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I. El problema
El problema que procuro analizar aquí es el de la indemnización de los daños
y perjuicios que acompaña la resolución por incumplimiento conforme a las
posibilidades que habilita el Derecho positivo vigente.
Se debate si la acción por daños y perjuicios en ocasiones es una acción
autónoma en el ámbito de la teoría contractual; lo que está fuera de toda duda
(pues hay reglas normativas que así permiten afirmarlo) es que en ocasiones
acompaña algunas otras acciones que persiguen primariamente otros objetivos;
así puede acompañar a la acción redhibitoria cuando el vicio ha sido ocultado
dolosamente; a la acción de nulidad del contrato por vicios de la voluntad, y a
la que aquí me ocupa, la acción de resolución por incumplimiento.
Concretamente lo que se debate es qué tipo de daños y perjuicios deben
integrar dicha indemnización.
Los fallos que anoto refieren al contrato de compraventa, en el cual la figura
de la resolución tiene matices propios; difícilmente las respuestas técnicas
sobre las que discurre el debate que recreo puedan ser ampliadas a un contexto
mayor pues la resolución y la indemnización de daños cambia radicalmente en
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1
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Incumplimiento, resolución y lucro cesante, en L. L.
1990-D-1064.
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“4) Resta considerar la queja por el rechazo de los daños y perjuicios que
alega sufridos la demandante, basados en la frustración de sus expectativas de
ampliación en el giro comercial que venía desarrollando, acopio de mercaderías,
capacitación y repercusión emocional con interferencia psicológica, etcétera,
rechazados por el a quo por considerar que se trató de una especulación atinente
a lograr un lucro desistiendo de la operación inmobiliaria a la luz del resultado
negativo del proyecto”.
“Sin embargo, la abundante prueba vertida por la actora se torna innecesaria
en su apreciación al respecto, frente a las válidas cláusulas contractuales a que
ya me refiriera, donde está expresamente prevista la indemnización para el caso
que el incumplidor fuera el vendedor: la devolución doblada de la suma recibida
dentro de las 72 hs. del vencimiento en carácter de única indemnización
convenida.
”En orden a todo lo expuesto, la actora tendrá derecho a resarcirse en el
doble de la cantidad oblada, lo que así propongo, con más los intereses que se
computarán a partir de la notificación de la demanda y hasta el momento del
efectivo pago, a la tasa pasiva promedio que mensualmente publica el BCRA,
sin perjuicio de la eventual aplicación de las normativas de la emergencia
económica que pudieren resultar aplicables en la etapa de ejecución de la
sentencia, con costas de ambas instancias a la demandada perdidosa. Tal mi
voto”.
Luego en su voto el doctor Molmenti dijo: “...asiste razón a la accionante al
reclamar la resolución del contrato y el pago de los daños y perjuicios.
”12. En lo que concierne a los perjuicios, que la actora estimó en su tiempo
en la suma de US$ 37.472, conforme a la prueba que invoca, están representados
en realidad por el doble de la suma pagada en concepto de precio, convenido
expresamente ‘...en carácter de única indemnización’.
”13. Por lo demás, no ha logrado acreditarse que la compra de mercaderías
que aduce la actora haya tenido por causa la apertura del nuevo local ni que
pudiera contabilizarse solamente como pérdida cuando pudo ser objeto de
comercialización. Menos es atendible pretender el pago de la supuesta ganancia
que se hubiese obtenido con la eventual venta de esa misma mercadería.
”14. Si hizo gastos para un curso, incorporó para sí el correspondiente
conocimiento, por lo que no parece legítimo demandar el reembolso.
”15. En lo que hace al daño moral, pienso que dada la naturaleza netamente
comercial del problema de que se trata y demás circunstancias del caso no se da
la situación prevista en el artículo 522 del Código Civil ni el pretendido daño
psíquico ha generado incapacidad resarcible”.
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El problema 2
El instituto de la resolución contractual en el Derecho de los Contratos de
nuestro país, viene ligado desde el mismo Derecho positivo al de la indemniza-
ción por daños y perjuicios causados a raíz del incumplimiento, de modo que
este fenómeno de la resolución es un punto de contacto entre estas dos materias,
el Derecho de los Contratos y el Derecho de Daños3.
Luego, paradójicamente, es con motivo de la reparación de daños mencio-
nada que se ha trabado en nuestro país la discusión en la doctrina (a instancias
de la jurisprudencia) acerca de qué daños deben ser indemnizados cuando opera
la resolución, ¿se trata de reparar los daños al interés negativo o positivo? y ¿qué
rubros comprende la denominada indemnización de los daños al interés negati-
vo? Y digo paradójicamente pues la resolución de un contrato no es un típico
caso de responsabilidad precontractual que, por lógica, hubiera sido el ámbito
en el cual debió haberse entablado la discusión acerca de cuál es la noción de
“daños al interés negativo”.
Ambos interrogantes se encuentran interconectados y se influyen recíproca-
mente de modo que difícilmente se pueda responder el primero sin antes
establecer qué se entiende por daños al interés positivo y negativo.
inicialmente las disposiciones que rigen la responsabilidad contractual, esto es los arts. 519
a 522, Cód. Civ.
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tiende a trazar una analogía entre el caso de resolución del contrato por
incumplimiento con la nulidad del negocio, partiendo para ello del efecto
retroactivo de ambas figuras y de la consiguiente obligación de restituir. Ahora
bien, esta analogía puede resultar peligrosa si no se la valora, pues puede
significar diferentes cosas:
a) Que la resolución es también un caso precontractual donde, por consi-
guiente, debe indemnizarse el daño al interés negativo.
b) Que quien opta por la resolución no puede hacerlo a la vez por el
incumplimiento; si el contrato termina allí, debe indemnizarse como en
la nulidad, pues en ambos se indica la restitución.
Creo que no puede verse allí un caso de responsabilidad precontractual confor-
me a las nociones que de los mismos he expuesto y, además, porque siempre (en
nuestro Derecho) debe venir precedido por el incumplimiento (art. 1204).
Una primera distinción viene dada por la diferente naturaleza de la acción
de nulidad y de la de resolución del contrato. En la primera, hay un contrato
inválido, mientras que en la segunda uno válido incumplido. Luego, una segun-
da precisión nos lleva a atender a si puede el reclamante probar o no que ha
tenido concomitantemente otras oportunidades que ha perdido a causa del
contrato celebrado. Si existió un vicio del consentimiento corresponde la nuli-
dad, que podría estar acompañada por:
a) Gastos realizados (rubro que prácticamente estará siempre);
b) además podrá probar que ha habido pérdidas de chances, verbigracia,
compró un inmueble con un vicio en el suelo que por esa razón no puede
remodelarse ni ampliarse; el contrato es nulo porque he sido engañado,
pero paralelamente he perdido otras oportunidades que deben indemni-
zarse:
– gastos: precio pagado, gastos de contratación, viajes efectuados,
diferencia con lo que cuesta un inmueble similar hoy, pérdidas de
otras chances, tiempo desperdiciado.
Si, en cambio, un contrato realizado sobre el mismo objeto se disuelve
(resuelve) pues el vendedor no ha cumplido con el compromiso asumido
de obtener una autorización administrativa para edificar, corresponde
resarcir:
– Daño emergente: gastos que incluyen el precio abonado;
– lucro cesante: las sumas perdidas, lo que dejó de obtener por ese
contrato, verbigracia por no haber podido alquilar, que era su pro-
yecto.
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6 Obviamente que deben estar presentes la totalidad de los presupuestos que conforman el
presupuesto de hecho complejo de la norma que establece el deber de responder. Pienso que no
es necesario que medie un factor de atribución subjetivo, sino que es absolutamente viable que
el incumplimiento sea atribuible mediante un factor objetivo, tal como lo ha admitido en general
la doctrina privatista.
7 Ver este tipo de argumentación, para el Derecho español, en PANTALEÓN, Resolución
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que “...mas en los contratos en que se hubiese cumplido parte de las prestacio-
nes, las que se hayan cumplido quedarán firmes y producirán, en cuanto a ellas,
los efectos correspondientes”.
En atención a estas normas, cabe señalar que si bien se trata de casos de
ineficacia contractual, el supuesto de la resolución es diferente del de la nulidad
en cuanto en el primero el contrato pudo haber producido efectos parciales que
queden firmes y no sean alcanzados por el efecto retroactivo, lo que no ocurre
en la nulidad pues una vez que la misma es declarada el efecto retroactivo arrasa
con la totalidad de lo ocurrido en la realidad social con motivo del contrato.
Por todo ello estimo que sólo gráficamente y en un sentido impropio puede
hablarse de efecto retroactivo (propio en la condición resolutoria y en la nulidad)
en el campo de la resolución por incumplimiento.
Algo es cierto: en materia de resolución corresponde la restitución. El tema
es saber si además de ello debe indemnizarse el daño positivo8.
Pienso que muchas veces los juristas confunden el problema de la restitu-
ción, que en realidad nos lleva al de cómo establecer el valor de sustitución del
bien para el comprador, con el problema de la indemnización de los daños y
perjuicios; incluso uno de los ejemplos/eje del debate en el plenario que
comento (el mayor valor de la cosa al tiempo de la resolución) es en realidad un
problema de restitución y que atañe al efecto retroactivo y no a la indemnización
de los daños. Ésta es entonces la primera tarea: determinar cuándo se está ante
el problema de la sustitución de la prestación y cuándo frente al la reparación de
los daños irrogados por la resolución.
8 Un autor español señala que la “retrotracción hacia adelante” es posible “Porque el contrato
puede cumplirse in natura, con su prestación primaria (de entregar la cosa, de pagar precio, de
hacer, de omitir, etc.). O bien, por la vía de su prestación secundaria, que es la indemnización,
o sea, como hemos visto antes, una ‘reposición’. Esta reposición aunque recaiga sobre la situación
final del proceso, es también una reposición, porque consiste en ‘llevar’ el estado de cosas (y,
por tanto, en ‘reconstituir’ todo el proceso, desde su ‘principio’) hasta un punto ‘equivalente’
al que hubiere alcanzado, si se hubiere efectuado la consumación en su forma primaria” (ES-
PINAR, Francisco, Resolución e indemnización en las obligaciones recíprocas, en Estudios en
homenaje a Castán Tobeñas, 1969, t. II, p. 147). Se trata de la que el autor denomina “resolución
impropia”, la que “recaería, más que sobre el contrato, sobre la transferencia de la propiedad
(de una cosa), pero con mantenimiento del valor del contrato. La cual sería, por consiguiente,
una reposición post contractum, si bien adornada con esa modalidad de fin resolutorio (o re-
transmisivo)” (ob. cit., p. 151).
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BREBBIA, Roberto, Responsabilidad precontractual, La Rocca, Buenos Aires, 1987,
p. 220.
10 Utilidad que por otra parte es rescatada por BREBBIA, Responsabilidad precontractual
cit., p. 221.
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de Roberto Brebbia11, sumadas a otra que emplea cuando refiere que “...en los
casos de revocación culposa de la oferta no sólo corresponderá resarcir el daño
emergente (interés negativo), sino también el lucro cesante configurado por la
privación de ganancias que hubiere obtenido el destinatario de no haber sido
inducido a error por la formulación de la propuesta de contrato”12, inducen a
confusión; en efecto, la primera expresión da entender que el lucro cesante (tal
como lo formula el art. 1069, Cód. Civ.) puede darse en el daño al interés
positivo y en el negativo13, y la segunda parece analogar daño al interés negativo
con daño emergente.
11 “...El lucro cesante, según hemos visto, puede comprender tanto los casos de interés
con claridad que conocía las diferencias entre el lucro cesante propio del interés negativo y el
del daño al interés positivo, así, vgr., p. 49. Además, pone allí una nota que remite al Cap. II
y nota 4 donde se explica detalladamente la diferencia.
14 Vgr. CAZEAUX, Pedro N. y TRIGO REPRESAS, Félix A., Compendio de Derecho de
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percibir sin más. En un trabajo anterior esta afirmación aparecía mejor explicada pues agre-
gaba a continuación que “La privación de la hipotética ganancia no tiene por causa la
ruptura culpable de los pourparlers, sino la propia actividad del damnificado al compro-
meterse en negociaciones con una determinada persona desechando otras perspectivas que
le pudieran reportar una seguridad mayor de conclusión del contrato”. Además en el trabajo
que recordamos, en una nota anterior (nota 29) recuerda Brebbia que la expresión “ganancias
dejadas de obtener” fue acuñada, en el tema de la responsabilidad precontractual por Gabrielle
Fagella, cuando éste interpretó la expresión negative vertrags interesse de Ihering, y con
el intención de asignarle un contenido amplio, comprensivo no sólo de los gastos, sino
también de las pérdidas de chances de otros contratos similares con terceros. La doctrina
nacional posterior parece haberse quedado con las primeras expresiones que parecen decir
que el daño al interés negativo comprende el lucro cesante del incumplimiento. Evidente-
mente es un error involuntario, pues luego en p. 226 aclara que se trata del lucro cesante
propio del interés negativo.
17 BREBBIA, Responsabilidad precontractual cit., p. 226.
18 PAZ GARCÍA RUBIO, ob. cit., p. 231.
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V. Segundo problema
¿Es la resolución contractual un caso
de responsabilidad precontractual?
En mi opinión debe concluirse que no se trata de un caso de responsabilidad
precontractual, sino contractual.
Dentro de los diferentes votos del plenario “Civit c/Progress”, el único que
se detiene en la cuestión que nos preocupa es el profesor Alberto Bueres, quien
afirma que la resolución no es un caso típico de responsabilidad precontractual
y que la idea de daños al interés negativo es indiferente a la naturaleza contrac-
tual o extracontractual que se asigne a la responsabilidad precontractual (vid.
punto VII).
Soy conteste en que no debería practicarse una aplicación analógica de las
conclusiones a que en el ámbito de la responsabilidad precontractual se ha
arribado, donde juega la noción de daño al interés negativo pero bajo otro
contexto.
El razonamiento podría ser:
– La resolución es un caso de responsabilidad precontractual;
– debe aplicarse en consecuencia la noción de daño al interés negativo;
– siendo así, qué rubros comprende dicha noción.
Como puede verse, son dos cuestiones distintas que deben también respon-
derse en planos diferentes.
En la hipótesis de un contrato resuelto, lo más adecuado desde mi perspec-
tiva es preguntarse primero si se trata o no un caso de responsabilidad precon-
tractual pues si no no había por qué recurrir a la idea de daño al interés negativo.
Éste es el problema previo que no puede salvarse diciendo que como a la
responsabilidad precontractual en definitiva puede asignarse naturaleza contrac-
tual o extracontractual (según las tesis mayoritarias en torno a su naturaleza
jurídica), la idea de interés negativo excede al problema del tipo de responsabi-
lidad por lo que no es necesario interrogarse sobre si la resolución es un caso
precontractual.
Se trata, en fin, del problema de establecer antes que todo la pertinencia o
adecuación de los conceptos y estructuras teóricas que se emplean.
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22 DÍEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, Civitas, Madrid, 1993,
p. 685.
23 En la hipótesis de resolución por el comprador si había abonado la suma de dinero a la
cual estaba obligado en concepto de precio por la cosa, entiendo que deberá devolvérsele con
más los intereses.
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del bien menos los costes fijos de mantenimiento, a lo que corresponde adicio-
nar la pérdida de mayores lucros que podría haber producido el bien.
Pienso que no basta con señalar que es indemnizable el lucro cesante; la
afirmación es demasiado abstracta; es necesario aclarar a qué nos referimos
concretamente cuando se habla de lucro cesante en materia de resolución pues
el análisis de los casos deja entrever que se está pensando en cosas distin-
tas como son la pérdida de la posibilidad de percibir alquileres por el inmueble,
las chances de celebrar otros negocios similares, las pérdidas de mercados,
etcétera.
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