Está en la página 1de 1

La casa, un sueño

Roberto despertó todo parecía extraño, parecía todo donde debería, pero el ambiente le
decía otra cosa, no parecía ser el mismo, las paredes de su cuerpo parecían de otro color, sus
repisas estaban acomodadas de manera distinta, si escritorio con el que pasó tantos años
parecía incluso de un material distinto. Esto resonó mucho en su cabeza así que decidió
asomarse un poco por la ventana para tomar aire fresco y aclarar su ideas fue entonces
cuando noto algo peculiar había algo extraño encima de su jardín tocando esos finos, verdes
y lacios hilos de pasto había un objeto que no conseguía descifrar que era parecía familiar
pero no recordaba haberlo visto jamás; fue entonces cuando decidió salir de su casa para
investigar de cerca lo que era ese objeto tan extraño, tan peculiar, tan, desconocido… se
acercó, temeroso de lo que podría llegar a pasar, jalo el objeto con su mano pero parecía estar
adherido a la superficie pero es curioso porque parecía jamás haberlo visto sin embargo sentía
que siempre estuvo ahí, tomo la decisión de jalar más fuerte para ver qué tan adherido
estaba, en ese entonces el agente extraño, por la fuerza aplicada Roberto cayo de espalda
sobre los hilos aterciopelados luego de esto viró su mano lo había doblado aquel misterioso
objeto se encontraba en su poder fue entonces cuando lo analizó profundamente con un
color vívido y hermoso Y una apariencia tan bella como delicada. Entonces en su cabeza
empezó a resonar la pregunta ¿Que era ese objeto tan bello? ¿Por qué sus padres nunca le
habían mostrado aquel hermoso objeto antes? De pronto, Roberto pegó un salto ante una
sensación de dolor mientras sostenía y curioseaba el objeto en sus manos, cuando volvió la
mirada para averiguar qué había sucedido, se dio cuenta que, aquel objeto tan atractivo que
parecía tan delicado poseía también unas protuberancias afiladas como agujas, lo cual hizo
que se diera cuenta de que además de delicada, también podía ser peligrosa si no se
manipulaba con el cuidado que requería su delicadeza. Era extraordinario pensar que algo así,
tan hermoso podía encontrarse en su jardín y a la vez tan raro que jamás se hubiese dado
cuenta de ello, todo esto quizá por su afición tan extrema al estudio, que sus padres le exigían
día a día para cumplir con el estricto reglamento que exigía su beca estudiantil, quizá porque
era un Niño que jamás se había interesado por la naturaleza, o quizá sólo porque nunca le
permitieron admirar la belleza que está ofrecía, Roberto apenas tenía 7 años cuando vio por
primera vez una rosa, cuando por primera vez decidió apartar su mirada de aquella pila de
libros interminables que usualmente se sentía obligado a leer, cuando por primera vez decidió
admirar las maravillas que puede ofrecer un día soleado, Roberto apenas tenía 7 años cuando
comenzó a ver la vida de otro color

También podría gustarte