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La tradición afirma que el profeta Ezequiel, uno de los cautivos de Tel-abib cerca del
río Quebar en la baja Mesopotamia, fue el fundador de la sinagoga. Durante los siglos
posteriores al cautiverio, los judíos voluntariamente se esparcieron por todo el mundo
conocido, de modo que era difícil hallar una ciudad sin una comunidad judía (Hechos
15: 21), y cada comunidad tenía su sinagoga. Se debía establecer una sinagoga
cuando hubiera diez adultos varones, y esos diez se convertían en sus
primeros "dirigentes".
La sinagoga sirvió, quizá más que ninguna otra institución, para conservar la religión,
la cultura y el sentido de la individualidad racial propio de los judíos. La sinagoga
nunca fue un lugar de sacrificios como el templo de Jerusalén, y por lo tanto no era
considerada como un lugar de culto en su sentido más elevado.
En ella se celebraban servicios cada sábado, en los cuales se leían y explicaban la ley y
los profetas, lo cual constituía el centro de atención. La sinagoga con frecuencia
también servía durante la semana como un tribunal local (Marcos13:9), y
generalmente como una escuela. En resumen, la sinagoga era un lugar para recibir
instrucciones en las Escrituras y para orar. Las comunidades judías existían
separadamente en los países extranjeros y se ocupaban de sus propios asuntos civiles
y religiosos, sujetas, por supuesto, a la ley del país (Josefo, Antigüedades XIX. 5. 3).
En diversos lugares de Palestina se pueden ver las ruinas de sinagogas, algunas de las
cuales quizá datan del tiempo de Cristo. Las ruinas de la sinagoga de Capernaúm
datan del siglo III. Las sinagogas eran rectangulares, y su entrada principal estaba en
el extremo sur. Lo mas importante de las sinagogas eran los rollos de las sabradas
escrituras. Las congregaciones más ricas embellecían sus sinagogas con diversos
adornos, como guirnaldas de hojas de parra y racimos de uvas -el símbolo nacional de
Israel-, el candelero de siete brazos, un cordero pascual, la vasija de maná y muchos
otros objetos y escenas de las Escrituras del Antiguo Testamento. En el salón principal
de la sinagoga había un pupitre para la lectura, un asiento para el exhortador y un
cofre o arca que contenía los rollos de la ley y los profetas. Había asientos o bancos,
por lo menos para los miembros más ricos de la congregación (cf. Sant. 2:2-3), y los
que estaban adelante, cerca del pupitre del lector, eran considerados como "los
primeros asientos" (Mateo 23:6). La congregación, que miraba hacia el arca, estaba
dividida en dos grupos: los hombres (de 12 años en adelante) se sentaban a un lado, y
las mujeres y los niños (entre 5 y 12 años) se sentaban en el otro, o a veces en un
balcón o recinto separado.
La asistencia de los varones era obligatoria en día sábado y en los días festivos, y se
consideraba un acto meritorio participar en el servicio que -de acuerdo con las
costumbres modernas- indudablemente era largo. Los especialistas difieren en cuanto
a los detalles de los servicios celebrados en las sinagogas en el siglo I a. C., y puesto
que la mayoría de los documentos disponibles son escritos rabínicos, es difícil saber
con certeza cuánto de eso se aplica al período anterior al 70 d. C. Sin embargo, el
siguiente esquema quizá se aproxime mucho al orden de los servicios de las sinagogas
como eran en los días de Jesús y los apóstoles:
EL ORDEN DE CULTO DE LA SINAGOGA
3. La haftarah, o lectura de los profetas. El rollo de los profetas -que era considerado
menos sagrado que la ley- tenía un solo rodillo y no dos como la ley, y podía ser
desenrollado delante de la congregación. No hay ninguna prueba de que hubiera un
ciclo u orden para la lectura de los profetas en el tiempo de Cristo. Por lo tanto, quizá
el rollo era entregado a la persona designada por el dirigente de la sinagoga para que
leyera, y el lector elegía el pasaje. Fue en esta parte del servicio en la que participó
Jesús en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:16-22), cuando después de leer en Isaías 61
presentó ante la gente su misión y autorización profética. Luc 4:16-21 DICE: "Vino
a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo[a] entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del
profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba
escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando
el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga
estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros".
El que leía de los profetas era llamado el "despedidor", pues su lectura más sus
observaciones y exhortaciones basadas en el pasaje leído constituían la parte final del
servicio. Aunque aqui echaron a Jesús Luc 4:2930 "y levantándose, le echaron
fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual
estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio
de ellos, y se fue".
5. El sermón era seguido por la bendición. Esta era ofrecida por un sacerdote si estaba
presente; de lo contrario, se ofrecía una oración. En algunos lugares se cantaban
salmos en el servicio.
En Palestina no sólo había sinagogas para los judíos autóctonos sino también para
los judíos que habían nacido en el extranjero, pero habían regresado a la tierra de sus
antepasados. Por eso en Jerusalén había, en días de los apóstoles, una sinagoga
de "los libertos" (Hechos 6:9), que quizá eran judíos o descendientes suyos, que una
vez habían sido cautivos o esclavos de los romanos, pero más tarde fueron libertados.
Esteban disputó con los miembros de esa sinagoga.
Fácilmente se puede entender cuánto influían sobre los judíos los servicios de la
sinagoga, con su énfasis sobre la ley, el deber y las esperanzas y aspiraciones
espirituales. El énfasis puesto en la Torah -la voluntad revelada de Dios- daba a los
judíos un carácter ético que los destacaba entre los pueblos del Imperio Romano
LA MULTIPLICACION DE LAS SIAGOGAS
La Mishná dice que existe una sinagoga en cualquier sitio donde un minyán de diez
hombres es capaz, no importa en qué momento, de reunirse para rezar. Los Hechos de
los Apóstoles indican también que las sinagogas que encontraban en cada ciudad
existían desde hace numerosos años (Hechos 15:21), y citan muchas, entre ellas las
de Cirene y las de Alejandría.