinheiro na igreja seja utilizado adequadamente e não como um negócio
próprio.

E isso é doloroso para o corpo de Cristo e para o Deus do céu, já que são escassas as obras de
caridade que são realizadas. A igreja deve estar comprometida com a caridade e em satisfazer
as necessidades dos santos, pois esse é o propósito do dinheiro da igreja. Os fundos da igreja
devem ser usados para fazer o bem, o correto, o santo, o justo e o verdadeiro. O apóstolo
Paulo tinha confiança naqueles que foram designados por carta para levar essas doações a
Jerusalém. E, se fosse necessário, ele também iria com eles. Isso demonstra a grande
responsabilidade que esse encargo implicava, já que não era algo comum. A importância de
que essas doações chegassem intactas a Jerusalém era indiscutível.

Sim, porque lá peguei para as despesas, sim, porque retirei para ele, sim, não, porque não,
não, não. E, se fosse necessário, eu também iria com eles. O apóstolo Paulo tinha um cuidado
muito especial com relação ao dinheiro da obra de Deus. Sua responsabilidade nisso refletia a
grande importância de transferir fundos e recursos, reconhecendo que outros dependem de
nossa caridade e doações, assim como dos recursos que Deus providencia para cada
congregação. O manejo deve ser santo, justo e transparente por parte de cada ministro,
especialmente dos tesoureiros. Nesse aspecto, é fundamental que as pessoas estejam
preparadas para lidar com o dinheiro.

Eu, pessoalmente, tive algumas experiências nas quais tentei confiar em certas pessoas para
essa tarefa, mas percebi que não eram as pessoas adequadas. Ao lhes atribuir
responsabilidades como a tesouraria, algumas pessoas se sentem sobrecarregadas se não
conseguem realizar os pagamentos, acreditando erroneamente que são responsáveis por eles,
em vez de reconhecer que a responsabilidade recai sobre o líder do projeto, o ministro.
Portanto, é essencial manter a tranquilidade neste aspecto e se considerar um administrador
dos números em vez de se obcecar pelo dinheiro em si.

A gestão do dinheiro por parte do ministro deve ser direcionada para os pagamentos e outras
responsabilidades importantes. Em muitas ocasiões, a igreja enfrentou problemas com o
pagamento de serviços ou outras obrigações, o que levou à suspensão desses serviços. Isso é
prejudicial para a obra de Deus, pois demonstra uma falta de responsabilidade e compromisso
com a obra divina.

Portanto, é crucial ter muito cuidado nesse aspecto. As palavras que usamos refletem como
administramos. A Bíblia nos ensina que um administrador deve ser encontrado fiel. No
primeiro livro de Timóteo, capítulo 6, versículo 17, o apóstolo Paulo instrui seu filho no
ministério, Timóteo, sobre a atitude em relação às riquezas. Paulo aconselha os ricos deste
mundo a não serem arrogantes nem colocarem sua esperança nas riquezas, já que estas são
incertas. Em vez disso, ele os exorta a colocar sua esperança no Deus vivo, que nos fornece
abundantemente todas as coisas para que as desfrutemos.

Assim, embora o nosso Deus nos proveja abundantemente para o nosso gozo, devemos
lembrar que aos ricos deste mundo é ordenado que não sejam arrogantes. Eles não devem
colocar sua confiança nas riquezas, que são inseguras, mas sim no Deus vivo. Ao fazer isso, eles
poderão doar liberalmente, praticar a caridade e realizar as boas obras de Deus. Deus
recompensa aqueles que dão generosamente, e Ele proverá de acordo com suas riquezas em
glória em Cristo Jesus. Isso nos tornará ministros que realizam grandes obras no Senhor, e
nossa atitude não será de arrogância, mas de compaixão, cheia de piedade e sensibilidade.
Amar as pessoas será nossa prioridade acima do amor ao dinheiro, pois amar as pessoas é o
que Deus ama. Como crentes, devemos amar o que Deus ama e aborrecer o que Deus
aborrece.

E se está falando desse tema tão específico e especial, que é a economia, os recursos, o
dinheiro, as ofertas, diretamente que são para os santos, as doações, as contribuições, todas
essas coisas são tão importantes para Deus, porque aí se vê o coração que ama o dinheiro ou
as riquezas e é arrogante, e aquele que ama a Deus acima de todas as coisas, e é uma pessoa
caridosa, que ajuda, que mostra a compaixão, a piedade, que sabe se comportar no correto
caráter de Deus, porque aí o correto caráter de Deus é o que deve fluir em nossa vida. Vejam
aí no versículo 18 diz, que façam o bem, que sejam ricos em boas obras, dadivosos, generosos.
Vejam, isso é o que temos que ser. Isso fala diretamente a Timóteo, que era um ministro, que
era um ministro e que deveria ministrar às igrejas com esse pensamento, que façam o bem,
que sejam ricos em boas obras, dadivosos, generosos. Vejam, o dar, a caridade, a atenção, o
cuidado aos necessitados, isso é o que quer o Senhor da obra de Deus. Muitas vezes os
ministros estão muito centrados nas riquezas, muito no dinheiro, muito nos recursos, e pouco
na obra de caridade, pouco na compaixão, boas obras de Deus, que façam o bem, que sejam
ricos em boas obras, dadivosos, generosos.

Veja, isso é o que se deve fazer com o dinheiro da obra de Deus. O apóstolo Paulo, um pai
ministerial para Timóteo, seu filho na fé, que também era um administrador de congregações,
assim como Tito, outro de seus discípulos, que supervisionava as congregações em diferentes
áreas. Então, eles deveriam adotar o pensamento de um pai no ministério, um pensamento
que vem de Deus e é guiado pelo Espírito Santo. Paulo era um homem consagrado e dedicado,
portanto, estabelecia ordem em assuntos financeiros. Da mesma maneira que ordenei às
igrejas na Galácia quanto às ofertas para os santos, assim também devem fazer na igreja de
Corinto. Isso se encontra no versículo 4 do capítulo 16 da primeira carta aos Coríntios.

Paulo nos adverte que devemos ser extremamente cuidadosos com as doações, os recursos e
as ofertas destinadas aos santos. Essas obras são providenciadas por Deus do céu, e às vezes,
quando as pessoas não administram corretamente, podem surgir pressões econômicas e
situações difíceis. É fundamental compreender que, através das ofertas, podem-se cobrir
todos os gastos operacionais, permitindo que sobre um remanescente para os necessitados, os
humildes e os pobres.

Há pessoas que enfrentam problemas em seu casamento e não podem prover para seus filhos
porque seus cônjuges se foram por esta razão. Em muitas ocasiões, nos deparamos com
situações em que casamentos se desmoronaram, deixando os filhos em uma situação difícil.
Nestes momentos, a igreja interveio fornecendo alimentos, dinheiro e qualquer coisa que
precisem até que se possa restaurar tanto o casamento quanto a situação financeira. Portanto,
é essencial estar preparados para enfrentar essas situações e comprometer-se a fazer boas
obras, sendo ricos em generosidade e compaixão. Isso nos permitirá construir um bom
fundamento para o futuro, abraçando a vida eterna.

Timóteo, exorto-te a que guardes fielmente o que te foi confiado, evitando envolver-se em
conversas profanas sobre temas triviais e em discussões relacionadas com a falsa sabedoria
que, ao ser professada por alguns, os levou a se afastarem da fé. Que a graça esteja contigo.
Amém. Isso é o que o apóstolo Paulo ministrava a seu filho Timóteo, que liderava a direção das
igrejas sob seu cuidado: que sejam ricos em boas obras. Este é o fundamento fundamental dos
recursos da igreja. No livro de Provérbios, capítulo 10, encontramos um ensinamento valioso
que destaca a importância da diligência na administração dos recursos. Diz: "A mão negligente
empobrece, mas a mão dos diligentes enriquece". Portanto, o ministro deve ser alguém que se
encarregue da administração com diligência e não de maneira negligente. Infelizmente, houve
casos em que administradores irresponsáveis foram removidos de seu posto, como lemos nos
primeiros dias em São Lucas 16, onde se menciona um mordomo infiel.

Ele foi removido dessa mordomia. Por quê? Porque desperdiçava os bens do reino de Deus.
Portanto, foi destituído de seu cargo de mordomo. Nós também devemos ser diligentes e não
negligentes na administração, seja em vendas ou outras atividades que envolvam a gestão de
recursos. Como diz o provérbio, "A mão negligente empobrece, mas a mão dos diligentes
enriquece". A diligência, a capacidade de fazer as coisas corretamente, é uma qualidade dada
por Deus, já que Ele é fiel e justo. O ministro que atua com diligência e submissão seguirá a
direção de Deus em vez de seguir a riqueza ou os recursos. Os recursos devem ser
administrados, cuidados e realizados com a responsabilidade que temos como parte do Reino
de Deus. Isso é especialmente importante porque os apóstolos em Jerusalém eram os
encarregados de garantir uma distribuição adequada dos recursos.

Lá eles saberiam como gerenciar as finanças. Aquele que gerenciou as finanças antes deles foi
infiel, e ficou uma grande lição de Judas para nunca mais manejar com infidelidade os
recursos, como fez Judas, que era um ladrão, e isso o levou a acabar com a própria vida.
Tremendo tudo isso, tremendo. No versículo 22 do capítulo 10 de Provérbios, também diz
assim: "A bênção do Senhor é que enriquece e não acrescenta tristeza com ela". Então, 10.22
de Provérbios diz: "A bênção do Senhor é que enriquece e não acrescenta tristeza nisso".
Portanto, um bom administrador vai ver que o que abençoa não é o dinheiro nem os recursos,
isso deve estar bem administrado, mas sim que a bênção do Senhor vai enriquecer aquele
ministério. Vai enriquecê-lo e dar-lhe recursos para fazer a obra, não só no local, mas como
fazia o apóstolo Paulo em todas as igrejas da Galácia, em Éfeso, em Corinto, em todas as
igrejas que ele permitiu a Deus viajar e fazer uma obra maravilhosa, expandir o Evangelho.
Como nós, como ministérios, fomos tão abençoados que Deus nos permitiu conhecer os
continentes e levar a palavra e ter estabelecida a obra com filhos ministeriais. Então, há uma
responsabilidade, há um compromisso, há um trato com o dinheiro.

A bênção do Senhor, por isso, devemos fixar os olhos e não ser arrogantes com as riquezas. Os
ricos devem ter cuidado para não colocar a esperança na riqueza, porque são incertas, e as
pessoas que colocam essa esperança na riqueza são arrogantes. Mas nós devemos ser ricos em
boas obras, porque a bênção do Senhor é que enriquece, e não acrescenta tristeza nela. Então,
quando alguém vai passando os anos ministeriais, Deus lhe dá em abundância, tudo, tudo,
tudo, porque foi um bom administrador, porque foi fiel, porque usou os recursos
corretamente, porque pagou os serviços, porque foi dadivoso, porque foi generoso, porque
sustentou famílias e pessoas que servem no ministério, e os sustentou economicamente. Por
isso, abençoo a igreja, abençoo os apóstolos, os profetas, os evangelistas, pastores e mestres,
ministros da casa de Deus, os que administram os mistérios de Deus e as coisas de Deus, e as
obras de Deus. Abençoo-os, sejam abençoados, discípulos e discípulas, aprendamos a servir ao
Senhor com santidade, com justiça, com verdade, com honestidade, com transparência, com
cuidado, com muito cuidado para não errar, para não nos equivocarmos, para não fazer as
coisas mal, mas para levar adiante o plano e o governo de Deus aqui na terra. Abençoo-vos,
amados, em nome poderoso e glorioso do nosso Senhor Jesus Cristo.

También podría gustarte