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Consiste en hacer unos de amenazas para obligar a su destinatario a que haga, deje de

hacer, o tolere algo que éste no quería hacer, omitir o tolerar. Lo que afecta es la libertad
de determinación de las personas, o sea, la libertad de elegir entre diversas conductas
posibles y de actuar conforme a esa elección, libertad que resulta vulnerada por la
acción del agente que pretende suplantar la voluntad de la víctima y determinar su
conducta. En este delito la libertad de determinación se anula (no tiene elección), en
cambio en las amenazas la misma es perturbada o condicionada.
El delito consiste en hacer uso de amenazas para obligar a su destinatario a que haga,
deje de hacer, o tolere algo contra su voluntad. En este caso las amenazas son un medio
para lograr un fin trascendente a las mismas, un hacer o un no hacer del sujeto pasivo.
Medios comisivos y características del delito: la figura actual solo menciona el uso de
amenazas como medio de comisión del delito, por lo que queda excluida la fuerza física,
con las excepciones que veremos, como los casos de engaño o astucias que hagan caer
en error al sujeto pasivo. Respecto a la violencia, la que queda excluida será la vis
absoluta (la violencia destructiva de la acción, la que ejercida sobre el sujeto pasivo, 3º o
sobre las cosas, lo obligan físicamente a adoptar determinada conducta, impidiéndole o
imponiéndole un hacer), no así la vis compulsiva, que actúa a través de la psiquis de la
víctima, utilizada en forma intimidatoria, sea sobre la víctima, un 3º o sobre las cosas. La
violencia física actual ejercida para demostrar su repetición o continuación, si no se
accede a los requerimientos del agente, es una verdadera amenaza. En realidad, todo lo
que importe una elección posible para el sujeto pasivo es vis compulsiva, comprensible
en el concepto de amenaza. Las amenazas y los daños que contienen deben reunir los
requisitos vistos en el primer párrafo del artículo, pero respecto a la injusticia de la
amenaza, hay que aclarar que la misma será injusta no solo cuando la víctima no tenga
la obligación jurídica de hacer o de no hacer lo que el agente le impone, sino también
cuando éste no tenga la facultad de imponerle la exigencia, o de imponerla de
determinada forma, aunque esta sea debida por el agente (amenazar con golpear al
moroso si no paga la deuda). Este último supuesto, el de hacer justicia de mano propia,
es típica a esta figura. (En otras legislaciones es un ejercicio abusivo de un derecho). No
será injusta la amenaza cuando con ella se trata de impedir algo que la fuerza pública
debe impedir: ej: para impedir un delito, o para impedir un suicidio. Si es ilícita la
amenaza cuando se trata de impedir con ella una acción inmoral no prohibida por ley.
También se trata de un delito subsidiario: si es utilizada como medio típico para la
comisión de otro delito (extorsión del 168), la figura es absorbida por el delito fin,
aunque tenga menor penalidad.
El vigente art 149 bis, solo requiere que el uso de la amenaza se haga con el propósito
de obligar por lo que estamos ante un delito de carácter formal (antes era un delito de
resultado). Bastará entonces que la acción se dirija específicamente a obligar a la
víctima a hacer, no hacer o tolerar algo, siendo indiferente que el sujeto pasivo cumpla
efectivamente con la imposición. Sujeto activo: cualquier persona, incluso aquel sobre el
que recaerá el daño con que se amenaza a la víctima. Sujeto pasivo: este es el
destinatario de la amenaza, aunque el daño pueda recaer sobre su persona o sobre un
3º. Además de estar capacitado para comprender el contenido y significado de las
amenazas, el sujeto pasivo debe tener capacidad para determinarse y decidirse por sus
actos, aunque no sea una capacidad plena o completa, siendo suficiente la capacidad de
elegir entre diversos actos y de actuar conforme a esa elección, que es la libertad contra
la que atenta la figura.
Elemento subjetivo: se requiere un específico elemento subjetivo. Este se establece en
la expresión con el propósito de obligar a otro a hacer, no hacer o tolerar algo contra su
voluntad... si falta esta finalidad, la amenaza cae en la figura anterior. Pero la imposición
debe ser algo, determinado y posible (material o jurídicamente) para el sujeto pasivo, en
caso contrario, también será típica de la figura de amenaza del párrafo 1º. Lo impuesto a
la víctima puede tratarse de algo lícito o ilícito, delictivo o no, dado que la criminalidad
del hecho reside en la ilicitud de la exigencia. La comisión del delito exigido (cuando lo
exigido sea un delito del CP), puede poner al sujeto pasivo en una situación de
inculpabilidad (34 inc 2º). En este caso, el sujeto activo de la coacción responderá como
autor mediato del delito consumado por el coacto, delito que absorberá a las
coacciones, dado el carácter subsidiario de la figura. Culpabilidad: en razón de exigir un
elemento subjetivo, la figura solo se conforma con dolo directo, consistente en el
conocimiento del agente de todas las características requeridas para la tipicidad, y el
propósito de utilizarla como medio para lograr de la víctima una acción u omisión.
Consumación y tentativa: basta que la amenaza llegue a su conocimiento, que se
imponga y comprenda su contenido, siendo indiferente que el destinatario se sienta
coaccionado o que acceda a los requerimientos del agente. La tentativa es admisible. Se
aplica lo dicho para el 1º parr.

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