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Con Este material conocerás las primeras consecuencias del capitalismo industrial, así como las corrientes
de pensamiento y los movimientos sociales que lo cuestionan.
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Introducción
El trabajo fabril transformó la vida de los obreros en todos los sentidos. Las
fábricas eran grandes galerones insalubres con pisos de tierra, poca iluminación y
escasa ventilación. La disciplina fabril llegaba a parecer la de una cárcel, se
trabajaba bajo la vigilancia del capataz, quien aplicaba multas e incluso castigos
físicos por cualquier falta cometida. Por otra parte, el obrero se tuvo que adaptar al
ritmo de la máquina moderna, sus movimientos debían ajustarse a una velocidad
muy superior, con lo que la intensidad del trabajo aumentó y con ello el desgaste
físico. Los obreros trabajaban 14 horas o más entre el ruido ensordecedor y
respirando un aire contaminado con los desperdicios de la materia prima. Los
limitados tiempos de descanso y la mala alimentación no les permitían recuperar
sus fuerzas para emprender al día siguiente la nueva jornada. Su actividad ya no
empataría más con el tiempo de la naturaleza: iniciarían su labor antes del canto
del gallo y continuaría, aunque ya hubiese oscurecido.
Los obreros no pudieron resistir a estas condiciones de trabajo; sin embargo, para
que las primeras manifestaciones –que se reflejaban principalmente en la
desconfianza hacia las máquinas- dieran cuerpo a una ideología de la clase
trabajadora y a una organización de masas, tuvieron que pasar casi dos siglos.
Con antecedentes de inconformidad que se remontaban al siglo XVII, es hasta el
siglo XIX cuando en Inglaterra se comenzaron a destruir las máquinas. De esta
manera nacen movimientos esporádicos que irán propagándose por toda Europa
hasta dar cuerpo a una corriente ideológica que permeó el pensamiento social del
siglo XX: El socialismo científico.
Debido a la presión social se tuvo que atender la situación de pobreza por lo que,
en 1834, se creó en Inglaterra la Nueva Ley de Pobres La ley fue rechazada por
los liberales, pues según su punto de vista, la protección a los pobres dañaba a la
economía. Se argumentaba que el dinero usado provenía de los impuestos
cobrados a los burgueses con lo que se desviaban recursos que podían ser
invertidos en la producción. Además, consideraban que dar dinero a los pobres
estimulaba la flojera y la ociosidad y alejaba a la fuerza de trabajo de las fábricas.
No obstante las objeciones, la ley fue aprobada pero con la modalidad de que los
necesitados ingresaran a las workhouse, casas de trabajo, en donde recibirían
techo, comida y la enseñanza de un oficio a cambio de la realización de algún
trabajo.
Fue una corriente ideológica que buscaba un cambio en la sociedad. Sus ideas
fueron criticadas por los otros grupos de izquierda, como los sindicalistas, los
socialdemócratas y los comunistas. Se les acusaba de no tomar en cuenta los
aspectos de la producción capitalista y de limitarse a aspectos religiosos o
filosóficos, lo que llevaba a proponer una sociedad ideal que chocaría con la
realidad de la lucha de clases. Entre los pensadores que desarrollaron esta
corriente había ciertas diferencias pero coincidían en la necesidad de proponer
nuevas formas de organización de la sociedad. Mencionaremos dos de los más
influyentes.
La Comuna de París
La movilización de la clase obrera fue diferente en los distintos países europeos.
El caso francés fue muy interesante en tanto tenía detrás de sí toda una tradición
revolucionaria que venía desde la Revolución de 1789. Esos antecedentes
anunciaban que la lucha popular tendría una propuesta más radical, acorde con
los tiempos políticos que se vivían en el último tercio del siglo XIX. A diferencia de
otros movimientos, la Comuna no planteaba el sufragio universal, puesto que
Napoleón III lo había concedido, así, la lucha estaba enfocada a un fin político de
mayor alcance: la formación de un gobierno popular.
Lo que siguió fue una tremenda persecución a todos los que apoyaron a la
Comuna, en las semanas posteriores a la derrota, las detenciones y fusilamientos
fueron el pan de cada día. Muchos fueron juzgados y se les condenó a trabajos
forzados, otros fueron deportados temporalmente y algunos de por vida. En 1889
se otorgó una amnistía general a quienes aún estaban en la cárcel.