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Modelo Transteórico
Modelo Transteórico
CARLO DICLEMENTE
A partir de la pregunta: “¿Qué es lo que hace cambiar a las personas cuando pretenden modificar alguna
situación indeseable o problemática?, James Prochaska y Carlo DiClemente crearon un modelo para
intentar comprender qué, cómo, cuándo y por qué cambian las personas. A través de investigaciones
enfocadas en estudiar el fenómeno del cambio intencional, desarrollaron su modelo Transteórico,
compuesto por estadios, procesos y niveles.
Los estadios representan la dimensión temporal, es decir, cuándo cambia la gente. Al ayudar a alguien se
debe considerar el momento particular en el que se encuentra. Se postula que para lograr el cambio, una
persona debe pasar por etapas bien definidas y predecibles, las cuales deben ser respetadas para facilitar
el proceso.
Para alcanzar el éxito en el cambio, resulta fundamental saber en qué etapa se encuentra la persona con
relación a su problema, con el fin de diseñar procedimientos específicos que se adecuen a cada sujeto.
En otras palabras, lo que se busca es la relación terapéutica y el tipo de intervención adecuados para
cada persona dependiendo del estadio en que se encuentre.
1. Precontemplación: es probable que el paciente concurra por constricción externa (orden judicial,
familiares, etc.), manifestando negación del problema y sin considerar realmente el cambio. El riesgo de
abandono aquí varía entre un 40% y un 60%, e incluso a un 80% en casos relacionados con el consumo
de sustancias.
3. Preparación: en esta etapa la persona se halla lista para la actuación, habiendo dado algunos pasos en
pos del objetivo.
4. Acción: se refiere al momento en que se hacen más evidentes los pasos que se toman para lograr el
cambio. Su duración es de 6 meses.
5. Mantenimiento: sigue a la acción y dura otros 6 meses, el propósito en este estadio radica en sostener
los cambios logrados a través de la modificación del estilo de vida y la prevención de recaídas.
Es importante destacar que, al intentar cambiar un problema, gran parte de los sujetos recaen al menos
una vez en el proceso, pero la mayoría de ellos suele volver a empezarlo desde la etapa de
contemplación o preparación, para luego pasar a la acción. Es por esto que se dice que el cambio no
sigue un patrón lineal, sino más bien uno en espiral. La mayoría de los sujetos incorporan nuevas
estrategias y conocimientos a partir de los experimentado en las recaídas.
También es primordial que el terapeuta recuerde que los estadios del cambio son específicos para cada
conducta-problema.
Se refieren a la dimensión procesal (cómo cambian las personas). En otras, son las herramientas
utilizadas por cada individuo en su propósito de solucionar determinados problemas. Los procesos de
cambio que podemos encontrar con más frecuencia son:
1. Concientización: se refiere a las actividades que procuran incrementar el grado de información que
trae un estímulo a la persona, de modo tal que pueda obtener respuestas efectivas. El objetivo es la toma
de conciencia sobre las experiencias tanto cognitivas como afectivas. Cualquier aumento de
conocimiento, sea de la fuente que sea, también incrementa la conciencia. Algunos procedimientos
terapéuticos para aumentar la conciencia sobre el individuo o la naturaleza de su problema son: la
psicoeducación, la reestructuración cognitiva, la interpretación y la confrontación.
2. Auto reevaluación: es un proceso desencadenado por algunas actividades que la persona realiza
luego de reevaluar aspectos cognitivos y afectivos. Consiste en la reflexión sobre la necesidad de
cambiar o no las cosas, el conflicto con su sistema de valores y los posibles beneficios y desventajas. Es
común que el sujeto sienta que, si bien las cosas mejorarían con el cambio, este tendría un costo.
3. Auto reevaluación social: el individuo considera que, si el cambio sucede, su entorno sería más
saludable.
4. Auto liberación: luego de hacer una retasación de su situación, la persona toma la decisión de
cambiar la conducta problemática.
5. Liberación social: consiste en actividades que ayuden a que el individuo tenga más alternativas para
elegir; al modificar el entorno de la persona también se puede ayudar a que otros cambien.
8. Control de estímulo: esta técnica implica una reestructuración del ambiente con el objetivo de
reducir la probabilidad de que el estímulo se presente.
9. Manejo de lo eventual: el objetivo central de este proceso es utilizar una serie de actividades para
cambiar las consecuencias que siguen al comportamiento problemático mediante un sistema de refuerzos
y castigos. Este último no sólo es cuestionable desde un punto de vista ético sino que tampoco es usado
con frecuencia por terapeutas y por las personas que consiguen cambiar exitosamente solas. Una forma
de refuerzo que es muy simple y eficaz es la autovaloración.
10. Relaciones de ayuda: es esencial para lograr el cambio y se refiere simplemente, al apoyo social
que pueden proveer los familiares, amigos, etc.
NIVELES DEL CAMBIO
Estos niveles constituyen la dimensión objetal o lo que debe ser cambiado. Y se representa por varios
niveles interrelacionados que engloba los problemas psicológicos susceptibles de tratamiento, a saber:
1. Síntoma/Situación.
2. Cogniciones desadaptativas.
3. Conflictos actuales interpersonales.
4. Conflictos familiares/sistemas.
5. Conflictos intrapersonales.
Es muy importante que al momento de la intervención, el terapeuta pueda definir a cuál nivel demanda
ser ayudado el sujeto porque suelen variar aún en pacientes que presentan síntomas similares. Prochaska
y Diclemente recomiendan comenzar con el primer nivel debido a que:
El modelo transteórico del cambio surge con el objetivo de comprender cómo se produce el
cambio de las personas ante una determinada conducta adictiva. Fue elaborado por los psicólogos
James Prochaska y Carlo DiClemente en 1982.
Estos investigadores han intentado comprender cómo y por qué cambian las personas, ya sea por sí
mismas o a partir de la ayuda de un terapeuta. Dichos autores han descrito una serie de etapas por las
que pasa una persona que quiere abandonar un hábito, como el consumo de drogas o el de
alimentos muy procesados. También valdría para la mayoría de los propósitos de año que la mayoría de
nosotros nos hacemos.
Estas etapas son aplicables al cambio que uno propone y realiza por sí mismo, pero también al cambio
ayudado por un terapeuta. Es decir, ya sea dentro o fuera de una terapia, las personas parecen pasar
por fases similares, empleando procesos igualmente parecidos.
Dentro de este enfoque, la motivación se entiende como el estado presente de una persona o la etapa
de preparación para el cambio. Esto es importante, pues muchas veces utilizamos la palabra
“motivación” de manera incorrecta. Y es que la motivación es imprescindible para cualquier proceso de
cambio personal.
La conducta de los hombres permite conjeturar ciertas cosas a las que debe conducir si perseveran en
ella -dijo Scrooge-, pero, si no se persevera en ella, esas cosas o fines cambiarán. ¡Dime que esto es lo
que pasará… con lo que quieres mostrarme!
-Ebenezer Scrooge al fantasma de las Navidades futuras, e Canción de Navidad de Charles Dickens-
La etapa de “acción” es la que con más frecuencia las personas consideran como la etapa de inicio de
la terapia. Aquí la persona se implica en acciones que le llevarán a un cambio.
La mayoría de las personas que dejan de fumar, por ejemplo, lo hacen por sí solas. El objetivo durante
esta etapa es del de producir un cambio en el problema que se desea resolver. La intención de
cambiar, sin embargo, no garantiza que el cambio se mantenga a través del tiempo.
Etapa de mantenimiento
Aquí el reto consiste en mantener el cambio conseguido en la etapa anterior, y el de prevenir la
recaída. Abandonar las drogas, reducir el consumo de alcohol o perder peso es una etapa inicial del
cambio, seguida por el reto de mantener la abstinencia o la moderación.
Recaída
Finalmente, si la recaída se produce, la tarea de la persona consiste en empezar a girar de nuevo
alrededor de la rueda antes que permanecer inmóvil en dicha etapa. Los tropezones o las recaídas son
normales, hechos esperables cuando una persona intenta cambiar cualquier patrón de conducta de larga
duración.
Como hemos visto, el modelo transteórico del cambio implica una serie de etapas dispuestas de forma
circular. Una persona que quiere cambiar una conducta adictiva pasa por estas etapas de forma
indefinida, hasta que finalmente consigue mantener el cambio.
Existen muchas definiciones de la psicología a lo largo de la historia, pero la mayoría de ellas comparte
un elemento común que define la psicología como una ciencia que busca un cambio en las personas.
Y no les falta razón. Generalmente el objetivo que persigue un psicólogo es que exista, tras la terapia,
una variación de un determinado comportamiento de la persona o grupo que es definido como conducta
problema u objetivo. Dependiendo de su naturaleza, lo que el psicólogo intentará será reducir
la conducta (fumar menos cigarrillos para un fumador, tener menos rabietas para un niño con problemas
de conducta) o aumentarla (hacer deporte en una persona con obesidad, entablar interacciones con
personas en un fóbico social,…).
Sin embargo, antes de centrarse en el cambio comportamental, el psicólogo debe hacer frente a un reto
todavía más complejo: el cambio motivacional. Este paso debe anteceder siempre a la intervención
propiamente dicha porque es más fácil que cambien aquellas personas que están dispuestas a cambiar.
Es importante conocer en qué estado motivacional se encuentra el paciente para saber si es factible
pedirle un cambio de comportamiento o si todavía se está en una fase prematura.
Prochaska y DiClemente en su modelo de los estadios de cambio identificaron 6 etapas que simbolizan
6 realidades por las que cualquier persona pasa en un proceso de cambio. Este modelo, que inicialmente
se planteó en el contexto del tabaquismo, ha demostrado ser constante en cualquier tipo de proceso de
cambio de un problema, tanto un cambio realizado por uno mismo como un cambio realizado con la
ayuda de un terapeuta. En la ilustración siguiente, pueden verse las 6 etapas del modelo:
Precontemplación: La persona todavía no ha considerado que tenga un problema o que necesite
introducir un cambio en su vida. En consecuencia, no suelen acudir por cuenta propia a terapia.
Contemplación: La persona considera y rechaza el cambio a la vez, se siente ambivalente. Aunque es
consciente del problema, la balanza que recoge los motivos para cambiar y los motivos para continuar
igual está muy equilibrada.
Preparación: También llamada etapa de “Determinación”. La persona está motivada hacia el cambio, lo
que para el terapeuta supone un período ventana para aconsejar el recurso terapéutico más beneficioso.
En caso de no conseguir que la persona avance a la etapa de “Acción”, ésta retrocederá a la etapa
anterior.
Acción: La persona se implica en acciones que le llevarán a un cambio, por lo que el objetivo es cambiar
el problema que se desea resolver.
Mantenimiento: Se intenta mantener en el tiempo el cambio conseguido en la etapa de “Acción” y
prevenir recaídas.
Recaída: La persona vuelve a realizar el comportamiento que había cambiado o estaba en proceso de
cambiar. Tras esto, el sujeto vuelve a una etapa anterior; es labor del terapeuta motivar y consolar al
paciente para que la regresión se dé en una etapa lo más cercana posible a la acción.
Cabe destacar algunas observaciones al modelo. En primer lugar, estas etapas de cambio suelen
representarse mediante una rueda para simbolizar el hecho de que la persona “gira” varias veces
alrededor del proceso antes de conseguir un cambio estable. Por otra parte, el modelo considera
las recaídas como un evento normal en el proceso de cambio, incluso suele decirse a los pacientes que
cada recaída “acerca un paso más hacia la recuperación completa”. No se intenta con esto fomentar las
recaídas, sino motivar al paciente a que siga con su proceso de cambio.
La implicación que tiene en el contexto clínico este modelo es clave puesto que le da un papel esencial a
la identificación del estadio en el que se sitúa el paciente, ya que esto va a determinar qué estrategias
debe utilizar en terapia el psicólogo. Las primeras etapasrequieren técnicas de corte motivacional
mientras que en fases posteriores se aplicarán técnicas cognitivo-conductuales para conseguir el
cambio. La siguiente tabla recoge un pequeño resumen de qué técnicas psicológicas utilizar en cada
etapa:
Considerar el estadio de cambio en el que se sitúa un paciente debe ser una prioridad dentro del
proceso de evaluación que un clínico realiza a un paciente, tanto si se trata de un problema de
conductas adictivas como si se trata de un cambio de conducta. Una vez establecido esto, se deben
aplicar las técnicas que consigan hacer avanzar a la persona por el proceso de cambio hasta llegar a la
meta del mantenimiento. Aplicar tareas que no se ajustan a la realidad del paciente producirá con toda
seguridad una resistencia terapéutica en el paciente que causará posiblemente el abandono de la terapia.
Y es que en palabras de Miller y Rollnick, “la resistencia terapéutica aparece cuando el terapeuta
utiliza las estrategias equivocadas para la etapa actual del paciente”.
El cambio es un proceso individual y personal, y nadie puede cambiar a otra persona si ésta no
quiere cambiar. Es por eso el coaching tiene la compleja misión de empoderar a las personas para que
sean conscientes de su propia capacidad para conseguir sus objetivos y lograr cambios positivos y
duraderos en sus vidas.
Desde hace varias décadas, un modelo teórico del cambio se ha aplicado en muchos ámbitos
(adicciones, cambios de estilo de vida poco saludables, etc.) para ayudar a entender por qué los
individuos muchas veces fracasan pese a querer poner en marcha un cambio en su vida.
El proceso de cambio personal visto desde la Psicología
Ha existido poco trabajo en la literatura en relación con cambio específico en al ámbito del coaching,
pero una teoría psicoterapéutica se ha mostrado muy eficaz en este aspecto, pues propone no solamente
una descripción de las fases o etapas del cambio, sino que aporta también un marco propicio la correcta
intervención. Esta teoría fue propuesta por James Prochaska (en la imagen) y Carlo Diclemente y
recibe el nombre de Modelo Transteórico del Cambio.
Dicho modelo explica las fases que una persona necesita superar en el proceso de cambio de una
conducta problemática (o conducta que se pretende cambiar) a una que no lo es, considerando
la motivación como un factor importante en este cambio, y asignándole al sujeto un rol activo, pues éste
es concebido como el principal actor en su cambio de comportamiento.
El modelo, además, tiene en cuenta otras variables a parte de la motivación, que a opinión de los autores
influyen en el cambio de conducta. Dichos elementos son: las etapas de cambio, el proceso de cambio, el
balance decisional (pros y contras) y la autoconfianza (o autoeficacia).
Puesto que cualquier cambio personal exige compromiso, tiempo, energía y estrategias claras y realistas,
es importante reconocer que este proceso puede implicar dificultades. Esta teoría advierte que es
probable sufrir recaídas y volver a las etapas anteriores. Por tanto, aporta esperanza para los
individuos, ya que aceptar como normales los fracasos afecta positivamente a la percepción de
autoconfianza (autoeficacia).
Los coaches deberían hacer a los clientes conocedores de este aspecto de la teoría, ya que es una
herramienta útil para empoderar a éstos frente al cambio.
LAS ETAPAS DEL MODELO DE CAMBIO DE PROCHASKA Y DICLEMENTE
Este modelo nos brinda la oportunidad de comprender que el desarrollo humano no es lineal sino
más bien circular y que los seres humanos podemos pasar por diversas fases, e incluso estancarnos y
retroceder en el camino del cambio.
A continuación se muestran las distintas etapas del modelo Prochaska y Diclemente, y para el mejor
entendimiento, vamos a usar como ejemplo a un individuo que quiere empezar a hacer ejercicio
físico para mejorar su salud y dejar atrás la vida sedentaria a la que estaba acostumbrado:
Contemplación: en esta fase la persona se da cuenta de que tiene un problema, empieza a mirar los pros
y contras de su situación, pero todavía no ha tomado la decisión de hacer algo. En nuestro ejemplo
sería alguien que es consciente de que la vida sedentaria provoca muchos problemas de salud, pero
no ha tomado la decisión de apuntarse a un gimnasio o repite “que ya se apuntará”.
Preparación: la persona ya ha tomado la decisión de hacer algo al respecto y empieza a dar algunos
pequeños pasos. En nuestro ejemplo sería una persona que acude a comprarse ropa de deporte o se
inscribe en la piscina municipal.
Acción: la persona toma ya los pasos necesarios, sin excusas, ni demoras. En nuestro ejemplo la persona
comienza a hacer ejercicio físico.
Mantenimiento: la nueva conducta está instaurada, empieza a ser un nuevo hábito. En nuestro ejemplo
la persona lleva más de seis meses acudiendo frecuentemente a nadar o practica “running” de manera
habitual.
Fase de mantenimiento
En la fase de mantenimiento, la persona puede pasar a la fase de “terminación” en la que el nuevo hábito
es ya sólido y es difícil abandonarlo, ya que forma parte de su vida; o puede recaer (aunque puede recaer
en cualquier etapa), pero nunca volviendo a la etapa de “precontemplación”.
Recaídas
Por tanto, en caso de recaída el coach debe hacerle ver al cliente que no es un fracaso y debe alentarle a
que siga adelante con el cambio.
Esta dimensión del Modelo Transteórico de Prochaska y Diclemente nos explica qué cambios se
necesitan para abandonar una conducta problemática y nos indican el contenido de este cambio.
Toda conducta se da un contexto y condicionada por determinados factores ambientales.
Los distintos condicionantes se organizan en cinco niveles interrelacionados, sobre los cuales interviene
el coach siguiendo un orden jerárquico, de más superficial a más profundo. Al estar relacionados, el
cambio de un nivel puede provocar un cambio en otro y también es posible que no sea necesario una
intervención en todos los niveles, puesto que no todos los niveles tienen por qué afectar a la conducta
que se pretende cambiar.
Los cinco niveles del cambio son:
Conflictos sistémicos/familiares (familia de origen, problemas legales, red de apoyo social, empleo,
etc.).
El cambio tiende a suceder con más facilidad en este nivel más manifiesto y observable.
Este nivel generalmente representa el motivo principal por el que se acude a la sesión de coaching.
Puesto que el nivel es el más consciente y actual, el grado de interferencia necesaria para una evaluación
e intervención es menor.
Dado que estos niveles no son independientes, el cambio en uno de ellos probablemente provoca
cambios en otros.
Balance decisional
El balance decisional es el peso relativo entre los pros y contras de cambiar la conducta, que cada
individuo asigna en su proceso de toma de conciencia. El modelo predice que para los individuos en la
etapa de precontemplación, los contras del cambio serán más evidentes que los pros y que este balance
decisional se irá gradualmente reversando en la medida que los individuos se muevan a través del resto
de las etapas.
Para los individuos en las etapas de acción y mantención, los pros del cambio serán más importantes
que los contras.
Otra clave: la Autoeficacia
La Autoeficacia son los juicios y creencias que posee una persona sobre sus capacidades para ejecutar
con éxito una determinada tarea y, por tanto, dirige el curso de su acción. Ayuda a enfrentar diferentes
situaciones difíciles, sin tener recaídas. Por tanto, es positivo para afrontar las diversas situaciones
problemáticas que se pueden presentar durante el proceso de cambio y es positivo para mantener la
conducta deseada.
El modelo predice que la autoeficacia aumentará a medida que los individuos se muevan a través de
las etapas de cambio.
Si quieres saber más sobre el concepto de autoeficacia, te invitamos a leer el siguiente post:
"La Autoeficacia de Albert Bandura: ¿crees en ti mismo?"
Estrategias de cambio
Dentro del Modelo Transteórico del Cambio, las etapas son útiles para ayudar a situar al cliente en
un punto determinado. Sin embargo, poco se lograría sabiendo esto y desconociendo las estrategias
que se podrían implementar para propiciar que el sujeto pueda avanzar.
Los procesos de cambio son las actividades que propician que el individuo se movilice hacia un nuevo
estadio, pero hay que mencionar que no están restringidos al coaching. De hecho, esta teoría proviene de
la psicoterapia, pues este modelo es resultado de un análisis comparativo de teorías que lideraban
la terapia psicológica y el cambio conductual en la década de los 80.
Como resultado del trabajo, Prochaska identificó 10 procesos que se dan en los sujetos que están
cambiando su conducta, como el “aumento de conciencia” proveniente de la tradición freudiana, el
“manejo de contingencias” del conductismo de Skinner, y el establecimiento de “relaciones de ayuda”
del humanista Carl Rogers.
Aumento de conciencia: tiene que ver con los esfuerzos individuales en la búsqueda de información y
su correspondiente entendimiento en relación con un determinado problema.
Reevaluación del ambiente: es una evaluación por parte del sujeto de la conducta a cambiar y su efecto
sobre el comportamiento interpersonal y sobre las personas cercanas a él. Reconocimiento de los
beneficios para dichas relaciones derivados de la modificación de la conducta.
Auto liberación: compromiso del individuo para cambiar la conducta, incluyendo la idea de que uno es
dueño de su cambio
Control del estímulo: es el control de situaciones y la evitación de las situaciones inician la conducta no
deseada.
La intervención que la persona necesita para tener un cambio efectivo depende de la etapa en la que se
encuentre. En cada etapa hay intervenciones y técnicas específicas que tienen un mayor impacto para
ayudar a la persona a avanzar a las siguientes etapas de cambio de comportamiento. A continuación, se
muestran algunas estrategias que el coach puede utilizar en cada fase:
Precontemplación
Cuando el cliente no tiene conciencia de los efectos negativos del cambio, es necesario aportar
información apropiada sobre los beneficios del cambio, es decir, por qué realizar el cambio puede ser
beneficioso para la persona. Es importante que la información sea proporcionada de manera no
autoritaria.
Contemplación
Planificar conjuntamente el cambio de manera cuidadosa, antes que tomar decisiones de manera
visceral.
Fraccionar el plan de acción en objetivos alcanzables.
Emplear un contrato de compromiso con el cambio.
Ayudar a pensar en las maneras de seguir con el plan de acción.
Acción
Mantenimiento
Mantener y revisar los planes hasta estar absolutamente seguro de que ya no son necesarios.
En caso de recaída, intentar no volver al punto de partida. En cambio, ayudar a reconocer el progreso y
favorece el aprendizaje de los fracasos para que no vuelvan a ocurrir.
Ayudar a reflexionar sobre si es posible ayudar a otros a hacer cambios positivos en base a la
experiencia del cambio.
A modo de conclusión
Desde esta perspectiva, se explica el cambio conductual a partir de sus estadios (el cuándo), los
procesos (el cómo) y los niveles (el qué). También se presta atención a la autoeficacia y a la
motivación, entendiendo que esta última varía en función del estadio en que la persona se encuentra, y
entendiendo que ésta está mediada por múltiples aspectos del sujeto (el deseo de evitar el fracaso o
mantener el control de su vida), que hacen que la motivación deba ser abordada desde el punto de vista
global, entendiéndola como un proceso.
En el coaching, este modelo de intervención puede ser de utilidad, pues aporta conocimiento sobre
el estadio en el que se encuentra el coachee y facilita información sobre los procesos de
cambio adecuados para cada etapa, sobre el nivel o los niveles afectados. Por tanto, produce un cambio
progresivo en la persona que pretende cambiar, abordando primero los aspectos más superficiales, para
ir tratando progresivamente los aspectos más profundos.
Para saber en qué etapa se encuentra el individuo existen distintos cuestionarios que aportan esta
información, pero el coach puede emplear preguntas verbales con la misma finalidad.
Por último, en esta teoría también hay algunos aspectos que son de gran importancia para el coach:
El coach no debe tratar a todas las personas como si estuvieran en la etapa de acción.
Es más probable que las personas que se encuentran en la fase de acción logren resultados mejores y
más rápidos que aquellas que se encuentran en contemplación o preparación.
El coach debe facilitar el paso de la introspección y acción.
El coach debe anticiparse a las recaídas, y hacerle entender al cliente que son parte del cambio.
El coach debe fomentar la autorregulación de los planes de acción por parte del coachee.
Prochaska & DiClemente (1982) , basados en su experiencia en psicoterapia, observaron que la gente
pasaba por estados de cambio similares sin importar el tipo de psicoterapia aplicada. Dicho modelo
intenta describir los cambios por los cuales una persona atraviesa en el proceso de cambio de una
conducta problema a una que no lo es, considerando a la motivación como un factor importante en el
cambio conductual y atribuyéndole al sujeto el rol activo y concibiéndolo como un auto-cambiador del
comportamiento.
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Comentario
En el año 1981 Prochaska y DiClemente presentan en la Reunión Anual del Consejo Internacional de
Psicólogos un "paper" titulado "Measuring processes of change" que estará llamado a convertirse en un
artículo seminal en el campo de la Psicología que se ocupa de los procesos a través de los cuales las
personas modifican un hábito o una conducta aún cuando estén profundamente arraigadas.
La "semilla" del artículo estriba en que en un campo en el que hasta aquel momento se caminaba de
alguna manera "tanteando" en terreno y buscando las peculiaridades de cada persona, por primera vez se
establece que el proceso del cambio de conducta sigue unas pautas uniformes de acuerdo con un
determinado modelo y que además dicho modelo puede ser sistematizado en una serie de estadios o
etapas.
En definitiva, abren una vía de categorización científica en un terreno que hasta el momento no la tenía
y con ello establecen un método para trabajar en distintos terrenos de la Psicología, pero muy
especialmente en el campo de la modificación de hábitos y conductas en personas que tienen algún tipo
de adicción. El modelo ha ido confrontándose a los largo de los años con multitud de trabajos
experimentales, realizados tanto por lo propios autores como por otros muchos y ha ido reforzando su
valor con los años y los estudios, de forma que 30 años después continúa siendo el modelo de referencia
para el abordaje de los hábitos y conductas de carácter adictivo y muy especialmente el del Tabaquismo.
De hecho el artículo que se resume no es el original- que no ha sido posible encontrar - sino un trabajo
sobre una cohorte de fumadores que están en algún punto de abandono del hábito (excepto los
precontemplativos), en el que se encuentra que en cada una de las fases existen procesos o etapas
mentales más relevantes que otros y por lo tanto donde se debe trabajar más a fondo para obtener
mejores resultados.
En definitiva las personas que consiguen una mejora en sus estilos de vida pasan a través de una serie de
estadios, cada uno con una actitud mental y un tipo de motivación diferentes.
El modelo que describen es además un modelo circular que no funciona como etapas en un solo sentido
sino que gira sobre si mismo reflejando la realidad de que, en cualquier proceso de cambio, la persona
gira varias veces alrededor del proceso antes de alcanzar un cambio estable. Por eso también se ha
llamado en ocasiones la "Rueda del cambio".Otra de las grandes virtudes del modelo es que incluye
dentro de las etapas la recaída como una etapa más y no como una definición de fracaso del proceso.
Figura 1. Modelo de estudios del cambio
Cada estadio registra una actitud mental diferente e implica un tipo de motivación también distinto:
a) Precontemplación. En esta fase la persona no ve, o no quiere ver, ningún problema en su conducta
como lo demuestran frases del tipo "de algo hay que morir", "yo soy fuerte y a mí el alcohol no me hace
daño" y "mi abuelo murió con 95 años y fumaba".
b) Contemplación. La persona empieza a tener algunas dudas sobre su conducta. Empieza a sopesar los
pros y contras aunque no se ve todavía con ánimo de intentar un cambio: "Tendría que dejar el tabaco
porque llevo muchos años fumando" o "Me gustaría hacer más ejercicio pero me aburre".
c) Acción: Hoy día suele subdividirse en dos fases:
Determinación. En este momento de la rueda la persona decide intentar un cambio y requiere tener
confianza en poder controlar la nueva conducta: "El día de mi cumpleaños dejaré de fumar".
Cambios. En esta fase se pone en práctica la decisión tomada.
d) Mantenimiento. La persona ha de concentrarse activamente en mantener el cambio y consolidarlo ya
que las tentaciones (atracción por la conducta antigua) están presentes.
e) Recaída. Se vuelve a la conducta anterior y a estadios anteriores, precontemplación o contemplación.
Toda sistematización que se muestra sostenible en el tiempo y útil supone por si misma un avance en
cualquier campo de la ciencia ya que consigue desmenuzar fenómenos aparentemente complejos y
convertirlos en otros más manejables. Así en el campo del tratamiento de las adicciones y especialmente
la tabáquica, el Modelo Transteórico de Prochaska y DiClemente aporta ventajas decisivas, como son:
Facilita un trabajo más realista y eficiente al poder realizar un diagnóstico motivacional y una
utilización de estrategias adaptadas a cada estadio; es decir, al grado de motivación para el cambio de un
hábito que presenta una persona en un momento concreto.
Plantea una ayuda continuada, con pequeños avances, alejada del todo o nada que utilizamos
habitualmente. Intervenciones breves pero pertinentes y repetidas a lo largo de un periodo, más o menos
largo de tiempo, pueden ser eficaces y gratificantes.
La recaída no se considera un fracaso, del paciente ni del profesional, sino una parte del proceso
normal de cambio. Cada recaída no es la misma y representa un avance hacia el éxito del cambio ya que
los intentos fallidos sirven de aprendizaje que acercan a la persona a la meta de consolidar un cambio.
He aquí las virtudes de un modelo que mantiene la vigencia 30 años después de su formulación y que ha
ayudado a multitud de personas y profesionales en el difícil proceso de la modificación de hábitos y
conductas perjudiciales.