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“Suceder” significa ocupar el lugar que anteriormente tenía una persona. En la herencia hay
una sucesión porque el heredero pasa a ocupar la posición jurídica del que fallece.
La sucesión puede ser:
*SUCESIÓN UNIVERSAL, que puede ser:
-Mortis causa: caso de la hereditas y de la bonorum possessio.
-Inter vivos: la adrogatio, la conventio in manu de una mujer sui iuris, la bonorum venditio
3) Testamentum per aes et libram (realizado por el rito del cobre y la balanza): es el
primer testamento de índole patrimonial. Surgió de la necesidad de hacer testamento fuera
de los días señalados por el testamento en comicios calados y por el de guerra. En un
primer momento si no se había hecho testamento en los comicios calados, ni in procinctu y
se hallaba amenazado de muerte súbita, se permitía al pater que celebrase una mancipatio
de todo su patrimonio (mancipatio familiae), con un amigo de confianza, de tal modo de
que quien la adquiriese (familiae emptor) por un acto de buena fe (fiudcia) y éste se
comprometía a distribuir los bienes conforme a las instrucciones del testador. Gayo opinaba
que no era un testamento, no había institución de heredero sino una mancipatio apoyada en
una fiducia y el familiae emptor no era un heredero pero a la muerte del testador ocupa el
lugar de heredero y debía realizar la partición indicada, era en realidad propietario
fiduciario. En un segundo momento por interpretación de la Ley de las 12 Tablas se
aprovecharon las formas per aes et libram de la mancipatio pero el papel importante no era
la fórmula pronunciada por el familiae emptor, sino la declaración del testador mancipante
(nuncupatio = declaración solemne) quien aprovecha la oportunidad de instituir heredero, y
aquí se habla de testamento. El acto se realizaba en presencia de 5 testigos y del libripens y
después de escrita las tablas del testamento el testador mancipaba al familiae emptor su
patrimonio, este pronunciaba unas palabras solemnes.
1) Testamento militar: instituido por Julio César a favor de sus soldados y que no tenía
ninguna formalidad; sólo se exigía que el testamento tuviera la institución de heredero clara,
precisa e imperativa, posteriormente lo aceptaron los Emperadores y Justiniano también lo
incorporó aunque limitándolo a soldados que estuvieren en campaña.
SUSTITUCIONES DE HEREDEROS.
La herencia podía ser rechazada por el heredero designado, por lo que el testador estaba
autorizado a prever tal circunstancia indicando quién debía ocupar el lugar del heredero
(sustituirlo) si este no se hacía cargo de la herencia, ya fuera porque la rechazara o porque
muriera o estuviera impedido por cualquier motivo.
Había 3 tipos de sustituciones:
1)-SUSTITUCIÓN VULGAR: era la más frecuente. Se designaba un heredero sustituto para
el caso en que el primero haya muerto antes que el testador o haya repudiado la herencia. Aquí
queda claramente de manifiesto que el testador quiere prever que no quede la herencia sin
heredero.
IUS CAPIENDI.
Hubo durante el largo tiempo de creación del Derecho Romano casos puntuales de
prohibiciones y habilitaciones basadas en el fomento a la natalidad, pero que luego fueron
dejadas de lado.
Entre las prohibiciones se destacan las que surgen de las leyes que dictó Augusto, sumamente
preocupado por el decrecimiento del índice de natalidad entre los romanos. A fin de promover
los nacimientos dictó las leyes que se conocen como Lex Iulia et Pappia que disponían que los
solteros que no contrajeran matrimonio no podían recibir por herencia y que los casados que
no tenían hijos sólo recibían la mitad de cualquier herencia. Lo que dejaban de recibir en un
primer momento se repartía entre los otros herederos y luego se dispuso que pasaran a la
fortuna personal del Emperador denominada “fisco”.
Los testamentos pueden perder eficacia y son declarados desiertos si el heredero ha premuerto
al causante o ha perdido la testamenti factio pasiva o rechaza la herencia.
LOS CODICILOS: era el nombre que recibían disposiciones de última voluntad que no
instituían herederos ni disponían desheredaciones. Eran escritos informales basados en la
confianza que tenía el que las hacía en la persona a la que estaban dirigidos. Si estas
disposiciones (que podían contener legados, manumisiones y otras mandas) eran confirmadas
luego por un testamento no cabía ninguna duda de que eran obligatorias y las que no eran
confirmadas, pero tampoco contrariadas, comenzaron a tener fuerza obligatoria a partir del
siglo I d. C. siempre y cuando no hubiera un testamento posterior. Hasta Justiniano quedó en
duda la fuerza obligatoria que tenían los codicilos no confirmados en un testamento realizado
posteriormente, pero la tendencia creciente a partir del Código Teodosiano y del Código
Justinianeo, fue la de aceptar la obligatoriedad de los codicilos, para los que se exigían 5
testigos. Tanta importancia tuvieron los codicilos y fue tan difundida y aceptada esta práctica
que se acostumbró poner en los testamentos una llamada “cláusula codicilar” por la cual quien
hacía testamento disponía que si el testamento resultara inválido por cualquier razón formal
tuviera valor como codicilo.