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No hay un motivo exclusivo para plantarse frente a la carne y el pescado y soltarles un contundente
«¡Hasta aquí!», rompiendo una relación más o menos estrecha hasta el momento y recibiendo con
los brazos (y la boca) abiertos a un menú que prioriza otro tipo de alimentos, aquellos de origen
vegetal. La razón por la que una persona decide seguir una dieta vegetariana (criterios morales,
médicos, medioambientales, de fe, etc.) es lo de menos en lo que a salud se refiere: cada uno es
libre de escoger qué come, cómo lo hace y por qué.
Sin embargo, hay opiniones de todo tipo acerca de este tipo de alimentación y, si hablamos de las
supuestas carencias nutricionales con las que se la asocia (que si falta de proteínas, hierro, ácidos
grasos omega-3, calcio, vitamina D, B12…), el debate está garantizado. «Pero, a ver, entonces,
¿puede ser saludable un menú que suprime los alimentos de procedencia animal?». Sí, puede serlo,
por muchos ases que nuestro cuñado crea tener en la manga (aquí tienes 10 de los más comunes y
10 buenas respuestas para contrarrestarlos).
De hecho, hace años que instituciones internacionales como la American Dietetic Association, el
Grupo de Revisión y Posicionamiento (GREP) de la Asociación Española de Dietistas-
Nutricionistas (AEDN), la British Medical Association (BMA) e incluso la Organización Mundial
de la Salud (OMS) garantizan que este tipo de dieta puede ser una alternativa sana,
nutricionalmente adecuada e incluso puede proporcionar beneficios en cuanto a la prevención y
tratamiento de algunas enfermedades. La Academy of Nutrition and Dietetics añade que
cualquier persona puede seguirla, independientemente de su edad (bebés, adolescentes, adultos o
ancianos), además de mujeres embarazadas y atletas.
Eso sí, todas ellas coinciden en que seguir una dieta vegetariana será saludable siempre y cuando
esta sea equilibrada, como sucede con todos los hábitos alimentarios, sea cual sea el origen de la
comida que incluyan. Es decir, la cuestión no es si es o no sana (ya sabemos que lo es) sino cómo
debe plantearse para que, efectivamente, lo sea.