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UNIVERSIDAD PERUANA LOS


ANDES
Facultad de Derecho Y Ciencias Políticas
Escuela Profesional de Derecho

SOCIOLOGÍA Y DERECHOS HUMANOS

Presentado por:
Santana Miranda, Lening
Ruiz Rios , Maria Jose Reichel
Macuri Quispe Alexandra Paola

Cátedra:
Sociología del Derecho

Catedrático:
Mg. Jose Guzman Tasayco

Ciclo y Sección:
V-B1

Huancayo – Perú

2023
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DEDICATORIA:

Este trabajo de investigación monográfico lo


dedicamos :

A Dios, por guiarnos en cada paso que damos, por


habernos dado unos padres maravillosos, quienes
nos apoyan siempre y son el eje de nuestras
vidas.

A nuestro docente, le agradecemos por darnos lo


mejor de usted, por entregarnos lo que nadie nos
puede quitar, lo aprendido, la educación y el
conocimiento, que serán pilares para nuestro
desenvolvimiento profesional.
3

AGRADECIMIENTO

Al Mg. Jose Guzman Tasayco por toda la colaboración brindada, durante la elaboración de

este proyecto.

A la facultad de Derecho y CCPP, por la información brindada, que fueron valiosas e hicieron

posible este proyecto.

A las personas que apoyaron para que este trabajo se pudiera realizar.
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SOCIOLOGÍA Y
DERECHOS HUMANOS
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ÍNDICE

CARÁTULA I

DEDICATORIA II

TITULO DE MONOGRAFIA III

ÍNDICE IV

INTRODUCCIÓN V

CAPÍTULO I

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA Y LOS DERECHOS HUMANOS

1.1. Definición y alcance de la Sociología

1.2. Definición y concepto de los Derechos Humanos

1.3. Relación entre la Sociología y los Derechos Humanos

CAPÍTULO II

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

2.1. Origen y evolución de los Derechos Humanos

2.2. Principales hitos en la lucha por los Derechos Humanos

2.3. La Declaración Universal de Derechos Humanos y su impacto en la sociedad

CAPÍTULO III

TEORÍAS SOCIOLÓGICAS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS

3.1. Perspectiva funcionalista y los Derechos Humanos

3.2. Enfoque del conflicto y los Derechos Humanos

3.3. Teoría simbólica y la construcción social de los Derechos Humanos

CAPÍTULO IV

DESIGUALDADES SOCIALES Y DERECHOS HUMANOS

4.1. Discriminación y su impacto en el ejercicio de los Derechos Humanos

4.2. Desafíos de género y Derechos Humanos

4.3. Pobreza y Derechos Humanos: acceso a la educación, salud y vivienda

CAPÍTULO V

VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS


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5.1. Violencia de género y Derechos Humanos

5.2. Tortura y tratos inhumanos o degradantes

5.3. Conflicto armado y Derechos Humanos

CAPÍTULO VI

MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

6.1. Papel de la sociedad civil en la promoción de los Derechos Humanos

6.2. Activismo y lucha por la justicia social

6.3. Impacto de las redes sociales en la visibilización de violaciones a los Derechos Humanos

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

ENLACES DE INTERÉS
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INTRODUCCIÓN
La sociología y los derechos humanos son dos disciplinas que convergen y se

complementan de manera significativa en el ámbito jurídico. La sociología, como ciencia

social, estudia las interacciones humanas, las estructuras sociales y los fenómenos colectivos

que influyen en la configuración de la sociedad. Por otro lado, los derechos humanos son un

conjunto de principios universales que buscan proteger la dignidad, libertad e igualdad de

todas las personas, sin importar su origen, raza, género, religión u orientación sexual. La

interacción entre estas dos áreas del conocimiento es fundamental para comprender la eficacia

y el impacto de las normas y políticas jurídicas en la sociedad.

Con el objetivo de analizar la relación entre la sociología y los derechos humanos,

estamonografía examinará tres puntos clave: primero, la influencia de los factores sociológicos

en la percepción y el ejercicio de los derechos humanos; segundo, el papel de la sociología en

la lucha contra la discriminación y la desigualdad; y tercero, la importancia de la perspectiva

sociológica en la formulación y aplicación de políticas públicas que promuevan y protejan los

derechos humanos.

La Sociología y los Derechos Humanos son dos campos de estudio interrelacionados que

abordan aspectos fundamentales de la sociedad y la dignidad humana. En esta monografía,

exploraremos cómo la perspectiva sociológica puede enriquecer la comprensión de los

derechos humanos y cómo estos últimos se han desarrollado a lo largo de la historia.

Analizaremos las teorías sociológicas aplicadas a los derechos humanos, la relación entre

desigualdades sociales y la garantía de derechos, así como la influencia de la globalización,

los movimientos sociales y el género en este ámbito. También examinaremos cómo la

migración y el medio ambiente están relacionados con los derechos humanos y los desafíos y

perspectivas futuras en este campo.


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CAPÍTULO I

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA Y LOS DERECHOS HUMANOS

1.1. Definición y alcance de la Sociología

La perspectiva sociológica en el estudio de los Derechos Humanos es esencial para analizar

las dinámicas sociales, culturales y políticas que afectan su protección y promoción. Como

afirma Karl Marx, "la Sociología desentraña las estructuras de poder y opresión que pueden

limitar el pleno ejercicio de los derechos humanos." De esta manera, la Sociología

contribuye a la identificación de desafíos y soluciones para garantizar los derechos

fundamentales de todas las personas en la sociedad.

1.2. Definición y concepto de los Derechos Humanos

Para comprender la intersección entre la Sociología y los Derechos Humanos, es necesario

definir ambos conceptos. Según Juan Carlos Serrano y Mauricio García Villegas, la

Sociología es "la ciencia que estudia la sociedad humana en todas sus dimensiones,

abarcando desde las relaciones sociales hasta las estructuras culturales y políticas." En

cuanto a los Derechos Humanos, Hannah Arendt los describe como "los derechos

inherentes a todos los seres humanos, sin discriminación alguna, que garantizan su dignidad

y libertad."

1.3. Relación entre la Sociología y los Derechos Humanos

La moralidad individualista no es un mal en sí mismo. Tampoco el hecho de que los DDHH

fortalezcan al individuo como foco de aspiraciones a los valores no significa una

imposición del individualismo como pilar de algún proyecto de hegemonía cultural, algún

existencialismo, socialismo no colectivista, y mucho menos para el neoliberalismo. Aunque

pueden allí descubrir orientaciones filosóficas, no hay ninguna doctrina de antemano que
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encuadre estratégicamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos en un

proyecto de hegemonía. Sólo existe el compromiso y la actitud solidaria de las sociedades

democráticas en promover, asegurar, reparar los derechos humanos proclamados por las

Naciones Unidas.

La relación entre la Sociología y los Derechos Humanos radica en que ambas disciplinas

buscan comprender y promover el bienestar de las personas en la sociedad. Para Anthony

Giddens, la Sociología proporciona "una comprensión científica de cómo las estructuras

sociales afectan los derechos humanos y cómo estos influyen en la conformación de la

sociedad".

Desde el punto de vista sociológico, el conocimiento de los criterios morales se torna

concreto como reflexión posterior sobre el acto moral directamente vivido, implicando los

valores vislumbrados en el calor de la acción misma. Además de no encuadrarse en ninguna

doctrina previa, esa acción moral creadora de sus propios criterios está en directa oposición

a cualquier filosofía de la historia, y a su creencia en el progreso automático, señalando que

la especificidad de la experiencia moral así efectuada se verifica exactamente como el

reconocimiento, acción participativa en los distintos grados del esfuerzo

CAPÍTULO II

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

2.1. Origen y evolución de los Derechos Humanos

Los derechos humanos son ininteligibles sin el concepto derecho subjetivo, que se gestó en la

modernidad (siglo XVII), si bien tiene ciertos precedentes importantes en la Edad Media. Sólo

fue posible hablar de derechos humanos una vez que se consideró que el hombre, por el simple
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hecho de serlo, tiene una serie de prerrogativas naturales o derechos subjetivos que deben ser

reconocidos, respetados y protegidos por el poder soberano. De ahí la importancia del estudio

de este concepto para conocer el origen de lo que en la modernidad se ha llamado derechos

humanos o fundamentales.

El derecho subjetivo, que tiene su momento de madurez en el siglo XVII con el nacimiento de

la Escuela Racionalista de Derecho Natural,cuyo fundador, para muchos historiadores, es el

humanista holandés Hugo Grocio, comenzó a ser total para los grandes sistemas de

pensamiento jurídico y político. Sin embargo, a los modernos no se les puede atribuir por

completo la autoría de este concepto, pues su origen está en las obras, códigos y discusiones

de la Baja Edad Media.

Los derechos humanos tienen raíces históricas en diferentes civilizaciones y culturas. Desde la

Antigüedad, en la cultura griega y romana, existían conceptos de justicia y dignidad que

sentaron bases para los derechos humanos. Asimismo, las religiones abrahámicas, como el

judaísmo, el cristianismo y el islam, han influido en la concepción de la igualdad y la dignidad

humana. Por su parte, la cultura china también desarrolló principios morales que respaldan la

idea de derechos inherentes a las personas.

2.2. Principales hitos en la lucha por los Derechos Humanos

La historia está marcada por movimientos sociales y luchas que han buscado la protección y

promoción de los derechos humanos. Ejemplos destacados incluyen el movimiento sufragista,

que luchó por el derecho al voto de las mujeres; el movimiento de derechos civiles en Estados

Unidos, que buscaba la igualdad racial; y la lucha contra la discriminación y la segregación en

Sudáfrica bajo el apartheid. Estos movimientos han dejado un legado significativo en la

promoción de los derechos humanos a nivel mundial.


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La ONU nació como respuesta a las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial. Su

finalidad fue, en resumidas cuentas, la creación de un sistema internacional para la efectiva

promoción y defensa de los derechos humanos. Los responsables de su fundación fueron los

aliados occidentales, quienes sostuvieron que la defensa de la libertad y de los derechos

humanos constituía la justificación principal de la intervención de Estados Unidos de América

en la recién fenecida guerra. Se quiso incluir en la Carta que dio origen a esta organización,

llamada Carta de San Francisco, una declaración de derechos, cosa a la que se opusieron con

gran determinación la Unión Soviética y Gran Bretaña. No obstante, Estados Unidos de

América presionó para que por lo menos en los artículos que constituían esa Carta se hiciera

una referencia a los derechos humanos.

2.3. La Declaración Universal de Derechos Humanos y su impacto en la sociedad

A lo largo de la historia moderna, diversos documentos y tratados internacionales han

contribuido a la protección de los derechos humanos a nivel global. La Declaración Universal

de Derechos Humanos (1948), proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas,

es un ejemplo fundamental en la promoción de los derechos universales. Además, tratados

como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la

Mujer (CEDAW) y la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) han sido cruciales en la

defensa de los derechos de grupos específicos.

Con el nombre de Carta de los Derechos Humanos se conoce al conjunto de documentos

jurídicos internacionales sobre derechos humanos constituidos por la Declaración Universal, el

Pacto sobre los Derechos Civiles y Políticos, el Pacto sobre los Derechos Económicos,

Sociales y Culturales, así como sus respectivos protocolos opcionales. Estos pactos fueron

establecidos el 16 de diciembre de 1966 e imparten obligatoriedad jurídica a los derechos

proclamados por la Declaración. La Carta de los Derechos Humanos constituye la base

jurídica más importante para la promoción y defensa de los derechos fundamentales. Y hemos
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hablado de la Declaración Universal; ahora nos toca analizar brevemente los dos pactos que

ahondan en los derechos proclamados por aquélla.

CAPÍTULO III

TEORÍAS SOCIOLÓGICAS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS

3.1. Perspectiva funcionalista y los Derechos Humanos

Un sistema jurídico que se precie de ser de carácter científico ha de distinguir lo que es válido

de lo que no es válido, lo que es legítimo y lo que es ilegítimo. Un punto de partida mínimo

para un saber ordenado y justo es asumir que no todo derecho vigente es derecho legítimo.

Probablemente no sea tan fácil fundamentar criterios de verdad a partir de conceptos

abstractos asumibles para todo tiempo y lugar como aspiraba la Escuela Clásica bajo el prisma

de la Ilustración, pero ciertamente no sería posible asumir como justicia, como derecho, un

conocimiento incapaz de establecer qué razonamiento es válido y qué razonamiento es

inválido. Si el intérprete posee una serie de teorías a su disposición, todas supuestamente

válidas, es preciso ir a la esencia de ese conocimiento y preguntarse cuáles son las certezas

mínimas asumibles, qué está fallando para que este método de conocimiento no sea capaz de

invalidar al menos algunas de ellas.

Los derechos humanos constituyen la síntesis histórica de los ideales del iusnaturalismo que

han sido trasladados a las Constituciones nacionales, convirtiéndolos en derecho positivo y,

por consiguiente, se trata de principios autolimitadores de los gobernantes y de cualquier

autoridad. Incluso, frente al relativismo cultural, es posible oponer los derechos humanos

como barreras infranqueables. Ciertamente también se puede afirmar que su reconocimiento

en las Constituciones como derechos fundamentales no ha impedido que los Estados los

vulneren, como también lo han hecho grupos organizados, personas naturales y personas

jurídicas. Pero también es cierto que especialmente los tribunales internacionales de derechos
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humanos han cumplido una labor importantísima en su defensa y reconocimiento,

especialmente la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Tribunal Europeo de

Derechos Humanos. En no pocas ocasiones han sancionado a los Estados por no cumplir su

labor de velar por la defensa de los derechos humanos, domesticando los excesos políticos de

los gobernantes o arbitrariedades de los jueces nacionales. Todo ello ha sido posible en virtud

de los derechos humanos.

El Informe de Naciones Unidas elaborado por Kofi Annan en 2005 pone en evidencia las

relaciones recíprocas entre amenazas a la seguridad y a las libertades con desarrollo humano y

derechos humanos. Se trata del informe de seguimiento de los acuerdos de la Cumbre del

Milenio, un concepto más amplio de la libertad: desarrollo, seguridad y derechos humanos

para todos.

3.2. Enfoque del conflicto y los Derechos Humanos

Las teorías sociológicas son herramientas importantes para analizar los derechos humanos

desde diferentes perspectivas. Max Weber, por ejemplo, destaca cómo las estructuras de poder

y las instituciones influyen en la garantía o violación de los derechos. Por su parte, Émile

Durkheim enfoca su atención en cómo las normas sociales y la solidaridad pueden afectar el

reconocimiento y protección de los derechos humanos.

La Sociología del conflicto se centra en cómo los enfrentamientos de intereses y la

desigualdad de poder pueden resultar en violaciones a los derechos humanos. Karl Marx

argumenta que la lucha de clases y la explotación económica son factores que generan

desigualdades y violaciones a los derechos fundamentales. La Sociología del conflicto permite

identificar las causas de las violaciones a los derechos y proponer soluciones basadas en la

transformación social.

3.3. Teoría simbólica y la construcción social de los Derechos Humanos


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El cambio social es un factor determinante en la evolución y protección de los derechos

humanos. La Sociología del cambio social examina cómo las transformaciones culturales,

políticas y tecnológicas pueden influir en la garantía de los derechos humanos. Ferdinand

Tönnies y Georg Simmel son autores que abordan el papel del cambio social en la promoción

de nuevos derechos y en la adaptación de las sociedades a los desafíos que plantean los

derechos humanos.

CAPÍTULO IV

DESIGUALDADES SOCIALES Y DERECHOS HUMANOS

4.1. Discriminación y su impacto en el ejercicio de los Derechos Humanos

La discriminación y la violencia estructural son desafíos importantes para la igualdad de

derechos. Autores como Michel Foucault abordan cómo las estructuras de poder pueden

perpetuar formas de discriminación y violencia que afectan a grupos vulnerables. La socióloga

Patricia Hill Collins destaca cómo la interseccionalidad de las opresiones puede generar

múltiples formas de discriminación que repercuten en el disfrute de los derechos humanos.

Aunque la igualdad o no discriminación es un tema dominante y recurrente en el Derecho

Internacional de los Derechos Humanos, la norma no está contemplada en la totalidad de las

diversas fuentes del derecho internacional de manera única y unificada. No obstante, el tema

del derecho internacional y la norma de igualdad o no discriminación se pueden abordar en

términos de los problemas que plantea su definición, para los cuales el material jurídico

internacional ofrece soluciones útiles. Si bien estos elementos definitorios legítimamente no se

pueden exhibir juntos como el significado único de todas las disposiciones de igualdad en el

derecho internacional y ni siquiera como un significado derivado de una única fuente

internacional, los elementos en sí constituyen temas consistentes en la jurisprudencia

internacional existente.
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El acceso a la justicia es esencial para garantizar los derechos humanos. La Sociología

Jurídica, una rama de la sociología, se centra en cómo las instituciones judiciales y legales

pueden afectar el acceso igualitario a la justicia y la protección de los derechos humanos.

Autores como Lucie White y Roberto Gargarella han abordado los desafíos que enfrentan los

sistemas de justicia para responder de manera efectiva a las violaciones a los derechos

humanos.

4.2. Desafíos de género y Derechos Humanos

La falta de información sistemática, actualizada, apropiada y comparable para medir el

avance en la superación de las brechas de género es ya un indicador de los desafíos que

quedan por superar. La falta de estadísticas desagregadas por sexo, así como de

información sobre la contribución y participación específica de las mujeres en diferentes

aspectos del desarrollo, sigue constituyendo.

Dado que para los países miembros de la CEPAL la equidad está asociada a la necesaria

consideración de la diversidad de experiencias de las mujeres y los distintos grupos

sociales, en términos de inserción en la estructura social, pertenencia étnica, diferencias

etarias y condiciones de vida, se debe comprender que no siempre es posible analizar los

fenómenos en toda su complejidad, debido a la ya mencionada falta de información

desagregada y comparativa.

En general, es posible encontrar información sobre toda la región acerca de la participación

en el empleo, la educación, la presencia en las instancias de toma de decisiones y el

desarrollo institucional de los mecanismos para el adelanto de las mujeres, así como datos

sobre mortalidad materna. Sin embargo, gran parte de esa información proviene de censos y

encuestas que abarcan períodos superiores a los cinco años transcurridos desde la Cuarta

Conferencia Mundial. En cambio, no se dispone de indicadores de proceso que muestren el


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avance en la formulación de políticas y resultados a mediano plazo; asimismo, se constata

una ausencia de datos relativos a las mujeres rurales e indígenas.

4.3. Pobreza y Derechos Humanos: acceso a la educación, salud y vivienda

Las brechas socioeconómicas son un factor relevante en la protección de los derechos

humanos. La teoría de la estratificación social de Karl Marx sostiene que la desigualdad

económica y la explotación son obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos humanos.

Por otro lado, la teoría funcionalista de Talcott Parsons destaca la importancia de la

cooperación social para garantizar el acceso a derechos fundamentales en una sociedad.

Históricamente la pobreza ha sido analizada de acuerdo a patrones monetarios que, con base

en los ingresos percibidos, podía examinarse la situación personal de grandes segmentos

poblacionales atravesados por diversidad de factores geográficos, sociales, políticos, entre

otros; que contribuían de manera significativa en las condiciones de vulnerabilidad estructural

en la que se encuentran insertos.

En la actualidad, los cambios que se produjeron en materia de investigaciones y desarrollo

respecto de la pobreza han permitido su abordaje a partir de un espectro más amplio, en la

comprensión de que los parámetros monetarios no resultan suficientes a los fines de explicar

las implicancias de la pobreza en la vida de una persona y de su núcleo familiar, y los efectos

que este fenómeno tiene en materia de acceso y goce efectivo de derechos humanos básicos.

Así, el cambio de paradigma en materia de estudio y abordaje de la pobreza ha llevado a la

inclusión de grupos de población históricamente excluidos y, también, a la toma de conciencia

por parte de los Estados de su rol en materia de diseño e implementación de políticas públicas

destinadas a erradicar la pobreza y la pobreza extrema, como también, de la necesidad de

asumir compromisos internacionales en tal sentido.


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CAPÍTULO V

VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS

5.1. Violencia de género y Derechos Humanos

La violencia de género es una violación a los derechos humanos que afecta de manera

significativa a las mujeres y personas de género diverso. La socióloga Raewyn Connell

destaca cómo las estructuras patriarcales perpetúan la violencia de género y limitan el

ejercicio de los derechos. Los enfoques feministas, como el de Judith Butler, han sido

fundamentales para comprender cómo la violencia de género está arraigada en las normas

sociales y culturales.

Antes de hablar de violencia de género y de violencia contra las mujeres, es necesario

explicitar qué entiendo por género, sus diferencias con la categoría sexo y en qué forma

utilizo estas categorías a lo largo de este escrito. Para ello comenzaré aclarando que no

entiendo la categoría género como sinónimo de mujeres .

Entendiendo así el género, como la forma en que se construyen culturalmente las

diferencias biológicas y se tejen relaciones sociales y simbólicas de poder. Además,

entiendo el sexo como las diferencias biológicas, relacionadas con los rasgos físicos de

hombres y mujeres. Entender el género como una construcción cultural, implica superar los

binarismos basados en el sexo, esto es, en las diferencias físicas y biológicas entre macho y

hembra, que oponen lo femenino a lo masculino

5.2. Tortura y tratos inhumanos o degradantes

La tortura y los tratos inhumanos o degradantes son una grave violación a los derechos

humanos. La teoría del control social de Stanley Cohen analiza cómo los Estados y otras

instituciones pueden utilizar la tortura como una herramienta para mantener el control y la
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dominación. Por otro lado, autores como David Garland exploran cómo las políticas de

seguridad pueden llevar a la normalización de la violencia estatal.

5.3. Conflicto armado y Derechos Humanos

El conflicto armado es un contexto propicio para las violaciones masivas a los derechos

humanos. La socióloga Cynthia Enloe ha investigado cómo las guerras afectan a las

poblaciones civiles, especialmente a las mujeres. Por otro lado, autores como Johan

Galtung han analizado cómo los conflictos estructurales pueden tener efectos devastadores

en los derechos humanos.

CAPÍTULO VI

MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

6.1. Papel de la sociedad civil en la promoción de los Derechos Humanos

Los movimientos sociales desempeñan un papel crucial en la promoción y protección de los

derechos humanos. Los estudios sobre movimientos sociales, como los de Sidney Tarrow y

Charles Tilly, han analizado cómo la movilización ciudadana puede impulsar cambios en la

legislación y políticas en favor de los derechos humanos.

Existen numerosos ejemplos de movimientos sociales exitosos en la defensa de los

derechos humanos. El movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, liderado por

Martin Luther King Jr., logró avances significativos en la lucha contra la segregación racial.

Otros ejemplos incluyen el movimiento de derechos humanos en Argentina, que buscó

justicia para las víctimas de la dictadura militar, y el movimiento LGBT, que ha luchado

por la igualdad de derechos para personas de orientaciones sexuales diversas.

6.2. Activismo y lucha por la justicia social


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En las últimas décadas, la Justicia Social ha sido un tema recurrente en diversos estudios de

sociología, filosofía, economía, política y educación, siendo de este modo definida desde

múltiples disciplinas y por distintas autoras y autores que nos han brindado diferentes

significados y usos acerca del término. Es por ello, que resulta especialmente relevante

destacar el desarrollo histórico del concepto de Justicia Social, ya que se trata de un tema

ampliamente debatido, y de máxima actualidad. El interés creciente en este ámbito, puede

fundamentarse en fenómenos como la globalización, los continuos movimientos

migratorios o las sucesivas crisis, que han provocado un aumento en la complejidad de

nuestra sociedad, y en las causas y motivos de exclusión, observándose desigualdades por

razones de género, clase social, cultura, capacidad y orientación sexual, entre otras. Estas

situaciones, sin duda, deben merecer y merecen nuestra preocupación, y nuestra atención

para intervenir con la intención de garantizar oportunidades más justas de prosperidad para

todas las personas. Aprovechando también el incremento de sensibilidad y el interés común

por lograr una sociedad cada vez más justa, nos planteamos realizar un estudio teórico

empírico de la Justicia Social en el ámbito de la educación. Ha sido ampliamente

demostrado que la educación juega un papel fundamental, para reducir las desigualdades

sociales y compensar las diferencias de partida y contribuir a la movilidad social. Por ello,

resulta imprescindible el desarrollo de una educación de calidad que ofrezca la igualdad de

oportunidades, como condición necesaria para la inclusión efectiva en la vida social.

Concebir la educación como el elemento clave en la creación de sociedades más justas,

implica asumir compromisos reales de todos los actores que participan en el proceso de

enseñanza-aprendizaje: el Estado, los medios de comunicación, las familias, los docentes y

los propios estudiantes. Por ello, con el propósito de alcanzar sociedades más justas y

democráticas, consideramos necesario conocer qué piensan y cómo se representan la

Justicia Social los actores principales de la educación: estudiantes y docentes. Para que la

escuela, como unidad básica de educación, se implique en el trabajo por la Justicia Social
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necesita repensar, replantear y reformular sus múltiples facetas, de modo que contribuya de

forma real a la consecución de una sociedad más justa. En este escenario, consideramos

imprescindible, conocer qué piensan y cómo se representan la Justicia Social los

estudiantes de Educación Secundaria, y los docentes en formación y en ejercicio, por

considerarlos elementos clave, que van a influir en el futuro más inmediato de nuestra

sociedad. Además, también está ampliamente demostrado (Cook, 1990; Fox, 2003), que

estas creencias o representaciones van a incidir en sus propias acciones (o inacciones)

dentro de la escuela, y en la sociedad en general.

6.2.1. Justicia Social como Redistribución

Aunque el principal referente de las definiciones de Justicia Social podría variar a través de

las distintas disciplinas, comúnmente estas definiciones suelen incluir conceptos que aluden

a las nociones de equidad o compensación de la desigualdad y la redistribución de recursos

(Rawls, 1971; Vera y Speight, 2003). El término redistribución proviene de la tradición

liberal de finales del siglo XX. Durante muchos años, las cuestiones de justicia distributiva

han dominado el discurso y la discusión acerca de la Justicia Social (Dworkin, 1981; Miller,

1999; Rawls, 1971; Sen, 1980, 1993), hasta el punto que en muchas ocasiones Justicia

Social y justicia distributiva se han utilizado de forma intercambiable e incluso como

sinónimos, con el sentido de asegurar que todo el mundo reciba lo que le corresponde

(Miller, 1999). Tanto es así, que las reivindicaciones redistributivas, que buscan una

distribución más justa de los recursos y la riqueza, han sido el paradigma más influyente en

la mayoría de las teorías sobre Justicia Social en los últimos 150 años (Cazden, 2012). La

visión tradicional de las injusticias redistributivas, ha permanecido anclada a las diferencias

de clase social en base al poder y la riqueza que continúan existiendo en la sociedad

capitalista en la que nos encontramos. Como plantea Stiglitz (2012) la riqueza está

distribuida de manera muy desigual, tanto es así que el 1% de la población más enriquecida
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concentra la mayor parte de la riqueza y posee lo que el 99% restante necesita.

Precisamente lo que se pretende con la Justicia distributiva es la posibilidad de avanzar en

este modelo de perpetuación de clases y de reproducción de estatus, posibilitando la

movilidad entre los grupos compensando en beneficio de los que están en peor situación.

Hay que considerar también que una alta desigualdad en la sociedad afecta al crecimiento

del país, provocando a su vez desestabilidad a nivel político y económico (Stiglitz, 2012).

Los altos niveles de inequidad producen inestabilidad política, separación social y ausencia

de esperanza, mostrando un escenario desesperanzador. La superación de estas

desigualdades requiere reestructurar la economía, y el sistema político y social, para alterar

la distribución de los beneficios entre clases sociales. Esta acepción de Justicia Social está

centrada principalmente en la distribución de bienes y recursos materiales, económicos y

culturales. Sin embargo, hay posiciones muy dispares en torno al paradigma de la

distribución y por ende sobre los bienes y recursos que se deben distribuir, así como a quién

van dirigidos y los criterios asumidos para distribuirlos de la forma más justa. Por ejemplo,

nos encontramos que la posición de los utilitaristas en la redistribución apuesta por el bien

común, excluyendo el concepto de justicia como equidad y proponiendo planteamientos

que distan bastante de lo que se puede considerar una redistribución justa desde nuestro

enfoque teórico. Para los utilitaristas, se evalúa el total de satisfacción de la sociedad, y por

tanto se justifica que los que están en mejor situación obtengan mayores ganancias aunque

esto suponga pérdidas para los que están peor situados. En este sentido, se admite que los

más desfavorecidos tengan menos y hagan aún más sacrificio con el fin de aumentar las

ganancias de otros más favorecidos, y por ende del bienestar global. Afortunadamente, la

idea de Justicia distributiva fue renovada por John Rawls en la década de los 70, quien

propuso una visión detallada del liberalismo igualitario en oposición al utilitarismo (Rawls,

1971, 1985), con la necesidad de encontrar un equilibrio entre los principios de equidad y

libertad individual poniendo el foco de interés en las necesidades de los menos favorecidos
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o aventajados de la sociedad. Abordó las formas en que las instituciones sociales influyen

en la distribución de oportunidades, ingresos, riqueza y, en general, de todas las ventajas

sociales, con la idea de otorgar igualdad de oportunidades para todos, concediendo al

Estado la responsabilidad especial de la distribución de estos bienes. Con la teoría de la

Justicia distributiva de Rawls se puede considerar un antes y un después en este paradigma.

En su libro Teoría de la Justicia (1971), John Rawls intenta resolver el problema de la

justicia distributiva enunciando su teoría de “Justicia como equidad” que supuso un gran

avance para la redistribución al encontrar un balance entre los principios de igualdad y de

libertad individual, con especial interés en las necesidades de los más desventajados de la

sociedad. Lo que viene a suponer Rawls es que hombres y mujeres racionales, libres e

iguales, desprovistos de todo conocimiento particular acerca de su situación de partida (o

posición original) referida por Rawls como “velo de ignorancia”, probablemente optarían

por una distribución equitativa de cualquier bien que se les hubiera presentado y valorarán

los principios de justicia únicamente sobre la base de consideraciones generales, aceptando

aquellos principios que sean justos para todos y evitando de esta manera actuar conforme al

propio interés. Pues si un individuo desconoce cuál es su posición en la sociedad, es

probable que no privilegie a una determinada clase de personas, sino más bien desarrollará

un esquema de justicia que trate a todos justamente y que maximice la posición de los

menos afortunados, eligiendo proteger todo tipo de intereses, pues no sabe cuáles serán los

suyos. Esta idea tenía el propósito de formular una teoría de la justicia como equidad y

plantea dos principios básicos fundamentales:

1) Según el primero de ellos, cada persona ha de tener un derecho igual al sistema

más amplio de libertades básicas compatible con un sistema similar de libertad

para otros. Es decir, las libertades de unos no deben repercutir en las libertades de

los otros. Rawls establece como libertades básicas de los ciudadanos, la libertad

política (derecho a votar y a desempeñar cargos públicos), libertad de expresión y


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de asociación, libertad de conciencia y de pensamiento, libertad personal (que

incluye la libertad frente a la opresión) y libertad de no ser objeto de arresto y

detención arbitraria.

2) El segundo principio establece que las desigualdades económicas y sociales

han de resolverse de manera que sean para el mayor beneficio de los miembros

menos aventajados de la sociedad (principio de diferencia) y bajo las condiciones

de una justa igualdad de oportunidades. El principio de diferencia o de equidad, se

interpreta a favor de los que están más desfavorecidos en la sociedad, de manera

que las mayores expectativas de los que están mejor situados son justas sólo si

funcionan dentro de un sistema que mejora las expectativas de los miembros

menos favorecidos de la sociedad. Este principio está vinculado con el de

compensación, que sostiene que para tratar a todos por igual, para que exista una

auténtica igualdad de oportunidades, la sociedad debe prestar atención a aquellos

que poseen menos bienes naturales y a los que han nacido en situaciones sociales

menos favorables.

6.2.2. Justicia Social como Reconocimiento

Al concepto de Redistribución en Justicia Social se une la noción de Reconocimiento

(Benhabib, 2006; Cole, 2000; Fraser, 1995, 2000; Fraser y Honneth, 2003; Honneth, 1997,

2007; Irvine, 2003; Taylor, 1993; Young, 1990), vinculada inicialmente con el respeto social y

cultural de todas las personas mediante la valoración de la diversidad y la existencia de

relaciones justas dentro de la sociedad. Para que exista Reconocimiento debe haber ausencia

de dominación cultural y social, dando visibilidad a los grupos minoritarios o tradicionalmente

excluidos por razones de género, cultura, clase social, etnia u orientación sexual. El término de

reconocimiento fue tratado por primera vez por Hegel en Fenomenología del espíritu en 1973,

“Hegel considera fundamental el hecho de que sólo podemos florecer en la medida en que se
24

nos reconoce” (Taylor, 1993, p. 76). Según Hegel, el reconocimiento se refiere a una relación

recíproca entre sujetos y para el desarrollo de la identidad de los individuos y los grupos es

necesario el reconocimiento de los otros mediante un proceso dialógico de reconocimiento

mutuo (Fraser, 2000). Como es bien sabido, en los últimos tiempos, debido a la intensificación

de movimientos sociales, las sucesivas crisis, el progreso de las telecomunicaciones y el

aumento de los movimientos migratorios, se ha ido produciendo una notable proliferación de

luchas por el Reconocimiento de diversos grupos tradicionalmente excluidos e infravalorados

(luchas en torno al multiculturalismo, respecto al género o la sexualidad, movimientos por los

derechos y las libertades humanas, etc.). Estas luchas por el reconocimiento tienen su origen

en los procesos y fenómenos que generan la exclusión de ciertos grupos minoritarios por

razones de género, sexualidad, cultura, religión, etnia o capacidad. Así, algunos de los grupos

más vulnerables que sufren las injusticias del reconocimiento son las mujeres, los miembros

de minorías étnicas, culturales y religiosas, los discapacitados y el colectivo LGTB, que

luchan por el reconocimiento, respeto y valoración de sus identidades individuales y

colectivas. Sin embargo, el género, la etnia, la sexualidad y la clase social no están

radicalmente separados, sino que interactúan, pues nadie pertenece sólo a una de estas

categorías y es posible que los individuos subordinados en un eje sean dominantes en el otro.

En la filosofía política contemporánea, ha habido un intenso debate sostenido sobre si la

Justicia Social es un asunto de distribución o reconocimiento (Fraser y Honneth, 2003; North,

2006). El paradigma de justicia de la distribución se centra en la igualdad de los individuos, el

compromiso cívico y el compromiso político común para todos los ciudadanos con el objetivo

de perseguir su igualdad de oportunidades en la vida (Rawls, 1971). Esta perspectiva fue

prevalente durante la última mitad del siglo XX, como el remedio para todas las injusticias,

centrándose en la redistribución de bienes materiales y de otros tipos, incluyendo las

oportunidades, el poder y el acceso, con el objetivo de establecer una sociedad basada en la

justicia y la equidad (Fraser, 2008). Sin embargo, muchos expertos en filosofía política
25

argumentan que centrarse sólo en la igualdad y la distribución de bienes es teóricamente

inadecuado para conceptualizar la justicia en la sociedad diversa de hoy en día. Como señala

Young (1990), los movimientos sociales de los años 60 y 70 han dejado claro que una

dimensión relevante de injusticia era el fallo en el reconocimiento y respeto a ciertos grupos

sociales, y por lo tanto el objetivo del reconocimiento debe ser central en las teorías de Justicia

Social. La política de reconocimiento y la política de redistribución a menudo parecen tener

objetivos mutuamente contradictorios. Mientras que la primera tiende a promover la

diferenciación grupal, la segunda tiende a socavarla. Por lo tanto, los dos tipos de reclamación

están a menudo en tensión entre sí (Fraser, 1995). Siguiendo a Young (1990), necesitamos

pasar de la dimensión distributiva para incluir otras dimensiones de la justicia, como el

reconocimiento, refiriéndose a la ausencia de dominación cultural experimentada por ciertos

grupos o individuos sociales; así como la justicia asociativa, definida por el grado de

participación de individuos o grupos en las decisiones que afectan a las condiciones en las que

viven. Young (1990) desarrolla los conceptos de opresión y dominación considerándolos

cuestiones sociales descuidadas debido a un énfasis excesivo en el paradigma distributivo.

Además sostiene que las injusticias distributivas pueden contribuir a otras formas de opresión.

Sugiere que la Justicia Social no debe utilizarse exclusivamente en el sentido convencional de

la distribución de bienes en la sociedad, desafiando una noción distributiva de la justicia y

argumentando que oculta desigualdades sistémicas y estructurales. Por ello, Young (1990)

plantea ampliar los límites de la Justicia Social más allá de considerar a las personas como

simples poseedoras y consumidoras de bienes, posicionándose en un contexto más amplio que

incluya también el reconocimiento y la acción, otorgando los medios para desarrollar y ejercer

las capacidades. Esta autora se refiere a las personas que sufren de falta de reconocimiento

como oprimidos y define cinco criterios que pueden determinar esta condición: explotación,

marginación, carencia de poder, imperialismo cultural y violencia (Young, 2000).


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6.3. Impacto de las redes sociales en la visibilización de violaciones a los Derechos

Humanos

La tecnología y las redes sociales han revolucionado la forma en que se lleva a cabo el

activismo por los derechos humanos. La socióloga Zeynep Tufekci ha estudiado cómo las

redes sociales pueden amplificar las voces de los activistas y movimientos sociales. Además,

la tecnología ha permitido la documentación y difusión de violaciones a los derechos humanos

en tiempo real, lo que ha tenido un impacto significativo en la concientización y respuesta

global ante estas situaciones. La libertad de expresión y el derecho a la información se

encuentran íntimamente relacionados, en el entendido que la libre expresión de las ideas y

opiniones permite la difusión de la información en los distintos niveles de la sociedad,

constituyendo un elemento fundamental en la formación de la opinión pública. En ambos

casos la Constitución permite el ejercicio de estos derechos sin censura previa, pero con las

correspondientes responsabilidades derivadas de la expresión de las opiniones y de la difusión

de la información que puedan afectar a otros sujetos. Es de recordar que el ejercicio de estos

derechos puede colisionar con otros derechos fundamentales, tal como sucede con el honor y

reputación, es por ello que se establece la correspondiente responsabilidad, que en todo caso es

ulterior a la difusión de la información Internet y las RSI representan el escenario ideal para la

libre expresión de ideas y opiniones. En la actualidad, la mayoría de las RSI se han convertido

en importantes herramientas de comunicación y acceso a la información. A pesar de su íntima

relación, trataremos la incidencia de estos dos derechos en las RSI en forma separada, en la

medida que esto nos sea posible. La evolución de las Tecnologías de la Información y las

Comunicaciones (TIC) ha favorecido la presencia de nuevas herramientas en Internet,

representadas principalmente por la existencia de espacios abiertos de comunicación e

interacción. La participación activa y el creciente número de los usuarios de las redes sociales

en este ámbito han producido importantes consecuencias en el ejercicio de algunos derechos

fundamentales.
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CONCLUSIONES
1. La intersección entre Sociología y Derechos Humanos refuerza la comprensión de la

efectividad de los marcos jurídicos en la sociedad. Los factores sociológicos, como la cultura,

las normas sociales, la educación y el contexto económico, influyen en la percepción y el

ejercicio de los derechos humanos por parte de los individuos y grupos sociales. Por tanto, es

fundamental tener en cuenta estas dimensiones sociológicas al diseñar leyes y políticas que

busquen garantizar la protección de los derechos humanos en su plenitud.

2. La Sociología desempeña un papel vital en la lucha contra la discriminación y la

desigualdad social. Al analizar las estructuras y dinámicas sociales, esta disciplina identifica

patrones de exclusión y vulneración de derechos en diferentes segmentos de la población. Así,

aporta elementos clave para implementar medidas que aborden las desigualdades estructurales

y promuevan la igualdad de oportunidades para todas las personas, sin importar sus

características personales.

3. La perspectiva sociológica es esencial para el diseño y la implementación de políticas

públicas orientadas a la protección y promoción de los derechos humanos. Comprender la

realidad social y las necesidades de las comunidades permite a los legisladores y gobernantes

desarrollar estrategias más efectivas y adaptadas a la realidad de la sociedad. La incorporación

de la sociología en la formulación de políticas contribuye a evitar soluciones simplistas o

nuevas reivindicaciones se han producido en los últimos 30 años, y sobre esta circunstancia se

habla ya de una tercera generación de derechos humanos que complementa a las dos

anteriores. De este modo, los derechos y libertades de la tercera generación se presentan como

respuesta a la erosión y degradación que aqueja a los derechos fundamentales ante

determinados usos de las nuevas tecnologías y fomenta la construcción de sociedades más

justas e inclusivas.
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BIBLIOGRAFÍA
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los derechos fundamentales, Madrid, Dykinson S. L., 1997, tt. I, II y III.

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Filosofía del Derecho Dr. J.M. Delgado Ocando Universidad del Zulia. ISSN
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ENLACES DE INTERÉS:

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● https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/Publications/OHCHR_ExtremePo
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● https://www.corteidh.or.cr/tablas/r32923.pdf

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