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Trabajo obligatorio – TAREA III – Historia de América Moderna

TAREA 3: FRANCISCO DE AJOFRÍN: DIARIO DEL VIAJE A LA NUEVA


ESPAÑA, 1763-1767 [RAH, manuscrito, signatura 9/3419]

Comentario de Texto. Siglo XVIII

El texto a análisis corresponde a un extracto de la obra “Diario del viaje a la Nueva


España”, texto manuscrito de Francisco de Ajofrín (1719-1789), capuchino distinguido
con estudios en Filosofía y Teología. Fue enviado a Nueva España en 1763 a cargo de
una comisión de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, con el objetivo de recabar
limosnas para financiar la Misión capuchina del Tíbet (LORENZEN, 2013). Reúne en su
obra información valiosa para conocer la vida cotidiana de Nueva España, donde
permaneció hasta 1766 (AJOFRÍN, 2022). Por lo tanto, es un texto histórico-literario en
el que combina sus memorias con datos, hechos y narraciones. El texto se enmarca en la
época del absolutismo ilustrado en América, con las figuras destacadas de los monarcas
Fernando VI y Carlos III, y personajes como el Marqués de la Ensenada o José de Gálvez,
en una época de profundas reformas económicas y administrativas en la América
Hispánica, tras derrota de Francia a manos de Inglaterra en la Guerra de los Siete Años
(1756-1763) (CÉSPEDES, 2009).

Los fragmentos extraídos pormenorizan el acto de intercambio en el mandato


virreinal de Nueva España y el ceremonial y fiestas que tienen lugar, además del trayecto
del virrey saliente y el virrey entrante. Entre el ceremonial y las fiestas que se describe el
texto y que tienen relación con el virrey saliente se pueden citar varios. En primer lugar,
los honores que recibe el virrey saliente, el marqués Joaquín Juan de Monserrat y Cruilles
(1760 -1766), por parte de la tropa y el cabildo civil de México. Por otro lado, el
recibimiento de los canónigos y oración en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe,
con gran fervor religioso desde la aparición de la Virgen al indígena Juan Diego en 1531.
También hay que mencionar el recibimiento con honores y ceremonial de los alcaldes
mayores y gobernadores de los pueblos de tránsito e inmediaciones, con entrega de
xúchiles, prueba del acatamiento del poder legítimo. Los xúchiles son ofrendas indígenas
elaboradas con flores decempascúchil, que se montan en estructuras de grandes
dimensiones. Simbolizan las sepulturas de los chichimecas y tenían carácter votivo.

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Finalmente, el acto de entrega del bastón de mando al virrey entrante, el marqués Carlos
Francisco de Croix (1766- 1771) (RIVERO, 2011).

El texto también desgrana la llegada y ceremonial del virrey entrante, desde su


llegada al puerto de Veracruz, dónde manda aviso al virrey saliente y se produce la visita
al Castillo de San Juan de Ulúa, islote fortificado ante la amenaza de piratas y corsarios,
ya que era paso obligado para llegar a Nueva España (MALAMUD, 2005). En su trayecto
salen a su encuentro el caballerizo del virrey saliente y uno de sus secretarios de gobierno,
el canciller de la Real Audiencia de México y el caballerizo del Obispo y varios regidores
de Puebla. En la hacienda de los Virreyes recibe el saludo del gobernador y los nobles
indígenas de Tlxacala y los alcaldes mayores de San Juan de Llanos y sus inmediaciones.
Todas ellas, muestras del reconocimiento de la legitimidad del poder del nuevo virrey.
Posteriormente hace entrada pública en Tlxacala acompañado de gobernados y la
jerarquía indígena. En Puebla de los Ángeles, el virrey entrante disfruta de obsequios en
forma de corridas de toros y danzas. Los agasajos y honores continúan con los
gobernadores indios en Otumba y Texcuco. Junto con Txacala, el texto muestra la
singularidad del tratamiento que ofrecen las élites indígenas al nuevo virrey, con un
gobernador que les espera con traje tradicional y cetro de mando y la celebración de
danzas indígenas en su honor. En la parte final del texto, se menciona la visita por parte
de tribunales, capitanes, caballeros, además del arzobispo y la Real Audiencia de México.
Como colofón, se produce la visita a Guadalupe y la entrada en Ciudad de México, con

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gran multitud y un ceremonial público posterior que incluye arcos triunfales y fiestas de
toros.

Los festejos taurinos mencionados se hicieron muy populares para honrar a los
virreyes y otros actos conmemorativos. El festejo fue evolucionando hacia la brega a pie
con las gentes del pueblo como protagonistas y la participación de los indios.

Las cordilleras que se mencionan en el texto eran rutas fijas de comunicación que
eran empleados por los mensajeros, “indios correos”, “mandaderos” o “conductores
indios” en Nueva España (chasquis en Perú), indios que se hacían cargo del servicio postal
de particulares e instituciones oficiales, por lo que gozaron de ciertos privilegios, entre
los que se citan la libertad de movimiento, portar armas y un fuero específico para
juzgarles (GONZÁLEZ, 2017).

Hay que mencionar también que el texto no olvida a la virreina, que disfruta de
ceremonial en Ciudad de México y la visita de la nobleza novohispana.

Como consecuencia, el ceremonial y fastos relacionado con el virrey saliente y el


virrey entrante ponen de manifiesto una pléyade de recursos en honor de los virreyes, con
la colaboración del poder religioso y las élites indígenas. Los 12.000 pesos recogidos en
la Real Célula de 1718 como montante destinado a sufragar estos actos son, sin duda, una
gran suma, que tenía que ser completada por el virrey saliente, además de las donaciones
y financiación del Cabildo municipal y las aportaciones de particulares y corporaciones.
Entre las corporaciones que ofrecen este dispendio de medios se pueden citar el
Consulado de México y la Real Audiencia de México. Entre los particulares, destaca el
alcalde mayor y los gobernadores de varios pueblos de tránsito, como las élites indígenas
de Tlaxcala y Otumba, además del alguacil mayor de la Real Audiencia de México, el
obispo de Puebla y el capitán de la Acordada o Santa Hermandad.

El Cabildo era una institución castellana de origen y carácter medieval y constaba


de un consejo electivo de carácter oligárquico. Estaba constituido por un numero
determinado de regidores o consejeros, que estaban a cargo del día a día de la ciudad,
varios alcaldes o jueces de paz, un fiel ejecutor, que actuaba como inspector de mercados,
un alguacil mayor, que hacía cumplir los acuerdos del cabildo y tenía la potestad de

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practicar detenciones, y un alférez o abanderado. También formaban parte del cabildo los
procuradores legales y el escribano del Cabildo.

Por todo ello, el acto de proclamación de un nuevo virrey daba la oportunidad a


los vecinos principales y los máximos responsables civiles y religiosos, incluidas las élites
indígenas, para mostrar sus respetos y reafirmar su posición de poder ante el virrey y ante
la propia sociedad estamental en general (RUÍZ MEDRANO, 1991). Los respetos a la
condición del nuevo virrey no eran actos exclusivos de la “república de los españoles”,
puesto que el texto menciona la presencia de gran multitud de gentes indias en Texcuco
y los indígenas participan del ceremonial barroco con danzas en la hacienda de los
Virreyes, entre otros. El texto no menciona cuadrillas de negros, ya que estaban en
posición de desventaja social, oscilando entre las “gentes de razón” para aquellos negros
que eran libres y que incluso participaban en el ejército, y las “gentes viles”, reducidos en
muchos casos a la esclavitud y sin posibilidad de participación. Por lo tanto, no es
probable que existieran cuadrillas de negros ataviados con trajes típicos, aunque no se
descarta la participación de negros libres en los actos a título particular.

La dignidad de los virreyes se puede observar en el periplo que siguen los virreyes,
apostando en varios lugares con comodidades propias de su condición, como en los casos
de las casas reales y convento de San Cristóbal Ecatepec, la hacienda de los Tepetates,
las casas reales de Tlaxcala, aposentos sin determinar en Otumba y San Cristóbal y el
Real Palacio de México. Dicha dignidad se ponía a prueba al finalizar el mandato del
virrey con los llamados “juicios de residencia”, que permitían investigar ilegalidades
durante su mandato y se complementaba con la “visita”, investigaciones que llevaba a
cabo un juez ante la denuncia de serias irregularidades. Ambas son sustituidas por la
“inspección rutinaria” durante el período ilustrado.

Este acto festivo que reúne fastos, danzas, rituales religiosos y festejos taurinos
se enmarca en la cultura barroca y la sociedad estamental del Antiguo Régimen. El ser
humano acepta el destino que su cuna le ofrece y se afana en cumplir su rol con el objetivo
de conseguir la salvación en el más allá. Por lo tanto, el ceremonial barroco de la
proclamación del nuevo virrey contribuye a apuntalar las bases de dicha sociedad y es un
elemento psicológico de poder.

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Finalmente, mencionar la importancia de Veracruz como puerto de enlace del


flujo de mercancías orientales entre Atlántico y Pacífico a través del “Camino de Asia”,
que ponía en contacto tres continentes (Manila-Acapulco-Veracruz-España) y que
discurría en Nueva España por el “camino de los Virreyes”, ruta que transitaba por
Acapulco, Taxco, México y Veracruz, entre otros.

Conclusión o reflexión del alumno

Como colofón a las tres tareas realizadas, el alumno aprecia una continuidad en la
temática a estudio. Los tres siglos de dominación hispánica en las Américas se basan en
la alianza inquebrantable entre el trono y el altar, una sociedad del Antiguo Régimen
castellana con particularidades americanas y la coexistencia de la “república de
españoles” y la “república de indios”, comunidades que nunca vivieron totalmente
aisladas, en un sistema abierto que contribuyó a la aculturación progresiva de la población
indígena y, en menor medida, fue un elemento de diferenciación de la población criolla
frente a los peninsulares recién llegados a las Américas. Como consecuencia, este
proceso reafirmó la identidad cultural americana y posibilitó una cierta conservación
social del imaginario indígena precolombino en los albores del siglo XIX, momento en el
que muchas comunidades indígenas fueron testigos del comienzo de los proyectos de
independencia nacionales en la América Hispánica liderados por las élites criollas, ya en
posiciones de clara ruptura con los españoles peninsulares.

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Bibliografía

• AJOFRÍN, FRAY FRANCISCO (2022) [Recurso web]. E-archivo:


https://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=ajofin-fray-francisco-de
• AJOFRÍN, FRAY FRANCISCO (ca. 1767). Diario del viage que por orden de
la Sagrada Congregacion de Propaganda Fide hice a la America Septentrional
en compañia de Fr. Fermin de Olite religioso lego y de mi Provincia de
Castilla. Real Academia de la Historia E-archivo:
https://bibliotecadigital.rah.es/es/consulta/registro.do?id=62231
• CÉSPEDES DEL CASTILLO, G. (2009). América Hispánica. Ambos Mundos
• GÓNZALEZ MARTÍNEZ, N. F. (2017). De los ‘chasquis’ de Nueva España: la
participación de los indios en la movilización de correo y la reforma del
aparato postal novohispano (1764-1780). Indiana. Núm. 34. 2. 85-110. E-
archivo: https://doi.org/10.18441/ind.v34i2.85-109
• LORENZEN, D. (2013). La misión del Tíbet en la Nueva España: Las limosnas
y el cobro del legado de Spinola. Historia Mexicana. Vol. 63. Núm. 2. 591-643.
E-archivo: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5977532
• MALAMUD, C. (2005). Historia de América. Alianza Editorial.
• RIVERO RODRÍGUEZ, M. (2011). La edad de oro de los virreyes. El
virreinato en la Monarquía Hispánica durante los siglos XVI y XVII. Akal
• RUIZ MEDRANO (1991). Gobierno y Sociedad en Nueva España. El Colegio
de Michoacán – Gobierno del Estado de Michoacán.

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