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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA

FACULTAD DE DERECHO

PRIMERA UNIDAD
SEMANA 1
DERECHO INDIGENA

MAZATLAN SINALOA

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EL DERECHO INDIGENA
El surgimiento de la cultura azteca.

El surgimiento de la cultura azteca fue el ultimo gran acontecimiento de la historia del México
precolombino. Los aztecas habían dominado la región tanto política como cultural durante más de dos
siglos antes de la llegada de los españoles.
Los primeros registros de los aztecas también llamados tenochcas o mexicas, se apegan más a la
mitología que a la historia. Se sabe que se trataba de un pueblo nómada que había emigrado de un lugar
mítico llamado Aztlán. Este pueblo de migrantes se auto llamaron aztecas, conforme al nombre de
Aztlán, su lugar de origen.
Nadie conoce con precisión donde está ubicada Aztlán, pero se supone que pudiera haber estado en el
altiplano de Guanajuato, en la cuenca del altiplano central conocida como el valle de México,
finalmente se asentaron cerca del cerro de Chapultepec.
Durante su migración se deduce que pasaron por tula, en el estado de hidalgo, donde la cultura tolteca se
aproximaba al ocaso. Posteriormente después de peregrinar por muchos lugares del valle de México,
finalmente se asentaron cerca del cerro de Chapultepec.
En su búsqueda por la tierra que su mitología les indicaba como se debían establecer, los aztecas se
encontraron con un gobierno tolteca de esa región, el de los señores de Culhuacán, por quienes fueron
subyugados por un tiempo.
Tras liberarse del yugo que se les impuso en Culhuacán, los aztecas continuaron con su travesía vagando
erráticamente hasta que arribaron a un islote en donde dedujeron que se había cumplido la profecía de su
deidad, Huitzilopochtli.
La leyenda indica que en este lugar vieron un águila devorando una serpiente, la señal de que
Huitzilopochtli les describió como el lugar donde debería fundar su ciudad.
En 1325, en este sitio se sentaron las bases políticas, religiosas, económicas y culturales de lo que
llegaría a convertirse en la gran Tenochtitlan. Hoy en día, en esta misma área se ubica la ciudad de
México.

El origen de los aztecas.

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Origen y peregrinación Mucho se ha dicho, con base en los mismos textos de ellos, que su origen se
remonta a un lugar lejano ubicado en el norte del país y al que denominaban Aztlán o Chicomostoc
("lugar de garzas, de la blancura o de los lagos"), de ahí el nombre de aztecas. De ese lugar peregrinaron
durante muchos años hasta establecerse en el Valle de México y fundar su ciudad, Tenochtitlan.
Al parecer, hacia el año 1111 o 1160 d.C. los aztecas emprendieron su peregrinación hacia el sur. La
ruta que siguieron no ha sido precisada por los historiadores.
Los aztecas decían que venían dirigidos por sus sacerdotes, los que a su vez seguían las indicaciones de
su deidad principal Huitzilopochtli ("colibrí zurdo"), personaje entre real y legendario, tal vez un
destacado guerrero, quien los guiaba por medio de unos pájaros que trinaban con un tigui, que
significaba para ellos "¡seguid!" o "¡adelante!"
Es casi seguro que pasaron por Chápala en Xalisco (hoy Jalisco), lateralmente por Michoacán, después
por Tollan o Tula, Zumpango, Xaltocan, Ecatepec, Atizapán, Tulpetlac, Cuauhtitlán, Ixtacalco y
Chapultepec. Todo esto se narra con cierto detalle en el códice conocido como la Tira de la
Peregrinación o Códice Boturini, hecho en tiras de papel amate.
Finalmente, en 1325 pudieron establecerse, con la autorización de los tecpanecas de Azcapotzalco, en
un islote al sur-poniente del lago de Texcoco, en donde encontraron una señal, para ellos de alta
significación, según lo narra Fernando Alvarado Tezozómoc en su Crónica Mexicayotl: "Llegaron
entonces allá donde se yergue el nopal. Cerca de las praderas vieron con alegría cómo se erguía un
águila sobre aquel nopal. Allí estaba comiendo algo, lo desgarraba al comer. Cuando el águila vio a los
aztecas inclinó su cabeza. De lejos estuvieron mirando el águila..."
Alfonso Caso sitúa el lugar de ese hallazgo en la actual Plaza de San Pablo, al sureste del Centro
Histórico de la Ciudad de México. Con ello llegaba a su fin la gran caminata o peregrinación, desde
Aztlán hasta Tenochtitlan (lugar de tenochcas o sacerdotes), que duró entre 165 y 214 años, según la
fecha que se acepte para su inicio. Es claro que a lo largo de ella fueron dejando asentamientos y rastros
de su cultura.
Si tomamos en cuenta el tiempo trascurrido entre 1325 (fundación de Tenochtitlan) y 1521 (caída de la
ciudad en manos de Cortés), estamos hablando de sólo 196 años, a lo largo de los cuales lograron los
aztecas realizar todo su ciclo histórico (origen, esplendor y decadencia). Este ciclo suelen tenerlo las
civilizaciones al cabo de muchos siglos, como es el caso de los egipcios, los griegos y los romanos, pero
recorrerlo en tan sólo dos siglos, con un promedio de ocho generaciones (una por cada 25 años, lo cual
es razonable), es decir, de un tatarabuelo a un bisnieto, es algo insólito en la historia universal, lo que

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hace que el pueblo mexica se convierta en una cultura particularmente atractiva para los expertos en la
materia.
En el caso de los aztecas, sus fuentes de información son muy ricas y variadas:
1. Códices. La palabra códice empezó a usarse desde fines del siglo xix para designar a los
manuscritos elaborados dentro de la tradición indígena, si bien códice es un manuscrito cosido
en un lado, lo que no coincide en el formato o presentación de las pinturas indígenas, plasmadas
en diversos materiales y que les servían a manera de escritos.
Los hay anteriores o posteriores a la conquista española, hechos de piel curtida, amate o de
lienzo o tela. El amate se hacía con corteza de árbol recubierta con cal alisada o pulida. Los
pinceles que se usaban eran de pelo de conejo con diferentes grosores. Los pintores de códices o
tlacuilos estudiaban en el Calmécac, colegio de nobles. De estos "códices" hablan en algunos
momentos, entre otros, Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, fray Diego de Landa, fray
Francisco de Burgoa (cronista de Oaxaca) y fray Bernardino de Sahagún. Incluso se ha dicho que
existían grandes depósitos de estos documentos, a manera de bibliotecas, llamadas amozcalli, o
"casa de libros".
Al llegar la conquista se destruyeron muchas de estas "barbaridades", como las llama
injustamente el padre Burgoa. Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, y fray Diego
de Landa, segundo obispo de Yucatán, se caracterizaron por la enorme destrucción y quema de
códices que ordenaron debido a su celo religioso desmedido. Hoy apenas se conocen unos 15 o
18 códices auténticamente prehispánicos, que según su presentación y tamaño pueden ser
llamados códice, tira, rollo, lienzo y anales o crónicas. Por su temática pueden ser míticos y
religiosos, históricos, genealógicos, cartográficos, económicos y etnográficos.
Los dos últimos son los más importantes para el estudio del Derecho azteca porque describen
los sistemas de producción, comercialización, costumbres y sistema socio jurídico de este
pueblo.

Los principales códices para el estudio de los aztecas fueron:


a) El Códice Mendocino, mandado elaborar en tiempos del primer virrey de la Nueva España,
Antonio de Mendoza. Consta de tres partes. En la primera se relata la historia de los reyes de
México Tenochtitlan y las dos partes restantes contienen amplia información respecto a la vida
de los indígenas en la primera mitad del siglo xvi.
Se tenía la intención de obsequiarlo al emperador Carlos V, pero cuando era trasladado a España
el barco respectivo fue capturado por piratas franceses y el códice llegó, por el mercado negro, al
famoso y controvertido viajero André Theruet, quien hacia 1590 lo vendió al capellán inglés
Richard Hakluyt. Actualmente se encuentra en la Biblioteca de Oxford.18 Es importante destacar

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que el códice contiene una biografía muy detallada del emperador Moctezuma Xocoyotzin y
algunos datos sobre el Derecho procesal y penal de los aztecas. Forma hoy parte de este
documento una copia de la Matrícula de Tributos, en la segunda parte del Códice Mendocino.
Esta matrícula la realizó algún tlacuilo, quizá por órdenes de Hernán Cortés, para conservar
información precisa respecto a la economía y tributación prehispánicas. La Matrícula de
Tributos, conjuntamente con el códice prehispánico Azoyu II constituyen los documentos
básicos para el conocimiento del Derecho fiscal azteca.
En 1770 el arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana la publicó con el nombre de Fragmento
de un mapa de tributos, o cordillera de los pueblos, que los pagaban, en qué género, en qué
cantidad, y en qué tiempo, a el emperador Moctezuma en su gentilidad. El original lo recogió
Lorenzo Boturini y Benaducci para una de las secretarías del virreinato en 1740. Más tarde, en
1890, se hizo otra edición dirigida por el historiador Antonio Peñafiel. La matrícula primero
quedó registrada en la Secretaría General del Virreinato, luego pasó a la Biblioteca de la Real y
Pontificia Universidad de México y finalmente al Museo Nacional.
En tiempos del emperador Iturbide, el embajador estadounidense Joel Poinsett le quitó dos hojas
al original y las llevó a Filadelfia, de donde fueron devueltas al gobierno mexicano en 1942.
Actualmente, ya completa, se halla en el Departamento de Códices y Pictografías de la
Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México.
El documento que nos ocupa está pintado en papel de amate (árbol de la familia de las higueras),
parte está elaborado con fibras de maguey y con palma de iczotl o izote y hasta con capullos de
orugas. Consta de 16 hojas de 42 por 29 centímetros. La primera hoja está prácticamente
borrada, pero las restantes se conservan muy bien. Se puede clasificar como un códice
económico estadístico porque trata de los tributos que pagaban los pueblos vencidos a los
aztecas, pero también puede ser considerado como geográfico-toponímico, ya que contiene en
cada caso el jeroglífico representativo de los diversos pueblos tributarios.
En 1968, a propósito de los XIX Juegos Olímpicos celebrados en México, la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público, a cargo de Antonio Ortiz Mena, hizo una hermosa publicación en la
que se reproduce la Matrícula de Tributos, con sus explicaciones respectivas, encuadernada con
tapas de madera.
b) El Códice Caspianus, que perteneció al marqués de Cospio en Italia y que ahora se halla en la
Universidad de Bolonia.
c) Los Códices Borgia. Se trata de un grupo de códices entre los que se encuentran los códices
Vaticano A y B, el Códice Borgia, que perteneció a esta familia, el Códice Fejervary Mayer (que
se halla en Liverpool), el Códice Laúd (que obra en Oxford), y algunos añaden el Códice
Caspianus.
d) El Códice Ramírez, que perteneció al historiador mexicano José Fernando Ramírez, quien lo
encontró al llevar a cabo algunos trabajos de reparación del convento de San Francisco, en la
actual avenida Madero de la Ciudad de México. Hoy se conserva en el Museo Nacional de
Antropología e Historia.
e) Los códices Tlotzin y Quinantzin, que se encuentran en París.
f) El Lienzo de Tlaxcala, que se refiere a diversos episodios de la conquista de México por los
españoles.

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g) El Códice del Museo de América. Éste se ubica en Madrid y contiene importantes testimonios
respecto a la conquista en el Nuevo Continente.
h) El Códice Telleriano, que perteneció al abad parisino Maurice de Tellier.
i) El Códice Misantla, que se conserva en México.
j) El Códice Florentino, hoy en Florencia, Italia.
k) El Códice Matritense. Se encuentra en Madrid y no debe confundirse con otro de nombre similar
que se refiere a los mayas y que ya fue mencionado en la parte respectiva.
l) El Códice Duran, que debe su nombre a fray Diego Duran, ilustre cronista español.
m) La Tira de la Peregrinación o Códice Boturini. Es una tira larga y estrecha (mide 549 por 19
centímetros), que se dobla como biombo, formando unas 22 hojas. Se dibujó de un solo lado, con
pinturas en negro y rojo. Se creyó que era prehispánico, pero ahora se sabe que se elaboró en la
época colonial. Se conserva en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
n) El Códice Magliabecchiano. El original, que está en Florencia y se elaboró después de la
conquista, es de carácter religioso.
o) El Códice tonalámatl de Aubín. Su nombre se debe a un historiador de este apellido, quien lo
conservó y donó a la Biblioteca Nacional de París. Es de tipo religioso e histórico, procede
probablemente de Tlaxcala y a la fecha se discute si se realizó antes o después de la conquista.
p) Los anales o crónicas. Son subgéneros de los códices, generalmente con explicaciones
manuscritas en castellano. Entre ellos destacan los de Puebla, Tlaxcala, Azcapotzalco,
Tlatelolco, Popotla, Tecamachalco y Cuauhtitlán. A excepción del de Puebla, los demás se
encuentran en México. Para un conocimiento más cabal de los códices y anales es interesante el
estudio de Gonzalo Vilchis Prieto, Los códices prehispánicos como fuente histórica del Derecho
mexicano

EL DERECHO INDIGENA
SISTEMAS JURIDICOS Y DE DERECHOS DE LOS AZTECAS

a) Sistema Judicial.
El sistema judicial de los aztecas se dividía desde el punto más relevante que era el
tecuhtli o también llamado cacique, el cual tenía facultades para juzgar y conocía asuntos criminales
menores, le seguía en jerarquía un tribunal compuesto por tres juzgadores vitalicios, quienes asuntos de
mayor importancia y eran designados por el cihuacoatl.

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Además, tenían un sistema de apelación, que resolvía el tlatoani, en una sesión que se realizaba cada
veinticuatro días, así como asuntos graves que afectaban el bienestar de la comunidad. Los asuntos
trascendentales se resolvían en un consejo jurisdiccional del palacio, el tlatocan. Contaban con jueces
menores distribuidos a lo largo del territorio mexica.
El cihuacoatl era un funcionario administrativo, político y religioso y judicial, con la autoridad superior
en litigios penales. También los sacerdotes participaban en la impartición de justicia, reservándoles,
asuntos penales comunes mediante procedimientos especiales, como las cuestiones que surgían en el
tianguis, asuntos de la familia, litigios de naturaleza tributaria, los de índole militar y los relacionados
con las artes y ciencias.
b) La Organización judicial.
La organización judicial de los aztecas, estaba encabezada por el
Cihuacoatl nombrado por el rey, conocía de asuntos penales en vía de
apelación, pero no de los civiles, toda vez que estos eran resueltos de
manera definitiva, por otras instancias de la civilización azteca. Las
decisiones del Cihuacoatl no eran apelables en ningún caso.
La siguiente instancia judicial era el tlacatecatl, órgano compuesto por el
Tecatecatl y por dos asociados denominados Cuauhnochtl y Tlailotlac. El
conocimiento de los asuntos se verificaba por los tres aun cuando la
resolución correspondía de manera exclusiva al primero de ellos, tenían
competencia en asuntos civiles y penales en primera instancia resolviendo
los primeros de modo definitivo. Otro órgano era el Tecutli, que eran
jueces electos popularmente cada año para conocer de pleitos de poca monta.

a) El Sistema Criminal.

El derecho penal mexica era cruel, duro y sumario; pero justo en estricta observancia y aplicación, sin
importar la posición social o cargo público que desempeñara el delincuente. Las principales fuentes del
derecho azteca, eran la costumbre y algunos cuerpos normativos: Leyes de Nezahualcóyotl y las
Ordenanzas de Moctezuma, de los cuales la principal base para la resolución de conflictos era la
restitución a la víctima de sus derechos violentados.
Referente a cuáles fueron las penas que recaían en las sentencias principalmente se imponían las
siguientes formas de ejecución:
Muerte, esclavitud, malos tratamiento del cuerpo, suspensión temporal o definitiva de los oficios
públicos, azotes, confiscación de bienes, prisión, destierro o prohibición de salir fuera del lugar de
domicilio, la pena de prisión no era común, las conductas castigadas más comunes eran lo que ahora
denominados: homicidio y lesiones, siendo poco comunes los delitos contra la religión, como la
blasfemia y el robo de objetos sagrados, pues tenía gran respeto a sus deidades, considerando que
obtenían protección de ellas, y si las ofendían se obtenían desastres para la comunidad.

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La pena de muerte se aplicaba para el homicidio, salvo que la viuda abogara por la esclavitud del reo,
para la mujer que abortara, y para el provocador del aborto, asimismo para el practicante de magia
negra, así como para el usurpador de funciones de importancia.
También se le sancionaba con ella al mancebo que acudía al Calmecac, a la mujer moza, al sacerdote o
funcionario afectos al alcohol que bebieran en lugares oficiales. Era la sanción para la apropiación de
terrenos y venta de bienes dados en depósito, y para la alteración de pesas y medidas, y también para el
juzgador que cometiera injusticia o falta grave, ordenando, el tlatoani su muerte.

Esta pena se realizaba mediante lapidación, ahogamiento, hoguera, golpes con palos, desgarramiento de
la piel, degollamiento, empalamiento, o desollamiento al sentenciado, además lanzaban aditivos
flamantes contra los familiares hasta el cuarto grado, así el castigo impuesto trascendía a la institución
familiar.

Las penas en esta cultura, servían para protección y de intimidación, sin embargo no cumplían con el de
corrección, pues si bien daban ejemplo para que no se cometieran otras conductas que afectaran a la
comunidad, al ser tan severas, no se corregía al individuo, pues se le aplicaba la pena capital, lo que
evidentemente no tenían la finalidad de reintegrarlo a la sociedad.
Por lo cual en esta cultura las penas tenían, las de ser intimidatorias, aflictivas, ejemplares y justas, pues
se tomaba en cuenta el rango de quien cometía la conducta ilícita y era castigado con mayor severidad;
no observándose las características de ser correctivas y legales, ello por la eliminación de los sujetos
activos mediante la pena de muerte, y por no tener una codificación.
Por cuanto a los aztecas estos utilizaban sanciones para castigar al infractor de la norma, como la muerte
en hoguera, el ahorcamiento, apedreamiento, azotamiento, muerte a golpes de palo, desgarramiento del
cuerpo, entre otros, garantizando que fuera un castigo ejemplar a razón de evitar que los miembros de
las comunidades, pudieran cometer los mismos actos.

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Los tipos de cárceles que tenían los aztecas eran las siguientes:
Cuauhcali. - Llamada también casa de palo, consistía en una jaula de madera muy estrecha y vigilada, en
la que se encontraban los sentenciados por los delitos más graves, aquellos que merecían la pena capital.
Petlecalli. - Llamada casa de estar en los que se encontraban las personas habían cometido una sanción
leve o se encontraban sometidos a un proceso penal.
Malcalli. - Cárcel especial para cautivos de guerra
Teipoloyan. - Cárcel para los deudores

c) Sistema Civil y Familiar.


La unidad social básica en el mundo azteca era el calpulli, conformado
por familias de macehualtin que tenían antepasados comunes y
compartían un territorio subdividido en parcelas comunales. Al frente
de cada calpulli estaba el calpullec, electo de por vida por los habitantes y
en conformidad con el soberano azteca. Su principal tarea era el registro
de todas las tierras de la comunidad y el control de las labores de
cultivo.
Por último, en la sociedad azteca existían los tlacotli, quienes eran personas
que por haber contraído deudas o haber cometido algún delito, trabajaban
para un amo sin recibir ningún tipo de pago. A pesar de que esta condición
los asemeja a la de simples esclavos, en la mayoría de los casos el trabajo
finalizaba cuando la deuda o el delito se consideraban pagados. Aquellos
tlacotli que reincidían podían llegar a ser sacrificados para los dioses.

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BIBLIOGRAFIA

Guillermo Floris Margadant. Introducción a la historia del derecho mexicano, editorial Esfinge edición 2010 pág. 23, México
D.F.

https://hectorpaul.wordpress.com/2013/01/11/historia-del-derecho-mexica/
El Derecho De Los Aztecas, Joshep Kohler
Introducción A La Historia Del Pensamiento Jurídico En México, Javier Cervantes Y Anaya
https://www.elhistoriador.com.ar/como-y-cuando-surgio-el-imperio-azteca/
https://es.wikipedia.org/wiki/Castizo_(casta)
https://www.todamateria.com/causas-y-consecuencias-de-la-independencia-de-mexico/
https://www.redalyc.org/journal/1346/134658381005/html/

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