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Jan Saudek, 2000
Un joven de veintitrés años -un chico guapo, aunque pálido y delgado - está
´traumatizadoµ por el amor de su madre (y, por extensión) de su hermana. La
situación es, para nosotros, clásica: se trata de una pasión infantil edípica.
Ese amor que siente y al que corresponde con tanta violencia le ha
paralizado, casi como en una prueba de laboratori o. De hecho, las
consecuencias son bien conocidas: la sexofobia, la frigidez sexual y el
sadismo.
La idea es matar a una vieja usurera a la que ha dado en prenda unos objetos
(de familia). Se resiste mucho a la ´tentaciónµ pero al final, después de un
largo ceremonial, se rinde. De este modo, mata a su madre. Su madre, que le
obsesiona con las obligaciones, que le crea compromisos, que lo humilla con
su ansiosa comprensión, que le obliga a enfrentarse a su propia impotencia: y
que anteriormente había suscitado en é l un amor horrendamente culpable que
(como establece el mecanismo) se había transformado en odio.
El destino de nuestro asesino, por tanto, está aún totalmente por decidir y por
vivir. Todo debe comenzar desde el principio. Pero nuestro héroe ya no puede
hacerlo. Su vida transcurre por inercia y él recorre todas las etapa s obligadas
que suele recorrer - casi según unas perfectas normas fijadas de una vez y
para siempre- un culpable que acabará por confesar y expiar su culpa. Ahora
lo que importa son las vidas de los demás, que se desarrollan en torno a la
suya.